El derecho a la autodeterminación de las per- sonas ... · PDF filesonas incluye el derecho a un Estado propio. ... profundamente enraizadas en la historia y los cimientos de la so-

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  • El derecho a la autodeterminacin de las per-sonas incluye el derecho a un Estado propio. Sin embargo, la fundacin de un Estado no incrementa la libertad de las personas. El sis-tema de las Naciones Unidas, basado en Esta-dos-Nacin, permanece ineficiente. Mientras tanto, los Estados-Nacin se han Convertido en un serio obstculo para cualquier desarro-llo social. El Confederalismo Democrtico es, en con-traste, el paradigma de los oprimidos. No es controlado por el Estado. Al mismo tiempo, el Confederalismo Democrtico es el proyec-to original, cultural y organizativo de una na-cin democrtica. El Confederalismo Democrtico se funda-menta en una participacin de base. Su pro-ceso de toma de decisiones yace en las comu-nidades. Los estratos superiores nicamente sirven a la coordinacin e implementacin de la voluntad de las comunidades que envan sus delegados a las asambleas generales.Por un limitado lapso de tiempo, stos resul-tan tanto portavoz como institucin ejecuti-va. Sin embargo, el poder bsico de decisin descansa en las instituciones locales de base.Confederalismo Democrtico

    Abdullah calan

    Espaol International Initiative Edition

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    Abdullah calan:Confederalismo Democrtico

    Primera edicin 2012 Abdullah calan

    ISBN: 978-3-941012-53-0Traduccin: International Initiative

    Publicado por:International Initiative Edition

    International InitiativeFreedom for Abdullah calan Peace in KurdistanP.O. Box 100511D-50445 Colognewww.freedom-for-ocalan.com

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    Confederalismo Democrtico

    Por Abdullah calan

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    ContenidoI. PrefACIo 7II. el estADo-NACIN 9

    A. Bases 91. Estado-Nacin y Poder 92. El Estado y sus Races Religiosas 103. La Burocracia y el Estado-Nacin 124. Estado-Nacin y Homogeneidad 135. Estado-Nacin y Sociedad 13

    B. Fundamentos Ideolgicos del Estado-Nacin 151. Nacionalismo 152. La Ciencia Positivista 163. Sexismo 164. Religiosidad 18

    C. Los Kurdos y el Estado-Nacin 19III. CoNfeDerAlIsmo DemoCrtICo 21

    A. La Participacin y la Diversidad del Paisaje Poltico 22B. La Herencia de la Sociedad y la Acumulacin de Conocimiento Histrico 23C. tica y Conciencia Poltica 24D. El Confederalismo Democrtico y el Sistema Poltico Democrtico 26E. Confederalismo Democrtico y Auto-defensa 28F. El Confederalismo Democrtico versus la Lucha por la Hegemona 30G. Estructuras Confederadas Democrticas a Escala Global 31H. Conclusin 32

    IV. PrINCIPIos Del CoNfeDerAlIsmo DemoCrtICo 33V. ProblemAs De lAs PersoNAs eN meDIo orIeNte y PosIbles CAmINos hACIA uNA soluCIN 35esCrItos De AbDullAh CAlAN 46

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    I. PrEfACIo

    Por ms de 30 aos el Partido de los Trabajadores del Kurdistn (PKK) ha estado luchando por los derechos legtimos del pue-blo kurdo. Nuestra lucha, nuestra pelea por la liberacin torn la cuestin kurda es un asunto internacional que afect a la totali-dad de Medio Oriente y trajo consigo una solucin a la cuestin kurda dentro de su alcance.

    Cuando el PKK fue formado en los 70, el clima ideolgico y poltico internacional se caracterizaba por el mundo bipolar de la Guerra Fra y el conflicto entre los campos socialista y capitalista.

    En aquel momento el PKK se vio inspirado por el ascenso de los movimientos de descolonizacin en todo el mundo. En este contexto intentamos encontrar nuestro propio camino acorde a la situacin particular en nuestra patria.

    El PKK nunca consider la cuestin kurda como un simple problema de origen tnico o de nacionalidad. Por el contrario, segn nuestra creencia, era el proyecto de liberar a la sociedad y democratizarla. Estas metas determinaron de manera creciente nuestras acciones desde la dcada de los 90.

    Tambin reconocimos una conexin causal entre la cuestin kurda y la dominacin global del sistema capitalista moderno. Sin cuestionar y desafiar esta conexin, una solucin no sera posible. De lo contrario no haramos ms que involucrarnos en nuevas dependencias.

    Hasta ahora, con la mirada puesta en cuestiones de origen t-nico y de nacionalidad como la cuestin kurda, las cuales estn

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    profundamente enraizadas en la historia y los cimientos de la so-ciedad, pareca haber slo una solucin viable: la creacin de un Estado-Nacin, que era el paradigma de la modernidad capitalis-ta en aquel tiempo. Nosotros no creamos, sin embargo, que un proyecto confeccionado sera capaz de mejorar sosteniblemente la situacin de la gente en Medio Oriente. Y si no hubieran sido el nacionalismo y los Estados-Nacin los que hubieran creado tan-tos problemas en Medio Oriente?

    Miremos, por lo tanto, ms detenidamente los antecedentes histricos de este paradigma y veamos si podemos trazar una so-lucin que evite la trampa del nacionalismo y se ajuste mejor a la situacin de Medio Oriente.

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    II. EL EStADo-NACIN

    A. BasesCon la sedentarizacin, la gente comenz a formarse una idea del rea en la que viva, su extensin y sus delimitaciones, las cuales eran principalmente determinadas por la naturaleza y por rasgos del paisaje. Los clanes y tribus que se haban establecido en un rea determinada y vivan all por largo tiempo desarrollaron las nociones de identidad comn y de patria. Los lmites entre lo que las tribus vean como su patria no eran an fronteras. El comer-cio, la cultura o el lenguaje no eran restringidos por estos lmi-tes. Las fronteras territoriales permanecieron flexibles por largo tiempo. Las estructuras feudales prevalecieron en casi todos lados y de vez en cuando surgieron monarquas dinsticas o grandes imperios multitnicos con fronteras constantemente cambiantes y muchos idiomas y comunidades religiosas diferentes, como el Im-perio Romano, el Imperio Austro-Hngaro, el Imperio Otomano o el Britnico. stos sobrevivieron a largos perodos de tiempo y muchos cambios polticos porque su base feudal les permita dis-tribuir flexiblemente el poder dentro de un rango de poderes ms secundarios, o sea, pequeos.

    1. Estado-Nacin y PoderCon la aparicin del intercambio comercial en el Estado-Nacin, el comercio y las finanzas impulsaron la participacin poltica y posteriormente agregaron su poder a las estructuras estatales tra-dicionales. El desarrollo del Estado-Nacin al comienzo de la

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    Revolucin Industrial, hace ms de doscientos aos, fue de la mano, por un lado, con la acumulacin no regulada de capital y, por el otro, con la explotacin sin obstculos de la poblacin en rpido crecimiento.

    La nueva burguesa que emergi de esta revolucin quera to-mar parte en las decisiones polticas y las estructuras del Estado. El capitalismo, su nuevo sistema econmico, se convirti as en un componente inherente al nuevo Estado-Nacin. El Estado-Nacin necesitaba de la burguesa y del poder del capital para reemplazar el viejo orden feudal y su ideologa, que descansaba en estructuras tribales y derechos heredados, por una nueva ideolo-ga nacional que uniera a todas las tribus y clanes bajo el mismo techo de la nacin.

    De esta manera, el capitalismo y el Estado-Nacin se enlaza-ron de manera tan cercana que ninguno se poda imaginar sin la existencia del otro. Como consecuencia de esto, la explotacin no slo fue aprobada por el Estado fue incluso estimulada y facilita-da. Pero sobre todo, el Estado-Nacin debe ser pensado como la mxima forma de poder. Ninguno de los otros tipos de Estado tiene tal capacidad de poder. Una de las razones principales es que el estrato superior de la clase media ha estado conectado al proceso de monopolizacin de manera ms creciente que nunca.

    El Estado-Nacin en si mismo es el monopolio ms completo y desarrollado. Es la unidad ms desarrollada de monopolios como el comercio, la industria, las finanzas y el poder. Uno debera tam-bin pensar el monopolio ideolgico como parte indivisible del monopolio de poder.

    2. El Estado y sus races religiosasLas races religiosas del Estado ya han sido discutidas en detalle (A. calan, Las races de la civilizacin, Londres, 2007). Muchos conceptos y nociones polticas contemporneas tienen su origen en conceptos o estructuras religiosas o teolgicas. Realizar, una

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    mirada ms cercana revela que la religin y la imaginacin divina mostraron las primeras identidades sociales de la historia. stas formaron el pensamiento ideolgico de muchas tribus y otras co-munidades pre-Estado definiendo su existencia como comunida-des.

    Posteriormente, despus de haberse desarrollado las estructuras estatales, los nexos tradicionales entre Estado, poder y sociedad comenzaron a debilitarse. Las ideas y prcticas sagradas y divinas que haban estado presentes en el origen de la comunidad perdan su significado en pos de la identidad comn y fueron, en su lu-gar, transferidas a estructuras de poder como las de los monarcas y dictadores. El Estado y su poder derivaban de la voluntad y la ley divina, y su soberano se transformaba en rey por la gracia de Dios. Ellos representaban el poder divino en la Tierra.

    Hoy, la mayora de los Estados modernos se llaman a si mis-mos seculares, reinvindicando que los viejos lazos entre religin y Estado han sido coartados y que la religin ya no es parte del Estado. Esto es discutiblemente slo parte de la verdad. Incluso si las instituciones religiosas o representantes del clero ya no partici-pan en la toma de decisiones poltica y social, ellos an tienen en cierta medida influencia sobre estas decisiones ya que ellos mis-mos estn influenciados por ideas y desarrollos polticos y socia-les.

    Por lo tanto, el secularismo o laicismo como se lo denomina en Turqua, aun contiene elementos religiosos. La separacin de Estado y religin es el resultado de una decisin poltica. No se dio naturalmente. Esta es la razn por la cual incluso hoy en da el poder y el Estado parecen algo dado, podra decirse incluso, dado por Dios. Nociones como Estado secular o poder secular permane-cen ambiguas.