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EL CONSUMO DE ESTUPEFACIENTES COMO CAUSA DEL DELITO.
Auld et al. (1986) se realizó un estudio en el área Norte de Londres basado en
testimonios sobre el consumo de heroína entre un grupo de jóvenes obreros y los
resultados brindaron apoyo a que los estilos de vida “desviados” propician el consumo
de drogas. Asimismo en una serie de estudios del Grupo de Investigaciones de la
Adicción de la Universidad de Strathclyde, Inglaterra presentaron datos que cuestionan
el concepto de que el consumo de estupefacientes sea un determinante directo de la
actividad criminal.
En suma, los estudios realizados no son unánimes en sus conclusiones acerca de si
existe o no una relación directa entre consumo y conducta criminal.
Sin embargo, el debate drogas-delincuencia en el marco británico no ha terminado y
esta asociación parece acercarse cada vez más a las pautas estadounidenses (Gandossy
et al., 1980; Research Triangle Institute, 1976; Chaiken y Chaiken, 1991; Tonry y
Wilson-eds.-,1990; Grrenberg y Adler, 1974; Richards, 1982; Watters et al., 1985;
Nurco et al., 1985) en los que, en la gran mayoría de los casos, el consumo de drogas
está emparentado con conductas criminales.
Los foros europeos y otros organismos internacionales continúan controlando en
primera medida al narcotráfico aunque un estudio realizado recientemente por la
Comunidad Económica Europea en referencia a la legislación y práctica judicial de los
estados miembros refleja varias diferencias entre los países (Leroy, 1992). En tal
sentido, la Comunidad Europea promueve acuerdos adicionales y la Europol se creó en
tal sentido, a efectos de facilitar las operaciones de lucha contra la delincuencia en el
seno de la Unión Europea.
Contrariamente a lo expuesto, aparece Holanda, como un país liberal y permisivo a
nivel mundial en lo que respecta al consumo de drogas, desoyendo la política
prohibicionista que lidera Estados Unidos.
En la legislación Holandesa se establecen drogas duras y blandas y se las distingue en
cuanto al riesgo que conllevan cada una de estas en la salud del consumidor.
En este país el consumo no se sanciona ya que no encuentran razones para una
persecución penal. Los coffee shops están autorizados a vender drogas blandas en
cantidades de no más de cinco gramos de cannabis por persona al día. Se rigen por leyes
muy estrictas. No tienen permitido publicitar las drogas. Asimismo, se les prohíbe a los
menores de 18 años que compren drogas y se les impide el acceso a los coffee shops.
Ahora bien, por otro lado, la posesión y tráfico de drogas duras sí es duramente
sancionado.
En los países bajos el problema del consumo de drogas es visto como un problema de
salud y no como un potencial riesgo de vinculación directa con el delito.