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La crisis de lo simbólico y el declive de la institución ¿Cuáles son los argumentos? ¿Cuál es la alternativa epistemológica? Alain Ehrenberg Director de investigación en CERMES3 (Centro de investigación Medicina, Ciencias, Salud, Salud mental, Sociedad) de la Universidad Paris 5 René Descartes y Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales, Francia. Contacto: [email protected] [Traducción de Álvaro Jiménez Molina del artículo « La crise du symbolique et le déclin de l’institution : quels sont les arguments ? Quelle est l’alternative épistémologique ? ». Cliniques méditerranéennes, 2011/1 n° 83: 55-66. El texto retoma el capítulo 6 de A. Ehrenberg (2010) La société du malaise. Paris: Odile Jacob]. Cada vez es más frecuente escuchar la afirmación siguiente: vivimos en un individualismo no de personalización, sino de desvinculación, un individualismo que destruye las pertenencias colectivas y por lo tanto los fundamentos personales de cada uno. Toda una dramaturgia social se ha construido sobre el tema del remplazo de los valores de pertenencia por los valores de elección. El problema planteado es el declive de la obligación social; dicho de otro modo, la pérdida de autoridad de la sociedad sobre los individuos (Gauchet 2002). Una nueva sintomatología que muestra una desorganización inédita de la personalidad individual sería el signo de esta pérdida. El psicoanálisis se encuentra en el corazón de esta dramaturgia: sus usos se han expandido hacia una crítica social apoyada sobre los datos de su clínica, lo cual le permitiría articular el mal común con el mal individual. Este discurso implica examinar de más cerca aquello que el concepto de institución designa exactamente. Psicoanálisis del lazo social, nueva economía psíquica “Un mundo sin límites” del psicoanalista Jean-Pierre Lebrun (1997), subtitulado “Ensayo para una clínica psicoanalítica de lo social”, es sin duda una de las primeras obras en haber expuesto el programa de una clínica de lo social en idioma lacaniano, clínica que es al mismo tiempo una crítica de los modos de vida contemporáneos. Un conjunto amplio de publicaciones han aparecido después. “Nadie negará que nuestra sociedad hoy sufre cambios en profundidad; además, su evolución se produce tan rápido que nos sentimos impotentes para percatarnos de las articulaciones de donde proceden todos los cambios a los cuales asistimos. Consideremos por ejemplo la mundialización de la economía, la desafección de lo político, el aumento del individualismo, la crisis del Estado de bienestar, el aumento de la violencia al mismo tiempo que el estallido del conflicto, el aumento de lo jurídico” (Melman 2002: 15). Lebrun hace suya la constatación hecha por Marcel Gauchet de un “proceso de desimbolización que afecta nuestras sociedades” y se apoya en el estudio de Lacan sobre los complejos familiares para interrogarse por la “desinstitucionalización” de la familia, del “declive de la identidad del padre” que “abre la vía a la invasión de la figura materna” (Lebrun 1997: 16 y 17). ¿En qué medida el psicoanálisis posee un privilegio para analizar el lazo social? Porque lo obtendría de su experiencia clínica cotidiana: “Lo que el psicoanalista escucha

Ehrenberg - La Crisis de Lo Simbólico y El Declive de La Institución LAPSOS

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Ehrenberg - La Crisis de Lo Simbólico y El Declive de La Institución LAPSOS

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  • La crisis de lo simblico y el declive de la institucin

    Cules son los argumentos? Cul es la alternativa epistemolgica?

    Alain Ehrenberg

    Director de investigacin en CERMES3 (Centro de investigacin Medicina, Ciencias, Salud, Salud

    mental, Sociedad) de la Universidad Paris 5 Ren Descartes y Escuela de Altos Estudios en Ciencias

    Sociales, Francia. Contacto: [email protected]

    [Traduccin de lvaro Jimnez Molina del artculo La crise du symbolique et le dclin de

    linstitution : quels sont les arguments ? Quelle est lalternative pistmologique ? . Cliniques

    mditerranennes, 2011/1 n 83: 55-66. El texto retoma el captulo 6 de A. Ehrenberg (2010) La

    socit du malaise. Paris: Odile Jacob].

    Cada vez es ms frecuente escuchar la afirmacin siguiente: vivimos en un individualismo

    no de personalizacin, sino de desvinculacin, un individualismo que destruye las

    pertenencias colectivas y por lo tanto los fundamentos personales de cada uno. Toda una

    dramaturgia social se ha construido sobre el tema del remplazo de los valores de

    pertenencia por los valores de eleccin. El problema planteado es el declive de la

    obligacin social; dicho de otro modo, la prdida de autoridad de la sociedad sobre los

    individuos (Gauchet 2002). Una nueva sintomatologa que muestra una desorganizacin

    indita de la personalidad individual sera el signo de esta prdida. El psicoanlisis se

    encuentra en el corazn de esta dramaturgia: sus usos se han expandido hacia una crtica

    social apoyada sobre los datos de su clnica, lo cual le permitira articular el mal comn

    con el mal individual. Este discurso implica examinar de ms cerca aquello que el concepto

    de institucin designa exactamente.

    Psicoanlisis del lazo social, nueva economa psquica

    Un mundo sin lmites del psicoanalista Jean-Pierre Lebrun (1997), subtitulado Ensayo

    para una clnica psicoanaltica de lo social, es sin duda una de las primeras obras en

    haber expuesto el programa de una clnica de lo social en idioma lacaniano, clnica que

    es al mismo tiempo una crtica de los modos de vida contemporneos. Un conjunto amplio

    de publicaciones han aparecido despus. Nadie negar que nuestra sociedad hoy sufre

    cambios en profundidad; adems, su evolucin se produce tan rpido que nos sentimos

    impotentes para percatarnos de las articulaciones de donde proceden todos los cambios a

    los cuales asistimos. Consideremos por ejemplo la mundializacin de la economa, la

    desafeccin de lo poltico, el aumento del individualismo, la crisis del Estado de bienestar,

    el aumento de la violencia al mismo tiempo que el estallido del conflicto, el aumento de

    lo jurdico (Melman 2002: 15). Lebrun hace suya la constatacin hecha por Marcel

    Gauchet de un proceso de desimbolizacin que afecta nuestras sociedades y se apoya

    en el estudio de Lacan sobre los complejos familiares para interrogarse por la

    desinstitucionalizacin de la familia, del declive de la identidad del padre que abre

    la va a la invasin de la figura materna (Lebrun 1997: 16 y 17).

    En qu medida el psicoanlisis posee un privilegio para analizar el lazo social?

    Porque lo obtendra de su experiencia clnica cotidiana: Lo que el psicoanalista escucha

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  • en esta confrontacin a la clnica individual, lo escucha igualmente operando en lo social;

    aquello que escucha de los avatares del sujeto es al mismo tiempo lo que escucha de los

    avatares de lo social (Lebrun 1997: 20). Podramos desde ya remarcar que si el

    psicoanlisis escucha al paciente recostado sobre su divn, puesto que es el fundamento

    de su mtodo, no vemos por qu medio l podra escuchar lo social en cuanto tal. Cada

    vez que las relaciones entre el psicoanlisis y lo social son invocadas, la referencia se

    dirige al ensayo de Freud Psicologa de las masas y anlisis del yo, el cual no separa la

    psicologa colectiva y la psicologa individual. Lo social escuchado por el psicoanalista no

    designa situaciones sociales, sino slo representaciones colectivas. Armado de este texto

    para comprender los elementos sociolgicos conducentes a la patologa, convendra

    construir una clnica de lo social.

    Cules son las expresiones y los argumentos? Su punto de partida es la dificultad

    reciente en la funcin socializadora del padre que concentra, como Lacan lo haba

    subrayado en su texto sobre la familia, las funciones de represin y de ejemplo, de

    tuteur de laudace (Lacan 1938). Puesto que su estatus es aquel de un tercero que separa

    al nio de su madre, el padre personifica la institucin. La nueva clnica sera entonces

    tributaria del hecho de que nuestra sociedad se deshace del padre para deshacerse al

    mismo tiempo del tercero (Lebrun 1997: 191). Concretamente, ello quiere decir que el

    padre no interviene ms en carne y hueso para limitar la omnipotencia infantil con el

    fin de permitir al nio renunciar y, simultneamente, entrar en el orden simblico.

    La etiologa social de la patologa es aqu fuertemente subrayada: Podemos

    entender que un sistema social, funcionando como una madre que se contenta con dirigir

    a un otro pero que no acepta verdaderamente que este otro intervenga en su propio lugar,

    toma literalmente la intervencin del padre real y de facto promueve la persistencia de

    la omnipotencia infantil. De ah se sigue una consecuencia: el sujeto, no haciendo el

    duelo de la omnipotencia, no entra en lo simblico, no puede ir ms lejos en el camino

    de la subjetivacin (Lebrun 1997: 154). El detenimiento de la subjetivacin se

    manifestara por las patologas narcisistas y lmites. Esta perspectiva procede por un

    sincretismo entre la conceptualizacin lacaniana, que no conoce esas dos entidades

    nosogrficas, y la de Andr Green, si bien aquel no reconoce el rol etiolgico de lo social.

    Para que el padre pueda cumplir su tarea, escribe Lebrun (1997: 147), es necesario an

    otra caracterstica, y es un rasgo sobre el cual no es habitual insistir, pero que es sin

    embargo fundamental: es necesario que esta funcin del padre [] sea ratificada por lo

    social. Ello no est definido, pero la idea es que lo social es una entidad funcional que

    limita la omnipotencia individual y obliga al sujeto a reconocer que no puede satisfacer

    todos sus deseos, es decir, que debe vivir con la falta.

    El resorte de la nueva subjetividad es el fin de la verticalidad, la muerte de la

    sociedad jerrquica de la cual testimonia el declive de la funcin paterna. No es el padre

    real el problema, pues no se trata de biologicismo, sino su lugar simblico, aquel que

    funda la autoridad. El padre, o ms bien, el nombre-del-padre, o mejor an, el

    significante flico, no cumple ms su funcin normativa. Es a partir de este defecto social

    que florecen las nuevas patologas.

    Estos cambios caracterizaran el lazo social debilitado de la sociedad liberal,

    neoliberal, post, hiper o ultra moderna todos esos calificativos son estrictamente

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  • semejantes. Qu produce este nuevo lazo? El lazo liberal posmoderno ha producido una

    liberalizacin de los individuos rompiendo las cadenas y, especialmente bajo la forma de

    neurosis, las prohibiciones sociales de la antigedad, pero en contrapartida deja al sujeto

    en falta de referencia y librado a los problemas de la melancolizacin cuando es

    confrontado a la falta, y a la mana cuando la rechaza(Lesourd 2007: 25). Habramos as

    asistido a la emergencia de un individuo liberado de cualquier obstculo, y preocupado

    ante todo de su goce [jouissance] y de su desarrollo personal. Si bien los autores

    manifiestan generalmente un rechazo a la nostalgia y no abogan por un retorno a un poder

    fuerte o a un orden moral anticuado, ellos toman prestado las enseanzas sociolgicas del

    psicoanlisis: el fin de la verticalidad tiene por consecuencia que el gran problema de la

    sociedad democrtica es la autoridad. Y ella lo es por una razn de fondo: la sociedad no

    es ms una, sino mltiple.

    Resultan de ello las nuevas patologas del ideal, las neurosis de carcter que son

    las desgracias de la horizontalidad, as como las neurosis de transferencia eran las

    patologas de la verticalidad. Estas patologas conciernen al ideal en el sentido en que

    ellas son causadas por un declive social real de la imago paterna en la sociedad, y por lo

    tanto de la serie institucin, smbolo, transcendencia, jerarqua, lmite que forman una

    familia conceptual. Pues una de las caractersticas de esas patologas de la desvinculacin

    es que ellas no ponen ms en juego el conflicto, la culpabilidad y el deseo, sino el dficit,

    la escisin, la vergenza y la identidad. Defecto o carencia en la simbolizacin, falta de

    referentes que parece llegar igualmente al paciente corriente del psicoanlisis. El fin de

    la verticalidad equivale a una situacin indita en la historia humana, aquella del fin de

    la sumisin a la obligacin social. Ella est en el corazn de la inquietud que atraviesa a

    lo largo de esos textos. El hombre pierde la columna vertebral que lo anclaba en la

    sociedad y moderaba sus apetitos. Toda esta retrica se reduce a una proposicin: las

    personalidades estn hoy ms desorganizadas a causa de una aceleracin de la dinmica

    de individualizacin que no est ms regulada ni por la coercin social sobre los individuos

    ni por el conflicto que los estructuraba.

    A pesar de algunas voces discordantes, el consenso sobre el declive de los sntomas

    neurticos es manifiestamente compartido por el conjunto de la profesin. El vocabulario

    mismo de los psicoanalistas se ha modificado asumiendo el concepto lacaniano de sujeto

    un valor positivo, pues l accede a un Yo [Je] o una subjetividad autntica, oponindose

    al individuo social dotado de un valor negativo .

    La institucin, la regla social y la persona: autoridad moral y sometimiento lgico

    El declive de la autoridad de la sociedad se mostrara en el borramiento de las antiguas

    jerarquas opresivas, constricciones [contraintes] que permitan al individuo situarse en

    conciencia del punto de vista del conjunto y de consentir a la anterioridad de lo social

    sobre la existencia individual, es decir, sobre mi existencia. En este contexto, la

    socializacin consiste en devenir sujeto, es decir, un ser capaz de decir Yo. Hay un

    privilegio de la primera persona. Constriccin de la sociedad y consentimiento del

    individuo convergen en la idea que la institucin o la regla social son concebidas en

    trminos de prohibiciones y lmites a fijar entre los individuos. Y ah la idea individualista.

    La alternativa epistemolgica que permite comprender cmo estamos enlazados los unos

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  • a los otros consiste en clarificar el concepto de institucin, porque el sujeto de la

    institucin no es el individuo.

    Para superar el razonamiento en trminos de individuo/sociedad, es necesario

    comprender que la autoridad de la sociedad es una autoridad moral, y para comprender

    el estatus de esta autoridad moral es necesario hacer un llamado a la lgica para mostrar

    qu operaciones reales estn en juego.

    El problema de la sociedad es un problema de orden, pero no en el sentido de

    las fuerzas de orden, del orden burgus o del orden simblico, no en el sentido por lo

    tanto de una constriccin fsica ejercida sobre los individuos, sino de una constriccin

    lgica: es un problema de orden sobre el sentido, de institucin de sentido, para

    retomar el ttulo muy explcito de un libro de Vincent Descombes (1996): se trata de

    significaciones sociales que son instituidas y no de los lmites entre los individuos.

    Hablar de autoridad de la sociedad no quiere decir aqu que la sociedad debera

    re-encontrar una autoridad que tendra tendencia a desaparecer bajo los golpes

    combinados del individualismo de las costumbres y de la concurrencia generalizada del

    capitalismo globalizado, sino que ella posee esta autoridad, que ella es una autoridad.

    Que la sociedad sea individualista o no, no cambia nada el asunto. El hecho social no est,

    al contrario del hecho qumico o fsico, compuesto de elementos positivos que uno observa

    ya sea naturalmente o por un dispositivo experimental. No disponemos de ningn medio

    de observacin directa para mirar cmo los elementos se ubican dentro del conjunto,

    como es el caso en las ciencias experimentales donde uno observa entidades reales; ella

    est compuesta de individuos, pero no es los individuos: hay hechos que no provienen sino

    de la asociacin humana, como poder decir que ha hecho esto, que es responsable de esto

    otro, que debe donar a alguien, etc. Sin la posibilidad de identificar quin es quin y sin

    la posibilidad de imputar o atribuir responsabilidades, no hay simplemente existencia

    humana lgicamente posible (Castoriadis 1986). Es exactamente de este nivel de la

    realidad humana que se ocupa la sociologa (o la antropologa) este es tambin el punto

    de partida de la sociologa durkheimiana.

    Durkheim (1894: 20) presenta la autoridad moral a partir de la nocin de

    constriccin [contrainte]: hace consistir los hechos sociales en esas maneras de hacer o

    de pensar, reconocibles en esta particularidad de ser susceptibles de ejercer sobre las

    conciencias particulares una influencia coercitiva. De ah se sigue una confusin entre

    constriccin fsica y constriccin social. Pero hay entre esos dos modos de coercin toda

    la diferencia que separa un medio fsico de un medio moral. La presin ejercida por uno

    u muchos cuerpos sobre otros cuerpos o incluso sobre voluntades no debera confundirse

    con aquella que ejerce la conciencia de un grupo sobre la conciencia de sus miembros.

    Aquello que tiene de especial la constriccin social, es que ella se debe no a la rigidez de

    ciertos arreglos moleculares, sino al prestigio del cual son investidas ciertas

    representaciones (Durkheim 1894: 21). La constriccin social es una constriccin moral

    en cuanto ella est compuesta de representaciones colectivas que tienen prestigio o que

    imponen respeto. Prestigio y respeto, eso quiere decir que uno habla de ideales. Ellos son

    los ingredientes de la constriccin social, pero el modo en el cual esta constriccin acta

    permanece vago. Durkheim permanece en el lenguaje de la conciencia y sus

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  • representaciones colectivas flotan por encima de los individuos. No comprendemos cmo

    ellas pueden obligarlos, cmo se ejerce la autoridad moral. Es necesario entonces

    dilucidar en qu esta autoridad moral es realmente actuante sobre los miembros de la

    sociedad.

    Cuando empleamos las palabras sociedad, social o socializado, nos

    referimos siempre a relaciones que se encuentran bajo la etiqueta de relacin social.

    Qu es una relacin? Para responder a esta cuestin, es necesario distinguir dos tipos de

    relacin: las relaciones externas y las relaciones internas. Una relacin externa es del

    tipo: Pedro y Pablo son barbudos. Si Pedro se rasura la barba, l no existe en tanto que

    barbudo, no pertenece ms por lo tanto a la categora de los barbudos, al contrario de

    Pablo, pero contina existiendo en tanto que Pedro. La relacin entre Pedro y Pablo es

    externa pues un cambio en Pedro no implica ningn cambio en Pablo. Podemos decir que

    se trata de una relacin de semejanza que ubica a los dos individuos la categora de

    barbudos. Tenemos aqu dos hechos distintos e independientes. Por esta razn, la relacin

    entre Pedro y Pablo es externa.

    Cambiemos de situacin. Si Pedro asesina a Pablo, la relacin del asesino con su

    vctima no es, como en la situacin precedente, una relacin externa. En efecto, si Pedro

    no mata a Pablo, no tenemos ni asesino ni vctima. Pedro y Pablo son aqu relativos el uno

    al otro. La accin puede ser descrita activamente, desde el punto de vista de Pedro, o

    pasivamente, desde el punto de vista de Pablo. Mientras que en el caso de la relacin

    externa tenemos dos hechos, aqu tenemos un solo hecho: el asesinato. La relacin entre

    Pedro y Pablo es interna porque sus destinos son interdependientes. La relacin interna

    es de interdependencia por cuanto ella constituye la realidad de los trminos que rene:

    Las relaciones internas no pueden enlazar sino seres relativos, por lo tanto seres tomados

    bajo una cierta descripcin: no los elementos, sino las partes de un todo (Descombes

    1996: 199).

    Entre el primer y el segundo caso, la relacin entre Pedro y Pablo ha cambiado de

    naturaleza. Describir a Pedro como barbudo, es describir a un individuo independiente;

    describir a Pedro como asesino de Pablo, es describirlo como parte de un todo. Pedro y

    Pablo son ambos complementos de sujeto (Descombes 2004) del verbo asesinar. Ellos

    no son individuos, sino personas jugando cada una su rol. La relacin entre Pedro y Pablo

    no est fundada sobre cualidades (como ser barbudo), sino sobre una relacin de accin

    que implica que los individuos son un par de agentes, par formando una unidad porque

    estamos tratando con un par de partenaires (el asesino y su vctima) y no dos individuos

    empricos independientes.

    Para comprender aquello que designa una regla social, podemos partir de las dos

    proposiciones siguientes: T no debes poner la mano sobre la estufa. T no debes

    acostarte con tu hermano. El lector ve bien que los dos t no debes no son de las misma

    naturaleza, que ellos no tienen la misma gramtica. El primer t no debes proviene de

    aquello que Wittgenstein llama el condicionamiento causal: el hecho de que poner la mano

    sobre la estufa causa quemaduras, es un hecho de la experiencia en la cual X conlleva Y.

    En la prohibicin de acostarse con su hermano, tenemos un asunto de gramtica diferente:

    si uno puede verificar que uno quema su mano cuando la pone sobre la estufa, uno no

    puede verificar que uno no debe acostarse con su hermano acostndose con l. Aqu, la

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  • prohibicin supone haber definido lo que es un hermano. Pues un hermano no puede ser

    definido sino dentro y por un sistema de relaciones (que uno llama parentesco) segn una

    regla que vuelve al sistema concretamente significativo para cada individuo vivo en esta

    costumbre. Un hermano no es un elemento dentro de un conjunto, es un concepto

    relativo, l es parte de un todo. La institucin es de naturaleza descriptiva porque es slo

    cuando uno ha definido (lo que es un hermano, lo que es un asesino, lo que es un don,

    etc.) que uno puede formular aquello que permite y aquello que prohbe. El

    condicionamiento no es causal, sino lgico. Este condicionamiento, esta socializacin pasa

    por el lenguaje. Stanley Cavell ha resumido el rol precisando lo que es aprender un

    nombre: Aprendiendo el lenguaje, usted no aprende slo el nombre de las cosas, sino

    lo que es un nombre; no slo la forma de expresin conveniente a la expresin de un

    deseo, sino lo que es expresar un deseo; no slo lo que es la palabra padre, sino lo que

    es un padre; no slo la palabra amor, sino lo que es el amor. Aprendiendo el lenguaje,

    no aprendemos slo la pronunciacin de sonidos y su orden gramatical, sino tambin las

    formas de vida que hacen de esos sonidos las palabras que ellas son, capaz de hacer lo

    que hacen (Cavell 1979: 271). Aprender palabras, es aprender conceptos sociales, es ser

    iniciado en una forma de vida. La socializacin no es el proceso por el cual uno aprende

    a mirarse uno entre otros (Gauchet 2002: 244), ella no es la inscripcin psquica del ser-

    en-sociedad que permite a cada uno razonar desde el punto de vista del conjunto

    (Gauchet 2002: 248); dicho de otro modo, ella no consiste en renunciar a su egosmo de

    individuo particular, en el idioma de la Revolucin francesa, o a sus pulsiones, en el idioma

    freudiano. Ella es un sometimiento lgico que pasa por el hecho de aprender palabras,

    palabras que son significaciones sociales y usos.

    Cul es el sujeto de esta autoridad moral, de esta obligacin social, de este

    condicionamiento lgico? Dicho de otro modo, cul es el sujeto de la institucin? Pues

    hay un sujeto, pero es un sujeto lgico. Es necesario dar una respuesta pragmtica, es

    decir, una respuesta centrada en el problema de la accin, pues el hecho es que los

    hombres deben coordinar sus acciones para que la vida humana sea posible, incluso cuando

    ellos estn solos, pues no es una cuestin de cantidad de personas o de oposicin entre lo

    colectivo, que sera social, y lo individual, que sera psicolgico, sino de naturaleza

    comn. Los hombres nacen en un mundo que est ah antes que ellos, un mundo de

    significaciones comunes e impersonales que guan su accin personal y singular segn las

    reglas que les permiten coordinarlas, sea la sociedad individualista o no. De qu gnero

    son esas reglas? Es necesario distinguir la accin fsica y la accin humana. La accin fsica

    se hace sobre el modo X conlleva Y (yo pongo la mano sobre la estufa, yo me quemo, es

    un mecanismo causal), ella implica el nmero 2. La accin humana implica el nmero 3

    (que es, como dice Descombes, la forma lgica del dominio del hombre): por ejemplo,

    en la accin de dar, en el don, hay el donador A, el destinatario B y la cosa dada C. A, B,

    C son tres elementos inseparables, ellos constituyen un hecho relacional, porque sin la

    relacin (de don), no hay ni donador, ni destinatario, ni cosa dada. Lo mismo sucede en

    el asesinato, donde el asesinato, la vctima y el asesino son relativos los unos a los otros.

    La realidad humana, en tanto que ella es social, no est compuesta de hechos positivos,

    sino de hechos relacionales. Para poder describir una operacin entre A y B como un don,

    y no, por ejemplo, como un intercambio comercial donde la intencin es diferente, es

    necesario que una regla de don est dada de antes. De ah la solucin a la cuestin de es

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  • que designa y significa la constriccin social o la obligacin social: ella es una constriccin

    lgica.

    Eso que nosotros, socilogos, llamamos lo social es el orden de relaciones

    intencionales (don, venta, asesinato, etc.), intenciones que no estn en la cabeza, en el

    s mismo, en el yo, sino en la regla. Las relaciones intencionales, a diferencia de las

    relaciones naturales, no son causales: son relaciones de significacin, ellas implican

    condiciones formales de sentido. No puede haber don o asesinato sin una regla de don o

    de asesinato dada antes, dicho de otro modo, sin una costumbre concreta en la cual la

    regla es entendida por todo el mundo, y entendida, evidentemente, por aquellos que la

    transgreden: El todo, escribe Descombes, debe [] estar dado antes de la parte, pero a

    la manera de una regla ms que de un hecho (Descombes 1996: 256). l es dado sobre el

    modo del condicional y no de la prediccin: la regla no indica lo que va a pasar, sino el

    conjunto de todos los casos posibles. Como lo remarca Peter Winch (1958: 38), la

    categora de causa implica la generalidad a travs de generalizaciones empricas, la razn

    de una accin implica la generalidad a travs de reglas.

    Si yo analizo el don como un acontecimiento natural o de manera individualista,

    atomista, tendra dos hechos, una accin fsica de dar el objeto C por A que causa una

    accin fsica de recibir el objeto C por B. Tenemos manifiestamente un nico hecho que

    es una relacin interna entre A y B. Interno quiere decir que les concierne al uno y otro

    como dos miembros de una relacin que constituye un sistema sin la cual no hay

    partenaire. Una relacin social es una relacin de complementariedad entre dos

    partenaires, a pesar de que ella se establezca segn una ley de relaciones de fuerzas

    (como el asesinato). Hay entonces tres individuos la cosa dada, el donador y el

    destinatario, pero un sujeto del don: A, B y C son cada uno el sistema [del don] mismo

    considerado dentro de uno de sus miembros (Descombes 1996: 225). A es el sistema

    considerado desde el punto de vista del donador (tomado bajo la descripcin del donador),

    B del punto de vista del destinatario (tomado bajo la descripcin del destinatario), C bajo

    la descripcin de la cosa dada. Es lo que Descombes llama, retomando a Peirce, una unidad

    tridica: el sujeto de la institucin no es el individuo, sino la triada (donador, destinatario,

    objeto dado). Estamos dentro de una lgica de la totalidad, es decir que cada parte

    (donador, destinatario, cosa dada) est definida en funcin del todo al cual pertenece

    segn una regla que da un orden de sentido. Las colectividades humanas no se definen por

    la pertenencia (al grupo de barbudos, al grupo de franceses, al grupo de socilogos), sino

    por los hechos de relaciones ordenados por reglas o instituciones de sentido. Institucin,

    regla, orden de sentido, es la misma cosa. En una lgica de la totalidad, la relacin prima

    sobre los trminos porque se trata de una relacin interna.

    El problema con la aproximacin examinada ms arriba es que no hay accin, lo

    que implica ipso facto que no hay sociedad. Aquella de la cual hablan sus simpatizantes

    es una sociedad moral o tica en la cual deben reinar las conciencias. No es una sociedad

    real en la cual existen situaciones sociales, donde las personas no actan en tanto que

    sujetos, en tanto que Yo habiendo reconocido el Otro, sino en tanto que pareja de

    una relacin (profesor y alumno, vendedor y cliente, padre e hija, terapeuta y paciente,

    asesino y vctima, etc.), ocupando as un rol (por ejemplo, de profesor o de alumno) en

    funcin de una regla (por ejemplo, ensear clculo a los nios que deben aprenderlo) el

    fin de los roles es una ilusin individualista. La perspectiva de la des-institucionalizacin

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  • confunde razn terica, concluyndose con un juicio, y razn prctica, concluyndose por

    una accin. El orden social que reina en una relacin de interdependencia es un orden de

    sentido y el sujeto de la institucin es el par de agentes complementarios. Los agentes

    pueden perfectamente estar en conflicto, o incluso matarse, ah no est el problema.

    En una relacin social, no nos interesamos en los actores en tanto que individuos

    sintiendo toda suerte de cosas o en tanto que sujetos conciencias que consienten , sino

    en tanto que personas jugando un cierto rol. Pues el concepto de persona no separa al

    individuo y la sociedad, no ms que un interior subjetivo y un exterior objetivo, l no

    reenva, directamente al menos, a un individuo emprico. l designa y describe la

    posibilidad de ocupar las tres posiciones personales de la persona verbal: para poder decir

    yo hablo, es necesario ser capaz de reconocerse segn los casos como aquel que habla

    (yo), aquel al cual hablamos (t) y aquel del cual hablamos (l) , el mundo, la cosa o la

    persona de la cual uno habla y que ocupa entonces, con l, la posicin de la no-persona.

    Dicho de otro modo, sin lo impersonal de la tercer apersona, no puede haber nada de

    personal, porque los hombres tienen relaciones entre ellos a travs del mundo dentro del

    cual ellos viven, actan y hablan. El pronombre personal yo no identifica un individuo

    particular, sino al locutor del discurso. El concepto de persona es un concepto puramente

    relacional que permite justamente ocupar todas las posiciones del discurso. La polaridad

    de las personas, tal es en el lenguaje la condicin fundamental, escribe mile Benveniste

    (1966, p. 260), ella es la forma por la cual es posible identificar un individuo. En la vida

    social, no somos sujetos, yo, sino personas ocupando la posicin de aquel que habla, de

    aquel al cual hablamos o aquel del cual hablamos. Esta estructura relacional es necesaria

    en eso que permite a cada ser humano tener un lugar en el mundo, sea cual sea ese mundo

    y sea cual sea ese lugar. Para identificar a alguien como un ser singular al cual podemos

    atribuir una accin e imputar una responsabilidad, es necesario poder disponer de todas

    las posiciones del discurso.

    Esta perspectiva relacional permite al filsofo como al socilogo superar la

    dicotoma del individuo y la sociedad, y superar la psicologa para hablar de lo personal,

    que la sociedad de la cual ellos hablan sea individualista, de casta, linaje, etc. El hecho

    social no consiste en disponer de Ego, Alter y una relacin entre ellos. El hecho social es

    nicamente relacional. La reificacin del Yo, que consiste en buscar una substancia

    interior detrs del nombre, no designa entonces nada de real dentro de la vida de

    cualquiera, l es ms bien el signo de una confusin individualista sobre aquello que

    caracteriza la vida humana.

    La capacidad de coordinar su accin con otro es esencial de eso que llamamos

    social, porque esta coordinacin supone costumbres, hbitos, usos, es decir, eso que

    los autores aparentemente diferentes como Wittgenstein y Mauss llaman instituciones. En

    1901, Paul Fauconnet y Marcel Mauss proponen definir la sociologa como la ciencia de las

    instituciones as entendidas y no solamente de las grandes instituciones inmviles, como

    ellos dicen: Son sociales todas las maneras de actuar y de pensar que el individuo

    encuentra pre-establecidas y de las cuales la transmisin se hace generalmente por la

    educacin. Sera bueno que un nombre especial designara esos hechos especiales, y al

    parecer la palabra institucin sera la ms apropiada. Qu es una institucin sino un

    conjunto de actos y de ideas instituidas que los individuos encuentran delante de ellos y

    que se imponen ms o menos a ellos? No hay ninguna razn para reservar exclusivamente,

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  • como uno lo hace de ordinario, esta expresin a los arreglos sociales fundamentales.

    Entendemos entonces por esta palabra tambin los usos y los modos, los prejuicios y las

    supersticiones que las constituciones polticas o las organizaciones jurdicas esenciales

    (Fauconnet y Mauss 1901: 150). Para Wittgenstein, seguir una regla, transmitir una

    informacin, dar una orden, jugar ajedrez son costumbres (usos, instituciones) (1953,

    199).

    Los partidarios del razonamiento en trminos de orden simblico o de des-

    institucionalizacin comenten entonces un doble error. El primero es concebir la

    institucin o la regla social en trminos de lmite, de prohibicin, de un tercero juez o

    rbitro que sera necesario introducir entre las partes. El segundo consiste en pensar que

    el hecho social est compuesto de entidades observables, al modo de la mano y la estufa

    (el individuo y la sociedad, la subjetividad y la objetividad, etc.), de los cuales ellos

    buscan las relaciones, mientras que l es puramente relacional.

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