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El Descenso de la Realidad

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Poemario publicado el 2011

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EL DESCENSO DE LA REALIDAD

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Carlos E. Luján Andrade

EL DESCENSO DE LA REALIDAD

Ciudad Grifalda Ediciones

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© Carlos E. Luján Andrade 2012

© de esta edición Ciudad Grifalda Ediciones, 2012

Edición Digital, Marzo de 2012

Prohibida la reproducción total o parcial

Por cualquier medio sin permiso escrito del autor.

Publicado en Perú.

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“Hay pequeños placeres que han sido para nosotros como son, al borde de los caminos, esos pequeños frutos de saqueo, agrios, y que

se hubiesen querido azucarados”

“Yo no sé lo que pude soñar esta noche. Al despertar todos mis deseos tenían sed.

Se diría que mientras dormía hubiesen atravesado desiertos.”

(Los Alimentos Terrestres / André Gide)

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Impaciencia

Carezco de segundos en este recuento

Y el tiempo inacabable se deshace comenzado

Acabado

Siempre corriendo en treinta direcciones

Al amanecer, sobre la tarde y al llegar la noche

A veces tienta imponer la árida espera

Cuando el sueño abate al vigía de las madrugadas,

El más presto para el descanso.

Y sin embargo, no vuelves

El poniente envejece como el viejo marzo

Las voces se confunden con otras voces

Las manías se desbaratan asfixiadas por otras también

Y la sonrisa, tan preciada, se vuelve un rictus de complacencia y

educación.

El violento recuerdo destruye las horas, el día, el instante

Aprisionando el ansia en los cementerios de la memoria.

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Escape

Detenido en la posición perfecta

Furtivo, contemplo el movimiento pequeñísimo

Latiente de su respiración rosa

Dibujada, perfecta y vertical

Desdoblada en los intervalos de su intermitencia vespertina

Que incesantemente comprime

El refugio de la espera.

En cada aparición

Colorida y de próximo estío

Levanta la soledad de su desidia

Para exaltar la impaciencia ingenua

Atacada por la certeza inventada.

Se aguarda ahogado sobre los días.

Y ya lo sabía

Detrás de la red, dispuesto a atrapar

El canto, la declaración,

El espectro lánguido de un beso que nunca llega

Antes muerto por un espasmo ajeno

Por los suspiros de sus cabellos que galopan fuera de mí.

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Porque huye pequeñísima

Astuta, perfecta, desprendiéndose

Del que defraudado quiere la caricia

De la que posee la figura de todas las estaciones

Pero alma de mariposa.

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El error

He tropezado con un Sol en eclipse

He caído en la cima y su abismo

He celebrado la derrota a medias

He fallecido en mi nacimiento

Despertando sin fabricar el ensueño.

Te has rebelado sin tiranía

Te has embarcado en estiaje

Te has ignorado sin que pronuncien tu nombre

Te has callado en el silencio

Declarándote culpable sin acusación.

Fuiste el ensayo sin estreno

Fuiste un cuerpo sin deseo

Fuiste una renuncia sin compromiso

Fuiste sangre sin latido

La desesperación de un rostro enterrado.

Y la estaca que cercena la inmortalidad

Me recuerda el vértigo de la creencia

Del camino adecuado

De la trayectoria imaginada

Del origen de tu tristeza

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De la sonrisa adivinada

Para desprenderme de la tierra

Divisar la lejanía del sereno prado y

Ser arrojado con violencia hacia él.

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Mandamiento

Lamentando la caída del creyente

Que no cree en el abecedario

Que no cree en la numeración…

Aprendió a decir sin entendimiento

Aprendió a contar sin ganancia

Entonces espera las palabras

Y el resultado del latido

Del evangelio mal aprendido…

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Prematuro

Y el silencio despreciado por el gentío

Perece en la quietud de la desesperación ajena.

Y derrama su nada sobre tus palabras inconclusas

Donde mendigas una ranura de mi reserva.

Y culpable en la corteza de argumentos

Queda expuesto el embrión de una razón futura

En tu hambre de voraz ave.

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La noche

Al ser un entrometido en el universo pude detectar en las sombras

proyectadas bajo los pies la oscuridad del estático movimiento, la

negación del mundo exterior en la opacidad de las figuras que dibuja.

Las sombras son el desafío al color de la naturaleza, privadas de la

refracción de la luz y del fin de toda creación. Su función es denotar la

oposición de la estrella y cuando esta se ubica en nuestro detrás, la

silueta nos anticipa los pasos protegida con la figura del ser, siendo la

única realidad el no alcanzarla nunca ya que rehúye simplificando las

tres dimensiones en un espectro plano y directo multiforme, único e

independiente que desafía la forma primigenia de donde emana,

alimentando su albedrío de la luz negada. Al parecer las sombras

serían los únicos entes que pueden vivir sin el calor de una estrella y

más aún, cuando esta se encuentra ausente, se expanden,

dominando como el sol el día, pero inmensa cambian de nombre…

algunos le llaman noche.

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Obstinado

He visto a la cadena cimbreante

Apartar la bruma suspendida de una imagen

Vagabunda

Y que se tambalea.

Cadena adherida a ella.

La lucha por sobrevivir fuera del tímido flexible

Transcurrir de la espera

Para mantenerse suspendida, negada y

Esclavizada a la obsesión del grillete silencioso

Indiferente a la vibración

De lo que se quiere ir y no se le deja.

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La fotografía

Acariciarás lo pasado en tus imágenes de cuando fuiste amada

Y en ellas revivirás la mirada ausente de quién en tu recuerdo aún

espera por ti.

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La respuesta

No dejes la sepultura inacabada, échame el último montón de tierra

que escondes, coloca la lápida, esculpe mi nombre y haz que

descanse en paz.

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Preludio a la decepción

El planeta alimentado por la luz de una luciérnaga que ya no tarda en

morir.

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Reflexión en un día de baño

Y si es que la burbuja revienta es porque faltó más jabón.

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Desaparecido

Y fui el voluntario de la maga que me prometió el retorno

De esta caja desesperada.

Ahora espero por tus palabras que me hagan volver

De este limbo donde decidiste no pronunciar mi nombre.

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Hundimiento

Abrieron las compuertas y sólo tenía el índice de la mano derecha

para contener toda la pena.

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A la deriva

El hastío en días de suplicio

En bosques de vida alegre

Donde la carne emana hedores en flor y

La voz, cánticos de pajarillo desafinado.

Llama al cansado aburrimiento

La fatiga abrumada de belleza

En apariencia de estrella diurna

Que perturba y nos induce a atenazar las barbas del Sol.

¡Vida de tedio!

Como barcaza podrida

Que el mar atormentado

Se niega a precipitar.

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Atardecer

Globo danzante con el aire invisible de compañera, hundiéndose con

denso helio y no sabe si va con el motor apagado o con tripulante de

liberadora caída libre.

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Retorno

Horas, las que desentornillan los minuteros

Enloquecen los segunderos aspavientos y el molino

Va hacia lo estudiado momentos antes de la llegada

Pilares verdes constantes inundan los cristales por donde veré

Tu nueva imagen esplendorosa perdida y ahora encontrada.

Sé de la primavera, donde extraviaste mi recuerdo o era abril

De esos de antaño, donde se iban las memorias con nostalgia y algo

de poesía.

Y ya, los tiempos de mecánico amor me anticipan lo no reconocido

Y yo te veré, y tú no te detendrás, pasarás de largo

En la pasarela de los pasajeros múltiples,

No verás mi espera, ni descubrirás mis dilatadas pupilas de infancia.

Yo llego con la gravedad de la espalda al mundo, olvidado

Cuando era ligero y podíamos volar con el parpadeo y una risa

Y ya no, pues nada es para siempre, sólo las fotografías sepias de un

álbum que no se olvida.

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El astronauta

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Me acercaré furtivo a tu habitación y por el cerrojo veré la figura de tu

existencia, adivinando cuando andes fuera de mi luz, tu vida

enigmática; en la sombra fugaz, una alegría; en tu descenso, la

curiosidad por algo deseado y perdido; en tu urgencia por atravesar la

ventana, la espera de un deseo cumplido. Y así crearé un mundo

perfecto, mío, donde habites. Pero sólo por esta noche, hoy iré con

esa visión a madrugar en la naturaleza de mi creación, porque

mañana, temprano, abriré tu puerta de par en par.

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Fui natural, descendí atraído, gravitante y en tus tierras inoculé la

semilla de mi planeta, y ante ella me senté a que apareciera tu luz, la

estrella que hacía de tu mundo vergel de acogedora estancia. Esperé

a que se asomara algo engendrado por mí en este valle. Tu fulgor

intermitente no alcanzó, irregular y caótico; preguntándome cómo

puede ser, es todo tan bello aquí y yo en penumbras. O quizás estoy

en el pasado, en los campos otrora felices de verdor y esperanza. No

alcanzó, mi planta apenas brotó, se humedeció y agónica se resiste al

deceso y yo con ella me niego a su abandono. Por eso radiante y

efímera luz, ¡Aparece incandescente! y aniquila en cenizas lo

sembrado, un instante, desaparece la paradoja de sentir el calor de un

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Paraíso que no quiere a los justos, manda a tu arcángel y expúlsame

sin penitencia.

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La sonrisa

Desafía al sueño

Destierra la fantasía de la alegría

Quiebra el fuego iridiscente

Y me niega la realidad

Ciego mudo de memoria

Para consumir los días

Comprimido en ese recuerdo.

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Si fueras una estatua

Estarías sobre pedestal marmoleado en medio de una metrópoli de

alma renacentista, te bordearía una basílica de domo dorado y

palacios de grandes ventanales y fachadas de ladrillo. Por tus faldas

te rodearían los transeúntes deslumbrados, señores de frac y bastón

acompañados de nobles señoras adornadas con trajes victorianos que

acomodando sobre sus narices sus diminutos binoculares, anhelarían

descifrar en los detalles de tus formas el origen y estilo de tu

esplendor. Entre ellos sus debates serían incansables pues no

llegarían a un acuerdo: unos dirían que eres una pieza griega perdida

de Afrodita Urania y otros, una estatua de un alucinado escultor

renacentista italiano. Estarían desesperados por descifrar los rasgos y

la lozanía de tu piel que reflecta toda la plaza, y conmovidos porque

desde dentro de tu presencia se irradiaría lo estelar, negando a la

afortunada ciudad de un ocaso inminente pues cuando la estrella

natural nos abandona, la tuya ocuparía hasta cada flanco yerto de lo

construido para tu resguardo.

Pero no hay consuelo, al verte no lo comprenden, no saben el origen

de tu belleza, imposible que manos de hombre atormentado pueda

reflejar en materia algo tan sublime, solo se escucha entre la multitud

alguien que dice: “¿Y si no es real, si sólo es el melancólico recuerdo

de la musa de un poeta al que algún Hefesto le ha arrebatado?”

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Una musa de cabellos ondulantes

La musa de cabellos ondulantes representa su imagen de arte, sin

embargo he quedado desvanecido, castigado de la mirada oscurecido

después de intentar deslizarme por esas ondas eternas aunque sea

en el ensueño, a través de las espirales oscilantes al despeinarse en

un torbellino de su pasar y aunque sujeto inmenso aferrado a su

infinita cabellera, soy lanzando distante hacia campo abierto por la

negativa de sus ojos indiferentes… perdura en mis manos no sólo la

fragancia privilegiada por aromatizarla –de la que siento su rencor al

alejarla de ella- sino también el último tacto del éter, porque ¿quién

puede confesar que ha podido sujetarse aunque sea un momento del

cielo?

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Separación

Aún imagino la ausencia de tus manos,

La sombra de tu andar y la lejanía de la distancia

Al precipitarte hacia silente viaje,

Donde te desvaneces en abandono

Entre el gentío del que ya siento celos.

Así, arrepentido, te retengo en la conciencia

Evocando incansablemente la estela de tu vestido,

El sonido de tus frases con el que intento componer

Alguna melodía acogedora en sueños imposibles.

¡Y cuántas veces repito dicho ejercicio!

Deteniendo el latido, sometiéndome al ahogo

Cuando estás próxima para atreverme luego,

Y arder en un fuego indoloro,

Hundirme en mareas inocuas

Corrompiendo mis crepúsculos, a salvo

Sentado sobre la pasividad del desgano desesperado,

Regresivo hasta que vuelvas aparecida y

Me lleves con tu tempestad hasta la vorágine

De tu recuerdo.

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Contemplación

Intenta contarme acerca de tu belleza

Sacrifica en las vanas palabras un detalle solo tuyo,

Mostrándome en las diversas expresiones de tu rostro

Las infinitas formas de maravilla beldad que puedas generar

Con la inspiración de tu pecho, con lo ondulante de tus labios

Con la lentitud de tu parpadeo.

Ese esbozo de limbo magnético que me otorgas

Con la simpleza de un respiro,

Amilana el ahogo del dulce vacío

Aprisionado en la fría fosa profunda

De noches frescas.

Y a veces, luego de ser testigo de glamorosa bondad

Embriagado, extiendo arriesgado mis brazos para percibir

En ese trance, la materialidad de tu hermosura

Arrepintiéndome en el acto

Deteniendo la curiosidad de la piel

Por el temor a fracturar la frágil presencia de tu espectro resplandor

Conformándome, desde mis tinieblas, con la lumbrera de tu pasivo

encanto.

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Enfermedad

Te absorberé debajo de la litera cálida,

Por tu dermis incrustaré el desgano resistido

Que naufraga en los días de labor,

Pero que hoy

Envuelto en insignificante energía

La pereza te deglute.

Sé que pedirás permiso para que la ciudad

Permita tu no existir sobre sus calles indiferentes.

Sé que imaginas los pasos que te encaminan

Donde entienden lo que aquí te desespera.

Sé que deseas alejarte de lo placentero

Para ser perforado por bullicio traqueteado

Mereciendo en tu acribillamiento diario

El dichoso festín del relajo.

Hoy te alejaré de ese atroz infierno que explica tus pesares

Convenciendo a lo que trasluce detrás de la ventana

Tu actual desgano,

Y te absorberé las ganas de vivir injurias

Confiscando tu día con antibiótico febril delirio.

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Está bien

No escribo historias

Aunque se detengan una vez

Por las sílabas acuosas de la que se espera significado.

O es por la nostalgia del segundo cuento

Por primera vez entendido.

Aunque hoy no aprehendan lo pronunciado

Impronunciable… pero está bien.

Los que observan dentro de la hojas

De páginas iletradas “tan mías”

No atentan explosivamente sobre

Lo dicho “tan mío”.

Sus ojos no explotan mi abecedario

Su desciframiento se extravía en el laberinto

Multiforme que no descubre la felicidad que buscan

… pero está bien.

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Puedo estacionarme con cientos de palabras impermeables

Ya que son la figura de lo no imaginado

La cosa inexistente que habiendo puesto “replay”

Ni siquiera la hallan en la enciclopédica sabiduría de

Las lenguas muertas.

Es el mundo máximo, universo de una sola galaxia

Una minúscula estrella de monocorde polvo estelar

Centrípeta humanidad ininteligible para hombres de muchas voces

De un idioma del que abandoné su comprensión.

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Invasores espaciales

Detenido junto al vértigo observatorio,

Uno con el índice

La conmoción de formas estelares y

La frágil constelación asida no alcanza el hastío.

Al desordenar los nimbos la diviso,

Era de cabellos negros

Cubierta de una piel nacarada que asfixia el aliento:

La hija del vuelo misterioso y

Del intento de viaje interestelar.

Y yo la espero sobre el gigantesco mundo donde ignaro habito.

En él, viertes tu tibio perfume satelital,

Similar al descenso de las siluetas nocturnas

Dibujadas por las sondas volátiles

Que sobre el páramo

También se bañan con tus chascos de doncella refractaria.

Estás dirigida y apresurada,

Expulsada con lenta agonía a lo explosión de supernova

Pues te imagino tentando seductora abducción

Lanzando lumbre guerrera de tu boca.

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Y sin embargo, en alta mar o en

La amplitud de tu cósmico vacío,

¿Hay lugar para mí?

Descendida de Saturno o de Galaxia Láctea,

¿Es que no lo hay?

Porque esta noche me sobrevuelas

E inadvertido de visiones

Sueño que juro ser testigo

De la visita de furtiva invasora espacial.

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Creación casual

En la mesa del café el planeta entero gira

Y la noche nos imprime en su tenue oscuridad

Nos presagian la cercanía cada vez

Susurrando las conexiones apartadas bajo la hosca muchedumbre

Aislados dentro de la esfera de palabras sincrónicas donde

La sinapsis argumentativa bautiza nuevos satélites.

Ahí, ciego de tu rostro, mirando el frenesí

De la corriente sanguínea, torrente

Olvido la vastedad ajena a tu presencia

Moviéndose el punto gravitatorio de una vida pasada

A ese instante gigante, centrípeto

Y colocar en neutro las intenciones de narciso

Para quebrar con mi máscara nueva y artesana

Los memoriosos espejos reflectores,

Identificando la vida y la muerte en la lozana senda trazada,

La que otorgas con cada maretazo de tus formas.

En ellas hallo la existencia: la adolescencia, la juventud

La niebla del escalofrío, el amarillo de la mañana y el estremecimiento

De una imaginada anticipada desnudez.

La inocencia del primer universo

Creado por una diosa en una tarde casual

En donde deseo agónico abandonarme.

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El enamorado

En el cuerpo

La carne se oculta manipuladora

Agitando las rosas precipitadas en invierno

Parasitario

Crecen blancos los pétalos

De arriba abajo en la invención

Profunda del nuevo movimiento

Impregnando ramilletes insensatos

Sujetos a la mano diestra del novio de cabeza

En su perfume existe un filtro seductor

Descubierto sereno, donde cada onza de rocío

Se desparrama hacia el cuero vagabundo de calles antojadizas.

Pero es terco, espera al revés la vida

Idéntico a la vértebra del exoesqueleto,

Y que el cuerpo divino lo rodeé en llamas

Incinerándolo lentamente.

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Renuncia

Me asfixio con las palabras del desaire

Que habita en el intervalo vocal

Diciendo la verdad de los don nadie

Como canto mezclado de turbios espacios

Cronos de hiel, sin salvarlos del horror

Irresistible

Cubierto de horas en náufragos minutos.

Demasiada lentitud que sólo entienden las

Plantas en el invierno.

Demasiada lentitud de la luz estelar

Demasiados segundos para la desesperación

Labios mudos eternizados por la espera renunciada

Como la aceptación de suprema condena.

¿Adónde va el tiempo que uno no quiere?

El que se desperdicia meditando sobre su intrascendencia.

No deseo ya los años, los días, ni las horas

Recojan las encontradas sobre mi asfalto

Que el tiempo me sobra.

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Conversación

Cualquiera donde las aspas

Raspan las brisas de rio ausente

Contentan el hambre humano del lado

Frío que no reclama.

El nivel se alza hasta el cogote

Y dices la última palabra para zambullirte

En la razón de propios argumentos.

No hay más claridad espacial, los sobretodos

Impermeables desvían amores impactantes

Yendo al vacío ajeno, el que no ha llenado su formulario de solicitud.

Viaje de odisea atrapante de la desidia

Asesina, ignorantes del discurso prometedor

Siempre, convincente de todo de cualquiera.

Si lo dices agotando tu abecedario, ¿dónde buscar más razones?

Hundidos en turbio alta mar, lejano y oculto en arrecife

Desconocido,

¿Cuántas palabras más hay por descubrir?

O finalmente escondes tus vocales

Para jamás hallar algún nuevo significado.

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Hibernación

El cielo violeta se confiesa ante el vegetal dormido, iluminándolo con

el halo que se apaga y no lo despierta, se ayuda del murmullo viento

arremolinándose a su alrededor pero él continúa yacido ignorándolo.

Ni el picoteo del cuervo, ni el reclamo de su umbela lo salvan del

trance. El cielo ya es nocturno, el cuervo reposa en su nido y el polvo

es manto indiferente para el que resiste su quietud de los que ya no

pueden vivir sin movimiento.

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El Olvido

Revueltos tus colores vespertinos

Sobre el paso de cemento

Despierta del letargo del que espera

Y al frente allá

Un candelabro en mi noche

A la que abracé en mi insomnio

Por la mañana intoxicado

Corriendo detrás de la

Embarcación embriagante

Dispuesto a encenderme en la hoguera de ese ayer

Siendo en un instante

Centinela silencioso

De impaciente resguardo de tu ausencia

Fría que caía en gotas

Al charco débil de las horas

Y delirante la brasa

No moría comenzando la brisa

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En espasmos de cielo despertado

Por el giro rotativo de inertes horas.

Completo profundo

Saturado de siluetas extintas al tacto

Bailantes y ensimismadas para absorbidas

En las impuestas alegrías

Extraviadas

El hallazgo de aquellos desocupados

Espacios de emociones

Para insertar eso profundo

Completo y saturado

Frenético desde lo impaciente.

E insistente lo taciturno

Pierde la energía de su pena expectante

Debilitada por su silencio del viento

Mudo frío que corre indiferente como

Asesina de banderas decepcionadas.

Inmóvil el minuto

Indeciso entre sus segundos,

Extraviado en los bordes

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De aquello que ya no corre

O no quiere correr

Y todo aquello cantado

Y sujeto ha de caer otoñal

Enfermo de la nada infinita

Ayer, olvidado en la sombra

De ese terrible estival

Deseando no haber

Deseado sentarse a esperar.

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Cuando ya no importe

Lo amado confundido

Resistía la cirugía de la muchacha a corazón abierto,

Tamborileando la sonrisa desprendida subastada a tientas

Donde tu león despeinado hace señas tras la jaula.

El tibio amante separa las cuerdas rotas

Al perder la melodía del instante en la sencillez

Del canto verde manzana: la perdida elección

Sobre ramaje epicúreo de acuarela torbellino.

Se pudo elegir el comienzo,

Alcanzar la duda desbaratándola

A la primera llamada

Siempre en nosotros y no en monólogo ausente.

Fermentada la sangre de Neptuno

Disuelta a las olas en borrasca

Callando lo emancipado inalcanzable y

Despierta despedida abundante.

Pero ya desvirgada la tarde y

Corrompida la oscuridad

Con intermitencias del aburrimiento,

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Se presenta lo irreconocible ensoñado

Sin aroma ni propiedad,

Un viejo sentimiento sin ancla

Adherido a lo que se fue.

Y habla del sacrificio pálido

De las primeras sombras,

De lo anciano de los recuerdos,

De lo amado sin nombre,

Y sin embargo, no desborda

Ni invade, ni fulgura a la noche.

Todo deviene cascada

Cuando ya no importa.

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Ella

Una mañana de setiembre a las 10 y 11 am

Vi las sedas de cabellos largos descubriendo

La estrella de sus ojos y el adornito de porcelana

Donde ellos descansaban.

Sus labios esmeraldas interrogaban por el tiempo

Mientras detenido en él, era el descreído por fijarse en mía existencia.

Y sin saberlo, lo trascurrido, lo que en ella era movimiento,

Para mí se transformaba en limbo estático de ternura.

¿Cómo el alma puede ser cautiva de sí misma?

¿Su dulce voz fueron mi carcelera

Al conocer viviente belleza?

Aún se mantiene vigía,

Porque la cercanía de la remembranza

Hacen de los intentos de huida, vanos esfuerzos.

Tenía un dulce andar de delicado existir

Siguiendo baldosas amarillas para su caminar de niña,

Preguntándome si quebraba el viento,

Porque apenas iba sobre flores amarillas perlas

Y paseaba por la vida como nube de algodón.

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Lo hondo de su recuerdo vibra

En el alma con instrumento que toca una

Pieza de Liszt, abandonándose en su melodía silenciosa

Bajo la compañía de ojos intensos, de boca de pequeños

Dientes y de manos que cobijan pétalos de flor.

Tantos años, tantos firmamentos

Esperando tembloroso su llegar, observando entre gente desconocida

Alguna fábula de oro que narre el capítulo

Donde la princesa, vestida de seda,

Reclame su pañoleta extraviada.

Sólo irrumpía la realidad,

Con historias mal contadas,

Consolando la visión alucinada

Que rescata a cualquier mortal de ríos salvajes y profundos.

He degustado los días desmenuzando segundos

Intentando cuál científico iluso, reconstruir los

Minutos del primer encuentro,

Hallando sólo tristes viajes de retorno al encontrar al vuelo,

Que las horas pesan y los mensajes de juventud

Ya no caben en madura conciencia.

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Desde hoy, las primaveras han extraviado su colorida natura

La imagen del ayer, retrato estático al que ya no

Le reclamo dinámica.

Pero siembre serás nimbo paseante en el cielo,

Un hermoso capullo de rosa, una estival mariposa

Un riachuelo de esmeraldas, el esbelto ángel protector,

Mi deseada especulación de eterna brevedad.

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Page 79: El Descenso de la Realidad

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INDICE

Impaciencia /9

Escape /11

El error /13

Mandamiento /15

Prematuro /17

La noche /19

Obstinado /21

La fotografía /23

La respuesta /25

Preludio a la decepción /27

Reflexión en un día de baño /29

Desaparecido /31

Hundimiento /33

A la deriva /35

Atardecer /37

Retorno /39

El astronauta /41

La sonrisa /43

Si fueras una estatua /45

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La musa de cabellos ondulantes /47

Separación /49

Contemplación /51

Enfermedad /53

Está bien /55

Invasores espaciales /57

Creación casual /59

El enamorado /61

Renuncia /63

Conversación /65

Hibernación /67

El olvido /69

Cuando ya no importe /73

Ella /75

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