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EL BARROCO SICILIANO (I) Después del terremoto de 1693, las ciudades del este de Sicilia fueron reconstruidas casi totalmente. El barroco de influencia española se combinó con elementos decorativos y estructurales sicilianos (fachadas convexas e impresionantes escalinatas), dando lugar a un estilo original e innovador. Dos ejemplos emblemáticos de esto son la Catedral de Siracusa y la Basílica de San Giorgio de Ragusa cuyo arquitecto Giovanni Vaccarini (1702-1769), también reconstruyó Catania. Basílica San Giorgio de Ragusa Catedral de Siracusa 1

EL BARROCO SICILIANO (I) - Daniel Prieto Fernández · EL BARROCO SICILIANO (I) Después del terremoto de 1693, las ciudades del este de Sicilia fueron reconstruidas casi totalmente

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EL BARROCO SICILIANO (I)

Después del terremoto de 1693, las ciudades del este de Sicilia

fueron reconstruidas casi totalmente. El barroco de influencia española se

combinó con elementos decorativos y estructurales sicilianos (fachadas

convexas e impresionantes escalinatas), dando lugar a un estilo original e

innovador. Dos ejemplos emblemáticos de esto son la Catedral de Siracusa

y la Basílica de San Giorgio de Ragusa cuyo arquitecto Giovanni Vaccarini

(1702-1769), también reconstruyó Catania.

Basílica San Giorgio de Ragusa Catedral de Siracusa

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El estilo barroco caracteriza la existencia como obra de arte total, el

llamado Theatrum mundi, la vida y el gran teatro del mundo. Nadie ha

caracterizado con más acierto el sentimiento vital del barroco como

Calderón de la Barca. Quien en su obra El gran teatro del mundo, de 1645,

trasladó a su tiempo el viejo tópico del “mundo un teatro”: los hombres

actúan como actores en presencia de Dios padre y de la corte celestial; la

obra que interpretan en su propia vida y el escenario es el mundo. Su

pathos teatral, su ilusionismo y el dinamismo de sus formas pretenden

impresionar, convencer, provocar un movimiento interior. Así se explica

que con frecuencia se perciba como algo exaltado, efectista y hasta

ampuloso.

La metáfora del “teatro del mundo” recorre todo el barroco, en todas sus

expresiones, en toda la época que se extiende desde finales del siglo XVI

hasta muy avanzado el Siglo XVIII. Es una época marcada por fuertes

contradicciones, que se manifiestan delante y detrás del telón. Ser y

parecer, ostentación y ascetismo, poder y debilidad: estas son las constantes

antagónicas de dicho período.

Se trató de un mundo sacudido por los conflictos sociales, las guerras y las

luchas de religión, el gigantesco espectáculo ofrecía un cierto sostén. La

auto-escenificación del soberano, tanto si se trataba del Papa como del Rey,

constituía al mismo tiempo un programa político. El ceremonial, las

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acotaciones de este “teatro universal”, era el espejo de un orden superior,

supuestamente de origen divino.

Resumiendo mucho y sólo a título informativo hay que decir que en la

historia del arte y la literatura sicilianos se han sucedido períodos de

enorme y escasa creatividad. En el campo de la literatura, la escuela de

poesía lírica del siglo XIII, el verismo o el realismo del siglo XIX y las

novelas y dramas de Luigi Pirandello son verdaderas cumbres de la

producción literaria italiana y europea. En las artes plásticas Sicilia ha

producido artistas de gran talla como Antonello da Mesina, una de las

grandes figuras del racionalismo y del retrato del siglo XV, y el pintor

moderno Renato Guttuso.

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Iglesia del Gesú, Palermo

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Dos hechos históricos enmarcan el desarrollo de esta cultura barroca: Luis

XIV rey francés es el primer rey barroco de toda Europa que se educa y

crece en esta cultura diferente, compleja y diversa, producto de la

sumatoria e integración de las artes: el teatro, la literatura, la música, los

juegos, la cultura popular y aristocrática. En 1555 concluye el Concilio de

Trento, da estabilidad a Italia y define una política clara de la imagen. Se

trató de un verdadero pacto social, manteniendo la iglesia una posición

conservadora. Desde esta se ve con desconfianza y distancia el mundo

intelectual, a la literatura sobre todo; por su carácter revolucionario la

literatura es peligrosa. La cultura del barroco será una cultura de la imagen

y una cultura anti-intelectual. Recordemos que hasta 1550 el Renacimiento

es una cultura intelectual, los grandes artistas son por la general hijos de

buenas familias, con una esmerada formación también intelectual. Son

humanistas, rigurosos, fomentadores de la creatividad. Se trataba de un

mundo intelectual peligroso portador de hipótesis de cambio, científicos,

pensadores, reformistas.

Los dos teóricos del Concilio de Trento: Carlo Borromeo de Milán y

Gabrielle Paleotti de Bolonia, son los encargados de llevar la vida

cotidiana, las fiestas, el teatro, los juegos, a la cultura con lo que se forma

una hipótesis nueva como hipótesis alternativa. Cómo inventar una gran

cultura popular en Italia. Las artes deben transformarse en populares, como

la música, el teatro, la lírica, los bailes populares, no aristocráticos como en

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el Renacimiento. En estos momentos comienza a desarrollarse una cultura

del barroco integrada por la música, la coreografía, la pintura, escultura, el

teatro, cerámica, arquitectura, escenografía, el teatro la ópera. Con la

convicción de que las pequeñas artes y las artesanías son las más

importantes.

El barroco siciliano se enmarca en este contexto, fue distintivo de la

arquitectura barroca que se desarrolló en la isla de Sicilia al sur de las

costas de Italia durante los siglos XVII y XVIII. El estilo se reconoce no

sólo por sus típicas curvas y florituras barrocas, sino también por sus

máscaras sonrientes y puttis, con la particular extravagancia que le ha dado

a Sicilia una identidad arquitectónica única. La gran operación del barroco

es como diseñar la línea curva, como pasar del rigor de la línea recta del

Renacimiento a la curva a la torsión, al contorno del barroco.

Charles de Bross, hombre culto, francés del siglo XVIII, que se dedicaba a

la silogística, visita Roma viniendo del mundo neoclásico y la ve bruta,

barroca, imperfecta como la perla y utiliza el término por primera vez.

Roma no le gusta porque no es neoclásica.

Es sin duda, la aportación más original y significativa de la cultura artística

de Sicilia a la civilización del barroco europeo; en el que se dio la

integración dinámica de la arquitectura, la escultura y la pintura, de acuerdo

con la práctica y la estética de dicho siglo XVII; conjugando una

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animación hipertrófica de colores e imágenes. La decoración teatral es

articulada a través de sistemas conceptuales ricos y complejos, que

denotan una mezcla de decoración y devoción, es sin duda donde más

claramente captamos el carácter distintivo del barroco siciliano: una

colaboración entre escultores, arquitectos, pintores y trabajadores del

mármol, que a menudo establece límites muy borrosos entre las diferentes

categorías de artesanos, y que de hecho en esta continuidad ininterrumpida

de operaciones otorgan el tamaño triunfante de las grandes obras de

construcción del barroco siciliano. Gran período que se despliega desde

finales del siglo XVII hasta las primeras décadas del siglo XVIII.

Si la clave del Renacimiento se estructuraba en torno a un único punto de

fuga en el barroco lo hace en torno de dos puntos de fuga, de esta manera

el espacio no sólo arquitectónico, se bifurca y agranda, se hace laberintico

y complejo. Dos puntos de fuga, uno central y otro a derecha o a izquierda.

Esto resultó completamente nuevo y es a lo que podemos llamar barroco.

Al resultado de una serie de mutaciones con la convicción de que lo

importante son las artes menores, las populares, respecto de las artes

mayores y aristocráticas. Ellas son las que dan testimonios populares. En

arquitectura, son las pasticeria, las así denominadas, las que caracterizan lo

barroco.

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Chiesa del Gesú. Palermo

Las artes, tanto las plásticas como las representativas, desempeñaban una

doble función; servían para impresionar e incluso ofuscar a los súbditos y

al mismo tiempo para transmitir contenidos ideológicos. Constituían los

bastidores del teatro y creaban la ilusión de un mundo perfectamente

ordenado. Nada refleja mejor esta situación que la pintura perspectívista de

los cielos rasos frescados de las iglesias y de los palacios; el espacio

aparente se abre sobre el espacio real y permite contemplar las esferas

celestiales.

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El estilo barroco siciliano voló durante la gran reconstrucción edilicia que

siguió al terremoto de 1693. Previamente el barroco había sido usado en la

isla en una forma ingenua y de alcance local, que había evolucionado a

partir de la arquitectura híbrida nativa más que de los grandes arquitectos

barrocos de Roma. Después del terremoto los arquitectos locales, muchos

de ellos formados en Roma, tuvieron múltiples oportunidades de recrear la

arquitectura barroca más sofisticada, que había ganado popularidad en la

Italia continental. El trabajo de estos arquitectos locales —y el nuevo

género de grabado arquitectónico que ellos iniciaron— inspiró a otros

diseñadores locales para seguir el ejemplo. Alrededor de 1730, los

arquitectos sicilianos habían desarrollado confianza en el uso del estilo

barroco. Su particular interpretación los llevó paulatinamente a generar una

forma de arte altamente localista y personalizada. De 1780 en adelante, el

estilo fue gradualmente reemplazado por la nueva moda del neoclasicismo.

El estilo decorativo del barroco siciliano duró apenas cincuenta años, y

reflejó perfectamente el orden social de la isla en una época en que —

dominada nominalmente por España, fue gobernada de hecho por una

aristocracia hedonista y extravagante. La arquitectura barroca ha dado a la

isla un carácter arquitectónico que permanece en el siglo XXI.

Por lo que una actividad intensa y prolongada requirió de la especialización

de diversos talleres de artesanos, de la gestión familiar, y de una

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organización del trabajo, donde el concepto fue confiado al programa de

realización. Colaboraron tanto cortadores de mármol, como escultores y

arquitectos. Pero más allá de la animación de enjambres y módulos

verticales de repetición derivados del Renacimiento y de grutescos

manieristas, la decoración fue mezclándose. Hasta alcanzar justo en la

composición simbólica y doctrinal, su unidad y el control de la vasta

iconografía que incluía. De igual modo se elaboró un repertorio de escenas

e historias sagradas a la que la Compañía de Jesús había dado a lo largo del

siglo XVII, una contribución fundamental. La intención era recuperar el

valor didáctico de muchas figuras y episodios de la cultura medieval y

modelos de representación previstos por Cesare Ripa en su Iconología.

Participando en la decoración, escultores y arquitectos, que en los mismos

años prestaron su trabajo a infinidad de iglesias , capillas y palacios y que

fueron llamados a llamados a preparar el repertorio repetitivo pero a su vez

variados de imágenes de exaltación, adornos doctrinales y reafirmación del

el poder de las ordenes mendicantes instaladas en Sicilia. La parte más

espectacular de los edificios construidos en este período, es tal vez, las

gradas de los ábsides, dotadas de diversas adoraciones (de los pastores, la

Adoración de los Magos, mármoles, bajorrelieves en los asientos de

tribuna, siguiendo modelos Giacomo Serpotta.

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Chiesa del Gesú, Palermo

Sin embargo, no siempre se podían eludir las adversidades de la vida

cotidiana, por lo que el arte del barroco presenta con frecuencia formas

desconcertantes. Frente a la ostentación material desbordante está la

seriedad profunda de la fe, frente al disfrute desinhibido de los sentidos está

la consciencia de inevitabilidad de la muerte. En el período barroco, el

lema memento mori, recuerda que has de morir, es el leimotiv de una

sociedad acosada por problemas existenciales. No es casual que ene l

fastuoso estilo de vida de la época se esconda con frecuencia la referencia a

lo efímero, a lo caduco o ya pasado.

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Cripta barroca

El arte barroco se dirige siempre a los sentidos del espectador.Ya en el

Siglo XVIII el escritor Francesco Milizia descubría en la arquitectura

barroca, concretamente en la obra de Borromini, el superlativo de lo

extravagante, el exceso de lo grotesco. También en nuestro siglo se han

mantenido posiciones críticas frente a las manifestaciones del arte barroco.

Características del barroco siciliano

El estilo barroco en Sicilia estuvo muy enfocado en edificios para iglesias

y palacios construidos como residencia privada para la aristocracia

siciliana. Por su propio carácter, el barroco, a pesar del movimiento y del

calor de su superficie, resultó frío, para algunos críticos. A pesar de la

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riqueza de imágenes y de la multiplicidad de las combinaciones de las

mismas trasmite la sensación de vacío. Todavía hoy se registran muchas de

estas reservas frente al arte barroco. Pero posiblemente nuestra época,

nuevamente abierta a sensaciones superficiales, encuentre un nuevo acceso

a esta época tan rica en facetas.

Más allá de la primera sensación óptica, es decir, sensorial, al barroco las

aportaciones de los diversos autores facilitan los instrumentos que permiten

una comprensión más profunda de la cultura barroca, cuyo trasfondo

histórico, espiritual y social es una y otra vez objeto de estudio.

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Chiesa del Gesú. Palermo

Las reservas frente al barroco a las que hemos hecho alusiones pueden

también constatarse en la evolución del concepto de barroco. Antes de

imponerse como concepto de estilo muy avanzado el Siglo XIX, se utilizó

como adjetivo peyorativo de grotesco, extravagante, recargado, oscuro,

confuso, artificial y amanerado.

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Desde sus inicios el siciliano fue concebido como una “mezcla de varios

estilos” donde predominaba el barroco y algunas influencias del neo

clásico o el rococó. Justo después del terrible terremoto (1693) la zona

quedó devastada. Dejo prácticamente en ruinas muchas de las ciudades y

fue necesaria una completa reconstrucción de casi todas y de paso, una

buena oportunidad para cambiarlas del todo, producto de este

acontecimiento surgió el “barroco tardío”… o también llamado barroco

siciliano.

El proceso de diseño y construcción de las nuevas ciudades sicilianas

después del terremoto de 1693 fue con absoluta libertad creativa, mejores

interpretaciones del clásico barroco y más que todo, decorativas, que dieron

origen a este barroco siciliano. Las ciudades del Valle del Noto en Sicilia

nos ofrecen un paisaje peculiar dentro de la región de Ragusa. Nos

adentramos en el interior de la isla en busca de unas “joyas arquitectónicas”

muy particulares, las que constituyen del “barroco tardío”.

En total son 7 las ciudades que comparten el denominado Val del Noto o

Valle del Noto (ciudades como Caltagirone, Ragusa, Noto, Módica,

Militello, Val de Catania, Catania, Palazzolo, Scicli ) y que merecen

completamente su fama; el honor de ser patrimonio de la Unesco (Valle del

Noto) desde el año 2002.

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Monasterio benedictino de San Nicolò l'Arena, Catania.

Este Monasterio ejemplifica el típico barroco siciliano, con putti

sosteniendo los balcones, balaustradas de hierro forjado y decoración

rústica en dos tonos de piedra volcánica.

El monasterio benedictino de San Nicolò l'Arena, en Catania, hoy en día

sede de la Facultad de Filología de la Universidad de Catania, ejemplifica

el típico aspecto exterior del barroco siciliano, con putti sosteniendo los

balcones, hierro forjado, balaustradas, decoración rústica y mampostería en

dos tonos. La arquitectura barroca es un fenómeno originado en el Siglo

XVII en Italia, es teatral y extravagante, y ricamente ornamentada por

esculturas y un efecto conocido como claroscuro; el uso estratégico de luz

y sombras sobre un edificio. Si bien las últimas explicaciones incorporan

las investigaciones más recientes, como las relacionadas, por ejemplo, con

la influencia de la retórica en la estructura de la imagen, el concepto de

“obra de arte total” o la significación de las celebraciones cortesanas,

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efímeras, para la creación de obras de arte imperecederas. Con todo iremos

señalando algunos conceptos fundamentales de la historia cultural del

barroco.

Los primeros ejemplos de este estilo mostraban individualidad, y eran

típicamente pastiches de edificios observados por visitantes sicilianos en

Roma, Florencia y Nápoles. Sin embargo, aún en esta etapa temprana, los

arquitectos locales comenzaban a incorporar ciertas características

vernáculas de la vieja arquitectura siciliana. A mediados del Siglo XVIII,

cuando la arquitectura barroca de Sicilia era notoriamente diferente de la

continental, incluía al menos dos o tres de las siguientes características,

reunidas en un diseño libre que resulta difícil sintetizar en palabras:

El campanario de la iglesia de San Giuseppe en Ragusa

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La catedral de San Juan Bautista, Ragusa, (1694-1735),

La Catedral de San Juan Bautista de Ragusa es un buen ejemplo del

barroco temprano en Sicilia.

Describamos algunas características del barroco arquitectónico siciliano:

Creada sobre el trasfondo de una estética clásica, las diversas Academias

defendieron dogmáticamente la imagen negativa de un arte extravagante e

incluso grotesco. Para los eruditos del momento y posteriores, la imagen

del barroco no representaba más que una agitación febril (Winckelmann).

Pero otros como J. Burckhardt ya no concebían la arquitectura de los siglos

XVII y XVIII como un fenómeno aislado o anormal, sino que destacó su

dependencia de la riqueza de formas del Renacimiento. Reconocía “mi

respeto al barroco crece de hora en hora y me siento inclinado a

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considerarlo como el verdadero final y el principal resultado de la

arquitectura viva”.

Se analizaron las bases espirituales del barroco, como la función de la

Contrarreforma o las fuentes iconográficas, a las cuales abrió la vía la

reelaboración de la Iconología de Cesare Ripa.

En la actualidad en los análisis del barroco se destaca en primer término la

“obra de arte total”, la acción combinada y la interpenetración de todos los

géneros artísticos verbales y plásticos, tanto la retórica como las

celebraciones y las artes representativas. El concepto de “teatro universal”

alumbra en la actualidad una imagen radicalmente más compleja de una

época que ya no se percibe como una incongruencia extravagante, sino más

bien como un escenario inteligente.

Cometemos las peculiaridades de este barroco que son fáciles de distinguir

por sus balcones.

Ellos están repletos de ornamentaciones y simbologías locales. Vemos

desde angelitos “puttis”, representaciones de animales reales o imaginarios

en acción, seres mitológicos y las típicas “caras grotescas” que parecen

máscaras de carnaval y que se ven en muchos de los diseños de cerámica

de la isla.

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Máscaras grotescas y putti, a menudo sustentado balcones o decorando

varias bandas del entablamento de un edificio. Estas máscaras serias o

sonrientes son una reliquia de la arquitectura siciliana anterior al Siglo

XVII.

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Balcones, complementados casi siempre por balaustradas de hierro forjado,

después de 1633 y por balaustradas planas antes de esa fecha.

Escalinata externa. La mayoría de las villas y palazzi fueron diseñados

para permitir la entrada ceremonial de carruajes a través de una arcada en la

fachada principal, que daba acceso al patio interior. Una intrincada escalera

doble llevaba desde el patio al piano nobile, constituyendo la entrada

principal a las habitaciones de recepción en el primer piso. El vuelo

simétrico de los escalones giraba hacia dentro y hacia afuera hasta cuatro

veces. Debido a la topografía escarpada de algunos sitios, era necesario

acercarse a las iglesias mediante varios desniveles, que generalmente se

transformaban en largas escaleras rectas de mármol, objetos decorativos en

sí mismos a la manera de las escaleras de la Piazza Spagna, en Roma.

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Catedral de Módica

Fachadas curvas, cóncavas o convexas (ilustraciones 1 a 6).

Ocasionalmente en una villa o palazzo, la escalera externa se ubicaba

dentro del espacio creado por la curva. Ejemplo es la Collegiata di Catania

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El campanario siciliano, que no se emplazaba sobre la iglesia en una torre

como era común en Italia, sino en la misma fachada, a menudo montado

sobre el frontón, mostrando claramente una o más campanas dentro de sus

propias arcadas, como en la Collegiata de Catania . En una gran iglesia con

muchas campanas, esto resultaba usualmente en una arcada profusamente

esculpida y decorada en el punto máximo de la fachada principal.

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Estos campanarios son una de las características más marcadas de la

Catedral de Catania

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Arquitectura barroca siciliana.

En Palermo la Piazza Pretoria, de 1554, diseñada por Francesco Camiliani,

es el único ejemplo de arte del alto renacimiento en la capital de la isla.

Dominando esta obra se encuentra la Iglesia de Santa Catalina (1556), con

su espectacular cúpula del barroco tardío.

El supuesto desenfreno del arte barroco no puede hacernos olvidar su

sometimiento a esquemas rigurosos, como así lo atestigua la arquitectura.

Si el ceremonial influía en el comportamiento de los hombres entre sí, la

retórica designa el arte del discurso o de una obra de arte, el arte del

discurso adecuado. Estrategia, esta última, que formo parte de la cultura

desde la Antigüedad hasta el S. XVIII. La retórica constituye una especie

de hilo conductor entre el orador y el oyente y regula la recepción y la

interpretación de las palabras pronunciadas. Pueden utilizarse los recursos

de la estimulación afectiva, de la provocación y el extrañamiento.

Precisamente estos elementos son extraordinariamente importantes para la

“interpretación” de una obra de arte barroca. La arquitectura también entró

en este ámbito. Estos elementos cabe aplicarlos también a esta última, a la

estructura iconográfica y escénica de un ciclo histórico de frescos, a la

escultura, como cuando se representan de forma patética y directamente el

delirio de Santa Teresa de Bernini, o el horror de un martirio, o las

tantísimas fachadas barrocas. “Deleitar y conmover” era lo que se esperaba

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de un discurso bien logrado y de una obra de arte bien conseguida. También

la arquitectura se sometía a las reglas de la retórica. Así estaba establecido

el orden arquitectónico correspondiente a una determinada finalidad y las

fórmulas de pathos constructivo con las que se configuraba un recinto

sagrado, la fachada de un palacio o una plaza.

La escenificación consciente del arte, que aquí describimos, presuponen

conceptos bien meditados que sólo podían alcanzar y elaborar las personas

cultas. Así, los príncipes, eclesiásticos y laicos, en ocasiones incluso los

mismos artistas, recurrían a escritores, nobles y con frecuencia también

religiosos que les facilitaran la invención en relación con un tema, o la

propuesta de contenidos. Esta prestación intelectual era parte fundamental

de la obra de arte.

1. Interiores de iglesias con una profusión de incrustaciones de mármol de

color en pisos y muros. Esta forma particular de revestimiento se desarrolló

en Sicilia desde el Siglo XVII.

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Chiesa del Gesú, Palermo

2. Columnas que a menudo son ubicadas exentas, soportando arcos

planos y -consecuentemente- mostrando la influencia de la antigua y mucha

más bi-dimensional arquitectura normanda. Las columnas se encuentran

muy raramente en grupos cerrados formando recorridos.

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Chiesa del Gesú en Palermo

3. Decoración rústica: Sebastiano Serlio decoró los bloques rústicos

de cantera y a fines del Siglo XVI los arquitectos sicilianos

ornamentaban estos bloques grabándoles hojas, peces e incluso

querubines y conchas marinas. Estas últimas se convertirían más

adelante en el motivo principal de decoración del diseño barroco.

Algunas veces la decoración se usó en pilastras en vez de en los

muros, en oposición a lo que cabía esperar, y casi como una broma

arquitectónica.

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Disegni de Sebastiano Serlio

4. La piedra volcánica local (lava) fue usada en la construcción a causa de su

disponibilidad. Recortes en gris y negro se usaron para lograr efectos

decorativos contrastantes, acentuando la afición barroca por las luces y las

sombras.

5. La influencia arquitectónica del dominio español, aunque fue menor a la

de los normandos. El estilo español, versión más restrictiva de la

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arquitectura renacentista francesa, es particularmente evidente en Sicilia

oriental, donde -debido a las reiteradas insurrecciones- España mantenía

una fuerte presencia militar. La monumental Porta Grazia en Mesina en

Mesina, construida en 1680, como entrada a la ciudadela española, no

quedaría fuera de lugar en cualquiera de las ciudades coloniales fundadas

por los españoles. El estilo de esta puerta, con sus ornamentos moldeados

fue ampliamente copiada en Catania, inmediatamente después del

terremoto.

Debe recordarse que todas estas características nunca se dieron juntas en el

mismo edificio. Otras, tal como los frontones recortados sobre las ventanas,

el abundante uso de la escultura, y ventanas y puertas curvadas son

emblemáticas de la arquitectura barroca, y pueden ser encontradas en toda

Europa.

Escultura barroca siciliana

A continuación se muestran las principales características de la escultura

barroca:

La escultura barroca fue principalmente utilizada para decorar

las obras arquitectónicas de este periodo, tanto interna como

externamente.

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En contraposición al orden que presentan las esculturas y en general

las obras renacentistas, el barroco trabaja con composiciones menos

organizadas sin tanto orden.

Existe un elevado expresionismo de los rostros de las estatuas

tratando de retratar sentimientos por medio de gestos, peinados,

tensiones…

Los escultores barrocos están obsesionados con lograr

imprimir movimiento a sus obras, por ello se evitan las simetrías y se

multiplican los pliegues, se emplea el contrapuesto como técnica

para dotar de movimiento a las figuras y se busca lograr contrastes

lumínicos.

La temática habitual es la religión, ángeles, mártires, santos son

habitualmente representados. En las esculturas paganas, héroes y

dioses paganos suelen aparecer.

Se emplea el mármol y el bronce como materiales.

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Escultura de Giacomo Serpotta, en Santa Zita, Palermo

El principal escultor siciliano de esta época fue Giacomo Serpotta,

quien decoró los oratorios palermitanos de San Lorenzo, del Rosario

y de S. Zita. Decoradores settecenteschi fueron Guglielmo Borremans y Vito

d’Anna.

La Pintura siciliana

Los primeros ejemplos de la actividad pictórica en la isla datan de

épocas prehistóricas y corresponden a las pinturas rupestres de la Grotta

dell’Addura (Palermo) y de la del Genovese( Levanzo)

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Más moderna es la gran masa de material arqueológico constituida por

esculturas, cerámicas y series numismáticas provenientes de las varias

civilizaciones que han ido poblando Sicilia.

La pintura y escultura del Quattrocento y Cinquecento que es el periodo

más floreciente de la pintura, de estilo gótico-catalán, está magníficamente

representado por el Triunfo de la Muerte, en el Palacio Sclafani de

Palermo.

Triunfo de la muerte. Palacio Sclafani, Palermo

También son representadas las nuevas ideas del Renacimiento, llevadas

adelante por Antonello da Messina, cuyas obras de arte se pueden ver en

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Messina, Palermo, Siracusa y Cefalú. Seguidores de Antonello fueron

Antonio y Pietro De Saliba, Antonio Giuffré. Antonello da Messina elaboró

una síntesis perfecta entre la pintura flamenca, las experiencias italianas del

Quattrocento, la visión del color y la luz de la pintura veneciana, que causó

un gran impacto y fue difícil de encontrar algo similar en otros pintores del

momento. Consiguió lograr esta gran síntesis con la visita al taller de

Giovanni Bellini en Venecia.

Caracteriza a toda su obra una gran sencillez aunada con un extraordinario

talento para crear formas puras hasta transfigurar la realidad tal como se

percibe en La Virgen y El Niño, aunque más interesante es su coloratura

llena de luz, una luz que une delicadamente a los colores y da

extraordinaria claridad a gran parte de sus cuadros. En sus numerosos

retratos (que incluyen autorretratos) se destaca un gran rigor formal y

-sobre todo- una gran penetración psicológica.

Aprecio especial merece su Virgen de la Anunciación, guardada en el

Museo de "Palazzo Abatellis", en Palermo; en primer lugar llaman la

atención la disposición de las manos de la Virgen, como en un plano de

perspectiva distinto del conjunto, así las manos aparecen como adelantadas

y suspendidas.

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Antonello da Mesina, Virgen de la Anunciación , Palermo

Formados también en el Renacimiento fueron los escultores Francesco

Laurana y Domenico Gagini. Este último fue quien dio inicio a la escuela

que continuará durante todo el Cinquecento y cuyo principal exponente fue

Antonello Gagini. Otros escultores de este periodo fueron G. Mazzola,

Andrea Calamecca, Scipione di Guido y Camillo Camillani.

En el Periodo del Seicento , período del barroco, los dos mayores

centros de la pintura siciliana fueron Messina y Palermo; en estos y en

Siracusa trabajó Caravaggio, cuando se fugó de Roma. En Palermo,

también durante este periodo, estuvo el flamenco Antonio van Dyck. Otros

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pintores sicilianos de este siglo XVII, fueron Filippo Paladino y Pietro

Novelli.

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Filippo Paladino

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Pietro Novelli

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Barroco siciliano temprano

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Piazza Pretoria, Palermo

Piazza Pretoria, de 1554, diseñada por Francesco Camiliani, es el único

ejemplo de arte del Alto Renacimiento en la capital de la isla. Dominando

esta obra se encuentra la Iglesia de Santa Catalina (1556), con su

espectacular cúpula del barroco tardío. Los señores aristocráticos de la

ciudad llamaban frecuentemente a arquitectos de Florencia o de Roma,

como el florentino Giovanni Montorsoli, que introdujo los estilos de la

Toscana en arquitectura y escultura a mediados del Siglo XVI. Sin embargo

estas influencias permanecieron confinadas a Mesina y la región

circundante. Las constantes de este arte siciliano pueden definirse tal como

sigue y que se despliegan a lo largo de este texto. Claves que no están

ausentes en ninguna de las manifestaciones de esta cultura del barroco.

Se trata de un arte teatral:

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El barroco artístico contrasta abiertamente con el ideal de armonía,

proporción y medida que propugnó el Renacimiento. Las principales

características del arte barroco son:

Dinamismo. El artista barroco desea crear sensación constante de

movimiento. Frente al predominio de las líneas rectas en el arte

renacentista, el Barroco se vale, sobre todo, de la línea curva.

Teatralidad. El artista intenta conmocionar emotivamente al espectador y

para ello recurre a procedimientos hiperrealistas. Esta intencionalidad se

aprecia, por ejemplo, en la representación del Cristo yacente y en toda la

imaginería sacra.

Decorativismo y suntuosidad. El artista del Barroco atiende por igual a lo

esencial y a lo accidental. De ahí su minuciosidad en la composición de

pequeños detalles y su gusto por la ornamentación.

Contraste. El artista barroco se manifiesta contrario al equilibrio y a la

uniformidad renacentista. Su ideal es acoger en una misma composición

visiones distintas, y hasta antagónicas, de un mismo tema. En los cuadros

de asunto mitológico, por ejemplo, los dioses aparecen mezclados con

personajes del pueblo.

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Esto no significa que Sicilia haya estado totalmente aislada de las

tendencias del resto de Europa. La arquitectura en las principales ciudades

estuvo fuertemente influenciada por la familia del escultor Domenico

Gagini, quien llegó desde Florencia en 1463. Esta familia de escultores y

pintores decoró iglesias y edificios con ornamentación y escultura

figurativa. Menos de un siglo después que su familia empezara a decorar

las iglesias sicilianas, Antonio Gagini completó el proscenio de la CApella

della Madonna en el Santuario de la Anunciación en Trapani. Este arco de

acceso al santuario tiene pilastras no ranuradas, pero fuertemente decoradas

con relieves representando a los santos, y -más importante en términos

arquitectónicos- el frontón está decorado con santos reclinados que

sostienen motivos festivos articulados con el escudo central que corona la

composición. Este frontón ornamentado, aunque todavía no recortado, fue

uno de los primeros signos de que Sicilia estaba generando su propio estilo

de arquitectura decorativa. De estilo similar es la Chiesa del Gesú ,

construida entre 1564 y 1633, que adelanta también caracteres del barroco

siciliano.

Esta temprana arquitectura decorada difiere de la construida en Europa

continental por no estar relacionada con la arquitectura renacentista; fue

desarrollada, en cambio, a partir del estilo normando. La arquitectura

renacentista se dio muy poco en Sicilia; en Palermo la capital, el único

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testimonio del alto renacimiento es una fuente, traída de Florencia cuando

ya tenía veinte años de construida (ilustración 5).

Cualquiera fuera la razón de la indiferencia siciliana por el estilo

renacentista, ciertamente no se debió a ignorancia. Antonio Gagini estaba a

medio camino de construir la iglesia de Santa Maria di Porto Salvo (1536)

en estilo renacentista cuando falleció; fue sucedido por el arquitecto

Antonio Scaglione, que completó el edificio en estilo normando. La

influencia normanda en la arquitectura parece haber existido a lo sumo

hasta el terremoto de 1693. Incluso el manierismo dejó a la isla de lado.

Sólo en la arquitectura de Mesina podría encontrarse una influencia

renacentista, en parte por razones geográficas, ya que como puerta insular

desde Italia, recibía en forma inmediata los estilos de moda en el

continente. Los señores aristocráticos de la ciudad llamaban

frecuentemente a arquitectos de Florencia o de Roma, como el

florentino Giovanni Montorsoli, que introdujo los estilos de la Toscana en

arquitectura y escultura a mediados del Siglo XVI. Sin embargo estas

influencias permanecieron confinadas a Mesina y la región circundante.

Esto no significa que Sicilia haya estado totalmente aislada de las

tendencias del resto de Europa. La arquitectura en las principales ciudades

estuvo fuertemente influenciada por la familia del escultor Domenico

Gagini, quien llegó desde Florencia en 1463. Esta familia de escultores y

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pintores decoró iglesias y edificios con ornamentación y escultura

figurativa. Menos de un siglo después que su familia empezara a decorar

las iglesias sicilianas, Antonio Gagini completó el proscenio de la CApella

della Madonna en el Santuario de la Anunciación en Trapani. Este arco de

acceso al santuario tiene pilastras no ranuradas, pero fuertemente decoradas

con relieves representando a los santos, y -más importante en términos

arquitectónicos- el frontón está decorado con santos reclinados que

sostienen motivos festivos articulados con el escudo central que corona la

composición. Este frontón ornamentado, aunque todavía no recortado, fue

uno de los primeros signos de que Sicilia estaba generando su propio estilo

de arquitectura decorativa. De estilo similar es la Chiesa del Gesú ,

construida entre 1564 y 1633, que adelanta también caracteres del barroco

siciliano.

Quattro Canti, en Palermo, (alrededor de 1610).

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De esta manera, en Sicilia evolucionó un modo particular de arquitectura

barroca, mucho antes del terremoto de 1693. Mientras que la mayoría de

los edificios que pueden ser claramente clasificados como barrocos datan

de alrededor de 1650, la escasez de estos ejemplos aislados en la

arquitectura siciliana del Siglo XVII hace difícil evaluar claramente la

arquitectura inmediatamente anterior a tal desastre natural. El terremoto

destruyó no sólo la mayoría de los edificios, sino también la mayoría de la

documentación que existía sobre ellos. Todavía más información se

perdería durante los siguientes terremotos y en los severos bombardeos

durante la segunda guerra mundial.

El primer ejemplo conocido de arquitectura barroca en la isla es

una piazza octogonal, Quattro Canti, que señalaba los cuatro más

importantes barrios de Palermo.

Diseñada por Giulio Lasso alrededor de 1610 en el cruce de las dos

principales calles de Palermo. Rodeando la intersección, cuatro edificios

con mampostería de cantera idéntica, resaltan su estilo barroco mediante

fachadas curvas, realzados además por cuatro fuentes a la manera de las

Quattro Fontane del Papa Sixto IV en Roma. Superando el modelo, los

temas barrocos continúan en Palermo con estatuas descriptivas de las

cuatro estaciones, que adornan las fachadas de los cuatro edificios dentro

de sus nichos, más los cuatro españoles (Reyes de Sicilia), y las cuatro

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patronas de Palermo: Santa Cristina, Santa Ninfa, Santa Olivia y Santa

Agata.

Mientras que cada fachada de Quattro Canti es placentera a la vista, en

conjunto están fuera de proporción en relación al pequeño tamaño de la

plaza, dado que ya durante el Siglo XVII el estilo barroco en manos de los

arquitectos y escultores locales se había desviado de la moda preponderante

en la Italia continental. Estas variaciones locales de la corriente principal

del barroco no fueron privativas de Sicilia, también aparecieron en otros

países como Alemania y Rusia con la misma sofisticación que el siciliano.

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