El Calor Del Alma

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Cuento

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Es asombroso que cada maana nos despertemos cuerdos despus de haber pasado esa zona de sombra, por esos laberintos de sueos.Borges.

Como cada maana, como cada da de cada mes y de todo ao, no hay ms que una simple rutina, falsamente construida con las bases dirigidas hacia la supuesta felicidad. Como al construir un edificio necesitas una estructura acorde con el tipo de suelo y la zona geogrfica, as al construir una vida se hace a partir de lo que externamente se me pide para no desentonar. Qu ridcula forma de existir. Ridculo, como aquel recuerdo del nico momento que provee aquello que llaman felicidad, en la figura aparece el mar y el cielo, el punto donde ellos convergen es aquel punto de fuga desde el cual todo se llena de aquel color clido que te llena el alma. As vivimos, con un recuerdo que haga valer toda una existencia, un punto inamovible que por factores externos nunca buscaremos alcanzar. De qu sirve ser dueo del pensamiento y de los sueos, si uno vive encadenado a una circunstancia establecida?-Muerte y patria, Juan. Qu gust verlo. -Muerte y patria, Gustavo, qu gust verlo a vos. -Si vos sos el desaparecido, b. No venga a echarme a mi la culpa. -Claro que no, pasa el tiempo y ambos no hemos cruzado camino, t por Mxico y yo por Chile. -Podr verlo a la comida en el Charra?-Vale, lo veo por all.

Qu ha pasado? Un da uno es revolucionario y al siguiente se ve con su compaero a comer en un Restaurante de clase alta, qu vueltas da la vida. Creo que todo pudo empezar en un aquella pequea cancin que ped a mi mujer que bailar conmigo. Que -como dicen- una mujer cuesta tiempo y dinero; causa problemas a ambos y sin embargo es pieza clave para encontrar algo de sentido a este ridculo mundo. Vos decs que vivir slo es magnfico, pero qu mejor que dormir junt a la dulce amada que con su calor no hace ms que pensar que uno se siente querido. Vaya paradoja, hechos para no ser autosuficientes, qu desesperacin, b.

-Buena tarde, Juan. Lament mucho el retraso, vos sabrs que hay construcciones en pleno centro de Montevideo. -Qu tal, Gustavo? Vos no se preocupe, lo que importa es que lleg. -Dime cmo est la familia? -En brazos de dios, mi amigo. -Lo siento mucho, b. Pero contame qu ha pasado?-Pas que en un resto del ao ante pasado, Adriana y yo hemos decidido tener una criatura. Todo sali como lo esperbamos, pero al momento del parto hubo un problema y falleci nuestro hijo. Al contacto con la desesperacin mi esposa quedo en total y completa tristeza, al cuarto mes de eso le diagnosticaron una especie de tumor del cual no pudo recuperarse. Y ah va la triste historia. -Vos que terrible, lo lamento muchsimo. - No lamentes nada, pibe. Que si estamos hechos para resistir y no quebrantarnos por lo que queda por delante. - Que no se que decirle a vos. - No digis nada, que con su compaa basta. - Y yo que quera filosofar con vos, ahora me siento angustiado. - Que si para filosofar no se necesita la teora, pibe, la vida es la nica que te puede ensear la filosofa realmente. - Tens razn, pero vale, como dice vos me dedicar a comer y nada ms.

Que buen muchacho este Gustavo, pero creo que lo he dejado sin palabras por el resto del mes. Pero que leccin ms grande es que la peor tragedia es la de vivir, que imponente es la situacin cuando uno ya no tiene a donde ir, quien lo espere o quien lo ame. Que ms se puede decir de un mundo desesperado con sueos rotos, pero inmovibles. Donde en el nico momento que puedo ver a aquella que me enseo a amar es en la ilusin del sueo que pasa. Aquel mundo de sueos, de sombras que quieren volver a vivir, de muertos que viven nicamente porque nosotros lo queremos as. Cmo es que las personas viven cuerdas en un mundo de tan luntica desesperacin, un mundo de perdiciones y traiciones de todo.