El Animador Salesiano en El Grupo Juvenil

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DICASTERIO PARA LA PASTORAL JUVENIL SDB CENTRO INTERNACIONAL DE PASTORAL JUVENIL HMA ROMA 1987

EL ANIMADOR SALESIANO EN EL GRUPO JUVENIL

EDITORIAL CCS / MADRIDTitulo de la obra original: L'animatore salesiano nel gruppo giovanile, Documenti PG-12, Editrice SDB, Roma 1987. La serie VECTOR est promovida por el CENTRO NACIONAL SALESIANO DE PASTORAL JUVENIL de Madrid. HAN COLABORADO con Don JUAN E. VECCHI, SDB Consejero General para la Pastoral Juvenil y con Madre ELISABETTA MAIOLI, HMA Consejera General para la Pastoral Juvenil Giacomina Barresi Ofelia Brun Marisa Chinellato Mario Del piano Giancarlo De Nicol Dibujos: ngel Larraaga 1988. Editorial CCS. Alcal, 164. 28028 Madrid. No est permitida la reproduccin total o parcial de este libro, ni su tratamiento informtico, ni la transmisin de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrnico, mecnico, por fotocopia, por registro u otros mtodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del Copyright. Portada: Jos Luis Mena ISBN: 84-7043-487-X Depsito-legal: M-718-1988 Fotocomposicin CLARN, Madrid Imprime: Comercial MALVAR, S. L, San Leopoldo, 70/ 28029-Madrid Franco Floris Antonio Martinelli Giacinto Aucello Antonio Snchez Romo

Margherta Dal Lago ngel Larraaga

Presentacin Los grupos juveniles salesianos son una realidad y una promesa. Fermentan muchos de nuestros ambientes y estn presentes en todas partes. Sobre todo ejercen un influjo formativo real sobre los jvenes que los integran. En su animacin estn comprometidos los Salesianos y las Hijas de Mara Auxiliadora, que sienten la urgencia de hacer del grupo un verdadero instrumento educativo valorando toda su potencialidad para ayudar a los jvenes a madurar como hombres y como cristianos. Esto expresa su opcin de fundir educacin y pastoral, pero tambin es un desafo a su capacidad pedaggica. El problema mereca una reflexin sistemtica conjunta. No slo porque la experiencia asociativa de los Salesianos y de las Hijas de Mara Auxiliadora va adelante bajo una nica inspiracin y una praxis pedaggica comn, sino tambin para subrayar la presencia de muchachos y muchachas en muchos grupos animados por los Salesianos y las Hijas de Mara Auxiliadora y para facilitar la relacin y colaboracin que se est teniendo en las casas y en las inspectoras. Naci asila iniciativa de preparar juntos este documento orientador, que supone un paso ms en la elaboracin de los subsidios preparados hasta ahora por ambas Congregaciones, con una total coincidencia de opciones y orientacin. Consolidado el criterio de la validez de la experiencia asociativa, se analiza ahora el camino formativo del grupo y los cometidos del animador. Conscientes de sus lmites, pero satisfechos por haber podido reflexionar y hablar juntos, ofrecemos este documento a todos los animadores. Y deseamos que sea para todas las comunidades de Salesianos e Hijas de Mara Auxiliadora un estmulo eficaz para avanzar por el camino emprendido, cualificando el servicio educativo que damos a los jvenes en la perspectiva del ao 1988 y de Don Bosco.

Consejera General para la Pastoral Juvenil

Consejero General para la Pastoral Juvenil

Reunir el patrimonio que se ha venido formando sobre la animacin. La experiencia que han acumulado los Salesianos y las Hijas de Mara Auxiliadora es amplia, aunque a veces est constituida por una multiplicidad de fragmentos. Es una praxis concreta, que resulta de algunas intuiciones carismticas, especialmente inspiradas en el sistema preventivo. Pero es tambin una reflexin doctrinal, fruto de una lenta maduracin a partir de los Captulos Generales e Inspectoriales, de los Consejos Generales Salesianos y de las Hijas de Mara Auxiliadora, de los equipos de pastoral nacionales y regionales y de los centros de reflexin. Queremos llevar estos fragmentos a una sntesis que nos consienta centrar la situacin actual y nos impulse hacia adelante. Ayudar a tomar conciencia del hecho de nuestra opcin de ser educadores con estilo de animadores. En el trabajo pastoral escogemos el camino de la educacin de la persona: en la educacin escogemos el camino de la animacin. Qu significa fundamentalmente esta opcin? Implica acoger al joven en su situacin concreta de libertad y maduracin, despertar su capacidad, ayudndole a ser educador de s mismo. Quiere decir asimismo saber abrir su vida a nuevas propuestas, interesando su responsabilidad. Se trata, en resumidas cuentas, de considerar la educacin y la evangelizacin en su valor exacto y estimar vlido e importante para la autorrealizacin cada aspecto del desarrollo y cada germen de energa, aunque est oculto. Los recursos que esconde un joven, aunque pobre, constituyen sus posibilidades de crecimiento. Educacin-evangelizacin, vistas a la luz de la animacin, suponen una relacin educativa liberadora y de propuesta, un proceso educativo construido a partir de objetivos alcanzables, un modo especial de llevar adelante las experiencias

educativas y un determinado modelo de grupo. Cada uno. de estos elementos y su conjunto deben ser objeto de una nueva visin para que la opcin sea eficaz. Delinear el perfil del animador salesiano entre los jvenes. Muchos se sienten animadores. Pero, lo son de verdad todos? La figura del animador aparece llena de posibilidades, pero no bien delineada en su ser especfico y en su diferencia de las dems figuras educativas. Los Salesianos sienten, adems, que tienen algo original en su modo de animar. Qu aade o qu quita la denominacin de salesiano a un animador? Los animadores salesianos son religiosos/as, sacerdotes, laicos/as. Qu comparten en profundidad de modo que se sienten unidos, aun con diferentes vocaciones eclesiales? Entendemos por animador salesiano a quien vive en unidad inseparable una experiencia original de hombre, de cristiano y de salesiano. Esta experiencia ilumina su vida de cada da y lo sostiene en una decisin: ayudar a crecer a los jvenes. Educar no es para l un deber aadido o superpuesto a otros aspectos de su existencia, que considera ms importantes. Es, por el contrario, la mejor expresin de su riqueza de hombre, de cristiano y de salesiano. Es su modo de concebir la vida, como posibilidad continua de crecimiento; su modo de amar a los jvenes, abriendo sus horizontes a la esperanza; su modo de manifestar el amor de Dios, que llama a todos a la plenitud de su comunin siguiendo el camino del hombre. Cree en los recursos naturales y sobrenaturales del hombre, acepta los valores del mundo y no se lamenta del tiempo en que vive (CC 17 Salesianos). Intuye que su estilo de educar tiene una originalidad propia; se siente animador de la vida en su conjunto: vida personal, social, cultural, religiosa. Volver a reflexionar sobre la prctica de la animacin en el grupo. En muchos aspectos, la animacin se parece, an hoy, a un programa de ordenador. Muchos hablan de l, pero cada uno a su manera. Con frecuencia es una palabra en la que confluyen modos de pensar, de actuar, de contrastar pareceres, muy diferentes. Hay quien la reduce a iniciativas bien organizadas y a tcnicas variadas. Animacin es, sin duda, un tema lleno de significados, aunque no siempre precisos y claros. Tal vez de aqu brota una cierta confusin. Se corre el peligro de yuxtaponer tcnicas nuevas a mentalidades y mtodos superados. Si hace falta, por tanto, aclarar lo que significa animacin, mucho ms urgente se hace definir qu es lo que hace y cmo acta el animador en un grupo . Es el dirigente que ha modificado sus mtodos directivos? Es el lder, figura clsica en tiempos pasados? Hace lo que se le confiaba al antiguo consiliario? Hace falta subrayar que la opcin de la animacin supone un cambio en el modo de estar del adulto en el grupo juvenil. No es slo cuestin de buena voluntad o de entusiasmo apostlico. Elegir la tarea de educar en los grupos con el estilo y los mtodos de la animacin exige profundizar servicios, mtodos y actitudes

especficos. Para animar un grupo, como para otros cometidos, se exige competencia. 3. DESTINATARIOS Este documento se ha hecho para quienes desarrollan un cometido de animacin en los grupos juveniles, especialmente en los que tienen en cuenta de modo explcito la espiritualidad salesiana. Est, por tanto, destinado, en primer lugar como continuacin del tema de la propuesta asociativa, a los Salesianos, a las Hijas de Mara Auxiliadora, a los Cooperadores Salesianos, a los Antiguos Alumnos Salesianos y a todos los que, sean jvenes o adultos, han escogido educar a travs de grupos segn el estilo salesiano. Puede usarse para la formacin inicial y para la formacin y cualificacin permanente. La animacin es, con todo, un tema que se refiere a muchas otras realidades: la escuela, el centro juvenil, la zona, etc. La aplicacin a todos estos contextos se basa en premisas comunes. El documento, pues, vale perfectamente tanto para quienes animan grupos de jvenes o de adultos, como para quienes deben animar comunidades educativas y estructuras pastorales. 4. CRITERIOS DE REDACCIN La reflexin sobre los fines y los destinatarios ha llevado a escoger algunos criterios para la redaccin del documento, criterios que conviene tener presentes en su lectura. Una participacin de orientaciones y criterios entre todos los que se ocupan de los jvenes en un ambiente, aunque tengan cometidos diversos, es indispensable para integrar convenientemente objetivos e iniciativas. La estructura interna Pedagoga salesiana-animacin-grupo-animador son los ejes principales de todo el tema. Los significados y las exigencias que se dan en la animacin hay que situarlos dentro del patrimonio pedaggico salesiano, entregado hoy a responder a los nuevos retos de la educacin. Se seala al grupo como el lugar ms apto para la formacin del joven; y se considera al animador como la figura de educador salesiano ms capaz de asumir el proceso global de crecimiento del grupo. Sobre esta estructura fundamental se desarrollan y se entrelazan los ncleos temticos. Una mirada a las intuiciones y a las opciones prcticas de la pedagoga salesiana en busca de soluciones para los retos educativos, permite descubrir en la animacin interesantes grmenes de respuesta, aun dejando abiertos algunos problemas (cap. 1). La presentacin del perfil del animador salesiano, como brota de cinco referencias la comunidad, la espiritualidad, el proyecto educativo-pastoral, el camino formativo, los grupos en los que se ofrece el servicio, ayuda a captar la originalidad de esta figura (cap. 2).

Una reflexin especial sobre los procesos educativos que pueden darse en grupos abiertos a todos los jvenes, aun a los ms pobres, acenta el mtodo y el camino de formacin humana y cristiana del grupo (cap. 3). Se presenta entonces la cuestin de los cometidos del animador en estos procesos. No se pretende enunciar todos. No sera posible. Los cometidos del animador, en efecto, son dinmicos y se delinean de forma diversa segn el grupo. Sin embargo, y siguiendo siempre la inspiracin salesiana, el documento desarrolla cuatro que parecen fundamentales: ayudar a los jvenes a convertirse en grupo; mediar entre el grupo y el ambiente; ayudar a proyectar un nuevo estilo de vida; acompaar a los miembros del grupo en las opciones personales (cap. 5, 6, 7, 8). Alrededor de ellos se agrupan las indicaciones principales que configuran la funcin global del animador. La eleccin de contenidos Elegidas la estructura interior y la formal, haca falta proceder al examen de los contenidos. El material, que exista acerca de la dinmica de grupo o la propuesta formativa, era muy abundante. Ms que presentar por extenso y de modo orgnico mtodos, contenidos, tcnicas de grupo, se ha escogido proceder por constelaciones de referencias suficientes para esbozar los ncleos fundamentales de la vida de los grupos. Ha parecido ms importante ofrecer, ahora, una sntesis nueva, que recoger indicaciones detalladas sobre cada punto. Estas se pueden encontrar fcilmente en otras fuentes; traerlas aqu habra supuesto una extensin que nos pareca inoportuna. No nos hemos limitado, sin embargo, a codificar lo que ya corre por ah, sino que hemos tratado de sugerir horizontes hacia los que hay que caminar. Esto nos ha llevado a beber especialmente en dos fuentes: la experiencia que se est haciendo en las dos Congregaciones y la reflexin terica elaborada por los Centros de pastoral. Hay referencia a muchos detalles que se encuentran en los numerosos estudios sobre la realidad de la animacin en general y de los grupos juveniles de modo especial. El documento se ha visto sometido a examen por grupos de operadores y se ha vuelto a estudiar, discutir y profundizar en reuniones de anlisis. Las observaciones hechas en esas reuniones han sido una primera prueba de la utilidad prctica del material que se ofrece. La eleccin del lenguaje A diferencia de los documentos anteriores, nos hemos orientado hacia un estilo menos esquemtico, algunas veces bastante desarrollado. Esto convierte el documento ms en un texto que hay que meditar que en un instrumento de aplicacin inmediata y de consulta. Aun sintiendo los autores la exigencia de un lenguaje fcil, de divulgacin, lo especfico del tema (animacin, grupos, educacin) ha exigido tambin el uso de trminos tcnicos. Esto puede suponer una dificultad para el que no domina el

mundo de la animacin y de los fenmenos sociales; al mismo tiempo, puede estimular la bsqueda de una mayor profundizacin en el campo educativo. Hay perspectivas que aparecen en diversas partes del texto. Por querer mostrar la unidad de los objetivos y del proceso que tiene lugar en los grupos, se ha preferido repetir las perspectivas en vez de obligar a continuos repasos del concepto, obligando a una lectura ms fatigosa. Algunas palabras, adems, se usan en su significado amplio, sin las precisiones que haran pesado el texto. El trmino salesiano, referido a diversas realidades (animadores, lugares, rasgos, etc.) incluye siempre, aun cuando no se explicite, a los Salesianos, las Hijas de Mara Auxiliadora, los Cooperadores Salesianos, los Antiguos Alumnos Salesianos y, en general, a todo colaborador que acta en los grupos juveniles y que asume conscientemente el estilo educativo de Don Bosco. Nos referimos a los componentes del grupo usando el trmino jvenes. Todo lo que se dice en el texto se refiere tanto a los grupos de chicos-chicas, como a los de adolescentes y jvenes. Las referencias y el lenguaje, no obstante, se adaptan ms precisamente a estos ltimos. En la misma lnea est el uso del masculino solo (animador, educador, compaeros, etc.) cuando una explicitacin completa exigira tambin el femenino. Para facilitar la visin de conjunto de todo el documento y de cada captulo, se han incluido esquemas grficos que ponen de relieve la sucesin y el entrelazado de los ncleos temticos. 5. SUGERENCIAS PARA LA LECTURA De los criterios de redaccin brotan algunas sugerencias para la lectura del documento. Cada captulo constituye una sntesis de muchas referencias que convergen en un nudo de animacin: figura del animador, procesos de grupo, itinerario. Esto desaconseja una lectura precipitada. Hay que estudiar y profundizar el texto, ms que leerlo rpidamente. Se recomienda la lectura en grupo o por medio de personas capaces, al menos al principio. Para los Salesianos podran ser los delegados inspectoriales de pastoral juvenil; para las Hijas de Mara Auxiliadora, las coordinadoras inspectoriales de pastoral juvenil; para los jvenes, los animadores adultos del grupo. Se requiere tambin que se contraste lo que se dice en el texto y la experiencia de los lectores. El documento es una invitacin a sacar consecuencias de la actuacin, convenientemente profundizada, mediante cuadros de referencia enriquecidos. Se ha trabajado en la redaccin de este texto casi durante dos aos con la ntima certeza de poder compartir con muchos operadores de pastoral la conviccin de que ya han hecho camino las dos Congregaciones y con la esperanza de poder

ofrecer sugerencias tiles para progresar. No es una sntesis definitiva. Es slo una indicacin autorizada para consolidar lo que se ha alcanzado ya y para abrir nuevas fronteras en las que hacer educacin y pastoral. Roma, 24 de junio de 1987

EN EL GRUPO JUVENIL

CAPITULO PRIMERO La animacin: una propuesta entre intuiciones y desafos La experiencia educativa salesiana se desarrolla en el tiempo, iluminada por algunas inspiraciones capaces de vitalizar y dar siempre nuevas experiencias de humanizacin y evangelizacin. Halla su fuente en el sistema preventivo y en sus tres grandes recursos: razn, religin y amabilidad. Para introducir el tema EL ANIMADOR SALESIANO EN EL GRUPO JUVENIL parece conveniente abarcar con la mirada el pasado y el presente para descubrir la continuidad y la novedad de la experiencia acumulada. Recordar el pasado e intentar un balance es indispensable para avanzar hacia cualquier nuevo paso para afrontar los problemas que surgen. Los Salesianos y las Hijas de Mara Auxiliadora y sus colaboradores se encuentran con los jvenes en ambientes de amplia acogida, en los grupos y en la relacin personal. Los encuentran tambin en los nuevos lugares de reunin y a travs de los mensajes de la comunicacin social: son los jvenes lejanos, los jvenes voluntarios, los jvenes comprometidos. Para sostener este esfuerzo han emprendido un camino Original marcado por momentos de reflexin y por iniciativas a veces novedosas. No es fcil sintetizar esta experiencia viva y mltiple, antigua y reciente. Sin embargo es posible especificar algunas intuiciones educativas fundamentales y algunas opciones metodolgicas que la caracterizan y constituyen sus bases. Ellas contienen normas para afrontar de un modo nuevo los principales retos que se oponen hoy a la educacin y ayudan a iluminar los problemas que surgen en la prctica de la animacin. 1. LAS INTUICIONES FUNDAMENTALES Las intuiciones son aquellas percepciones de la realidad juvenil, que tienen para nosotros la luz de la evidencia. Se enraizan en el don de la predileccin por los jvenes que caracteriza nuestra vocacin. Nos llevan inmediatamente, como por instinto, al corazn de algunos elementos que tienen relacin con la salvacin de la juventud, dndonos una comprensin original de ella. Inspiran y sostienen toda la praxis educativa en cualquier ambiente y por cualquier procedimiento que se realice. Enunciamos seis de esas intuiciones. La confianza en el hombre La primera intuicin es la confianza en la persona y en sus fuerzas para el bien, como tambin en la cultura humana que se desarrolla en el tiempo. La fuente ltima de esta confianza es esencialmente religiosa: es confesar que desde la muerte y resurreccin de Jess, el Espritu Santo anima en las personas y en la historia aun dentro de la radical fragilidad y de la experiencia de pecado y de muerte una respuesta positiva a los designios divinos de salvacin. Confianza ante todo en el joven: cualquiera que sea su situacin actual, creemos

que hay en su interior recursos que, convenientemente avivados y alimentados, pueden hacer surgir la energa necesaria para formarse. Fue la experiencia de Don Bosco al visitar las crceles, manifestada en esta mxima: En todo joven hay un punto accesible para el bien. Todo camino educativo parte, por lo tanto, de la valoracin de lo que el joven lleva dentro y que el educador trata de descubrir con inteligencia, paciencia y fe, siguiendo la direccin del trinomio: capacidad de usar positivamente de la razn, apertura y ansia de Dios y entrega y capacidad de afecto y amor. Confianza, adems, en lo que la humanidad ha producido en el tiempo y sigue produciendo como cultura humana. Aunque sea crtica contra las falsas humanizaciones y las destrucciones del hombre, de la naturaleza y de los pueblos, la experiencia salesiana no da un juicio negativo sobre la idea social. Ms bien ve aflorar, a pesar de tantas contradicciones, la anticipacin del Reino de Dios en la cultura y en la historia. La fe cristiana y salesiana nos manda acoger lo humano, purificarlo y liberarlo, para hacerlo crecer en espera de la gran promesa del cielo nuevo y la tierra nueva, hacia donde, como Don Bosco, nos sentimos en camino junto con los jvenes. La fuerza liberadora del amor educativo Una segunda gran intuicin es que la fuerza del bien en los jvenes, para poder desarrollarse, necesita un amor liberador de tipo educativo. Ellos solos, sobre todo y ms que nunca en la sociedad compleja y pluralista de hoy, no consiguen expresar las energas que llevan dentro ni llegar a la gran experiencia madurada por el hombre y recogida en la historia. En cambio, en contacto con educadores que nutren una profunda pasin y amabilidad educativa, los jvenes se sienten apremiados a manifestar su parte mejor y aprenden a hacer propia la experiencia cultural y religiosa que les ha precedido. El amor educativo, como lo ha vivido y redescubierto la experiencia salesiana en estos aos, tiene dos grandes subrayados: La valorizacin de la relacin interpersonal, caracterizada por la confianza, el compartir, la acogida recproca, como fuerza que da seguridad al joven en s mismo y lo abre a la bsqueda de Dios, de cuyo amor es una manifestacin y una voz el amor del educador; El valor de hacer propuestas sealadas por el gusto del bien, lo bello, lo verdadero, experimentadas en un modo comprometido y orientadas a construir ms bien que a obstaculizar y contener. Slo as, las energas del bien son fecundadas por la experiencia humana y por la fe y fructifican en el plano personal y colectivo. La educacin, camino a la evangelizacin La tercera intuicin es un modo original de abrirse los jvenes a la fe. Hablamos de educacin como camino hacia la evangelizacin, a la luz de la orientacin que se ha hecho patrimonio comn: educar evangelizando y evangelizar educando.

En efecto, no se comprende bien la accin salesiana si no se parte de la caridad pastoral que anima a los salesianos y a sus colaboradores. Ella incita a buscar a los jvenes donde se encuentra su libertad y genera el ansia evangelizadora de hacerles partcipes del Reino de Dios. El ansia evangelizadora y el discernimiento educativo dan vida a dos procesos que se influyen mutuamente hasta integrarse en un nico itinerario formativo. El proceso educativo ayuda a los jvenes a asumir y amar la vida a travs de respuestas personales arraigadas en los grandes valores humanos, hasta reconocer que la existencia lleva consigo una pregunta religiosa. El proceso de evangelizacin propone la fe como respuesta y provocacin ulterior al amor de la vida, hasta reconocer que Jess es el Seor y la plenitud de la vida. El anuncio de la fe es, de este modo, un impulso siempre ms intenso de humanizacin y se refleja sobre todos los aspectos del crecimiento humano. En el estilo salesiano, los dos procesos constituyen el nico itinerario formativo: la educacin abre a lo religioso y a la escucha y acogida del Evangelio. El Evangelio se hace semilla, dentro de la experiencia madurada hasta aquel momento, y restituye a los jvenes un nuevo proyecto cotidiano. La vida: tema central del dilogo educativo y religioso La cuarta intuicin es el hacer de la vida el tema central del dilogo educativo y espiritual: la vida cotidiana en sus pequeas, actuales pero decisivas sorpresas, problemas, temores, esperanzas, proyectos. Se trata de compartir con los jvenes un profundo amor a la vida, que halla su fundamento en la buena noticia del Evangelio que hay que acoger, y por el que hay que dejarse transformar. Todos hacen referencia a la vida, pero, detrs de tantas palabras y experiencias, el joven se expone a no llegar a una respuesta personal, al porqu vivir y al cmo dar a la propia vida un sentido concreto. La educacin salesiana se hace cargo de esto, llegando a concebir su proximidad a los jvenes como ayuda a descubrir y apasionarse de la vida en su plenitud, a vivirla alegremente como un don que hay que comprometer para los otros, y enraizara en los valores evanglicos. Todava resuena la expresin de Don Bosco: Yo quiero ensearos un modo de vida cristiana que pueda haceros alegres, tanto que podis decir: servimos al Seor con alegra. Y la otra expresin: Yo os quiero felices ahora y en la eternidad. Dialogar sobre la vida cotidiana es ayudar a comprender que, a pesar de la pobreza de las situaciones cotidianas y las limitaciones que condicionan la existencia entera, el hombre es capaz de hacer humana la vida y de disfrutar en ella de la felicidad. Dialogar sobre la vida cotidiana es, al mismo tiempo, dar en ella ocasin para expresar una pregunta religiosa en la bsqueda del misterio de Dios, abrindose al Evangelio, hasta decidirse a amar la vida como la am Jess y como en los siglos pasados la han amado los cristianos. Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia (Jn 10,10).

El protagonismo de los jvenes en el proceso educativo La quinta intuicin es la conviccin sentida, y no exenta de ambivalencia, de que los jvenes deben ser los sujetos protagonistas de su crecimiento humano y en la fe. Esto no significa abandonarles a s mismos. La accin salesiana quiere despertar en el joven una colaboracin activa y crtica en el camino educativo, a la medida de sus posibilidades. Estamos convencidos de que en el joven existe, a pesar de los condicionamientos interiores y ambientales, una semilla de libertad a la cual el educador debe apelar continuamente; y, con su presencia, debe hacerla crecer hacia una autonoma siempre ms consciente y rica de valores. Esa semilla de libertad es el lugar donde el Espritu del Seor resucitado apremia a hacerse cargo con responsabilidad de la propia vida. El joven no puede ser considerado slo como objeto o receptor de normas y propuestas, pero tampoco puede ser abandonado a s mismo. Est llamado a hacer experiencias, y asimilar y construirse una escala de valores culturales y religiosos, que ha de ser su indispensable patrimonio. El educador, por su parte, se considera obligado a descubrir, respetar y valorar la originalidad de cada individuo, favoreciendo sus caractersticas y disposiciones. La madurez slo se alcanza, si entre educadores y jvenes se crea una colaboracin activa y consciente. El xito est en conseguir la autonoma del joven, la capacidad de andar solo, de hacer elecciones crticas, de inventar un estilo de vida significativo, llegando a decisiones y modos de vivir, a veces sorprendentes para el mismo educador, que le ha acompaado en el camino. La apertura a todos los Jvenes y a cada joven La sexta intuicin es el cuidado de elaborar propuestas en las que todos los jvenes puedan quedar incluidos. Si Don Bosco afirmaba: Basta que seis jvenes para que yo os ame mucho, vivir segn el estilo salesiano hoy es equivalente a sentir simpata y voluntad de contacto con todos los jvenes (C 25 Salesianos), de modo que sea para cada joven espera acogedora y presencia activa y testimonial (C 67 Hijas de Mara Auxiliadora). La cordialidad y la amistad hacen al salesiano como un punto de referencia para todos, sobre todo para los jvenes ms pobres, para los que tienen menos seguridad afectiva y social. Con sos, en particular, el salesiano est dispuesto a compartir angustias y problemas, para acompaarlos en los momentos decisivos de la existencia. La apertura a todos los jvenes no significa el rebajamiento de las metas educativas, sino la urgencia de ofrecer a cada uno todo lo que necesita aqu y ahora, pidindole que corresponda con hechos, segn sus posibilidades. Todos los jvenes que viven en ambientes salesianos entran en contacto con un mismo proyecto de vida y de espiritualidad. En cierto modo, caminan recorriendo un mismo itinerario hecho con retazos de diversos recorridos educativos y

religiosos a la medida de los diversos sujetos o grupos. Esta gradualidad y diferenciacin dentro de un camino nico es una eleccin que identifica el servicio salesiano a todos los jvenes. 2. LAS OPCIONES OPERATIVAS Entendemos por opciones operativas las elecciones fundamentales del mtodo educativo, que unidas a las intuiciones carismticas se han hecho patrimonio comn, y son aplicables a todos los ambientes donde trabajan los Salesianos y las Hijas de Mara Auxiliadora. Tambin en el mbito de las opciones es difcil llegar a tener un conocimiento completo de todo lo que se hace en unos y otros sitios. Pero en la diversidad y complejidad de las situaciones hay denominadores comunes, qu vamos a sintetizar en algunos ncleos compartidos por todos. Vivir la acogida El sistema preventivo es pedagoga de la acogida gratuita y desinteresada. No es una simple intuicin terica, sino que llega a ser un modo de educar a los jvenes, cuando se cumplen algunas condiciones: La creacin de un clima de relaciones interpersonales, amistosas, entre los jvenes y entre educadores y jvenes, en el que prevalece la confianza recproca, la espontaneidad, el dilogo, el compartir. La aceptacin de los jvenes tal como son, sin demasiados filtros para seleccionar la entrada y la salida de un ambiente salesiano. Hay, ciertamente, criterios de admisin, para que no degenere el ambiente educativo; pero estn reducidos al mnimo, para que a cada uno le sea dada la posibilidad de emprender un camino educativo. De este modo, la acogida no es slo una relacin entre personas, sino una cualidad del ambiente salesiano. As el joven puede sentirse en su casa sin que se le impongan contrapartidas impracticables y selectivas. La tensin entre lo que los jvenes llevan dentro de s como expectativas, intereses, intuiciones, y las propuestas que fecundan tales expectativas e intereses para ayudar a tomar decisiones sobre la existencia propia y colectiva. Acogida no es sinnimo de silencio educativo o de ausencia de propuestas, sino que significa hacer posible, con decisin y fantasa, que se encuentren: mundo de los jvenes, fe, tradicin cultural y religiosa. Crear ambientes de tipo oratoriano El trmino oratoriano no est referido a una institucin, sino a un modelo o imagen de ambiente educativo. En esta opcin hay que sealar diversas elecciones. Proponer mltiples actividades para corresponder a los intereses de los diversos jvenes. Esto no es simple activismo. Es seleccionar una forma de aprendizaje activo, en el cual se recurre a experimentar, a investigar, a ser protagonistas, a inventar, a manifestar iniciativas en un ambiente suficientemente elstico y moldeable. Estas actividades son el lugar en el que las expectativas de los

jvenes entran en contacto con las propuestas de valor y de fe de los educadores. Se trata siempre de experiencias educativas. As los jvenes quedan comprometidos sinceramente al descubrimiento de los valores, y los asimilan vitalmente. Ayudar a los jvenes a pasar del hacer experiencias varias al madurar una experiencia de vida; esto es, a individualizar y a practicar un estilo de existencia arraigado en la tradicin, pero, a la vez, reinventado a la luz de la fe y de las exigencias positivas del hombre de hoy. Esto requiere el hacer, pero tambin el repensar, el reflexionar, el discernir, el valorar. Y requiere tambin inteligencia y corazn para proyectar nuevas iniciativas y actividades, a la luz de la experiencia acumulada y de los horizontes descubiertos. Buscar el unir experiencias entre s con una pertenencia creciente al ambiente. Si las actividades no ayudan a reconocerse en el ambiente educativo, resultan un intil derroche de energas. Los Salesianos, por eso, estn atentos a la fuerza resolutiva del ambiente, como una atmsfera unificadora, donde lo que se dice se encuentra ya actuado, y resulta, por lo mismo, condicin, vehculo y proposicin de valores. El clima, el espacio de libertad, el espritu de solidaridad, el protagonismo educativo, son los elementos ms importantes que permiten a toda comunidad educativa acercarse al modelo oratoriano. Estar con los jvenes Es el principio de la asistencia salesiana. El asistente-educador vive su funcin entre el compartir cotidiano y apasionado de la vida de los jvenes y el empeo de servir de estmulo, propuesta, enriquecimiento humano y religioso, sumando todo ello a las conquistas que los jvenes ya han hecho. La conviccin de fondo es que la vida del joven desarrolla toda su potencialidad positiva, cuando los educadores no se sustraen al deber de estar presentes y activos, sino que ofrecen elementos de maduracin, previenen situaciones negativas y abren constantemente a una visin humana y religiosa de la existencia. Esta opcin se concreta en algunos subrayados: Jvenes y adultos viven en nica experiencia educativa, cada uno segn su propia riqueza personal y su propia competencia: estn todos en la escuela, siendo los unos educadores de los otros. Descubrir la funcin especfica del adulto. El es consciente de que debe transmitir, en nombre de la sociedad y de la Iglesia, todo lo que se ha elaborado a lo largo de la historia; pero tambin de que debe distinguir lo que en ese patrimonio es un valor perenne o una experiencia caduca. Sabe, sobre todo, que su tarea es hacer entrar en sintona los valores humanos y religiosos con las intuiciones que las diversas generaciones juveniles llevan consigo. Valorizar el estar juntos como lugar educativo. No se est juntos para intentar despus educar y hacer proposiciones. El convivir cotidiano, inspirado en el amor

a la vida, y la pasin evangelizadora son ya un intercambio de valores humanos y de fe. Estar con los jvenes no es una prdida de tiempo, sino una comunicacin inmediata y vital, mucho ms eficaz que la comunicacin solamente verbal. Esto requiere un gasto de energas fsicas, psquicas y espirituales, que compromete fuertemente al educador. Favorecer la experiencia de grupo Se parte de la conviccin de que para educar en el estilo del sistema preventivo es esencial que los jvenes hagan una experiencia de grupo con la presencia de uno o varios educadores. La opcin por el grupo es considerada hoy como irrenunciable. El sale-siano fomenta el grupo, porque sabe que tal forma de agregacin, ms que cualquiera otra: constituye la mediacin entre la gran masa en la que existe el peligro del anonimato, y la soledad exasperada que lo encierra a uno en s mismo; ayuda al joven a encontrar ms fcilmente su propia identidad y a reconocer y aceptar la diversidad de los otros; es el banco de prueba para hacer experiencia de solidaridad y encontrar valor para aventurarse en ese terreno donde se producen la confrontacin y el dilogo, que, a veces, constituyen experiencias duras de las cuales se quiere huir; es paso, casi obligado, para madurar una experiencia de comunidad y de iglesia, interiorizando el mensaje y las posturas evanglicas; es signo de vitalidad dentro de una comunidad educativa ms vasta: permite a los jvenes ser protagonistas y elaborar valores con las categoras culturales a las que son sensibles. La propuesta educativa de hacer grupo ha adquirido en los ambientes salesianos algunas caractersticas: la espontaneidad en el asociarse: esto es ms una conquista que un punto de partida. En los grupos de tiempo libre la agregacin espontnea requiere el practicar la fidelidad, la participacin, el desinters en el trato amistoso; en una clase escolar se llega a la espontaneidad, superando obstculos como el formalismo en la relacin, la concentracin exclusiva en el estudio y en el propio xito; la valorizacin de todos los intereses juveniles, como elementos en torno a los cuales es posible agruparse. Todo legtimo inters resulta educativo y ofrece la posibilidad de emprender y recorrer un camino de crecimiento: el deporte, la msica, el turismo, el servicio a otros, la profundizacin de la fe, etc. El grupo es, pues, un lugar donde vivir la tensin positiva entre lo que existe, digno de ser valorado, y las propuestas culturales y religiosas que se han de hacer. Proyectar itinerarios El crecimiento humano y cristiano de los jvenes no est confiado slo a la experiencia gratificante de las actividades o a la capacidad unificadora del ambiente. No se funda tampoco sobre la suma de contenidos educativos o

catequsticos sistematizados, una vez para siempre, y adaptados a todos. La experiencia debe adecuarse a los muchachos que viven diversas situaciones personales y ambientales, aun calculando siempre la meta a la que se tiende. Se trata, por lo tanto, de pensar cules son los objetivos ms urgentes, y ms adaptados a los jvenes concretos; programar contenidos progresivos y modos de interiorizacin; organizar todo en forma dinmica y flexible como respuesta a la vida; caminar hacia la meta del buen cristiano y del honrado ciudadano, tratando de consolidar permanentemente algunos valores, actitudes y capacidades fundamentales; hacer evaluacin, finalmente, para discernir a travs de los resultados comprobados, la adecuacin de las propuestas y de las intervenciones. Esto significa, en resumen, elaborar itinerarios. A pesar del cuidado con que se programa, siempre estamos dispuestos a comenzar de nuevo para volver a ofrecer a todos la posibilidad de caminar, a los que comienzan y a los que han perdido el paso. 3. LA ANIMACIN DE GRUPO Hemos presentado, con ligeras alusiones, las caractersticas principales de la pedagoga practicada en los ambientes salesianos. El recordar esa experiencia tiene una finalidad ms amplia. Lo hemos hecho para dar un paso hacia adelante. A este adelante le damos el nombre de animacin de grupo. El grupo nos remite a las vivencias de muchos Hermanos, Hermanas y colaboradores laicos, y significa un ncleo crucial de la pedagoga salesiana de ayer y de hoy. El trmino animacin evoca una constelacin de significados nuevos, no siempre bien comprendidos. El introducirlo no quiere ser una concesin a la moda, un repetir viejos contenidos con nuevas palabras, dejando inalterable la substancia. Se trata ms bien de constatar que el camino recorrido para actualizar el sistema preventivo, ha originado nuevas expresiones que no se pueden reducir, sin ms, a cuanto se ha vivido y practicado hasta nuestros das. Un camino El trmino animacin, usado a partir de la segunda mitad de los aos 70 para expresar una pregunta muy sentida, ha entrado en el vocabulario salesiano y ha sido codificado en los textos constitucionales y en los documentos capitulares. Acogida con carcter de principio, la prctica de la animacin ha ido madurando ulteriormente a travs del anlisis de sus mltiples implicaciones. La animacin resulta uno de los tres puntos fundamentales que aseguran la realizacin de una pastoral-educacin y exige la eleccin del proyecto y de la comunidad educativa. La profundizacin de la animacin en el campo educativo ha venido a converger, y en parte ha provocado el despertar de la experiencia asociativa, no como paralela

o contrapuesta a las instituciones complejas y organizadas, sino como dinamismo que puede completarlas y modificarlas. El asociacionismo ha aparecido como una experiencia capaz de recoger las nuevas exigencias educativas de personalizacin y participacin, que no son fomentadas por otras instancias sociales. Han surgido grupos y asociaciones autnomos o unidos en formas diversas. Salesianos e Hijas de Mara Auxiliadora han tratado de hacer educacin y pastoral en esa realidad. Mientras ellos personalmente se han cualificado, han comprometido a los jvenes en este mismo servicio de animacin. Los estudios que han intentado hacer una sntesis de la experiencia asociativa actual han tratado de captar su espiritualidad y de hallar el punto focal de las intuiciones metodolgicas esparcidas en sus diversas expresiones. La animacin y el animador de grupo han aparecido as en el centro de la problemtica, de las preguntas y de las posibilidades educativas. Confrontacin con los nuevos desafos Si el trmino animacin parece ser el ms adaptado para expresar el camino de la reflexin educativa hecha en los ltimos aos, parece tambin el ms idneo para responder a los desafos del proceso de cambio cultural que est influyendo en la humanidad entera, y para sugerir las respuestas exigidas por las nuevas generaciones para un crecimiento integral. No es indiferente para el animador conseguir especificar esos desafos, formularlos y jerarquizarlos correctamente para encontrar respuestas convenientes a los problemas reales. Por eso sealaremos algunas de ellas. Se asiste hoy a una proliferacin de imgenes de hombre frecuentemente contrapuestas. Con ms frecuencia an se ofrecen aspectos parciales de la imagen de hombre, incompatibles entre s, transmitidos por las ms variadas entidades. En este contexto estamos invitados a acompaar a los jvenes en su maduracin como hombres y como cristianos. Eso exige que nosotros tengamos clara la imagen de hombre y de cristiano que gua nuestro trabajo educativo. B desafo que todo lo anterior supone est en especificar el horizonte humano y religioso en que debe moverse hoy la educacin y las metas que ella est llamada a perseguir. Se requiere para esto una profunda reflexin sobre el patrimonio social y eclesial; y adems urge saber formular qu cosa significa, en concreto, el ser hombre y cristiano. Es necesario dar vida a modalidades educativas que defiendan al joven de la dispersin a la que est expuesto en la vida social, y que le ayuden a componer una imagen en base a la cual pueda construir su propia individualidad. La animacin subraya la necesidad de un clima de comunicacin con otros jvenes, y entre jvenes y adultos, que facilite la maduracin de los valores, para hacer una sntesis entre los varios mensajes y la experiencia personal. El grupo, en efecto, como lugar de comunicacin, es un laboratorio ideal donde los jvenes, en sintona con el ambiente cultural, social y eclesial, pero tambin a travs de parmetros y cuadros de referencia elaborados crticamente, viviendo y trabajando

juntos, lleguen a proyectar una imagen de hombre y de cristiano en base a la cual puedan orientarse. Nos encontramos en un mundo de ofertas sensoriales obsesivas, que va cultivando exasperadamente esa sola dimensin del vivir; por eso, el individuo est frecuentemente dividido, compuesto de partes que parecen desarrollarse autnomamente y de modo contradictorio. En ese contexto, la prdida de la unidad subjetiva del hombre, y en particular del joven, no es un riesgo imaginario. Hacer unidad, dar vida a una conciencia personal, llegar a una coherente escala de valores, resulta con frecuencia una empresa difcil. El desafo, en esa situacin, est en hacer convivir razn y sentimiento, libertad y ley interior, individualidad y solidaridad, vida privada y participacin social. Resulta adems problemtico, particularmente para los jvenes, hacer lugar en la propia vida a una madura dimensin religiosa, premisa indispensable para abrirse a una propuesta de fe cristiana. Es necesario, por eso, ayudar a los jvenes a enraizarse en la cultura como totalidad coherente y expresiva de significados y valores; a redescubrir la riqueza del propio ambiente de vida; a buscar las condiciones para realizarse a s mismos. Sin embargo, lo que se pide al animador no es trasvasar en los jvenes una cultura ya hecha, sino prepararlos para hacerla, para reelaborarla, para implicarse en la produccin de nuevos valores y expresiones culturales. Se vive hoy da un tiempo de crisis de los procesos formativos de las nuevas generaciones. Es notable la dificultad de transmitirles, de modo significativo y factible, el patrimonio cultural, social y religioso; as como tambin es arduo educar y dar respuestas personales, siempre ms conscientes y motivadas, enraizadas en la experiencia de la humanidad. Los procesos de socializacin y de inculturacin resultan pulverizados y contradictorios a causa del multiplicarse de las competencias. Los procesos educativos en familia, en la escuela, en la comunidad cristiana, parece que no logran alcanzar su intento. Todo esto provoca en los jvenes un profundo desasosiego existencial. El desafo est en inventar lugares, procesos, formas de relacin y comunicacin, que permitan entregar a los jvenes en forma satisfactoria el patrimonio de humanidad elaborado por generaciones pasadas y animar los recursos personales de los jvenes en la lnea de la creatividad, de la continuidad, de la novedad. Es necesario, por tanto, dar vida a nuevos lugares y procesos de transmisin y educacin que estn en grado de apoyar a la escuela, la familia, la comunidad humana integrndolas y unificndolas en sus competencias educativas. La animacin acta preponderantemente en el tiempo libre, considerndolo un lugar original de formacin, ya sea para transmitir el patrimonio cultural y religioso, ya sea para dar un significado a la propia vida. Esto no quita que pueda tambin impulsar los procesos que tienen lugar en toda institucin educativa, promoviendo la participacin activa de los sujetos. Se constata con mucha frecuencia que se vive en ambientes marcados por la secularizacin y el atesmo prctico, en los que las soluciones de los problemas

humanos son confiadas a la racionalidad o dejadas, si se trata del sentido o de los valores, a la decisin individual, donde la experiencia de la fe no tiene relevancia. Hay otros ambientes en los que, del anuncio evanglico y de la vida cristiana, se espera la capacidad de crear una nueva conciencia histrica y de transformar la sociedad. El desafo tiene relacin, ya sea con el contenido de la propuesta (cmo anunciar hoy la fe?), ya sea con los lugares donde hacerla (a la Iglesia-institucin se la considera distante), ya sea con las modalidades con que proponer concretamente el camino de la fe. Proviene de personas de todas las edades, pero ese desafo atae preferentemente a los adolescentes y a los jvenes despus de haber recorrido el proceso catequstico que los ha llevado a los sacramentos de la Eucarista, de la Reconciliacin y de la Confirmacin. Es necesario, por lo tanto reflexionar a fondo sobre los procesos de evangelizacin. Para la mayor parte de los jvenes, el hacer propuestas explcitas de fe tiene sentido cuando llegan a intuir dnde esa buena noticia puede ser integrada en su propia vida. Si la propuesta es formulada desinteresndose de las expectativas juveniles, o peor an, oponiendo lo que es humano a lo que es religioso, resulta insignificante. Para otros jvenes la propuesta, aunque sea hecha en modo significativo, no resulta convincente porque no han madurado todava una pregunta o un anhelo religioso. Forma parte de la animacin capacitar al joven para la pregunta religiosa; es decir, para una reaccin personal ante los desafos de todos los das, en los que se reconoce que la vida tiene en s la fuerza de ponerse en movimiento hacia el misterio de Dios, sentido en todo acontecimiento y situacin. Los problemas que los grupos juveniles salesianos plantean a la animacin Los desafos y las indicaciones de ruta a los que hemos aludido, implican a toda la comunidad educativa, sus proyectos y sus iniciativas; hacer animacin resulta, por eso, un empeo complejo. De esto es consciente, en particular, quien tiene en la comunidad el cometido de animar grupos. Los desafos y los caminos de la animacin son los problemas con los que l est llamado a enfrentarse continuamente. El individuar esos problemas puede, por tanto, poner en la pista de la reflexin sobre el perfil y la funcin del animador de grupos juveniles. Un primer problema es conseguir que la propuesta asociativa sale-siana sea una verdadera experiencia formativa que responda a los desafos aqu estudiados. Los ambientes salesianos ven multiplicarse los grupos; pero algn animador, que observa de modo crtico el camino del propio grupo y el de los otros, se hace con insistencia esta pregunta: Pero, es esto de verdad una experiencia formativa, o es slo un entretenimiento, una satisfaccin de carencias, o una oferta al mercado juvenil, que reclama deporte, msica, convivencia, turismo, momentos ntimamente religiosos o lugar donde discutir temas de inters? Unida a ese problema, aparece la preocupacin relativa a la calidad de la

animacin. Viene de preguntarse en qu cosa un grupo animado desde el punto de vista educativo y pastoral se diferencia de otros que se relacionan tambin con la animacin, pero en un sentido ms amplio y general; en qu condiciones todo grupo puede estar en grado de proyectar y realizar un proceso de crecimiento cristiano. Un segundo problema es la clarificacin del mtodo educativo que debe aplicarse al grupo. La animacin no se reduce slo al mtodo, sino que implica un concepto de la vida y de la educacin, un horizonte religioso y objetivos que expresan la sntesis entre la fe y la vida. Pero es innegable que muchos problemas estn unidos al cmo animar, con qu mtodo o estrategia, sobre todo pensando en la valoracin de los resultados. Se quiere fomentar una verdadera colaboracin del grupo en la elaboracin de metas y contenidos, o se pretende que el animador imponga su autoridad? En resumen: Se busca un mtodo de grupo o un mtodo que tiene al grupo como instrumento? El problema del mtodo se refiere a la funcin del animador dentro del grupo, precisamente porque la animacin considera a los sujetos como protagonistas principales de los procesos formativos. Se puede sufrir un movimiento pendular, que va desde el temor a invadir las competencias del grupo hasta al activismo excesivo mediante el cual el animador resuelve personalmente los problemas, las dudas y las crisis para salvar el grupo. Entre estos dos polos opuestos se encuentran la funcin y las obligaciones de quien quiere desarrollar una autntica obra de animacin. Un tercer problema es el estilo con que se han de proponer los contenidos, ya sea los culturales y sociales, ya sea los religiosos y eclesia-les. Para muchos, hacer animacin significa jugar, estar juntos, sin preocuparse demasiado de transmitir a los jvenes los grandes valores de la cultura y, sobre todo, de la fe cristiana. La animacin, a veces, es vista como un debilitamiento, o como una traicin del radicalismo evanglico. Ante esto muchos reaccionan acentuando fuertemente la propuesta para solicitar la eleccin de la fe de un modo radical y definitivo, para hacer una seleccin entre quien comparte o no las propuestas cristianas, entre quien quiere comprometerse o no, entre quien acepta los valores o los rechaza. Hay que preguntarse si es ese verdaderamente el camino. Es posible, reflexionando en trminos de animacin de grupo, evitar estas dos hiptesis insatisfactorias para quien ama el sistema preventivo: quedarse solamente con quien se adhiere desde el principio, y evitar el nivelar a todos en el nivel ms inferior? Cmo medir los resultados y cmo satisfacer la disponibilidad de cada individuo? El cuarto problema es la calificacin salesiana del animador, es decir, 36 la definicin de su figura o de su perfil, de su funcin, de sus competencias, ya que l condivide el espritu y el proyecto educativo salesiano. Identificar la figura del animador salesiano, ya sea respecto a otros educadores, ya sea respecto a otros animadores, no es siempre fcil. El modelo del animador salesiano, en efecto, no se alimenta slo de planteamientos que brotan de la reflexin sobre la animacin. Surge ms bien del encuentro entre stos y las intuiciones y opciones que forman

el patrimonio carismtico constante del movimiento que viene de Don Bosco, al que hemos mencionado al principio de este captulo. Hay que destacar, por tanto, las implicaciones de esa fusin fecunda, as como la necesidad de individualizar las coordenadas en las que se inscribe esa accin.

2. EL PERFIL DEL ANIMADOR DE ESTILO SALESIANO

CAPITULO SEGUNDO El perfil del animador de estilo salesiano Para trazar el perfil original del animador salesiano como persona y describir sucintamente las caractersticas de su accin educativa en el grupo juvenil, es necesario colocarlo en el interior de un sistema compuesto de cinco elementos relacionados entre s: su funcin dentro de una comunidad educativa con caractersticas propias; el espritu salesiano que l encarna; el original proyecto educativo-pastoral a cuyo servicio se pone; la identidad que l va madurando en su camino de formacin a partir de su voluntad de Ser animador; los grupos juveniles en los que presta su servicio. 1. EL ANIMADOR DENTRO DE LA COMUNIDAD EDUCATIVA Se comprende al animador salesiano considerando su figura especfica dentro de la comunidad educativa, en la que participan con diverso ttulo, pero con idntica preocupacin educativa varios sujetos: jvenes, padres, educadores, maestros, tcnicos, dirigentes y personal auxiliar. Pertenencia a la comunidad El animador pertenece a la comunidad hasta ser una expresin de la misma. Comparte sus elecciones de fondo a cuya elaboracin contribuye. El reconocimiento de su funcin crea con la comunidad de los educadores un lazo especial. A ella responde porque encarna su misin educativa, y en ella vive las dinmicas personales ms profundas: la opcin vocacional, la pasin educativa, la hondura espiritual. Funcin especfica En la comunidad educativa l tiene una funcin especifica. La comunidad prev y pone en juego numerosas competencias: el maestro, el responsable de la organizacin escolar, el catequista y el educador de la fe, el experto de la unin entre comunidad educativa y territorio. Todos, junto con los jvenes, son considerados educadores, los unos de los otros. De ese modo, si la comunidad vive las opciones de la animacin, todos en cierto sentido pueden llamarse animadores. La animacin viene a ser como una cualidad difusa que se enriquece con la diversidad de las funciones e informa todos los momentos y procesos con sus valores y sus mtodos. Pero, en sentido ms estricto, queremos reservar el trmino animador al que est inserto inmediata y continuamente en el grupo juvenil con una funcin reconocida por los otros educadores y por el mismo grupo. Lo especfico del animador es el estar entre los jvenes para estimularlos a que se asocien, para madurar juntos a travs de la experiencia de grupo. Esa actividad puede desarrollarse en diversas direcciones en la comunidad educativo-pastoral, o

gracias a ella: en los grupos espontneos o en los grupos propuestos, en la puesta en marcha de las dinmicas de grupo y en las clsicas divisiones institucionales (clases, grupos catequsticos, parroquiales). Solidaridad y complementaridad La funcin especfica del animador es solidaria y complementaria con las otras funciones de la comunidad educativa, hasta constituir una mediacin entre grupo y comunidad, entre dinmicas de grupo y dinmicas comunitarias e institucionales. La comunidad educativa tiene dinmicas propias y variadas, relacionadas con los objetivos educativos generales y comunes, con sus dimensiones y su organizacin. El animador se hace portador de las instancias especficas que nacen del hacer grupo y que requieren en la comunidad educativa, espacio y disponibilidad para el cambio. Precisamente porque es original, la tarea del animador resulta a veces difcil: puede encontrar dificultades o con el grupo o con la comunidad de educadores. No se sustrae a esos conflictos, sino que los aprovecha positivamente para el bien de la entera comunidad educativa. No monopoliza al grupo, pero tampoco se deja absorber por l y por su punto de vista, llegando hasta sentirse en oposicin con la comunidad de los educadores. Por otra parte est llamado tambin a salir de su funcin de animador de grupo para colocarse, junto con los otros educadores, en la programacin y evaluacin globales, en el clima de amistad, de fiesta y de celebracin de la fe, que caracteriza a toda comunidad salesiana. 2. EL ANIMADOR SALESIANO: SU ESPIRITUALIDAD El perfil del animador salesiano viene dado tambin por la participacin del espritu salesiano, o sea, de aquellos rasgos caractersticos de la experiencia evanglica experimentada por Don Bosco y por la Madre Mazzarello, como peculiar estilo de vida y como criterio de juicio y metodologa de accin. El espritu salesiano constituye para el educador el punto de referencia decisivo de su modo de pensar, de obrar y de santificarse, y tambin la indicacin fundamental para dar vida a proyectos educativos, pastorales y de espiritualidad con los jvenes de hoy. Recordemos algunos rasgos que se refieren directamente al perfil del animador. Por vocacin, entre los jvenes El animador salesiano es una persona que, por vocacin, se entrega a los jvenes. Trabaja a tiempo completo dando su vida entera, para que la salvacin se haga gesto y palabra para los jvenes de hoy. Cree que vale la pena gastar la vida para educar a los jvenes. Por eso est dispuesto a compartir con ellos experiencias, valores, esperanzas, problemas. Todo lo que constituye la vida de los jvenes l lo asume como propio, con el ansia apostlica de alimentar, dentro de la trama cotidiana de la existencia, una pregunta de sentido que desemboque en un encuentro con el Dios de la vida.

Los jvenes son el continente de su misin y la patria de su vocacin. No piensa que es simplemente un educador que por vocacin gasta su tiempo de trabajo entre los jvenes. Ms que su empleo, ellos son su pasin. Les ama a ellos an ms que a la visin de la vida de que se siente portador. Pagara por estar y trabajar con ellos. La caridad pastoral El animador salesiano se mueve, pues, por la caridad pastoral que le hace sensible y atento a toda situacin en que est en juego el crecimiento de los jvenes; y les ayuda a discernir entre los factores que colaboran a ese crecimiento y los que lo ponen en peligro. Esa caridad le hace capaz de darlo todo por unir su vida a la de los jvenes. Como Don Bosco, sabe ser creativo y lanzarse all donde estn ellos, aunque sea al borde de una sociedad que aplasta despiadadamente a los ms pobres, los ms indefensos, los que estn en mayor peligro. El animador salesiano no pide a ningn joven el documento de identidad: si es un joven, basta con eso. Mira a todos con simpata y con el secreto deseo de ser mediador de una palabra ms grande, de una esperanza mayor. La praxis pedaggica Traduce el amor a los jvenes en una praxis pedaggica: el sistema preventivo, capaz de suscitar los recursos interiores de todo joven, especialmente del ms pobre en comunicacin y en experiencia de crecimiento. La manifestacin de ese amor se traduce, en primer lugar, en capacidad de encuentro, que sabe resolver en clima de confianza las diversas situaciones. El recuerdo de los encuentros-dilogo de Don Bosco y de la Madre Mazzarello con los primeros jvenes le ensea a llegar a ser un especialista del primer acercamiento o encuentro, creando simpata y suscitando expectativas. El amor se manifiesta tambin en la acogida de lo que el joven es por el momento, de lo que lleva consigo y, sobre todo, de su misterioso destino. Esta acogida exige subordinar todo al valor de la persona. Y finalmente se manifiesta en la amistad profunda y acreditada capaz de comprender, acompaar, proponer, enriqueciendo a cada uno con la experiencia propia y dejndose enriquecer por las manifestaciones del Espritu, presente en la vida de los jvenes. La unidad de vida La caridad pastoral del salesiano, traducida en praxis pedaggica a la medida del muchacho, es su camino de santificacin. En ella se unifica la vida gastada en mltiples servicios y momentos. El animador salesiano cree que para hacerse santo como Don Bosco y la Madre Mazzarello, ha de trabajar, haciendo bien todo lo que es necesario para la salvacin de las almas. Por eso, la comprobacin de su madurez espiritual est, ante todo, en la fidelidad dinmica a la propia misin y al propio deber.

Su espiritualidad tiene algunos rasgos caractersticos: es sencilla y accesible tambin a los jvenes. Percibe la presencia de Dios y experimenta su paternidad en su cotidiana dedicacin a los jvenes. Esta certeza de que Dios est dentro de la historia, que ya ha salvado a cada hombre y a todos los hombres, lo anima a hacer de la propia vida un lugar donde encontrar al Seor y se convierte en el criterio para leer la existencia en unin con los jvenes. No contrapone nunca el trabajo y la alegra. La alegra es el signo visible de su fe en el Seor Dios, de su confianza en el hombre, de su optimismo por una salvacin que sabe ya realizada; es su documento de identidad, porque como Don Bosco, cree en una santidad capaz de suscitar entusiasmo. El trabajo es el convencimiento de que el Reino de Dios sobre la tierra est confiado a las manos del hombre, por lo que es un deber hacer lo posible para realizar aqu y ahora un mundo ms justo. Vive anclado en el misterio. Como Don Bosco, cree que la relacin personal con Cristo es la clave para vivir una autntica experiencia de fe, capaz de suscitar en lo ntimo de la persona una intensa vida espiritual y una constante iniciativa apostlica. Por otra parte, la reconciliacin, recibida personalmente, lo conduce a la esperanza y a la paciencia. No se entrega al activismo, sino que aguanta con paz y en paz las resistencias connaturales a la accin, el ritmo de las personas, confiado en el don de Dios. Vive la propia experiencia de Cristo en la Iglesia, entendida ms que como referencia externa organizativa, como misterio, como comunin de todas las fuerzas que trabajan por el Reino, como sacramento o manifestacin reveladora de salvacin; sabe que ella es signo de la presencia de Cristo y el lugar de la esperanza evanglica. Cree y siente a Mara, Madre de Dios y Madre de la Iglesia, la primera de los creyentes, imagen de su modo de ser cristiano dentro de la Iglesia, al servicio del anuncio de la buena noticia del Reino a todos los jvenes. 3. EL ANIMADOR Y EL PROYECTO EDUCATIVO-PASTORAL El proyecto general y el proyecto concreto El perfil del animador es completado adems por el hecho de que su accin est orientada por el proyecto educativo-pastoral salesiano. De l comparte y asume el horizonte antropolgico y religioso, la mirada educativa con la que leer la realidad, el modo de estar atentos a los signos de bien, los objetivos a conseguir, el mtodo y las estrategias con que conseguir los objetivos. La palabra proyecto recuerda inmediatamente el cuadro global, las opciones de fondo que los Salesianos y las Hijas de Mara Auxiliadora han elaborado y codificado en documentos oficiales, frente a las exigencias de la situacin juvenil, sobre la base de las instituciones y de las opciones descritas anteriormente y a la luz de la cooperacin de las ciencias pastorales y educativas. Pero el mismo trmino es usado tambin para indicar las opciones ms concretas de la comunidad educativo-pastoral en la que el animador est inscrito.

No es suficiente que l haga referencia, en modo genrico al proyecto del Instituto. Su perfil es definido con la asuncin creativa del proyecto que la comunidad educativo-pastoral, en la que est inscrito, ha elaborado o est elaborando. La confrontacin entre proyecto y animador nunca hay que entenderla como algo exterior, como simple adecuacin y aplicacin mecnica de principios y normas pedaggicas. El animador conoce a fondo el proyecto, lo interioriza y deja que sus valores y sus grandes elecciones empapen su vida pastoral. La interiorizacin est en funcin de un trabajo educativo consciente, pero tambin de un enriquecimiento personal. La aportacin del animador al proyecto Al proyecto de la comunidad educativa y a su elaboracin, el animador da una aportacin original. El animador est atento a la calidad educativa del proyecto, o sea, a su capacidad de guiar a estos jvenes, a dar respuestas personales a los desafos de la vida. Por tanto, es crtico contra proyectos genricos, lejanos de las expectativas juveniles y de sus problemas, elaborados sin la contribucin de todas las fuerzas de la comunidad y de los mismos jvenes. El animador est atento para que la comunidad, al elaborar el proyecto, se oriente hacia la integracin entre la educacin humana y la educacin a la fe. No puede estar por una parte la educacin humana y, por otra, la de la fe; la primera, encomendada a ciertos tiempos y algunas personas; la segunda confiada a otros momentos, acciones y personas diversas. Todos, dentro del respeto a las competencias de cada uno, se hacen cargo de la nica gran tarea educativa: integrar el crecimiento humano y el crecimiento en la fe. El animador est atento para que, dentro del ambiente educativo, se haga espacio para una participacin activa de los jvenes, que no sea slo ejecutar o hacer actividades, sino tomar parte en las decisiones que orientan la vida de la comunidad. Subraya que su protagonismo en la comunidad (y no slo en los grupos) es esencial para una identificacin de los jvenes con la institucin y el ambiente. El animador est atento a las condiciones concretas, a travs de las cuales pueden desarrollarse diversas experiencias asociativas, segn los intereses juveniles y las posibilidades del ambiente. Su aportacin al proyecto de la comunidad consiste en evidenciar la necesidad de grupo que existe entre los jvenes, en indicar los objetivos a perseguir, en sugerir la diversidad de formas de agregacin y sus modalidades organizativas. El animador est atento para que el proyecto, reconociendo la diversa situacin en que se encuentran los jvenes, prevea para los grupos, recorridos formativos diversificados como desarrollo del nico itinerario comunitario. El animador est atento para hacer del proyecto un estmulo para el trabajo educativo, un instrumento para proyectarse continuamente como comunidad, y no un documento burocrtico. No lo considera, por tanto, como escrito de una vez

para siempre, sino que continuamente se ha de reescribir, para adaptarse a las exigencias, a los problemas y a las ambigedades que da a da presentan los jvenes. 4. EL CAMINO FORMATIVO DEL ANIMADOR El perfil del animador de estilo salesiano se va plasmando tambin en el camino formativo que l debe hacer. La complejidad de su funcin y de sus competencias hacen que l deba inventar continuamente su propio trabajo, al impulso de su pasin educativa, a partir de la experiencia adquirida, mediante una reflexin sistemtica siempre ms penetrante. As va creciendo con rasgos de originalidad y madurez humana, de competencia profesional y de profundidad espiritual. La maduracin personal La acumulacin de experiencia en el servicio a los jvenes lleva al animador a crecer como hombre y a enriquecer positivamente la imagen que l tiene de s mismo. Se hace capaz de responder de manera siempre nueva, en continuidad con la propia historia, a ciertos interrogantes personales, y de mejorar algunos aspectos de su capacidad relacional. En primer lugar, hay que considerar la propia identidad, que se renueva bajo el empuje de las vicisitudes personales y del encuentro con los otros. El animador sabe que no puede responder de una vez por todas, porque se le exige una continua atencin a la vida, y sntesis siempre nuevas de experiencias, valoraciones y convicciones. La respuesta que su servicio educativo le sugiere est fundamentalmente inspirada por el amor a la vida. Aunque sintindose siempre pobre, l intuye que dentro de la pobreza se realiza un misterio grande: est en grado de cumplir, a pesar de todo, gestos que dan sentido y felicidad a su vida. Por eso, aun siendo crtico, y nada ingenuo consigo mismo, sabe aceptarse sin miedo, sabe contemplar su propia existencia con una mirada realista y llena de esperanza. Hay que tener tambin en cuenta la necesidad de investigar y profundizar las motivaciones que son la base de su servicio educativo y que lo ayudan a esclarecer siempre ms su opcin de hacer animacin. Estas motivaciones van presentndose a medida que l hace camino al lado de los jvenes; algunas desaparecen o se vuelven secundarias; otras se perfilan en el horizonte y adquieren un peso determinante. Consciente de que las motivaciones son con frecuencia ambivalentes y pueden arrastrar ansias y necesidades de gratificacin, el animador purifica continuamente los porqu que lo llevan a dar su vida a los jvenes. Hacer conscientes las propias motivaciones no es fcil. Existe siempre peligro de dejarse dominar por la rutina cotidiana, de repetir respuestas estereotipadas, de olvidar qu es lo que se espera de este trabajo fascinante y fatigoso. El animador debe saber aclararse a s mismo por qu sociedad y por qu

Iglesia quiere trabajar. No madura interiormente quien no est en grado de pasar de las motivaciones subjetivas a las grandes finalidades, al horizonte humano y de fe, para situar en ellas su propia intervencin. Para hacer esto se requiere un trabajo de reflexin, que permita releer con paciencia los problemas de hoy, individuar lo que es efmero para separarlo de lo que es duradero, intuir las ansias y las esperanzas profundas, que son los grmenes nuevos que anuncian el futuro del hombre, de la sociedad y de la Iglesia. La competencia profesional El animador es una persona que testimonia los valores porque antes ha hecho experiencia de ellos. Es alguien que sabe que hay encuentros que pueden transformar la vida. Tiende, por eso, a comunicar a los otros su propia experiencia humana y de fe, y escoge, para hacerlo, una modalidad precisa: la animacin. Pero como hacer de animador es un trabajo, una profesin, l, para ofrecer su testimonio, se hace profesionalmente competente. Esta competencia no es una adquisicin hecha de una vez para siempre, al iniciar su trabajo en medio de los jvenes: es algo que ha de profundizar en el tiempo. Por eso, desde este punto de vista, no se siente nunca como uno que ya ha llegado, aunque reconozca la riqueza de experiencia que va acumulando con los aos. Su perfil, por lo tanto, adquiere el rasgo de quien busca la perfeccin en el trabajo y est siempre abierto a nuevas adquisiciones. El primer lugar en que se desarrolla la competencia profesional es la praxis educativa. Con esta palabra se indican dos caminos formativos profundos, que han de estr continuamente integrados entre s: la experiencia concreta del trabajo entre los jvenes y la reflexin terica sobre esa experiencia. La accin educativa, en efecto, nos pone frente a los problemas y sugiere la bsqueda de soluciones; la reflexin y el estudio ofrecen elementos para volver a pensar sobre la accin y ayudan a trazar nuevos proyectos de intervencin. La animacin se convierte en praxis educativa, cuando se es capaz de obrar y de reflexionar sobre la accin con la ayuda de un cuadro de valores cientfico y abierto; y cuando, al mismo tiempo, el estudio de las disciplinas educativas se hace a la luz de los problemas concretos y de las situaciones que surgen de la accin. Sin embargo sigue siendo indispensable una formacin adecuada de base, que tenga presentes tres perspectivas: La profundizacin conceptual, que trata de formar una mentalidad de animador. Animar, en efecto, es un modo de pensar, de leer la realidad, de concebir la accin. Requiere un cuadro conceptual teortico, pero no por ello abstracto, que permita descubrir el horizonte en que se mueve la animacin y las estrategias que usa. La competencia tcnico-operativa, que tiende a formar en el animador la capacidad de obrar eficazmente, segn el mbito de intervencin que se le confa. La competencia tcnico-operativa del animador no se reduce a qu cosa hacer, sino que sabe especificar el cmo hacerlo. Eso conlleva la elaboracin de una

serie de criterios de accin y valoracin, el dominio de las dinmicas que facilitan la participacin, el conocimiento de los contenidos que ofrecer, segn la medida de las capacidades reales de los sujetos. La habilidad comunicativa, que tiende a formar un animador capaz de abrirse en modo correcto, a la interaccin con el grupo y con cada uno. Esta aptitud para la relacin slo en algunos animadores es un don de la naturaleza. Para muchos es fruto de estudio, de experimentacin, de aprendizaje paciente. Pero adems de la formacin de base, le queda al animador la responsabilidad de una continua actualizacin profesional, unida al proceso continuo de la situacin cultural y de la condicin juvenil, al surgir de nuevas exigencias educativas y religiosas, a la formacin de nuevos procesos formativos. La actualizacin pedaggica es un empeo permanente. Es propio de la mentalidad flexible del animador buscar cules son los instrumentos ms apropiados para madurar una praxis pedaggica personal en continuo dilogo con la reflexin terica. La profundidad espiritual Vivir segn el espritu es acoger la presencia misteriosa de Dios en la propia existencia, abrirse positivamente a partir de aquello que se est viviendo a Dios, al Seor Jess, a su amor y a su Reino. As la experiencia de Dios no ocurre al margen, o en momentos diversos de aquellos en los que se hace la animacin del grupo, sino dentro de ella. La presencia activa de Dios en la historia de todo hombre es, para el educador, el horizonte definitivo en el que coloca su servicio a los jvenes. Al indagar el sentido profundo de su trabajo, ha encontrado en la experiencia cristiana una respuesta que, meditada da a da, ilumina, alienta, transforma lo que l vive. El haber asumido el estilo de la animacin le apremia a recorrer un original itinerario espiritual, cuyas etapas, aunque se van repitiendo, son vividas en niveles siempre ms profundos. Este camino lleva al animador a vivir su accin educativa como un modo original de buscar a Dios, como una pregunta religiosa continuamente renovada y realimentada. No se trata de elucubrar doctrinalmente sobre la divinidad sino de reencontrar el rastro y el sentido de la presencia y la salvacin de Dios en el mundo. A medida que va adelante se da cuenta de que su pasin educativa est orientada y sostenida por la bsqueda del Seor, siempre cercano, aunque silencioso e invisible. La experiencia cotidiana, con sus alegras y sufrimientos, acrecienta en l el deseo de Dios y de la oracin. La pregunta sobre el sentido de las cosas y de los sucesos no le es nunca extraa. Profundizando en el significado de su accin educativa, el animador descubre en ella un modo original de compartir la causa de Jess de Nazaret. Siente la fascinacin de un gran acontecimiento que ha cambiado la historia del hombre: la Encarnacin de Dios en el Hombre-Jess. La plenitud de su humanidad, su ser

siervo del hombre lo llevan a la conviccin de que para l en toda realidad humana se refleja el rostro de lo divino. Ahondar dentro del misterio de Jess, hasta sentirlo como cercana absoluta de Dios a todo hombre, conduce al animador a un profundo respeto por todo lo que es humano, para vivirlo siempre de un modo ms rico, en s mismo, en los jvenes, en la comunidad educativa. A un nivel ms profundo an, el animador siente y vive su accin educativa, como apremio a una renovacin radical de su existencia, como llamada a un nuevo estilo de vida. Eso supone que reflexiona continuamente sobre su existencia a la luz del Evangelio y de la causa del Reino de Dios. La accin educativa, como hecho espiritual, lo lleva as a renovar su tensin hacia la plenitud de la vida; a poner, en modo ms radical, las propias energas al servicio de su crecimiento en el mundo; a encontrar espacios de explcita comunin con Dios en el silencio de la oracin personal, en la celebracin eucarstica y en la reconciliacin, a sentirse parte viva en el interior de la comunidad educativa y eclesial. Los tres procesos indicados como camino de formacin permanente del animador de estilo salesiano se relacionan entre s y se completan mutuamente. Es tambin as como se delinea continuamente su propio perfil para estar siempre ms cerca de los jvenes y ser siempre ms capaz de vivir el espritu salesiano. 5. EL ANIMADOR Y LOS GRUPOS JUVENILES No se puede comprender hasta el fondo la identidad del animador salesiano si no se toma en consideracin el tipo de grupos a cuyo servicio se desarrolla su accin educativa. Ellos enriquecen el perfil del animador y le ayudan a plantear su vida de un modo original. La acogida y valorizacin de todos los grupos El animador salesiano tiene un gran sueo, arraigado en la caridad pastoral: permitir a todos los jvenes, especialmente a los ms pobres, que hagan una experiencia social y de Iglesia, al comienzo de su adolescencia y juventud, cuando se hacen las grandes opciones de la vida. Sabe encontrar las modalidades concretas para hacer grupo precisamente con aquellos jvenes que estn menos motivados, que, tal vez, por ser pobres de preguntas vitales o de experiencias de socializacin, no sienten ni siquiera la necesidad de ello. Conoce que el camino formativo de los jvenes pobres comienza con un deseo, tal vez inconsciente, de hacer grupo: eso significa querer salir de la propia soledad para abrirse al mundo circunstante. Esta es la pregunta educativa. Lo mnimo que se pide al joven para participar en un grupo de estilo salesiano es, simplemente, esta pregunta educativa incluida en el deseo de hacer grupo. No se necesita que el grupo o los individuos manifiesten un inters especfico, ni que tengan voluntad de prestar algn servicio social o eclesial, ni que desde el principio se comparta la fe cristiana. Ser, tal vez, a lo largo del itinerario de la animacin, cuando los grupos podrn adquirir conciencia de que su pregunta educativa es a la vez una pregunta

religiosa y que a tales preguntas se puede responder transformando la apertura inicial a los otros en una confrontacin con las propuestas culturales de la fe y del ambiente. Esta eleccin, tpicamente salesiana, de querer ofrecer a todos los jvenes la experiencia educativa del grupo nos lleva a decir que para el animador de estilo salesiano todos los grupos pueden ser formativos, todos pueden ser considerados lugar de educacin para la fe, cualquiera que sea el inters por el que se constituyen. Estar dispuestos a entrar en contacto con cualquier grupo es un detalle que subraya la adaptabilidad, la confianza en los jvenes, la creatividad del animador salesiano que acoge todo punto de partida, con tal de recorrer con los jvenes el camino que lleva a descubrir al Dios de Jesucristo. La variedad de grupos juveniles La apertura a todos los jvenes y el identificar en la pregunta educativa implcita el mnimo comn denominador requerido permiten a los ambientes salesianos acoger y dar vida a una gran variedad de grupos. Sin pretender clasificar esta variedad, queremos subrayar algunos elementos que la determinan, conscientes de que IA diversidad, la autonoma y el camino diferente de cada grupo, requieren un perfil original de animador. Existen grupos que se renen simplemente para estar juntos. Son grupos de amistad, de dilogo espontneo y juego, de dilogo en la fe. En su interior se discute, se aprende a rezar y a meditar la palabra de Dios, para volver despus a las propias tareas cotidianas. No faltan en ellos cosas que hacer, pero estn organizados, sobre todo, en torno a la reflexin y al intercambio de experiencias vivas. Hay otros grupos concentrados en la tarea a realizar juntos. No tienen como centro el fomentar la amistad, aunque no lo descuiden, sino que buscan el realizarse, desarrollando diversas actividades. Dentro de los grupos centrados en una tarea, se pueden establecer elementos de ulterior diversificacin: los hay centrados en un inters expresivo, y otros, centrados sobre el voluntariado. Los grupos de inters se constituyen en torno al ejercicio del deporte, la msica, el teatro, el turismo, la comunicacin de valores de fe. Los grupos de voluntariado se forman para un servicio a los otros, como respuesta a necesidades de diversa naturaleza: a los pobres, a los pequeos, a los ancianos, a los marginados, a todos los que piden una vida ms digna. Modalidades diversas de agregacin Los grupos se congregan segn modalidades e intereses mltiples y en mbitos diversos, que no se excluyen entre s, sino que ms bien se necesitan mutuamente y se relacionan de diversos modos: El primer ambiente en el que los grupos se agregan y se unen es la comunidad

educativa (oratorio, centro juvenil, escuela). La variedad de grupos encuentra en el ambiente educativo la posibilidad de participacin y de dilogo, y experimenta en la elaboracin, realizacin y verificacin del proyecto educativo-pastoral el punto de encuentro y de convergencia. Todos los grupos, cualquiera que sea su denominacin y su finalidad, se interrelacionan para enriquecerse y para crear un clima culturalmente rico y cristianamente comprometido. El segundo ambiente de agregacin es el territorio de la Iglesia local, comprendido en sentido amplio (contexto socio-cultural, territorio parroquial, dicesis). Todos los grupos, cualquiera que sea su inters prioritario, participan en los esfuerzos de la comunidad humana y cristiana para afrontar los problemas que emergen de la situacin concreta del territorio. Aun en las formas diversas y especficas de su servicio saben encontrar momentos de dilogo y criterios comunes para verificar su incidencia sobre la sociedad. El tercer ambiente donde los grupos se agregan es el de las asociaciones a nivel nacional e internacional. Algunas de estas asociaciones se desarrollan en ambientes salesianos y otras tienen su origen y se manifiestan en contextos civiles y eclesiales ms amplios. Las finalidades especficas de tipo social, cultural y religioso, la organizacin amplia con diferentes estructuras de soporte, la capacidad de mediaciones y de representacin en los puestos donde se elaboran planes polticos o propuestas sociales, son los elementos que proporcionan unin a nivel general. Una referencia comn: la espiritualidad juvenil salesiana Los grupos y las asociaciones que, aun manteniendo su autonoma organizativa y su independencia operativa, se reconocen en la espiritualidad y en la pedagoga salesiana, constituyen el Movimiento Juvenil Salesiano. Dos son los elementos que definen al Movimiento: la referencia a la espiritualidad comn y el tipo de comunicacin entre los grupos. La referencia a la Espiritualidad Juvenil Salesiana. Los grupos viven sus valores en diversos niveles, pero el reconocerse en ellos hace real su afinidad, hasta el punto de hablar casi un mismo lenguaje, ms all de las expresiones concretas. En virtud de esa referencia forman parte del Movimiento Juvenil Salesiano los grupos y las asociaciones que se desarrollan en nuestros ambientes educativos, animados por salesianos que cumplen ciertas opciones pedaggicas caractersticas; y que asumen los elementos fundamentales del espritu de Don Bosco porque los consideran como un enriquecimiento de su especfica lnea espiritual o formativa. El Movimiento Juvenil Salesiano es, pues, una realidad abierta que une a muchos jvenes: desde los ms alejados, para los cuales la espiritualidad es una referencia apenas en germen y que simplemente se dan cuenta de que se sienten bien en el clima salesiano; hasta aqullos que de modo explcito y consciente, hacen propios en su totalidad la propuesta y el trabajo

apostlico salesiano. Es evidente que un movimiento tan abierto desde cualificarse desde el punto de vista educativo. Por tanto, debe adaptarse a los jvenes ms pobres, aqullos que comienzan el camino y gradualmente se abren a la exigencia religiosa; pero debe, al mismo tiempo, asegurar ocasiones de crecimiento y maduracin personal a los jvenes que han hecho una eleccin explcita de fe y de servicio, convirtindolos siempre ms en fermento de los otros jvenes. La comunicacin entre los grupos. La realidad del Movimiento, ms que en una organizacin rgida, se basa en la comunicacin entre los grupos, considerando necesaria una estructura mnima para realizar una coordinacin y asegurar la circulacin de mensajes y valores. El Movimiento resulta as un ambiente bien determinado, dentro del cual se pueden activar los procesos comunicativos. Los grupos y los animadores, con libertad de iniciativas, encuentran los caminos oportunos para solicitar y organizar los momentos de encuentro y de dilogo. Deseando y descubriendo una pertenencia siempre ms significativa, crean canales de informacin y de comunicacin capaces de coordinar experiencias diversificadas, ampliando el dilogo y aumentando el compromiso. Cada grupo responde a las invitaciones, se siente parte viva, voz que pide y acoge, signo de una realidad que crece con la aportacin responsable de todos. As concebido el Movimiento Juvenil Salesiano no es una iniciativa para los jvenes, pensada y dirigida por adultos: es de los jvenes. Manifiesta sus aspiraciones, constituye su referencia, usa su lenguaje en los diversos momentos en que se desarrolla su vida. Es, por eso, autnomo en la programacin y en la organizacin, respecto a cualquier otra realidad asociativa. La meta que se propone el Movimiento Juvenil Salesiano es el formar buenos cristianos y honrados ciudadanos, apstoles de los jvenes, segn las posibilidades de cada uno. Esa es la componente juvenil de un vasto movimiento que mira a Don Bosco y a la Madre Mazzarello para hacer revivir hoy su espiritualidad. El animador salesiano: una difcil identidad Este tejido de multiplicidades, autonoma y referencias comunes deja intuir, no slo competencias diversificadas, sino tambin una particular configuracin. El animador no puede seguir un manual o considerar su trabajo como una aplicacin de esquemas preexistentes, sino, sobre todo, debe estructurarse l mismo de modo que sepa inventar su trabajo a partir de la competencia adquirida. Cada grupo es un todo original, y es original el camino que est llamado a recorrer. Slo la libertad interior del animador, nutrida de competencia y pasin educativa, puede valorar esa originalidad. Tal vez lo especfico del animador salesiano est precisamente en esa imposibilidad de trazar en modo claro y definitivo su fisonoma; en esa necesidad de encontrar los rasgos que lo caracterizan, manifestando continuamente la

identidad salesiana dentro del grupo en que hace la animacin. No existe, por lo tanto, un solo modo de hacer de animador. Dentro del cauce espiritual y educativo delineado, es posible y necesaria la creatividad, la fantasa, la elasticidad mental y operativa. Ser animador es realizar una funcin y, ms todava, aceptar ser llamados a inventar continuamente la propia experiencia humana, cristiana, salesiana.

3. EL GRUPO: SUJETO Y LUGAR DE ANIMACIN

CAPITULO TERCERO El grupo: sujeto y lugar de animacin Para comprender la funcin y las tareas del animador es necesario responder a una pregunta previa: Qu significa animar un grupo? La animacin no viene producida por la vivacidad y la espontaneidad, ni por el clima de amistad o el multiplicarse de las actividades. Todos ellos son factores necesarios, pero en s mismos no son animacin. Un grupo est animado cuando sus procesos estn enriquecidos por una particular cualidad aadida, que transforma todo radicalmente desde dentro. Se podra sintetizar esa cualidad diciendo que el grupo se hace protagonista principal de los procesos que le ataen. Esa cualidad queda asegurada por tres elementos que se relacionan entre s: Considerar al grupo como sujeto de formacin. Utilizar el mtodo de grupo en los procesos formativos. Tener un animador, con funciones y competencias especficas, que active en el interior del grupo un itinerario caracterstico de crecimiento. 1. EL GRUPO: SUJETO DE FORMACIN Un grupo juvenil est animado cuando es consciente de la formacin que se le propone y participa creativamente en la formulacin de los objetivos educativos que le conciernen y en las actividades necesarias para alcanzar esos objetivos. Esto comporta algunas lneas de desarrollo, presentes, al menos como tendencias, desde el primer momento del nacimiento del grupo, y que son animadas en manera explcita y consciente a lo largo del camino educativo. Tratemos ahora de formularlas. Un sujeto unitario y articulado Se trata de pasar de una agregacin de personas que se renen para vencer la soledad o sacar un provecho particular, a un sujeto que se siente unido por lazos afectivos entre los miembros. A medida que las interacciones se multiplican y se consolidan, el grupo comienza a sentirse como un todo, y no solamente como una simple agregacin de individuos. Las dificultades para llegar a esa unidad son: el culto excesivo de la autonoma, que impide a los individuos sentir como significativa la pertenencia a un grupo; la dependencia total del grupo que expone a los individuos a la manipulacin, hasta hacerles perder la capacidad de dar su aportacin y de asumir como propia la responsabilidad de la vida comn. Un sujeto consciente y crtico

Es necesario, pues, ayudar a vivir al grupo como una experiencia decisiva, aunque no la nica, para la formacin de una mentalidad madura y coherente. Recibe animacin aquel grupo que, aunque al principio sea de modo implcito, se propone asimilar crticamente el patrimonio cultural y religioso de las generaciones que le han precedido y ayudar a sus miembros a dar una respuesta personal al sentido de la vida, reaccionando ante los desafos que, da a da, les salen al encuentro. La conciencia de este proceso es gradual; pero es necesario que, como una semilla, est presente desde el primer momento que se rene el grupo. A lo largo de las fases de desarrollo, el grupo madurar una actitud ms consciente, crtica y activa: respecto a los procesos formativos que se desarrollan en su interior y en el ambiente educativo; respecto a las propuestas globales que se viven en el ambiente social, cultural y eclesial. Conciencia, participacin, control de los procesos formativos: son conquistas progresivas a las que los jvenes pueden llegar con ms facilidad, si son animados por el ambiente educativo y, en particular, por el animador. Un sujeto, entre el estar juntos y el comprometerse en Es necesario articular la vida del grupo entre la capacidad y el gusto del estar juntos, y la capacidad y el gusto del comprometerse en, sabiendo que a travs de estas dos modalidades se realiza la formacin. No hay animacin donde el estar juntos, la amistad y la solidaridad recproca prevalecen sobre el compromiso, o sea, sobre el llevar a cabo actividades en vistas a un bien. Y, por el contrario, no hay tampoco animacin donde slo se busca el propio inters, o prestar un servicio, sin dar suficiente lugar a las relaciones interpersonales y a la amistad. Ms all del punto de partida, el grupo desarrolla las dos dimensiones, que se potencian mutuamente en una lenta y progresiva maduracin. Se crece a travs de la expe