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EDITORIAL: El Cristiano Adventista y la Democracia Muchas son las discusiones que surgen so- bre si es correcto que un Adventista del Séptimo Día (ASD7) tenga interés en la organización de su comunidad, es decir, en la política. Otros co- mentan que como “ciudadanos del reino de los cielos” no deberíamos participar en las elecciones de nuestras autoridades civiles, tildándoles de “ac- tividades mundanas” y corruptas. Aunque si bien es cierto que nuestra vida no se da en las mejores condiciones sociales, además que la ética de la mayor parte de nuestras autori- dades públicas esta corrompida y mal encamina- da, pareciendo como si al participar sólo forma- mos parte de un juego con sentido maquiavélico. Un argumento repetidamente demostrado, con muy marcadas excepciones, es de cristianos que al participar en la vida política han sacrifica- do los principios de Dios, haciendo uso cínico de las estratagemas del mal para lograr sus objetivos: soborno, robo, mentira, hipocresía, etc.; trayendo oprobio a la causa de Dios y a la iglesia. Estos mo- tivos han servido para “satanizar” o catalogar de “mundano” la injerencia de los ASD7 en la par- ticipación de las actividades político-sociales que conlleva la democracia. ¿Será qué es correcto no involucrarnos en todo lo que involucra la vida política?¿Qué dice la biblia y qué comenta la comentarista bíblica ad- ventista Elena G. White? En numerosas citas la biblia es clara en ma- nifestarnos que si bien tenemos una responsabi- lidad con Dios, también tenemos una responsabi- lidad social, en el Lucas 20:20-25 describe como un grupo de eruditos le hicieron una pregunta con una doble intención: ¿Está bien que paguemos im- puestos al emperador de Roma?, a lo que Jesús res- pondió: Dad al Cesar lo que es de Cesar y a Dios lo que es de Dios. Quedando claro que nuestros de- beres y responsabilidades civiles son de gran im- portancia. El apóstol Saulo de Tarso (Pablo) en la carta a los Romanos 13:1-3 hace mención sobre el “sometimiento” o el respeto que debemos a nues- tro gobierno, “porque no hay autoridad sino de Dios, y las que existen, por Dios son constituidas”. Algo que es interesante notar es que en el tiempo de Pablo las autoridades civiles eran terriblemente injustas y corruptas, basta con leer algunas de las barbaridades cometidas por el emperador de ese entonces, Nerón. Aunque el “pecado” o maldad domine el corazón de la mayoría de los hombres, es Dios quien da oportunidad al final de que los gobernantes ejerzan alguna autoridad, esperando que puedan actuar y rectificar hacia el bien social, hablando de Nerón, tuvo la oportunidad de cono- cer la bonanza de Dios a través de Pablo, pero al final fue este quien tomó su decisión. Incluso en el tiempo del antiguo testamento, 1 Samuel 8, al querer abandonar el gobierno teocrático, Dios les advirtió los deberes y responsabilidades que ten- drían bajo el nuevo gobierno Monárquico. Elena G. de White en el libro de citas recopi- ladas bajo el titulo “Eventos de los últimos días” en el capítulo 9, menciona que bien es cierto que “Babilonia ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación” y en las muchas asociaciones que los gobiernos han tenido con el “poder del mal”, incluso el “mundo protestante”, el objetivo final de esta “influencia” es el de remover de la conciencia del ser humano el temor de Dios y la reverencia a su poder creador (el sábado). Ha esta estrategia EGW le llama “movimiento domi- nical”, el cual consiste en reglamentar el descanso laborar, familiar y religioso con carácter obligato- rio en el primer día de la semana, el domingo. Es notorio, como la globalización, el entrete- nimiento, el consumismo, la saturación de infor- mación están haciendo estragos en nuestra socie- dad. Y parte del llamado a predicar el evangelio consiste en actuar por el lado de la justicia En el siguiente párrafo tomado del mismo li-

Editorial

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EDITORIAL: El Cristiano Adventista y la Democracia

Muchas son las discusiones que surgen so-bre si es correcto que un Adventista del Séptimo Día (ASD7) tenga interés en la organización de su comunidad, es decir, en la política. Otros co-mentan que como “ciudadanos del reino de los cielos” no deberíamos participar en las elecciones de nuestras autoridades civiles, tildándoles de “ac-tividades mundanas” y corruptas.

Aunque si bien es cierto que nuestra vida no se da en las mejores condiciones sociales, además que la ética de la mayor parte de nuestras autori-dades públicas esta corrompida y mal encamina-da, pareciendo como si al participar sólo forma-mos parte de un juego con sentido maquiavélico.

Un argumento repetidamente demostrado, con muy marcadas excepciones, es de cristianos que al participar en la vida política han sacrifica-do los principios de Dios, haciendo uso cínico de las estratagemas del mal para lograr sus objetivos: soborno, robo, mentira, hipocresía, etc.; trayendo oprobio a la causa de Dios y a la iglesia. Estos mo-tivos han servido para “satanizar” o catalogar de “mundano” la injerencia de los ASD7 en la par-ticipación de las actividades político-sociales que conlleva la democracia.

¿Será qué es correcto no involucrarnos en todo lo que involucra la vida política?¿Qué dice la biblia y qué comenta la comentarista bíblica ad-ventista Elena G. White?

En numerosas citas la biblia es clara en ma-nifestarnos que si bien tenemos una responsabi-lidad con Dios, también tenemos una responsabi-lidad social, en el Lucas 20:20-25 describe como un grupo de eruditos le hicieron una pregunta con una doble intención: ¿Está bien que paguemos im-puestos al emperador de Roma?, a lo que Jesús res-pondió: Dad al Cesar lo que es de Cesar y a Dios lo que es de Dios. Quedando claro que nuestros de-beres y responsabilidades civiles son de gran im-

portancia. El apóstol Saulo de Tarso (Pablo) en la carta a los Romanos 13:1-3 hace mención sobre el “sometimiento” o el respeto que debemos a nues-tro gobierno, “porque no hay autoridad sino de Dios, y las que existen, por Dios son constituidas”. Algo que es interesante notar es que en el tiempo de Pablo las autoridades civiles eran terriblemente injustas y corruptas, basta con leer algunas de las barbaridades cometidas por el emperador de ese entonces, Nerón. Aunque el “pecado” o maldad domine el corazón de la mayoría de los hombres, es Dios quien da oportunidad al final de que los gobernantes ejerzan alguna autoridad, esperando que puedan actuar y rectificar hacia el bien social, hablando de Nerón, tuvo la oportunidad de cono-cer la bonanza de Dios a través de Pablo, pero al final fue este quien tomó su decisión. Incluso en el tiempo del antiguo testamento, 1 Samuel 8, al querer abandonar el gobierno teocrático, Dios les advirtió los deberes y responsabilidades que ten-drían bajo el nuevo gobierno Monárquico.

Elena G. de White en el libro de citas recopi-ladas bajo el titulo “Eventos de los últimos días” en el capítulo 9, menciona que bien es cierto que “Babilonia ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación” y en las muchas asociaciones que los gobiernos han tenido con el “poder del mal”, incluso el “mundo protestante”, el objetivo final de esta “influencia” es el de remover de la conciencia del ser humano el temor de Dios y la reverencia a su poder creador (el sábado). Ha esta estrategia EGW le llama “movimiento domi-nical”, el cual consiste en reglamentar el descanso laborar, familiar y religioso con carácter obligato-rio en el primer día de la semana, el domingo.

Es notorio, como la globalización, el entrete-nimiento, el consumismo, la saturación de infor-mación están haciendo estragos en nuestra socie-dad. Y parte del llamado a predicar el evangelio consiste en actuar por el lado de la justicia

En el siguiente párrafo tomado del mismo li-

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bro y capítulo nos muestra un contexto que aun quienes participan en el gobierno no se dan cuenta de lo que conllevará sus decisiones:

“Los que están haciendo un esfuerzo para cambiar la Constitución y obtener una ley que imponga la observancia del domingo, no se dan cuenta de lo que será el resultado. Una crisis está por sobrecogernos”.-2JT 318, 352 (1889).

En la siguiente cita llama a la acción y el de-ber “urgente”, en el cual la primera a tomar es la oración:

“Es nuestro deber hacer todo lo que está en nuestro poder para prevenir el peligro que nos amenaza... Sobre todos los hombres y mujeres de oración en todo el país recae la gran responsabi-lidad de pedir que Dios despeje esta nube malig-na y conceda unos pocos años más de gracia para trabajar por el Maestro.”-RHExtra, Diciembre 11, 1888

Dejaré unos párrafos que hablaran por si mismos, donde se refiere que debemos de parti-cipar en nuestra sociedad honrando los principios de Dios, luchando por “la libertad de conciencia” y de “no conformarnos con la situación”.

“Aquellos que ahora observan los manda-mientos de Dios, necesitan moverse para que pue-dan obtener la ayuda especial que sólo Dios puede darles. Debieran trabajar más fervientemente para dilatar tanto como sea posible la calamidad que los amenaza.”-RH Diciembre 18, 1888.

“Que los hijos de Dios, guardadores de los mandamientos, no permanezcan ahora en silen-cio como si hubiéramos de conformarnos con la situación.”-7CBA 986 (1889).

“No estamos haciendo la voluntad de Dios si permanecemos quietos sin hacer nada para pre-servar la libertad de conciencia. Deben ascender a Dios oraciones fervientes y eficaces para que esta calamidad sea diferida hasta que podamos realizar la obra que durante tanto tiempo ha sido descui-dada. Elévense oraciones muy fervientes; y luego trabajemos en armonía con nuestras oraciones.” -2JT 321 (1889).

El último texto para compartirles a quienes argumentan que no actúan debido a que ya todo es parte de la profecía dicha por Dios:

“Hay muchos que están tranquilos, como durmiendo. Dicen: "Si la profecía ha predicho la imposición de la observancia dominical, con toda seguridad la ley será promulga " y habiendo arri-bado a esta conclusión se sientan en una serena expectación del evento, consolándose con la idea de que Dios protegerá a su pueblo en el día de an-gustia. Pero Dios no nos salvará si no hacemos el menor esfuerzo para realizar la obra que nos ha encomendado...”

El mayor problema en el campo de la polí-tica es que quienes participan de ella quieren sa-lir beneficiados, siendo esa la raíz del problema, si nuestra vista se mantiene en salvaguardar la li-bertad de conciencia, la justicia, la integridad, el honor y al prójimo, nuestra participación será una luz en la oscuridad.

Por Rabí Hernández

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