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El arte como industria. Entrevista a Yves Michaud
Eugenia Montalván Colón
Yves Michaud, filósofo francés ex director de la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes de
París, autor de El arte en estado gaseoso, ensayo sobre el triunfo de la estética (Stock, 2003),
-entre una larga lista de títulos-, plantea que "en una sociedad que lo coloca todo bajo el signo
de la belleza, el gesto deportivo es arte, el maquillaje es arte, el diseño es arte, el cuerpo es
arte, la cocina es arte, todo es arte excepto el arte", y parece que a México le cuadra
perfectamente el concepto, pues el arte contemporáneo se inscribe en la lógica de la
producción industrial y el consumo relativa e involuntariamente masivo junto con la
sobrepoblación de artistas, temas que forman parte de esta entrevista realizada en Mérida a
propósito de una conferencia y como preámbulo a la participación de Yves Michaud en el
Tercer Simposio Internacional de Teoría sobre Arte Contemporáneo (SITAC) que tuvo lugar
en el Teatro Insurgentes en la Ciudad de México en el mes de enero.
¿A qué están confinados los artistas que se oponen a la avasallante
corriente estética dominante?
-Lo interesante es que hay muchos artistas, aunque la situación para ellos hoy
sea muy difícil porque vivimos en sociedades que casi a todo anteponen el
“sello” de la belleza. No significa que todo es bonito y que todo va bien, pero
es la ideología de la belleza y la de los sentimientos la que predomina. El
problema para los artistas es que lo que hacen ya está hecho en la comunidad
social, y de ahí que haya varias reacciones de parte de ellos. Hay algunos que
dicen que si queremos distinguir el arte de la vida social hay que hacer un
arte conceptual con función cognitiva, pero sin nada de estética porque ésta
invade a la sociedad y el arte necesita divorciarse de la belleza. Lo entendí
recientemente en Inglaterra y España.
Otra reacción consiste en hacer cada vez más hermético el comportamiento
del artista y aislar este comportamiento en el marco del museo y la galería con
todos los códigos que señalan muy bien que el arte es muy diferente de lo que
pasa en la vida, pero es solamente el código lo que hace la diferencia porque,
bien podemos encontrar instalaciones de video muy artísticas y
experimentales en las tiendas de Armani, por ejemplo.
-Por algo la gente piensa que hay obras tan elementales que
“cualquiera las podría hacer”.
-Si me preguntas sobre los criterios de valoración de un artista la respuesta es
bastante simple. Predomina la valoración estética sobre la de criterios más
tradicionales, como coherencia, obstinación en la producción artística y
perennidad de la obra de arte.
¿Qué pasa con el arte objeto? Hay veces que la intervención del artista
es mínima.
-Sí, pero si él decide que esto -el estuche de unos lentes- es arte, no por eso es
artista. Su proyecto debe tener coherencia; la sociedad debe valorar el trabajo
del artista y no la obra, ¿entiendes? Es el caso de Marcel Duchamp. Él pasó su
vida entera haciendo casi nada, pero realmente vivió como artista. Los objetos
de Duchamp no tienen mucha importancia. Cada uno de nosotros podemos
hacer cosas del tipo que él hizo, pero en su caso lo que es apasionante es que
pasó su vida entera haciendo pequeñas cosas sin significación ni grandeza,
pero con una gran coherencia. Si lees y reflexiones sobre su vida te darás
cuenta de que realmente es un gran artista, sus obras no cuentan mucho.
-Pero ahora a un artista no le resulta tan fácil, supongo, hacerse de
una filosofía de vida con una proyección semejante.
-El problema es que Duchamp ya lo hizo. Un artista actual debería inventar
otra cosa, no diría más radical, pero sí más inventiva; los jóvenes que se
imaginen que si hacen lo mismo que hizo Duchamp serán artistas se
equivocan completamente porque ya fue hecho y a él particularmente mucha
gente lo conoce muy bien.
¿No cree que a estas alturas ya hay demasiados artistas?
-Ese es un aspecto completamente diferente y muy importante. Vivimos en
sociedades globalizadas y de consumo, y el arte también es para el consumo
de las masas. La clave está en que realmente necesitamos muchísimos
artistas. Es una demanda social, como de piscinas en el medio turístico, y
tiene que ver con el consumo de belleza. Los artistas son la fuente de la
belleza, sin embargo, es muy difícil que devenga un artista de gran altura
porque hay muchísimos en todos los países y la competencia por ser cada uno
como Marcel Duchamp es feroz.
Platíqueme cómo se siente en una feria de arte como ARCO, por
ejemplo.
-Primero parto de que estoy en una feria, no en un museo, y en segundo lugar
lo que me interesa es la increíble producción y consumo de arte que se da.
Hay una producción industrial de arte, pero hay también una producción
industrial de experiencias artísticas, como la del video, la publicidad en las
calles y periódicos. En tercer lugar, en la feria hay obras para todos los gustos
y para todo tipo de consumidores, es algo así como la customization en la
producción industrial: cada uno puede tener su coche con equipamiento y
color especial.
¿Cómo se explica que en las ferias y en los museos de arte
contemporáneo pueda tener cabida el fotoperiodismo, por ejemplo?
-El fotoperiodismo es una cosa que yo estudio mucho. Su recuperación en el
arte tiene que ver con el factor de que si todo puede ser obra de arte, ¿por
qué el fotoperiodismo no? En VISA (Visa pour l’image -Perpinnan, Festival
Internacional de Fotoperiodismo), el mayor encuentro de fotoperiodismo en
Europa (se realiza en septiembre) he discutido con la gente el tema de cómo
cada vez más y más los valores estéticos invaden el campo del fotoperiodismo;
esto –de nueva cuenta- tiene que ver con la soberanía de la belleza.
La información pasa a segundo término.
-Por supuesto, es evidente. En el fotoperiodismo también hay una producción
industrial increíble. El director de VISA me dijo que el año pasado recibió 500
CDs de fotografías de la Guerra en Irak. Eso es fascinante. Un elemento que
yo estimo importantísimo es la obstinación de los artistas.
“Lo realmente apasionante, dijo Michaud al final, es que estamos cambiando
de una era a otra. Realmente es un cambio muy fuerte de actitud y de
economía del arte”. En Yucatán, según él, estamos por ver el desarrollo del
arte en conexión con el turismo. Eso estaría muy bien, la gente no seguirá
viniendo únicamente por las ruinas y las playas. En Mérida, ya lo dijo, hay que
empezar a hacer algo atractivo, como en Bilbao, donde no importa tanto lo
que hay en el museo, sino la forma que tiene el edificio.
http://replica21.com/archivo/articulos/m_n/327_montalvan_michaud.html