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Un niño escucha un cuento maravilloso de su abuela en donde le cuenta una extraña organización de sus habitantes, quienes giran alrededor de Santa Acimiuq.
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UNA HISTORIA QUE DA PIE A OTRA HISTORIA: EL ANTIGUO PUEBLO DE AIRAC Y SUS PECULIARIDADES
Laura Assis Iragorri
“Abuela, ¿ahora si puedes contarme acerca de la iglesia que existió hace siglos? Esa
iglesia gigante de la que me estabas hablando hace unos días”, le dije a mi abuela,
esperando que me contara una de esas grandes historias que ella solía contarme.
Algo que me gusta mucho de ella es que como es tan vieja, conoce muchas cosas
que casi nadie conoció.
“Antes que nada, debo contarte acerca de Airac, el pueblo en donde se encontraba
esta iglesia. Airac era muy antigua, tenía calles de piedra, casas grandes y robustas,
y muchísimos mercados de pulgas que abrían sólo los domingos. Era un pueblo
pequeño y con pocos habitantes. En la plaza central, el lugar más hermoso de Airac,
se encontraba la iglesia de Santo Acimiuq, en donde todos los ciudadanos eran
bautizados bajo las reglas de Airac.” Inició mi abuela, como si hubiera contado esta
historia miles de veces.
“¿Reglas de Airac? y ¿por qué la iglesia y el pueblo tenían esos nombres tan raros?”,
interrumpí mientras me ponía la cobija.
Estábamos sentados en mi cama, eran las 5 de la tarde y yo no quería tomar la
siesta que mi mamá me obligaba a tener todos los días. Era un día lluvioso, los
truenos me tenían muy asustado y las historias de mi abuela eran el mejor
remedio.
“Pipe, acuérdate que yo ya te había dicho que en Airac no hablaban español,
hablaban un idioma que ellos llamaban nomenclatura. Es importante que tengas en
mente que había muy pocos habitantes y eran bastante peculiares. Había cuatro
tipos de habitantes. Antes de que me preguntes, cuando digo tipos me refiero a
clases de personas, como por ejemplo los que se meten con todo el mundo, como tu
vecino Manuel que conoce a todo el barrio. Sin embargo, y en todas las ocasiones,
dependía de sus papás el tipo de persona que nacía. De hecho, no se les llamaba
personas, en su idioma se les llama funciones. Había cuatro funciones generales, y
digo generales porque definitivamente hay personas muy particulares.” Dijo mi
abuela entre risas, mientras resaltaba la palabra particulares. Luego continuó con
la historia.
“Al primer tipo de persona o función se le llamaba óxido, que es de los que te voy a
hablar en la historia. Se distinguían porque tenían una barriga redonda en forma
de “O” al final del tronco de su cuerpo. De hecho, al escribir su fórmula, que era su
apodo o abreviación del nombre, se les ponía una “O” al final en honor a su barriga.
Antes de que se me olvide Pipe, los papás de los óxidos eran siempre un señor
barrigón, que pesaba 16 Osep (medida que usaban ellos y que no se conoce a
cuantos kilogramos equivalía), vivía en la comuna VIA y en la calle 2, quien se
juntaba con cualquier mujer y tenían un hijo que siempre era un óxido. Es
importante aclarar que se decía que los óxidos eran binarios porque nacían de la
unión de dos personas, el señor barrigón, conocido como Onegixo y cualquier
mujer de Airac, solo con pequeñas restricciones (Onegixo no podía escoger a nadie
de la nobleza).” Seguía narrando mi abuela con su típica voz ronca de un domingo
por la tarde.
La lluvia no cesaba, y el frío seguía aumentando. Corrí por un saco y le dije a mi
abuela que me esperara un segundo que iba a llevar a mi cuarto dos chocolates
calientes con masmelos para que nos calentáramos. Mi abuela esperó
pacientemente, y cuando llegué al cuarto ella ya había cerrado las cortinas y
prendido la luz para que yo no me asustara con los rayos.
“Bueno abue ya puedes seguir, pero ahora si explícame cómo era eso de los
bautizos, o por qué no le podían poner a su hijo Pedro, o Juan, o Felipe como me
llamo yo”, le dije a mi abuela mientras le pasaba el chocolate.
“Mijo, esto de pronto es un poco complicado de entender, necesito que me pongas
mucha atención. Cuando nacía el hijo de Onegixo y su esposa, les daban tres
posibilidades de maneras que debían seguir para escoger el nombre de su hijo o
hija. Sin embargo debes tener en cuenta una cosa muy relevante, la esposa podía
ser considerada metálica, porque su piel era de metal, y en este caso se
conformaba un óxido básico, mientras que si la esposa no era metálica se
conformaba un óxido ácido. La primera de las reglas para el bautizo se llamaba
Stock, Moderna o IUPAC. Si los padres decidían nombrar al hijo siguiendo con esta
regla debían bautizar al hijo de la siguiente manera. Primero se ponía la palabra
genérica óxido (pues indicaba el tipo de persona), luego se usaba la preposición
“de”, se ponía el nombre de la esposa y junto a éste se ponía el estado de oxidación
de la esposa en números romanos. Yo sé que te estás preguntando qué es un
estado de oxidación. Este último hacía referencia al número de hijos que quería
tener la esposa.” Mi abuela paró un momento. Me dijo que se estaba sintiendo un
poco mareada y le dolía el pecho. Sin embargo, continuó.
“Que pena Pipe, necesitaba un respiro. Pero bueno, para que entiendas esta
primera regla mejor te voy a dar un ejemplo. Si Onegixo se casaba con Doña Plata,
su hijo se llamaría Óxido de Plata I, ¿Si me entiendes?”, preguntó mi abuelita.
“Sí, abuelita yo entiendo, pero me parece muy raro. Imagínate que todavía
habláramos con nomenclatura; yo me llamaría óxido de Clara II. Y digo óxido
porque estoy seguro que mi papá con esa barriga podría ser el mismo Onegixo.”
Cuando terminé la frase mi abuela se rió y me dijo que no dijera esas cosas de mi
papá. Después, continuó con la historia.
“La segunda regla se llamó sistemática. En ésta, el nombre iniciaba con el número
de átomos (prefijos numéricos) de Onegixo, luego se ponía la preposición “de” y
finalmente el nombre de la esposa también con prefijo numérico de átomos.” Mi
abuela narraba la historia con tanta seguridad que yo no dudaría que pudo haber
llegado a conocer Airac.
“¿Qué son átomos? Y ¿Cómo son los prefijos numéricos? Abuelita ya me estás
hablando en otro idioma”, Le dije, enfatizando que no había entendido casi nada de
lo que me había dicho.
“En la actualidad un átomo es la unidad más pequeña de un elemento químico. Sin
embargo, me imagino que me estás preguntando qué era un átomo para los
habitantes de Airac. Antes que eso es importante mencionar que cuando Onegixo y
una mujer se unían, cada uno debía mencionar cuánto, como mínimo, estaban
dispuestos a dar en somota para su matrimonio. Somota era lo que nosotros
conocemos como pesos, o dólares; era su moneda, pero nunca se supo a cuánto
equivalía. Un átomo, en el antiguo Airac, era la cantidad mínima de somota que
cada miembro del matrimonio estaba dispuesto a aportar. Es muy importante
aclarar que las cantidades nunca eran grandes, debido a que cuando las dos
cantidades eran simplificables, se guardaban las cantidades en un selom,
equivalente a un banco, por lo que se escribían o conservaban más pequeñas.
Bueno mijo, y los prefijos numéricos son: mono (uno), di (dos), tri (tres), tetra
(cuatro), penta (cinco), hexa (seis), hepta (siete), octa (ocho), etc. Y antes de que se
me olvide, cuando la esposa de Onegixo tiene un solo átomo puede no usarse el
prefijo; los padres deciden.” Dijo mi abuela, haciendo una mueca simbólica en la
que se veía su desconcierto de por qué yo no conocía los prefijos numéricos.
“Abuelita, ¿Me puedo comer tus masmelos?”. Dije con mi más inocente voz.
“Claro Pipe, toma los que quieras. ¿Quieres que siga con la historia o la terminamos
mañana?”. Preguntó mi abuela.
“Sigue, sigue. Pero dame ejemplos de la sistemática para entenderla mejor”.
Respondí.
“Pues mira, los átomos de cada miembro del matrimonio se determinaban de
acuerdo al estado de oxidación, aunque eso era un acuerdo raro que hacían las
parejas en ese entonces. A lo que quiero llegar es que algunas esposas de Onegixo
sólo podían tener cierto estado de oxidación para siempre, como la señora Calcio.
Cuando Onegixo se casaba con la señora Calcio, ésta sólo podía proponer tener dos
hijos, al igual que Onegixo quien siempre proponía ese mismo valor. Como se
llegaba a un mismo acuerdo, el número de átomos de cada miembro de la pareja
era uno, por lo que su hijo se llamaría Monóxido de Calcio. ¿Entendiste corazón?”
Preguntó mi abuela con una particular ternura.
“Sí, sí entendí, pero me gustaba más la otra forma de bautizo.” Le dije a mi abuela
con toda seguridad.
“Pipe, espérate, acuérdate que todavía falta otra opción. Esta última regla se
conoce como la tradicional, que a mi manera de pensar es la más divertida. En ésta,
también se inicia con la palabra genérica óxido, seguida de la raíz del nombre de la
esposa que acompaña a Onegixo y finalmente una terminación muy específica.
Digo específica porque dependía del estado de oxidación de la esposa de Onegixo.
Es importante que sepas que un miembro de la pareja puede tener hasta cuatro
estados de oxidación. Si tiene un solo estado de oxidación la terminación sería
“ico”, si tiene dos estados de oxidación y se usa el menor es “oso” y si se usa el
mayor es “ico”, si tiene tres estados de oxidación y se usa el menor se pone antes
de la raíz del nombre de la esposa “hipo” y como terminación se usa “oso”, para el
del medio se usa sólo “oso” y para el mayor se usa “ico”. Finalmente, si tiene cuatro
estados de oxidación, ocurre lo mismo que con las esposas que tienen tres, pero
para el cuarto estado de oxidación se pone “per” antes de la raíz del nombre de la
esposa y como terminación se usa “ico”. Te voy a poner el ejemplo con la señora
Carbono que tiene dos estados de oxidación. Cuando ésta trabaja con su menor
estado de oxidación, que es el dos, el hijo que tendría con Onegixo se llamaría
Óxido Carbonoso. Mientras que si la señora Carbono decide trabajar con su mayor
estado de oxidación, que es el cuatro, el hijo que tendría al casarse con Onegixo se
llamaría Óxido Carbónico.” Dijo mi abuela mientras me miraba la cara para saber
si yo había entendido.
La tarde se me había pasado volando y la luna ya estaba apareciendo. La lluvia
había cesado y al parecer el dolor y mareo de mi abuela también. Yo no podía creer
que en un mundo tan antiguo las cosas fueran tan diferentes y estructuradas, pero
estoy seguro que mi abuela no me estaba mintiendo.
“Abuelita me encantó la historia, ¿mañana me cuentas acerca de las demás
funciones?”. Le dije, seguido por un gran bostezo.
“Si Pipe, mañana te cuento de las demás funciones. Pero dime cuál te gustó más,
cuéntame que piensas”. Dijo mi abuela.
“Pues yo creo que la más divertida es la Stock, aunque no me gustaría tener
números en el nombre. La sistemática me parece rara y la tradicional pienso que es
buena porque es muy específica. Abuelita en general me gusta mucho el idioma de
Airac, deberían enseñarlo en el colegio en vez de esas clases de francés.” Le
respondí a mi abuela mientras sonreía.
“Bueno mijito, me alegra mucho que te haya gustado la historia, y espero que hayas
entendido y aprendido mucho hoy. Como la abuela ya está vieja necesita ir a
descansar, yo ya no estoy para estos trotes.” Dijo mi abuelita mientras se paraba de
la cama para despedirse de mí.
Después, mi abuela apagó la luz y se fue. Iba a ser una larga noche, fría y tranquila.
Me cobijé y acomodé mis almohadas, cogí a Pecas mi perro de peluche y empecé a
imaginarme cómo sería vivir en Airac. Luego, me quedé dormido.