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EDUARDO GARCÍA BENITO Eduardo García Benito (1891-1981) se formó como litógrafo en una imprenta vallisoletana y luego en la Escuela de Artes y Oficios de Valladolid y en la de San Fernando en Madrid. En 1911 consigue una beca para ir a París instalándose en esa ciudad en la que hará amistad con Modigliani y Dufy; en esos momentos pinta temas urbanos de esa ciudad y motivos españoles pintorescos, de fácil salida en aquel mercado. A partir de 1920 inicia su labor como retratista de la alta sociedad internacional y de diseñador de portadas de revista de moda parisinas y norteamericanas que será lo que le proporcione fama internacional gracias al dominio del repertorio formal del Art Decó. En sus diseños, en los que muestra una predilección por el geometrismo que contrasta con la sinuosidad de la figura humana, se recoge de forma variada el nuevo aspecto de la mujer moderna que fuma en público, que toma “coktails”, que lleva el pelo cortado a lo chico y todo ello en contraste con la triste imagen de una sociedad como la castellana y leonesa del momento. Su éxito social fue acompañado del reconocimiento de sus compañeros de profesión que le concedieron la Medalla de los Ilustradores de Nueva York y le nombraron “societario” de los Salones de Bellas Artes y de Otoño de París. Retorna a Valladolid en 1958 fecha en la que los cambios estéticos derivados de la Segunda Guerra Mundial habían convertido su obra en un nostálgico eco de tiempos pasados. Fue el artista vallisoletano más internacional del siglo XX. A. CABALLERO, Arte Contemporáneo Castilla y León. Pag. 49.

EDUARDO GARCÍA BENITO

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Resumen de la vida de Eduardo García Benito.

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EDUARDO GARCÍA BENITO

Eduardo García Benito (1891-1981) se formó como litógrafo en una imprenta vallisoletana y luego en la Escuela de Artes y Oficios de Valladolid y en la de San Fernando en Madrid. En 1911 consigue una beca para ir a París instalándose en esa ciudad en la que hará amistad con Modigliani y Dufy; en esos momentos pinta temas urbanos de esa ciudad y motivos españoles pintorescos, de fácil salida en aquel mercado. A partir de 1920 inicia su labor como retratista de la alta sociedad internacional y de diseñador de portadas de revista de moda parisinas y norteamericanas que será lo que le proporcione fama internacional gracias al dominio del repertorio formal del Art Decó. En sus diseños, en los que muestra una predilección por el geometrismo que contrasta con la sinuosidad de la figura humana, se recoge de forma variada el nuevo aspecto de la mujer moderna que fuma en público, que toma “coktails”, que lleva el pelo cortado a lo chico y todo ello en contraste con la triste imagen de una sociedad como la castellana y leonesa del momento. Su éxito social fue acompañado del reconocimiento de sus compañeros de profesión que le concedieron la Medalla de los Ilustradores de Nueva York y le nombraron “societario” de los Salones de Bellas Artes y de Otoño de París. Retorna a Valladolid en 1958 fecha en la que los cambios estéticos derivados de la Segunda Guerra Mundial habían convertido su obra en un nostálgico eco de tiempos pasados. Fue el artista vallisoletano más internacional del siglo XX.

A. CABALLERO, Arte Contemporáneo Castilla y León. Pag. 49.