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EL CONCEPTO DE LIMPIEZA DE LA CAPA PICTÓRICA La limpieza de una capa pictórica obedece a dos necesidades muy distintas: por un lado se trata de eliminar unos materiales que con el paso del tiempo se han depositado sobre la superficie pictórica impidiendo o dificultando su correcta apreciación, y por otro lado se trata de eliminar, total o parcialmente, materiales que forman parte de la obra original (barnices, lacas...) y han sufrido una alteración que impide que esta obra pueda ser disfrutada como tal e incluso pueden ser causa de daños mayores. Se trata de eliminar de manera selectiva las sustancias acumuladas sobre la capa pictórica, añadidas o deterioradas que afectan estructural y estéticamente la pintura. La limpieza es uno de los procesos más delicados y más polémicos la de restauración, puesto que es absolutamente irreversible, sobre todo cuando se eliminan barnices alterados. En todos los casos hay que saber exactamente qué es lo que queremos eliminar, su composición química y hasta qué punto queremos eliminarlo. El objetivo final de los procesos de conservación y restauración es la estabilidad del material tratado para su conservación en el tiempo y la limpieza es, a menudo, una parte importante de este proceso de estabilización, puesto que la suciedad acumulada en una superficie pictórica puede llegar a ser una causa importante de degradación (los depósitos de polvo atraen la humedad, insectos..). En algunos casos, la eliminación de materiales originales degradados puede justificar un proceso irreversible y polémico. Habitualmente - no siempre-, la limpieza va seguida de una capa o tratamiento de protección cuya finalidad es retornar esta estabilidad que los materiales originales eliminados ya no proporcionaban. Las sustancias que se desea eliminar con una limpieza están estrechamente unidas a la zona más externa de la capa pictórica, en contacto directo con los materiales originales, lo que hace que el proceso de limpieza sea una actividad altamente especializada, que requiere una gran profesionalidad y tacto en la ejecución, y en la elección del sistema menos dañino y más eficaz, que actúe selectivamente y de manera controlada. A pesar de que no se puede generalizar sobre una metodología en los procesos de limpieza hay algunos puntos comunes a tener en cuenta antes de empezar: 1. La conservación material y estética de la obra debe ser el primero de los puntos que deberemos plantearnos antes de acometer una limpieza. La limpieza debe estar absolutamente justificada y debe ser ineludible para la conservación material y estética de la obra. 2. Conocer qué materiales se quiere eliminar, su origen, su composición, su comportamiento. Sólo así podremos garantizar que el sistema elegido sea específico y selectivo para la eliminación de los materiales en superficie. 3. Conocer cómo vamos a retirar los materiales que perjudican la obra. Hay diferentes sistemas de limpieza con sus ventajas e inconvenientes, y conviene saber cuál de ellos resultará menos dañino, en función no sólo de los materiales a eliminar sino de los otros materiales que configuran la obra y que pueden resultar afectados. Para ello es necesario conocer con precisión el estado de conservación de los materiales de la obra con la que trabajamos, y así poder predecir si la obra resistirá el sistema de limpieza y los productos seleccionados.

El Concepto de Limpieza de la Capa Pictórica

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El Concepto de Limpieza de la Capa Pictórica

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Page 1: El Concepto de Limpieza de la Capa Pictórica

EL CONCEPTO DE LIMPIEZA DE LA CAPA PICTÓRICA

La limpieza de una capa pictórica obedece a dos necesidades muy distintas: por

un lado se trata de eliminar unos materiales que con el paso del tiempo se han depositado sobre la superficie pictórica impidiendo o dificultando su correcta

apreciación, y por otro lado se trata de eliminar, total o parcialmente,

materiales que forman parte de la obra original (barnices, lacas...) y han sufrido una alteración que impide que esta obra pueda ser disfrutada como tal e incluso pueden ser causa de daños mayores. Se trata de eliminar de manera selectiva las

sustancias acumuladas sobre la capa pictórica, añadidas o deterioradas que

afectan estructural y estéticamente la pintura.

La limpieza es uno de los procesos más delicados y más polémicos la de restauración, puesto que es absolutamente irreversible, sobre todo cuando se

eliminan barnices alterados. En todos los casos hay que saber exactamente qué

es lo que queremos eliminar, su composición química y hasta qué punto

queremos eliminarlo.

El objetivo final de los procesos de conservación y restauración es la estabilidad del material tratado para su conservación en el tiempo y la limpieza es, a

menudo, una parte importante de este proceso de estabilización, puesto que la

suciedad acumulada en una superficie pictórica puede llegar a ser una causa importante de degradación (los depósitos de polvo atraen la humedad,

insectos..). En algunos casos, la eliminación de materiales originales

degradados puede justificar un proceso irreversible y polémico. Habitualmente -no siempre-, la limpieza va seguida de una capa o tratamiento de protección

cuya finalidad es retornar esta estabilidad que los materiales originales

eliminados ya no proporcionaban.

Las sustancias que se desea eliminar con una limpieza están estrechamente

unidas a la zona más externa de la capa pictórica, en contacto directo con los materiales originales, lo que hace que el proceso de limpieza sea una actividad

altamente especializada, que requiere una gran profesionalidad y tacto en la

ejecución, y en la elección del sistema menos dañino y más eficaz, que actúe selectivamente y de manera controlada. A pesar de que no se puede generalizar

sobre una metodología en los procesos de limpieza hay algunos puntos

comunes a tener en cuenta antes de empezar:

1. La conservación material y estética de la obra debe ser el primero de los

puntos que deberemos plantearnos antes de acometer una limpieza. La limpieza debe estar absolutamente justificada y debe ser ineludible para la conservación

material y estética de la obra.

2. Conocer qué materiales se quiere eliminar, su origen, su composición, su

comportamiento. Sólo así podremos garantizar que el sistema elegido sea

específico y selectivo para la eliminación de los materiales en superficie.

3. Conocer cómo vamos a retirar los materiales que perjudican la obra. Hay

diferentes sistemas de limpieza con sus ventajas e inconvenientes, y conviene

saber cuál de ellos resultará menos dañino, en función no sólo de los materiales

a eliminar sino de los otros materiales que configuran la obra y que pueden resultar afectados. Para ello es necesario conocer con precisión el estado de

conservación de los materiales de la obra con la que trabajamos, y así poder

predecir si la obra resistirá el sistema de limpieza y los productos seleccionados.