Educacion y Lucha de Clases

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  • ANIBAL PONCE

    EDUCACINY LUCHA DE CLASES

  • Anbal Ponce - Educacin y Lucha de clases - pg. 2

    ndice

    3 CAPTULO I: La educacin en la comunidad primitiva

    27 CAPTULO II: La educacin del hombre antiguo. Primera parte: Es-parta y Atenas

    66 CAPTULO III: La educacin del hombre antiguo. Segunda parte:Roma

    97 CAPTULO IV: La educacin del hombre feudal

    139 CAPTULO V: La educacin del hombre burgus. Primera parte:Desde el Renacimiento al siglo XVIII

    169 CAPTULO VI: La educacin del hombre burgus. Segunda parte:Desde la Revolucin al siglo XIX

    198 CAPTULO VII: La nueva educacin. Primera parte

    218 CAPTULO VIII: La nueva educacin. Segunda parte

    BibliotecaOMEGALFA

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    La educacin en lacomunidad primitiva

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    OS trabajos de Morgan1 sobre los indios norteamerica-nos celebrados por Marx hasta el extremo de inspi-rarle un libro que apenas si tuvo tiempo de esbozar

    pero que Engels consigui, en gran parte, reconstruir2 de-mostraron la existencia de un comunismo de tribu como ori-gen prehistrico de todos los pueblos conocidos.

    Colectividad pequea, asentada sobre la propiedad comnde la tierra, y unida por vnculos de sangre,3 eran sus miem-bros individuos libres, con derechos iguales, y que ajustabansu vida a las resoluciones de un consejo formado democrti-camente por todos los adultos, hombres y mujeres, de la tribu.Lo que se produca en comn era distribuido en comn e in-mediatamente consumido. El escaso desarrollo de los instru-mentos de trabajo impeda producir ms de lo necesario parala vida diaria, y por lo tanto, acumular.

    Aun en tribus contemporneas, como en las del sudoestede Vitoria, ocurre a veces que no hay ms instrumento deproduccin que una grosera hacha de piedra. Con semejantesrecursos se comprende que la tribu gastara las horas de cadada en reemplazar a duras penas lo que en el da anterior hab-

    1 Morgan: La Sociedad primitiva , traduccin castellana en dos volmenes,edicin de la Universidad de La Plata, Argentina, 1935.

    2 Engel: El origen de la familia de la propiedad privada y del Estado, edito-rial Claridad. Buenos Aires. En el prlogo a la prmera edicin de 1884deca Engels que su libro vena a ser la ejecucin de un testamento, encuanto trataba de suplir a duras penas y sobre notas de Marx, el libro queste no pudo terminar.

    3 La palabra gens con que Morgan designaba a esas comunidades, significaengendrar, y alude al carcter de un grupo que se jacta de una ascen-dencia comn.

    L

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    a consumido. Si el nivel de una sociedad se aprecia por el do-minio que ha logrado sobre la naturaleza, es evidente que elnivel de las comunidades primitivas no poda ser ms inferior.Esclava de la naturaleza, la comunidad persista pero no ade-lantaba.

    * * *

    La ejecucin de determinadas tareas que un solo miembrono poda realizar impuso precozmente un comienzo de divi-sin del trabajo de acuerdo a las diferencias entre los sexos,pero sin el ms mnimo sometimiento de parte de las mujeres.Como bajo el mismo techo eran muchos los que vivan aveces, la tribu ntegra la direccin de la economa entregadaa las mujeres no era como entre nosotros un asunto privado,sino una verdadera funcin pblica, socialmente tan necesariacomo la de proporcionar los vveres a cargo de los hombres.Entre los bosquimanos actuales, por ejemplo, las mujeres noslo cuidan del campamento sino que recogen adems laslarvas, hormigas, langostas, etc., que forman parte de su ali-mentacin, y son tan conscientes de la igualdad de sus dere-chos con el hombre que, segn cuenta Paul Descamps, no danhormigas a sus esposos cuantas veces fracasan stos en lascaceras...4

    Si en la comunidad primitiva las mujeres estaban con res-pecto a los hombres en un mismo plano de derechos,5 los ni-

    4 Descamps: Etat social des peuples sauvages, p. 129, editor Payot, Pars,1930.

    5 Una de las ideas ms absurdas que nos ha transmitido la filosofa del sigloXVIII es la de decir que en el origen de la sociedad la mujer fue la esclavadel hombre. Entre todos los salvajes y entre todos los brbaros de los es-

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    os no les iban a la zaga. Hasta los siete aos, a partir de loscuales deba ya vivir a sus expensas, el nio acompaaba a losadultos en todos los trabajos, los comparta en la medida desus fuerzas y reciba como recompensa iguales alimentos quelos otros. La educacin no estaba confiada a nadie en especial,sino a la vigilancia difusa del ambiente. Gracias a una insensi-ble y espontnea asimilacin de su contorno, el nio se ibaconformando poco a poco dentro de los moldes reverenciadospor el grupo. La diaria convivencia con el adulto le introducaen las creencias y las prcticas que su medio social tena pormejores. Desde las espaldas de la madre, colgado dentro deun saco, asista y se entremezclaba a la vida de la sociedad,ajustndose a su ritmo y a su norma, y como la madre mar-chaba sin cesar de un lado para otro y la lactancia duraba va-rios aos, el nio adquira su primera educacin sin que nadielo dirigiera expresamente.6

    Ms adelante, los adultos explicaban a los nios, cuando lasocasiones lo exigan, cmo deban conducirse en determina-das circunstancias. En el lenguaje grato a los educadores dehoy, diramos que en las comunidades primitivas la enseanzaera para la vida por medio de la vida: para aprender a manejarel arco, el nio cazaba; para aprender a guiar una piragua,navegaba. Los nios se educaban participando en las funcio-nes de la colectividad. Y porque participaban en las funciones

    tados medio e inferior, en gran parte hasta entre los del estado superior, lamujer no slo tiene una posicin libre sino tambin muy considerada.Engels: Origen de la familia, de la propiedad privada y del Estado, pg.46.

    6 Letourneau: Levolution de leducation dans les diverses races humaines,editores Vigot freres, pg. 39, Pars, 1898.13 Letourneau: Levolution deleducation dans les diverses races humaines, aditores Vigot freres, p. 39,Pars, 1898.

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    sociales se mantenan, no obstante las diferencias, a un mismonivel que los adultos.

    Durante el aprendizaje, los nios no eran nunca castigados.Se los deja crecer con todas sus cualidades y defectos. Losnios son mimados por la madre, y si en algn momento deimpaciencia llegan a ser castigados, el padre a su vez castiga ala impaciente.7 Entregados a su propio desarrollo bildung,como diran siglos ms tarde Goethe y Humboldt, los niosno dejaban por eso de convertirse en adultos acordes con lavoluntad impersonal de su ambiente: adultos tan idnticos atodos los otros miembros de la tribu que Marx deca con justi-cia que an se encontraban ligados a la comunidad, por unverdadero cordn umbilical.8

    Este hecho me parece de una importancia tal como paramerecer que nos detengamos un instante. Si los padres deja-ban a los nios en completa libertad, cmo todos los adultosresultaban despus idnticos? Si no exista ningn mecanismoeducativo especial, ninguna escuela que imprimiera a losnios una mentalidad social uniforme, en virtud de qu laanarqua de la infancia se transformaba en la disciplina de lamadurez? Estamos tan acostumbrados a identificar la Escuelacon la Educacin y a sta con el planteo individualista en queintervienen siempre un educador y un educando, que noscuesta no poco reconocer que la educacin en la comunidadprimitiva era una funcin espontnea de la sociedad, en unconjunto a igual ttulo que el lenguaje o la moral. Y as comoresulta evidente que el nio no debe concurrir a ningn insti-tuto para aprender a hablar, debe resultarnos no menos evi-dente que en una sociedad en la cual la totalidad de los bienes

    7 Descamps: ob. cit., pg. 82.8 Marx: El capital, tomo I, pg. 44, traduccin de W. Roces, ed. F.C.E., 1965,

    tercera edicin.

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    estn a disposicin de todos, puede bastar la silenciosa imita-cin de las generaciones anteriores9 para ir llevando hacia unmismo cauce comn las inevitables desigualdades en los tem-peramentos.

    Diremos, por eso, que el primitivo no reciba una educa-cin de acuerdo a su naturaleza? Si por naturaleza sequiere expresar la esencia del hombre tal como apareceraal substraerlo de las influencias sociales, salta a los ojos lo ab-surdo de la pregunta. Jams, en ningn momento, se ha dadoun hombre con tales condiciones. El hombre en cuanto eshombre es social, es decir, est siempre modelado y configu-rado por un ambiente histrico, del cual es imposible des-prenderlo.

    El hombre de las comunidades primitivas, tena, l tambin,su concepcin del mundo, aunque nunca la hubiera formuladoexpresamente. Esa concepcin del mundo, que a nosotros nosparece pueril, reflejaba, por un lado, el nfimo dominio que elprimitivo haba alcanzado sobre la naturaleza, y por el otro, laorganizacin econmica de su tribu, estrechamente vinculadaa ese dominio. Puesto que en la organizacin de la comunidadprimitiva no se conocan ni rangos ni jerarquas, el primitivosupuso que la Naturaleza estaba organizada en igual forma: sureligin fue por eso una religin sin dioses. Los primitivos cre-an, en efecto, en fuerzas difusas que impregnaban a todo lo

    9 Bajo el rgimen de tribu la educacin tiene por caracterstica esencial el serdifusa y suministrada por todos los miembros del clan indistintamente. Nohay maestros determinados ni inspectores especiales para la formacin dela juventud: son todos los ancianos, es el conjunto de las generaciones an-teriores las que desempean ese papel. Durkheim: Education et Sociolo-gie, pg. 31. editor Alcan, Pris, segunda edicin.

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    existente, de la misma manera como las influencias socialesimpregnaban a todos los miembros de la tribu.10

    De esa concepcin del mundo la nica posible en una so-ciedad rudimentaria en que todos los miembros ocupaban unsitio igual en la produccin derivaba lgicamente el idealpedaggico al cual los nios deban ajustarse. El deber ser, enel cual est la raz del hecho educativo, les era sugerido por sumedio social desde el momento mismo de nacer. Con el idio-ma que aprendan a hablar reciban una cierta manera de aso-ciar o de idear; con las cosas que vean y con las voces queescuchaban, se impregnaban de las ideas los sentimientoselaborados por las generaciones anteriores, se sumergan demanera irresistible en un orden social que los influenciaba ylos moldeaba. Nada vean, nada sentan sino a travs de lasmaneras consagradas en su grupo. Su conciencia era un frag-mento de la conciencia social, y se desenvolva dentro de ella.De modo tal que antes de que el nio bajara de las espaldasde la madre haba recibido, de manera confusa todava, perocon relieves ponderables, el ideal pedaggico que su grupoconsideraba fundamental para la propia existencia. En quconsista ese ideal? En adquirir, hasta hacerlo imperativo co-mo una tendencia orgnica, el sentimiento profundo de queno haba nada, absolutamente nada, superior a los intereses ya las necesidades de la tribu.11

    10 Creo innecesario recordar aqu los trabajos clsicos de Durkheim LevyBruhl y su escuela. Confirman ampliamente las interpretaciones marxis-tas, tal como Bujarin lo ha indicado. La thorie du materialisme histori-que, pg. 218 Editions Sociales Internationales, Pars, 1927. El lectorpuede consultar la traduccin al castellano de la obra de Bujarin: Materia-lismo histrico. ed. ZigZag, Santiago 395 pgs. (N. Del E..)

    11 En la sesin del 2 de junio de 1929, en la Sociedad Francesa de Filosofa,con motivo de la discusin a propsito del alma primitiva, LevyBruhldestac bien que en las sociedades inferiores la unidad fundamental no

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    Si deseramos ahora ir marcando jalones que sern decisi-vos para el desarrollo de este curso, podramos decir que enuna sociedad sin clases, como la comunidad primitiva, los finesde la educacin derivan de la estructura homognea del am-biente social, se identifican con los intereses comunes al grupoy se realizan igualitariamente en todos sus miembros de ma-nera espontnea e integral: espontnea en cuanto no existeninguna institucin destinada a inculcarlos; integral en cuantocada miembro se incorpora ms o menos bien todo lo que endicha comunidad es posible recibir y elaborar.

    Este concepto de la educacin como una funcin espont-nea de la sociedad mediante la cual la prole se asemeja a losadultos,12 exacto en la comunidad primitiva, dej de serlo encuanto la comunidad primitiva se fue transformando lenta-mente en sociedad dividida en clases.13

    est en el individuo sino en el grupo del cual se siente formar parte. Enalgunas sociedades esta solidaridad toma un carcter casi orgnico. VerBulletin de la Societ Francaise de Philosophie, agostoseptiembre de1929. Claro est que en esas condiciones es absurdo hablar de subordi-nacin del individuo a la sociedad como hacen muchos Aupiais entreellos, por la simple razn de que la nocin de individuo no se ha for-mado todava

    12 Ernesto Kriech ha dedicado pginas enteras a la educacin espontnea quebrota de la convivencia. Ver Bosquejo de la ciencia de la educacin, edi-cin de la Revista Pedaggica, Madrid, 1928, pginas 29, 34, 67. Su in-comprensin del marxismo le ha impedido, sin embargo, desenvolver conexactitud su pensamiento. Cuanto ha dicho sobre la influencia de la co-munidad, inobjetable si se refiere a la comunidad primitiva, carece devalor para las comunidades no homogneas como son todas las socieda-des divididas en clases. Exactamente lo mismo puede decirse de Wyne-chen y Durkheim, aunque el ltimo haya sospechado las diferencias deeducacin segn las clases.

    13 El captulo LII de El capital, (tomo III, pgs. 817818, ed. cit., lleva porttulos Las Clases y en l se planteaba Marx esta pregunta: Qu es loque forma una clase? Sabido es que, por desdicha, el manuscrito de ElCapital qued ah interrumpido. Bujarin define las clases sociales como

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    La aparicin de las clases sociales tuvo probablemente undoble origen: el escaso rendimiento del trabajo humano y lasustitucin de la propiedad comn por la propiedad privada.14

    1. Dijimos ya que en la comunidad primitiva una rudimen-taria divisin del trabajo distribuy precozmente las tareas deacuerdo con el sexo y con la edad. Pero no quedaron ah lasdiferencias. La distribucin de los productos, la administracinde la justicia, la direccin de la guerra, la inspeccin del rgi-men de riego, etc., exigieron poco a poco ciertas formas detrabajo social algo diferentes del trabajo propiamente mate-rial. Con las rudimentarias tcnicas de entonces, era ste detal modo agotador que el individuo que se dedicaba al cultivode la tierra, pongamos por caso, no poda desempear almismo tiempo ninguna de las otras funciones que exiga lavida de la tribu. La aparicin, pues, de un grupo de individuos

    un conjunto de personas que desempean una misma funcin en la pro-duccin y que tienen en la produccin idnticas relaciones con las perso-nas y los medios de trabajo. (Le materialisme historique, pg. 299).De manera ms didctica y expresiva, Lenin ha definido las clases socia-les en la siguiente forma:Qu son las clases en general?. Es lo que per-mite a una fraccin de la sociedad apropiarse del trabajo de la otra. Si unafraccin de la sociedad se apropia todo el suelo, tenemos la clase de lospropietarios de la tierra y la clase campesina. Si una fraccin de la socie-dad posee las usinas, las acciones y los capitales, mientras la otra trabajaen las usinas, tenemos la clase de los capitalistas y la clase de los proleta-rios. (Discurso en el III Congreso panruso de la Unin de las juventu-des comunistas, el 4 de octubre de 1920. Publicado en Lenin y la Juven-tud, edicin del Secretariado Sudamericano de la Internacional JuvenilComunista. Buenos Aires, 1929).

    14 Ver Engels: Anti Duhring, pgs. 190 y 308, traduccin de W. Roces,editorial Cenit, Madrid, 1932. En igual sentido, Bujarin, La thorie dumaterialisme historique pg. 309.

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    liberados del trabajo material era una consecuencia inevitablede la nfima productividad de la fuerza humana de trabajo.15

    Aunque bajo la tutela de la comunidad, puesto que no seles reconoca ninguna preeminencia, los funcionarios querecibieron en custodia determinados intereses sociales, deri-varon de estos ltimos una cierta exaltacin de poderes. Elencargado de distribuir los vveres, por ejemplo, dispona dealgunos hombres que cuidaban de los depsitos, y no es difcilconcebir de qu manera su relativa preeminencia se fue con-virtiendo en una verdadera hegemona. Importa a nuestroobjeto destacar, sin embargo, que las clases sociales que llega-ron a ser despus privilegiadas, empezaron desempeandofunciones tiles. Su relativa supremaca fue al principio unhecho libre y admitido, de origen en cierto modo espontneo.Cualquier desigualdad de inteligencia, de habilidad o de carc-ter justificaba una diferencia que poda a la postre engendrarun sometimiento.

    En el puo de una maza milenaria encontrada en Hierakon-polis (Egipto), hay una figura de rey excavando un canal deriego con sus propias manos,16 y si se examinan con algunaatencin los ms viejos cantos de la literatura egipcia se ver

    15 Slo cuando los hombres se han levantado de su primitivo estado animal ysu trabajo ya est, por lo tanto, asociado en cierto grado, sobrevienen re-laciones en que el sobretrabajo del uno es la condicin de la existencia delotro. Al principio de la civilizacin, las fuerzas productivas adquiridas porel trabajo son pocas, pero tambin lo son las necesidades, que se desarro-llan junto con los medios de satisfacerlas. Adems, la proporcin de laparte social que vive del trabajo ajeno, respecto de la masa de los produc-tores inmediatos, es en esos principios insignificante, Marx, ob. cit. Elsubrayado es mo.

    16 Gompertz: La panera de Egipto, pg. 86, editorial Granada, Madrid. Losprimitivos reyes pastores de los chinos eran tambin los reguladores deltiempo. Ver Richard Wilhelm: Histoire de la civilisation chinoise, pg.67, traductor Lepaje, editor Payot, Pars, 1931.

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    siempre que el faran es celebrado como el que riega y cul-tiva. La ntima relacin del rey de Egipto con la agricultura nosdemuestra cmo sus funciones derivaron en gran parte de lanecesidad de centralizar el control de los riegos. Cuanto msse extendi la prctica de represar las aguas, ms se debiacentuar la urgencia de un organismo que tuviera a su cargo ladifcil misin de dirigir y controlar, pues la apertura de lascompuertas a destiempo poda hacer que las aguas descendie-ran antes de la saturacin adecuada de los terrenos altos, ydestruyeran, de pasada, las defensas a menor nivel. Tareascomplicadas, sin duda alguna, que exigan una vasta experien-cia, y un exacto conocimiento del calendario solar.

    Lo que dijimos del guardin de los vveres, lo que acabamosde decir del director de los riegos, se aplica en igual forma alos otros funcionarios que representaban a la tribu en su dia-rio contacto con los poderes misteriosos. Las fuerzas msticasque el primitivo supona en las cosas y en los seres, tenan elcarcter caprichoso y el humor difcil. Complicadas ceremoniasy ritos precisos eran por eso como las antecmaras ineludiblespor las cuales se deba atravesar para abordarlas.17 Un fun-cionario sacerdote, mdico y mago tan necesario comolos dems, aconsejaba, protega y curaba a los hombres de latribu. Como en los otros funcionarios, tambin, asomaba en lese nuevo rasgo que se ir acentuando ms en la comunidadque se transforma: la direccin del trabajo se separa del traba-jo mismo; las fuerzas mentales de las fuerzas fsicas.

    2. Pero esta divisin de la sociedad en administradores yejecutores no hubiera conducido a la formacin de las clases

    17 Robinson: Introduction a lhistorie des religions, pg. 2526 traductorGeorges Roth, editor Payot, Pars, 192924Robinson: Introductin alhistorie des religions, pg. 2526 traductor Georges Roth, editor Payot,Pars, 1929.

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    tal como hoy las conocemos, si otro proceso paralelo no sehubiera realizado al mismo tiempo. Las modificaciones intro-ducidas en la tcnica especialmente, la domesticacin de losanimales y su aplicacin a la agricultura como auxiliares delhombre, acrecentaron de tal modo las fuerzas del trabajohumano que la comunidad empez a crear desde entoncesms de lo necesario para su propio sustento. Un excedente deproductos apareci as; el intercambio de los mismos hastaentonces exiguo,18 adquiri un vuelo que fue subrayando ne-cesariamente las diferencias de fortuna. Cada uno de losproductores, aligerado un poco de trabajo, se dio a producirno slo para s, sino tambin para cambiar con las tribus veci-nas. La posibilidad del ocio apareci por vez primera: ocio fe-cundo, henchido de consecuencias remotsimas que no slopermiti fabricar otros instrumentos, buscar materias primas,sino reflexionar adems sobre esas tcnicas, es decir, crear losrudimentos ms groseros de los que se llamar despus, cien-cia, cultura, ideologas.

    18 El intercambio de mercancas comienza all donde termina la comunidad,all donde sta entra en contacto con otras comunidades o con los miem-bros de otras comunidades. Y tan pronto como las cosas adquieren carc-ter de mercancas en las relaciones de la comunidad con el exterior, estecarcter se adhiere a ellas tambin, de rechazo, en la vida interior de lacomunidad. Por el momento, la proporcin cuantitativa en que se cambianes algo absolutamente fortuito. Lo que las hace susceptibles de ser cam-biadas es el acto de voluntad por el que sus poseedores deciden enajenar-las mutuamente. No obstante, la necesidad de objetos tiles va arraigando,poco a poco. A fuerza de repetirse constantemente, el intercambio se con-vierte en un proceso social peridico. A partir de un determinado momen-to es obligado producir, por lo menos una parte de los productos del tra-bajo con la intencin de servirse de ellos para el cambio. A partir de estemomento se consolida la separacin entre la utilidad para ser cambiadospor otros. Su valor de uso se divorcia de su valor de cambio. Marx, ob.cit. pg. 51.

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    El trabajo del hombre, al aumentar su rendimiento, adqui-ri cierto valor. En otros tiempos, cuando la produccin eraexigua y el cultivo consista, por ejemplo, en sembrar algunosgranos despus de araar la tierra entre la cepa de los rbolescortados,19 el aumento de la natalidad era severamente repri-mido,20 y tan incapaz se mostraba la comunidad para asegurarla alimentacin de sus miembros ms all de cierto nmero,que cuando una tribu venca a otra se apoderaba de las rique-zas pero exterminaba a la totalidad de los enemigos, porqueincorporarlos a la propia tribu hubiera sido para ella unacatstrofe. Mas tan pronto como el bienestar de la tribu seacentu bajo el impulso de las nuevas tcnicas, los prisionerosde guerra empezaron a ser apetecidos, y por eso se les dejvivir, a condicin de que se convirtieran en esclavos. Cuantoms crecan los ganados ms aumentaba tambin la demandade individuos que los cuidaran, y como la reproduccin deaquellos es ms rpida que la de la especie humana es evi-dente que la tribu con su propia natalidad no poda satisfacera esa exigencia.21 Incorporar individuos extraos a la tribupara hacerlos trabajar dentro de ella, era ahora, al mismotiempo, necesario y posible.

    Intil decir que el trabajo con esclavos aument el exce-dente de productos de que la colectividad dispona y que losadministradores, como representantes de ella, intercambia-ban con tribus vecinas o lejanas. Las cosas continuaron ashasta que las funciones de los organizadores se volvieronhereditarias y la propiedad comn de la tribu tierras y gana-

    19 As sembraban maz los indios de Norteamrica cuando llegaron los con-quistadores. No mucho ms perfecta era la taklla que usaban los incas,para cavar el suelo apoyando el pie sobre unos palos en cruz.

    20 Descamps. Ob. cit., pg. 45.21 Engels: Origen de la familia, de la propiedad y del Estado, pgs. 5152.

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    dos pas a ser propiedad privada de las familias que la ad-ministraban y defendan. Dueas de los productos a partir deese momento, las familias dirigentes se encontraron al mismotiempo, dueas de los hombres.22

    Semejante transformacin tiene para nosotros una impor-tancia grande. En la sociedad primitiva la colaboracin entrelos hombres se fundaba en la propiedad comn y en los vncu-los de sangre; en la sociedad que comenz a dividirse en cla-ses, la propiedad se hizo privada y los vnculos de sangre re-trocedieron ante el nuevo vnculo que la esclavitud inaugur:el que engendra el poder del hombre sobre el hombre. Desdeese instante los fines de la educacin dejaron de ir implcitosen la estructura total de la comunidad. O para decirlo en otraforma: con la desaparicin de los intereses comunes a todoslos miembros iguales de un grupo y su substitucin por inte-reses distintos, poco a poco antagnicos, el proceso educativohasta entonces nico se escindi; la desigualdad econmicaentre los organizadores cada vez ms explotadores y losejecutores cada vez ms explotados trajo necesaria-mente la desigualdad en sus educaciones respectivas. Las fa-milias directoras que organizaban la produccin social y tenanen sus manos la distribucin y la defensa, organizaron y distri-buyeron tambin, segn sus intereses, no slo los productos,sino los ritos, las creencias y las tcnicas que los miembros dela tribu deban recibir. Liberadas del trabajo material, su ociono fue al principio ni estril ni injusto. Con los instrumentosrudimentarios de la poca no se poda concebir que alguien se

    22 Ese remanente de un fondo social de produccin y de reserva, base detodo progreso social, poltico e intelectual, pas a ser patrimonio de unaclase privilegiada que obtuvo en ese mismo momento y por ese medio lahegemona poltica y la jefatura espiritual. Engels: Anti-Duhring, pg.208.

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    entregara a funciones necesarias, pero no productivas, sino acondicin de que otros muchos trabajaran por l. Pero si laaparicin de las clases sociales era una consecuencia inevita-ble de la productividad escasa de la fuerza humana de trabajo,no es menos cierto que los que se libertaron del trabajo mate-rial aprovecharon la ventaja para defender su situacin: ce-rrando sus conocimientos en vista de prolongar la incompe-tencia de las masas, y de asegurar al mismo tiempo, la estabi-lidad de los grupos dirigentes.

    En los primeros tiempos de la comunidad primitiva cual-quiera poda ser, momentneamente, juez o jefe; ahora que laestructura social empezaba a complicarse se requeran paradeterminadas funciones ciertos conocimientos que los posee-dores empezaron a apreciar como fuente de dominio. Losallegados a cada uno de los organizadores tenan evidente-mente sobre los dems una mayor facilidad para aprender esamisin. Por tal motivo, los funcionarios representantes de losintereses comunes solan ser elegidos dentro de una mismafamilia. Cada organizador educaba a sus parientes para eldesempeo de su cargo, y predispona al resto de la colectivi-dad para que los eligieran.23 Con el tiempo esa eleccin se hizoinnecesaria: los organizadores designaban a quienes debansucederles, y en esa forma, las funciones directrices se volvie-ron patrimonio de un grupo reducido que defenda celosa-mente sus secretos. Para los desposedos, el saber del vulgo;para los poseedores, el saber de iniciacin.

    Las ceremonias de la iniciacin constituyen el primer es-bozo de un proceso educativo diferenciado, y por lo mismo yano espontneo sino fuertemente coercitivo. Representan el

    23 Bogdanoff: Economa poltica, pg. 39, traduccin de M. Pumarega edi-ciones Citimo, Madrid, 1931.

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    rudimento de los que ser despus, la escuela al servicio deuna clase. Los magos, los sacerdotes, y los sabios deposita-rios, primero; dueos, despus, del saber de la tribu asumenpoco a poco, junto a la funcin general de consejeros, la otrams restringida de iniciadores. Cada tribu ha ido recogiendo atravs de los aos una larga experiencia que fue cristalizadaen tradiciones y mitos. Mezcla catica de saber autntico y desupersticiones religiosas constitua, tal como era, el reservorioespiritual que protega al grupo no slo en su lucha contra lanaturaleza sino tambin contra los grupos rivales. En las ce-remonias de la iniciacin, los sacerdotes explicaban a los msselectos de los jvenes de la clase dirigente el significado ocul-to de esos mitos y la esencia de esas tradiciones. Pruebas ru-das, dolorosas, a veces mortales, las precedan y acompaa-ban con la intencin de poner a prueba el temple de los futu-ros directores y subrayar de manera impresionante24 el carc-ter intransferible de lo enseado.

    Desde el punto de vista educativo, iniciados y no iniciadosestn desde entonces a niveles bien distintos, y aun dentro dela misma clase superior lo est tambin el nio con respecto aladulto. No slo recibe ya desigual enseanza, sino desigualalimento. La jerarqua segn la edad se acompaa tambin deuna sumisin autoritaria que destierra el tratamiento ben-volo a la infancia y abre paso a la reprimenda y los castigos.

    24 En las fiestas de la iniciacin cuando el muchacho ingresa entre loshombres, lgrase esta finalidad (hacerle conocer las obligaciones socialessuperiores, A.P.), no slo fsicamente por procedimientos mgicos sinoinculcando las costumbres prescriptas por la tribu, sobre todo el respeto yobediencia a los viejos, en el alma del joven, sensibilizada a toda clase deimpresiones por medio de ayunos y vigilias. Y esta sugestin no pierdefuerza en el transcurso todo de la vida. Graebner: El mundo del hombreprimitivo, pg. 38, traduccin Vela, edicin Revista de Occidente, Ma-drid. 1925.

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    Cuando la comunidad primitiva no se haba an dividido enclases, cuando la vida social era siempre igual a s misma ydifera poco de individuo a individuo, la misma simplicidad delas prcticas morales las colocaba sin esfuerzo sobre el caminodel hbito, haciendo innecesaria la disciplina. Pero ahora quelas relaciones de dominio a sumisin han entrado en la tribu;ahora que la vida social se ha complicado hasta diferir bas-tante de individuo a individuo segn el lugar que cada unoocupa en la produccin, resulta evidente tambin que ya no esposible entregar la educacin de los nios a la espontneadireccin de su contorno. Sobre 104 sociedades primitivas queel etngrafo Steinmet ha estudiado slo en 13 la educacinera severa. Pero lo interesante es comprobar que esos trecepueblos estaban relativamente ms civilizados que los otros.25

    La educacin sistemtica, organizada y vivida comienza encuento la educacin pierde su primitivo carcter homogneo eintegral.26

    La primitiva concepcin del mundo como una realidad,mstica y natural a la vez, por la cual circulan fuerzas difusas,es reemplazada ahora por otra concepcin en la cual se reflejala misma idea de rango que ha aparecido en la estructuraeconmica de la tribu: dioses dominadores y creyentes sumi-sos dan un matiz original a las nuevas creencias de la tribu.Creencias tan directamente ligadas a la esencia de las clasessociales, que la prolongacin de la vida ms all de la tumba

    25 Citado por Durkheim: Leducation morale, pg. 210, edicin Alcan, Pars.26 Saverio de Dominicis: Scienza Comparata della Educazione, pgs. 325 y

    470, edicin Benzo Streglio, Torino.33 Saverio de Dominicis: ScienzaComparata della Educazione, pgs. 325 y 470, edicin Benzo Streglio,Torino.

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    comn a todos al principio se vuelve ms tarde un privile-gio de los nobles.27

    Privilegio, ni que decirlo, que la educacin impuesta por losnobles tiene a su cargo difundir y reforzar. Una vez constitui-das las clases sociales se vuelve un dogma pedaggico su con-servacin, y cuanto ms la educacin conserva lo establecidoms se la juzga adecuada. Todo lo que inculca no tiene ya co-mo antes la finalidad del bien comn, sino en cuanto es biencomn puede ser una premisa necesaria para mantener yreforzar a las clases dominantes. Para stas las riquezas y elsaber; para las otras, el trabajo y la ignorancia.

    El hecho se repite, con una regularidad impresionante, enlos orgenes de todas las culturas hacia las cuales dirigimosnuestros ojos; lo mismo entre los polinesios, que entre losincas, que entre los chinos. Cuenta Letourneau que en los ar-chipilagos de la Polinesia, los primeros europeos que llegaronoyeron decir a los miembros privilegiados de la tribu, que lespareca muy bien instruir a sus propios hijos, pero que en lorelativo a los hijos del pueblo, destinados a vivir siempre enestado servil y a no tener por lo tanto ni propiedad ni servido-res, la instruccin era absolutamente intil.28 Qu otra cosapensaban las clases dirigentes de los incas cuando confesabanpor boca de Yupac Yupanqui que no es lcito que se enseen a

    27 Es sabido, desde hace tiempo que los polinesios, que incluso en el aspectosocial diferencian clases nobles e innobles, espirituales y no espirituales,atribuyen a estas distintas clases destino diferentes despus de la muerte.El vulgo est destinado en una vida ulterior a un submundo sombro,mientras que las almas de los nobles y los caciques suben hasta los dio-ses...En un lugar de la Polinesia, en Tonga, la separacin todava es ma-yor. Slo a los nobles se les concede alma inmortal. Para el resto del pue-blo, todo termina con la muerte. Graebner: El mundo del hombre primi-tivo , pg. 78. El subrayado es mo.

    28 Letourneau: ob. cit. pg. 122. El subrayado no est en el texto.

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    los hijos de los plebeyos las ciencias que pertenecen a los no-bles para que as gentes bajas no se eleven y ensoberbezcany menoscaben y apoquen la repblica; bstele que aprendanlos oficios de sus padres, que el mandar y gobernar no es deplebeyos y que es hacer agravio al oficio y a la repblica, en-comendrsele a gente comn?29 No es acaso tambin lamisma voz que haba resonado, varios siglos atrs, entre lossabios taostas de la China para quienes no se deba dar al po-pulacho el saber que suscita los deseos, mas s procurarlesmsculos slidos y voluntad escasa, estmago satisfecho ycorazn vaco?30

    Siguiendo de modo paralelo a la transformacin de la pro-piedad, la situacin social de la mujer sufri tambin un vuel-co. En la comunidad primitiva, en que imperaba el matrimoniopor grupos o el matrimonio fcilmente disoluble, la paternidadera naturalmente difcil de reconocer, y la filiacin, por eso, setransmita por el lado de la madre. El matriarcado acompaasiempre a esas formas de comunidades asentadas en la pro-piedad comn del suelo. Pero cuando la domesticacin de losanimales trajo un aumento en la riqueza social, sabemos yaque la propiedad privada fue desalojando a la colectiva: lastierras fueron repartidas entre los organizadores, y una mul-titud de transformaciones result de ese hecho. Para asegurarla perpetuidad de la riqueza privada a travs de las generacio-nes y en beneficio exclusivo de los propios hijos no de loshijos de todos como hubiera ocurrido si el matriarcado hubie-ra substituido la filiacin paterna reemplaz a la materna, yuna nueva forma de familia, la mongama, apareci en el

    29 Prescot: Historia de la conquista del Per con observaciones preliminaressobre la civilizacin de los incas, pg. 33. editores Gaspar y Roig. Ma-drid, 185, tercera edicin.

    30 Wilhelm: Historie de la civilisation chinoise, pg. 163.

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    mundo. Con ella la mujer pas a un segundo plano, y quedencerrada en funciones domsticas que dejaron de ser socia-les. La mujer haba estado en igualdad de derechos con elhombre cuando desempeaba como ste funciones tiles a lacomunidad; perdi esa igualdad y entr a la servidumbre encuanto qued adscripta al cuidado del esposo y de los hijos, ysegregada por lo mismo del trabajo productivo social. Su edu-cacin pas a ser una educacin apenas superior a la de unnio.

    En esa la familia patriarcal, que se organiz sobre la base dela propiedad privada, Marx seal con agudeza que estabanya en minsculo todas las contradicciones de nuestro mundode hoy: un esposo autoritario que representa a la clase queoprime, y una esposa sumisa que representa a la clase opri-mida.

    Antes de abandonar la educacin de este hombre primi-tivo en el momento de su transicin al hombre antiguo,sealemos como rasgo que nos interesa en especial, esta ob-servacin de gran valor: en el instante en que aparece la pro-piedad privada y la sociedad de clases, vemos asomar tambincomo consecuencias necesarias la religin con dioses, la edu-cacin secreta, la autoridad del padre, la sumisin de las mu-jeres y los nios, la separacin entre trabajadores y los sabios.Sin dejar todava de prestar funciones socialmente tiles, laadministracin de las cosas se ha transformado en opresinde los hombres; la funcin de direccin en poder de explota-cin. Los defensores armados de las obras de riego o de losdepsitos de vveres pasaron a ser los servidores armados delpatriarca, del rey, o del saquem. El soberano y su familia, losfuncionarios y los magos, los sacerdotes y los guerreros forma-ron desde entonces una clase compacta con intereses comu-nes opuestos en gran parte a los intereses del grupo.

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    Algo haca falta, sin embargo: una institucin que no slodefendiese la nueva forma privada de adquirir riquezas frentea las tradiciones comunistas de la tribu, sino que legitimase yperpetuase la naciente divisin en clases, y el derecho de laclase poseedora a explotar y dominar a los desposedos. Esainstitucin era el Estado y apareci.31

    Instrumento poderoso en manos de la clase explotadora, elEstado tuvo en el jefe supremo su representante y su cumbre.Estaba en inters de los poseedores revestirlo de un nimboreligioso. Guerreros y escribas, sacerdotes y artistas cadacual en lo suyo contribuyeron a crearlo; y aunque ellos, per-sonalmente, no tenan la ms mnima duda sobre la natura-leza del gran jefe, y no vacilaban en echarlo abajo cuantas ve-ces lo vieran inservible o cobarde como hicieran los chancasde nuestra Amrica con el inca Urco, hijo del Sol32 no es me-nos cierto que fomentaban bajo todas las formas la sumisinsupersticiosa de la plebe.

    Desde la pirmide imponente a la ceremonia pomposa to-do conflua a reforzar ese prestigio, y a infundir en el alma delas masas el carcter divino de las clases poseedoras. Crecanstas, por entonces, de los medios poderosos de que disponenhoy sus herederos: del diario de seis ediciones que se despa-rrama por millares; del cable telegrfico que slo transmite deun hemisferio a otro las nicas noticias que pueden servir susintereses. Pero los detalles en apariencia ms triviales se car-gaban aun en las sociedades ms alejadas de las nuestras, conun intenso significado de dominio. Las creencias en la superio-

    31 Engels: El origen de la familia, de la propiedad privada del Estado, pg.101.38 Engels: El origen de la familia, de la propiedad privada del Esta-do, pg. 101.

    32 Baudin: El imperio de los incas y la conquista espaola, pg. 13, edicinde la Universidad del Litoral, Argentina. 1932.

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    ridad de las clases dirigentes se marchitaran, en efecto, si nofueran peridicamente reavivadas. Un minucioso observadorde los actuales aborgenes del noroeste de la Melanesia, elprofesor Malinowski, de la Universidad de Londres, nos cuentaesta escena que l mismo ha presenciado: El ceremonial,importante y complejo dice, que acompaa las manifesta-ciones de respeto para con las gentes de calidad, reposa sobrela idea de que un hombre de noble linaje debe permanecersiempre en un nivel fsicamente superior al de las gentes queno son de su clase. En presencia de un noble todo hombre declase inferior debe bajar la cabeza, o inclinarse hacia adelan-te, o arrodillarse, segn el grado de su inferioridad. Bajoningn pretexto se debe levantar la cabeza de manera quesobresalga por encima de la del jefe. La casa del jefe se en-cuentra guarnecida de pequeos estrados; durante las reu-niones de la tribu, el jefe se sita en uno de ellos, y todos losasistentes circulan libremente, mantenindose siempre en unnivel inferior al suyo. Cuando un plebeyo tiene que pasar anteun grupo de nobles sentados en tierra, debe gritarles desdelejos: tokay! (de pie); inmediatamente los jefes se ponen depie, mientras el otro pasa arrastrndose ante ellos. Pudieracreerse que, dada la complicacin harto embarazosa de eseceremonial, las gentes habran de sentirse frecuentementetentadas de sustraerse a l. No hay tal. No pocas veces meaconteci, hallndome sentado en la aldea conversando con eljefe, el ver a ste levantarse instantneamente al or gritar:tokay!, cosa que se repeta cada cuarto de hora, poco ms omenos, obligando al jefe a levantarse y permanecer de pie,mientras el plebeyo pasaba lentamente, inclinado hasta elsuelo.33

    33 Malinowski: La vida sexual de los salvajes del noroeste de la Melanesia,pg. 36, traduccin de Ricardo Baeza, editor Morata, Madrid, 1932.

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    Mas no slo las ceremonias del protocolo contribuan aeducar a las masas en la mansedumbre y el respeto. La reli-gin, el arte y la sabidura las hipnotizaban diariamente conuna misma apoteosis de las clases gobernantes. No slo exis-ta una escritura sagrada y otra profana, una msica de losgrandes y otra de los miserables, una inmortalidad para aque-llos y una mortalidad para stos, sino que hasta el dibujo delcuerpo humano variaba de acuerdo al rango social de la fi-gura. Uno de los ms grandes egiptlogos modernos, Ehr-mann, asegura que los pintores egipcios representaban a lossimples mortales empleando una tcnica naturalista, mientrasque estilizaban en cambio, el cuerpo de los poderosos; el pe-cho amplsimo, por ejemplo, era un rasgo que slo estabapermitido en los dibujos de los nobles, y tan alto sentido debatener en su intencin social, que el dibujante no disminuaesas proporciones ni aun cuando la perspectiva lo exigiera.34

    Para comprender de qu manera la educacin impartidapor la clase dominante sofocaba con sus recursos variados lasposibles rebeldas de las clases dominadas, ya hemos vistocmo actuaban la religin y el arte. Pero como a nosotros nosinteresa, en especial, la conducta de los consejeros e ini-ciadores de la tribu, escojamos un hecho que nos deje biengrabado al final de esta clase cmo la sabidura uni sus desti-nos, desde temprano, al destino de las clases opresoras. Sabenustedes que en Egipto, un dispositivo, admirable para la po-ca, llamado nilmetro, permita conocer con bastante exacti-tud el crecimiento de las aguas del ro y pronosticar el volu-men de la futura cosecha. De acuerdo a esos informes, man-tenidos en secreto, los sacerdotes aconsejaban a los la-bradores. Las clases inferiores reciban as un servicio extraor-

    34 Citado por Bujarin: Le materialisme historique, pg. 209.

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    dinario que la propia ignorancia en que vivan, determinadapor un trabajo sin descanso, hubiera sido incapaz de realizar.Pero aquel nilmetro serva adems a las clases dirigentes, dedos maneras que convergan a lo mismo. Por un lado, cuantoms abundante se anunciaba la cosecha tanto ms la autori-dad redoblaba los impuestos.35 Por otro lado, aquellas indica-ciones precisas sobre la inminencia del crecimiento de lasaguas que slo la autoridad estaba en condiciones de po-seer prestaban al soberano el ascendiente de las divinida-des: en el momento oportuno el faran arrojaba al Nilo susrdenes escritas, y entonces oh!, entonces las aguasobedientes empezaban a subir...

    35 Ni qu decir que la comunidad primitiva ignoraba los impuestos.

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    2La educacin

    del hombre antiguo

    PRIMERA PARTE:ESPARTA Y ATENAS

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    L trnsito de la comunidad primitiva a la sociedad divi-dida en clases, exige algunas advertencias previas parano incurrir en errores muy comunes. Cuando se estu-

    dian los orgenes de las clases sociales hay una tendencia asuponer que aparece enseguida la lucha consciente entre esasclases.

    La lucha de clases especialmente dicha no se desarrolla, sinembargo, sino en un momento determinado de la evolucinde la sociedad dividida en clases,36 y requiere por lo tanto unlargo perodo preliminar en que si bien existen ya las contra-dicciones entre los intereses de las clases, no se manifiestansino de manera oscura e insidiosa. As lo hicieron constar Marxy Engels en el prrafo primero del Manifiesto Comunistacuando afirmaban que la historia de la sociedad humana era lahistoria de las luchas entre opresores y oprimidos, lucha inin-terrumpida dicen velada unas veces y otras franca yabierta.37 Esta aclaracin se complementa adems con el dis-tingo fundamental que ya Marx haba realizado en Miseria dela filosofa entre clase en s y clase para s.38 La clase en s conpura existencia econmica, se define por el papel que desem-pea en el proceso de la produccin; la clase para s, con exis-tencia a la vez econmica y psicolgica se define como claseque ha adquirido, adems, la conciencia del papel histricoque desempea, es decir, que sabe lo que quiere y a lo queaspira. Para que la clase en s llegue a convertirse en clase pa-

    36 Bujarin: Materialisme historique, pg. 333.37 Marx y Engels: El Manifiesto Comunista pg. 60, versin espaola por W.

    Roces, editorial Cenit, Madrid, 1932. El subrayado es mo.38 Marx. Miseria de la filosofa, pgs. 106107, editorial Actualidad,

    Buenos Aires.

    E

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    ra s es preciso, por tanto, un largo proceso de propio escla-recimiento en el cual desempean los tericos y las peripeciasde la lucha, una amplsima funcin.39

    Ms celosas de lo suyo por la importancia de los interesesque deban defender, y por la posibilidad de reflexionar sobreesos intereses mediante el ocio que les aseguraba el trabajoajeno, las clases opresoras adquirieron con respecto a lasoprimidas una ms clara conciencia de ellas mismas. Fue envirtud de esa mxima precisin en sus propsitos, que adecua-ron a stos su propia educacin y la educacin que impartan alos otros.

    Para ser eficaz, toda educacin impuesta por las clases po-seedoras debe cumplir estas tres condiciones esenciales: des-truir los restos de alguna tradicin enemiga; consolidar y am-pliar su propia situacin como clase dominante; prevenir loscomienzos de una posible rebelin de las clases dominadas.Sobre el plano de la educacin, la clase dominante opera entres frentes distintos, y aunque cada uno de esos frentes soli-cite vigilancia desigual segn las pocas, la clase dominante nolos abandona jams.

    En el momento de la historia humana en que se efecta latransformacin de la sociedad comunista primitiva en socie-dad dividida en clases, la educacin tiene por problema pro-pio: luchar contra las tradiciones del comunismo de tribu; in-culcar que las nuevas clases dominantes no tienen otra finali-dad que asegurar la vida de las clases dominadas, y vigilaratentamente el menor asomo de protesta para extirparlo ocorregirlo.

    39 Lenin: Qu hacer? pasim, traduccin de Waismann; editorial ClaridadBuenos Aires.

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    El ideal pedaggico, naturalmente, no puede ya ser el mis-mo para todos; no slo las clases dominantes cultivan unomuy distinto al de las clases dominadas, sino que procuranadems que la masa laboriosa acepte esa desigualdad im-puesta por la naturaleza de las cosas, y contra la cual seralocura rebelarse.

    Cmo cumplieron esos propsitos las clases explotadorasen la antigedad es lo que vamos a estudiar ahora en un rpi-do viaje por Grecia y Roma.

    Cuando los griegos entran en la historia, apenas si quedanrastros de comunismo primitivo. Las noticias ms remotasindican que el matriarcado ha cedido el puesto a la autoridadpaterna, o lo que viene a ser lo mismo, la propiedad colectivaha sido desalojada por la privada. Bachofen coment sagaz-mente el Orestes de Esquilo como un sntoma revelador deese momento en que luchan todava el derecho materno ago-nizante y el derecho paterno cada vez ms triunfador.

    Los jefes militares o basileus eran todava elegidos por lacomunidad, aunque ya haba tendencia a transmitir las fun-ciones de los padres a los hijos. Desde el siglo X al siglo VIII (aJ.C.), las tribus griegas vivan de manera casi exclusivamenteagrcola: cada familia formaba un todo que se bastaba a smismo. En tales condiciones no podan vender a lo sumo sinolo superfluo, y no compraban tambin sino los raros productosque la tierra no daba a los escasos utensilios que la industriadomstica no saba fabricar. En ese momento no hay comercioen Grecia: los comerciantes que figuraban en la Odisea sontodos fenicios.40

    Intil decir que asomaban diferencias entre las clases. Semencionan esclavos es esa poca, y ya hemos visto que los

    40 Bernard: Les pheniciens et lOdyse, Pars, 1902.

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    funcionarios iban en camino de convertirse en una noblezahereditaria. A partir del siglo VII, con el mayor rendimiento deltrabajo humano, la economa comercial se insinu por encimade la agrcola. De ms en ms se comenz a producir no slopara el uso sino tambin para el cambio. Bajo el control y paraprovecho de las clases superiores, el comercio fue confiado alos esclavos y a los extranjeros. Desligadas del trabajo manualy del intercambio de los productos, las clases superiores eranya, en esa poca, socialmente improductivas.

    Aunque para el griego patricio el comercio segua siendotan indigno como el trabajo, no por eso dejaba de embolsar loque sus esclavos le procuraban como mercaderes o artesanos.Eran numerosos los esclavos y los libertos que vivan lejos dela casa del amo trabajando en el comercio o los oficios, y queluego le rendan cuenta de toda la ganancia o de una parte. Elavaro famoso de que habla Teofrasto en los Caracteres,41 le haconfiado a un esclavo, precisamente, la direccin de su nego-cio.

    Pero la insignificancia de las tcnicas y de los medios detransporte, no poda asegurar al pequeo comercio una ex-pansin dilatada. Traficando rara vez de ciudad en ciudad me-diante costosas caravanas o ms habitualmente como merca-chifle en la propia ciudad, el pequeo comerciante se consa-graba a ese modo de trabajo porque no haba servido paraotro. Invlidos, lisiados y hasta mujeres, eran especialmentelos que se dedicaban al trfico de las mercaderas. Pues si elpequeo comercio tena ya una larga historia, el gran comer-cio, es decir, el martimo, el que dio despus a Grecia su es-plendor, tard bastante en imponerse.

    41 Theophraste: Caracteres, pg. 70, traduccin de Octave Navarre, edicinLes Belles Lettres, Pars, 1920.

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    El escaso desarrollo de los medios de produccin no per-mita arrojar sobre el mercado un gran excedente de produc-tos. Sabido es que casi toda la tcnica de los antiguos consistaen la fuerza humana, ayudada por escasos aparatos, palancas,rodillos y planos inclinados. Si veinte esclavos no bastabanpara un trabajo, se tomaban cien, trescientos, mil. Con seme-jante facilidad y baratura, no haba para qu perfeccionar lastcnicas. Aun en el siglo VI, el arquitecto del primer templo deEfeso careca de mquinas para levantar los enormes arqui-trabes del edificio. Recurri por eso, al nico procedimientoque la antigedad conoca: amontonar bolsas de arena for-mando plano inclinado hasta llegar a la altura de las columnas,y remontar luego los arquitrabes empujndolos a brazo. Aunen las ocasiones, pues, en que se emprendan trabajos gigan-tescos, el obrero los llevaba a buen trmino mediante proce-dimientos de artesano. Ni qu decir de lo que ocurra en laagricultura: el arado ms grosero permaneci inalterable du-rante siglos.

    A partir del siglo V, sin embargo, las exigencias de un co-mercio cada vez ms floreciente impusieron dos innovacionesde una enorme importancia: la acuacin de monedas quefacilit los cambios, y el perfeccionamiento de los aparatos denavegacin que permiti los largos viajes por el mar.42 El co-mercio martimo enriqueci a la nobleza, y aunque ustedeshan odo decir que el ciudadano griego no tena otro ideal queel de la belleza, parece que ese ideal no era incompatible conla usura ms inicua.43

    42 Saglio: Machina en el Dictionaire des antiquits grecques et romaines deDaremberg y Saglio tomo III segunda parte, pg. 1463, editor Hachette,Pars, 1913.

    43 El 18% era inters legal. Ver Wallon: Histoire de lesclavage danslantiquit, tomoI. pg. 202. Imprimerie Royal, Pars, 1847.

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    Prestando dinero en hipotecas, el noble dueo ya de vas-tas tierras se iba quedando adems con las tierras ajenas, ycomo al antiguo jefe elegido por todos haba sucedido la insti-tucin de los arcontes, elegidos nicamente por la nobleza,nada tiene de asombroso que apareciera de inmediato unalegislacin feroz destinada a proteger al acreedor contra eldeudor. El ciudadano pobre que haba perdido sus tierras po-da considerarse muy feliz si lo dejaban continuar cultivandoesas tierras como colono, a condicin de pagar al propietariolos cinco sextos de su trabajo.

    Esto ocurra, digo, en el mejor de los casos, porque podasuceder que el importe de la tierra no alcanzara a cubrir lacantidad que el prestamista haba adelantado. En ese caso, siel deudor tena hijos los venda como esclavos para juntar eldinero necesario, y si no los tena, se venda a s mismo. Lasdeudas se unan a la guerra para aumentar el nmero de es-clavos. Los esclavos no eran ya nicamente los miembros deuna tribu extranjera a quienes los vencedores perdonaban lavida a cambio de un trabajo sin descanso. Otra guerra, no ex-terna sino interna, empezaba desde ahora a producirlos: laguerra del acreedor y del deudor que no para un momento alo largo de la historia antigua.44

    44 Los trminos deudor y acreedor, aunque son demasiado vagos paradescribir con exactitud las luchas sociales en la antigedad, me parecencon todo preferibles a la tendencia a trasladar a dicha poca nuestrostrminos de burgueses, proletarios y capitalistas con los cuales se deformainvoluntariamente el carcter original de las luchas antiguas. Ver una ad-vertencia del propio Marx, en Le Capital, tomo XI, pg, 107, nota 1, de latraduccin de Molitor, editor Costes, Pars, 1932. Critica en ella aMommsen por haber hablado en su Historia Romana, de capital y domi-nio del capital. En igual forma en el tomo I. pg. 121, nota 1 de la traduc-cin de Justo y el tomo XIV. pg. 65 de la traduccin de Molitor.

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    De un lado, concentracin gradual de la propiedad en po-cas manos; del otro, empobrecimiento cada vez ms acen-tuado; he ah el problema social que en Grecia reapareceraobstinadamente. Capaces tan slo de dominar a la naturalezadentro de lmites muy reducidos, los estados agrcolas de laAntigedad no podan menos que mirar la guerra como a unamanera normal de adquirir riquezas.45

    Terrateniente, propietario de esclavos y guerrero; he ah elhombre de las clases dominantes.

    Respecto a la educacin que necesitaba ese hombre, Es-parta y Atenas presentan aspectos algo diferentes que nosimporta precisar para ir destacando poco a poco el carcter declase de la educacin entre los griegos.

    Aunque se ha hablado mucho de un comunismo aristocr-tico en Esparta, la expresin no es del todo exacta. Verdad esque Licurgo reparti las tierras en partes iguales entre las nue-ve mil familias que formaban la clase superior, pero cuandoquiso repartir en igual forma los instrumentos de cultivo noconsigui imponerse.46

    A pesar de la reforma de Licurgo, la desigualdad en las for-tunas persisti y se acentu entre los mismos miembros de laclase superior. Tal, por ejemplo, la oligarqua llamada de los

    45 Aristote: Politique, pgs. 2329, de la traduccin de J. Barthelemy SaintHilaire, editor Dumont, Pars, 1848.2. edicin. He aqu las palabras tex-tuales de Aristteles: La guerra es en cierto modo un medio natural deadquirir, puesto que se refiere a esta caza que se debe a las bestias salva-jes y a los hombres que nacidos para obedecer, rehsan someterse; es unaguerra que la naturaleza misma ha hecho legtima. Para ms detalles verE. Cicotti: Pace e guerra nei poemi omerici e isiodi, en Revista italianade Sociologa, ao IV, fascculo VI, pgs. 696707.53

    46 Beer: Histoire generale du socialime et des luttes sociales, tomo I, pg. 75,traduccin de Ollivier, edicin Les revues, Pars, 1930

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    Iguales que concentr en sus manos casi todas las tierras y elpoder.

    Dueos de la tierra, los espartanos no podan, sin embargo,vender sus lotes ni legarlos. Entre la comunidad primitiva queha quedado a las espaldas y la sociedad con claro sentido dela propiedad privada que tardar muy poco en aparecer, lasociedad espartana seala una etapa de transicin.

    El lote de tierra que el espartano reciba del Estado lotransmita por herencia al hijo mayor y, en ausencia de ste,volva de nuevo a poder del Estado.

    En retribucin del usufructo de las tierras, los espartanos secomprometan a prestar los servicios, especialmente guerre-ros, que su clase social necesitaba para la defensa o expan-sin. De ah que los hijos contrahechos o dbiles fuesen in-molados, porque el inters de la clase terrateniente quedabacomprometido si un lote pasaba a manos de un heredero in-capaz para el manejo de las armas.

    Por lo dems, el nmero de espartanos propiamente dichoslos nueve mil ciudadanos del tiempo de Licurgo era unasuma bien exigua respecto al nmero de pobladores que ten-an sometidos: los 220.000 ilotas, dominados despus de ba-tallas sangrientas, y reducidos a trabajar la tierra como escla-vos;47 y los 100.000 periecos que se entregaron sin luchar yconsiguieron por eso la libertad personal pero no cvica: redu-cida libertad que usaban en el comercio y las industrias, y quelos espartanos se la hacan pagar con frecuentsimos impues-tos.

    Verdad es que los ms modernos historiadores de Grecianiegan que los ilotas hayan sido siervos, en el mismo sentido

    47 Los ilotas eran esclavos, dice Curtius: Historia de Grecia, tomo I, pg.277 traductor Garca Moreno, editor Garay. Madrid, 1887

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    que adquirir en la Edad Media la expresin siervos de la gle-ba.48 Pero se trate de individuos reducidos a la absoluta es-clavitud o de individuos semilibres que pagaban un tributo,como parece ms probable, su situacin variaba muy poco enlo esencial, y desde el punto de vista de la educacin, contraellos iba dirigida, fundadamente, la conducta de las clases su-periores. Obligadas a vivir entre una poblacin slo a mediassometida y mucho ms numerosa que la propia, las clases su-periores hicieron de su organizacin un campamento militar, yde su educacin, el estmulo de las virtudes guerreras.

    Desde los siete aos el Estado se apoderaba del espartanoy no lo abandonaba ms. Hasta los cuarenta y cinco aos, enefecto, perteneca al ejrcito activo, y hasta los sesenta a lareserva, y como el ejrcito era en realidad la nobleza en ar-mas, el espartano viva permanentemente con las armas enla mano.

    Como las mujeres formaban tambin en ese ejrcito y di-rigan un hogar que no era todava francamente monogmicohasta el extremo de ser frecuente el hecho de que muchoshermanos tuviesen en comn una sola esposa,49 las muje-res se mantenan todava a un nivel no inferior al del varn.

    Los caracteres de esa educacin militar, para hombres ymujeres, son tan conocidos que no vale la pena detenernos enellos. Nadie ignora en qu medida se recurra a la severidad y

    48 Barbagallo: Le declin dune civilisation, pg. 314 y sig., traduccin Bour-gin, editor Payot, Pars, 1927. En cuanto a la semilibertad de que go-zaban ver pg. 87.56

    49 Curtius: ob.cit. tomo I, pg. 277. En igual sentido ver Plutarco: Vidasparalelas, tomo I, pg. 141 y sig. De la traduccin Rans Romanillos, edi-torial Calpe, Madrid, 1919.

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    a la crueldad,50 para endurecer como soldados a los mucha-chos y las jvenes, ni cmo fomentaban descaradamente lasprcticas del amor homosexual para estrechar los lazos decompaerismo. Asegurar la superioridad militar sobre las cla-ses sometidas, era el fin supremo de la educacin, rgida-mente disciplinada mediante la gimnasia y austeramente con-trolada por los foros: los cinco magistrados que ejercan, enrepresentacin de la nobleza, un poder casi absoluto. Quproduca semejante educacin? Salvajes, brutales, taciturnos,astutos, crueles y a veces heroicos,51 pero capaces de mandary de hacerse obedecer.

    Instruccin, en el sentido que nosotros le damos a esetrmino, casi no exista entre los espartanos. Muy pocas per-sonas de la nobleza saban leer y contar, y era tal su despreciopor lo que no fueran las virtudes guerreras que prohiban alos jvenes interesarse por cualquier asunto que pudiera dis-traerlos del ejercicio de las armas.52

    Si ese era el ideal pedaggico de las clases superiores, otromuy distinto era el que imponan a los ilotas y periecos. Rece-losos del nmero y de la rebelda de los ilotas, los nobles noles permitan la ms mnima gimnasia, y con el pretexto de

    50 En la ceremonia llamada del ltigo, por ejemplo. Todos los aos, ante elaltar de Artemisa los jovencillos eran azotados con violencia sin permitir-les quejarse bajo pena de deshonor. Al que se haba mostrado ms impa-sible se le proclamaba vencedor del altar.

    51 Guillaume: Education chez les spartiates, pg. 1920 en el Nouveau Dic-tionnaire de Pedagogie de Buisson. Sobre la educacin guerrera de los az-tecas ver Alegra: La educacin en Mxico antes y despus de la Conquis-ta, pgs. 42 y sigs., edicin Cultura Mxico, 1936.

    52 Plutaco: Vidas paralelas tomo I, pg. 156: Porque de las cosas buenas yenvidiables que Licurgo prepar a sus ciudadanos fue una la sobra detiempo, no permitindoles que se dedicasen en ninguna manera a las artesmecnicas.

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    mostrar a sus propios hijos lo abominable de la embriaguez,obligaban a los ilotas a beber con exceso y, una vez alcoholi-zados, los hacan desfilar en los banquetes. Mas, como a pesarde todo de los ejercicios que les prohiban, de la embriaguezque fomentaban para embrutecerlos los ilotas se subleva-ron el ao 464, las clases selectas echaron mano de un re-curso verdaderamente decisivo. Organizaron una legin espe-cial, llamada la Kripteia, o emboscada. Los jvenes nobles,giles y valientes que la formaban, se escondan por la nocheen los caminos y asesinaban a los ilotas ms robustos o rebel-des.53

    Con su realidad descarnada, el carcter de clase de la edu-cacin espartana se muestra a los ojos de todos. Sociedadguerrera, formada a expensas del trabajo del ilota y del co-

    53 He aqu como cuenta Plutarco esas hazaas de los jvenes de ms juicio:Los magistrados a cierto tiempo enviaban por diversas partes a los jve-nes que les pareca tenan ms juicio los cuales llevaban slo su espada, elalimento absolutamente preciso y nada ms. Estos, esparcidos de da porlugares escondidos se recataban y guardaban reposo: pero a la noche sa-lan a los caminos, y a los que cogan de los ilotas les daban muerte; ymuchas veces, yndose por los campos, acababan con los ms robustos ypoderosos de ellos. Refiere Tucdides en su historia de la guerra del Pelo-poneso que habiendo sido coronados como libres aquellos ilotas que pri-mero los espartanos haban sealado como sobresalientes en valor, reco-rrieron as los templos de los dioses, y de all a poco desaparecieron derepente, siendo ms de dos mil en nmero, sin que ni entonces ni despushaya podido nadie dar razn de cmo se les dio muerte. Tomo I, pg.162. el subrayado es mo.

    Platn en Les Lois Ocuvres compltes, tomo VII, pgs. 25 y 330, traduc-cin Cousin, editor Pichon y Didier, 1831 da una versin distinta sobre laKripteia. Como el testimonio de Plutarco es terminante, no sera imposi-ble que la Kripteia tal como Platn la describe ejercicio militar en quelos jvenes eran lanzados a la campaa por cierto tiempo durante el cualdeban llevar una vida emboscada sin dejarse sorprender de nadie secompletase o perfeccionase con algunos de esos trabajos prcticos a loscuales Plutarco se ha referido nicamente.

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    mercio del perieco, Esparta posea y gastaba el fruto del tra-bajo ajeno. ntegramente dedicado a su funcin de dominadory de guerrero, el espartano noble no cultivaba otro saber queel de las cosas relativas a las armas, y no slo reservaba para sdicho saber sino que castigaba ferozmente en las clases opri-midas todo intento de compartirlo o apropiarlo. Pero no con-tento con subrayar las diferencias de educacin segn las cla-ses, se esforzaba, adems por mantener a los esclavos en lasumisin y el embrutecimiento, mediante el terror y la em-briaguez. Mientras por un lado la educacin reforzaba el po-der de los explotadores, frenaba por el otro a las masas explo-tadas.54

    Con diferencias exteriores, pero que nada modifican susentido social, eso mismo encontraremos en la democrticaAtenas. Estamos, sin embargo, tan acostumbrados a una re-presentacin idlica de la vida griega, que nos cuesta no pocopercibir la crudeza originaria bajo el colorido falso y la recons-truccin convencional.

    La Grecia de Schiller y Renan, de Ruskin y de Taine, con-tina seduciendo a los espritus con sus mirajes engaosos. Envano Nietzsche mostr violentamente los aspectos sombrosde la vida griega; en vano Deonna, Picard, Schuhl siguen mos-

    54 Los espartanos carecieron de tericos de la educacin, en la forma queveremos despus entre los atenienses y romanos. Las disposiciones relati-vas a la educacin iban implcitas en sus costumbres. Me parece por esocompletamente injustificada la opinin de Hailman (Historia de la Peda-goga, pg. 15, traduccin Gonzlez Blanco, edicin de Espaa Moder-na, Madrid, que hace nada menos que de Pitgoras el ms noble repre-sentante del sistema drico de educacin. Ms acertado creo que estDavidson cuando a pesar de incluir a Pitgoras en los dorios no deja dedecir que injert en el ideal drico una teologa msicotica y una te-ora matemtica del mundo fsico. Aristotle and Ancient EducationalIdeals, pg. 29, editor Schibner. New York, 107).

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    trando en nuestros das lo que hay de falso y de grotesco enlos pretendidos dogmas sobre la perfeccin y la serenidadde la vida ateniense. El milagro de que habl Renan siguefascinando desde lejos con la calma y la luz que le atribuyen.55

    Tengamos el valor de apartar los mitos literarios y de reco-nocer al propietario de esclavos y al usurero calculador enesos pretendidos semidioses que discurran siempre con pala-bras armoniosas bajo los prticos de mrmol blanco.56

    Superior a Esparta como productora de mercaderas, lascircunstancias no impusieron a Atenas una organizacin tanestrictamente militar. Las diferencias de fortuna dentro de laclase superior fueron por eso ms marcadas. Conocemos yamediante qu procedimientos los grandes propietarios absor-bieron la tierra de los pequeos. Un siglo antes de que Hes-odo aludiera en sus cantos a la opresin de los campesinos y alorgullo de los ricos, los campesinos de Megara, desposedosde sus parcelas, se haban lanzado en el ao 640 contra losganados de los grandes propietarios y los haban masacrado.57

    La expansin del comercio impona ya transformaciones en laagricultura. La demanda de lana obligaba a convertir los cam-pos en extensas praderas para el pastoreo y a reunir por tantobajo un solo propietario porciones de tierra que eran hasta

    55 Ver especialmente Schuhl: Essai sur la formation de la pense grecque,pg. 1 y sigs. editor Alcan, Pars, 1934.

    56 Spengler se burla con razn de los clasicistas alemanes que creen que losatenienses se pasaban la vida filosofando a orillas del Ilisos, en pura con-templacin de la belleza. Ver La decadencia de Occidente, tomo III, pg.60, traduccin de Morente, edicin de Calpe, Madrid 1926.

    57 Las contradicciones entre las clases eran ya tan acentuadas que en laspoesas de Teognis, en la segunda mitad del siglo VI los adjetivos bue-no y malo no servan para clasificar el valor moral, sino para designarlas clases superiores e inferiores. Ver Gomperz. Les penseurs de la Grece,tomo II, pg. 80, traduccin de Reymond, editor Payot, Laussanne, 1905.

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    entonces propiedad de varios. En el mismo siglo VI, las gran-des cantidades de olivo que se deban exportar llevaron a unproceso semejante. El comercio y el botn de guerra no slohaban alterado la vieja organizacin, en gran parte comu-nista, de los tiempos de Homero, sino que haban diferenciadoentre s a los mismos ciudadanos. As, por ejemplo, de los dosgimnasios que funcionaban en las afueras de Atenas, en elsiglo VI, para la educacin militar de los jvenes, uno de ellosla Academia estaba destinado a los ms patricios, y el otroel Cinosarges a los de situacin algo inferior.

    Con el aumento en las riquezas, el nmero de esclavos cre-ci rpidamente:58 por cada ciudadano libre se contaba por lomenos dieciocho esclavos y ms de dos metecos (extranjeros ylibertos equivalentes ms o menos a los periecos de los espar-tanos). Para mantener a raya semejante ejrcito de esclavosera imposible prescindir de la nobleza de armas. Al Estado,servidor de la nobleza, le interesaba por eso fundamental-mente la preparacin fsica de sus ciudadanos de acuerdo a lasvirtudes que sobre todo estiman los guerreros. Palestras,gimnasios, institucin de los efebos, todo estaba preparadopara ello. Las representaciones en el teatro, las conversacio-nes en los banquetes, las discusiones en el Agora59, reforza-ban en los jvenes la conciencia de su propia clase como clasedominante. Al terminar el perodo de efebo, un examen deestado comprobaba hasta dnde haba llegado su educacin

    58 Sobre el nmero de esclavos en Atenas ver E. Cicotti: El ocaso de laesclavitud en el mundo antiguo, tomo I, pg. 157, traduccin de Domen-gue, editor Heinrich, Barcelona. En igual sentido, Barbagallo: op. cit.,pg. 24.

    59 La universidad griega era la ciudad y la ciudad griega era una universidaduna Kultur Staat, como dicen los alemanes. Davidson. Aristotle andthe Ancient Educational Ideals, pg. 90.

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    tanto en el manejo de las armas como en la comprensin delos deberes del ciudadano.

    Lo mismo que entre los espartanos, el desprecio por el tra-bajo era completo. Cierto es que en otros tiempos Ulises fuecapaz de fabricar su casa y su lecho y de probar repetidas ve-ces su pericia en la construccin de barcos y de arados. Ciertotambin que su esposa bordaba telas con sus propias manos yque sus hijas hijas de reyes iban al ro o a la fuente a lavarla ropa de la casa.60 Los dominios no eran todava muy exten-sos y el propietario y su familia los trabajaban muchas veces ala par de sus esclavos. Tampoco eran stos numerosos, y susituacin estaba lejos de ser desesperada. Se los trataba confamiliaridad y quizs con afecto.

    Pero a medida que el propietario fue extendiendo sus do-minios se fue alejando ms y ms del trabajo directo de sustierras, y del trato afable a sus esclavos. Confiadas a los ciuda-danos de esclavos intendentes que les hacan producir las ren-tas para el amo, las tierras no reciban sino muy rara vez lavisita del rico propietario.

    Los antiguos, cierto es, continuaron celebrando la agricul-tura como a la madre y nodriza de las artes, pero no hay queolvidar que la tierra fue entre ellos la forma fundamental de lariqueza 61 y que el labrador elogiado por Jenofonte no es elque trabaja la tierra con sus brazos sino el que dirige y alientaa sus trabajadores como un general a sus soldados. El que

    60 Croiset: Las democracias antiguas, pg. 22, traduccin espaola de Can-damo, editor Ruiz, Madrid, 1911.

    61 Todo lo que es esencial a la vida, la tierra lo proporciona a los que lacultivan. Xenophon: Ocuvres compltes, tomo I, pg. 151, traduccinTalbot, editor Hachette. Pars, 1879.

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    quiera ser buen labrador, dice, debe procurarse capatacesdciles y activos.62

    Claro est que a medida que esos obreros dciles y acti-vos (los esclavos) aumentaban, el labrador propietario noslo se distanciaba de sus tierras, sino que empezaba a mirarcomo propio de esclavos o de pobretes el trabajo directo de latierra y cualquiera otra forma de trabajo.

    La divisin del trabajo fundada en la esclavitud, haca in-compatible el ejercicio de un oficio con la consideracin quese debe a s mismo un gobernante. Los trabajadores son casitodos esclavos, sentencia Aristteles. Nunca una repblicabien ordenada los admitir entre los ciudadanos, o si los ad-mite, no les conceder la totalidad de los derechos cvicos,derechos que deben quedar reservados para los que no nece-sitan trabajar para vivir.63

    Aun para los ojos de Pericles y Platn, Fidias no pasaba deser ms que un artesano,64 y por eso Aristteles proscribeterminantemente de la enseanza de los jvenes nobles lasartes mecnicas y los trabajos asalariados: porque no slo al-teran dice la belleza del cuerpo, sino porque quitanadems al pensamiento toda actividad y elevacin.65

    62 Xenophon: ob. cit., pg. 175 y 177.63 Aristote: Politique, pg. 139. En igual sentido ver pgs. 265266 y 92

    93.70 Aristote: Politique, pg. 139. En igual sentido ver pgs. 265266y 9293.

    64 Messer: Historia de la pedagoga, pg. 39, traduccin de Snchez Sarts,editorial Labor, Barcelona, 1930. 71 Messer: Historia de la pedagoga,pg. 39, traduccin de Snchez Sarts, editorial Labor, Barcelona, 1930.

    65 Aristote, Politique, pg. 265266. En las pginas 9293 ya haba dicho:En un estado bien constituido los ciudadanos no deben tener que ocupar-se de las primeras necesidades de la vida; eso es un punto que todo elmundo admite.72 Aristote, Politique, pg. 265266. En las pginas9293 ya haba dicho: En un Estado bien constituido los ciudadanos no

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    Aunque sometidos a una disciplina menos brutal que la deEsparta, los jvenes de Atenas seguan viendo en la guerra suocupacin fundamental, y en el despotismo la ms perfectaforma de gobierno. La insolencia de las gentes que componanlas clases directivas,66 aun de los mismos que pasaban poramigos del pueblo, ha quedado bien marcada en las figuras deAlcibades y Midias.

    Los desplantes de Alcibades son demasiado conocidos parainsistir en ellos: ni qu hablar pues del lujo fastuoso de suscoches y caballos, ni de cmo usaba en su propia mesa las co-pas de otro que la ciudad destinaba a las ceremonias, ni tam-poco de cmo por ganar una apuesta no tuvo miramiento endar un bofetn a un hombre ilustre que apenas conoca.67 Me-nos refinado que Alcibades, pero no menos insolente, Midiasgustaba de ostentar su lujo y de mostrar a los otros que la for-tuna es una potencia. Desgraciado de aqul que le ofenda;pero l se otorgaba el derecho de ofender impunemente aquien le disgustaba.68

    Aristteles tena razn de sobra para decir que en cuantola constitucin asegura a los ricos la superioridad poltica nopiensan ms que en satisfacer su orgullo y su ambicin.69 Mu-

    deben tener que ocuparse de las primeras necesidades de la vida; eso esun punto que todo el mundo admite.

    66 Los oligarcas deberan renunciar a prestar juramento como los que ahoraprestan; porque he ah los juramentos que en nuestros das hacen en algu-nos estados: . Aristote: Politique, pg. 441.

    67 Plutarco: Vidas paralelas, tomo III, pgs. 17, 19, 14.68 Weil: Les plaidoyers politiques de Demosthne, pg. 91, editor Hachette,

    Pars, 1883. Demstenes aseguraba en la querella contra Midias que lossimples ciudadanos son demasiado dbiles para resistirle individualmente;pero reunidos en asamblea judicial pueden castigarlo, pg. 100.

    69 Aristote: Politique, pg. 247.

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    chos deban ser esos gobernantes a quienes tambin aludeAntstenes en el Banquete, de Jenofonte: Tan sedientos deriqueza asegura que son capaces de cometer crmenesque avergonzaran a los ms necesitados.70 Despus de refe-rirse a la lentitud en la injusticia y en los procedimientos enAtenas, el mismo Jenofonte pronuncia en otra oportunidadestas palabras de sentido no dudoso: Algunos dicen sin em-bargo, que el senado o el pueblo atienden con prontitud encuanto ven dinero. Con dinero, estoy de acuerdo en eso, sehacen muchas cosas en Atenas, y se haran muchas ms si fue-sen tambin ms los hombres con dinero.71

    No en vano el poeta Menandro cantaba al oro en uno desus versos; al oro dice, que vuelve siervos a los libres, peroque abre tambin las puertas de infierno,72 que el joven ate-niense escuchaba por lo comn en los banquetes, en los prti-cos, en el hogar, en el gora. Qu opinin tenan respecto delhombre y de la vida, y, por lo tanto, qu ideal de educacinconsideraban el mejor? Lo que pensaban del hombre lo haexpresado Aristteles con extrema nitidez en una sentenciafamosa que ha sido por desgracia muy mal interpretada: Elhombre dijo es por naturaleza un animal poltico.73 Pol-tico, entindase bien, y no social como se le ha traducido

    70 Xenophon: Ocuvres compltes tomo I. pg. 22. Ver tambin en el tomo I,pg. 76, cuando dice Scrates al hijo de Pericles que los atenienses pre-fieren una ganancia arrancada a los otros que una ayuda recproca.Igualmente, tomo II, pg. 468.

    71 Xenophon: Ocuvres compltes, tomo II. pg. 49.7972 Menander: Fragments, pg. 100, edicin Didot, Pars.73 As la traduce textualmente Thurot: La morale et la politique dAristote,

    pg. 10, editor Didot, Pars, 1824. Pero luego aade entre corchetes, paraaclarar el texto, lo siguiente: es decir destinado a vivir en sociedad, loque es falso.

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    muchas veces falseando su intencin violentamente.74 Porqueanimal poltico tiene en Aristteles una significacin biendistinta de la que los modernos podramos atribuirle. Polticoderiva de polis, que quiere decir ciudad, es decir, la formasuprema a que lleg el Estado entre los griegos. De modo puesque para Aristteles la esencia del hombre resida en su capa-cidad para ser ciudadano, y como la ciudadana no era privile-gio sino de las clases dirigentes, he aqu a dnde viene a pararla famosa expresin del estagirita: Slo es hombre el hombrede las clases dirigentes.75

    Formar el hombre de las clases dirigentes, ese fue el idealde la educacin en Grecia; y cuando el mismo Aristteles defi-ne en otra oportunidad a la nobleza como antigua riqueza yvirtud76 nos volvemos a encontrar con el mismo pensamientoexpresado todava de manera ms precisa. Lo de antigua ri-queza aplicado a los nobles distingua muy bien en la inten-cin de Aristteles las viejas riquezas de los terratenientes, delas nuevas riquezas de los comerciantes e industriales queempezaban ya a elevarse frente a aquellos. Lo de la virtud,que a continuacin le aade, exige una aclaracin. Qu en-tenda Aristteles por virtud, aret? Dejo la respuesta en

    74 Barthelemy Saint Hilaire, por ejemplo: el hombre es un ser sociable, pg.7, de la edicin Dumont, ya citada.

    75 Marx da esta misma interpretacin. Ver El Capital tomo I, pg. 249, nota 1en la traduccin de Justo, Buenos Aires, 1918.

    Sidney Hook: Pour comprende Marx. pg. 81, traduccin de Mario Rietti,editor Gallimard, Pars, 1936, dice: Aristteles defina el hombre comoun animal poltico, lo que significa literalmente un animal ciudadano quehabita en la ciudad.

    76 He aqu el prrafo completo Muchas gentes, por el solo hecho de que sunacimiento es ilustre, es decir, que poseen la virtud y la riqueza de sus an-tepasados que les asegura la nobleza, se creen en razn de esa sola des-igualdad muy por encima de la igualdad comn. Traduccin BarthelemySaint Hilaire, pg. 395.

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    labios de Thomas Davidson, agudo historiador burgus de laeducacin del pueblo griego: la clase desahogada dice seconsider a s misma sin ms deberes que gobernar a las otrasclases y cultivar la virtud (aret), trmino que, aun cuandosignific diferentes cosas en diferentes tiempos, siempre im-plic aquellas cualidades que capacitan a un hombre para go-bernar.77

    Para los griegos, pues, virtud no signific nunca valormoral, y nunca tampoco a no ser en el declinar de la vidagriega se atribuy la virtud a un hombre que no tuvieranoble cuna y riqueza territorial.78 Es lo que se desprendetambin de este otro pasaje de Aristteles: El aprendizaje dela virtud es incompatible con una vida de obrero y de artesa-no.79

    En los primeros tiempos de la vida ateniense, cuando entrelos Aquiles y los Agamenn uno solo entre cien saba leer yescribir, la virtud del hombre de gobierno no estuvo muydistante del ideal guerrero y brutal de los espartanos. Peroms adelante, cuando la sociedad fue complicando su estruc-tura y el trabajo del esclavo asegur a las clases directivas unbienestar cada vez ms acentuado, otros elementos se incor-

    77 Davidson: La educacin del pueblo griego y su influjo en la civilizacin,pg. 61, traduccin de Juan Vina, edicin de La Lectura, Madrid. Conrespecto al sentido exacto de la palabra Virtud con que habitualmentese traduce la palabra griega aret que emplea Aristteles ver una expli-cacin ms detallada en Davidson: Aritotle and the Ancient EducationalIdeals, pg. 8, editor Schibner, New York, 1907.

    78 Davidson: La educacin del pueblo griego y su influjo en la civilizacin,pg. 66.

    79 Aristote: Politique, pg. 29. Trabajar dice en la misma pgina en lascosas indispensables de la vida para la persona de un individuo es ser es-clavo: trabajar para el pblico es ser obrero y mercenario.

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    poraron al ideal de la virtud.80 Desvinculadas totalmente deltrabajo productivo, fueron poco a poco considerando las acti-vidades alejadas de la prctica y de la necesidad como las ver-daderamente distintivas de las clases superiores. El tiempodedicado a esas ocupaciones y las ocupaciones mismas fueroncalificados con una palabra intraducible, diagogos, pero quesignifica algo as como ocio elegante, juego noble, reposodistinguido. Y como las concepciones religiosas reflejan pasoa paso los movimientos de la sociedad que las produce, losdioses batalladores y guerreros de las pocas brbaras fueroncediendo el paso a otros dioses equilibrados y serenos quesaboreaban en el Olimpo una vida de perpetuo diagogos.

    A partir de ese momento la teora no slo se afirm frentea la prctica sino que se present adems como su corona-cin. Pero si por el camino de la teora se llegara en breve a lafilosofa, el arte y la literatura todo eso en fin que los ate-nienses dieron en llamar msica porque estaba bajo los aus-picios de las musas no hay que olvidar en ningn momentoque por vida prctica un noble no entenda nada parecido alas preocupaciones de nuestro trabajo, sino por un lado, losdeberes de marido, de padre y de propietario; por el otro, losquehaceres cvicos y religiosos del gobierno.

    Al mismo tiempo que fue creciendo este aspecto diaggicoen la vida del ateniense noble, empez ste a sentir como unanecesidad para sus hijos en auxilio de una nueva institucin

    80 Desde que nuestro padres pudieron gustar las dulzuras del ocio a conse-cuencia de la prosperidad se entregaron con un magnfico ardor a la vir-tud; orgullosos de sus triunfos pasados y de sus xitos desde las guerrasmdicas, cultivaron todas las ciencias con ms pasin que discernimientoy llevaron hasta el arte de la flauta a la dignidad de una ciencia. Aristote:Politique. Traduccin Barthelemy Saint Hilaire, pg. 284.

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    que hasta ahora no hemos encontrado: la escuela que enseaa leer y escribir.

    Fundada, segn se cree, en los alrededores del 600 antesde J.C., la escuela elemental vena a desempear una funcinpara la cual ya no bastaba ni la tradicin oral ni la simple imi-tacin de los adultos. El gobierno de una sociedad complicadacomo la de Atenas exiga algo ms que la direccin de uncampamento como Esparta, y aunque parece que ya funcio-naba desde tiempo atrs algunas contadsimas escuelas enque los metecos y los rapsodas enseaban a fijar mediantesignos los negocios y los cantos, no es menos cierto que recina partir de esa poca las letras, como se deca por entonces, seincorporaron a la educacin de los euptridas o nobles.

    Capaces de gozar de la poesa, del arte y de la filosofa degozar el ocio digno esos nobles no olvidaban, lo repito,que seguan siendo guerreros ante todo. A la palestra por lamaana, a la escuela de msica por la tarde, sus hijos pasa-ban, alternativamente de las manos del citarista a las manosdel paidotriba, y si bien el nombre de aqul ilustra de inmedia-to sobre cierto aspecto de la educacin infantil, el nombre deeste ltimo que en griego significa golpeador de niosdice bien a las claras que la enseanza militar haba perdidomuy poco de su antigua rudeza.

    Lo que acabamos de decir sobre el carcter de clase de laeducacin ateniense parece no estar de acuerdo con algunosotros hechos que en su apariencia lo contradicen. Se ha dicho,en efecto, que en Atenas por lo menos, en la Atenas ante-rior a Pericles la educacin era libre y que el Estado no in-tervena ni en la designacin de los profesores ni en las mate-rias que enseaban. Slo a partir de los 18 aos, el joven ate-niense, transformado en efebo, pasaba a ser dirigido por elEstado, y como la efeba era una institucin de perfecciona-miento militar y cvico, se podra deducir con aparente razn

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    que el Estado tomaba nicamente a su cargo la enseanzasuperior de la guerra y de las funciones del gobierno. Justo esdecir que las escuelas elementales estaban dirigidas todas porparticulares a los cuales el Estado no exiga ninguna garanta;como es cierto tambin que la ausencia de programas oficialesdejaba a los maestros en aparente libertad.81

    Pero no es menos cierto tambin que el Estado reglamen-taba el tipo de educacin que el nio deba recibir en la familiay en las escuelas particulares;82 que una ordenanza de policacuidaba en las escuelas la moderacin y la decencia; que unmagistrado llamado Sofronista vigilaba en las reuniones de losjvenes el respeto a las conveniencias sociales; que el Arepa-go, adems, no los perda de vista un solo instante y que, porencima de todos, celoso y terrible, el Arconterey de quienha dicho Renn que desempeaba las funciones de un inquisi-dor espiaba la menor infraccin al orden y a las leyes, a lareligin y a la moral. Desde que un hombre crece, y puestoque las leyes le ensean que hay dioses, no cometer jamsninguna accin impa ni pronunciar discursos contrarios a lasleyes, sentencia Platn con claridad. Y para no dejar la msmnima duda sobre su pensamiento aade pocas lneas msabajo: nosotros damos por fundamento a nuestras leyes laexistencia de los dioses.83

    81 Girard: Leducation athenienne, en Dictionnaire des antiquits grecques etromaines, de Derenberg et Saglio, pg. 473 lere partie.

    82 Homero, por ejemplo, serva de texto en todas. En opinin de los griegosHomero haba escrito para agradar, pero ante todo para ensear. Se leconsideraba por eso como el educador por antonomasia. La Odisea, enespecial, era apreciada como una coleccin de buenos consejos y hastade buenas recetas para la vida cotidiana. Ver Berard: Introduction alOdyse, tomo II, pg. 237 y 241, edicin de Les Belles Lettres. Pars,1924.

    83 Platn: Les Lois, en Ocuvres completes, tomo VIII, pgs. 212 y 217.

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    La libertad de enseanza no implica pues la libertad dedoctrinas. El maestro no conformaba sus discpulos de acuer-do a su propio parecer; deba formar en ellos a los futurosgobernantes e inculcar por lo mismo, el amor a la patria, a lasinstituciones y a los dioses.

    Pero la libertad de enseanza no slo echaba sobre loshombros de los particulares los gastos de una institucin queel Estado no costeaba, sino que reportaba a las clases domi-nantes una ventaja de primer orden. El Estado cerraba la en-trada de los gimnasios a los nios que haban cursado los es-tudios en las escuelas y palestras particulares. Con lo cual elEstado al servicio de la aristocracia terrateniente, conseguados propsitos fundamentales: que los pequeos propietarios