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El análisis crítico del discurso Teun A. van Dijk In:  Anthropos (Barcelona), 186, septiembre-octubre 1999, pp. 23-36.

El Análisis Crítico Del Discurso - Teun a. Van Dijk

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  • El anlisis crtico del discursoTeun A. van Dijk

    In: Anthropos (Barcelona), 186, septiembre-octubre 1999, pp. 23-36.

  • E N T Oeccin: el anlisis crtico del discurso,da, ideologa y dominacin simblicade los discursos sociales

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    Eipsrtanlisis crtico del discurso, con tan peculiarinvestigacin, toma explcitamente partido, y esperacontribuir de manera efectiva a la resistencia contra lad

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    El ACD no es tanto una direccin, escuela o es-pecialidad similar a las numerosasaproximaciones restantes en los estudios deldiscurso como un intento de ofrecer una manera operspectiva distintas de teorizacin, anlisis yaplicacin a travs de dicho entero campo deinvestigacin. Cabe encontrar una perspectiva ms omenos crtica en reas tan diversas como lapragmtica, el anlisis de la conversacin, el anlisisnarrativo, la retrica, la estilstica, la sociolingsticainteraccional, la etnografa o el anlisis de los media,entre otras.

    Los analistas del discurso y la sociedad

    Crucial para los analistas crticos del discurso es laconciencia explcita de su papel en la sociedad. Pro-longando una tradicin que rechaza la posibilidad deuna ciencia libre de valores, aqullos argumentanA R G U MCuatro aspectos configuran esta sla semiologa como mirada implica

    y la semitica figurativa

    l anlisis crticoel discurso*

    eun A. van Dijk

    Qu es el anlisis crtico del discurso?

    l anlisis crtico del discurso es un tipo denvestigacin analtica sobre el discurso que estudiarimariamente el modo en que el abuso del poderocial, el dominio y la desigualdad son practicados,eproducidos, y ocasionalmente combatidos, por losextos y el habla en el contexto social y poltico. Elesigualdad social.Ciertos principios del anlisis crtico del discursoueden rastrearse ya en la teora crtica de la Escuelae Frankfurt desde antes de la segunda guerraundial (Rasmussen, 1996). Su orientacin

    aracterstica hacia el lenguaje y el discurso se inicion la lingstica crtica nacida (principalmente enl Reino Unido y Australia) hacia finales de los aosetenta (Fowler, Hodge, Kress y Trew, 1979; Mey,985).

    El ACD, tal como se le suele denominar en abre-iatura, tiene sus correspondientes equivalencias enos desarrollos crticos de la psicologa y de lasiencias sociales, algunos fechados ya en los prime-os setenta (Bimbaum, 1971; Calhoun, 1995; Fay,987; Fox y Prilleltensky, 1997; Hymes 1972;bez e Iiguez, 1997; Singh, 1996; Thomas, 1993;urkel, 1996). Al igual que sucede en esasisciplinas vecinas, el ACD puede entenderse comona reaccin contra los paradigmas formales (aenudo asociales o acr ticos) dominantes en los

    os sesenta y setenta.

    * Traduccin: Manuel Gonzlez de Avila.

    que la ciencia, y especialmente el discurso acadmico,son inherentemente partes de la estructura social, porla que estn influidos, y que se producen en lainteraccin social. En lugar de denegar o de ignorarlas relaciones entre el trabajo acadmico y lasociedad, los analistas crticos proponen que talesrelaciones sean estudiadas y tomadas enconsideracin, y que las prcticas acadmicas sebasen en dichas observaciones. La elaboracin deteora, la descripcin y la explicacin, tambin en elanlisis del discurso, estn situadassociopolticamente, tanto si nos gusta como si no. Lareflexin sobre su papel en la sociedad y en la vidapoltica se convierte as en constituyente esencial dela empresa analtica del discurso.

    Como todos los investigadores, los analistas crticosdel discurso deberan ante todo ser crticos de smismos y de los dems en su propia disciplina y profesin. La crtica a la que se refiere el adjetivocrtico en el ACD va sin embargo ms all de Iasconocidas vigilancia y autocrtica profesionales. Losinvestigadores crticos no se contentan con ser cons-cientes de la implicacin social de su actividad (como

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    cualquier socilogo de la ciencia lo sera), sino queasumen posiciones explcitas en los asuntos y comba-tes sociales y polticos. Y lo hacen no slo como ciu-dadanos, sino tambin en tanto que, precisamente, in-vestigadores. Aspiran a producir conocimiento y opi-niones, y a comprometerse en prcticas profesionalesque puedan ser tiles en general dentro de procesosde cambio poltico y social, y que apoyen en particu-lar a la resistencia contra el dominio social y la desi-gualdad. Lo cual significa que los investigadores cr-ticos con frecuencia estarn al lado de los distintosgrupos y gentes socialmente dominados en el mundo,por los que preferirn trabajar y con quienes se decla-rarn solidarios. El abuso de poder de los grupos einstituciones dominantes puede en tal caso ser crti-camente analizado desde una perspectiva que es co-herente con la de los grupos dominados. El ACD esas una investigacin que intenta contribuir a dotar depoder a quienes carecen de l, con el fm de ampliarel marco de la justicia y de la igualdad sociales.

    Anlisis del discurso crticos vs. anlisisdel discurso acrticos

    A pesar de tan elevados propsitos, el ACD slopuede realizar sus objetivos si es, ante todo, (buen)anlisis del discurso. En las disciplinas ms avanza-das, y especialmente en los paradigmas ms abstrac-tos y formales, con frecuencia se descalifica y semarginaliza a la investigacin crtica tachndola depoltica, y por tanto de acientfica. El ACD re-chaza tal evaluacin: subraya primero que toda in-vestigacin es poltica en sentido lato, incluso sino toma partido en asuntos y problemas sociales; seesfuerza despus, como lo hacen otros grupos mar-ginales, por ser mejor que el anlisis ordinario deldiscurso. Sus prcticas sociales y polticas no debe-ran contribuir solamente al cambio social en gene-ral, sino tambin a avances tericos y analticos den-tro de su propio campo.

    Hay diversas razones por las cuales el ACD pue-de superar a otras aproximaciones acriticas en elestudio del discurso. Ante todo, el ACD no se ocupaexclusivamente de teoras y paradigmas, de modaspasajeras dentro de la disciplina, sino ms bien deproblemas sociales y de asuntos polticos. Ello ga-rantiza el permanente inters que siente por sus ci-mientos empricos y prcticos, que son un necesariosistema de control, y que constituyen tambin un de-safo para la teora. Las malas teoras, simplemente,no funcionan a la hora de explicar y solucionarlos problemas sociales, ni ayudan al ejercicio de lacrtica y de la resistencia.

    Por otra parte, en el mundo real de los problemassociales y de la desigualdad la investigacin adecuadano puede ser sino multidisciplinar. El uso del len-guaje, los discursos y la comunicacin entre gentesreales poseen dimensiones intrnsecamente cogniti-vas, emocionales, sociales, polticas, culturales e his-tricas. Incluso la teorizacin formal necesita portanto insertarse dentro del ms vasto contexto teri-co de los desarrollos en otras disciplinas. El ACDestimula muy especialmente dicha multidisciplina-riedad.

    En tercer lugar, muchas tendencias en anlisis deldiscurso o de la conversacin son tericas o descrip-tivas, pero resultan escasamente explicativas. Laperspectiva del ACD requiere una aproximacinfuncional que vaya ms all de los lmites de lafrase, y ms all de la accin y de la interaccin, yque intente explicar el uso del lenguaje y del discur-so tambin en los trminos ms extensos de estruc-turas, procesos y constreimientos sociales, polticos,culturales e histricos.

    Finalmente, el ACD, aun cuando pretende inspirar ymejorar otras aproximaciones en los estudios deldiscurso, tiene tambin su foco especfico y sus propias contribuciones que hacer. Adems de proveerbases para aplicaciones en varias direcciones de in-vestigacin, tiende singularmente a contribuir anuestro entendimiento de las relaciones entre el dis-curso y la sociedad, en general, y de la reproduccindel poder social y la desigualdad as como de laresistencia contra ella, en particular. Cmo soncapaces los grupos dominantes de establecer, mante-ner y legitimar su poder, y qu recursos discursivosse despliegan en dicho dominio?

    Esas son cuestiones fundamentales concernientesal papel del discurso en el orden social. En lugar deofrecer reflexiones filosficas globales sobre tal pa-pel, el ACD proporciona detallados y sistemticosanlisis de las estructuras y estrategias de texto y ha-bla, y de sus relaciones con los contextos sociales ypolticos (para ms detalles sobre los mentados obje-tivos de los estudios crticos del discurso y del len-guaje, vase Caldas-Coulthard y Coulthard, 1996;Fairclough, 1995; Fairclough y Wodak, 1997; Fow-ler, Hodge, Dress y Trew, 1979; Van Dijk, 19936).

    Fairclough y Wodak (1994: 241-270) resumencomo sigue los principios bsicos del ACD:

    1. El ACD trata de problemas sociales.2. Las relaciones de poder son discursivas.3. El discurso constituye la sociedad y la cultura.4. El discurso hace un trabajo ideolgico.5. El discurso es histrico.6. El enlace entre el texto y la sociedad es mediato.

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    7. El anlisis del discurso es interpretativo y ex-plicativo.

    8. El discurso es una forma de accin social.

    Algunos de estos puntos ya se han discutido msarriba; otros necesitan un estudio ms sistemtico,del que presentaremos aqu algunos fragmentos encuanto bases ms o menos generales para las tesisesenciales del ACD.

    Marcos conceptuales y tericos

    Puesto que no es una direccin especfica de investi-gacin, el ACD no posee tampoco un marco tericounitario. Dentro de los objetivos susodichos evolu-cionan muchos tipos de ACD, que pueden ser teri-ca y analticamente bastante diversos. El anlisis cr-tico de la conversacin es muy diferente de un anlisisde los reportajes de actualidad en la prensa, o de lasclases y la pedagoga en la escuela. Con todo,dada la perspectiva comn y las miras generales delACD, cabe tambin encontrar para sus variantesmarcos de conjunto, tericos y conceptuales, estre-chamente relacionados. Como hemos sugerido, lamayor parte de los tipos de ACD plantearn cuestio-nes sobre el modo en el que se despliegan estructu-ras especficas de discurso en la reproduccin deldominio social, tanto si son parte de una conversa-cin como si proceden de un reportaje periodstico ode otros gneros y contextos.

    As, el vocabulario tpico de muchos investigadoresde ACD presentar nociones como poder, domi-nio, hegemona, ideologa, clase, gnero,discriminacin, intereses, reproduccin, insti-tuciones, estructura social, orden social, ademsde otras ms familiares y precisas sobre el discurso.Antes de revisar algunos de los trabajos de dicha tradi-cin, y de proporcionar el anlisis de un ejemplo con-creto, intentaremos construir estas y otras nociones aellas vinculadas dentro de un entorno terico tentativo.

    Macro vs. Micro

    El discurso, y otras interacciones socialmente situadascumplidas por actores sociales, pertenecen tpicamentea lo que se suele denominar el micro-nivel del or-den social, mientras que las instituciones, los grupos ylas relaciones de grupos, y por tanto el poder social, seemplazan usualmente en su macro-nivel. Puestoque el ACD pretende estudiar cmo el discurso estinvolucrado en la reproduccin del poder social, unateora de ACD requiere salvar este bien conocido abis-mo entre lo micro y lo macro.

    Con tal fin necesitamos, en principio, comprenderque esa distincin es un constructo sociolgico (Ale-xander, et al., 1987; Knorr-Cetina y Cicourel, 1981).En la realidad social de la interaccin y de la expe-riencia cotidianas, los fenmenos de los niveles mi-cro y macro forman un todo unificado. Un discursoracista de un miembro del Parlamento es un actoperteneciente al micro-nivel, ejecutado por un polticoindividual o por el miembro de un partido, pero almismo tiempo es parte constitutiva de un acto le-gislativo de la institucin parlamentaria en el macro-nivel, o de la poltica de inmigracin de una nacin-estado. El distingo, esto es, depende de la focaliza-cin de nuestro anlisis; y existen mltiples nivelesintermedios de anlisis (mesoniveles).

    Sin embargo, a fin de vincular el discurso con lasociedad en general, y con la desigualdad social enparticular, necesitamos un marco terico que noshaga capaces de enlazar dichos diversos niveles dedescripcin. He aqu algunas de las maneras en lasque niveles diferentes del anlisis social pueden rela-cionarse:

    a) Miembro de un grupo. Los actores sociales, y portanto tambin los usuarios del lenguaje, se involucranen el texto y en el habla al mismo tiempo comoindividuos y como miembros de variados grupossociales, instituciones, gentes, etc. Si actan en tantomiembros de un grupo, es entonces el grupo el queacta a travs de uno de sus miembros. Quien escribeun reportaje puede escribirlo como periodista, comomujer, como negra, como perteneciente a la clasemedia o como ciudadana de los Estados Unidos,entre otras identidades, alguna de las cuales puedeser ms prominente que las otras en un momentodado.

    b) Relaciones entre accin y proceso. Lo anterior noes slo cierto para los actores sociales, sino tambinpara sus mismas acciones. Escribir un reportaje es unacto constitutivo de la produccin un peridico o deun noticiario de televisin por parte del colectivo deperiodistas de un peridico o de una cadena detelevisin; en un plano ms elevado, dichas accionescolectivas son a su vez constituyentes de lasactividades y procesos de los media en la sociedad,p.e. en la provisin de informaciones o de entreteni-mientos, o incluso en la reproduccin de la desigual-dad (o en su crtica). De este modo, las acciones delos niveles ms bajos pueden conformar directa oindirectamente procesos sociales o relaciones socia-les globales entre grupos.

    c) Contexto y estructura social. Los participantesactan en situaciones sociales, y los usuarios del len-guaje se implican en el discurso dentro de una es-

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    tructura de constreimientos que ellos consideran oque hacen relevante en la situacin social, esto es, enel contexto. Pero la situacin social (p.e. la de unasala de redaccin) es ella misma parte de un entor-no social ms vasto, tal como las instituciones, losperodos cronolgicos, los lugares, Ias circunstanciassociales, y los sistemas. De ah que el contexto delas noticias pueda ser no slo el trabajo del reporteroo de la sala de redaccin, sino tambin el peridicoal completo, las relaciones entre los media y la pol-tica, o entre los media y el pblico, o el entero papelde los media en la sociedad.

    d) Representaciones sociomentales. Adems deestos aspectos sociales de los vnculos micro-macro,no deberamos tampoco olvidar la crucial dimensincognitiva. En cierto sentido dicha dimensin mentalhace posibles los restantes vnculos. Los actores, lasacciones y los contextos son tanto contractos mentalescomo constructos sociales. Las identidades de la genteen cuanto miembros de grupos sociales las forjan, selas atribuyen y las aprehenden los otros, y son por tantono slo sociales, sino tambin mentales. Los contextosson constructos mentales (modelos) porquerepresentan lo que los usuarios del lenguaje construyencomo relevante en la situacin social. La interaccinsocial en general, y la implicacin en el discurso enparticular, no presuponen nicamente representacionesindividuales tales como modelos (p.e. experiencias,planes); tambin exigen representaciones que soncompartidas por un grupo o una cultura, como elconocimiento, las actitudes y las ideologas. De suerteque encontramos el nexo faltante entre lo micro y lomacro all donde la cognicin personal y la social serenen, donde los actores sociales se relacionan ellosmismos y su acciones (y por consiguiente su discurso)con los grupos y con la estructura social, y dondepueden actuar, cuando se lanzan al discurso, en tantoque miembros de grupos y de culturas.

    Considerando ms especficamente la dimensindiscursiva de tales niveles diversos o planos de me-diacin entre lo macro y lo micro, los mismos prin-cipios pueden aplicarse a las relaciones entre a) lasinstancias especficas del texto y del habla (p.e. unreportaje); b) los acontecimientos comunicativos demayor complejidad (todas las acciones concernientes ala produccin y a la lectura de reportajes); c) losreportajes en general como gnero; y d) el orden deldiscurso de los medios de masas (vase tambin

    Fairclough y Wodak, 1997: 277-8).Vemos pues que los nexos entre los niveles ma-

    cro y micro del anlisis pueden ser articulados a partirde las dimensiones superiores de los acontecimientosde comunicacin: los Actores, sus AccionesANLISIS E INVESTIGACIN

    (incluyendo el discurso) y Mentalidades, y sus Con-textos. Ellas proporcionan el marco que nos permiti-r explicar cmo los actores sociales y los usuariosdel lenguaje consiguen ejercer, reproducir o desafiarel poder social de los grupos y de las instituciones.

    El poder como control

    Una nocin central en la mayor parte del trabajo crti-co sobre el discurso es la del poder, y ms concreta-mente el poder social de grupos o instituciones. Resu-miendo un complejo anlisis filosfico y social, defi-niremos el poder social en trminos de control. As,los grupos tienen (ms o menos) poder si son capacesde controlar (ms o menos), en su propio inters, losactos y las mentes de los (miembros de) otros grupos.Esta habilidad presupone un poder bsico consistenteen el acceso privilegiado a recursos sociales escasos,tales como la fuerza, el dinero, el estatus, la fama, elconocimiento, la informacin, la cultura, o inclusovarias formas del discurso pblico y de la comunica-cin (de entre la vasta literatura sobre el poder, vase

    p.e. Lukes, 1986; Wrong, 1979).Hallamos de entrada entonces, en nuestro anlisis de

    las relaciones entre el discurso y el poder, que elacceso a formas especficas de discurso, p.e. las dela poltica, los media o la ciencia, es en s mismo unrecurso de poder. En segundo lugar, como hemossugerido antes, nuestras mentes controlan nuestra ac-cin; luego si somos capaces de influenciar la men-talidad de la gente, p.e. sus conocimientos o sus opi-niones, podemos controlar indirectamente (algunasde) sus acciones. Y, en tercer lugar, puesto que lasmentes de la gente son influidas sobre todo por lostextos y por el habla, descubrimos que el discursopuede controlar, al menos indirectamente, las acciones de la gente, tal y como sabemos por la persua-sin y la manipulacin.

    Cerrar el crculo del discurso-poder significa, porltimo, que aquellos grupos que controlan los dis-cursos ms influyentes tienen tambin ms posibili-dades de controlar las mentes y Ias acciones de losotros. El ACD se centra en la explotacin de tal po-der, y en particular en el dominio, esto es, en losmodos en que se abusa del control sobre el discursopara controlar las creencias y acciones de la gente eninters de los grupos dominantes. En este caso cabe

    considerar el abuso, muy latamente, como unaviolacin de normas que hace dao a otros, dadosciertos estndares ticos como las reglas (justas), losacuerdos, las leyes o los derechos humanos. En otraspalabras, el dominio puede ser definido como elejercicio ilegtimo del poder.

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    Disponemos ahora de una muy general descrip-cin de la manera en la que el discurso funciona enla reproduccin del poder y del dominio en la socie-dad. Simplificando incluso an ms tales harto in-trincadas relaciones, dividiremos el entero procesode la reproduccin del poder discursivo en dos cues-tiones bsicas para la investigacin en ACD:

    a) Cmo los grupos (ms poderosos) controlan eldiscurso?

    b) Cmo tal discurso controla la mente y la accinde los grupos (menos poderosos), y cules sonlas consecuencias sociales de este control?

    La primera pregunta requiere especialmente in-vestigacin interdisciplinar en los lmites entre losestudios del discurso, la sociologa y la ciencia pol-tica, y la segunda involucrar sin duda a la psicologa cognitiva y social. Obviamente, para entendercmo el discurso contribuye a la desigualdad socialhay que estudiar tambin las consecuencias de lapregunta b), en particular cmo el control de la men-te y de la accin en beneficio de grupos dominantesconstituye la desigualdad social o conduce a ella.Asimismo, a fin de comprender la disidencia y laoposicin necesitamos saber cmo los grupos domi-nados son capaces de resistir frente al control deidiscurso, de la mente y de la accin, o de adquirirlo.

    El acceso al discurso y su control

    Detallemos los dos modos principales de la reproduccin discursiva del dominio, comenzando por larelacin entre los grupos poderosos y el discurso.

    Hemos visto que, entre muchos otros medios quedefinen el poder bsico de un grupo o de una institu-cin, tambin el acceso al discurso pblico y a lacomunicacin, y su control, son un importante recur-so simblico, como sucede con el conocimiento yla informacin (Van Dijk, 1996).

    La mayora de la gente nicamente tiene controlactivo sobre el habla cotidiana frente a miembros desu familia, amigos o colegas, disponiendo de uncontrol slo pasivo sobre, p.e., el uso de los media.En muchas situaciones, la gente comn es un blancoms o menos pasivo para el texto o el habla, p.e. desus jefes y maestros, o de autoridades tales como lospolicas, los jueces, los burcratas estatales o los ins-pectores de Hacienda, quienes pueden decirles sinms lo que deben o no creer o hacer.

    En cambio, los miembros de grupos o institucio-nes socialmente ms poderosos disponen de un ac-ceso ms o menos exclusivo a uno o ms tipos dediscurso pblico, y del control sobre ellos. As, los

    profesores controlan el discurso acadmico, losmaestros el discurso educativo institucional, losperiodistas el discurso de los media, los abogadosel discurso legal, y los polticos el discurso de laplanificacin y otros discursos de sesgo poltico.Aquellos que gozan de mayor control sobre ms yms influyentes discursos (y sobre ms propieda-des discursivas) son tambin, segn esta defini-cin, ms poderosos. Dicho de otro modo,proponemos aqu una definicin discursiva (aligual que un diagnstico prctico) de uno de losconstituyentes del poder social.

    Estas nociones concernientes al acceso al discursoy a su control son muy generales, y es una de lastareas del ACD el esclarecer tales formas del poder.Por ejemplo, si se define el discurso en trminos deacontecimientos comunicativos complejos, el accesoal discurso y su control pueden ser definidos a suvez tanto en relacin con el contexto como con laspropias estructuras del texto y del habla.

    El control del contexto. El contexto se consideracomo la estructura (mentalmente representada) deaquellas propiedades de la situacin social que sonrelevantes para la produccin y la comprensin deldiscurso (Duranti y Goodwin, 1992; Van Dijk,1998). El contexto consiste en categoras como ladefinicin global de la situacin, su espacio ytiempo, las acciones en curso (incluyendo losdiscursos y sus gneros), los participantes en rolesvariados, co municativos, sociales o institucionales,al igual que sus representaciones mentales: objetivos,conocimientos, opiniones, actitudes e ideologas.Controlar el contexto implica controlar una o ms deesas categoras, p.e. determinando el estatuto de lasituacin comunicativa, decidiendo sobre el tiempo yel lugar del acontecimiento comunicativo, o sobrequ participantes pueden o deben estar presentes enl, y en qu papeles, o sobre qu conocimientos uopiniones han de tener o no tener, y sobre quacciones sociales pueden o no cumplirse a travs deldiscurso (Diamond, 1996). Sucede por tanto que elcontexto de un debate parlamentario, de unacomisin, de un juicio, de una conferencia, o de unaconsulta con el mdico estn controlados por(miembros de) grupos dominantes. As, slomiembros del parlamento tienen acceso al debateparlamentario, y slo ellos pueden hablar (con elpermiso del presidente del parlamento, y durante untiempo limitado), representar a sus electores, votar unproyecto de ley, etc. En un juicio, nicamente losjurados o los jueces tienen acceso a roles y gnerosde habla especficos, como p.e. los veredictos. Ylos secretarios pueden tener acceso a los consejos,pero slo en el papel de silenciosos redactores deactas. El ACD se ocupa espec-

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    ficamente de aquellas formas de control del contextoque trabajan en favor de los intereses del grupo do-minante.

    El control del texto y del habla. Crucial en la reali-zacin o el ejercicio del poder de grupo es el accesoa las estructuras del texto y del habla, y su control. Sirelacionamos el texto y el contexto, por tanto, vemosenseguida que los (miembros de) grupos poderosospueden decidir sobre los (posibles) gneros del dis-curso o actos de habla de una ocasin concreta. Unprofesor o un juez puede requerir una respuesta direc-ta de un estudiante o un sospechoso, y no una histo-ria personal o un debate (Wodak, 1984a). Cabe exa-minar, ms crticamente, cmo los hablantes podero-sos pueden abusar de su poder en tales situaciones,p.e. cuando los policas utilizan la fuerza para obteneruna confesin de un sospechoso (Linell y Johnsson,1991), o cuando directores masculinos impiden a lasmujeres redactar noticias econmicas (Van Zoonen,1994). Los gneros suelen del mismo modo tener es-quemas convencionales que consisten en varias cate-goras. El acceso a algunos de ellos puede estar prohibido o ser obligatorio, como sucede cuando la aper-tura o el cierre de una sesin parlamentaria es la pre-rrogativa de un hablante, y algunas formas de saludoslo pueden ser utilizadas por hablantes de un gruposocial, de un rango, una edad o un sexo especficos(Irvine, 1974). Vital para todo discurso y comunica-cin es quin controla los temas (las macroestructurassemnticas) y los cambios de tema, como cuando loseditores deciden qu asuntos noticiables serncubiertos, los profesores qu materias se tratarn enclase, o los hombres los tpicos, y sustransformaciones, de sus conversaciones con mujeres(Palmer, 1989; Fishman, 1983; Leet-Pellegrini, 1980;Lindegren-Lerman, 1983). Como ocurre con otrasmodalidades de control del discurso, tales decisionespueden ser (ms o menos) negociables entre losparticipantes, y dependen mucho del contexto.Aunque la mayor parte del control del discurso escontextual o global, incluso fragmentos locales delsignificado, forma o estilo pueden ser controlados,p.e. detalles de una respuesta en el aula o en eljuzgado, la eleccin del lxico o la de jerga entribunales, clases o salas de redaccin (Martn Rojo,1994). En muchas situaciones el volumen essusceptible de control, ordenndose a los hablantesque bajen la voz o que estn tranquilos; lasmujeres pueden ser silenciadas de muchas maneras(Houston y Kramarae, 1991), y en algunas culturasse debe mascullar como forma de respeto (Albert,1972). El uso pblico de determinadas palabraspuede ser prohibido como subversivo en unadictadura, y los desafos discursivos a los grupos do-minantes (p.e. los varones, blancos, occidentales) por

    parte de sus oponentes multiculturales pueden ser ri-diculizados en los media como polticamente correctos (Williams, 1995). Y finalmente, las dimen-siones de accin e interaccin del discurso puedencontrolarse prescribiendo o proscribiendo actos dehabla especficos, distribuyendo o interrumpiendo se-lectivamente los turnos de habla, etc. (vase tambinDiamond, 1996).

    Lo que puede concluirse del anlisis en numerosos estudios crticos de todos estos niveles es la pre-eminencia de una estrategia global de autopresenta-cin positiva por parte del grupo dominante, y deheteropresentacin negativa de los grupos domina-dos (Van Dijk, 1993a, 1998b). La polarizacin delNosotros y del Ellos que caracteriza las representa-ciones sociales compartidas y sus ideologas subya-centes se expresa y se reproduce entonces en todoslos planos del texto y del habla, p.e. en temas con-trastados, en significados locales, en metforas e hi-prboles, y en las formulaciones variables de los es-quemas textuales, en formas sintcticas, en la lexica-lizacin, las estructuras profundas y las imgenes.

    En suma, virtualmente todos los niveles de la es-tructura del texto y del habla pueden en principio serms o menos controlados por hablantes poderosos, ypuede abusarse de dicho poder en detrimento deotros participantes. Debera subrayarse, sin embargo,que el habla y el texto no asumen o envuelven di-rectamente en todas las ocasiones la totalidad de lasrelaciones de poder entre grupos: el contexto siem-pre puede interferir, reforzar, o por el contrariotransformar, tales relaciones. Es obvio que no todoslos hombres dominan siempre todas las conversaciones (Tannen, 1994a), ni todos los blancos o todoslos profesores, etc.

    El control del texto y del contexto es el primertipo de poder asentado en el discurso. Examinemosahora el segundo tipo: el control de la mente.

    El control de la mente

    Si controlar el discurso es una primera forma de po-der mayor, controlar las mentes de la gente es elotro medio fundamental para reproducir el dominioy la hegemona. Ntese no obstante que controlde la mente es poco ms que una cmoda apela-cin. La psicologa cognitiva y las investigacionessobre la comunicacin de masas han mostrado queinfluenciar la mente no es un proceso tan directocomo las ideas simplificadoras sobre el control a ve-ces sugieren (Britton y Graesser, 1996; Glasser ySalmon, 1995; Klapper, 1960; Van Dijk y Kintsch,1983). Los receptores pueden ser bastante autno-

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    mos y variables en su interpretacin y uso del textoy del habla, que son tambin una funcin de la cla-se, del gnero o de la cultura (Liebes y Katz, 1990).Pero aunque los receptores raramente aceptarn demodo pasivo las opiniones recibidas o los discursosespecficos, no deberamos olvidar, por otro lado,que la mayor parte de nuestras creencias sobre elmundo las adquirimos a travs dei discurso.

    En un marco de ACD, por lo tanto, el control de lamente implica ms que la simple adquisicin decreencias sobre el mundo por medio del discurso yde la comunicacin. Los elementos del poder y deldominio, en este caso, entran en la descripcin devarias maneras:

    a) A menos que sean inconsistentes con suscreencias y experiencias personales, los receptorestienden a aceptar las creencias (conocimientos y opi-niones) transmitidas por el discurso de las fuentesque consideran autorizadas, fidedignas o crebles, ta-les como los acadmicos, los expertos, los profesio-nales o los media de confianza (Nesler et al., 1993).En este sentido, el discurso poderoso se define (con-textualmente) en trminos del poder manifiesto desus autores; por las mismas razones, las minoras ylas mujeres pueden con frecuencia ser percibidoscomo menos crebles (Andsager, 1990; Khatib,1989; Verrillo, 1996).

    b) En algunas ocasiones, los participantes estnobligados a ser receptores del discurso, p.e. en laeducacin y en muchas situaciones laborales. Laslecciones, los materiales de aprendizaje, las instruc-ciones de trabajo, y otros tipos de discurso necesitanen tal caso ser atendidos, interpretados y aprendidoscomo lo pretenden sus autores organizativos o insti-tucionales (Giroux, 1981).

    c) En muchos casos no existen otros discursos omedia que provean informaciones de las cuales que-pa derivar creencias alternativas (Downing, 1984).

    d) Y, en directa relacin con los puntos previos:los receptores pueden no poseer el conocimiento ylas creencias necesarias para desafiar los discursos ola informacin a que estn expuestos (Wodak, 1987).

    Estos cuatro puntos sugieren que el control dis-cursivo de la mente es una forma de poder y de do-minio si tal control se realiza en inters de los pode-rosos, y si los receptores no tienen alternativas,p.e. otras fuentes (habladas o escritas), otros discur-sos, ni otra opcin que escuchar o leer, ni otrascreencias para evaluar tales discursos. Si por libertadse entiende la oportunidad de pensar y de hacer loque uno quiere, entonces tal falta de alternativas esuna limitacin de la libertad de los receptores. Y li-mitar la libertad de otros, especialmente en el propio

    inters, resulta ser una de las definiciones del podery del dominio.

    Mientras tales condiciones del control de la menteson ampliamente contextuales (dicen algo acerca delos participantes en el acontecimiento comunicativo),otras condiciones son discursivas, esto es, son unafuncin de la estructura y de Ias estrategias del textoo del habla en s mismos. Dicho de otro modo: dadoun contexto especfico, ciertos significados y formasdel discurso ejercen ms influencia sobre las mentesde la gente que otros, tal como la nocin misma depersuasin y una tradicin de dos mil aos de re-trica pueden mostrarnos.

    Analizar la mente

    La nocin de control de la mente es vaga tambinporque con frecuencia se utiliza sin explicar conexactitud lo que mente significa. Es decir, no esimaginable una teora del control discursivo de lamente sin una detallada teora cognitiva de la mente, yuna teora de cmo el discurso influencia la mente.Al igual que el texto y el habla, la mente (o lamemoria, o la cognicin) tiene muchos niveles, es-tructuras, estrategias y representaciones.

    No es ste el lugar para presentar una teora de lamente, de modo que nos contentaremos con introducirunas pocas nociones capitales en una teora crticadel control discursivo de la mente (para ms detallessobre la teora cognitiva y el papel del discurso en lacognicin y en el cambio del modo propio depensar, vase p.e. Graesser y Bower, 1990; VanDijk y Kintsch, 1983; Van Oostendorp y Zwaan,1994; Weaver, Mannes y Fletcher, 1995).

    Una distincin til es la que suele establecerse entrela memoria episdica y la semntica, que deno-minaremos respectivamente memoria personal (sub-jetiva) y social (intersubjetiva).

    La memoria personal (Tulving, 1983) consiste enla totalidad de nuestras creencias personales (conoci-miento y opiniones). Es ampliamente autobiogrficay ha sido acumulada durante nuestra vida a travs denuestras experiencias, incluyendo los acontecimien-tos comunicativos en los que hemos participado.Adems de conocimiento personal sobre nosotrosmismos, sobre otras gentes, objetos o lugares, la me-moria personal tambin presenta creencias sobre he-chos especficos en los que hemos participado o so-bre los que hemos ledo, incluyendo las opinionespersonales que tenemos sobre ellos. Estas represen-taciones memorsticas subjetivas de acontecimientosespecficos se denominan modelos (mentales) (John-son-Laird, 1983; Van Dijk y Kintsch, 1983). As, si

  • 30 ANTHROPOS 186 ANLISIS E INVESTIGACIN

    leemos o miramos las noticias construimos o ponemosal da modelos (personales) sobre los sucesos.Entender o interpretar un texto es (re)construir talesmodelos.

    Del mismo modo, tambin construimos un modelode la propia situacin comunicativa, p.e. de la lecturade un peridico, que incluye conocimiento y saberessobre el peridico o sobre un concreto periodista oescritor. Es este modelo mental lo que hemos definidocomo el contexto: la construccin subjetiva de laspropiedades de la situacin social que son relevantespara el discurso en marcha. Por ejemplo, lacredibilidad que concedemos a los expertos, comose ha discutido ms arriba, es una de las propiedadesde dicho contexto (Van Dijk, 1998).

    Puesto que los contextos (los modelos contextua-les)influencian el modo en el que entendemos losdiscursos y los acontecimientos representados, tam-bin influencian nuestros modelos de acontecimien-tos. Luego hemos definido ya un modo de controldiscursivo de la mente: influenciar los modelos decontexto y los modelos de acontecimiento construidospor receptores en un acontecimiento comunicativo.Desde una perspectiva ms crtica, tal control demodelos involucra la construccin de modelos pre-ferenciales, es decir, modelos escogidos por quie-nes hablan o escriben, que son consistentes con susintereses y con su interpretacin de los aconteci-mientos.

    La memoria social (tradicionalmente llamadamemoria semntica) consiste en las creencias queposeemos en comn con otros miembros del mismogrupo o cultura, y que en ocasiones se denominan re-presentaciones sociales (Farr y Moscovici, 1984).Porque tales creencias sociales se comparten conotros, son presupuestas habitualmente en el discur-so (o enseadas por el discurso pedaggico). Unascuantas distinciones son tiles aqu. Como sucedecon la memoria personal, tambin las creencias sociales pueden ser de tipo ms especfico o ms generaly abstracto. As, la gente puede compartir cono-cimiento sobre hechos histricos concretos, comoguerras, sobre la base p.e. de lo que aprenden en loslibros de texto o de los medios de masas. La Segun-da Guerra Mundial o el Holocausto pueden ser objetode alusiones en los media sin mayor explicacin sobrelo que fueron estos hechos capitales de la hist3ria.Pero gran parte de nuestro conocimiento socialmente compartido es general y abstracto, p.e. elque poseemos sobre las guerras y el genocidio engeneral. Lo mismo vale para nuestro conocimientosociocultural relativo a muchas otras cosas de nues-tro grupo o cultura, a Ia gente y los objetos, o a laorganizacin de la sociedad (Wilkes, 1997).

    Por otra parte, cabe distinguir entre el conoci-miento social y las opiniones sociales, tal y como lohacen los propios sujetos sociales, aunque eldistingo entre dichas creencias pueda ser impreciso.El co nocimiento social lo componen aquellascreencias que los miembros de un grupo o culturaconsideran verdaderas, de acuerdo con los criteriosde verdad (histricamente cambiantes). Talescreencias se presuponen habitualmente en el discursoy no necesitan ser afirmadas. Las opiniones soncreencias evaluativas, es decir, creencias que estnbasadas en normas y valores. Grupos diferentespueden estar en desacuerdo sobre opiniones, y adiferencia del conocimiento compartido, stas no sepresuponen, sino que se afirman y defienden, p.e. endiscusiones. Por tanto, las actitudes de grupo sobreel aborto, la energa nuclear o la inmigracinconsisten por lo general en racimos de opinionesesquemticamente organizadas que pueden diferir deun grupo social a otro, dependiendo de susrespectivas ideologas (Van Dijk, 1998).Obsrvese no obstante que tales diferencias deopinin suelen presuponer un conocimiento com-partido: podemos estar en desacuerdo sobre si elaborto, la energa nuclear o la inmigracin son bue-nos o malos, pero todos nosotros sabemos ms omenos lo que son.Porque se comparten socialmente, las creenciassociales son igualmente patrimonio de la mayora delos miembros individuales de grupos y culturas, ypor tanto influencian tambin sus creencias persona-les sobre los acontecimientos del mundo, es decir,sus modelos. De hecho, somos incapaces deconstruir un modelo (de entender un acontecimientoespecfico), y por ello de comprender un discurso,si no disponemos de un conocimiento socialabstracto y general. Y viceversa, podemosadquirir conocimiento social general porabstraccin de los modelos personales, esto es,aprendiendo de nuestras experiencias, incluidasnuestras lecturas de textos especficos, y comparandoy normalizando tales creencias generales con las deotros miembros de nuestro grupo o cultura.Estamos ahora en disposicin, gracias a estas pocasdistinciones, de definir el segundo modo de controldiscursivo de la mente: influenciar las creenciassocialmente compartidas (conocimiento, actitudes)de un grupo. Dado que dichas creencias son muchoms generales, y pueden ser utilizadas por muchagente en muchas situaciones con el fin de entenderacontecimientos o discursos concretos, este tipo decontrol de la mente es, por supuesto, mucho msinfluyente. Al interesarse el ACD especialmente porcmo el poder y el dominio se reproducen en la saciedad, es tal modalidad de control social de la men-

  • ARGUMENTO 186 ANTHROPOS 31

    te el objeto central de su atencin: una vez que somos capaces de influenciar las creencias sociales deun grupo, podemos controlar indirectamente las ac-ciones de sus miembros. Este es el ncleo de la re-produccin del poder y la base de la definicin de lahegemona.

    Las estrategias discursivas del controlde la mente

    Disponemos ahora de una comprensin elemental dealgunas de las representaciones de la mente, y de loque significa controlarlas. La cuestin crucial es en-tonces: cmo son el discurso y sus estructuras ca-paces de ejercer tal control? Segn lo visto ms arri-ba, en el anlisis del control sobre el discurso, dichainfluencia discursiva puede deberse tanto al contextocomo a las propias estructuras del texto y del habla.

    La influencia del contexto

    Hemos afirmado que una dimensin significativa delcontrol de la mente es contextuai, p.e. la que se fun-damenta en las caractersticas de los participantes.En realidad, los hablantes poderosos, autorizados,crebles, expertos o atractivos, sern ms influyentes,digan lo que digan, que quienes no poseen esas prapiedades. Recurdese, con todo, que el contexto sedefine en trminos de modelos contextuales: no es lasituacin social (incluyendo a sus participantes) en smisma la que objetivamente influencia nuestra in-terpretacin del discurso, sino la construccin subje-tiva de su rasgos relevantes en un modelo mental decontexto (Giles y Coupland, 1991; Van Dijk, 1998).As, la credibilidad es algo que los receptores asig-nan a los hablantes o a los escritores, sobre la basede conocimiento socialmente compartido y de acti-tudes acerca de grupos y roles sociales. Del mismomodo tambin los otros rasgos de los modelos sub-jetivos de contexto controlan la influencia del dis-curso, p.e. la definicin de la situacin, los papelescomunicativos y sociales de los participantes, las re-laciones entre participantes (de conflicto, dominio ocooperacin), los actos sociales que se estn cum-pliendo, el escenario (tiempo y lugar), y las creen-cias de los participantes (intenciones, objetivos, conocimiento, opiniones, etc.).

    El anlisis crtico del discurso se centra en aque-llas propiedades de las situaciones sociales, y en susefectos sobre los modelos preferenciales de contexto,que contribuyen al control ilegtimo de la mente,como hemos dicho antes. Un caso tpico de control

    de la mente basado en el contexto es el abuso depoder y de sus recursos sociales (fuerza, ingresos,estatus, conocimiento, competencia, etc.) destinado arealzar las propias credibilidad y legitimidad (MartinRojo y Van Dijk, 1997). As, los profesores tienen laposibilidad de presentar sus prejuicios tnicos entanto hechos cientficos, tal como lo han mostradonumerosos ejemplos de racismo cientfico (Down-ing, 1984). En trminos generales, el control de lasituacin social por los grupos dominantes puede en-tonces conducir a modelos de contexto que hacenaparecer su discurso como ms creble, p.e. median-te la eliminacin o el desprestigio de fuentes alterna-tivas de informacin y de opinin.

    Cmo el discurso controla la mente

    Los usuarios del lenguaje leen textos o escuchan elhabla, usan sus informaciones y estructuras con elfin de construir modelos mentales personales de losacontecimientos, e infieren (o confirman) creenciassociales compartidas ms generales, dentro del mar-co de la representacin del contexto. Resumamos elmodo en que algunas propiedades del discurso soncapaces entonces de controlar el proceso:

    1. Los temas (macroestructuras semnticas) orga-nizan globalmente el significado del discurso. Puestoque tales temas con frecuencia representan la infor-macin ms importante, pueden influenciar la orga-nizacin de un modelo: las proposiciones relevantessern colocadas en una posicin ms alta, en la je-rarqua del modelo, que las proposiciones menos im-portantes. Lo mismo sucede con la organizacin delas representaciones sociales ms generales. As, silos refugiados son caracterizados en el discurso pol-tico o en un editorial de peridico en trminos esen-cialmente socioeconmicos, y por tanto como im-postores, como gente que slo viene aqu para vivira costa de nuestro bienestar, entonces una opiningenrica como esa puede tambin definir la repre-sentacin social (el esquema de grupo) que la genteconstruye (o confirma) sobre ellos (Van Dijk, 1991).

    2. Los esquemas discursivos (superestructuras, es-quemas textuales) organizan primariamente las cate-goras convencionales que definen la entera formacannica de un discurso, y por tanto parecen menosrelevantes para la construccin de modelos. Sin em-bargo, como sucede con todas las estructuras forma-les, las categoras esquemticas pueden enfatizar osubrayar informacin especfica. El simple hecho deque una informacin sea transmitida en un titular oen una conclusin consigue asignar a tal proposicin

  • 32 ANTHROPOS 186 ANLISIS E INVESTIGACIN

    una posicin ms conspicua en los modelos de acon-tecimiento o en las representaciones semnticas, yhacer que sea informacin mejor memorizable, y enconsecuencia ms persuasiva (Duin, et al., 1988; VanDijk, 1988a; Van Dijk y Kintsch, 1983).

    3. El significado local. Los significados locales deldiscurso influencian informacin local en los es-quemas mentales (modelos, representaciones semn-ticas). La coherencia, p.e., est basada en relacionesfuncionales o condicionales entre las proposiciones ylos hechos a los que se refieren (en un modelo men-tal). Lo cual significa que el conocimiento presu-puesto o establecido en el discurso puede requerirque los receptores establezcan hechos o relacionessimilares entre ellos en sus modelos. Eso vale tam-bin para las presuposiciones, las implicaciones yotra informacin no expresada, sugirindose asfuertemente que tal informacin se considera incon-trovertida o dada por sentado, aunque en realidad nolo sea o no lo est. Al mismo tiempo, lo implcitopuede servir para esconder a la formacin de la opi-nin pblica creencias especficas. Proporcionar mu-chos detalles sobre un aspecto de un acontecimiento,y no proporcionarlos sobre otros, es otra manera se-mntica de orientar los modelos mentales de losusuarios del lenguaje.

    4. El estilo. Las estructuras lxicas y sintcticas desuperficie son susceptibles de variar en funcin delcontexto (Giles y Coupland, 1991; Scherer y Giles,1979). Y dado el modelo de contexto de los re-ceptores, aqullas pueden ser capaces de unir talesvariaciones de estilo con la estructura del contexto.Un rasgo global del estilo es no slo el sealar pro-piedades del contexto (p.e. las relaciones entre parti-cipantes, etc.), sino tambin el subrayar significadosapropiados.

    5. Los recursos retricos como los smiles, lasmetforas, los eufemismos, etc., al igual que los es-quemas globales, no influencian directamente el sig-nificado. Ms bien lo hacen resaltar o lo difuminan,y con ello tambin la importancia de los aconteci-mientos en un modelo de acontecimientos.

    6. Los actos de habla son ampliamente definidosen funcin de los modelos de contexto, pero el queun enunciado sea o no interpretado como una ame-naza o como un buen consejo puede determinar vi-talmente el procesamiento del texto (Colebrook yMcHoul, 1996; Graesser, et al., 1996).

    7. Finalmente, las mltiples dimensiones inter-accionales del discurso, como p.e. la distribucinde turnos, la divisin en secuencias, etc., estnigualmente fundadas en el contexto y en los mode-los de acontecimientos, e influencian su puesta alda. El poder y la autoridad de los hablantes, tal y

    como los presenta el control de los turnos, puedenal mismo tiempo reforzar la credibilidad de aqu-llos, y por eso mismo la construccin de modeloscomo verdaderos.

    La complejidad de las relaciones entreel discurso y el poder

    Hemos adelantado que uno de los objetivosprincipales del ACD es entender y analizar lareproduccin del dominio y la desigualdad socialque surge del discurso, y resistir contra ella. Msconcretamente, el ACD estudia su papel en dichosprocesos: los grupos poderosos tienen accesopreferente al discurso pblico y lo controlan, y atravs del discurso controlan las mentes delpblico, en el sentido amplio ms arriba explicado.Esto no slo significa que mucha gente interpretarel mundo del modo en que los poderosos o las litesse lo presentan, sino tambin que actuar (ms)en consonancia con los deseos y los intereses de lospoderosos. Parte de tales acciones del pblico sontambin discursivas, y stas tendrn de nuevo laspropiedades, y las consecuencias entre otrospblicos, previstas, con lo cual se reforzarn losdiscursos de los poderosos. Debido a que el controlde la mente y de la accin es lo que define el poder,el control del discurso confirma y extiende el poderde los grupos dominantes, al igual que su abuso deste. Y finalmente, puesto que el abuso del podero el dominio se caracterizan en los trminos de losintereses de los poderosos, el discurso puedetambin contribuir a la confirmacin, o incluso alincremento, del desequilibrio en la igualdad social, ypor consiguiente a la reproduccin de la desigualdadsocial.Aun cuando este razonamiento parece impecable, yaunque en trminos muy generales es empricamenteverdadero, el poder, el dominio y el papel del discursoen ellos no resultan tan evidentes. Existen algunosfrenos y compensaciones, especialmente en lassociedades ms o menos democrticas, donde diversosgrupos compiten por el poder (Dahl, 1985). Cabeesperar contracorrientes en el proceso descrito,comprendidas muchas formas de lucha y de resisten-cia. No hay un nico grupo que controle todo el dis-curso pblico por completo; e incluso si lo hubiera, eldiscurso puede con frecuencia controlar slo mar-ginalmente la mente de los grupos dominados, y enmenor grado an sus acciones. Despus de todo,tambin los grupos dominados tienen, conocen y si-guen sus propios intereses, en ocasiones contra todopronstico. Y no slo existen varios grupos poderosos(tal como los definen el gnero, la clase, la casta,

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    la etnia, la raza, Ia edad, las profesiones, o el con-trol sobre los recursos materiales y simblicos), quepueden tener intereses enfrentados; tambin es posi-ble que algunos sectores de los grupos de podersientan y muestren solidaridad con los grupos domi-nados, y que los apoyen en su lucha contra la desi-gualdad. Tan pronto como esos disidentes, delmismo modo que los grupos dominados, logran ase-gurarse una influencia creciente sobre el discursopblico, Ia misma lgica explica cmo se erigen enun contrapoder, tambin gracias a su influencia ge-neral en las mentes del pblico. Y dicha influenciatender a disminuir la influencia, y por tanto el po-der, de los grupos dominantes.

    Es este anlisis el que mejor parece dar cuenta demuchas de las formas del conflicto del poder en lasociedad democrtica. As, resulta innegable que loshombres disponen, en detrimento de las mujeres, delcontrol sobre la mayor parte de las formas del dis-curso pblico, y que tal control contribuye indirecta-mente al machismo y al sexismo. Sin embargo, laspasadas dcadas han visto un significativo incrementoen el acceso de las mujeres al discurso pblico y a lasmentes de otras mujeres, lo mismo que a las de loshombres; de ah el aumento de su poder, y unadisminucin de Ia desigualdad entre los sexos. Idn-tico proceso haba tenido lugar antes respecto de laclase trabajadora, en paralelo con el de los grupos deetnias minoritarias, de los homosexuales, y de otrosgrupos dominados o marginados en la sociedad(vase p.e. Hill, 1992). Es por tanto una necesidadimperativa que el ACD estudie la compleja interac-cin de los grupos dominantes, disidentes y oposi-tores y sus discursos dentro de la sociedad, con elfin de esclarecer las variantes contemporneas de ladesigualdad social.

    El discurso y la reproduccin del racismo

    Podemos examinar, a ttulo de ejemplo de las rela-ciones entre el discurso y el dominio, el papel deltexto y del habla en la reproduccin, hoy da, delracismo y de la desigualdad tnica o racial en lamayor parte de los pases occidentales (o dominadospor los europeos). Debida mayormente a la inmigra-cin laboral y postcolonial en Europa, y a la escla-vitud y a Ia inmigracin en Norteamrica, la presenciade varios grupos de minoras lia ido incrementndosecon regularidad (Castles y Miller, 1993).Virtualmente en todos los casos, y segn casi todoslos indicadores sociales, tales grupos viven en unasituacin de agudo contraste con Ia de la poblacinautctona de Europa occidental y de Norteamrica.

    Esta situacin se debe en parte y sin duda a su estatutode recin llegados o de forasteros que, al menosdurante una generacin o dos, tendrn que abrirse uncamino en sus nuevas tierras de adopcin.

    Su desigualdad, no obstante, est tambin asentadaen un ms o menos sutil sistema de racismo, queagrava la desigualdad social y la redefine como desi-gualdad tnica. Es posible analizar dicho racismo endos niveles. El primero es el de las estructuras, ac-ciones y arreglos cotidianos caracterizados en trmi-nos del tratamiento discriminatorio de los Otros porla poblacin original. El segundo nivel concierne alas representaciones mentales compartidas por am-plias capas de la poblacin dominante, tales comocreencias errneas, estereotipos, prejuicios e ideologas racistas y etnocntricas (y eurocntricas). Eseste nivel simblico socialmente compartido el quesustenta el primero: las acciones discriminatorias es-tn (intencionalmente o no) basadas en representa-ciones negativas de los otros y de su posicin en lasociedad (de entre los numerosos estudios del racis-mo, hechos desde distintas perspectivas, vase p.e.Barker, 1981; Dovidio y Gaertner, 1986; Essed,1991; Katz y Taylor, 1988; Miles, 1989; Solomos yWrench, 1993; Wellman, 1993).

    La cuestin aqu es que esas representaciones nega-tivas son bsicamente (si bien no nicamente) adquiri-das y reproducidas a travs del habla, y del texto, de yentre el grupo dominante (blanco, occidental, europeo).Una de las tareas mayores del ACD consiste en exami-nar cmo sucede exactamente tal cosa, esto es, cmo eldiscurso de la mayora contribuye a las creencias etnocntrica y racista, y las reproduce, entre los miembrosdel grupo dominante. Siguiendo el marco terico arribaexpuesto, resumiremos algunos de los resultados denuestros trabajos anteriores sobre las relaciones entre eldiscurso y la reproduccin del dominio tnico o ra-cial. Aunque hay, por supuesto, amplias variacionesrelativas a los diferentes grupos minoritarios en los di-ferentes pases, cabe hacer generalizaciones aproxima-damente fiables (para detalles, vase Van Dijk, 1984,1987, 1991, 1993).

    1. Las formas del discurso pblico que dominanen la mayor parte de las sociedades occidentales sonlas de la poltica, los media, la enseanza, los nego-cios, los juzgados, las profesiones y la(s) iglesia(s).Denominaremos a stos los discursos de las lites.Como hemos visto antes, la gente ordinaria slo tie-ne un acceso marginal y esencialmente pasivo aellos, acceso sobre todo en cuanto ciudadanos (aldiscurso poltico), audiencias (para los medios), con-sumidores o empleados (en los negocios corporati-vos), sujetos (en la enseanza), clientes (de las pro-

  • 34 ANTHROPOS 186 ANLISIS E INVESTIGACIN

    fesiones), vctimas o sospechosos (en el juzgado), ocreyentes (en la iglesia).

    2. La minoras (los aborgenes, inmigrantes delSur, refugiados, descendientes de esclavos, etc.) slodisponen de un acceso reducidsimo a tales formasdel discurso pblico de lite. Excepto en los USA,las minoras cuentan con muy pocos polticos im-portantes, no controlan ningn medio, ni ningn ne-gocio mayor; pocos de sus miembros son periodis-tas, acadmicos o jueces prestigiosos, y estn escasa-mente representadas en las profesiones liberales. Alos cruciales campos simblicos de la poltica, de losmedia, de la educacin y de la ciencia, que formanel ncleo de la gestin por la lite de la mentalidadsocial, las minoras poseen reducido acceso, y vir-tualmente ningn control sobre ellos.

    3. As, en los media las rutinas de la elaboracinde noticias caracterizan a los grupos minoritarioscomo de menores importancia y credibilidad. Se losve poco noticiables, salvo si son percibidos comocausas de problemas o como responsables de crme-nes, violencias o desviaciones. Se los invita, entre-vista y cita menos, incluso en las noticias sobre ellosmismos. La prensa descuida sus organizaciones (siexisten), tiende a desplazarlas hacia las pginas dela basura en lugar de ponerlas en las primeras, ysus conferencias de prensa (si se dan) son ignoradaspor la corriente principal de los periodistas blancos.

    4. La minoras no slo gozan de menor acceso alos discursos de lite en tanto actores o expertos,sino que tambin son discriminadas cuando intentanentrar en instituciones de lite, cuando intentan en-contrar un trabajo. Y si entran o lo encuentran, tie-nen dificultades para obtener promocin. Es decir,tambin desde el interior son incapaces de cambiarlas rutinas, actitudes y criterios dominantes (blancos,de clase media, occidentales).

    5. Tambin a causa del limitado acceso de losgrupos minoritarios al discurso de lite en general, yal de los media en particular, tal discurso puede serms o menos tendencioso, etno- o eurocntrico, este-reotipado, cargado de prejuicios o racista. Es decir,las creencias tnicas prevalecientes entre el grupodominante influencian sus modelos mentales de lasrelaciones y de los acontecimientos tnicos. Deacuerdo con nuestra teora, ello puede producir dis-cursos similarmente tendenciosos en todos los nive-les de las estructuras y estrategias del texto y el ha-bla: seleccin de temas estereotipados (crimen, des-viacin, drogas, problemas, dificultades culturales,etc.), historias negativas, citas parciales, estilo lxico,titulares sesgados, etc.

    6. Dado que la poblacin blanca dispone en ge-neral de poca informacin alternativa sobre grupos

    minoritarios, y no tiene inters en practicar la origi-nalidad de pensamiento, propende a adoptar, y posi-blemente a adaptar, el discurso de la lite dominanteblanca. Se ha mostrado que ello conduce a resenti-mientos crecientes, a prejuicios y a racismo entre losusuarios de los media, que con frecuencia se mani-fiestan abiertamente en actos de discriminacin, y enel racismo cotidiano.

    8. Un anlisis similar es aplicable al acceso y alcontrol sobre el discurso poltico, el discurso educa-tivo, el discurso acadmico, el discurso corporativo,etc. A pesar de la competencia ocasional entre gru-pos de lite, no existe virtualmente conflicto entreellos en lo que concierne a las minorias y a su repre-sentacin. Por lo tanto, los discursos polticos o aca-dmicos sesgados pueden adoptarse con facilidad,reforzndose as el retrato negativo de las minorasen los media, los cuales a su vez confirman o in-fluencian otros discursos de lite.

    De este modo se establece una relacin generalentre el poder de la mayora y sus discursos en lareproduccin del status quo tnico. Los estereotiposy los prejuicios tnicos, dirigidos por ideologas sub-yacentes, etnocntricas o nacionalistas, se expresanentonces, y se reproducen, en los discursos de lite yen sus versiones populares, dentro del grupo domi-nante en sentido amplio. Y tales representaciones so-ciales a su vez constituyen la base de la accin y dela interaccin social, contribuyendo entonces a la re-produccin de la discriminacin y del racismo coti-dianos. Existe, por supuesto, oposicin a ello, tantopor parte de los mismos grupos minoritarios comotambin de fracciones disidentes del grupo dominante.Sin embargo, el discurso de oposicin, y en especialsus versiones radicales, tiende a ser marginalizado,y slo posee un acceso activo muy limitado a losmedia, y por tanto a la mentalidad pblica.

    Lo mismo vale para el discurso y las desigualda-des de clase, gnero, orientacin sexual, regiones delmundo, etc. Es decir, adems de la desigualdad deacceso y de control sobre los recursos materiales, losgrupos dominantes tambin tienen acceso y controlprivilegiados sobre los recursos simblicos, talescomo el conocimiento, la especializacin, la cultura,el estatus y, sobre todo, el discurso pblico. Obsr-vese con todo que el discurso no es slo un recursoms entre otros: como hemos argumentado ms arri-ba, quienes controlan el discurso pblico controlanampliamente la mentalidad social, e indirectamentela accin pblica; y, por consiguiente, controlantambin la estructura social, a despecho de los desa-fos, de la oposicin y de la disidencia.

    He aqu, para concluir, una sucinta enumeracin

  • ARGUMENTO 186 ANTHROPOS 35

    de los principales campos de investigacin en elACD: el discurso del poder, el discurso poltico; losdiscursos de los media; los estudios feministas; elanlisis del etnocentrismo del antisemitismo, del na-cionalismo y del racismo

    Otros campos adyacentes: las relaciones de poderentre doctores y pacientes, entre implicados en lainstitucin jurdica, en las instituciones educativas yen sus textos oficiales, en el mundo de los negociosy de las corporaciones, etc.

    Evaluacin

    Tomado en sentido amplio, el ACD ha producidouna gran cantidad de obras. Muchos de los estudiossociales y polticos sobre el lenguaje, su uso o eldiscurso tambin tratan cuestiones concernientes alpoder y a la desigualdad. As sucede explcitamentecon Ia mayora de los trabajos feministas sobre ellenguaje y el discurso, al igual que con los anlisisdel racismo y del antisemitismo. Las investigacionesde gneros o de dominios sociales enteros del dis-curso (como el discurso de los media) son ms omenos descriptivas o ms o menos crticas depen-diendo de los gneros que se consideren. Numerososestudios del discurso en los medios, en la poltica yen la educacin tienden a ser crticos, mientras queno ocurre lo mismo en el caso del habla mdica o dela comunicacin corporativa, por ejemplo.

    Aunque las nociones cruciales del poder, el dominioy la desigualdad se usan a menudo, la mayor parte delas perspectivas lingsticas sobre el discurso rara vezanalizan esas nociones con mucho detalle, descuidoque perjudica tambin a la indagacin sistemtica delcontexto social en general. A causa del papelpreponderante de la gramtica en la lingstica,muchos estudios tempranos se limitaron al anlisisdel uso de Ias palabras, de la sintaxis, y de aspectosde la semntica y la pragmtica del enunciado. Sloen un momento posterior tambin otras estructurasconversacionales y textuales recibieron atencin, unavez que la tarea crtica se hubo desplazado explcita-mente hacia una perspectiva discursiva.

    Debido precisamente a que el paradigma crticose centra en los lazos entre el lenguaje, el discurso yel poder, las dimensiones sociales y polticas han re-cibido en l una atencin casi exclusiva. Sin embargo,el nexo cognitivo entre Ias estructuras del discurso ylas estructuras del contexto social pocas veces sehace explcito, y usualmente aparece slo bajo formade nociones sobre el conocimiento y Ia ideologa(Van Dijk, 1998). As pues, a pesar de un largonmero de estudios empricos sobre el discurso y

    el poder, los detalles de la teora multidisciplinar delACD que debieran relacionar el discurso y la accincon la cognicin y la sociedad estn todava en laagenda.

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