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El cielo como triunfo: galardones de la palma y la corona en Gonzalo de Berceo l ANTOMO CFA GUTIÉRREZ Dpto. de Antropología. CSIC. Madrid Al Santo de Cañas y Silos en el tile le nado de su nacimiento. RESUMEN La re~itili7,ación de los sí~nholos clásicos de la corona y la palnta coino premios ce- Icstiaies en la vita post mortem se estudia aquí a wvés de la ohm del riojano Gonzalo de Berceo, que vivió a caballo entre los siglos xii y mir. El anslisis textual sobre los ceremoniales de coronación y de rriunfo, así como de las fuentes, en gran parte evan- gélicas (canónicas y apócrifas), de las que bebe este autor, se completa con ejemplos de la iconografía precedente, coetánea y también la que se ha generado hasta hoy, quizá por la peivivencia religiosa de la tradición oral y escrita. 1 SUMMARY 1 The work of Gonzalo dc Berceo, a native of he Rioja region of Spain wllo iivrd in the lZLh 2nd 13'"enturies, illustrates the reutilization of tlie ciassic synibois of the cronrn and the palm as heaveniy awards in the afterlife. Tht' author malyzes Berceo's texts on tlie rituals of coronation and triumph as well as liis sources, most of which wcre the canonical and the apocrypiial Gospels. Thr author brings iconography to brar on this analysis: the iconography before 2nd during Berceo's time as well as tliat which has been pmduced since, possibly because of the religiuus endurance of the oral and wrictcn Palabras clave: Religiosidad. Palma. Corona. Premio celestial. Santidad. Iconografía. Fuentes literarias. Gonzalo de Beceo. Key words: l<eligion. Palm. Crown. Heavenly award. Holines. Iconogrd sources. Gonzalo de Brrceo. RDIP, LVI, 2 (2001): 5-32

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El cielo como triunfo: galardones de la palma y la corona

en Gonzalo de Berceo l

ANTOMO CFA GUTIÉRREZ

Dpto. de Antropología. CSIC. Madrid

Al Santo de Cañas y Silos en el tile le nado de su nacimiento.

RESUMEN

La re~itili7,ación de los sí~nholos clásicos de la corona y la palnta coino premios ce- Icstiaies en la vita post mortem se estudia aquí a wvés de la ohm del riojano Gonzalo de Berceo, que vivió a caballo entre los siglos xii y mir. El anslisis textual sobre los ceremoniales de coronación y de rriunfo, así como de las fuentes, en gran parte evan- gélicas (canónicas y apócrifas), de las que bebe este autor, se completa con ejemplos de la iconografía precedente, coetánea y también la que se ha generado hasta hoy, quizá por la peivivencia religiosa de la tradición oral y escrita.

1 SUMMARY 1

The work of Gonzalo dc Berceo, a native of h e Rioja region of Spain wllo iivrd in the l Z L h 2nd 13'"enturies, illustrates the reutilization of tlie ciassic synibois of the cronrn and the palm as heaveniy awards in the afterlife. Tht' author malyzes Berceo's texts on tlie rituals of coronation and triumph as well as liis sources, most of which wcre the canonical and the apocrypiial Gospels. Thr author brings iconography to brar on this analysis: the iconography before 2nd during Berceo's time as well as tliat which has been pmduced since, possibly because of the religiuus endurance of the oral and wrictcn

Palabras clave: Religiosidad. Palma. Corona. Premio celestial. Santidad. Iconografía. Fuentes literarias. Gonzalo de Beceo.

Key words: l<eligion. Palm. Crown. Heavenly award. Holines. Iconogrd sources. Gonzalo de Brrceo.

RDIP, LVI, 2 (2001): 5-32

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6 R D n LVI, 2, 2001 ANTOI\'IO CEA G U ~ É R R E Z

El pensamiento y las creencias medievales acerca del encumbramien- to del alma en la gloria celestial y el disfmte de los unperecederos galar- dones, como la corona y la palma, se reflejan con fidelidad en la obra de Berceo y en la iconografía de su tiempo, donde los santos y, en gra- do supremo, la Virgen son espejo de virtud para el cristiano.

La corona y los deinás atributos, símbolos de la autoridad y del po- der real -vigentes a lo largo de la Historia y, de manera especial, en la Edad Media, donde se da una fusión del cristianisino con el inundo clá- sico- están muy patentes en las fuentes de las que Berceo bebe, y pa- recen seguir de cerca los regalia del Sacro Imperio, ante los que el Pue- blo se postraba como ante el propio emperador. El trono era la insignia principal de majestad, además del cetro, la espada, el orbe o globo, los bizaletes, el manto y la corona, símbolos que legitimaban la investidura.

En ese Imperio, donde la transmisión de poder no se fundaba en el derecho de sucesión sino que era electiva, estos regalia adquirieron una importancia añadida. Por esa inisma razón (y puesto que la idea religiosa se une a la política) eran ejeinplo perfecto para el cristiano, que no tenía garantizado el triunfo de la gloria celestial y debía conquistarlo a diario, ejercitando la virtud hasta conveiíirse en homo-miles victoriosus.

Esta convicción daría lugar a la utilización hagiográfica de la corona en su variante dúplice: la corona 1-ea1 o imperial, de metales y piedras preciosos que hacen reina al alma después de la muerte, y la corona vegetal de laureles y flores que, junto con la palrna -elementos del mundo clásicc- simboliza la victoria militar en las batallas y la corporal en los juegos (en el alma es el triunfo por el martirio y las virtudes contra los vicios y el maligno).

En las apoteosis de coronación, terrenal o celestial, que nos descri- ben las fuentes escritas y especialmente la pintura, este ritual puede te- ner lugar en un espacio teatral - d e gradas, estrado y trono, como arqui- tecturas de quita y pon-, donde ángeles cantores e instrumenteros soleinnizan el moinento, y otros son portadores que presentan las insig- nias de la majestad, mientras santos y cortesanos contemplan la escena arrodillados.

Puede darse también la coronación en un ámbito de resurrección, con una estructura de nubes y rayos de luz, donde se asienta, mirona, la corte celestial, o en un lugar interespacial, a medio camino entre la muerte y la gloria, especialmente en la iconografía de la Dormición de la Virgen.

' El presente estudio es continuación dcl que se publicó en esta misma Revista -RDP LIV, l." (1999): 93-102- titulado: ~Rrligiosidad y comunicación interespacial en la Edad Media. Los viajes celestiales en el Poema de Santa 0 ~ 0 , .

EL CIELO COMO TRIUNFO: LOS GALARDOhTS DE LA PALhLl... R D P , Lm, 2, 2001 7

En tercer lugar, y al menos desde época tardoinedieval, hasta casi finaii- zado el siglo XIX < el lugar de la coronación podía ser también un tipo de paraíso terrenal, locus amoenw, Pamaso, floresta o -selvático theatro". La causa de coronación no era solo por estricta virtud (como en la tabla central del políptico de Gante), sino, sobre todo, por méritos poéticos, en una atmósfera cortesana, con corona de hojas de laurel y de roble, tal y como se describe en L a coronación del marqués de Santillana (Juan de Mena 1989: 101).

E aquesta corona, de fojas e ramas de dos árboles: de laurel, porque dcnota alaban~a r gloria de sabiduría, de las quales fueron coronados Vergilio, Ornero, Ovidio e otros; otrosí es coronado de ramas e corona de robles, que denota fe- rocidad e valentía c esperto conosciiniento de la militar di~iplina, de la qual co- rona fue coronado el grande Ércoles '.

En el momento culininante de la coronación -suele representarse como prototipo la de María-, se dan una combinación de variables en cuanto al protocolo y gestualidad de los celebrantes. En primer lugar, que la posición de quien otorga y quien recibe la corona esté lateralizada, María de rodillas y Cristo sentado en trono; ambos presentados de perfil o de tres cuartos. Que María ocupe el centro de la composición, si es coronada por la Trinidad y de cara al orante, no de espaldas, como es- taría en realidad en la ceremonia. Por último, cuando Nuestra Señora aparece como trono de la Sabiduría, con el Niño en el regazo, en un espacio áulico o doméstico privado, al que acuden a coronarla dos ánge- les. En las apoteosis reales los monarcas reciben la corona de La mano de Cristo, que se deja asomar entre nubes.

Dentro de estas distintas actitudes y coronas (real, imperial y coroila triple o tiara) pueden manifestarse las variantes siguientes:

- coronados coronantes (generalmente Cristo o el Padre Eterno a la Virgen);

- no coronados coronando (el Espíritu Santo, o los ángeles con re- lación a María);

En el celebre cuadro de ia coronación comv posta de M.]. Quintana por Ia reina

Isabel 11, obra de Luis López Piquer (1859), hay en realidad una contaminación de atributos, al la ceremonia en el salón del Senado mezciándoss de este modo

la corona real con la de laurel. También un reconocimiento público de quien se ciñe una corona heredada hacia el que la adquiere por ineritos.

3 Sobre el pasaje relativo a la coronación de Mossen Jordi; ver Marqués de Santiliana (1989: 1, 156-1591.

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8 R D P , LVi, 2, 2001 ANTONIO CEA GUTIÉRREZ

- coronantes coronando (santos que están recibiendo este galardón al tiempo que lo otorgan; rareza que tan primorosamente pinta Simone Martini en la tabla del obispo San Luis de Tolosa, corona- do por dos queiubines y coronando a Roberto de Anjeo [Nápoles, Museo de Capodimontel) (Tarabon 1973).

El poder de estos dos símbolos: la corona, materializada sacralización de la autoridad - q u e antes dimanaba de la gracia divina y ahora del

Pueblo-, y la rama de palma, einbleina de la victoria por competición -en el mundo cristiano, sometiendo el cuerpo a la virtud y hoy encumbrándolo por el juego y el atletis- m , siguen tan vigentes m o en el mun-

do clásico.

EL GALARD~N DE LA PALMA

Cabría esperar que la palma -emblema generalizado de la victoria y, en la simbología cristiana4, especialmente de la castidad y el martiriu- estuviera bien representada en la producción de Berceo, al menos en las vitae y, desde luego, en la Pasión de San Lorenzo,

FIGURA ].-La palma como triunfo de la virtud entre los santos es deudora del panteón clásico. Victoria del arco de Constantino (Roma, s. rv). Dibujo de A. Cea.

' El porqué de la elección de la palma como sínibolo dc la victoria lo explica Cobarruvias en su Tesoro ... (í16111 1979: S.V.): S la palma resiste al peso y se encoma y haze arco l...]; y porque resistiendo alcanza la victoria, por esto coronan con palma a los vencedores,,. En este misino sentido lo trae Autoridades en su 4haeepión (1963: S U . ) : -Se toma por la insignia del triumpho y la victoria, porque ios Romanos corona- ban con Palma a los victoriosos [...] y ansí se dice la Palma del inartyrio, y se pone por insignia de la perpetua virginidad.. Cirlot (1969) atribuye a la palmera, según la cosmogonía persa, la simbología de la .tierra celeste,,, elemento iconográfico que retoman el arte mozárabe y románico aludiendo a los temas bíl>lilicoc. La palma es emblema clásico de la fecundidad y la victoria y, según Jung, representa el alma. El grado de galardón que se otorga a San Lorenzo en el cielo -curiosamente denomi- nado aquí por Bercco .concejo.-, es el inmediato inferior ai de la jerarquía apostd- Iica, la suprema entre los Iiombres: "Sacados los apóstoles que tienen mayor grado, nunqua fue el concejo con oime más pagado (copla 199b).

iin,o c o ~ o TRILWFO: LOS GALoRDOWES DE LA PALMA.. mz LVi, 2, 2001 9

l

picuRA z . - M & I ~ ~ ~ de la ~ahnera, tal y corno se represcniaba en la imagen de N." S." de 12 id^ a ~ ~ i ~ t ~ (bfadrid, Convenio de Trinitarios Descalzos). Josef Brieva f , año de 1796. col. part. Instantánea donde los personajes parecen posar para el devoto espectador.

como uno de los ingredientes del recibimiento en la gloria y meta junto a la corona y la silla. Pero, desgraciadamente, El Mar t i~o de San Lorelzzo queda internimpido en la copla 105, en plena -asadura del diácono. Tam- poco se han conservado las fuentes directas, que podrían haber sido re- veladoras en este sentido. La Passio Salzctorum Xysti et Laurentii conclu- ye, un poco allá que la de Berceo, con las últimas palabras del mártir al agradeciendo a Cristo el premio de atravesar las Puems del cielo: ti^^ tibi ago, domine Iesu Christe, quia merui ianuas tuas ingre& 5 . A nosotros nos deja, tras ellas, sin resquicio de la apoteosis final donde, creemos, no hubiera faltado el galardón de la palma en su entro- llización celestial; ceremonial espléndidamente recogido en el Apocalpsfi y en los ~ p ó ~ ~ y ~ ~ : .v; una gran muchedumbre L...] de todas las naciones, tribus y pueblos [...], de pie delante del trono y delante del cordero, V P S ~ ~ ~ O ~ de roDas blancas y palmas en las manos y clamaban L...] la salud . ---- - a nuestro Dios. (Apocalipsis; 7, 9-10]

5 passio Sanctorum xYsti el uuretztii. ver comeniarios y textos sobre las fuentes del Ma&jdo de ~ ~ ~ ~ ~ z o , G. de Bercco 1971-1981: V, 164-180; esP. 174, P'

28, ver igualmente sobre este martirio el comentario de Pompilio Tesauro, de

(1992: 457-4601.

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10 RDTP, LVI, 2 , 2001 ANTONIO CEA GUTIÉRKEZ

La utilización cristiana más directa de la palma coino signo del triun- fo parece derivar, entre otros pasajes, del Descanso en la Huida a Egipto (escena de carácter inaravilioso y de iconografía tan difundida como de- liciosa '), que trae el Evangelio del Pseudo-bfateo:

Jesús se volvió a la palmera [que había improvisado fruto y sombra a ia Sagiada Familia1 y dijo: ,,Yo te concedo, palmera, el privilegio de que una de tus rdnxas sea llevada por mis ángeles y plantada en el paraíso de mi Padre 1.1 ; para que se diga a aquellos que hayan vencido en cualquier lucha: Has ohtrnido la palma de la victoria". Y, mientras decía esto, he aquí que un ángel del Señor apareció so- bre la palmera, y tomando una de sus ramas, voló hacia el cicio con ella en la mano [...l. "Esa palmera quc he hecho transportar al paraíso será dispuesa para todos los santos en un lugar de delicias (Pseudo-Matco; XXI, 1 y 2. Euangelios Apócrf0.7 1934).

Hija del pasaje anterior, la palma aparece, desde época muy teinpra- na, asociada al tema de la Dormición o Tránsito de la Virgen como pa- saporte y -coinpostela,.' para el cielo y anuncio de la victoria sobre la muerte. Así lo recoge el Evangelio del Tránsito de la Bielzaventurada Vi?'- gen Maná, de Vicente Reauvais (parlamento del ángel a María, a un año ya de la Ascensión de Cristo): .... la saludó y le dijo: "De parte de Dios l...] te he traído un ramo de palma del Paraíso, y lo llevarás contigo cuando, de aquí a tres días, seas recibida en el cielo". [La Virgen a San Judnl: *c... le enseñó las ropas para su sepultura y la palma de la luz que había recibido. (Evangelio del Tránsito de la Bienaventurada Viiirgen Ma- "a, 1, 2-3 y 11, 5 . Evangelios Apócnios 193418.

Como triunfo y arquitectura, efímeros, se utilizaron las ramas de pal- ma en la evangélica entrada de Cristo en Jemsalén el Domingo de Ra- mos, anuncio del ingreso del alma en la Jemsaién celestial: .Al día si-

Hasta el siglo x v no hemos encontrado representaciones de este oasaie . ~ ~ ~ 2 . . ' Se denomina coinpostela a la documentación con que los peregrinos a Santiago acreditan haber cumplido sin engaño las jornadas, mereciendo así las gracias espin- tuales y jubileos y la exención de las penas que, de manera concerrada, se redimían con este viaje.

La simhología de la palma como atributo en la Dormición de María tiene, pra- bableinente, su ejemplo más sobresaliente en la representación del Misten en Elche, en la jornada conocida como la Vespra, cuando San Juan entrega a María, antes de morir, la palma de la i4ctoria como sello de su inmortalidad. Este elemento, dentro de la iconografía funeraria, no parece exclusivamente reservado al culto y teaualización del Tránsito de la Virgen, también se incluía la palma en el aderezo y mortaja de las doncellas con fama de vimd -al menos durante los siglos mi y mii-, si nos ate- nemos al dicho recogido por Correas en su Vocabulario (1924): -Guirnaldas a los niños d-funtos y palma a l a mozas. Por triunfo de su castidad^.

h muchedumbre que había venido a la fiesta [de la

~ ~ ~ - ~ ~ ~ ~ ~ ~ l , al oír que venía Jesús a Jerusalén, tomaron palmas, Y salieron a su encuenu.o y clamaban: iHosanna! Bendito el que viene en el nonl- bre del señor, y el Rey de Israel. (lualz; 12, 12-13) '-

E~ la obl-a de Berceo la palma es como un peón invisible que solo se inmye una vez en la vida de Santo Domingo de Silos, en el pasaje de la entrega de las tres coronas por los ángeles, donde concluimos Por deducción iconográfica que el Santo de Cañas, al no ceñii-se las sienes con das, las recibió enhiladas en una palma. Entre 10s nombres de á' boles y frutos b í b k ~ s con que se compam a la nueva Eva e11 Los Mda- gres de ~ ~ ~ ~ t i ~ 1 senora (39cd) está el de ,,palma bien ajumada Y ,9iéflega

que sm la serpiente alzada^,, letanías pinYadas alrededor de la Tata

Pulchra corno gloria y guirnalda.

9 en M ~ ~ ~ ~ ; 21,s se dice: "otros caflaban ramas de los árboies, con ellas los caminos~, ~ 4 ~ ~ ~ ~ s ; 11, 8: ;Y muchos tendieron sus ma

follaje, cortado de los cainpos,,. ~1 evangelism Lucai 19, 34, solo alu de mantos con que engalanaron el poiiino, nunca montado por

el que subió Cristo.

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l2 R D P , LVI, 2, 2001 ANTONIO CEA GGOTIERREZ EL CIELO cob10 TRILNTO LOS GALARDONES DE L'ALh3A K D F LVI, 2 2001

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La corona como ele- mento y rango celestial Presenta dos facetas que tienen un único fin para el hombre de vida santa. Por una parte, simboliza el poder y la potestad rea- les, la auctoritas, concep- tos emblemáticos que se fijan en la iconografía cris- tiana -sobre todo a par- tir del período bizantino y se mantienen con abun- dantes ejemplos a lo largo de la Edad Media y hasta bien entrada la Moder- na- para escenificar el momento de la corona- ción en el cielo: del Padre Eterno al Hijo, de María por la Trinidad y corona- ciones de santos. Esas mismas deidades aparecen en las apoteosis reales, re- presentaciones que legiti- FIGURA 4.-Apoteosis de Enrique 11 coronado por

Cristo. Ratisbona, Sacra?nentario de Mnque II, entre man la Iealeza 1002 y 1014 (München, Bayerische SWdtsbibliothrk).

que deviene de la divina. Dibujo de A. Cea. El ceremonial y la im-

posición de ese atributo sobre las cabezas de los reyes tiene como pro- tagonista la mano diestra divina, que actúa desde una nube y es asistida por dos ángeles acólitos de la primera jerarquía (generalmente quembines y serafines), ritual que se refuerza a veces con el lema: per me reges regnant. Este protocolo y corte manifiestan, a la vez, una ambivalencia celestial y terrenal: Escenografías mixtas de cielos con arquitecturas áulicas si se representa en la gloria la coronación como galardón del alma, o nubes y divinidades que irrumpen en escenarios de la tierra y se mez- clan con personajes de este mundo. De manera que los reyes se divinizan participando de la suprema majestad de Dios y éste actúa y toma la

-

FIGUM 5.-Coronación de Cristo por el Padre + cristo mostrando su trofeo sobre los cuatro ríos del Paraíso. Detalle del re- licario de data conocido como capsella

FIGURA 6.-Muchacha atleta premiada con la corona y la palma. Detalle de mosaico d e pavimento (Sicilia, villa en Piazza

Amerina, s. m). Dibujos de A. CCd.

africana (Museo Vaticano, SS. v-\ri>

apariencia de rey de came y hueso. El premio consiste en hacer de las almas gloriosas reyes menores coronados en la corte celestial.

La corona se toma, además, por conseguido triunfo victorioso del que llega al final de la vida -carrera agónica- y consigue a pulso el cielo, según expresión paulina: -¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos, sin duda, corren, mas uno solo recibe el premio? De tal modo corred que lo alcancéis. Y todo el que toma parte en el certamen, de todo se abstiene; y ellos, al fin, lo hacen por obtener una corona que se marchita; mas nosotros, una que no se marchitan (1 Corintios, 9, 24-25) lo.

'O Cito por Bover-Cantera (Madrid: BAC, 1961, 6-d.). Para los Euarzgeliac Apócri- fos sigo la edición de E. González Blanco (Madrid: Librería Bergua, 1934).

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'4 RUP, Lm, 2, 2001 MTONiO CEA GUTIÉRREZ

El pensamiento cristiano sostiene conlo modo más cettero y corto para ganar la carrera y corona del cielo el camino del mattirio "; así lo expre- sa Berceo en El Martirio de San Lorenzo (copla 72 ad): .,Ailte de quinto día L...] ganarás grand corona, mejor de oro puro-. Reinedando el pasaje de Cristo en Getsemaní, se recuerda a este mártir la necesaria agonía y el trago amargo del cáliz de su pasión, para alcanzar los galardones de la victoria (73 abc):

Quanto ayas el vasu que te darán bevido, luego serás connusco de buen manto vestido, mina corre del Cielo serás bien recehid~.

La col.ona suele representarse coiilo trofeo de forinas vegetales y he- chura de materiales preciosos: oro, plata, gemas, con la que Dios ciñe las sienes del vencedor o del afortunado. Este dol~le aspecto -1 de vic- toria conseguida en lid y el de dominio heredado por estirpe (en lo espi- ritual por filiación divina)- armoniza, a lo largo de la tradición literaria y artística hasta hoy, bajo un mismo sítnbolo, mte~alizado en la corona.

En la obra de Berceo y especialmente en Los Milagros de N7~estra Seño~a, las imágenes que representan a Santa María y al Salvador apare- cen coronadas y repartiendo ayuda o justicia como en una corte de la época. Pero también despunta el terna del amor cottés a lo dixrino cuan- do se invoca a Nuestra Señora como a la Dama de los peniamientos, y la devoción bernardina a la Virgo Santa y Gloriosa, a la que ahora se aclama no solo como a madre de Dios -teotokos- sino tarnbién, de ma- nera manifiesta (así se lo pide este santo), como inadre de los hombres: ,,mOTZStl-a te esse nzat7,em~ 12.

" Curiosamente, en el romance de DeIgadina, la idea de la corona coino triunfo Y Premio en la carrera 4 ispuesw por el padrc incestuoso para el

de los criados que acerque ei agua a los labios de la moribunda Delbradina- como un c0"trafact1*m martirial, conceptos que se oponen a los de fiacaso/decapiiación de los

vencidos: "Los que primero llegaren, la corona se ganaran, los que postreros 1legarcn, la cabeza les cortara (Versión de San Esteban de la sierra, recogida de ~ ~ ~ ~ ~ l ~ ~ i ó ~ Labrador, de 82 años en 1979); "...el que primero llegara la corona se ganara, el que Postrero llegan la cabeza le cortara". (Coinciden las dos versiones que recogiinos en

San Esteban de la Sierra a Einiiio Rosingana, de 100 años, y en LO a Hilana, de 89, en 1979); "el que primero llegare, la casona tien ganada, el que el último llegare, la cabeza tien cortada- (Versión de Miranda del Castañar, recogida a ~ d ~ l ~ N ~ ~ ~ ~ ~ , de 87 años, en 1983). La corona cs el símbolo por antonomasia del poder y en ese sentido lo trae Correas (1924) cuando dice: -Bien se está San ~ e d r o en ~ o ~ ~ ~ ~ , si no le quitan la corona. (refiriéndose a la tiara).

Son varios los pasajes en Los Milaguos de Nuestra Señora donde Cristo y María

son denominados "Y Y reina o coronados: -Reina de los Cielos. (copia 6jga); ~ ~ í ~ ~ ~ [ i

senora benedicta, Keína acabada, mano del tu ~ i j o don Christo coronada (746 ab)

corno ya en diferentes ejemplos de Los Milagros apa-

rece fijada con claridad la iconografía coronada de Santa María con el ~ i ñ ~ en los brazos, efecto ya de la costumbre de revestir las imágenes

sagradas con elementos de poder y ropas, anacrónicos y realistas, a la manera de los reyes terrenales, tradición mantenida hasta hoy 13. Estas re~resentaciones regias de Cristo y la Virgen son espejo donde el cristia- no ve lo que le espera en el cielo.

el niilagro de .La abadesa preñada,, (111-21, copla 564~1, Nuestra señora, cuando viene en auxilio de la monja, aparece como

Virgo

~ ~ ~ ~ ~ ~ d ~ , , 1% NO Berceo detalles en el milagro de -La iglesia roba-

da,, (111.24, copla 716) sobre la indumentaria y atributos de la imagen de santa ~ a r í a que presidía el altar del sacrilegio.

~ ~ ~ ~ i é en la cabeza corona muy onrrada, dc suso una irnpla, blanca e inu)' delgada, a diestso e siniestro la renié bicn colgada,

de toiiergeia tras non ganaron nada "

., enor rey coronado (782); &a ~ e i n a de Gloria, Madre Sancta Marca. (856); el judío: 7 - venedicta, Reina coronada. (818); .Tollióseli delante la Reina preciosa (864);

madre del de ~ l ~ ~ i ~ . (875); ~ a d r e gloriosa, de los cielos Reina 010). *de-

,, gloriosa (669a); .Virgo gloriosa (702b); Gloriosa (5 veces, más de los de: coplas: (j54c, 661c, 6 n a , ti97u). .Sancta María (669a1, ,,nuestra Dama. (650h) Y Madre: .madrcziella -en boca del prestamista judk- (687b1, ,,buena Madre -in"O- cada así por mercader de B ~ Z Z ~ C ~ C - (688b), "Madre del pan de trigo (659a), o la invocación con el apellido topográfico de .Madre santa la de Rocdmadoh (664d).

Sobre la cosnimbie de adornar las imágenes, especialmente las de Nuestra

Señora, con joyas y ropas coino personas de carne y Iiueso, ver en Cea (1992: 41-47).

ir La corona como de la gracia glorificada de María suele ser atñbuto ne-

cesario en las imágenes junto con la medialuna. Así viene expresado en

nlnío del cordón para la festividad de Sanm María de Lo Llano, cuando cantan las u -..-~

de ranio la siguiente estrofa: Tienes la corona de Oro, la medialuna de plata, como eres Madre de Dios tienes el alma tan guapa.

«lecogida en santibáfiez de la sierra, Salamanca, a Primitiva Berrocal, de 52 años en 1979).

i j Por "onrrada habrá que entender probablemente lo que en textos posteriores (siglos m.x\riil) exige la Iglesia en los mandatos de Santa Visita para sus imágenes:

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16 RDW, LW, 2, 2001 ANTOI\'IO CFA GUTIÉRREZ

En el milagro del "Mercader de Bizarlcio. (111.23, coplas 692 y 702) ofrece Berceo algunas variaciorles que se apattan considerableniente de la fuente original. Los versos 692ab presentan una imagen perfilada con claridad, además de corona&d, como glicophiluusa: "Parironse delante al Ninno coronado, el qe tenié la Madre dolzement abrazad0; iconografía que vuelve a señalarse en la copla 649abc: .... n~osrroli tal judío1 la ima- gen, la de Sancta María, con su Fijo en brazos, la su dulz companníam l b .

El texto latino matriz no dice "Ninno coronado,,, sino solamente: -Ihesu Cbriste. (33').

Además de alterar la iconografía de Cristo se duplican los divinos protagonistas, anzplficatio que ya comenta Dutton: ',Berceo luce que sean fiadores Madre e Hijo, mientras en el latín solo se trata del Hijo., (Dutton, 1971-1981: 11, 201) l í .

No querernos pasar por alto el topos, tantas veces repetido en la lite- ratura culta y popular, de las iin2genes santas que prodigiosainente se mueven y hablan para testificar: .... qe fabió la imagen, la su veltud pre- ciosa. (697b). En la fuente latina se dice: "nlirabile dictu, yinago respondit. (33')''. Concluye Berceo este milagro, en las coplas 701-702, presentando

decoro.. La corona que adornaba esta efigie debía de ser de um riqueza material y formal que le pareció inuy digna a Berceo. Debajo hermoseaba el rostro dr María una toca blanca de hechura y calidad extraordinarias, quizá de seda "muy delgada. y dispuesta con gracia y simetría por parte del muñidor que cuidaba de la iindgen, de modo que caería sobre los hombros, no más de un lado que del otro, a manera de mantillina.

Con el paso del tiempo, en la relación devocionai irnagen/devoto, la importan- cia del papel de María oscurece la f i y r a de Jesús, al que sostiene en sus brazos, lnicntras ella se conviene en personaje principal, absoluto y único, en detrimento del pequeño niño, que llega a hacerse prácticamente invisible bajo la indumentaria de la Madre -apenas asoma la cabeza- hasta desaparecer en los siglos mtrr y m.

I7 Advertimos como curiosidad un probable lapsus de Bcrceo, entre las coplas 689 Y 690, segurainente debido a lo que en el aire de afrescar se conoce como giomate Los versos 653ab refieren a una imagen de Nuestra Señora con Niño, haciendo de testigo del mercader: "buenos testigos tengo (689b1 Debió de terminar nuestro autor aquel dia su tarea en esa copla (6531, transcurriendo algunas jornadas ha?& que retomó su trabajo. Olvidó aquella imagen, sin advertirlo, y pasii a la de un Crucifijo, s e i n expresa la fuente latina que dice: ~Fabló el cnicif~o, díxoli buen rnandado (6942).

'' un ejemplo muy temprano de mirahilia, donde la imagen sagrada que

habla 0 gesticula se Presta a testificar y ser fiadora -aquí del cristiano el tN. hán c653)= .díssoli el burgués: "Sennor tan acabado departi esti pleito.,. (69zcd). se

expresa, además, la @mula gestual del contrato: .,a Madre e a F~,O inetiógclos por mano. (653ab). Nos interesa subrayar también la incredulidad ante el icono, de quien advierte en 61 solo un trozo de madera, incluso su especie; topos y situacióri que quedan incorp0~dos como motivo folklórico: .Cuidó qe la imagen qe non hahit se"-

EL CIELO COMO TRIUNF3. LOS GALARDOYES DE LA PALMA ... mr L\.?, 2, 2001 17

la figura de cierto arcediano viajero, que un día topó en su camino con la celebración de este milagro e imagen, cuya llistoria, a petición suya, le contaron; él, a su vez, -metió10 en escripto~. El poeta eniilianense le des- picie con una personal y hedonista fórmula de galardón celestial: deli Dios paraíso e folganza sabrosa,,, cuando en el texto latino solamente se dice: ~~omnibus suam sanctam genitricern vere colentibus subuenietis* (el subra- yado es mío).

El ceremonial de entronizacióri y coronación del bienaventurado que sube al cielo tiene en la figura de María, como síntesis de la perfección

humana divinizada, su ejemplo prototipo y supremo, protocolo que viene recogido con abundancia en textos literarios, canciones, dramatizaciones sacras e iconografía, y que describe así Rilxdeneyra 11790: 484486):

filí fue a la diestra de su Hijo; en un tmlio apane, J) Por Si sobre todos los coros de los Ángeles [...l. Se comenzó una Salemnísiiiia Procesión y Un tiiulz-

f, [...] desde sepulcro a lo más alto del cielo y hasta el Trono de la SanVd Tri- nidad I,,.]. F~~ presentada por el Hijo delante úei Padre y redbida de 61 coi110

dkísinia y ~~~~l~ suyo y comxada de gloria y constituida Emperatriz del universo y R ~ ~ , ~ ~ ~ soberana dc todas las criaturas: Sentóse como otm Bethsabé, madre de salomón, en una silla ai lado de su Hijo sobre todos los Coros Y Jerar- quías de los cdesrialcs ~ s ~ í ~ i r n s y de todos los Santos. Aquí vinieron aquellos divinos ~ ~ e ~ ~ a f % ~ ~ a hacer revere~zcia y dar okdiencia a la R q i U c...] recono- ciéndola [..] Por su Señora y de todas las crianiras l...] puefleían que por su mr<iio habam >.qa>.aIlas sus silins [...l y que justamente aquella corona c0- ....~ ~

rrespondi;i a SUS ~ictonas. (EI subrayado es mío).

políptico de San Bavón de Gante y acorde con esa visión medie-

val, Hubert Van Eyck presenta, sentados en la parte superior de la tabla cen- wal, a los tres protagonistas de La deesis En el medio, el Padre Eteino, vesti- do de pontifical y a los lados, según norma, María y San Juan Bautista hacen tiempo, entretenidos en lecturas sagradas, para el momento de la coronación de las almas que alcanzan la gloria en medio de una arquitectura de triunfo. Bajo el escabel del Padre está preparada la corona de oro y piedras precio- sas instnimento del ritual (María tiene ya cefiida la su)i;r propia de flores) y escrito a sus pies, creemos, el texto que se utiliza en el ceremonial.

El que impone la corona antes de ceñirla sobre las sienes del que la espera arrodillado senala con ella sobre la cabeza una c ~ z : desde la nuca a la frente y de izquierda a derecha, d tiempo que recita 1.d siguiente fórmula:

tido, non fablarié (690cd). .Fueron a la egiesia L...] facer esta pesquisa

ron muchos e delanteros icuriososl, veer si avrién seso de f

maderos (691abcd). Sobre este tema ver en Cea (1992: 17 Y 26-27).

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18 RDTP LVI, 2, 2001 EL C I ~ L O COMO n%ib~to 1 0 5 G A L A ~ ~ N F \ ¡,E LA I'LM RDIP LVI, 2 2001 19

-- ""u" 1 a Y ~.-LA Virgen coronada y el Padre Eterno. Detalle del cordero in3ico. J~~

Y Hubert Van Eyck, c. 1430 (Políptico de san de ~ ~ ~ ~ ~ j .

VITA SINE MORTE IN CAPITE IWENTUS SINE SENECTUTE IN FRONTE GAUDIUM SINE MEROIE A DEXTRlS SECUNTAS SINE TIMORE A SINISTRIS

Las jerarquías celestes y terrenales asisten expectantes con sus atribu- tos a esta detenida apoteosis de la glorificación porque han bebido de la fuente de la gracia y del cáliz donde cae la sangre del cordero de Dios, figuras representadas en la parte inferior del políptico sobre un locw a7noenus Ir.

IY Esta reprcsen?ación gráfica no debía a m a ñ a r a un público familiarizado con el romance de La sangre de Cristo, pues la tendría presente cada vez que lo cantaba o recitaba, recordándole al final el galardón de la corona.'

El czelo y la corona en la Vida de San Millán

Las coplas 301d a 308 describen la asunción por los ángeles del alma de San Millán y el recibimiento con cánticos, grandes procesiones y ,,fies- ta doble,, o principal, que culininó en ofertorio por parte de las jerarquías de santos, quienes dieron muestras de alegría a su llegada con expresicl- nes apenas contenidas: .non podrién mayor gozo a17er nin demostrar,' (307~1. Jerarquías cuyo 01-den, de abajo aniba, se clasifican de la siguien- le inanera: confesores, patriarcas, apóstoles, inártil-es y vírgenes, única escala que se describe aquí col-onada: -,Todas con sus coronas la vinién visitar [al alma]. (307h)-, pi-ecediendo al Rey de 10s cielos y a la Gloriosa, que desfilan en la procesión en último lugar, como corresponde a su rango 2".

Parece que Millán ocupó su sitial entre los confesores, cuyo grado ven inuy mejoirido con esta nueva adquisición: "Todos los confesores facién grant alegría, porque vini6 tal omne entre su compannía" (303 ab)

Después tuvo lugar la toma de posesión entronizada (aparece ya aquí la silla como primer galardón) y coronación del alma de Millán:

EI R C ~ de los Ciclos, la sue Madre gloriosa, dieronli rica siella e corona preciosa, en cielo e en tierra onia maravillosa (308 abc)

Se sirve Berceo (en el verso c) de una fórmula ya entoncrs vigente ~ ~

-,en el cielo y en la tiei~a- y que se ha conservado hasta hoy al fiiial de ciems oraciones, imprecaciones y romances como llave, cuya recitación migico-religiosa tiene el poder de alcanzar para quien la rece, al mismo tiempo que bebe del cáliz sagrado, las dos coronas, terrenal y celeste:

El hombre que la hcbicrc será bienaventurado, en esva vida será rey y en la otra coronado. El que esta oración dijera todos los viernes del año sacará un alma de pena y la suya de pecado ".

No mantiene aquí Berceo el mismo número ni si orden de jerarquías que en el Poema de Santa Oca, donde se presentan de ia siguiente manera: confesores (real- mente elude este termino y lo desglosa en calonjes y obispos; también deberia incluir aquí a los ermitaños), vírgenes, ermitaños, mártires, apóstoles, identificados, además, por su indumentaria y atributos. Este fenómeno se debe, quizá, a las distintas fuentes quc utiliza para sus Vitae Berceo, como si solo accediera a una gloria menor, elude siempre las jerarquías angelicas en los ciclos que presenta.

>' Es la versión recogida en San Esteban de la Sierra a Emilio Rosingana, de 100 años, en marzo de 1977 y corresponde a los versos 24-27 del romance El discipulo

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La Vida de Santo Domingo de Silos

a) El puente de cristal + las tres coronas prometidas

De excepcional belleza resulta el espacioso pasaje (coplas 228-245) donde el abad Domingo confiesa en confidencia al círculo más cercano de frailes -los más familiares- su sueño visionario del puente de cris- tal, tras el que dos ángeles le muestran anticipadamente la triple corona, reservada corno premio a sus buenas obras; .confesión. que debergn man- tener en secreto hasta su muerte: .fasta salga mi alma desta camal presón- (247d). Berceo parece presentar literalmente el celestial rito de paso del alma de Domingo, que se inicia al cruzar un pavoroso río, con todas las connotaciones que caracterizan al clásico Leteo, por donde el alma nave- ga hacia el más allá (copla 230). La visión se decanta en la copla 230, al deslindar el mal del bien con el ejemplo de la bifurcación del gran río o lateralización: el de las buenas obras, "blanco l...] como piedras y el izquierdo o caudal de los pecados, descrito aquí con color de infier-

no: "plus vermejo que vino de parrales. (cd). Del río blanco nace un Puente de cristal -,de vidrio era non de otra madera-; es el camino eswecho del bien obrar y carrera de salvación, las moradas ascéticas, va-

riante simbólica de la scala caeli que se desarrolla en las 231, 235 Y 236. Ve nuestro santo, al final del puente y de las gradas que lo re. montan, apostados, parece que dos ángeles. Uno de ellos se diferencia por sus ropas albas -dixo el blanqueado. (237a)-, ambos con rica in- dumentaria: salmátigas blancas de finos ciclatones, los pechos orfresados, mangas e cabezones- (232cdI y calificados como *barones. (23Zb), atan

honradas personas. (233a) y "mensajeros. (240)22. Personajes que el abad - czmado + 8aUtWZo + La Sangre de Cristo. La versión cantada en ~ a ~ ~ i h ~ ~ ~ por di. fa Maflín Andrés, de 73 años, y Encarnación Andrés, de 71 (junio de 1979), dice: ....e n la tierra será rey Y en el cielo acoronado. (sic). En algunas variantes, como la de San Esteban de la Sierra, se amenaza y conmina a quien, sabiendo esta oración "0 la diga Y oyéndola no la aprenda: -El que la sepa y no la diga, el que la oiga y no la aprenda, verá el día del Juicio lo que 2 su alma le espera", o .lo que se con- Iiene en dla", según la versión albercana que recitó Marcelina Hernández &nín, de 80 años, en abril de 1986. En realidad se están contraponiendo dos juegos de témi. nos, Podtivos unos: aprendizaje-recitación = corona y premio, y los otros negativos: no recitación-olvido =Juicio final y castie~.

" Berceo no escatima los lujosos detalles en las ropas de estos ángeles, dose en concreto a las dos piezas más Ilamarivas, los camisones, que

como era usual Y seaún su rango, de lino de primera calidad con guamkión orfresa& en SUS extremos -cabezones de escote cuadrado y bocamangas .a uso de nobles.. corno "sobretodos", dalmáticas Mancas de seda hasta media pierna con hendiduras lateralcs.

de silos no parece asociar con la iconografía angélica que él conocía Y a los que da watanliento de ,.señores (23%); ellos a él, de ,,fraireee (2372). ~1 cabo d e este paso le dan la bienvenida mostrándole el -mandado. que traen de de ~ i o s : las ves coronas (uno de ellos p0if3 dos Y el Otro la tercera) con que se adornará en el cielo si mantiene sus virbdes.

Aquéstas que ní vedes coronas tan onrradas, nuestro sennoi las tiene pora ti condesadas; cata que L.AS non pierdas quando las has snadas , quci-iié el diablo avértelm furtadas. (238)

se@, se deduce de este pasaje, hay una linde muy angosta entre el

bien y el mal, entre el premio y el castigo, el infierno y el cielo, el santo y el diablo (robadar de coronas), ei vicio en el pecador y ia virtud en el

monje. Esta que al principio resultaría tan heroica en Domingo, al final, parece ya acostumbiada, si nos atenemos a la m i c a clave que le de** caer los ángeles: .si tú perseveras en las mañas usadas, tuyas son

las coronas (243ab)n. L~ espléndida y pom~enorizada descripción del trofeo ocupa las co-

plas 233 Y 23*:

L.~ una d.estas %mhas tan onrradas personas, ,,té enna su mano dos preciosas coronas, de oro bien obradas, omne non vio tan bonas, nin un omne a otro non dio tan ricas donas.

EL tenié una, seis tantos más femosa, que tenié en su cerco mucha piedra preciosa; más lucié que el sol tant era de hermosa, nunqua omne de carne vio tan bella cosa.

A las razones que demanda el santo, dan cumplidd respuesta 10s dos ángehes23 en hs coplas 240 a 242. Cada corona es símbolo Y colofón de

, .

23 según ~~~~~l nens (1947: 429-4343 la triple corona se utiliza en época gotita para expresar la apoteosis de Mana y su hegemonía sobre las tres pnnci~ales ietar- quias de santos: vírgenes y mániies. ~ s t a fuente iconográfica derivaría, se-

gún autor, d e ~ Speculum hunmnae saiuat<onis en el pasaje que dice: Templum Salomonis habuit pinacula tria, per quae signatur triples aureola in Mafia.

~ ~ ~ l i ~ hay eiemplossingulares, como las advocaciones de Loreto o la Madonna &oropa, que se doman con la triple corona. EI propio Trciis alude t2mbit.n al gesto iconográfico de ,,L;I mano del Niño en la corona de María (Zbid: 599-602), PosmIa vulgarizada a principios de época gótica y cuyo ejemplo más antiguo parece ser de una virgen coronada del vm que se conserva en un inosaico de Capua. La

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22 RDF, LVi, 2: 2001 ANTONIO CEA G U ~ É R W Z

una virtud. La primera por ser buen fraile (casto y obediente), las otras por revitalizar -material y espiritualmente- dos monasterios: el arniina- do de Santa María de Cañas y el de San Sebastián de Silos, donde era abad. Probablemente bajo el perfil de un Santo Domingo restaurador de iglesias y monasterios se pretende peiniar la figura universal del defen- sor de la Iglesia, en aquel tiempo tan amenazada:

... la una porque fuisti casto e buen claustrel-o a la obedieiicia non fuisti isfei-tcro. La olra te ganó inirnna sancta María, porque la su sglcsia consegró Ia tu guía; en el su monesterio fccist grand mejoría ... Esla otra tercera de tan rica facienda por rsti monesterio que es en tu comieiida, que andava en ycrro como bestia sin rienda

Recoge la copla 244 las sensaciones, gestualidad y propósitos que tie- ne el santo cuando desapal-ece la visión como amncada de sus ojos: vuelta

Prcum 8.-a) Detalle de la coronación de Iza Virgen en su Dorinición. Winchester. PontGcal del arzobispo Roberto, finales del s. x (Rouens, Biblioteca Municipal); b) ángel coronando a María en su Presentación en e1 teinpio. Detalle del Leccionario de Salzhurgo, mediados del s. XI (N. York. Morgan Libiziy); c) apoteosis de Otón 111. Reichenau, Evan-

gelios de Lluthur, c. 990. Detalle (Catedral de Aquisgrán). Dibujos de A. Cea.

triple corona o tiara, que hoy se considera atributo exclusivo de los pontífices roma- nos y cuya imagen prototipo es la figura de San Pedro, viene usándose solo desde finales del siglo xv o inicios del m.

'* Ese monasterio de Cañas que el santo restaura y por el quc se hace merecedor de la segunda corona es hoy una huniilde ermita en honor a Nuestra Señora, con un retablillo del siglo mxi, cuyo lienzo central reproduce este pasaje de las tres coronas.

El. CIELO COMO TRIUNFO: LOS GALARDONES DE LA PALMA... mp, L\q, 2, 2001 23

al estado de vigilia, persignamiento con que inicia y concluye el cristia- no toda buena obra y conversión. Quedan como lema y recordatorio para reforzar su voluniad los versos 245cd:

si fuéremos leales a Dios e dereciieros, ganarieinos corona que val más que dineros.

A propósito de este relato confi-

dencial surge, una vez más, el tema de la veracidad en la transmisión oral y escrita, que tantas veces aflora en id obra de Berceo. Nuestro autor, refiriéndose en concreto a la vita de Santo Domingo, cuenta cómo, quie- nes fueron testigos directos de esta ,,estorian, valoraban hasta tal punto la objetividad, que no añadieron ni qui- taron nada, según reza la copla 227cd: .sabemos Que en ello toda

FIGUKA 9.-La mano derecha del Padre y el Espirim Santo coronan al Hijo sobre el lenero de la cruz, coino confirmando t i carácter regio de este texto formulado por -~ u

verdad dixieron, nin un vierbo men- escarnio. Detalle del reverso de la C7.uz de Lotario, c. 1000. Oro con labor incisa

guaron nin otro ennadieron.. (Tesoro de la catedral de Aquisgrán). Dibujo de A. Cea.

b) La muerte y el premio del santo

Describe Berceo en las coplas 521d-526 la muerte de Santo Domingo, la subida del alma y lo que sucede con ella: - Bajan los ángeles a recogerla rodeándola y transportándola hasta

el cielo. Allí recibe el triple prometido galardón: "diéronli tres coronas de muy grand resplandor. (522~). No se dice que hubiera ceremonia de coronación, seguramente las recibió enhiladas en una palma, pasando a ser atributo y credencial celeste en su mano izquierda. Así pues, el ritual de coronación que vimos en la Vita de San Millán, aquí se omite. Aun- que en la iconografía general de los santos entrados en religión, las tres coronas son atributo de sus tres virtudes obligadas por votos de pobreza, obediencia y castidad, en la particular del Santo de Cañas, como vimos más arriba, se quieren señalar aspectos personales de su hagiografía por los que merece el galardón de Dios: la perfección de su vida monacal Y

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24 ID% LVI. 2, 2001 AKTON~O CEA G ~ É R R E Z

la ayuda al fortalecimiento de la Iglesia, en la reconsmcción de los ejem- plos ya mencionados de Cañas y Silos. - Viene a continuación el recibiiniento, cuando entra Domingo en la

gran sala celeste, por parte de las distintas jerarquías de santos, clasifica- ción que en este caso se rige por la noma iconográfica, enun~erándose de mayor a inenor rango en el siguiente orden: patriarcas, apóstoles, mártires, confesores y vírgenes. - Es aceptado el santo y se sienta en el bando de los confesores

-escapulados o rnonjes c~q'aburrieron el sieglo,, (525bh, entre los que destaca su paisano y superior San Millán, del que con gracejo, dice Berceo, hizo policía del espacio que iba a ocupar Domingo: .por onrar su criado facié todo aseo- (526~). Este destino eterno de Domingo, dentro del gra- do de confesores, debería desencantar al lector si se recuerda el perfil, como ángel predestinado, con que se pinta al santo en trampantojo a lo divino en la copla 120: .Dioli tamanna gracia el Rei celestial, que ya non semejava creaturz moml, rnás o ángel o cosa que era espirital, que bivié con ellos en figura carnal.. - Cada uno de esos órdenes celestiales es descrito desempeñando

distintas actividades ocupacionales, al menos en el recibiiniento del alma de Domingo: Los patriarcas, apóstoles y mártires "todos eran alegres con él e plazenteros" (5234. Los confesores y las vírgenes, como en coros rnfi.entados, le honraron con salmodias y cánticos, liturgia que aquellas, además, organaban ,-dulcement. (524). Parece que el coro de frailes, .aun- que mucho pagados con esti monje-, permanece a su aire, y como de guardia ¿para que, mientras, no quedara desatendida la majestad divina?, cantando =a Dios laudes, sones multiplicad os^ (525cd). Curiosamente, solo la jerarquía de los ,,escapulados., que deberían ser sus principales anlitrio- nes, se alejan de este recibimiento -siendo Domingo de su bando-, ensimismados en el papel de cantores divinos y suplidores del ritual del trisagio de los ángeles pretendió Berceo caricaturizar a los monjes en su deformación profesional y de rutina -aquella que siempre ejercitaron en el coro terrenal- y exagerar esta actividad de cantores de oficio, como un modo de inadaptación en el cielo?

En la Vida de Santo Domingo de Silos destaca, sobre cualquier otra actuación celestial, la de una continua, múltiple y ejercitada música de alabanza a Dios y, en ocasiones, a sus nuevos huéspedes, con las siguientes variaciones: música monodiada, la del cantw litúrgico mozárabe de la época ("cantaban a Dios laudes.), el discantu (los confesores y vírgenes) y ade- mis, si nos atenemos a lo que se dice en el segundo hemistiquio del verso 525d: "sones multiplicad os^, interpretando también algún tipo de polifonía a capelía, más la instmmental de las vugenes, .dulcement organando..

El. CIELO COMO TKImFO: LOS GALARDONES DE LA PALMA . mR !-m, 2 , 2001 25

El ceyremonial celeste en Del sacrificio de la misa

Se desarrolla en esta obra (coplas 81-82) la idea de un cielo cortesano donde no cesa de sonar, en concierto eterno de ángeles y arcárlge- les, una música muy del agrado del entendido Rey- Dios -voces tales qe plegan al Rei perennal. (81d)-, de cuyos cantos al unísono de- sea hacernos partícipes Ber- ceo: .qe podamos dar voces con ellos en egual. (c) ". Nos preguntamos si, intrusos en el coro angklico, lograremos el misino nivel de los santos, en el mismo tono, igual can- to y de la misma calidad. pero mientras pennanecernos en la "cort terrenal. la misa es una réplica linírgica del cere- monial de la corte del cielo y los fieles recuerdan a 10s ángeles cuando entonan el Sancius, himno cuya autoría adscribe Berceo al profeta

.. i

FIGURA 10.-La corte celestial adorando a Cristo. De arriba abajo: ángeles coronadores, apóstoles, mártires portando pdmas, confesores y vírgenes con sus coronas, precedidas por María. Fragmenro del Sacrarneizrnno de Sairzr Denis. c. 870 (París,

Biblioteca Nacional). Dibujo de A. Cea.

Isaías:

Desend cantan los Sanctus, signo de alegria, lo qe cantan los ángeles ante Dios cada dia: estas laudes avemos de1 bar& Isaía. (82abc)

x L~ última estrofa que cantan las mozas de iamu rn la Pereda (Llanes) a N? S "

de cjuadalupe en su fiesta, el 2 de agosto, cs un uaslado fiel de este pasaje berceano: Adiós Madre mla, hasta que en el cielo cantemos contigo los siglos eternos. [isiglos sic por ~liirnllos~?l

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26 RD7e LW, 2, 2001 ANTONIO CEA G ~ I É R R E Z

Berceo pudo ver en su tiempo cómo se propagaba el programa ico- nográfico del triunfo de la Majestad en la Gloria sobre tímpanos y arquivoltas, donde una corte de músicos tañedores -ancianos, apóstoles y ángeles- animaban la figura del pantocrator coronado que la presidía.

Las coronas de los mártires etz el Poema de Santa Oria

Solamente en dos pasajes del Poema menciona Berceo a los santos coronados: En el primero (verso 33a), para aludir a las tres vírgenes guionas de Oria (Águeda, Cecilia y Eulalia), perfiladas con ese atributo que, creemos, debe entenderse aquí, más que por su virginidad, conse- guido por los inartirios que soportaron. Cuando se dice: "Estas tres sanctas vírgenes en Cielo coronadas", no parece haber en esta denominación una expresa intencionalidad de resaltar este sucedido galardón, que se utiliza solo como mero descriptor, topos heredado y dicho cotidiano, que curio- samente ha llegado vivo lmsta nuestros días a través del romancero y del cancionero 26. Sí justifica, en cambio, la corona como mérito del martirio con relación de causa-efecto en el segundo y último pasaje, durante el protocolo de presentación a Oria de esa jerarquía en su primer viaje vi- sionario al cielo:

Dixeronli las vírgenes que eran m5 guionas: todos estos mártires, unas nobles personas, dexáronse matar a coipes de azcona, Jesu Christo por ende diolis ricas coronas". (copla 87)

La gran corona del nzártzr Lorenzo

Como ya anticipamos, el pensamiento cristbano sostiene como modo más corto y certero de ganar la corona del cielo el camino del martirio, y así lo manifiesta Berceo en El Martirio de San Lorerizo (coplas 72 y 73).

Remedando el pasaje de Getsemaní, se recuerda a Lorenzo la agonía y trance amargo de su Pasión, antes de alcanzar la victoria:

Ver en Cea, (1999: nota 8, p. 591. Nuestra informante, Adela Novoa, de 73 años (Miranda del Castañar, 19731, al referirse a su padre, entonces ya fallecido, o a cual- quier difunto en general, utilizaba la expresión: .Dios lo tenga coronao de gloria, fórmula mucho má? cercana al texto de Berceo que las tan pasivas de: ,,Dios lo tcnga descansando o -que en paz descanse".

Ante de quinto día, d'esto yo te mesturo,

qe te verás en priesa, en torneo muy duro,

más tú ternás el campo, desto seas seyro ,

ganarás grand corona mejor de o10 puro.

Quanto ayas el vaso qe te darán hevido

Se presenta el cielo, a renglón seguido, como una corte terrenal don- de Lorenzo, en atuendo de rey, sale victorioso de las jusus que mantuvo su alma: .luego serás connusco de buen manto vestido, enna corte del Cielo serás bien recebidos

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28 RDF: LVl, 2, 2001 AI\TONIO CEA GGU~ERRBZ

Posibles fuentes sagradas para el tema de la COI-ona

Parece lógico suponer que los galardones celestiales y en concreto la corona, como sucede con otros muchos conceptos de carácter religioso, tengan su fundamento directo en las diferentes fuentes de las Sagradas Escriniras, no solo del Antguo y el Nuevo Testamento sino de los Euarz- gelios Apócnios 4 e los que a menudo se nutren los pasajes literarios e iconográficos de carácter inaravilloso-, aunque a veces deriven de mo- delos culturales distintos al mundo hebraico pero con ascendencia sobre éste; textos de los que, posteriormente, tanto provecho sacó la patrística. En el campo del arte y como préstamo directo y visual debemos señalar para el tema de la coronación como triunfo militar y atlético la influencia directa del inundo clásico romano, que pasa sin estridencias al arte paleocristiano y, sobre todo, la eclosión durante el periodo bizantino de la corona como símbolo que refrenda el poder del rey, que dimana por gracia de la mano directa de Dios. Modelos que gustosainente se mantie- nen a lo largo del imperio carolingio con sus órbitas de influencia y lle- gan así hasta las fuentes de las que Berceo bebió.

Desglosamos a continuación estos textos, algunos de cuyos temas desarrolla en su obra el autor emilianense.

La corona como elemento en el ceremonial de coronación de los reyes:

Crólzicas 23,ll: .Entonces sacaron al hijo del monarca, pusieron sobre él la coro- na y el testimonio [cetrol y lo proclamaron rey. Yehoyadá y sus hijos lo ungieron y exclamaron: ¡Viva el Rey!". La primera parte y principal de la unción tenía lugar a puerta cerrada entre el sacerdote, sus acólitos y el monarca. Luego era presen- tado a los asistentes en ei atrio del templo o en una plaza, a las puertas de la ciudad, donde se le imponían los atributos -corona y crtrc- y se sentaba en el trono, expresando a continuación, sacerdote y pueblo, la fórmula de aclamación; todo ello en señal de posesión.

Coino eieinplo aislado y por imperativo divino, la coronación de un sumo sacerdote, corona que se ofrece luego al templo a manera de ele- mento votivo:

Zacarías 6, 11 y 14 IYahveh a Zdcaríasl: ~Toniarás pues la plata y el oro y fabri- carás una corona y la pondrás en la cabeza del sumo sacerdote Yehosía L...], y la corona ha de quedar en el templo de Yahveli como rrcuerdo~. No parece que existiera una corona litúrgica exclusivamente destinada a la consagración sacer- dotal, más bien es aquí un premio y distinción divinos hacia una persona deter- minada. Quedaría hiego como objeto de admiración para fieles y peregrinos, con otras piezas y donacioncs sobresalientes.

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FIGURA 12.-a) Corona del Sacro Imperio, 2.' mitad del s. x con añadidos en el s. X

(Viena, Schatzkammer); b) Corona de -la Virgen de Oro., año 983, es la de la coro- nación de Otón 111 en Aquisgrán (Essen, tesoro de la catedral); c) Corona de la ~aj rsüld / ce-*x ... < -:

de Santa Foy (Conques), finales del siglo x; d) Corona de la emperatriz ~unegun,@,~J . L . .>:$ 1." cuarto del s. xi (Munich, l4esidenz). Dibujos de A. Cea.

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La doble corona como premio a la virtud de Abel: :.. 16 \\ : :I

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Pseudo-Mareo ViI, 2: .L.l y recibió dos coronas, la de su ofrenda y la de ginidad.. Este pasaje parece tener cercanos paralelos con el de las tres que trae Berceo en la Vida de Sarzlo Doiningo de Siios.

La corona como signo de victoria en la lid:

Apocalqsis, 6, 1, 17 y 6,3: .El jinete bianco recibió como vencedor una corona", ...y el que monraba [el caballo blanco] tenía un arco, y le fue dada una corona, y saiió vencedor (se trata en este caso de una corona de laureles para un certante ganador, no corona de rey). ..... y vi una nube blanca y sobre ella sentado uno como Hijo del Hombre, que tenía sobre su cabeza corona de oro y en su mano una ¡hoz afilada. (14, 4). Se representa así al Dios justiciero como divino segador en la mies madura del Juicio Final. En iconografía la luz como símbolo de la jus- ticia es sustituida, las más de las veces, por ia espada que le sale a Cristo de un

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lado de la cabeza o de la boca, eleinento que se compensa, dc la otra parte, con el lirio de la misericordia.

Para San Pablo sus discípulos son la mejor corona:

Fi2ipenses 4,:: ,Así que, Iiermanos míos qucridos y cntrañabicmente deseados, gozo y corona mía, inantenéos así firmes en el Señor..

La corona de luz personificando a la sabiduría:

Evangelio de Vale?ztiizo XX, 20-24: ,,Y una gran emanación de luz rodeó por todas partes a la Sabiduría [al Hijoi?l, a derecha e izquierda, y sobre su cabeza se levan- tó una corona de luz..

Como atributo de la glorificación de María por su hijo, y de María a los hombres justos:

Eua?zgeliizo del Trúmltu de la Blenaveizturada Virgen Maná 111, 13: s... porque reci- birás de tu hijo corona brillante y la pondrás cn las cabezas de los hombres jus- tos". Esta parece ser la interpretación iconográfica a que aludíamos en el Políptica de Gante de Van Eyck: la de la pieza compartida en el rima1 de la coronación celestial.

La corona, uno de los elementosl junto con las vestiduras inmortales y los asientos, de la coronación y premio de Cristo a los bienaventurados:

Eua~zgelio cútaro del Pseudo<ua~z V , 1-13 y V , 20, 20-23: "Cuando se haya inte- grado defiriitivamente el número de los justos que deben ser coronados L...], el ángel hará sonar la tromperd.Y los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre [ . l . Y el Padre responderá a su hijo L...]: "Hijo mío, siéntate a ini diestra hasta que ponga a tus pies a tus enemigos" [...l. El Hijo se senrará a la diestra de su Padre, y éste mandará en sus ángeles, y él mandará en sus justos. Y les colo- cal-Á en los coros de las ángeles a fin de vestirlos con inmortales \restidos y les ceñiri coronas que no se inarcliitarán nunca y les dará asientos inmutables-. Se mezclan aquí los dos galardones: corona y silla.

La idea de la participación en el trono y reino del Padre por Cristo y todos los redimidos con su sangre es aprovechada varias veces por San Pablo en sus epístolas:

Hebreos 8,:: "... tenemos un Ponríficr [Cristo1 tal, que se sentó a la diesha del trono dc la Majestad en los cielos~.

Timoreo 2 , 12 y 4 , 18: 4 . . 1 si consrantemcnte sufximos, también con el reinare- mos,,. ,,El Seiior me librará de toda obra mala y me salvará, llevándome a su reino celeste,..

EL CIELO COMO TRLUNFO LOS GALARI>~NES DE LA PALMA . RDTP, LVI, 2, 2001 31

Colosemes 3, 24: ,, [...] Sabiendo que del Señor recibiréis la reconipensa de la he- rencia,,.

El apóstol San Pedro, en el epilogo de su primera carta a las iglesias del Asia Menor (5, 4), sintetiza a la perfección el imperecedero galardón de la corona para los santos, texto que bien puede servir de colofón a este capítulo: SS[...] cuando apareciere el Pastor, obtendreis la inmarcesible corona de gloria..

Desde un punto de vista experiencial, y dentro de la cultura de nacionalcatolicismo que nie tocó vivir cuando niño, pronto me familiaricé con el icono de la corona, comprendiendo su sentido sobre la cabeza de la Virgen y de los santos (además de los importantes elementos que la completaban: el cerco o aureola y el resplandor). Era más enigmática la palma, aprisionada entre los brazos de aquellas imágenes vestidas de romanos, con expresión de arrobo, en hechura de olot, que poblaban las iglesias, o las almibaradas estampas de la calle San Sulpice, en las libre- rías religiosas del Santander de mi infancia.

Pronto aprendí a asociar la palma al traumatizante tormento martirial -que en este caso era un conocimiento gemelo al de la reciente guerra civil y a la certeza de una mueire para todos, antes del cielo, sin enten- der el porqué-, cuando en la galería del colegio de la Salle, en Llanes, nos enseñaban como exemplum el cuadro que llamaban ,,de los Mártires de Turón.; una legión de frailes perdidos con sus palmas entre nubes (ahora canonizados).

Posteriormente, comprendí que la palma, atributo genérico de la vir- tud heroica en una de las manos de los santos (generalmente la izquier- da), ayudaba a una priinera clasificación advocacional, que se completa- ba con la insignia que portaban en la derecha, o la que mostraban sometida a sus pies.

En mi niñez, corona y palma representaban la integración de dos experiencias religiosas complementarias: la sombría de un catolicismo ofi- cial de catequesis y la del cielo doméstico que contaban mis abuelos, don- de predominaba la visión de un mundo hedonista, más allá de las nubes, festejante, banquete (dulce) con bailes, cantares y música.

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32 R D P , LVI, 2 , 2001 ANTONIO CEA GUTIERREZ

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