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EL ASTRÓLOGO FINGIDO De Pedro Calderón de la Barca PERSONAS DON JUAN DON ANTONIO DON DIEGO DON CARLOS LEONARDO MORÓN DOÑA MARÍA DOÑA VIOLANTE BEATRÍZ QUITERIA OTAÑEZ (La escena es en Madrid)

El Astrólogo fingido

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de Pedro Calderón de la Barca

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EL ASTRLOGO FINGIDO

JORNADA PRIMERA

[Sala en casa de Leonardo.]

Salen DOA MARA y BEATRIZ.

MARIA: Dime, pas tan galn?

BEATRIZ: A todo cuanto miraba,

a un mismo tiempo causaba

amor y envidia Don Juan.

Llevaba un vestido airoso

sin guarnicin ni bordado ;

que con lo bien sazonado,

no hizo falta lo costoso.Cabos blancos sin cuidado,

valona y vueltas muy grandes

con muchas puntas de Flandes:

en fin, muv a lo soldado.

Varias plumas, que llevadas

del viento, me pareca

que volar Don Juan queria :

botas y espuelas calzadas.

Con esto y con su buen talle,

sin quitar de tu ventana

la vista aquesta maana

dos veces pas la calle.

MARIA: Por la pintura que has hecho,

Beatriz, toma este diamante.

BEATRIZ: Razn ser que me espante

de ver terneza en tu pecho

tratando cosas de amor,

si no son albricias ya

de ver que Don Juan se va.

MARIA.-Diferente es el rigor

que tengo.

BEATRIZ: Pues tu hermosura,

porque amor se satisfaga,

tan bien las pinturas paga,

escchame otra pintura.

A1 tiempo que ya deiaba

la calle Don Juan, entr

en ella Don Diego ; y yo,

como en la ventana estaba,

le vi en un caballo tal,

que, informado dl el viento,

dej de ser elemento,

por ser tan bello animal.

Con el freno conformaba

los pies con tanta armona,

que el son con la boca haca,

a cuyo comps danzaba.

Saltaron centellas puras

de las piedras ; que el castizo

bruto, por llamarte, hizo

aldabas las herraduras.

Cuando Don Diego el sombrero

quit, sus pies se doblaron ;

que tu puerta respetaron

el caballo y caballero.

Si le vieras, qu brioso

sac el brazo, qu galn

parti ! ..

MARIA: Hablemos de Don Juan

y deja aquse enfadoso.

Sabes si se parti ya?

Sabes, Beatriz, dnde fu?

Si vendr presto?

BEATRIZ: No s ;

mas qu cuidado te da

que se vaya, si ha dos aos,

seora, que te ha servido,

y que slo ha merecido

desprecios y desengaos?

Vyase, y a sus desvelos

podr hacerles resistencia ;

que es muerte de amor la ausencia

a donde faltan los celos.

MARIA: Psame que los enojos,

que hasta agora he resistido,

no los hayas conocido

en el llanto de mis ojos.

Ay Beatriz ! Ay Beatriz ma !

No s cmo hablar, no s

cmo decir que yo am

a Don Juan desde aquel da

que conoc su aficin ;

aunque constante venc

mi pena, porque tem

la opinin de mi opinin.

Don Juan, aunque es cuerdo, es

mozo, y si a saber llegara

mi amor, no s si callara ;

que en este tiempo que ves,

hay mil galanes que viven

rendidos y enamorados,

por publicar confiados

los favores que reciben.

Y un hombre, con slo hablar,

(tan fcil es la deshonra!)

es bastante a quitar la honra

que muchos no pueden dar.

Oh, qu desigual. fortuna !

Que una lengua ponga menguas

en mil honras, y mil lenguas

no puedan dar sola una!

Yo, temerosa de ver

pblico mi deshonor,

puse silencio en mi amor ;

mas fu silencio en mujer,

pues hoy la ausencia provoca

a que salgan mis enojos

en lgrimas por los ojos

y en suspiros por la boca.

BEATRIZ: Si hoy con Don Juan te declaras,

lo mismo te sucediera

con Don Diego si l se fuera.

MARIA: Mal en mi dao reparas ;

pues cuanto la pretensin

de Don Juan mi pecho enciende,

tanto Don Diego me ofende.

BEATRIZ: En tu amor y en tu eleccin

dos novedades me ofreces.

Querer al de menos fama,

hacienda y nobleza! Dama

de comedia me pareces ;

que toda mi vida vi

en ellas aborrecido

al rico, y favorecido

al pobre, donde advert

su notable impropiedad ;

pues si las comedias son

una viva imitacin

que retrata la verdad

de lo mismo que sucede

a un pobre verle estimar,

cmo se puede imitar,

si ya suceder no puede?

MARIA: -Antes con mayor razn

hallan su verdad en m

las comedias, pues que fu

de ese defecto excepcin.

Sale OTAEZOTAEZ: Don Juan de Medrano pide

licencia para besarte

las manos.

BEATRIZ -

Ya viene a hablarte

antes de irse.

MARIA:

Quin lo impide?

Vase Otez y sale Don Juan

DON JUAN: Con licencia me atrev,

seora, a entrar donde estn

tus soles.

MARIA:

Seor Don Juan,

espuelas y plumas !

JUAN:

Si,

que no me bast llevar

espuelas para correr,

y as hube menester

las plumas para volar ;

que quien ausentarse intenta

del sol, bien es que presumas

que ha de valerse de plumas.

MARIA: Qu mandis?

JUAN:

Escucha atenta.

Si a quien se ausenta y se muere

licencia se le permite

de hablar por ausente y muerto

licencia Don Juan te pide ;

muerto, porque vive ausente

de ti; ausente, porque vive

muerto en tu gracia ; que juntas

en mi vida y muerte asisten,

en fin, por ltima vez

que he de hablarte y has de orme,

mis libertades perdona

y mis disculpas admite.

Que te quise habr dos aos.

(Si me muero, no te admires,

pues fu mi culpa el quererte,

que confiese que te quise)

Tanto ha que a tus dos soles

alas de cera previne;

mas si a tu nieve se hielan,

si a tus rayos se derriten,

qu mucho que tanto fuego

abrasado me derribe

a las ondas de mi llanto,

que un mar de lgrimas finge?

Dos papeles te escrib,

bien sabes t cun humildes,

porque, a no serlo, no fueran

hijos de un amor tan firme.

Engaada los tomaste ;

pero t, que iguales mides

ingratitud y belleza,

callando me respondiste.

Un da que hasta un jardn

pude atrevido seguirte

y entrar en l, porque el campo

tales licencias admite,

entre sus flores te vi

con tal belleza, que hiciste

competencia a su hermosura

y ventaja a sus matices.

Corrida naturaleza

de sus pinceles sutiles,

perdi la esperanza, viendo

que imitarte era imposible,

y dijo : Pues ya no puedo

excederme, no me estimen ;

que ya no tengo que hacer,

despus que este asombro hice.

Un jazmn tu mano hermosa

robaba, y l apacible

rindi sus flores al suelo

porque tus plantas las pisen ;

y dijo, viendo que ufanos

blancura y olor compiten :

Aqu me acuerdo que yo

llegu turbado a decirte

que estimases mis deseos.

No s bien qu ms te dije

de un firme amor ; pero s

lo que t me respondiste,

que fue que nunca te viera.

Brava respuesta ! Terrible

sentencia! Ingrato precepto!

Cruel rigor ! Hado infelice !

Y viendo al fin que es en vano

que un desdichado porfe

contra su estrella, y que es bien

que te obedezca, y me prive

de verte, pues t lo quieres ;

porque en mis desdichas mires

e1 extremo de obediencia

a que llega un amor firme,

maana a Flandes me parto

a servir al gran Felipe,

que el Cielo mil aos guarde,

donde mi valor imite

de mis nobles ascendientes

tantas victorias insignes.

Don Vicente Pimentel,

mi seor, hoy apercibe

su jornada: con l voy,

y muy honrado en servirle.

Bien s que imposible es

vivir sin ti ; mas previne

un imposible de amor

vencer con otro imposible.

Qudate con Dios, y al Cielo

le ruego que apenas pise

de Flandes la tierra, cuando

la primer bala que tire

el enemigo, me acierte,

si quien desdichado vive

puede morir, y hay alguna

muerte para el infelice.

Mas yo te doy mi palabra

que si el Cielo me permite

dicha, y por ella merezco

algn lugar que acredite

la sangre que me acompaa,

que ha de ser para servirte.

Y si en tanto, nuevo dueo

te merece ms felice,

ruego al Cielo que le goces

por tantos siglos, que imites

la edad del sol, sin que tengas

slo un instante de eclipse.

T le quieras, y l te adore,

para que en los dos envidie,

en tus gustos, los que quiero,

y en los suyos los que quise.

Y cuando ms fcilmente

de aquesta verdad te olvides,

habr quien ms te merezca,

pero no quien ms te estime.

Con esto, seora, adis ;

que mi libertad no pide,

por saber que ya la tiene,

licencia para partirse.

MARIA: Don Juan, espera, detente,

mientras procuro romper

las prisiones a un secreto

que tantos aos guard;

Aunque es tanta la vergenza

que tengo, que al parecer

un lazo la lengua oprime,

y la garganta un cordel.

Muda la voz, torpe el labio,

temo y dudo... Mas por qu

temo y dudo, si al fin somos

l secreto y yo mujer?

Ay de m ! Que no s cmo

empiece a hablarte ; no s

cmo decir que te quise,

Don Juan, que te quise bien

desde el da que engaada

(ay de m! Digo otra vez,

que la vergenza me turba)

tom el primero papel.

Mas qu victoria me diera

lo que am, sufr y call,

si yo en mis propios deseos

no tuviera que vencer?

Mas hoy que amor en mi pecho

mina de plvora es,

que mientras ms oprimida,

revienta con ms poder,

por la boca y por los ojos

sale, porque ms no ests

de mi ingratitud quejoso,

ni dudoso de mi fe.

No est el amor en el labio ;

en el pecho s, y en l

vives; que el querer callando

es de amor ms justa ley.

La que con extremos dice

su amor, tiene otro inters ;

que son muchas las que quieren,

y pocas saben querer.

No fu el alma tan ingrata

como la apariencia fu ;

que en tu amor he parecido,

pero no he sido cruel.

De mi silencio la causa

ha sido, Don Jua.n, temer

(perdname este temor,

si es que te ofendo con l)

que tengo honor, que soy noble,

y que ya la opinin es

tan difcil de ganar,

cuanto fcil de perder;

y no hay desdicha mayor

que rendir una mujer

el santo honor que la ilustra

a la lengua descorts,

no de aquel que ha merecido

su gracia, sino de aquel

amigo poco leal

y criado nada fiel.

Hay en materia de honor

desdicha, como temer

en la iglesia, en la visita,

si sabrn que yo te habl,

si sabrn que te escrib,

y al fin que te quiero bien ;

y con este pensamiento,

encogida, no poder

alabarse, que es honrada,

una mujer que lo es?

Porque si acaso blasona

de serlo, teme que est

desmintindola por seas,

el que lo sabe ms bien.

En fin, este recelar,

este dudar y temer

hizo llave de mi amor

aquel pasado desdn ;

mas ya que rompo el silencio,

como palabra me des

como noble que ni amigo

ni criado ha de saber

aqueste amor, para hablarnos

ocasiones buscar,

si es que la partida tuya

puedes, Don Juan, suspender.

Ser nica secretaria

deste amor Beatriz, de quien

fo lo que de m misma,

porque su silencio s.

Y si no, vindote ir,

ya por consuelo tendr

haberte dicho mi amor,

porque te vayas con l.

Y no me agradezcas, no,

Don Juan el quererte bien,

porque slo el declararme

me tienes que agradecer.

JUAN: Djame que venturoso

el alma ponga a tus pies,

que responda con callar,

porque empiece a obedecer.

iY plegue a Dios, que con este

acero que al lado ves,

y en cuya cruz pongo ahora

la mano, muerte me d

a traicin el ms amigo,

si quebrantare la ley

del secreto, y ofendiere

de tu amor la firme fe.

Las espuelas y las plumas

dejo : que fueron, dir,

las espuelas para ir,

las plumas para volver.

Mas con todo, por cerrar

la boca al vulgo cruel,

que de todo piensa mal

y de nada juzga bien,

en la casa de un amigo

con gran secreto estar

unos das ; luego pleitos

o enfermedad fingir,

por dar color a la vuelta,

si mi dicha puede hacer

que hoy se acuerden en Madrid

de lo que vieron ayer.

MARIA: Pues con aquesa palabra,

a hablarme esta noche ven,

y sin pararte en la calle,

entra en el portal; que a l

Beatriz bajar advertida,

Don Juan de lo que has de hacer.

No reparen los vecinos

de verte en la calle, que es

uno malintencionado

de toda la vida juez.

Todos lo saben ; qu mucho,

si hay vecino que por ver

lo que pasa en una noche,

no se acuesta en todo un mes?

En la reja estar un lienzo.

Esta la sea ha de ser

si hay ocasin ; pero advierte

que vengas solo.

JUAN.-

Vendr

sin m. Qu mucho, si ya

sin m me tiene el placer?

MARIA.-Espera, Don Juan. Advierte

que has de callar.

JUAN:

Yo ser

el ave que el viento rompe

con una piedra en el pie

y otra en el pico, advirtiendo

que soy vigilante y fiel.

Vase.

MARIA.- Deste concertado amor,

di, Beatriz, qu te parece?

BEATRIZ.- Que justamente merece

tanta fineza y favor

Don Juan, que es noble y discreto

Como galn.

MARIA - T has de ser, Beatriz,

la que has de tener

la llave deste secreto.

Mi vida y alma te fo.

Bien s que segura puedo.

BEATRIZ: Desecha, seora, el miedo,

que ofendes el honor mo.

Salen Don Diego y Morn.

MORON: (Ap. a su amo.)Aqu llegas! Qu procura

tu amor? Qu intentas?

DIEGO. (Ap. A Morn)(Intento

saber si al atrevimiento

se le sigue la ventura.)

Perdneme tu hermosura,

si atrevido y descorts

pongo en tu casa los pies;

que yo en esta contingencia

no quise pedir licencia

porque t no me la des.

Que estimando tu rigor

No quiso la suerte ma

Que lo que era cortesa,

Me pareciese favor.

Bien s que mi firme amor

Con tus desprecios no alcanza

Un tomo de esperanza;

Pero yo viendo tu fuerte

Rigor, tengo de quererte

Por slo tomar venganza.

Mas la venganza me das

Cuando menos gusto esfuerzas

Pues cuanto ms me aborrezcas,

Tengo de quererte ms.

Si de esto quejosa ests,

Porque con solo un querer

Los dos vengamos a ser

Entre el placer y el pesar

Extremos, aprende a amar,

O ensearme a aborrecer.

Yo aprender tus rigores,

Aprende t mis firmezas,

Ensame t asperezas,

Yo te ensear favores;

T desprecios, y yo amores,

T, olvido, yo firme fe;

Aunque es mejor, porque d,

Gloria al amor, pues es Dios,

Que le deis rigores vos

Pues yo por los dos querr.

MARIA: El haberos escuchado

Seor Don Diego, no ha sido,

Por slo haberos odo

Sino por haber pensado

Qu responderos, y he estado

Dudosa, mirando esta

Retrica tan molesta;

Porque como no tema

Tal libertad, no tena

Prevenida la respuesta.

Decisme que en mis rigores

Mayor gusto y gloria hallis;

Y porque no lo tengis

Estoy por daros favores.

Si los desprecios mayores

Hoy son los ms lisonjeros

Dejar de aborreceros;

Pues solo por no agradaros,

No os dejar por dejaros

Y os querr por no quereros.VaseMORON: Esto sufres? Vive, Cristo,

Seor, que no lo sufriera,

Si la diosa Venus fuera!

DIEGO: En vano el dolor resisto.

Has visto, Beatriz, has visto

la ciega resolucin

de una libre condicin?

BEATRIZ: Harto hago yo de mi parte

Mas es imposible amarte.

DIEGO: Pues no sabr la ocasin?

BEATRIZ: El haber nacido as

Con tan natural desdn,

Altiva y ingrata

DIEGO:

A quin

Se le trata como a m?

Ya no he de volver aqu

En mi vida; esta verdad

Prometo; mi voluntad

Hoy acaba.

MORON: Si codicias

Tu propio bien, dame albricias.

DIEGO: De qu?

MORON:

De tu libertad.

En tu vida no has tenido

Mejor pensamiento que este.

DIEGO: Aunque la vida me cueste,

Pondr mi amor en olvido.

T, Beatriz, que al fin has sido

A quien he debido ms

Toma esta cadena.

BEATRIZ:

Das

Las prisiones ([Ap.] En qu aprieto

Se va poniendo el secreto)

Como ves que libre ests.

MORON: Una repblica haba

Que al mdico no pagaba,

Seor, hasta que sanaba

El enfermo; y si mora,

Tiempo y cuidado perda.

Y esta ley tan bien fundada,

A nuestro intento aplicada,

Digo que de amor que muere

El alcahuete no espere

Tener de derechos nada

La cadena la das!

DIEGO:

S

BEATRIZ: Quitndote las prisiones

En el alma me las pones.

Mas poco podr

DIEGO:

Ay de m!

Ya no es tiempo, porque aqu

se despide mi mudanza

de una loca confianza.

Adis, malogrado empleo,

necio amor, loco deseo,

que hoy mors con esperanza!

Vase

MORON: Yo qu tengo de decir?

Despedirme tambin?

BEATRIZ: Si ya no me quieres bien,

Bien te puedes despedir.

MORON: Yo tras mi amo he de ir:

Cuando l amare, amar;

Que un criado siempre fue

En la tabla del amor

Contrapeso del seor.

Adis.

BEATRIZ: Bien pagas la fe

que me debes!

MORON:

Si quisieras,

Beatriz, que asistiera a verte,

t hubieras hecho de suerte

que este imposible vencieras.

Entonces t me tuvieras

Aqu de noche y de da.

BEATRIZ: No quiso la suerte ma

Porque mi desdicha excede

MORON: Yo s que una criada puede

A veces ms que una ta.

Yo s que ni una razn

Dijiste

BEATRIZ: Yo s que s

Y an t lo vieras, si aqu

Te dijera la ocasin

Que estorba la pretensin

Pero por ser fuerza, callo.

MORON: Pues yo no quiero apurallo;

Que t por decirlo mueres,

Tan liberal, que an no quieres

Que me cueste el preguntallo.

Dime, qu causa lo obliga?

BEATRIZ: Mi seor es el que viene.

Basta decir que la tiene,

Sin que la causa te diga.

MORON: Luego en vano es que prosiga

Aqueste intento?

BEATRIZ:

Jams

De mi boca lo sabrs.

MORON: Pues de ti lo he de saber.

No sirves y eres mujer?

BEATRIZ: S.

MORON: Pues t me lo dirs.

Vanse.

(Calle)

Salen Don Juan y Don Carlos, en traje de noche.

JUAN: Importa al fin para un honroso efeto

El quedarme en Madrid con tal secreto

Que si a vos no os hallara

Por no fiarme de otro no quedara.

La voz ha de correr que ya he partido,

Y en vuestra casa quedar escondido.

CARLOS: Son celos de Violante?

JUAN: No, por Dios; ms altivo y arrogante

Sube mi pensamiento;

De Violante, ni los celos siento.

Basta decir, cuando de vos me fo,

Don Carlos, que le importa al honor mo

Esta resolucin.

CARLOS:

Yo os agradezco

La confianza, y desde aqu os ofrezco

Con pecho noble y alma agradecida

Mi casa, hacienda, espada, pecho y vida,

Sin saber qu os obliga;

Que un amigo no quiero que me diga

Sino lo que l quisiere.

JUAN: Ahora falta, porque no me espere,

Que entris en casa de Violante bella

Y le digis que yo me fui sin vella,

Porque viendo la priesa de partirme,

Alma no tuve para despedirme;

Que yo la escribir. Su casa es sta;

Entrad; que por ir solo, he de dejaros.

CARLOS: Dadme licencia para acompaaros.

JUAN: Imprtame ir solo.

CARLOS:

Pues no quiero

Porfiaros.

JUAN:Adis.Vase.CARLOS:

Jams espero

Entender tan notables confusiones.

Todo es diversas imaginaciones,

Si bien no es menos la memoria ma,

Ocupndola amor de una porfa

Rigurosa y cruel. Bella Violante,

cundo ser tu declarado amante?

Cuando pens que ya Don Juan me daba

La ocasin con su ausencia que esperaba

A declararme, mi fortuna escasa

Le tiene ausente dentro de mi casa.

Mas ella me dir, si a hablarla llego,

Lo que tengo de hacer, que amor es ciego.

Vase.

(Sala en casa de Doa Violante)

Salen Don Carlos, Doa Violante y Quiteria

CARLOS: Menos que con un recado

De Don Juan no me atreviera

A haber llegado hasta aqu

Antes de pedir licencia.

VIOLANTE: Vos la tenis para entrar,

seor Don Carlos, sin ella

en esta casa. Mas dnde

queda Don Juan?

CARLOS:

Dnde queda?

Preguntad adnde va.

VIOLANTE: Ay de m ! Luego ya es cierta

su partida?

CARLOS: Aquesta tarde

me mand que yo viniera

a despedirle de vos ;

que fu tan grande la priesa

de partirse, que no tuvo

lugar. Aunque no es aquesta

la mejor disculpa suya;

pues no veros a la ausencia,

fu por no ver atrevido

la gloria de que se ausenta.

Que al despedirse de vos,

cerrar los ojos es fuerza;

que no os viera si os dejara,

o no os dejara si os viera.

VIOLANTE: Es posible que tuviese

tan mala correspondencia

Don Juan, que aun palabras solas

no quiso que le debiera?

Si esto hiciera una mujer

con un hombre, qu dijera,

sino que era fcil, vana,

mudable, inconstante y necia?

Pues qu hemos de ser nosotras,

si ellos mismos nos ensean?

Siempre la ocasin es suya

y siempre es la culpa nuestra.

Perdonadme que hable as.

CARLOS: Son tan justas vuestras quejas,

que ellas propias os disculpan

cuando pensis que os condenan.

Que haya hombre tan descorts,

o tan necio, que se atreva

a hacer agravio a este amor,

y desprecio a esta belleza?

Vive Dios, que si Don Juan

no fuera mi amigo, fuera

donde esta, slo a decirle,

Violante, de la manera

que os haba de estimar !

Ms creed que en esta ausencia

quedo yo para serviros:

que en m la amistad es deuda.

Y mirad qu me mandis.

VIOLANTE: Que os dejis ver, porque tenga

con quin hablar de Don Juan.

CARLOS: Yo agradezco la licencia.

y por serviros la acepto.

([Ap.l Poderoso amor, qu intentas?

Don Juan ausente es mi amigo,

Violante presente es bella :

no s qu han de hacer de m

la amistad y la bellezaJ

Vase.

VIOLANTE: Quiteria, qu dices desto.

QUITERIA: Que me huelgo de que veas

de tu amor el desengao,

y del suyo la experiencia.

No tomaste mis consejos ;

que a fe que agora tuvieras

ms oro y menos amor,

ms joyas y menos quejas

Qu va que ests tan perdida,

que te vas de tierra en tierra

como mujer desdichada?

VIOLANTE: Aqu has de ver mi firmeza,

que ha de hacer que yo le espere

libre y suya hasta que vuelva,

porque hallen crdito en m

la lealtad y la nobleza.

QUITERIA: Templada ests a lo antiguo.

Pues qu juros y qu rentas

te deja el seor Don Juan

con que sustentarte puedas?

VIOLANTE: Pues qu ms ha de dejarme,

si tanto tiempo me deja?Vase.

[Calle.]

Salen Don Juan y Beatriz de casa de Leonardo.

BEATRIZ: Vete, porque ya amanece,

y no hay nadie que te vea

JUAN: Que tan veloz, Beatriz, sea

el tiempo ! No me parece

que ha una hora que anocheci,

y presumo que envidioso

de mi gloria el sol hermoso,

ms temprano descubri

entre nubes de oro y grana

los reflejos en quien dora

sus lgrimas el aurora.

BEATRIZ: Requiebros a la maana?

JUAN: Sus maravillas celebro.

BEATRIZ: Cuando tan rico te ves

de ellos, no es mucho que des

de barato algn requiebro.

Vete presto.

JUAN; Ay suerte ma !

Quin creer en tanta ventura

que es la noche ms oscura

para m el ms claro da?

Vase.

BEATRIZ: Ved lo que en el mundo pasa,

y qu es honor ! Por no hablalle

con escndalo en la calle,

le entramos dentro de casa.

Cuando miro estas honradas,

pienso que sus fantasas

vuelven las caballeras

de las historias pasadas.

Dama, que tus vanidades

te hicieron impertinente,

ama al uso de la gente,

deja singularidades.

Salen Don Diego y Morn

DIEGO: [Ap.los dos] Aquesto Beatriz te dijo?

Que hay de olvidarme ocasin?

De aquesta causa, Morn,

varios efectos colijo.

No lo pudiera saber?

MORON: Si su amo no viniera,

pienso que me lo dijera;

que Beatriz es muy mujer,

y nada me negar,

porque es ley en las mujeres

.

DIEGO: A la puerta suya est.

MORON: Tan de maana ; Por Dios,

que a decirlo ha madrugado.

DIEGO: Llgate all descuidado ;

y pues no nos vi a los dos,

yo te esperar en la esquina

desta calle.

MORON:

All te esconde

mientras voy.

Retrase Don Diego

BEATRIZ:

Galn! Adnde

tan de maana camina?

MORON: A buscar el arrebol

que en esos ojos perd;

pues por slo hallarte a ti,

me levant con el sol.

Qu hay de nuevo?

BEATRIZ:

Todo es viejo

cuanto pasa por ac.

MORON: Y tu seora est, ya

tomando mejor consejo,

o estse honrada y terrible?

BEATRIZ: T vinesme a perseguir?

Cmo tengo de decir

que el quererle es imposible?

MORON: Callando t, en conolusin,

llego, Beatriz, a pensar

que yo no soy de fiar,

o ella no tiene ocasin ;

porque si ocasin tuviera,

qu ocasin pudiera ser

imposible de saber?

BEATRIZ: Yo, Morn, te lo dijera,

si me juraras aqu

tenerme siempre secreto.

MORON: Y yo, Beatriz, lo prometo

a fe de gallego. Di.

BEATRIZ: Ni a tu seor...

MORON:

Cmo, qu?

Pierde de aqueso el cuidado;

que a fe de gallego honrado,

que jams se lo dir.

BEATRIZ: Pues has de saber agora...

MORON: Con prembulo tambin?

BEATRIZ: Que mi ama quiere bien,

y mejor dir que adora,

a un caballero, a un Don Juan

de Medrano, gentilhombre

de cierto seor, un hombre

tan pobre como galn.

Aqueste agora ha fingido

que a Flandes va a ser soldado;

y es mentira, que ha quedado

en una casa escondido

de un Don Carlos de Toledo ;

que todo me lo cont

esta noche, porque yo

ser su secretaria puedo.

Este al fin de noche pasa,

y si en la ventana est

un pao blanco, que da

la sea, se mete en casa.

Bajo yo, y por una puerta,

que piensa que est clavada

el viejo, le doy entrada,

a tales horas abierta.

Llega al jardn, donde tiene

una reja el aposento

de mi seora, y contento

muchas noches la entretiene

con bachilleras ; despus

vuelve a salir muy quedito ;

y slo deste delito

somos cmplices los tres :

de modo, que si t das

noticia desto a cualquiera,

y se sabe luego

MORON:

Espera,

que no quiero saber ms.

De algn msico civil

tu relacin me parece,

que le dan mil porque empiece

y porque acabe cien mil.

Mas la honrada, ; vive Dios,

que ha cado!

BEATRIZ:

Quiero entrar,

no tenga que sospechar.

Esto para entre los dos.

Vase.

MORON: [Para s.] Aquste es el santo honor

Que tan caro nos venda?

Cuntas con honor de da,

y de noche con amor

habr ! Con puerta cerrada,

pauelo, Beatriz, zagun,

jardn, ventana y Don Juan,

La Chirinos fuera honrada.

Mas qu fuerte es un secreto !

Mucho es no haber reventado

del tiempo que le he callado.

Mi vida est en grande aprieto,

si no lo digo. Adventid :

esto que me han dicho agora,

mtenme si de aqu a una hora

no se supiere en Madrid.

Porque trompa de metal

la voz de un criado es,

que hablando en el Lavapis

le han de or en Foncarral.

(Vuelve Don Diego)DIEGO: A que se fuese esperaba,

a tus acciones atento,

por slo hacer a los ojos

adivinos del suceso.

Qu tienes? Qu ha sucedido?

Qu te dijo? Qu hay de nuevo?

MORON: ([Ap.] Beatriz, ya pruebo a callar ;

mas vive Dios, que no puedo)

Seor, gran mal hay.

DIEGO:

Pues cmo?

Qu ha sucedido? Qu es esto?

MORON: No te lo puedo decir,

y por decirlo reviento ;

que aunque el secreto sea santo,

yo no guardo a San Secreto.

Aqui para entre los dos,

aquel pobre caballero,

Don Juan de Medrano, aquel

que apenas te daba celos,

aquel que dijo que a Flandes

iba, se qued encubierto;

en la corte, y en la casa

de Don Carlos de Toledo

es llamado y escogido.

No puedo decir que un lienzo,

puesto en la reja de noche,

es seal que est diciendo

que entre en el portal, adonde

le espera Beatriz ; y luego,

por una pequea puerta

de un patio que sale a un huerto,

entra hasta una reja baja;

que all cae el aposento

de Doa Mara de Ayala ;

que parlan hasta el Lucero,

debe de haber ms de un ao...

DIEGO: No digas ms, calla. Cielos!

Alguno creer que son

tales las penas que siento,

que la menor viene a ser

en mi desdicha los celos?

No siento que a Don Juan quiera,

ni le hable ; slo siento

que hiciese Doa Maria

de m tan loco desprecio.

Si curdamente culpara

mi atrevido pensamiento,

y con corts bizarra

castigara mis deseos,

o callara, yo sufriera :

pero ; con tantos extremos

de honrosas estimaciones,

de arrogantes devaneos,

de soberbias fantasas!

Ni sufrir ni callar puedo.

MORON: Pues, seor, ya que no he sido,

del desengao instrumento,

no publiques de esa suerte

de aqueste amor el efecto,

que no ha de vengar la lengua

sus agravios.

DIEGO:

Slo siento

estar tal, que t le des

a mi trmino preceptos.

Claro est que he de callar ;

mas no puede el sentimiento

tal vez dejar de mostrarse.

MORON: Y qu piensas hacer?

DIEGO;

Pienso,

sin darme por entendido,

volver a mi amor primero,

y llegar a hablarla ahora

con mayor atrevimiento :

que a mujer de quien se sabe

alguna flaqueza, es cierto

que llega a hablarla el galn

sin aquel corts respeto

que antes tuvo; porque piensa.

teniendo su honor en menos,

que el favor que al otro hizo,

se le debe de derecho.

MORON: Don Antonio es ste.

DIEGO:

Mira

si sale a misa, que quiero

irla siguiendo a la iglesia. (Vase Morn)Sale Don Antonio

ANTONIO: Bsoos las manos, Don Diego.

DIEGO: Yo las vuestras.

ANTONIO:

Qu tenis,

que estis tan triste y suspenso?

DIEGo: No s qu tengo.

ANTONIO:

Mal hice

en preguntroslo, viendo

esta calle y estas rejas.

Hay algo, amigo, de nuevo?

Decdmelo.

DIEGO: Qu ha de haber?

Penas mas, que por serlo,

ya no es nuevo, aunque lo sea

la causa.

ANTONIO: Qu fu?

DIEGO:

No puedo

decirlo.

ANTONIO: Pues a m... !

DIEGO:

A vos

lo dijera, si el secreto

no viniera encomendado.

ANTONIO: Muy seguro est en mi pecho,

y el no decrmelo ya

ser ofensa, y vive el Cielo ! ,

de no hablaros en mi vida.

DIEGO: Pues, Don Antonio, es aquesto,

aqu para entre los dos...

ANTONIO: Decid, que yo os lo prometo.

DIEGO: Que aquel Don Juan de Medrano

No fue a Flandes, como dieron

muestras plumas y colores,

pues se ha quedado encubierto

en casa de vuestro amigo

Con Carlos. La causa desto

ha sido, porque de noche,

dos aos ha, o poco menos,

entra embozado en la casa

de Doa Mara. No puedo

pasar de aqu.

ANTONIO:

Yo sabr

si aqueso es verdad muy presto;

que Don Carlos viene all

y l me lo dir.

DIEGO:

Yo espero

a esta parte retirado. (Retrase)

Sale Don Carlos

ANTONIO; Don Carlos, buscndoos vengo

para un negocio que importa.

CARLOS: Qu mandis?

ANTONIO:

Saber si es cierto

(y esto para entre los dos,

porque me importa el saberlo)

que est Don Juan de Medrano

en vuestra casa encubierto,

y que va para tres aos

que con muy grande secreto

entra a hablar todas las noches

en el nocturno silencio

con Doa Mara de Ayala.

CARLOS: ([Ap.] Miren por dnde yo llego

a saber quin estorb

su partida !) Aunque no tengo

licencia para decirlo,

con vos no se entiende eso ;

y aqu para entre los dos,

cuanto habis pensado es cierto.

Que no se fue, que qued

en mi casa, y que encubierto

entra de noche en su casa

habr cuatro aos y medio.

ANTONIO: Queda con Dios.

CARLOS:

El os guarde.

Vase.

ANTONIO: Verdad ha sido, Don Diego,

cuanto pensis. Ya l saba

tambin su amor.

Sale Morn.

MORON:

Esto es hecho :

ya va a misa.

DIEGO:

Idos con Dios ;

que hablarla en la calle quiero,

por slo ver en qu para

su favor y mi desprecio.

MORON: En eso te determinas?

DIEGO: Ven conmigo.

MORON:

Yo pienso

que ha de nacer deste amor,

seor, un notable cuento.

JORNADA SEGUNDA

Salen Doa Mara y Beatriz, con mantos; Don Diego, Morn y Otez.

DIEGO: Pues no puedo por amante,

merecer por criado

aqueste lugar.

MARIA: Qu enfado !

no he de pasar adelante,

si no os volvis.

DIEGO: Cuando hiere

la llama el viento, se hace

una ave que della nace

un fnix que en ella mere ;

y sin que su riesgo tema,

mariposa iluminada,

de aquel fuego enamorada,

cercos hace, hasta que quema

las alas de tornasol;

as anda mi amor ciego,

como sombra deste fuego,

haciendo cercos al sol ;

que hasta abrasarme porfa

esta pena, este rigor.

MARIA: Mirad que es necio el amor

que para en descortesa.

Cundo de aquesta amorosa

locura que estoy mirando,

dejaris el tema?

DIEGO:

Cuando

Dejis vos de ser hermosa.

MARIA: No est en m el haber nacido

desta suerte, si es as

que os lo parezco...

DIEGO:

Ni en m

dejar de ser atrevido.

MARIA: Mas pudiera en tal locura

quitaros, con escarmiento,

mi honor el atrevimiento

que os ha dado mi hermosura.

MORON. [Aparte.] Este honor me ha de matar.

Mas qu cosa tan cansada

es una mujer honrada!

MARIA: Aqu os habis de quedar ;

pues cuando el sol mismo fuera

el que seguirme intentara,

slo en pensarlo eclipsara

su luz, y no se atreviera a

mirarme sin desdn...

MORON: [Aparte.] El sol, no ; pero la luna,

s, entre las doce y la una.

MARIA: Cuanto ms un hombre, a quien

de ningn modo estimara,

aunque ms altivo fuera,

no para que me sirviera,

mas para que descalzara

an un chapn de mis pies.

DIEGO: [Aparte.] Mucho mi paciencia temo,

oyendo tan loco extremo.

MARIA: No me hagis ser descorts ;

que ser ms que desprecio

el castigo. Beatriz, vamos.

DIEGO: Poco importa que seamos

vos descorts y yo necio.

Escuchad, si no queris...

MARIA: Ya pasa de necedad,

y llega a ser libertad.

DIEGO: Ya quiero que me escuchis ;

que siendo pleito de amor,

es fuerza darme un odo

a m, pues habis odo

de espacio al competidor ;

que si en la justicia ma

bien enterada no estis,

ser bien que nos oigis,

a l de noche, a m de da.

No quiero yo que a este fin

haya lienzo por seal,

Beatriz que baje al portal,

reja que caiga al jardn,

puerta al parecer cerrada,

galn que est ausente y viene...

MORON: [:Aparte.] Qu linda memoria tiene !

No se le ha olvidado nada.

DIEGO: Pero quiero, pues se humana

el honor que encarecis

tan alto, que despreciis

ms honrada y menos vana.

No me ofendieron, por Dios,

los desprecios de honor llenos;

mas no le echara yo menos,

a no encarecerle vos.

No es honra la vanidad ;

que no est en encarecerla

la virtud, sino en tenerla.

Y en lo que he dicho, culpad

vuestra lengua, la ma no,

si lo dicho se os acuerda ;

pues si vos furais ms cuerda,

no fuera tan necio yo.

De vuestros desprecios fue

la culpa, no de mis celos.

MARA: ([Aparte.] Qu es esto que escucho? ;Cielos! )

MORON. ([Ap. a Dn Diego] Seor, qu has hecho? )

DIEGo: No s.

BEATRIZ: ([Aparte] Ay de m! Qu es lo que he odo? )

MARA. ([Aparte.] Ya qu tengo que esperar,

si esto he llegado a escuchar?)

T, Beatriz, t me has vendido.

BEATRIZ: Yo, seora? No hice tal.

( [Ap. ] Qu bien aquesto tema ! )

MARA: ; Mal haya, amn, quien se fa

de criadas!

OTAEZ: Pesia tal !

Esto va como ha de ir.

MORON: [Ap. a Don Diego.] Qu la has dicho?

DIEGO:

Despreciado,

celoso y desesperado,

ya no la pude sufrir.

MORON: La pobre Beatriz lo paga.

MARA. [Ap. a Beatriz.] Si slo t lo has sabido,

quin decrselo ha podido?

MORON: [Aparte.] No s, por Dios, cmo haga

para disculparla aqu.

DIEGO: Scame, por Dios, Morn,

de tan grande confusin,

con alguna industria.

MORON: [Aparte.] A m

me falta hoy una mentira,

no sobrndome otra cosa

todo el ao?

BEATRIZ: [A Doa Mara] Rigurosa

ests.

MARIA: ; Por ti, infame !

BEATRIZ: Mira que te minti quien te ha dicho

que yo se lo fui a contar,

y he de morir y negar.

MORON: [Ap. a su amo.] No es muy seguro capricho,

mas por Dios, que por ahora...

DIEGO. [Ap. a Morn.] Yo te ayudar a mentir.

MORON: [Alzando la voz.] Yo lo tengo de decir,

aunque me mates. Seora,

no tiene Beatriz la culpa

desta celosa licencia ;

porque, en Dios y en mi conciencia,

su ignorancia la disculpa.

Y si a hablar verdades llego...

No hay que hacenme seas, no ;

todo he de decirlo yo,

aunque me despidas luego.

Sabe, pues, que mi seor,

este que presente ves,

un grande astrlogo es...

Puedo decir el mejor

que se conoce en Espaa.

DIEGO: [Aparte.] (El dir mil disparates.)

Ah Morn !

MORON: Aunque me mates,

desta ciencia tan extraa

tuvo en Italia maestro

el tiempo que en ella estuvo.

(que en jugar de manos no hubo

otro ms sutil y diestro.

Pues qu andar por la maroma,

aunque estuviese ms alta !

No le hizo el camino falta.

Dicen que en una redoma

tena un familiar amigo

que todo se lo contaba...

Porque con el diablo hablaba c

omo pudiera conmigo.

DIEGO: Mira, Morn, lo que dices.

MORON: Siempre la verdad enfada ;

mas no ha de quedar culpada

la Beatriz de las Beatrices.

Aqueste, en fin, le ense

de los planetas y sinos...

DIEGO: El dir mil desatinos.

MORON: Y a m anoche me mostr

un hombre, y me dijo : Ahora

va a hablar con Doa Mara

ste ; que la Astrologa

lo ms oculto no ignora.

Luego en el espejo vi

un jardn adonde estaba,

y all una mujer hablaba

con l, aunque no la o

lo que dijo. Esto es verdad.

DIEGO: Pues que ya me ha descubierto

aquese loco, lo cierto

de aquesta ciencia escuchad.

En la corte de Filipo,

villa insigne de Madrid,

gran metrpoli de Espaa,

de nobles padres nac,

a quien di naturaleza

tan liberal y feliz

la hacienda como la sangre,

indignas de hallarse en m.

Crec inclinado a las armas

y letras, sin preferir

nunca el valor al ingenio ;

que uno altivo, otro sutil,

con la espada y con la pluma

compitieron entre s,

midindose siempre iguales

al vencer y al escribir.

Apenas, pues, sobre el labio

tuve al primero perfil,

cuando en el armada, vuelta

al Mediterrneo di.

Si hice algo, lo que hice

podr la fama decir ;

porque en la ms noble lengua

la propia alabanza es vil.

Llegu a Npoles, adonde

por mi dicha conoc

a Porta, de quien la fama

contaba alabanzas mil;

se, a quien no reserv

dudoso suceso el fin,

porque su ciencia tena

presente lo porvenir;

a quien planetas y signos

en sus astrolabios vi

tan obedientes, que nunca

le pudieron encubrir

el ms inconstante efecto...

Qu mucho si desde all

contaba cuantas estrellas

tiene el celestial zafir?

De aquesto tom ocasin

el vulgo para decir

que tena familiar

secreto ; ms no es as :

que el vulgo ninguna accin

admira sin aadir

que la verdad ms desnuda

viste de ajeno matiz.

Aqu le conoc ( nunca

le conociera!) y aqu,

o fu fuerza de algn astro,

para mi suerte infeliz,

o fu mi desdicha sola,

tan inclinado me vi

a su estudio, como l

a mi inclinacin ; y as

fuimos los dos tan amigos,

que no acertaba a vivir

uno sin otro. Dur

dos aos, que estuve all,

aquesta amistad, y en ellos,

con estudiar y asistir,

llegu, no s si a saber

(estoy por decir que s)

la Astrologa tan bien,

que pudiera competir

con l mismo, a quien mil veces

envidia y espanto di.

En este tiempo, envidiosos

que quisieron deslucir

su opinin, le denunciaron,

diciendo dl y de m

esto de los familiares ;

y aunque salimos al fin

libres de aquella afliccin,

no lo pudimos salir

de la sospecha comn ;

pues por quitar desde all

el escndalo, mandaron

no pudisemos decir

nada que nos preguntasen.

Yo, que entonces advert

el poco fruto y la mucha

sospecha que conseguir

pude, por no verme en otra

ocasin, siempre encubr

lo que saba. Por esto

nunca has odo decir

que era astrlogo hasta ahora,

que despreciado de ti

como pudo el ms humilde

hombre, el ms bajo, el ms vil,

de tus desprecios la causa

y de mi desdicha el fin,

por no preguntarla a otro,

la quise saber de m.

Y anoche con ese loco,

que se atrevi a descubrir

tan gran secreto ( mal haya

quien se fa de hombre ruin ! ),

hall el pao, hall la reja,

hall la puerta el jardn

y hall... Pero ,ya no puedo,

no puedo pasar de aqu.

Si llegu a hablarte celoso,

cmo pude resistir

tus desprecios y mis celos?

Perdona, si me atrev

a tu honor y a tu respeto;

que mal se pueden sufrir

desdenes de enamorada.

Y pues que fo de ti

este secreto, aunque seas

mujer, sabe desmentir

la opinin que las acusa

de fciles ; pues aqu,

por verme ya descubierto

y disculpada Beatriz,

ha sido fuerza contarte

cmo lo supe y lo vi.

MORON: Esta es la verdad.

BEATRIZ:

Seora,

jams oste decir

que era astrlogo Don Diego,

otras veces? Pues yo s.

MARIA: Ay Beatriz! Qu puedo hacer

BETARIZ: Qujate ahora de m,

y di que yo te he vendido.

OTAEZ: ([Aparte.] No he visto, por San Crispn,

hombre ms sabio en mi vida!)

DIEGO: [Ap. a Morn] Qu te parece?

MORON: [Ap. a su amo.]

Que as

lo has fingido, que yo mismo

casi, casi lo cre.

MARIA: Seor Don Diego, no quiero

tener de vos que temen,

si el respeto considero

que a una principal mujer

debe un noble caballero.

Y quien tan bien conoci

la fuerza de las estrellas,

bien ver en sus luces bellas

que no pude torcer yo

lo que dispusieron ellas.

Slo un consuelo me dis,

que es ser tan noble y discreto,

pues con esto aseguris

mi honor y vuestro secreto :

y mirad qu me mandis.

DIEGO: Quien no puede suplicar,

cmo ha de poder mandar?

El Cielo os guarde.

MARIA:

Y a vos

d vida.

MORON: Cuerpo de Dios !

aquste es modo de hablar.

BEATRIZ: Si l no te dijera aqu

la verdad tan claramente...

MARIA: Nunca de ti lo cre.

BEATRIZ: Estaba al fin inocente :

volvi la verdad por m.

Sale Leonardo.

LEONARDO: [Aparte.] Hablando en la calle est

con un hombre. Quin ser

que en la calle la detiene?

MARIA: Mi padre, Don Diego, viene.

DIEGO: Irme?

MARIA: No importa ya,

pues nos ha visto.

LEONARDO: [Ap.] (Yo llego

dudoso.) Qu haces aqu?

MARIA: Nunca la verdad te niego ;

y aunque te ras de m,

hablaba al seor Don Diego,

que un recado me traa

de mi prima, porque estando

en su casa el otro da

de varias cosas tratando,

me dijo que conoca

un grande astrlogo, a quien

pregunt su nacimiento ;

y aunque creerlos no es bien,

quise de mi casamiento

ver el efecto tambin.

En este punto deca

cmo mi prima le enva

a verme.

DIEGO: Esta es la verdad.

BEATRIZ: [Aparte.]

Quin vi tal facilidad

de mentir?

MoRN. [Ap.] Mi astrologa

pendanga es, si bien se mira,

en tan intrincado juego,

a donde a mentir se tira ;

pues con ella se hace luego

la qunola o la mentira.

LEONARDO: Y de qu ests tan llorosa?

DIEGO: Yo no s qu la deca

agora de cierta cosa

que vi por la astrologa,

que aunque es ciencia muy dudosa,

ha hecho algn sentimiento.

LEONARDO: Pues qu pudiste saber

en un instante, un momento?

DIEGO: Djela que haba de ser

muy pobre su casamiento,

y su merced lo ha credo

tanto, que en llanto infelice

solamente ha respondido.

LEONARDO: Lo que un astrlogo dice,

lo das ya por sucedido?

Es causa para que as hayan los ojos llegado

a tales extremos? Di.

MARA: Dime el pensarlo cuidado...

LEONARDO: [Ap.] Tambin me lo ha dado a m.

MARA.-Que el seor Don Diego es

el astrlogo mejor

que se conoce.

DIEGO: Tus pies

beso por tanto favor;

que no es justo que me des

tal nombre.

LEONARDO: Muchos ha habido

que en estudio tan dudoso

aquse nombre han tenido ;

mas es tan dificultoso,

que pocos le han merecido :

pocos al fin han llegado

de est,udios tan peligrosos.

Vos tenedme por criado :

que a los hombres ingeniosos

les soy muy aficionado.

Tambin yo en mi mocedad,

si he de deciros verdad,

alguna cosa estudi,

y con deseos pequ

en esta curiosidad.

Don Gins de Rocamora

me ense, tiempos atras.

MORON: Por Dios, que el viejo no ignora,

[Ap. a Don Diego] y no te faltaba ms

que te examinase ahora.

DIEGO: [Aparte.] Si l me pregunta, atropella

mi intencin, porque no s

nombre de signo ni estrella,

y mil locuras dir.

LEONARDO: Esta es mi casa, y en ella

os suplico me veis.

DIEGO: Mirad vos qu me mandis;

que yo os he de obedecer.

LEONARDO: Suplcos que os dejis ver;

que quiero que me digis

algo de la suerte ma,

y que tratemos los dos

un poco de astrologa.

DIEGO: Yo vendr a veros.

LEONARDO: (Yndose) Ay Dios !

Pobre has de casar, Mara !

(Vanse leonardo, Doa Mara y Beatriz)

DIEGO: Furonse? Dame tus brazos,

pues de tanta confusin

hoy me has librado Morn.

Por ti vivo.

MORON: Los abrazos

estimo ; pero quisiera,

agradeciendo el favor,

que me donaras, seor,

algo que abrazo no fuera.

DIEGO: Toma este diamante, tal

que hace de la luz desdn,

porque fingiste tan bien.

MORON: No lo ayudaste tn mal ;

que de suerte lo pintaste

todo, que si no estuviera

advertido, lo creyera.

Adnde a Porta te hallaste,

y con tanta brevedad,

que am imaginarlo admira?

DIEGO: Morn, Ia buena mentira

est en parecer verdad.

MORON.-; Y luego haber encontrado

a quien tan presto la crea!

DIEGO: No hay cosa como que sea

tambin el viejo engaado.

Por astrlogo me tiene.

MORON: S ; mas si el viejo supiera

algo, ; buena burla fuera!

Aqu Don Antonio viene.

SALE DON ANTONIO.

DlEGO: Antes que me preguntis

qu ha habido, lo he de contar ;

que s que os habis de holgar

de la burla que sabris.

Hablando a Doa Mara

soberbia me respondi

como siempre ; pero yo

con la celosa porfa

que hizo en m tan bajo efeto,

no pudindola sufrir,

me determin a decir

de su amor todo el secreto.

Y porque ella no supiese

quin me lo ha contado a m,

le dije a Morn que all

una mentira fingiese.

E1 dijo que yo saba,

siendo en esto sin segundo,

cuanto pasaba en el mundo;

y que por la astrologa

pude llegar a saber

el secreto que la admira.

Mala o buena la mentira,

ella la lleg a creer,

porque yo le di color

tambin a su fingimiento.

ANTON: ; Por Dios, extremado cuento !

DIEGO: Falta agora lo mejor.

Lleg luego el padre, a quien,

por disculparse, cont

cmo era astrlogo yo.

ANTONIO: Creylo el viejo?

DlEGO:

Tambin.

E1 queda ms engaado,

pues me dijo que le viera

muy despacio, porque era

a hombres de ingenio inclinado.

Lo que falta agora es

que en toda conversacin

se dilate esta opinin ; p

orque si acaso despus

de alguna persona sabe

que he merecido alcanzar

este nombre, ser echar

a la mentira otra llave.

publicadlo vos, y as,

sin temer el desengao,

tendra ms fuerza el engaxio.

ANTONIO: Eso dejdmelo a m

y a Morn; que vive Dios,

que para hacerlo creer

al mundo, no es menester

ms que contarlo los dos.

MORON: S ; que en barrios divididos.

como los demandaderos,

seremos dos pregoneros;

y yo ir dando alaridos,

como un mdico que iba

diciendo por el lugar :

No pasis adelante,

que ya s que ese hombre

es de mediano talle,

algo rubio de rostro,

blanco, los ojos grandes,

va vestido de verde...

( f Ap. ] As he de asegurarme,

si es el que yo imagino.)

No ha dos meses cabales

que se ausent.

QUIERIA: Jess !

Y quin pudo contalle

todo aquello?

VIOLANTE: Quiteria,

Ves cmo son verdades?

El mismo es que decs.

DIEGO: Como juris guardarme

el secreto, me atrevo

esta noche a llevarle

a vuestra casa.

VIOLANTE: Y yo

os juro de guardarle,

siendo mi obligacin

de mi silencio llave.

DIEGO:

Morn.

Sale MoRN.

MORON: Seor. ( [Ap. a l.] Qu es esto

DIEGO: [Ap. n Morn] (Un lindo cuento.) Traime

tinta y papel. Tendrs

(A VIoLANTEJ nimo para hablarle?

[Vase Morn y vuelve a salir]

VIOLANTE: Animo tengo.

MORON:

Aqu

esta el recado.

DIEGO: Da.me

esa cartera y vete.

(Vase Morn)

Ahora es importante

[A DOA VIOLANTE.]

que escribis.

VIOLANTE: Notad vos.

DIEGO: Don Juan, ya s...

(Escribe VIoLANTEJ

VIOLANTE: Adelante.

DIEGO: Adnde estis ; venid

aquesta noche a hablarme.

VIoLANTE: Ya est puesto.

DIEGO:

Firmad

vuestro nombre.

VIoL:

Violante. (Firma.)

DIEGO: Con esto podis iros,

y esta noche esperadle ;

que yo s que ir a veros.

VIOLANTE: Don Diego, el Cielo os guarde.

([Ap.]) ;Que hoy, Don Juan, he de verte

Hay dicha semejante?)

Vanse Violante y Quiteria

Salen Don Antonio y Morn

DIEGO: Habislo escuchado?

ANTONIO:

Sl.

DIEGO: Y habis visto otro suceso

ms gracioso?

ANTONIO: Yo os confieso

que ya perdido me vi

de risa, cuando os cogi

en lo del mar.

DIEGO: Qu segura

vino de m !

MORON.- La ventura

toda estuvo en que nombr

a Don Juan. Y qu has de hacer?

DIEGO: Por la reja de la calle

este papel has de echalle ;

porque, si le llega a ver,

siendo pblico el secreto,

por fuerza a su casa ir

aquesta noche, y tendr

nuestra burla lindo efeto.

MORON: Piensas que comedia es,

que en ella de cualquier modo

que se piense, sale todo?

Si l l, y no va despus...

DIEGO: Excusas habr. Entre tanto

mudarnos los dos podemos,

para que a la vista estemos

de en lo que para el encanto. Vanse.

[Sala en casa de Don Carlos.]

Salen Don Carlos y Don Juan

CARLOS: Dile la carta, y mostr

al tomarla un sentimiento

de tristeza y de contento,

de adonde conozco yo

que os quiere bien, y pagis

mal una fe tan segura

en tan perfecta hermosura.

JUAN: Vos, Don Carlos, no miris

que las perfecciones bellas

en la hermosura mayor

no dan lugar al amor,

si le niegan las estrellas.

En vano Violante espera

premio a fineza tan rara.

CARLOS: Segn eso, no os pesara

que un amigo la quisiera.

JUAN: No s qu hiciera en rigor,

ni si me diera desvelos ;

que suelen soplar los celos

las cenizas de un amor.

CARLOS: No os causa melancola

pasar tanta soledad?

JUAN: Esta soledad, pensad

que es mi mejor compaia.

CARLOS: Que al fin nadie ha de saber

la causa que preso os tiene?

JUAN: El callarla me conviene.

Crd que si pudiera ser,

rompiendo tan gran secreto,

saberlo en el mundo dos,

el uno furades vos.

Mas como amigo os prometo

que no lo puedo contar.

CARLOS: (Aparte. La confianza es graciosa,

cuando no anda otra cosa

( tan pblica en el lugar.)

Por daros la compama

que estimis, quiero dejaros

solo.

JUAN: Con qu he de pagaros

tal favor?

(Vase Don Carlos

JUaN: Ven, noche fra,

extiende el velo que di

en triste funesto empeo

breves sepulcros al sueo:

muera el sol y viva yo.

(Echanle un papel por una ventana)

Mas qu es esto? No es papel

el que est en el suelo? S.

Quin pudo traerle aqui?

Ver lo que dice en l.

(Lee)