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1 EL DEVENIR DE LA MORALIDAD: EL PLACER, EL CORAZÓN Y LA VIRTUD Comentario al capítulo V.B. de la Fenomenología del espíritu de Hegel Antonio Gómez Ramos Universidad Carlos III de Madrid El apartado V. B. “La realización efectiva de la autoconciencia racional por medio de sí misma” constituye una sección relativamente menor dentro de la Fenomenología del espíritu. Los resúmenes, exposiciones y comentarios de la obra suelen pasar apresuradamente por él, cuando no se lo saltan 1 . Sitúado justo en medio del capítulo V, a continuación de las curiosidades de la Fisionómica y de la Frenología en la sección anterior, apunta un concepto de moralidad que, de todos modos, quedará empequeñecido al lado de grandes figuras como el alma bella o la visión moral del mundo, que entran en escena con toda su fuerza mucho más adelante, al final del capítulo VI, ya en el Espíritu. De modo general, puede decirse que las tres figuras por las que pasa esta autoconciencia racional cuando trata de realizarse efectivamente a sí misma, a saber, el placer, el corazón y la virtud, no han alcanzado, ni de lejos, la celebridad de que gozan otras figuras como la conciencia desgraciada, la propia alma bella o el amo y el esclavo, convertidas casi en capítulos autónomos de la Fenomenología. Y sin embargo, las tres, placer, corazón y virtud están dibujadas con una finura y precisión que recogen lo mejor de la pluma de Hegel: su serie está explícitamente inserta en el tejido de la Fenomenología; el conjunto de las tres, y cada una de ellas por separado, es una monáda en sí misma, autónoma, pero reflejando, hacia delante y hacia atrás, la estructura del libro: el apartado sobre “el placer y la necesidad” tiene una estructura paralela a la certeza sensible, el de “el corazón y el delirio del engreímiento” hace lo propio con el capítulo de la percepción, y “la virtud y el orden del mundo” con el de fuerza y entendimiento; los tres prefiguran y anticipan la dinámica del capítulo sobre El espíritu cierto de sí mismo. La moralidad”. También es un texto ejemplar de la Fenomenología por el modo en que entreteje las figuras históricas o literarias a las 1 Por supuesto, encuentra su capítulo correspondiente en comentarios extensos como el de Hypppolite (Génesis y estructura de la Fenomenología del Espíritu, Barcelona, Península, 1986), o el más reciente de Pinkard, Hegel’s Phenomenology, Cambridg, CUP, 1996. Pero ni siquiera lo menciona Marcuse en Razón y revolución, (Madrid, Alianza, 1971), y Bloch, Subjekt-Objekt (Suhrkamp, 1972), lo despacha e medio párrafo.

El Devenir de La Moralidad

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1 EL DEVENIR DE LA MORALIDAD: EL PLACER, EL CORAZN Y LA VIRTUD Comentario al captulo V.B. de la Fenomenologa del espritu de Hegel Antonio Gmez Ramos Universidad Carlos III de Madrid ElapartadoV.B.Larealizacinefectivadelaautoconcienciaracionalpor mediodesmismaconstituyeunaseccinrelativamentemenordentrodela Fenomenologadelespritu.Losresmenes,exposicionesycomentariosdelaobra suelen pasar apresuradamente por l, cuando no se lo saltan1. Sitado justo en medio del captulo V, a continuacin de las curiosidades de la Fisionmica y de la Frenologa en la seccinanterior,apuntaunconceptodemoralidadque,detodosmodos,quedar empequeecidoalladodegrandesfigurascomoelalmabellaolavisinmoraldel mundo,queentranenescenacontodasufuerzamuchomsadelante,alfinaldel captuloVI,yaenelEspritu.Demodogeneral,puededecirsequelastresfiguraspor lasquepasaestaautoconcienciaracionalcuandotrataderealizarseefectivamenteas misma,asaber,elplacer,elcoraznylavirtud,nohanalcanzado,nidelejos,la celebridaddequegozanotrasfigurascomolaconcienciadesgraciada,lapropiaalma bellaoelamoyelesclavo,convertidascasiencaptulosautnomosdela Fenomenologa. Y sin embargo, las tres, placer, corazn y virtud estn dibujadas con una finura yprecisinquerecogenlomejordelaplumadeHegel:suserieestexplcitamente inserta en el tejido de la Fenomenologa; el conjunto de las tres, y cada una de ellas por separado, es una monda en s misma, autnoma, pero reflejando, hacia delante y hacia atrs,laestructuradellibro:elapartadosobreelplacerylanecesidadtieneuna estructura paralela a la certeza sensible, el de el corazn y el delirio del engremiento hace lo propio con el captulo de la percepcin, y la virtud y el orden del mundo con eldefuerzayentendimiento;lostresprefiguranyanticipanladinmicadelcaptulo sobre El espritu cierto de s mismo. La moralidad. Tambin esun texto ejemplar de laFenomenologaporelmodoenqueentretejelasfigurashistricasoliterariasalas 1 Por supuesto, encuentra su captulo correspondiente en comentarios extensos como el de Hypppolite (Gnesis y estructura de la Fenomenologa del Espritu, Barcelona, Pennsula, 1986), o el ms reciente de Pinkard, Hegels Phenomenology, Cambridg, CUP, 1996. Pero ni siquiera lo menciona Marcuse en Razn y revolucin, (Madrid, Alianza, 1971), y Bloch, Subjekt-Objekt (Suhrkamp, 1972), lo despacha e medio prrafo. 2 que alude, ms o menosexplcitamente,con los respectivos movimientos conceptuales quemarcanlamarchadelaconciencia,yqueseencarnanenesasfiguras.Ydesde luego, encontramos aqu al Hegel ms sarcstico, el que derrocha irona e ingenio contra elromanticismo,elidealismomoral(justoloquehoyda,enlenguajecotidianoo periodstico,seentiendeyaporidealismo)ocontraelmoralismoengeneral.Incluso paraunlibrotanrepletodeironascomoeslaFenomenologa-alaque,porcierto, nadie ha entendido nunca irnicamente-, aqu hay demasiadas de ellas, y muy brillantes. Puedequelaraznporlaqueestecaptulohayaencontradounecotan moderadosealamodestiadesusprotagonistasfrentealasdimensionesdelproyecto hegeliano.Alfinyalcabo,laFenomenologatratadelaenteramarcharacionaldel mundo, del espritu universal, de la humanidad en su conjunto, etc. es decir, de grandes escalas,mientrasqueaqunoslashabemos,simplemente,conlarealizacinefectiva de la autoconciencia racional por medio de s misma, es decir,con la cuestin de qu haceelindividuoconsigomismoparaserl,lacuestindesipuedeautorrealizarse individualmente, y cmo, una vez que sabe de s que es racional y que, desprendido del estadonatural,eslquien,segnsupropiarazn,sedasusnormasdevida.Paralos lectores de Hegel, las andanzas y transformaciones de una conciencia en singular haban de ser poca cosa, y resultar en un personaje menor.Ytalvezseacorrectoas.Peroaunquesloseaparajustificarelintersdel captulo-hadehacersenotarqueesatareadeautorrealizarseindividualmente,de darselaspropiasnormasdevidasegnlapropiaraznpuedesonarbastanteactual, unavezquesupuestamente-lasgrandesnarrativasyproyectoscolectivoshan naufragado,dejndo(nos)alossujetosdelcapitalismoavanzadoenfrentadosasolas, ideolgica y materialmente, con la tarea de su propia autorrealizacin -palabra sta que, pormuchousoyabusoquehayatenidoytenga,nopierdenuncadeltodosusabor hegeliano.EnningncasosetrataradebuscarenHegelrecetasparaandar individualmente por la vida precisamente, la Fenomenologa empieza diciendo que la filosofadebeguardarsedequererseredificante2,loqueenestecaptuloseexpresa mostrando que esa autorrealizacin fracasa en la moralidad, y requiere una eticidad que slo puede darse ms all del simple individuo singular-. S se tratara, ms bien, de lo contrario:lamuyseriasucesindeposicionescasicmicasquesedanestecaptulo suministraunsarcasmo,avecescruel,haciamuchasdelasvasdeautorrealizacin 2 14, 1-2 (El primer nmero corresponde a las pginas de la Fenomenologa en la edicin de Bonsiepen,, Felix Meiner, Hamburgo, 1980, los segundos, a la lnea de la pgina)3 queelindividuodehoyseencuentrayapreparadasyasudisposicin,desdeel hedonismo del consumo hasta muchas moralinas del sentimentalismo, el humanitarismo o la correccin poltica. * * * * * * Setrata,entonces,decmoserealizaefectivamentelaautoconcienciaas mismaporsmisma.Conscientedesmismaencuantoindividuo,reconocidacomo autoconciencia, sabe que ella vale por s misma: pero lo que vale para ella, que es en s yensucertezainterna,debeentrarensuconciencia,yllegaraserparaella.3.Hoy diramos, incluso quien no tuviera ningunaformacin filosfica, queel individuo tiene querealizarsepersonalmente;Hegel,conalgomsdeprecisin,habladequela concienciaindividual,encuantosingular,tieneporfinquedarselarealizacin efectiva,yencuantotalsingular,disfrutarsedeella4.Aesasalturasdela Fenomenologa, eso significa salir de la razn slo terica y poner en marcha la razn activa,enelmundoyentrelosotros.Estadimensionprcticadelarealizacindela concienciaabreelreinodelaeticidad,yleplanteaalaconcienciaelproblemade alcanzar su propia substancia tica. Qu sea esta substancia y dnde est o haya estado, culessonsusfiguras:taleselproblemadefondodeestecaptulo.Entodocaso,el proceso de realizacin efectiva de la autoconciencia por s misma, cualquiera que sea su resultado,marcaparaHegel,explcitamente,elcomienzodelaexperienciaticadel mundo.5 Lasresonanciasaristotlicas,yentodocaso,griegas,deesteplanteamiento inicial son claras. La autorrealizacin del individuo con vistas a un fin ltimo -que sera lafelicidadcomoactividaddeacuerdoconlavirtud-eselprogramadelaticade Aristteles.Hegel,conlapolisgriegaenmenteyavecesenlapluma,dedicacuatro inspiradosprrafosadescribircmosloenlavidadeunpueblosedalaunidad completadeunaautoconcienciaconlasotras,cadaunaconsuautonoma,cmoel individuo se halla y se realiza, alcanza su determinacin, en la lenguay las costumbres desupueblo,cmo,endefinitiva,enunpueblolibrelasustanciaticaestya presente,de modo que los hombres ms sabios de la Antigedad tenan la sentencia 3 193, 16-17 4 197, 33-34 5 197, 1 4 de que la sabidura y la virtud consisten en vivir conforme a las costumbres del pueblo de uno6. Tanto ms abrupta, sin embargo, es la ruptura que Hegel introduce con el idilio griegopero,quiz,msprecisaypersonalmente,larupturaloesconsuantiguay juvenil ensoacin bernesa del ideal de un pueblo bello y unido: en seguida aade que deesadichadehaberalcanzadosudeterminacinysudestino,devivirenellaesde donde la autoconciencia [] ha salido, o bien: no ha alcanzado esa dicha todava, pues que ambas cosas cosa pueden decirse de la misma manera.7 Ciertamente, el individuo modernoeselprotagonistadetodoelpensamientohegeliano,yespecialmentedel captuloquecomentamos;peropocasvecesacentaHegelcontantafuerzalaruptura moderna y el contraste con el mundo antiguo. No se trata slo de la necesidad de haber salido, o haber sido expulsados del paraso8, tal como la afirma en otros lugares, sino de laradicalfaltadesudeterminacin,derealizacin,queafectaalaconcienciayquele haceserconciencia.Estanradicalque,enelfondo,tantodahabersalidodelparaso dondeesadeterminacinestabarealizadacomoandardesdesiemprealabsquedade ella. En cuatro largos prrafos9 -que en realidad le sirven para describir la situacin de la autoconcienciayanunciarsusprximasestaciones-Hegelargumentaquenohay diferenciarealentrelanostalgiadelparasoperdidoylaexpectativadelatierra prometida; entre, por un lado, haber perdido aquella substancia tica que slo era en s, aquella eticidad griega que slo era, sin ser todava pensada, sin tener conciencia, o, por otro,adentrarseabuscarlasubstanciaticarealenelmundoquelaconciencia encuentradelantedes.Nohaydiferencia;valedecir:elasuntodelarealizacin efectivadelaautoconcienciaydealcanzarunasubstanciaticaesunasuntoque concierne a cualquier conciencia de cualquier poca y lugar, en cuanto que sea y se sepa conciencia.Perocomoanuestrotiempo,estoes,alamodernidad,leresultams cercanaaquellaformadelosmomentosenlaqueestosaparecendespusdequela concienciahaperdidosuvidatica,Hegeloptaporlaprimeravaderepresentarlas cosas. Es decir, a la hora de explicar cmo se organiza la vida el individuo, cmo se da normasparaactuarylegitimarsusacciones,Hegeloptaporlasituacinenquela legitimidad no procede ya de la tradicin ni de las costumbres sociales de su pueblo, la 6 195, 28-30 7 195, 31-34 8 cf. P.e. Lecciones de Filosofa de la historia universal, Barcelona, Galaxia Gutenberg, 1995, ps. 228 9 195, 35 a 197, 34 5 situacinenque,rotalaconfianza,elindividuoseenfrentaalasleyesyalas costumbres;stassonslounpensamientosinesencialidadabsoluta,unateora abstractasinrealidadefectiva;mientrasquel,encuantoesteyo,seesaslaverdad viva10.Hegelelige,pues,preguntarporlaposibilidaddeunamoralidadindividual, subjetiva, en el mundo moderno que ha roto con la tradicin, en que esta ha perdido su significado.Estecarcteroptativoexplicara,tambin,loquealgunoscrticoshan consideradoarbitrariedadhegelianaalahoradeelegirlasfigurasdeestecaptulo.11 Ciertamente, aparte del placer, la ley del corazn y la virtud, podra haber otras muchas formasdeintentarrealizarsesubjetivamentelaautoconcienciaydarseunasubstancia tica;perosonesaslasque,ajuiciodeHegel,hanmarcadoenelmundomodernoel devenirdelamoralidad12.Lohanhecho,adems,conposturasmarcadamente subjetivistas y particularistas. En un mundo que despus ha abundado en regeneradores morales,predicadoressentimentales,donquijotesypregonerosdelaautenticidad,la eleccin de Hegel no deja de ser oportuna. Al fin y al cabo, de lo que se trata para l en este captulo de transicin es de mostrar que la moralidad, en cuanto actitud y actividad sujetivadelindividuoparaconsigomismoencuantoautoefectuacindelasola conciencia-seenredaencontradiccionesinsalvables,cuandonoridculasydelirantes. Forjador de una razn social, el inters de Hegel es mostrar que la moralidad slo puede resolverseenlaeticidad,enunacondicincomunitariacvicatalcomosehabadado previamentesloenelespritugriego;sloqueallsehabadadodeunmodo inmediato, ingenuo, no pensado, que, por eso, ya no tiene validez. Tan inmediato e ingenuo era que ni siquiera requera de la palabra moralidad. ApesardequehaexistidoHegel,ennuestrotiempotodavapuedeprovocarsorpresa decirloqueconstituyelapremisadeestecaptulodelaFenomenologa:quela moralidad es un invento moderno. Por sagrada que pueda parecer, es slo un accidente, algo que ocurre y parece que nunca deja de ocurrir- en el largo rodeo del espritu desde el mundo tico inmediato de los antiguos hasta la eticidad efectiva del Estado moderno, siempreporalcanzar.Losantiguos,propiamente,nohablabandemoralidad13enel sentidodelaintegridaddelapersonaqueactasegnciertosprincipiosoincluso virtudes.Paraellos,lamoralidadnoeranecesaria,puesenlacomunidadsedabade 10 196, 20-22 11 Hyppolite, o.c. pg. 249 12 197, 20 13 Cf. Al respecto, Antonio Valdecantos, La fbrica del bien, Madrid, Sntesis, 2008, esp. pgs. 35-49 6 modoinmediatolaunidaddelsingularydeluniversal14,estoes,lasubstanciatica. Sonlosmodernos,quenotienenesacomunidad,queseencuentranenlassituaciones quedescribenHobbes,MaquiavelooMandeville,quienesseinventanlamoralidad,se han ido inventando formas de la moralidad con que remedar esa unidad. EsmuyposiblequeseaHobbeselpensamientoquetieneHegelenmenteal describir,enunaseriedepasospreviosalastresfigurasefectivasdelamoralidad,la situacinylosmvilesdelaconcienciaindividual.15EsHobbesquiendescubre individuos aislados, compuestos de deseo y de miedo, al comienzo del mundo moderno, individuosquelanalizacomounacategoranatural.Correspondenalasconciencias atomizadasydeseantesqueHegeldescribecomoteniendolaformadeunquerer inmediato, o de una pulsin natural que alcanza su satisfaccin, la cual es, a su vez, el contenido de una nuevapulsin.16 Hegel habla deTriebe: no instintos, nitampoco un simple impulso concreto y dirigido, sino esa movilidad inmanente al sujeto, no querida, sinoqueeselquerermismoqueconstituyesupropiavitalidadyleempujaaldeseo. Estamecnicadelaspulsionesmsnaturalesquemuevenalserhumanoesloque Hegelreconstruyeacontinuacin,enlamedidaenqueellassonlaverdadera determinacin y esencialidadde los sujetos. Mientras, por un lado, la substancia tica sehadegradadoenunpredicadosins-mismo,sinconsistencianisujeto,ellos,los sujetos,sonlosindividuosquehandecumpliryllenarporsmismossu universalidad17: fueraya de la legitimidad de la tradicin, son su propia fuente ltima de toda autoridad y creencia. Lacumplen,laintentancumplir,entresepisiodiossucesivos;enrealidad,tres fracasos,trestropiezosdelesprituqueconstituyen,comotales,eldevenirdela moralidad. Los reconocemos como el placer, el sentimiento y la virtud,o bien: el goce delmundo,lavoluntadcandorosadearreglarloolaluchasinesperanzacontralysu corrupcin.Aunquelostrescubrenuncampomuyampliodeactitudesmorales contemporneas, ninguna de ellas extinguidas, siempre quedar la pregunta de si agotan todoeldevenirdelallamadamoralidad,odesilasucesindelastreshadeserenel ordenprecisoqueHegelpropone.Entodocaso,laspginasquesiguendanideadela agudeza de Hegel como analista de actitudes morales. Su voluntad de sistema, y todo el crecimientoposteriordellibro,hacenquesedisimuleesaagudeza;puedeinclusoque 14 Hyppolite, o.c. pg. 250 15 As lo ve, sobre todo, Pinkard, o.c. 16 197, 6 17 197, 11 7 seaelpropiosistemaquienleproporcionaaHegellosmecanismosparamostrar,con todosusarcasmo,quelaindividualidadfracasajustamentealldondecreepoder salvarseyafirmarsecomotalindividualidad,enlomoral.Peroescasiseguroque,sin ese sistema, leyendo este captulo aisladamente, reconoceramos en Hegel, si no a un inmoralista semejantea Nietzsche, s a un crticoy psiclogo moral deuna alturaya muysuperioraldelescritorpedaggicopopularqueHegelhabaqueridoserensus aos jvenes. 1.El placer y la necesidad Tenemos,pues,alinicialindividuomoderno,ser-para-sinmediatoyabstracto, liberado de las constricciones de la tradicin, que cree ser el solo dueo de su razn, y se sabe movido primariamente por el deseo, por el apetito de disfrutar sensualmente del mundo. Por eso, deja atrs, como una sombra gris y evanescente, la ley del ethos y de laexistencia,losconocimientosdelaobservacinylateora,puesnodejandeserun saberdealguiencuyoser-para-syrealidadefectivasonotrosquelossuyos. Explcitamente, la figura es aqu Fausto, cuya primera versin publicara Goethe al ao siguientedelaFenomenologa,en1808,peroacuyotextoHegelbienpodahaber tenido acceso y se permite citar aqu. Es el Fausto que primero rompe con la comunidad y la tradicin porque se sabe individualizado por su propia razn autnoma, y que luego desprecialagristeorafrentealrboldoradodelavida,elFaustoparaquienlas sombras de la ciencia, de las leyes y de los principios, no hacan ms que interponerse entrelysupropiarealidadefectiva,yahora,lanzadolalplacer,ellasdesaparecen comounanieblasinvida,incapacesdeacogerloalconlacertezadesurealidad. Desechadalateora,Fausto,ocualquierprerromnticoentregadoasuprograma particulardeautorrealizacin,searrojaalavidayllevaaejecucinlaindividualidad puraconlaquelsaleaescena.Semejantealdestinatariodecualquieranuncio publicitario de consumo, el primer Fausto decide ser l mismo entregndose al disfrute y,caminandoporelvergeldelaexistencia:setomalavidaigualquesearrancaun fruto maduro, que cae l mismo en la mano segn se lo toma. Estapulsindegoceinmediatotieneinicialmenteunaestructurasimilarala certezasensible,encuantolaconcienciatieneunaccesodirectoalootro;peroahora esootronoeslarealidadexternasinms,sinootraautoconciencia.Enaqulcaso, 8 estandoencontactoinmediatoconelmundodelossentidos,podraobtenerplacer devorar el fruto sin ms; ahora, el placer con el que se quiere realizar la autoconciencia eselamorsensual:alseentregaFausto,peroeseamorrequieresatisfacerseenotra autoconciencia, no en una cosa. Lo que debe producir, entonces, lo que se busca, es ms bien la unidad de l mismo con la otra autoconciencia para ser ambos un primer singular que ya ha asumido, por haberla cancelado y guardado18, su propia singularidad, y se ha hechouniversal.Elplacersensualparececonsistirenquelaconcienciacreerealizarse efectivamenteenotraconcienciaqueaparececomoautnoma,oenlacontemplacin delaunidaddeambasautoconcienciasautnomas.Dosamantesromnticosnose expresaran en esos trminos, ciertamente, pero la unidad corporal y espiritual que ellos buscan,ylacontemplacindeesaunidadenlaquesesolazan,correspondebastante bien a la descripcin que hace Hegel de la autoconciencia sensual. Ahorabien,adiferenciadeotroscrticosdelhedonismo,Hegelnorecurreala futilidad de los placeres, a lo que tienen de efmero, a que dejen vaco y muerto al sujeto despusdedisfrutarlos;tampocohabladeldolorquealargoplazoproducen. Ciertamente, habr una transicin del placer a la muerte, y hay un fallo de clculo en laautoconcienciahedonista,perolafrustracindestanollegarporcausadelos excesos materiales del placer; sino por la contradiccin en la que inevitablemente entra: al alcanzar su propsito, experimenta cul es laverdad del mismo. El placer le da al individuo lo que le promete; pero, sobre todo, le enfrenta a una verdad de s mismo. Desdeluego,estelquelaautorrealizacinpormediodelplaceresuna autorrealizacinvaca;elobjetoquelaindividualidadexperimentacomosuesencia carecedetodocontenido.Pues,enverdad,laautorrealizacinpormediodelgoce sensual no tiene en s ningncontenidoespecfico,yno hay nada tan abstracoyvaco comohacerloqueaunoleplazca.Dehecho,comomuestraunaojeadaacinco minutos de publicidad en los medios de comunicacin de hoy, la eleccin del deseo que se mueve nica y exclusivamente por la bsqueda de placer es una eleccin sin criterio, capaz de elegir cualquier cosa. El antecesor inmediato de los propagadores actuales del consumo y menos exitoso que ellos-, Mefistfeles, se lo explica muy bien a Fausto en eltextoqueHegelvasiguiendocasialpiedelaletra.Leprometequeencontrarla infinitud en el mximo goce sensual y terrenal, y le hace beber una pcima antes de salir 18 valga esta perfrasis para decir aufgehoben. El hecho de que la unidad o la fusin de los amantes corresponda a un proceso de Aufhebung puede decir mucho tanto de la fusin amorosa como de la Aufhebung misma. 9 alacalle,dicindole:DusiehstmitdiesemTrankimLeibe/BaldHeleneinjedem Weibe19.Lanzadoalaseduccin,cualquiermujervaldraigualdebienparael hambrientoFausto;ycualquierobjetoindeterminadorellenaestoes,dejaenrealidad vaco de determinacin- el placer que la autoconciencia hedonista quiere darse. Pero la verdad del placer no ser el vaco, o la futilidad, sino algo ms slido y desgarrador. Comoessabido,FaustonoencuentratodavaaElena,sinoaMargarita,quien encarnaesemundodetradicionesycostumbrescontraelqueelindividuoFaustose rebelaennombre,justamente,desuplacerysuautorrealizacin.Convienerecordar aqulahistoriadeestefragmentodelFausto,porqueconstituyeelsubtextodela argumentacin de Hegel. Fausto seduce a Margarita, la lleva a envenenar a su madre, y luego a matar en un acto de locura al hijo ilegtimo de la unin de ambos, a resultas de locualellaescondenadaamuerte.ConlasartesdeMefistfeles,Faustomataal hermanodeMargarita,queleharetado,yconsigueinclusocolarseenlaprisinpara liberaraMargaritaysalvarladelaejecucin.Ella,sinembargo,aceptandosus crmenes, se niega ya a ser salvada, y Fausto, que se crea dueo absoluto de su destino, choca con unos lmites que no puede superar. Estoes,ellmitequeencuentralaautoconcienciaquequiererealizarseenel placer sensual no es tanto la vaciedad del placer mismo como el vnculo que ese placer lehacreadoconotraautoconciencia,cuyaautonoma,enestecaso,ladeMargarita resistindose a ser salvada, se sita ms all del poder de Fausto. La sorpresa, en cierto modo,esdoble.Porunlado,frentealasabstraccionesvacasdelplacer,ala autoconcienciaselerevelalaconexinslida delanecesidad,eldestino,esodelo quenosesabedecirquesloquehace,culessonsusleyesdeterminadasysu contenidopositivo,porqueeselconceptopuro,absoluto,contempladocomoser,la referencia simpley vaca, pero irresistible e imperturbablecuya obra noes ms que la nadadelasingularidad.Laautoconciencia,movidaporundeseolibre,azarosoy arbitrario,unavezconfrontadaconlasconsecuenciasconsecuenciasnecesarias-del placerobtenido,severeducida,comoelpobreFausto,aunanada:desdesupropia singularidad, y queriendo ser slo ese individuo singular, crea arrojarse a la vida y huir delateoramuerta,peromsbiensehaprecipitado,tanslo,enlaconcienciadesu propia carencia de vida, y no se imparte a s ms que como la necesidad vaca y extraa, como la efectiva realidad muerta. Crea hacerse con la vida,y ha dado con la muerte. 19 Con esta pocin en el cuerpo, cualquier mujer ser una Elena para ti 10 Porotrolado,anteesedestinodelquenosesabedecirquesloquehace,culesson sus leyes determinadas y su contenido positivo, la conciencia slo puede preguntar algo as como pero qu me est pasando? Una vez que ha pasado por la experiencia que supuestamentedebaponerantesusojoslaverdad,yellallegararealizarsepors misma,laautoconcienciaseencuentraquelasconsecuenciasdesushechosnosonlo queellaconsiderasushechosFaustotieneporhechosuyoelplacerconMargarita, incluso el asesinato de lo que se opone a l, pero no la muerte de Margarita, ni menos su propio desconcierto al no poder salvarla-, la conciencia se convierte en un enigma ante s misma.20 Elresultadoesquelasingularidadquepensabaautorrealizarseefectivamenteensu propioproyectodedarsatisfaccinasusdeseos,obien,elindividuoatomstico modernocuyaautoconcienciacreeautorrealizarsesiendoloquelquierahacer,en lugardehacerloqueleapetezca,segnleprometecadadaelMefistfelesdeturno, queda,finalmente,diceHegel,machacadoporelpodernegativo,noconceptualizado, delauniversalidad.Obien,conmsfinura:laquebradizarigidez21absolutadela singularidad queda pulverizada al contacto con una realidad efectiva igual de dura, pero continua.Elindividuosequeda,literalmente,hechopolvo:hacelaexperienciadel doble sentido que hay dentro de lo que haca, esto es, tomarse la vida22; tomaba la vida, pero lo que agarraba al hacerlo era ms bien la muerte. En esta salida al exterior en busca de su satisfaccin por el placer, la individualidad, hecha polvo, enigma para s misma, queda extraada de s. Como siempre en Hegel, al extraamiento le sigue una reflexin que trata de ver dentro de s esa necesidad. Lo cual nos da la siguiente figura de autoconciencia: 2. La ley del corazn y el delirio del engremiento El resultado hasta ahora es que, salvo que se tratase del Marqus de Sade23, la nueva subjetividad moderna, que quiere darse a s misma sus normas y principios al margen de 20 201, 21 21 Quebradiza rigidez traduce Sprdigkeit 22 Sich das Leben nehmen tiene, efectivamente, un sentido doble en alemn. Literalmente es tomarse la vida, tomar la vida para s; pero tambin, y ms inmediatamente, quitarse la vida, esto es, suicidio 23 O de alguien que no se vinculara a las consecuencias de su placer. El lector de Hegel tiene derecho a preguntarse qu habra sido del relato de este captulo de la Fenomenologa si Fausto se hubiera desentendido de la suerte de Margarita, o si lo que correspondera a la actitud de Sade- ni siquiera hubiera interpretado su placer sensual como una fusin de autoconciencias, al modo del amante romntico que Fausto resulta ser. El perverso cuyo placer sensual implica el sometimiento y el dolor de la otra 11 latradicinydelosusossociales,nopuedebuscarlosenaquelloqueeraloms inmediatoenella,asaber,lapersecucindesusapetitosenbuscadelplacer.La necesidad exterior que ha encontrado en las consecuencias inesperadas de sus hechos la hadesconcertado.Laconcienciapruebaentoncesainteriorizaresanecesidad,yse dirige hacia dentro de s: a su propio corazn. Adopta as una figura que Hegel califica de ms rica y concreta: la que se rige por la ley de su propio corazn. Hay una cierta maldad por parte de Hegel al derivar el sentimentalismo del fracaso delhedonismo,oenhacerseguirasucrticadelhedonismounacrticadel sentimentalismo.Esdeunaagudezacasifreudianaelinsinuarquehayunaconexin directa entre la (frustracin por la) ms tosca bsqueda del placer sensual externo y los sublimes sentimientos del corazn a favor del mundo en general, como si en el pasado dequienpromuevelasmsbellascausasdesdelaspalpitacionesdesusubjetividad particularhubieraunaetapacompletadefrustracinenelhedonismo,ocomosila sensiblera poltico-social tuviera mucho de hedonismo sublimado.24 Hegel, no obstante, no razona como un psiclogo; adopta ms bien un vocabulario eminentemente lgico. Encuantohedonistafaustiana,laautoconcienciasehavistoconfrontadaconla necesidad universal exterior, frente a la que su singularidad no es nada, y opta ahora por interiorizarla en la ley del corazn: hace de los dictados de su corazn una ley para el mundo.As,elser-para-sdelanuevaautoconciencia,adiferenciadelahedonista,no ser meramente singular y contingente, sino que habr incorporado en s la necesidad y universalidad. La sntesis, en principio, parece convincente. En cuantoley, es universal ynecesaria,contieneensalordendelmundoycomotodaley,tieneobjetividad.En cuantocoraznporotrolado,retomalaindividualidaddelplacer,espuramente subjetivaysingular,perorecogeenl,adems,alahumanidadsufriente.Delos sucesivos intentos de lograr un universal concretamente realizado en el singular que se vandandoenlaFenomenologadelespritu,laleydelcoraznes,probablemente, unodelosmslogradosplsticamente.Y,noenvano,unodelosmsexitososenel mundo moderno. La autoconciencia descubre que ella no es solamente bsqueda del placer externo en la unin sensual con otra autoconciencia, ni hay solamente las necesidades externas que autoconciencia no entra, en efecto, en los planes hegelianos. En cierto modo, con razn: esa figura del perverso no corresponde a la autoconciencia que trata de realizarse a s misma.24 En todo caso, la facilidad con que los medios de comunicacin modernos, o el sujeto que habita en ellos, transitan de un spot de consumo a un reportaje, o incluso otro spot, cargado de sensiblera sobre las miserias ecolgicas, sociales o polticas del mundo es quiz una prueba de que Hegel no desatinaba mucho al describir el mundo moderno. 12 dejanvacaesaunin,sinoquedentrodetodoslosindividuoshayalgoque,al realizarlo, al darle efectividad, realiza la armona entre la razn, el deseo y el mundo. Al actuar siguiendo nuestros sentimientos naturales, siguiendo la ley del corazn, actuamos segn algo que est dentro de nosotros y es parte nuestra: nos expresamos por medio de ello y somos libres. Los buenos sentimientos interiores se convierten en ley, y son esos sentimientoslosque,siendojustosparalaautoconcienciajustos,debenordenarel mundo. Pero si la figura de la ley del corazn parece clarificada conceptualmente, no es el caso de los posibles candidatos histricos o literarios a encarnarla. Y en esto s que es ms rica que la figura del placer, calcada explcitamente sobre el primer Fausto. ElcandidatotradicionalhasidoelbandidoKarlMoor,protagonistadeldramaLos bandidos,deSchiller,unaobraqueocupabaaHegeldesdelosaosdejuventud. Desheredadoporsupadreyexpulsadodelasociedad,enparteacausadelasaviesas intrigas de su hermano Franz, Karl se pone al frente de un grupo de bandidos unidos por juramento de fidelidad eterna,y, en nombre de la libertad frente a las leyes restrictivas del mundo, acaba provocando la devastacin completa en su casa, su familia, su amada Amaliaysumundo.Desdeluego,KarlMoorseatienealaleydesussentimientos interiores,yesciertoqueeldramaestbasadoenunahistoriadeSchubarttitulada Sobrelahistoriadelcoraznhumano,peroesposiblequelasalvajedesmesuradel drama de Schiller hagan de Karl Moor un candidato excesivo para lo que Hegel describe en esta seccin. Quizpor eso, el bigrafo de Hegel, Terry Pinkard, ve ms bien en ella unacrticaatodalaliteraturapopulardelapoca,lacualpracticabaelcultoalos sentimientos,quedebansustituiralareligin,opreconizabareligionessiniglesia,en lasqueelsentimientoprimasesobrelasinstituciones.Hegel,entonces,msque comentar a Schiller, estara ajustando cuentas con toda la literatura pietista y jansenista, de enorme importancia social en la poca; la primera, sobre todo en Alemania. Al fin y al cabo, la expresin ley del corazn podra muy bien remontarse al jansenista Pascal: Conocemoslaverdadnosolamenteporlarazn,sinotambinporelcorazn.Esde este ltimo modo como conocemos los primeros principios, y en vano el razonamiento, que no tiene parte alguna en ellos, trata de combatirlos25. En todo caso, aun formulada originalmente por Pascal, la conviccin de que la certeza ltimadelaverdadydelaleysefundaenunsentimientodelcoraznsehaba extendidoenunespectromuyvariadoporlaAlemaniapostilustradaydelSturmund 25 Penses, 110, Pensamientos, Madrid, Alianza Editorial, 1981, pg. 48. 13 Drang;ypasandoporRousseau,tocaba,dediversasmaneras,tantoalospietistas prerromnticoscomoalgunospasajedelHiperionHlderlinolaapelacinal sentimientodefilsofosytelogosque,deJacobiaFriesySchleiermacher,estaban siempreenelpuntodemira,personalyfilosfico,deHegel.stenohablaaciegas cuando describe la azorada situacin en que resulta la servidumbre de la inmediatez, la irreflexindequienescreenarreglarelmundodesdelabondaddesusinmediatos sentimientosparticulares.Ciertamente,noseryalafrivolidaddelafiguraanterior, fustica,quesloqueraelplacersingular,sinolaseriedaddeunpropsitoelevado que busca su placer en la presentacin de su propioyexcelente sery enla produccin del bienestar de la humanidad.26 Pero el resultado, una vez ms, no es el esperado. El individuo lleva a su cumplimiento la ley del corazn, la ejecuta, hace de su corazn unordenuniversal.Pero,justamente,enesarealizacinefectiva,laleyseleha escapado al individuo; [] La ley del corazn, justo por realizarse efectivamente, deja de ser ley del corazn. Pues al realizarse adquiere la forma del ser, y es, entonces, poder universal para el cual ste corazn resulta indiferente, de tal manera que el individuo a supropioorden,porelhechomismodeinstaurarlol,yanoloencuentracomosuyo. Por eso, al darle realidad efectiva a su ley, no produce su ley, sino que, siendo ese orden enselsuyo,perounordenextraoparal,lonicoqueconsigueesimplicarseenel orden realmente efectivo; y en un orden, por cierto, que como poder superior no slo le es extrao, sino incluso hostil.27 Unaleynopuedeserdelcoraznunavezquehasidopuestafuera,unavezqueha sido objetivada. Por definicin, una ley es un poder universal para el cual el corazn es indiferente: la ley es hostil incluso a quien la ha realizado, porque ningn corazn puede objetivarseenunaley.Hegelapela,endefinitiva,aesaintuicindeMontaigneporla que las leyes mantienensu vigencia por ser leyes, no por ser justas. Quien las obedece porquelasconsiderajustas,estoes,quienlasobedecieraporquecoincidieranconsu corazn, no las obedece por lo que debe obedecerlas, esto es, por su carcter de ley. Hay siempre un abismo entre la voluntad del corazn y la existencia misma de la ley en toda su objetividad. La autoconciencia singular, ya se encarne en el bandido Karl Moor o en elfundadorpietistadeunanuevaiglesia,experimentaquelasleyesdelcoraznnunca puedenestarenarmonaconelordensocialdelascosas.Enparte,porquelosotros corazonesnovanareconocerseenlaleyqueunodeloscorazoneshaimpuesto;en 26 203, 1-3 27 203, 28-34 14 parte,porquelaley,unavezobjetivada,pordefinicin,tienequeseparardenuevola abstracin universal de la ley puestay la singularidad concreta en la que se aplica. Elsentimental,porotrolado,sobrellevamallascontradicciones.Laqueencuentra entre su corazn convertido en ley y la ley sin corazn del mundo externo la resuelve en laexacerbacindesucorazn,enlalocuradeengrerseenelvaloruniversaldesus propiasconviccionesfrentealdepravadoordenuniversalquereinaenelmundo.Los latidosdelcoraznporelbienestardelahumanidadseconviertenenlafuriadel engremientoenloquecido;enlairadelaconcienciaporconservarsefrenteasu destruccin, y esto de tal manera que expulsa de s misma a la inversin que ella misma es,yseesfuerzaporverloyenunciarlocomootro.Denuncia,entonces,elorden universalcomounordeninventadoporclrigosfanticos,pordspotasatrabiliariosylacayossuyosqueseresarcendesuhumillacinhumillandoyoprimiendocomouna inversindelaleydelcoraznydesufelicidad,manipuladaparalaindeciblemiseria delahumanidadengaada.Esunalocuraquedesembocaenlatragedia,como sabemosporKarlMoor,perotambinportodalalocuraengredadefanticos religiosos, por tribunos y jacobinos que desatan el Terror justamente en el momento en queintentanhacercoincidirlaleyconlamoralidad,conlajusticiadesucorazn,que debe valer por el corazn de todos. En realidad, esta exacerbacin de la moralidad en el sentimiento ntimo y subjetivo, en lo subjetivo y a la vez en lo sentimental, constituyen, seguramente, el centro del captulo, y del argumento de Hegel contra la moralidad como respuesta privada, individual, a la tarea de articular la propia existencia. EnlossolitariosaosdeJena,mientrasredactabalaFenomenologa,Hegelledio muchas vueltas a la relacin entre esta moralidad subjetiva, lo trgicoy lo sentimental. LosaforismosdelWastebook,redactadosalolargodeesosaos,permitenrastrear algunosdeloscaminosqueltanteabaporentonces,plasmadosluego,avecescon menosexpresividad,enlaFenomenologa,peroquesealanlaspreocupacionesde fondo de Hegel. En uno de ellos, deplora la decadencia de la vida pblica: Yanosevatantoabailes,alugarespblicos,alosespectculos.Onsassembleen famille,onrevientauxmoeurs.Estasmoeurssoneltediogeneraldelopblico,la moralidad.28 28 Aphorismen aus Hegels-Wastebook, 18031806, en Hegels Werke, vol. 2, pg. 145, Frncfort, Suhrkamp. El original francs es del propio Hegel, lo que hace suponer que est repitiendo palabras de otros, quiz de un peridico o revista. Tedio general de lo pblico traduce Allgemeine Langeweile des ffentlichen. Esto es, un tedio universal, tambin. 15 La anotacin puede muy bien responder a la frustracin del joven soltero y ms bien aislado en lo que, al fin y al cabo, era una ciudad de provincias. Pero alude igualmente a lacrisis,einclusoextincindelespaciopblicoenlaEuropapostrevolucionariade iniciosdelsigloXIX.29YdejabienclaroenqumedidaparaHegellamoralidad, asociada a las moeurs a la francesa, a la vida en familia, al retorno a lo privado, obedece aunarenunciaalespaciopblicoquees,endefinitiva,elespaciodeloquelest intentandopensarjustamentecomoespritu.Hegelparecesugerirquecuandoseapela demasiado a lo moral y al corazn, justo cuando se moraliza, entonces hay algo que va malconlopblico,hastaprovocarelaburrimientouniversal.Peroloverdaderamente interesante, para el captulo que estamos comentando, es cmo Hegel, en otra anotacin contigua, asocia esta moralidad con el propio Karl Moor y con lo trgico que, luego, s aparece en la Fenomenologa. Paralainfamia,noquedaotromododereferirsealavirtudquelamoralidad.Igual queKarlMoor,despusdehaberperdidoasupadreyasuamada,secastiga desesperadamenteasmismopormediodeunaaccinmoral:Queseayudeaese pobre Lo verdaderamente trgico es lo moral. Y, a la vez, es sentimental.30 He aqu, pues, la definicin ltima de moralidad. Condensada finalmente en el ltimo actodelcoraznengredodelfantico,lomoraleslatragedia,laverdaderay sentimental tragedia de quien se castiga a s mismo con un bello acto de caridad privada, ycreehaberserefugiadoporfinenlavirtud.Lamoralidadnosloes,entonces,el fracasodelopblicoylaconsecuenteretiradaaloprivado,sino,sobretodo,su sustitucin por el sentimentalismo de la visin propia del mundo: visin que, afianzada comoestenlacertezadesuverdadsubjetiva,slopuedeterminarenlalocuradel propioengreimiento,queconsideralapropiavisinsubjetivadelmundo,elpropio sentimiento,comolavisinuniversalquedictademodogenerallasnormas.Eslaley delcorazn,algomeramenteparticularyopinado,einblossgemeyntes,lacual,sin embargo, a diferencia del orden existente, no resiste la luz del da, y sucumbe. As, pues, Karl Moor, o los pietistas, o todo el sentimentalismo moralista que juega a la tragedia y la caridad, quedan arrinconados en los bordes del camino conceptual de la 29 Para ver la enorme importancia del fenmeno del naciente espacio pblico durante la Ilustracin, y su destino en el proceso revolucionario, es preciso acudir a las obras, fundamentalmente contrapuestas, de Koselleck, Kritik und Krise, Frncfort, Suhkamp, 1971 (trad. Esp., Crtica y crisis, Madrid, Trotta, 2007, con un estudio preliminar de Julio Pardos), y Jrgen Habermas, Struktur und Wandel der ffentlichkeit, Frankfurt, Suhrkamp (trad. esp. Historia y crtica de la opinin pblica, Barcelona, Gustavo Gili, 2004) 30 Al final de Los bandidos, Karl Moor, que ha visto morir a su padre y se considera demasiado mancillado por sus crmenes para aceptar el amor de su prometida y fiel Amalia, entrega toda su fortura a un pobre 16 conciencia. No, ciertamente, en el camino histrico real; todo el captulo de Hegel, o los apuntesdelWaste-bookquehemossealado,indicanconqufacilidadlamareadel sentimentalismo moral puede volver a arrollar, como una locura trgica, el espacio de lo pblico. Pero la autoconciencia hegeliana s que accede a un nuevo estadio, anunciado, justamente, en el refugio de la moralidad como infamia.Elordenexistente,louniversalquehayyquesehaimpuesto,oendondeseha desecholabuenavoluntaddelcorazn,resultaserunaresistenciageneralyunalucha de todos contra todos, donde cada uno hace valer su propia singularidad. Esta lucha de individualidadessingulares,algunasdelascualesseautoconcibencomobellos corazones,esloqueHegelllamaelcursodelmundo.Conloquesehaencontradoel sentimental es con el mundo de Hobbes y Mandeville, con individuos compitiendo entre ellosenpersecucindesupropiobeneficio.Antelhafracasadolaleydelcorazn, entendidacomolauniversalidaddentrodelindividuoparticularqueserealizapors mismo.Laautoconcienciaprueba,entonces,algoquevieneaunirlaconcepcin sentimentalista con la faustiana, y es: 3. La virtud y el orden del mundo

Se trata de una modificacin que impone un cambio de acento. Ahora es la ley la que debeprimarsobreelcorazn.Lasalidaestensacrificarlapropiaindividualidady personalidad a la universalidad de la ley: a eso se le llama virtud. Para la conciencia de la virtud, entonces, lo esencial es la ley,y la individualidad es lo que hay que dejar en suspenso31,tantoenlapropiaconcienciacomoenelcursodelmundoalqueellase enfrenta.Disminuyendo,bajandoloshumosalaindividualidadparasupeditarlaala abstraccin impersonal de la virtud, la autoconciencia espera poder ahora realizarse a s misma a la vez que le da la vuelta al curso del mundo para producir la verdadera esencia que hay dentro de ste sin que l lo sepa, a saber, el bien. La virtud sacrificio de s en nombre del bieny de lo universal- le ensear al mundo lo que l es en s; le ensear quemsrealquelaaparenteluchasincuartelentreindividualidadesegostases, adecuadamentecorregidoesecurso,elbienquegobiernaenelfondoelmundoylas concienciascuandoestasatiendenasmismasyaloquenaturalmenteson.Loque ahora la conciencia virtuosa se propone como finalidad es derrotar la realidad efectiva del curso del mundo y causar y dar efecto a la existencia del bien. 31 aufheben 17 Serunaluchaderasgosquijotescos,algoridcula,laquelleveacaboquienHegel llama, con irona nada disimulada, el caballero de la virtud. Al fin y al cabo, de lo que se trata en el captulo es de mostrar que la virtud moderna siempre tiene algo de ridculo ocomico,deataquecontrasupuestosmolinosdevientoyresultaporesoelcaptulo con una de las escenas ms cmicas de toda la Fenomenologa. Lospersonajeshistricos,estavez,noseidentificanunvocamente.Hegelest renarrandolapolmicadelXVIIIentreMandevilleyShaftesbury.Deunlado,estel cursodelmundoformuladoenlafbuladelasabejas:cualquierpretensindevirtud privadaesunautoengao,laimposicinpblicadelcomportamientovirtuosoyla renunciaalbeneficioprivadoconducealaruinadelpanal.Loqueprimaesla persecucinegostadelpropiointers.Peroenelpersonajedelcursodelmundono aparecelaconcienciadequeesetrabajoegosta,quegeneravictoriasyderrotas particulares,produce,porlavadelamanoinvisibleunbeneficiogeneral.Bienes pblicos que resultan de los vicios privados: justo lo que s se da en Mandeville y Adam Smith,alltimodeloscualesHegelsecunda,ycuyaverdadsemuestraalfinaldel apartado.Delladodelavirtud,podraestarRobespierre,adaliddelsacrificiodela individualidad en aras de un bien universal y abstracto; pero la brutalidad de este ltimo enelcombatenocorrespondeconlaincapacidad,mscmicaqueviolenta,del caballerodelavirtudqueHegelpresenta.Enellasereflejan,msbien,losdiscursos progresistas ilustrados sobre la innata bondad humana, o quiz los neoestoicos al estilo deShaftesbury:quienesdefiendenquelavirtudnaturalquesepreservaenel sentimiento autntico de todos los individuos, adecuadamente realizada, proporciona la felicidaddeellosparticularmente,ylafelicidadgeneraldetodostambin,sobretodo una vez que se se hacen conscientes de sus bondades interiores, de sus virtudes innatas. Elsentimientoaltrustaeslabasedelaarmonaylafelicidadhumanas.Aldialctico Hegelnoseleescapaque,ensuautosacrificioaltrusta,aunasumiendo-superando-aboliendo la individualidad, la autoconciencia virtuosa conserva dentro de s un estrato hedonista y sentimental; pues, en verdad, la virtud guarda una especie de deseo retenido, esperaquelaindividualidadquehaydentrodelaautoconcienciaagenteseactualizar realmentealdistanciarsedelasrelacionessocialesquemarcanelcursodelmundo,y enfrentarseal.Elcaballerodelavirtudsacrificasuindidualidadantelaley;pero,al hacerloencombateconelpervertidocursodelmundo,enrealidadestacentuandoantesmismoyantelosotros-supropiaindividualidad,quelesperaverenelbien realizado. 18 Slo que y aqu estar la irona- el combate ni siquiera puede llegar a tener lugar. La concienciavirtuosaquiereelbien,essumetaporrealizar:realizarloenelcursodel mundo, el cual no sabe que lo tiene dentro de s, como los individuos egostas no saben que en el fondo de s son naturalmente buenos. Hay que realizar ese bien abstracto, y la nica arma posible para ello es la propia esencia bondadosa de la conciencia, su buena intencin.Laemboscadaqueplanteaelcaballerodelavirtudesalgoingenua,pero debera ser inevitablemente eficaz si el bien fuera como la conciencia virtuosa dice que es. No se trata propiamente de un engao, una aagaza, sino de realizar un movimiento para que el otro se de cuenta de que est engaado respecto a s mismo y el mundo, y se pase entonces al lado de la virtud. La virtud le dir al curso del mundo: mi propsito y tu esencia son lo mismo: yo quiero el bien, y t lo eres sin saberlo. El abrazo que voy a darte por detrs, entonces, no ser un ataque a traicin, sinoque, ms bien, te har ver, pordetrsdetimismo,quetyyocoincidimos.Encuantotedeslavuelta,tedars cuenta de que haces lo queyo porque eres bueno como yo.Cualquier movimiento mo en el curso del duelo habr de ser repetido por ti, puesto que mis movimientos buscan el bien,y t, comoyoy como todos, eres naturalmente bueno. Tus propiasacciones, que haces egostamente, llevan el bien dentro. Estaeslacomicidad:loqueHegelllamaunaSpiegelfechterey,uncombatede esgrima frente al espejo. El caballero de la virtud se imagina las cosas de tal manera que nopuedelucharsinoconsupropiaimagenreflejadapuestoque,alotroladodel espejo,lasautoconcienciasdelcursodelmundoencierran,sinsaberloy,comotodo espejo, virtualmente, el bien que el caballero de la virtud quiere realizar. Este, entonces, apesardetodasuenerga,nopuedetomarseeldueloenserio,porquesuverdadera fortalezalaponeenqueelbienseaenyparasmismo,esdecir,enquelsede cumplimiento a s mismo, y a la vez, tampoco le est permitido32 dejar que el duelo se ponga serio. Pues aquello que l vuelve contra el enemigo y encuentra vuelto contra s, yqueexponealpeligrodedesgastarseydaarse,tantoenlmismocomoensu enemigo, no debera ser el bien mismo, ya que est luchando para conservarlo y llevarlo acabo;sinoqueloqueseponeaquenpeligrosonslolosdonesylascapacidades indiferentes.33Enrealidad,laactituddelaconcienciavirtuosa,enestecombate imaginarioquesurival,elcursodelmundo,selimitaaignorar,esladeeseduelista cuya preocupacin principal es que no se le manche la espada pues que esta arma suya 32 darf: Podra hacerlo, pero no debe: las reglas del combate que l mismo ha fijado se lo prohiben. 33 210 19 es en realidad el bien mismo, su intencin-, y no herir tampoco al contrario pues que el contrarioeslmismo,ynosetratardeeliminarlo,sinodemostrarlequelelbueno tambin-. Si el alma bella, dos captulos ms adelante, intentar mantenerse alejada del mundo que juzga, para no mancharse las manos, este caballero de la virtud, juez benvolo pero llenodeenerga,intentarlimpiarelmundosinmancharsesusmanos,quesondel mundotambin.LacrueldaddeHegelparaconelmoralismobenevolentedelXVIII puedeparecer,sinduda,exagerada,peroesunacrueldaddelanarracinmisma.sta tratademostrarhastaqupuntolavirtudesunconceptoanticuadoquehaperdido vigenciahistrica.EnlaAntigedad,lavirtudtenasusignificadodeterminadoy seguro,puestenaenlasubstanciadelpueblosufundamentollenodecontenido,ysu propsitoeraunbienrealmenteefectivoqueyaexista34,pero,ahora,estsacada fuera de la substancia, es una virtud sin esencia, un virtud slo de la representacin y de palabras que carecen de aquel contenido. Cuando ya no existe la comunidad de la polis antigua,oladelmundoromano,endondelavirtudtenapropiamentesusraces,el discursoylaactituddelpresuntovirtuososonunacscaravacaysinsentido.Enel vocabularioactual,unaprimeralecturapodraconcluirqueuncomunitaristaque, adems,quisierapracticarcomotalenunasociedaddondetodossonindividualistas perdera en todas sus empresas y quedara atrapado en las situaciones ms irrisorias. No seraesa,sinembargo,lalecturahegeliana.Dehecho,aHegel,esassituaciones,ms que compasin, le llevan a borde de la ira: el discurso de la virtud es un discurso vaco, esunhablarpomposodelomejordelahumanidadydelaopresindesta,del sacrificio por el bien y del mal uso de los dones, es edificante, pero no construye nada, esundiscursodeindividuoshenchidosdesupropiaexcelenciarepitiendobellas sentencias que todo el mundo aceptay presupone porque nadie se para a pensar lo que dice. Y si se parara a tener que explicarlo, o bien reproducira un discurso multiplicado de sentencias parecidas o bien apelara al inefable mundo privado de su propio corazn, conloquereconocerasupropiafaltaderazones.Enelmundohobbesiandodela modernidad, el lenguaje de la virtud es un lenguaje privado que uno se echa por encima como si fuera un manto universal. Pero ni es privado o si lo es, no habla de lo que dice quehabla-,niconsigueabrigarnada,puesalcontactoconloslenguajesylasacciones 34 213 20 delmundosedesinfladesignificado.EnlapocadeHegel,dicelmismo,las proclamas de la virtud ya slo producen aburrimiento. El error de la virtud ha sido creer que ella guardaba el bien como algo abstracto, que igualmenteestara,guardado,abstractoynovisto,dentrodelasotrasconciencias, embarcadasentrayectoriasegostascuyaconjuncinconstituyeelcursodelmundo. Peroelbiennoexisteenabstracto,sinoencarnadoenlasaccionesrealesdelos individuos,poregostasquesean,eintrincadotambinconloquepuedaserelmal. Para sorpresa de la virtud, el bien realmente efectivo est del lado del curso del mundo. Locualnoquieredecirqueelcursodelmundo,esacompeticinentreintereses egostas,seaelbien.Enrealidad,concluyeHegel,elcursodelmundotampocovence, sinoquedesaparececomotal.Pues,porvirtuddelamanoinvisibledelaquelno tienenoticia,peroelfilsofos-,produceunbienrealquelnisiquierapercibe.La individualidaddelcursodelmundopuedemuybienopinarqueactasloparaso egostamente, en beneficio propio; es mejor que lo que opina, su actividad es, a la vez, algo que es en s, actividad universal. Trabajando egostamente, trabaja para todos. Las agudezasquejustificanelegosmosontanvacascomopomposaeslacharlatanera virtuosa. Porque el trabajo del espritu desborda por igual la individualidad moralista del virtuoso y la del egosta que cree persiguir slo su propio beneficio. El camino desde esta mano invisible ahora triunfante hasta la eticidad que se busca al principio del captulo, como se sabe, es aun muy largo y ramificado, variando segn se tomenluegoloscaptulossiguientesdelaFenomenologa,hastalanuevacrticadela visin moral del mundo, o incluso las concepciones socioeconmicas del propio Hegel ms adelante, en la Filosofa del derecho. Pero la argumentacin final del captulo sobre laautorrealizacinefectivadelaautoconcienciadeja,almenos,planteadalapregunta porelvalordelaaccinmoralindividual,yquizmerezcaunacodafinal35.Notanto porqueHegelparezcadespreciartalmoralindividualcomosedicequedespreciay borraalindividuo-,cuantoporellugarquelomoralpuedatenerrealmenteenel individuoyenmundo.PuesHegelnoseponeenlaposturadeuncnicoegosta,para quien lo nico que hay en el mundo es la persecucin de los propios intereses; tampoco 35 Valga esta coda como inicio de respuesta a los reparos de la prof. Maria Jos Callejo a la crtica hegeliana a la virtud. Para ella, Hegel pasa por alto que, de hecho, el curso del mundo es bueno tambin porque hay justos en l: probablemente, sin la accin de virtuosos no egostas, la mano invisible apenas producira ningn bien en el curso del mundo. La interaccin sla de intereses egostas no basta para producir el bien. 21 selimitaalasolucinsmithiana,porlaqueunamanoinvisibleproduceelbeneficio comn que esos intereses egostas deniegan. Hegel nunca rechaza a Smith, y la imagen delamanoinvisibleesrecurrenteensupensamiento;peroaqu,enciertomodo,leda una vuelta ms al argumento: la individualidad del curso del mundo ist besser, als sie meynt:esmejordeloqueellaopina,creesubjetivamenteydiceser,porquesu actividad es, a la vez, algo que es en s actividad universal. La actividad no es egosta, o privada, aunque los mviles lo sean. En tanto que acta, se coloca en una dimensin universalquelesobrepasa,yesenesadimensinuniversalrealizada,noabstracta- dondesedaelbien.Esdecir,laposturadelamoralidadentantoquemoralidad individual- se equivoca en cuanto que concibe un bien abstracto, separado de la realidad efectivadelmundo:algouniversalquenotieneningunaencarnacinenunparticular. Hegel,entonces,noestnegandolaposturamoralcomotal,sinolaindividualidad separadadelarealidadefectivadelmundo,justoporqueloquelamoralpersigue,la realizacin del bien, se est dando de hechomezclada con otras muchas cosas- en las accionesdelmundo.Elbienslopuedesercomoefectivamentereal,yslo enredndoseenlasintrincadasrelacionesdelmundoesposibledarconl,yencierta medida realizarlo.