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ARTÍCULOS CONTROL LENGUAJE Y COMUNICACIÓN Muere el destacado dramaturgo nacional Jorge Díaz El autor de más de un centenar de obras, entre ellas la clave “El Cepillo de Dientes”, Premio Nacional de Artes Audiovisuales y de la Representación en 1993, murió a los 77 años de edad en su hogar de la comuna de Providencia. Víctima de un cáncer al esófago falleció esta madrugada el prolífico y vigente dramaturgo nacional Jorge Díaz, autor de recurridas obras fundacionales del teatro del absurdo en el país como “El Cepillo de Dientes” y “El Velero en la Botella” y de otras decenas en distintos estilos destacadas hasta hoy en el país y en el extranjero. Nacido en Rosario –Argentina- en 1930, radicado en Chile desde los cuatro años de edad y con residencia en España durante 30 años desde 1964, el artista, reconocido en 1993 con el Premio Nacional de Artes Audiovisuales y de la Representación, murió a los 77 años de edad en su hogar de la comuna de Providencia. Hijo de inmigrantes españoles, estudio arquitectura en la Universidad Católica, carrera que abandonó en 1959 al integrase a trabajar con la compañía teatral Ictus en que comenzó a ejercer como dramaturgo y escenógrafo. En 1964 se radicó en Madrid, España, en donde permaneció por espacio de treinta años hasta cuando, en 1994, optó por retornar a Santiago donde continuó su prlífica obra que incluye pasajes por la poesía. Incluido en la generación literaria de 1950, se le ha reconocido como uno de los más influyentes de la escena chilena de la segunda mitad del siglo XX con más de un centenar de obras, entre las que destacan "El cepillo de dientes", "El velero en la botella", "Las cicatrices de la memoria", "Topografía de un desnudo" y "Pablo Neruda viene volando" También escribió alrededor de cuarenta piezas de teatro para niños, a lo que se agrega su trabajo como guionista de radio y televisión, y algunas obras de narrativa. De si mismo, Díaz dijo alguna vez: "No vengo del lenguaje. No soy un escritor, sin un grupo detrás no puedo escribir ni una línea. Soy un arquitecto que ve las palabras en el espacio". “Cuando sea grande quiero ser dramaturgo”

El Cepillo de Dientes

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ARTÍCULOS CONTROL LENGUAJE Y COMUNICACIÓN

Muere el destacado dramaturgo nacional Jorge Díaz

 El autor de más de un centenar de obras, entre ellas la clave “El Cepillo de Dientes”, Premio Nacional de Artes Audiovisuales y de la Representación en 1993, murió a los 77 años de edad en su hogar de la comuna de Providencia.

Víctima de un cáncer al esófago falleció esta madrugada el prolífico y vigente dramaturgo nacional Jorge Díaz, autor de recurridas obras fundacionales del teatro del absurdo en el país como “El Cepillo de Dientes” y “El Velero en la Botella” y de otras decenas en distintos estilos destacadas hasta hoy en el país y en el extranjero. Nacido en Rosario –Argentina- en 1930, radicado en Chile desde los cuatro años de edad y con residencia en España durante 30 años desde 1964, el artista, reconocido en 1993 con el Premio Nacional de Artes Audiovisuales y de la Representación, murió a los 77 años de edad en su hogar de la comuna de Providencia.  Hijo de inmigrantes españoles, estudio arquitectura en la Universidad Católica, carrera que abandonó en 1959 al integrase a trabajar con la compañía teatral Ictus en que comenzó a ejercer como dramaturgo y escenógrafo. En 1964 se radicó en Madrid, España, en donde permaneció por espacio de treinta años hasta cuando, en 1994, optó por retornar a Santiago donde continuó su prlífica obra que incluye pasajes por la poesía. Incluido en la generación literaria de 1950, se le ha reconocido como uno de los más influyentes de la escena chilena de la segunda mitad del siglo XX con más de un centenar de obras, entre las que destacan "El cepillo de dientes", "El velero en la botella", "Las cicatrices de la memoria", "Topografía de un desnudo" y "Pablo Neruda viene volando" También escribió alrededor de cuarenta piezas de teatro para niños, a lo que se agrega su trabajo como guionista de radio y televisión, y algunas obras de narrativa. De si mismo, Díaz dijo alguna vez: "No vengo del lenguaje. No soy un escritor, sin un grupo detrás no puedo escribir ni una línea. Soy un arquitecto que ve las palabras en el espacio".   “Cuando sea grande quiero ser dramaturgo”

Mientras el mundo celebró los 400 años del caballero andante, Jorge Díaz escribía su obra número 100. Un diálogo delirante entre el personaje y su ego, construido en forma colectiva entre Díaz y Pablo Krögh. Valeria Segovia  Aunque no lo quiera, Jorge Díaz es un hombre rupturista y de vanguardia. Empezó su carrera teatral con “El Cepillo de Dientes” en 1961, inscribiendo su trabajo dentro del teatro del absurdo. Esta categorización lo molesta más que cualquier cosa porque- a su entender- se ha paseado por todos los estilos y aún ninguno lo satisface. La entrevista, igual que la dirección de “El Quijote no Existe”, fue en colectivo con Pablo Krögh y Andrés García. -¿Tienen que ver los 400 años del Quijote con el nacimiento de esta pieza teatral? - En primer lugar -dice Díaz- resulta repugnante decir “otra obra sobre el Quijote” en un año que hemos sido bombardeados con tal personaje. Pero nuestro proyecto se pensó como una reflexión en torno a nuestro propio trabajo, revisando la obra de Cervantes desde el punto de vista del creador.

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-Yo debo discrepar con el autor- replica Pablo Krögh; protagonista y codirector de la obra- pero a mí no me interesa Cervantes. Creo que es una excusa porque tiene mucho que ver con nosotros los creadores, que somos seres muy solitarios y transgresores. El personaje de Cervantes, El Quijote, es la representación de todos los artistas que luchan por ir contra la corriente. - Ésta no es la primera vez que ustedes tres trabajan juntos. Sobre todo Pablo y Jorge, que han realizado muchas obras en conjunto. ¿Es un equipo consolidado o sólo los une la casualidad? -Son muchos factores, o casualidades, que han hecho que nos juntemos -explica Andrés-. Los tres somos Piscis y llevamos un par de años en un proceso de trabajo sumativo. Nuestro colectivo tiene que ver con las coincidencias en nuestra forma de pensar y de crear, donde unimos nuestros egos para crear uno solo, enorme, que finalmente es el que construye las obras. Vamos sumando ideas y al final llegamos a un consenso. -En un mundo que se mueve por los egos personales, ¿creen que son un fenómeno poco corriente? -No sé si somos atípicos, porque no conozco bien este medio, -responde Díaz- pero nunca se consideró nada absolutamente definitivo. Ni siquiera el texto. Yo creo que si no fuera que estrenamos ahora, seguiríamos modificando el texto y, en consecuencia, todo lo demás. -¿Qué tienen en común Cervantes, y el Quijote, con el teatro del absurdo? -Mira, primero olvídate de esa clasificación. Yo comprendo que se haya producido esa confusión y me cataloguen dentro del teatro del absurdo, porque mi primer texto, “El cepillo de dientes” , es una voz disidente. Pero después de eso yo hice la primera comunión, fui a una casa de putas y hasta me fui a otro país. Me pasaron muchas cosas y ya no soy el niñito de antes. Escribo en muchos lenguajes, ninguno me satisface del todo y tengo la convicción de que cuando sea mayor yo voy a ser dramaturgo. (risas de todos los presentes, porque Jorge es un hombre de 75 años y tiene 100 obras a su haber). -¿Tiene algo que ver la gratuidad de esta pieza con los 400 años de El Quijote, o que es la número 100 escrita por Jorge? - No, no somos tan quijotescos (más risas). Todas las obras que se presentan en el Centro Cultural España son gratis porque el que paga por ellas es el Centro. Tiene que ver con la organización del festival y no pasa por los artistas. Nosotros fuimos invitados a estrenar en esta sala y nos parece bien. Aunque también me parece bien que la gente pague por ver teatro, que es un oficio como cualquier otro y se necesita la plata para vivir.

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EL TEATRO DEL ABSURDOJorge Z. Humaña, desde Toronto, Canadá.¿Cuál es la idea detrás del Teatro del Absurdo?

Yo creo que la respuesta es tan absurda como el concepto mismo. Esaquello que aparentemente no tiene una explicación lógica en lafilosofía cartesiana.Cuando a mi, Sol y Sombra, revista de los egresados del Departamento deEspañol de la Universidad de Toronto, me invitó a escribir para ellos,les presenté la idea que publicaran "Conversaciones Bajo un BosqueViejo" y ellos estuvieron felices de publicarlo, pues según ellosandaban buscando una obra contemporánea representante del Teatro delAbsurdo y la mía era un clásico en ese sentido. Yo quedé de una pieza.¿Porqué existe algo que escrito en un idioma moderno, por un individuo

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moderno, con una buena sintaxis, excelente ortografía, podríaconsiderarse una obra absurda? ¿Acaso la vida misma no lo es?¿Alguien podría explicar el objeto de la vida?Acaso las propias matemáticas no caen en el absurdo. Tome un auto queva a 10 kilómetros por hora y que camina durante 5 horas y mida ladistancia. Jamás la distancia serán 50 kilómetros exactos,. Sinembargo, si usted en una prueba de matemáticas responde que 5 por 10 sonaproximadamente 50 se lo consideran absurdo, cuando eso es en verdad. Tampoco es verdad que una manada mas otra manada sean dos manadas, pues si las pone juntas tiene una sola manada. Queremos a toda costa sercartesianos y la naturaleza ni la vida lo son. El propio Tío Albertonos aseguró que todo es relativo y nosotros insistimos en tenerrespuestas racionales, lógicas, matemáticas.Cuando vamos al teatro queremos ver algo que encaje en nuestro propiosentido y entendimiento de la vida. Queremos que todo tenga unaexplicación lógica y que se ajuste a lo que nosotros pensamos y al salirvemos a un mendigo muriéndose de frío. ¿Dónde está allí la lógica?¿Cómo es posible que un mendigo le de clases de vivir a un abogadofamoso, exitoso, millonario y después de haber sido recibido poreminencias en todo el mundo?

¿Es eso posible?

¿Es posible que este mendigo le diga al abogado "tu no conoces elmundo", en circunstancias que el abogado ha recorrido el mundo entero ya pleno lujo? Y que sin embargo, él sí conozca el mundo sin habersemovido de su parque?

El Teatro del Absurdo pretende recoger todas esas inquietudes ypreguntas, pero no da respuestas, se las deja a usted, le deja lainquietud de la respuesta y de la interpretación; es usted quien tieneque entender que eso que vio es tan absurdo como la vida misma y que condar una moneda a un mendigo no soluciona su problema ni el suyo.

Hay quienes aseguran que el Teatro del Absurdo o el absurdismo tiene subase en el existencialismo del siglo 19, pero por otro lado no nosexplicamos la traición de Bruto ni la crucifixión de Jesucristo. Escomo si alguien se le ocurriera que el absurdo fue inventado, encircunstancias que el absurdo es mucho más común que la racionalidad.Sino, vea como un joven de 16 años abandona su casa llena de lujos parair a vivir a la calle; o como 40 mil personas se reúnen para ver a 22tipos pegándole a una pelota. Lo que sucede es que a alguien se le ocurrió pintar cabezas de caballoscon los ojos al mismo lado y caras de mujeres con la boca puestaentremedio de los ojos y eso empezó a ser considerado absurdo y lepusimos un nombre rimbombante para no llamarle absurdo; por que noscuesta aceptar que lo lógico sea absurdo. Resulta que a toda costaqueremos considerar lógico que un individuo se pase toda la vidatrabajando para ganar dinero y acumular una fortuna que lo convierte enel muerto más rico del cementerio y por otro lado pasó toda su juventud

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y su madurez ajeno a si mismo y se abandonó a si mismo y a su familia yperdió su contacto con la realidad y terminó solo, abandonado ypreguntándose para qué vivió. Para encontrarse al final de su vida conun mendigo amigo suyo que le dice que perdió toda su vida, que fueabsurdo vivir para no vivir, para perder lo más preciado que tuvo en suvida: su mujer y sus hijos por hacer dinero, fortuna, fama y tenerpoder.

Son Joyce, Beckett, Beckson, Camus, Sartre o soy yo un loco o unabsurdo? Lo son por haber tratado de pintar una realidad diferente ymenos lógica que los demás? Pero en el fondo pintaron una realidad tanpragmática o más aun que lo queremos ver, o queremos explicarnos de loque vemos. Sin embargo, estamos todos los días encontrando lo ridículoque es tener un jefe que no sabe nada o un profesor que no entiende loque enseña.

Lo que hizo Kafka e hicieron esos escritores fue llevar al papel unarealidad diferente y la pintaron de acuerdo a lo que veían y a lo queinterpretaban de lo que veían.El mayor desarrollo de esta tendencia se logra en la literaturadramática de mediados del siglo pasado en París. Oh París. siempreParís, durante los 40 y 50, en las obras de Samuel Beckett, Ionesco,Fernando Arrabal y Jean Tardieu. Sin embargo, sus raíces se encuentranen las obras "moralistas" de la Edad Media y de los autos sacramentalesdel barroco español del siglo 18.

Pero en verdad el absurdismo no tiene época, es verdad que surepresentación es reciente, pero su existencia data del día en que aDios se le ocurrió echar a Adán y Eva del paraíso por comer una manzana.

O no, dice usted?___________________________________________________________