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Economia De El Salvador 1900-1920
Como bien sabemos, El Salvador es un país que ha sido sometido a varios cambios
durante lo largo del tiempo. Este trabajo va a hablar específicamente del periodo de
tiempo de 1900 a 1920. En esta época fue cuando se empezó a desvanecer el
“Feudalismo” en El Salvador, asimismo empezó el auge de El Salvador con la
exportación de café, también conocido como “El grano de oro”. En esta época fuimos
conocidos como una potencia en la exportación del café y nuestros ingresos venían de
esto. Durante esta época también se manejo la moneda de las fincas, es decir, cada
finca normalmente tenía varios empleados los cuales eran pagados por una moneda
propia de la finca o por quintales. Este método de economía no sirvió a la larga, ya que
esa moneda solo podía ser usada dentro de la propiedad. Hubo un pequeño declive a
consecuencia de esto y más adelante se dieron problemas de manejo y organización
por parte de los oligarcas. El problema que tuvo esto fue el hecho que ellos
entregaban tierras a sus empleados para que las manejaran y estos no sabían como o
tenían falta de organización y se malgasto esas tierras. Este trabajo tiene un poco de
historia previa para que entendamos cuales fueron los antecedentes de la “oligarquía
salvadoreña” y también hablaremos de ciertos aspectos políticos, económicos y
sociales que afectaron en gran parte el desarrollo de El Salvador. Historia Previa
Décadas antes de comenzar el siglo XX en El Salvador se da un cambio muy
importante en la economía, en el área rural se empiezan a crear nuevas actividades
como la siembra de café y la minería. La producción del café se elevó permitiendo el
aumento de la exportación de este producto, gracias a esto hubo más ganancias para
todos los que estaban involucrados en el proceso, desde productores hasta los
exportadores.
El café era producido desde tiempos de la colonia y tuvo un papel importante. Para
1830 se continuaba produciendo pero no en las cantidades necesarias para abastecer
a todas las personas que lo demandaban y por lo tanto no se pudo aumentar la
economía desde ese momento. Años más tarde surge la posibilidad de convertir al
país en un exportador de café y para los años de 1840 a1850 esta propuesta se hacía
más atractiva dado que los precios del añil estaban bajando y este perdía su valor.
La exportación se impulsó de gran manera para los años de 1860 - 1880, dado que el
cultivo del café aumentó y los productores eran capaces de abastecer la demanda. Ya
en 1890 y llegando a 1900 en El salvador recibía muchos beneficios porque la
industria del café ya se encontraba bien establecida, los exportadores lograron estar
conectados con Europa Y Estados Unidos, países que permitieron que la economía
fuera creciendo.
1900 - 1920
Ya para el comienzo del siglo XX el modelo económico de El salvador, era una mezcla
de feudalismo, con una fuerte presencia de capitalismo, el cual, había encontrado su
base en la exportación del grano de café. La extensión de tierra dedicada al cultivo de
café en 1916 era de 61,407 hectáreas (ha). Gracias al tan innegable éxito comercial
del café, El Salvador seguiría como un país monocultivista, impidiendo que otros
cultivos como el azúcar, el añil y el bálsamo; tuvieran un aumento de producción
significativa. A pesar de esto, en el país, la extensión de tierra dedicada al café no
ocupaba el primer lugar en el mapa. Para el año 1916, el porcentaje de tierra agrícola
destinada a la producción de maíz era de 56.6%, mientras que para el café era de
27.4%
Todos estas divisas por parte de la exportación del café , no solo benefició a los
cafetaleros; sino, que se extendió por varios ámbitos de la sociedad, como banqueros,
exportadores, importadores e incluso al estado, ya que todas estas divisas generaron
fondos para mejorar la infraestructura del país, que, aun que muchas veces eran
creadas para facilitar el transporte del café, eran aprovechadas por la mayoría de los
ciudadanos, un ejemplo claro es la creación de innumerables líneas férreas y de
tranvías en esta época, que ayudaron a mejorar la comunicación y el acceso a
interiores del país.
Aun que el mayor porcentaje del gasto nacional, después del de la deuda pública, iba
destinado a represión, es decir justicia, ejército, marina, etc.
Aun que no todos los cafetaleros se vieron beneficiados por producción de este grano,
ya que sólo los más fuertes eran capaces de pagar los créditos realizados por los
bancos. Luego se comenzó a ver como estos bancos, con las elevadas tasas de
interés impuestas a cortos plazos, comenzaron expropiar tierras de cultivo a pequeños
productores de café para luego arrendarlas o venderlas a los grandes productores,
gracias a este fenómeno se exigió la creación de un banco nacional hipotecario, que
prestase servicios crediticios con tasas de interés menores y plazos más largos que
los que otorgaban los bancos comerciales.
Pero, a pesar de esta bonanza la industria en general no registra mayor desarrollo a lo
largo de todo el periodo, muestra de ello es que para el año 1912 las importaciones de
maquinaria agrícola y no agrícola solamente representaban el 4.2% del total de las
importaciones, mientras que algunas importaciones que son insumos para labores
agrícolas tales como sacos para café, abonos, alambre para cercas y ferretería,
presentaban un 12.91% del total de importaciones.
La nueva élite cafetalera, surgida gracias a las abundantes ganancias producidas por
el denominado “grano de oro”, necesitaba asegurar su estabilidad económica dentro
del país, por esta razón surgió la denominada “dinastía Meléndez-Quiñones, la cual
consistió en una serie de sucesiones presidenciales a personas de la misma familia,
originarios de Santa Ana.
El primero de esta dinastía fue el presidente Carlos Meléndez, quien llego al poder por
ser delegado de la presidencia, al ser asesinado el presidente Manuel Henrique
Araujo, quien paradójicamente era uno de los que representaban un peligro a la
industria cafetalera gracias a sus decretos a favor de todo tipo de obreros, incluyendo
a los que trabajaban en el café. Decretos que obligaban al patrón a indemnizar a sus
trabajadores en caso de accidentes laborales, promovía la igualdad social y sobre
todo, incrementó el impuesto hacia el café.
Las reformas políticas realizadas por los gobernantes de la dinastía Meléndez-
Quiñones vinieron a retrasar el esfuerzo por el desarrollo rural de los anteriores
gobernantes, ya que se impulsaba en su mayoría, reformas que sólo buscaban
permitir la permanencia de la dinastía y quitar las trabas que pudiesen surgir en torno
a la producción del café, en esta época, entre 1913 y 1920, el nivel de desnutrición,
analfabetismo, insalubridad y mortalidad infantil; se dispararon, causando gran
descontento entre la población, un factor que ayudó a la formación de sindicatos,
asociaciones de trabajadores y grupos políticos de Izquierda.
La democracia cafetalera
El Salvador inauguro el siglo XX bajo la administración del general Tomas Regalado
(1898-1903), la cual marco una transición respecto de la estabilidad política del país.
Los antecesores de Regalado habían llegado al poder por la fuerza, y el continuo esa
tradición, aunque legitimo su gobierno a través de unas elecciones que le
proporcionaron el ejercicio del mandato presidencial, sin interrupción alguna, durante
cuatro años. Su mayor merito consistió en lograr, mediante la consolidación de un
poder centralizado, un equilibrio político entre los diversos grupos (familias)
oligárquicos. Por oligarquía se entiende un reducido grupo de familias que concentran
en su haber una considerable proporción de las riquezas del país y, por tanto,
ejerce una influencia decisiva, directa o indirecta, sobre el manejo del Estado.
Desde finales del siglo XIX las familias cafetaleras se habían ido perfilando por
su capacidad para lograr la identificación de sus intereses con los de la nación.
Con Regalado se dio un paso importante en esa identificación; sin embrago,
fue su sucesor, el finquero Pedro José Escalón (1903-1907), quien se encargo
de que la democracia institucionalizada por la Constitución de 1886 –una
democracia cafetalera- comenzara a funcionar en la primera década de 1900.
Con Escalón se inicio la práctica de que el presidente saliente, que tenía
prohibida la reelección, designara a su sucesor para el cuatrienio siguiente.
Además, entre 1907 y 1931 se siguió la regla de elegir presidentes civiles, con
la excepción del general Fernando Figueroa (1907-1911).
El juego electoral era claro: las autoridades centrales organizaban las
elecciones ejerciendo un severo control sobre los votantes a través de las
autoridades municipales y los finqueros cafetaleros y cañeros. Asimismo, se
trataba de controlar al máximo la postulación de candidatos de la oposición. La
votación no era secreta y duraba tres días consecutivos: ello hacia
indispensable el control de las municipalidades y la colaboración del ejercito –el
mejor equipo, entrenado y pagado de Centroamérica-, que veía en su alianza
con la elite cafetalera una oportunidad para promover sus interese corporativos.
El sector agropecuario
Desde tiempos de la Colonia hasta mediados
del siglo XX, la economía salvadoreña dependió fundamentalmente del sector
agropecuario. Este fue la principal fuente de producción, empleo y
exportaciones durante los primeros siglos coloniales, al principio con el cultivo
del añil, después con el del café y luego con la producción de caña de azúcar y
algodón.
Cacao, bálsamo y añil
El cacao se cultivo como materia prima para la elaboración de una bebida con
propiedades animantes: el chocolate. El Bálsamo se consumía por sus
cualidades medicinales y aromáticas, mientras que del añil se extraía un
colorante para tejidos.
En el siglo XVI el cultivo del cacao se había extendido por todo el país,
especialmente en la zona sudoeste, considerada la principal abastecedora de
cacao en América. Se desarrollaba fundamentalmente en las tierras comunales
y ejidales, en manos de comunidades indígenas, y no en las haciendas
administradas por españoles. Para finales del siglo XVII este cultivo había
decaído de forma notoria, al grado que en las principales zonas de cultivo solo
existían vestigios de las plantaciones.
El bálsamo, al igual que el cacao, también se cultivaba en tierras comunales y
ejidales y era extraído en forma de tributo por los españoles. El Salvador era la
única región de América en la que se producía, aunque erróneamente se lo
denominaba “bálsamo del Perú”.
El añil, en cambio, se convirtió en una empresa por entero española, al
intensificarse su cultivo en las nuevas colonias de América. Los colonos
españoles decidieron que el modo más eficaz de conseguir un crecimiento
rápido del suministro de añil consistía en dedicarle tierras propias, emplear
indios para su cultivo y vigilar su manipulación en molinos especialmente
construidos para ello.
Durante el primer siglo de la Colonia, el cultivo del añil se impuso como
producto de exportación de El Salvador, en menoscabo del cacao y del
bálsamo, que pasaron a tener una menor importancia relativa. La expansión del
añil implico una primera fase de descuaje de bosque y selvas, en consonancia
con el hecho de que este cultivo se caracteriza por exigir la remoción total de la
vegetación cercana. Fue el principal producto de exportación y la principal
actividad económica hasta finales del siglo XIX, estimándose que en el área
centroamericana El Salvador proveía cerca del 90% de la producción total.
El Café
Con el auge de la demanda internacional de café comenzó el ciclo de
sustitución del añil: a partir de la segunda mitad del siglo XIX sus exportaciones
comenzaron a declinar, mientras que las de café se incrementaban. La cadena
volcánica central ofrecía las condiciones climáticas idóneas y concentraron las
haciendas cafetaleras más importantes.
Mediada la década de 1850, fue notable el desarrollo de cafetales en las
afueras de San Salvador, donde para plantarlos se talaron bosques enteros e
incluso se procedió a despejar con fuego grandes extensiones. Entre 1860 y
1880 el cultivo del café tomo un impulso mucho mayor: las exportaciones se
multiplicaron por treinta entre 1864 y 1881. La introducción del café favoreció la
mejora de la red de transportes, pero más importante fue su efecto sobre la
propiedad de la tierra, al propiciar la abolición de las formas comunales y
ejidales aun existentes en las comunidades indígenas.
Las rutas de transporte de El Salvador se orientaron hacia el sur, donde las
distancias eran más cortas y resultaba más fácil la construcción de carreteras
aptas para las carretas con tiro de bueyes. En 1845 se emprendió un programa
de construcción de carreteras en el que destaco la de San Miguel a La Unión,
terminada en 1847, y la mejora de las comunicaciones entre Acajutla,
Sonsonate y Santa Ana. Mediante los ingresos de los gobiernos locales y
central proveniente de los impuestos sobre el café, durante el resto del siglo
XIX se amplio y mejoro la red de carreteras de eje este-oeste a través del
centro del país, y ramales auxiliares norte-sur. Este sistema fue seguido por las
carreteras pavimentadas hasta la década de 1950.
En 1853 se insto al gobierno a que desarrollara los servicios en el puerto de La
Libertad y mejorara la carretera de esta con San Salvador. Ambas iniciativas se
pusieron en marcha ese mismo año, al tiempo que se promocionaron los
puertos de Cutuco, en La Unión, y Acajutla, en Sonsonate.
La introducción del café indujo, por otra parte, a que a mediados del siglo XIX
los gobiernos del país repararan en la necesidad de reformar el uso y la
tenencia de tierra. Los motivos residían en las peculiaridades de las
plantaciones cafetaleras: el carácter perenne del cultivo, la necesidad de una
inversión considerable de capital, la demanda de mano de obra y,
especialmente, el hecho de que tal producto solo podía cultivarse en las tierras
latas centrales, una zona de reducida extensión que, a mediados de ese siglo,
estaba ya densamente poblada.
Los gobiernos manifestaron su compromiso de reformar la propiedad de la
tierra y su desprecio por la estructura tradicional de la colonización y el uso que
se hacía de ella. Un gobierno plenamente identificado con los intereses
cafetaleros decidió luego abolir todo aspecto de tenencia, uso o asentamiento
del hombre que obstaculizara el rápido establecimiento de plantaciones de
café: se abolió la posesión comunal de la tierra en beneficio de la propiedad
individual. Una serie de decretos aprobados en muy corto espacio de tiempo
trato de desarticular la estructura agraria asentada durante cuatro siglos, y
sustituirla por un sistema asentado en exclusiva en la propiedad privada de la
tierra. Entre 1879 y 1881 se abolió todo régimen de tenencia común, primero
en las tierras altas centrales, y luego en todo el territorio. Aumento
sustancialmente el número de agricultores sin tierra, se multiplicaron las
migraciones campo-campo y campo-ciudad, y se extendió la pobreza.
El empleo generado por el cultivo del café es estacional y se concentra en la
recolección, entre noviembre y enero. El resto del año se reduce
drásticamente, hasta el extremo de que en El Salvador la tasa de subempleo
es muy cercana al 50%.
Debido a que las exportaciones dependen de los precios en el mercado
internacional, el cultivo de café resiente las caídas de precios. La crisis más
notable coincidió con la Gran Depresión originada en 1929 en Estados Unidos.
Ese año la caída del patrón oro y la quiebra de Wall Street afectó a la
economía salvadoreña y condujeron a conflictos económicos, sociales y
políticos. Las principales consecuencias se tradujeron en una drástica caída de
la demanda y de los precios internacionales del café, disminución de las
importaciones, contracción del crédito, descenso de los ingresos fiscales,
desempleo, quiebra de las pequeñas empresas industriales y pauperización de
la clase campesina.
El movimiento sindical en el primer tercio del siglo
Hasta 1920 los intereses de los trabajadores salvadoreños se encausaron a
través de la formación de asociaciones artesanales. En 1918, ante el
surgimiento de las primeras actividades industriales y agroindustriales, el
artesano estaba en franco proceso de desaparición, ya que mientras algunos
trabajadores del sector completaban sus ingresos empleándose en tareas
agrícolas, otros se insertaban en la dinámica del capital comercial, que
comenzaba a propiciar el desarrollo de pequeñas industrias manufactureras.
Ese año el número total de asociaciones artesanales y de obreros fue de 45,
siendo predominantes las primeras.
Lo característico de las anteriores asociaciones era que en su integración
participaban tanto los patrones como los asalariados (oficiales y aprendices), e
incluso comerciantes, empleados públicos, profesores e industriales. Asimismo,
la dirección estaba en manos de los patronos o maestros dueños de los
talleres.
El Congreso Obrero celebrado en la ciudad de Armenia en 1918 marco un hito
importante en la evolución de la organización laboral salvadoreña. Algunos
aspectos
del encuentro fueron los siguientes:
1. Los discursos de apertura estuvieron a cargo de los intelectuales (algunos
de ellos futuros profesores de la Universidad Popular, creada posteriormente) y
de los propietarios de talleres.
2. El local estaba adornado no solo con la bandera y el escudo nacionales,
sino también con la fotografía del presidente Carlos Meléndez, quien fue
informado mediante un telegrama del desarrollo de la reunión.
3. Los acuerdos principales fueron la creación de la Federación de
Trabajadores y la declaración de Arturo Araujo, que estuvo representado en el
congreso por Alberto Masferrer, como benefactor de la federación y de la clase
obrera.
4. Se aprobó una misión presentada por los maestros pidiendo al gobierno
garantías contra los traslados arbitrarios y el establecimiento de un sistema de
promociones y sociedades cooperativas.
Entre 1920 y 1932 el movimiento de los trabajadores salvadoreños abandono
progresivamente los rasgos organizativos de la etapa anterior –la etapa
mutualista y cooperativa- y se encamino no solo hacia unas formas de
organización mas autónomas respecto de los intereses de otros grupos
sociales, sino hacia practicas reivindicativas como la huelga, mas propias del
sindicato obrero. Este periodo se puede dividir en tres fases. En la primera, de
1920 a 1924, se agudizo la desarticulación del artesano y se reforzó el trabajo
asalariado, lo cual se vio acompañado de la adopción de la huelga como
método de lucha. La segunda, de 1924 a 1930, vio nacer a la Regional de
Trabajadores de El Salvador, afiliada a la Confederación Obrera
Centroamericana (COCA), así como también, en marzo de 1930, al Partido
Comunista Salvadoreño; en la tercera, de 1930 a 1932, se generaron intentos
conflictivos laborales relacionados directamente con el impacto de la crisis
mundial de 1929.
Algunas organizaciones afiliadas a la federación regional de trabajadores de El
Salvador (1929)
San Salvador
1. Sindicato de Trabajadores Manuales e Intelectuales de los Diarios
2. Sindicato de Panificadores
3. Sindicato de Ferrecalireros
4. Sindicato de Trabajadores de Salón
5. Sindicato de Servicios Domésticos
6. Sindicato de Sorbeteros y Refresqueros
7. Sindicato de la Construcción
8. Sindicato de Tejedores
9. Unión de Pintores
10. Unión Sindical de Barberos
11. Sindicato de Instaladores Eléctricos
12. Unión de Sastres
13. Sindicato de Zapateros
14. Unión de Empleados de Comercio
15. Sociedad de Motoristas y Mecánicos
Santa Ana
1. Sindicato de Panificadores
2. Liga de Albañiles y Carpinteros
3. Sindicato de Oficios Varios
4. Comité Pro Acción Sindical
5. Sindicato de Campesinos de Potrero Grande
Presidentes de El Salvador (1898-1944)
1898-1903 Tomas Regalado
1903-1907 Pedro José Escalón
1907-1911 Fernando Figueroa
1911-1913 Manuel Enrique Araujo
1913-1918 Carlos Meléndez
1919-1923 José Meléndez
1923-1927 Alfonso Quiñones Molina
1927-1931 Pio Romero Bosque
1931 Arturo Araujo
1931-1944 Maximiliano Hernández Martínez
El Nacimiento de la Oligarquía Cafetalera
Un pequeño grupo de la población se
benefició e enriqueció durante este período. Este grupo estaba compuesto por
los principales inversionistas y comerciantes, especialmente los que
participaron en la expansión de los productos de exportación principales, como
el café y el azúcar. Una buena parte del grupo descendía de los hacendados y
comerciantes que habían acumulado capitales y otros recursos mediante la
producción añilera. Además, la expansión cafetalera atrajo a un pequeño grupo
de emigrantes europeos que, buscando acrecentar sus fortunas, vinieron a
invertir sus capitales en la producción, el financiamiento y la exportación del
café. Rápidamente estos inmigrantes fueron asimilados por el sector más
acaudalado de la población. Estos llegaron a ser partícipes del poder que para
entonces disfrutaban los salvadoreños más ricos.
Por otro lado, un reducido grupo de la llamada clase dominante provino de las
filas del campesinado. Gracias al esfuerzo, sacrificio y a menudo de la
explotación de los recursos de sus propias comunidades campesinas, algunas
familias campesinas a través de los años fueron enriqueciéndose hasta
convertirse en terratenientes acomodados; es decir, propietarios de fincas y
otras actividades comerciales mayores que las del campesinado independiente.
Sin embargo, estos casos fueron excepcionales. Los campesinos enriquecidos
integraron los estratos más bajos del grupo dominante. Por lo tanto, este sector
social dominante no fue homogéneo; es decir, había diferencias con respecto al
grado de influencia sobre la política económica del estado.
La rápida expansión cafetalera en las últimas décadas del siglo 19 coincidió
con el fin de las devastadoras guerras centroamericanas en las que cada
facción de la élite salvadoreña participó tratando de imponer sus intereses
particulares. Hacia 1870, las confrontaciones bélicas cesaron por varios años y
se aceleró la siembra de café en gran escala. Se estaban dando las
condiciones para que el grupo más poderoso de la sociedad impusiera al resto
de la sociedad impusiera al resto de la sociedad un nuevo proyecto de
desarrollo. Estarían en manos de la clase dominante aquellas actividades
económicas ligadas a la caficultura, tales como las grandes fincas cafetaleras y
los beneficios para procesar el grano. Asimismo, se harían cargo en algunos
casos de la exportación del café.
Pero lo que mayores beneficios les reportaba era el financiamiento de la
actividad económica: el dinero que se prestaba al productor pequeño o
mediano producía ganancias considerables. En las últimas décadas del siglo
19, el productor, para conseguir financiamiento, debía comprometerse a
entregar su cosecha a quien le prestaba dinero para producir. Es decir, en lugar
de cancelar su deuda en dinero, la pagaba en café, cuyo precio era
determinado unilateralmente por el pequeño grupo financiero que controlaba
los préstamos.
Casi siempre se pagaba el café entregado por el productor a un precio bastante
inferior al precio en el mercado internacional. Si el productor acumulaba deudas
que no podía pagar, el acreedor se posesionaba de sus tierras o las vendía
para recobrar su inversión, de tal forma que la incapacidad de pago por
parte de los productores fue uno de los mecanismos que permitió al grupo dominante
acumular mayores extensiones de tierra. Los productores más débiles eran los que
con mayor frecuencia se veían obligados a entregar sus tierras al financista o, bien,
venderlas para saldar la deuda. También los terratenientes que dependían de los
préstamos para producir, debieron compartir sus ganancias con los financistas.
Los grandes productores pedían cambios en el sistema de financiamiento del café y
hasta se aliaron con los productores medios y pequeños con el fin de adquirir más
fuerza para enfrentar al sector más poderoso del grupo dominante. Durante varias
décadas, los integrantes de esta alianza lucharon por la creación de un banco estatal
que prestara dinero a una tasa de interés razonable y permitiera mayor flexibilidad en
los pagos, especialmente en tiempos de crisis. No fue hasta 1934 cuando los
productores vieron culminada su lucha con la creación del Banco