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El agotamiento espiritual del siervo de Dios. Miguel Núñez Hernández Iglesia Bautista Príncipe de Paz Nezahuacoyotl, Estado de México. México. Base Bíblica: Núm. 11:1-17. Num 11:1 Aconteció que el pueblo se quejó a oídos de Jehová; y lo oyó Jehová, y ardió su ira, y se encendió en ellos fuego de Jehová, y consumió uno de los extremos del campamento. Num 11:2 Entonces el pueblo clamó a Moisés, y Moisés oró a Jehová, y el fuego se extinguió. Num 11:3 Y llamó a aquel lugar Tabera, porque el fuego de Jehová se encendió en ellos. Num 11:4 Y la gente extranjera que se mezcló con ellos tuvo un vivo deseo, y los hijos de Israel también volvieron a llorar y dijeron: ¡Quién nos diera a comer carne! Num 11:5 Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos; Num 11:6 y ahora nuestra alma se seca; pues nada sino este maná ven nuestros ojos. Num 11:7 Y era el maná como semilla de culantro, y su color como color de bedelio. Num 11:8 El pueblo se esparcía y lo recogía, y lo molía en molinos o lo majaba en morteros, y lo cocía en caldera o hacía de él tortas; su sabor era como sabor de aceite nuevo. Num 11:9 Y cuando descendía el rocío sobre el campamento de noche, el maná descendía sobre él. Num 11:10 Y oyó Moisés al pueblo, que lloraba por sus familias, cada uno a la puerta de su tienda; y la ira de Jehová se encendió en gran manera; también le pareció mal a Moisés.

El Agotamiento Espiritual Del Siervo de Dios

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Page 1: El Agotamiento Espiritual Del Siervo de Dios

El agotamiento espiritual del siervo de Dios.

Miguel Núñez HernándezIglesia Bautista Príncipe de PazNezahuacoyotl, Estado de México.México.

Base Bíblica: Núm. 11:1-17.

Num 11:1 Aconteció que el pueblo se quejó a oídos de Jehová; y lo oyó Jehová, y ardió su ira, y se encendió en ellos fuego de Jehová, y consumió uno de los extremos del campamento.

Num 11:2 Entonces el pueblo clamó a Moisés, y Moisés oró a Jehová, y el fuego se extinguió.

Num 11:3 Y llamó a aquel lugar Tabera, porque el fuego de Jehová se encendió en ellos.

Num 11:4 Y la gente extranjera que se mezcló con ellos tuvo un vivo deseo, y los hijos de Israel también volvieron a llorar y dijeron: ¡Quién nos diera a comer carne!Num 11:5 Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los pepinos,

los melones, los puerros, las cebollas y los ajos;Num 11:6 y ahora nuestra alma se seca; pues nada sino este maná ven nuestros ojos.

Num 11:7 Y era el maná como semilla de culantro, y su color como color de bedelio.Num 11:8 El pueblo se esparcía y lo recogía, y lo molía en molinos o lo majaba en

morteros, y lo cocía en caldera o hacía de él tortas; su sabor era como sabor de aceite nuevo.

Num 11:9 Y cuando descendía el rocío sobre el campamento de noche, el maná descendía sobre él.

Num 11:10 Y oyó Moisés al pueblo, que lloraba por sus familias, cada uno a la puerta de su tienda; y la ira de Jehová se encendió en gran manera; también le pareció mal a Moisés.

Num 11:11 Y dijo Moisés a Jehová: ¿Por qué has hecho mal a tu siervo? ¿y por qué no he hallado gracia en tus ojos, que has puesto la carga de todo este pueblo sobre mí?

Num 11:12 ¿Concebí yo a todo este pueblo? ¿Lo engendré yo, para que me digas: Llévalo en tu seno, como lleva la que cría al que mama, a la tierra de la cual juraste a sus padres?

Num 11:13 ¿De dónde conseguiré yo carne para dar a todo este pueblo? Porque lloran a mí, diciendo: Danos carne que comamos.

Num 11:14 No puedo yo solo soportar a todo este pueblo, que me es pesado en demasía.Num 11:15 Y si así lo haces tú conmigo, yo te ruego que me des muerte, si he hallado

gracia en tus ojos; y que yo no vea mi mal.

Num 11:16 Entonces Jehová dijo a Moisés: Reúneme setenta varones de los ancianos de Israel, que tú sabes que son ancianos del pueblo y sus principales; y tráelos a la puerta del tabernáculo de reunión, y esperen allí contigo.

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Num 11:17 Y yo descenderé y hablaré allí contigo, y tomaré del espíritu que está en ti, y pondré en ellos; y llevarán contigo la carga del pueblo, y no la llevarás tú solo.

Introducción.

¿Se ha cansado alguna vez en extremo? ¿Ha llegado al grado de querer salir huyendo porque ya no soporta más la presión del trabajo y de la gente? ¿Ha sentido un sensación de vacío y frustración por lo que hace, que quiere renunciar a todo? ¿Ha deseo que no llegue el día domingo? ¿Ha tenido la idea de no volver ver a aquella gente que le ha herido en sus sentimientos y que no le valora su ministerio? Si usted es un siervo de Dios dedicado en alma y cuerpo al servicio de la Palabra es posible que haya sentido todo eso. Y, usted no es el único al que le ha sucedido o le está sucediendo, el agotamiento espiritual. Los grandes hombres de la Biblia también experimentaron un cansancio, un agotamiento espiritual muy fuerte. Elías, Jeremías, Moisés son ejemplos clásicos. El profeta Jeremías expresó estas palabras:

Jer 20:7 Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste; cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí.

Jer 20:8 Porque cuantas veces hablo, doy voces, grito: Violencia y destrucción; porque la palabra de Jehová me ha sido para afrenta y escarnio cada día.

Jer 20:9 Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude.

Considere la palabras de Jeremías: “Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré mas en su nombre;...” El profeta estaba renunciando a su ministerio, esta frustrado de ver a su pueblo tan duro de corazón que había al límite de su paciencia.

Tome en cuenta ahora al profeta Elías. Él había logrado, con el poder de Dios, una gran victoria sobre los sacerdotes de Baal en el monte Carmelo. Pero, recibe la noticia de que Jezabel, la reina apóstata, que desea encontrarlo para darle muerte y sale huyendo al desierto. Al llegar a un enebro se sentó a llorar su desdicha y dijo estas palabras:

1Rey. 19:4 Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres.

Ahora, veamos el caso de Moisés. En el contexto de este pasaje encontramos dos quejas de Israel en el desierto. La primera queja procede directamente del pueblo de Israel, Núm. 11:1-3. El texto de Números 11, no dice exactamente de qué se quejó el pueblo, sin embargo, Dios hizo descender fuego que consumió uno de los extremos del campamento. La segunda queja estuvo relacionada con extranjeros que iban acompañando a Israel. Estos extranjeros anhelaban comer carne porque estaban hastiados del maná de todos los días,

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Núm. 11:4-6. Moisés, como ya era costumbre tuvo que cargar con las quejas de su pueblo. Y esto no era la primera vez. Israel se había estado quejando por diferentes motivos en su recorrido en el desierto. Y Moisés llega al límite de su paciencia, siendo que él era uno de los hombres más mansos, más nobles de toda la tierra, según Núm. 12:3; la otra persona, es el Señor Jesucristo, Mt. 11:29. Y el siervo de Dios, Moisés, quedó agotado.

Bosquejo:

I.- Lo que es el agotamiento espiritual.

Antes de entrar en definiciones considere que no a todas las personas tienen este problema. No todos sufren de agotamiento espiritual. Solo aquellos que tienen metas altas, solo aquellos que aspiran lo mejor y la perfección en su trabajo, y en especial, en su ministerio. Todos aquellos que se proponen altos ideales y trabajan con personas en el área espiritual son los que se agotan espiritualmente. Usted que trabaja en el ganar almas para el Señor y no ve vidas cambias por el evangelio a pesar de sus grandes esfuerzos, se agota. Usted que está formando líderes y que invierte meses y años en ver hombres fieles y serviciales al Señor y recibe el golpe demoledor que muchos abandonan las filas del ejército de Dios por intereses personales y como dice Pablo de Demas: “...me ha desamparado amando mas a este mundo”, 2 Tim. 4:10, entonces, usted va a experimentar el agotamiento espiritual. Y existe una gama muy extensa de situaciones que nos hacen caer en este estado. Veamos, ahora la definición.

Agotamiento: estado de cansancio extremo; consumo de algo hasta acabar completamente con ello; deterioro, decadencia, pérdida de fuerza o importancia.

El agotamiento se da en todos aquellos hermanos nuestros que sirven “diligentemente al Señor”, no solo en aquellos que están de tiempo completo en la Obra de nuestro Dios. Las disputas entre creyentes, los enojos, los malos entendidos, las ofensas hacen que vaya deteriorándose las buenas relaciones fraternales y termine alguno desertando de las filas del Señor.

II.- Las causas del agotamiento de un siervo de Dios, vrs. 1-10.

Las quejas del pueblo de Dios. Sant. 5:9.

Sant. 5:9 Hermanos, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis condenados; he aquí, el juez está delante de la puerta.

La queja se define de tres maneras en el diccionario:

1) como una expresión de dolor o de aflicción;2) una manifestación de resentimiento o disgusto contra alguien;3) una acusación o querella en un asunto de justicia.

Sinónimo de queja es reproche.

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La persona quejumbrosa es una persona que demuestra su falta de contentamiento y gozo en las bendiciones de Dios. Esa persona no ha valorado lo que Dios está haciendo a su favor y por el contrario, manifiesta un espíritu de ingratitud.

Encontramos en este capítulo de Números dos quejas:

1) La queja de Israel por causa de sus padecimientos en su recorrido por el desierto. Según, Núm. 10:11, era el segundo año de su recorrido en el desierto. Dios le estaba preparando para entrar a la tierra prometida. En esos dos años, el Señor les hizo ver que ellos era su especial tesoro, Ex. 19: 5; les dio sus Diez Mandamientos para establecer una buena relación entre Dios y su pueblo y entre ellos mismos, Ex. 20:1-17; les mandó a construir el tabernáculo para que la presencia de Dios estuviera en medio de ellos, Ex. 25:8; colocó el sacerdocio para una adoración y comunión ferviente hacia Dios, Ex. 29:1; les dio el maná, el agua, la nube para cubrirlos del sol abrasador del día y la columna de fuego para que le diera luz durante la noche. Los israelitas habían olvidado que Dios estaba guiándolos y protegiéndolos durante el recorrido. Sin embargo, su actitud fue negativa. No miraron la columna de fuego que les alumbraba en la noche y la nube que les cubría del sol durante el día. No reflexionaron en la manera cómo fueron liberados de Egipto y de la manera cómo Dios lo liberó del Faraón. Se quejaron de nada, propiamente. El texto no menciona cuál fue el motivo de su queja, porque simplemente no había motivo. Tenían todo a su favor. Sin embargo, tenían la costumbre de estar murmurando, Ex. 15:24; 16:2; 17:2; y Dios actuó con misericordia hacia ellos. Pero, en el pueblo, cada quien miraba lo que le convenía, como Pablo lo expresa en Fil 2:21, “Porque todos buscan lo suyo propio, no lo que es de Cristo Jesús”. Por tanto, Dios actuó con ira contra su pueblo y por medio de fuego consumió un extremo del campamento. El lugar se llamó Tabera que significa “incendio”. No tenemos idea de qué manera consumió a parte de su pueblo, pero, fue una disciplina para que aprendieran a no murmurar.

2) La queja de gente extrajera que deseaba carne. La gente que no era israelita y que se había unido a ellos, ahora les causaba un problema, Ex. 12:38. Esta gente no era israelita, pero, se sintieron atraídos por las señales y la liberación que tuvo Israel por parte de Dios que se unieron a la congregación israelita. Era gente incrédula que solo pensaba en lo material de la tierra prometida. Miraban a su pasado: “...nos acordamos de...” pero, no se acordaban de las cantidades enormes de ladrillo que tenía que hacer todos los días, de los latigazos, de la forma miserable de vivir. No, no se acordaban de la bondad de Dios que los sacó de la esclavitud y de la provisión tan especial que les estaba dando por medio del maná. Eran malagradecidos con Dios. Estaban despreciando el pan del cielo. No olvidemos que trigo y cizaña crecen juntos y que no podemos separarlos. Esto es un trabajo que el Señor hará a su debido tiempo. Cuánto quisiéramos que todos nuestros hermanos caminaran correctamente en la senda de la vida eterna, pero, no es así. Hay gente que solo está dentro de la iglesia por razones sociales, otros, por las económicas, otros más, por razones sentimentales, pero que no han nacido de nuevo, que no han experimentado la gracia salvadora de Cristo. El pueblo de Dios, el verdadero pueblo de Dios muchas veces se deja influenciar por la manara de vivir y de pensar de aquellos que no son hijos de Dios, y que están dentro de los hijos de Dios. Así, sucedió con Israel. Estaba mezclado con gente pagana que no quería compromisos con Dios sino solo una libertad sin condiciones. Clase

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de personas se convierte en dolor de cabeza para el siervo de Dios. Por la razón de que esa gente solo es religiosa, pero, no convertida al Señor.

III.- Las reacciones en el agotamiento del siervo de Dios, vrs. 11-15.

Moisés había llegado al clímax de su malestar con Israel y veamos como manifiesta su agotamiento. Está tan cargado de los problemas de su gente que sus reacciones negativas nos impresionan conociendo la calidad de siervo de Dios que es Moisés. Pero, no nos debe de asombrar, sino darle gracias a Dios que siendo Moisés, el gran hombre de Dios, nos mostró su naturaleza humana. No para imitar su desatino sino para tomar la lección espiritual y ser mejores siervos de nuestro Dios.

1) El agotamiento nos hace buscar un culpable: “¿Porqué has hecho mal a tu siervo?”, v.11 Moisés culpó a Dios de su impotencia. Estaba viendo a la gente llorar por causa de que no tenía carne y él no podía hacer nada. Entonces, reclamó a Dios de su frustración y que Dios no tenía cuidado de su pueblo. En el parecer de Moisés, Dios no tenía cuidado de pueblo al no proveerle lo que necesitaba. El que se encuentra agotado busca a alguien en quien echarle la culpa de su impotencia, frustración y cansancio. Le reclama a Dios que es su pueblo y que Él lo había engendrado.

2) El agotamiento es el resultado de que creemos que solo nosotros podemos solucionar los problemas de a gente. “De dónde conseguiré yo carne para dar todo este pueblo?”, v. 13. Observe el yo de Moisés. El creía que era el hombre que podía hacer todo. Él pensaba que sin Él nada se podía hacer nada. El hombre se creía “el hombre orquesta”. Pero, esta manera de pensar siempre termina mal. La carga del pueblo de Dios es grande. ¿Quién es suficiente para llevar todos los problemas de la gente? Sólo Dios. Pero, muchas veces tomamos la posición que solo le corresponde a Dios. Creemos que sin nosotros la obra de nuestro Dios no puede marchar bien. Notemos también la palabra todo. Moisés creía que debería estar con todo el pueblo, ayudando a uno por uno. Eso es imposible y terminó agotado. ¿Nos ha pasado lo mismo? ¿Creemos que nuestra Iglesia no puede funcionar sin nosotros? ¿Creemos que si no estamos nosotros la Obra se viene abajo? Olvidamos que Cristo dijo: “Sobre esta roca edificaré Mi iglesia”. La iglesia es del Señor no nuestra, Él es el Señor de Su Iglesia, El la sustenta y la cuida y no nosotros. Moisés olvido de todo lo que Dios había hecho a favor de Su pueblo y creyó que él era todo suficiente. Por eso se agotó.

3) El agotamiento nos hace huir. “...yo te ruego que me des muerte...”, v.15. Moisés llegó al colmo de sus pesares y su impotencia. No podía más y quería huir. Le rogó a Dios que le diera la muerte. Una escapatoria fácil. Cuando se dio cuenta que no podía hacer nada trató de escapar de su responsabilidad. Quería abandonar su puesto de responsabilidad. Muchos grandes hombres de Dios, con grandes talentos y dones, con una mente extraordinaria no soportan la presión de la carga y mejor huyen, quedando más frustrados y amargados para toda su vida. La amargura nos hace ver que no servimos para nada y mejor dejamos tirado todo. Afortunadamente Moisés no huyó sino que habló con el Señor y él le dio la respuesta.

IV.- La solución divina al agotamiento del siervo de Dios, vrs. 16-17.

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¿Cómo podemos afrontar el agotamiento y salir victoriosos? Consideremos lo que hizo Moisés y en la manera como Dios le ayudó a salir de su crisis.

1) El siervo de Dios debe desahogarse en Dios. Algo favorable que podemos en Moisés es que él está hablando con Dios. Le está abriendo su corazón de para en par. Le está expresando todo lo que él siente, es honesto con Dios. Este el primer paso a la recuperación. Nadie puede levar nuestras luchas, cargas, preocupaciones y todo lo que hay en nuestros corazones mejor que Dios. “Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará.” Sal. 55:22 David, conocía el secreto de mantenerse en buena condición emocional y espiritual yendo a la presencia de Dios y descargando el corazón delante de Él. Cristo se humanó y vivió como uno de nosotros. Padeció todo lo que sucede en la vida humana y es capaz de poder comprendernos y ayudarnos. Heb. 2:18. Tenemos que aprender a desahogar en Dios. Nosotros no podemos llevar la carga de la Obra de nuestro Dios.

2) El siervo de Dios tiene que aprender a delegar responsabilidades, v. 16-17. Dios le proveyó a 70 varones ancianos capaces de ayudar a Moisés. Dios siempre proveé lo necesario para realizar su Obra. Aprendamos a llevar junto con nuestros hermanos las responsabilidades de la iglesia del Señor. No nos creamos los autosuficientes. Aprendamos a delegar en nuestros hermanos responsabilidades aunque ellos se equivoquen y cometan errores. Así, sucedió cono nosotros, no lo olvidemos. Alguien nos confió una tarea muy importante y aprendimos entre aciertos y errores, pero, alguien nos amó y confió en nosotros. Hagamos lo mismo. Preparemos hermanos en el ministerio. Démosles el privilegio de participar. Tengamos paciencia, aunque cometan errores y oremos por ellos. Eso, traerá beneficio a nuestro ministerio y en nuestra vida.

3) Aprendamos descansar en el Señor. Por muy alta que sea nuestra responsabilidad y por mucho que sean las tareas por realizar, descansemos en el Señor. Creamos y vivamos en la paz del Señor. Jesús dijo: “Mi paz os dejo, mi paz os doy, no como el mundo la da, yo os la doy”, Jn. 14:27. Aprendamos a dejar todo en las manos del Señor. Si bien es cierto que tenemos que realizar muchas tareas, aprendamos a dejar todo en las manos del Señor, y que nosotros no podemos solucionar todo. Orando, trabajando, descansando en el Señor veremos resultados mejores que si nos desesperamos y tratamos de huir.

Conclusión.

El agotamiento es el resultado de perder la m irada en el Señor y querer resolver todo los problemas por medio de nuestras fuerzas y recursos humanos. Si ponemos la mirada en el Señor, nos desahogamos en él y permitimos que sea El quien tome el control de todas nuestras áreas de ministerio, familia y propia vida, veremos como Dios actúa y nos da la solución que necesitamos. Y siempre habrá hermanos fieles y amoroso usados por Dios para ayudarnos en la Obra del Señor, aprendamos a delegar responsabilidades.