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CROMOBLASTOMICOSIS Médico asesor honorario de la Unidad Micología del Hospital de Infecciosas Francisco
Javier Muñiz. Ex- Director de la Maestría de Micología Médica de la Universidad
Nacional del Nordeste.
Definición e historiaLa cromoblastomicosis es una micosis que afecta la piel y el tejido celular
subcutáneo, de aspecto polimorfo, caracterizada por la formación de nódulos y
lesiones verrugosas que desarrollan con gran lentitud, para formar al final
vegetaciones papilomatosas, prominentes que algunas veces se ulceran y
otras no. Están localizadas preferentemente en los miembros inferiores pero se
han observado también en las manos, la cara, las orejas, el cuello, el tórax, las
hombros y las nalgas. Se han comunicado casos de esta enfermedad desde
todos los continentes y en todos los climas del mundo, aunque la mayor parte
se observaron en zonas tropicales y subtropicales. Sus agentes etiológicos son
hongos pigmentados hifomicetos (Hyphomycetes) de la familia de los
Dematiaceae. En los tejidos y exudados todas las especies producen el mismo
tipo de elementos característicos de la fase tisular de estos hongos,
denominados cuerpos esclerotales, cuerpos fumagoides o cuerpos muriformes
(tabicados como ladrillos).
El primer caso de esta afección fue observado por Pedroso, en Sao Paulo,
Brasil, en 1911. Más tarde, Rudolph (1914) comunicó el segundo caso
brasileño y el primero en ser publicado. Un año después Lane y Medlar
describieron el primer caso norteamericano en Boston; el agente aislado fue
estudiado por Thaxter y clasificado como Phialophora verrucosa. Pedroso y
Gomes (1920) publicaron la primera observación realizada nueve años antes, y
el microorganismo aislado fue examinado por Brumpt, quien lo denominó
Hormodendrum pedrosoi, al comprobar que era diferente del descripto por
Medlar y Lane. En 1936 Negroni P., reclasificó a H. pedrosoi como Fonsecaea
pedrosoi.
Terra et al. (1922) utilizaron el término cromoblastomicosis, aún empleado con
mucha frecuencia.
Ajello et al. (1974) consideraron que la terminología utilizada hasta entonces
para designar a las micosis producidas por hongos dematiaceos era confusa y
propusieron el vocablo feohifomicosis para un conjunto de afecciones
ocasionadas por hongos pigmentados y caracterizadas por la aparición de
hifas, seudohifas o elementos brotantes de color pardo o fuliginoso, rodeados
de una reacción inflamatoria supurativa o granulomatosa. Mc Ginnis (1983 y
1985) reafirmó el concepto que el principal carácter distintivo de la
cromoblastomicosis es la comprobación de los típicos cuerpos esclerotales.
Conant y Martin (1937) aislaron por primera vez a Phialophora verrucosa de la
pulpa de madera.
Etiología.Actualmente se aceptan cinco especies como agentes etiológicos de la
cromoblastomicosis, los cuales han sido encontrados como saprobios en el
suelo y plantas.
a) Fonsecaea pedrosoi (Brumpt, 1922; Negroni, 1936). Es el agente aislado
con mayor frecuencia.
Produce colonias de desarrollo lento, crece entre 25 y 28 ºC, posee micelio
aéreo corto de color pardo oscuro, verde oscuro o negro, su aspecto es
aterciopelado; puede tener una superficie plana o ligeramente elevada y
plegada, el reverso es negro. Presenta los tres tipos de formación de conidios
que exhiben los agentes causales de esta enfermedad, llamados fructificación
tipo Cladosporium, tipo Rhinocladiella y tipo Phialophora. Habitualmente
predominan los dos primeros tipos de fructificación.
La fructificación tipo Cladosporium presenta conidióforos erectos, de longitud
variable, que dan origen en su extremo distal a conidios brotantes de color
pardo, unicelulares o bicelulares, ovoides, elípticos o cilíndricos de 2 a 4 µm de
diámetro que se disponen en cortas cadenas ramificadas. En los puntos de
unión de los conidios se observan zonas engrosadas de la pared celular que
actúan como “disyuntores”, favoreciendo el desprendimiento de estas esporas.
La fructificación tipo Rhinocladiella exhibe un conidióforo poco diferenciado,
erecto, cilíndrico, ligeramente dilatado en su extremo distal en forma de clava o
maza; en esta porción se ven cortas prolongaciones del conidióforo en forma
de dientes, donde se implantan los conidios con disposición acropleurógena.
Las esporas son ovales, unicelulares, de 2 a 5 µm de diámetro y forman brotes
que dan origen a cortas cadenas de 2 a 3 elementos. Los conidios de este tipo
se producen en forma simpodial.
La fructificación de tipo Phialophora se caracteriza por la producción de
conidióforos terminales o dispuestos a los lados de las hifas vegetativas, en
forma de florero, con una zona estrechada o cuello, una boca más ancha y con
labios bien marcados. Los conidios son ovales, lisos y ligeramente
pigmentados, de 2 a 3 µm de diámetro; se forman en el interior del conidióforo
o fiálide en forma enteroblástica, salen a través de su boca y se acumulan en
pequeños conglomerados en forma de cabezuelas que rodean el extremo
distal del conidióforo.
b) Cladophialophora carrionii (Trejos, 1954). Es el segundo en orden de
frecuencia entre los productores de esta afección.
Su aspecto macroscópico es muy similar al de F. pedrosoi y presenta también
un desarrollo lento.
Microscópicamente muestra sólo fructificación de tipo Cladosporium, con
conidióforos simples, erectos, largos o cortos y formación de cadenas de
blastoconidios, largas y poco ramificadas. Los conidios son simples, ovoides,
ligeramente pigmentados y miden 2,5 x 5- 6 µm. Algunas cepas poseen fiálides
con el típico cuello cuando desarrollan en medios especiales y fueron
denominadas Cladophialophora ajelloi (Borelli, 1980), término actualmente
considerado sinónimo de C. carrionii.
c) Phialophora verrucosa (Medlar, 1915). Fue el primer agente descripto.
Produce colonias verde oliva, oscuras o pardas, inicialmente en forma de
cúpula luego se aplana y se cubre de un micelio aterciopelado y grisáceo.
Microscópicamente sólo posee fructificación de tipo Phialophora, con formación
de fiálides típicas y esporas enteroblásticas.
d) Fonsecaea compacta (Carrión, 1940). Sólo se ha encontrado en pocos
casos esta micosis. Muchos autores consideran que este agente es solamente
una variedad de F. pedrosoi. Las colonias son de desarrollo muy lento,
elevadas, plegadas, de color verde oliva, oscuro o negro y micelio aéreo muy
corto. El examen microscópico muestra un predominio de conidióforos tipo
Cladosporium, pero con cadenas de blastoconidios más compactas de forma
más globosa y difíciles de disociar. Los restantes tipos de fructificación son
semejantes a los de F. pedrosoi. En la actualidad se la consideran una variante
displásica de este último microorganismo.
Los estudios filogenéticos de los hongos del género Fonsecaea han
demostrado que hay diferencias genéticas dentro de la especie F. pedrosoi que
guardan relación con la distribución geográfica de los distintos aislamientos. F.
compacta demostró estar genéticamente relacionada con F. pedrosoi, de la
cual no sería más que una variedad.
e) Rhinocladiella aquaspersa (Shell; Mc Ginnis, Borelli, 1983). Es el menos
común de los agentes causales de cromoblastomicosis. Fue inicialmente
descripto por Borelli (1972) como Acrotheca aquaspersa.
Es una especie de crecimiento moderadamente rápido, produce colonias
lanosas de color verde oliva, oscuro o gris. Microscópicamente se caracteriza
por la formación exclusiva de conidióforos de tipo Rhinocladiella, con conidios
implantados en forma acropleurógena y sin brotes secundarios.
De forma esporádica se han encontrado otros agentes etiológicos de esta
micosis. Nsanzumuhire et al. (1974) aislaron Cladosporium trichoides como
productor de un caso de cromoblastomicosis en una maestra de 23 años de
edad, en Uganda, y Bopp et al. (1983) describieron un caso producido por una
nueva especie de la familia Dematiaceae, denominada Taeniolella boppii por
Borelli, en una mujer de 51 años residente en Brasil, en realidad este caso
correspondió a una feohifomicosis. También Exophiala jeanselmei fue aislada
de casos de cromoblastomicosis en Paraná, Brasil. Otras especies que han
sido señaladas como agentes de casos aislados de cromoblastomicosis:
Fonsecaea monophora, Cladophialophora arxis, Wangiella (Exophiala)
dermatitidis, Sporothrix luriei, Botryomyces caespitosus, Phaeosolera
dematoides y Exophiala (Phialophora) spinifera.
EpidemiologíaLa cromoblastomicosis predomina en zonas tropicales y subtropicales, pero su
distribución geográfica es universal, ya que han sido encontrados casos
autóctonos en zonas templadas, como Buenos Aires (Argentina) y Nueva
Inglaterra (EE. UU), y en regiones frías como Finlandia y Rusia. En Madagascar
se diagnosticaron 891 casos entre 1955 y 1978 (1 caso: 480 habitantes). Brasil
es el país con mayor incidencia. Si bien la distribución de casos clínicos es
amplia, la mayoría han sido diagnosticados en la cuenca amazónica. Costa
Rica es el país americano que registra mayor número de casos de
cromoblastomicosis en relación con su población (1 caso: 24 000 habitantes)
Esta enfermedad es relativamente frecuente en todos los países del Caribe y
en Sudáfrica.
En Argentina, Biagini et al (1982) comunican que el primer caso publicado de
cromoblastomicosis fue en el año 1929 y posteriormente se han reportado
casos aislados en Santiago del Estero, Tucumán, Misiones y otras regiones. En
el año 2004 Negroni señaló que en la Unidad Micología del Hospital Muñiz en
Buenos Aires, se diagnosticaron 2 o 3 casos por año, la mayoría ocasionados
por F. pedrosoi. Diagnosticó 2 casos, ambos de Santiago del Estero,
producido por Cladophialophora carrionii. Los casos de F. pedrosoi provenian
del noreste de la Argentina, especialmente de Misiones y Chaco, unos pocos
de Tucumán, Salta y muy reducido número de Buenos Aires.
Los agentes causales de la cromoblastomicosis han sido reiteradamente
hallados en el medio exterior, sobre todo en la tierra, en desechos vegetales,
madera deteriorada, etc. También ha sido posible hacer crecer varias de estas
especies sobre hojas y tallos de Eucalyptus, o sobre papel de filtro
humedecido. Gezuele et al. (1972) examinaron más de 300 muestras de
plantas, tierra, maderas, nidos y otros elementos y comprobaron que la
mayoría de los dematiaceos de interés médico se encontraban en restos de
árboles, troncos de palmeras deteriorados, tierra con restos de vegetales y
nidos de avispas abandonados.
P. verrucosa raras veces es aislado en las cromoblastomicosis de zonas
templadas y húmedas. Fue aislada de pulpa de eucaliptos y de hojas de
palmeras.
C. carrionii es propio de zonas cálidas, áridas y desérticas. Zeppenfeldt et al.
1992 informaron que la forma saprofítica de este hongo, que es el agente
etiológico más frecuente de cromoblastomicosis en Venezuela, ha sido aislada
de restos de plantas xerófilas de la zona semiárida del estado de Falcon, y
reportaron la presencia de la fase parasitaria (cuerpos escleróticos) en tejidos
de la planta Cereus sp. (Cardon), indistinguibles de los encontrados en
pacientes con cromoblastomicosis. La ubicación de la forma parasitaria dentro
del tejido vegetal podría, según este autor, explicar la supervivencia de este
hongo, a pesar de las condiciones climáticas extremas reinantes en la zona:
vientos sostenidos, evaporación mayor que la precipitación, humedad relativa
del 50%, temperatura promedio anual mayor de 24ºC e intensa radiación solar.
También se han identificado casos en Australia y el sur de Madagascar.
F. pedrosoi se encuentra en zonas con elevada pluviometría y geográficamente
es muy ubicuo; fue cultivado a partir de espinas de Mimosa púdica. Es
prevalente en Brasil, norte de Madagascar, México y en zonas templadas como
sur de Brasil, Uruguay y norte de Argentina.
La mayoría de los pacientes son campesinos, dedicados a la agricultura y sus
lesiones se localizan en las partes descubiertas del cuerpo (Figura 1). La
mayoría de los casos se observan en la población entre 30 y 60 años. La
cromoblastomicosis infantil es muy rara. Se comprueba un neto predominio del
sexo masculino, en una relación de 20:1 con respecto al femenino. La diferente
incidencia entre los sexos puede deberse no sólo al desarrollo de las tareas
rurales, sino también al efecto de las hormonas femeninas. Tanto los
estrógenos como la progesterona tienen receptores celulares en el interior de
los hongos productores de cromoblastomicosis, los cuales inhiben su
desarrollo. Además es probable que predisponga la desnutrición, pues la
enfermedad es más frecuente en personas de nivel socioeconómico bajo. Se
ha pensado también en una susceptibilidad genética (HLA A 29) y una
inmunosupresión parcial frente a antígenos fúngicos. Las personas con
defectos en el sistema inmune se pueden considerar sujetos de riesgo. No se
ha comprobado la transmisión interhumana. La infección espontánea de otras
especies de animales ha sido comprobada con baja frecuencia en sapos,
ranas, lobos marinos, perros y caballos.
FisiopatologíaLa penetración se produce habitualmente por microtraumatismos con espinas o
astillas. Raras veces puede ser reconocido el traumatismo inoculante debido a
la lenta evolución de la enfermedad. En general se acepta que, una vez
producida la inoculación cutánea, los hongos de la cromoblastomicosis
progresan por contigüidad, invadiendo la piel y el tejido celular subcutáneo,
suelen originar un pequeño número de lesiones satélites producidas por
diseminación linfática o autoinoculacion. En general sigue los linfáticos más
superficiales de la dermis, raras veces lo hace a través de los troncos linfáticos
principales y en muy raros casos se observan metástasis hematógenas a
distancia; los nuevos focos siempre se producen en la piel y tejido celular
subcutáneo.
Baquero y Lescay (1960) y Baquero et al. (1961) cultivaron F. pedrosoi a partir
del material obtenido por lavado bronquial de 4 pacientes con
cromoblastomicosis. Estos enfermos no padecían síntomas respiratorios y las
radiografías de tórax fueron normales. Las cepas aisladas se inocularon a
voluntarios humanos y produjeron lesiones características de esta afección
incluso comprobadas histológicamente. Estos autores prepararon antígenos
con las cepas aisladas y realizaron pruebas cutáneas en sujetos con
cromoblastomicosis, 100 habitantes de zonas urbanas y 20 de regiones rurales.
Encontraron que se habían formado nódulos eritematosos de 10 mm en la
totalidad de los pacientes con cromoblastomicosis; la reacción alcanzó su
máxima intensidad a las 2 semanas; la misma reacción se comprobó en el 25
% de los habitantes rurales y no hubo respuesta en los pobladores de zonas
urbanas.
Wilson supuso que en la cromoblastomicosis habría, como en la blastomicosis,
una infección respiratoria asintomática que originaría lesiones cutáneas
nodulares y verrugosas por diseminación hematógena. Esta hipótesis no ha
sido aún confirmada.
Estos hongos se comportan como dimorfos ya que se presentan como
miceliales en el medio ambiente y en los medios de cultivos y en su fase
parasitaria como células esclerotales o muriformes. Según algunos es un
estado intermedio entre hifas y levaduras porque les células se multiplican por
división directa y emiten filamentos. Las células muriformes son formas
parasitarias de adaptación.
El principal agente etiológico en la cromoblastomicosis es F. pedrosoi. Su
dimorfismo aparentemente incluye la expresión de otros marcadores
bioquímicos tales como fosfatasas de la pared celular, ATPasas y
glicoesfingolípidos
La virulencia del F. pedrosoi aparentemente es multifactorial e involucra
moléculas secretadas en la superficie de las células fúngicas, de diferentes
naturalezas químicas. La expresión de adhesinas de la pared celular del
F. pedrosoi son reguladas por la temperatura, cuando pasan de 28 ° C
(ambiente natural) a 37 ° C (parasitismo mamíferos), aumenta la capacidad
invasora del hongo. Peptidasas están supuestamente implicadas, no sólo con
el metabolismo de hongos, sino también con su difusión dentro del huésped y
la destrucción de tejidos. La expresión y actividad de estas enzimas son
moduladas por las condiciones ambientales, incluyendo la disponibilidad del
sustrato. Los sustratos para las peptidasas incluyen suero y proteínas de la
matriz extracelular. La melanina, que se expresa genéticamente, al parecer
tiene funciones ambiguas. A pesar de que ayuda a las células fúngicas para
sobrevivir en el interior de los macrófagos, induce la producción de
anticuerpos y activa diferentes fagocitos. Otras estructuras con posibles
funciones en la patogénesis del hongo incluyen: glicoesfingolípidos, ácido
siálico y la enzima sialidasa.
La característica reacción granulomatosa reguladas por polimorfonucleares
neutrófilos demuestran una fagocitosis frustrada de las células fúngicas.
Se ha sugerido que la inmunidad mediada por células en pacientes con
cromoblastomicosis de larga duración se ve afectada de alguna manera, como
consecuencia de ello estos individuos son incapaces de desarrollar una
reacción inmunitaria eficiente frente a los antígenos fúngicos, lo que
contribuye a la persistencia del hongo en el tejido. Los polimorfonucleares
neutrófilos constituyen la primera línea de la defensa, macrófagos (algunas
veces identificado como células gigantes) están altamente activos como lo
demuestra la importante expresión del TNFα. Sotto et al. (2004) demostraron
que los macrófagos de la piel acumulan antígenos de F. pedrosoi en su
citoplasma como material granular. Se detectaron fenómenos similares en los
dendrocitos y las células de Langerhans, lo que sugiere un papel de estas
células como células presentadoras de antígeno en la cromoblastomicosis. Los
linfocitos TCD4 + son células potencialmente clave para el control de
cromoblastomicosis y fueron identificados en la periferia de los granulomas.
En los seres humanos con formas graves de la enfermedad se observaron por
lo general, una alta producción de IL-10, bajos niveles de IFN-γ y las células T
de estos individuos no pueden proliferar in vitro después de la inducción con el
antígeno. En contraste, los pacientes con formas leves de la enfermedad
producen predominantemente IFN-γ, bajos niveles de IL-10 y se observó una
capacidad eficiente para proliferar en las poblaciones de células T. Estos
resultados pueden sugerir que se necesitan las células T CD4 + secretoras de
IFN-γ para inducir inmunidad protectora contra F. pedrosoi.
En un estudio realizado por Hayakawa et al. (2006) demostraron que la
capacidad fungicida de los macrófagos es dependiente de la especie fúngica.
R. aquaspersa fue el único hongo que pudo ser eliminado por ellos. Esto
probablemente se debió a que dicha especie no afecta la producción de óxido
de nitrógeno basal, la expresión del MHC y moléculas co- estimuladoras. La
producción del NO basal está involucrado en la actividad antimicrobiana de los
macrófagos y su producción fue inhibida en presencia de F. pedrosoi y C.
carrioni pero no así en presencia de R. aquaspersa. Por lo que se podría
pensar que la baja incidencia de R. aquaspersa seria consecuencia de la baja
virulencia y no a su distribución geográfica.
Se ha demostrado que los pacientes con cromoblastomicosis producen
anticuerpos específicos. Aunque in vitro la interacciones entre el hongo y los
anticuerpos anti- melanina inhiben su crecimiento, como ocurre en otras
infecciones fúngicas crónicas, la respuesta inmune humoral no parece tener un
efecto protector. El paciente que desarrollan la forma más severa de la
enfermedad, con múltiples lesiones crónicas, presentan altos títulos de
anticuerpos específicos. Los individuos de zonas endémicas con exposición
previa al hongo, presentan una respuesta humoral específica y no han sido
correlacionados con el desarrollo de la enfermedad.
Manifestaciones clínicasLa cromoblastomicosis es una dermatosis localizada en las partes expuestas
del cuerpo, de preferencia en los pies y en las piernas, le siguen en orden de
frecuencia los miembros superiores y el dorso, es habitualmente unilateral, de
evolución crónica, que compromete la epidermis, la dermis, el tejido celular
subcutáneo y los vasos linfáticos superficiales; progresa generalmente por
contigüidad y en raros casos lo hace por vía linfática o hemática. Las lesiones
pueden ser ligeramente pruriginosas o asintomáticas. Permanece confinado a
la grasa subcutánea y no invade músculos ni huesos subyacentes, excepto en
casos de inmunosupresión en los que excepcionalmente hay periostitis y en
alguna ocasión se han observado lesiones en las uñas, por contigüidad.
Según Bopp, se observan dos tipos de lesiones: nodulares o en placa. Estas
últimas son las más comunes y pueden ser planas a vegetantes con aspecto
verrugoso. (Figura 1)
Las placas se observan en cualquier zona del tegumento. Las lesiones
tempranas pueden parecerse a infecciones por dermatofitos o comenzar como
una pápula rosada o rojo-violácea, pruriginosa y de crecimiento excéntrico.
Después de varios años adquiere el aspecto de una placa, ovalada o irregular,
con bordes nítidos y elevados sobre la piel vecina. El centro es liso y aplanado;
los bordes están erizados de excrecencias papilomatosas y rojizas, cubiertas
por costras sero-hemática, fuertemente adheridas, las que al ser removidas
ocasionan una pequeña hemorragia. La palpación permite apreciar una
consistencia blanda o semidura, y hace exudar un líquido pio-hemático, de olor
pútrido.
En la parte superior del cuerpo las placas son más planas, eritemato-
escamosas y presentan, a veces, un aspecto psoriasiforme. En los miembros
inferiores suelen aparecer pequeñas lesiones satélites en forma de pápulas o
verrugas dispuestas de acuerdo con su progresión por los vasos linfáticos
superficiales. En estas zonas las placas son más exuberantes, supuran, y por
la infección bacteriana secundaria provocan una linfangitis crónica obliterante
que determina elefantiasis. La porción central de las placas de mayor diámetro
suele presentar zonas de involución espontánea, con fibrosis cicatricial retráctil.
La forma nodular se sitúa exclusivamente en los miembros inferiores, y
comienza como nódulos rojo-violáceos, pequeños, cubiertos de piel sana, que
crecen lentamente en forma excéntrica. Al cabo de unos años, alcanza el
tamaño de una aceituna, se reblandece en el centro y se ulcera. El fondo de la
úlcera se torna vegetante, adquiere un aspecto papilomatoso, semejante a una
coliflor. Estas lesiones suelen ser múltiples, confluyen entre sí al aumentar de
diámetro y en ellas se encuentran mezclados elementos ulcerados de aspecto
verrugoso con nódulos cubiertos de piel sana, que parecen queloides.
Progresan en forma ascendente hacia la pierna y el muslo, pueden abarcar
grandes extensiones del miembro afectado. En las partes más elevadas, los
nódulos son pequeños, rojo-violáceos, de consistencia firme, cubiertos de piel
sana y poseen un aspecto similar a las lesiones producidas por la sarcoidosis.
También esta forma clínica provoca linfangitis obliterante. Las uñas de los pies
suelen aparecer engrosadas, opacas, de color pardo y frecuentemente están
invadidas por los cromomicetos.
Hay formas malignas que afectan a zonas cutáneas muy extensas,
comprometen las mucosas nasales y bucales, los ganglios linfáticos e
infrecuentemente los huesos.
Se ha comprobado la aparición de carcinomas de células escamosas sobre las
cicatrices de cromoblastomicosis. Las infecciones bacterianas suelen ser
complicaciones graves en los casos crónicos de cromoblastomicosis, en
especial cuando hay ulceraciones y pueden llegar a producir fasceitis
necrotizante.
Los estudios realizados con linfografía han permitido demostrar la presencia de
lesiones en los vasos linfáticos subcutáneos de las zonas vecinas a las
lesiones. Se observan con frecuencia dilataciones y obstrucciones de estos
vasos.
Se han registrado casos raros con lesiones localizadas en la mucosa nasal y
en la laringe.
La evolución de la cromoblastomicosis es lenta, los pacientes consultan entre 5
y 10 años después de la aparición de la lesión inicial, no afecta habitualmente
el estado general, pero en casos avanzados produce elefantiasis, infecciones
bacterianas sobre agregadas, serias dificultades para la marcha y,
consecuentemente osteoporosis por falta de apoyo. En pacientes
inmunodeficientes, la cromoblastomicosis se torna muy extensa y de rápida
evolución, compromete los ganglios linfáticos y deteriora el estado general.
HistopatologíaGeneralmente los cuerpos esclerotales o muriformes, típicos de la
cromoblastomicosis, son reconocidos fácilmente en cortes teñidos con
hematoxilina-eosina. Cuando se observa el preparado a bajo aumento (50x), se
comprueba en la epidermis la existencia de hiperqueratosis, marcada acantosis
e hiperplasia seudoepiteliomatosa.
En la parte más superficial se ven costras, y en algunas zonas del estrato de
Malpighi se ven abscesos intra-epidérmicos o falsas imágenes de abscesos
producidas por la intensa papilomatosis (figura 3). La dermis presenta un
infiltrado inflamatorio polimorfo constituido por linfocitos, plasmocitos, leucocitos
polimorfonucleares neutrófilos y eosinófilos; células epitelioides y presencia de
células gigantes multinucleadas tipo Langhans o de cuerpo extraño, de tal
manera que configuran zonas de aspecto abscedado y otras con granulomas
epitelioides. Los cromomicetos pueden encontrarse tanto en los abscesos
dérmicos o epidérmicos como en el interior de las células gigantes. En la
epidermis, en las costras superficiales y en contacto con el aire, se pueden
observar la formación de hifas por germinación de los cuerpos muriformes,
pero éstos no se ven en la dermis profunda.
En el caso de que el agente infeccioso sea Exophiala dermatitidis, el
diagnóstico histopatológico es más engorroso debido a que este es el único
hongo que produce elementos similares a los de la cromoblastomicosis, así
como también hifas en la dermis profunda, con lo cual estaríamos en presencia
de una feohifomicosis con aspecto de cromoblastomicosis.
DiagnósticoEn los tejidos y exudados, todos los tipos de cromoblastomicosis producen los
cuerpos escleróticos característicos. Suelen ser más abundantes en muestras
de lesiones verrugosas que en material de lesiones planas anulares. Al
examinar el tipo verrugoso de lesiones habitualmente se pueden ver áreas de
¨puntos negros¨ que al ser examinados al microscopio muestran los cuerpos
escleróticos pigmentados.
La obtención de material clínico para el diagnóstico micológico es fácil de
realizar en esta afección. Pueden extraerse escamas o costras por raspado de
las lesiones con bisturí estéril, o mediante la obtención de biopsias más
profundas con sacabocados. Se aconseja efectuar dos tomas; en este último
caso, una se coloca en formol al 10 % para el estudio histopatológico, y la otra
en solución salina isotónica estéril, para el examen micológico.
La observación microscópica directa del material no fijado puede llevarse a
cabo al estado fresco, entre porta y cubreobjetos en el caso de improntas de
biopsias, o con hidróxido de potasio al 40 % en el caso de las costras. Puede
calentarse la preparación suavemente para lograr la disociación de la capa
cornea. Se comprueba la existencia de elementos esféricos o ligeramente
ovoides, de 8 a 12 µm de diámetro, de color pardo, con pared celular de doble
contorno y con tabiques transversales y longitudinales; por lo general se
encuentran agrupaciones de 3 a 4 células. Estos elementos son típicos de la
cromoblastomicosis, reciben el nombre de cuerpos esclerotales o fumagoides
(en portugués) o muriformes, y no permiten la diferenciación de la especie
causal. Cuando se examinan costras, exudados y pus se ven con frecuencia
filamentos pardos, ramificados y tabicados, que se originan por germinación de
los cuerpos esféricos. Los hongos productores de cromoblastomicosis se
desarrollan fácilmente en los medios de cultivo comunes, como agar glucosado
o agar-miel de Sabouraud, medio de Czapek y agar-papa glucosado. La
incubación se realiza a 28 °C y conviene agregar a los medios de cultivo
cloranfenicol a razón de 100 µg/ml y cicloheximida hasta alcanzar una
concentración de 300 µg/ml. Todos los agentes causales desarrollan colonias
maduras al cabo de 2 a 4 semanas; su aspecto macroscópico es muy similar, y
para el adecuado reconocimiento de su micelio de fructificación, se requiere la
realización de cultivos en lámina sobre diferentes medios de cultivo.
Habitualmente no se efectúan estudios serológicos ni pruebas cutáneas en los
pacientes con cromoblastomicosis, aunque ha sido posible demostrar que
reaccionan positivamente con una respuesta cutánea de tipo retardado, cuando
son inyectados por vía intradérmica con extractos de los cromomicetos, y que
pueden demostrarse anticuerpos en el suero por medio de las pruebas de
inmunodifusión, fijación del complemento y ELISA. Los títulos de anticuerpos
son proporcionales a la gravedad de la afección y observan reacciones
cruzadas entre los distintos agentes de cromoblastomicosis. Algunos pacientes
han tenido anticuerpos positivos por un año después de la terapia antifúngica
exitosa.
Dignóstico diferencialPor su aspecto clínico, la cromoblastomicosis puede ser confundida con la
tuberculosis cutánea verrugosa, esporotricosis fija, leishmaniasis cutánea
crónica, blastomicosis, paracoccidioidomicosis, ciertas formas de lobomicosis,
sífilis terciaria, epitelioma espinocelular y sarcoidosis. Hay también formas
atípicas que simulan placas de psoriasis.
TratamientoLas lesiones pequeñas, que han permanecido localizadas largo tiempo, pueden
ser extirpadas quirúrgicamente, ya sea mediante la cirugía clásica, seguida de
un injerto dermo-epidérmico o por electro disección o mediante criocirugía con
nitrógeno líquido. También ha sido moderadamente útil la termoterapia, dado
que los cromomicetos son sensibles a temperaturas de 41 a 42º C; este
tratamiento debe mantenerse por lo menos durante 8 meses.
Las lesiones más extensas sólo pueden remitir con tratamiento médico. El
antifúngico más eficaz frente a todos los agentes de la cromoblastomicosis es
la 5-fluorocitosina (5-FC). Esta droga se administra por vía oral, en dosis de
100 a 150 por kg/día, dividida en cuatro tomas, durante un período de 6 a 12
meses. Las lesiones involucionan rápidamente, pero suelen recidivar, y en los
tratamientos prolongados, es corriente la aparición de resistencia microbiana
secundaria. Por este motivo, se aconseja no utilizar esta droga sola, sino
asociada a otros antifúngicos. Lamentablemente este antifúngico no está
disponible en la mayor parte de las áreas endémicas de esta micosis.
La combinación de 5-FC con anfotericina B (AMB) intravenosa ha sido aplicada
con éxito en un número elevado de casos. La AMB se da en dosis de 50
mg/día, mientras que la 5.FC se administra a razón de 70 a 100 mg/kg/día,
durante 3 a 4 meses.
También ha sido empleada con muy buenos resultados la asociación de 5-FC,
en dosis de 3 g/día, con tiabendazol, 1 g/día, durante 6 a 12 meses. La ventaja
de este tratamiento es que puede ser realizado ambulatoriamente.
Se ha utilizado, con excelente respuesta, la combinación de itraconazol, 200
mg dos veces por día por vía oral, con 5-FC, a razón de 100 mg/kg/día, durante
6 a 8 meses. Tanto la evolución clínica como la tolerancia de ambos fármacos,
resultaron muy alentadoras.
Ante la falta de 5-FC, puede recurrirse al tratamiento sólo con itraconazol en
dosis de 400mg/día, divididos en dos tomas, por vía oral o a la terbinafina a
razón de 500 mg/día por la misma vía. Ambos fármacos deben ser
suministrados durante un año o más en las lesiones extensas. La lesiones muy
extensas, de más de 15 cm de diámetro, difícilmente curan con estos
tratamientos. La administración simultánea de itraconazol 400mg/día y
terbinafina 500mg/día, durante varios meses suele dar buenos resultados aun
en lesiones extensas.
En cromoblastomicosis debida a C. carrionii, puede obtenerse la curación
completa con la administración de itraconazol solo, a razón de 200 mg por día,
durante 6 meses. Los casos producidos por Phialophora verrucosa responden
bien al ketoconazol, en dosis de 400 g/día, mantenido durante 6 a 12 meses.
Es necesario, además del tratamiento básico, aplicar curas antisépticas locales
para combatir las infecciones bacterianas sobreagregadas y practicar el
drenaje linfático de la zona afectada.
Es frecuente observar recidivas de la cromoblastomicosis después de un
tratamiento médico con éxito parcial; por esta razón, después de conseguida la
cicatrización de las lesiones, debe verificarse la curación mediante un estudio
histopatológico y la realización de cultivos de biopsias cutáneas tomadas del
área afectada.
Para controlar los efectos secundarios de las drogas indicadas, se aconseja
realizar cada dos meses: hemograma, uremia, glucemia, creatininemia,
ionograma, determinación de bilirrubina y enzimas hepáticas y análisis de
orina.
No hay medidas profilácticas de aplicación práctica para evitar esta micosis.
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