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El desarrollo reciente de las ciencias ambientales* Paul R. Ehrlich** * Este texto fue parte de la ceremonia de premiación en la que se le entregó al Prof. Ehrlich el H. P. Heineken Prize for Sciences que otorga la Royal Netherlands Academy of Arts and Sciences (25 de septiembre de 1998). El texto original (en inglés) fue tomado de la publicación electrónica Brian Food (www.dieoff.com/). Traducción de Raúl Marcó del Pont Lalli. El profesor Paul R. Ehrlich, es cofundador, junto con Peter H. Raven del campo de la coevolución y ha llevado a cabo estudios de largo plazo sobre la estructura, la dinámica y la genética de las poblaciones de mariposas. Es conocido mundialmente por sus polémicos trabajos sobre crecimiento poblacional. Autor de medio centenar de libros, aquí nos presenta una interesante revisión del papel del consumo y la dinámica demográfica y destaca algunas líneas de trabajo (actuales y futuras) con respecto al uso y cuidado de nuestros recursos.

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  • El desarrollo reciente de las ciencias ambientales* Paul R. Ehrlich** * Este texto fue parte de la ceremonia de premiación en la que se le entregó al Prof. Ehrlich el H. P. Heineken Prize for Sciences que otorga la Royal Netherlands Academy of Arts and Sciences (25 de septiembre de 1998). El texto original (en inglés) fue tomado de la publicación electrónica Brian Food (www.dieoff.com/). Traducción de Raúl Marcó del Pont Lalli. El profesor Paul R. Ehrlich, es cofundador, junto con Peter H. Raven del campo de la coevolución y ha llevado a cabo estudios de largo plazo sobre la estructura, la dinámica y la genética de las poblaciones de mariposas. Es conocido mundialmente por sus polémicos trabajos sobre crecimiento poblacional. Autor de medio centenar de libros, aquí nos presenta una interesante revisión del papel del consumo y la dinámica demográfica y destaca algunas líneas de trabajo (actuales y futuras) con respecto al uso y cuidado de nuestros recursos.

  • La década pasada resultó crítica para las ciencias del ambiente en tres áreas en transformación: el aumento continuo en la escala de las empresas, qué le está sucediendo a la biósfera como resultado de este crecimiento, y cómo la comunidad científica hace frente a los problemas que implican lograr la sustentabilidad. Como resultado este ha sido un periodo de emociones y frustraciones para ecologistas como yo. En este breve trabajo deseo abordar cada una de estas áreas. La escala de las empresas, medidas por el uso de energía, ha aumentado 20 veces desde 1850.1 El impacto ambiental (I) de esta escala puede observarse en términos de I= Identidad PAT, en donde P es el tamaño de la población, A es la Abundancia (o el consumo) y T la medida de qué tan dañinos resultan para el ambiente las Tecnologías y las Instituciones económicas, sociales y políticas que se relacionan con los servicios al consumo.2 Debido a que los factores A y T son muy difíciles de entresacar de las estadísticas disponibles, es costumbre sustituir el consumo per cápita de energía por A x T en la identidad. En la década anterior, la escala de las empresas aumentó en cerca del 5%, sin considerar un desarrollo positivo en los factores que afectan esta escala. Este desarrollo ha ido acompañado con una baja significativa en las tasas de fertilidad en muchas naciones del mundo. Por ejemplo, en 1988 la población mundial alcanzó los 5.13 mil millones con una tasa de crecimiento global de 1,7%, una tasa de fertilidad global (TFG)3 de 3.6. Para mediados de 1998 la población había llegado a 5.93 mil millones pero la tasa se había reducido a 1.4% y la TFG a 2.9. Más importante aún, en los países ricos, donde el consumo excesivo de la población pone una enorme presión sobre los sistemas que sostienen la vida, el promedio de la TFG cayó de 1.9 a 1.6 y sus poblaciones han dejado, virtualmente, de crecer. Al mismo tiempo, la TFG del mundo en desarrollo (excluyendo a China) bajó de 4.9 a 3.8 —más de un niño por familia.4 Todo esto es un inicio en la dirección correcta, pero aún en el frente poblacional el mundo tiene mucho camino por recorrer. La reducción durante esta década del factor P simplemente corrió la fecha proyectada para que superemos los 8 mil millones de 2019 a 2024. Para contextualizar esto se debe recordar que las estimaciones sobre la capacidad de carga de la Tierra, tomando en cuenta suposiciones relativamente optimistas en torno a consumo, tecnologías y equidad (A x T) se encuentra muy cerca de los 20 mil millones.5 La población actual no se puede sostener hoy de los "intereses" que generan los ecosistemas naturales, pero está consumiendo su vasta oferta de capital natural —especialmente los suelos agrícolas profundos y ricos, el agua "fósil" del subsuelo y la biodiversidad— acumulada durante siglos y eones. En algunos sitios, los suelos, que se generan a una escala de centímetros por siglo están desapareciendo a tasas de centímetros por año. Algunos mantos acuíferos están siendo consumidos a docenas de veces sus tasas de recarga y estamos embarcados en el episodio de extinción más grande de los últimos 65 millones de años. A pesar de todo esto, la caída en las tasas vitales en Europa no ha sido causa de regocijo sino de vencidas entre quienes son ecológicamente analfabetas, pulseadas que han tenido eco en la prensa norteamericana.6 La última vez que los europeos sintieron pánico por la reducción demográfica fue durante la depresión de la década de 1930. Pero la expansión de la población europea no tiene precedentes: a pesar de las masivas migraciones al hemisferio occidental, la población de Europa se cuadruplicó entre 1750 y 1950. Inclusive desde la depresión, Europa ha añadido cerca de 75 millones de personas —más que toda la población de Gran Bretaña, Suecia y Dinamarca juntos. Finalmente el crecimiento se detuvo y ha iniciado un lento descenso —una razón para celebrar en este sobrepoblado continente. Esta reducción es particularmente alentadora en virtud de las extremadamente altas tasas de consumo y la enorme "huella ecológica"7 de las naciones europeas. Fuera de las estadísticas poblacionales, en el frente de A x T, la mayoría de las tendencia de la década anterior han sido negativas. El consumo en muchas naciones ricas continúa creciendo, muchas veces clasificado como "consumo excesivo" en comparación con los bienes materiales disponibles para el promedio de los seres humanos. El crecimiento población más serio se da en los Estados Unidos de Norteamérica, la tercera nación más poblada del planeta. Los E.U.A. aún tienen un crecimiento natural del 0.6% y una TFG del 2.0, y una tasa de crecimiento (gracias, en gran parte, a la migración) de más de 1%. Más importante todavía, cuentan con un muy alto nivel de consumo por persona —del orden de diez o treinta veces más que el de los habitantes de los países en desarrollo—. De esta forma, la suma de un individuo en los E.U.A., por nacimiento o

  • migración, es muchas veces más desastroso para el planeta que uno que suceda en Kenia o en Bangladesh. Sin tomar en cuenta esto, no hay signos de ninguna política oficial para limitar la población en la nación que, desde una perspectiva global, más lo necesita. Y en este país se requiere también un programa de control del consumo, que es inclusive más urgente.8 Por el contrario, la mayoría de los países desarrollados han reconocido sus problemas poblacionales y han tomado medidas para hacerles frente. Pero también en estos países el elemento A x T puede ser fuente de serios problemas. En los sectores ricos de las economías pobres, como la de China, los patrones de consumo convergen hacia los de las naciones desarrolladas. En China, por ejemplo, el aumento en el consumo de carne ha crecido en un 70% en el porcentaje de los granos totales disponibles para alimentar al ganado entre 1985-87 y 1995-97. China ha superado también a los E.U.A. en el consumo per cápita de puerco y huevos.10 En realidad, en casos especiales, las presiones generadas por países como este pueden a veces exceder los de Occidente y Japón. Hong Kong, por ejemplo, es el principal consumidor de productos del mar. Alrededor de 6,000,000 de habitantes devoran 300,000 toneladas de mariscos anuales (cerca de 50 kg por persona). Son en parte responsables de la destrucción de los arrecifes de coral en donde se dinamita y se pesca con cianuro. Existe una enorme demanda por peces vivos de las zonas coralinas —los chinos de Hong Kong mostrando su opulencia llegan a pagar hasta 1,000 dólares de ese país ($130 dólares norteamericanos) por un plato de labios de un durdo napolónico grande (un pez de zona de corales).11 Uno puede imaginarse fácilmente los impactos sobre los sistemas naturales con el incremento en la opulencia en subpoblaciones proporcionalmente pequeñas pero numéricamente grandes en China y en otros países en desarrollo. La difusión del patrón de consumo norteamericano es una amenaza global, y las perspectivas de inclusive mayores desigualdades en los niveles de vida no sólo entre naciones sino al interior de ellas presagia amenazas para el ambiente, que en muchos casos se beneficia conforme aumenta la igualdad.12 Hace treinta años, la urgencia por reducir y detener el crecimiento poblacional era el punto principal de la agenda de la comunidad científica ambiental. Hoy nos resulta patente que reducir el consumo puede ser una empresa aún más difícil. Y las limitaciones socioeconómicas y políticas vuelven muy complicado instaurar cambios en las mezclas de tecnologías que reduzcan la gran cantidad de químicos orgánicos sintéticos que imitan a las hormonas,13 pero fuerzas económicas como los productores de plástico y los consumidores se resisten poderosamente a esta reducción. De forma similar, el poder político de la industria del carbón en Australia mantiene a esta nación en el consumo de combustibles fósiles aunque se han dado demandas públicas fuertes por cambiar hacia tecnologías como la solar o alguna otra ambientalmente benigna con el fin de reducir el calentamiento global. Algo parecido podemos decir de los E.U.A. En verdad, el único éxito grande en el campo tecnológico en los últimos diez años fue la puesta en marcha del Protocolo de Montreal para limitar el uso de freones. Lograr esto fue relativamente sencillo ya que había una "pistola humeante" bajo la forma de un agujero en la capa de ozono y a que las relativamente pocas empresas involucradas podían obtener incluso mayores ganancias produciendo sustitutos de los clorofluorocarbonos. Limitar el flujo de gases de efecto invernadero provenientes del consumo de energía, la deforestación y la agricultura resultarán órdenes de magnitud más complejos. Pasemos ahora al segundo tema: qué sucede con la biósfera. ¿Qué podemos decir acerca del aumento durante la década pasada en nuestra comprensión de las consecuencias de la expansión de las empresas humanas? Tal vez lo más notable haya sido la creciente evidencia de un desorden climática antropogénico. El reporte presentado en 1995 por el comité científico del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) afirmó con cautela que el calentamiento medido durante los últimos cien años "no puede considerarse que tenga totalmente un origen natural...la revisión de evidencia siguiere que existe influencia humana discernible en el cambio climático."14 Dejando de lado la campaña en contra por parte de ciertos elementos de la industria y de un pequeño grupo de científicos disidentes,15 se ha vuelto cada vez más evidente que el IPCC está en lo correcto. Una sola pieza clave de evidencia científica que había sido considerada anómala, las observaciones de satélite que muestran un enfriamiento en la tropósfera, fue dejada de lado debido a fallas en la interpretación científica de los datos de los

  • satélites para explicar la constante disminución en la altura de los satélites causada por el atracción atmosférica. Cuando se hicieron las correcciones a esto, los datos de los satélites y los de superficie coincidieron. Y las autoridades científicas en materia de atmósfera escribieron: "hoy las tendencias en la superficie y en la tropósfera están los suficientemente claras de tal forma que el tema ya no debería ser si se está dando el cambio climático, sino a qué tasa".16 Por supuesto, hay muchos signos sospechosos de un cambio rápido en el clima mismo, provenientes tanto de una frecuencia creciente de eventos climáticos extremos en América del Norte17 como de un derretimiento generalizado en Alaska donde los glaciares se encuentran en una rápida retirada, los suelos permanente helados se están fundiendo y se presenta una amplia muerte de bosques, causada por las presiones a que dan lugar la interacción de los suelos helados que se convierten en pantanos y las nuevas y abundantes plagas que atacan a los de por sí ya debilitados árboles.18 Igualmente importante es la creciente documentación por parte de los biólogos, del grado en el que las actividades humanas modifican la biósfera —y la aceptación generalizada de que las influencias humanas alteran de manera creciente los ecosistemas.19 Por ejemplo, la humanidad ha casi duplicado la tasa anual de suma de nitrógeno al ciclo terrestre de este gas, creando problemas potenciales serios para la conservación de la fertilidad de los suelos, acelerando la pérdida de biodiversidad, contribuyendo a la deposición de ácidos y aumentando el efecto invernadero.20 Recientemente se calculó que la población mundial usa más de la mitad de las corrientes de agua dulce razonablemente accesibles;21 y alrededor del 43% de la superficie de la Tierra cubierta con vegetación ha perdido su capacidad para proporcionar algún tipo de beneficio a los pobladores humanos —en particular, se ha dado una reducción del 10% en su valor potencial— como resultado de las actividades humanas.22

    La última década también vio una pérdida acelerada de poblaciones y especies de otros organismos que proporcionaban servicios naturales cruciales para la sociedad, conforme las áreas naturales son ven cada vez más y más desplazadas por las actividades humanas. De esta forma, la destrucción de los bosques tropicales continúa en la mayor parte del mundo en desarrollo.23 En el mismo periodo, la destrucción de las pesquerías en los océanos ha llamado la atención pública, ya que los diferentes disponibilidades de especies son sobreexplotadas,24 y a veces, la infraestructura física/biológica que sostiene a las pesquerías es destruida. Existen señales cada más claras que la disposición de tóxicos en el planeta está causando serios efectos en la salud de la vida silvestre y de los seres humanos por la liberación de químicos orgánicos sintéticos que imitan hormonas, aunque mostrar la relación causal es difícil.25 Un servicio de los ecosistemas que es esencial para conservar la producción agrícola, como es la polinización,26 está comenzando a verse disminuida en muchas zonas. Tercero: ¿qué es lo nuevo que hacen los científicos? Sus actividades constituyen las mejores noticias fuera de la reducción en las tasas de nacimiento. Construyendo a partir de los avances de la ecología básica de los últimos cincuenta años, están logrando importantes avances en la comprensión de lo que significan las tendencias ambientales negativas, hallando formas de contrarrestarlas y ayudando a la humanidad a ir por el camino de la sustentabilidad. El ejemplo destacado es el progreso sustancial realizado en el análisis de la relación que existe entre pérdida de biodiversidad y la prestación de servicios ecosistémicos esenciales. De forma creciente, las investigaciones de ecólogos especialistas en comunidades como David Hooper, John Lawton, Sahid Naeem, David Tilman y Peter Votousek muestran que la estabilidad a largo plazo de estos servicios dependerá de conservar una mezcla de especies que produzca redundancia en cada uno de los múltiples papeles que los organismos juegan en los ecosistemas naturales y agrícolas.27 Otro avance ha sido el desarrollo, bajo el liderazgo del biólogo especialista en poblaciones Gretchen Daily, del nuevo ámbito de la biogeografía del campo que busca formas de conservar los elementos críticos de la biodiversidad en los paisajes dominados por el hombre. Este es un campo de importancia especial ya que como cada centímetro cúbico de biósfera ha sido alterado por la humanidad en grados diversos, y muchas áreas han sido modificadas de manera alarmante desde que la especie humana se convirtió en una fuerza ecológica significativa. Como resulta evidente que muy pocas partes del planeta podrán conservase relativamente intactas, se deben llevar a cabo esfuerzos especiales para cuidar los elementos críticos de la biodiversidad —no sólo las especies sino, tan importante como ello, poblaciones28 de otros organismos.

  • Tal vez lo más esperanzador de todo esto es la cada vez más amplia colaboración entre los economistas y los ecólogos en sus esfuerzos por encontrar instrumentos de política que ayuden a preservar el capital natural de la humanidad.29 Mientras podemos rastrear los esfuerzos pioneros en este campo por parte de Herman Daly, también laureado con el Heineken Prize, a principios de la década de 1960, los últimos diez años han sido testigos de una explosión en este campo. En la Universidad de Stanford seminarios semanales conjugan economistas y ecólogos (y también ingenieros, historiadores, miembros de las facultades de derecho y comercio, así como otros) para discutir las dimensiones ambientales de los dilemas humanos. Con frecuencia veo a estudiantes de postdoctorado junto con Larry Goulder del Departamento de economía de dicha universidad. El Beijer Institute of Ecological Economics ha tenido un programa muy activo de discusiones e investigaciones en esta área, y ha producido una gran serie de publicaciones importantes que conjunta ambas disciplinas.30 Y la Internation Society of Ecological Econmics ha crecido muchísmo después de comenzar a publicar su revista, Ecological Economics hace una década. Relacionado con esto hay una creciente conciencia entre mis colegas de que uno no puede depender del trabajo sólo con gobiernos para solucionar la creciente crisis ambiental. En su lugar el énfasis está orientándose a incluir a la comunidad de los empresarios en la pelea por alcanzar un desarrollo sostenible. Aunque hay mucho camino que recorrer en este sentido, existen signos alentadores como el programa Natural Step del Dr. Karl-Heinrick Robert, en Suecia, y los escritos de los empresarios Paul Hawken y Stephan Schmidheiny.31 Algunas empresas han mostrado que es posible hacer más dinero funcionando de una manera más apropiada ambientalmente que si se ignora el impacto que causa su operación sobre el medio. Un ejemplo notable es Interface, una compañía que (bajo el inspirado liderazgo de su director general, Ray Anderson) ofrece alfombras naturales de manera rentable. Cuando la alfombra está gastada, Interface la reemplaza y recicla completamente el material viejo en lugar de echarlo en un relleno sanitario. La compañía es increíblemente exitosa, obteniendo más de un millón de dólares al año. Con ejemplos como este otras compañías aprenderán que pueden hacerlo bien mientras hacen el bien. Sin embargo, es importante reconocer que convertir a los negocios en fuerzas poderosas para la calidad ambiental no resolverá nuestros dilemas si la escala de las empresas humanas siga creciendo. Lo que se requiere es involucrar a la gente en resolver los problemas locales y regionales y en fomentar que los gobiernos cooperen en la búsqueda de soluciones para los problemas globales. Los líderes empresariales tienen tanto grandes responsabilidades como enormes oportunidades en estas áreas —y cuentan con mucho conocimiento sobre cómo hacer que la teoría se vuelva práctica—. Ellos, sus hijos y sus nietos dependen de manera total como cualquier otra persona de los servicios que proporcionan los ecosistemas naturales. Dependen de estos sistemas para hacer el aire respirable, proporcionar agua dulce y prevenir inundaciones, disponer de forma adecuada los desechos, apoyar a las empresas agrícolas que viven de los suelos a nutrirlos generando y conservándolos y ofreciendo servicios de polinización y controles para no tener plagas. Y tal vez más que nadie, son expertos en el área crítica del consumo —y se hallan en una posición que ayuda a frenar el crecimiento en el uso de energía y del material involucrado en su producción—. Los cambios como comunicaciones electrónicas en lugar de los viajes y la sustitución de las fuentes de energía ambientalmente más benignas en lugar de las actuales consumidoras de combustibles fósiles, pueden ayudar, aunque aquí se requerirán también cambios en los estilos de vida y en las ambiciones humanas. La comunidad empresarial también cuenta con el poder para dirigirse hacia una transición con rumbo a la sociedad global sustentable —una con una menor población que cubra sus necesidades y sus lujos sustanciales. Urjo a los empresarios de toda partes a conocer la situación ambiental actual y a aceptar el desafío. Y a los científicos, políticos y a los ciudadanos comunes a que hagan lo mismo. Nada menos que el destino de la civilización humana es lo que está en juego. Notas 1. J. P. Holdrin, 1991, Population and the energy problem. Population and Environment 12: 231-235, y comunicación personal (1998).

  • 2. J. Holdrin y P. Ehrlich, 1974, Human population and the global environment, American Scientist 62: 282-292; P. Ehrlich y A. Ehrlich, 1990, The Population Explosion, Simon and Schuster, Now York. 3. Roughly the average completed family size. 4. estadísticas demográficas tomadas de Population Reference Bureau, World Population Data Sheet, 1988 y 1998. 5. G. C. Daily, A. H, Ehrlich, y A. Ehrlich, 1994, Optimum human population size. Population and Environment 15: 469-475. 6. El 10 de julio de 1998 apareción en el New York Times un margo e incompleto artículo titulado "Population Implosion Worries a Graying Europe." Charles Krauthammer continuó en el Washington Post con otra de sus columnas, exquisitamente ignorantes en lo que respecta al medio ambiente, con el mismo tema general (17 de julio). Su encabezado lo dice todo: "Salvada la tasa de fertilidad de los EUA por los inmigrantes hoy está apenas a niveles de reemplazo" 7. M. Wackernagel y W. Rees, 1996, Our Ecological Footprint: Reducing Human Impact on Earth. New Society Publishers, Gabriola Island BC. 8. P.R. Ehrlich, et al., 1997, No middle way on the environment, The Atlantic Monthly 280 (6): 98-104. 9. World Resources Institute, 1998, World Resources 1998-99, Oxford University Press, Oxford. 10. L. R. Brown, 1998, The future of growth. En L.R. Brown, et al., State of the World, 1998, W.W. Norton, New York. 11. C. Safina, 1997, Song for the Blue Ocean. Henry Holt and Company, New York. 12. G. Daily y P. Ehrlich, 1996. Socioeconomic equity, sustainability, and Earth's carrying capacity, Ecological Applications 6(4): 991-1001. 13. Un constante flujo de información ha vuelto aún más pertinente que nunca la alerta (warning) de 1996 de T. Colborn, D. Dumanoski, y J.P. Myers en Our Stolen Future, Dutton, New York. 14. Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC) 1996. Climate Change 1995, Summary for Policymakers, Working Group I, pp. 10-11 15. Aunque se ha dado un poco de debate científico genuino, la mayor parte de esta campaña ha sido de una total desinformación (véase P. Ehrlich y A. Ehrlich, 1996, Betrayal of Science and Reason: How Anti-environmental Rhetoric Threatens Our Future, Island Press, Washington, D.C.; R. Gelbspan, 1997, The Heat is On: The High Stakes Battle over Earth's Threatened Climate, Addison-Wesley, Reading, MA. The most recent incident involved the circulation fake reprint designed to look like an article that had been published in the Proceedings of the National Academy of Sciences, U.S.A. 16. J. Hansen, M. Sato, R. Ruedy, A. Lacis, y J. Glascoe, 1998, Global climate data and models: a reconciliation. Science 81: 930-932. 17. T.R. Karl y R.W. Knight, 1998, Secular trends of precipitation amount, frequency, and intensity in the USA. Bulletin of the American Meteorological Society 79: 231-242. 18. W. Stevens, 1998, As Alaska reeks,' scientists consider the reasons why. New York Times, 18 de agosto. 19. P. Vitousek, et al., 1997. Human domination of Earth's ecosystems. Science 277: 494-499. 20. P. Vitousek, H. Mooney, J. Lubchenco, y J. Melillo, 1997. Human alteration of the global nitrogen cycle: sources and consequence. Ecological Applications 7: 737-750 21. S. Postel, G. Daily, y P. Ehrlich, 1996. Human appropriation of renewable freshwater. Science 271: 785-788. 22. G. Daily, 1995. Restoring value to the world's degraded lands. Science 269: 350-3.54. 23. N. Myers, 1996. The world's forests: problems and potentials. Environmental Conservation 23: 156-168. 24. D. Pauly, 1998. Fishing down marine food webs. Science 279: 860-863. 25. Por ejemplo, J. Toppari, et al., Male reproductive health and environmental xenoestrogens, Environmental Perspectives 104 (supl. 4): 741-803. 26. Por ejemplo, Buckmann and O. Nabhah, 1996, The Forgotten Pollinators, Island Press, Washington, D.C.; G. Nabhan y S. Buchmann, 1997, Services provided by pollinators. En O. Daily (ed.), Nature's Services, Island Press, Washington, DC, pp. 133-150.

  • 27 para un resumen popular, véase Bob Holmes, 1998, Life support, New Scientist, 15 de agosto, pp. 30-34. 28. Ehrlich y G. Dally, 1993, Population extinction and saving biodiversity, Ambio 22: 2-3; J. Hughes, G. Daily, y P. Ehrlich, 1997, Population diversity: its extent and extinction, Science 278:689-692. 29. P. Ehrlich, 1997, World of Wounds: Ecologists and the Human Dilemma, Ecology Institute, Oldendorf/Luhe, Germany, capítulo 5. 30. Por ejemplo, K. Arrow, et al., 1995, Economic growth, canting capacity, and the environment, Science 268:520-52l. 31. P. Hawken, 1993, The Ecology of Commerce: A Declaration of Sustainability. HarperCollins, New York; S. Schmidheiny, 1992, Changing Course: A Global Perspective on Development and the Environment, MIT Press, Cambridge, MA.

  • Estrategias para la conservación de áreas naturales protegidas en el estado de Oaxaca Salvador Anta Fonseca* con la colaboración de: Ignacio Piña Espallargas, Gustavo Sánchez

    Benítez, Felipe García Ramírez, Rocío Gutiérrez Bailón y Aurelio Sánchez García.

    * Delegado de la SEMARNAP en el estado e Oaxaca. Sabinos # 402, Col Reforma, C.P. 68050, Oaxaca, Oaxaca. Teléfonos: (01 951) 5 00 19, (01 951) 5 01 20. Fax: (01 951) 5 27 19. Correo electrónico: [email protected]

    Los autores realizan una análisis crítico de la política de conservación vía áreas naturales protegidas y una revaloración de los procesos de cuidado de los recursos que parten de propuestas y compromisos de grupos campesinos. También presentan algunas consideraciones y propuestas sobre cómo aprovechar e impulsar iniciativas comunitarias en este sentido.

  • Introducción La conservación y el aprovechamiento sustentable de los recursos naturales son una prioridad impostergable para las sociedades de este fin de milenio, que toman conciencia de las graves consecuencias del deterioro ecológico generado y lo que esto implica, tanto para la supervivencia de las especies vegetales y animales como para la suya propia. Cada vez hay mayor claridad en distintos sectores, instituciones, comunidades y organizaciones sociales, sobre la necesidad de dedicar importantes espacios naturales a la conservación, a fin de preservar ecosistemas que destacan por los servicios ambientales que prestan en la regulación climática y del ciclo hidrológico, así como por sus características estéticas o rareza, por encontrarse amenazados o considerarse necesarios para la investigación científica. Más que una alternativa la conservación es hoy una necesidad para resguardar el entorno de la humanidad, los espacios naturales que hacen posible la vida. No obstante, a pesar de que a nivel internacional y particularmente en nuestro país existe una política oficial para la conservación de áreas naturales, su instrumentación y marco jurídico no siempre han servido para cumplir sus propósitos primarios. Incluso existen áreas naturales oficialmente protegidas que destacan por su creciente deterioro debido al abandono institucional. El problema se agudiza cuando en las áreas decretadas existen poblaciones establecidas o que se han ido asentando al paso del tiempo. Entonces la conservación y el aprovechamiento de los recursos naturales se convierten en dos procesos que muchas veces entran en contradicción, colocando en un extremo a la naturaleza y en el otro las necesidades humanas y los intereses económico-sociales. Frente a esta situación, es necesario encontrar estrategias de conservación articuladas a procesos de donde Oaxaca ocupa un lugar destacado por la biodiversidad y la problemática social que concentra. Por ello, los objetivos centrales de este trabajo son presentar —además de un diagnóstico de la biodiversidad de Oaxaca y de sus procesos de deterioro ambiental—, una visión crítica de la política de conservación a través de las áreas naturales protegidas (ANP), así como una valoración de la importancia de los procesos de conservación que han emanado de comunidades campesinas de la entidad, demostrando que cuando la conservación tiene un objetivo social, el aprovechamiento de los recursos no resulta antagónico. Finalmente, se hacen aquí algunas consideraciones y propuestas sobre cómo aprovechar e impulsar las iniciativas comunitarias, enriqueciendo y adecuando la política que sugiere el Programa de Áreas Naturales Protegidas de México 1995-2000. I. Diagnóstico de la biodiversidad del estado Oaxaca tiene una superficie de 95,364 km2, y en ella se presentan las siguientes zonas ecológicas: trópico húmedo (44.4%), trópico subhúmedo (35.5%) y templado (20 %). Es uno de los estados de la República biológicamente más diversos, lo que se refleja en la gran cantidad de comunidades vegetales, que van desde el matorral xerófilo hasta la selva alta perennifolia, pasando por bosques tropicales y templados-fríos. La mayor parte de estos ecosistemas —a pesar de su actual ritmo de deforestación— se encuentra relativamente bien conservada. El Inventario Nacional Forestal (INF) de 1994, indica que Oaxaca ocupa el tercer lugar nacional con mayor superficie arbolada, totalizando 5,105,020 ha de bosques y selvas. Los tipos de bosque predominantes en la entidad son los de coníferas y encinos, seguidos en extensión por los tropicales caducifolios y perennifolios (ver gráfica).

    Tipos de bosques predominantes en Oaxaca

  • 37%32%

    16% 15%

    Conif y Enc Trop caduc Trop pere Otros

    Fuente: Inventario Nacional Forestal, 1994. México. Destacan por su extensión y continuidad los bosques de coníferas y mesófilos de la Sierra Norte y Sur, la selva húmeda de los Chimalapas y la Chinantla, los matorrales y selvas secas de Cuicatlán y las selvas caducifolias de Huatulco-Zimatán. Las condiciones naturales que derivan de su localización geográfica y de su historia geológica hacen que el estado registre una gran cantidad de endemismos, tanto vegetales como animales e incluso la presencia de sistemas ecológicos únicos y relictuales, como los bosques de Enegelhardtia (Oreomunnea mexicana), en la Sierra Norte. La diversidad de tipos de vegetación lleva consigo una amplia riqueza florística y faunística, como se puede apreciar en el siguiente cuadro.

    Descripción Cantidad % del total nacional Plantas superiores Mamíferos Aves Reptiles Anfibios

    9 mil especies 264 especies y subespecies 701 especies Más de 467 especies 100 especies

    50 40 63 26 35

    Lo anterior sin considerar la cantidad incalculable de especies de invertebrados y plantas inferiores. Por otra parte, Oaxaca es también el estado más diverso en endemismos de vertebrados terrestres, con 536 especies endémicas de Mesoamérica, de las cuales 241 son endémicas del país y 83 del estado. En lo que respecta a peces de agua dulce (23% del total nacional), cuatro de las cuencas hidrográficas concentran un alto número de endemismos. Por otra parte, en el estado habitan poco más de tres millones de personas distribuidas en 570 municipios. La población rural representa el 60.5 % del total, y de ese sector, los indígenas (16 grupos étnicos) constituyen el 87%, esto es, a nivel estatal conforman el 52.7% de los habitantes de Oaxaca. En la entidad existe una alta diversidad étnica y cultural, asociada a una gran variedad de formas de uso de los recursos forestales, pesqueros, faunísticos y florísticos. Sin embargo, presenta elevados índices de pobreza y marginación (75% de los municipios están catalogados como de alta marginalidad). Cabe señalar que poco más de la mitad de la población económicamente activa se dedica a las actividades primarias, lo que significa que uno de cada dos habitantes hace uso directo de los recursos naturales. Así, a la vez que Oaxaca es un estado rico en biodiversidad y culturas, es debido al nivel de vida de su población, uno de los más pobres de México. II. Diagnóstico sobre el deterioro y sus procesos Otra de las grandes paradojas de Oaxaca es que mientras destaca como una de las entidades con mayor biodiversidad del país, registra un alto ritmo de deterioro de sus recursos naturales. Según el INF (1994), Oaxaca ocupa el segundo lugar con mayor superficie de terrenos forestales que requieren un trabajo intensivo de restauración (2`376,290 Ha.), toda vez que el ritmo de destrucción de sus recursos naturales es muy alto; baste indicar que aproximadamente el 50% de

  • su territorio sufre algún grado de perturbación, lo que ha repercutido negativamente en las condiciones de vida de importantes sectores de la población. Si bien la misma fuente indica que poco más de 5 millones de hectáreas están arboladas, la contraparte es que hay una pérdida anual de 30 mil hectáreas de bosque y una severa erosión en el 20% de su territorio. Ya a principios de la década pasada se calculaba que el suelo había desaparecido completamente en el 30% de la superficie estatal, haciendo de Oaxaca la entidad más destruida por la erosión. Entre los factores que han ocasionado la deforestación y el impacto en la fauna silvestre en el estado se pueden identificar los siguientes: cambio en el uso del suelo (ya sea para la agricultura o pecuario), incendios forestales, tala ilegal, plagas y enfermedades. Por otra parte, la contaminación de acuíferos provocada por descargas industriales, agropecuarias y domésticas, contribuyen también a la disminución de rendimientos agrícolas, al incremento de plagas y enfermedades y a la reducción de poblaciones biológicas, económicamente importantes para los productores forestales y pesqueros. III. Estrategias para la conservación A) Manejo de ANP y UMA No obstante que el estado de Oaxaca presenta una gran diversidad ecológica e importantes extensiones de ecosistemas aún en buen estado de conservación, la superficie destinada a protección formal a través del establecimiento de áreas naturales protegidas (ANP) y Unidades de Conservación, Manejo y Aprovechamiento Sustentable de la Vida Silvestre (UMAS) es reducida, significando la suma de ellas el 4.5% del territorio estatal, como se aprecia en la siguiente tabla.

    Área protegida Superficie (has) (has)

    Año de decreto Parque nacional Lagunas de Chacahua Parque nacional Benito Juárez Playa de Chacahua Playa Escobilla Play Parque nacional Huatulco Reserva de la biósfera Tehuacán-Cuicatlán Monumento natural Yagul Uma Jalapa del Marqués Uma Ixhaután Uma Magdalena Tequisistlán Uma Jalapa del Marqués Uma Tonalá Uma Ecosta Yu Tu Cuii Uma Santa María Chimalapas

    14,187 2,737

    87 75

    11,890 296,272

    1,076 64,176

    30 30,848 64,176 3,000

    5 2

    Julio de 1937 Diciembre de1937

    1986 1986

    Julio de 1998 Septiembre 1998 Octubre de 1998

    Septiembre de 1998 Septiembre de 1998 Noviembre de 1998 Septiembre de 1998

    Octubre de 1998 Marzo de 1999 Marzo de 1998

    T o t a l 424,385 Por su parte, los parques nacionales de Chacahua y Benito Juárez, ambos sufren graves problemas de tenencia de la tierra, explotación desmedida de sus recursos naturales, deficiencia crónica de recursos económicos para su manejo y agudos problemas sociales, fenómenos que hacen imprescindible una evaluación de esos espacios para proponer medidas que los conviertan en elementos verdaderamente útiles dentro de un sistema estatal de áreas protegidas. A poco más de 60 años de haberse decretado esos parques, no han cumplido su función como ANP. destaca Chacahua, que concentra una población cercana a los tres mil habitantes, cinco

  • comunidades internas y otras tantas periféricas que hacen uso de los recursos de ese espacio. El abandono institucional, la carencia de un plan de manejo, insuficientes recursos humanos y financieros, así como intereses de grupos caciquiles de la región y la pobreza, entre otros elementos, han contribuido a mostrar la ineficiencia actual de la figura del parque nacional en este caso, cuya normatividad vigente constituye una traba para tratar de detener el deterioro de los recursos naturales. Pese a todo lo anterior, la actual gestión de la Delegación Federal de Semarnap en Oaxaca, con el apoyo del Instituto Nacional de Ecología, está haciendo importantes esfuerzos para que los habitantes de dicho Parque desarrollen sus propios procesos de organización social y productiva, conciente además de que si no mejoran sus condiciones de vida, difícilmente se va a contener la dinámica del grave deterioro de los recursos naturales. Actualmente, en Chacahua existe un Director y una plantilla básica de personal y está en proceso de elaboración el Programa de Manejo; se impulsan diferentes actividades orientadas al aprovechamiento sustentable de los recursos naturales entre la población; y se ha elaborado un programa de trabajo que permitirá constituir el Consejo Técnico Asesor y el Consejo de Representantes del Parque, en el marco de un amplio proyecto de coordinación interinstitucional en los tres niveles de gobierno y con organizaciones e instituciones académicas, de investigación y capacitación. B) Procesos recientes de conservación formal Recientemente se decretaron a nivel federal dos nuevas ANP en Oaxaca, la Reserva de la Biósfera Cuicatlán-Tehuacán y el Parque Nacional Huatulco. De la primera, además de la biodiversidad que representan las casi 260 mil hectáreas de la parte oaxaqueña (junto con la poblana suman casi 500 mil), hay una riqueza cultural en los 31 municipios que la conforman, donde el factor étnico le impone características muy particulares. La Reserva de la Biósfera es una figura que considera la necesidad de impulsar el desarrollo integral de la misma, esto es, la conservación de los recursos naturales y su aprovechamiento racional por las comunidades que los poseen. La Reserva cuenta con un director y un equipo de trabajo, además de gastos de operación. Se conformaron además, el Comité Técnico Científico de la Reserva y la Fundación Cuicatlán, organismo integrado por empresarios que aportan recursos para apoyar iniciativas de conservación y desarrollo comunitario. Aunado a ello se está elaborando el Programa de Manejo del área. No obstante estos avances, es importante señalar que inicialmente el proceso de construcción del decreto fue accidentado, con poca participación social en la definición del espacio, ya que solamente se consultó a las autoridades municipales y no se hizo lo mismo con las autoridades agrarias, y además se tuvieron algunas decisiones erráticas de la parte oficial en el diseño y trazo de la poligonal, ya que en sus inicios existió poca intervención de grupos académicos y de investigación. La otra ANP decetada fue Huatulco, bajo la figura de parque nacional, con aproximadamente 12 mil ha de las cuales 7 mil son selvas bajas y medianas caducifolias y 5 mil son marinas, que protegen zonas importantes de bancos de coral. En este caso se tienen avances en la fase de ordenamiento territorial del municipio y del Parque Nacional, y se encuentra en proceso la conformación de un grupo operativo interinstitucional que ordene y dinamice el proceso de gestión, investigación y concertación tanto en el Parque como en las áreas comunales de conservación que están proponiendo los comuneros de Santa María Huatulco. Para ello se recurrió tanto a las organizaciones no gubernamentales que tienen trabajo en la región, como a las organizaciones sociales, políticas y económicas con intereses específicos en el área. Por otra parte, a pesar de que el INE ha destinado recursos para la elaboración del Programa de Manejo en 1999, y se espera contar muy pronto con el Director del Parque Nacional, éste padecerá la falta de personal y recursos suficientes que le permitan operar con la eficiencia que se requiere. No obstante, tanto la Delegación, como el INE están viendo la manera de resolver ese problema.

  • A pesar de que en el proceso de constitución de estas dos nuevas áreas se trató de evitar caer en vicios recurrentes, autoritarismos, decisiones centralistas y errores del pasado, estos no todos fueron superados y todavía hay elementos que le restan efectividad a los esfuerzos que hacen en este sentido. Tal es el caso de la normatividad en lo que se refiere a la figura de parque nacional, que impide el aprovechamiento de los recursos naturales terrestres por los habitantes de éste o por las comunidades vecinas, cuestión que es motivo de malestar entre aquellos que aprovechan esos espacios desde hace muchos años. Otro problema, como ya se mencionó, es la insuficiencia de recursos humanos, materiales y financieros para impulsar las acciones necesarias que hacen que las áreas funcionen adecuadamente. Por otra parte, las Unidades de Conservación, Manejo y Aprovechamiento Sustentable de la Vida Sivestre, (UMA) son una forma de ordenamiento microterritorial que permite, además la diversificación en la producción, la obtención de satisfactores, servicios, etc., a partir de los recursos de vida silvestre, sin ocasionar daños al medio ambiente. En ellas se realizan actividades de reproducción y crianza de animales y plantas, con métodos que permiten su fácil propagación y aprovechamiento. Estas, pueden tener diversos fines: cinegético, comercial, turístico, de investigación o ser destinadas sólo a la conservación. Las UMAS, son un instrumento de política ambiental que en Oaxaca (y en general en el sureste mexicano) apenas están empezando a impulsarse formalmente, con logros de cierta importancia, que las hacen ver como una alternativa para muchas comunidades que pretenden conservar y aprovechar los recursos de la vida silvestre. Actualmente, la superficie protegida bajo este esquema en el estado suma 98,054 ha, dedicadas esencialmente a la conservación y aprovechamiento de aves canoras y de ornato y venado cola blanca. Además se está en proceso de constituir, consolidar y registrar otras UMA de jabalí de collar, emú, iguana verde y negra, mariposas, ranas, venado cola blanca, aves, cocodrilos y pita, entre otras. C) Fortalecimiento del SECAN Con el interés de promover un foro de participación de todos los sectores y agentes involucrados en la conservación de Oaxaca, la Delegación Federal de Semarnap junto con el gobierno del estado y organizaciones no gubernamentales y académicas, participan e impulsan el Consejo Consultivo del Sistema Estatal para la Conservación de Areas Naturales (C.C-SECAN), en el que se busca establecer la discusión y el diseño de líneas de acción para cuadyuvar en la conservación de las ANP, así como para impulsar las iniciativas locales y regionales definidas por las comunidades y sus instancias de deliberación y decisión. Se trata de que el C.C-SECAN se convierta a su vez en un espacio de interlocución con las autoridades municipales y comunales de las ANP existentes, de las zonas en proceso de constituirse como tales y de aquellos lugares donde se necesita el apoyo de las instituciones dedicadas a la conservación, para fortalecer los esfuerzos de protección y aprovechamiento sustentable de los recursos naturales.

  • S I S T E M A E S T A T A L D E C O N S E R V A C I O N D E E S P A C I O S N A T U R A L E S

    S E C E N

    S E M A R N A P

    I E E

    O N G ´ sG P O S .

    A C A D E M I C O S

    A U T O R I D A D E SM U N I C I P A L E S ,C O M U N A L E S Y

    E J I D A L E S

    P O B L A C I O N E S

    D) Fortalecimiento de iniciativas locales para la conservación de ANP Más que a políticas oficiales específicas de protección, la conservación de los recursos naturales en Oaxaca se ha debido a su aislamiento geográfico, a limitaciones tecnológicas para su explotación y, sobre todo, a la resistencia cultural de diversos grupos étnicos, que han registrado importantes avances en el aprovechamiento sustentable de su entorno. En Oaxaca es posible observar una cantidad significativa de superficie en buen estado de conservación. En este contexto cabe destacar las diversas modalidades que se han desarrollado en las comunidades campesinas e indígenas para la conservación de los ecosistemas y la protección de la biodiversidad. 1. Empresas comunales de aprovechamiento forestal Una de las modalidades de conservación es la superficie forestal bajo manejo, que en el estado totaliza 536 mil ha de bosques de pino y pino-encino, principalmente, y donde a través de los programas de manejo se intenta conservar la cubierta boscosa. Ejemplo de lo anterior son las comunidades forestales que destinan parte de la superficie bajo manejo a la conservación. Entre las experiencias que destacan en la Sierras Norte y Sur, así como en las regiones de la Costa, Istmo y Valles Centrales, están alrededor de 50 comunidades forestales que por esta vía tienen protegidas 67, 916 ha. Cabe destacar que el 90% de los bosques del estado es propiedad de comunidades indígenas. De las 274 comunidades campesinas que poseen bosques, el 46% los aprovecha comercialmente, y de éstas, 30 cuentan con su propia empresa forestal, por lo que están catalogadas como de primer nivel por sus excelentes resultados silvícolas y económicos. De la superficie bajo manejo, (505 mil m3 rta) se aprovechan anualmente 20 mil Ha. y es importante señalar que de esa actividad dependen anualmente cerca de 133 mil habitantes de los grupos zapoteco, mixteco, chinanteco, chatino, zoque y mixe. Las comunidades forestales generan alrededor de $175 millones de pesos anuales por la venta de productos del sector, de los que el 98% proviene de los maderables. El manejo forestal de este tipo de comunidades permite realizar un aprovechamiento sostenible. Las tasas de explotación se encuentran, por lo general, abajo de los límites autorizados. El aprovechamiento se efectúa con base en estudios de ordenamiento forestal que determinan áreas de corta, de protección de acuíferos, de flora y fauna, regeneración del bosque, restauración, etc. Además, algunas organizaciones forestales de primer nivel comienzan a desarrollar actividades de diversificación productiva, como el aprovechamiento de recursos no maderables, de fauna silvestre, agroforestería, ecoturismo, etcétera.

  • Por ejemplo, las comunidades agrupadas en la UZACHI, han tenido la posibilidad de decretar su ordenamiento forestal en cuatro comunidades e iniciado la exploración de alternativas no convencionales de uso del bosque como el pago por captura de carbono y la certificación del buen manejo del bosque en casi 20 mil ha. Las ocho comunidades que integran Pueblos Mancomunados elaboraron su Programa de Desarrollo Municipal 1996-2000, en el que sobresale la necesidad de diversificar sus actividades productivas, hacer más eficiente su manejo forestal, promover programas de ecoturismo, preservar sus cuencas e impulsar un centro de capacitación forestal para productores. Otro caso es el de San Pedro el Alto, donde la comunidad ha desarrollado un programa de formación de promotores forestales comunitarios, un diplomado de manejo forestal comunitario, y actividades de educación forestal y ambiental con niños de primaria. 2. Reservas Comunitarias Otra modalidad que se ha promovido es la llamada Reserva Comunitaria, que actualmente se debate en los Chimalapas, Mazunte, y en la Sierra de San Felipe, Oax. Esta propuesta implica contar con la decisión de las comunidades para destinar áreas naturales a la conservación, administración y manejo, reguladas a través de sus estatutos y asambleas. En el caso de los Chimalapas, se trata de una superficie comunal zoque de 460 mil ha con selva alta perennifolia, mediana, bosques mesófilos, y de pino y encino, que poseen una extraordinaria biodiversidad de importancia mundial y que por decisión de asamblea están segregadas 14 mil ha de selva en Santa María Chimalapas. En Mazunte son 4,400 ha de selvas bajas, medianas y manglares aún en proceso de recuperación después de los daños ocasionados por el huracán Paulina. En la comunidad chatina de Cuixtla, las autoridades decidieron adquirir los terrenos de la laguna de Manialtepec con una importante franja de manglares, para destinarlos como reserva ecológica, mientras que las autoridades de Yosocuta en la mixteca, han establecido medidas similares para proteger los alrededores de la presa del mismo nombre. También en esa región, en el municipio de Santo Domingo Tonalá, se ha impulsado la creación de una UMA para el aprovechamiento de venado cola blanca y jabalí de collar, con el objetivo de que se reproduzcan, crezcan y puedan servir para el repoblamiento de otras zonas de la región (la superficie bajo manejo representa 3 mil ha). En Santa María Huatulco, de conformidad con el ordenamiento comunal, se encuentran en proceso los mecanismos de protección de 10 mil ha, de selvas caducifolias y medianas subperennifolias. 3. Areas simbólicas Otra modalidad comunitaria de conservación son los lugares y sitios simbólicos donde prácticamente se encuentran restringidas las actividades productivas y con ello se permite la conservación de la vegetación. Este es el caso del Cerro Rabón en la mazateca con amplias superficies de selvas húmedas y bosques mesófilos (11,500 ha); el Giengola en la región zapoteca del Istmo con áreas importantes de selvas bajas y medianas caducifolias y un número importante de endemismos. Destaca también el Cerro Huatulco con 2,700 ha. 4. Las Reservas Celulares Es importante señalar la propuesta de las comunidades de Santa Rosa de Lima en la costa oaxaqueña, quienes con apoyo de la asociación civil Ecosta Yutu Cuii promueven el establecimiento de lo que denominan Reservas Celulares y que en términos generales se refiere al intento de conservar áreas de vegetación secundaria, propiedad de ejidatarios, pequeños propietarios y comuneros, con el fin de contar con zonas de extracción de recursos florísticos y faunísticos bajo métodos racionales de aprovechamiento y establecer algunos corredores biológicos. Este trabajo se desarrolla desde 1994 en el municipio de San Pedro Tututepec.

  • Actualmente cuenta con la participación de 33 comuneros y la suma de superficies es cercana a las 300 ha. 5. Conservación bajo cafetales Resulta también relevante para la conservación, la superficie bajo manejo cafetalero, que en el estado se estima en 80 mil Ha y de la cual dependen 68 mil pequeños productores. La mayoría de los cafetales ha mantenido el dosel de la vegetación original, que en lo general se trata de selvas altas, medianas y bosques mesófilos. Especialmente los cafetales indígenas chinantecos, zapotecos y chatinos son altamente diversos por lo que resultan de suma importancia como hábitat de especies epífitas y de fauna silvestre. En la Sierra Norte, la Unión de Organizaciones de la Sierra de Juárez (UNOSJO), con más de 8 mil 500 socios, principalmente zapotecos de 50 municipios, promueve proyectos encaminados a la reconversión de sus cafetales hacia el manejo orgánico, la protección del bosque mesófilo y el desarrollo de prácticas de manejo agrícola sustentable para zonas de ladera. Las comunidades agrupadas en la Unión de Comunidades Indígenas 100 Años de Soledad impulsan el cultivo de café orgánico bajo técnicas de agroecología en 2,842 ha, logrando que ese método se convierta en el principal factor de conservación de cuencas. Además obtienen un sobreprecio por kg al estar certificados sus cafetales como áreas de protección para aves migratorias. Son igualmente interesantes los esfuerzos de la UCIRI, con 2,500 socios zapotecos, mixes y chontales de 18 municipios, que promueve el cultivo orgánico de café y la conservación de ecosistemas primarios asociados a éste. IV. Perspectivas de la conservación en Oaxaca Como se pudo apreciar en la presentación de este trabajo, la conservación de áreas naturales en Oaxaca no se circunscribe tan sólo a la instrumentación de decretos provenientes del gobierno, ni estos aseguran en su totalidad la protección de los ecosistemas y elementos que se busca proteger con las declaratorias formales. Los casos reseñados muestran que la conservación de espacios naturales puede surgir a partir de otras disposiciones normativas en el manejo de los recursos naturales como son los Programas de Manejo Forestal, el establecimiento de Estatutos Comunitarios o Reglamentos Agrarios y de estrategias productivas como la cafeticultura tradicional, el manejo de la vegetación secundaria, el ecoturismo e incluso, de concepciones simbólicas de las comunidades campesinas e indígenas que favorecen la conservación de importantes zonas naturales. Baste señalar que la suma de la superficie forestal protegida por medio de iniciativas comunitarias (67,916 ha), así como otros ejemplos de conservación no formales (47,742 ha) que citamos antes, totalizan poco más de 115 mil hectáreas, lo cual representa el 32% del total de la superficie protegida a través de instrumentos formales (ANP, UMA, etc). Por ello es necesario ampliar la actual visión y práctica de la conservación de áreas naturales, que centra su atención en los instrumentos jurídicos de declaratorias y decretos. Sin que esto signifique negar los importantes avances que se han logrado en nuestro país, en la conservación de amplias áreas y ecosistemas a través de los instrumentos formales. Sin embargo, ahora más que nunca se requiere desterrar vicios que aún subsisten (la definición central y vertical de los límites, áreas, estrategias y modelos de conservación). Se trata de aprovechar las ventajas de las declaratorias y decretos para conservar áreas extensas y estratégicas para el desarrollo de las regiones, de los estados y del país, ya que a través de las estrategias locales de conservación es difícil lograr este tipo de extensiones. Por otro lado, resulta conveniente incentivar y promover este tipo de iniciativas locales, donde los objetivos de preservación por lo común se encuentran ligados a proyectos definidos a través de mecanismos propios de consulta y de decisión entre comunidades, municipios u organizaciones sociales, lo que frecuentemente ha permitido garantizar la protección de los recursos naturales.

  • Se trata entonces de establecer Proyectos y Programas de Conservación de Espacios Naturales que surjan de verdaderos consensos y de necesidades sentidas en las regiones y estados, que a su vez apuntalen la estrategia y política nacional de conservación y preservación. Actualmente diversas organizaciones no gubernamentales, así como la Delegación de SEMARNAP y el Instituto Estatal de Ecología están impulsando una estrategia para promover el establecimiento de grandes corredores biológicos, en los que sea posible articular las ANP existentes con la superficie forestal bajo manejo, el establecimiento de UMA con las áreas bajo conservación comunitaria, a fin de lograr una mayor y mejor representación del patrimonio natural que se necesita y requiere conservar. De esta manera, se ha evaluado de manera gruesa, que es posible incorporar hasta un millón de ha para su conservación si se considera esta estrategia múltiple de instrumentos formales y no formales. Entre los ecosistemas que pueden ser susceptibles de conservación a través de estos mecanismos, se encuentran: los bosques mesófilos de la Sierra Juárez con cerca de 152 mil ha, el mosaico de selvas húmedas, secas, bosques templados y mesófilos de los Chimalapas con cerca de 462 mil ha, las selvas húmedas de la Chinantla con 181 mil ha y las selvas secas de la Costa con aproximadamente 80 mil ha. Los corredores biológicos que se pueden establecer en el estado son: Los bosques templados bajo manejo de la Sierra Juárez, con los bosques mesófilos y las selvas húmedas de la Chinantla. Los bosques templados y secos de la Sierra Juárez con la Reserva de la Biósfera de Cuicatlán-Tehuacán. En los Chimalapas, es importante mantener el corredor biológico entre esta zona y El Uxpanapa y El Ocote. Mientras que en la Sierra Sur es posible establecerlos entre las zonas de bosques templados bajo manejo de la Cuenca de Zimatlán-Sola de Vega con las Cumbres de Sierra Sur, y las selvas secas de la Cuenca del Tehuantepec, así como las selvas medianas y secas de las cuencas del Copalita-Zimatán. Otros corredores se pueden establecer entre los bosques templados de la Sierra de San Felipe, con los de la Sierra Juárez y de la RB Cuicatlán –Tehuacan. En la mixteca, estos se pueden situar entre los matorrales y selvas secas de Yosocuta con las selvas, bosques de galería y encinares de Tonalá. En tanto que en la región de Putla, es posible enlazar también los bosques templados de coníferas con las selvas medianas que se extienden hacia la Costa. Y por supuesto, en este sentido, puede jugar un papel muy importante la franja de cafetales de las Sierras Norte, Sur, Costa, Mixteca e Istmo que ampliaría de manera importante la cobertura forestal y los corredores, especialmente para la fauna. Lograr esto, significa articular los procesos y estrategias de conservación a nivel nacional que la SEMARNAP y sus órganos consultivos establecen, a los procesos de desconcentración y descentralización que la misma sociedad vaya definiendo. Esto comprende entonces la promoción de verdaderos espacios de participación de la sociedad, donde la política nacional de conservación incluya y exprese los intereses de los dueños y poseedores de los recursos naturales en sus diferentes vertientes productivas (forestales, cafetaleros, productores cinegéticos, etc.), así como a las diferentes autoridades y órdenes de gobierno (agrarias, municipales, estatales y federales). Es necesario diseñar nuevos mecanismos de financiamiento y el involucramiento de los organismos mundiales que destinan recursos para la conservación. En este sentido, estas son las líneas estratégicas para la conservación que se han estado diseñando y ensayando en el estado de Oaxaca y en este empeño está comprometido el esfuerzo de la Delegación Federal de la SEMARNAP en el estado.

    Bibliografía Acosta, S. et al., 1993. Estudio para el Establecimiento de un Sistema Natural de Areas Naturales

    Protegidas en Oaxaca, México. CIIDIR-Conacyt. Oaxaca, Oax. 107 pp. Anta, S. et al., 1997. El Ciudadano Común: La Experiencia de las Comunidades Indígenas en

    Oaxaca. en Ojarasca. 4: 10-15 pp. La Jornada. México, D.F. Grupo Mesófilo. 1997. Diagnóstico General de la Sierra Norte de Oaxaca. WWF-UE y DDI. Doc.

    Interno. Oaxaca, Oax. 119 pp.

  • Grupo Mesófilo. 1998. Proyecto de Colaboración para la Conservación y Desarrollo de la Sierra Norte de Oaxaca. WWF-UE y DDI. Documento Interno. Oaxaca, Oax.

    PAIR-UNAM. 1997. Elementos de Diagnóstico y Propuestas de Ordenamiento Territorial de la Región Chinanteca. Semarnap. Documento Interno. Oaxaca, Oax. 133 pp.

    Serbo. 1998. Análisis de la Vegetación y Uso Actual del Suelo en Chimalapas. Documento Interno. PNUD-SEMARNAP. Oaxaca, Oax. 45 pp.

  • La construcción del modelo mexicano de plantaciones forestales. Un acercamiento ambiental

    Pedro Álvarez-Icaza Longoria * Juan Luis Viveros Salinas **

    * Director general de Ordenamiento Ecológico e Impacto Ambiental. Av. revolución 1425, nivel 16, Col. Tlacopac. C.P. 01040, México, D.F. Tel: (5) 5624-3362. Correo electrónico. [email protected]. * Asesor de la DGEOIA. Av. Revolución 1425, nivel 17, Col. Tlacopac. México, .D.F Tel.: (5) 56-24-33-71. Fax: (5) 56-24-35-87. Correo electrónico: [email protected]. Los autores de este ensayo analizan de manera cuidadosa el conflictivo tema de las plantaciones forestales, tratando de ubicarlo en el marco de la realidad nacional multidimensional y de la necesaria construcción de un modelo mexicano para ellas. El desarrollo de las plantaciones forestales comerciales en nuestro país, nos dicen los autores, requiere inscribirse en una transición al desarrollo sustentable, para lo cual deberán tomarse en cuenta las experiencias no siempre afortunadas, que en diferentes ámbitos, particularmente en el ambiental, conlleva la especialización productiva, como la ganaderización y desarrollo petrolero en la región que ahora es vista como el bastión de la industria de la celulosa y el papel. Las plantaciones forestales comerciales en México no pueden concebirse en un esquema rígido de productividad a ultranza, en menoscabo de la atención que demanda la realidad multidimensional del país. Las plantaciones forestales son factibles en un esquema que considere las necesidades de restauración de zonas degradadas y la conservación de los ecosistemas naturales. Esto debe ocurrir a la par de los requerimientos de materia prima controlada para abastecer internamente la demanda nacional, la inversión para el desarrollo de las actividades productivas forestales, la urgencia de abatir el desequilibrio en los ámbitos económico y social, así como la necesidad en la generación de empleos junto con la instrumentación de mecanismos que generen confianza en los inversionistas. El modelo mexicano de plantaciones forestales comerciales está en construcción. Y en este proceso exige la incorporación de mecanismos productivos que agreguen valor a la biomasa forestal. Asimismo, debe considerar la inserción de un esquema de producción diversificada que permita atender diferentes ramas de la industria forestal y que, sin menoscabo de otras actividades productivas tradicionales, traduzca su instrumentación en una mejoría e incremento en la calidad y nivel de vida de la población, considerando la participación conjunta de los poseedores de los terrenos, los inversionistas y los profesionales técnicos encargados del diseño y ejecución de los proyectos. El modelo requiere tomar en cuenta la imperiosa necesidad de continuar con las actividades encaminadas a completar y actualizar el inventario forestal, fomentar la investigación científica y tecnológica en torno a la flora autóctona potencialmente útil, maderable y no maderable, para el desarrollo de plantaciones comerciales y con fines de restauración, que contribuyan al mantenimiento de la biodiversidad y al abatimiento del acelerado proceso de deterioro ambiental. Las plantaciones forestales comerciales exigen incorporar en su diseño la ocupación discontinua del espacio, de tal forma que tengan cabida junto con las áreas de producción forestal, otras en proceso avanzado de regeneración natural de la vegetación y otras más destinadas a la conservación de unidades de vegetación singular y a favorecer de los corredores biológicos. En todos los casos, se deberá observar la afectación mínima de los procesos hidrológicos de los sitios donde se instalen. El diseño y la instrumentación de los proyectos de plantaciones forestales necesariamente tendrá que inscribirse en un ordenamiento territorial y sujetarse a un plan de desarrollo; asimismo, deberá promover la capacitación e impulsar programas educativos y de investigación.

  • En síntesis, el desarrollo de las plantaciones forestales comerciales en México requiere inscribirse en una transición al desarrollo sustentable, para lo cual deberá tomar en cuenta las experiencias no siempre afortunadas, que en diferentes ámbitos, particularmente en el ambiental, conlleva la especialización productiva como ha ocurrido con la ganaderización y desarrollo petrolero en la región que ahora es vista como el bastión de la industria de la celulosa y el papel.

  • Presentación La discusión de las plantaciones forestales en México es sin lugar a un tema de debate complejo. Tan es así, que recuperar la objetividad en aras de un análisis con bases técnicas y científicas, puede resultar un ejercicio fallido y por demás subjetivo, no exento de apreciaciones personales y de citas bibliográficas seleccionadas conforme el autor. Elaborar un ensayo que aborde una aproximación ambiental a las plantaciones forestales en México conlleva varios riesgos, a saber: primero, no tendría fundamento en alguna experiencia concreta de observación analítica, más allá de conocer personalmente algunas plantaciones recientes en el sureste de México. En segundo lugar, no obstante haber instrumentado en los dos últimos años de gestión administrativa la evaluación y resolución de un número considerable de proyectos forestales de competencia federal, que requieren de un dictamen en materia de impacto ambiental, en ningún caso se ha abordado de manera directa un proyecto de plantaciones forestales; y, finalmente (ahí la subjetividad de un intento de este tipo), existe una responsabilidad directa en la evaluación y dictaminación ambiental de las plantaciones forestales, lo cual podría sesgar el análisis. Conscientes de lo anterior, pero convencidos de que aportar elementos para la construcción del modelo mexicano de plantaciones forestales es parte de una responsabilidad compartida, hemos aceptado la invitación para escribir este ensayo, exactamente así, como una responsabilidad que queremos compartir para enriquecer el debate serio sobre el futuro de las plantaciones forestales en México. Antecedentes breves La primera plantación forestal con propósitos comerciales en México se puso en marcha hace más de veinte años en el estado de Oaxaca; de esta experiencia sólo se reconoce la ocurrencia de errores técnicos y de planeación que conforman un buen material para la investigación sobre el comportamiento de una plantación forestal ahora abandonada (Cuauhtémoc González-Pacheco, comunicación personal). Más recientemente, las modificaciones al Artículo 27 constitucional, a finales de 1991, particularmente en lo referente a la regulación del mercado de tierras, mediante la compra, el aparcelamiento individual de tierras ejidales y la asociación comercial a partir de las acciones tipo T, permitieron allanar el camino para el fomento de las plantaciones forestales con interés comercial, entre otras actividades. Posteriormente, los ordenamientos en materia agraria y forestal marcaron precisiones al tema que nos ocupa. En materia agraria se fincaron las bases para el establecimiento de la propiedad privada forestal con una extensión individual de 800 ha con posibilidades de multiplicación de esta superficie a partir de la asociación con ejidos u otros pequeños propietarios; desde el punto de vista forestal, se establecieron mecanismos técnicos y administrativos que pretendían simplificar la regulación y fomentar el aprovechamiento de los recursos forestales en general, incluido el establecimiento de plantaciones forestales comerciales. Los mecanismos de regulación y fomento de las plantaciones forestales se volverían un tema fundamental cuatro años después, cuando parte de las discusiones se centraron en dos interrogantes básicas: 1) ¿las plantaciones forestales requieren de una regulación ecológica, aunque se suponga que su instrumentación no implicaría una afectación al suelo, sino por el contrario, un repoblamiento con masas forestales en terrenos que eran ganaderos con significativas extensiones de pastos inducidos? O bien, 2) ¿son las dimensiones territoriales extensivas, las características biológicas de las especies a plantar y el manejo cuantioso de insumos agrícolas (fertilizantes, plaguicidas, etc.) lo que presume la aplicación de la legislación ambiental, por el simple hecho de que dicha actividad pueda causar desequilibrio ecológico y generar impactos significativos al medio ambiente?

  • Demandas maderables, conflictos socio-ambientales y preocupaciones ecológicas En estos momentos no se deben cerrar los ojos a la experiencia mundial sobre el desarrollo de plantaciones forestales comerciales. Este contexto puede ofrecer una ventaja comparativa, cuyo análisis permitiría acortar el camino para el diseño del modelo mexicano de plantaciones forestales comerciales, el cual puede inscribirse en el marco de un paisaje diverso y en general benigno para el desarrollo de dicha actividad. Pero antes valdría la pena revisar rápidamente la situación que guarda la producción maderable en México en el contexto mundial. La apertura comercial mexicana, y en general la dinámica mercantil en el ámbito mundial, han representado para el subsector forestal una severa reducción de su participación en la economía nacional; entre 1987 y 1994 presentó una caída de casi el 8%, no obstante que el PIB nacional, en el mismo período, presentó una variación positiva de poco más del 21%. De hecho, la contribución anual del subsector forestal al PIB nacional entre 1987 y 1994, escasamente rebasó el 1% (Subcomité Técnico de Plantaciones Forestales, 1995). A pesar de que México tiene un enorme potencial forestal, en poco más de 56 millones de hectáreas de bosques y selvas, la productividad es menor hasta cuatro veces al promedio mundial; en óptimas condiciones, la producción por hectárea promedio en México, exiguamente sobrepasa un metro cúbico, mientras que en países como Canadá o Estados Unidos son tres veces mayores (Subcomité Técnico de Plantaciones Forestales, 1995). La situación es tan deplorable que actualmente resulta más barato traer un pie cúbico de madera estafada de los Estados Unidos y colocarla en un aserradero en el occidente de México, que producirla con baja calidad en los bosques de Michoacán. Así las cosas, dentro del subsector forestal, uno de los giros que más ha resentido la problemática productiva es la industria de la celulosa la cual opera con enormes dificultades; en 1994 sólo operaban 6 plantas de las 10 existentes y su abasto dependía cada vez más de las importaciones (Subcomité de Plantaciones Forestales, 1995). Es evidente que el sector forestal requiere de un replanteamiento total; los más de 10 millones de campesinos que viven en los bosques lo reclaman. Los conflictos políticos y sociales, el abandono del terruño, así como el fomento de las prácticas ilegítimas como la tala clandestina, han provocado la continuidad de un círculo vicioso con repercusiones socio-ambientales que contribuyen a que México presente una de las tasas más altas de deforestación del planeta, con superficies que fluctúan alrededor de las 650,000 hectáreas por año (Masera, O., M. Ordóñez y R. Dirzo, 1992). Suponiendo que se logre recomponer la situación de los aprovechamientos forestales naturales, en los próximos 10 años apenas se estaría en capacidad de cubrir en algo más del 10% la demanda requerida. Para entonces la importación de productos forestales para satisfacer las necesidades del país, podría significar una erogación de varios millones de dólares, considerando tan sólo que entre 1989 y 1994 el déficit de la balanza comercial forestal pasó de 356 a 1,743 millones de dólares. (Subcomité de Plantaciones Forestales, 1995). La conjunción de la problemática ambiental con relación al potencial del aprovechamiento forestal en México, el acentuado deterioro del recurso, la elevada tasa de deforestación, la marginalidad económica y social en que viven el 80% de los usufructuarios de los terrenos forestales y la necesidad imperiosa de regular o equilibrar la balanza comercial en beneficio de la economía nacional, obligan a la definición de políticas y estrategias de desarrollo para el fortalecimiento del subsector forestal. Lo anterior se explica, entre otros aspectos, por la falta de competitividad productiva, la inadecuada escala de precios, el atraso tecnológico, así como la insuficiencia en la cantidad y calidad de los servicios de apoyo a la actividad, como son las vías de comunicación con escasa e inapropiada infraestructura (o mecanismos alternos) que en los hechos encarecen el transporte en más del 60% del costo de producción. A esto habría que sumar la escasa inversión económica en el subsector, que no puede desligarse de un esquema regulatorio que impedía tener claridad y certidumbre para su impulso y desarrollo. La atención de esta problemática requiere abordar varios frentes, entre los que destacan la formulación de un nuevo y más realista marco regulatorio, el desarrollo tecnológico ligado a la

  • investigación forestal y la inserción de nuevos procesos productivos; entre estos últimos se ubican las plantaciones forestales, particularmente aquéllas con propósitos de producción comercial. Pero, ¿cuál es la situación de esta última actividad en el contexto mundial? La superficie dedicada al establecimiento de plantaciones forestales en los países en desarrollo se duplicó en el período comprendido entre 1980 y 1995, pasando de 40.2 a poco más de 81 millones de ha. Si bien la mayor parte de estas plantaciones estaban destinadas a satisfacer las necesidades de la industria forestal, una buena parte se desarrolló con propósitos de protección ambiental. Para el año 2010, se estima que la superficie actual se duplique a raíz del importante papel que desempeñarán en los programas futuros de la mayoría de los países (FAO, 1997). Con todo, no se debe olvidar que desde la perspectiva ecológica y ambiental, el desarrollo de las plantaciones forestales conlleva varias preocupaciones, no necesariamente ocurrentes, entre las que destacan:

    • Eventual ocupación de grandes superficies compactadas. • Posible interrupción de la continuidad en ecosistemas naturales y una eventual pérdida de la biodiversidad, particularmente en los ecosistemas tropicales, que traería como consecuencia la afectación a los hábitat naturales de flora y fauna silvestres. • Introducción de especies exóticas de rápido crecimiento que pudieran competir con la vegetación natural. • Probable ataque de alguna plaga o enfermedad derivado del manejo masivo de una o pocas especies forestales. • Posible contaminación de suelos y aguas a partir del uso generalizado de plaguicidas y fertilizantes químicos. • Eventual afectación de la estructura agraria tradicional que provoque el abandono de prácticas agrícolas tradicionales, algunas de ellas con cualidades ecológicamente eficientes. • Probable inicio de una revolución ”verde pistache”, tan acentuada como lo fue en su momento la ganaderización del sureste mexicano.

    En México, el desarrollo de las plantaciones forestales con propósitos comerciales no debe ni puede mantenerse ajeno a tales preocupaciones. Por el contrario, éste requiere insertarse en un esquema que considere el contexto ambiental, social y económico de la realidad nacional; debe también considerar un marco regulatorio que ofrezca garantía y certidumbre al cuidado y protección ambiental así como a la producción forestal. El modelo mexicano de plantaciones forestales comerciales Un breve diagnóstico de la realidad ambiental, social y económica que vive el país permite esbozar el tamaño de la problemática que enfrenta el desarrollo de las plantaciones forestales comerciales. Así las cosas, es imprescindible reconocer, en su dimensión ambiental, la heterogeneidad manifiesta en las diferentes regiones ecológicas de las zonas templadas y tropicales que integran el territorio nacional y la enorme riqueza biológica que ubica a nuestro país como uno de los que presentan mayor biodiversidad y endemismos de flora y fauna en el mundo. No obstante, un diagnóstico realista también reconoce la existencia de un elevado número de hectáreas deterioradas o en proceso de deterioro, una alta tasa de deforestación, afectación masiva de procesos hidrológicos, etc. En la dimensión social y económica, la realidad mexicana denota un mosaico de situaciones donde se distinguen logros importantes en los niveles de bienestar para algunos sectores, mismos que contrastan con los altos índices de marginación y pobreza en muchas de las zonas rurales del país. Esta situación paradójica es la que obliga al diseño de un modelo compatible con una política de desarrollo sustentable; el compromiso con las futuras generaciones de mexicanos, no sólo requiere incorporar la dimensión ambiental en la conservación y aprovechamiento racional de los recursos naturales, sino también debe ocuparse de la conformación de las bases social y económica que garanticen mejores niveles de bienestar y desarrollo económico.

  • Reformas y adiciones a la Ley General del Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente y a la Ley Forestal Si bien el mecanismo para el desarrollo de plantaciones forestales incluido en la Ley Forestal de 1992 y su Reglamento publicado en 1994, permitía instrumentar dichas actividades, también es cierto que en ambos ordenamientos se observaron algunos elementos de tipo técnico y de procedimiento administrativo que no ofrecían un panorama claro para su fomento y regulación. Ante la necesidad de contar con un marco regulatorio, en tanto se analizaban las necesarias reformas a las leyes ambiental y forestal, en mayo de 1996 se publicó la Norma Oficial Mexicana de Emergencia, NOM-EM-002-SEMARNAP/SAGAR-1996. En las discusiones previas a la publicación de dicha norma se destacó la importancia de valorar suficientemente la perspectiva ecológica derivada del establecimiento de las plantaciones comerciales. Las preocupaciones señaladas antes, como pérdida o afectación de la biodiversidad, contaminación de los suelos y aguas por uso de agroquímicos, control de plagas y enfermedades, etc., fueron tratadas en las mesas de trabajo y su análisis brindó elementos para la definición y formulación de criterios generales de protección ambiental y mecanismos para la evaluación y calificación de las plantaciones forestales comerciales. Los términos de referencia para la elaboración y presentación de los programas de manejo forestal incluían, entre otros puntos, la identificación y definición de medidas de mitigación de efectos adversos en el ambiente. La resolución de los proyectos inscritos al amparo de la norma de emergencia consideraba la evaluación de los proyectos en materia de impacto ambiental, por medio de lo cual se podían ampliar las medidas de mitigación de impactos ambientales a través de una serie de restricciones ecológicas, o bien limitar, restringir o dictaminar como improcedente un proyecto, cuando su instrumentación pudiera ocasionar alteraciones graves en el entorno. Así, la norma emergente constituyó un primer consenso entre las dimensiones ambiental, social y económica para el desarrollo de las plantaciones forestales comerciales. En 1995, la Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca, a través de la Subsecretaria de Recursos Naturales, elaboró una propuesta de reforma y adiciones a la Ley Forestal; en coordinación con el Consejo Nacional Forestal, promovió el desarrollo de diversos foros de discusión y análisis representativos. La inserción de la dimensión ambiental a la política de desarrollo forestal no fue del todo considerada en la discusión de las reformas a la Ley Forestal; esto resultaba obvio cuando la mayor cantidad de esfuerzos estaba orientada a la inserción efectiva de la dimensión social al nuevo marco regulatorio. No obstante, esta propuesta de reforma incluía algunos aspectos técnicos relevantes como son una nueva definición para los terrenos con aptitud preferentemente forestal; incluía también los mecanismos para la consulta en el ámbito regional y estatal, procedimientos para la evaluación y dictaminación de proyectos forestales, los esquemas para la participación de los diferentes órganos de la autoridad ambiental, el señalamiento a la corresponsabilidad para el diseño e instrumentación actividades de reforestación y restauración ambiental, así como novedosos esquemas para la tipificación de infracciones y aplicación de sanciones. En diciembre de 1996 se decretaron las reformas, adiciones y derogaciones a diversas disposiciones de la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente publicada en 1988. Con esto, entre otros aspectos, la dimensión ambiental y social se incorpora fehacientemente al desarrollo de las plantaciones forestales a través de la evaluación de los posibles impactos ambientales que se generarían por su instrumentación, considerando principalmente el ámbito de su pretendida gran ocupación espacial y alta tecnificación productiva. De esta forma, el un nuevo marco regulatorio señala la necesidad de valorar el posible impacto ambiental que se generaría por la realización de la actividad y, para el caso, se posibilita la definición de las condiciones y criterios ecológicos que deberán ser observados para la ejecución de los proyectos. Recientemente, en mayo de 1997, se publicó el decreto por el que se reforma la Ley Forestal de 1992. Entre los objetivos manifiestos destaca el fomento a las actividades de forestación con fines de conservación y restauración ecológica, así como la forestación para la producción de recursos

  • forestales comercializables. Asimismo, la Ley Forestal incorpora toda una sección donde se definen en términos generales los instrumentos técnicos, los procedimientos administrativos y los criterios ecológicos generales para la evaluación y dictaminación en las materias ambiental y forestal de los proyectos de plantaciones forestales comerciales. La regulación forestal podría haber hecho sólo referencia a la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente; sin embargo, el contexto nacional al que nos referimos anteriormente requería de una doble, pero complementaria regulación ambiental y forestal. Las plantaciones forestales en los terrenos no forestales y con aptitud preferentemente forestal Hay que tener presente que uno de los objetivos de la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente, y particularmente de la Ley Forestal, es la regulación ambiental y técnica de la actividad forestal, así como el fomento de la producción comercial y la conservación, protección y restauración ambiental. En este contexto, la autoridad en materia ambiental y forestal tiene la atribución de regular el aprovechamiento de los recursos forestales y la reforestación en terrenos forestales y con aptitud preferentemente forestal, así como la forestación con propósitos de conservación y restauración ambiental o producción comercial en terrenos no forestales. Los terrenos forestales son aquéllos cubiertos por vegetación forestal (conjunto de plantas dominadas por especies arbóreas, arbustivas o crasas que crecen y se desarrollan en forma natural formando bosques, selvas y vegetación de zonas áridas). Es importante destacar que estos terrenos se seguirán considerando como forestales aunque su vegetación desaparezca o se vea afectada total o parcialmente por un siniestro (plagas, incendios, enfermedades, fenómenos meteorológicos y, en general, por causas naturales o humanas); se excluyen de esta clasificación aquéllos situados en áreas urbanas. En los terrenos forestales esta prohibida la sustitución de vegetación forestal por plantaciones y sólo esta permitida la reforestación con especies nativas con propósitos de conservación o restauración, así como las prácticas de agroforestería. Por su parte, los terrenos con aptitud preferentemente forestal se han definido de acuerdo con el siguiente cuadro:

    Reglamento de la Ley Forestal, 1994

    NOM-EM-002-SEMARNAP/SAGAR-1996

    Ley Forestal, 1997

    “... aquél que no estando cubierto por bosques, selvas o vegetación de zonas áridas, pueda incorporarse al uso forestal, siempre que tenga una pendiente mayor al 15%, con una extensión superior a 25 metros de longitud. Se incluirán o excluirán de la presente definición los terrenos que por sus condiciones especiales de clima, suelo o topografía se determinen en las Normas Oficiales Mexicanas. Se exceptúa de esta definición a los terrenos cubiertos por acahuales.”

    “...aquéllos que no estando cubiertos por bosques, selvas o vegetación de zonas áridas, y que sin distinción de su pendiente, extensión superficial o de uso agrícola y/o pecuario, presenten procesos de degradación y sean susceptibles de incorporarse al uso forestal... Se excluyen de la definición... terrenos cubiertos por acahuales y... aquéllos que... se determinen como áreas sujetas a restauración y regeneración de especies nativas...”

    “Aquéllos que no estando cubiertos por vegetación forestal, por sus condiciones de clima, suelo y topografía, puedan incorporarse al uso forestal, excluyendo los situados en áreas urbanas y los que, sin sufrir degradación permanente, puedan ser utilizados en agricultura y ganadería..”

    La primera definición de terrenos con aptitud preferentemente forestal favorecía en mayor medida la práctica de la forestación como una estrategia tendiente a la restauración ambiental, así como a la protección y conservación de suelos en terrenos abruptos y en proceso de degradación, no obstante que las plantaciones forestales comerciales requieren para su establecimiento de la ocupación y aprovechamiento de terrenos más accesibles desde el punto de vista productivo; esto es, terrenos llanos, susceptibles a la incorporación de tecnología silvícola intensiva.

  • En el cuadro anterior también se observa que en la Norma Oficial de Emergencia se incorporaba la posibilidad de desarrollar plantaciones forestales comerciales en aquellos terrenos en proceso de degradación, independientemente de su topografía y extensión, esto es, que presenten procesos que de manera total o parcial afecten la superficie del terreno, tales como: erosión, salinización, sodificación, pérdida de materia orgánica o fertilidad, etc. Resulta evidente que la definición de la Norma de Emergencia estaba orientada al impulso e instrumentación de plantaciones forestales comerciales, prácticamente en cualquier tipo de terreno con algún proceso de degradación, aunque en los hechos la tendencia es el aprovechamiento de terrenos con pendientes menores del 15%, con suelos fértiles, accesibles, etc., dejando los terrenos abruptos y con procesos avanzados de deterioro para el establecimiento de plantaciones para reforestación o protección ambiental. Los terrenos no forestales susceptibles para el desarrollo de plantaciones forestales comerciales son aquellos con historia de uso agrícola y/o pecuaria, preferentemente en desuso. Estos terrenos pueden incorporarse a la producción forestal través del establecimiento de plantaciones comerciales en los términos de la Ley Forestal y la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente, pudiendo en caso de culminación de uno o más ciclos de plantaciones o de abandono de las mismas, reincorporarse al uso del suelo previo, considerando la aplicación por parte del plantador de las medidas de restitución que sean requeridas. La gestión administrativa para las plantaciones forestales comerciales El instrumento previsto en la Ley Forestal para la evaluación y eventual autorización de las forestaciones comerciales en superficies mayores de 20 hectáreas es el Programa Integrado de Manejo Ambiental y de Forestación. Este instrumento de política ambiental reúne los requisitos en materia forestal y de impacto ambiental que exigen respectivamente la Ley Forestal y la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente e incorpora información relativa a la técnica forestal para el establecimiento, operación y aprovechamiento de las plantaciones comerciales, así como aquella relativa a la identificación, prevención y mitigación de impactos ambientales potenciales y las medidas de conservación y protección ambiental. Cabe decir que la legislación forestal prevé la evaluación de plantaciones que pretendan integrarse a otras ya autorizadas, las cuales deberán considerar los requisitos y procedimientos que correspondan a la superficie total de la unidad productiva de acuerdo los criterios expresados en la normatividad antes señalada. Por su parte, la legislación ambiental prevé la elaboración y presentación de una manifestación de impacto ambiental, cuando por las características y dimensiones de los proyectos forestale