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 171 TRADUCCIÓN ............................................................................................................. EINSTEIN Y LA CRISIS DE LA RAZÓN *  Maurice Merleau-Pon ty Traducción:  Juan Manuel Cuart as R. Universidad del Valle En los tiempos de Auguste Comte, la ciencia se aprestaba a dominar  la existencia en la teórica y en la práctica. Y a se tratara de la acción té cnica o de la acción política, se pensaba acceder a las leyes según las cuales naturaleza y sociedad están hechas, y gobernarlas siguiendo sus princi pios. Ha sido otra cosa, casi totalmente inversa, lo que se ha producido: lejos de que en la ciencia, claridad y eficacia hayan crecido juntas, las aplicaciones que transforman el mundo nacen de una ciencia altamente especulativa, en el sentido último por el cual se la entiende tan mal. Y lejos de que la ciencia se haya sometido a la política, tenemos por el contrario una física plena de debates filosóficos y en casi políticos. Einstein mismo era un espíritu clásico. Reivindica tan categóricamente el derecho de construir, sin ningún respeto por las nociones a priori que pretenden ser la armazón invariable del espíritu 1 , que no ha dejado nunca de pensar que dicha creación alcanza una verdad depositada en el mundo. «Yo creo en un mundo en sí, mundo regido por leyes que intento conocer de una manera salvajemente especulativa» 2 . Pero este reencuentro de la especulación y de lo real, de nuestra imagen del mundo y del mundo, que Einstein llama en *  Ensayo recogido en Maurice Merleau-Ponty, Signes, Éditions Gallimard, Paris, 1960, pp. 311-321. 1  La ciencia “es una creación del espíritu humano por medio de las ideas y de los conceptos libremente inventados”. Albert EINSTEIN - Léopold INFELD.  L’évolutio n des idées en  physique: des premiers concepts aux théories de la relativité et des quanta . Flammarion. Paris. 1938, pág. 286. Traducido del inglés por Maurice Solovine. 2  Carta a Max Born, 7 de noviembre de 1944, citada por T. KAHAN.  La Philosophie d’Einstein. Praxis Filosófica Nueva seri e, No. 22, Ene. - Jun. 2006: 171-176 ISSN: 0120-4688

Einstein y La Crisis de La Razón (Merleau-Ponty)

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Filosofía

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    TRADUCCIN.............................................................................................................

    EINSTEIN Y LA CRISISDE LA RAZN*

    Maurice Merleau-Ponty

    Traduccin:Juan Manuel Cuartas R.

    Universidad del Valle

    En los tiempos de Auguste Comte, la ciencia se aprestaba a dominar laexistencia en la terica y en la prctica. Ya se tratara de la accin tcnica o dela accin poltica, se pensaba acceder a las leyes segn las cuales naturalezay sociedad estn hechas, y gobernarlas siguiendo sus principios. Ha sido otracosa, casi totalmente inversa, lo que se ha producido: lejos de que en la ciencia,claridad y eficacia hayan crecido juntas, las aplicaciones que transforman elmundo nacen de una ciencia altamente especulativa, en el sentido ltimo porel cual se la entiende tan mal. Y lejos de que la ciencia se haya sometido a lapoltica, tenemos por el contrario una fsica plena de debates filosficos y encasi polticos.

    Einstein mismo era un espritu clsico. Reivindica tan categricamente elderecho de construir, sin ningn respeto por las nociones a priori que pretendenser la armazn invariable del espritu1 , que no ha dejado nunca de pensar quedicha creacin alcanza una verdad depositada en el mundo. Yo creo en unmundo en s, mundo regido por leyes que intento conocer de una manerasalvajemente especulativa2 . Pero este reencuentro de la especulacin y delo real, de nuestra imagen del mundo y del mundo, que Einstein llama en

    * Ensayo recogido en Maurice Merleau-Ponty, Signes, ditions Gallimard, Paris, 1960, pp.

    311-321.1 La ciencia es una creacin del espritu humano por medio de las ideas y de los conceptos

    libremente inventados. Albert EINSTEIN - Lopold INFELD. Lvolution des ides enphysique: des premiers concepts aux thories de la relativit et des quanta. Flammarion.Paris. 1938, pg. 286. Traducido del ingls por Maurice Solovine.2 Carta a Max Born, 7 de noviembre de 1944, citada por T. KAHAN. La Philosophie

    dEinstein.

    Praxis FilosficaNueva serie, No. 22, Ene. - Jun. 2006: 171-176 ISSN: 0120-4688

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    ocasiones armona preestablecida3 , no osa fundarlo categricamente, comoel gran racionalismo cartesiano, en una infraestructura divina del mundo ni,como el idealismo, en el principio de que para nosotros lo real no sabra serotra cosa que lo que nosotros podamos pensar. Einstein se refiere en ocasionesal Dios de Spinoza, pero la mayora de las veces describe la racionalidadcomo un misterio y como el tema de una religiosidad csmica4 . La cosamenos comprensible del mundo es que el mundo sea comprensible, diceEinstein.

    Si se llama clsico a un pensamiento para el cual la racionalidad delmundo est de suyo, el espritu clsico en Einstein llega por tanto a su lmiteextremo. Se sabe que nunca pudo decidirse a tomar por definitivas lasformulaciones de la mecnica ondulatoria, que no tratan, como los conceptosde la fsica clsica, de las propiedades5 de las cosas, de los individuosfsicos, sino que describen la velocidad y las probabilidades de algunosfenmenos colectivos en el interior de la materia. Einstein no consiguiadherirse a esta idea de una realidad que, de s y en ltimo anlisis, seraun tejido de probabilidades. De todas formas, apuntaba, no puedo invocarningn argumento lgico para defender mis convicciones si no es ste mipequeo dedo, nico y dbil testimonio de una opinin profundamenteacendrada en mi piel6 . El humor no era para Einstein una pirueta, hacaparte indispensable de su concepcin del mundo, casi un medio deconocimiento. El humor era para l el modo de arriesgar las certezas. Supequeo dedo era la conciencia, paradojal e irreprensible en el fsico creador,de acceder a una realidad a travs de una invencin libre. Para ocultarsebien, piensa Einstein, es necesario que Dios sea sofisticado o refinado.Pero no sabra tener un Dios malintencionado. Einstein tena por tanto losdos extremos de la cadena, el ideal de conocimiento de la fsica clsica ysu propia manera salvajemente especulativa, revolucionaria. Los fsicosde la generacin siguiente han, en su mayor parte, soltado el primer extremo.

    En el reencuentro de la especulacin y de lo real que Einstein postulacomo un misterio claro, el pblico no duda en ver un milagro. Una cienciaque borre las evidencias del sentido comn y que sea capaz al mismo tiempode cambiar el mundo, suscita inevitablemente una suerte de supersticin,incluso en los testigos ms cultivados. Einstein protesta que l no es un dios,esos elogios desmesurados no se dirigen a l, sino a mi homnimo mtico

    3 Albert EINSTEIN. Comment je vois le monde. Flammarion. Paris. 1979, pg. 155. Traducido

    del alemn por Maurice Solovine y Rgis Hanrion.4 Ibd., p. 35.

    5 Albert EINSTEIN - Lopold INFELD. Lvolution des ides en physique: des premiers

    concepts aux thories de la relativit et des quanta. Ed. cit., pg. 289.6 Carta a Max Born, 3 de diciembre de 1947, citada por T. KAHAN. La Philosophie dEinstein.TR

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    que me hace la vida singularmente dura7 . Nadie le cree, antes bien susimplicidad acrecienta ms su leyenda: est tan asombrado de su gloria, dela que reconoce tan poco, que su genio no es desde luego l. Einstein es msbien el lugar consagrado, el tabernculo de alguna operacin sobrenatural.La ponderacin es tal, que en ocasiones es necesario, frecuentndolo,recordar que no hace verdaderamente alusin a l. Da la impresin de tratarcon un doble Se me ocurre tambin la inverosmil suposicin de que secree igual a los dems8 . Luis XIV deca tranquilamente: Es necesarioreconocer que Racine tiene espritu, mientras Vite, Descartes, Leibniz nopasaron nunca en su tiempo por superhombres. En un tiempo que crea enuna fuente eterna de todos nuestros actos de expresin, el gran escritor o elgran sabio no eran ms que hombres con suficiente ingenio para captaralgunas de esas palabras o de esas leyes inscritas en las cosas. Cuando nohay ms Razn universal, es necesario que haya taumaturgos.

    Hoy, como entonces, no hay ms que una maravilla, considerable, escierto que el hombre habla o calcula, en otras palabras, que se ha constituidoesos prodigiosos rganos, el algoritmo, el lenguaje, que no se agotan sino quepor el contrario se acrecientan con el uso, capaces de un trabajo indefinido,capaces de producir ms de lo que se ha invertido, y sin dejar no obstante dereferirse a las cosas. Pero no tenemos una teora rigurosa del simbolismo.Se prefiere entonces evocar no s que poder animal que, en Einstein,engendrara la teora de la relatividad como en nosotros produce larespiracin. Einstein podra por supuesto protestar: sera necesario queestuviera hecho de otra manera diferente a nosotros, que tuviera otro cuerpo,otras percepciones, y entre ellas, por fortuna, la relatividad. Los mdicosamericanos lo tienden en una cama, cubren de detectores esa frente noble ypiden: Piense en la relatividad, como uno pide Diga a o Cuente: veintiuno,veintids, y como si la relatividad fuera el objeto de un sexto sentido, deuna visin beatfica, como si no se necesitara ms que energa nerviosadirigida por circuitos extremadamente sutiles para aprender a hablar cuandouno es nio de pecho, o para pensar en la relatividad cuando se es Einstein.No hay as ms que un paso de aqu a las extravagancias de los periodistasque consultan el genio sobre las cuestiones ms extraas a su campo: despusde todo, ya que la ciencia es taumaturgia, por qu no podra hacer un milagroms. Y ya que Einstein ha mostrado justamente que con alguna diferenciaun presente es contemporneo de un futuro, por qu no hacerle las preguntasque se le han hecho a la Pitonisa?

    7 Respuesta a Bernard Shaw, citada por Antonina VALENTIN. Le drame dAlbert Einstein.

    Au Club du livre du mois. Paris. 1957, pg. 8.8 Ibd. PR

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    Estas locuras no son exclusivas del periodismo occidental. En el otroextremo del mundo, las apreciaciones soviticas sobre la obra de Einstein(antes de la rehabilitacin reciente) revelan igualmente ocultismo. Condenarcomo idealista o burgus una fsica a la cual no se le reprocha de otrolado ninguna incoherencia, ningn desacuerdo con los hechos, es suponerun genio maligno errando en las infraestructuras del capitalismo e insuflandoa Einstein pensamientos sospechosos, es, bajo las apariencias de unadoctrina social racional, desaprobar la razn all donde brilla con evidencia.

    De un extremo al otro del mundo, ya se exalte o se censure, la obrasalvajemente especulativa de Einstein desborda el desatino. Una vez ms,Einstein no ha hecho nada para meter su pensamiento en este juego, lpermanece clsico. Pero no sta aqu la oportunidad de un hombre biennacido, la fuerza de una buena tradicin de cultura? Y cuando esta tradicinse agote, la nueva ciencia no ser para aquellos que no son fsicos, msque una leccin de irracionalismo?

    El 6 de abril de 1922, Einstein encontr a Bergson en la Sociedad de filosofade Pars. Bergson haba ido a escuchar, pero a su llegada la discusinlanguideca. Bergson decidi por tanto presentar algunas de las ideas quetrataba de defender por entonces en Dure et simultanit, y propuso aEinstein un medio para desarmar la apariencia paradojal de su teora yreconciliarla con los hombres simplemente hombres. Sea, por ejemplo, la famosaparadoja de los tiempos mltiples, ligados cada uno al punto de estacin delobservador. Bergson propona distinguir verdad fsica y simple verdad. Si, enlas ecuaciones del fsico, cierta variable que por costumbre se llama tiempoporque cifra los tiempos recorridos, aparece solidaria del sistema de referenciadonde uno se ubica, nadie negar al fsico el derecho de decir que el tiempose dilata o se encoge segn se le considere aqu o all, y que hay por tantovarios tiempos. Pero habla l de lo que los otros hombres hablan con estenombre? Esta variable, esta entidad, esta expresin matemtica designaratambin el tiempo si no le prestramos las propiedades de otro tiempo queslo sea sucesin, devenir, duracin, en suma que slo sea verdaderamentetiempo del cual tenemos la experiencia o la percepcin ante todo fsica?

    En el campo de nuestra percepcin, hay acontecimientos simultneos.De otra parte, vemos tambin all otros observadores cuyo campo invade elnuestro, imaginamos otros ms cuyo campo invade el de quienes los preceden;as llegamos a entender nuestra idea de simultaneidad hasta en losacontecimientos ms alejados uno del otro, que no sealan al mismoobservador. Es as como hay un tiempo nico para todos, un solo tiempouniversal. Esta certeza no est escondida, es en s misma sobreentendidapor los clculos del fsico. Cuando ste dice que el tiempo de Pierre se dilatao se encoge hasta el punto en que se encuentra Paul, no expresa en absolutoTR

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    lo que es vivido por Paul, quien percibe todas las cosas desde su punto devista y no tiene por tanto ninguna razn para sentir el tiempo que transcurreen l y en torno suyo de manera diferente a como Pierre siente el suyo. Elfsico presta abusivamente a Paul la imagen que Pierre se hace del tiempode Paul. Lleva al absoluto los puntos de vista de Pierre con los que ha hechocausa comn. Se supone espectador del mundo entero. Hace lo que sereprocha tanto a los filsofos, y habla de un tiempo que no es el de nadie, deun mito. Es necesario aqu, dice Bergson, ser ms einsteniano que Einstein.

    Yo soy pintor, y he representado dos personajes, Jean y Jacques, de los cualesuno est a mi lado, en tanto que el otro est a dos o trescientos metros de m.Dibujar al primero de un tamao natural y reducir al otro al tamao de un enano.Uno de mis colegas, que estar cerca de Jacques y que querr igualmente pintarlosa los dos, har lo inverso de lo que yo he hecho; mostrar a Jean ms pequeo y aJacques de tamao natural. Tendremos por tanto razn uno y otro. Pero que losdos tengamos razn, nos da derecho a concluir que Jean y Jacques no tienen ni eltamao natural, ni el de un enano, o que tienen uno y otro a la vez, o que es comouno quiera? Evidentemente no La multiplicidad de los Tiempos que yo obtengoas, no impide la unidad del tiempo real; la presupondr ms bien, lo mismo que ladisminucin de la talla con la distancia, en una serie de telas en las que yo representaraa Jacques ms o menos alejado, indicara que Jacques conserva el mismo tamao9 .

    Idea profunda: la racionalidad, lo universal fundados de nuevo, y no sobreel derecho divino de una ciencia dogmtica, sino sobre esta evidenciaprecientfica de que hay un solo mundo, sobre esta razn antes de la raznque est implicada en nuestra existencia, en nuestro comercio con el mundopercibido y con los otros. Hablando as, Bergson iba ms all del clasicismode Einstein. Se poda reconciliar la realidad con la razn de todos los hombres,si solamente se consenta en tratar los tiempos mltiples como expresionesmatemticas, y se reconoca, de este lado o del otro de la imagen fsico-matemtica del mundo, una visin filosfica del mundo que es al mismotiempo la de los hombres existentes. Si solamente se aceptara encontrar elmundo concreto de nuestra percepcin con sus horizontes, y se situaran enl las construcciones de la fsica, la fsica podra desarrollar libremente susparadojas sin autorizar el desatino.

    Qu respondera Einstein? Haba escuchado muy bien, como lo pruebansus primeras palabras: Por tanto, la cuestin se plantea as: el tiempo delfilsofo es el mismo que el del fsico?10 . Pero Einstein no lo aprobaba.

    9 Henri BERGSON. Dure et simultanit, en Mlanges: lide de lieu chez Aristote, dure

    et simultanit, correspondance, pices diverses, documents. Presses universitaires de France.Paris. 1972, pp. 100-102. Textos publicados y anotados por Andr Robin, con la colaborationde Marie-Rose Moss-Bastide, Martine Robinet y Michel Gauthier.10

    Bulletin de la Socit Franaise de philosophie. 1922, p. 107. PRA

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    Admita sin duda que el tiempo del cual tenemos la experiencia, el tiempopercibido, est en el punto de partida de nuestras nociones sobre el tiempo,y que ste nos ha conducido a la idea de un tiempo nico de un extremo alotro del mundo. Pero este tiempo vivido estaba sin objecin ms all de loque cada uno de nosotros ve, y no autorizaba extender al mundo enteronuestra nocin intuitiva de lo simultneo. No hay por tanto tiempo de losfilsofos. Es slo a la ciencia a la que cabe preguntar la verdad sobre eltiempo como sobre todo lo dems. Y la experiencia del mundo percibido consus evidencias no es ms que un balbuceo ante la clara palabra de la ciencia.

    De acuerdo. Pero este rechazo nos pone frente a la crisis de la razn. Elsabio no conciente en reconocer otra razn que la razn de la fsica, y es aella a la que se remite como al tiempo de la ciencia clsica. Ahora bien, estarazn de la fsica, revestida as de una dignidad filosfica, abunda en paradojas,y se destruye, por ejemplo cuando ensea que mi presente es simultneocon el futuro de otro observador suficientemente alejado de m, arruinandoas el sentido mismo del futuro

    Precisamente porque guardaba el ideal cientfico clsico y reivindicabapara la fsica el valor, no de una expresin matemtica y de un lenguaje, sinode una notacin directa de lo real, Einstein como filsofo estaba condenadoa la paradoja que l no haba buscado nunca como fsico ni como hombre.No es reclamando para la ciencia un gnero de verdad metafsica o absolutaque se protegern los valores de razn que la ciencia clsica nos ha enseado.El mundo, adems de los neurticos, cuenta con un buen nmero deracionalistas que son un peligro para la razn viviente. Y, por el contrario,el vigor de la razn est ligado al renacimiento de un sentido filosfico que,sin duda, justifica la expresin cientfica del mundo, pero en su orden, en sulugar en el todo del mundo humano.

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