El Buen Lector Se Hacen on Ace

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  • 7/31/2019 El Buen Lector Se Hacen on Ace

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    EL BUEN LECTOR SE HACE, NO NACEReflexiones sobre lectura y formacin de lectores

    Felipe Garrido

    NDICE

    Introduccin

    La libertad de elegir

    Imaginacin y enajenacin

    Dos lecciones

    Fobias y contrafobias

    En el XXII Congreso de la Unin internacional de editores

    La lectura se contagia

    Un programa para talleres de lectura

    Cuestin de rigor

    Arte, cultura y bienestar

    El maestro y la lectura

    Que todos sean lectores

    La lectura como una ocupacin intil

    Fuera del diccionario

    Lenguas en conflictos

    Sirena lectora

    Una literatura es un pas

    Simulacin y lectura

    El futuro es hoy

    Eplogo / Cmo aprend a leer

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    El lenguaje modela el espritu, que a su vez modela al lenguaje.Nuestro modo de hablar es nuestro modo de ser.

    El espritu slo puede ampliarse en trminos de lenguaje.

    JUAN JOS ARREOLA, La palabra educacin

    INTRODUCCIN

    La importancia de la educacin como el ms poderoso instrumento de superacin, personal ycolectiva, es cada da ms clara.

    Tambin es evidente que el aprendizaje y la educacin empiezan mucho antes de tropezarcon la escuela, apenas nacemos, de manera muy especial por el dominio del leguaje, tanto

    hablado como escrito.1

    El lenguaje nos permite nombrar al mundo, tomar conciencia, ordenar laexperiencia, relacionarnos con nosotros mismos y con los dems. La educacin comienza en laesfera de las operaciones bsicas de comunicacin y de expresin: escuchar y hablar, leer yescribir. Mientras ms suficiente sea una persona en el uso de estos dos sistemas paralelos,mejor capacitada se hallar para cualquier actividad.

    La lectura y escritura son acciones complementarias e inseparables; decir una es decir laotra. Decir lectura, por su parte, no puede limitarse a los libros de texto, a los libros que se venslo por obligacin de estudio o de trabajo; decir lectura implica, adems de los libros que seestudian y con los que se trabaja, los libros de imaginacin, los que se leen por gusto. Entre otrasrazones, por las que apunta Vasili Sujomlinsky, refirindose a los nios, pero que podemos darpor buenas tambin para otros grupos de edad:

    La lectura es una ventana por la cual los nios ven y conocen el mundo y se conocena s mismo...] No ver el nio la belleza del mundo circundante si no ha percibido labelleza de la palabra leda en el libro. El camino al corazn y a la conciencia del niollega por dos lados que parecen opuestos a primera vista: del libro, de la palabraleda a la expresin verbal; y de la palabra instalada ya en el mundo espiritual del nioal libro, a la lectura, a la escritura.

    La vida en el mundo de los libros es cosa muy distinta a la lectura de las lecciones,por concienzuda y aplicada que sea. Puede darse el caso de un alumno que terminaestupendamente los estudios y desconoce por completo lo que es la vida intelectual,ese alto goce humano que proporciona el leer y el pensar. La vida en el mundo de los

    libros es conocer la belleza del pensamiento, es gozar de las riquezas culturales, eselevarse uno mismo.2

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    En el momento presente, si algo nos hace falta en verdad es multiplicar entre nosotros los

    lectores; adquirir una mayor destreza y capacidad como lectores, lo cual implica conquistar la

    aficin a leer y la posibilidad de escribir.

    Recogen estas pginas artculos y plticas sobre la lectura y formacin de lectores queescrib entre 1984 y 1988, con diversos pretextos; algunos fueron publicados despus, ensuplementos y revistas. Al reunirlos ahora, sufr la tentacin de conservar un orden cronolgico;aparecen aqu, sin embargo, en otra secuencia que tal vez facilite seguir la argumentacin quesubyace en ellos. Conservan noticia del momento de su aparicin.

    La formacin de lectores comenz a preocuparme aunque entonces no la llamaba as; nola llamaba de ningn modo cuando empec a dar clases, en 1962 o 1963, en el Centrouniversitario Mxico, una preparatoria de hermanos maristas en la capital del pas. Aunque elnivel acadmico de la escuela y de los alumnos era alto, en su mayora aquellos muchachos que

    me oan hablar de etimologas y de literatura mexicana haban ledo poco. Estaban bienalfabetizados, estudiaban con dedicacin, pero no saban quin era Phileas Fogg, ni DemetrioMacas, ni el capitn Silver. Si alguna idea tenan de Pinocho y de Peter Pan no se la deban aCollodi ni a Barrie, sino a Walt Disney.3

    Hice lo que pude, ms por instinto que por ninguna otra razn: le con ellos, en voz alta,Daro y Rulfo, Pellicer y Ray Bradbury, Golding y Machado, Ibargengoitia y Torri, Lpez Velardey Garca Lorca, Chejov y Sor Juana, Quiroga y Fuentes, Cortzar y Carballido, Castellanos yValads. Me esforc porque abrieran los ojos. Quiero decir, porque fueran ms all de lasuperficie del texto, porque entraran en l con avidez de enamorados.

    Confirm que la literatura, antes que un conocimiento, es una experiencia. Hay que formar

    primero el gusto, la aficin, alimentar el amor y luego, si acaso llega, vendr la erudicin. A partirde entonces siempre he dado clases desde 1973, en el Centro de enseanza para extranjerosde la UNAM y trabajado con lectores, muchas veces adultos que llevan aos entre libros y que,con frecuencia, descubren con sorpresa que se han pasado la vida leyendo a medias o simulandola lectura. (Tambin yo pas muchos aos leyendo a medias y un da fui iniciado en el arte deleer. Lo cuento en el Eplogo.)

    A partir de entonces, la formacin de lectores ha sido una preocupacin inseparable deotras actividades. Comenc a tomar conciencia de que sta es una materia aparte, una actividadque requiere atencin por separado de la alfabetizacin, de la edicin y distribucin de libros, dela instalacin de libreras y bibliotecas, del estudio de la literatura, en las extensas conversacionesque acompaaron los aos de trabajo con Mara del Carmen Milln, Huberto Batis, Marco Antonio

    Pulido, Miguel ngel Guzmn y Roberto Surez, cuando hicimos juntos SepSetenta, y luego en elFondo de Cultura Econmica, de 1977 a 1985, al lado de Jos Luis Martnez y Al Chumacero, yen charlas de ese tiempo y despus con escritores y editores como Juan Jos Arreola, JuanRulfo, Sergio Galindo, Emmanuel Carballo, Ren Sols, Edmundo Valads, Margo Glantz,Sealtiel Alatriste y Jess Anaya, todos ellos preocupados por la formacin de lectores.

    Cuando me ocupo en suerte dirigir Literatura en el Instituto nacional de bellas artes, de 1986a 1988, para m estaba claro que el trabajo de esa direccin deba orientarse a formar lectores,que son la primera y la mayor de las necesidades y las esperanzas que tiene un escritor que

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    publica. Lectores no significa que cada libro deba contarlos por decenas de miles; hay libros queson apenas para unos cuantos.4 En todo caso, no est mal que cada libro encuentre sus lectores;Borges deca que cada libro est en espera del lector que le corresponde. Tal fue la intencin con

    que trabajos aquellos dos aos y medio, gracias al respaldo de tantos escritores y escritoras queno me atrevo a intentar listarlos, aunque mal hara en no reconocer el apoyo de varios directoresy subdirectores del INBA Javier Barros Valero, Manuel de la Cera, Vctor Sandoval y JaimeLabastida, quienes juzgaron que tena algn sentido esa manera de concebir el trabajo de unaDireccin de literatura.

    Ha sido para m una fortuna inapreciable que, a partir de 1995, me hay correspondido dirigirla Unidad de publicaciones educativas, en la Subsecretara de educacin bsica y normal, de laSecretara de educacin pblica; Unidad responsable del programa Rincones de lectura, que sedescribe adelante, en "El maestro y la lectura". Este programa, iniciado por Marta Acevedo en1986, tiene como propsito colocar y hacer crecer, en cada una de las escuelas primariaspblicas del pas que atienden a 93 por ciento de la poblacin escolar, la coleccin Libros del

    rincn no son libros para estudiar, sino libros para leer, y sensibilizar, entusiasmar y capacitara las autoridades educativas, directores y maestros para que les dediquen tiempo en el aula yorganicen sistemas de prstamo a domicilio, de manera que tambin los padres de familia tenganla oportunidad de leer. Todo lo cual requiere, antes que nada, convencer a los maestros de unprincipio que est consagrado en la reforma educativa de 1992, pero que an se halla muy lejosde haber sido puesto en prctica; el lenguaje escrito es imprescindible en nuestro Mundo; juntocon el habla, leer y escribir son las operaciones bsicas de la comunicacin y la expresin; quienno puede leer y escribir no domina su propio idioma. La experiencia de rincones de lectura ha sidofundamental para conocer los problemas de la formacin de lectores en sus formas cotidianas, enel medio que naturalmente ms les corresponde y de un extremo a otro del pas.

    Estos textos fueron a menudo dichos antes editores, escritores, maestros y alumnos. Ms

    que explorar aspectos tericos de la lectura y la escritura, pretenden convencer de la importanciade estas actividades y analizar algunos problemas prcticos de la formacin de gente capacitadapara emplear de ida y vuelta el lenguaje en su forma escrita. Los incluyo con ligeros retoques,con la supresin de algunas lneas para evitar repeticiones, que de cualquier forma abundan en ellibro, porque hay algunas nociones bsicas que me parece necesario repetir. Cuando heagregado notas de pie de pgina posteriores a la redaccin original, as se indica en la nota.

    Si su lectura despierta el inters por estos temas; si aumenta nuestra conciencia acerca dela importancia que tiene el dominio del leguaje escrito; si nos reafirma en la va de ser y de hacermejores lectores, habrn cumplido su discreto propsito.

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    LA LIBERTAD DE ELEGIR

    En realidad, pero qu es la realidad?, todo esto lo recuerdo sin un orden preciso y es ms bienen el momento de escribirlo cuando me veo obligado a decidir una secuencia de acontecimientosy de sensaciones, o por lo menos de palabras, y digo entonces, pero no estoy seguro de que ashaya sido, que pap bajaba conmigo los primeros peldaos y que, dos o tres escalones antes determinar el descenso yo me deshaca de la suave presin de sus dedos y saltaba hacia el frentecomo me imagino que alguien debe saltar si se tira en paracadas, con los brazos abiertos y laseguridad de que va a caer en una dimensin de la realidad que es diferente de todo lo queacostumbra recorrer da con da y, por supuesto, no me engaaba con esta previsin, pues alldonde los pies volvan al contacto con el piso, que era un damero de granito o de mosaico, segncreo recordarlo, all era un pas diferente y recogido, un espacio encerrado y prodigioso, el reinode los libros.

    Por un amplio espacio de tiempo, que jams supe medir en horas o en minutos, yo quedabaen libertad en un hipogeo encantado donde mis nicos vecinos eran los libros. Haba, pues, quetomarlos en un arrebato de orga, y haba que hojearlos y acuclillarse en el piso, oculto tras algnmurete formado por otros libros, y leerlos en desorden, tres a la vez, cinco en cada mano, y sialguno probaba ser de veras cautivante haba que sentarse en l para que no fuera a extraviarse,para no perderle la pista, para que no fuera a disimularse entre otros que se le parecan pero queno eran el elegido. Y un rato ms tarde, cuando mi padre se presentaba de nuevo, era hora detomar entre los brazos los que haba seleccionado y someterlos al escrutinio de su mirada quediscerna tres o cuatro que, ms que su voluntad tal vez su bolsillo sealaba como los que podallevarme a casa.

    Entre las muchas cosas que debo agradecerle a mi padre, esos espacios de libertad en el

    stano de la Librera de cristal, la primera, la que verdaderamente era de cristal, en la cabeceraoriente de la Alameda, es una de las que recuerdo ms desde el fondo de m ms profundaesencia. Muchas veces, despus, en todos los aos que han seguido, ese recuerdo ms de lasangre y de los huesos que de la memoria, ha vuelto a mi conciencia y a mis afectos. Todo niodebera tener esa oportunidad de sentirse libre en un universo de libros. Todo nio debera ser asabandonado a su voluntad entre un exceso de oportunidades para elegir.

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    a la moda", segn lo define Herminio Almendros.2 Le siguieron Lami des Enfants tanta amistadsuena demaggica, en Francia (1772); The Juvenile Magazine, en Inglaterra (1788); la Gazetade los Nios, en Espaa (1798); El Correo de los Nios, en Mxico, publicado por Lizardi, tan

    preocupado siempre por educar a todo el mundo, a partir del da de reyes de 1813... Unas msotras menos, todas estas revistas seguan propsitos semejantes a los expuestos por MarieLeprince de Beaumont. Unas ms otras menos, todas lamentaban la aficin de los pequeos "a lomaravilloso por ms falso e inverosmil que sea", lo cual, segn decan, los llevaba a posponer "loverdadero, lo provechoso y lo necesario". la cita es de Iriarte, el sensato fabulista espaol.3

    De entonces a nuestros das los lineamientos bsicos no han cambiado. En contra lasadvertencias, amenazas y lamentos de ciertos pedagogos y moralistas, los nios y losadultos siguen disfrutando la rica veta de los cuentos tradicionales, contados por Andersen,Perrault, Grimm o Pascuala Corona que, entre otras cosas cuando no estn sofisticados por laexigencia de suavizar la historia nos advierten que el mundo es un lugar peligroso, donde msvale andar con cuidado.

    La experiencia nos ofrece unas cuantas lecciones. Que la puerilidad y el tono moralizanteno son los mejores recurso para ganar el inters infantil. Que el fondo irracional, intuitivo,imaginativo que subyace en los mitos, los juegos tradicionales, las coplas populares, ejerceinvariablemente su fascinacin.4 Que muchas grandes obras de la literatura infantil no fueronescritas expresamente para nios (episodios deLas mil y una noches, Robinson Crusoe, Losviajes de Gulliver), y muchas grandes obras escritas para nios han ganado una aceptacinigualmente entusiasta entre los adultos (La isla del Tesoro, Alicia en el pas de las maravillas, ElPrincipito, Cuentos de la selva). Que no importa que la lectura que haga un nio sea distinta a lade un adulto. Que la primera vez que leemos Las aventuras de Tom Sawyer, Pinocho o Los tresmosqueterosdisfrutamos lo puramente anecdtico, y que slo en lecturas posteriores, cuandohemos alcanzado una mayor experiencia como seres humanos y como lectores, podemos

    descubrir, ms all de los risibles o angustiosos o intrigantes sucedidos, la sabidura, lacomprensin, la compasin de Mark Twain, Collodi o Dumas por la condicin humana. Al final decuentas,la lectura depende de la experiencia, de las lecturas depende de la experiencia, de laslecturas anteriores, del humor que cada quien tenga, y no todos los adultos ni todos los niosdescubren ni disfrutan las mismas cosas en una obra literaria.

    Uno quisiera encontrar ms grande libros que los nios puedan leer; es decir, que estncomprendidos en la esfera de sus intereses. He visto a nios de ocho y de nueve aos embebidosen la lectura del Manual de zoologa fantsticade Jorge Luis Borges, de El libro de la imaginacinde Edmundo Valads, de cuentos como "Baby H.P.", de Juan Jos Arreola o "Negrita" de OnelioJorge Cardoso, ninguno de ellos escrito como literatura infantil.

    Hay un buen nmero de obras que bien podran ser publicadas en ediciones para lectoresJvenes. Es decir, en libros confeccionados para que sean nios y jvenes quienes los manejen.No me refiero ahora a adaptaciones ni condensaciones que tienen tambin su utilidad, sino alformato, el tamao de la caja, el cuerpo de la tipografa, la clase de papel, la encuadernacin, eldiseo, las ilustraciones... Dos ejemplos tomados de nuestros clsicos son Tomchic deHeriberto Fras, y Los de debajo de Mariano Azuela.

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    Algunos se preocupan porque en la literatura infantil se deslicen palabras poco usuales. Esto mehace recordar una advertencia de Juan Ramn Jimnez y un cuento de amado Nervo. Laadmonicin nos recuerda que esas palabras poco familiares son una hendidura que se abre al

    misterio, a los niveles de asociacin profunda, de comunicacin intuitiva... que no hace faltatemerlas ni perseguirlas, sino venerarlas.5 Y de tal veneracin la memoria me lleva al cuento deNervo, "El Dominio del Canad".6

    La historia de un grupo de nios cautivos del embrujo de tales palabras, que no alcanzan acomprender. Para ellos, el "Dominio del Canad" no es la designacin poltica de un territorio elCanad de principios de siglo, todava dominio britnico, sino el nombre de un monstruo quehan inventado. Puestos frente al misterio, a las palabras de significacin ignorada, a signosvacos, buscan un sentido que ordene el desconcierto, un sentido que conjure el horror a la nada,una solucin esttica.

    El cuento de Nervo es una leccin sobre las relaciones entre el misterio y la creacin

    artstica. De alguna manera me hace retornar a Juan Ramn Jimnez, con su culto a lo inefable ya la revelacin. Un da, ya transterrado, en la isla de Puerto Rico, el poeta espaol dijo a sumanera estaba hablando de literatura y de nios lo que haca y hace falta:

    Ese libro ideal que todos hemos entrevisto en nuestra infancia, que nos ha revelado,en la maana de la vida, como la mariposa azul del colegio, por la frente en ilusin; ellibro del cuento mjico, del verso de luz, de la pintura maravillosa, de la deleitablemsica; el libro de la fantasa, del milagro, de la hermosura: el libro bello en suma, sinotra utilidad que su belleza.7

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    Godnez era un buen deportista, temible en la cancha porque tena la obsesin de ganar.

    Pero en lugar del Estonos revel la existencia de Rubn Daro, de Horacio Quiroga, de Ramn

    Lpez Velarde, de Mariano Azuela, de otros autores que nunca nombr pero cuyas palabrassirvieron para concentrar la atencin del grupo y para hacernos evocar otras formas de larealidad, para ponernos en contacto con otras maneras de estructurar el lenguaje, para hacernosver que las palabras de todos los das podan vestirse de gala y de misterio.

    Este seor, que s lo era, nos hizo frecuentar textos literarios clase tras clase, hastaformarnos la necesidad de que geografa comenzara con unos versos, con una reflexin, con unahistoria. Nos ense que la lectura y la literatura no eran coto de sus colegas, los maestros deliteratura o de espaol, sino un patrimonio de todos y un alimento, un ejercicio que no poda faltarun solo da. Muchas veces he credo, y ahora lo repito, que la mejor manera de comenzar un dade clases, en cualquier nivel educativo, en cualquier disciplina, es ver al maestro o a la maestra,de pie ante el grupo, con un libro que no sea de texto en las manos; un libro que no persiga otro fin

    que el gozo de la lectura, para leer unos pocos minutos. Slo los necesarios para compartir esossecretos de la lectura que constituyen su esencia y a los cuales nadie puede llegar si no es altravs de la experiencia, del ejercicio, de la frecuentacin de la lectura misma.1

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    FOBIAS Y CONTRAFOBIAS

    Es tiempo de confesar que durante toda mi infancia no hubo ninguna pesadilla comparable concualquier gran cnclave de libros. Una feria del libro, por modesta que fuera, una librera, unabiblioteca me producan horror.

    Frente a la palpable prueba de mi ignorancia que significaban todos aquellos volmenesdesconocidos, mi nimo se desesperaba. Pero, en realidad, la medida ms atroz no era miignorancia, sino la brevedad de mi tiempo. Aunque dedicara toda mi vida a la lectura, apenaspodra conocer una parte pequesima de todos esos libros.

    Mis clculos eran de este estilo: supongamos que una persona tiene una vida larga,digamos noventa aos, y que lee con regularidad ejemplar desde que cumple diez hasta quemuere. Cuntos libros podra leer? Por supuesto hay libros que pueden leerse en una tarde,

    pero otros requieren meses de trabajo; cul sera el promedio? Uno al mes, uno cada quincedas, uno a la semana? Supongamos que es esto ltimo, que no es un mal promedio: uno a lasemana, cincuenta al ao, cuatro mil en ochenta aos, sin entrar al problema de las relecturas.

    Supongamos dedicacin, resistencia y constancia excepcionales: el doble de lecturas, ochomil ttulos. Qu es eso al lado de las decenas de miles que hay en cualquier feria o en cualquierbiblioteca ms o menos importantes? La desproporcin es palmaria. Todos mis clculos mellevaban a la misma horrible conclusin: la vida entera me sera insuficiente para leer esos librosque estaban all reunidos. Y yo saba que no eran todos: haba muchos ms.

    Era an ms terrible pensar, en las grandes bibliotecas o en las libreras de viejo, quemuchos de aquellos libros haban sido escritos por hombres y mujeres muertos largo tiempo

    atrs. Que muchos de aquellos volmenes haban estado antes en manos de hombres y mujeresque ya eran polvo o menos que polvo. Y que un da, olvidado ya mi nombre, esos mismos librostornaran a ser sostenidos por algn otro angustiado lector, sobrecogido por la brevedad de suvida y por la abrumadora diversidad de todo lo que jams podra leer.

    II

    La revelacin de que una feria del libro, una gran biblioteca una librera desmesurada no son, a finde cuentas, lugares tan temibles, me lleg una tarde de lleno en la plaza de toros Mxico. Norecuerdo el cartel ni tampoco si hubo orejas.

    Recuerdo el sol deslumbrante y los tendidos abigarrados. Recuerdo que los espectadoresacomodados del otro lado del ruedo parecan libros que llenaran una estantera colosal. Y, unavez establecida esa comparacin, haba una reflexin que se impona. As como nunca, aunquededicara todos los das de mi vida a la lectura, podra enterarme del contenido de todos losvolmenes reunidos en la ms triste de las ferias, tampoco podra conocer a cada una de laspersonas que asistan a la corrida desde el otro lado de la plaza. Pero, y eso era intrigante yconfortante en ese momento, eso no me provocaba la menor angustia.

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    Por otra parte, si los espectadores del tendido opuesto eran como libros en el librero, losque me rodeaban eran como esos ejemplares que se tienen a la mano en la mesa de trabajo, ycon ellos comparta las emociones y comentaba los lances.

    Porque un libro es como una persona y una persona es como un libro. Conocer gente esfascinante, pero nadie siente la necesidad ni la obligacin de conocer y tratar a todo el gnerohumano. Nadie pues qu alivio! tiene que sufrir porque no pueda agotar la lectura de unabiblioteca.

    Hay razones de tiempo y de espacio que nos ponen en la vecindad de ciertos libros y deciertas personas. Uno tiene un lugar en la vida y en la plaza de toros: nace y vive en algn sitio yen algn tiempo. Cervantes admiraba a autores que el olvido nos ha vuelto inaccesibles, comoAntonio Lofraso o Cristbal de Virvs, cuyas obras fueron dispensadas del fuego por el cura y elbarbero. No es fcil y tampoco importante estar al tanto de las novelas ms recientes enAustralia ni en Suecia ni en Madagascar, de la misma manera que no es frecuente tener amigos

    australianos ni suecos ni malgaches. Lo que no significa que no haya en esos pases novelas quevaldra la pena leer, ni gente que valdra la pena tratar.

    Cuando vino a Mxico, en el 89, William Golding ingls; Seor de las moscasdeclarque no conoca la literatura de Hispanoamrica, y se sorprendi de que alguien considerara esoun menosprecio ofensivo. Explic que en el mundo hay algo as como tres mil literaturasnacionales, y que l conoca slo tres o cuatro: la griega clsica, la inglesa, la francesa, algunaotra creo. Las dems no las desprecia: las ignora. No ha tenido ocasin de conocerlas. Como nose desprecia a los habitantes de una ciudad donde nunca se ha estado; simplemente, no se losconoce.

    Todos estamos condenados a una situacin semejante. El breve lapso de nuestros das nos

    obliga a elegir. Nuestras circunstancias histricas y geogrficas hacen por nosotros una parteimportante de la eleccin.

    III

    Una persona, pues, es como un libro, que es como una persona. El lugar y el momento de nuestravida nos ponen naturalmente en contacto con unas cuantas personas y unos cuantos libros.Tambin el accidente de nuestra lengua. Leer el Libro de buen amor o La Celestina o Astucia oLeyendas de Guatemala o Rayuela exige cierto adiestramiento, cierta familiaridad con lasvariantes del castellano que el tiempo y las diversas latitudes impusieron en las obras de JuanRuiz, Fernando de Rojas, Incln, Asturias o Cortzar. Emprenderla con Baudelaire o con Golding

    o con Bll o con Calvino, si se quiere prescindir de la intermediacin de los traductores, reclamaalgo ms que cierto adiestramiento con variantes de nuestra propia lengua: requiere elaprendizaje de otro idioma. As como tratar con franceses o con ingleses o con alemanes o conitalianos necesita intrpretes, o algunos aos de estudio y prctica, mientras que entenderse conespaoles o con argentinos o con guatemaltecos es ms un asunto de buena voluntad.

    En uno y otros casos, nuestro conocimiento es, muchas veces, primero a distancia, por laportada, por la apariencia, y ya en ese momento pueden o no atraernos, interesarnos, incitar o nonuestra curiosidad y nuestra simpata. O podemos conocerlos de odas, por referencias, segnsea su fama. Una obra clsica o un gran personaje pueden llegar a sernos familiares antes dehaberla ledo o haberlo tratado. Luego viene el conocimiento directo, la frecuentacin, la

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    posibilidad de una sorpresa, una decepcin. Uno avanza en el conocimiento y selecciona; aceptao rechaza; procura un trato ms ntimo o lo rehuye.

    Finalmente uno elige. No todos los libros ni todas las personas. Ms bien, en proporcin detodos cuantos se conocen, unos cuantos de unos y otras van formando parte de un crculomientras ms ntimo ms pequeo. Hay libros y personas cuya compaa termina por sernosimprescindible. Queremos tenerlos siempre al alcance de la mano. Llevarlos del brazo o en elbolsillo. No apartarnos de ellos jams. Se descubre finalmente que, ms que el nmero, una vezque se ha aprendido a conocer los libros y las personas, lo que cuenta es la profundidad del trato,la profundidad de la lectura.

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    EN EL XXII CONGRESO DE LA UNININTERNACIONAL DE EDITORES

    Sesenta aos de experiencia, a partir de la aventura editorial de Vasconcelos, nos muestran queno basta con publica y distribuir libros en forma masiva para multiplicar los lectores. Tampoco essuficiente construir ni habilitar servicios bibliotecarios. Antes que ms libros y ms bibliotecas

    indispensable, como son hacen falta ms lectores.1 Y para formar nuevos lectores, mslectores, mejores lectores, hay que mantenerse en guardia contra los espejismos. Contra elespejismo de la mera multiplicacin de las bibliotecas. La edicin de libros por cuenta deEducacin pblica, su distribucin, la creacin de bibliotecas, deben formar parte de un esfuerzoms fundamental, ms necesario, ms generoso: la extensin del privilegio de la lectura a unapoblacin ms amplia, as como el mejoramiento de dicha lectura: no slo en cuanto a la calidaddel material, sino en cuanto al aprovechamiento al beneficio que obtiene el lector.

    Ms lectores no significa simplemente que ms sea alfabetizada aunque tambin eso esindispensable; hace falta formar en ms gente el hbito de leer, hace falta que ms gente seacapaz de acometer lecturas ms exigentes; de comprenderlas, sentirlas y aprovecharlas.

    Que los analfabetos no lean est lejos de ser el mayor de nuestros problemas de lectura. Lomonstruoso es que alguien pueda resistir nueve, doce o veinte aos de instruccin escolar sinque adquiera el hbito de la lectura. Lo monstruoso es que quienes terminan la preparatoria o unacarrera universitaria no hayan conocido sino los libros de texto y, por lo tanto, sean incapaces deincursionar por ninguna lectura que no tenga otro fin que el desempeo profesional. Que lapoblacin marginada no pueda comprar libros es un agravio ms sobre los muchos que sufre,pero que la poblacin con ingresos suficientes tampoco los compre es indicio de un desperdicio

    criminal. Alguien con heroica vocacin matemtica podra entretener algunos ratos de ociocalculando los recurso que malgastan el pas, las escuelas, las familias y los ciudadanos en cadauno de nuestros nolectores alfabetizados, escolarizados y titulados.2

    Al parecer, esto ocurre por un espejismo ms. Se cree, o se acta como si se creyera, quepara convertir a una persona en lector basta con ensearle a reconocer las letras, a deletrear laspalabras, a descifrar los sonidos de la escritura. Reconocer los signos de la escritura, sinembargo, es apenas el principio de una carrera de lector. Un principio frgil. Quien quedaabandonado en ese punto, si carece de prctica olvida lo aprendido; si carece de orientacin yestmulo y esto es lo ordinario jams podr obtener los beneficios de la lectura. Se ensea areconocer las palabras, pero pocas veces se ensea a utilizar los libros: a tener acceso alinmenso caudal de experiencias y conocimientos que se halla en los libros, ms all de los textos

    escolares.

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    Muy pocos de quienes aprenden las primeras letras llegan a adquirir el hbito de la lectura;

    slo unos cuantos se benefician realmente de la capacidad de leer. Si junto con los certificados y

    los ttulos la poblacin escolarizada adquirese la aficin por la lectura, ciertamente tendramosun pas ms prspero, ms justo y ms democrtico. Sera ms sencillo entonces extender losbeneficios de la escuela, la educacin y la lectura a sectores ms amplios de la poblacin. Habrams libros, con tirajes mayores, ms baratos y, por cierto, habra tambin ms y mejoresbibliotecas. Habra ms gente que dedicara tiempo y parte de sus ingresos a leer y a comprarlibros y, por cierto, habra tambin ms y mejores libreras.

    A los lectores los formar la frecuentacin de la lectura, la orientacin, el estmulo quereciban para describir cmo y por qu se lee; para conocer los placeres y las ventajas de lalectura. Si se quiere elevar el ndice de la lectura har falta editar libros a precios accesibles,distribuirlos de manera eficiente, poner en servicio ms y mejores bibliotecas y libreras. Pero,sobre todo, y esto es lo ms importante, porque sta es la condicin inicial, har falta dedicar

    tiempo, talento, imaginacin y recursos a la formacin de lectores. No me refiero a las campaasde carteles, prensa, radio y televisin, que son una manera fcil de tranquilizar la conciencia, sinoal trabajo que se ocupe directamente de formar lectores. Esto es, de lograr que cada da msgente nios, jvenes y adultos dedique una mayor parte de su tiempo libre a mejores lecturas

    las que exigen ms del lector, por voluntad propia.

    Hace falta instituir asociaciones, programas y mecanismos que faciliten y refuercen en losestudiantes y en los maestros, en la poblacin en general, la costumbre de leer. La lectura en vozalta, el dedicar un tiempo en clase a la lectura por gusto, desligndola de las obligacionesescolares; la formacin de crculos de lectura para diversas edades; el indispensable ejemplo delos maestros, las madres y los padres son algunas de las medidas que debieran ser puestas enprctica de manera permanente, humilde y entusiasta. No pueden ni deben esperarse milagros

    sexenales; hace falta mucho ms tiempo para obtener resultados slidos. Insistamos en que laaficin y la costumbre de leer deben ensearse y alentarse.

    La formacin de lectores debera ser la mayor de las preocupaciones del estado respecto alos libros, la educacin y la poltica cultural. La lectura es en nuestro mundo el principal medio deaprendizaje, de experiencia y de formacin.

    Naturalmente, habr que editar y distribuir libros; habr que instalar bibliotecas y apoyar alas libreras. Pero esto debera ser, sobre todo, una manera de apoyar la formacin de lectores yuna consecuencia del aumento en su nmero. Los libros y las bibliotecas no deberan quitarnos elsueo: son relativamente fciles de multiplicar. O, por lo menos, mucho ms fciles de multiplicarque los lectores.

    Preocupmonos por formar lectores. Lo dems nos ser dado por aadidura.3

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    todas las aulas, en todas las escuelas, en todos los grados de primaria y secundaria en laspreparatorias, vocacionales y normales podran organizarse talleres de lectura y escritura.

    Por qu leer literatura? Porque los textos literarios actan no slo sobre el intelecto, lamemoria y la imaginacin, como cualquier texto, sino tambin sobre estratos ms profundos,como los instintos, los afectos y la intuicin, y en consecuencia consolidan una inclinacin muchoms intensa hacia la lectura. Por otra parte, los textos literarios son los que ms exigen del lector,los que mejor lo ejercitan para comprender el leguaje escrito. Los lectores as formados podrndespus leer por su cuenta. Comprendern mejor lo que lean. Poemas, teatro, ensayos ynarrativa, pero tambin textos tcnicos, cientficos, legales y de cualquier otra clase.

    No hay mejor manera de formar lectores genuinos. Por cunto tiempo habra que tenerestas lecturas diarias? Por todo el tiempo. Para siempre. Es una costumbre que no debera tenerfin. Como las de comer o dormir. Si a esta lectura pudiera sumarse otra, en la casa, en familia,mejor que mejor. Con el tiempo, esa lectura familiar llegara a ser an ms importante que la

    escolar.

    Esos diez o doce minutos de lectura diaria en voz alta, en el aula y en la casa pueden formaralumnos, artistas, dirigentes, trabajadores, profesionistas, empresarios, ciudadanos mscapaces. Pueden cambiar nuestra ciudad, nuestro estado, nuestro pas. Pueden constituir larevolucin educativa, social y cultural ms importante que haya habido en nuestra historia2

    Qu hace falta para lograr diez o doce minutos diarios de lectura por placer en las aulas?

    1. Despertar o aguzar en las autoridades educativas y en los maestros laconciencia del problema que representan no los analfabetos, sino los millones

    de personas que han asistido por muchos aos a la escuela y que, sin embargo,no han adquirido la costumbre de leer.2. Reforzar el convencimiento de que ningn sistema aventaja a la lectura en voz

    alta para formar lectores, para contagiar el gusto por la lectura.3. Reforzar las habilidades de los maestros como lectores en voz alta. Se aprende

    a leer mejor ms o menos como se aprende a bailar mejor: siguiendo los pasosde quienes lo hacen mejor que nosotros.

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    UN PROGRAMA PARA TALLERES DE LECTURA

    Supongamos, por brevedad, que el origen de la literatura, tan remoto como el hombre, seencuentra en la necesidad y en la costumbre de expresar, construir y organizar la experiencia, elsentimiento y el conocimiento por medio de la palabra; de ordenar as el caos de las emociones;de dar forma a las figuraciones de la memoria y del a imaginacin. Por largo tiempo la palabra fueslo hablada y apenas ayer, como consecuencia de la importancia creciente del comercio y eldinero, comenzamos a escribir.

    De muchas maneras la literatura oral sobrevive, pero perdura y se transmite ms fcilmentela que se escribe: la que no existe cabalmente mientras no haya sido puesta en manos del lector.

    Llevar las obras literarias a los lectores es, en este momento, el ms grave problema denuestra literatura. Resolverlo implica publicar revistas, folletos, suplementos, libros; distribuir y

    publicar ese material; despertar el inters del pblico; organizar bibliotecas bien surtidas deliteratura; formar nuevos, mejores lectores. Los lectores de teatro y poesa, aun de ensayos,cuentos y novelas son muy pocos; no hay mejor manera de promover la literatura quemultiplicarlos.

    Lo anterior, naturalmente, sin dejar de atender a quienes escriben: los talleres de creacin,las becas, los premios, los viajes, los congresos, las traducciones, las conferencias, las lecturas,las presentaciones, el estudio de obras, autores y corrientes, la publicacin... con lo que cerramosel ciclo y quedamos, nuevamente, en busca del lector.

    Quiero insistir en que la letra escrita es el espacio propio de nuestra literatura; lo habitual esque sta se publique y se lea. Me parece til tomar conciencia de que la literatura llega al pblicoprimordialmente en libros y revistas, en diarios, muros, monitores y hojas volantes... al travs de

    la palabra escrita. Hablar de literatura nos obliga a tomar en cuenta no solamente la escrituraprivada que hace el autor, sino toda esa intrincada red de acciones pblicas que la reproducen yla llevan al lector. Si la literatura nos preocupa, bien podemos ocuparnos de la produccin y eldestino de los libros y de todos los dems medios que la contienen.

    Debe tambin preocuparnos la falta de lectores.La formacin de lectores no debe ser confundida con la indispensable enseanza de las

    primeras letras. Tampoco con el consumo de libros de texto, que se hace de manera obligada yno por voluntad propia. Nuestro mayor problema de lectura no es el analfabetismo, sino lapoblacin escolarizada que no llega a aficionarse a la lectura.

    Para elevar el ndice de lectura hace falta, sobre todo, dedicar tiempo, talento, imaginacin

    y recursos, directamente a la formacin de lectores. Esto es, hace falta instituir acciones que nospongan a leer; que nos permitan ver cmo se usan los libros y qu puede esperarse de ellos; quelos hagan parte de nuestra vida diaria; que faciliten la amistad con los textos.

    A leer se aprende leyendo. Nada puede sustituir a esta verdad elemental. Y yo debo centraresta nota en un llamado a que llenemos este pas de talleres de lectura, de presentaciones deescritores cuyo fin ltimo ser no la presencia del pblico en tales actos, sino llevarlo a leer por sucuenta. Dnde? En los hogares escuelas, centros de trabajo, casas de la cultura, lugarespblicos de reunin. Debemos invadir los medios con literatura: la radio, la televisin, la prensa,los muros...

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    En la formacin de lectores ninguna otra actividad es tan estimulante, tan fructfera, tan

    contagiosa como escuchar a un lector entusiasta que se deja llevar por el placer del texto.

    Leamos juntos. Leamos con quienes no leen. All se aprende con el ejemplo cmo se toma ellibro, cmo se pasan las pginas, cmo se da sentido a la lectura con las pausas, los silencios, lasinflexiones de la voz. Cmo, sobre todas las cosas, para leer un texto en voz alta lo primero y loms importante que hay que hacer es comprenderlo.

    Me gustara justificar y proponer un programa elemental para talleres de lectura.

    El marco

    1. El lenguaje es el instrumento esencial con que contamos para llevar a cabo todas lasoperaciones del intelecto y todas las posibilidades del sentimiento y la emocin. El

    lenguaje es el medio ms poderoso que poseemos para transformar el mundo.2. El lenguaje cumple numerosas funciones: describe, refiere, aclara, ordena, expresa,poetiza. Segn Roman Jakobson, tales funciones son seis: de referencia, volitiva,emotiva, de continuidad, potica y metalingual.1

    3. Con palabras de J.S. Bruner: "Me gustara sugerir que el hombre de disciplinaintelectual es aquel que domina las diversas funciones del lenguaje, el que sabe cmovariarlas, cmo expresar lo que quiere decir no slo a los dems, sino tambin a smismo."2

    4. Si no se dominan las diferentes funciones del leguaje, el modo de hablar, de escribir,de pensar ser limitado. Un lenguaje pobre, mal ejercitado, torpe proporciona recursosinsuficientes para hacer frente a cualquier situacin.

    5. En nuestro mundo, la manifestacin ms amplia del lenguaje se encuentra sobe todo

    en los libros y en otros medios impresos. La forma en que tenemos acceso al lenguaje,en su mayor variedad, amplitud y riqueza, en su mayor complejidad lxica yestructural, es la lectura.3

    6. Segn se desprende de las cifras de produccin editorial, de asistencia a labibliotecas, de nmero de libreras, de encuestas sobre hbitos de lectura, el nmerode lectores de libros es en Mxico muy reducido, si se compara con otros pases.

    7. La nica manera de fomentar y afianzar el hbito de la lectura es dar al pblico laoportunidad de leer. Con frecuencia suficiente para que incorpore esa actividad a suvida diaria. En la medida en que esto pueda hacerse con nios y jvenes, losresultados sern mejores.

    Los talleres

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    1. Se propone la formacin de talleres, grupos, clubes, crculos de lectura, y la de una2. materia de lectura en las escuelas que no fuera calificada pero tuviera vigencia en los

    planes de estudio.

    3. Los objetivos de tales talleres y de dicha materia seran; a) despertar y fortalecer elgusto por la lectura, hasta convertirla en una necesidad para los participantes; b)mejorar el dominio del lenguaje; esto es, mejorar los niveles de comprensin de lalectura, y de expresin y comunicacin, lo mismo hablando que por escrito, y c) ofrecera los participantes una seleccin de lecturas bsicas encaminadas a profundizar suconocimiento de la naturaleza humana, de la historia, los problemas y los valores delpas, de las opciones de la imaginacin.

    4. La materia de lectura debera ser obligatoria para los estudiantes de todo nivel, sin queimporte la especialidad que cada uno de ellos siga.

    5. Hace falta que un maestro imparta la materia y dirija los talleres.6. Las funciones primordiales del maestro seran: a) estimular a los participantes para que

    lean; b) seleccionar las lecturas; c) leer en voz alta y ensear a los dems a leer en voz

    alta; d) orientar los comentarios de los participantes, orales y por escrito, y e) servircomo moderador en los debates que provoquen las lectura.37. La lectura no puede ser pasiva. La habilidad elemental de reconocer los signos de la

    escritura ha de ser transformada en un ejercito intelectual superior, mediante el cultivode los mecanismos integradores de la lectura. Al leer una unidad de significado, ellector reserva su decisin respecto al sentido de lo que va leyendo hasta que lacompleta. En ese momento, procesa la informacin que ha recogido y da unainterpretacin final. Esta operacin es muy sencilla cuando se leen unidades designificado cortas, sin dificultades sintcticas, y puede llegar a ser sumamentecompleja, a medida que el texto se hace ms intrincado. La complejidad aumenta siconsideramos que en una obra, en un libro, las unidades de significado mnimas queforman las frases u oraciones arman otras unidades ms extensas: prrafos,

    captulos, volmenes, hasta llegar a la unidad de significado mayor que es la obracompleta. A medida que un lector se hace ms experto, se ejercita en la lectura, estaconstruccin del sentido se vuelve ms mecnica, menos consciente.4

    8. La lectura en voz alta ha probado muchas veces ser un medio insustituible parainteresar a los participantes y facilitar la comprensin del texto. El maestro debe sercapaz de mostrar a los dems, con el ejemplo, cmo se lee.

    9. Conviene leer al principio textos breves y sencillos.

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    10. Aumentar la extensin y la complejidad de los mismos en la medida en que lo hagaposible cada grupo.

    11. Los textos que se lean deben responder claramente a los intereses y las

    preocupaciones de los participantes.12. Se recomienda no limitar las lecturas a textos literarios.13. Debera incursionarse en textos histricos, antropolgicos, cientficos... Se

    recomienda an ms vivamente que nunca falten los textos literarios. Hay que educarla sensibilidad y el gusto de los participantes, orientndolos hacia lecturas que vayandemandando cada vez mayor participacin, mayores conocimientos, mayor capacidadde comprensin.

    14. Las propuestas de nuevas lecturas que hagan los participantes deben aceptarse15. siempre que sea posible.16. El maestro debe estimular las respuestas a la lectura: los comentarios orales y

    escritos, los debates, el paso de unas lecturas a otras en busca de argumentos ypuntos de referencia.

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    CUESTIN DE RIGOR

    Los talleres literarios son una mana reciente en nuestras letras. Antecedentes se les puedenencontrar lo mismo en los salones, los liceos y las academias de hace siglos y medio que en laspeas y los cafs que gozaron los abuelos. Los talleres que ahora conocemos, sin embargo, sonuna costumbre de ltima hora cuya paternidad solemos atribuir a Juan Jos Arreola.

    Hay ahora talleres de todos los estilos, niveles, gneros, precios y frecuencias. Losorganizan el INBA la CREA, el ISSSTE, el IMSS, la UAM, otras universidades, casas de la cultura,agrupaciones de particulares, escritores independientes en busca de un modus vivendi, lospropios participantes... en todo caso, los elementos que los identifican son la presencia de uno oms miembros o tallereados los hay tumultuarios, que evocan mtines o peregrinaciones quese renen bajo la tutela de un coordinador o tallerista para revisar los textos que los primerosescriben.

    La costumbre pide que los tallereados sometan los textos que van escribiendo al juicio delcoordinador y, las ms de las veces, de sus compaeros. El tallerista procura no siempre laarmona del grupo y lo orienta, lo mismo en cuestiones generales que en el detalle concreto, en lapalabra de ms o de menos, en el matiz que sera imperceptible si l no lo marca. Tambin, si eltallerista es serio, con frecuencia arrinconar a sus pupilos para forzarlos a leer por su cuenta.Los talleristas, en general, concuerdan en que ms de la mitad de la talacha consiste en leer. Enque nadie puede hacerse escritor si antes no se hace y se mantiene lector.

    Los tallereados tienen todas las edades, todos los aspectos, todos los orgenes, todos losniveles, todas las condiciones. Hay obreros, estudiantes, amas de casa, profesionales,empresarios, deportistas, jubilados y cualquier otra profesin que se pueda imaginar. En medio

    de esa diversidad, una aspiracin comn: todos quieren escribir. Algunos lo decidieron desde elprincipio de sus vidas conscientes; otros lo descubrieron, as no fuesen camino a Damasco, en uncegador instante de revelacin. Un buen da sbitamente, sintieron la necesidad de hacer a unlado negocios, herramientas o familia los prudentes tienen los deslumbramientos de este tipouna vez que se retiran para trocarlos quiz ya no por la lira ni la pola y ni siquiera la plumafuente, sino por el procesador de palabras y la impresora. En todo caso, como dije, todos deseanescribir: lo mismo los jvenes que buscan definir una vocacin, que las mujeres y los hombresmaduros que quieren recuperar un tiempo que sienten perdido.

    Y, por supuesto, esa aspiracin es noble, aunque no siempre lo sea el resultado. Quierodecir que es natural que muchos de los textos que se producen en un taller estn lejos de serobras ejemplares. Sin embargo, convencidos de la importancia de lo que quieren hacer,

    contagiados del prestigio que les otorga el papel de creadores, a veces los tallereados se dejanganar por la emocin y confunden el enorme empeo puesto en la tarea, o las no menos enormesdificultades que les han planteado la vida tener un trabajo que ellos juzgan muy remoto de, oaun opuesto a, las lides literarias, no contar con tiempo ni recursos suficientes, tener muy pocos odemasiados aos, con el mrito artstico de sus escritos, con la calidad del resultado.

    En parte esto se debe a la impaciencia, al entusiasmo mismo de los miembros del taller y,en ese sentido es difcilmente recriminable. Pero tambin, ms a menudo de lo que seradeseable, se debe a la complacencia del tallerista, a la falta de una gua confiable y exigente para

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    el propio tallereado juzgue su obra. Lo cual, a final de cuentas, casi siempre se reduce a una faltade lecturas.

    Un escritor, lo repite, aprende a escribir leyendo. Aprende la tcnica, los recursos, lamalicia... y tambin adquiere un gusto; esto es, aprende a reconocer lo que est bien y lo que estmal. El gusto del escritor se forma en la lectura, y tambin el del lector. All se aprende a distinguirlas obras maestras, los modelos que se envidian con la ms profunda y la mejor de las envidias;lo que vale la pena y lo que es un intento fallido.

    Ms que otros, quienes asisten a los talleres de creacin literaria tienen, por decirlo as, laobligacin de hacerse lectores exigentes y de no permitirse concesiones. De no transigir. De noaceptar, y menos an en lo que ellos escriben, resultados mediocres. De aspirar al rigor y nadiedice que esto sea fcil. De ejercer la autocrtica y trabajar empeosamente hasta conseguir noun resultado disculpable porque se es futbolista, secretaria bilinge o empleado pblico, sinoel texto rotundo, la obra feliz.

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    ARTE, CULTURA Y BIENESTAR

    En el fondo de todas nuestras crisis, como una hidra feroz y taimada, diestra en el arte deadormecernos con el aliento y multiplicar los hocicos, subyace una crisis de la educacin.Agobiados por un rezago secular, hemos luchado en su contra con disposicin heroica y amenudo superficial. Volvemos del combate cada da, bajo la escenografa sublime delcrepsculo, satisfechos porque le hemos tumbado dos o tres cabezas, sin advertir que, muchasveces, apenas le tornamos la espalda vuelven a brotarle, duplicadas, para seguir la tradicin.Quiz sea tiempo de intentar algunas estocadas definitivas.

    Una de ellas sera la educacin artstica. La cultura es todo aquello que nos confierenombre y rostro, nos identifica, y una parte esencial, sustantiva, de la cultura es la actividadartstica. As pues, ms nos valdra capacitarnos no solamente para apreciar las artes comoespectadores, sino para cultivarlas, que en realidad es la nica manera de verdaderamente

    apreciarlas y disfrutarlas. Desor el sofisma que nos dice que las artes son un producto suntuarioy prescindible. (Cuando las descalificamos llamndolas elitistas, adopta nuestra voz un timbremezcla de ignorancia agraviada y satisfaccin suicida.) Aspirar a una prctica del arte cotidiana,amplia, abierta a todo el mundo, que ejercite la diversidad de facultades y potencias que exigeuna disciplina artstica y eduque nuestra sensibilidad.

    No siempre es afortunado vincular y menos confundir cultura, arte y deporte. Pero hay por lomenos un punto de vista desde el cual, me parece, conviene contrastar estas actividades. Largocamino le lleva de ventaja la educacin deportiva a la educacin artstica, y bien puede servirle demodelo. Multitud de escuelas de todo nivel atienden con solicitud ejemplar, y est bien que assea, la ejercitacin de los alumnos en una amplia diversidad de deportes. Las muchachas y losmuchachos desarrollan una actividad fsica, aprenden a trabajar en equipo, a dominar y dosificar

    impulsos agresivos, a ganar y a perder, a sostener el espritu de competencia... Aprender,adems, el gusto por los deportes que practican, se aficiona, son preparados a conciencia parformar ese pblico de cientos de miles o de millones de personas que llenan los estadios y siguelas competencias deportivas por la prensa, la radio y la televisin.

    La actividad deportiva de las escuelas est, adems, reforzada por una infinidad de ligas yclubes que forman una gran pirmide que lleva al desempeo profesional. Nadie espera que cadanio que corre en el patio tras un baln llegue a la primera divisin, ni que cada nia que eselegida para representar a la escuela en las competencias de pista y campo estatales llegue a los

    juego olmpicos, pero queda una leccin fundamental; lo que forma un pblico enrome,interesado y conocedor para los deportes es en primer lugar la participacin personal, la prcticapropia, el ejercicio cotidiano, el conocimiento ntimo, desde dentro, de los diversos deportes.

    Lo mismo podra esperarse de una educacin artstica general. Pero, cuntas de esasmismas escuelas que organizan competencias internas y preparan cuidadosamente a susalumnos para enfrentarse a otros planteles tienen orquestas, grupos de danza o de teatro, clubesde fotografa, talleres de literatura o de artes plsticas que trabajen con la misma asiduidad, con lamisma intensidad que sus equipos deportivos? Por qu al llegar al terreno del arte la educacindebe hacerse fuera de la escuela, lo cual forzosamente la limita a esos poqusimos nios cuyospadres pueden preocuparse por asuntos tan generalmente regalados?

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    No hay otra explicacin que los poderes mistificadores de la hidra. Que esa miopa socialque nos hace creer que el arte es un bien de lujo y no una actividad sustantiva, esencial. Sinembargo, nada podr darnos mayor coherencia familiar, social, comunitaria, nacional que una

    educacin artstica que forme en nosotros una comunidad espiritual.

    Vayan, por ltimo, tres o cuatro palabras sobre lo que, en mi opinin, debera constituir el cimientode esa educacin artstica: la formacin de lectores de literatura, de obras de imaginacin. Delectores capaces de ampliar su experiencia y descubrir nuevos horizontes en la lectura. A vecesse cree que la lectura es una ocupacin pasiva; se juzga al lector como un mero receptor demensajes, de informacin, de sentimientos ajenos. Eso es falso. El lector autntico puede sercomparado al msico que ejecuta una pieza el autor equivale al compositor. De la mismamanera que el msico interpreta una partitura, el lector interpreta un texto. Su actividad esigualmente creadora, intensa, personal. Exige esfuerzo, concentracin y preparacin.

    Todo el mundo est de acuerdo con que la enseanza musical requiere una educacin

    especial, pero son pocos los que reconocen lo mismo para la lectura. Se confunde, confrecuencia alarmante y consecuencias funestas, la alfabetizacin con la formacin de lectores delibros. La alfabetizacin es un primer paso imprescindible. La formacin de lectores de libros esuna actividad ulterior, sin la cual los frutos de la alfabetizacin pueden perderse casi porcompleto.

    La formacin de lectores de libros debe hacerse a partir de textos literarios, porque ningunaotra clase de texto exige tanto el lector ni ofrece tanto al lector. Quien se encuentra preparadopara leer literatura podr leer con sentido cualquier otra clase de texto. La lectura, por otra parte,es una actividad esencial para la vida de todas las dems artes. En la literatura cabalgan lasideas, la dimensin imaginaria, las calas profundas en la condicin de los hombres, laoportunidad de volver la vista hacia nuestro propio interior. Todo eso que alimenta los sueos, la

    inteligencia, la voluntad de los creadores de arte.

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    EL MAESTRO Y LA LECTURA

    A principios de 1972, la doctora Mara del Carmen Milln me invit a formar parte del pequesimoequipo que publicaba, semana a semana, la coleccin SepSetentas. Desde entonces hasta lafecha, he tomado parte en algunas empresas editoriales de la Secretara de educacin pblica.

    stas incluyen, adems de SepSetentas, la revista Siete, las colecciones SepInah,SepDocumentos y SepOchentas, la primera serie de Lecturas Mexicanas, la coleccin Letra yColor y algunos libros sueltos como los seis tomos de El mundo antiguo,. De Jos Luis Martnez y,en 1993, el libro de Historia de Mxico para cuarto ao de primaria, que actualmente est en uso.Hoy en da estoy a cargo de la Unidad de publicaciones educativas de la SEP, que equivale adecir de los Rincones de lectura o los Libros del rincn; el nico programa que tiene la SEPdedicado exclusivamente a la formacin de lectores. No a la enseanza de la lectura y laescritura, sino lo repito porque es diferente y esencial, a la formacin de lectores.

    Ahora me pregunto si todo ese trabajo, a lo largo de lo que ya van siendo muchos aos, deSepSetentas a la fecha, ha tenido a alguna utilidad para formar lectores. Me temo que no.Mejor dicho, estoy seguro de que no. Dejando a un lado los Rincones de lectura, a los cualesvolver despus, todas esas colecciones no pretendieron formar lectores, sino apoyar al pblicolector y eso, por supuesto, tambin es importante.

    Sostener a quienes ya leen, contribuir a su crecimiento como lectores, completar la labor delas editoriales privadas, ampliar la oferta de libros, mantenerlos en precios bajos es unanecesidad tan apremiante como formar nuevos lectores. Si no se atiende, se corre el peligro deperder, en un abrir y cerrar de ojos, todo lo que, despus de muchos aos de esfuerzo, se creeganado.

    Hay que atender a los lectores que ya se tiene, y hay que recordar que existe una ampliagama, con necesidades diferentes: lectores primerizos, lectores formados, lectores expertos.Nadie debera quedar desatendido.1

    Volvamos al punto de partida: la edicin y la distribucin de libros, por ellas mismas, no sonsuficientes para formar lectores, aunque la poblacin est alfabetizada. Aqu se equivocVasconcelos y han vuelto a tropezar otros proyectos, porque no es fcil aprender esta leccin. Lohabitual es que los lectores crean que las ventajas de la lectura y los libros pueden sercomprendidas y aprovechadas ipso facto por quienes no son lectores, pero la experienciademuestra que no es as. Una vez que se cuenta con libros, alguien tiene que acercarnos a ellos.

    Formar lectores que sean capaces de comunicarse y expresarse por escrito es una tareaadicional a la enseanza de la lectura y la escritura. La alfabetizacin y la disponibilidad de loslibros son indispensables, pero creer que bastan es un error tan grave que explica el fracaso denuestras escuelas para formar lectores.

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    Nuestro sistema educativo ha probado ser eficaz para ensear a leer y escribir. Lo prueba laforma sostenida en que, durante el ltimo medio siglo, Mxico ha logrado abatir los ndices deanalfabetismo, pese a su enorme crecimiento demogrfico. Hoy puede decirse que la poblacin

    analfabeta se encuentra all donde las condiciones de marginacin son tan graves que falta todo,incluso la escuela. En la medida en que la educacin bsica contine ampliando su cobertura,como lo ha hecho en los ltimos aos, el analfabetismo ir siendo erradicado.

    Sin embargo, con pareja claridad, nuestro sistema educativo ha probado su ineficacia paraformar lectores que puedan servirse de la escritura. Nuestro mayor problema de lectura no es elanalfabetismo, sino el hecho de que quienes asisten a la escuela no son lectores; quienes logranhacer un posgrado no son lectores; la mayora de nuestros maestros no son lectores.

    Qu significa lectores que puedan servirse de la escritura? Personas que leen de maneravoluntaria, no por obligacin, y que son capaces de expresarse y comunicarse por escrito.Aquellos que disfrutan la lectura, la han convertido en una actividad cotidiana, comprenden lo que

    leen o se dan cuenta de que no comprenden y hacen lo necesario para superar eseobstculo, y pueden hacerse entender por escrito. (Entre parntesis: la causa ms importantepara nuestro fracaso escolar en la formacin de lectores es que, en lugar de promover el gustopor la lectura y la comprensin del texto, seguimos insistiendo en aspectos mecnicos, como lavelocidad y la diccin.)

    Lo que no se entiende no se ha ledo y para comprender lo que leemos hace falta aprendera gozar la lectura. La mayora de nuestros alumnos y maestros van simulando la lectura a lo largode la vida, forzados por la necesidad, comprendiendo a medias lo que leen, y cmo puedealguien dedicar tiempo a una operacin tan frustrante? Mientras no le perdamos el miedo alplacer en el aula y no aceptemos que leer debe ser una operacin gozosa, no podremos formarlos lectores que necesitamos.

    Para que necesitamos lectores que lean y escriban? Los necesitamos para vivir mejor.Para tener un pas ms fuerte, ms justo, ms libre, ms prspero y ms crtico. No para quetodos sean escritores, como dice Rodari, sino para que nadie sea esclavo. No es verdad, es unagran falacia, muy peligrosa, que la lectura y la escritura tengan que ver solamente con laeducacin y la cultura. No es cierto que sean asuntos que deban preocupar solamente a losprofesores de espaol y de literatura.

    La lectura y la escritura tienen que ver con todos los rdenes de la vida. La lectura y laescritura deben ser preocupaciones de todos los docentes, no importa cul sea su especialidad.

    Necesitamos maestros lectores, que puedan escribir, porque sin duda sern mejores,

    dentro y fuera del aula. Muchas veces, los he escuchado reconocer, con resignacin, que no sonlectores. Hasta cundo vamos a aguantarlo? Hasta cundo los maestros vamos a seguiraceptando que no somos buenos lectores? Deberamos protestar, deberamos exigir y exigirnosser mejores lectores. Deberamos dedicar ms tiempo a leer y leer ms libros, mejores libros, demuchas materias y de literatura: novelas, teatro, cuentos, poesas, ensayos. Un lector no estcompleto si no lee literatura.

    Habremos formado lectores capaces de servirse de la escritura cuando los alumnos y losmaestros hayamos conseguido apropiarnos de la cultura escrita. Y esto debera implicar laformacin de la familia como lectora. Los nios necesitan estar rodeados de gente que lea y quehable de lo que lee.

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    Esta apropiacin de la cultura escrita slo puede darse si hay un contacto permanente,diario, con muchas clases de textos sobre todo, libros para leer, pero tambin envases,peridicos, carteles, mapas, directorios, libros de texto. Porque la escritura tiene funciones

    diversas: de expresin, de experiencia, de comunicacin de informacin, de construccin deconocimiento, de apertura de horizontes. Y no hay manera de dominar esta diversidad defunciones si no se est en contacto con ellas.

    En su mayora, la poblacin de nuestras escuelas lleva una vida familiar apartada de lalectura y la escritura. Por eso la escuela tiene un papel tan importante en la formacin de lectores.Para la mayora de nuestros nios, la nica oportunidad que tienen de conocer modelos delectura y escritura se da en este espacio. Sin embargo, la mayora de las escuelas tambin seencuentran lejos de la cultura escrita, y la limitan a los estrechos mrgenes de los libros de texto.Buena parte de los maestros y maestras, incluso los dedicados a la enseanza de la lectura y laescritura no son, ellos mismos, lectores ni se sirven de la escritura.

    Por eso no basta con la sola entrega de libros para que los maestros y los alumnos seacerquen a la lectura. Para la mayora, la lectura es una actividad extraa. Bastara mandarlesbalones de ftbol o de voleibol para que los aprovecharan; pero no sucede lo mismo con loslibros. Mientras cualquier maestro o alumno sabe qu hacer con un bate y una pelota, nocualquiera sabe qu hacer con libros que no son para estudiar ni para seguir el programa, sinopara leer.

    La formacin escolar de lectores y escritores requiere tres condiciones bsicas: En primerlugar, una alfabetizacin de calidad que d prioridad a la comprensin del texto y al usosignificativo de la escritura es decir, a un uso que tenga un inters real para el usuario. Ensegundo lugar, el contacto frecuente, diario, con textos diferentes, completos e interesantes. Porltimo, el dilogo con otros usuarios del sistema de lectura y escritura que sean ms

    experimentados, ms competentes, ms capaces, y, por lo tanto, de los cuales sea posibleaprender.

    Volvamos ahora a Rincones de lectura, un programa que hasta ahora ha repartido en todaslas escuelas primarias oficiales del pas casi 33 millones de ejemplares, para formar en cadaescuela una coleccin de libros para leer.

    Este acervo no es implemente un grupo de libros, sino un fondo editorial cuidadosamenteplaneado, con ms de 500 ttulos, dos juegos de naipes y cinco cintas grabadas con msica ycanciones. Los libros son de literatura (42%) cuentos, novelas, teatro, poesa, rimas,trabalenguas;2 de testimonio y tradiciones (22%); de informacin (28%) historia, astronoma,animales, viajes, ecologa, fsica, qumica, matemtica y otras materias, y de actividades, de

    hacer cosas como papirolas y juegos para el patio de la escuela (8%). Aproximadamente 35 porciento son de autores de otros pases, sobre todo hispanoamericanos, y ms de la mitad soncoediciones con editoriales privadas. Hay tambin libros para los maestros y los padres de familia

    poco ms de medio centenarporque los nios necesitan estar rodeados de adultos lectores.Rincones de lectura ha buscado que los textos publicados estn completos y tengan un

    significado inteligente, vinculado con la vida real de los nios y las comunidades de nuestro pas.Muchos de estos libros pueden ser complementarios de los programas de estudio, por suinformacin, pero en principio todos ellos son independientes de los objetivos pedaggicos, su

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    propsito es dar a los alumnos la oportunidad de leer materiales diversos: para formarse yprogresar, un lector tiene hacer lecturas distintas. Por eso mismo, los Libros del rincn son detodos tamaos y formas, con ilustraciones, tipografa y diseo de todas clases.

    No son libros para "ensear a leer", sino para formar lectores. Son libros que tienen ciertacomplejidad gramatical, sintctica y de lxico. La complejidad propia de la cultura escrita; lacomplejidad necesaria para que los textos comuniquen realmente un significado inteligente ytengan inters. La complejidad propia de los usos vivos de la escritura, en contraste con los usosartificiales, reducidos, orientados afines pedaggicos especficos, que habitualmente proponenlos libros de texto.

    Los libros escritos para ensear a leer, para cubrir un programa escolar o transmitirenseanza morales, son por lo comn excesivamente simples; incurren en el paradjico riesgo deensear a los nios los aspectos mecnicos de la escritura y la lectura, y al mismo tiempoalejarlos de su comprensin, pues desvirtan el lenguaje vivo; en general son aburridos y no

    invitan a la lectura.

    Los Libros del rincn permiten y necesitan distintas lecturas. Potencian la capacidad dellenguaje. No suelen ofrecer posibilidades obvias de uso pedaggico, pero se remiten a laexperiencia vital de los nios; tienen un inters autntico, son divertidos y pueden realmenteformar lectores, si se utilizan en el aula y si se prestan a los alumnos para que los lleven a suscasas. Su propsito es hacer una oferta de lectura que contribuya a enriquecer la visin delmundo de los nios, los maestros y los padres.

    Los Libros del rincn, sin embargo, tienen que enfrentarse a un obstculo grave; enmuchas escuelas no se usan. Hay directores y maestros cuya nica preocupacin es que no semaltrate, o que no conceden ninguna importancia a la lectura y la escritura y por lo tanto no saben

    dnde quedaron esos libros, o no encuentran tiempo para que los alumnos los aprovechen. Poreso mismo, muchas veces quienes trabajan en la promocin de la lectura carecen depresupuesto, de personal, de transporte, de telfono, de papelera, de tiempo, de escritorios.

    Este defecto es de nuestro sistema educativo y de nuestra sociedad, donde, en realidad,la lectura todava no importa todo lo que debera de importar. Es curioso que continuamente secapacite a los maestros en una multitud de aspectos, por lo comn mediante materiales impresos,y sin embargo no se dediquen tiempo ni recursos para capacitarlos como lectores.3

    Por fortuna esto va cambiando. A partir de 1994, Rincones de lectura incluye, como unade sus tareas sustantivas, la capacitacin de los maestros en tcnicas de fomento a la lectura yformacin de lectores. La experiencia muestra que los profesores que reciben esta capacitacin

    cambian radicalmente su concepto respeto a la importancia de la lectura y aprovecha los Librosdel rincn, y otros libros. La experiencia muestra tambin que la mejora en el rendimiento de susalumnos es tan patente, que aun quienes es un principio se muestran reticentes terminan por serentusiastas promotores de la lectura.

    Estos maestros finalmente comprenden que la lectura no es un problema de los maestros deespaol ni de literatura. Que la lectura no es ni siquiera un problema slo de los maestros y de la

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    gente de letras. No es algo que concierna solamente a la educacin y la cultura, de la misamanera que el deporte no es una cuestin exclusiva de los deportistas. Todo el mundo puedebeneficiarse del deporte y todo el mundo debe beneficiarse de la lectura.

    Ser maestro debera ser sinnimo de ser lector. Es urgente que las normales se fijen estameta. No solamente clases tericas sobre la lectura, sino talleres y crculos de lectura que haganlectores de literatura a los maestros. La formacin de una conciencia que rechace la idea de queun maestro puede no leer. La construccin de una cultura lectora que debe partir de la escuelapara abarcar toda la sociedad.

    Ser lector, para los maestros, debe ser una preocupacin personal y profesional. Ser lector,para los maestros, debe ir mucho ms all de las antologas que a veces se preparan para ellos.A partir de estas obras elementales, los maestros deben acudir a las bibliotecas y a las libreras,en un esfuerzo constante y creciente por hacerse cada vez lectores ms capaces, ms vidos,ms curiosos, ms completos. Un maestro debera estar siempre leyendo dos o tres libros;

    debera llevar siempre consigo una novela, un libro de poemas o de cuentos. Un maestro debeser un lector bien formado, que conozca de primera mano nuestra tradicin literaria; debe sertambin un lector curioso, vido de novedades, atento a lo que se va publicando.

    Son los maestros quienes pueden transformar el pas en que vivimos, al travs de la lectura.La lectura de los maestros, de sus alumnos, de los padres de familia. Si los maestros no lo hacen,nadie ms podr hacerlo. En su corazn y en sus manos se encuentra esta tarea colosal.

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    QUE TODOS SEAN LECTORES

    6. Tenemos ante nosotros una meta terriblemente elemental y terriblemente importante:convertir en lectores a todos los alumnos, profesores, padres de familia. Decir todos esun exceso, un imposible, un ideal, y a eso es a lo que debemos aspirar.

    7. Antes creamos que nuestra tarea era alfabetizar a todo el mundo. Sorpresa! Eso nobasta. Adems, tenemos que hacerlo lectores. Est alfabetizado quien puede simularla lectura de un texto cuando lo tiene enfrente. Digo simular porque esta operacin noincluye la comprensin del texto; esta operacin supone que la comprensin es unasegunda etapa en la adquisicin de la capacidad de leer. Y la consecuencia de esasimulacin es que avancemos por la vida leyendo comprendiendo a medias,aprovechando a medias las lecturas a nuestro alcance.

    8. Permtame el lector su colaboracin en un ejercicio inocente. Anote en un pedazo depapel, o seale en su mente, la respuesta a una pregunta ciertamente sencilla: Por

    qu, segn nuestro himno nacional, las sienes de la patria han de ser ceidas conoliva? Listo? Confronte ahora su respuesta con la siguiente razn: las sienes de lapatria han de ser ceidas con oliva porque la oliva es un smbolo de paz. No lo pongaen duda; el himno mismo dice: "Cia, o Patria, tus sienes de oliva/ de la paz elarcngel divino". Y lo es en memoria de aquella paloma que regres al arca, con unaramita de olivo en el pico, para confirmarle a No que la tierra ya estaba seca y dios sehallaba en paz con los hombres. Sin embargo, es muy probable que usted, como milesde mexicanos, haya credo hasta este momento que la oliva es un smbolo de victoria,lo cual es una forma de usurpar su funcin tradicional al laurel: segn reza el propiohimno, "un laurel para ti de victoria/ un sepulcro para ellos de honor".1

    9. Por qu, en nuestro himno y en tantos otros lugares, repetimos, sin preocuparnos,algo que entendemos mal? Por qu no nos preocupa no entender? Porque, en

    realidad, no sabemos leer. Nosotros, que estamos leyendo esto, no sabemos leer; engeneral, estamos alfabetizados, pero no somos lectores.10. Quin es un lector? Alguien que a) lee por voluntad propia; no solamente forzado por

    razones de estudio o de trabajo. b) Lee todos los das; trae bajo el brazo o en elbolsillo, la bolsa o el portafolio el libro que, en su ilusa esperanza, tendr tiempo deponerse a leer en algn rato muerto. c) Comprende lo que lee o, mejor est habituadoa atribuir un significado eso es comprender al texto y se siente incmodo cuandotiene dificultades para hacerlo; se siente molesto cuando no le satisface el sentido quepuede dar a lo que est leyendo. Es decir, advierte los problemas de comprensin quepueda tener y no se sentir tranquilo hasta que los haya resuelto. d) Puede servirse dela escritura; un lector es alguien que es capaz de escribir. e) Suele comprar libros.

    11. Si alguno de ustedes no cubre alguna de estas condiciones, siento decir que no es un

    autntico lector; que le falta trabajar para hacerse lector. Si alguno de ustedes sesiente agredido por lo que estoy diciendo es porque esto que digo es agresivo; nopretende suavizar la realidad. No hay tiempo para hacerlo.

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    12. Por qu tenemos que hacer lectores a todos: alumnos, maestros, padres de familia?Porque en este momento de la historia quien no sea lector y no pueda servirse de laescritura est medio sordo y medio mudo.

    13. Es cierto que la lengua y la literatura, las leyes y la historia, las ciencias y la religinnacieron puramente habladas. Pero hace miles de aos comenzaron a escribirse, yhoy en da nuestra civilizacin est construida desde y con la palabra escrita. Ennuestros das, la lengua no est completa si no incluye la escritura y la lectura. Ennuestros das, dejar fuera de la lectura y la escritura a una parte de nuestra poblacines una injusticia y un desperdicio: es un crimen social.

    14. El lenguaje escrito no es una mera forma de representar el habla. El lenguaje oral y ellenguaje escrito son formas de comunicacin que en el caso de cada lengua parten deuna misma gramtica, son paralelas, son igualmente necesarias y difieren, sobre todo,en cuanto a sus formas de uso: usamos el lenguaje oral para la comunicacininmediata, frente a frente; y el lenguaje escrito para comunicarnos al travs del tiempoy del espacio. Cada una de estas formas de comunicacin tiene sus propias formas de

    estructurarse.15. Por la prosperidad de Mxico, por la democracia y la justicia, por el esplendor de losdeportes, las ciencias y las artes, porque nos urge superar rezagos que hemosarrastrado por generaciones; porque la escritura y la lectura son el cimiento de todoslos dems medios de comunicacin y de todas nuestras actividades, necesitamosformar lectores autnticos, lectores que sean capaces de escribir; es decir, sereshumanos mejor capacitados para comunicarse.

    16. Cmo se forma un lector? Un lector se forma cuando a) alguien le habla, le cuenta, lelee, le escribe; le muestra con el ejemplo cmo y para qu se escribe. b) Cuando loacerca a diversas posibilidades de lectura y de escritura; lo anima a que lea y escribapor su cuenta; le permite manipular materiales de lectura variados. c) Cuando estosucede con la mayor frecuencia posible; todos los das.

    17. La finalidad y el diseo de los Rincones de lectura responden a estos planteamientos.Rincones de lectura busca formar lectores; hacer lectores a los alumnos, a losmaestros, a los padres de familia.

    18. Hay algo que Rincones de lectura necesita desesperadamente. a) Que en todas lasescuelas se aprovechen estos libros. b) Que no haya autoridades ni profesores queapoyen a Rincones y a la lectura en la teora y que, al llegar a la prctica laasignacin de presupuestos y de plazas, la procuracin de recursos, lacalendarizacin de las actividades, se olviden de qu estamos hablando.

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    LA LECTURA COMO UNA OCUPACIN INTIL

    Hace muchos aos he alentado el convencimiento de que la lectura puede contribuir a mejorarcasi cualquier problema. En cierta ocasin, tuve la oportunidad de poner a prueba esta certeza,en circunstancias especialmente difciles, en la ciudad de Torren.

    Torren se encuentra en el extremo sur del estado de Coahuila, en el centro-norte del pas.Junto con Gmez Palacio y Lerdo, poblaciones que corresponden al estado de Durango, pero conlas cuales est conurbada, Torren cuenta, segn sus habitantes, con casi un milln depobladores. La laguna, como se llama a esta comarca, debi su desarrollo al cultivo del algodn;actualmente tiene importancia industrial y en ella se halla la cuenca lechera ms rica del pas. Poresquemticos que sean, estos datos pueden dar una idea del escenario en que se desarroll laexperiencia que ahora presento.

    En 1991-1992, tuve la oportunidad de trabajar, con un programa de lectura, en una casahogar para varones que estaba en Torren y dependa del DIF municipal. La institucin servapara recluir, proteger y ayudar a nios entre seis y diecisis aos de edad que, por variasrazones, no tenan dnde vivir. Algunos de ellos haban sufrido malos tratos de sus familiares;otros, sencillamente no tenan familia y haban sido encontrados vagando en la calle; otros mshaban cometido algn delito: robos, droga y, en un caso, el asesinato de un compaero, porcelos. El culpable de este crimen, uno de los muchachos de mayor edad, viva con un enormesentido de culpa y sola andar armado, con un cuchillo que esconda en una de las botas quecalzaba. Segn me contaron, al caer la noche comenzaba a sentir que alguien estaba a punto desaltar la barda de la casa con la intencin de matarlo.

    La poblacin de la casa hogar, como es fcil imaginar, era muy heterognea y tena una

    gran rotacin. Algunos de los nios regresaban con sus familias, otros se escapaban, y confrecuencia llegaban nuevos inquilinos. Todos compartan un pasado de violencia y privaciones;todos tenan miedo y desconfianza. No era fcil trabajar con ellos. Yo iba a verlos para leer en sucompaa, para acercarlos a la lectura, dos o tres veces por semana, hacia medioda, cuandoterminaban sus clases.

    Hasta entonces, yo haba trabajado en este tipo de tarea con nios de unas cuantasescuelas en el Distrito Federal. Nios que llevaban una vida protegida, con sus familias, enambientes muy diversos al de la casa hogar de Torren.

    Los primeros dos o tres meses fueron desastrosos. Yo les llevaba lecturas que habanfuncionado bien en mis experiencias anteriores, pero all no despertaban el menor inters. Ellos

    se encargaban de demostrrmelo con absoluta claridad, pues hacan a un lado las hojas de papely los lpices con que se entretenan mientras escuchaban, se dejaban caer de los pupitres y seechaban al suelo a dormir. Cuando la mitad del grupo comenzaba a roncar, yo prefera invitarlos a

    jugar ftbol y salamos todos, porque todos despertaban en seguida, a organizar una cascaritaque serva para conocernos, para establecer una relacin, para tener materia de conversacin.Fuimos entrando en confianza, fuimos hablando de sus vidas y de la ma pero eso no mejorabaen nada su atencin a las lecturas.

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    Un da, por casualidad, llegu con El corrido mexicano, de Vicente T. Mendoza. En ciertomomento, cuando ya seis o siete de los nios estaban durmiendo, comenc a leer un corridosobre la toma de Zacatecas. Fue cosa de magia. A medida que iban cayendo los nombres de

    Pnfilo Natera, de Felipe ngeles, de Pancho Villa, los muchachos fueron aproximndose;algunos se treparon a la gran mesa en que yo me apoyaba; los que dorman no se quedaronatrs. Ese da tuve que dejarles el libro que haba llevado. Ese da no jugamos ftbol.

    No tard en comprender qu suceda. La laguna es tierra villista. Los antepasados deesos muchachos pelearon en la revolucin y sufrieron tanto sus glorias como sus desrdenes. Enla comarca est vivo el recuerdo de aquellos das. Los nombres que el corrido mencionaba sonfamiliares, forman parte de la vida cotidiana. Aquella lectura tena un inters verdadero para esosnios.

    En las sesiones siguientes lemos y hablamos de otros corridos, cuentos de Rafael F.Muoz, Los de abajo... Mis amigos de la casa hogar contaron lo que saban. Despus de una

    semana pudimos incursionar en otros temas. Un da terminamos una de mis novelas favoritas,que antes haba fracasado: La isla del tesoro. Aquellos nios, ninguno de los cuales conoca elmar, siguieron emocionados las aventuras que Stevenson imagin.

    Muchas veces haba ledo, en las obras especializadas, que la lectura debe tener sentidopara el lector. Nunca lo vi demostrado de manera ms clara. Sin ese inters, la lectura es unaocupacin intil.

    De all en adelante, la lectura comenz a formar parte de las actividades de la casa hogar,aun en los das en que yo no iba a leer. Llev otros libros; con la ayuda de algunos lagunerosinteresados, llegamos a formar una coleccin de casi doscientos libros: cuentos, novelas, poesa.

    Es difcil hacerse lector si no hay alguien que nos acerque a la lectura, que lea y cuente envoz alta, que invite al comentario y la discusin a partir de las lecturas. Nadie se hace lector si notiene la oportunidad de incursionar en libros diversos. Nadie se hace lector si no llega a leer porvoluntad propia, por el placer de dialogar con el libro.

    Cuando recuerdo a aquellos muchachos vuelvo a pensar que la lectura puede ayudar alos nios de la calle. Algunos de ellos, estoy seguro, donde quiera que se encuentren, tendrn unlibro en las manos y ese libro los ayudar a intuir otra oportunidad de vida.

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    FUERA DEL DICCIONARIO

    Al despuntar este siglo atribulado, un empeoso investigador estadounidense, Herbert EugeneBolton, se lanz tras las huellas de uno de los mayores colonizadores y conquistadores de lafrontera norte de la Nueva Espaa, el sacerdote jesuita Eusebio Francisco Kino. En 1907, suspesquisas se vieron recompensadas con un hallazgo notable; el extenso manuscritoautobiogrfico, largamente perdido, que conocemos como Favores celestiales.1 Treinta aosdespus (Macmillan, Nueva York, 1936), apareci Rim of Cristendom, la monumental obra deobra de Bolton sobre el misionero.

    Puedo dar fe de que durante esos treinta aos Bolton trabaj con seriedad, precisin ydiligencia ejemplares, en los archivos de ambos lados del Atlntico y a campo traviesa, sobre lasrutas de Kino, porque conozco la obra con cierto detalle. Durante ocho aos trabaj en sutraduccin, y espero que aparezca pronto la versin en castellano, Los confines de la cristiandad.

    Ocho aos parecen muchos para las menos de ochocientas pginas del libro, pero debodecir que la mayor parte de ese tiempo se consumi en localizar los escritos de Kino y de suscontemporneos, aprovechados ampliamente por Bolton y casi siempre compuestos en espaol.Gracias al auxilio de Gabriel Gmez Padilla, que en aquel tiempo era jesuita y a quien debotoda esta aventura, pues fue l quien me invit a ocuparme de la traduccin, finalmente fueposible reunir todos los documentos, y hubo muchos pasajes donde pude rectificar y ampliar lascitas, tan libres como abundantes, que Bolton utiliz para construir su obra. Estoy seguro de que,de haber vivido entonces, Boston habra aprobado esos retoques. Incluido el que aqu interesa.

    Me refiero a una seccin titulada en ingls "Quichsivler and blond women", que ocupa laspginas 371 a 375 de la edicin de 1960 (Russel & Russell, Nueva York) que utilic para traducir.

    Contra lo que parecera obvio, no convert este ttulo en "Rubias y azogue", sino en "Azogue yhombres blancos". Ya veremos porqu.

    Bolton cuenta all como Kino, en 1697, durante una entrada que hizo en compaa de loscapitanes Cristbal Bernal y Juan Mateo Manje, encontr en una ranchera de los pimassobaipuris que l llam San Andrs, en las mrgenes del ro Gila, a un indio "todo pintado deembije escribi Manje, muy encarnado, que pareca bermelln o almagre finsimo".De inmediato Manje, que tena sus estudios y haba ledo a Agrcola, vio en esto un indicio demercurio, metal tan raro2 como necesario para el beneficio de la plata. El temor a los apachesdisuadi a los expedicionarios, que eran pocos, de ir adelante en busca de la mina, pero no lesimpidi conocer otra historia que traan los naturales: de vez en cuando llegaban al ro Coloradounos hombres blancos a caballo. Atencin !

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    Segn Bolton, Bernal anot en su diario; "Tambin dijo dicho indio que vienen unos

    hombres blancos a caballo en sillas y con sus geras blond women' escribe Bolton, y que

    estos dan guerra a la gente de ms adentro, y preguntndole que qu tan blancos eran los dichoshombres, dijo, sealando a Juan Xermn, que de aquel blanco y pero eran".

    Lo de la gera naturalmente llam la atencin de Bolton, quien consign el siguientecomentario: "Este relato dio a la tropa de qu hablar en los das siguientes, pues en Mxico, aunhoy en da, la aparicin de una rubia conmociona a todos los miembros del sexo masculino." Loque, curiosamente, no llam la atencin de Bolton es que en ningn lugar, nunca, ningn otroestudioso hubiera reparado en las geras; tampoco que Manje, ni Bernal, ni Kino se conservanlos diarios que los tres llevaron de esta expedicin se mostraran interesados en averiguar nadasobre estas mujeres.

    La explicacin lleg en cuanto tuve a la vista el texto de Bernal. Bolton ley mal; entendi

    mal. Don Cristbal Bernal no escribi geras, con g, sino qeras, con q. As el sentido del texto esperfecto y no tiene por qu sorprender a nadie: "unos hombres blancos a caballo en sillas y consus qeras"; esto es, con las armaduras de cuero que protegan a los caballos. Es fcilcomprender que el comentario de Bolton sobre la manera en que los mexicanos las prefierenrubias haya quedado fuera de la traduccin.

    Lstima. A m me seducan ms las misteriosas geras. El tropezn de Bolton, sin embargo,me fascina porque nos coloca de lleno en el meollo de la comunicacin; en el misterio de lo quesignifica comprender un texto o, simplemente, comprender. El problema no es la sustitucin deuna letra o de una palabra por otra. El problema es por qu Bolton dio por buena esa lecturaequivocada; por qu Bolton no puso en duda una noticia que la falta de otros comentarios volvatan extraa.

    Resulta que, para bien o para mal, no leemos solamente con el diccionario. No es elsignificado aisla