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CONSECUENCIAS DEL CAMBIO CLIMÁTICO EN LA SALUD DE LA POBLACIÓN MUNDIAL Manuel Vázquez Romero, septiembre de 2004

EFECTOS Y CONSECUENCIAS DEL CAMBIO ... - … · CONSECUENCIAS DEL CAMBIO CLIMÁTICO EN LA SALUD DE LA POBLACIÓN MUNDIAL ... 5.2. Medidas para minimizar las consecuencias sanitarias

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CONSECUENCIAS DEL

CAMBIO CLIMÁTICO

EN LA SALUD DE LA

POBLACIÓN MUNDIAL

Manuel Vázquez Romero, septiembre de 2004

CONSECUENCIAS DEL CAMBIO CLIMÁTICO EN LA

SALUD DE LA POBLACIÓN MUNDIAL

ÍNDICE

1.-INTRODUCCIÓN.

2.-EL CAMBIO CLIMÁTICO.

3.-CONSECUENCIAS SOBRE LA SALUD HUMANA:

3.1. Olas de calor.

3.2. Calor y contaminación ambiental.

3.3. Fenómenos climáticos extremos: sequías e inundaciones.

3.4. Alteración en la distribución geográfica de las enfermedades.

3.4.1. Enfermedades transmitidas por vectores.

3.4.2. Enfermedades transmitidas por el agua.

3.5. Consecuencias sobre la alimentación.

3.6. El sol, la radiación ultravioleta y el cambio climático.

3.7. El deshielo.

3.8. Efectos derivados de movimientos demográficos y geopolíticos.

3.9. Otras consecuencias.

3.10. Resumen.

4.-DISCUSIÓN DEL PROBLEMA:

4.1. La “cuestión energética”.

4.2. Problemática económica y modelo de desarrollo.

4.3. Las fuentes de energía alternativas.

4.4. El “falso ecologismo” y el rigor científico.

4.5. La opinión pública, la concienciación social y los medios de comunicación.

4.6. El papel de la clase política.

4.7. Costes económicos, importancia histórica y reflexión ética.

2

5.-PROPUESTA DE MEDIDAS:

5.1. Medidas para minimizar el calentamiento global.

5.2. Medidas para minimizar las consecuencias sanitarias del calentamiento global.

5.3. Algunas medidas específicas a nivel nacional.

6.-CONCLUSIONES.

7.-REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.

3

1.-INTRODUCCIÓN

1.-INTRODUCCIÓN

Desde la segunda mitad del siglo XX se viene hablando del desarrollo de un

posible cambio en el clima de nuestro planeta. El clima es una combinación de diversas

4

variables físicas como son la temperatura, la humedad, el viento, la presión atmosférica o

las precipitaciones, entre otras. Variables que se van sucediendo a lo largo del tiempo en

las distintas regiones del globo. Por tanto parece difícil valorar si un fenómeno variable

por definición está efectivamente cambiando o no. Sin embargo también se sabe que el

clima sigue unos patrones característicos según el lugar y el tiempo en función de

numerosos elementos como la proximidad al mar, la latitud, la altitud y muchos otros. De

este modo los climatólogos definen distintos climas según las diferentes regiones por lo

que finalmente sí es posible afirmar que nuestro planeta tiene un clima determinado

compuesto por un sinfín de subclimas regionales. Y gracias a la medida de miles de

variables es posible determinar si el clima de una región o del planeta sigue su patrón

habitual o experimenta alguna variación.

Por otro lado se sabe que a lo largo de la dilatada historia de nuestro planeta el

clima no ha sido siempre el mismo y que ha ido variando según las épocas en función de

las concentraciones de los gases en la atmósfera o de la distinta intensidad de la radiación

solar. En este sentido es importante recordar el fenómeno de las glaciaciones para

demostrar que el clima de nuestro planeta no es algo inmutable sino que puede cambiar y,

de hecho, cambia.

Diversos estudios han ido demostrando que en las últimas décadas se está

produciendo un progresivo aumento de la temperatura del planeta, el cual a su vez está

ocasionando diversas alteraciones climáticas secundarias. Lo anómalo de la situación es

que, según los expertos, dicho calentamiento está ocurriendo a una velocidad mucho

mayor que la explicable únicamente por causas naturales. El origen de todo ello es el

progresivo aumento de la concentración atmosférica de unos gases que originan un

curioso fenómeno denominado "efecto invernadero" y que más tarde se explicará con

detalle. Dichos gases son un resultado directo de la actividad humana ya que proceden de

la combustión de diversas fuentes de energía como el petróleo, el gas o el carbón.

Esta situación descrita puede acentuarse durante el siglo XXI debido a un mayor

aumento de la concentración atmosférica de dichos gases, motivo por el que existe una

creciente preocupación sobre las posibles consecuencias que dicho cambio climático

puede tener para la población humana. Algunos investigadores comienzan a detectar

importantes consecuencias sobre la salud de las personas, por lo que cada vez existen

mayor número de publicaciones que tratan de estudiar y determinar estos efectos

negativos y las previsiones a lo largo del siglo XXI.

En este trabajo se pretende realizar una exposición del fenómeno del cambio

climático, un exhaustivo análisis de sus consecuencias sanitarias en la población mundial

5

y una discusión sobre las conexiones sociales, económicas, geopolíticas, estratégicas y

éticas de esta situación, proponiendo una serie de medidas de actuación para reducir las

consecuencias en la medida de lo posible.

Sin pretender salirse del rigor de los datos científicos, sin embargo es inevitable la

realización de una valoración global de esta situación por lo que en diversos momentos se

presentarán opiniones personales que en ningún modo intentan despertar polémicas

inútiles. Sin duda uno de los objetivos planteados consiste en el análisis sistemático y

global de toda esta problemática pero además subyace una profunda preocupación del

autor, por lo que este trabajo trata de ser un apoyo para el debate razonado y para el

progreso a lo largo del siglo XXI.

6

2.-EL CAMBIO CLIMÁTICO

2.-EL CAMBIO CLIMÁTICO

Desde la segunda mitad del siglo XX se ha observado que existe un peculiar

fenómeno en virtud del cual se está elevando progresivamente la temperatura terrestre. El

efecto más llamativo que se ha podido detectar ha sido un incremento de alrededor de

0,7ºC de la temperatura media del planeta a lo largo del siglo XX. Según las predicciones

dicha elevación será aún mayor a lo largo de este siglo XXI de modo que según diferentes

modelos climatológicos se estima que durante el presente siglo la temperatura media

7

puede subir de 1,5ºC a 5,8ºC con importantes variaciones geográficas. Quizá no parezca

demasiado a primera vista pero sí que lo es si tenemos en cuenta que se calcula que la

temperatura media del planeta durante la última glaciación era de sólo 7ºC menos que la

actual y los efectos fueron devastadores.

La temperatura media de nuestro planeta es de alrededor de 15ºC y esto se debe

fundamentalmente a la acción protectora de la atmósfera, ya que sin ella la temperatura

media sería de -18ºC. Una parte importante de la radiación solar choca en el suelo y se

refleja hacia el espacio, pero gracias a los diferentes gases que hay en la atmósfera una

porción de esta radiación se "atrapa" y no se pierde al exterior. Debido a esto la

temperatura terrestre se mantiene en unos niveles en los que la vida puede ser viable.

Lo que está ocurriendo en las últimas décadas es que la concentración atmosférica

de determinados gases está aumentando de manera muy marcada. Estos gases tienen una

gran capacidad de retener la radiación solar que rebota del suelo, y consecuentemente lo

que está sucediendo es que el efecto (en principio positivo) de los gases de la atmósfera

para mantener una temperatura viable se está acentuando intensamente. Es el denominado

"efecto invernadero", lo que conduce inevitablemente a un incremento térmico del

planeta.

¿Por qué están aumentando ciertos gases en la atmósfera? Se ha observado que a

lo largo de la segunda mitad del siglo XX se ha ido produciendo un progresivo

incremento en la concentración de los denominados gases con efecto invernadero, los

causantes de todo este fenómeno. Y estos gases son fundamentalmente el dióxido de

carbono (CO2) y en menor medida el metano, el óxido nitroso y los gases halocarbonados.

De este modo el nivel de CO2 ha subido desde las 280 partes por millón (ppm) habituales

hasta superar actualmente las 370 ppm con un incremento anual de 1 a 3 ppm. Algo

similar ocurre con el resto de estos gases. Y la siguiente pregunta es obvia: ¿De dónde

vienen estos gases? Fundamentalmente proceden de la quema de combustibles fósiles

(petróleo, gas, carbón) utilizados como las fuentes de energía universales indispensables

para la industria, el transporte y el resto de las actividades económicas mundiales.

Además estos gases provienen en menor medida de los incendios forestales o de los

volcanes de nuestro planeta.

Hasta este momento los niveles de CO2, el principal de estos gases, se podían

mantener en cifras estables gracias a la acción compensadora de la fotosíntesis de los

vegetales (que transforma este CO2 en oxígeno) y también a la acción del mar que

atraparía parte de este gas. El problema ha surgido cuando la producción del CO2 es muy

superior a la capacidad del planeta para reciclarlo y mantenerlo en márgenes estables. Ya

8

no existe duda en la comunidad científica internacional de que es la actividad humana

mediante la quema de dichos combustibles la que causa el aumento progresivo de dichos

gases y, por ende, de la temperatura global.

El siguiente punto consiste en explicar que la elevación térmica no se traduce sólo

en un aumento de las temperaturas en todo el globo sino que además desencadena otros

efectos climáticos muy variados. El clima es un conjunto de variables interdependientes

entre sí. Una variación en una de ellas induce consecuencias en el resto de modo que un

incremento global de la temperatura ocasiona, a su vez, un aumento en la frecuencia y en

la intensidad de algunos fenómenos climáticos extremos como sequías e inundaciones,

exacerbación del fenómeno El Niño (fenómeno climático que ocurre en amplias zonas del

planeta cada cierto número de años y que cursa con marcadas sequías o inundaciones en

regiones específicas), olas de calor más largas y frecuentes y otras consecuencias diversas.

Los efectos de todos estos procesos ya han ido apareciendo y desde hace años ya

se ha demostrado un descenso de las capas del hielo polar y de numerosos glaciares de

muchas cordilleras montañosas, una alteración en los ciclos biológicos de una gran

variedad de seres vivos incluyendo especies animales, vegetales, algas, hongos y

microorganismos, un aumento en la erosión del suelo, una elevación de varios centímetros

del nivel del mar, una mayor frecuencia y severidad de las olas de calor, de las sequías y

de las lluvias torrenciales. También están empezando a aparecer efectos en el ser humano,

como iremos desgranando a lo largo de ese trabajo.

Pero lo peor está por venir. La concentración atmosférica de dichos gases continúa

su escalada imparable y las previsiones de diferentes modelos climáticos informáticos nos

indican que la situación se agudizará a lo largo del siglo XXI.

La polémica sobre este tema ha durado muchos años ya que al inicio numerosos

expertos dudaban que realmente este fenómeno siguiera la línea de tesis aquí presentada.

Sin embargo desde hace ya casi una década el consenso de la comunidad científica es

apabullante y ya son muy pocos los que ponen en tela de juicio todo esto. Sin embargo

son muchos otros sectores de la sociedad los que no quieren aceptar la existencia de esta

situación. Sería inacabable tratar de demostrar en estas páginas todas estas afirmaciones

pero sirvan como base algunos de estos argumentos:

-La década de los 90 ha sido la década más calurosa del siglo XX. Nueve años de

esta década están entre los 11 años más calurosos del siglo.

-Sin tener en cuenta los 4 años del siglo XXI, el año 1998 ha sido el más caluroso

desde que existen los instrumentos de medida.

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-En los últimos 15 años la temperatura media del Mediterráneo ha subido 0,5ºC.

-La concentración de CO2 es la más alta desde hace medio millón de años y un

34% superior a la que había anteriormente a la Revolución Industrial. Y sigue

subiendo progresivamente año tras año.

-Desde los años 60 ha existido una reducción del 10% de la superficie mundial

cubierta por la nieve, según observaciones de los satélites.

-El hielo perpetuo del Ártico se reduce un 9% cada 10 años.

-Desde los años 70 el nivel de hielo en montañas de zonas tropicales ha subido

unos 150 metros, lo que se corresponde con un aumento térmico medio de 1ºC.

-Naciones Unidas estima en 60 mil millones de dólares (más de 10 billones de

pesetas) el coste económico global del cambio climático sólo en el año 2003.

Se podría continuar con largas series de datos pero el objetivo de este trabajo no es

tratar de convencer de la existencia de este fenómeno. Ya lo afirman los mejores expertos

mundiales del tema, Naciones Unidas, numerosos gobiernos, cualquier observador

avispado, la comunidad científica global y muchos otros.

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3.-CONSECUENCIAS SOBRE LA

SALUD HUMANA

3.-CONSECUENCIAS SOBRE LA SALUD HUMANA

El cambio climático está empezando a originar numerosos efectos nocivos en la

salud de las personas. Así lo están detectando un elevado número de investigadores en

trabajos recientes. Se cree que en las próximas décadas estos problemas se agravarán.

El grupo de expertos de Naciones Unidas sobre el cambio climático afirma que no

toda la población mundial se encuentra en la misma situación de riesgo frente a la

amenaza del calentamiento del planeta y sus consecuencias, de modo que se han definido

una serie de condiciones geográficas y socioeconómicas de alto riesgo para la salud de sus

poblaciones (1):

11

-Poblaciones que viven en los bordes de las áreas de alta endemicidad de enfermedades

sensibles a los cambios del clima, como la malaria o el dengue.

-Regiones en las que se hayan observado brotes epidémicos en relación con fenómenos

climáticos extremos como el fenómeno del Niño.

-Áreas con deficientes infraestructuras sanitarias, con problemas medioambientales

sobreañadidos o con subdesarrollo económico.

-Regiones muy sensibles a fenómenos climáticos que afecten directamente a la salud.

Amplias regiones de África, de Latinoamérica y de Asia, desembocaduras de ríos

ampliamente pobladas, numerosas islas o diversas regiones áridas podrían verse muy

afectadas. Sin embargo, como se irá comentando más adelante, también se sucederán

graves problemas en los EE.UU., en amplias regiones de Europa y en otras áreas

altamente desarrolladas.

En muchos casos los problemas ya han ido apareciendo con una preocupante

intensidad. Éste trabajo no es ni pretende ser, por tanto, un juego de predicciones

catastrofistas y apocalípticas sino un riguroso análisis de la situación actual y de las

futuras previsiones. Todo ello en base a numerosas evidencias científicas a las que

inevitablemente ya no se puede dar la espalda.

Recientemente leí lo siguiente en una revista de divulgación relacionada con la

ecología: "El cambio climático es mucho más que un problema medioambiental. Un

millón de especies podrían extinguirse antes del 2050, el deshielo de los glaciares

aumentar el riesgo de inundación en muchas zonas del planeta, las sequías multiplicarse, y

enfermedades como la malaria, extenderse más fácilmente ... Sólo en Europa, la ola de

calor de 2003 costó la vida a cerca de 20.000 personas y ocasionó pérdidas evaluadas en

más de 8.170 millones de euros sólo en agricultura ..." (2). ¿Es todo esto realmente cierto?

Veámoslo poco a poco.

3.1.-Olas de calor

El calor es normal en verano. Pero en ocasiones las temperaturas permanecen muy

altas durante largos períodos de tiempo pudiendo durar varios días o incluso semanas. La

situación se agrava aún más cuando se suceden varias noches con valores térmicos

elevados. Este fenómeno climático se denomina “ola de calor”.

Las altas temperaturas pueden afectar a la salud humana favoreciendo la aparición

de cuadros de deshidratación, golpe de calor, agotamiento, “stress por calor”, trastornos

12

hidroelectrolíticos, calambres, lipotimias, arritmias, problemas renales, rabdomiolisis u

otros. Estos problemas son más acusados y probables tras la realización de ejercicios y

actividades físicas intensas, en niños pequeños, en ancianos, en pacientes con

enfermedades cardiovasculares, respiratorias o renales, en obesos, en individuos que

toman alcohol, drogas o algunos medicamentos (diuréticos, hipotensores, psicotrópicos,

anticolinérgicos) y en otras situaciones menos frecuentes.

No hay muchos estudios que hayan valorado el efecto sanitario global que provoca

el fenómeno de las olas de calor. Sin embargo existen numerosos apuntes y datos

parciales procedentes de diversos lugares del mundo que nos alumbran sobre su verdadera

influencia en la salud. Pese a ser un problema importante, el tremendo impacto que

ocasionan las olas de calor en la salud humana no recibe el interés que se merece tanto en

la clase médica, como a nivel socio-político aunque al final ocasione más muertes que las

inundaciones u otros desastres climáticos más espectaculares.

Posiblemente la reciente ola de calor que sufrió gran parte de Europa en el verano

del año 2003 sea la que haya alcanzado mayor relevancia mediática además de ser una de

las que ha ocasionado mayor número de víctimas mortales. Se calcula que murieron más

de 20.000 personas. Sólo en la agricultura se contabilizaron unas pérdidas superiores a

8.000 millones de euros. Aunque los datos son muy variables y de difícil valoración se

estima que en Francia pudo haber hasta 15.000 fallecimientos directamente atribuibles al

calor además de un espectacular repunte de las urgencias y de los ingresos hospitalarios

(3). Las consecuencias también se hicieron notar en otros lugares de modo que en Roma

al menos hubo unas 1.000 muertes achacables al excesivo calor (4) y bastantes más en el

resto de Italia. En España hubo unas 3.000 víctimas mortales (5), cifras muy superiores a

las que se dieron como oficiales (menos de 200). Recientemente el Instituto Nacional de

Estadística indicó que en nuestro país durante el mes de agosto de 2003 se produjeron

7.447 defunciones más que en el mismo mes del año anterior, dato muy llamativo aunque

sea meramente estadístico.

En 1980 durante una ola de calor en los Estados Unidos se estima que fallecieron

unas 1.700 personas por problemas relacionados directamente con las altas temperaturas

(6). En la república Checa se observó un mayor número de fallecimientos en los períodos

que coincidieron con las olas de calor que hubo entre 1982 y 2000 (7). En Osaka (Japón)

durante el verano de 1994 se sucedieron 75 días consecutivos con máximas superiores a

los 30ºC, situación excepcional respecto a años precedentes, objetivándose un número de

fallecimientos 1,5 veces el habitual. En Chicago murieron al menos 600 personas durante

la ola de calor de 1995 (8) y 80 personas durante la de 1999 (9). En Cincinatti, al menos

13

18 en la de 1999 (10). En Taiwan en 1998 se registraron varios casos de “golpe de calor”

que ocurrieron coincidiendo con temperaturas excepcionalmente altas en este país,

situación poco frecuente si tenemos en cuenta que en los países subtropicales las

temperaturas son moderada y continuamente altas sin que suelan aparecer olas de calor

(11). Iwamoto T y cols. (12) relacionaron una mayor incidencia de infarto cerebral en

ancianos probablemente secundario a la deshidratación durante una ola de calor. Se sabe

que el calor excesivo (13) puede producir hemoconcentración, aumento del número de

hematíes, de plaquetas y del hematocrito, una mayor viscosidad de la sangre y una

elevación del colesterol sérico, lo que puede desencadenar un aumento en la mortalidad

por trombosis cerebral y por problemas coronarios a las 24-48 horas tras la exposición al

calor. Por su parte, Bark (14) observó que durante las olas de calor el riesgo de mortalidad

en individuos ingresados en centros psiquiátricos puede ser el doble que el de la población

general.

Diaz y cols. (15) estudiaron los períodos de calor extremo en Madrid entre 1986 y

1997 y concluyeron que la mortalidad puede aumentar hasta un 28,4% por cada grado que

la temperatura supere los 36,5ºC, siendo las mujeres mayores de 75 años las más

afectadas. Huynen MM y cols. (16) estudiaron la influencia sobre la salud de la

temperatura ambiental de Holanda entre los años 1979-1997 y observaron que la

mortalidad aumentaba significativamente durante las olas de calor siendo los ancianos los

más afectados. Aumentaron sobre todo los problemas respiratorios pero también las

muertes por problemas cardiovasculares y por enfermedades neoplásicas. El exceso

calculado de mortalidad durante las olas de calor fue del 12,1% diario, equivalente a 39,8

muertes más de las esperadas cada día.

Un estudio realizado en Japón demostró que el número de fallecimientos

aumentaba claramente cuando la temperatura superaba los 38ºC y que dicha incidencia

presentaba una dependencia exponencial del número de días consecutivos con intenso

calor. En este trabajo se observó que el 50,1% de los fallecimientos correspondían a niños

menores de 4 años y a ancianos (17).

Sin duda todos estos datos son difíciles de valorar pues recogen momentos y

lugares puntuales. Además sería necesario definir estrictamente cuáles son los criterios

para achacar una muerte determinada al calor excesivo, ya que los datos se estiman a

partir del exceso del número de fallecimientos en un período determinado respecto a la

media habitual de fallecimientos en dicho período en los años anteriores. Es importante

indicar que en ocasiones los datos oficiales de fallecimientos por calor se basan

exclusivamente en el diagnóstico médico-hospitalario de “golpe de calor”, situación que

14

no es especialmente frecuente, olvidándose todos aquellos fallecimientos por otras causas

también atribuibles directamente al calor (deshidrataciones, arritmias, trastornos

hidroelectrolíticos o empeoramiento de patologías crónicas, entre otros). Situaciones que

por otro lado son más difíciles de contabilizar. De hecho en muchas ocasiones se

consideran las muertes relacionadas con el calor en base a la temperatura corporal

subestimando así la incidencia real (18) al olvidar el resto de causas.

Además, como ya se ha comentado, las altas temperaturas no sólo afectan a la

mortalidad de la población sino también a la morbilidad de modo que además hay que

tener en cuenta el aumento de complicaciones de gran número de enfermedades, el

aumento de las urgencias domiciliarias y hospitalarias, el incremento de los ingresos

hospitalarios y en unidades de cuidados intensivos y el impacto de todo ello en la

estructura sociosanitaria y en el gasto económico de un país. Por ejemplo, se analizó la ola

de calor de Chicago de 1995 (19) y se contabilizó el número de ingresos hospitalarios en

47 centros sanitarios de la zona, observándose que durante la semana que duró la ola de

calor hubo un 11% más de ingresos globales (1.072 pacientes más) y un 35% más de

ingresos en mayores de 65 años respecto a lo esperado según las medias de años previos.

El 59% del exceso de ingresos se debió a deshidratación, a golpes de calor o a

agotamiento. Hubo varias situaciones previas del paciente en las que el número de

ingresos fue estadística y significativamente superior respecto a los períodos con

condiciones climáticas habituales: diabetes, enfermedades del sistema nervioso,

enfermedades cardiovasculares, enfermedades renales, enfisema respiratorio y epilepsia.

Se ha observado que el impacto del calor es máximo en los ancianos que viven

solos, en viviendas situadas en los últimos pisos y con escasa ventilación. Respecto a la

edad se sabe (20) que existe una progresiva disminución de glándulas sudoríparas y un

empeoramiento en su funcionamiento además de una capacidad inferior para producir

vasodilatación periférica como defensa frente al calor. Otros factores que aumentan la

susceptibilidad al calor son la escasez de medios económicos, vivir en ciudades grandes y

no estar en ambientes con aire acondicionado. El impacto social de esta situación y su

previsible incremento en los próximos años obligan a que los servicios sociales y de salud

adopten las medidas oportunas, sobre todo en la población de edad avanzada (21).

Son muchos los autores que defienden la eficacia de las medidas de intervención

de los estamentos sanitarios (campañas de divulgación, normas para la vida cotidiana,

establecer poblaciones de riesgo) y del uso del aire acondicionado en la reducción de las

consecuencias del calor excesivo en la salud de las personas. De hecho el aire

15

acondicionado se ha demostrado la medida más eficaz (22) para disminuir la mortalidad

debida a las olas de calor con una "odds ratio" de 0,3.

Por último, debido a la falta de estudios adecuados se echan en falta los datos

referentes a los países subdesarrollados o en vías de desarrollo, países que en muchas

ocasiones presentan estos problemas multiplicados debido a las temperaturas a veces aún

más altas, a sus deficiencias estructurales, a la escasez o falta de agua y de sistemas de

aire acondicionado o a la falta de viviendas preparadas para el calor excesivo.

Sirva lo expuesto sólo para mostrar que las olas de calor pueden tener serias

repercusiones y afectar directamente a la salud humana. Sin poder cuantificar con

exactitud el efecto real nadie puede negar que éste existe. El que dicho fenómeno esté

aumentando en intensidad y el que pueda estar ocurriendo más habitualmente debido al

calentamiento global del planeta es una controversia que ya se ha discutido en un apartado

anterior. El aumento de la temperatura en las tres últimas décadas sigue una clara

tendencia a incrementarse y, en este sentido, la OMS ya ha advertido que en los próximos

20 años se duplicará el número total de muertes relacionadas con el calor.

3.2.-Calor y contaminación ambiental

Aunque está relacionado con el tema anterior esta cuestión se trata en un epígrafe

aparte por sus peculiaridades.

Se ha observado que la combinación del excesivo calor con la contaminación del

aire de las ciudades puede resultar tremendamente deletéreo. A este respecto en Bélgica

se detectó un marcado incremento de la mortalidad durante el verano de 1994,

(especialmente en los mayores de 65 años) evidenciándose los picos de máxima

incidencia en los días con temperaturas más altas y con niveles más elevados de ozono en

el aire (23). A su vez durante la ola de calor que abrasó Grecia durante 1987, la

mortalidad se incrementó un 27% en áreas no urbanas, un 33% en áreas urbanas

exceptuando Atenas y hasta un 97% en la ciudad de Atenas lo que se relacionó con la

interacción del calor y de los elevados niveles de dióxido de azufre en la ciudad (24).

Muchos otros estudios en diversas ciudades muestran las graves consecuencias para la

salud humana de la combinación del calor con la polución ambiental.

Uno de los fenómenos que explican esta nociva interacción es la conversión del

oxido nitroso a ozono. El oxido nitroso y otros gases que proceden de la quema de

16

combustibles fósiles para la actividad industrial y el transporte se pueden transformar en

la atmósfera mediante diversas reacciones químicas en ozono, un gas muy peligroso para

la salud humana. El hecho llamativo es que se ha visto que dicha reacción química

depende de un umbral de temperatura de modo que a mayor número de días con

temperaturas elevadas, más cantidad de ozono se generará. Por tanto es en las ciudades

con temperaturas elevadas donde más oxido nitroso se transformará en ozono,

multiplicándose los daños. Conviene recordar que no hay que confundir este aumento del

ozono a nivel de la superficie terrestre con la deplección del ozono de las capas altas de la

atmósfera como consecuencia de la acción de los gases CFC. El ozono es un gas

altamente corrosivo que irrita el epitelio respiratorio agravando diversas patologías

cardiorrespiratorias pudiendo reducir la función pulmonar (25) además de ocasionar

molestas irritaciones oculares. Afecta con especial intensidad a los ancianos, a los niños

pequeños y a los individuos con asma bronquial, EPOC u otras enfermedades pulmonares

crónicas. En relación con esto se ha observado que los niveles elevados de ozono

incrementan la sensibilidad a los alergenos respiratorios y pueden conducir al desarrollo

de asma infantil (26).

Este problema ya tiene una enorme relevancia en grandes urbes de regiones

calurosas como Los Ángeles, Ciudad de México, Nueva Delhi, El Cairo (27) o Pekín.

También afecta a ciudades europeas como Atenas, Madrid o Roma. Este peligroso

fenómeno va a ir agravándose a lo largo del siglo XXI en muchas ciudades del planeta. El

calentamiento global y la mayor frecuencia de las olas de calor como consecuencia del

cambio climático junto con el desarrollo de ciudades más contaminadas y más populosas

(especialmente en los países en vías de desarrollo, generalmente los más calurosos)

convierten esta cuestión en un problema de salud mundial. Curiosamente se trata de un

tema que ni siquiera se explica en los estudios de licenciatura, en la prensa o en los

hospitales. Se requieren mejores medidas de detección y prevención, una mayor

información y más estudios sobre el impacto global de este fenómeno.

Por otra parte es terriblemente irónico observar que por una parte los gases con

efecto invernadero ocasionan el cambio climático global que además potencia los efectos

contaminantes de estos gases y que, por otro lado, éstos producen por sí mismos graves

consecuencias en la salud humana. En este sentido Cifuentes y cols. afirman que la

reducción en la emisión de estos gases en Nueva York, Sao Paulo, Ciudad de México y

Santiago de Chile evitaría en los próximos 20 años un total de 64.000 fallecimientos

prematuros, 65.000 casos de bronquitis crónica y la pérdida de 46 millones de jornadas

17

laborales sólo en estas 4 ciudades (28). Sobran las razones para tratar de reducir la

emisión de estos gases. Este problema se tratará más adelante.

3.3.-Fenómenos climáticos extremos: sequías e inundaciones

El calentamiento global del planeta ocasiona no sólo un aumento de la temperatura

sino una mayor frecuencia de fenómenos climáticos extremos destacando entre ellos una

mayor frecuencia e intensidad de las lluvias, tormentas e inundaciones en ciertas regiones,

sequías más severas y duraderas en otras zonas y una agudización general de los

trastornos climáticos relacionados con el fenómeno El Niño (29). Durante el último cuarto

del siglo XX hubo una media de unas 120.000 muertes anuales achacables a catástrofes

climáticas, la mayoría en África y Asia (30). Y por cada fallecimiento se estima que hay

otras 1.000 personas damnificadas de algún modo (¡unas 120 millones de personas al

año!). Los datos son escalofriantes pero aún es más preocupante escuchar las alertas de un

empeoramiento progresivo de todo esto debido al calentamiento global.

El agua: Una de las principales secuelas de estos fenómenos extremos es la

alteración en la cantidad y calidad del agua destinada al uso humano. Dichas condiciones

climáticas incrementan la contaminación de las aguas debido a las altas temperaturas, a las

inundaciones, a las sequías y a un aumento en la concentración de agentes patógenos. En

amplias regiones del planeta existen importantes problemas para el abastecimiento de

agua potable para la población. Naciones Unidas estima que el nivel aceptable de agua

para uso humano debe ser superior a 1.000 m3 por persona y año. Esta cantidad incluiría el

agua para consumo doméstico, industrial y agrario. Aproximadamente la mitad de la

población mundial no llega a esa cifra y al menos 350 millones de personas de 20 países

no tiene acceso al agua potable (31). A lo largo del presente siglo la población con serios

problemas de acceso al agua alcanzará los 1.000 millones de personas afectando a más de

30 países, por cierto los más pobres y subdesarrollados (27). Consecuentemente existe un

elevado riesgo de aparición y desarrollo de trastornos gastrointestinales, cólera,

infecciones transmitidas por mosquitos o deshidratación. Todo este panorama ocasionará

un deterioro socioeconómico, agrario y alimentario, un aumento de la presión migratoria y

un mayor número de conflictos. Y toda esta situación no sólo afecta a países

subdesarrollados. Así, en los EE.UU., varios científicos han alertado sobre la necesidad de

valorar los efectos negativos de la variación del clima en el agua y sus consecuencias

18

sobre la salud en este país además de proponer diversas medidas, incluyendo tecnología

avanzada, para tratar de controlar, predecir y paliar estos efectos indeseables (32).

A continuación se valorarán separadamente ambos fenómenos meteorológicos.

Hay que volver a recordar que los dos están en algunas ocasiones íntimamente

relacionados con el fenómeno El Niño.

Inundaciones: uno de las situaciones climáticas más temidas por el hombre son las

inundaciones. El cambio climático genera una mayor incidencia de tormentas intensas,

precipitaciones torrenciales e inundaciones a nivel regional o local (33). Amplias áreas de

Centroamérica, Europa o el este y sudeste asiático se encuentran en las zonas de mayor

riesgo. Podemos recordar la gravedad de estos sucesos y su impacto directo en la vida y

en la salud de miles de personas. Simplemente por las noticias de la televisión a todos nos

vienen a la memoria las graves inundaciones del año 2002 en Centroeuropa, las casi

permanentes inundaciones en China, el huracán Mitch que asoló recientemente

Centroamérica, serias inundaciones en la península Ibérica, la sucesión incontable de

tifones este año en Japón y muchos otros casos. Sólo con las imágenes ya se observa que

el impacto de las inundaciones en la vida y en la salud de las personas es tremendo. Lo

grave del asunto es que se viene observando un aumento en la frecuencia y gravedad de

estos acontecimientos en los últimos lustros y, según los climatólogos, esto se agudizará

aún más durante este siglo XXI.

Las inundaciones producen efectos directos como son los traumatismos con

objetos pesados y los cuadros de ahogamiento que en la mayoría de los casos son las

principales causas de los primeros fallecimientos (34). Pero además pueden producirse

brotes infecciosos por consumo de agua contaminada que conducen a epidemias por

cólera, hepatitis A y E, gastroenteritis de diversa etiología, disentería, infecciones por

parásitos intestinales o, incluso, intoxicaciones por beber agua que contenga sustancias

químicas de origen industrial o pesticidas que han sido arrastradas por la corriente de los

ríos (29). En las inundaciones que sufrió Bangladesh en 1988 se observó que la principal

causa de mortalidad en la población joven y en los niños fueron los cuadros de diarrea

acuosa y deshidratación (35). En las inundaciones de Nicaragua de 1995 se desarrolló un

importante brote de leptospirosis que cursó con un cuadro de fiebre aguda y hemorragia

pulmonar (36). El huracán Mitch ha sido el huracán más mortífero de toda América desde

el año 1780, causando más de 10.000 muertos y miles de desaparecidos

fundamentalmente en Honduras (37). En las inundaciones del verano de 2002, de las que

19

recordamos las impactantes imágenes de Praga y de Dresde tras los desbordamientos de

los ríos Moldava y Elba, se registraron alrededor de 100 muertos y más de 200.000

personas perdieron sus hogares en una de las tragedias climáticas más severas padecidas

en Europa en las últimas décadas (38). Éstos son sólo algunos datos que nos alumbran

sobre la enorme magnitud del problema.

Sequías: un aumento en la incidencia y duración de las sequías produce

importantes consecuencias en la salud humana (39): pérdida de cosechas con problemas

de malnutrición en países subdesarrollados, aumento de la incidencia de trastornos

respiratorios de diversa índole, problemas derivados de la sequedad ocular, cuadros de

deshidratación, contaminación de las aguas para el consumo humano e incluso desarrollo

de brotes infecciosos como la coccidiomicosis (40) o el hantavirus (41).

La intensificación de las sequías conduce a un mayor número de incendios

forestales. En los útimos años podemos recordar fácilmente auténticas catástrofes por

incendios en amplias zonas de los EE.UU., Australia, Rusia o Europa meridional, entre

otras. Con las consiguientes consecuencias de un aumento de la erosión, pérdida de la

biodiversidad, evacuaciones, destrucción de recursos naturales, etc. En algunos casos

como en Malasia y en Brasil ya se han relacionado directamente con una mayor incidencia

de trastornos respiratorios, problemas oculares, diversas lesiones y fallecimientos (38).

El problema de los incendios es gravísimo si lo relacionamos con el tema del

cambio climático. Nos encontramos ante un triple círculo vicioso. Por un lado el

calentamiento global unido a una mayor frecuencia e intensidad de las sequías favorece la

aparición de incendios. Por otra parte la combustión de los bosques produce una enorme

cantidad de CO2 (el principal gas con efecto invernadero). Y, por último, la destrucción de

los grandes bosques por los incendios hace disminuir la capacidad natural de la biosfera

para reconvertir el exceso de CO2 atmosférico en oxígeno gracias a la fotosíntesis, un

proceso químico que en este planeta sólo pueden realizar las especies vegetales. Conviene

recordar aquí la severidad de algunos incendios forestales, que en ocasiones son capaces

de producir un efecto calórico igual al de varias armas nucleares. Un apunte que invita a

una seria reflexión es el escalofriante dato de un estudio que se llevó a cabo en Portugal:

una superficie quemada de más de 100.000 hectáreas supone el 7% de las emisiones

globales anuales de CO2 de este país (42).

3.4.-Alteración en la distribución geográfica de las enfermedades

20

3.4.1.-Enfermedades transmitidas por vectores: varios autores y

organizaciones han dado la señal de alarma sobre el aumento del riesgo de las

enfermedades transmitidas por vectores debido al incremento global de la temperatura del

planeta. El clima es un elemento fundamental en la perpetuación y diseminación de

muchas enfermedades epidémicas. De hecho, en muchas ocasiones es el elemento

favorecedor más importante o el principal factor limitante.

Enfermedades transmitidas por mosquitos

Las infecciones transmitidas por los mosquitos son sensibles a factores climáticos

como la temperatura ambiental o las precipitaciones. Es necesaria la combinación de unas

condiciones climáticas y ambientales adecuadas para que el proceso de incubación,

desarrollo-reproducción del mosquito y transmisión de la infección sean posibles. Se ha

observado que el progresivo calentamiento del planeta junto con otras alteraciones

climáticas secundarias al cambio climático global (como un cambio en el patrón regional

de precipitaciones) están provocando una transformación en las distribuciones geográficas

y estacionales habituales de diversas infecciones transmitidas por los mosquitos. La

extensión de las zonas de riesgo a regiones antes no endémicas afectaría a poblaciones

inmunológicamente “naive”, es decir, sin contacto previo con dichos agentes infecciosos,

y por tanto sin anticuerpos, lo que puede conducir a brotes infecciosos masivos (43).

Todos estos problemas se han estudiado con mayor intensidad en las siguientes

situaciones:

Paludismo: El paludismo o malaria es una enfermedad muy prevalente en extensas

regiones del planeta. Se produce por la acción de varias especies de un parásito

denominado Plasmodium que a su vez se transmite por picadura de mosquitos. Todo el

ciclo infectivo depende muy sensiblemente de las condiciones climáticas ambientales.

Se especula con la posibilidad de que el calentamiento global favorezca la

extensión del paludismo a zonas actualmente no endémicas. El cambio climático

facilitaría por ejemplo la expansión de la malaria en África especialmente en altitud (44).

Se cree que el fenómeno El Niño podría favorecer la aparición de brotes (45). En este

sentido en 1987 hubo un importante incremento de casos de malaria en regiones altas de

Ruanda tras la sucesión de temperaturas inusualmente elevadas y abundantes

precipitaciones (46) y algo parecido sucedió en Uganda (47). Se han descrito brotes

similares en diferentes lugares del mundo como el subcontinente indio, Pakistán y zonas

21

de Sudamérica. Por otro lado, Australia actualmente no es una zona endémica aunque

según Bryan y cols. el calentamiento global favorece el desarrollo del mosquito-vector

con lo que podría extenderse la infección en amplias zonas de este continente a lo largo

del siglo XXI (48). Finalmente Martens y cols. han estimado que a mediados del siglo

XXI podría haber 1 millón más de casos de malaria al año atribuibles al cambio climático

(49).

De cualquier modo el tema de la influencia del cambio climático en esta

enfermedad es muy debatido por lo que debe ser investigado con mayor profundidad

debido a su importancia para la salud de la comunidad internacional.

Dengue: el dengue es considerada la infección viral transmitida por vectores más

importante en el mundo (50). Se trata de un trastorno infeccioso que afecta a millones de

personas al año, fundamentalmente en regiones ecuatoriales y tropicales entre los 30ºN y

20ºS de latitud (51). Se trasmite por un mosquito llamado Aedes aegypti y no existe

tratamiento ni vacuna eficaz, por lo que su manejo se basa fundamentalmente en las

medidas de control de los mosquitos (52).

El desarrollo y diseminación de esta infección requiere de un ambiente con

temperaturas altas. En experimentos de laboratorio se observó que al tratar de infectar a

este mosquito con elevadas cantidades del virus se conseguía mayor porcentaje de éxito a

temperaturas elevadas (95% a 35ºC versus 67% a 26ºC) y también se demostró que el

período de incubación del virus 2 del dengue en el mosquito disminuye de 12 días a

temperaturas de 30ºC hasta 7 días a temperaturas de 32-35ºC (53).

Se han realizado simulaciones informáticas de la distribución de los mosquitos

vectores del dengue teniendo en cuenta el ascenso de las temperaturas y la evolución

esperada hasta el año 2050 observándose un notable aumento en la distribución geográfica

de dicha infección que se extendería progresivamente a altitudes y latitudes más altas

(54). Siguiendo estas proyecciones, Hales y cols. en un brillante estudio (55) afirman que

mientras que en 1990 había 1500 millones de personas (30% de la población mundial)

viviendo en regiones con riesgo de transmisión del dengue, en el año 2085 esta cifra se

elevará hasta 5000 ó 6000 millones (50-60% de la población mundial estimada en esa

fecha) lo que se explica no sólo por el aumento de la población, especialmente en áreas

tropicales, sino también por una extensión geográfica en altitud y en latitud del área de

riesgo debido a las óptimas condiciones climáticas para el desarrollo del virus y del

vector. Se estima que las nuevas regiones afectadas serían el sudeste de los EE.UU., zonas

22

del Mediterráneo y de Europa occidental, gran parte de Australia y extensas áreas de

África y Sudamérica que hoy no son endémicas.

Fiebre del valle del Rift (56): se trata de una enfermedad infecciosa

fundamentalmente del ganado, descrita en el hombre a mediados del siglo XX y que se

extiende por África oriental y meridional y, desde 1977, también en Egipto. Se transmite a

través de diversas especies de mosquitos y en el hombre generalmente aparece en forma

de brotes epidémicos.

Hasta hace 50 años era una enfermedad prácticamente inexistente y en los últimos

años se la considera una enfermedad infecciosa emergente (57). Se ha estudiado la

influencia del fenómeno del Niño en la aparición y desarrollo de estos brotes y se han

podido encontrar (58, 59) relaciones muy estrechas entre ambas situaciones. Como

consecuencia de dicha alteración climática se producen excepcionales incrementos en las

precipitaciones en estas regiones, habitualmente semiáridas, con lo que se favorece la

incubación y el desarrollo de diversas especies de mosquitos y los consecuentes brotes

epidémicos.

Otras enfermedades transmitidas por mosquitos: en 1999 en Nueva York se

describieron los primeros casos de fiebre del Nilo occidental ocurridos en América del

Norte (60). Curiosamente coincidió con un verano excepcionalmente caluroso en el que se

registraron temperaturas extremas y en algunos casos récords históricos a lo largo de la

costa este de los EE.UU. En los años siguientes se ha extendido con rapidez a otros

lugares de Norteamérica, incluyendo diversas regiones del Canadá (61). Según los datos

del CDC, en EE.UU. en el año 2003 ya se declararon 9.862 casos, 2.862 de ellos con

afectación neurológica, habiéndose producido un total de 264 fallecimientos (62). Los

estados más afectados fueron Colorado, Nebraska, Dakota del norte y Dakota del sur.

Este agente viral es un flavivirus que puede ocasionar cuadros graves de

encefalitis, se transmite por mosquitos del género Culex y su reservorio habitual suelen

ser los pájaros. Se distribuye típicamente en regiones cálidas del globo, habiéndose

descrito escasos brotes en Europa (Rusia-1962-64, Bulgaria-1970s, Ucrania-1980s,

Rumanía-1996-97, Chequia-1997 o Italia-1998). Varios autores han alertado sobre la

posibilidad de que esta infección comience a extenderse a lo largo de los EE.UU. y de

Europa favorecido por la sucesión de inviernos suaves, primaveras tempranas y

fenómenos climáticos extremos achacables al cambio climático global (63, 64).

23

Por su parte el virus Ross River es un arbovirus que se extiende por Australia y

que como otros arbovirus menos frecuentes posiblemente varíen su distribución

geográfica con los efectos del cambio climático (65). Y por éste y otros motivos se cree

que probablemente se desarrolle y extienda también en Nueva Zelanda, país donde

también podría extenderse el dengue (66).

Enfermedades transmitidas por garrapatas

Uno de los vectores que se ha estudiado han sido las garrapatas. Entre otras

infecciones estos arácnidos pueden transmitir al hombre la enfermedad de Lyme y un tipo

de encefalitis denominada encefalitis transmitida por garrapatas.

Se ha visto que dicha encefalitis puede estar aumentando en frecuencia en Europa

central y septentrional. Esto estaría favorecido por la sucesión de inviernos más suaves en

regiones del centro y del norte del continente, lo que conllevaría unas mejores condiciones

para la incubación y desarrollo del proceso de transmisión. En Suecia se ha detectado un

mayor número de encefalitis transmitida por Ixodes ricinus a lo largo de la década de los

90, la más calurosa de todo el siglo XX. Se demostró que dicho aumento se relacionaba

significativamente con la sucesión de inviernos más suaves, primaveras más tempranas y

otoños más duraderos (67). Por otra parte se ha observado también que los límites en la

distribución de este trastorno no sólo han ascendido en latitud sino también en altitud

sobre el nivel del mar. En este sentido, Zeman y cols. (68) estudiaron los casos de

encefalitis de la República Checa desde 1971 y observaron que la distribución geográfica

de los casos variaba de modo que se producían cada vez con un techo mayor de altitud

(5,4±1,7 metros por año) en relación con el aumento de la temperatura (0,036±0,007ºC

por año), por lo que planteaban la influencia del calentamiento global en este fenómeno.

Por su parte, la enfermedad de Lyme es una zoonosis de amplia distribución,

aunque con mayor importancia fundamentalmente en América del Norte. De hecho en los

EE.UU. es la enfermedad transmitida por vectores más frecuente, con más de 15.000

casos en el año 1998. El agente causal es una bacteria llamada Borrelia burgdorferi que

se transmite a través de una tipo de garrapata denominada Ixodes scapularis. Se ha

observado un notable aumento en la incidencia de esta enfermedad en el nordeste del país

entre los años 1993 a 2001, lo que algunos autores (69) han relacionado con cambios

producidos por el calentamiento global, aunque otros (70) dudan realmente de que esto se

deba a dicho fenómeno y lo explican por una mayor intensidad de las precipitaciones.

También en algunas regiones de Europa se ha estudiado este tema y, en este sentido,

24

recientemente un grupo alemán (71) ha publicado un estudio en el que se destaca un

llamativo incremento en la incidencia de esta infección en una amplia región de Alemania

occidental durante los últimos 10-15 años, lo que explican como una probable

consecuencia del cambio climático. De cualquier modo parece importante seguir

investigando esta cuestión en otras regiones del hemisferio Norte.

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Por último hay que insistir en llevar a cabo investigaciones más intensas sobre la

influencia del cambio climático global en otras enfermedades transmitidas por vectores

como la fiebre amarilla, la encefalitis japonesa, la oncocercosis, la esquitosomiasis o la

leishmaniasis, entre otras.

3.4.2.-Enfermedades transmitidas por el agua: el incremento de la temperatura

en el planeta conduce a un aumento de la temperatura en la capa más superficial de los

océanos lo que a su vez produce consecuencias, algunas de las cuales pueden afectar a la

salud humana. Se estima que lo largo del siglo XX la temperatura media de la superficie

del mar ha aumentado 0,7ºC (72) y la tendencia es que dicha elevación será continuada y

progresiva a lo largo del siglo XXI. Este incremento térmico favorece un cambio en el

patrón geográfico de algunas enfermedades. A este respecto conviene destacar el caso del

cólera y el fenómeno de las algas tóxicas.

Cólera: el Vibrio cholerae, agente causal del cólera, es un microorganismo muy

sensible a la variabilidad climática (73). Se ha observado que el incremento térmico del

agua y el descenso de la salinidad de la misma son dos factores que favorecen el

crecimiento y la diseminación del Vibrio cholerae por el agua (74). También podría

conducir a una mayor diseminación de este agente el aumento del nivel de las aguas del

mar por el calentamiento del planeta, especialmente en áreas superpobladas, llanas y con

escasa higiene como Bangladesh. Algunos proponen que el calentamiento global podría

aumentar el riesgo de desarrollo de brotes de cólera en Norteamérica (75) y otros han

propuesto incluso la aparición de casos en lugares tan inhabituales como Noruega (76).

Muchos investigadores han relacionado el desarrollo de importantes brotes de cólera en

relación con la variabilidad climática debida al fenómeno El Niño (77, 78) y prevén un

posible agravamiento en el futuro.

25

Por todo ello hay que tener muy en cuenta la influencia del cambio climático en el

desarrollo de futuros brotes epidémicos de cólera con especial interés en Sudamérica, en

el subcontinente indio, en Bangladesh y en nuevas regiones de aparición.

Algas tóxicas: varios factores favorecen el crecimiento y el desarrollo de diversos

tipos de algas, algunas de las cuales pueden tener efectos negativos sobre la salud. La

actuación humana en las costas, la llegada al mar de aguas fluviales cargadas de

fertilizantes utilizados para la agricultura, un mal control de la erosión y, sobre todo, el

calentamiento de la superficie del agua del mar pueden favorecer el excesivo crecimiento

de algunas especies de algas (79). Ya se ha comentado que el calentamiento global del

planeta ocasiona un aumento de la temperatura del agua del mar. A su vez dicho aumento

térmico conduce a una diseminación de dichas especies marinas a otras regiones donde

antes no podían desarrollarse por las bajas temperaturas. Todo este fenómeno ha ido

produciendo algunas consecuencias nocivas que se cree que se agravarán en las próximas

décadas.

Ya se ha explicado el papel que puede desempeñar este mecanismo en la aparición

y propagación de brotes de cólera. Además el desarrollo excesivo y la migración de algas

tóxicas se ha relacionado con diversos brotes de intoxicaciones en humanos. En 1987

aparecieron casos por Gymnodimium breve en la costa este de los EE.UU., siendo ésta una

especie autóctona del golfo de México (80). En octubre de 1991 en la costa chilena se

notificaron al menos 300 casos de intoxicación con 11 fallecimientos debido a varias

especies de algas con toxinas neuroparalizantes (81). Lo curioso del hecho fue que las

algas y las toxinas se extendieron hasta zonas muy meridionales ya cercanas al estrecho

de Magallanes, situación inédita hasta ese momento. Por otra parte el aumento de las

temperaturas de la superficie marina favorece a su vez el desarrollo de las “mareas rojas”,

lo cual puede facilitar el desarollo de diversos microorganismos y toxinas. En relación con

todas estas cuestiones, Ottesen y Lassen sostienen que el aumento de la temperatura del

mar ocasionará a lo largo del siglo XXI la aparición y desarrollo de casos de intoxicacion

por algas venenosas y, como ya se ha comentado, de cólera en las costas de Noruega (76).

Se ha observado que el número de casos notificados por intoxicación por algas

venenosas ha ido aumentando en los últimos 15 años así como sus extensiones

geográficas atípicas. Sin duda éste es un fenómeno inquietante que debe seguir siendo

investigado por los especialistas del tema.

26

3.5.-Consecuencias sobre la alimentación

Una de las principales preocupaciones del mundo actual es la dificultad de

mantener la producción alimentaria a nivel mundial frente al crecimiento exponencial de

la población, algo que se ve agravado por la erosión de los suelos, la escasez de agua para

el riego, el incremento de la radiación ultravioleta, la desertificación, diversas plagas

(recuérdese la plaga de langostas que ha arrasado enormes terrenos de cultivo en África

occidental este verano), las inundaciones y otras agresiones ambientales sobre los cultivos.

Uno de los fenómenos que está cobrando especial importancia en los últimos años es el

papel del cambio climático en la producción alimentaria a nivel mundial. Ya se ha

observado que el calentamiento global puede afectar negativamente a las cosechas en

algunas áreas del planeta, especialmente en regiones "alimentariamente inseguras", es

decir con deficiencias previas en la producción de alimentos (82). Por ejemplo se ha

detectado que el calentamiento global favorece el desarrollo de nuevas especies que

afectan las áreas de cultivo. Además puede disminuir el valor nutritivo de determinadas

gramíneas. Se ha observado a su vez que el aumento medio de las temperaturas nocturnas

debido al calentamiento global se asocia directamente con un descenso en la producción

de las cosechas de arroz (83). Evenson afirma que el cambio climático va a favorecer la

sucesión de "crisis alimentarias locales" y las consecuentes hambrunas en muchos países

en vías de desarrollo (84). McMichael relaciona todos estos problemas de modo que el

cambio medioambiental con todos sus factores imbricados, incluyendo el calentamiento

global, afectará negativamente a la producción alimentaria a nivel mundial (85). Y todo

ello además debe conjugarse con el fenómeno del enorme crecimiento demográfico

mundial (86).

3.6.-El sol, la radiación ultravioleta y el cambio climático

El sol es vital para el funcionamiento correcto de todo el sistema biológico que

llamamos biosfera. Pero también desde hace tiempo sabemos que tiene peligros derivados

fundamentalmente de la radiación ultravioleta. La disminución de la capa de ozono por un

lado, la emisión a la atmósfera de los gases con efecto invernadero por otro y la recién

descubierta interacción entre ambos fenómenos aumentan la peligrosidad de la radiación

solar y sus negativas consecuencias para la salud humana.

Diffley predice un importante incremento en la incidencia de cánceres de piel en

los próximos años en la población de Reino Unido. Sería un efecto indirecto del cambio

27

climático: el aumento de la temperatura global en países habitualmente templados o fríos

ocasionará una mayor frecuencia de temperaturas extremas con veranos más calurosos, lo

que motivará a la población a la realización de más actividades al aire libre y

consecuentemente a un mayor número de horas de exposición solar. Ya se ha demostrado

el efecto carcinogénico de la radiación ultravioleta del sol potenciado a su vez por la

disminución progresiva de la capa de ozono de la atmósfera. A mediados de siglo se

estima que puede haber 5.000 casos anuales más de cáncer de piel en la población

británica (87).

Algunos autores proponen que las interacciones físicas y químicas entre el

aumento de la concentración de los gases de efecto invernadero con el aumento de la

radiación ultravioleta por la deplección de la capa de ozono pueden favorecer no sólo el

desarrollo de varios tipos de cáncer de piel (epidermoide, basocelular y melanoma) sino

también de cataratas oculares y posiblemente de algunas enfermedades autoinmunes e

infecciosas (88, 89).

3.7.-El deshielo

Una de las primeras consecuencias visibles y comprobadas del calentamiento

global del planeta está siendo la disminución progresiva de la superficie de los hielos

polares y de determinados glaciares de algunas cordilleras montañosas.

Todo ello está comenzando a ocasionar un aumento del nivel del agua del mar lo

que va a conducir a problemas e inundaciones en zonas costeras superpobladas y muy

llanas, en grandes deltas de ríos o en algunas islas y atolones. No hay que olvidar que 13

de las 20 ciudades más pobladas del mundo son ciudades costeras.

Se ha establecido que las principales zonas de riesgo en la actualidad son

Bangladesh, Vietnam, El Cairo (Egipto) y numerosas islas pequeñas (29). Se estima que

la población actual en regiones de riesgo es de unos 75 millones de personas mientras que

en el año 2080, asumiendo un modelo de cambio climático moderado, el nivel del mar

subiría 40 cm y la población en riesgo sería de unos 200 millones de personas (1).

Según Nicholls y Leatherman en el caso extremo de que el nivel del mar subiera

un metro, las inundaciones afectarían directamente a 18,6 millones de habitantes en

China, 13 millones en Bangladesh, 3,5 millones en Egipto y 3,3 millones en Indonesia,

entre otros (90).

Por otra parte una elevación del nivel del mar ocasionaría una invasión de agua

salada en muchos acuíferos naturales de las costas además de alterar los drenajes, dañar

28

infraestructuras, interferir en los fenómenos de sedimentación natural y aumentar la

erosión de las costas (91).

Por último, como se comentará más ampliamente en un apartado posterior, todos

estos fenómenos inducirán una fuerte presión sobre la población de estas zonas

sucediéndose movimientos migratorios y conflictos entre las comunidades (92).

Sin duda el aumento del nivel de las aguas del mar como consecuencia del

deshielo tendrá efectos muy indeseables para la salud humana: aumento de infecciones,

migraciones forzosas con evidentes consecuencias, malnutrición por contaminación y

destrucción de cosechas o dificultades de acceso al agua potable, entre otros.

3.8.-Efectos derivados de movimientos demográficos y geopolíticos

El cambio climático produce consecuencias directas e indirectas en la salud

humana. Pero además existen una serie de efectos no tan evidentes para la salud humana

pero que la afectan de manera notable y lo harán aún más en el futuro. Entre ellos

destacan los movimientos migratorios y los conflictos entre distintas comunidades.

La base de este argumento es que el cambio climático y sus consecuencias sobre

amplias regiones del planeta ocasionarán series dificultades a millones de personas que se

verán obligadas a emigrar de sus hogares debido a las consecuencias del calentamiento

global del planeta: inundaciones, deterioro del suelo y alteraciones en los cultivos,

problemas alimentarios, dificultades en el acceso al agua, contaminación por ozono,

elevación del nivel del mar, erosión de las costas, altas temperaturas, etc. Sin contar con el

agravamiento de otros problemas medioambientales, ya que muchos científicos han

alertado que el cambio climático potencia el ya severo deterioro medioambiental de

nuestro planeta. Secundariamente estas migraciones originan conflictos entre las

comunidades con sus repercusiones políticas, socioeconómicas y sanitarias. El incremento

de enfermedades infecciosas de todo tipo, los problemas de malnutrición o las severas

consecuencias psicológicas son algunas de las nefastas consecuencias sanitarias de este

proceso. Sin duda los efectos más acusados ocurrirán en los países subdesarrollados o en

vía de desarrollo. En epígrafes anteriores ya se han comentado algunos aspectos de este

tema.

Ya hace unos años que surgió el término de “refugiado medioambiental” o

“refugiado ecológico” refiriéndose a todas aquellas personas que debido a graves

problemas medioambientales se ven obligadas a abandonar sus hogares de manera

duradera o definitiva. Las previsiones que se hicieron hace 10 ó 15 años se van

29

cumpliendo. En 1994 había 25 millones de refugiados por problemas medioambientales y

27 millones de refugiados por los motivos “tradicionales” (políticos, religiosos o étnicos).

Se estima que en 2010 la cifra de refugiados “medioambientales” ascenderá a 50 millones

pudiendo alcanzar los 150 millones en el año 2050 (93, 94). Swain alerta sobre el riesgo

de serios conflictos entre comunidades e incluso entre países por la presión creciente del

fenómeno migratorio “medioambiental” (95). Lonergan propone como soluciones la lucha

contra la pobreza en grandes áreas del globo así como la adopción de medidas que

promuevan el desarrollo sostenible (96).

3.9.-Otras consecuencias

Efectos psicológicos en la población: El calentamiento global y sus consecuencias

climáticas pueden ocasionar diversos impactos a nivel psicológico. Un aumento de las

migraciones debido a problemas derivados del cambio climático favorece la aparición y el

empeoramiento de diversos trastornos psiquiátricos. En este sentido muchos autores han

encontrado una incidencia aumentada de estos problemas en la población inmigrante y

refugiada por cualquier motivo. Así Lambert y cols. describen en estos grupos de

población una elevada incidencia de trastornos afectivos con síntomas psicóticos,

trastornos esquizofrénicos, síntomas paranoides y otros (97). A lo que hay que añadir la

sensación de desamparo y desarraigo que padece cualquier inmigrante o refugiado. Otros

efectos bien conocidos son los serios trastornos por stress postraumático que acontecen

tras catástrofes naturales de cualquier tipo. Así, por ejemplo, tras el huracán Andrew se

observó que entre el 20 y el 30% de la población adulta de las zonas más afectadas

desarrollaron síntomas compatibles con el trastorno por estrés postraumático (98).

Además, como ya se comentó en un epígrafe anterior, hay que recordar la mayor

frecuencia de complicaciones médicas y el incremento de la mortalidad en los pacientes

psiquiátricos durante las olas de calor. Por último sería recomendable estudiar otros

efectos menos evidentes pero que podrían tener importancia en un futuro como las

sensaciones de inquietud e inseguridad de gran número de personas si la situación

climática empeora a lo largo del siglo XXI, como ya anuncian numerosos expertos.

El cambio climático y la salud infantil: Aunque ya se han comentado algunos

aspectos sobre este tema a lo largo de los epígrafes anteriores es importante no olvidar el

riguroso estudio de Bunyavanich y cols., ya que la relación entre el cambio climático y la

salud infantil no ha sido suficientemente estudiada. En dicho trabajo se recogen las

30

principales consecuencias sanitarias del calentamiento global en la infancia: trastornos

respiratorios como el asma, quemaduras solares, melanoma, inmunosupresión,

deshidratación, golpe de calor, problemas gastrointestinales, malnutrición, trastornos

transmitidos por vectores (malaria, dengue, encefalitis y enfermedad de Lyme), alergias y

exposición a micotoxinas, inadecuado desarrollo psicosocial y enfermedades infecciosas

emergentes, entre otras (99).

Efectos del cambio climático sobre los tratamientos farmacológicos: Beggs indica

que el cambio climático puede producir consecuencias indirectas sobre los tratamientos

farmacológicos. La elevación de las temperaturas induce un deterioro en la conservación

de los medicamentos, un aumento de los efectos secundarios debidos al calor en pacientes

tratados con ciertos medicamentos (diuréticos, anticolinérgicos, psicotrópicos, etc) y una

alteración en la farmacodinámica de algunos productos. Además indirectamente el

aumento de radiación ultravioleta puede incrementar el número de casos de

fotosensibilidad medicamentosa (100).

Otras: El calentamiento global del planeta induce otros muchos efectos que no

están directamente relacionados con la salud humana. Sin embargo no se puede descartar

que afecten al ser humano por lo que parece necesario realizar investigaciones y estudios

sobre las posibles consecuencias sanitarias de algunos fenómenos que ya se ha

demostrado que están relacionados con el cambio climático. Entre ellos destacan el riesgo

de extinción de numerosas especies y la consecuente pérdida de biodiversidad (101), el

aumento de los incendios forestales (102) o el impacto en la degradación de los pesticidas

en el suelo (103). Otro tema para investigar son las posibles consecuencias sanitarias

negativas de una disminución del ejercicio y de la actividad física debido a una elevación

sostenida de las temperaturas en regiones actualmente templadas (104).

3.10.-Resumen

El objetivo propuesto al inicio del presente trabajo era valorar las repercusiones

sanitarias del calentamiento global del planeta. Quizá no sea posible cuantificar con

exactitud las consecuencias del cambio climático en la salud de la población mundial. Sin

duda este trabajo presenta carencias. Se trata de una tarea ardua y compleja ya que este

tema tiene numerosas vertientes y aristas, con muchos aspectos sin conocer y que deben

ser investigados. Sin embargo cada vez son más los autores e investigadores que están

31

trabajando en este fenómeno y creo que la acumulación de evidencias es lo

suficientemente preocupante como para otorgarle mucha mayor relevancia. No nos

enfrentamos a un problema del futuro lejano sino de la más rabiosa actualidad. Un

problema que además, como hemos visto, no afecta sólo a un continente determinado o a

algunos países específicos sino que tiene repercusiones a lo largo de todo el planeta.

Recordaba al inicio del epígrafe algo que leí recientemente y que podría parecer

catastrofista y exagerado. Ya hemos visto que no se trataba de ninguna exageración.

4.-DISCUSIÓN DEL PROBLEMA

32

4.-DISCUSIÓN

Ya se ha explicado en otros epígrafes que la combustión de las principales fuentes

de energía (petróleo, carbón, gas) ocasiona la emisión a la atmósfera de una serie de gases

que por diversos mecanismos acaban produciendo un calentamiento global del planeta y

consecuentemente un cambio climático que, como también se ha explicado, origina

importantes efectos negativos en la salud de las personas.

Durante los próximos puntos se comentará la creciente escasez de dichas fuentes

de energía y la necesidad de un elevado gasto energético para mantener el nivel de

desarrollo alcanzado. También se explicará la necesidad vital de contar con otras fuentes

de energía, el insuficiente interés de la inmensa mayoría de la sociedad y de sus dirigentes

en estos temas, el papel del ecologismo y la enorme relevancia de la encrucijada histórica

en la que nos encontramos.

Finalmente en el siguiente epígrafe se propondrán una serie de medidas de

actuación para prevenir y paliar los efectos sanitarios del cambio climático.

33

4.1.-La “cuestión energética”

El modelo energético de los últimos 150 años se basa en los combustibles fósiles.

Actualmente hay dos razones muy poderosas que invitan a ir cambiando este modelo

energético: la primera es que estos recursos son la principal causa del cambio climático

global y la segunda es que los recursos son limitados. Sobre la primera ya me he referido

en puntos anteriores y también se comentará con posterioridad. Respecto a la segunda

existe una enorme polémica en torno a las verdaderas reservas de petróleo que

actualmente quedan en el mundo, por lo que no se va a entrar en esta discusión. Las cifras

varían mucho según la fuente que se tome pero pueden rondar el billón de barriles de

petróleo y, siendo muy optimistas, los 2 billones. Actualmente se queman más de 80

millones de barriles diarios y la tendencia es de un crecimiento anual que puede variar

entre el 1% y el 3%. Se hagan como se hagan los cálculos se piensa que no hay suficiente

petróleo para acabar el siglo XXI, ya que los cálculos menos optimistas señalan que

quedaría petróleo para unos 30-35 años y los más optimistas no superan los 70-80 años.

Creo que es absolutamente ocioso entrar en el debate de cuántos años faltan exactamente

para agotarse. El hecho es que no son recursos infinitos y que no quedan muchos años

para que empiecen los problemas de carencia con las consecuentes disputas geopolíticas y

socioeconómicas

Evidentemente un cambio de estas características no se puede hacer de la noche a

la mañana por lo que parece necesario aceptar una premisa fundamental: cuanto antes se

empiece a tomar conciencia de este asunto y antes se tomen las medidas oportunas menos

problemas tendremos en el futuro próximo. Según varios expertos no queda mucho

tiempo para que comience a haber serios problemas con el petróleo y precisamente este

año ha quedado muy claro que estamos ante una fuente de energía muy sensible a

problemas como el terrorismo, las guerras, las crisis locales de algunos países, la

especulación económica, las economías emergentes ávidas de petróleo (China, por

ejemplo), el control del crudo en manos de pocos países y de pocas megaempresas, etc.

Hay veces que muchos detractores de esta tesis se refugian en una coraza de presupuestos

ideológicos, datos económicos y financieros incomprensibles o simplemente en un

optimismo invencible e inconvencible. Pero el hecho es que no creo que nadie pueda

afirmar con pruebas que podemos llegar con petróleo al siglo XXII.

Por tanto el que a lo largo de este trabajo se proponga un cambio en el modelo

energético en base al grave problema medioambiental del cambio climático no debe

34

hacernos olvidar que existe además esta otra poderosa razón (la escasez y sus

consecuencias geopolíticas) que refuerza la tesis.

4.2.-Problemática económica y modelo de desarrollo

Sin duda uno de los principales problemas que preocupan a los ciudadanos y a sus

dirigentes es la economía. Es evidente que desde que el hombre vive en este planeta las

sociedades han sido progresivamente más y más complejas. De este modo tanto las

estructuras sociales como las leyes, las relaciones comerciales y muchos otros elementos

han sufrido importantes transformaciones a lo largo de la Historia. Y lógicamente algo

parecido ha ido ocurriendo con las estructuras económicas de las distintas sociedades de

modo que la economía y todas las vertientes asociadas son disciplinas cada vez más

complejas, como también lo son las relaciones comerciales y financieras.

Muchos han sido los modelos socioeconómicos y de desarrollo que se han

ensayado a lo largo de los siglos, algunos de los cuales condujeron a fracasos estrepitosos

con consecuencias muy negativas. El hecho es que nos encontramos al comienzo de un

nuevo siglo con un modelo económico predominante: el capitalismo. Indudablemente el

capitalismo presenta algunos problemas que no se discutirán aquí. Lo cierto es que

actualmente vivimos en la sociedad del capitalismo, cuyas principales señas de identidad

son el libre mercado, la creación de capital y el continuo crecimiento económico de los

países como modelo de desarrollo. Y para que toda esta maquinaria funcione es

imprescindible un gasto de energía cada vez mayor como ya se ha visto a lo largo del

siglo pasado. El consumo de energía en las sociedades avanzadas aumenta

progresivamente como se demuestra por ejemplo al observar el incremento anual del

consumo de barriles de petróleo o del consumo de kilovatios-hora de electricidad.

Todo esto no conduce más que a una reflexión: no es posible mantener el grado

actual de desarrollo sin gastar cantidades muy elevadas de energía. Y no sólo muy

elevadas sino además crecientes, ya que el ansiado crecimiento anual del PIB de cada país

va ligado a un mayor consumo de energía cada año. De hecho las sociedades occidentales

gastan más de 10 veces de energía per cápita si las comparamos con otros países más

desfavorecidos, lo que demuestra que el desarrollo de las sociedades va ligado

necesariamente a un mayor gasto de energía. De hecho uno los mayores impactos en el

aumento del gasto energía a nivel mundial está siendo (y aún lo será más en los próximos

años) el despegue económico mediante la lenta y progresiva “occidentalización” de dos

países superpoblados que hasta hace pocos años tenían economía subdesarrolladas y que

35

están entrando poco a poco en la economía de mercado mundial: China y la India. Como

dato clarificador se ha visto que en este año 2004 un elevado porcentaje del incremento

mundial en la demanda de barriles de petróleo se debe a la explosión de la economía

china. En conclusión se puede afirmar que indiscutiblemente el modelo económico actual

requiere un consumo elevado y creciente de energía.

4.3.-Las fuentes de energía alternativas

A lo largo de la Historia han existido diferentes modos de obtener energía. En la

etapa previa al descubrimiento del fuego es evidente que la precariedad del hombre era

enorme, tanto para su defensa como para su propia subsistencia. Sin duda se trataba de

sociedades tremendamente básicas en las que la simplicidad de los objetivos era la norma.

Prácticamente la única energía provenía del metabolismo de los alimentos unido a

métodos para evitar la disipación de esa energía (cuevas, pieles de animales). Sin embargo

tras el descubrimiento y gradual utilización del fuego ocurrieron innumerables cambios en

la vida del hombre. La utilización posterior de otras fuentes de energía supuso una mejora

en las condiciones de vida y una mayor complejidad en las estructuras sociales y en las

relaciones humanas. De este modo el empleo de la fuerza motriz de los animales

(ganadería y sedentarismo), del agua, del viento (transporte marítimo) y posteriormente de

sustancias como el aceite (iluminación) han ido parejos al desarrollo de la especie humana

a lo largo de la Historia. Sin duda, el carbón (base de la Revolución Industrial) y el

petróleo (clave del despegue del siglo XX) han supuesto la mayor revolución energética

de toda la Historia, traducidas en el empleo de la electricidad como energía-vehículo por

excelencia.

Ya se ha explicado el problema del calentamiento global y su relación con las

emisiones de gases que proceden de la quema del carbón, del petróleo y del gas. Y

también se ha insistido en la finitud de estos recursos naturales y las consecuencias

geopolíticas consecuentes. Además se han apuntado las innumerables conexiones

económicas, los problemas políticos y la necesidad de mantener un enorme y creciente

gasto de energía para sostener el modelo de desarrollo.

No parece muy aventurado asegurar que el patrón energético de los últimos 150

años puede estar más cerca de su fin que de su comienzo, por lo que más que nunca es

imprescindible el desarrollo de otras fuentes de energía que cubran las necesidades

actuales de nuestro mundo y que además sean más limpias, so pena de provocar un

36

retroceso histórico en el desarrollo de nuestra civilización y mayores desastres climáticos

y, por tanto, sociales, económicos y sanitarios.

La ecuación está muy clara: se necesita cada vez más cantidad de energía, las

fuentes de energía más utilizadas se están agotando y además ocasionan un cambio

climático con efectos muy nocivos para el hombre. La solución pasa lógica e

inevitablemente por el uso masivo de otras fuentes de energía que no produzcan gases con

efecto invernadero.

El papel que pueda desempeñar cada una de estas fuentes de energía está escrito

en el futuro, pero deberían ser investigadas y explotadas con más interés y rapidez de lo

que se está haciendo. Cada una con sus ventajas y con sus inconvenientes.

Todo ello, sin olvidarnos del necesario debate sobre la energía nuclear al que

habría que acercarse de modo riguroso, sin prejuicios y con un amplio consenso público.

Son ya muchos los expertos que consideran que posiblemente sea necesario volver a mirar

hacia la energía nuclear para solucionar el grave problema energético y climático

planteado. Si se resuelven los asuntos del destino de los recursos radiactivos y de la

seguridad de las centrales nucleares, esta fuente de energía ofrece la ventaja de su

eficacia, su enorme potencial energético y la ausencia de emisión de los gases con efecto

invernadero.

Queden aquí reflejadas algunas de las opciones y otras que deberán ser exploradas

y explotadas próximamente: energía eólica, energía solar, energía nuclear, biomasa,

energía del hidrógeno, energía maremotriz, fusión de núcleos de helio y otras que se

deben desarrollar e investigar aún mucho más. Sin olvidarnos de la siempre limpia fuente

que significa el ahorro y el aprovechamiento eficiente de la energía.

Una de las posibilidades que se está estudiando con más interés es el hidrógeno.

Hay muchísimo en la naturaleza y su combustión produce energía y agua, ni más ni

menos. Una auténtica panacea, pero el problema es conseguirlo. El papel de los científicos

en este punto será primordial. Próximamente iremos viendo si realmente es viable o no

(105).

Quizás en el futuro no usemos una única fuente de energía sino que nos apoyemos

en varias de ellas. De cualquier modo, y pese a los detractores, los inconvenientes y las

dificultades, el camino ha de pasar de una u otra forma por asumir que hay que desarrollar

un cambio progresivo en el modelo energético a nivel mundial.

Acercarse a estos problemas con prejuicios o con falta de interés sólo conduce a un

retraso en la adopción de las medidas adecuadas ocasionando finalmente consecuencias

más graves. Negar que estas fuentes de energía serán absolutamente esenciales no resulta

37

únicamente un mero prejuicio político o económico sino que significa dar la espalda a lo

que ya son evidencias matemáticas.

4.4.-El “falso ecologismo” y el rigor científico

La preocupación colectiva por los problemas ecológicos surgió hace varias

décadas, aunque a nivel individual ya existía desde hace siglos. El desarrollo de las

principales ideas sobre el tema se inicia en el siglo XIX generalizándose especialmente a

lo largo del siglo XX. Como consecuencia de una innegable y gravísima sucesión de

problemas medioambientales y fruto de una mayor sensibilidad en el mundo científico,

socioeconómico y político se han ido organizando diversas corrientes y movimientos

genéricamente denominados “ecologistas” o “verdes”. Y consecuentemente han ido

apareciendo a su vez un gran número de organizaciones de todo tipo, algunas de las cuales

son reconocidas a nivel mundial.

Es un buen momento para reflexionar sobre la utilidad y el valor de dichas

organizaciones que en muchas ocasiones no sólo han denunciado y divulgado problemas

medioambientales muy serios sino que han conseguido una mayor concienciación en la

sociedad civil, en la clase política, en los medios de comunicación y en el poder

económico. Su papel en el pasado y en el futuro es innegable y sin ellas muchos

problemas estarían en fases aún más destructivas. Sin embargo no es menos necesario

recordar los excesos que en algunas ocasiones se han producido, la utilización partidista o

interesada de algunos problemas y la falta de propuestas alternativas para ciertos males.

Es importante que desde estos movimientos exista una permanente autocrítica que obligue

a corregir ciertas desviaciones respecto a los ideales que deben guiar su actuación y que

básicamente son la defensa del medioambiente y la búsqueda de soluciones a los

problemas “ecológicos”. Por tanto es necesario reclamar rigor científico, eficacia y

seriedad, ausencia de sectarismo político, máxima ilusión e interés por conocer bien los

asuntos y plantear las posibles soluciones y un alejamiento de la violencia como método

válido de reivindicación.

Un movimiento que ha aportado innumerables avances a lo largo del siglo XX no

se debe dejar llevar por tentaciones demagógicas, violentas o extravagantes que tanto han

erosionado su credibilidad. Para lo que de verdad interesa, la defensa del medioambiente

de este planeta, el ataque ha venido en ocasiones del “falso ecologismo”, ése que se

olvida de los datos científicos, del debate serio, profundo y sinceramente preocupado, del

espíritu de ayuda y del interés por el planeta y sus habitantes. Ese “falso ecologismo” que

38

cae en manos de la violencia gratuita, que se identifica automáticamente con ideologías

extremistas o antisistema o que se emplea a conciencia en una estéril confrontación sin

aportar una brizna de solución. El ecologismo debe ser un movimiento aceptado como

propio por la inmensa mayoría de la sociedad, un interés que nos arrastre a todos en la

defensa de nuestro planeta. Un planeta que no es patrimonio de nadie y que es patrimonio

de todos. Pienso que sería lo lógico y lo deseable, pero es que además sería lo más eficaz.

Para ello es imprescindible retirar todo lo que no tenga nada que ver con el

medioambiente. Esos aderezos que mantienen a una amplia mayoría desinteresada y

alejada de aquello que comience por “eco-“ o tenga color verde.

4.5.-La opinión pública, la concienciación social y los medios de

comunicación

Uno de los principales escollos que impiden conducir todos estos asuntos por unos

cauces serios, lógicos y razonables es que la mayoría de la sociedad no se acaba de creer

que todas estas cosas estén pasando realmente ni que tengan tanta gravedad. Es

asombroso observar cómo la "conciencia social" salta casi de manera instantánea ante

otros problemas objetivamente menos importantes mientras que cuando se habla de la

cuestión energética o del cambio climático todo son miradas de incredulidad, actitudes de

profundo desinterés o incluso claramente burlescas, manipulación demagógica, económica

y política. En mi opinión esta actitud demuestra un marcado e irresponsable desinterés

sobre el futuro de la próxima generación, nuestros niños de hoy.

Es indiscutible que estos temas son tremendamente intrincados, que faltan muchas

cosas por saber, que en ciertos aspectos puede haber distintas versiones o que no se debe

caer fácilmente en el catastrofismo apocalíptico. Pero lo que es difícil de entender es que

con todas las evidencias que han ido demostrando los científicos durante las últimas

décadas todavía haya dudas de que "algo extraño le está pasando al clima" y que "este

problema ya nos está afectando y aún nos afectará más en el futuro próximo". Quizá la

clave para entender el por qué de esta incredulidad sea la que con enorme clarividencia y

sencillez ha apuntado Donald Kennedy (editor jefe de la revista Science) en un editorial

muy reciente: “la gente piensa que es lo mismo el tiempo que el clima” (106). Y así es:

preferimos observar cualquier evento aislado del tiempo (un día de mucho calor, una

lluvia torrencial, una helada en mayo…) como una prueba irrefutable que da o quita

argumentos para hacerse “creyente de lo del cambio climático” o “definitivamente no

creerse esa patraña porque siempre ha hecho este calor”. Hay que recordarlo una vez más:

39

el clima es un conjunto de muchos miles de datos y variables climáticas medidas,

procesadas y estudiadas en todo el planeta durante varias décadas. Y los científicos ya no

tienen ninguna duda sobre una cosa: el planeta se está calentando más rápidamente de lo

que nunca antes lo había hecho y ello se debe al aumento de la concentración atmosférica

de unos gases específicos, unos gases que son el resultado de la combustión del petróleo,

del carbón y del gas.

Mención aparte merecen los medios de comunicación actuales. Su impacto en las

sociedades de hoy es enorme, mayor que en ningún otro momento de la historia reciente.

Por tanto, independientemente de su capacidad de informar, de opinar o de influir en los

distintos poderes, deben adquirir la responsabilidad ineludible de afrontar los principales

temas que afectan a la Humanidad (y éste es uno de ellos) con mayor interés,

profundidad, rigor y objetividad. En el mundo actual los medios de comunicación han

adquirido un papel central por lo que se les puede y se les debe exigir algo más valioso y

útil que no sólo la noticia fugaz del día a día, la opinión política interesada o el interés

desmedido por el mercado y la publicidad. Se les debe pedir además la denuncia

justificada, la búsqueda de la verdad, la capacidad de concienciar a la sociedad y, por qué

no, una actitud más humana y altruista.

4.6.-El papel de la clase política

El dirigente político siempre tiende a centrarse en los problemas más inmediatos y

aparentemente más urgentes de la sociedad. No es mala cosa siempre que se ponga interés

y se encuentren vías de solución. La cuestión espinosa aparece cuando nos enfrentamos a

problemas a largo plazo. Problemas que no se solucionan en un mandato electoral o en

una legislatura. Y ante esta situación hay dos tipos de políticos. Por un lado se encuentran

aquellos que centran todos sus esfuerzos en los asuntos próximos y olvidan, acaso

involuntariamente, las cuestiones que necesitan soluciones de largo alcance. Por otro lado

están aquellos otros políticos que demuestran clarividencia, valentía e inteligencia para

prevenir los problemas futuros aunque tomen medidas impopulares. Desgraciadamente los

primeros son la inmensa mayoría mientras que son muy pocos los que pueden

considerarse en el segundo grupo.

Con el cambio climático, sus causas y sus consecuencias ocurre exactamente lo

mismo. La mayoría de la clase política navega como puede cuando se trata del cambio

climático sin que haya ningún líder mundial que realmente haya hincado el diente a este

hueso. Se ha aceptado por muchos como la mejor solución (casi como un auténtico tótem)

40

el llamado protocolo de Kyoto, acuerdo internacional que trata de reducir las emisiones de

gases en los países industrializados. Y, aunque loable, se trata de un esfuerzo que según

muchos expertos es claramente insuficiente para afrontar y prevenir realmente el

problema. Habría que ser aún mucho más ambicioso. Pero ni siquiera en este acuerdo de

mínimos los distintos países se ponen de acuerdo y es más que probable que dicho

protocolo no se llegue a cumplir en su totalidad.

Importantes presiones de corporaciones industriales, ideologías políticas

influyentes, desinterés supino, falta de coraje o infantiles partidismos políticos son

algunos de los elementos que conforman el actual "cocktail" de desgana, pesimismo y

derrota que ofrece la inmensa mayoría de la clase política mundial para afrontar el

gravísimo problema del cambio climático. Es muy irritante observar la cantidad de

excusas, falacias y engaños que algunas administraciones presentan en muchas ocasiones

para negar realidades científicas absolutamente demostradas y probadas. En otras

ocasiones los dirigentes comprenden y aceptan la grave realidad y, sin embargo, no

adoptan medidas eficaces al respecto. Definitivamente se debe exigir de nuestros políticos

mucho mayor interés y esfuerzo durante los próximos años.

4.7.-Costes económicos, importancia histórica y reflexión ética

Como en muchos de los problemas humanos siempre gravita el problema

económico, es decir los costes. Algunos argumentos en los que se apoyan los detractores

de entrar siquiera en el debate del cambio del modelo energético son los económicos, es

decir, que es un proceso caro que la sociedad, es decir todos nosotros, no estaría dispuesta

a pagar. Los otros argumentos son los de la incredulidad sobre el efecto invernadero, el

calentamiento global y el cambio climático. Sobre estos últimos las evidencias son tan

abrumadoras que, en fin, poco a poco se irá tomando conciencia por una mayoría de la

sociedad, de sus agentes económicos y de sus clases dirigentes. En esa discusión ya no se

puede perder más tiempo ni más energías. Respecto al primer argumento no creo que

nadie pueda afirmar con rotundidad que profundizar en la búsqueda de otro modelo

energético sea más caro que seguir como estamos. El coste de un planeta amenazado y de

la salud de millones de personas no se mide con cifras, pero sería muy presuntuoso

afirmar que son asuntos que no valen, que no cuestan, que no importan. La valoración de

todo esto parece un deber de toda persona informada y preocupada y no se puede acusar

de demagogia a los que presentamos la otra cara de la moneda: la salud de millones de

41

personas y de nuestro planeta. Sinceramente pienso que el valor de esto es sencillamente

incalculable.

Por otro lado, ni siquiera hay que entrar a valorar a aquellos que niegan las

evidencias científicas por simples intereses personales o espurios. Ya se ha visto muchas

veces que son los primeros en subirse al carro del "ya lo avisé", o peor, "¿por qué no nos

avisaron antes?". Quizás sea la inevitable parte negativa de toda sociedad.

Siguiendo con la reflexión, en mi opinión nos encontramos ante una seria

encrucijada histórica como algunas otras que han acontecido en siglos pasados de nuestra

atormentada historia. La responsabilidad de afrontarla nos concierne a todos: científicos,

políticos, economistas, periodistas, dirigentes políticos y, en fin, a todos los componentes

de la sociedad. Cada uno debe jugar un papel. No cabe esconder la cabeza como el

avestruz ni mirar para otro lado.

Y finalmente, ¿debemos ser optimistas o pesimistas de cara al futuro? Lo fácil es

caer en el catastrofismo pero esto puede ser muy poco útil. En el ser humano se conjugan

las mejores virtudes aunque también los peores instintos. El inmenso valor de la

inteligencia y de la dimensión ética del ser humano han demostrado en muchos momentos

de la Historia que son capaces de las mayores hazañas, de los progresos científicos más

impensables, de los sacrificios más heroicos. Esto nos debe proporcionar una profunda

confianza en que finalmente irán apareciendo soluciones eficaces, que probablemente

serán graduales y no espectaculares. El problema es que nos corre un poquito de prisa. Es

la generación a la que ahora vemos dar sus primeros pasos, los niños que hoy aprenden a

jugar y a reír, la que verá los resultados. Y estamos obligados a que estos resultados sean

buenos.

42

5.-PROPUESTA DE MEDIDAS

5.-PROPUESTA DE MEDIDAS

43

Es imposible resumir en pocas páginas todas las posibles medidas para luchar

contra este problema. De hecho muchas de ellas ya están en marcha. Pero hay que

intensificarlas y conseguir una eficiencia mucho mayor para conseguir frenar la marcha

del proceso. Hasta el momento los resultados son bastante desesperanzadores. Sirva esta

breve lista para apuntar algunas líneas de debate y de trabajo.

5.1.-MEDIDAS PARA MINIMIZAR EL CALENTAMIENTO GLOBAL:

1.-La más importante es la concienciación social.

Sin esto es muy complicado tratar de aplicar cualquier otra medida. Si la sociedad

no se percata de que existe un problema grave, cualquier esfuerzo político, económico,

científico o de otro tipo no será aceptado. El principal motor de las mejoras y reformas

que han hecho progresar a la Humanidad ha sido la demanda social. Sin conciencia de que

hay un problema, sin que la gente se sienta preocupada todo lo demás sirve de muy poco.

Y una de las ideas importantes que hay que ir aceptando es que plantearse las soluciones

supone un esfuerzo económico.

2.-Promover la divulgación y explicación del problema:

-Papel de los medios de comunicación.

-Papel de la clase política y de sus dirigentes.

-Papel de los científicos y de los centros de investigación.

-Papel de los profesores y de las universidades.

-Papel de los organismos internacionales.

-Papel del "verdadero ecologismo".

-Papel de los pensadores, de los filósofos y de los intelectuales.

3.-Conocimiento y profundización del proceso del cambio climático: papel de

meteorólogos, de los físicos y de los informáticos.

4.-Incentivar medidas para el progresivo cambio de modelo energético:

44

-Investigación de fuentes de energía alternativas con dinero público, iniciativa

privada, donaciones, fundaciones, consorcios empresariales, coordinación

internacional, etc.

-Descubrimiento de nuevas fuentes de energia: papel de los químicos, de los

biólogos, de los ingenieros y de los físicos. Incluye la investigación del fondo del

mar, del espacio, de los volcanes y géiseres, de la energía del interior de la Tierra,

de los polos, del polvo solar, de nuevas sustancias químicas, etc. Y es de justicia

recordar aquí los muchos aciertos que ha supuesto ya la increíble clarividencia de

Julio Verne. Y pienso que aún habrá algunos más.

5.-Necesario debate sobre la energía nuclear.

6.-Medidas para reducir la emisión de los gases con efecto invernadero:

-Profundización, progresiva superación y mejora del protocolo de Kyoto.

-Medidas económicas, políticas e industriales de ahorro de energía: promoción del

transporte público, mejora en el aislamiento térmico de los edificios, etc.

-Desarrollo de filtros específicos para los gases con efecto invernadero.

-Papel de la industria automovilística en la innovación tecnológica.

7.-Medidas para "retirar" de la atmósfera los gases con efecto invernadero:

-Papel de los químicos: investigación de sustancias químicas que permitan

secuestrar o inactivar estos gases. Investigación exhaustiva de las reacciones de

fotosíntesis vegetal y del papel del mar en la absorción de CO2.

-Secuestro del CO2 por los árboles: promoción de una política forestal

internacional que incluya un aumento de espacios forestales protegidos, programas

de reforestación masiva y una lucha feroz contra los incendios.

8.-Papel de los expertos en economía y de la clase empresarial.

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5.2.-MEDIDAS PARA MINIMIZAR LAS CONSECUENCIAS SANITARIAS

DEL CALENTAMIENTO GLOBAL:

45

1.-Promover el conocimiento del problema en todos los estamentos sanitarios: medicina,

enfermería, políticos de la Sanidad, servicios de emergencia o farmacéuticos.

-Cursos de formación y de actualización.

-Introducción de este tema en los programas de formación universitaria.

-Mayor promoción de las publicaciones y de las actividades de investigación

biomédica respecto al tema.

-Desarrollo de reuniones nacionales e internacionales.

2.-Perfeccionamiento de los métodos de previsión meteorológica y de catástrofes,

especialmente en países poco desarrollados, incluyendo material de alta tecnología con

financiación internacional.

3.-Mayor coordinación internacional en el manejo y tratamiento de las catástrofes

climáticas. Valorar la creación de agencias internacionales eficaces, empresas privadas

dedicadas a este tema, nuevos empleos laborales e incluso un ejército internacional de

rápida intervención.

4.-Promoción de medidas para paliar los efectos de las olas de calor incluyendo protocolos

de aviso y emergencia, mejora de los sistemas de acondicionamiento de las viviendas,

creación de unidades hospitalarias dedicadas a este tema y desarrollo de servicios de

atención domiciliaria.

5.-Medidas para el mejor conocimiento y tratamiento de enfermedades infecciosas con

tendencia al cambio en su patrón geográfico. Especial interés al desarrollo de tratamientos

frente a la malaria y diversas enfermedades virales o al manejo de medidas de protección

frente a vectores como los mosquitos y las garrapatas.

6.-Información y prevención del daño solar: protocolos de alerta, promoción de cremas

protectoras, desarrollo de sistemas de medida de radiación ultravioleta, etc.

7.-Promoción internacional de medidas de potabilización, abastecimiento y uso eficiente

del agua. Acciones especiales en los deltas superpoblados de algunos ríos.

46

8.-Mejora de los sistemas de producción y conservación de los alimentos, debate sobre los

alimentos transgénicos, desarrollo de tecnología agraria avanzada e investigación básica

para mejorar la resistencia de las cosechas frente a fenómenos climáticos y ambientales

adversos.

9.-Creación de comités interdisciplinarios que favorezcan el intercambio de información

entre los meteorólogos y los estamentos sanitarios.

Sin duda hay varias decenas de ideas más que se pueden y se deben desarrollar. Es

evidente que conociendo el problema mucha gente puede aportar todo tipo de soluciones.

Por eso este trabajo es una invitación para que así sea.

Por otro lado muchas de estas medidas exigen un apoyo político, social y

económico a muchos países subdesarrollados o en vías de desarrollo. No es la misión de

este trabajo intentar arreglar los problemas del mundo pero lo que es absolutamente

indiscutible es que muchas de las secuelas sociales, económicas, alimentarias o sanitarias

del cambio climático se imbrican con la idea de una promoción del desarrollo en muchas

zonas deprimidas y también con el deterioro medioambiental global del planeta. Entrar en

estos debates es algo tan arduo y complejo que no corresponde aquí. Pero si seguimos con

algunas inercias (por lo que se ve aparentemente irresolubles) muchas de estas medidas no

son más que papel mojado. Simplemente buenas intenciones. Nada más.

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5.3.-ALGUNAS MEDIDAS ESPECÍFICAS A NIVEL NACIONAL:

Gran parte de las ideas enunciadas anteriormente son perfectamente válidas para

España y, de hecho, algunas se van desarrollando poco a poco desde hace tiempo.

Además se exponen a continuación algunas medidas que serían más específicas para

nuestro país dadas sus determinadas características geográficas y climáticas.

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1.-Lucha sin cuartel contra los incendios: profunda investigación policial y judicial en las

zonas siniestadas, endurecimiento de las penas, aumentar la superficie forestal no

recalificable, reforestación masiva, uso de satélites, mayor papel del ejército, aumento de

personal, etc.

2.-Profundización en los protocolos de alerta frente a las olas de calor. Tras la ola de calor

del 2003 este año se han puesto en marcha interesantes iniciativas a este respecto que

deben ser perfeccionadas.

3.-Crear una unidad médica especial frente a los efectos de la ola de calor en Andalucía.

4.-Incremento masivo del parque eólico e investigación y desarrollo de la energía solar y

de la energia maremotriz. Debate sobre las centrales nucleares.

5.-Creación de una agencia integral y multidisciplinaria dedicada a las inundaciones

mediterráneas, incluyendo la creación de puestos de trabajo destinados a todo este tema.

6.-Poner especial hincapié en la prevención del cáncer de piel, en las alertas a la población

ante elevaciones en los niveles de ozono (Madrid, Sevilla, Zaragoza, Barcelona, Valencia

u otras) y en la aparición de brotes esporádicos o epidémicos de malaria, fiebre del Nilo

occidental o dengue, especiamente en el sur de la península.

7.-Fomentar mediante reuniones, congresos, conferencias de prensa, cursos, campañas

publicitarias y cualquier otra vía posible la participación activa de la sociedad, de los

principales medios de comunicación, de las asociaciones medioambientales, de los

agentes económicos, de las profesiones sanitarias y de la clase política en el debate sobre

el cambio climático.

8.-Formación especializada de la clase médica a través de la Universidad y de programas

de formación de las distintas agencias de investigación como el CSIC, el Instituto de

Salud Carlos III y cualquier otro. Especial interés merecen los internistas, los

infectólogos, los dermatólogos, los médicos de atención primaria, los médicos

cooperantes, la enfermería y los distintos servicios de emergencia.

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Para finalizar quiero recordar una vez más la primera medida del inicio del

epígrafe. Estamos ante un problema complejo para el que no hay una gran solución sino

muchas "pequeñas" soluciones. Pero pienso que es absolutamente imposible lograrlo si no

hay una preocupación general de toda la sociedad. Manos a la obra.

49

6.-CONCLUSIONES

6.-CONCLUSIONES

Evidentemente éste es un tema muy difícil de abordar por sus innumerables

conexiones, la dificultad de recopilar los datos, las cuestiones opinables y las complejas

soluciones. Sin embargo sí que es posible extraer algunas conclusiones de todo lo

anteriormente expuesto. Como se explicaba en la introducción estos apuntes esperan ser

una base de apoyo para futuros debates, para futuros proyectos y, sobre todo, para futuras

soluciones. Se finaliza este trabajo con las siguientes conclusiones:

1.-Está sucediendo un calentamiento global del planeta debido a la actividad humana.

50

2.-El calentamiento global ocasiona un cambio climático con efectos muy negativos para

la salud humana (consecuencias directas por el aumento térmico, consecuencias en la

alimentación, aumento de diversas enfermedades infecciosas y muchos otros).

3.-Según las previsiones este cambio climático se agravará a lo largo del siglo XXI.

4.-Este fenómeno se debe a la combustión de las principales fuentes de energía que, por

otro lado, son limitadas.

5.-Es imposible mantener el grado actual de desarrollo sin consumir mucha energía.

6.-Cualquier medida que se tome para luchar contra este fenómeno no puede ignorar que

la principal solución pasa por un uso masivo de fuentes de energía que no produzcan

gases con efecto invernadero.

7.-Debe actuarse con más energía, más voluntad y más rapidez.

8.-Es exigible mayor conciencia social, periodística y política para afrontar el problema.

9.-Estamos ante uno de los retos históricos del ser humano.

51

7.-REFERENCIAS

BIBLIOGRÁFICAS

7.-REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. McCarthy J, Canziani O, Leary N, Kokken D, White K. Climate change 2001:

impacts, adaptation, and vulnerability. New York: Cambridge University Press, 2001.

(UN Intergovernmental Panel for Climate Change. Third assesment report).

2. Revista trimestral I/04. Greenpeace. Página 9.

3. Dhainaut JF, Claesses YE, Ginsburg C, Riou B. Unprecedented heat-related deaths

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