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El DESVENTURADO NOVIO DE AURELIA Los datos del caso que hoy voy a exponer a continuación han llegado a mi conocimiento por medio de la carta de una joven que reside en la hermosa ciudad de San José; me es completamente desconocida firma sencillamente “Aurelia María”, empleando tal vez un nombre supuesto. Pero, dejando esto a un lado, el caso es que la pobre joven tiene casi destrozado el corazón a causa de las desventuras que ha padecido, se encuentra en tal perplejidad ante los encontrados consejos de amigos mal orientados enemigos insidiosos, que no sabe qué camino seguir para desenmarañar la red de dificultades en que parecen casi irremediablemente envuelta. En este conflicto, se dirige a mí en busca de ayuda y solicita la guíe y aconseje con una elocuencia patética capaz de conmover el corazón de una estatua. Escuchad su triste historia. Dice que cuando tenía dieciséis años conoció amó, con todo el afecto de una naturaleza apasionada, a un joven de Nueva Jersey, llamado Filiamos Breckinridge Caruthers, unos ses años mayor que ella. Se hicieron novios, con espontáneo consentimiento de sus amistades parientes, y durante algún tiempo pareció que su vida estaba destinada a caracterizarse por una inmunidad contra el infortunio que sobrepasaba la usual asignación dela humanidad. Pero finalmente el curso de la fortuna cambió: el joven Caruthers se contagió de viruelas de la peor clase, y cuando pasó la enfermedad tenía la cara llena de hoyos como un molde de waffles, el atractivo de su rostro había desaparecido para siempre. Aurelia pensó |||

El Desventurado Novio de Aurelia

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El DESVENTURADO NOVIO DE AURELIA

Los datos del caso que hoy voy a exponer a continuación han llegado a mi conocimiento por medio de la carta de una joven que reside en la hermosa ciudad de San José; me es completamente desconocida firma sencillamente “Aurelia María”, empleando tal vez un nombre supuesto. Pero, dejando esto a un lado, el caso es que la pobre joven tiene casi destrozado el corazón a causa de las desventuras que ha padecido, se encuentra en tal perplejidad ante los encontrados consejos de amigos mal orientados enemigos insidiosos, que no sabe qué camino seguir para desenmarañar la red de dificultades en que parecen casi irremediablemente envuelta. En este conflicto, se dirige a mí en busca de ayuda y solicita la guíe y aconseje con una elocuencia patética capaz de conmover el corazón de una estatua. Escuchad su triste historia.

Dice que cuando tenía dieciséis años conoció amó, con todo el afecto de una naturaleza apasionada, a un joven de Nueva Jersey, llamado Filiamos Breckinridge Caruthers, unos ses años mayor que ella. Se hicieron novios, con espontáneo consentimiento de sus amistades parientes, y durante algún tiempo pareció que su vida estaba destinada a caracterizarse por una inmunidad contra el infortunio que sobrepasaba la usual asignación dela humanidad. Pero finalmente el curso de la fortuna cambió: el joven Caruthers se contagió de viruelas de la peor clase, y cuando pasó la enfermedad tenía la cara llena de hoyos como un molde de waffles, el atractivo de su rostro había desaparecido para siempre. Aurelia pensó |||