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Edición a cargo de Francisco Villegas y Cándido Meixide · Herberman con su piano, transportándonos a un mundo de sueños y fantasía. Incluso arquitectos hicieron de las cascadas

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Guía de las CasCadas de luGo y ourense

Ramón Muñiz de las CuevasMargarita Fontenla Cotelo

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Edición a cargo de Francisco Villegas y Cándido Meixide

Título original: Guía das fervenzas de Lugo e Ourense

Primera edición, marzo 2009

© de los autores: Ramón Muñiz de las Cuevas y Margarita Fontenla Cotelo© de la traducción: Adrián Estévez Iglesias

Maquetación: Natalia Susavila Moares

© de la edición:Edicións do Cumio, S. A.A Ramalleira, 5 - 36140 Vilaboa (Pontevedra)Tel. 986 679 [email protected] / www.cumio.com

© Reservados todos los derechos.De conformidad con lo dispuesto en la legislación vigente, el contenido de esta obra está protegido por la ley. Está prohibida la reproducción o plagio, en todo o en parte, de una obra literaria, artística o científica, fijada en cualquier tipo de soporte, sin la preceptiva autorización por escrito.

ISBN: 978-84-8289-318-1Depósito legal:Impresión: C/A GráficaImpreso en España

A Xalo, nuestro río de vida

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IntroduCCIón

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IntroduCCIón

Cuando hablamos del paisaje, estamos unificando una heterogenei-dad de contenidos espaciales que realmente es lo que podemos observar y de lo que podemos gozar: bosques, sotos, costas, rocas, montañas, valles, llanuras, ríos, mares… Toda una diversidad de elementos que muestran la riqueza del conjunto, en los que se incluyen aquellas construcciones que por su antigüedad y características se integraron a la perfección en la naturaleza para reafirmar su belleza: el puente medieval que cruza el río, el molino en su orilla, la ermita en el pico del monte, las pequeñas aldeas que se alzan en sus faldas, el dolmen saliendo de la mámoa o el castro oteando el horizonte; pero también el faro sobresaliendo en el acantilado y los barcos surcando el mar.

Todos estos elementos paisajísticos tienen ya la utilidad que su pro-pia contemplación comporta, porque no hay cosa más útil que la que afecta positivamente a nuestro espíritu, a nuestros sentimientos.

Galicia cuenta con un paisaje excepcional aunque, por desgracia, sea cada vez más complicado verlo en toda su pureza sin que una autopista, una vía del AVE, una cantera, una mina, un parque eólico, una urbani-zación o una piscifactoría rompan con el encanto con que la naturaleza nos agasajó. En una superficie geográfica pequeña como la nuestra, la afectación de estas construcciones sobre el paisaje es enorme y debería ser objeto de preocupación de las autoridades competentes que tienen en ella nuestro principal valor de identidad y base esencial para una dinamización sostenible de nuestra naturaleza.

En el caso de este libro, las cascadas, por su indudable impacto es-tético, intentan ser un reclamo para ensalzar nuestro espacio natural, porque sin duda ellas son un aliciente singular del fascinante paisaje fluvial que reverdece nuestra tierra.

Posiblemente las cascadas sean uno de los fenómenos más hermo-sos que provocó el desmembramiento de Pangea. Al dividirse la Tierra en continentes y originarse una nueva geografía, se produjeron grietas y fuertes desniveles en los cursos fluviales que junto con la erosión fueron cincelando las paredes graníticas por las que se precipitaban las aguas, que embellecieron los ríos y le dieron a su contorno un parti-cular atractivo.

Las cascadas son la poesía de los ríos(Anónimo)

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IntroduCCIón

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IntroduCCIón

guía de las cascadas de lugo y ourense

Las cascadas, en su inmensidad acuosa, se convirtieron en la apoteo-sis de los ríos, ejerciendo la caída del agua desde considerable altura una indudable fascinación sobre quien las observa, que hizo volar imagina-ciones creativas de artistas, narradores y poetas que las plasmaron en sus lienzos, las esculpieron en sus tallas, las ensalzaron en sus textos y las cantaron en sus versos. Tampoco fueron ajenas a la música: su bullicioso sonido, recogido por Dan Gibson, se armonizó espléndidamente con la gratificante melodía que nos ofrece en Cascades el compositor John Herberman con su piano, transportándonos a un mundo de sueños y fantasía. Incluso arquitectos hicieron de las cascadas la base decorativa de sus obras, como el caso de la famosa «casa de la cascada», del norte-americano Frank Lloyd Wright; uno de los diseños más avanzados de la arquitectura moderna, declarada monumento nacional.

El hechizo de las cascadas alcanzó también a la imaginación popular, que las subsumió en su universo mítico-mágico y dieron origen a toda una serie de leyendas relacionadas con curaciones milagrosas, elucubra-ciones fantásticas, creencias sobrenaturales, misterios escondidos bajo sus pozas, que significaron un importante enriquecimiento de la tradi-ción oral y del folclore.

Por otra parte, las cascadas, es decir, la fuerza de las aguas al caer desde una altura, cumplieron un importante papel en el desarrollo de la vida de los pueblos y de las personas, lo que nos recuerda, además, su importancia económica y social.

Ya los romanos utilizaron esa inmensa fuerza para sus extracciones auríferas, al golpear y agujerear las montañas con ella. También esa mis-ma fuerza hizo funcionar los múltiples utensilios que las sociedades tra-dicionales necesitaban para cubrir las necesidades de la vida diaria, a la vez que posibilitaron una evolución a nuevas y modernas tecnologías.

Los beneficios de las cascadas se extendieron, así mismo, al campo de la salud. Nada menos que fue una de ellas la inspiradora de la hidroterapia. Ocurrió en Austria, en la primera mitad del siglo XIX, cuando el agricultor Vinzenz Prießnitz, a pesar de su escasa instrucción, supo comprender con lucidez la importancia del agua en la curación de enfermedades. Sucedió cuando observó cómo un corzo herido de una pata la introducía a diario en

una cascada hasta que logró sanarla. Prießnitz, que había sufrido un gra-ve accidente, decidió adoptar el mis-mo sistema y consiguió que el agua lo curase de unas heridas que los mé-dicos habían dado como incurables. A partir de entonces, se convirtió en el «médico del agua». Su popula-ridad fue tal que miles de personas acudieron a él para remedio de sus males e influyó con sus resultados en gran cantidad de profesionales, y si bien algunos lo acusaron de curan-dero, muchos otros, prestigiosos mé-dicos, asumieron sus conocimientos y métodos. Lo cierto es que el agua como terapia cobró con esta perso-na, que nunca escribió un libro, un valor curativo hasta entonces desco-nocido, que incluso fue honrado por muchas sociedades médicas europeas y la Universidad de Viena fundó la Cátedra de Hidrología, en alusión a su sistema curativo.

Pero no sólo en la salud física es efectiva la cascada, sino también en la psíquica, sobre todo en relación con las depresiones postraumáti-cas. Contaba John Le Carré en una entrevista a El País Semanal, cómo Goethe después de rematar el Fausto, retirado en Suiza, sufrió un des-engaño amoroso que lo puso al borde del suicidio. En esa tesitura, tuvo ocasión de visitar una cascada y quedó tan enamorado de su belleza que consideró que la vida merecía la pena vivirla, por lo que abando-nó los malos presagios que lo ocupaban. Tal vez la cascada fuese la de Schaffhausen que Goethe, impresionado por la Rheinfall, calificó como la «fuente del océano».

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IntroduCCIón

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De este modo, las cascadas tienen la efectiva función de espoleadoras de creatividades, favorecedoras de riquezas productivas, suministrado-ras de salud y compensadoras de decaídos estados anímicos.

Las cascadas, en definitiva, unen a su estética las virtudes éticas del agua, porque en realidad las cascadas son río y así hay que verlas: como una expresión sorprendente de la diversidad fluvial y de la riqueza del agua como bien necesario, imprescindible para todo tipo de vida, que deben ayudar con su seductora imagen a querer y respetar los ríos y el paisaje donde se asientan.

En el año 2006, en la Amazonía de Perú, se dio a conocer al mundo una cascada a la que llamaron Gocta, de 771 m de altitud, lo que la sitúa como la tercera más alta del mundo. Faltó tiempo para pensar ya en su explotación turística, y las autoridades declararon la zona como reserva natural para su protección. Como ésta, son múltiples las cascadas de distintas geografías del mundo que están puestas en valor con miles, incluso millones, de visitantes anuales.

En Galicia tenemos cascadas hermosísimas (por desgracia muchas de ellas inalcanzables por el abandono o la desidia) que también deberían ser potenciadas turísticamente por la capacidad de atracción que tienen. Tanta que, por ejemplo, el acondicionamiento y puesta en valor de la cascada de Entrecruces (o de Sampaio) consiguió que hoy sea uno de los lugares más visitados del ayuntamiento de Carballo, en A Coruña.

Como ésta, algunas otras también se empiezan a poner en valor, al que no fueron ajenos los libros sobre ellas editados en los últimos años, y en estos casos se observa cómo se convierten en lugares de visita obligada, dándole un nuevo aliciente al ayuntamiento en que se encuentran. Pero aún falta mucho para equipararlas al impulso que se les da en otros países, incluidos los europeos. Nosotros insistimos con esta nueva publicación, porque consideramos que aquellas cascadas que por sus características re-sulten más notables habría que declararlas de interés paisajístico, y de-berían habilitarse sendas y, si fuese el caso, miradores integrados en el entorno que las rodea, para así poder deleitarnos con la contemplación de su presencia escénica, que no acaba en el agua, sino que a menudo tiene continuidad en la piedra por la que desciende y que va esculpiendo.

A veces esa piedra ad-quiere un protagonismo especial que es preciso des-tacar porque recrea aún mu-cho más el espectáculo de la cascada. Ahí está la mole granítica de la que surge la cascada de A Porqueira, la cuarcita multicolor que adorna la de Vilardevós, la impresionante pared maciza que atraviesa el río Salas y por la que resbala la de Anguieira de Lobios, o incluso los pliegues rocosos que canalizan la cascada del río Barbantiño.

Así pues, las cascadas son mucho más que unos simples lugares donde cae el agua. En su conjunto, son obras de arte de la na-turaleza que como tales afectan a nuestras sensaciones, y nos cautivan de tal modo que acabamos ensimismados observándolas con placer, gozando de unos momentos emocionalmente revivificadores.

Aquí exponemos las cascadas de las provincias de Lugo y Ourense que nos parecen más representativas. Todas tienen un evidente encanto, pero buscamos aquellas a las que se podía llegar con mayor facilidad, aunque en algunos casos haya que esforzarse un poco, bien a su pie, o bien a una proximidad suficiente que nos permita observar sin atrancos el maravilloso espectáculo de su caída. Es decir, procuramos unas casca-das para gozar.

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ViVeiRo

1 cAScAdA poZo dA FeRidA

ouRol

2 cAScAdA de A XeStoSA

o VAlAdouRo

3 cAScAdA poZo dA onZA

4 cAScAdA de o eScouRidAl

bARReiRoS

5 cAScAdA de SAnto eSteVo de eRmo

mondoÑedo

6 cAScAdA de o coRo

A pontenoVA

7 cAScAdA de SAnXÉS

A FonSAGRAdA

8 cAScAdA de VilAGocende

9 cAScAdAS de QueiXoiRo

o couRel

10 cAScAdA de ReXiu

11 cAScAdA de SAntAiA de AbAiXo

12 cAScAdA de FeRRAmulÍn

13 cAScAdA de VieiRoS

14 cAScAdA de o FÓcARo

15 cAScAdA de o pombAR

16 cAScAdA de pedRiÑA

pAntÓn

17 cAScAdA de AuGAS cAÍdAS

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VIVeIro

Apunte emblemático del municipio

Nada hay más emble-mático de Viveiro que su centro histórico. Construi-do amurallado a finales del siglo XII y principios del XIII, resulta realmente agradable saborearlo atra-vesando la preciosa puer-ta plateresca de Carlos V, erigida en su homenaje en el siglo XVI, y vagar con tiempo por las recogidas y empedradas calles que aún hoy conservan todo el sabor tradicional, donde los gremios otrora practi-caban sus oficios.

Pero, si ampliamos a todo el municipio esa categoría simbólica que le atribuimos a la zona vieja, tendríamos que incluir por su singulari-dad y belleza el soto de A Retorta. Considerado monumento natural, está formado por un conjunto de eucaliptos introducidos en el siglo XIX que adquirieron gran altura y fueron configurando lo que hoy es un esplén-dido parque a la orilla del río Landro. El más destacado es el que llaman o Avó (el abuelo), con 67 m de alto y 10,5 m de perímetro; un magnífico árbol en un incomparable lugar para el reposo.

Mapa de la provincia de lugo. edicións do cuMio

Puerta de Carlos V

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o aVó

Paseo del euCalIPtal de a retorta

A esta cascada del río Xudreiro, entre los ayuntamientos de Viveiro y de Xove, se llega desde Viveiro por la carretera comarcal en dirección a Lugo. Pronto se ve un gran cartel anunciador de Chavín y luego del Pozo da Ferida. En el cruce hay que dirigirse hacia Chavín, bordear el río Landro y poco después ya se encuentra otro indicador del Pozo, a la iz-quierda. Pasamos el hotel Val do Naseiro y continuamos por la carretera siguiendo los indicadores de la cascada. Después de 8 km de recorrido, se entra en el ayuntamiento de Xove y se llega a la aldea de Loureiro. Allí, por la derecha, se vuelve a señalar la cascada. Un kilómetro más allá se encuentran unas casas derrumbadas, y justo enfrente de ellas sale el sendero que va a dar al pie de esta cascada: una hermosa caída en vertical que reposa en una amplia poza. Luego de superarla, prosigue el descenso aguas abajo. Se trata de una caída de gran altura si se ve en toda su extensión.

CasCada Pozo da FerIda

Mapa i.g.n.: viveiro, 8-11

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CasCada Pozo da FerIda