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Reflexiones sobre la realidad educativa chilena actual a la luz del pensamiento de John Dewey Fernanda Santana Sebastián Vergara Pablo Durán Introducción. El presente ensayo consiste en el planteo de algunas breves reflexiones en torno a la educación chilena actual a la luz del pensamiento de Dewey. Para desarrollar tal tentativa se ha de seguir el siguiente camino metódico. Primero, se investigará en qué consiste, en general, la filosofía educa- tiva de Dewey y cuáles son, según él, las condiciones y exigencias necesarias que los seres humanos deben satisfacer para plasmar una verdadera educación en la realidad social. Segundo, a partir del marco comprensivo logrado anteriormente, se analizará la realidad educativa chilena de manera general y panorámicay se intentará dilucidar si ella constituye un sistema verda- deramente educativo. Lo antedicho constituye el horizonte temático del ensayo. Ahora bien, hay dos planteamientos generales que se busca demostrar, los cuales describen los dos momentos principales del desa- rrollo investigativo. El primero es que la filosofía de Dewey plantea, a los sistemas educativos con- temporáneos, la exigencia y desafío de formar seres humanos autónomos y libres para la vida democrática plena y el segundo es que la realidad educativa chilena no satisface los mismos. Estos planteamientos son pequeñas hipótesis que demostrar y, a la par, orientan el desarrollo in- vestigativo del ensayo. Se prescinde de dar datos de la vida de Dewey y sólo se invita al lector a revisar dos fuentes re- señadas a pié de página 1 que son interesantes. Lo que sí resulta decisivo bosquejar es lo que sigue. La nación estadounidense de la época de Dewey poseía importantes características, a sa- ber, la movilidad de sus fronteras en el XIX y la colonización de nuevos territorios, lo que condujo al control y transformación del entorno, motivadas por la fe en la experiencia humana como vía pa- ra el cambio; la ductilidad y permeabilidad de tal organización social de principios del XX, que permitió una recreación institucional acorde con las necesidades sociales; la estratificación social flexible, que valoraba a las personas más por su capacidad intrínseca que por sus orígenes fami- liares; la relativización de los principios y prácticas de la herencia histórica, resaltando, en cambio, la atención hacia los problemas que confrontan los hombres en la actualidad y, finalmente, la elección de una forma de vida democrática, es decir, la democracia como forma de vida y principio 1 Cfr. ABBAGNANO, N. y VISALBERGHI, A., Historia de la Pedagogía, 1 a Ed., España, Edit. Fondo de Cultura Económica, 1992, p. 635 y GONZÁLEZ, J., John Dewey y la pedagogía progresista, en: El legado pedagógico del siglo XX para la escuela del siglo XXI, 1 a Ed., España, Edit. Graó, 2001, pp. 15 y 16.

Educación en Dewey

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Educación

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Reflexiones sobre la realidad

educativa chilena actual a la luz del pensamiento

de John Dewey

Fernanda Santana Sebastián Vergara Pablo Durán

Introducción.

El presente ensayo consiste en el planteo de algunas breves reflexiones en torno a la educación

chilena actual a la luz del pensamiento de Dewey. Para desarrollar tal tentativa se ha de seguir el siguiente camino metódico. Primero, se investigará en qué consiste, en general, la filosofía educa- tiva de Dewey y cuáles son, según él, las condiciones y exigencias necesarias que los seres humanos deben satisfacer para plasmar una verdadera educación en la realidad social. Segundo, a partir del marco comprensivo logrado anteriormente, se analizará la realidad educativa chilena –de manera general y panorámica– y se intentará dilucidar si ella constituye un sistema verda-deramente educativo.

Lo antedicho constituye el horizonte temático del ensayo. Ahora bien, hay dos planteamientos generales que se busca demostrar, los cuales describen los dos momentos principales del desa-rrollo investigativo. El primero es que la filosofía de Dewey plantea, a los sistemas educativos con-temporáneos, la exigencia y desafío de formar seres humanos autónomos y libres para la vida democrática plena y el segundo es que la realidad educativa chilena no satisface los mismos. Estos planteamientos son pequeñas hipótesis que demostrar y, a la par, orientan el desarrollo in-vestigativo del ensayo.

Se prescinde de dar datos de la vida de Dewey y sólo se invita al lector a revisar dos fuentes re-señadas a pié de página1 que son interesantes. Lo que sí resulta decisivo bosquejar es lo que sigue. La nación estadounidense de la época de Dewey poseía importantes características, a sa-ber, la movilidad de sus fronteras en el XIX y la colonización de nuevos territorios, lo que condujo al control y transformación del entorno, motivadas por la fe en la experiencia humana como vía pa-ra el cambio; la ductilidad y permeabilidad de tal organización social de principios del XX, que permitió una recreación institucional acorde con las necesidades sociales; la estratificación social flexible, que valoraba a las personas más por su capacidad intrínseca que por sus orígenes fami-liares; la relativización de los principios y prácticas de la herencia histórica, resaltando, en cambio, la atención hacia los problemas que confrontan los hombres en la actualidad y, finalmente, la elección de una forma de vida democrática, es decir, la democracia como forma de vida y principio

1 Cfr. ABBAGNANO, N. y VISALBERGHI, A., Historia de la Pedagogía, 1

a Ed., España, Edit. Fondo de Cultura

Económica, 1992, p. 635 y GONZÁLEZ, J., John Dewey y la pedagogía progresista, en: El legado pedagógico del siglo XX para la escuela del siglo XXI, 1

a Ed., España, Edit. Graó, 2001, pp. 15 y 16.

educativo, así como la reinvención constante del significado y práctica de la democracia; de lo cual se deduce una confianza popular hacia el sistema y vida democráticos.2

Abbagnano y Visalberghi plantean que las mayores influencias teóricas que recibió Dewey fue-ron de Hegel, Darwin y Peirce.3 De Peirce aprendió a analizar el significado de una idea en tér-minos de consecuencias prácticas diferenciales consiguientes a su aplicación, esto es, aprendió la consecución de la inferencia mediante factibilidad evaluada por la contrastación de las hipótesis teóricas a la experiencia. De Darwin tomó el modelo biológico que le permitió asimilar todos los problemas reales a una falta de ajuste entre organismo y ambiente y, a la vez, el concepto de la necesidad biológica de adaptabilidad constante del organismo al ambiente, para su subsistencia y eficacia progresivas en el plano vital. De Hegel recogió los caracteres filosóficos más importantes de su planteamiento teórico: la realidad es un todo unitario (monismo) cuyas articulaciones y oposiciones son siempre relativas y/o relacionales. Sin embargo, mientras para Hegel todo es racionalidad absoluta, necesidad y certidumbre unificadas en el infinito auto-reconocimiento del espíritu absuelto en y para sí, para Dewey el todo muestra caracteres de incertidumbre, de precariedad y riesgo, y la razón es sólo un medio para alcanzar una situación de mayor estabilidad y seguridad.

Según González, el pragmatismo –encarnado en pensadores como James, Peirce, Kuhn, etc.– se caracteriza por poseer una concepción dinámica de la inteligencia (Mind) y el conocimiento, tra-ta de desarrollar evolutiva y unitariamente las relaciones organismo-ambiente, sujeto-objeto, in-dividuo-sociedad. El pragmatismo tiene algunos caracteres distintivos: a) antifundamentalismo (negación de las filosofías y prácticas sistemático absolutistas que puedan desembocar en totalita-rismo: el principio unilateral y reduccionista de o lo uno o lo otro), b) falabilismo (el conocimiento y la ciencia siempre están sujetos a error o al menos a incertidumbre parcial y, por ende, a constan-te revisión y profundización teóricas), c) sensibilidad para aceptar la contingencia radical y el azar y d) carácter social del yo y necesidad de alentar una comunidad crítica de investigadores.4

Con este panorama general bosquejado, ahora se intentará ahondar en la significación de la filosofía educativa de Dewey. Como última apreciación introductoria, es preciso señalar que, en el pensamiento de Dewey, epistemología y filosofía de la educación están íntimamente relacionadas. Dewey desarrolla su visión epistemológica del ser del hombre y de la realidad humana imbricando, en su argumentación, ambos ámbitos teóricos. Lo antedicho podrá ser constatado a partir de la misma exposición del pensamiento del autor.

I. ¿En qué consiste la educación para John Dewey? El objetivo de este apartado es demostrar el primer planteamiento propuesto, a saber, que la

filosofía de Dewey plantea, a los sistemas educativos contemporáneos, la exigencia y desafío de formar seres humanos autónomos y libres para la vida democrática plena. Para demostrar tal planteamiento es preciso seguir un hilo argumental; este hilo tiene las siguientes etapas: deter-minar la comprensión de ser humano concebida por Dewey y luego precisar una visión general de su filosofía.

¿Por qué seguir este hilo? Al hacer filosofía de la educación se investiga la esencia o significación fundamental de la educación y del educar; como consecuencia inmediata de ello, se interroga en qué consisten el enseñar y aprender. Para comprender todo lo anterior es menester, además de reflexionar conceptualmente recurriendo a un diálogo con la tradición filosófica y cien-

2 Cfr. GONZÁLEZ, J., John Dewey y la pedagogía progresista, en: El legado pedagógico del siglo XX para la

escuela del siglo XXI, 1a

Ed., España, Edit. Graó, 2001, pp. 16 y 17. 3 Cfr. Ibid., pp. 635 y 636.

4 Cfr. GONZÁLEZ, J., John Dewey y la pedagogía progresista, en: El legado pedagógico del siglo XX para la

escuela del siglo XXI, 1a

Ed., España, Edit. Graó, 2001, p. 18.

tífica, considerar la realidad y lo que se da en ella. Siendo así, para comprender en Dewey lo que es educación y los conceptos que la envuelven es necesario primero aclarar qué es el ser humano en su pensamiento, pues ello está a la base de toda la ulterior indagación. Por último, ya con una comprensión del hombre y de la realidad humana, es posible indagar qué es la educación para Dewey.

¿Qué es el ser humano para Dewey? En lo que refiere a la vida, él plantea una diferencia fundamental entre seres vivos e inanimados: sólo los primeros se conservan por renovación pues tratan de convertir las energías que actúan sobre ellos en medios para su propia existencia ulterior mientras que los segundos sólo permanecen íntegros por resistencia a las fuerzas externas; además, las especies de seres vivos deben re-adaptando a las exigencias del medio en el proceso vital, readaptación constante a las necesidades del medio.5 Esta readaptación consiste, a nuestro juicio, en un perfeccionamiento constante biológico-ambiental a lo largo del tiempo, en los miembros de una especie, a las condiciones naturales-ambientales. Y Dewey añade, además, que la vida abarca las costumbres, instituciones, creencias, ocos, ocupaciones, entre otros. Por tanto, la vda no se reduce sólo a los contenidos propios de la vida inferior al hombre sino también a la vida humana y sus contenidos socioculturales. Pero tales expresiones de la vida humana no obedecen sólo al ámbito social de la misma, son también a la vida individual de la misma, en la medida que son establecidos a partir de la consideración de toda la extensión de la experiencia.

Por otro lado, Dewey dice que “lo que constituye el pensamiento reflexivo es el examen activo, persistente y cuidadoso de toda creencia y supuesta forma de conocimiento a la luz de los fundamentos que lo sostienen y las conclusiones a las que tiende”6. El ser humano posee, las expresiones culturales antedichas en gran medida gracias a que posee la capacidad de ejercer pensamiento reflexivo. A partir de este –en conjunción con su esfera emocional–, el hombre construye su mundo. Dewey señala que “(…) con la renovación de la existencia física se realiza, en el caso de los seres humanos, la recreación de las creencias, los ideales, las esperanzas, la felicidad, las miserias y las prácticas”7. Por ende, el ser humano es una especie del mundo natural que posee pensamiento reflexivo, emociones, prácticas determinadas y, se entiende, una experiencia de sí mismo y del mundo.

Con lo anterior, ¿qué es entonces el ser humano? Un ser vivo, el cual posee unidad en su ser, pero al mismo tiempo no es simple, su ser no es unívoco, no es una masa homogénea sino que una unidad integrada de diferentes componentes tales como la dimensión biológica, con toda su organización y funciones, la capacidad emocional y la capacidad pensante o reflexiva. Para Dewey, el ser humano posee tanto una dimensión individual como otra social, es ser individual con experiencia continua y personal, pero también es un ser sociable, en interacción con otros (y en general con lo otro de sí), que necesita coexistir con los demás seres humanos para poder sobrevivir y desarrollarse, para construir sociedad. Tal construcción de mundo humano, donde los hombres sobreviven y crecen, sólo es posible mediante la educación en tanto sistema de transmisión de valores, conocimientos y prácticas socioculturales.8 Sólo en sociedad podemos existir y coexistir, desarrollando la experiencia de vivir, perfeccionando nuestra existencia continuamente. Por lo anterior, el ser humano sólo puede desarrollar su ser en sociedad y bajo el ejercicio social de la educación en tanto transmisión, basado en la comunicación9. A medida que las sociedades se hacen más complejas, aumentan las necesidades de los individuos y la educación se hace más necesaria para los individuos.10

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5 Cfr. DEWEY, J., Democracia y educación, 7

a Ed., Buenos Aires, Edit. Losada, 1971, p. 9, 10 y 11.

6 Cfr. DEWEY, J., Cómo pensamos: nueva exposición de la relación entre pensamiento y proceso educativo,

Barcelona, Edit. Paidós, 1989, p. 25. 7 DEWEY, J., Democracia y educación, 7

a Ed., Buenos Aires, Edit. Losada, 1971, p. 10.

8 Cfr. ibid., pp. 10, 11 y 12.

9 Cfr. ibid., p. 12.

10 Cfr. ibid., p. 18.

A través del proceso de comparación antes realizado entre la educación tradicional y la educación progresiva, hemos conseguido establecer un bosquejo general de lo que es la educación para Dewey. Ahora bien, lo que ahora es útil desarrollar un tanto es la relación entre educación y democracia, pues la teoría educativa de Dewey halla en esa relación una base fundamental para su formulación y coherencia. Dewey sostiene que el fin de la educación es la capacidad continuada para el desarrollo y que sólo puede cumplimentarse en la vida democrática11, en donde hay un reconocimiento de los intereses mutuos dado en un tipo de control social, que debe acogerlos y ser el espacio para su desenvolvimiento, además de ser la organización donde los individuos van readaptando sus concepciones y prácticas para el mantenimiento de la libertad individual y del espíritu de la comunidad.12

Por lo anterior, en la educación están presentes los principios de continuidad e interacción: continuidad de relaciones de aceptación y vínculo común, así como de readaptación por parte de los individuos a los cambios sociales con el propósito de mantener el espíritu fundamental de la comunidad democrática e interacción de tales contenidos en un sentido más libre y continuado. Ahora bien, la democracia no es sólo una forma de gobierno sino ante todo una forma de vivir asociado y para su logro y mantenimiento es necesaria en alto grado la educación, al punto que esta debe llegar a ser pensada y analizada muy profundamente, precisando encontrar una educación deliberada y sistemática. La democracia debe ser la organización de vida humana donde el interés particular se funde en el general y donde, en este último, los intereses particulares pueden vivir libremente y realzar su experiencia continuada de desarrollo vital.13

11 DEWEY, J., Democracia y educación, 7

a Ed., Buenos Aires, Edit. Losada, 1971, p. 112.

12 Cfr. ibid, pp. 97 y 98.

13 Cfr. ibid. p. 98.