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EFECTO DE ENSAMBLES DE LEÑOSAS NATIVAS EN LA RESTAURACIÓN DEL BOSQUE MESÓFILO TESIS QUE PRESENTA ANA ISABEL SUÁREZ GUERRERO PARA OBTENER EL GRADO DE DOCTOR EN CIENCIAS EN ECOLOGÍA Y MANEJO DE RECURSOS NATURALES Xalapa, Veracruz, México 2008 1

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EFECTO DE ENSAMBLES DE LEÑOSAS NATIVAS EN LA RESTAURACIÓN DEL BOSQUE MESÓFILO TESIS QUE PRESENTA ANA ISABEL SUÁREZ GUERRERO PARA OBTENER EL GRADO DE DOCTOR EN CIENCIAS EN ECOLOGÍA Y MANEJO DE RECURSOS NATURALES Xalapa, Veracruz, México 2008

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RECONOCIMIENTOS

A mis amigos, compañeros y maestros Griselda Benítez y Miguel Equihua quienes me

dieron acogida para una estancia sabática, en el entonces Departamento de Ecosistemas

Templados, durante la cual se concretó mi participación en uno de los proyectos, que derivaría

en esta investigación doctoral. Esta estancia me permitió adquirir la seguridad para emprender

los estudios de Doctorado, mediante las horas de discusión, así como a tramitar el financiamiento

necesario para la ejecución de la tesis.

A lo largo de este proceso ocurrieron numerosas situaciones familiares difíciles que pude

sortear gracias a la tolerancia y comprensión tanto de las autoridades del INECOL, como de la

Universidad Veracruzana.

Este trabajo se realizó con el apoyo financiero otorgado al Proyecto: “Plantas leñosas nativas

para restauración de áreas deterioradas en Veracruz”, por SIGOLFO-CONACyT, clave 97-06-

002-V, con apoyos concurrentes de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) -Central

Termoeléctrica ALM, Tuxpan, Ver.-, la Secretaría de Desarrollo Agropecuario (SEDAP) -Dirección

de Desarrollo Forestal- y la Universidad Veracruzana (UV) -Facultad de Ciencias Agrícolas, Xalapa

(FCA-X)-.

No puedo dejar de agradecer a la Universidad Veracruzana por haberme descargado de mi

labor docente durante varios periodos para llevar a término los cursos de Doctorado y la elaboración

de mi tesis. También agradezco al Programa de Mejoramiento del Profesorado (PROMEP) que me

otorgó la beca UVER 99-02-01 (84) durante dos años.

Finalmente, estoy en deuda con Chán y José Pablo, quienes me acompañaron en este muy

largo trance ayudándome en el campo y concediéndome tiempo y espacio para dedicarlos a mi

trabajo de doctorado.

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INDICE Declaración ................................................................................... ¡Error! Marcador no definido. Reconocimientos............................................................................................................................. 4 Indice............................................................................................................................................... 5 Lista de figuras y cuadros ............................................................................................................... 7 Resumen ........................................................................................................................................ 7 Capítulo 1 Introducción general .................................................................................................................... 9

1.1. Consecuencias de la remoción de la cobertura vegetal.................................................... 10 1. 2. Reforestación y restauración .......................................................................................... 11 1.3. Especies leñosas: nativas o exóticas ............................................................................... 14 1.4. Restauración con ensambles........................................................................................... 17 1.5. Bosque mesófilo de montaña.......................................................................................... 18 1.6. Objetivos ....................................................................................................................... 20 1.7. Hipótesis ....................................................................................................................... 21 1.8. Area y sitio de estudio .................................................................................................. 24 1.9. Rasgos generales del trabajo experimental ................................................................... 25 1.10. Organización de la tesis.................................................................................................. 26 1.11. Literatura citada ............................................................................................................ 27

Capítulo 2 Aplicación de las teorías de sucesión secundaria y de ensamblaje en la restauración del bosque mesófilo ..................................................................................................................... 34

2.1. Antecedentes sobre restauración................................................................................... 35 2.2. Teoría del ensamblaje aplicada a restauración ............................................................. 37 2.3 Sucesión secundaria ...................................................................................................... 41 2.4. La sucesión en el bosque mesófilo en Mexico ............................................................. 45 2.5. Algunos escenarios alterados en el bosque mesófilo México....................................... 59 2.6. Restauración del osque mesófilo de Veracruz central .................................................. 66 2.7. Literatura citada ............................................................................................................ 71

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Capítulo 3 Experimental tree assemblages on the ecological rehabilitation of a cloud forest in Veracruz, Mexico ........................................................................................................................ 80 Capítulo 4 Rehabilitación de algunas propiedades químicas de los suelos y del bosque nublado en México con ensambles experimentales de leñosas nativas y Casuarina equisetifolia .......... 94

Resumen.................................................................................................................................... 96 Introducción .............................................................................................................................. 96 Métodos................................................................................................................................... 100 Resultados ............................................................................................................................... 104 Discusión................................................................................................................................. 105 Conclusiones ........................................................................................................................... 109 Literatura citada ...................................................................................................................... 110

Capítulo 5 Discusión y conclusiones generales.......................................................................................... 119

5.1. Particularidades de la investigación............................................................................ 120 5.2. El trabajo en relacion a estudios de restauración........................................................ 121 5.3. Respuesta de las especies al ambiente degradado ...................................................... 122 5.4. Ensambles en la organización del ecosistema ............................................................ 122 5.5. Efecto de ensambles en el desempeño de las especies ............................................... 124 5.6. Efecto de Quercus y Casuarina .................................................................................. 125 5.7. Conclusiones ............................................................................................................... 126 5.8. Literatura citada general ............................................................................................. 127

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LISTA DE FIGURAS Y CUADROS Capítulo 3. Table 1. Four types of assemblage constructed with mexican cloud forest native woody species. A, B and C consisted of four species each with differing composition; assemblage E is the richest with ten species. The species selection criterion was their tolerance or intolerance of shade (T: Tolerant; I: Intolerant). Each assemblage is also identified by a name formed with the first letter of its constituent species 85

Figure 1. Assemblage effect on cumulative survival of the individuals (Kaplan Meier). P < 0.05; a<b. Assemblages A=(ECQU); B=(CLCP); C=(PCQM) and E (Richest) 87

Table 2. Assemblage effect on survival percentages by species and time of death of the individuals.

Figure 2. Cumulative proportion survival of individuals grouped in species. 87

Table 3. Relative weight of growth variables included in the two principal factors resulting from the Principal Components Analysis (PCA). The proportion of the variability explained by these two factors is 87.01%. 88

Figure 3. Temporal sequence of assemblage means of each growth variable: A=Height, B=Crown area, C= Cover index, D=Basal trunk area and E=Breast height diameter (BHD). 88

Table 4. Assemblage effect on plot growth variables and developmental indices (Factors 1 and 2) resulting from Principal Components Analysis. 89

Figure 4. Scatterplot of the two most important factors (principal components) explaining 87.01% of the variability in growthl characteristics, labeled by assemblage. 89

Capítulo 4. Cuadro 1. Ensambles de especies arbóreas nativas del bosque nublado mexicano y una exótica. A, B y C contienen cuatro especies en diferentes combinaciones; el ensamble E es el más rico, con diez especies. D está formado por dos especies nativas y una exótica. El criterio de selección de las especies fue su tolerancia o intolerancia a la sombra (T: Tolerante; I: Intolerante). Cada ensamble está identificado también por un nombre formado por las primeras letras de las especies constituyentes. 115

Cuadro 2. Efecto de los ensambles sobre los porcentajes de supervivencia y edad de muerte de los individuos 116

Cuadro 3. Valores promedio por ensamble de cada variable de desarrollo y de suelo al final del experimento; se incluyen los efectos significativos de los ensambles, obtenidos con pruebas de ANCOVA (F) y ANOVA no paramétricos (H). Valor crítico de p<0.05. a<b<c. Valores de estadístico faltantes no son significativos. 117

Cuadro 4. Valores promedio ± intervalo de confianza (95%) de las variables del suelo al inicio del experimento (1999) y al cabo de dos años (2001). 118

RESUMEN

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En una primera etapa de la rehabilitación ecológica de un sitio muy degradado en una zona de bosque nublado, se exploró el efecto de ensambles de leñosas nativas experimentales en algunas propiedades químicas del suelo, así como en el desarrollo y supervivencia de especies leñosas. Diez especies leñosas nativas y una exótica (Casuarina equisetifolia L, Amoen) fueron combinadas en cinco ensambles experimentales de distinta composición y número de especies. Se procuró su complementariedad ecológica, ya que se eligieron especies características de etapas iniciales y avanzadas de la sucesión del bosque nublado, en Veracruz central.

La experimentación con ensambles para la restauración del bosque resultó muy apropiada para detectar algunas tendencias incipientes en la operación de las comunidades y al nivel ecosistémico. Es posible apresurar la recuperación del bosque mediante la siembra directa de brinzales, combinados en ensambles, con especies de varios estados sucesionales (en referencia a su tolerancia o no a la radiación directa), evitando la fase herbácea y proveyéndolos de un sustrato más rico que el del sitio, así como de tres riegos durante la primera época seca.

La evidencia sugiere que la riqueza de especies de los ensambles influye más que su composición en las variables analizadas (área basal y de la copa, densidad de cobertura, altura y DAP), atribuible a la aparición de propiedades emergentes de organización de la comunidad. La disponibilidad de mayor espacio en uno de los ensambles, como resultado de elementos fortuitos no planteados en el experimento original, favoreció su respuesta en desarrollo y en niveles de nutrimentos del suelo más altos, sugiriendo que este factor debe ser explorado en ensayos posteriores. No puede descartarse una especie de autoaclareo a nivel comunidad como explicación a la similitud de respuestas de los ensambles de menor altura. El desempeño diferencial de cuatro de las diez especies nativas que participan en más de un ensamble, sugiere un impacto de la riqueza de los mismos atribuible a la diversificación de recursos.

Cualquiera de los ensambles puede utilizarse en la rehabilitación del bosque, dependiendo de los objetivos, ya que presentaron un éxito similar en la supervivencia de sus integrantes. El único ensamble con Casuarina es recomendable por su mayor influencia en la fijación de nitrógeno, sin embargo, por contener una especie exótica, a largo plazo podría inducir efectos indeseables.

La composición de los ensambles podría resultar crucial en la evaluación de otros factores a mayor plazo, como la colonización natural por otros elementos de la biota, el estado nutricional de los suelos o la identificación de propiedades emergentes. En las líneas de trabajo para futuros estudios se recomienda seguir experimentando con ensambles en sitios muy degradados que permitan realizar observaciones por mayor tiempo y extensión. Deben establecerse metas concretas en torno a la recuperación del sistema y monitorear la capacidad de recuperación de su estructura, funcionamiento y composición. Se sugiere evitar incluir a Cornus disciflora o a Magnolia dealbata en sitios poco sombreados, por su alta mortalidad.

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CAPÍTULO 1

INTRODUCCIÓN GENERAL

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1.1. CONSECUENCIAS DE LA REMOCIÓN DE LA COBERTURA VEGETAL

Una de las prácticas más comunes en Veracruz y, en general, en todo México, lo constituye la

remoción de la cubierta vegetal natural para la realización de actividades productivas primarias y

para el establecimiento de zonas urbanas e industriales. En algunos casos se suspende o impide en

forma permanente el crecimiento de la vegetación y, en otros, se sustituyen las especies nativas por

otras que provean de satisfactores. De esta manera, en Veracruz se ha desforestado el 65% de su

superficie (Equihua et al., en prensa), el cual corresponde no solamente a terrenos con vocación

agropecuaria, sino también forestal. Como consecuencia de la alteración de la cubierta vegetal, se

han presentado síntomas de un serio deterioro ambiental en distintos componentes de los

ecosistemas: en los suelos en la forma de erosión (Maass y García Oliva, 1990; Thornes, 1990;

Vahrson et al., 1991), mineralización (Cox y Atkins, 1979; Vázquez-Yanes, 1982) y debasificación

(Gama-Castro et al., 1990; De Salas, 1987); en las comunidades, que se manifiesta en la pérdida de

la biodiversidad (Estrada,1992; Altieri,1993) y en alteraciones al ciclo hidrológico (Barradas, 1983;

Barradas y Fanjul, 1984; SARH, Ver., 1992).

El estado de Veracruz presenta muy poca extensión con erosión severa o muy severa (0.024%

de su territorio) (SARH 1988). No obstante, la misma fuente ubica a Veracruz en el quinto lugar

nacional en el rubro de erosión ligera, con un 47.8% de su superficie afectada. Lo anterior revela

que, aunque es muy reducida la superficie con erosión severa, es muy extensa la superficie que

presenta erosión leve. Aunque a primera vista esta cifra no parezca alarmante, lo es en términos de la

pérdida de la fertilidad del suelo ya que, justamente, es en el horizonte superficial donde se

encuentra la mayor parte de las condiciones que pueden traducirse en una productividad alta. Gama-

Castro et al. (1992) aprecian este mismo hecho: una superficie con erosión severa relativamente

pequeña y una vasta extensión definida con erodabilidad alta, es decir los suelos, presentan una alta

susceptibilidad de sufrir erosión.

Los efectos de la remoción de la cobertura vegetal leñosa pueden revertirse mediante su

reposición a través de la reforestación y la rehabilitación. Está ampliamente documentada la acción

que las especies leñosas tienen en el ambiente (McKell, 1989; Granados et al., 1992; Miller, 1994).

Simplemente, por el hecho de proveer de una cubierta vegetal protegen al suelo del impacto de las

gotas de lluvias al caer. Por su carácter leñoso sus tallos son más o menos perennes, al igual que sus

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raíces, las cuales son capaces de retener grandes bloques de suelo agregado. Al proveer de materia

orgánica al suelo favorecen su estructura, la retención de nutrimentos y agua y proporcionan

microhabitats para la fauna y microbiota. Todos los aspectos anteriores favorecen que el agua de

lluvia, en lugar de escurrir superficialmente, se infiltre y abastezca los mantos freáticos profundos de

donde se extrae agua para el consumo de las poblaciones humanas.

Lo anterior muestra, por lo menos, algunas formas en que los árboles pueden afectar al

régimen climático, secuestrando agua en los mantos freáticos, impidiendo inundaciones, atenuando

la intensidad de los vientos y condensando el agua de la niebla (González-Espinosa et al., 2007). Por

otro lado, las especies leñosas proveen, con frecuencia, condiciones para el establecimiento de otras

especies (sitios para perchar y construir madrigueras, anidar, lugares para epífitas y trepadoras,

"nodricismo" (Del Castillo y Blanco-Macías, 2007), ambientes nutricionales particulares bajo su

copa y raíces (Negrete-Yankelevich et al., 2007).

1. 2. REFORESTACIÓN Y RESTAURACIÓN

La reforestación, con frecuencia, se realiza sin considerar la heterogeneidad ambiental del

territorio, las demandas ecológicas de las especies, ni las necesidades de los "usuarios" (Castillo,

1992). Existen numerosos ejemplos de fracasos en las políticas y formas de reforestación (Dehayes

et al., 1980; Paré, 1991; Orozco et al., 1993), ya sea porque no se tomaron en cuenta las condiciones

del ambiente, o porque no se eligieron las especies con un criterio ecológico, ni utilitario, lo que

conduce a fracasos en la reforestación por falta de cuidados a las plantas en los sitios sembrados

(Pérez-Salicrup, 2005).

El concepto de restauración1 ha surgido como línea de trabajo ante los fracasos en

1Otros términos relacionados con restauración, de acuerdo a Botanic Gardens Conservation International (1995), son los que siguen: Introducción. Establecimiento de una planta en un área en la cual nunca se ha registrado su ocurrencia. Reintroducción o Restitución (Reinstalación o Reestablecimiento). Liberación y manejo de una planta en un área en que antes ocurría, pero en la cual está extinta o se cree extinta. Traslocación. Transferencia de material de una parte a otra del rango de distribución de la especie o a un sitio nuevo. Reforzamiento. Una medida para incrementar el tamaño de la población o de la diversidad añadiendo individuos a una población existente. (Suplemetación, Aumentación). Reconstrucción. Puede ser necesaria donde el habitat tiene que ser reconstituido completamente o a partir de fragmentos. Revegetación o Reclamación. Creación de una comunidad completamente artificial, ya sea por razones estéticas o prácticas.

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recuperación integral de áreas deterioradas. Restauración se refiere al conjunto de prácticas

realizadas en ambientes degradados encaminadas a favorecer el retorno, lo más cercanamente

posible, a la condición del ecosistema, previa a las alteraciones (Berger, 1990), y en relación a la

restauración de bosques es: “...el reestablecimiento de bosques económicamente productivos y

ecológicamente sustentables...” (Horowitz, 1999). La Sociedad para la Restauración Ecológica

(Botanic Gardens Conservation International, 1995) es más específica definiéndola como “el

proceso de alterar un sitio intencionalmente para producir un ecosistema histórico específico. La

intención es emular la estructura, funcionamiento, diversidad y dinámica de un sistema ecológico

nativo”. Es muy común que la restauración incluya programas de reforestación con especies nativas

(Pedraza, 2003). En este trabajo me referiré a rehabilitación y a restauración en forma indistinta ya

que es muy improbable que las actividades intencionales encaminadas a recuperar la estructura,

composición y servicios ambientales de un ecosistema den lugar a sistemas idénticos a los originales

en términos de su composición (Bradshaw, 1997; Belyea, 2004).

El propósito de la restauración ecológica de un sitio deteriorado es el de procurar el

restablecimiento de la comunidad existente previa a la alteración, tanto en su estructura y

composición, como de sus flujos de energía y nutrimentos, buscando el alcance de sistemas

autosuficientes y autoperpetuables, que no requieran de intervención humana posterior (Sánchez,

2005). La idea de que puede lograrse la restauración, parte de la observación de la sucesión

ecológica natural, que ocurre cuando en una comunidad, tras presentar algún tipo de deterioro, se

restablece en forma aproximada la condición original. La sucesión se caracteriza por un

reemplazo progresivo de especies, las cuales van modificando las condiciones ambientales, en

una escala temporal variable. Ésta depende del tipo, severidad y frecuencia del disturbio o

perturbación, el tamaño del área que afecta, la distancia de las fuentes de propágulos, entre otros

factores innumerables. No obstante, el tiempo que duran los procesos sucesionales en recuperar

la estructura y dinámica de la comunidad puede llegar a ser muy largo. En una zona de bosque

mesófilo de montaña (BMM) en México, se estimó que la recuperación tardaría cerca de 150

años, en una localidad donde se retiró la vegetación para realizar actividades agropecuarias

(Arriaga, 2000). Muñíz-Castro et al. (2006) determinaron en pastizales abandonados, adyacentes

a fragmentos de bosque, que la estructura de la vegetación (respecto a la del bosque maduro)

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puede recuperarse en un periodo más corto, de entre 40 y 50 años. Otros autores, mediante

modelación de varios escenarios de extracción de leña de baja intensidad, estimaron que el área

basal podría estabilizarse en 80 a 90 años, a partir de áreas denudadas (Rüger et al., 2007). La

comunidad de macroinvertebrados, así como las funciones ecosistemicas llevadas a cabo por el

sistema suelo, podrían llevarse más tiempo en recuperarse que la composición de la comunidad

arbórea, estimada en cerca de 100 años (Negrete-Yankelevich et al., 2007).

Si se considera que la sucesión es un proceso unidireccional que puede seguir distintas

rutas hacia una comunidad madura estable (Diamond, 1975) cabe la posibilidad de acelerar el

proceso evitando algunas etapas. Con la idea de apresurarla en una de tantas direcciones

posibles, Aber (1987) plantea directrices básicas en las prácticas restaurativas considerando

como punto de partida el reconocimiento del estado de deterioro del sitio. En una localidad

donde ha sido removida la vegetación para pastoreo, el suelo compactado por maquinaria pesada

y erosionado por la falta de cobertura (como el sitio de estudio), recomienda ejecutar medidas

encaminadas a apremiar el restablecimiento de los flujos ecosistémicos, como primera medida, y

la aceleración de la sucesión secundaria en forma paralela, o subsecuente. Sugiere el uso de

medios biológicos para este fin. Entre éstos se puede recurrir, incluso, a la siembra de especies

exóticas selectas a las que se les hubieran reconocido cualidades en el rápido desarrollo de

cobertura y raíces, por su asociación con microorganismos para fijación de nutrimentos, entre

otros rasgos (Segura, 2005). El empleo de exóticas se analiza en el apartado siguiente.

En condiciones naturales la sucesión posterior al abandono de campos cultivados que

presentaron originalmente bosques caducifolios en E.U. atraviesa por la dominancia de

herbáceas, luego de arbustivas y de otras arbóreas, antes de llegar al establecimiento de arbóreas

tardías, entre las que se encuentran algunas especies de encino (Kline y Howell, 1987). Existe

evidencia de que en estos sitios ha sido posible ‘esquivar’ algunos fases en la restauración y aún

así que la comunidad alcance una estructura estable (Aber, 1987). Ejemplo de lo anterior ha sido

el desarrollo exitoso de varias especies tardías de encino (Quercus alba, Q. rubra y Q.

macrocarpa) sembradas en espacios abiertos desprovistos de cobertura vegetal en el valle central

del Mississippi (Ashby, 1987).

En Tamaulipas, México, el patrón de sucesión natural de la vegetación del BMM no ha

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sido documentado en sitios abiertos; en campos agrícolas abandonados es similar al del bosque

caducifolio mencionado. Dominan en el primer año las herbáceas; arbustivas y arbóreas están

presente en muy bajas densidades y sólo Sapindus saponaria rebasa los dos metros de altura. A

partir del segundo año, en forma combinada, prevalecen arbóreas y arbustivas, distinguiéndose

cierta estratificación, donde Liquidambar, Quercus sartorii y Cersis canadensis miden más de 5

metros de altura (aparentemente éstas rebrotan de tocones que no fueron retirados cuando se

destinaron los suelos a la agricultura). En el octavo año ya son francamente dominantes las

arbóreas, mientras que los estratos arbustivo y herbáceo presentan una cobertura más escasa que

al inicio (Reyes y Breceda, 1985). En Oaxaca, México, esta dominancia se presenta entre los 10

y 15 años después de la alteración (Del Castillo y Blanco-Macías, 2007).

Dada la similitud en la tendencia sucesional en la comunidades mencionadas, en campos

abandonados y abiertos podría acelerarse la sucesión introduciendo especies arbóreas al inicio,

como práctica restaurativa, de manera similar a la siembra de encinos en el valle central de

Mississippi. Pese a que pudiera pensarse que dichas especies tenderían a fracasar por encontrarse

fuera de su ambiente ideal, es posible que sus tolerancias ecofisológicas sean más amplias y

puedan desarrollarse con relativo éxito. En efecto, en las comunidades maduras, la distribución

local de las especies suele estar restringida (por competencia u otros factores) a algunas

porciones del gradiente de recursos en donde sobreviven mejor (Krebs, 1994). Sin embargo, es

posible que su distribución potencial sea más amplia e incluya condiciones más severas. En

restauración podrían emplearse especies tardías de la sucesión a las que se hayan identificado

atributos pioneros, por ejemplo, la tolerancia a insolación y sequía, como ocurre con algunos

encinos en el bosque mesófilo (Suárez-Guerrero, 1998). El esfuerzo de restauración puede ser un

medio para reconocer algunas dimensiones de la tolerancia ambiental real de las especies

empleadas, especialmente las del BMM cuyas amplitudes de nicho son prácticamente

desconocidas.

1.3. ESPECIES LEÑOSAS: NATIVAS O EXÓTICAS

En el Estado existe una alta diversidad de especies leñosas silvestres, cuyas potencialidades de

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uso se conocen muy poco, o la información sobre ellas se encuentra dispersa (INIREB 1970-2007;

Niembro, 1990; Castillo, 1991; Avendaño, 1996; Avendaño y Acosta, 2000; Benitez et al., 2004,

entre otras fuentes). Estas podrían utilizarse a mayor escala en programas de restauración, ya que

posiblemente se establecerían con mayor facilidad en las condiciones originales de su distribución.

Además, podrían ser claves en la regeneración del suelo degradado y como proveedores de

satisfactores a nivel local, o para exportación. Dada la potencialidad de estas especies es necesario

determinar no sólo los rasgos generales de su propagación sino su capacidad de supervivencia en

ambientes con diferentes niveles de deterioro (Vázquez-Yanes et al., 1999; Pennington y Sarukhán,

2005) y en gradientes ambientales. No obstante, es poco lo que se sabe de la mayoría de ellas.

Vázquez-Yanes y Cervantes (1993), Vázquez-Yanes (1995) y Pedraza (2003) han sugerido

emprender la selección de linajes adaptados a condiciones particulares de algunas especies nativas

pues, además, podrían constituirse en fuente de satisfactores potenciales adicionales.

El primer esfuerzo por sistematizar la información de las plantas silvestres del Estado en bases

de datos automatizadas inició con el Proyecto Flora de Veracruz (1968), teniendo actualmente más

de 200,000 registros de colectas de plantas (Castillo, 1992) y más de 80 fascículos sobre las familias,

con información de distribución, taxonomía, colectas, claves, fenología, tipo de vegetación, usos y

nombres comunes (INIREB e Instituto de Ecología, AC). En los últimos años se ha promovido el

inventario de los recursos vegetales a través de apoyos de la CONABIO (Comisión Nacional

Forestal) y SEMARNAP (Secretaría del Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca) (2000),

instancias que han dado impulso a la elaboración de inventarios de las especies leñosas nativas con

miras a la restauración de ambientes degradados (Carabias, 1995).

Respecto a especies leñosas útiles, maderables, frutales, melíferas, etc., existe información,

dispersa, generada fundamentalmente por ingenieros agrónomos, o forestales (Niembro, 1990;

Martínez y Chacalo, 1994; INEGI, 1994, etc.). Con frecuencia aporta datos sobre distribución,

apariencia, aspectos sobre las tolerancias ecológicas a factores físicos y señala rasgos del cultivo de

las especies (FAO, 1975; Ochse et al., 1982; Huxley, 1983; Webb et al., 1984; Rojas, 1985; Nicolas

et al., 1988; SARH, Ver., 1992, Pedraza, 1998, entre muchos otros). Estas obras no sólo hacen

referencia a las especies nativas, sino también a las exóticas que se han aclimatado con éxito en el

territorio veracruzano.

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Entre las políticas forestales del Estado, SEDAP (Secretaría de Desarrollo Agropecuario y

Forestal del estado de Veracruz) está propagando y reforestando con especies nativas, tanto en la

zonas tropicales, como templadas (Dorantes, 1997). Por otro lado, el INIFAP (Instituto Nacional de

Investigaciones Forestales y Agropecuarias) hace lo propio con la exploración y validación de

sistemas agroforestales. Un ejemplo es el proyecto de “Maravillas”, en Tezonapa, Ver. (Díaz

Fuentes, 1992). En este sistema se está buscando la recuperación de suelos depauperados en laderas

con la implantación de sistemas de cultivo de hasta cerca de 20 especies leñosas útiles, vaias de ellas

nativas, con edades de madurez diferentes, y capaces de proveer, además, abundante hojarasca y

raíces profundas.

Aún cuando se están haciendo esfuerzos en procurar una reforestación exitosa y restauradora,

desde los enfoques ecológicos y utilitarios, la cantidad de especies leñosas que se está manejando

todavía es muy reducida y hace falta explorar otras, menos convencionales (SEDAP, 1994). A pesar

del esfuerzo para dilucidar los rasgos ecológicos de la mayoría de las especies nativas de nuestro

país, en la mayor parte de los viveros se cultivan preferentemente especies exóticas de rápido

crecimiento y amplia tolerancia ecológica (Benítez et al., 2004). Lo anterior resulta de la

disponibilidad de sus propágulos, la facilidad de su cultivo y la relativa garantía de supervivencia

aún en condiciones que resultarían adversas para otras especies nativas.

Este tipo de especies no siempre son las más indicadas para la rehabilitación de tierras, ya sea

porque entorpecen el retorno de las especies nativas, o porque la materia orgánica que producen

resulta desfavorable para la regeneración natural, o porque no constituyen un albergue adecuado

para la fauna (Hjarsen et al., en prensa), o bien porque absorben demasiada agua del subsuelo

cuando ésta escasea, entre otros inconvenientes (Vázquez-Yanes, 1995; Loope y Stone, 1996). Es así

que, aunque la reforestación sea exitosa en cuanto a reconstituir la cobertura vegetal, la contribución

al establecimiento de otros procesos ecosistémicos y de recuperación de la biodiversidad es dudosa y

es motivo de discusión. Benítez et al. (2004) señalan que algunas de estas especies, al desarrolarse

en ambientes ‘desfavorables’ para la mayoría de las especies nativas, facilitan el desarrollo de otras

especies nativas de tolerancias ecológicas más restringidas, al atenuar las condiciones extremosas

iniciales (Parrota, 1995; Lugo, 1997). Sin embargo, el papel que juegan estas especies en diferentes

contextos puede ser diferente, por lo que su desempeño en cada condición merece una evaluación.

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1.4. RESTAURACIÓN CON ENSAMBLES

Las plantaciones monoespecíficas presentan características que, por un lado compromenten su

permanencia a largo plazo (Cox y Atkins, 1979; Segura 2005) y, por el otro, pueden tener el

inconveniente de entorpecer la recuperación de la biodiversidad nativa de la comunidad (Murcia,

1996). Las plantaciones de nativas deben organizarse en ensambles de especies cuyas propiedades

permitan su complementariedad para su mejor desarrollo en las adversas condiciones de los

ambientes degradados (Temperton et al., 2004). Morrison (1987) señala que las restauraciones se

hacen como versiones simplificadas de los modelos de comunidades que han evolucionado

naturalmente. Pueden combinarse especies nativas de etapas tempranas de la sucesión, que crecen en

ambientes soleados y empobrecidos, con especies capaces de formar asociaciones simbióticas con

microorganismos fijadores de nutrimientos. Otras características deseables es que presenten altas

tasas de crecimiento, que de inmediato protejan al suelo con una cobertura natural para el control de

la erosión, que sean de fácil propagación, que permitan el establecimiento de elementos nativos de

flora y fauna y que, una vez establecidos en el sitio, no se tornen en invasoras (Lindig y Vázquez-

Yanes, 1997).

Se ha demostrado que la selección de especies del dosel puede ejercer una influencia

significativa sobre los patrones subsecuentes de colonización por especies del bosque y es una

consideración importante en el diseño de ensambles de especies para 'catalizar' la sucesión sobre

sitios deforestados degradados (Parrota, 1995). Connell y Slatyer (1977) señalaron que el orden de

arribo de las especies en la sucesión también puede afectar el rumbo que tome la comunidad en el

futuro, ya que hay colonizadoras que podrían facilitar, inhibir o sólo tolerar a las especies que llegan

más tarde.

Diamond (1975) primero y luego Lawton (1991) expusieron la relevancia de las interacciones

interespecíficas al interior de la comunidad en recuperación sugiriendo la prevalencia de reglas de

ensamblaje que mantienen grupos de especies relacionadas. Wilson (1999) define dichas reglas

como restricciones ecológicas en los patrones observados de distribución o abundancia basados en la

presencia o ausencia de una u más especies en el ambiente, que no sólo representan la respuesta de

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las especies al medio. Es decir, surgen de las interacciones entre los componentes vivos del

ecosistema (Temperton y Hobbs, 2004). En el capítulo 2 desarrollo estas ideas con más detalle.

1.5. BOSQUE MESÓFILO DE MONTAÑA

El bosque mesófilo de montaña (BMM) o de niebla es una formación que presenta tanto

elementos leñosos perennes, como caducifolios; con abundancia de epífitas, trepadoras y

pteridofitas. Está constituído por un conjunto de asociaciones que pueden variar mucho en su

composición, dado el aislamiento de cada porción del bosque.

Esta comunidad en México se desarrolla en sitios más altos y frescos que los que ocupa la

selva tropical húmeda, y más bajos y húmedos que los del bosque de pinos, o de encinos. Las

localidades propicias para el desarrollo del bosque mesófilo de montaña (BMM) en nuestro país

están confinadas a alturas medias, de entre 600 y 2700 msnm, aproximadamente, dependiendo de

la latitud (Rzedowski, 1978). El clima en que prevalecen es el templado húmedo, cuya

precipitación media anual nunca disminuye de 1000 mm y el número de meses secos al año varía de

cero a cuatro. Se distingue porque la humedad atmosférica siempre es muy alta, prevaleciendo con

frecuencia la neblina. Prospera en algunas laderas de barlovento donde se condensan vientos

húmedos que provienen del mar suministrando abundante humedad a la comunidad en la forma

de precipitación y niebla. En el país, se distribuye a lo largo de las dos principales sierras (Sierra

Madre Occidental y Sierra Madre Oriental) en un patrón fragmentado disperso entre otros tipos de

vegetación, pues crece en sitios en que la orientación, latitud y altitud determinan las

condiciones particulares de humedad que este bosque requiere.

Por su situación geográfica en la zona de contacto entre las reinos biogeográficos holártico y

neotropical, se constituye con una mezcla de componentes boreales y meridionales, al que se añade

el endémico: por ejemplo, de las 178 especies de vertebrados que presenta, 56 son endémicas al

mismo, es decir, 31% (el porcentaje más alto en cuanto a tipo de comunidad) (Flores y Gerez, 1988);

respecto a la flora, Rzedowski (1996) estima que del 2 al 12% de sus géneros son endémicos, lo

mismo que del 30 al 60% de las especies. En el estrato arbóreo (y entre las trepadoras) se mezclan

elementos tanto de afinidad tropical, como templada, siendo más importantes los segundos; mientras

que en los estratos bajos, y de epífitas, predominan los meridionales. A latitudes menores la

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importancia relativa de los elementos boreales disminuye y la proporción de elementos meridionales

aumenta. Ésta es una comunidad muy antigua, que tuvo una distribución más extensa en el pasado

(Plioceno Medio) y actualmente sólo ocupa entre el 0.5 y 1% en la superficie del país (cerca de la

mitad del área de distribución original), por lo que es crucial su conservación, ya que alberga la

mayor concentración de especies por unidad de área (riqueza) del país; Rzedowski estima que

incluye a cerca de 2500 especies vegetales, que representan alrededor de la décima parte de la flora

del país. La historia y ecología del bmm del centro de Veracruz han sido descritos recientemente por

Williams-Linera (2007), quien ha conducido más de 100 trabajos de investigación en la zona.

La composición de especies es diferente en cada fragmento y difiere mucho de una región

a otra, lo mismo que la dominancia, fenología, la fisonomía y hasta la estructura, sin embargo, el

patrón de afinidades fitogeográficas de los elementos que la componen se mantiene (Rzedowski,

1996). El estrato arbóreo en general está dominado principalmente por géneros boreales (Acer,

Alnus, Carpinus, Cornus, Fagus, Juglans, Liquidambar, Ostrya, Platanus, Quercus, Tillia,

Ulmus), mientras que el arbustivo y el sotobosque presentan en su mayoría vínculos

meridionales, lo mismo que las epífitas (Rzedowski, 1978; Luna et al., 1988).

Respecto a los patrones de destrucción del habitat en Veracruz. el BMM no es la excepción.

Actualmente, el paisaje incluye fragmentos de vegetación en diversos grados de alteración,

alternando con grandes extensiones cultivadas o dedicadas a la ganadería (Williams et al., 2002).

Los manchones de bosque generalmente se encuentran en cañadas o confinados a las cimas de los

cerros, casi siempre sobre laderas demasiado pronunciadas para que se establezcan otras actividades

productivas (Zolá, 1987). Echeverría et al. (2007) han formalizado la evaluación de la cobertura

vegetal del bosque nublado del centro de Veracruz a partir de la contrastación de imágenes

satelitales, fotografías aéreas y sistemas de información geográfica de 1984 y 2000. Revelan que en

ese periodo ha habido una reducción del bosque de alrededor del 26%; lo que equivale a una pérdida

anual del 2%, atribuible al aclareo preferente en zonas de alta fertilidad local, en los bordes de

fragmentos y cercanas a poblados. Por otro lado, señalan que el área total de bosque en sucesión

secundaria, a partir de cultivos abandonados, ha aumentado.

Lo anterior ha consistido en una oportunidad para poner en práctica actividades para la

conservación de la biodiversidad y de los servicios ambientales del sistema. Ya sea, mediante la

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protección de sitios degradados, en donde la recuperación ocurre pasivamente, o realizando prácticas

de restauración a varias escalas con la finalidad de revertir el deterioro (Alvarez-Aquino et al.,

2007).

Las medidas conducentes a acelerar el proceso de recuperación del bosque mesófilo en el

centro de Veracruz han sido variadas. Abarcan desde la siembra directa de semillas (Pedraza y

Williams-Linera, 2005), el establecimiento temprano de plántulas de árboles nativos (Pedraza y

Williams-Linera, 2003; Alvarez-Aquino et al., 2004), de plantaciones de restauración y empíricas

(Alvarez-Aquino et al., 2007) hasta el empate de las especies con sitios adecuados para su

establecimiento (Suárez-Guerrero, 1998; Ramírez-Bamonde et al., 2005). Uno de los aspectos que

no ha sido explorado aún es la plantación de combinaciones distintas de especies con el fin de

comparar su desempeño y su efecto en algunos elementos del suelo. No se ha formalizado tampoco

la evaluación de la inclusión de alguna exótica de rápido crecimiento, en ensambles con nativas.

Estos aspectos constituyen el eje central de la tesis y serán abordados mediante un experimento.

1.6. OBJETIVOS

OBJETIVO GENERAL

Explorar el efecto de ensambles constituidos por especies leñosas nativas en la restauración de

un área degradada donde hubo bosque mesófilo de montaña en el centro de Veracruz.

OBJETIVO 1

Comparar el efecto de los ensambles sobre el establecimiento de los árboles y de algunos procesos

del ecosistema (acumulación de nutrimientos y materia orgánica).

OBJETIVO 2

Examinar el efecto de Casuarina equisetifolia como presunta facilitadora del desarrollo de nativas

dentro de uno de los ensambles.

OBJETIVO 3

Evaluar el desempeño de las especies que participan en varios ensambles de distinta composición y

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riqueza.

1.7. HIPÓTESIS

En este esfuerzo de restauración se exploran varias líneas generales de investigación que

orientarán estudios posteriores más finos. Dichas líneas corresponden a las siguientes hipótesis

de trabajo:

HIPÓTESIS 1: Los ensamblajes integrados por especies leñosas nativas de estados tempranos y

tardíos de la sucesión se establecerán exitosamente en condiciones degradadas.

La combinación de especies en ensamblajes establecerá condiciones que atenúen la

severidad de un ambiente muy asoleado y de escasa humedad. Algunas leñosas tempranas de la

sucesión (las heliófiltas Erythrina, Cornus, Liquidambar y Platanus) presentan rápido

crecimiento y amplia tolerancia a ambientes soleados (lo mismo que Casuarina ) por lo que

tenderán a crecer más rápidamente que las de estados tardíos, y de tolerancias más limitadas a las

elevadas intensidades de radiación que imperan en el sitio abierto (Quercus, Ulmus, Magnolia,

Clethra y Podocarpus). En el lapso comprendido en el estudio las heliófitas tenderán a presentar

follajes más extensos y alturas mayores que las especies del segundo grupo, lo que producirá un

microambiente propicio para la supervivencia de estas últimas. Por otro lado, la producción de

follaje en varios estratos atenuará el efecto erosivo de la lluvia al caer. La complementaridad de

especies heliófitas con las tolerantes a la sombra favorecerá su coexistencia, por lo menos en el

corto plazo, como sucede en la sucesión en donde ocurren juntas (Breceda y Reyes, 1990).

Cada ensamblaje, al proveer de coberturas y sistemas radiculares de diversa extensión,

densidad y profundidad, propiciará en el suelo una recuperación de nutrimentos, un aumento de

la porosidad, el mejoramiento de la estructura y la protección mecánica del mismo, en un tiempo

más corto que el que se llevaría durante la sucesión natural (Aber, 1987). En forma paralela a la

recuperación del suelo y la apertura de nuevos nichos se espera un restablecimiento natural de

los organismos del suelo y de la vegetación herbácea y arbustiva.

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HIPÓTESIS 2: Ensamblajes con mayor riqueza de especies tenderán a tener mayor impacto

sobre algunos procesos ecosistémicos, como la acumulación de nutrimentos, que ensamblajes de

menor cantidad de especies.

Dicha tendencia ha sido sugerida por experimentos realizados con ensamblajes de

cantidades variables de especies herbáceas (Tilman et al., 1997 y Hooper y Vitousek, 1997).

Esto es consistente con varios mecanismos de diferenciación de nichos y coexistencia. En efecto,

una mayor riqueza de leñosas permitirá el acceso a una proporción mayor de los escasos recursos

locales, algunos de los cuales podrían estar disponibles para unas especies, pero para otras no.

Cada especie empleará los recursos del ambiente en una forma, cantidad y tiempo particulares.

HIPÓTESIS 3: Los ensamblajes que contengan a Quercus sp. tendrán mejor desempeño en

términos de su propio desarrollo y supervivencia.

A pesar de que la mayoría de los encinos son considerados como especies primarias se han

sugerido como especies clave en la rehabilitación y restauración de bosques, pues aunque no se

consideran especies pioneras, pueden incorporarse en etapas tempranas de la sucesión secundaria

(Vázquez-Yanes et al., 1999), en virtud de su tolerancia a variados regímenes lumínicos (Suárez-

Guerrero, 1998) y porque son comunes los rebrotes de los tocones (González-Espinosa et al.

2006). Q. crispipilis no parece regenerarse bajo la sombra característica del bosque montano de

pino-encino maduro. Incluso, la fragmentación del hábitat, provocada por la transformación del

bosque a actividades antropogénicas, podría facilitar su regeneración natural en zonas abiertas

excluidas a la ganadería (Quintana-Ascencio et al., 2002).

La importancia de los encinos en el BMM no sólo radica en su abundancia sino también en

que son capaces de albergar y proveer alimento a numerosas especies de animales, ya que

contribuyen con cerca de la mitad de la biomasa de hojarasca del bosque (Tolome et al., 2000).

Pueden albergar importantes cantidades de epífitas, entre líquenes, musgos y fanerógamas

grandes (Rzedowski, 1978; Vázquez-García, 1993; Hietz y Hietz-Seifert, 1994; Flores, 1995),

así como de alimentar, por lo menos en forma temporal, a numerosas especies de mamíferos

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(Quintana y González Espinosa, 1990; Sork, 1993; Müller-Usling, 1994; Crawley y Long, 1995),

aves e insectos (Crawley, 1992), los cuales pueden dispersar propágulos de ambientes prístinos a

los sitios deteriorados. Como simbiontes de hongos micorrícicos es notable su papel

considerando el volumen y riqueza de las interacciones; Chacón et al. (1995) registraron que

cerca de la mitad de las especies de hongos micorrícicos del BMM de Xalapa están asociadas a

encinos (i.e. 19 de 43 especies).

Las posibles asociaciones micorrícicas que los encinos pueden presentar, especialmente en

ambientes afectados muy severamente en la disponibilidad de nutrimientos, pueden llegar a tener

una importancia definitiva del tiempo, curso y patrón de la recuperación de la comunidad (Gross,

1987), ya que hay evidencia de una correlación positiva con la distribución espacial de los

nutrimentos en el suelo (Negrete-Yankelevich et al., 2007).

HIPÓTESIS 4: La presencia de Casuarina equisetifolia, leñosa exótica de rápido crecimiento y

amplia tolerancia a ambientes pobres en uno de los ensamblajes facilitará el desarrollo de las

leñosas acompañantes, en virtud de un enriquecimiento de nitrógeno disponible en el suelo.

Esta especie suele asociarse con actinomicetes fijadores de nitrógeno (Frankia spp.), por lo

que, en ese caso, su follaje puede ser rico en este nutrimento (Ng, 1987). La asociación

simbiótica presenta tasas de fijación similares a las de leguminosas noduladas. Este aporte

adicional de nitrógeno, aunado al rápido desarrollo de una cobertura perenne, facilitará el que las

otras especies leñosas se desarrollen mejor que en otros ensamblajes. Por otro lado, el afectar los

flujos de nitrógeno en el sistema propiciará la rehabilitación del suelo y el restablecimiento de

otros componentes de la biota (Aber, 1987; Lugo, 1990). A diferencia de otras especies exóticas

invasoras de rápido crecimiento, ésta no agota el suelo de otros nutrimientos importantes

(Aspiras, 1981). Además, se ha observado que puede actuar como una ‘catalizadora de la

sucesión’ facilitando la recolonización de la flora nativa a través de su influencia en el

microclima, la fertilidad de los suelos y la provisión de habitats para los dispersores de semillas

(Parrota, 1995).

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1.8. AREA Y SITIO DE ESTUDIO

El área de estudio se ubica en el límite sureste de la distribución regional del bosque

mesófilo de montaña en la zona central de Veracruz. Asimismo, esta localidad de BMM es de las

de menor elevación en la región (1320 msnm) y se encuentra rodeada de ambientes

transformados, ya sea cafetales abandonados, o urbanos.

El sitio está en un terreno degradado por la deforestación total y el apisonamiento

subsecuente del suelo por ganado y por maquinaria de construcción. Se localiza al sureste del

municipio de Xalapa (19º 30' 41" LN; 96º 53' 17’’ LW), Veracruz, México, en el campus de la

Universidad Anáhuac de Xalapa. El clima es semicálido húmedo (A)C(fm)w”b(i’)g (en base a

los datos registrados por la estación más cercana (2 km) de Las Ánimas y de acuerdo a García

(1973)). Presenta tres estaciones bien definidas: una cálida seca (abril y mayo), otra cálido

húmeda (junio a octubre) y otra fría seca (noviembre a marzo) (Williams-Linera, 2002). La

temperatura media anual es de 19.2º, la mínima de 15.6º (enero) y la máxima de 21.8º (mayo).

La precipitación total anual es de 1421 mm, el mes más seco presenta 43 mm (enero) y el más

húmedo 247 mm (junio). La evaporación promedio anual de tanque tipo “A” es de 1005 mm, la

máxima mensual es de 110 mm (mayo) y la mínima de 49 mm (diciembre) (Zolá, 1987). La

vegetación antes de la alteración estuvo constituida por el bosque mesófilo. La historia con las

fechas aproximadas de transformación del sitio no pudo ser reconstruida con exactitud. En las

últimas décadas formó parte de la reserva municpal, mas ya había sido transformada a cafetal,

luego a potrero y finalmente abandonada. El cafetal rústico crecía a la sombra de Acacia sp.,

probablemente dispersada por el ganado introducido cuando fue dedicada a potrero; luego fue

desprovista de toda vegetación y suelo orgánico para la habilitación de caminos en 1996 y,

finalmente, fue sometida al paso de maquinaria pesada, por lo que los suelos están severamente

compactados, presentan muy lento drenaje y un contenido escaso de materia orgánica y de la

biota. Los suelos son regosoles ándicos (FAO UNESCO), delgados y duros (según Enrique Meza

(com.pers.)).

Los ensambles experimentales fueron establecidos en un área de alrededor de 5000 m2.

Esta constituye una especie de cuenca pequeña, y los ensambles fueron ubicados en las laderas

de la misma. Dado que la pendiente de las laderas y su orientación es diferente, se definieron

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bloques para eliminar su efecto en el experimento.

1.9. RASGOS GENERALES DEL TRABAJO EXPERIMENTAL

Con la intención de iniciar estudios de restauración del BMM de Veracruz se eligió el sitio

degradado descrito en el apartado anterior, en el área de distribución de menor elevación de esta

comunidad, que presenta condiciones similares a las de muchas otras localidades de la zona. La

vegetación consiste en ralos manchones de herbáceas rastreras y de algunos pastos, intercalados

con el suelo desnudo, donde se aprecian signos de erosión hídrica, sobre todo en los sitios de

mayor pendiente. Es de esperar que los suelos presenten una escasez de nutrimentos (respecto a

la condición previa a la alteración) como resultado del manejo. Es posible, también, que la

compactación esté entorpeciendo el desarrollo de raíces y, por consiguiente, de coberturas

herbáceas extensas y del establecimiento natural de algunas arbóreas típicas de la vegetación

madura (Challenger, 1998), a diferencia de la tendencia señalada por Breceda y Reyes (1990) en

campos agrícolas abandonados, aledaños a bosques, sin suelos compactados y con tocones.

Bajo las condiciones del sitio de estudio la restauración se orientó, en primer lugar, a la

siembra directa de especies leñosas, tempranas o tardías. Los insumos de energía que se

aplicaron fueron con el fin de facilitar el establecimiento de los individuos en el espacio abierto

mediante tres acciones:

1. No se sembraron semillas, sino individuos de un año de edad. Éstos ya habían sobrevivido en

el vivero la etapa más crítica de su ciclo de vida (Harper, 1977), cuando la plántula emergida de

la semilla ha agotado las reservas de la misma y empieza a depender del ambiente externo

(Hartmann y Kester, 1981).

2. Cada individuo fue dotado de una reserva de suelo orgánico (lombricomposta de café) en un

volumen de ca. de 35 dm3 en cilindros de 30 cm de diámetro y 50 cm de profundidad. Éstos, al

contar con una reserva de suelo fértil local, pueden sobrevivir mientras logran establecerse en el

sitio.

3. Los individuos de varias especies fueron combinados en ensambles. Cada especie, al presentar

demandas y efectos particulares sobre el ambiente, tenderá a coexistir con las demás, más que a

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competir por los mismos recursos. De hecho, en ambientes severos la restauración puede fallar

más por una nutrición inadecuada de las plantas, que por un efecto adverso de las interacciones

bióticas (Aber, 1987). Los ensamblajes fueron estructurados mezclando especies de dos grupos

funcionales: tolerantes, o no, a la sombra.

4. En algunos ensamblajes se incluyeron especies que suelen tener un efecto desproporcionado

en la persistencia de otras especies de la comunidad (Bond, 1994), por lo que podrían acelerar el

proceso restaurativo. Este es el caso de Quercus (Suárez, 1998) y Casuarina.

1.10. ORGANIZACIÓN DE LA TESIS

La idea de emprender un esfuerzo de restauración nace de dos inquietudes: la

preocupación por la acelerada transformación y deterioro del bosque mesófilo de los alrededores

de Xalapa y el apremio para poner en marcha iniciativas de investigación encaminadas a la

recuperación del mismo o, al menos, de la cobertura vegetal nativa.

En la tesis exploré una línea de trabajo poco común en restauración en el BMM:

investigar el efecto de combinaciones variadas de especies leñosas, a las que denomino

ensambles.

La tesis está integrada por cinco capítulos.

El primero tiene la función de abordar algunos conceptos necesarios para ubicar el tema

de la tesis, como restauración, el papel de la sucesión y el ensamblaje, y de las especies nativas y

exóticas que se han utilizado, etc. Se mencionan las modalidades de otros trabajos de

restauración, incluye antecedentes básicos sobre el bosque mesófilo y las especies del mismo: lo

que constituiría el conocimiento base del sistema. Incluye, asimismo, los objetivos e hipótesis de

trabajo.

En el capítulo dos se desarrollan sendos conceptos de la ecología básica que tienen

aplicación en restauración: la sucesión y la teoría del ensamblaje. La primera parte sintetiza

información de las tendencias generales de este proceso, modelos y teorías. Se revisan las

publicaciones más relevantes sobre la sucesión en el bosque mesófilo de montaña en México, y

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en especial en Veracruz. La segunda parte se refiere a las tendencias en las investigaciones sobre

restauración y, particularmente de la aplicación de la teoría del ensamblaje. Se mencionan las

consideraciones de su importancia, dado que pocas veces se pone atención a las interacciones

bióticas que pueden establecerse y que determinan la membresía potencial de las especies a la

comunidad.

El tercer capítulo consiste en un artículo publicado en Forest Ecology and Management,

218 (2005): 329-341, en que se explora el efecto de la riqueza y composición de los ensambles

en el establecimiento y supervivencia de las especies leñosas nativas participantes, y de los

ensambles mismos, en conjunto.

El capítulo cuarto es el segundo artículo que reconoce el efecto de Casuarina en uno de

los ensambles, el impacto de esta exótica en el desarrollo de las demás especies y en algunos

elementos del suelo.

Finalmente, hago una reflexión de mis resultados en torno a la restauración del bosque de

niebla en el contexto de la teoría del ensamblaje. Sugiero algunas medidas prácticas para la

restauración del BMM que pueden adoptarse. Asimismo, distingo líneas futuras de investigación

en restauración que contribuyan a construir una base más sólida y de aplicación más

generalizada.

1.11. LITERATURA CITADA

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CAPÍTULO 2

APLICACIÓN DE LAS TEORÍAS DE

SUCESIÓN SECUNDARIA Y DE ENSAMBLAJE EN LA

RESTAURACIÓN DEL BOSQUE MESÓFILO

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2.1. ANTECEDENTES SOBRE RESTAURACIÓN

La restauración ecológica de sistemas degradados es quizá la aplicación que más retos ha

impuesto a la teoría ecológica (Belyea, 2004). Ha sido considerada como la prueba de fuego para

la ecología básica (Bradshaw, 1987), entre otros aspectos, por la variedad de escenarios en que

puede desarrollarse y porque deben recrearse comunidades que funcionen por sí sólas en tiempos

más reducidos que los naturales.

La referencia de éxito o efectividad de las prácticas restaurativas es la semejanza que

guarde el ecosistema restaurado con el original, en primera instancia. Entre otros aspectos

cruciales, son muy importantes: la recuperación de la capacidad de autoperpetuarse, así como el

restablecimiento de la productividad, de la retención de nutrimentos y de las interacciones

bióticas (Ewel, 1987). Sin embargo, a partir de los datos con que frecuentemente se cuenta ha

sido muy escasa la capacidad de restauración de los ecosistemas alterados, así como la

predicción de estados futuros (Vega-Peña, 2005).

La ecología de la restauración supone contribuir con estudios heurísticos y empíricos a la

dilucidación de principios y teorías en torno al desarrollo de sistemas degradados en respuesta a

intervenciones deliberadas (Harper, 1987). No obstante, estas contribuciones no han logrado

concretarse en medidas de aplicación generales (Halle y Fatorinni, 2004).

En el proceso de restaurar una comunidad, a partir de poner juntos elementos de la misma,

es crítico constatar que éstos funcionan; por ejemplo, que las especies vegetales cuenten con los

recursos nutricionales y de abasto contínuo que requieren para su crecimiento (Bradshaw, 2004).

Esto ha sido pasado por alto en la concepción de las reglas de estrucutración de la comunidad

dominadas por las ideas sobre sucesión donde se proponen explicaciones concernientes

principalmente a la disponibilidad de espacio, e interacciones bióticas, mas no en referencia a

disponibilidad de recursos, alimenticios, por ejemplo (Connell y Slatyer, 1977). Deben

considerarse, asimismo, las tasas de descomposición, de producción de materia orgánica y las

demandas nutricias particulares de cada especie, ya que el desempeño de cualquier ensamble

depende sustancialmente de la disponibilidad y aporte de nutrimentos (Bradshaw, 2004.).

disponible.

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Asimismo, los proyectos de restauración deben mostrar una ganancia o incremento que sea

realmente atribuible al manejo aplicado con referencia a una línea base o valor de referencia,

considerando también la recuperación del suelo (García Oliva, 2005), particularmente en

sistemas muy degradados. Se ha puesto poca atención a los procesos clave en la recuperación de

la fertilidad y características del suelo, tales como la recuperación de las asociaciones entre

especies, de sus nutrimentos y de su estructura (Allen et al., 1999; Bradshaw, 1997 y 2004;

García Oliva, 2005).

Por otro lado, es crucial detener las actividades que provocaron el deterioro y reunir

información sobre la historia de las alteraciones a la comunidad. Se requiere tener un

conocimiento del ecosistema original, de sus ciclos y procesos, las escalas temporales y

espaciales en que se desarrollaban estos procesos, así como aprovechar los flujos naturales. Debe

contarse con un plan de acción y planear métodos de monitoreo periódicos (Sánchez, 2005).

Asímismo, se recomienda tener un buen conocimiento de la ecofisiología de las especies de la

comunidad y de sus interacciones, su propagación, variabilidad, disponibilidad y capacidad de

dispersión (Halle y Fatorinni, 2004).

En los últimos veinte años se han realizado numerosos trabajos prácticos encaminados a la

restauración de ecosistemas degradados. La mayoría de ellos consisten en estudios de caso en los

que se incluyen algunos ‘trucos’ para resolver problemas locales particulares. Con frecuencia se

enfocan a aspectos descriptivos, o experimentales, de las especies que se establecen, incluyendo

lineamientos de manejo. Rara vez cuentan con un modelo predictivo, estados de referencia, ni

hipótesis comprobables mediante análisis estadísticos. Además, generalmente no se señala si el

sistema resultante es autosostenible en estructura, función o composición (Halle y Fatorinni,

2004).

Lockwood y Pimm (1999) analizaron 87 estudios de caso y señalaron sus rasgos más

sobresalientes. La mayoría de ellos cuenta con metas más o menos concretas en torno a la

recuperación de porciones de los ecosistemas originales, describiendo medidas de manejo. La

duración de los proyectos abarcó en promedio seis años, mas osciló entre uno y 56, desde la

fecha de inicio hasta la última publicación de resultados. La extensión más frecuente (en 63

proyectos) abarcó entre una y diez hectáreas, y son notables ocho investigaciones que se

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extendieron a más de cincuenta. El sesenta por ciento era aún dependiente del manejo, mientras

que sólo el veinte por ciento se consideraron exitosos y autoperpetuables.

Algunos de los conceptos ecológicos que pueden resultar de utilidad en la restauración

provienen de las teorías de ensamblaje ecológico (o estructuración) y de la sucesión (Young et

al., 2001). Las reglas de estructuración sugieren la existencia de elementos clave de organización

de la comunidad que mantienen grupos de especies relacionadas y que pueden guiar los

esfuerzos de restauración, buscando acelerar el proceso (Temperton et al., 2004). La sucesión,

por otra parte, consituye un referente sobre la secuencia de eventos que operan naturalmente

después de alteraciones variadas.

Estos aspectos serán retomados en los apartados que siguen haciendo referencia a los

estudios realizados en el BMM de México, que constituyen los antecedentes prácticos para los

esfuerzos de restauración. Se analiza la regeneración natural de la comunidad y su respuesta ante

alteraciones a distinta escala, que representan oportunidades diferenciales para el establecimiento

de las especies. Se integra información sobre las fuentes de propágulos de plantas disponibles

para la recuperación de la comunidad alterada y de algunos aspectos de la sucesión en el suelo.

Se analizan luego los escenarios alterados más comunes en el BMM, así como algunas

respuestas ecosistémicas. Finalmente, se reconocen las tendencias de las experiencias de

restauración del BMM en Veracruz en el marco de las teorías de sucesión y de ensamblaje y se

identifican patrones y lineamientos de mayor generalidad de aplicación, señalando el alcance y

limitaciones de los mismos en restauración.

2.2. TEORÍA DEL ENSAMBLAJE APLICADA A RESTAURACIÓN

La observación de la ocurrencia y recurrencia de combinaciones de especies en una

comunidad particular (Wilson et al., 1999) ha sugerido la operación de mecanismos que

gobiernan su estructuración (o ensamblaje) (Temperton et al., 2004). Lo que conduce a

considerar algunas reglas que parecerían triviales; como el que los depredadores sin presas se

mueren de hambre, o que sin los nutrimentos adecuados en el suelo algunas plantas no pueden

establecerse (Bradshaw, 2004), sin embargo, podrían ser claves en el mantenimiento de grupos

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de especies de tolerancia similar o dependientes unas de otras. En especial cuando se considera

que las comunidades constituyen sistemas dinámicos en los que prevalecen condiciones

ambientales fluctuantes a diversas escalas, y están sujetas a alteraciones naturales o

antropogénicas.

Por primera vez Diamond (1975) menciona que en la estructuración de la comunidad de aves

en islas de Nueva Guinea operan reglas de ensamblaje; donde los patrones de co-ocurrencia no son

resultado del azar, sino de reglas que determinan la forma en que puede dividirse el espacio de

nicho, dado por los recursos disponibles. Más tarde Lawton (1991) mostró la relevancia de las

interacciones interespecíficas al interior de la comunidad en sucesión sugiriendo la prevalencia de

reglas de ensamblaje que mantienen grupos de especies relacionadas. Estas reglas constituyen

‘restricciones ecológicas en los patrones observados de distribución o abundancia basados en la

presencia o ausencia de una u más especies en el ambiente, que no sólo representan la respuesta de

las especies al medio’ (Wilson, 1999). Es decir, surgen de las interacciones entre los componentes

vivos del ecosistema y tienen como objetivo predecir estados futuros de la comunidad conociendo

las especies disponibles y las condiciones del ambiente (Temperton y Hobbs, 2004).

El concepto de ensamblaje de la comunidad es resultado de aproximaciones relativas a la

naturaleza y operación de filtros, a las reglas de ensamblaje (interacciones) y a los procesos de

disturbio y de sucesión; el reconocimiento de los cuales debe constituir la base de la restauración

(White y Jentsch, 2004).

Los filtros ambientales determinan qué especies pueden tolerar las condiciones físicas del

sitio alterado, mientras que los filtros de dispersión determinan qué especies pueden llegar al sitio.

Los disturbios, por su parte, actúan sobre el ensamblaje de las comunidades, afectando los filtros

ambientales, operando directamente como filtros o como mecanismos dinámicos que modifican los

procesos de ensamble de comunidades en el tiempo.

Por otro lado, los procesos de sucesión y ensamblaje operan en ditintos tiempos y

condiciones de la comunidad. La operación de las reglas de ensamblaje supone que las condiciones

ambientales y de disponibilidad de recursos están dados. En la sucesión, ocurren continuamente

cambios en el ambiente físico y en los recursos, conducidos por la comunidad en desarrollo,

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particularmente en la tendencia a un aumento de biomasa (que, a su vez modifica la temperatura,

humedad e intensidad de luz), en la producción de detritos y en su influencia en el suelo. La sucesión

se enfoca hacia el tiempo de residencia de las especies, que está limitado a una o pocas generaciones.

En las reglas de ensamblaje la residencia de las especies, o composición final, ocurre sólo después

de varias generaciones (White y Jentsch, 2004).

La preocupación por dilucidar los mecanismos que estructuran las comunidades ya se

manifiestan en los trabajos de Clements (1916) y de Gleason (1917). Estos se han ido enriqueciendo

hasta nuestros días dando lugar, respectivamente, a los modelos de ensamblaje de comunidades

determinístico y estocástico, respectivamente. El primero supone que a un conjunto dado de

condiciones del ambiente abiótico, el ensamble de especies ocurrirá en una sola modalidad

conduciendo a un estado equilibrado de la comunidad. El modelo estocástico prevee que la

recuperación de la comunidad deteriorada dependerá de los nichos vacíos disponibles y de la

disponibilidad y la capacidad de dispersión de las especies, sujeto todo a procesos azarosos, lo que

determinará el orden de arribo de las especies y, a su vez, las condiciones que prevalezcan después

(Connell y Slatyer, 1977). Estos conducirán a un estado aleatorio final de la sucesión que estará

sujeta a cambios contínuos en su estructura y composición. Sutherland (1974) concilia las dos

posiciones señalando que la comunidad puede alcanzar estados estables alternativos (alternative

stable states (ASS)) en los que pueden intervenir elementos aleatorios, y donde es crucial la historia

de alteración. La relativa estabilidad de la composición de la comunidad resulta, entonces, de

procesos determinísticos, combinados con elementos aleatorios (Bradshaw, 1983 y 1987). Este

parece ser el enfoque más promisorio para guiar las actividades de restauración, ya que releja mayor

apego a la realidad (Temperton y Hobbs, 2004).

Las reglas de ensamblaje generalmente operan dentro de las restricciones que imponen la

secuencia de colonización y el ambiente en cada caso particular (Belyea y Lancaster, 1999). Los

patrones reconocidos difícilmente pueden ser interpretados como los mecanismos involucrados

en sistemas tan complejos como las comunidades completas. Más aún, el rumbo que toma la

recuperación difícilmente puede ser atribuido a algunas interacciones clave del sistema, a los

factores abióticos, el azar mismo o a una combinación de los tres (Temperton y Hobbs, 2004).

Sin embargo, el interés en dilucidar reglas de mayor generalidad de aplicación en la

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mayoría de los ecosistemas tendría mucha utilidad en restauración para definir guías o reglas

para la restauración. No obstante, este no parece ser el caso, y los estudios al respecto señalan

sólo algunas tendencias y patrones que no han logrado traducirse en procesos, ya que se enfocan

principalmente a aspectos categóricos (basados en especies, gremios o grupos funcionales)

aplicables sólo a las condiciones en que fueron observados y, con frecuencia, en modelos de

interacciones de sólo dos especies.

Es necesario establecer reglas que incluyan aspectos dinámicos en el tiempo y que

consideren el papel de factores abióticos (Temperton y Hobbs, 2004). Por ejemplo, en los

sistemas degradados por la actividad humana es relativamente sencillo recuperar la estructura y

funcionamiento de la comunidad, mas no su composición y diversidad de especies (Lockwood y

Pimm, 1999). Esto sugiere que varias especies pueden estar realizando papeles similares,

redundantes, ya que subconjuntos de especies de la comunidad original pueden restablecer las

funciones básicas del sistema (especies fijadoras de nitrógeno o consumidores secundarios

pueden ser intercambiados sin mayor impacto en el funcionamiento). Algunas especies, sin

embargo, podrían ser irremplazables al no tener equivalentes ecológicos y constituir especies

clave del ecosistema.

Para entender el desarrollo de la comunidad se requiere contar con un conocimiento

básico de la misma, de la autoecología de las especies y de sus interacciones directas e indirectas

(método categórico), así como experimentar con diferentes combinaciones de especies y riqueza

(Zedler, 2000). Se recomienda explorar experimentalmente el papel de interacciones como

mutualismos o simbiosis en el ensamblaje de las comunidades, o de conjuntos de más de dos

especies, en los que, con frecuencia, la tercer especie determina el resultado de la interacción de

las dos primeras. Por ejemplo, la infestación de un patógeno sobre una especie particular de

planta puede no ser tan exitoso si ésta está asociada con hongos micorrizógenos (Allen y Allen,

1984).

Lo anterior no siempre es posible, dado el detalle que se requiere en el estudio de todas

las especies de la comunidad, por lo que debe primero procurarse la restauración de procesos

ecosistémicos clave a partir de guías generales para la restauración (tipo Perrow y Davy, 2002;

Van Andel y Aronson 2006), más que a partir de reglas de ensamblaje generales (Belyea, 2004).

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Temperton y Hobbs (2004) de ninguna manera descartan la búsqueda de nuevas reglas de

ensamblaje, y proponen explorar también métodos basados en respuestas dinámicas del sistema,

los que podrían tener aplicaciones más prácticas a la restauración enfocados, por ejemplo a

analizar respuestas a gradientes y entre taxa (Weiher y Keddy, 1999). En el BMM, por ejemplo,

se han determinado algunos principios que podrían guiar la aplicación de medidas de

restauración, sin embargo, se ha advertido que en la presencia de gradientes altitudinales los

escenarios podrían cambiar, así como las actividades restaurativas (Martínez-Morales, 2005,

para el caso de las aves; González-Espinosa et al., 2007, para las plantas).

2.3 SUCESIÓN SECUNDARIA

Los ecosistemas en forma natural, después de una alteración, tienden a retornar a la

condición previa al disturbio en una especie de mecanismo de autorreparación. El reemplazo de

especies es típico de este proceso mas no es el único y, a la par, se desarrollan mecanismos de

enriquecimiento del suelo y de amortiguamiento por la comunidad misma del microclima local,

con el que tiene efectos recíprocos. Se ha reconocido a la sucesión en un sitio como el patrón no

estacional, direccional y continuo de colonización y extinción de poblaciones de especies

después de una alteración (Begon et al., 1996). Aún cuando la sucesión se desenvuelve por

caminos relativamentes predecibles en cuanto al desarrollo de su estructura y funcionamiento

(Guariguata y Ostertag, 2001), se pueden poner a prueba mecanismos experimentales de manejo

de recursos que dirijan el sistema con el fin de recuperar los procesos ecológicos funcionales y

estructurales, previos al disturbio, a mayor velocidad. Es así, que cualquier esfuerzo restaurativo

de una comunidad debe realizarse partiendo de un reconocimiento del patrón de sucesión en la

misma. Estos patrones no siempre han sido reconocidos para todas las comunidades particulares;

no obstante, existe un cuerpo de teoría que puede servir como referencia, así como algunos

estudios de caso en el BMM, que se detallan más adelante.

Uno de los primeros investigadores que llama la atención sobre el carácter dinámico de la

vegetación y la sucesión secundaria fue Clements (1916), quien la documentó a principios del

siglo pasado, enfatizando los cambios temporales en la composición florística. La sucesión

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suponía una progresión de la comunidad alterada, a través de ‘seres’ (sistema de estados de

desarrollo). Inicia con un conjunto (ensamble) primitivo de plantas, inherentemente

desbalanceado, y termina en una formación compleja en un equilibrio relativamente permanente

con las condiciones circundantes (clímax), capaz de autoperpetuarse indefinidamente y

determinado por el tipo de clima prevaleciente (Worster, 1994). El proceso se reconocía por un

continuo reemplazo de especies en el que las primeras facilitaban el establecimiento de las

siguientes al modificar las condiciones del ambiente, sucesivamente hasta llegar al clímax, en el

cual la composición se mantenía hasta que ocurría otra alteración. A pesar de que la propuesta de

Clements está basada en los cambios, su enfoque entraña una concepción rígida de la naturaleza

de la comunidad, al insistir que para unas condiciones climáticas dadas correspondía un sólo tipo

de comunidad clímax estable madura (el monoclímax), independiente del tipo de suelo u otros

factores.

En oposición al concepto de monoclímax, y con nuevas evidencias, Gleason (1926)

propone su perspectiva “individualista” de la sucesión. Ésta consideraba que cada especie en la

secuencia sucesional se establecía en concordancia con su tolerancia ambiental, sin un orden

determinado. Así, las asociaciones (comunidades con una composición de especies particular) no

constituyen sino coincidencias temporales en las áreas de distribución y amplitud de tolerancia

de las especies. Por tanto, en cada historia de perturbación la sucesión seguiría una secuencia

particular y única, poco predecible, sin convergencia obligada en un estado climáxico y en la que

interviene el azar.2

Estos dos autores son los defensores principales de visiones encontradas sobre la

naturaleza de la sucesión y de la comunidad misma. En términos generales, la teoría de Gleason

ha sido la más aceptada, sin embargo, ambas han servido de base para la formulación de nuevas

hipótesis. El interés que despertó la discusión constituyó un impulso muy significativo para el

avance en la comprensión de los procesos que intervienen en la organización de las

comunidades.

2 Se ha señalado que es posible encontrar conjuntos de especies recurrentes en diferentes localidades no adyacentes (Wilson et al., 1996).

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A partir de estas primeras discusiones se han propuesto modelos, enfatizando diferentes

aspectos del proceso y refiriéndose fundamentalmente a la vegetación. Algunos de ellos fueron

realizados desde la perspectiva de las especies mismas, de sus interacciones y sus

requerimientos. En particular, se ha enfatizado la trascendencia que tiene la composición inicial

y su repercusión en la secuencia de especies en la sucesión (Horn, 1976). Las interacciones

bióticas, han sido interpretadas como mecanismos determinantes en el proceso, ya sea que las

especies activas favorezcan, toleren o inhiban el establecimiento de otras, mediante la

competencia, la depredación, los mutualismos, u otro tipo de interacciones (Connell y Slatyer,

1977; Wilbur, 1987; De Steven, 1991a y 1991b). Por otro lado, las especies en la sucesión han

sido caracterizadas en tipos funcionales por los atributos de sus ciclos y su fisiología (Bazzaz,

1979; Ewel, 1980) o por el modo para recuperarse después del disturbio y de su habilidad para

reproducirse ante presiones competitivas (Grime 1977; Noble y Slatyer, 1979). También se ha

reconocido que las especies se establecen en función de sus requerimientos particulares de

elementos del suelo y de radiación, así como de la disponibilidad variable de estos factores a lo

largo del proceso sucesional (Tilman, 1986), y que caracterizan lo que Grubb (1977) denominó

como nicho de regeneración. Algunos de estos elementos se han retomado para la integración de

ensambles de especies para restauración (Tilman et al., 1997 y Hooper y Vitousek, 1997; este

estudio)

La sucesión implica también cambios supraespecíficos y más relacionados con las

propiedades dinámicas y funcionales de la comunidad. Un enfoque diferente y novedoso para su

época fue el de Watt (1947), quien propuso el modelo de dinámica de fragmentos, cambiando la

escala de estudio y mirando por encima del nivel de comunidad y del de ecosistema. Sugiere que

en un mar de vegetación (paisaje) ocurren constantemente alteraciones locales que desencadenan

procesos sucesionales a diferentes escalas, así la comunidad está formada por porciones en

diferentes estados sucesionales, incluso de composición variada. La estabilidad de la comunidad

a largo plazo se basa en la no simultaneidad de las perturbaciones locales. Este modelo de

sucesión dinámica en fragmentos se retoma en las teorías de no-equilibrio de la comunidad

(Picket y White, 1987). Por otro lado, la sucesión implica cambios que pueden ser analizados

desde el punto de vista funcional, i.e. los patrones en la productividad, respiración, acumulación

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de biomasa, formación de suelo, diversidad y concentración de nutrimientos (Whittaker, 1975).

El enfoque funcional, dinámico sugiere considerar las escalas temporales y espaciales en las

investigaciones sobre sucesión y restauración, así como tomar como base estados de referencia

un tanto ajenos a las especies, de los que no hay tanta información, en especial sobre el BMM.

Los conceptos de sucesión basados en especies e interacciones resaltan los diferentes

aspectos del proceso sucesional, principalmente la decripción de su estructura, categorización de

especies y explicación de algunos mecanismos, más que su posible manipulación. Esto hace

sumamente difícil traducir estos conceptos en métodos de control de la secuencia de reemplazo,

que sería de utilidad en restauración (Vega Peña, 2005). A pesar de lo anterior, las prácticas de

restauración suelen basarse en elementos clave de la sucesión y de las comunidades,

particularmente desde la perspectiva específica, o de conjuntos de especies, más que de su

funcionamiento emergente, a varias escalas. Con frecuencia, analizan etapas iniciales del ciclo

de vida de las plantas, las cuales son relativamente fáciles de manipular, con el fin de favorecer o

inhibir el establecimiento de otras especies.

En efecto, hasta la fecha las investigaciones sobre sucesión, particularmente las

realizadas en bosques secundarios neotropicales, han priorizado el reconocimiento de atributos

estructurales de la vegetación, como la composición, el área basal, densidad y biomasa

(Guariguata y Ostertag, 2002), más que los aspectos funcionales, tales como transferencias de

nutrimentos, productividad, dinámica de ambientes luminosos y del suelo. Incluso, la

recuperación del funcionamiento del ecosistema podría no ser simultánea a la de la estructura de

la vegetación o de los organismos del suelo (Negrete-Yankelevich et al. 2007).

Estos aspectos serán retomados en los apartados que siguen citando algunos estudios

realizados en el BMM de México, que constituyen los antecedentes prácticos de los esfuerzos de

restauración del mismo. Se menciona la tendencia en las observaciones sobre sucesión, así como

las localidades más estudiadas por los equipos de investigación. Se indican los eventos naturales

que desencadenan la sucesión secundaria, mediante la apertura de claros a distinta escala. Se

analiza el efecto de la intervención humana en la transformación de grandes extensiones de

bosque en fragmentos de varios tamaños y formas, con oportunidades diversas para las especies

remanentes, por el aumento en el área de borde y el mosaico de condiciones resultantes.

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La revisión se centra en la revisión de las condiciones al inicio de la sucesión, que es el

ámbito del esfuerzo de restauración que estoy reportando en la tesis, así como la disponibilidad

de especies de plantas que pueden empatar con dichas condiciones iniciales, dando pautas para la

integración de una propuesta de manejo restaurativo basado en ensambles.

2.4. LA SUCESIÓN EN EL BOSQUE MESÓFILO EN MEXICO

La mayoría de los estudios que refieren aspectos sucesionales en el BMM realizados hasta

hace dos décadas casi se restringen a reportes de la composición de especies en sitios

deteriorados en diferentes localidades del país en que hubo este tipo de vegetación, con

frecuencia sin señalar la edad, ni la historia de la perturbación (Zolá, 1987; Castillo, 1991;

Zamora, 1992; Luna, 1997). Por ejemplo, Reyes y Breceda (1985) refieren que son favorecidos

por el disturbio, en El Cielo, Tamaulipas Bidens pilosa, Bocconia frutescens, Buddleja cordata,

Cestrum laxum, Cnidoscolus multilobus, Crataegus mexicana, Eupatorium spp., Lonchocarpus

rugosus, Myriocarpa cordifolia, Passiflora incarnata, Robinsonella sp., Rubus sp, Salvia sp.,

Solanum sp., Valeriana sorbifolia, Trema micrantha, entre otras. En los bosques del centro de

Veracruz, hay mucha coincidencia con Tamaulipas, Luna et al. (1988) señalan a los géneros:

Cestrum, Cnidoscolus, Heliocarpus, Panicum, Salvia, Sambucus, Sauraria, Solanum y algunas

especies de Eupatorium, como los más característicos en zonas de disturbio.

No obstante, en los últimos años se han realizado investigaciones que analizan el proceso

sucesional con un enfoque dinámico sinecológico, poblacional o de paisaje. De hecho, eso ha

sido posible en algunos lugares gracias a la preservación de áreas de BMM protegidas, donde los

primeros trabajos realizados fueron en torno al reconocimiento de la flora. Esto ha permitido

montar parcelas de observación, más o menos, permanentes y realizar muestreos repetidos en

ellas, para esclarecer aspectos de la dinámica de regeneración del bosque.

Son notables los estudios realizados en las Reservas de la Biósfera “El Cielo” (Puig y

Bracho, 1987; Solís Cámara y Reyes, 1990), “Sierra de Manantlán” (Sánchez-Velásquez, 1988;

Saldaña et al., 1990; Pineda-López et al, 2000), y en la Estación Biológica “Cerro de Huitepec”

(Ramírez-Marcial et al., 1998) en Tamaulipas, Jalisco y Chiapas, respectivamente. En los Altos

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de Chiapas, así como en Oaxaca, aún cuando no siempre se ha trabajado en áreas protegidas se

ha investigado la recuperación de la vegetación distinguiendo el efecto de los patrones de uso del

suelo en las comunidades y en algunas poblaciones vegetales. Algunos estudios han tenido como

objeto la realización de inventarios (González-Espinosa et al., 1997; Blanco-Macías, 2001 y

Negrete-Yankelevich, 2004), mientras que otros se han enfocado a aspectos experimentales

(Ramírez-Marcial et al., 1996; Camacho y González-Espinosa, 2002), y a la propagación de

especies en vivero (González-Espinosa et al., 2000). En el caso de Veracruz existen numerosos

trabajos realizados principalmente en las diminutas áreas protegidas de BMM, en Xalapa

(Parque Ecológico y Jardín Botánico Francisco Javier Clavijero) y en otros fragmentos cercanos

(Rodríguez 2007), dirigidos por Williams-Linera (Pérez-García, 1991; Williams-Linera, 1993b;

Williams-Linera, 1995; Alvarez-Aquino, 1997; Bernabé et al., 1999).

REGENERACIÓN NATURAL DE LA VEGETACIÓN Y EL TAMAÑO DE LOS CLAROS

La regeneración del bosque ocurre espontáneamente en las comunidades de BMM después

de que son afectadas por disturbios naturales o antropogénicos cuando son abandonados (Muñíz-

Castro et al., 2006). Las alteraciones suelen ser muy variadas: pueden deberse a la caída de

árboles o de ramas por efecto de ventarrones, o por mortalidad natural, por incendios, deslaves

en laderas, entre otras razones. No obstante, la secuencia sucesional de especies, así como la

velocidad de recuperación están en función de numerosas circunstancias como son el tipo de

perturbación, la frecuencia y severidad de la misma, el tamaño de la abertura que dejan los

individuos caídos, la pendiente y orientación del sitio (Williams-Linera et al., 2002; Rodríguez,

2007), la composición del acervo de semillas y de plántulas (Williams-Linera, 1993a; Alvarez-

Aquino et al., 2004, 2005), la época del año, entre otros (Farnworth y Golley, 1977). Sin

embargo, no ha sido evidente algún patrón de reemplazo especie por especie, en el análisis de la

asociación entre pares de especies (Rodríguez, 2007).

La regeneración natural en bosques neotropicales muestra una tendencia relativamente

predecible en cuanto a la secuencia de colonización de formas de crecimiento vegetales, sin

embargo, las especies involucradas pueden variar de una localidad a otra en función de

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numerosos factores (Guariguata y Ostertag, 2002), algunos de los cuales se documentan en

seguida.

La formación de claros tiene un importante papel en el ciclo de renovación del bosque

mesófilo, el cual ha sido documentado con información de El Cielo, Tamaulipas, donde

alrededor de la mitad de la superficie se encuentra en fase de construcción en claros (o sucesión)

(Arriaga, 1988), y la superficie anual de apertura fue del uno por ciento (Arriaga, 1987). El

tamaño promedio de los mismos (229 m2) se ubica entre los valores comunes en los bosques

templados, aunque la tasa de caída de árboles es mayor.

El tamaño de los claros y la severidad de las perturbaciones afectan la composición, la

diversidad y la densidad de las especies en la sucesión (Whitmore, 1989; Arriaga, 2000a). En el

BMM los claros que se abren naturalmente por la caída de árboles y el arrastre de enredaderas y

otros individuos, generalmente miden menos de mil m2, mientras que los que son provocados por

deslaves, o por la mayoría de las perturbaciones antropogénicas, suelen ser más grandes. En

claros pequeños (entre 45 y 95 m2), se ha encontrado mayor diversidad y densidad de individuos

que en claros más grandes (de 95 a 150 m2) (Arriaga, 2000a). Lo anterior sugiere que una

pequeña abertura es colonizada más rápidamente que una grande, ya que estos sitios presentan

densidades mayores de especies para regenerar y, probablemente, los factores abióticos no son

tan drásticamente diferentes a los del interior del bosque.

Dependiendo del tamaño, los claros representan oportunidades distintas a las que

prevalecen en el interior del bosque, las que pueden ser aprovechadas diferencialmente por las

especies presentes en el acervo de semillas en el suelo, plántulas, y por las que se dispersan

activa o pasivamente mediante vectores biológicos o agentes físicos, respectivamente.

Cuando los claros son pequeños la incidencia de la radiación solar es directa por muy

poco tiempo, por lo que las especies que regeneran son aquellas que tienen relativa tolerancia a

intensidades bajas de radiación. En bosques templados, Canham et al. (1990) reportaron que el

porcentaje de luz filtrada en claros de hasta 500 m2, es insuficiente para disparar respuestas de

crecimiento en especies intolerantes a la sombra mientras que, por el contrario, bastan para

liberar el crecimiento de plántulas e individuos jóvenes y “supresos” de especies tolerantes,

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como las de Acer, Fagus, Quercus y Carya. En claros pequeños y perturbaciones ligeras se

espera que las especies favorecidas sean aquellas propias del bosque (especies clímax), i.e.

plántulas y arbolitos jóvenes cuyo crecimiento está suspendido, mientras que la regeneración en

claros grandes y disturbios severos es dominada por especies pioneras presentes en el acervo de

semillas del suelo, francamente intolerantes a la sombra (Garwood, 1989).

La apertura de claros grandes, mayores a mil m2 es, generalmente, resultado de

actividades antropogénicas y tienen severas repercusiones en la regeneración del bosque. Estos

procesos se abordan en la siguiente sección.

EFECTO DE LA FRAGMENTACIÓN Y FILTROS AMBIENTALES

La expansión de actividades productivas primarias a costa de las áreas boscosas ha

provocado la apertura de enormes porciones deforestadas que deben ser analizadas a otra escala

que los claros naturales, ya que imponen limitantes ambientales severas a las especies de la

comunidad. La fragmentación de los sistemas naturales es el resultado de estas actividades, y se

refiere al confinamiento de porciones de bosque a zonas no adecuadas para el establecimiento de

cultivos o zonas urbanas, en especial en laderas o barrancas. Los pequeños remanentes de

vegetación funcionarían como islas en un mar de otros sistemas de uso de la tierra, lo que

teóricamente (sensu Mac Arthur y Wilson, 1967) puede conducir a la reducción de la riqueza de

especies por fragmento y a nivel del paisaje, en especial cuando están muy distantes de otras

zonas arboladas (Kattan, 2002). Como consecuencias de este proceso están el incremento del

área de borde, la reducción del área total de vegetación natural y el aislamiento de las especies

del bosque, que no pueden sobrevivir fuera del mismo.

En este mosaico de fragmentos prevalecen condiciones ambientales variadas espacial y

temporalmente, lo que puede afectar de distinta manera a las especies de la sucesión y de la

comunidad madura. Los gremios de aves y mamíferos más vulnerables y propensos a extinguirse

por efecto de la fragmentación en bosque tropicales de bajura son las aves rapaces, los frugívoros

grandes del dosel, los insectívoros grandes del sotobosque y los insectívoros pequeños

especializados, mientras que la diversidad de otros gremios no parece ser afectada, como

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pequeños frugívoros e insectívoros del dosel, ni los nectarívoros (Kattan, 2002).

La insolación directa tiene menor duración en claros de bosque que a campo abierto, la

temperatura es menos extrema y existe mayor disponibilidad de humedad atmosférica y del suelo

(Suárez-Guerrero, 1998). Por otro lado, el suelo tiende a perder su estructura por el menor aporte

de materia orgánica y la aceleración de la descomposición por el aumento de temperatura.

El tipo de uso del suelo adyacente a cada fragmento puede afectar la invasión de árboles y

la regeneración, así como al microclima. Incluso, el efecto de borde intermedio entre ambos usos

puede afectar de distinta manera dependiento de su grado de contraste, la orientación y la época

del año (López-Barrera et al., 2007). Los bordes constituyen habitats con propiedades

emergentes particulares, ya que muestran diferencias estructurales, de composición y de

interacciones, lo que a su vez, afecta diferencialmente la distribución y abundancia de las

especies (Kattán, 2002)..

Algunas especies de plantas del BMM son francamente favorecidas en los bordes, como

algunas especies de helechos arborescentes Cyathea mexicana, Sphaeropteris horrida y

Nephelea spp. (Challenger, 1998). En estos ambientes semiabiertos las etapas juveniles de

algunas especies se establecen con más éxito que en otras condiciones. Tal es el caso de algunos

helechos arborescentes: Alsophila firma y Lophosoria quadripinnata (Bernabé et al., 1999), de

varios encinos: Q. acutifolia, Quercus germana y Q. xalapensis (Suárez-Guerrero, 1998) y de

Clethra spp., Liquidambar sp., Nectandra spp., y Persea spp,.entre otras (Challenger, 1998). En

los bordes pueden establecerse con frecuencia también la epífitas y hemiepífitas: Cavendishia

spp., Clusia spp., Oreopanax capitatus y Tillandsia spp. (Williams-Linera 1992b, 1993b).

Por otro lado, analizándolos en conjunto, ni los procesos ecológicos dinámicos

(germinación de semillas, remoción, herbivoría, crecimiento y supervivencia de plántulas,

regeneración arbórea o movimiento de semillas), ni los patrones de respuesta de conjuntos de

especies (riqueza de especies arbóreas, diversidad y abundancia de pequeños mamíferos nativos

o la densidad de plántulas de árboles), ni el microclima (humedad del suelo, intensidad de

radiación, temperatura del aire) muestran tendencias consistentes entre el interior del bosque y el

borde (López-Barrera et al., 2007). En efecto, de 34 variables estudiadas, 19 son afectadas

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positivamente por el ambiente del borde, mientras que en nueve el efecto es negativo y en seis no

es significativo (López-Barrera et al., 2007); lo anterior puede deberse a que numerosas especies

estudiadas son generalistas y muestran amplia plasticidad fenotípica que le permite emplear

recusos tanto del interior del bosque, como del borde, como en el caso de especies arbóreas de

tolerancia intermedia a la luz (Suárez-Guerrero, 1998).

FILTROS A LA COLONIZACIÓN

El establecimiento exitoso de un individuo en la secuencia sucesional depende, por un

lado, de las condiciones del habitat y, por el otro, de su presencia en el momento en que éstas le

sean propicias. Las explicaciones anteriores en torno a la oportunidad que constituye la variedad

de condiciones que ocurren después de una alteración son sólo parte de la historia. El resto

depende de numerosos factores que se relacionan con la biología de cada especie. Las semillas

dependen de su capacidad para mantener su viabilidad por largo periodos depositadas en el

suelo, de la posibilidad de dispersión a los sitios abiertos, de que los depredadores no la

consuman y que las condiciones de germinación les sean propicias. Las plántulas suprimidas, por

otro lado, dependen de su tolerancia a bajas intensidades de radiación y luego a mayor intensidad

a medida que alcanzan niveles más altos en el dosel y a su capacidad de desarrollarse más

rápidamente que sus competidoras.

La estación del año en que ocurren los disturbios puede impactar en la composición de la

colonización inical del bosque, así como el tamaño del área abierta. Los claros pequeños proveen

flujos de recursos apenas suficientes para el desarrollo de plántulas de los elementos más altos

del dosel, de afinidad templada en bosques caducifolios de latitudes más elevadas (sensu

Barbour et al., 1998) (Canham et al., 1990). Mientras que las especies dominantes en El Cielo

fueron todas leñosas del estrato medio del bosque, de afinidad tropical (Clethra pringlei,

Eugenia capuli, Meliosma oaxacana, Myrsine coriacea, Podocarpus reichei, Ternstroemia

sylvatica y Turpinia occidentalis) (Arriaga 2000a). La afinidad tropical de las especies que

colonizan claros grandes sugiere una mayor capacidad de respuesta en la forma de un

crecimiento continuo durante la mayor parte del año, a diferencia de las de afinidad templada,

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cuyo crecimiento suele ser fuertemente estacional.

La discriminación de las fuentes de las especies favorecidas podría contribuir a

esclarecer los mecanismos que subyacen en la organización de las especies en la sucesión. Se

sugiere una aproximación al proceso detallando las posibles fuentes de especies para la sucesión,

las cuales participarán en dicha secuencia en función del carácter del disturbio3, que funcionaría

como un filtro.

FUENTES DE ESPECIES

Se ha sugerido que las especies que colonizan inicialmente un área alterada pueden ser

muy relevantes en la secuencia de especies que vendrán después, ya sea porque faciliten, inhiban

o toleren su establecimiento posterior modificando las condiciones iniciales (Connell y Slatyer,

1977; Guariguata y Ostertag, 2001; Vega-Peña, 2005). Sin embargo, la partipación de especies

que pueden ser reclutadas también es muy aleatoria pues dependen de numerosos factores

externos y de la disponibilidad de propágulos en un momento dado (Guariguata y Ostertag,

2001).

Los propágulos de las especies dsiponibles pueden provenir de diferentes fuentes: del

acervo de semillas y propágulos en el suelo, de la lluvia de semillas provenientes de individuos

maduros establecidos dispersadas al sitio, o a partir de especies ya establecidas en el lugar, como

tocones o plántulas, que se encuentran suprimidas, principalmente por la insuficiente intensidad

de radiación. Una vez en el sitio la supervivencia tampoco está asegurada pues entran en

operación nuevos factores filtradores, como puede ser la presencia de competidores y

depredadores, o bien la ausencia de alguna especie mutualista.

Acervo de semillas en el suelo. Estas generalmente son favorecidas cuando el deterioro abarca

áreas grandes, donde también ha sido suprimido el acervo de plántulas persistente. Las especies

3 Considero componentes del carácter del disturbio al tamaño, forma, severidad, tipo, época del año, intensidad de usos anteriores, frecuencia y recurrencia.

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cuyas semillas se encuentran con mayor frecuencia en el banco en el suelo suelen pioneras

(Whitmore, 1989), las cuales interrrumpen su latencia en respuesta a las condiciones que se

establecen en claros más grandes, donde la intensidad lumínica es mayor y las temperaturas son

más extremas. Estas semillas, generalmente fotoblásticas y muy pequeñas, son producidas en

grandes cantidades y pueden mantenerse viables en el suelo por varios años. Es común que estas

especies se encuentren creciendo preferente, o exclusivamente, en áreas perturbadas de diferente

edad en la comunidad, mas no en el bosque maduro. En éste no suele existir una correspondencia

entre la composición de la comunidad madura y la que se encuentra representada en el acervo de

semillas (Pickett y McDonnell, 1989; Thompson, 1993; Alvarez-Aquino et al., 2005).

Tampoco hay consistencia en la composición de especies del acervo de semillas

provenientes de cuatro localidades de BMM del país, salvo que las de árboles del bosque maduro

están representadas siempre en muy baja proporción. En localidades del centro y norte del país

(constituyen sólo el ocho y 23%), y de éstas sólo tres porciento son de afinidad templada

(Carpinus caroliniana, Cersis canadensis, Cornus disciflora, Liquidambar macrophylla,

Quercus sp. y Zanthoxylum sp.). En El Triunfo, en Chiapas, se presentó la misma condición con

sólo dos elementos arbóreos de la comunidad madura, pero de afinidad tropical (Conostegia

volcanilis y Hedyosmum mexicanum), constituyendo 59% de las semillas germinadas (Williams-

Linera, 1993a). Las especies dominantes en el dosel prácticamente no se encuentraron

representadas en el acervo de semillas en seis sitios del BMM en Veracruz, con distinto grado de

deterioro. Los sitios más alterados, rodeados de áreas muy transformadas y con frecuente

intervención humana, presentaron más riqueza de especies y dominancia de pioneras herbáceas.

El sitio de mayor extensión y alteración intermedia mostró la dominancia en el suelo de la

arbórea Trema micrantha (84%), mientras que el menos alterado presentó menos especies. Las

especies arbóreas comunes a todas las localidades fueron Clethra mexicana, Trema micrantha y

Rapanea myricoides (Alvarez-Aquino et al., 2005) Como consecuencia, estas especies participan

en la secuencia sucesional de una manera un tanto diferente en cada localidad.

En el acervo de semillas de El Cielo pueden reconocerse dos grupos de especies, los

cuales van a aparecer en tiempos muy distintos de la regeneración del BMM. Ambos grupos de

especies suelen presentar cosechas más o menos copiosas de semillas pequeñas muy

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deshidratadas, con poca calidad y cantidad de nutrimientos almacenados, por lo que resultan

poco apetecibles a consumidores y poco propensas al ataque de hongos y, en general, de

enemigos naturales. Suelen tener viabilidades largas, siendo la diferencia fundamental entre los

dos grupos, la combinación de mecanismos que pueden interrumpir la latencia.

Las semillas de especies pioneras, o colonizadoras, son conocidas como típicas de

sucesión secundaria temprana. Estas suelen ser las primeras que emergen cuando el ambiente es

muy iluminado. Son pocas las especies arbóreas que presentan esta tendencia (Ponce de León y

Puig, cit. por Sosa y Puig, 1987).

El otro grupo de especies que pueden permanecer latentes en el acervo de semillas por

mucho tiempo, está conformado por especies relativamente tolerantes a la sombra durante todo

su ciclo de vida. Éstas producen semillas muy pequeñas, que sólo pueden germinar bajo el dosel.

Estas especies, en un ambiente perturbado sólo germinan y se desarrollan en etapas tardías de la

sucesión, cuando ya se ha formado una cobertura que impide la penetración de altas intensidades

de luz, prevalecen temperaturas más frescas y menos fluctuantes y hay más humedad en el suelo;

por lo que están ausentes en las primeras fases de la sucesión. Hoffmannia strigillosa puede ser

un buen ejemplo de esta tendencia.

En efecto, las semillas de esta especie arbustiva se encuentran en el suelo del BMM de El

Cielo durante todo el año y no se encuentran individuos adultos sino debajo del dosel dentro del

bosque. Sus semillas se ajustan a la descripción señalada unas líneas antes, pero son

estrictamente fotoblásticas. Requieren de un período de postmaduración y de estímulo luminoso

de una intensidad de, al menos, 0.035 Wm-2 para inducir la germinación, además las plántulas no

se desarrollan si ese estímulo es menor a los 1.12 Wm-2: Aunado a lo anterior, tanto la

germinación como el crecimiento requieren de temperaturas entre los 20 y 27º C (Ponce de León,

1987). Estas temperaturas son mucho menores que las que prevalecen en las áreas perturbadas

abiertas, lo que sugiere que no pueden crecer fuera del bosque.

Acervo persistente de plántulas. No todas las especies están representadas en el banco de

semillas, particularmente las arbóreas características del bosque maduro. Éstas especies suelen

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estar presentes en el sotobosque como plántulas (González-Espinosa et al., 1991), por lo que

para su regeneración requieren de la presencia de adultos reproductivos que aporten propágulos

periódicamente para mantener este acervo (Grubb, 1977).

Su desarrollo es favorecido por las condiciones de claros pequeños en la comunidad de

BMM. En el acervo de plántulas se hallan numerosas especies arbóreas características del dosel

del bosque maduro que, en general, producen semillas grandes, recalcitrantes, de corta

viabilidad, ricas en nutrimientos, las cuales son fuertemente depredadas y de muy rápida

descomposición, por lo que son muy pocas las que pueden permanecer en el acervo de semillas

por más de un año. Su expedita germinación al entrar en contacto con la humedad aún bajo el

dosel cerrado, les permite canalizar los recursos contenidos en la semilla en el desarrollo de

plántulas que les permite evadir los abundantes depredadores y hongos que se desarrollan en el

suelo húmedo. Así pueden permanecer como plántulas durante largo tiempo, creciendo

lentamente, con la escasa radiación que reciben en el sotobosque. Forman parte así de un acervo

de plántulas persistente (regeneración de avanzada), algunas de las cuales pueden activar su

crecimiento cuando reciben la influencia de un claro; ya que pese a que sobreviven y se

mantienen a la sombra pueden ser bastantes tolerantes a mayor intensidad de luz y capaces de

crecer en respuesta a un pulso de radiación. Entre las especies arbóreas del dosel y del subdosel

representadas en el acervo de plántulas del Cielo se encuentran: Acer skutchii, Acacia

angustissima, Eugenia capuli, Meliosma oaxacana, Nectandra spp., Persea spp., Podocarpus

sp., Rapanea spp., Rhamnus spp., Ternstroemia spp. y Turpinia occidentalis (Sosa y Puig, 1987).

La presencia de esta regeneración de avanzada permite que haya propágulos viables disponibles

en el suelo del bosque todo el tiempo, lo que es crucial en especies que, como los encinos, suelen

producir semillas en forma irregular, tanto en periodicidad, como en cantidad.. Estos, en la

mayoría de los BMM, son el elemento de mayor valor de importancia constituyendo su hojarasca

más de la mitad del aporte total de la comunidad (Bracho y Puig, 1987; Tolome, 1993), por lo

que todos los rasgos de sus historias de vida tienen un impacto destacado en la comunidad.

En claros grandes no es común la presencia de este tipo de plántulas, las cuales reciben

mayor insolación que en claros en el interior del bosque. Sin embargo, Suárez-Guerrero (1998) y

Alvarez-Aquino et al., (2004), evaluaron la supervivencia de cuatro especies arbóreas tolerantes

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a la sombra a crecer en zonas abiertas con la idea de explorar su respuesta y aplicarla en la

restauración del bosque. Ambas determinaron que individuos de todas las especies estudiadas

(Carpinus caroliniana, Fagus grandiflora var. mexicana, Quercus acutifolia, y Symplocus

coccinea) pudieron sobrevivir en las zonas abiertas, alcanzaron mayor altura que en el bosque,

pero presentaron mayor mortalidad, debido a la deshidratación y, en menor medida, a la

depredación. Sólo Quercus sobrevivió en ambos sitios en la misma proporción, por lo que es

recomendable para proyectos de restauración.

Rebrote de individuos remanentes. Algunas especies participan en la regeneración del bosque

a partir de estructuras vegetativas. La magnitud e importancia de éstas en la sucesión ha sido

poco estudiada en bosques neotropicales, sin embargo, algunos conteos han mostrado mayor

densidad de adultos provenientes de rebrotes, que de semillas (Guariguata y Ostertag, 2001). Los

tallos de estas especies, como Clethra pringlei, Eugenia capuli, Liquidambar styraciflua,

Magnolia schiedeana, Magnolia spp. y Quercus spp., pueden presentar brotes en sus bases que

se desarrollan en caso de que el individuo original resulte dañado (Bracho y Puig, 1987). O bien,

a partir de las raíces pueden crecer brotes que formen árboles hasta a varios metros del tronco

original. Las plantas que resultan de este tipo de propagación presentan mortalidades inferiores a

las que tienen los individuos provenientes de semilla y la influencia de las condiciones del claros

pequeños pueden desencadenar su rápido desarrollo. La amplitud de tolerancia a la intensidad de

radiación favorece que cada especie se ubique de acuerdo su fisiología. Así, Magnolia puede, o

no, completar su ciclo completo debajo del dosel; mientras que Liquidambar podrá comportarse

como heliófita e invasora. Esta modalidad con frecuencia permite que las poblaciones no se

extingan, ya que las semillas de algunas de ellas, como Liquidambar y Magnolia, son

fuertemente depredadas; y las de Clethra resultan de produccion irregular y germinación muy

baja. Esta forma de propagación es favorecida en los claros del bosque, las orillas de los caminos

y cuando rebrotan de los tocones dejados en la apertura de tierras a la agricultura y abandono

posterior.

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Lluvia de semillas. Las semillas que caen temporalmente en un sitio (producción o lluvia de

semillas) constituyen una fuente de propágulos para la regeneración de bosques; más importante,

a veces, que el propio acervo de semillas del suelo, sobre todo en áreas extensas que han sido

sometidas a perturbaciones constantes (Aide et al., 1995). En este sentido, dos factores son

cruciales en la lluvia de semillas en sitios alterados. El primero se refiere al papel de los

fragmentos de bosque maduro que contienen adultos reproductivos como abastecedor de

especies arbóreas propias de la comunidad, que no se encuentran representadas en el banco de

semillas (Ramírez-Marcial et al., 1992). El segundo se relaciona con los agentes dispersores, los

cuales tienen distinto alcance y selectividad.

La lluvia de semillas repercute en los patrones de distribución de las especies. La

dispersión a distancias mayores de diez metros de la fuente de origen es muy reducida cuando se

trata de semillas grandes, no obstante, semillas pequeñas pueden ser dispersadas por viento o por

algunos animales, como aves y mamíferos a mayores distancias (Cubiña y Aide, 2001). En el

BMM de Veracruz, la estructura de comunidades sucesionales y la riqueza no parecen ser

afectadas por la distancia de la fuente de propágulos. Sin embargo, la regeneración de la

composición sí lo es, ya que el área basal, densidad y riqueza de especies primarias fue menor a

distancias mayores de 40 metros. Quercus spp. (barócoras-sinzoocoras) y Carpinus caroliniana

(anemócora) muestran mayor área basal, densidad y altura a distancias menores del borde del

bosque, mientras que las especies arbóreas secundarias como Lyppia myriocephala (anemócora)

y Myrsine coriacea (endozoocora) presentan estructuras similares indistintamente de la distancia

(Muñiz-Castro et al., 2006).

Numerosas especies arbóreas del BMM presentan semillas cuya dispersión es por el

viento. Entre las anemócoras de El Cielo se encuentran Acer skutchii, Liquidambar y Senecio

spp. que, además, son heliófilas (Sosa y Puig, 1987). Otras especies arbóreas con anemocoría

pertenecen a los géneros: Alnus, Carpinus, Platanus, Ulmus, Fagus y varias más.

PROCESOS DE SUCESIÓN EN EL SUELO

Durante el proceso sucesional las plantas son capaces de aprovechar los nutrimientos

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disponibles en el suelo ante los pulsos de energía radiante, y otros recursos, que trae consigo la

apertura de un claro. No obstante, la disponibilidad de nutrimientos depende en mucho de la

actividad de los organismos del suelo. De hecho, existe un vínculo profundo entre la sucesión de

organismos que intervienen en la descomposición de la materia orgánica y los cambios en la

estructura y propiedades del suelo a lo largo del proceso sucesional (Begon et al. 1996), dándose,

en la mayoría de los casos, un incremento de nutrimientos y de fertilidad (Mendoza, 1995;

Rodríguez-Audirac, 1998). Aunque esto no puedo apreciarse en la cronosecuencia estudiada en

la región de El Rincón, municipio de Villa Alta, en la Sierra Norte de Oaxaca, México (Negrete-

Yankelevich et al., 2007b).

En términos generales, la descomposición de la materia orgánica en el BMM, no es tan

rápida si se le compara con la de las selvas húmedas ya que, aunque la humedad es muy

abundante, la temperatura es más baja y constituye un factor limitante del desarrollo de los

organismos involucarados (Jiménez, 1982). De esta manera, al menos en el grupo de los

escarabajos coprófagos y necrófagos, su actividad es relativamente lenta y, aparentemente, su

diversidad y abundancia son menores que en las selvas (García-Real et al., 1994, cit. por

Challenger, 1998); lo mismo se presenta con las hormigas (Patricia Rojas, com. pers.). De esta

manera, la materia orgánica tiende a acumularse y a formar gruesas capas (Williams-Linera,

1995; Chacón et al., 1995; Bautista-Cruz y del Castillo, 2005).

Por otro lado, dado que el suelo se encuentra húmedo la mayor parte del tiempo, se halla

cubierto por líquenes, hepáticas y musgos que entorpecen la evaporación del agua4, lo que

favorece su saturación y que, en algunos casos, se aproxime a condiciones anaeróbicas; lo que

limita la descomposición expedita de los restos orgánicos. Estas condiciones favorecen la

proliferación sobre todo de hongos saprófitos, por lo cual tienen una gran importancia como

descomponedores tanto de la hojarasca, como de tejidos leñosos (Chacón et al., 1995; Heredia,

2000).

4 Especialmente cuando el drenaje es deficiente.

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Micobiota del suelo. En el contexto de la abundancia de la micobiota que ocurre en el suelo, a

medida que avanza la sucesión, no se encontró evidencia de diferencias en la abundancia de

hongos saprobios entre un acahual de 14 años de abandono y el bosque de El Cielo, Tamaulipas.

Tal vez por lo avanzado de la sucesión en el acahual, las proporciones de materia orgánica

resultaron muy similares en los suelos de ambas áreas y, por ende, la semejanza en hongos

saprobios (Olvera, 1996). Por otro lado, la abundancia, tanto de hongos involucrados en la

descomposición de la celulosa (Rodríguez y Rosas, 1993), como la de esporas de hongos

endomicorrícicos vesículo arbusculares (MVA) fue mayor en el bosque que en el acahual, lo

cual puede obedecer a que la mayoría de las plantas colonizadoras suelen no ser micotróficas, o

son micotróficas facultativas (Olvera, 1996).

Fauna del suelo. En forma paralela a los cambios de composición que ocurren a lo largo de la

sucesión vegetal se presentan modificaciones en la comunidad del suelo, aunque los vínculos e

interrelaciones entre una y otra han sido poco estudiados. Se ha sugerido que la biota del suelo

puede influir en la estructuración florística de la comunidad al afectar el resultado de la

interacciones entre plantas vecinas, incrementando o reduciendo la habilidad competitiva de las

mismas (Watkinson, 1998). Y es de esperar que la comunidad vegetal pueda tener un efecto

recíproco sobre la comunidad del suelo también.

Aunque se han realizado varios estudios sobre grupos de invertebrados en el suelo del

BMM, son pocos los que se enfocan a documentar los cambios de los mismos durante la

sucesión. Estos han estado encaminados a reconocer los patrones en algunos grupos en una

secuencia sucesional (Villalobos, 1989; Mendoza, 1995). Sin embargo, es notable el estudio de

la macrofauna del suelo enfocado a la evolución a lo largo del proceso sucesional de grupos

particulares, enfatizando aspectos funcionales, como abundancia de cada grupo, riqueza, papel

ecológico y relación con la hojarasca y nutrimentos del suelo (Negrete-Yankelevich et al.,

2007b)

Las investigaciones sobre la fauna del suelo en la sucesión del BMM no han tenido el

mismo enfoque que los de la vegetación. En estos últimos, el funcionamiento de las distintas

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especies de plantas particulares dentro de la comunidad es muy poco conocido (rasgos como las

fluctuaciones de las poblaciones, ecofisiología, entre otras), salvo por algunos aspectos de su

fenología, polinizadores, tolerancia a la sombra y estructuración de la misma. Mientras que los

estudios de fauna del suelo tratan de relacionar los cambios en la abundancia y composición de

la comunidad con el avance de la sucesión. .

Los organismos del suelo pueden actuar como agentes indirectos de la diseminación de

fitopatógenos, la polinización, la dispersión o depredación de semillas y la dinámica de reciclaje

de materia orgánica, que a lo largo de la sucesión podrían afectar significativamente los ciclos de

nutrimientos y la composición florística (Mendoza, 1995; Watkinson, 1998). Estos organismos

se relacionan directamente con la descomposición de la materia orgánica del suelo, el ciclaje de

nutrimientos, la bioturbación (formación de canales, poros y agregados del suelo) y la supresión

de plagas y enfermedades provenientes del suelo, entre otros procesos (Brussard et al., 1997;

Wall and Moore, 1999).

2.5. ALGUNOS ESCENARIOS ALTERADOS EN EL BMM EN MÉXICO

Los grupos de investigación sobre BMM en el país, mencionados antes, han enfocado sus

esfuerzos de estudio de la sucesión y restauración particularmente a localidades transformadas

para la agricultura y abandonadas después. Algunas veces se señala el impacto de la

ganaderización, en especial, porque entraña el establecimiento de pastos exóticos que entorpecen

la recuperación del bosque, particularmente en la región central de Veracruz. Sin embargo, el

repertorio de intervenciones humanas del BMM, es más amplio que el estudiado y constituye

oportunidades de llevar a cabo actividades de restauración con diversos enfoques. Esta

oportunidad es notable en agroecosistemas que tienden a ser abandonados por la disminución de

su redituabilidad, como el del café.

En este apartado se mencionarán algunas de las afectaciones más frecuentes al BMM en

México, mostrando las posibles consecuencias en la regeneración natural inicial y algunas de sus

consecuencias a mayor escala, constituyendo escenarios distintos de restauración. El abanico de

estilos, magnitudes, intensidades y recurrencias posibles de intervención humana sobre el BMM

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es muy variado. Las respuestas de la comunidad son muy diversas también, aunque ésta tiende a

regenerarse en forma natural después de las alteraciones (Muñiz-Castro, 2006; Alvarez-Aquino

et al., 2007). Las intervenciones pueden encaminarse desde a retirar volúmenes diferentes de los

nutrimientos contenidos en algunos individuos (Negrete-Yankelevich et al., 2007), empobrecer

la riqueza de especies y estructura de la comunidad, o hasta degradar el suelo mediante el

incendio, pastoreo o cultivo repetido, lo que puede reducir su fertilidad (Challenger, 1998), el

espesor de la hojarasca (Sánchez-Velásquez y García-Moya, 1993; Juárez-Ramón, 2000) y

modificar su estructura y fauna (Rodríguez-Audirac, 1998; Juárez-Ramón, 2000).

Un patrón bastante común en el BMM de los alrededores de Xalapa es el de tierras planas

dedicadas a cultivos de escarda, mientras que las de pendiente ligera, son cubiertos de pastos

para el desarrollo de la ganadería extensiva, o bien se destinan al cultivo del café en varias

intensidades de manejo (caracterizadas por Moguel y Toledo, 1996). A nivel del paisaje, el

bosque ha quedado reducido a manchones dispersos situados en pendientes demasiado

empinadas de las cimas de los cerros y de cañadas que bordean los ríos. La exigüidad del bosque

respecto a la extensión de las áreas transformadas, aunado a la falta de conectividad entre los

manchones remanentes, puede provocar una escasez de propágulos propios del bosque para su

regeneración. Esto es consecuencia de la destrucción recurrente del acervo de semillas y de

plántulas, y de los sitios de descanso y anidación de los dispersores (Martínez-Morañes, 2005).

Aunado a lo anterior está la alteración de las condiciones microclimáticas, que son reguladas por

la misma vegetación (Barradas, 2000).

Lo anterior hace extremadamente difícil y lenta la regeneración, en comparación con la de

bosques similares (Ewel, 1980). Si aunado a lo anterior el recrecimiento5 es también muy bajo en

5Recrecimiento es la cantidad absoluta de recuperación (de la comunidad). Esta variable está constituida por 12 mediciones de la estructura de las plantas (biomasa, altura, número de especies/área, índice de área foliar, entre otras) y es expresada como proporción del recrecimiento máximo medido en el primer año de sucesión del bosque tropical húmedo (Ewel, 1980). Cabe aclarar aquí que lo que Ewel considera como bosque tropical húmedo de montaña de Costa Rica (dominado por Quercus spp.) es una comunidad en que la temperatura promedio anual es de 7ºC, mucho más baja que las de los bosques mesófilos de México, de 12 a 23º C (Rzedowski, 1978). Por lo que las estimaciones de recrecimiento y de recuperación del deterioro pueden estar ligeramente subestimadas, dado que las bajas temperaturas entorpecen la productividad primaria y la descomposición.

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el proceso sucesional, el BMM se convierte en un ecosistema extremadamente frágil (Ewel,

1980; Williams-Linera, 1992a, 1994).

En seguida se documentan algunos de los escenarios alterados que presentan condiciones

especiales para la regeneración inicial en el BMM de México, y de Veracruz. Cabe señalar que la

mayoría de los sitios de los casos mencionados tienen complejas historias de manejo, por lo que

difícilmente pueden atribuirse a un sólo tipo de intervención.

Bosque con entresaca selectiva. A consecuencia de intervenciones aparentemente ligeras, como

la extracción selectiva de árboles, pueden haber repercusiones significativas en la estructura y

composición de la comunidad. La intensidad de extracción de leña e individuos del bosque está

directamente relacionada con la respuesta de la comunidad, la cual muestra una simplificación de

la estructura por la entresaca de individuos grandes, preferentemente, y la dominancia de

especies favorecidas por las nuevas condiciones que se establecen (Rüger et al., 2007).

Un efecto de la entresaca es la “pinarización” del BMM (González-Espinosa et al., 1995).

Esta consiste en la predominancia de los pinos ante el retiro paulatino de los encinos del bosque,

que son utilizados como leña o carbón. En los Altos de Chiapas y en Oaxaca esta práctica

favorece la expansión y el desarrollo de los pinos, los cuales con su hojarasca forman un

mantillo que limita la regeneración de numerosas especies latifoliadas típicas del BMM. En

efecto, se ha sugerido que cuando el valor de importancia relativa de las especies de pinos es

mayor al 60 o 70% (Galindo-Jaimes et al., 2002), las condiciones edáficas cambian

drásticamente, reduciéndose la humedad, variando la temperatura y otros atributos del suelo. Por

tanto, la composición de especies y la estructura de los pinares inducidos se ve muy empobrecida

(Galindo-Jaimes et al., 2002). Algunos autores sugieren que ciertos bosques de pinos, aledaños

al BMM, pueden ser fases sucesionales del BMM mantenidas por el disturbio recurrente

(Sánchez-Velásquez, 1988; Pineda-López et al., 2000; González-Espinosa et al., 2006).

Por otro lado lado, Negrete-Yankelevich et al. (2007), en estudios en Oaxaca, señalan que

la entresaca selectiva parece comprometer la interdependencia entre la composición, estructura

espacial y funcionamiento de la biodiversidad por encima y dentro del suelo debido a la

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homogeneización de la materia orgánica proveniente de los pinos. Por ejemplo, la especie de

lombríz Ramiellona willsoni, característica del bosque maduro, parece ser incapaz de

establecerse en bosques secundarios ni tolerar la liberación de fósforo, característica de

ambientes alterados.

En el BMM de Veracruz central no se presenta la pinarización, aún cuando hay bosque de

pinos aledaño, a mayor altitud y a que, con frecuencia se encuentran algunos pinos creciendo

dentro del bosque. Es posible que esto se deba a las condiciones ligeramente más húmedas que

prevalecen en los BMM en Veracruz, respecto a otros estados, ya que en todos la entresaca es

generalizada.

Bosques transformados en zonas agrícolas. La agricultura se practica en la mayor parte de las

zonas originales del bosque mesófilo, siendo las mejores tierras, las ubicadas en planicies, en

donde prácticamente lo ha desplazado. No obstante, continuamente se abren tierras al cultivo aún

en las laderas, dado que en esta zona ecológica las tierras suelen ser relativamente fértiles y con

un buen temporal. Los cultivos de escarda en laderas exponen a los suelos de esta zona a un alto

riesgo de erosión hídrica (Olivieri, 1982), al presentar cuatro rasgos predisponentes en Veracruz:

1) lluvias muy intensas, agrupadas sobre todo en el verano, 2) laderas con pendiente abruptas y

3) muy largas, y 4) una escasa cobertura vegetal durante una buena parte del año, que poco

amortigua el efecto erosivo de las gotas de lluvia (Becerra, 1999). En las tierras degradadas por

la erosión, mermadas en su fertilidad, la regeneración se lleva a cabo muy lentamente.

Donde el bosque en laderas es transformado a cafetales rústicos el efecto erosivo puede ser

muy reducido dada la abundante cobertura arbórea, arbustiva y de hojarasca del suelo. Esta fue

la transformación del paisaje más común hasta hace dos décadas, sin embargo, la reducción de la

rentabilidad de este cultivo en los últimos tiempos ha provocado su transformación a potreros o,

en el mejor de los casos, al abandono, que favorece la regeneración de las especies nativas,

siempre y cuando no esté muy alejado de fragmentos del bosque original (Muñiz-Castro et al.,

2006).

El establecimiento de cafetales en la zona del BMM ha impactado sobre todo en la

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diversidad de especies de plantas, sin embargo, parece no afectar demasiado la actividad,

diversidad de especies, densidad y biomasa de la fauna del suelo (Juárez-Ramón, 2000).

Bosques transformados en pastizales para ganadería. La introducción de ganado afecta

diferencialmente a las plantas en regeneración favoreciendo el desarrollo de las menos

apetecibles y entorpeciendo el de las más palatables, lo cual repercute en los patrones de

regeneración (Ramírez-Marcial et al., 1996; Hernández et al., 2000). Por otro lado, la

introducción de pastos exóticos entorpece la regeneración de las especies nativas por su

competencia por recursos y su difícil erradicación (Márquez-Huitzil, 1999). Aunque si se

mantienen áreas de pastizal sin el efecto ramoneador del ganado algunas especies arbóreas

podrían desarrollarse (como se ha observado en los Altos de Chiapas en Quercus crispipilis

Quintana Ascencio et al., 1992).

Un efecto adicional del sobrepastoreo es la compactación del suelo, lo cual reduce su

porosidad y drenaje, factores que, a su vez, pueden afectar la composición de especies en

regeneración. En casos extremos en que se rebasa la capacidad de agostadero en laderas el suelo

puede sufrir “erosión de paso”, facilitada por la compactación diferencial del suelo (ten Raa,

1983).

En la zona de BMM del centro de Veracruz, esta actividad ha favorecido la colonización

por parte del huizache (Acacia pennatula), una agresiva oportunista, en áreas abiertas al

pastoreo. El ganado se constituye en dispersor de las semillas al ser trasladado de un sitio de

pastoreo, donde ingirió vainas de esta planta, a otro. Las semillas son arrojadas en las heces,

donde el ambiente es favorable para su germinación y establecimiento. En lugares donde no han

sido eliminadas las plántulas, han formado comunidades arbóreas puras, con un dosel cerrado, en

un lapso de 10 años, y que alcanzan densidades de hasta 4000 individuos de 7 a 8 m de altura por

hectárea (Cházaro, 1977). Dicho autor sugiere que la etapa de huizachal podría sólo constituir

una etapa seral hacia la comunidad original, sin embargo, es necesario corroborarlo pues, en

observaciones preliminares, no encontró elementos típicos del BMM regenerando en el

sotobosque.

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Bosques incendiados. Los incendios ocurren en el BMM de manera natural, o inducida, como

práctica que facilita la actividad agrícola, pero altera la sucesión cuando las tierras son

abandonadas (Sánchez-Velásquez, 1986; González-Espinosa et al., 1995). El fuego destruye la

biomasa aérea y del suelo, así como altera sus propiedades fisicoquímicas (Asbjorsen et al.,

2005). En la Reserva de Manantlán, Jalisco, donde existe un mosaico de comunidades de BMM,

de pino y/o encinos, Sánchez-Velásquez y García-Moya (1993) determinaron la secuencia

sucesional arbórea y su relación con los incendios (indicados indirectamente por la profundidad

de la hojarasca). En todas las localidades con profundidades de hojarasca mayores de seis cm

(indicador de no haber sufrido incendios recientemente), aún en pinares, el 74% de las especies

que regeneran fueron características del BMM. Entre ellas están las latifoliadas arbóreas:

Carpinus tropicalis, Cornus disciflora, Clethra Hartwegii, Dendropanax arboreus, Ilex

brandegeana, Magnolia Iltisiana, Quercus acutifolia, Q. candicans, Q. obtusata, Ternstroemia

lineata, Zinowiewia concinna; además Carpinus caroliniana, Persea hintoni y Rapanea

jurguensenii (Saldaña-Acosta, 1995).

Por el contrario, en los casos en que existe un disturbio recurrente por fuego en el BMM,

la regeneración se constituye primordialmente a base de pinos ya que tienden a agotarse los

nutrimientos del suelo como para permitir su regeneración (Pineda-López et al., 2000). Sin

embargo, Román-Cuesta et al. (2007), señalan que las condiciones de sequía provocadas por las

Oscilaciones Sureñas de El Niño, han favorecido la extensión de los incendios aún hacia

comunidades en que no solían ser comunes, como el BMM. Lo anterior ha sido provocado por

las actividades antropogénicas que han inducido la pinarización, y la expansión de potreros que

son muy inflamables, al menos en Chiapas y Oaxaca.

Los incendios, al igual que la tendencia a la pinarización, no son eventos frecuentes en el

área de distribución del BMM de Veracruz central, debido tal vez a que las condiciones de

sequía no son tan extremas como las de otros estados y la precipitación anual es ligeramente

mayor.

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Bosque eliminado. En ocasiones extremas, al removerse la comunidad, incluyendo al suelo, el

deterioro puede ser muy severo al comprometerse la capacidad amortiguadora de la comunidad

misma sobre el microclima y la regulación de los flujos de nutrimentos del sistema. Un factor

que ilustra la importancia del bosque en la regulación de su microclima es su relación con las

frecuentes nieblas, precipitación que no es contabilizada en los registros de precipitación

convencionales. En la zona de nieblas de Veracruz, la presencia de vegetación, significó un

aporte de 24% de agua adicional a la precipitación en la época de sequía invernal, y de cerca de

34% más en todo el año (Barradas, 2000). En efecto, la niebla al ser acarreda por el viento es

colectada en la amplia superficie foliar que contiene un bosque multiestratificado que, como

paisaje, ofrece una textura rugosa muy heterogénea (Challenger, 1998). La humedad se precipita

proveyendo de agua a la comunidad, lo que reduce la tasa de transpiración de las plantas y de

evaporación del suelo y mantiene una reserva de agua en el mismo. Si la vegetación es removida

esta humedad deja de ser captada e incorporada al sistema. Barradas (2000) advierte que de

proseguir la desforestación del BMM en el centro de Veracruz podría ocurrir un aumento en la

altura de la base de las nubes, que generaría una menor frecuencia de nieblas en las áreas

montañosas del estado de Veracruz.

Este “gobierno” de la humedad por parte de la comunidad es particularmente importante

para la mayoría de las especies epífitas (orquídeas, helechos, cactos, bromelias, principamente).

Éstas dependen de la precipitación para allegarse agua y nutrimientos. La contribución que hace

la niebla (precipitación horizontal), especialmente en épocas de relativa sequía, puede ser crucial

para su persistencia.

En términos de la riqueza de la comunidad, si a las epífitas les faltan áreas de depósito de

la humedad atmosférica, y lugares donde establecerse, aun en el caso en que hubiera propágulos

disponibles, esto la empobrecería significativamente pues representan alrededor de la tercera

parte (ca. 800) del total de especies de plantas (Rzedowski, 1996). Sin embargo, su importancia

no sólo reside en su diversidad, sino también en el hecho de ser importantes captoras y

almacenadoras de nutrimientos. Las epífitas pueden contener 40% del total de nutrimientos

almacenados en la biomasa no leñosa, con 7.4 veces más nitrógeno, 6.5% más fósforo, 3.5 veces

más potasio y 2.8 más calcio que todo el follaje de las demás plantas del bosque, incluyendo los

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árboles del dosel (Challenger, 1998).

Otro efecto indeseable, que se presenta comunmente cuando se remueve la comunidad es

la de exposición del suelo a la erosión hídrica, con la concomitante reducción de su contenido de

materia orgánica, la alteración de su estructura y disponibilidad de nutrimientos.

.

2.6. RESTAURACIÓN DEL BMM DE VERACRUZ CENTRAL

La mayor parte de los estudios de restauración en el país se han enfocado a ‘reverdecer’

rápidamente los sistemas degradados sin reconocer las interacciones de las especies nativas de la

zona, ni considerar estados de referencia, sin formular hipótesis basadas en la aplicación de

teorías de ecología básica ni verificación del automantenimiento de la estructura, o del

funcionamiento (Sánchez, 2005). Por otro lado, generalmente, no se considera la variabilidad

genética de las especies que son manejadas, ni tampoco la respuesta de éstas y de comunidades y

ecosistemas a gradientes ambientales (González-Espinosa et al., 2007). No obstante, hay

creciente procupación por algunos grupos de investigación latinoamericanos por generar

información relevante para la rehabilitación ecológica, no sólo concerniente a aspectos

ambientales, sino también a las causas últimas de la degradación, de índole socioeconómica, así

como a aspectos técnicos ingenieriles. Se busca acordar y compartir protocolos para asesorar

experiencias de restauración aplicables a diversos escenarios y ecosistemas (Armesto et al.,

2007), se recomienda que éstas no resulten costosas y que se guíen por el método adaptativo

(González-Espinosa et al., 2007).

La mayor parte de las investigaciones en el BMM realizadas hasta hace dos décadas,

estuvieron enfocadas a reconocer el papel de las especies y de algunas pocas interacciones, sobre

todo con el ambiente abiótico, enfatizando principalmente su descripción, categorización y

explicación de algunos patrones. Sin embargo, se puso menos atención en los procesos que

subyacen en la sucesión y ensamblaje de las comunidades, lo que facilitaría su manipulación. Por

lo tanto, ha sido sumamente difícil traducir estas observaciones en métodos de control de la

secuencia de reemplazo para acelerar el porceso, o de discernir las tendencias que gobiernan la

estructuración de la comunidad.

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Se requiere también reconocer el aspecto funcional, dinámico, de la comunidad y

ecosistema considerando procesos a varias escalas temporales y espaciales para su restauración,

con el fin de incluir estados de referencia un tanto ajenos a las especies. En este sentido,

sobresale el trabajo de Rüger et al. (2007) en el que se reporta información del BMM en

Veracruz, resultado de la simulación de impactos a largo plazo de la tala selectiva en

intensidades crecientes. Se revela el efecto concomitante directo de la intensidad de esta

actividad en la integridad ecológica del bosque, lo cual es aplicable al diseño de estrategias de

manejo para la regeneración de especies particulares. La integridad ecológica del bosque fue

estimada a partir de parámetros ambientales, del reclutamiento, mortalidad y geometría de

especies arbóreas, de la producción de biomasa y de aspectos técnicos.

La utilidad que han mostrado los estudios sobre sucesión reside en que constituyen

estados de referencia para la restauración de comunidades alteradas. Las prácticas de

restauración en el BMM en Veracruz central han seguido dos líneas. Una de ellas se ha llevado a

cabo en ambientes alterados para actividades agropecuarias con un enfoque fitocéntrico

(Alvarez-Aquino et al., 2007, acervo de semillas y propágulos; Alvarez-Aquino et al., 2004,

2007 y Ramírez-Bamonde et al., 2005, desempeño de plántulas; Pedraza y Williams-Linera,

2003; Suárez-Guerrero y Equihua, 2005; Alvarez-Aquino et al., 2007, respuesta de brinzales) y

sólo en un caso, se consideran respuestas en algunos elementos del suelo (Suárez-Guerrero y

Equihua, 2005). La segunda ha consistido en aplicaciones prácticas de reclamación, o

saneamiento, encaminadas a la restauración, en minas a cielo abierto después de la extracción de

roca caliza, para recuperar la cobertura arbórea, la diversidad de plantas (Márquez-Huitzil, 1999)

y de algunos atributos del suelo (Rodríguez-Audirac, 1998).

Dichas experiencias de restauración sugieren algunas tendencias en el ensamblaje de

especies del BMM, que se señalan en seguida y que pueden tomarse en cuenta para trabajos

futuros.

La restauración puede iniciarse a partir de la siembra directa de semillas de leñosas

nativas de especies de interés en sitios alterados, abiertos y alejados de la fuente de

propágulos, en época de lluvias. La regeneración natural puede iniciar efectivamente a partir

del acervo de semillas del suelo de sitios alterados (Alvarez-Aquino et al., 2007;), o de su

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introducción intencional en suelo de otros sitios (Márquez-Huitzil, 1999).

Es factible introducir plántulas de especies nativas crecidas en viveros bajo el dosel

de algunas especies nativas o exóticas. La regeneración de plántulas del bosque nativo también

ocurre espontáneamente bajo el dosel de individuos de algunas especies nativas. A la sombra de

individuos de liquidámbar o pinos, pueden crecer plántulas sembradas de Magnolia dealbata,

Quercus germana y Q. xalapensis (Ramírez-Bamonde et al., 2005). Esta recolonización puede

ocurrir también bajo exóticas de rápido crecimiento como Acacia pennatula, Casuarina

equisetifolia, Cupressus benthamii, o Bambusa sp. bajo los cuales se desarrollan numerosas

especies secundarias contenidas en el acervo y/o lluvia de semillas, espontáneamente, o por

siembra directa (Márquez-Huitzil, 1999).

Las modalidades en el establecimiento de especies leñosas nativas en la comunidad

dependen del empate de las tolerancias potenciales de cada especie con las variadas

oportunidades de los escenarios degradados. Este aspecto se ha enfocado a las etapas iniciales

de sus ciclos de vida, las cuales son relativamente fáciles de manipular, con el fin de reconocer el

establecimiento temprano de las especies en diferentes ambientes alterados (Alvarez-Aquino et

al., 2007, acervo de semillas y propágulos; Alvarez-Aquino et al., 2004, 2007 y Ramírez-

Bamonde et al., 2005, desempeño de plántulas). Las plántulas de algunas especies del bosque no

son capaces de establecerse con éxito fuera del mismo (como Fagus grandifolia var. mexicana,

Carpinus caroliniana, Symplocus coccinea (Alvarez-Aquino et al., 2004) y Magnolia dealbata

(Ramírez-Bamonde et al., 2005)). Mientras que plántulas de varias especies de Quercus sí

toleran los sitios abiertos (Q. acutifolia -Alvarez-Aquino et al., 2004-, Q. germana y Q.

xalapensis -Ramírez-Bamonde et al., 2005- y Q. crispipilis, en Chiapas -Quintana-Ascencio et

al., 1992-).

La calidad del sitio influye fuertemente en el desempeño de las especies en

plantaciones establecidas a partir de la siembra de brinzales; la supervivencia ha sido

mayor en laderas de pendientes muy pronunciadas y menor en potreros con suelos

compactados. Carpinus caroliniana, Juglans pyriformis y Liquidambar styraciflua se

desarrollaron exitosamente en todos los sitios alterados, mientras que Podocarpus matudae

presentó crecimiento muy lento fuera del bosque (Pedraza y Williams-Linera, 2003), lo mismo

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que Cornus disciflora, Magnolia dealbata y Podocarpus guatemalensis (Suárez-Guerrero y

Equihua, 2005).

Es crucial reconocer las potencialidades de establecimiento de brinzales de especies

particulares, desarrollados en viveros, para emplearlos en distintos escenarios de

restauración Los estudios con brinzales han podido traducirse en recomendaciones para

restauración: Juglans puede establecerse en los sitios degradados, Quercus acutifolia puede

emplearse en programas de restauración, Podocapus matudae debe sembrarse casi

exclusivamente para el enriquecimiento de bosques y plantaciones, así como Fagus y Symplocus,

que se establecen sólo bajo el dosel cerrado. Carpinus y Liquidambar pueden establecerse en

zonas abiertas (Alvarez-Aquino et al. (2007). Cornus y Magnolia no deben utilizarse en sitios

abiertos degradados, mientras que Quercus sp. y Ulmus, son muy recomendables en dichos

sitios, por su alta supervivencia y desarrollo, más que Carpinus y Liquidambar (Suárez-Guerrero

y Equihua, 2005).

Ensambles construidos con especies leñosas de distinta tolerancia a la sombra

pueden afectar el desempeño de las especies que los componen. A esta temprana etapa de

brinzales de varias especies combinadas en ensambles distintos se ha sugerido la aparición de

propiedades emergentes de los ensambles mismos, traducidas en mayor supervivencia y/o

desarrollo de algunas especies (Carpinus caroliniana, Clethra macrophylla, Erythrina

americana, Liquidambar macrophylla, Platanus mexicana, Quercus sp., Ulmus mexicana y la

exótica Casuarina equisetifolia) en combinaciones particulares (Suárez-Guerrero y Equihua,

2005). Es notable que esta experiencia se llevó a cabo en un sitio completamente abierto, suelos

muy degradados y compactos, en los que no era evidente ninguna regeneración natural. Este

estudio constituye una parte de la tesis presente y se incluye como tercer capítulo.

La inclusión de algunas especies clave, en los ensambles y, en menor grado, los que

incluyen muchas especies, puede favorecer la recuperación de aspectos funcionales del

ensamble mismo. Algunos ensambles, como los que incluyen a encinos, o a Casuarina

equisetifolia y, en menor grado, los que incluyen muchas especies (nueve), pueden favorecer el

desarrollo de las demás especies del ensamble, así como incrementar los niveles de algunos

nutrimientos, como el nitrógeno en el suelo (capítulo cuatro). Lo anterior sugiere la exploración

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a mayor detalle, y por periodos más largos, del efecto de restauración con ensambles.

Las prácticas de adición de suelo de 10 o más centímetros de profundidad, aunado a

la siembra directa de semillas y árboles nativos favorecen la recuperación de sitios

totalmente desprovistos de biota y suelo, como las canteras. Las adiciones de suelo menores a

10 cm no permiten el establecimiento de las plantas introducidas. Por otro lado, la recuperación

de la comunidad (en términos del área basal, cobertura, densidad y altura) puede acelerarse

mediante la introducción deliberada de propágulos de varias especies a estos suelos (Márquez-

Huitzil, 1999).

En laderas de canteras muy pronunciadas, antes del establecimiento de especie

alguna o de suelo, se requiere llevar a cabo prácticas ingenieriles encaminadas a acortar los

taludes para evitar el acarreo del suelo. El establecimiento de terrazas con pendientes

perpendiculares a la orientación de la ladera, pueden aminorar la erosión del suelo y de semillas

adicionados (Márquez-Huitzil, 1999). Asi mismo, el cuidar que los taludes tengan sean cort os

obstaculiza el escurrimiento superficial del agua, disminuyendo su velocidad y también reduce el

riesgo de erosión y pérdida de propágulos.

Los pastos exóticos introducidos ejercen un efecto antagónico sobre la mayoría de las

especies nativas de plantas. Se advierte de lo inadecuado de emprender la siembra de pastos

exóticos en restauración, ya que entorpecen el establecimiento de otras especies de plantas

(Alvarez-Aquino, 2007) y son de muy difícil erradicación, aunque forman una cobertura vegetal

en menor tiempo que otras especies (Márquez-Huitzil, 1999).

Los pastos exóticos introducidos pueden aumentar la fertilidad de los suelos y

favorecer a la fauna del suelo en canteras. Es muy necesario poner atención a los procesos que

ocurren en el suelo y que pueden ser claves en el ensamblaje de las especies de la comunidad

(Bradshaw, 2004). La presencia de pastos puede aumentar la fertilidad de los suelos, así como la

abundancia, biomasa y diversidad de la meso y macrofauna edáfica, más que ninguna otra

cobertura vegetal en canteras. Se ha recomendado establecerlos para lograr una cobertura vegetal

rápida, dejarlos por un tiempo y retirarlos después (Rodríguez-Audirac, 1998).

La adición continua de materia orgánica y de lombrices de tierra a sitios degradados

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puede aumentar la fertilidad de los suelos, sin necesidad de recurrir a pastos exóticos. Con

la intención de mejorar las condiciones edáficas (e indirectamente de las plantas) se ha incluido

en las actividades de restauración la adición no sólo de suelo, sino también de materia orgánica

en forma contínua. Así como añadir lombrices de tierra con el objeto de mantener los procesos

de descomposición y movilización de nutrimentos (Rodríguez-Audirac, 1998), que favorece el

desarrollo de las plantas.

Cabe mencionar que todas las experiencias de restauración analizadas tienen como marco

de referencia los estudios sucesionales mencionados antes. Incluso, muchos de ellos fueron

realizados por los mismos autores. Todas están planteadas como experimentos con hipótesis

relativas a conceptos de ecología básica, diseño de experimentos adecuados e inferencias

estadísticas. La excepción son las investigaciones efectuadas en canteras, ya que la mayoría de

las prácticas encaminadas a la restauración no fueron propuestas, ni efectuadas por los autores;

éstos aprovecharon para dar seguimiento y comparar la tendencia de los trabajos iniciados.

Suárez-Guerrero y Equihua (2005) exploran explicaciones que sugieren la emergencia de

sinergias entre especies. Estos autores y Rodríguez-Audirac (1998) analizan algunos rasgos

funcionales, como la química del suelo.

En ninguno de los casos se ha verificado la capacidad de automantenimiento de los

sistemas en restauración, no se ha puesto atención a la variabilidad genética del germoplasma

empleado, ni se ha abordado la restauración en gradientes altitudinales. Ha faltado un monitoreo

contínuo que posibilite adoptar nuevas medidas a las condiciones cambiantes por la restauración,

salvo en las experiencias en minas de caliza.

La mayoría de los proyectos ha sido de bajo costo, con la idea de generar técnicas

aplicables por dueños de predios en sus parcelas. Este no es el caso en la restauración de

canteras, donde se llevaron a cabo obras ingenieriles, traslado de grandes volúmenes de suelo y

la contratación de alpinistas para la siembra de árboles en sitios muy altos y escarpados.

2.7. LITERATURA CITADA

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CAPÍTULO 3

EXPERIMENTAL TREE ASSEMBLAGES ON THE ECOLOGICAL REHABILITATION OF A CLOUD FOREST IN VERACRUZ,

MEXICO

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CAPÍTULO 4

REHABILITACIÓN DE ALGUNAS PROPIEDADES QUÍMICAS DE LOS SUELOS Y DEL BOSQUE DE NIEBLA EN VERACRUZ,

MÉXICO CON ENSAMBLES EXPERIMENTALES DE LEÑOSAS NATIVAS Y Casuarina equisetifolia L, Amoen

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Experimental tree assemblages on the ecological rehabilitation

of a cloud forest in Veracruz, Mexico

Ana Isabel Suarez Guerrero a,*, Miguel Equihua b

aFacultad de Ciencias Agrıcolas, Universidad Veracruzana. Apartado Postal 785,

Xalapa, Veracruz 91000, Mexicob Instituto de Ecologıa, A.C. Apartado Postal 63, Xalapa,

Veracruz 91000, Mexico

Received 18 March 2005; received in revised form 6 August 2005; accepted 11 August 2005

Abstract

The composition and richness of woody species were experimentally tested in assemblages that were put together in order to

evaluate – 18 months later – the combination that impacts several variables of woody community development the most and thus,

its value on cloud forest rehabilitation. The experiment was conducted in an area of eastern Mexico characterized by cloud forest

that had been severely damaged by plant cover removal and erosion as well as soil mixing and compacting caused by heavy

machinery. Ten, 1-year-old, native woody species were employed to construct the assemblages. All species used in the

experiment are native to eastern Mexican cloud forest, and each was included in at least two assemblages.

More than half of the individuals that made up each assemblage succeeded in establishing and growing despite the dire

condition of the study area; this was also true for 8 of the 10 species that made up assemblages. No evidence was found to suggest

that assemblages affect development or survival at plot level, nor did the richness and composition of assemblages seem

important in terms of community organization. However, in five species, assemblages were noted to influence some of the

developmental variables analyzed, as the best performance came from the richest assemblage.

The relative success of all assemblages and most individual species shows that it is possible to accelerate secondary

succession in cloud forest by establishing assemblages of woody species juveniles. The results suggest that in this forest

rehabilitation, any assemblage can be employed. Given the effects on each species, it is advisable to include the ones which

exhibit the best survival and response under altered conditions in terms of crown size and height (Quercus, Carpinus, and

Ulmus).

# 2005 Elsevier B.V. All rights reserved.

Keywords: Cloud forest rehabilitation; Species assemblages; Native woody plants; Species composition; Richness; Self-thinning rule;

Veracruz

www.elsevier.com/locate/foreco

Forest Ecology and Management 218 (2005) 329–341

* Corresponding author at: 3 Priv. de Serafın Olarte 101, Col. Martires de Chicago, Xalapa, Veracruz 91090, Mexico. Tel.: +52 228 8 18 02 18;

fax: +52 228 8 42 18 00.

E-mail addresses: [email protected], [email protected] (A.I. Suarez Guerrero), [email protected] (M. Equihua).

0378-1127/$ – see front matter # 2005 Elsevier B.V. All rights reserved.

doi:10.1016/j.foreco.2005.08.032

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1. Introduction

Research on forest rehabilitation has often focused

on the role of tree plantations in accelerating

secondary succession in altered areas (Parrota,

1992; Lugo, 1997). This has been suggested as a

promising method for reverting the damage caused by

human activities that alter ecosystem functioning

(Loope and Stone, 1996). Some trees, in fact, have

been shown to aid in restoring soil fertility (Stanley

and Montagnini, 1999) and attenuating severe micro-

climatic conditions (Cusack and Montagnini, 2004).

Hartley (2002) indicates that although a plantation

cannot equal the genetic richness of original forest –

nor is it intended to do so – it can contribute to the

recovery of part of the original vegetation and wildlife.

Parrota (1995) has reported that under tree exotic

species plantations, one finds greater seedling density

and herbaceous species richness than at sites outside

of the plantation. Results of growing this exotic trees

are, however, difficult to extrapolate to other arboreal

species, especially native ones. Furthermore, studies

of exotic monocultures have shown that both

community diversity and certain ecosystem processes

may be affected (Vitousek, 1990; Armstrong, 1993),

sometimes even causing pest infestations (Vazquez-

Yanes and Orozco-Segovia, 1998; Richardson, 1998).

As an alternative, native species cultivation has been

suggested (Reygadas et al., 2001).

Very little is known about the ecology of native tree

species and their theoretical restorative capacity in

altered environments (Chaverri et al., 1997), especially

in cloud forests (Pedraza and Williams-Linera, 2003).

However, because these are considered some of the

richest communities in terms of endemic species

density for most taxa (Rzedowski, 1996), such research

is of pressing importance. In central Veracruz, most of

the areas occupied by such communities have been

altered due to the fact that their soil and climate favor

agricultural and cattle-raising activities; very few

isolated fragments are intact. The loss of tree cover

represents the most widespread form of environmental

damage; coupled with the heavy rainfall and hilly

landscapes that are typical of cloud forest sites, this

leads to substantial erosion.

One way to revert tree cover loss is by restoring it

through reforestation and rehabilitation. It can be

expected that at least some of the damage caused by

plant cover loss can be counteracted. The establish-

ment of herbaceous species is another way to restore

plant cover; however, cover consisting of woody

species has additional advantages for substrate

consolidation (Figueroa et al., 1991). The influence

that woody species exercise on the environment has

been widely documented (McKell, 1989; Granados

and Mendoza, 1992; Equihua et al., 2001). Further-

more, woody species offer conditions for the establish-

ment of other species, providing perching areas, room

for nests or burrows, sites for epiphytes and vines, or

by serving as nurses, facilitating microtrophic

associations, etc.

The natural restoration process of a system can be

accelerated by avoiding certain stages such as initial

colonization in the case of herbaceous species. Aber

(1987) proposes basic restorative guidelines, consider-

ing the first measure as recognition of an area’s degree

of disturbance. In a region such as the study site, where

vegetation has been replaced by grazing land and the

soil has been compacted by heavy machinery – thus

eroding from lack of cover – measures must be adopted

to reestablish ecosystem flow and to accelerate

secondary succession, either immediately thereafter

or simultaneously. It is advisable to use biological

means to this end, such as the direct planting of tree

species. This practice has led the community to a stable

state in altered sites such as Mississippi’s Central

Valley, primarily through plantation of several late

succession species of holm oak (Ashby, 1987). This has

saved time by accelerating the succession/restoration

process. In montane cloud forest, there is a vast diversity

of wild or native woody species. This makes a

rehabilitation program hold promise, as these plants

appear to establish easily in their original distribution

area. Furthermore, they could be key to regenerating

degraded soil and as providers of some products at a

local level or for exportation. Although, for ecological

and utilitarian purposes, some efforts at achieving

viable reforestation are presently being made, the

number of woody species in question is still quite low,

and other less conventional plants must be explored

(Vazquez-Yanes, 1999; Benıtez et al., 2004). Given the

promise that these species offer, it is essential to

determine not only the general characteristics of their

propagation but their ability to survive in environments

with varying degrees of disturbance (Vazquez-Yanes

and Batis, 1996).

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Among basic restoration principles is not only

reforesting with native species but attempting to

reproduce – to the greatest degree possible – the

structure, function, diversity, and dynamics of the

original ecological system. In this regard, Guariguata

et al. (1995) report the use of plurispecific plantations

as a biological tool for restoring altered areas, as such

plantations can accelerate natural ecological succes-

sion. However, there is still very little information

available on different plantation scenarios that can be

adopted to recreate specific forest ecosystems.

Single crop plantations tend to exhibit character-

istics that, on the one hand, make them vulnerable in

the long term (Cox and Atkins, 1979) and, on the

other, interfere with the recovery of a particular

community’s native biodiversity (Murcia, 1996;

Hartley, 2002). When planning revegetation, it is thus

hypothesised that combinations of native species can

be assembled to complement each other in order to

facilitate development despite the adverse conditions

of altered environments.

Morrison (1987) indicates that restoration should

be done as a simplified version of community models

that have evolved naturally. Early stage succession

species can be combined with late-stage species. The

former can usually grow in sunny and impoverished

environments; this is commonly achieved with species

that can form symbiotic associations with nutrient-

fixing microorganisms (Lawton, 1987). Other desir-

able characteristics are a high growth rate that enables

them to protect the soil quickly by providing natural

cover that prevents erosion; that they propagate easily;

that they permit the establishment of native elements

of flora and fauna; that, once established at a site, they

do not become weeds (Lindig and Vazquez-Yanes,

1997).

In the design of assemblages that will catalyze

succession in deforested areas, it has been demon-

strated that species selection can exercise a

significant influence on subsequent colonization

patterns (Parrota, 1995) as well as on ecosystem

processes such as the accumulation of biomass and

nutrients in plants and soil biota (Hooper and

Vitousek, 1997). It has also been shown that species

richness can directly impact certain ecosystem

processes (Tilman et al., 1997).

The propagation mechanisms of some native

woody species in cloud forest are now quite well

understood (Pedraza, 1998). What the present research

analyzes is the effect that arboreal species composi-

tion and richness might have on cloud forest (once the

establishment phase has occurred in a greenhouse) in

terms of development and survival characteristics of

woody biota itself.

It is assumed that native species assemblages can

establish successfully in altered areas, and that groups

of several woody species, corresponding to different

functional groups, will complement each other in

terms of requirements and contributions to the system,

exhibiting emergent properties that distinguish the

assemblage effect of one from another. The purpose of

this research was to follow individuals of several of

these species, joined in experimental assemblages, in

order to evaluate their growth and response as groups,

assemblages, and individual species. This study only

examines how assemblages affect the development

and survival of individuals and the species to which

they belong.

2. Study area and method

The experiment was conducted in a deforested

cloud forest area in order to ascertain the behavior of

assemblages that varied in terms of native woody

species composition, with analysis of the recovery

response of the plants.

The selected area is a plot that has suffered total

deforestation as well as soil compactation due to the

presence of cattle and heavy machinery. It lies in the

Municipality of Xalapa (19183103000LN; 9618530LW;

1300 m a.s.l.). Before disturbance, the vegetation

consisted of cloud forest. According to Meza (pers.

observ.), the soil is an andic regosol, following FAO

UNESCO soil taxonomy. Because of the disturbance

that they have been exposed to, they have become

extremely slow-draining and contain little or no

organic matter. The climate is semi-warm humid

(A)C(fm)w’’b(i’)g in accordance with data recorded at

the nearest station in Las Animas, two km away

(following Koppen classification modified by Garcıa

(1973)). The mean annual temperature is 19.2 8C; the

minimum is 15.6 8C (January) and the maximum

21.8 8C (May). Total annual rainfall is 1345.6 mm,

with 43.3 mm in the driest month (January), and

247.6 mm in the wettest (June). Mean annual tank type

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‘A’ evaporation is 1005.12 mm, with a maximum of

110.16 mm in May and a minimum of 48.9 mm in

December (Zola, 1987).

Experimental plots were established on an area

measuring approximately 1000 m2. The region forms

a small basin, where experimental plots were located

on the slopes. As steepness and direction varied,

blocks were marked off and used in the experimental

design to prevent this from affecting results.

3. Experimental and treatments design:

assemblages

Four types of assemblage were created, each

consisting of a different combination and number of

native woody species. The selection criterion was that

they belong to one of the two different functional

groups (tolerance/intolerance of shade). It was

assumed that they would complement each other. In

an attempt to simplify the complex interactions that

take place within an ecosystem, in each assemblage

two functional groups were combined, being repre-

sented by two or more species (Table 1).

Each of the assemblages included 36 individuals

that were propagated in a rural nursery and

transplanted at the age of 1 year to the experimental

site. Assemblages A (ECQU), B (LCPC), and C

(PCQM) consisted of four species each, all of differing

compositions. Every species corresponding to each

one of these three assemblages was represented by

nine individuals. Assemblage E was the richest, with

ten species, including all native species from the other

assemblages, but represented by only four individuals,

except in the cases of Erithrina and Podocarpus which

had only three and one, respectively.

Table 1

Four types of assemblage constructed with Mexican cloud forest native w

A (ECQU) T/I B (LCPC)

Erythrina americana Miller I Liquidambar macrophylla Oers

Cornus disciflora D.C. I Carpinus caroliniana Walter

Quercus sp. T Podocarpus guatemalensis Lun

Ulmus mexicana (Liebm.)

Planchon

T Clethra macrophylla Martens

and Galeotti

A–C consisted of four species each with differing composition; assemblage

their tolerance or intolerance of shade (T: tolerant; I: intolerant). Each asse

constituent species.

Trees were planted in quincunxes one meter apart.

The holes on which trees were planted were filled with

worm compost and were identical in size, 50 cm deep

and 25 cm in diameter. Assignments were made

randomly in terms of: treatments applied to block

sites, species and individuals of each species assigned

to sites within plots. The four assemblage types (or

treatments) are shown in Table 1.

The experimental design consisted of random blocks

with four assemblages (treatments) repeated four times,

for a total of 16 plots. The study period lasted 18 months

and five growth variables were recorded initially and

every 6 months thereafter (except for the survival

variable, which was recorded also at month 24). These

response variables were height (H), crown area (CR),

cover index (CI), basal trunk area (BA), and breast

height diameter (BHD). Crown and basal trunk area

were calculated on the basis of the measure of the

largest orthogonal diameter (assuming an elliptic form).

The former was complemented by an estimate of cover

density (hereafter called cover index), as measured with

a 50 cm2 thread frame when the crown was low; when it

was higher, a densometer was used, so that when crown

density (with a value of between 0 and 1) was multiplied

by area, the result was a figure equal to crown surface at

its maximum density or a lower figure if it was less

dense.

4. Statistical analysis

4.1. Survival analysis

We analyzed the age at which each individual died

as well as the amount of surviving (or censored)

individuals rather than choosing a subjective time at

oody species

T/I C (PCQM) T/I E (richest)

ted I Platanus mexicana Moric. I All of them

n = 10 speciesI Cornus disciflora D.C. I

dell T Quercus sp. T

T Magnolia dealbata Zucc T

E is the richest with ten species. The species selection criterion was

mblage is also identified by a name formed with the first letter of its

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which to compare the mortality percentages of several

samples. Our method was to establish an appropriate

distribution of error, such as the exponential or

Weibull, instead of the binomial (Crawley, 1993). As

ages at time of death do not present a normal

distribution, to compare samples we applied a non-

parametric test based on survival ranges at different

times, taking into consideration repeated records for

the same individuals.

In comparisons of how assemblages affect indivi-

duals’ age at time of death in a particular assemblage

or species, the Gehan procedure was applied

(Wilcoxon generalized), as it can handle censored

data and those coming from several distributions of

age at time of death.1 To determine the statistical

significance of any difference between more than two

groups, a Chi-square test was applied (with the Mantel

method); between pairs of groups, values for z were

estimated, as obtained with the Mantel and Haenszel

procedure (op cit).

4.2. Developmental analyses

Comparisons were done of the effect that assem-

blages had on developmental responses 18 months

after the experiment had begun. Separate analyses

were done of individuals per species as well as plots.

Univariate covariance analyses (ANCOVAs) were

applied, with the developmental data recorded at the

onset as covariables.

A principal components analysis (PCA) was

applied using standardized data to analyze develop-

mental variables for individuals; this was done in order

to produce ‘‘development indices’’ for subsequent

analyses. BHD was not included in this initial analysis

because not all individuals reached a height greater

than 1.30 cm. The effect of assemblages on the

principal components found was further studied by

variance analysis (ANOVA).

Each of the native species forms part of two or

three of the designed assemblages. As in previous

analyses, the performance of each species for the

1 This procedure involves assigning a count (mark) to each

survival time through the Mantel process and then estimating the

Chi-squared value on the basis of count totals per group. The

method works for both uncensored (time of death for each indivi-

dual in the sample) and censored (survivors beyond final measuring

time) observations.

variables mentioned (including those derived from

PCA) under different assemblages was compared

with ANCOVA. To analyze each species response,

only the assemblages that contained it were

considered.

Normality and homocedasticity assumptions were

tested. The comparison of means tests applied were

Tukey’s HSD when samples were similar in size;

Spjtvoll/Stoline when their sizes differed. To test all

survival and growht hypotheses, the critical value

chosen was p = .05. Statistical analyses were carried

out using version 5.5 of the STATISTICA Program

(StatSoft Inc., 2000).

5. Results

5.1. Assemblages effect on individual survival

More than half (58%) of the individuals survived

for 18 months, with the highest mortality occurring

during the first 6 months of the experiment. Most

species had a survival rate of over 50%. Only Cornus

and Magnolia exhibited very high mortality rates

(around 90%), although there were enough individuals

left for growth analyses to be conducted.

Most of the assemblages showed the same tendency

on their effect on survival and age of death for the

groups analyzed (Fig. 1). The exception was C

(PCQM) which, in pair comparisons, is significantly

lower than the others (Fig. 1).

Fig. 1. Assemblage effect on cumulative survival of the individuals

(Kaplan Meier). Different letters indicate significant differences at

p < .05 on group comparisons: a < b. Assemblages A = (ECQU);

B = (CLCP); C = (PCQM) and E (richest), names identified as in

Table 1.

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Table 2

Assemblage effect on survival percentages by species and time of death of the individualsa

Species Assemblages Statistic p

A (ECQU) B (LCPC) C (PCQM) E (richest)

Eritrina 51.4 63.6 n.s.

Ulmus 94.4 100.0 n.s.

Quercus 89.2 97.2 93.7 n.s.

Cornus .0 5.5 6.2 n.s.

Carpinus 69.4 a 93.7 b z = �1.9 <.05

Liquidambar 66.7 56.2 n.s.

Podocarpus 55.6 60.0 n.s.

Clethra 80.6 71.4 n.s.

Magnolia 11.1 11.8 n.s.

Platanus 44.4 a 81.2 b z = �2.1 <.05

a Assemblages A–C identified as in Table 1. Different letters indicate significant differences at p < .05 on the group comparisons: a < b.

5.2. Assemblages effect on species survival

No generalizad evidence was found that assem-

blages exercise a significant influence on the survival

and age of death for the species, some of which

appeared in more than one assemblage. Only Carpinus

and Platanus were the exception, both survived longer

in assemblage E (coexisting with all other species)

than in B (LCPC) or C (PCQM), respectively

(Table 2).

In terms of species’ age of death and survival,

analysis reveals four general tendencies at the end of

the experiment (Fig. 2):

(a) s

Fig.

spec

pecies that show high survival (Quercus and

Ulmus);

(b) th

ose with very high mortality between the first 6

and 12 months (Cornus and Magnolia);

2. Cumulative proportion survival of individuals grouped in

ies.

(c) th

ose with constant, mid-range mortality (Ery-

thrina, Liquidambar, Platanus, and Podocarpus);

(d) th

ose with regular, mid-range mortality and from

12 to 18 months, becoming quite low (Carpinus

and Clethra).

5.3. The effect of assemblages on growth

characteristics

Most features of plant development analyzed

showed similar tendencies in all assemblages, with

appreciable increases after 18 months in all factors

except height. Notably, canopy-related variables

decreased at 6 months, subsequently recovering. This

also occurred with BHD in all assemblages at 12

months (Fig. 3).

5.4. Development indices

Table 3 shows the relative weights of the first two

components, which together explain 87.01% of the

variability in developmental characteristics. In the

first, accounting for 69.44% of the total variance, all

variables have a negative weight and quite similar

importance. Only height takes a slightly lower weight.

The second factor has a much lower explication value

(17.60%) and, unlike the first, the accent lies on height

with a positive value; it is less marked for basal area

and has a negative sign. The influence of canopy-

related variables on this factor was almost insignif-

icant.

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Fig. 3. Temporal sequence of assemblage means of each growth variable—I: height, II: crown area, III: cover index, IV: basal trunk area and V:

breast height diameter (BHD). Assemblages names identified as in Table 1.

Table 3

Relative weight of the growth variables included in the two principal

factors resulting from the principal components analysis (PCA)a

Growth variables Factor 1 size Factor 2 shape

Height �.68 .68

Crown area �.94 �.09

Cover index �.93 �.02

Basal trunk area �.75 �.48

% of the total variation 69.44 17.58

The proportion of the variability explained by these two factors is

87.01%.a Italic values show a higher weight of the corresponding variables.

Fig. 4 shows a scatter plot of the two factors for

each individual; each piece of data has been marked in

terms of the assemblage to which it belongs.

Component 1 (factor 1) represents a gradient in

which individuals are ordered by general growth (for

all original variables, especially those relating to the

canopy). The gradient of component 2 (factor 2) puts

tall individuals with thin stems on the positive end,

while negative values correspond to small individuals

with relatively thick stems. For both, height exercises

a greater influence than stem thickness.

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Fig. 4. Scatterplot of the two most important factors (principal

components) explaining 87.01% of the variability in growth char-

acteristics, labeled by assemblage. Assemblages identified as in

Table 1.

All assemblages present the smallest individuals

(in terms of the total set of growth variables) in a

common zone near the place where the factors

intersect. The tendency of all assemblages regarding

Factor 1 is similar (F (3,9) = .67; p = .59). As to factor

2, although they are not as apparent, there are

differences among assemblages. C (PCQM) stands

out because most of its individuals are in the positive

section (tall individuals), in contrast to all other

assemblages (F (3,9) = 8.17; p = .006). The ANOVA

applied to these two factors showed only significant

differences for factor 2, which groups tall individuals

in the two upper quadrants (belonging to assemblage

C) and distinguishes them from the other assem-

blages, which are lower (Fig. 4 and Table 4).

The growth features that were synthesized in the

two factors, resulting from PCA, were consistent with

characteristics of the original variables and showed

similar trends to those of other developmental studies

Table 4

Assemblage effect on plot growth variables and developmental indices (f

Variables Assemblages

A (ECQU) B (LCPC)

Height a a

Crown area

Cover index

Basal trunk area

Breast hieght diameter

Factor 1 (size)

Factor 2 (shape) a a

a Assemblages A–C identified as in Table 1. p < .05; a < b.

(Manly, 1997). The first factor explains that the

greatest variability among individuals can be

attributed to overall size differences. The second

factor, with a much lower explicative power,

emphasizes the stem shape (minimizes canopy

variables).

5.5. Plot development

In terms of average (in the case of height) or total

(crown area, cover index, or trunk basal area)

assemblage responses per parcel were very similar.

Only for height were there significant differences

(F (3,8) = 4.1; p = .05). C stands out from the rest, A

and E have intermediate heights, and B is the lowest

(Table 4). The tendency coincides with that of factor

2, which distinguishes assemblages directly based on

height and inversely on basal area.

5.6. Development of each species within

assemblages

Results suggest that assemblages do indeed affect

the individual growth of the species that comprise

them. Table 5 shows the results of ANCOVAs that

were applied separately on each species to discern

developmental differences between assemblages.

Five of the ten species exhibited such differences

in at least one growth characteristic: Quercus (in

assemblages A, C, and E), Ulmus (in A and E),

Erythrina (in A and E), Cornus (in A, C, and E) and

Liquidambar (B and E). All of the species inclu-

ded in assemblages A and B were smaller when

the comparison with the remaining assemblages

resulted significantly different. C represents the

actors 1 and 2) resulting from principal components analysisa

Statistic p

C (PCQM) E (richest)

b ab F(3,8) = 4.0 <.05

n.s.

n.s.

n.s.

n.s.

n.s.

b ab F(3,9) = 8.7 <.01

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Table 5

Assemblage effect on species growth variables and indicesa

Variables Assemblages

A (ECQU) B (LCPC) C (PCQM) E (richest)

H CR CI BA BHD F1 F2 H CR CI BA BHD F1 F2 H CR CI BA BHD F1 F2 H CR CI BA BHD F1 F2

Species

Erythrina a a a b b b b a

Cornus a a b b a b

Quercus a a a a a a b b b b b b a ab ab ab ab ab

Ulmus a b

Liquidambar a b

Carpinus

Podocarpus

Clethra

Platanus

Magnolia

Results from the comparisons of means based on ANCOVAs (0–18 months). Erythrina—H: F(1,21) = 2.54; BA: F(1,21) = 4.03, F1: F(1,22) = 5.67,

F2: F(1,22) = 8.64; Cornus—H: F(2,72) = 6.78; F1: F(2,3) = 24.36; Quercus—H: F(2,72) = 6.78, CR: F(2,72) = 7.62, CI: F(2,72) = 1.77, BA:

F(2,72) = 5.34 y BHD: F(2,72) = 5.90, F1: F(2.72) = 9.66; Ulmus—F2: F(1,42) = 9.2; Liquidambar—BHD: F(1,26) = .2.a Blank spaces indicate that non-significant effects were found: a < b, p < .05. H: height, CR: crown area, CI: cover index, BA: basal trunk

area and BHD: breast hieght diameter, F1: the first principal component, F2: the second principal component.

largest individuals of Quercus and the highest

Cornus yet had the lowest density of Magnolia

cover. Finally, in E, the individuals of six species

tend to exhibit some characteristic of intermediate or

larger development than in all other assemblages.

6. Discussion

Despite the severe environmental degradation that

characterizes the site, all assemblages managed to

establish with relative success. Over 50% of the

individuals in eight of the ten species that comprised

them survived. Quercus and Ulmus are noteworthy

cases, as almost all individuals survived despite the

fact that they are reported as late-succession species;

this suggests that the ecophysiological tolerance of

these species may be greater than those displayed in

their natural environment within a community.

A reduction in the crown density and size of

individuals had occurred at 6 months. This decrease

also coincided with the winter season, during which

most of the species studied lose part of their leaves

(Cornus, Erythrina, Liquidambar, Platanus, Quercus,

and Ulmus) (Martınez and Chacalo, 1994); or the

reduction could also be due to the transplant

(Fig. 3B and C). The leaf falling response might

not, however, be attributed to season, as during the

following winter (at age 18 months), crown size had

been recovered and its density was greater.

The tendency in assemblages A (ECQU), C

(PCQM), and E (richest) toward height and BHD

loss are attributable to the fact that most of these

individuals lose some of their stem tips for mechanical

reasons. This coincides with data reported by

Cabrera et al. (1998) on forest restoration at El

Ajusco, D.F., Mexico. However, C and E did recover

after 18 months, while A showed only a slight

increase.

This preliminary evidence suggests that cloud

forest can be restored with most of the arboreal species

herein employed, yet no evidence was found indicat-

ing that a particular combination might limit or

promote cover development. As to height, C (PCQM)

outdid all other assemblages. As it is also the

assemblage with the highest mortality, a possible

self-thinning effect cannot be ruled out. In fact,

compared to the other assemblages, its density is lower

despite the fact that its individuals are substantially

taller.

The limited evidence regarding the effect of

assemblages on the development of woody species

supports the idea of a type of self-thinning at

community level (Midgley, 2001). This is a concept

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that has arisen in population ecology. It is presumed to

result from intraspecific competition in which some

individuals leave the population, freeing up available

resources for those that stay; these can then increase in

size until competition comes into play again.

According to this explanation, all assemblages

reached the stages of saturation, mortality, and

survivors growth. On the saturation stage, individual

density drops progressively as survivor size increases

(Begon et al., 1996). Such a mechanism could be

operating at this early stage in development due to the

high density of sowing. In fact, this initial density was

deliberately established in the hope of detecting the

effect of one individual on another in a short time. The

recommended distance between planted individuals

tends to be greater—at least 7 m in cloud forest

(Chaverri et al., 1997). Contrary to expectations,

individuals in assemblages seem to be exercising a

simultaneous demand on the same, scarce resources in

an altered environment. No evidence was found to

support the hypothesis of shared resources suggested

by Tilman et al. (1997) in richer species assemblages.

Nor was there any evidence indicating that the richest

assemblage (E) was different from the others, at least

for the variables analyzed.

On the other hand, in terms of the characteristics of

species that make up particular assemblages, it would

be worthwhile to consider alternative explanations to

the community effect discussed herein.

Assemblage B (Liquidambar, Carpinus, Podocar-

pus and Clethra (LCPC)) would appear to have a

lower – yet not significantly lower – growth rate in all

categories; this is attributable to its being composed of

species that themselves have slow growth rates

(notably Podocarpus (Martınez and Chacalo, 1994;

Williams-Linera, 1996) and Clethra (Castillo, 1992)).

There was no evidence that these four species were

affected by a particular assemblage, as they showed no

developmental differences in any of their assem-

blages. Liquidambar is an exception, as it exhibited

lower BHD in B (LCPC) than in E (richest). Perhaps

the disturbance-related conditions at the site seriously

restricted these species’ response capacity. In another

context, that of natural regeneration at the cloud forest

of El Cielo, Tamaulipas, Mexico, other Clethra and

Podocarpus species had the fastest growth responses

to small clearings (Arriaga, 2000). In central Veracruz,

Pedraza and Williams-Linera (2003) found that

Carpinus and Liquidambar displayed the highest

growth rates compared to other native species in three

mixed-experimental plantations.

Assemblage A (Erythrina, Cornus, Quercus and

Ulmus (ECQU)) showed similarly low (although

statistically insignificant) values to those of B except

in basal area, perhaps because Erythrina has a

substantial trunk thickness that is disproportionate

to its height when compared to most surrounding

species. Each of the four species exhibited at least one

significantly lower developmental trait to those

displayed in other assemblages (Table 5), suggesting

the apparition of emergence trends that mark the

collective species of an assemblage.

Assemblage C (Platanus, Cornus, Quercus and

Magnolia (PCQM)) stands out from all other

treatments because its individuals are taller. In this

assemblage, Quercus exhibits greater development in

terms of all variables studied than in its other

assemblages (A and E) (Table 5). Here Cornus only

stands out slightly due to their greater height, and

Platanus responded similarly in all of its assemblages.

The increased growth of Quercus may be due to the

substantial space left by Magnolia and Cornus, which

grew slowly and suffered approximately 90% mor-

tality (Table 2). In E (richest), Quercus had

intermediate development, while in A it was smaller

despite the supposed soil fertility produced by

Erythrina, by its nitrogen fixation ability (Fernandez,

1988). In this regard, the self-thinning explanation is

also compatible at community level (Enquist and

Niklas, 2001).

Assemblage E (richest) has a mixed nature, being

representative of its species combination. Height

(significantly), crown area, and BHD (not signifi-

cantly) were intermediate, while the cover index

appeared to be low and basal area high. Erythrina had

greater height and basal area in E than in A, the

assemblage with the smallest individuals. Liquidam-

bar, in contrast, had denser crowns and greater BHD in

E than in its other assemblages. The rise in assemblage

richness probably favors resource diversification, and

these species may resulted benefited responding with

increased size (Hooper and Vitousek, 1997; Tilman

et al., 1997; Piotto et al., 2004).

Emergent assemblage properties, assuming that

these exist, would be detectable in the context of their

effect on other response variables unrelated to the

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development of woody species. This might be the case

of herbaceus plant colonization (Cusack and Mon-

tagnini, 2004) and possibly certain aspects of soil

fauna (for example, the acari/collembola relationship)

as well as indicators of ecosystem processes like

fluctuations in soil level and the evolution of its

nutritional status.

7. Conclusions

1. Results suggest that cloud forest restoration can be

done by planting young individuals from most of

the native woody species studied because they do

survive and develop with relative success.

2. I

t appears that no particular combination of species

has a markedly different impact on the develop-

ment and survival of the group. C (PCQM) stood

out from the other assemblages, but only in terms

of height.

3. N

either assemblage richness nor composition

seems to affect community organization.

4. S

elf-thinning cannot be ruled out as an explanation

for cover and stem area similarity.

5. T

he exacerbated height and development response

of Quercus observed in assemblage C may be

attributable to the increased space that it had there,

suggesting that future experiments could involve

evaluating the effect of increased sowing distance.

6. T

he analysis of each species produced evidence

suggesting that assemblages do affect development

and survival. The survival rates of Carpinus and

Platanus varied, while the development of Quer-

cus, Ulmus, and Cornus was better in assemblage

C. Liquidambar did better in E than in B. Although

this effect was less noteworthy in plot analysis.

7. A

ny of the assemblages can be used for restoration

or rehabilitation of the cloud forest in central

Veracruz.

8. W

hen planning rehabilitation projects, the follow-

ing recommendations can be made regarding

differences in the performance of particular

species:

� Neither Magnolia dealbata nor Cornus disci-

flora should be employed in assemblages, as

their mortality rates are too high. Their role in

assemblage C (PCQM) seems to have been

significant, but only because they left free space

in which Quercus developed.

� The most promising native species turned out to

be Ulmus, Quercus, and Carpinus due to their

rapid development, high survival, and favorable

response to assemblage dynamics.

� Surprisingly, Liquidambar and Platanus per-

formed less well under these experimental

circumstances despite the fact that they are

considered early species that tend to be some-

what favored by disturbance.

Acknowledgements

We thank the funding of SIGOLFO–CONACYT

(Sistema de Investigacon del Golfo de Mexico del

Consejo Nacional de Ciencia y Tecnologıa) through

the 97-06-002-V grant. Similarly, we acknowledge

PROMEP (Programa de Mejoramiento del Profesor-

ado) for a doctoral scholarship (UVER 99-02-01 (84))

awarded to A.I. Suarez Guerrero to conduct her

doctoral studies at the Instituto de Ecologıa, A.C. Dr.

Mario Miguel Ojeda and its team are acknowledged

for their help on the multivariate analysis, and the

biology students Luis Javier Mora, Gabriela Rivera

and Guadalupe Gallegos for their assistance in the

field.

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Rehabilitación de algunas propiedades químicas de los suelos y del bosque de niebla en

Veracruz, México con ensambles experimentales de leñosas nativas y

Casuarina equisetifolia L, Amoen

Ana Isabel Suárez Guerrero y Miguel Equihua

3ª Privada de Serafín Olarte 101

Colonia Mártires de Chicago

Xalapa 91090, Veracruz, México

Tel: 01 228 818 02 18

Fax: 01 228 817 2793; 01 228 842 1800

[email protected]

[email protected]

[email protected]

Palabras clave: Area degradada, bosque mesófilo de montaña, suelo, composición, restauración,

ensambles, riqueza, especie exótica.

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96

RESUMEN

En la primera etapa de la rehabilitación ecológica de un sitio muy degradado en una zona de bosque nublado, se exploró el efecto de ensambles experimentales de especies leñosas nativas y una exótica, en algunas propiedades químicas del suelo, así como en el desarrollo y supervivencia de las plantas. Brinzales de diez especies leñosas nativas y una exótica (Casuarina equisetifolia L, Amoen), desarrollados en vivero rústico, fueron combinadas en cinco ensambles experimentales de distinta composición y riqueza, procurando su complementariedad ecológica, ya que se incluyeron en cada uno, especies características de distintas etapas de la sucesión de un bosque nublado, del centro de Veracruz.

Se apreció el impacto de los ensambles en cinco de las ocho propiedades químicas del suelo estudiadas, particularmente sobre el porcentaje de materia orgánica, el nitrógeno total y los cationes intercambiables: calcio y potasio. El ensamble con Casuarina sobresalió de los demás por contener los individuos más altos, y los niveles superiores de la mayoría de los nutrimentos, notablemente nitrógeno. La formación de una cubierta vegetal ocurrió más rápida y extensamente en los ensambles que sólo contenían nativas, particularmente encinos, los que resaltaron también con niveles incrementados de algunos nutrimentos. Más de la mitad de los individuos sembrados lograron establecerse con éxito en el sitio durante los dos primeros años del experimento (1999 y 2001). Los ensambles afectaron la supervivencia de los individuos que los integraron, así como a todas las variables de crecimiento analizadas (altura, área y densidad de la copa, área basal del tronco y diámetro a la altura del pecho). La naturaleza del ensamble más rico, dado el carácter mixto de su mezcla de especies, mostró atributos intermedios en las variables de suelo y de desarrollo.

El ensamble que presentó la mayor mortalidad presentó también mayores acumulaciones de materia orgánica, calcio y magnesio, mas no nitrógeno, además de que desarrolló copas más densas y extendidas, por lo que no puede descartarse la influencia de un tipo de autoaclareo a nivel comunidad.

Se valida la posibilidad de incluir a Casuarina en los ensambles, como especie de rápido crecimiento en suelos degradados, que puede favorecer la ganancia de nutrimentos, particularmente nitrógeno, durante la fase de establecimiento. El relativo éxito en el desempeño mostrado por todos los ensambles y la mayoría de las especies sugiere la factilibilidad de ‘acelerar’ la sucesión secundaria del bosque nublado pudiendo afectar a los nutrimentos del suelo en forma significativa. INTRODUCCIÓN

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97

Los principios básicos de las actividades de rehabilitación de ambientes degradados no

sólo comprenden la reforestación, sino también el procurar emular, o reproducir lo más cercana y

rápidamente, la estructura, funcionamiento y dinámica del sistema ecológico original (Bradshaw,

2000), así como los factores que controlan el ciclaje de nutrimientos, relacionados con la

productividad (Montagnini y Jordan, 2002). Para este fin se han establececido plantaciones

arbóreas que podrían acelerar la sucesión ecológica natural (Guariguata et al., 1995) y la

recuperación de los suelos degradados (Lugo, 1997; Parrota, 1999; Bradshaw, 2004). Sin

embargo, es limitada la información disponible sobre escenarios de plantaciones bajo los cuales

puedan recrearse diversos ecosistemas forestales.

Las plantaciones monoespecíficas difícilmente pueden permanecer a largo plazo dada su

homogeneidad de especies y edades, lo que las hace más propensas a enfermedades y al ataque

de insectos (Cox y Atkins, 1979; Haggar et al., 1998). Además, hacen más lenta la recuperación

de la biodiversidad nativa de la comunidad original (Murcia, 1996). Los monocultivos de

exóticas leñosas pueden afectar la diversidad de la comunidad, así como algunos procesos del

ecosistema (Vitousek, 1999; Armstrong, 1993) e, incluso, convertirse en plagas (Vázquez-Yanes

y Orozco, 1998; Richardson, 1998).

Las actividades de rehabilitación pueden emprenderse a partir del establecimiento de

plantaciones de varias especies combinadas (‘ensambles’), cuyas atributos sean complementarios

para su mejor desarrollo en ambientes degradados. Los ensambles para la rehabilitación se

construyen como versiones simplificadas de los modelos de comunidades que han evolucionado

naturalmente (Morrison, 1987; Temperton et al., 2004). Pueden combinarse especies de etapas

tempranas de la sucesión con especies tardías (Suárez-Guerrero y Equihua, 2005).

Las tempranas o pioneras pueden crecer en ambientes soleados y empobrecidos. Algunas

de ellas se desarrollan exitosamente debido a que forman asociaciones simbióticas con

microorganismos fijadores de nutrimientos, lo que las hace muy recomendables para la

restauración (Lindig y Vázquez-Yanes, 1997). Es deseable que presenten altas tasas de

crecimiento que, de inmediato, protejan al suelo con una cobertura natural extensa para el control

de la erosión e inmovilización de nutrimentos, así como su fácil propagación, que favorezcan el

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98

establecimiento de elementos nativos de flora y fauna y que, una vez establecidos en el sitio, no

se tornen en invasoras (Vázquez-Yanes y Batis, 1996).

La combinación de especies en los ensambles puede ejercer una influencia significativa

sobre los patrones subsecuentes de colonización (Parrota 1995; Loope y Stone, 1996) y sobre

procesos ecosistémicos, como la acumulación de biomasa y de nutrimentos en compartimientos

vegetales (Naeem et al. 1996) y de la biota del suelo (Hooper y Vitousek, 1997). La riqueza de

especies también puede tener un impacto directo sobre algunos procesos ecosistémicos (Naeem

et al., 1994; Tilman et al., 1997).

Las especies exóticas en plantaciones son elegidas por su rápido crecimiento, su amplia

tolerancia ecológica y su capacidad para establecerse en sitios muy empobrecidos (Lugo et al.,

1990) pese al impacto potencial sobre la colonización subsecuente de nativas, particularmente de

la fauna del suelo (Murcia, 1996). A pesar de los inconvenientes que algunas exóticas pueden

tener (Lugo, 1990), también se ha señalado su efecto como posibles catalizadores de la sucesión

secundaria natural en áreas deterioradas (Parrota, 1995). Algunas han contribuido a la restitución

de la fertilidad de los suelos (Parrota, 1999), de la fauna edáfica (Warren y Zou, 2002), a atenuar

la severidad de las condiciones microclimáticas de ambientes degradados (Lugo, 1997) y a

reducir la erosión hídrica (Nicholas, 1988). Las plantaciones no pueden igualar la riqueza

genética de los bosques originales, sin embargo, pueden contribuir a recuperar parte de la

vegetación original y de la fauna dispersora (Lugo, 1997), en sitios muy erosionados y ubicados

en pendientes empinadas (Carpenter et al., 2004b), o en suelos arenosos donde las especies

nativas no muestran tan buen desempeño (Martínez y Chacalo, 1994).

Existe ya un marco de referencia respecto al efecto de las plantaciones de árboles

exóticos en la regeneración del sotobosque. En las plantaciones mixtas se observó mayor

colonización de nativas que en las monoespecíficas (Parrota et al., 1997b; Carnevale y

Montagnini, 2002). La composición de especies del dosel puede afectar la composición del

sotobosque (Guariguata et al., 1995; Haggar et al., 1997; Powers et al., 1997). En plantaciones

ubicadas a mayor distancia de la fuente de propágulos tienden a establecerse especies de semillas

pequeñas (Parrota et al., 1997b), dispersadas por vertebrados (Parrota, 1995). Los cambios

locales inducidos por plantaciones en la intensidad de luz, la temperatura y humedad de la

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superficie del suelo posibilita la germinación de las semillas dispersadas desde los remanentes

del bosque (Parrota et al., 1997a).

Las plantaciones de algunas exóticas (Casuarina, Leucaena y otras leguminosas) pueden

presentar tasas de fijación de nitrógeno y de retorno de fósforo, calcio, potasio y magnesio más

altas que otras (por ejemplo, de Eucalyptus) (Parrota, 1999). Las plantaciones con leguminosas

(Carpenter et al., 2004a), o especies asociadas con microorganismos fijadores de nitrógeno

(como Casuarina), registran tasas de retorno más rápidas y mayor producción de hojarasca que

las de otras especies. Se han registraron mayores niveles de nutrimentos y regeneración con el

establecimiento de leguminosas arbóreas, que con la aplicación de fertilizante (Carpenter et al.,

2004b); así como mayor acumulación del mantillo y biomasa aérea total en plantaciones de

exóticas (Lugo et al., 1990). Las exóticas Gmelina arborea y Acacia magnium presentaron

mayores tasas de crecimiento (y de ataque de plagas) que los árboles nativos en pastizales

abandonados (Haggar et al., 1998).

La información sobre el desempeño y efecto restaurativo de las arbóreas exóticas

contrasta con lo poco que se sabe de las nativas (Chaverri et al., 1997; Murcia, 1997),

particularmente las del bosque nublado de México ((Pedraza, 1998; Suárez-Guerrero, 1998;

Pedraza y Williams-Linera, 2005; Alvarez-Aquino et al., 2007; González-Espinosa et al, 2007),

cuya distribución es fragmentaria y la composición muy variable (Rzedowski, 1996). Sin

embargo, las plantaciones de nativas podrían resultar promisorias en programas de restauración,

por su disponibilidad, a pesar de que la información sobre sus requerimientos y respuestas es

limitada (Pedraza, 2003).

Este trabajo explora, en un ambiente sumamente degradado donde antes hubo bosque

nublado, el efecto de cinco plantaciones mixtas (ensambles) en algunas propiedades químicas de

los suelos. Se documenta, asímismo, el efecto de incluir en uno de los cinco ensambles

experimentales a Casuarina equisetifolia, para evaluar su impacto en el desarrollo y

supervivencia de las especies que la acompañan en el ensamble y comparar su desempeño con el

de otros ensambles de distinta composición y riqueza.

El estudio se realizó en el este de México, en el estado de Veracruz. En esta comunidad,

el retiro de la cubierta vegetal ha representado la forma de deterioro ambiental más extendida

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que, aunado a las altas intensidades de precipitación y el relieve accidentado, ha dado lugar a

niveles de erodabilidad neta (80%) (Benítez et al., 2004).

Se postula que en ensambles, las especies leñosas nativas podrán establecerse

exitosamente en sitios sumamente degradados; asimismo, las especies pertenecientes a uno de

dos grupos funcionales en los ensambles se complementarán en sus requerimientos y

contribuciones al sistema, presentando juntas propiedades emergentes que distingan el efecto

entre ensambles. Es probable que la presencia de una exótica asociada con microorganismos

fijadores de nitrógeno imprima mayor velocidad a la sucesión natural, manifestándose en un

mayor desarrollo y supervivencia de sus acompañantes en el ensamble y un enriquecimiento en

los nutrimientos del suelo.

MÉTODOS

Se construyeron ensambles experimentales de especies leñosas nativas de etapas distintas

de la sucesión (tolerantes o intolerantes a la sombra) a partir de brinzales propagados en vivero,

de un año de edad. Se varió la riqueza y composición de los ensambles; en sólo uno de ellos, se

incluyó a Casuarina sp. para comparar su efecto en el desarrollo de los ensambles y de algunos

nutrimentos del suelo, los cuales se analizaron al inicio y a los dos años, cuando terminó el

experimento (en 2001).

Sitio de estudio

El área de estudio se ubica en el límite sureste de la distribución regional del bosque

mesófilo de montaña en la zona central de Veracruz. Asimismo, esta localidad de BMM es de las

de menor elevación en la región (1320 msnm) y se encuentra rodeada de ambientes

transformados, ya sea cafetales abandonados en sucesión, o urbanos. La distancia de remanentes

muy pequeños de áreas naturales es de un kilómetro, aproximadamente.

El sitio está en un terreno degradado por la deforestación total y el apisonamiento

subsecuente del suelo por ganado y por maquinaria de construcción. Se localiza en el Municipio

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de Xalapa (19º 31' 30" LN; 96º 53' LW; 1320 msnm). El clima es semicálido húmedo

(A)C(fm)w”b(i’)g (en base a los datos registrados por la estación más cercana (2 km) de Las

Ánimas y de acuerdo a García (1973)). Las temperatura media anual es de 19.2º, la mínima de

15.6º (enero) y la máxima de 21.8º (mayo). La precipitación total anual es de 1421 mm, el mes

más seco presenta 43 mm (enero) y el más húmedo 248 mm (junio). La evaporación promedio

anual de tanque tipo “A” es de 1005 mm, la máxima mensual es de 110 (mayo) y la mínima de

49 mm (diciembre) (Zolá, 1987). La vegetación antes de la alteración estuvo constituida por el

bosque mesófilo de montaña. Los suelos (según Enrique Meza (com.pers.)) son regosoles

ándicos. Dado el manejo a que han estado sometidos están muy compactados, presentan muy

lento drenaje y un contenido escaso, o nulo, de materia orgánica y biota edáfica.

Los ensambles experimentales fueron establecidos en un área de alrededor de 5000 m2.

Esta constituye una microcuenca, y los ensambles fueron ubicados en las laderas de la misma.

Dado que la pendiente de las laderas y su exposición es variada, se definieron bloques para

eliminar su efecto en el experimento.

Tratamientos o Ensambles

A partir de individuos de diez especies leñosas nativas y casuarina se construyeron cinco

tipos de ensambles, variando su composición y riqueza de especies, algunas de éstas tolerantes a

la sombra, y otras no (cuadro 1), así, en cada ensamble estuvieron representadas especies de dos

grupos funcionales distintos, buscando su complementariedad, i.e. las especies intolerantes

podrían desarrollarse a la sombra de las tolerantes que tienden a presentar más altas tasas de

crecimiento. Tres ensambles (A(ECQU), B(LCPC) y C(PCQM)) consistieron de combinaciones

distintas de cuatro de las diez especies nativas disponibles: dos tolerantes y dos intolerantes,

asignadas al azar. El ensamble E contiene las diez especies nativas. El ensamble D (CasMU) está

integrado por sólo tres especies: Casuarina sp. y dos especies nativas más; dado que el tiempo

de observación del experimento es muy corto, la cantidad de individuos de casuarina fue

duplicada (i.e. 18 individuos), con el fin de exagerar su posible efecto, mientras que la de cada

una de las restantes se mantuvo en 9 individuos.

Cada ensamble contó con 36 individuos propagados en un vivero rústico y trasplantados

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a la edad de un año al sitio del experimento. Así, los ensambles de cuatro especies: A, B y C

contienen nueve individuos de cada una, y E (el más rico) está integrado por diez especies,

representadas por tres o cuatro individuos (cuadro 1).

Los árboles fueron sembrados a un metro de distancia uno de otro, en una disposición de

tresbolillo. Los hoyos en que se sembraron los árboles fueron todos del mismo volumen: 50 cm

de profundidad por 25 cm de diámetro, llenados con lombricomposta de café. Todas las

asignaciones fueron hechas al azar: los tratamientos a los sitios en los bloques, las especies a los

sitios dentro de los lotes, así como los individuos de cada especie. Los cinco tipos de ensambles

(tratamientos) se muestran en el cuadro1.

Con el fin de evaluar el impacto de los ensambles en algunos elementos químicos del

suelo se tomaron seis muestras al inicio y seis al final del experimento (24 meses), en cada lote.

Estas muestras fueron colectadas a tres distancias de la cima de las laderas en que se situaron los

ensambles con el fin de explorar su efecto. Las muestras fueron colectadas aleatoriamente de la

manera siguiente: dos en los dos metros superiores de la parcela, dos en la parte central y dos

más en la parte baja. Cada muestra consistió en un monolito superficial de diez cm3, sin

hojarasca, ni otros restos vegetales. Las muestras fueron tomadas del suelo original, no de la

lombricomposta que se proporcionó a cada individuo.

Diseño Experimental

El diseño consistió en bloques al azar con cinco tratamientos (ensambles) en cuatro

repeticiones. Se registraron cinco variables de crecimiento al inicio y al cabo de 18 meses: altura

(A), el área de la copa (AC), el índice de cobertura (IC), el área basal del tronco (AB) y el

diámetro a la altura del pecho (DAP). La variable supervivencia fue registrada cada seis meses

por dos años. Los elementos del suelo fueron analizados al inicio y al cabo de los 24 meses que

duró el experimento. Las muestras colectadas al inicio del experimento fueron analizadas en el

Laboratorio de Suelos del INECOL. Los métodos empleados en el análisis para determinar los

siguientes parámetros fueron: pH (potenciómetro; H2O, 1:2), porcentaje de materia orgánica

(MO) (Walkley y Black), porcentaje de nitrógeno total (N) (Kjeldahl), fósforo extractable (F)

(ppm) (Bray y Kurtz), calcio (Ca) y magnesio (Mg) (CH3COONH4 EAA); potasio (K) y sodio

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(Na) (CH3COONH4 flamometría), y capacidad de intercambio catiónico (CIC) (CH3COONH4,

pH 7; CH3COONa, pH 8.2). Todos los cationes están expresados en cm kg-1. Los índices C/N,

Ca/Mg y K/Mg se obtuvieron de la división de los valores correspondientes.

Análisis estadísticos

Una descripción más detallada de los análisis estadísticos de la supervivencia y variables

de desarrollo puede encontrarse en Suárez-Guerrero y Equihua (2005).

Análisis de las propiedades químicas de los suelos

Se evaluó el efecto de los ensambles y de la distancia de la cima sobre cada variable del

suelo por separado mediante análisis de covarianza (ANCOVA) en bloques, donde las

covariables fueron los valores iniciales de cada variable. Se compararon las medias mediante el

análisis de Tukey (HSD) para grupos homogéneos y se probaron los supuestos de normalidad y

homocedasticidad. En caso de no cumplirse, se aplicaron ANOVAs no paramétricos de Kruskal

Wallis por rangos, complementados por comparaciones de rangos de las medianas. Los análisis

se llevaron a cabo con el programa STATISTICA 6.1 (StatSoft, Inc., 2003).

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RESULTADOS

Efecto de ensambles en la supervivencia

Más de la mitad (58%) de los individuos sobrevivieron hasta los 24 meses, siendo la mortalidad

mayor durante los primeros seis meses del experimento. La mayoría de los ensambles mostró la

misma tendencia en supervivencia y edad de muerte de los grupos analizados. La excepción fue

C (PCQM) que, en las comparaciones por pares, resultan más bajas que en los demás (cuadro 2).

Efecto de los ensambles en rasgos del crecimiento

En todas las variables de desarroll o se observaron impactos altamente significativos de

los ensambles (cuadro 3). La mayoría de éstos mostró tendencias similares en todos las variables

del crecimiento, con incrementos apreciables a los 18 meses, salvo en altura. Notablemente, las

variables de la copa mostraron un descenso a los seis meses, y luego una recuperación. Lo

mismo ocurrió con el DAP en la mayoría de los ensambles a los doce meses.

El ensamble D (CasMU) en todos los muestreos ostentó mayor altura y en las variables

no relacionadas con la copa destacó por encima de los demás. En contraste, C (PCQM) desplegó

copas más grandes y densas que los otros ensambles, mientras que en las demás variables se

mantuvo en un nivel intermedio. El patrón de comportamiento en los ensambles restantes es más

complicado de discernir. En términos generales A (ECQU), B (LCPC) y E (Rico) varían a un

ritmo parecido, sobresaliendo en algunas variables de crecimiento uno u otro ensamble, sin una

tendencia clara.

Efecto de los ensambles en las variables del suelo

A pesar de que los suelos presentan condiciones muy pobres en todos las propiedades

señaladas y a que el periodo de observación es sumamente corto, se aprecia un ligero impacto de

algunos ensambles, en siete de las diez variables edáficas analizadas (cuadro 3).

El suelo del sitio es bastante homogéneo. Las clases texturales predominantes son las

arcillas, los limos gruesos y las arenas finas, dominando las primeras, casi siempre en una

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proporción mayor al 30%, por lo que los suelos son arcillosos y pesados. La densidad real es, en

promedio, de 2.37 mg/m3, muy compacto.

Las tendencias de algunas propiedades químicas del suelo se muestran en el cuadro 4, en

que se comparan los valores promedio, con intervalo de confianza al 95%, al establecer el

experimento (1999) y al cabo de dos años (2001). En los datos del 2001, en varios ensambles se

aprecia un incremento en los niveles del nutrimento, mas no es significativo. En nitrógeno se

aprecian decrementos, salvo en los ensambles D y E. Cabe señalar que los valores de fósforo en

el 2001 fueron insignificantes (trazas), por lo que se incluyen con valores de cero. Estos

resultados son todos iguales y no pueden descartarse fallas en el análisis de laboratorio (cuadro

3).

Respecto a los cationes las tendencias al aumento no son tan claras y, prácticamente, todos

los intervalos de confianza se sobreponen en algún grado, salvo en CIC. El calcio se incrementa

ligeramente sólo en B y D, mientras que el potasio únicamente en B y C; el magnesio sólo en C.

El sodio es mayor en A y E, y la capacidad de intercambio catiónico lo es exclusivamente en B.

El impacto de los niveles respecto a la cima y de la interacción de ensambles por nivel no

mostró una tendencia clara, ni hay evidencia que sugiera un efecto significativo, ni una

tendencia, por lo que no se muestran.

Las inferencias estadísticas son consistentes entre las comparaciones de medias y medianas

de los ANCOVA y los ANOVA no paramétricos, respectivamente (cuadro 3).

DISCUSIÓN

A pesar del severo deterioro ambiental que presenta la localidad todos los ensambles

lograron establecerse con relativo éxito. Aparentemente, las tolerancias ecofisiológicas de las

especies pueden ser más amplias que las desplegadas en su ambiente ‘típico’, al interior de la

comunidad (Krebs, 1994). La complementaridad de especies heliófitas con las tolerantes a la

sombra podría estar favoreciendo su coexistencia, por lo menos en el corto plazo, como sucede

en la sucesión natural en donde ocurren juntas (Breceda y Reyes, 1990).

El impacto de casuarina se aprecia en el ensamble D (CasMU), que presentó los

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individuos más altos, de DAP elevados y copas pequeñas y ralas. Lo que puede atribuirse al

rápido crecimiento característico de Casuarina, especie colonizadora exótica, que asigna mayor

proporción de energía a tallos que a copas u otras actividades fisiológicas, en comparación con

las demás especies del experimento (Martínez y Chacalo, 1994). Este efecto parece

contrarrestado muy ligeramente por Ulmus, especie alta también, que siendo un poco más baja

que Casuarina despliega su copa a una altura menor, sin revertir la tendencia conjunta del

ensamble. Es posible que la tenue sombra de Casuarina, a casi todo lo largo de su tallo,

desarrolla un microclima (Parrota, 1995), que favorezca este crecimiento. A pesar de que

Casuarina no despliega grandes copas, podría estar empezando a jugar un papel de ‘nodriza’. Lo

anterior puede atribuirse a su asociación, en suelos pobres, a actinomicetos fijadores de

nitrógeno (Frankia spp.), por lo que su follaje en descomposición puede enriquecer el contenido

de nitrógeno disponible del suelo (Ng, 1987; Vásquez et al., 2000). En contraste con D, el

ensamble C (PCQM) sobresale entre todos los demás tratamientos por presentar las copas más

extendidas y densas, en alturas intermedias. En este ensamble Quercus despliega mayor

desarrollo en todas las variables respecto a otros ensambles en que se encuentra también (A y E)

(Suárez-Guerrero y Equihua, 2005). La mayor expresión de Quercus posiblemente se deba al

considerable espacio libre que dejaron Magnolia y Cornus, por su lento crecimiento y porque

sufrieron mortalidades cercanas al 90%.

Los ensambles B y A, por el contrario, mostraron los valores de desarrollo más bajos. B

(Podocarpus, Clethra, Liquidambar y Carpinus) es el de menor crecimiento dado que incluye

dos especies de muy lento desarrollo (notablemente Podocarpus (Martínez y Chacalo, 1994) y

Clethra (Castillo, 1992). A (ECQU) presentó un desarrollo ligeramente mayor que B. Suárez y

Equihua (2005) reportan que las especies de este ensamble mostraron por lo menos un aributo

relacionado con el desarrollo significativamente menor al que despliegan en otros ensambles, a

pesar de la supuesta fertilidad del suelo que traería la presencia de Erythrina, leguminosa

fijadora de nitrógeno (Fernández, 1988).

El ensamble E (que incluye las diez nativas) se ubica en una condición mixta,

representativa de su combinación de especies. Es posible que la mayor riqueza del ensamble

favorezca la diversificación de los recursos y estas especies resulten beneficiadas respondiendo

en incrementos de tamaño (Hooper y Vitousek, 1997; Tilman et al., 1997).

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Las propiedades químicas generales de los suelos del sitio, tanto del muestreo inicial,

como del 2001, confirmaron su pobreza en fósforo, cationes y pH bajo, típica de los bosques de

niebla (Juárez-Ramón, 2000; Bautista-Cruz y Del Castillo, 2005; Negrete-Yankelevich et al.,

2007) en comparación con los niveles frecuentes en suelos de algunos cafetales de la zona

sometidos a la aplicación de fertilizantes, o materia orgánica (Juárez-Ramón, 2000; Rodríguez-

Audirac, 1998). El pH es bajo, por lo que los nutrimentos N, P, K, Ca y Mg están poco

disponibles para las plantas (Bautista-Cruz et al., 2003) y podrían constituirse en factores

limitantes importantes en el reciclaje de nutrimentos en el ecosistema (Montagnini y Jordan,

2002).

El deterioro de los suelos del sitio sobresale de otros del bosque mesófilo por sus muy

reducidos MO y nitrógeno, lo cual obedece a su historia de manejo, donde fue retirada

completamente la vegetación y no se observaban restos orgánicos, ni regeneración alguna, al

inicio del experimento.

El fósforo es también muy escaso, sin embargo, esta también parece ser una condición

común en los bosques de niebla en México (Juárez-Ramón, 2000; Negrete-Yankelevich et al.,

2008). La relación C/N es baja y variable entre ensambles, sin embargo, en todos los casos no

llega al nivel de entorpecer la descomposición; si acaso, la hace más lenta, por la limitada

actividad de los microorganismos, que requieren de nitrógeno y de MO. No hay evidencia que

sugiera que el sodio es excesivo y que, por tanto, el Ca y Mg pudieran ser deficientes, sin

embargo, el calcio es sumamente escaso. En términos generales, la proporción de cationes en la

CIC de todas las muestras está dentro del rango promedio, salvo por el potasio que presenta

niveles excedidos, a ese nivel. El magnesio está excedido respecto al calcio, que es escaso. Lo

mismo que el potasio, respecto del magnesio. En el sitio los niveles de potasio son relativamente

altos, lo cual se observa también en otros bosques mesófilos del oeste de México (en Guerrero,

Meave et al., (1992)), pero se desconoce la consecuencia de esta relativa abundancia.

Bruijnzeel y Proctor (1995) señalan que la acidez es común en la mayoría de los bosques

mesófilos del mundo y de sus etapas sucesionales, así como la escasa concentración de cationes

básicos intercambiables y de fósforo extractable, debido al lavado constante de que son objeto

por la alta precipitación vertical y horizontal (Stadtmüller, 1987). Bruijnzeel y Veneklaas (1998)

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han sugerido que la acidez está relacionada también con la baja descomposición y acumulación

de la materia orgánica que ocurren en los suelos de estos bosques. Es así que en su mayoría se

presenta materia orgánica muy abundante (Rodríguez-Audirac, 1988; Bautista-Cruz et al., 2005),

lo cual no sucede en el sitio, bajo ninguno de los tratamientos.

Sin embargo, la noción de que la vegetación es un determinante muy importante de las

propiedades químicas de los suelos (Jenny, 1940) podría aplicarse como efecto de las prácticas

rehabilitativas en ensambles aplicadas en este estudio.

Aun cuando el periodo de observación es sumamente corto se aprecia el impacto de los

ensambles en más de la mitad de las variables edáficas. Bautista et al. (2005) sólo pudieron

detectar esos cambios en una cronosecuencia sucesional natural, entre los 15 y 45 años después

del abandono de las parcelas, en que se observaron los cambios más dramáticos en densidad de

cobertura y área basal. Lo anterior sugiere que la siembra de ensambles de la manera que se

realizó podría estar catalizando el proceso de recuperación del ecosistema, al favorecer el rápido

desarrollo de una cubierta vegetal mediante el establecimiento de especies arbóreas en

densidades altas.

Al igual que en las variables de desarrollo, los ensambles C (PCQM) y D (con Casuarina)

sobresalen por un incremento significativo en el aporte de materia orgánica, concomitante con la

mayor cobertura y densidad de las copas, así como con la mayor acumulación de las bases

intercambiables. Esto ocurre en menor medida en el ensamble E (Rico), por la naturaleza de su

mezcla de especies y follajes a distintos niveles, y casi no pudo apreciarse en A (ECQU), ni en B

(LCPC).

A diferencia de C y de E, en el ensamble D la evidencia sugiere una mayor fijación de

nitrógeno, lo que ha sido observado también en otras plantaciones mixtas con Casuarina,

monitoreadas por periodos más largos (Parrota, 1999; Warren y Zou, 2002). Estas condiciones

parecen haber favorecido un mayor desarrollo vegetal, atribuible a la actividad incrementada de

poblaciones de microroganismos fijadores de nitrógeno (Lugo, 1997).

En el proceso de descomposición, el fósforo juega un papel crucial (Bautista-Cruz et al.,

2004), que no pudo ser analizado. Este elemento podría incrementarse en presencia de follajes

voluminosos y densos por la deposición gradual de partículas contenidas en el aire y agua, como

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ha sido observado en la la sucesión natural en Oaxaca, México (Bautista-Cruz et al., 2005). Sin

embargo, este nutrimento tiende a ser secuestrado en la vegetación y en la materia orgánica sin

descomponer (Negrete-Yankelevich et al., 2007). No obstante, es dudoso que el fósforo que

había al inicio del experimento haya sido secuestrado por la vegetación, cuya biomasa no es muy

voluminosa aún. El que en los resultados finales no se hayan registrado niveles apreciables de

este elemento sugiere fallas en el análisis, más que un secuestro por la vegetación. Sin embargo,

el ciclaje de fósforo en la restauración con ensambles podría ser también una línea de

investigación futura, ya que se ha sugerido que la persistencia de árboles tardíos de la sucesión

podría estar asociado con su habilidad competitiva en suelos pobres en fósforo (Negrete-

Yankelevich et al., 2007).

CONCLUSIONES

La rehabilitación local del bosque de niebla puede emprenderse con la siembra de brinzales

de especies leñosas nativas combinados en ensambles, en virtud de que más de la mitad logran

sobrevivir y desarrollarse con relativo éxito.

La evidencia sugiere que los ensambles podrían afectar el desarrollo y supervivencia de los

individuos que los constituyen, así como varias de las propiedades químicas de los suelos,

notablemente, materia orgánica, cationes intercambiables y nitrógeno, no así el pH.

El papel de los ensambles y de ciertas especies se perfila como un factor determinante de

las propiedades químicas de los suelos analizadas, que podría estar acelerando el proceso

sucesional, particularmente de los ensambles C, D y E, posiblemente por la dominancia de

encinos, de casuarinas y su mayor riqueza de especies, respectivamente.

Cualquiera de los ensambles puede utilizarse en la rehabilitación del bosque, sin embargo,

dependiendo de los objetivos algunos son más indicados que otros: en el establecimiento rápido

de la cobertura se recomiendan C (PCQM) o E (Rico); si se requieren tallos altos para perchas, o

nodrizas, o aumentar el nitrogeno del suelo, podría ser indicado el ensamble D (CasMU), sin

embargo, por contener una especie exótica, podría ejercer efectos indeseables en el largo plazo.

A nivel del crecimiento, establecimiento de los individuos y efecto en nutrimentos del

suelo, la composición de los ensambles parece jugar un papel más importante que la riqueza.

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Uno de los ensambles pobres (cuatro especies), el C, sobresale en su desempeño en estos rasgos,

en comparación con el más rico (E). Sin embargo, la riqueza de los ensambles podría resultar

crucial en evaluaciones de otros factores a mayor plazo, como la colonización natural por otros

elementos de la biota, el estado nutricional de los suelos o el surgimiento de propiedades

emergentes.

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Cuadro 1. Ensambles construidos con especies arbóreas nativas del bosque nublado en México y una exótica. A, B y C contienen cuatro especies en diferentes combinaciones; el ensamble E es el más rico, con diez especies. El ensamble D está formado por dos especies nativas y una exótica. El criterio de selección de las especies fue su tolerancia o intolerancia a la sombra (T: Tolerante; I: Intolerante). El número en paréntesis indica la cantidad de individuos sembrados por especie. Cada ensamble está identificado también por un nombre formado por las primeras letras de las especies que lo constituyen.

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ENSAMBLES (TRATAMIENTOS)

T/I

A (ECQU) B (LCPC) C (PCQM) D (CasMU) E (RICO)

I I

T T

Erythrina americana Miller (9) Cornus disciflora D.C. (9) Quercus sp. (9) Ulmus mexicana (Liebm.) Planchon (9)

Liquidambar macrophylla Oersted (9) Carpinus caroliniana Walter (9) Podocarpus guatemalensis Lundell (9) Clethra macrophylla Martens & Galeotti (9)

Platanus mexicana Moric. (9) Cornus disciflora D.C. (9) Quercus sp. (9) Magnolia dealbata Zucc (9)

Casuarina equisetifolia L, Amoen (18) Magnolia dealbata (9) Zucc Ulmus mexicana (9) (Liebm.) Planchon

Todas las

nativas n = 10

especies (3 o 4)

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Cuadro 2. Efecto de los ensambles sobre la supervivencia de los individuos. Los ensambles A, B, C y D también se identifican por las iniciales de las especies que los forman, como se muestra en el cuadro 1. Literales distintos indican diferencias significativas a p < 0.05 en las comparaciones por grupo; a<b.

E N S A M B L E S Estadístico

p

A (ECQU)

B (LCPC)

C (PCQM)

D (CasMU)

E (Rico)

% de

Supervivencia

59.0 b

68.1 b

39.6 a

65.3 b

63.9 b

χ2

(4) = 31.4

<0.0001

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Cuadro 3. Valores promedio por ensamble al final del experimento de cada variable de desarrollo (18 meses) y de suelo (24 meses); se incluyen los efectos significativos de los ensambles, obtenidos mediante pruebas de ANCOVA (F) y ANOVA no paramétricos (H). Literales distintos significan diferencias significativas en la comparación de medias por Tukey (paramétricas) y rangos de medianas (no paramétricas) a p < 0.05 en las comparaciones por grupo; a<b<c. Los nombres de los ensambles son los mismos que en el cuadro 1. Valores de estadístico faltantes no son significativos. En el análisis de desarrollo se incluyen los registros de cada individuo sobreviviente, inlcuidos en cinco tratamientos con cuatro repeticiones. En las variables del suelo se consideran seis muestras por parcela, en cinco tratamientos y cuatro repeticiones.

Variables ENSAMBLE Estadístico p

A (ECQU)

B (LCPC)

C (PCQM

)

D (CasMU)

E (Rico)

Altura (m) 1.12 ab 1.04 a 1.22 b 1.82 c 1.20 b F(4,422) = 21.9 0.0001

Area copa (dm2) 16.62 a 20.59 a 30.20 b 25.44 ab 22.08 ab F(4,416) = 5.0 0.0001

Indice cobertura (dm2) 9.60 a 9.39 a 22.29 b 12.97 a 12.79 a F(4,416) = 6.0 0.0001

Area basal tronco (cm2) 2.32 b 1.57 a 2.44 b 2.48 b 2.34 b F(4,420) = 5.2 0.0001

DAP (cm) 0.41a 0.50 ab 0.66 ab 0.84 b 0.56 a F(4,113) = 5.9 0.0001

pH 5.34 5.30 5.33 5.48 5.20

% Materia orgánica 1.59 a 1.62 a 2.17 c 2.02 bc 1.79 ab F(4,54) = 7.02 0.0001

% Nitrógeno total 0.07a 0.09 a 0.10 a 0.12 b 0.10 a H(4,120) = 12.73 0.0126

Fósforo (ppm) 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0

Calcio (cmol kg-1) 4.36 a 5.20 ab 5.68 b 6.23 b 5.76 b H(4,120) = 19.97 0.0005

Magnesio (cmol kg-1) 1.75 1.94 2.08 1.75 2.21

Potasio (cmol kg-1) 0.70 a 1.05 b 1.16 b 0.96 ab 0.83 ab H(4,120) = 12.31 0.0152

Sodio (cmol kg-1) 0.15 0.16 0.16 0.13 0.17

CIC (cmol kg-1) 6.92 a 8.46 ab 9.19 b 9.16 b 9.13 b H(4,120) = 21.01 0.0003

C/N 15.67 b 10.51 a 13.49 b 10.85 ab 9.91a H(4,120) = 21.01 0.0002

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Ca/Mg 2.51a 2.89 ab 2.93 ab 3.74 b 2.97 ab F(4,93) = 4.44 0.0025

K/Mg 0.41 0.61 0.61 0.57 0.47

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Cuadro 4. Valores promedio ± intervalo de confianza (95%) de las variables del suelo al inicio del experimento (1999) y al cabo de dos años (2001).

Variable Año A (ECQU) B (LCPC) C (PCQM) D (CasMU) E Rico

pH 1999 5.12 ± 0.23 5.15 ± 0.16 5.09 ± 0.21 5.36 ± 0.15 5.21 ± 0.13

2001 5.34 ± 0.12 5.30 ± 0.22 5.33 ± 0.17 5.48 ± 0.21 5.20 ± 0.13

% MO 1999 1.57 ± 0.26 1.18 ± 0.22 1.57 ± 0.35 1.51 ± 0.25 1.68 ± 0.30

2001 1.59 ± 0.19 1.62 ± 0.24 2.17 ± 0.33 2.02 ± 0.23 1.79 ± 0.21

% N total 1999 0.10 ± 0.02 0.08 ± 0.02 0.11 ± 0.02 0.10 ± 0.02 0.09 ± 0.02

2001 0.07 ± 0.02 0.09 ± 0.02 0.10 ± 0.02 0.13 ± 0.01 0.10 ± 0.01

P (ppm) 1999 1.11 ± 0.78 0.88 ± 0.82 1.73 ± 0.95 1.26 ± 0.67 1.36 ± 0.83

2001 0.0 ± 0.0 0.0 ± 0.0 0.0 ± 0.0 0.0 ± 0.0 0.0 ± 0.0

Ca (cmol kg-1) 1999 4.69 ± 0.72 5.0 ± 0.70 6.11 ± .74 6.15 ± 0.91 5.86 ± 0.65

2001 4.36 ± 0.68 5.20 ± 0.79 5.68 ± 0.55 6.23 ± 0.59 5.76 ± 0.72

Mg (cmol kg-1) 1999 1.88 ± 0.27 2.06 ± 0.28 2.01 ± 0.33 1.86 ± 0.19 2.28 ± 0.36

2001 1.75 ± 0.15 1.94 ± 0.29 2.08 ± 0.25 1.75 ± 0.18 2.21 ± 0.39

K (cmol kg-1) 1999 0.80 ± 0.19 0.89 ± 0.20 1.12 ± 0.25 0.99 ± 0.19 0.94 ± 0.18

2001 0.70 ± 0.13 1.05 ± 0.26 1.16 ± 0.28 0.96 ± 0.20 0.83 ± 0.12

Na (cmol kg-1) 1999 0.14 ± 0.03 0.17 ± 0.04 0.15 ± 0.05 0.13 ± 0.02 0.16 ± 0.05

2001 0.15 ± 0.02 0.16 ± 0.03 0.16 ± 0.04 0.13 ± 0.03 0.17 ± 0.03

CIC (cmol kg-1) 1999 7.51 ± 0.9 8.12 ± 0.97 9.39 ± 0.94 9.14 ± 0.91 9.24 ± 0.93

2001 6.92 ± 0.85 8.46 ± 0.98 9.19 ± 0.62 9.16 ± 0.66 9.13 ± 0.89 C/N 1999 10.01 ± 1.89 9.22 ±2.59 8.90 ± 1.77 9.53 ± 2.84 10.66 ± 1.79

2001 15.67 ± 4.23 10.51 ± 1.32 13.49 ± 2.05 10.22 ± 0.84 9.91 ± 0.86

Ca/Mg 1999 2.66 ± 0.48 2.60 ± 0.42 3.38 ± 0.52 3.53 ± 0.68 2.83 ± 0.41

2001 2.51 ± 0.40 2.89 ± 0.53 2.93 ± 0.41 3.74 ± 0.54 2.97 ± 0.54

K/Mg 1999 0.45 ± 0.10 0.45 ± 0.11 0.64 ± 0.16 0.56 ± 0.11 0.44 ± 0.08

2001 0.41 ± 0.07 0.61 ± 0.18 0.61 ± 0.18 0.57 ± 0.12 0.47 ± 0.13 .

118

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CAPÍTULO 5

DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES GENERALES

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5.1. PARTICULARIDADES DE LA INVESTIGACIÓN

La idea de experimentar en la restauración del BMM el efecto de ensambles de especies a

nivel de la comunidad (desempeño de las especies) y de respuestas ecosistémicas (contenido de

algunos elementos del suelo) surgió del interés de explorar una nueva línea de investigación que

atendiera procesos integrados a varios niveles y que orientara estudios futuros. Los artículos

seminales de Lawton (1991) y de Wilson (1996) favorecieron el planteamiento del proyecto, con

la idea de detectar el surgimiento de efectos sinérgicos, o antagónicos, de unas especies sobre

otras en distintas combinaciones, o ensambles. Con este fin se determinó construir ensambles en

los que se variara la composión de especies y la riqueza. La idea de utilizar individuos leñosos

que hubieran superado la fase de establecimiento surgió de la revisión de Aber (1987) y Ashby

(1987) quienes trabajaron parcelas de restauración con individuos juveniles, o brinzales, en

suelos muy degradados, con lo que evitaron la fase herbácea de la sucesión en el bosque

caducifolio.

Se aprovechó la oportunidad que ofrecían los viveros rústicos locales de varias

dependencias (Instituto de Ecología, A.C., Dirección Forestal de la Secretaría de Desarrollo

Agropecuario del Estado, Dirección de Ecología Municipal de Xalapa y el entonces Asuntos

Ecológicos, estatal) que estaban propagando numerosas especies leñosas nativas del BMM que

generalmente no se encuentran en el banco de semillas del bosque (Alvarez-Aquino et al., 2004),

y que contaban con individuos de un año de edad (diez especies). De estas especies es poco lo

que se conoce en su estado natural, salvo sus velocidades relativas de crecimiento, su posición en

la secuencia sucesional y su tolerancia o intolerancia a la sombra. A partir de esta información se

integraron los ensambles combinando ambos tipos de especies.

A diferencia de los sitios elegidos para otros estudios de restauración del BMM de

Veracruz central (Pedraza y Williams-Linera, 2003; Alvarez-Aquino et al., 2004, 2007;

Ramírez-Bamonde et al., 2005; Suárez-Guerrero y Equihua, 2005; Alvarez-Aquino et al., 2007)

el presente se ubicó en un área sumamente degradada, sin cobertura vegetal y prácticamente sin

suelo orgánico, muy compacto, rodeado solamente de ecosistemas transformados, la cual es una

situación cada vez más frecuente en esta zona. Con el fin de que los árboles tuvieran un aporte

de nutrimentos inicial se les proveyó de lombricomposta y, durante el primer año, en la época de

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mayor temperatura y sequía, se les aplicaron tres riegos.

5.2. EL TRABAJO EN RELACION A ESTUDIOS DE RESTAURACIÓN

En el contexto de los proyectos de restauración reportados en 20 años y analizados por

Lockwood y Pimm (1999) expongo la ubicación de la presente investigación con el fin de

reconocer aspectos que deben atenderse en estudios futuros.

Esta investigación es un estudio de caso, como la mayoría de los que se emprenden en el

mundo. Es experimental, limitado a un espacio relativamente pequeño (2000 m2) y de corto

alcance (dos años) que, por un lado, describe el comportamiento de las especies que se

establecieron, así como el efecto de integrarlas en ensambles. Cuenta con hipótesis

comprobables mediante análisis estadísticos y tiene un enfoque exploratorio que permite derivar

líneas para investigaciones futuras. Aporta algunas recomendaciones que pueden aplicarse a

situaciones locales, incluyendo el papel de una especie exótica.

El estado de referencia (Sánchez, 2004) consiste en lo que se ha reportado sobre el BMM

de la zona (Williams-Linera, 2007) y aspectos de su sucesión en otros BMM del país (Reyes y

Breceda, 1985; Bracho y Puig, 1987; Sosa y Puig, 1987; Sánchez-Velásquez, 1988; Solís

Cámara y Reyes, 1990; Saldaña et al., 1990; Williams-Linera, 1993b; Chacón et al., 1995;

Williams-Linera, 1995; Williams-Linera et al., 1995; Challenger, 1998; Ramírez-Marcial et al.,

1996; González-Espinoza et al., 1997; Rodríguez Audirac, 1998; González-Espinosa et al.,

2000; Pineda-López, 2000; Camacho y González-Espinosa, 2002; Bautista Cruz y del Castillo,

2005; Rodríguez, 2007, entre otros). La línea base (García Oliva, 2004) reside en la descripción

del sitio inicial y muestreos antes de establecer el experimento, su historial de transformación y

el estado de deterioro.

No cuenta con metas en torno a la recuperación de porciones de los ecosistemas

originales, sino que se limita a examinar las respuestas a nivel de individuo, ensamble y de

algunos elementos del ambiente abiótico. No se señala si el sistema resultante es autosostenible

en estructura, función o composición (en el sentido que señalan Halle y Fatorinni, 2004). Estos

aspectos deben incluirse en proyectos futuros, así como la ampliación del área y el tiempo de los

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estudios.

5.3. RESPUESTA DE LAS ESPECIES AL AMBIENTE DEGRADADO

Una conclusión importante es que la rehabilitación del bosque mesófilo puede realizarse

sembrando individuos jóvenes propagados en vivero, pues se desarrollan y sobreviven con

relativo éxito, acelerando la sucesión. En particular cuando el sitio alterado es accesible y

cercano a los viveros (Holl et al., 2000; Martínez Ramos y García Orth, en prensa).

Más de la mitad de los individuos, de ocho de las especies, sobrevivieron durante los 48

meses que duró el experimento, lo que sugiere que la mayoría de ellas tolera condiciones más

severas que las que imperan en sitios no degradados (Capítulo IV). La mayoría de los individuos

de Quercus, Ulmus y Casuarina mostró una muy alta supervivencia y rápido desarrollo

(Capítulos IV y V).

Sólo Cornus disciflora y Magnolia dealbata, con mejor desempeño en ambientes más

sombreados (Alvarez-Aquino, 2002; Ramírez-Bamonde et al., 2005), mostraron mortalidades

mayores al 90%, por lo que no se recomienda emplearlas en restauración de ambientes muy

degradados.

Notablemente, Liquidambar y Platanus tuvieron un desempeño más pobre que el esperado,

ya que son consideradas especies tempranas favorecidas por el disturbio, recomendadas para la

reforestación en la zona, particularmente la primera (Pedraza, 2003).

5.4. ENSAMBLES EN LA ORGANIZACIÓN DEL ECOSISTEMA

La evidencia en torno al impacto de los ensambles en el desarrollo y supervivencia de los

mismos no es concluyente, sin embargo, se aprecian algunas tendencias que se discuten en

seguida.

Dado el mismo conjunto de datos, cuando sólo se analizan estadísticamente los

ensambles de nativas (A, B, C y E) únicamente se aprecian diferencias en altura (Capítulo IV,

cuadro 4). Mientras que si en el análisis se incluye también al ensamble con Casuarina (D)

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(Capítulo V, cuadro 3), C y D se agrupan y sobresalen significativamente del resto con mayor

desarrollo, particularmente en altura y volumen de las copas. No obstante, ambos ensambles

presentaron condiciones especiales que no se presentaron en los demás, y que son atribuibles a

fallas en el diseño por el escaso conocimiento que se tenía de las especies. C (Platanus, Cornus,

Quercus, Magnolia) presentó una elevadísima mortalidad de dos especies, lo que no es un efecto

del ensamble mismo, sino se relaciona con la intolerancia de Cornus y Magnolia al régimen de

alteración. La exacerbada respuesta desplegada por los sobrevivientes puede deberse a que

contaron con más espacio. D, por otro lado, está dominado por una especie exótica de rápido

crecimiento de reconocida habilidad para desarrollarse en ambientes degradados.

En el análisis fino de las nativas, sin Casuarina (D), en que todos los ensambles resultan

similares, no puede descartarse la operación de una especie de autoaclareo a nivel de la

comunidad (Midgley, 2001) que impone un límite a la expansión de las copas, a menos que

algunos individuos emergentes desarrollen su follaje a mayor altura, y se inicie la diferenciación

de dos estratos dentro del mismo ensamble, como ocurre en C. Esta situación se aprecia mejor

cuando se incluye en el análisis al ensamble D, en el que se destacan C y, E, en menor

proporción (Capítulo V, cuadro 3). Desde esta perspectiva, las tasas diferenciales de desarrollo

de las varias especies efectivamente podrían estar conduciendo a una partición de recursos

(espacio aéreo), atribuible a las diferencias en densidad (C con más espacio) (Begon et al.,

1996), o a la riqueza de especies en E (Tilman et al., 1997).

La emergencia de estos procesos es incipiente en este estudio, por lo que no pueden

hacerse mayores generalizaciones. No obstante, en futuros experimentos debe explorarse el

efecto de variar la densidad y la riqueza de los ensambles y darles seguimiento por periodos más

prolongados. De hecho, la densidad inicial para este estudio fue establecida deliberadamente con

la esperanza de detectar el posible efecto de un individuo sobre otro en un lapso muy corto, lo

cual empieza a ocurrir. Generalmente, la distancia de siembra entre individuos es mayor (entre

tres y siete metros para plantaciones en el bosque nublado (Chaverri et al., 1997; Pedraza, 2003),

por lo que se recomienda en experimentos futuros variar experimentalmente la densidad para

establecer la condición óptima a distintas edades.

Es posible que la importancia de la riqueza de los ensambles y su composición resulte

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más evidente cuando se evalúen también otros factores a mayor plazo, como la colonización

natural por otros elementos de la biota, el estado nutricional de los suelos o la identificación de

propiedades emergentes.

Por otro lado, a pesar de que los suelos presentan condiciones muy pobres en todas las

propiedades analizadas y a que el periodo de observación fue sumamente corto, se aprecia un

ligero impacto de algunos ensambles en siete de las diez variables edáficas analizadas. Bautista

et al. (2005) sólo pudieron detectar esos cambios en una cronosecuencia sucesional natural, entre

los 15 y 45 años después del abandono de las parcelas, en que se observaron los cambios más

dramáticos en densidad de cobertura y área basal. Lo anterior sugiere que la siembra de

ensambles de la manera que se realizó podría estar catalizando el proceso de recuperación de

algunos nutrimentos del suelo, al favorecer el rápido desarrollo de una cubierta vegetal mediante

el establecimiento de especies arbóreas en densidades altas.

Se encontró evidencia del efecto de ensambles en varias de las propiedades químicas de

los suelos, notablemente, materia orgánica, cationes intercambiables y nitrógeno, mas no del pH,

que está muy relacionado con la disponibilidad de nutrimentos para las plantas y su

productividad. No puede descartarse que el papel de los ensambles se perfila como un factor

determinante de las propiedades químicas de los suelos analizados, que podría estar acelerando

el proceso sucesional, particularmente de los ensambles C (PCQM) y D (CasMU) que sobresalen

por un incremento significativo en el aporte de materia orgánica, concomitante con la mayor

cobertura y densidad de las copas y, en menor medida en E (10 especies), por la naturaleza de su

mezcla de especies y follajes a distintos niveles.

A diferencia de C y de E, el ensamble D (con Casuarina) muestra una mayor fijación de

nitrógeno, lo que ha sido observado también en otras plantaciones mixtas con Casuarina,

monitoreadas por periodos más largos (Parrota, 1999; Warren y Zou, 2002). Estas condiciones

parecen haber favorecido un mayor desarrollo vegetal, atribuible a la actividad incrementada de

poblaciones de microroganismos fijadores de nitrógeno (Lugo, 1997).

5.5. EFECTO DE ENSAMBLES EN EL DESEMPEÑO DE LAS ESPECIES

A diferencia del análisis por ensamble, fue notoria la influencia de éstos en el desempeño

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a nivel especie, ya que seis de las diez especies nativas mostraron alguna diferencia en

ensambles particulares. El desarrollo y supervivencia de Quercus y Cornus fueron mejores en C

que en cualquier otro. Mientras que en E (el ensamble más rico), Carpinus y Platanus

sobrevivieron más, y Liquidambar y Erythrina mostraron mayor desarrollo.

Es posible que la mayor riqueza del ensamble E haya favorecido la diversificación de los

recursos -que no fue concluyente en el análisis del conjunto-, y estas cuatro especies hayan

resultado beneficiadas, a juzgar por sus incrementos de tamaño y supervivencia (Hooper y

Vitousek, 1997; Tilman et al., 1997; Piotto et al., 2004). Todas las especies mostraron su mejor

desempeño en este ensamble.

5.6. EFECTO DE QUERCUS Y CASUARINA

La presencia de Quercus tuvo una consideración especial en la integración de los

ensambles y se le incluyó en tres de ellos (A, C y E) para evaluar su impacto, pues ha sido

considerada como especie clave en la rehabilitación y restauración del BMM (Suárez Guerrero,

1999). Aunque no se considera una especie pionera, puede reclutarse en etapas tempranas de la

sucesión secundaria y permanencer en la comunidad madura (Vázquez-Yanes et al., 1999).

Además, se ha documentado que en el BMM interactúa con decenas de especies de hongos

micorrizógenos, es fuente de alimento de numerosas especies de insectos y mamíferos, y es

utilizado por muchas aves como percha y para anidación (CITAS).

No hay evidencia que sugiera que Quercus influya en el desempeño de las especies

acompañantes. El ensamble A (Erythrina, Quercus, Cornus, Ulmus) fue el que mostró el peor

desempeño, a diferencia del C (PCQM) y E (más rico). Es probable que en observaciones a

mayor plazo se pueda detectar algún patrón.

En cuanto a Casuarina, la situación es diferente ya que sólo fue incluida en un ensamble y

el objetivo era explorar su efecto a nivel del suelo, y este se discutió antes. Las especies que la

acompañaron no mostraron ningun desempeño especial que las diferenciara en los demás

ensambles en que participaron.

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5.7. CONCLUSIONES

1. La experimentación con ensambles para la restauración del BMM resultó muy conveniente

para detectar algunas tendencias incipientes en la operación de las comunidades y al nivel

ecosistémico, por lo que se recomienda seguir con esta línea de trabajo.

2. Es posible apresurar la recuperación del BMM mediante la siembra directa de brinzales de

leñosas nativas producidos en vivero, combinados en ensambles que incluyan especies de

varios estados sucesionales, evitando la fase herbácea y proveyéndolos de un sustrato más

rico y riegos ocasionales en la época seca.

3. La evidencia sugiere que la riqueza de los ensambles tiene más efecto que su composición en

las variables analizadas, lo que sugiere la aparición de propiedades emergentes de

organización de la comunidad.

4. La disponibilidad de mayor espacio en uno de los ensambles (C –ECQU), como resultado de

elementos fortuitos no planteados en el experimento original, favoreció su respuesta en

desarrollo y en niveles de nutrimentos más altos, sugiriendo que este factor debe ser

explorado en ensayos posteriores.

5. No puede descartarse una especie de autoaclareo a nivel comunidad como explicación a la

similitud de cobertura y área de los tallos en los ensambles de menor altura.

6. El desempeño diferencial de cuatro de las diez especies nativas que participan en más de un

ensamble, sugiere un impacto de la riqueza de los mismos, ya que mostraron mejor

desempeño en el ensamble de más especies (E), atribuible a la diversificación de recursos.

7. Cualquiera de los ensambles puede utilizarse en la rehabilitación del bosque dependiendo de

los objetivos de la intervención, ya que presentaron un éxito similar en la supervivencia de

sus integrantes.

8. Si se desea restablecer de manera rápida la cobertura de la copa puede recurrirse al ensamble

C (PCQM) reduciendo la densidad, o a E (el más rico).

9. El ensamble D (CasMU) es recomendable por su mayor influencia en la fijación de

nitrógeno, mas por contener una especie exótica, a largo plazo podría ejercer efectos

indeseables.

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10. Posiblemente la composición de los ensambles resulte crucial cuando se evalúen otros

factores a mayor plazo, como la colonización natural por otros elementos de la biota, el

estado nutricional de los suelos o la identificación de propiedades emergentes.

11. No pudo detectarse ningún efecto de Quercus en el desempeño de las especies acompañantes

en los tres ensambles en que participó.

12. Tampoco Casuarina mostró afectar el desempeño de sus especies acompañantes, al menos en

el tiempo que duró el experimento.

13. En seguida se enlistan las líneas de trabajo emanadas del presente estudio y recomendaciones

para futuros estudios:

a. Establecer experimentos con ensambles en sitios que permitan observaciones a más

largo plazo y en mayor cobertura superficial.

b. Establecer metas en torno a la recuperación del sistema y dar seguimiento a la capacidad

de persistencia en el sitio y de la recuperación de su estructura, funcionamiento y

composición.

c. Evaluar en forma más controlada el efecto de la composición y de la riqueza,

estableciendo más niveles de este último factor.

d. Evaluar el factor densidad y explorar su efecto a varios niveles y edades de las

plantaciones.

e. Evaluar la colonización natural de otros elementos de la biota, como herbáceas, aves,

fauna del suelo, etc.

f. Promover la investigación de atributos ecofisiológicos y poblacionales de las especies

del BMM.

g. Evitar incluir a Cornus disciflora o a Magnolia dealbata en ensambles para restauración

de sitios muy degradados sin sombra o con una exposición directa a la radiación solar.

5.8. LITERATURA CITADA GENERAL

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