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VIII. PARA SI MISMO La filiación nos conduce a Dios, es decir, nos introduce en Dios mismo a fin de que seamos uno con El en vida y en naturaleza. IX. PARA QUE SEAMOS HECHOS CONFORMES A LA IMAGEN DE SU HIJO Mientras el Padre nos conduce a la plena filiación, somos hechos conformes a la imagen de Su Hijo (Ro. 8:29). Esto quiere decir que el deseo de Dios es que todo nuestro ser participe de la filiación. El proceso de hacernos hijos Suyos se lleva a cabo hoy en la vida de iglesia. Tal vez a usted lo haya ofendido alguien en la iglesia, o quizá usted ha ofendido a alguien. Ambos casos pueden ser útiles en el proceso de la filiación. No animo a nadie a que se ofenda ni que ofenda a otros, pero la verdad es que es imposible evitar las ofensas. O usted ofenderá a alguien, o alguien lo ofenderá a usted. Pero estas ofensas nos ayudan en el proceso de ser hechos hijos de Dios. Cuanto más nos ofendan, más participamos de la filiación. Si a usted nunca lo han ofendido en la vida de iglesia, tal vez no ha participado mucho de la filiación. Bienaventurado es usted si lo han ofendido los hermanos, las hermanas y los ancianos, porque ha pasado más por el proceso de filiación. Pero algunos no pueden soportar las ofensas, y tan pronto se sienten ofendidos, quieren irse de la vida de iglesia. Pero en lugar de abandonar la vida de iglesia, en esos momentos debemos incluso valorarla más e incluso “besar” la ofensa, pues ella contribuye a nuestra filiación. Cada vez que quiera huir de la vida de iglesia, la vida del Hijo de Dios que está en usted le dirá: “No huyas; permanece y sufre la ofensa, e incluso abrázala”. En cuanto usted acoge la ofensa, ésta se convierte en gozo. Esto es el proceso de la filiación que experimentamos en la vida de iglesia. Todos estamos en el proceso de ser hechos hijos de Dios. Tenemos al Espíritu del Hijo de Dios, la vida del Hijo de Dios y la posición del Hijo de Dios, pero aún necesitamos ser hechos conformes a la imagen del Hijo de Dios. Por consiguiente, necesitamos más filiación. El Señor desea conformarnos a Su imagen, a la imagen misma del Hijo de Dios, y el único lugar donde se puede experimentar esto es en la vida de iglesia. Fuera de la iglesia no podemos ser hechos conformes a la imagen del Hijo de Dios. Así que, quiero animarlos a que estén contentos en la desordenada vida de iglesia. No den coces contra el aguijón, sino acepten con gusto el proceso de filiación. X. PARA QUE LLEGUEMOS A LA PLENA FILIACION Un día, llegaremos a la consumación de la filiación. La consumación de la filiación, la plena filiación, es la redención de nuestro cuerpo (Ro. 8:23). Esto significa que nuestro cuerpo será transfigurado, o sea, que también participará de la filiación. Nuestro espíritu ya participó de la filiación, nuestra alma está en el proceso, y cuando el Señor venga, nuestro cuerpo también participará de la filiación. Esto será la culminación de la filiación. XI. POR ULTIMO, HEREDAREMOS TODO LO QUE DIOS ES

Efesios Cap 2

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VIII. PARA SI MISMO

La filiacin nos conduce a Dios, es decir, nos introduce en Dios mismo a fin de que seamos uno con El en vida y en naturaleza.

IX. PARA QUE SEAMOS HECHOS CONFORMES A LA IMAGEN DE SU HIJO

Mientras el Padre nos conduce a la plena filiacin, somos hechos conformes a la imagen de Su Hijo (Ro. 8:29). Esto quiere decir que el deseo de Dios es que todo nuestro ser participe de la filiacin. El proceso de hacernos hijos Suyos se lleva a cabo hoy en la vida de iglesia. Tal vez a usted lo haya ofendido alguien en la iglesia, o quiz usted ha ofendido a alguien. Ambos casos pueden ser tiles en el proceso de la filiacin. No animo a nadie a que se ofenda ni que ofenda a otros, pero la verdad es que es imposible evitar las ofensas. O usted ofender a alguien, o alguien lo ofender a usted. Pero estas ofensas nos ayudan en el proceso de ser hechos hijos de Dios. Cuanto ms nos ofendan, ms participamos de la filiacin. Si a usted nunca lo han ofendido en la vida de iglesia, tal vez no ha participado mucho de la filiacin. Bienaventurado es usted si lo han ofendido los hermanos, las hermanas y los ancianos, porque ha pasado ms por el proceso de filiacin. Pero algunos no pueden soportar las ofensas, y tan pronto se sienten ofendidos, quieren irse de la vida de iglesia. Pero en lugar de abandonar la vida de iglesia, en esos momentos debemos incluso valorarla ms e incluso besar la ofensa, pues ella contribuye a nuestra filiacin. Cada vez que quiera huir de la vida de iglesia, la vida del Hijo de Dios que est en usted le dir: No huyas; permanece y sufre la ofensa, e incluso abrzala. En cuanto usted acoge la ofensa, sta se convierte en gozo. Esto es el proceso de la filiacin que experimentamos en la vida de iglesia.

Todos estamos en el proceso de ser hechos hijos de Dios. Tenemos al Espritu del Hijo de Dios, la vida del Hijo de Dios y la posicin del Hijo de Dios, pero an necesitamos ser hechos conformes a la imagen del Hijo de Dios. Por consiguiente, necesitamos ms filiacin. El Seor desea conformarnos a Su imagen, a la imagen misma del Hijo de Dios, y el nico lugar donde se puede experimentar esto es en la vida de iglesia. Fuera de la iglesia no podemos ser hechos conformes a la imagen del Hijo de Dios. As que, quiero animarlos a que estn contentos en la desordenada vida de iglesia. No den coces contra el aguijn, sino acepten con gusto el proceso de filiacin.

X. PARA QUE LLEGUEMOS A LA PLENA FILIACION

Un da, llegaremos a la consumacin de la filiacin. La consumacin de la filiacin, la plena filiacin, es la redencin de nuestro cuerpo (Ro. 8:23). Esto significa que nuestro cuerpo ser transfigurado, o sea, que tambin participar de la filiacin. Nuestro espritu ya particip de la filiacin, nuestra alma est en el proceso, y cuando el Seor venga, nuestro cuerpo tambin participar de la filiacin. Esto ser la culminacin de la filiacin.

XI. POR ULTIMO, HEREDAREMOS TODO LO QUE DIOS ES

Por ltimo, la filiacin significa que heredamos todo lo que Dios es por la eternidad (Ap. 21:7).

LA ALABANZA DE LA GLORIA DE LA GRACIA DE DIOS

Este mensaje tratar de la alabanza de la gloria de la gracia de Dios (1:6). Tal vez el tema nos parezca sencillo, pero de hecho es bastante complejo. Quizs nos parezcan conocidas las palabras alabanza, gloria y gracia, pero si somos francos, admitiremos que no conocemos adecuadamente su significado.

Efesios 1:6 dice: Para alabanza de la gloria de Su gracia, con la cual nos agraci en el Amado. Este versculo no est desligado de los dems; ms bien, es producto del versculo precedente, que dice que fuimos predestinados para filiacin. Esto significa que la alabanza de la gloria de la gracia de Dios es el resultado, el producto, de la filiacin. Por consiguiente, para entender la alabanza del versculo 6, es necesario conocer la filiacin del versculo 5. Si no conocemos el contenido de la filiacin, tal vez entenderemos el versculo 6 de una manera natural.

I. LA GRACIA DE DIOS ES LO QUE DIOS ES, DADO A NOSOTROS COMO NUESTRO DISFRUTE

Qu es la gracia de Dios? Es muy difcil definirla. Por muchos aos me ha dejado perplejo este tema, y hasta el da de hoy lo sigo estudiando. Segn el Nuevo Testamento, la gracia alude a lo que Dios es, dado a nosotros como nuestro disfrute (Jn. 1:16-17; 2 Co. 12:9; 1 Co. 15:10). Juan 1:17 dice que la ley fue dada por medio de Moiss, pero que la gracia y la realidad vinieron por medio de Jesucristo. En 1 Corintios 15:10 Pablo afirma que l labor ms que los dems apstoles, pero que no fue l, sino la gracia de Dios con l. Glatas 2:20, un versculo anlogo a 1 Corintios 15:10, dice: Ya no yo, mas ... Cristo. En 1 Corintios 15:10 se dice: No yo, sino la gracia de Dios. Esto indica que la gracia es Cristo mismo. El Nuevo Testamento contiene otros pasajes que hacen resaltar la gracia. Por ejemplo, 2 Corintios 13:14 declara: La gracia del Seor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunin del Espritu Santo sean con todos vosotros. Adems, Pablo inicia todas sus epstolas haciendo referencia a la gracia; y asimismo las concluye. Glatas 6:18 declara: La gracia de nuestro Seor Jesucristo sea con vuestro espritu, hermanos. En 2 Timoteo 4:22 dice: El Seor est con tu espritu. La gracia sea con vosotros. En este versculo, Cristo y la gracia se mencionan de manera paralela. El hecho de que el Seor Jesucristo est con nuestro espritu equivale a que la gracia est con nuestro espritu. Esto indica que la gracia es prcticamente igual a Cristo mismo. Cuando tenemos a Cristo, tenemos la gracia. Cuando Cristo vino, vino la gracia. Por esta razn Juan 1:17 declara que la gracia vino por medio de Jesucristo, indicando que la gracia es en cierto modo una persona; est personificada. Dios mismo es la personificacin de la gracia.

Aunque esto pueda parecernos extrao, es un hecho. Si penetramos en el espritu del Nuevo Testamento con respecto a la gracia, nos daremos cuenta de que la gracia es algo personificado. Cuando Pablo dijo: No yo, sino la gracia de Dios conmigo, para l la gracia era una persona viva. En la experiencia de Pablo, una persona lleg a ser la misma gracia con la cual l trabaj. Por lo tanto, la gracia es realmente el propio Dios; es lo que Dios es, dado a nosotros como nuestro disfrute. Cuando disfrutamos a Dios, eso es gracia. La gracia es el propio Dios en Su Hijo Jesucristo, dado a nosotros como nuestra porcin para que disfrutemos de todo lo que El es.

Dios es amor. Si no lo disfrutamos como amor, no obtenemos la gracia. Pero si lo disfrutamos como amor, tenemos la gracia. Quisiera repetir que la gracia es lo que Dios es para nosotros como nuestra porcin para que lo disfrutemos. No slo debemos cantar de la misericordia de Dios, la cual perdura para siempre, sino tambin de Su gracia. Debemos componer algunos cnticos que hablen de que Dios es gracia para nosotros, cantos que expresen lo que El es para nuestro disfrute. Si alabamos a Dios solamente por Su misericordia, permanecemos en un nivel elemental. Debemos avanzar de la misericordia de Dios a Su gracia. La gracia es el resultado de la misericordia, as como la escuela secundaria es la continuacin de la primaria. Despus de la escuela primaria debemos avanzar a la escuela secundaria. Debemos avanzar y no quedarnos en la primaria por mucho tiempo. Muchos de los cristianos de hoy permanecen en los niveles elementales, pese a que hayan sido cristianos por muchos aos. Pasemos a los niveles superiores y alabemos a Dios por Su gracia.

II. LA GLORIA DE LA GRACIA DE DIOS ES DIOS EXPRESADO EN SU GRACIA

Ahora veamos qu es la gloria de la gracia de Dios. Tal vez usted haya ledo el libro de Efesios muchas veces sin haber notado la frase la gloria de Su gracia. Hebreos 1:3 declara que Cristo, el Hijo de Dios, es el resplandor de la gloria de Dios. Dios tiene una gloria, y el Hijo es el resplandor, el brillo de esta gloria. Si uno estudia con detenimiento el tema de la gloria en la Biblia, se dar cuenta de que la gloria es Dios expresado. Siempre que Dios se manifiesta, eso es gloria. Podemos usar la electricidad como ejemplo. La electricidad est oculta a nuestra vista, pero cuando se expresa en forma de luz, esa luz es la gloria de la electricidad. Del mismo modo, cuando Dios est escondido, no podemos ver Su gloria, pero cuando El se expresa, Su gloria se hace visible. Por consiguiente, la gloria es Dios expresado. Tan pronto se erigi el tabernculo, ste se llen de la gloria de Dios (Ex. 40:34). Dicha gloria era la expresin de Dios. Segn este principio, el Hijo de Dios vino como resplandor de la gloria de Dios, lo cual significa que El es la expresin de Dios. A Dios nadie lo ha visto jams, pero hemos visto la gloria del Hijo unignito.

La gloria de la gracia de Dios significa que la gracia de Dios, la cual es El mismo como nuestro disfrute, lo expresa a El. Dios es expresado en Su gracia, y El nos predestin para alabanza de tal expresin. Cuando recibimos la gracia y disfrutamos a Dios, experimentamos una sensacin de gloria, aunque muchas veces no encontramos las palabras para expresar lo que sentimos. En algunas ocasiones, despus de una excelente reunin, estamos llenos de gracia y decimos: Eso fue glorioso! Esto es Dios expresado en Su gracia.

Cuando comprendamos que fuimos escogidos para ser santos, que fuimos predestinados para filiacin, que poseemos el Espritu del Hijo, la vida del Hijo y Su posicin, que seremos hechos conformes a Su imagen, que participaremos de la plena filiacin, la redencin de nuestro cuerpo, y que heredaremos la plenitud de dicha filiacin, exclamaremos: Qu glorioso! Debemos meditar sobre los siguientes seis temas con mucha oracin: el Espritu, la vida y la posicin del Hijo, la imagen del Hijo, la culminacin de la filiacin y la herencia de sta. Si lo hacemos, estaremos en la gloria y alabaremos a Dios por la filiacin.

III. LA ALABANZA DE LA GLORIA DE LA GRACIA DE DIOS SE REFIERE A LA SUBLIME ALABANZAQUE SE LE RINDE AL DIOS QUE SE EXPRESA EN SU GRACIA

Ya vimos que la gracia es Dios mismo dado a nosotros como nuestro disfrute, que la gloria es Dios manifestado, y que la gloria de la gracia de Dios es Dios expresado en el disfrute que tenemos de El. Ahora debemos enfocarnos en el aspecto ms difcil de este mensaje, a saber, el significado de la palabra alabanza, segn se usa en el versculo 6. Qu es laalabanzade la gloria de la gracia de Dios? Ha alabado usted alguna vez a Dios por la filiacin? Nosotros, los hijos de Dios, no alabamos mucho a Dios; por lo general slo le damos gracias. Cuando decimos: Alabado sea el Seor, a menudo queremos decir: Gracias al Seor. Dar gracias a Dios significa que hemos recibido cierto beneficio y que le damos gracias por ello. Pero cuando alabamos a Dios, lo alabamos principalmente por lo que El es o por lo que hace, independientemente de que hayamos recibido algn beneficio de parte Suya. Cuando alabemos a Dios, debemos olvidarnos de nosotros mismos y no centrarnos en nuestra persona. Cuando verdaderamente alabamos a Dios, tenemos la sensacin de que no existimos; lo vemos slo a El; nos centramos en lo que El es y lo que hace; y por ende, lo alabamos y hablamos bien de El. Exagerando un poco, alabara usted a Dios si le enviara al infierno? Si de verdad conociramos a Dios, podramos decir: Dios mo, aunque me enviaras al infierno, te seguira alabando, porque T eres Dios. Cun necesario es que aprendamos a alabarlo!

IV. DIOS NOS PREDESTINO PARA FILIACION CON EL FIN DE QUE SEAMOS LA ALABANZADE SU EXPRESION EN SU GRACIA

Dios nos predestin para filiacin con el fin de que seamos la alabanza de Su expresin en Su gracia. Es probable que los ngeles sean los primeros en alabar a Dios por esto. Cuando ellos alaben a Dios por nuestra filiacin, los demonios tal vez quedarn pasmados y dirn: Esos pecadores que usurpamos han llegado a ser los hijos de Dios. Los ngeles no sern los nicos que alabarn a Dios por nuestra filiacin; lo alabarn tambin todas las cosas positivas del universo. Esto ocurrir en la manifestacin de los hijos de Dios (Ro. 8:19). Actualmente la creacin gime bajo la esclavitud, aguardando la manifestacin de los hijos de Dios. Cuando eso suceda, todo el universo alabar a Dios. As, Efesios 1:6 se cumplir cuando se cumpla Romanos 8:19. Para ese tiempo, todas las cosas positivas del universo alabarn a Dios porque la gloria de Su gracia ser vista en la revelacin de Sus hijos. Nosotros los hijos de Dios quizs nos sorprenderemos por las alabanzas que los ngeles ofrecern a Dios, pues ellos lo alabarn por causa de nuestra filiacin. Esta es la alabanza de la gloria de la gracia de Dios.

La filiacin reviste mucha importancia. Segn Romanos 8, toda la creacin aguarda la revelacin de los hijos de Dios. La libertad de la esclavitud de corrupcin que experimentar la creacin depende de que nosotros seamos revelados. Quisiera repetir que cuando esto ocurra, se cumplir Efesios 1:6.

V. SER AGRACIADOS POR DIOS SIGNIFICA QUE EL NOS COLOCA EN UNA POSICIONDE GRACIA Y NOS HACE EL OBJETO DE SU FAVOR

Efesios 1:6 dice que Dios nos agraci. La palabra agraciar es una expresin poco comn. Ser agraciados por Dios significa que El nos ubica en una posicin de gracia, con la intencin de que seamos el objeto de Su gracia, de Su favor, es decir, para que disfrutemos de todo lo que Dios es para con nosotros. A fin de gozar de cualquier cosa, uno debe estar en la posicin correcta. As que, Dios nos puso en Su gracia. Al habernos colocado en Su gracia, El nos hace el objeto de ella. Nosotros ahora, en la posicin de gracia y como objetos de la misma, somos plenamente aceptados por Dios. Puesto que estamos en una posicin de gracia y somos el objeto de sta, Dios se agrada de nosotros, somos Su deleite, y nosotros estamos felices con El. Finalmente, experimentamos un disfrute mutuo: nosotros lo disfrutamos a El, y El nos disfruta a nosotros. El, en la gracia, es nuestro gozo y satisfaccin, y nosotros somos el gozo y satisfaccin de El. Todo esto est implcito en la expresin nos agraci.

Hoy no estamos simplemente bajo la misericordia de Dios, sino que tambin somos el objeto de Su gracia en la posicin de gracia. Mientras lo disfrutamos a El, nos convertimos en Su deleite. Por lo tanto, tenemos un deleite mutuo, un disfrute mutuo, una satisfaccin mutua. Ya no debemos considerarnos pecadores, porque ya no estamos ligados a la tierra ni al tiempo; antes bien, estamos en los lugares celestiales y en la eternidad. Ya no estamos en nuestra condicin, sino en el deseo del corazn de Dios. Esto es lo que significa cuando decimos que Dios nos haya agraciado. Por consiguiente, no debemos ver nuestra condicin, sino levantar nuestra mirada a los lugares celestiales y a la eternidad. En vez de hablar tanto de nosotros mismos y pensar slo en nosotros, debemos hablar de la gracia de Dios y meditar en que El nos agraci.

VI. AGRACIADOS EN EL AMADO

Por ltimo, 1:6 dice que Dios nos agraci en el Amado. En este versculo, Pablo no dice: en Cristo, ni en El, sino en el Amado. El Amado es el Hijo amado de Dios, en quien El se complace (Mt. 3:17; 17:5). Ya hemos visto que el hecho de que Dios nos agracie significa que nos hace el objeto de Su deleite. Esto es todo un placer para Dios. En Cristo Dios nos bendijo con toda bendicin, y en el Amado nos agraci y fuimos hechos el objeto de Su favor y de Su complacencia. Por ser tal objeto, disfrutamos a Dios, y Dios nos disfruta a nosotros en Su gracia y en Su Amado, en quien se deleita. En el Amado de Dios, nosotros tambin llegamos a ser Su deleite.

Dios se deleita en el Amado, y se deleite tambin en nosotros. La expresin en el Amado alude al deleite, satisfaccin y disfrute pleno que Dios el Padre halla en nosotros por habernos hecho el objeto de Su gracia y de Su complacencia. En este sentido, debemos tenernos en alta estima y aprecio porque somos el objeto del deleite de Dios. Deberamos decir: Dios se deleita en m; por eso, me aprecio mucho. Incluso me tengo en alta estima, pues fui colocado en la gracia de Dios y hecho objeto de la misma. Debemos tener tal visin acerca de nosotros mismos, no basados en nuestra condicin natural, sino conforme al hecho de que fuimos escogidos, predestinados, regenerados y agraciados. Dios se complace en nosotros, pero no por lo que somos en nosotros mismos, sino por lo que somos en Su Amado.

REDENCION EN EL HIJO

En Efesios 1:3-14 hay tres secciones: los versculos del 3 al 6 hablan de que el Padre nos escogi y nos predestin, lo cual proclama el propsito eterno de Dios; los versculos del 7 al 12 declaran que el Hijo nos redimi, lo cual proclama el cumplimiento del propsito divino; y los versculos del 13 al 14 hablan de que el Espritu nos sell y se nos dio en arras, lo cual proclama la aplicacin del propsito cumplido de Dios. Primero, se nos muestra el propsito eterno del Padre; luego vemos que el Hijo lo cumple; y por ltimo, el Espritu aplica lo que el Hijo realiz conforme al propsito del Padre. As vemos que el Dios Triuno se expresa en Sus bendiciones. Por medio del propsito del Padre, los logros del Hijo y la aplicacin del Espritu, nosotros llegamos a ser la iglesia. En los mensajes anteriores tratamos el tema de la eleccin y la predestinacin efectuadas por el Padre. En este mensaje estudiaremos la redencin realizada por el Hijo, es decir, la redencin en el Hijo (1:7).

Hemos visto que el libro de Efesios no habla desde la perspectiva de nuestra condicin, ni desde la tierra, ni desde el tiempo, sino desde el punto de vista del propsito eterno de Dios, desde los lugares celestiales y desde la eternidad. Puesto que ste es el caso, tal vez nos preguntemos por qu se menciona aqu la redencin. Esto se debe a que nosotros, los escogidos de Dios, camos. Conforme al propsito eterno de Dios, fuimos escogidos, pero despus de que El nos cre, camos. Por ende, era necesaria la redencin. Al redimirnos, el Hijo cumpli el propsito del Padre.

A pesar de que el captulo uno trata de la redencin, no menciona nuestra lamentable condicin cada; sta se revela en detalle en el captulo dos. Cuando lo estudiemos, veremos cun triste era nuestra condicin y cunto necesitbamos la misericordia de Dios. Pese a lo glorioso que es el captulo uno, ste hace alusin a nuestra necesidad de ser redimidos a causa de la cada.

Efesios 1:7 dice: En quien tenemos redencin por Su sangre, el perdn de los delitos, segn las riquezas de Su gracia. El versculo 7 es la continuacin del versculo 6. Como vimos en el mensaje anterior, el versculo 6 revela que llegamos a ser el objeto del favor de Dios, pues fuimos agraciados en el Amado. La expresin en quien del versculo 7, se refiere a el Amado del versculo 6. Esto significa que fuimos redimidos en el Amado, en quien Dios se complace. As que, a los ojos de Dios, la redencin no es algo lamentable, sino un motivo de regocijo. Aunque es correcto afirmar que fuimos redimidos en Cristo, no es tan agradable como decir que lo fuimos en el Amado. Las palabras en el Amado quieren decir, en el deleite de Dios. En el deleite de Dios, en el Amado, tenemos redencin. Este es otro indicio de que en el captulo uno est ausente lo relacionado con nuestra miserable condicin; antes bien, este captulo est lleno de deleite. Fuimos redimidos mediante la sangre que el Amado de Dios derram en la cruz por nosotros.

Segn el versculo 7, esta redencin es el perdn de los delitos, no de los pecados. Existe una diferencia entre delitos y pecados. El captulo uno, por ser tan dulce, no habla de pecados, sino de delitos, de ofensas. A los ojos del Padre, Sus escogidos cometieron ofensas, que necesitaban ser perdonadas. El captulo dos, por el contrario, habla de ira y de pecados. En el captulo uno, Dios el Padre se encarga de nuestras ofensas; con todo, aun stas requeran la redencin, y la sangre del amado Hijo de Dios fue derramada en la cruz para nuestro perdn. Sin derramamiento de sangre no hay perdn de pecados (He. 9:22). Por tanto, se necesitaba sangre. Dicho perdn se efectu conforme a las riquezas de la gracia de Dios, la cual El hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabidura y prudencia (v. 8).

I. EL TERCER ITEM DE LA BENDICION DE DIOS

Los versculos del 4 al 5 revelan que Dios nos escogi y nos predestin. Despus de ser creados, camos; por eso requerimos la redencin, la cual Dios efectu por nosotros en Cristo, por medio de Su sangre. Este es otro tem de las bendiciones que Dios nos otorg. La primera bendicin consiste en que El nos escogi para que fusemos santos; la segunda, en que nos predestin para filiacin; y la tercera, en que nos redimi en el Hijo.

II. LA REDENCION EFECTUADAEN EL AMADO DE DIOS SATISFACE LOS JUSTOS REQUISITOS DE DIOS Y LE AGRADA A EL

Aunque Dios se deleita en nosotros y nos ha hecho objeto de Su gracia, an necesitamos la redencin, porque El es un Dios justo. Nuestro Padre se complace en nosotros, pero El es justo y no puede tolerar las injusticias, las ofensas, ni los delitos. Tales iniquidades ofenden Su justicia. Por lo tanto, Su justicia requiere que se realice la redencin. La redencin satisface los justos requisitos de Dios y agrada a Dios. Dios no solamente es un Dios de amor, sino que tambin es justo, y todo lo que es injusto, le desagrada. Todo lo que se relacione con El debe satisfacer los requisitos de Su justicia. A esto se debe el que, a fin de agradar a Dios, el Hijo amado tuvo que ir a la cruz para efectuar la plena redencin a favor de los escogidos de Dios.

III. MEDIANTE LA SANGRE QUE DERRAMO EN LA CRUZ POR NUESTROS PECADOS

El Hijo efectu la redencin derramando Su sangre en la cruz por nuestros pecados (1 P. 1:18-19). Debido a que la muerte que el Hijo sufri en la carne sobre la cruz satisfizo los justos requisitos de Dios, Su sangre llega a ser el instrumento por el cual somos redimidos.