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EL DIARIO
DE
JOS SMITH JR.
EL DIARIO PERSONAL DE UN PROFETA MODERNO
POR JOSE SMITH Jr.
Compilacin de los originales
por Leland R. Nelson
Esto es una copia de seguridad de mi libro original en papel,
para mi uso personal. Si ha llegado a tus manos, es en calidad
de prstamo, de amigo a amigo, y debers destruirlo una vez
lo hayas ledo, no pudiendo hacer, en ningn caso, difusin ni
uso comercial del mismo.
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CONTENIDO
PRIMERA PARTE
Introduccin .................................................................. 4
1 - 18051829 Vermont-New York:
Traduccin del Libro de Mormn .................. 6
2 - 1830 Nueva York:
Organizacin de la Iglesia .............................. 30
3 - 1831 Kirtland:
Crecimiento Rpido ........................................ 52
4 - 1832 Kirtland:
Persecucin - Ms revelaciones...................... 63
5 - 1833 Misuri:
Persecucin oficial ......................................... 74
6 - 1834 Misuri:
Campo de Sin ............................................... 96
7 - 1835 Kirtland:
Templo, Momias Egipcias .............................. 127
8 - 1836 Kirtland:
Dedicacin del Templo .................................. 143
9 - 1837 Kirtland:
Misin a Inglaterra ......................................... 168
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INTRODUCCIN
Este libro es lo que el ttulo indica: El diario personal del profeta
que abri la ltima dispensacin del Evangelio de Jesucristo en la
historia del mundo. Aqu no hay interpretaciones de historiadores,
telogos, acadmicos o periodistas, sino lo que el profeta mismo
escribi y dict sobre sus sentimientos, experiencias, revelaciones,
persecuciones, logros y otros eventos en su corta pero increblemente
productiva vida.
Jos Smith dict la mayor parte del material a varios escribas
incluyendo a su esposa, Oliverio Cowdery, Willard Richards, y
otros. Desde el principio l quiso guardar un registro completo, pues
entendi muy bien su glorioso llamamiento. Pero algunos escribas le
fallaron, la persecucin fue constante y muy intensa, y algunos
registros se perdieron en incendios y destruccin por sus
perseguidores. Lo arrestaron ms de cuarenta veces y aun en la
crcel, recibi revelaciones y escribi cartas e instrucciones a los
fieles.
Los documentos originales estn en los archivos de la Iglesia en
la ciudad de Lago Salado, Utah. Fueron compilados originalmente
por el historiador B.H. Roberts, y publicados en los siete volmenes
de la Historia de la Iglesia en 1951. El diario de Jos Smith es solo
una pequea parte de todos sus escritos. La Historia completa
contiene volmenes de cartas, notaciones, y documentos sobre
muchos asuntos pertenecientes al comienzo, desarrollo e
institucionalizacin fundamental del Reino de Dios en los ltimos
das.
Aqu conocemos al gran profeta como hijo, esposo, hermano,
padre, amigo, misionero, escritor, organizador, filsofo, predicador,
maestro, edificador de ciudades, lder, estadista, y mucho ms. Lo
vemos como hombre humilde, manso, enrgico, seguro de si mismo,
viril, carioso, amigable, juguetn, pero jams comprometiendo sus
principios.
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Este libro es un pedazo de la historia ms importante del mundo
porque es parte de la historia de uno de los ms importantes hombres
que ha nacido en el mundo.
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VERMONT- NEW YORK
TRADUCCIN DEL LIBRO DE
MORMN
18051829
Debido a las muchas noticias que personas mal dispuestas e
insidiosas han circulado acerca del origen y progreso de la Iglesia de
Jesucristo de los Santos de los Ultimos Das, con las cuales sus
autores han intentado combatir su reputacin como iglesia y su
progreso en el mundo, se me ha persuadido a escribir esta historia
para sacar del error a la opinin pblica y presentar a los que buscan
la verdad los hechos tal como han sucedido, tanto en lo concerniente
a m, as como a la Iglesia, y lo hago hasta donde el conocimiento de
los hechos me lo permite. En este relato presentar con verdad y
justicia los varios sucesos que con esta Iglesia se relacionan, tal
como han sucedido, o como en la actualidad existen, siendo ocho,
con ste, los aos que han transcurrido desde la organizacin de
dicha Iglesia.
Nac en el ao de nuestro Seor, mil ochocientos cinco, el da
veintitrs de diciembre, en el pueblo de Sharon, Condado de
Windsor, Estado de Vermont. Mi padre, que tambin se llamaba Jos
Smith, naci el doce de julio de 1771, en Topsfield, Condado de
Essex, Massachusetts; su padre, Asael Smith, naci el siete de marzo
de 1744, en Topsfield, Massachusetts; el padre de l, Samuel Smith,
naci el veintisis de enero de 1714, en Topsfield, Massachusetts; a
su vez, su padre, Samuel Smith, naci el veintisis de enero de 1666,
en Topsfield, Massachusetts; su padre, Roberto Smith, originalmente
vino de Inglaterra. Tendra yo unos diez aos de edad, cuando mi
padre sali del Estado de Vermont y se traslad a Palmyra, Condado
de Ontario (hoy Wayne), Estado de Nueva York. Como a los cuatro
aos de la llegada de mi padre a Palmyra, se mud con su familia a
Manchester, en el mismo Condado de Ontario. Once personas
integraban su familia, a saber, mi padre Jos Smith; mi madre Lucy
Smith (cuyo apellido de soltera era Mack, hija de Salomn Mack);
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mis hermanos Alvin (fallecido el diecinueve de noviembre de 1824, a
los veintisiete aos de edad), Hyrum, yo, Samuel Harrison,
Guillermo, Don Carlos, y mis hermanas, Sophronia, Catalina y Lucy.
Durante el segundo ao de nuestra residencia en Manchester,
surgi en la regin donde vivamos una agitacin extraordinaria
sobre el tema de la religin. Empez entre los metodistas, pero
pronto se generaliz entre todas las sectas de la comarca. En verdad,
pareca repercutir en toda la regin, y grandes multitudes se unan a
los diferentes partidos religiosos, ocasionando no poca agitacin y
divisin entre la gente, pues unos gritaban: He aqu!; y otros: He all!. Unos contendan a favor de la fe metodista; otros, a favor de la presbiteriana, y otros, a favor de la bautista. Porque a pesar del gran
amor expresado por los conversos de estas distintas creencias al
tiempo de su conversin, y del gran celo manifestado por los clrigos
respectivos, que activamente suscitaban y fomentaban este cuadro
singular de sentimientos religiosos a fin de lograr convertir a todos, como se complacan en decir, a la secta que fuere sin embargo, cuando los convertidos empezaron a dividirse, unos con
este partido y otros con aqul, se vio que los supuestos buenos
sentimientos, tanto de los sacerdotes como de los proslitos, eran
ms fingidos que verdaderos; porque sigui una escena de gran
confusin y malos sentimientos sacerdote contendiendo con sacerdote, y proslito con proslito de modo que toda esa buena voluntad del uno para con el otro, si alguna vez la abrigaron, ahora se
perdi completamente en una lucha de palabras y contienda de
opiniones.
Por esa poca tena yo entre catorce y quince aos de edad. La
familia de mi padre se convirti a la fe presbiteriana; y cuatro de
ellos ingresaron a esa iglesia, a saber, mi madre Lucy, mis hermanos
Hyrum y Samuel Harrison, y mi hermana Sophronia. Durante estos
das de tanta agitacin, invadieron mi mente una seria reflexin y
gran inquietud; pero no obstante la intensidad de mis sentimientos,
que a menudo eran punzantes, me conserv apartado de todos estos
grupos, aunque concurra a sus respectivas juntas cada vez que la
ocasin me lo permita. Con el transcurso del tiempo llegu a
favorecer un tanto la secta metodista, y sent cierto deseo de unirme a
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ella, pero eran tan grandes la confusin y contencin entre las
diferentes denominaciones, que era imposible que una persona tan
joven como yo, y sin ninguna experiencia en cuanto a los hombres y
las cosas, llegase a una determinacin precisa sobre quin tendra
razn y quin no. Tan grande e incesante eran el clamor y el
alboroto, que a veces mi mente se agitaba en extremo. Los
presbiterianos estaban decididamente en contra de los bautistas y de
los metodistas, y se valan de toda la fuerza del razonamiento, as
como de la sofistera, para demostrar los errores de aquellos, o por lo
menos, hacer creer a la gente que estaban en error. Por otra parte, los
bautistas y metodistas, a su vez, se afanaban con el mismo celo para
establecer sus propias doctrinas y refutar las dems.
En medio de esta guerra de palabras y tumulto de opiniones, a
menudo me deca a m mismo: Qu se puede hacer? Cul de todos
estos partidos tiene razn; o estn todos en error? Si uno de ellos es
verdadero, cul es, y cmo podr saberlo? Agobiado bajo el peso de
las graves dificultades que provocaban las contiendas de estos
partidos religiosos, un da estaba leyendo la Epstola de Santiago,
primer captulo y quinto versculo, que dice:
Y si alguno de vosotros tiene falta de sabidura, pdala a Dios, el cual da a todos abundantemente, y sin reproche, y le ser
dada.
Ningn pasaje de las Escrituras jams penetr el corazn de un
hombre con ms fuerza que ste, en esta ocasin, el mo. Pareci
introducirse con inmenso poder en cada fibra de mi corazn. Lo
medit repetidas veces, sabiendo que si alguien necesitaba sabidura
de Dios, esa persona era yo; porque no saba qu hacer, y a menos
que pudiera obtener mayor conocimiento del que hasta entonces
tena, jams llegara a saber; porque los maestros religiosos de las
diferentes sectas interpretaban los mismos pasajes de las Escrituras
de un modo tan distinto, que destrua toda esperanza de resolver el
problema recurriendo a la Biblia. Finalmente llegu a la conclusin
de que tendra que permanecer en tinieblas y confusin, o de lo
contrario, hacer lo que Santiago aconsejaba, esto es, recurrir a Dios.
Al fin tom la determinacin de pedir a Dios, habiendo decidido que si El daba sabidura a quienes de ella, y la imparta
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abundantemente, y sin reprochar, yo podra intentarlo. Por
consiguiente, de acuerdo con esta resolucin ma de recurrir a Dios,
me retir al bosque para hacer la prueba. Fue en la maana de un da
hermoso y despejado, a principios de la primavera de 1820. Era la
primera vez en mi vida que haca tal intento, porque en medio de
toda mi ansiedad, hasta ahora no haba procurado orar vocalmente.
Despus de apartarme al lugar que previamente haba designado,
mirando a mi derredor y encontrndome solo, me arrodill y empec
a elevar a Dios el deseo de mi corazn. Apenas lo hube hecho,
cuando sbitamente se apoder de m una fuerza que me domin por
completo, y surti tan asombrosa influencia en m, que se me trab la
lengua, de modo que no pude hablar. Una espesa niebla se form
alrededor de m, y por un tiempo me pareci que estaba destinado a
una destruccin repentina. Mas esforzndome con todo mi aliento
para pedirle a Dios que me librara del poder de este enemigo que se
haba apoderado de m, y en el momento en que estaba para
hundirme en la desesperacin y entregarme a la destruccin no a una ruina imaginaria, sino al poder de un ser efectivo del mundo
invisible, que ejerca una fuerza tan asombrosa como yo nunca haba
sentido en ningn otro ser precisamente en este momento de tan grande alarma, vi una columna de luz, ms brillante que el sol,
directamente arriba de mi cabeza; y esta luz gradualmente descendi
hasta descansar sobre m.
No bien se apareci, me sent libre del enemigo que me haba
sujetado. Al reposar sobre m la luz, vi en el aire arriba de m a dos
Personajes, cuyo fulgor y gloria no admiten descripcin. Uno de
ellos me habl, llamndome por mi nombre, y dijo, sealando al
otro: Este es mi Hijo Amado: Escchalo!
Haba sido mi objeto recurrir al Seor para saber cul de todas las
sectas era la verdadera, a fin de saber a cul unirme. Por tanto, luego
que me hube recobrado lo suficiente para poder hablar, pregunt a
los Personajes que estaban en la luz arriba de m, cul de todas las
sectas era la verdadera, y a cul deba unirme. Se me contest que no
deba unirme a ninguna, porque todas estaban en error; y el Personaje
que me habl me dijo que todos sus credos eran una abominacin a
su vista; que todos aquellos profesores se haban pervertido; que
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con sus labios me honran, pero su corazn est lejos de m; ensean como doctrinas mandamientos de hombres, teniendo apariencia de
piedad, mas negando la eficacia de ella. De nuevo me mand que no me afiliara con ninguna de ellas; y muchas otras cosas dijo que no
puedo escribir en esta ocasin. Cuando otra vez volv en m, me
encontr de espaldas mirando hacia el cielo. Al retirarse la luz, me
qued sin fuerzas, pero poco despus, habindome recobrado hasta
cierto punto, volv a casa. Al apoyarme sobre la mesilla de la
chimenea, mi madre me pregunt si algo me pasaba. Yo le contest:
Pierda cuidado, todo est bien; me siento bastante bien. Entonces le dije: He sabido a satisfaccin ma que el presbiterianismo no es verdadero.
Parece que desde los aos ms tiernos de mi vida el adversario
saba que yo estaba destinado a perturbar y molestar su reino; de lo
contrario, por qu haban de combinarse en mi contra los poderes de
las tinieblas? Cul era el motivo de la oposicin y persecucin que
se desat contra m casi desde mi infancia? A los pocos das de haber
visto esta visin, me encontr por casualidad en compaa de uno de
los ministros metodistas, uno muy activo en la ya mencionada
agitacin religiosa; y hablando con l de asuntos religiosos,
aprovech la oportunidad para relatarle la visin que yo haba visto.
Su conducta me sorprendi grandemente; no slo trat mi narracin
livianamente, sino con mucho desprecio, diciendo que todo aquello
era del diablo; que no haba tales cosas como visiones o revelaciones
en estos das; que todo eso haba cesado con los apstoles, y que no
volvera a haber ms. Sin embargo, no tard en descubrir que mi
relato haba despertado mucho prejuicio en contra de m entre los
profesores de religin, y fue la causa de una fuerte persecucin, cada
vez mayor; y aunque no era yo sino un muchacho desconocido,
apenas entre los catorce y quince aos de edad, y tal mi posicin en
la vida que no era un joven de importancia alguna en el mundo, sin
embargo, los hombres en altas posiciones se fijaban en m lo
suficiente para agitar el sentimiento pblico en mi contra y provocar
con ello una amarga persecucin; y esto fue general entre todas las
sectas: todas se unieron para perseguirme.
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En aquel tiempo me fue motivo de seria reflexin, y
frecuentemente lo ha sido desde entonces, cun extrao que un
muchacho desconocido de poco ms de catorce aos, y adems, uno
que estaba bajo la necesidad de ganarse un escaso sostn con su
trabajo diario, fuese considerado persona de importancia suficiente
para llamar la atencin de los grandes personajes de las sectas ms
populares del da; y a tal grado, que suscitaba en ellos un espritu de
la ms rencorosa persecucin y vilipendio. Pero, extrao o no, as
aconteci; y a menudo fue motivo de mucha tristeza para m. Sin
embargo, no por esto dejaba de ser un hecho el que yo hubiera visto
una visin. He pensado desde entonces que me senta igual que
Pablo, cuando present su defensa ante el rey Agripa y refiri la
visin, en la cual vio una luz y oy una voz. Mas con todo, fueron
pocos los que le creyeron; unos dijeron que estaba mintiendo; otros,
que estaba loco; y se burlaron de l y lo vituperaron. Pero nada de
esto destruy la realidad de su visin. Haba visto una visin, y l lo
saba, y toda la persecucin debajo del cielo no iba a cambiar ese
hecho; y aunque lo persiguieran hasta la muerte, aun as saba, y
sabra hasta su ltimo aliento, que haba visto una luz, as como odo
una voz que le habl; y el mundo entero no pudo hacerlo pensar o
creer lo contrario. As era conmigo. Yo efectivamente haba visto
una luz, y en medio de la luz vi a dos Personajes, los cuales en
realidad me hablaron; y aunque se me odiaba y persegua por decir
que haba visto una visin, no obstante, era cierto; y mientras me
perseguan, y me censuraban, y decan falsamente toda clase de mal
en contra de m por afirmarlo, yo pensaba en mi corazn: Por qu
me persiguen por decir la verdad? En realidad he visto una visin, y
quin soy yo para oponerme a Dios?; o por qu piensa el mundo
hacerme negar lo que realmente he visto? Porque haba visto una
visin; yo lo saba, y comprenda que Dios lo saba; y no poda
negarlo, ni osara hacerlo; por lo menos, saba que hacindolo,
ofendera a Dios y caera bajo condenacin.
Mi mente ya estaba satisfecha en lo que concerna al mundo
sectario: que mi deber era no unirme con ninguno de ellos, sino
permanecer como estaba hasta que se me dieran ms instrucciones.
Haba descubierto que el testimonio de Santiago era cierto: que si el
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hombre carece de sabidura, puede pedirla a Dios y obtenerla sin
reproche.
Segu con mis ocupaciones comunes de la vida hasta el veintiuno
de septiembre de mil ochocientos veintitrs, sufriendo continuamente
severa persecucin de manos de toda clase de individuos, tanto
religiosos como irreligiosos, por motivo de que yo segua afirmando
que haba visto una visin.
Durante el tiempo que transcurri entre la ocasin en que vi la
visin y el ao mil ochocientos veintitrs habindoseme prohibido unirme a las sectas religiosas del da, cualquiera que fuese, teniendo
pocos aos, y perseguido por aquellos que debieron haber sido mis
amigos y haberme tratado con bondad; y si me crean engaado,
haber procurado de una manera apropiada y cariosa rescatarme me vi sujeto a toda especie de tentaciones; y, juntndome con toda
clase de personas, frecuentemente cometa muchas imprudencias y
manifestaba las debilidades de la juventud y las flaquezas de la
naturaleza humana, lo cual, me da pena decirlo, me condujo a
diversas tentaciones, ofensivas a la vista de Dios. Esta confesin no
es motivo para que se me juzgue culpable de cometer pecados
graves, porque jams hubo en mi naturaleza la disposicin para hacer
tal cosa. Pero s fui culpable de levedad, y en ocasiones me asociaba
con compaeros joviales, etc., cosa que no corresponda con la
conducta que haba de guardar uno que haba sido llamado de Dios
como yo. Mas esto no le parecer muy extrao a cualquiera que se
acuerde de mi juventud y conozca mi jovial temperamento natural.
Como consecuencia de estas cosas, sola sentirme censurado a
causa de mis debilidades e imperfecciones. De modo que, en la
noche del ya mencionado da veintiuno de septiembre, despus de
haberme retirado a mi cama, me puse a orar, pidindole a Dios
Todopoderoso perdn de todos mis pecados e imprudencias; y
tambin una manifestacin para saber de mi condicin y posicin
ante El; porque tena la ms completa confianza de obtener una
manifestacin divina, como previamente la haba tenido.
Encontrndome as, en el acto de suplicar a Dios, vi que se apareca
una luz en mi cuarto, y que sigui aumentando hasta que la pieza
qued ms iluminada que al medioda; cuando repentinamente se
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apareci un personaje al lado de mi cama, de pies en el aire, porque
sus pies no tocaban el suelo. Llevaba puesta una tnica suelta de una
blancura exquisita. Era una blancura que exceda cuanta cosa terrenal
jams haba visto yo; ni creo que exista objeto alguno en el mundo
que pudiera presentar tan extraordinario brillo y blancura. Sus manos
estaban desnudas, y tambin sus brazos, un poco ms arriba de la
muecas; y en igual manera sus pies, as como sus piernas, poco ms
arriba de los tobillos. Tambin tena descubiertos la cabeza y el
cuello, y pude darme cuenta de que no llevaba puesta ms ropa que
esta tnica, porque estaba abierta de tal manera que poda verle el
pecho. No slo tena su tnica esta blancura singular, sino que toda
su persona brillaba ms de lo que se puede describir, y su faz era
como un vivo relmpago. El cuarto estaba sumamente iluminado,
pero no con la brillantez que haba en torno a su persona.
Cuando lo vi por primera vez, tuve miedo; mas el temor pronto se
apart de m. Me llam por mi nombre, y me dijo que era un
mensajero enviado de la presencia de Dios, y que se llamaba Moroni;
que Dios tena una obra para m, y que entre todas las naciones,
tribus y lenguas se tomara mi nombre para bien y mal, o que se iba a
hablar bien y mal de m entre todo pueblo. Dijo que se hallaba
depositado un libro, escrito sobre planchas de oro, el cual daba una
relacin de los antiguos habitantes de este continente, as como del
origen de su procedencia. Tambin declar que en l se encerraba la
plenitud del evangelio eterno cual el Salvador lo haba comunicado a
los antiguos habitantes. Asimismo, que junto con las planchas
estaban depositadas dos piedras, en aros de plata, las cuales,
aseguradas a un pectoral, formaban lo que se llamaba el Urim y
Tumim; que la posesin y uso de estas piedras era lo que constitua a
los videntes en los das antiguos o anteriores, y que Dios las haba preparado para la traduccin del libro.
Despus de decirme estas cosas, empez a repetir las profecas
del Antiguo Testamento. Primero cit parte del tercer captulo de
Malaquas, y tambin el cuarto o ltimo captulo de la misma
profeca, aunque variando un poco de la manera en que se halla en
nuestra Biblia. En lugar de repetir el primer versculo cual se halla en
nuestros libros, lo hizo de esta manera:
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Porque, he aqu, viene el da que arder como un horno, y todos los soberbios, s, todos los que obran inicuamente, ardern
como rastrojo; porque los que vienen los quemarn, dice el Seor
de los Ejrcitos, de modo que no les dejar ni raz ni rama.
Entonces cit el quinto versculo de esta forma:
He aqu, yo os revelar el sacerdocio por la mano de Elas el profeta, antes de la venida del grande y terrible da del Seor.
Tambin expres el siguiente versculo de otro modo:
Y l plantar en el corazn de los hijos las promesas hechas a los padres, y el corazn de los hijos se volver a sus padres. De
no ser as, toda la Tierra sera totalmente asolada a su venida.
Aparte de stos, repiti el undcimo captulo de Isaas, diciendo
que estaba para cumplirse; y tambin los versculos veintids y
veintitrs del tercer captulo de los Hechos, tal como se hallan en
nuestro Nuevo Testamento. Declar que ese profeta era Cristo, pero
que an no haba llegado el da en que toda alma que no oiga a aquel profeta, ser desarraigada del pueblo, sino que pronto llegara. Cit, adems, desde el versculo veintiocho hasta el ltimo, del
segundo captulo de Joel. Tambin indic que todava no se cumpla,
pero que se realizara en breve; y declar, adems, que pronto
entrara la plenitud de los gentiles. Repiti muchos otros pasajes de
las Escrituras y propuso muchas explicaciones que no pueden
mencionarse aqu.
Por otra parte, me manifest que cuando yo recibiera las planchas
de que l haba hablado porque an no haba llegado el tiempo para obtenerlas no habra de ensearlas a nadie, ni el pectoral con el Urim y Tumim, sino nicamente a aquellos a quienes se me
mandase que las enseara; silo haca, sera destruido. Mientras
hablaba conmigo acerca de las planchas, se manifest a mi mente la
visin de tal modo que pude ver el lugar donde estaban depositadas;
y con tanta claridad y distincin, que lo reconoc cuando lo visit.
Despus de esta comunicacin, vi que la luz en el cuarto
empezaba a juntarse en derredor del personaje que me haba estado
hablando, y as continu hasta que el cuarto una vez ms qued a
obscuras, exceptuando alrededor de su persona inmediata, cuando
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repentinamente vi abrirse, cual si fuera, un conducto directamente
hasta el cielo, y l ascendi hasta desaparecer por completo, y el
cuarto qued tal como haba estado antes de aparecerse esta luz
celestial. Me qued reflexionando la singularidad de la escena, y
maravillndome grandemente de lo que me haba dicho este
mensajero extraordinario, cuando en medio de mi meditacin, de
pronto descubr que mi cuarto empezaba a iluminarse de nuevo, y,
como si fuera en un instante, el mismo mensajero celestial apareci
una vez ms al lado de mi cama. Empez, y otra vez me dijo las
mismsimas cosas que me haba relatado en su primera visita, sin la
menor variacin; despus de lo cual me inform de grandes juicios
que vendran sobre la Tierra, con grandes desolaciones causadas por
el hambre, la espada y pestilencias; y que esos penosos juicios
vendran sobre la Tierra en esta generacin. Habindome referido
estas cosas, de nuevo ascendi como lo haba hecho anteriormente
Ya para entonces eran tan profundas las impresiones que se me
haban grabado en la mente, que el sueo haba huido de mis ojos, y
yaca dominado por el asombro de lo que haba visto y odo. Pero
cul no sera mi sorpresa al ver de nuevo al mismo mensajero al lado
de m cama, y orlo repasar o repetir las mismas cosas que antes; y
aadi una advertencia, dicindome que Satans procurara
inducirme (a causa de la situacin indigente de la familia de mi
padre) a que obtuviera las planchas con el fin de hacerme rico. Esto
l me lo prohibi, y dijo que al obtener las planchas no debera tener
presente ms objeto que el de glorificar a Dios; y que ningn otro
propsito habra de influir en m sino el de edificar su reino; de lo
contrario, no podra obtenerlas. Despus de esta tercera visita, de
nuevo ascendi al cielo como antes, y otra vez me qued meditando
la extraeza de lo que acababa de experimentar; cuando casi
inmediatamente despus que el mensajero celestial hubo ascendido la
tercera vez, cant el gallo, y vi que estaba amaneciendo; de modo
que nuestras conversaciones deben haber durado toda aquella noche.
Poco despus me levant de mi cama y, como de costumbre, fui a
desempear las faenas necesarias del da; pero al querer trabajar
como en otras ocasiones, hall que se me haban agotado a tal grado
las fuerzas, que me senta completamente incapacitado. Mi padre,
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que andaba trabajando cerca de m, vio que algo me suceda y me
dijo que me fuera para la casa. Part de all con la intencin de volver
a casa, pero al querer cruzar el cerco para salir del campo en que
estbamos, se me acabaron completamente las fuerzas, ca inerte al
suelo y por un tiempo no estuve consciente de nada. Lo primero que
pude recordar fue una voz que me hablaba, llamndome por mi
nombre. Alc la vista y, a la altura de mi cabeza, vi al mismo
mensajero, rodeado de luz como antes. Entonces me relat otra vez
todo lo que me haba referido la noche anterior, y me mand que
fuera a mi padre y le hablara acerca de la visin y mandamientos que
haba recibido. Obedec; regres a donde estaba mi padre en el
campo, y le declar todo el asunto. Me respondi que era de Dios, y
me dijo que fuera e hiciera lo que el mensajero me haba mandado.
Sal del campo y fui al lugar donde el mensajero me haba dicho que
estaban depositadas las planchas; y debido a la claridad de la visin
que haba visto tocante al lugar, en cuanto llegu all lo reconoc.
Cerca de la aldea de Manchester, Condado de Ontario, Estado de
Nueva York, se levanta una colina de tamao regular, y la ms
elevada de todas las de la comarca. Por el costado occidental del
cerro, no lejos de la cima, debajo de una piedra de buen tamao,
yacan las planchas, depositadas en una caja de piedra. En el centro,
y por la parte superior, esta piedra era gruesa y redonda, pero ms
delgada hacia los extremos; de manera que se poda ver la parte
cntrica sobre la superficie del suelo, mientras que alrededor de la
orilla estaba cubierta de tierra.
Habiendo quitado la tierra, consegu una palanca que logr
introducir debajo de la orilla de la piedra, y con un ligero esfuerzo la
levant. Mir dentro de la caja, y efectivamente vi all las planchas,
el Urim y Tumim y el pectoral, como lo haba dicho el mensajero. La
caja en que se hallaban estaba hecha de piedras, colocadas en una
especie de cemento. En el fondo de la caja haba dos piedras puestas
transversalmente, y sobre stas descansaban las planchas y los otros
objetos que las acompaaban.
Intent sacarlas, pero me lo prohibi el mensajero; y de nuevo se
me inform que an no haba llegado el tiempo de sacarlas, ni
llegara hasta despus de cuatro aos, a partir de esa fecha; pero me
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dijo que debera ir a ese lugar precisamente un ao despus, y que l
me esperara all; y que haba de seguir hacindolo as hasta que
llegara el tiempo para obtener las planchas. De acuerdo con lo que se
me haba mandado, acuda al fin de cada ao, y en esa ocasin
encontraba all al mismo mensajero, y en cada una de nuestras
entrevistas reciba de l instrucciones y conocimiento concernientes a
lo que el Seor iba a hacer, y cmo y en qu manera se conducira su
reino en los ltimos das.
Debido a que las condiciones econmicas de mi padre se
hallaban sumamente limitadas, nos veamos obligados a trabajar
manualmente, a jornal y de otras maneras, segn se presentaba la
oportunidad. A veces estbamos en casa, a veces, fuera de casa; y
trabajando continuamente podamos ganarnos un sostn ms o menos
cmodo. En el ao 1824 sobrevino a la familia de mi padre una
afliccin muy grande con la muerte de mi hermano Alvin, el mayor
de la familia. En el mes de octubre de 1825 me emple un seor de
edad llamado Josas Stoal, del Condado de Chenango, Estado de
Nueva York. El haba odo algo acerca de una mina de plata que los
espaoles haban explotado en Harmony, Condado de Susquehanna,
Estado de Pennsylvania; y antes de ocuparme ya haba hecho algunas
excavaciones para ver si le era posible descubrir la mina. Despus
que fui a vivir con l, me llev con el resto de sus trabajadores a
excavar en busca de la mina de plata, en lo cual estuve trabajando
cerca de un mes sin lograr el xito en nuestra empresa; y por fin
convenc al anciano seor que dejase de excavar. As fue como se
origin el tan comn rumor de que yo haba sido buscador de dinero
(caza-fortunas).
Durante el tiempo que estuve en ese trabajo, me hosped con un
seor Isaac Hale, de ese lugar. Fue all donde por primera vez vi a mi
esposa (su hija), Emma Hale. Nos casamos el dieciocho de enero de
1827 mientras yo todava estaba al servicio del Sr. Stoal. Por motivo
de que yo continuaba afirmando que haba visto una visin, la
persecucin me segua acechando, y la familia del padre de mi
esposa se opuso muchsimo a que nos casramos. Por tanto, me vi
obligado a llevarla a otra parte, de modo que fuimos y nos casamos
en la casa del seor Tarbill, en South Bainbridge, Condado de
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Chenango, en Nueva York. Inmediatamente despus de mi
matrimonio dej el trabajo del seor Stoal, me traslad a la casa de
mi padre y con l labr la tierra esa temporada.
Por fin lleg el tiempo para obtener las planchas, el Urim y
Tumim y el pectoral. El da veintids de septiembre de mil
ochocientos veintisiete, habiendo ido al fin de otro ao, como de
costumbre, al lugar donde estaban depositadas, el mismo mensajero
celestial me las entreg, con esta advertencia: que yo sera
responsable de ellas; que si permita que se extraviasen por algn
descuido o negligencia ma, sera destruido; pero que si me esforzaba
con todo mi empeo por preservarlas hasta que l (el mensajero)
viniera por ellas, entonces seran protegidas.
Pronto supe por qu haba recibido tan estrictas recomendaciones
de guardarlas, y por qu me haba dicho el mensajero que cuando yo
terminara lo que se requera de m, l vendra por ellas. Porque no
bien se supo que yo las tena, cuando se hicieron los ms tenaces
esfuerzos para privarme de ellas. Se recurri a cuanta estratagema se
pudo inventar para realizar ese propsito. La persecucin lleg a ser
ms severa y amarga que antes, y gran nmero de personas andaba
continuamente al acecho para quitrmelas, de ser posible. Pero
mediante la sabidura de Dios permanecieron seguras en mis manos
hasta que cumpl con ellas lo que se requiri de m. Cuando el
mensajero, de conformidad con el arreglo, lleg por ellas, se las
entregu; y l las tiene a su cargo hasta el da de hoy, dos de mayo de
mil ochocientos treinta y ocho.
Sin embargo, la agitacin continuaba, y el rumor con sus mil
lenguas no cesaba de hacer circular calumnias acerca de la familia de
mi padre y de m. Si me pusiera a contar la milsima parte de ellas,
llenara varios tomos. La persecucin lleg a ser tan intolerable, sin
embargo, que me vi obligado a salir de Manchester y partir con mi
esposa al Condado de Susquehanna, Estado de Pennsylvania.
Mientras nos preparbamos para salir siendo muy pobres, y agobindonos de tal manera la persecucin que no haba probabilidad
de que se mejorase nuestra situacin en medio de nuestras aflicciones hallamos a un amigo en la persona de un caballero
llamado Martn Harris, que vino a nosotros y me dio cincuenta
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dlares para ayudarnos a hacer nuestro viaje. El seor Harris era
vecino del Municipio de Palmyra, Condado de Wayne, en el Estado
de Nueva York, y un agricultor respetable. Mediante esta ayuda tan
oportuna, pude llegar a mi destino en Pennsylvania, e
inmediatamente despus de llegar all, comenc a copiar los
caracteres de las planchas. Copi un nmero considerable, y traduje
algunos por medio del Urim y Tumim, obra que efectu entre los
meses de diciembre fecha en que llegu a la casa del padre de mi esposa y febrero del ao siguiente.
En este mismo mes de febrero, el antedicho seor Martn Harris
vino a nuestra casa, tom los caracteres que yo haba copiado de las
planchas, y con ellos parti rumbo a la ciudad de Nueva York. En
cuanto a lo que aconteci, respecto de l y los caracteres, deseo
referirme a su propio relato de las circunstancias, el cual l me
comunic a su regreso, y que es el siguiente:
Fui a la ciudad de Nueva York y present los caracteres que haban sido traducidos, as como su traduccin, al profesor Charles
Anthon, clebre caballero por motivo de sus conocimientos literarios.
El profesor Anthon manifest que la traduccin era correcta y ms
exacta que cualquiera otra que hasta entonces haba visto del idioma
egipcio. Luego le ense los que an no estaban traducidos, y me
dijo que eran egipcios, caldeos, asirios y rabes, y que eran
caracteres genuinos. Me dio un certificado en el cual haca constar a
los ciudadanos de Palmyra, que eran legtimos, y que la
interpretacin de los que se haban traducido tambin era exacta.
Tom el certificado, me lo ech en el bolsillo, y estaba para salir de
la casa cuando el Sr. Anthon me llam, y me pregunt cmo lleg a
saber el joven que haba planchas de oro en el lugar donde las
encontr. Yo le contest que un ngel de Dios se lo haba revelado.
El entonces me dijo: Permtame ver el certificado. De acuerdo con la indicacin, lo saqu del bolsillo y se lo entregu; y l,
tomndolo, lo hizo pedazos, diciendo que ya no haba tales cosas
como ministerio de ngeles, y que si yo le llevaba las planchas, l las
traducira. Yo le inform que parte de las planchas estaban selladas, y
que me era prohibido llevarlas. Entonces me respondi: No puedo leer un libro sellado. Sal de all, y fui a ver al Dr. Mitchell, el cual
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confirm todo lo que el profesor Anthon haba dicho respecto de los
caracteres, as como de la traduccin.
Luego de haber vuelto de ese viaje, el Sr. Harris parti hacia
Palmyra para arreglar algunos asuntos, y regres a mi casa alrededor
del doce de abril, comenzando entonces a escribir para m mientras
yo traduca las planchas; y as lo hicimos hasta el catorce de junio,
fecha para la cual l haba escrito ciento diecisis pginas de
manuscrito, en tamao pliego comn. Poco tiempo despus de que el
Sr. Harris hubo empezado su labor de escribiente, comenz a
pedirme con insistencia que le permitiera llevar a su casa los
manuscritos para mostrarlos a algunas personas, y a expresarme su
deseo de que yo le preguntara al Seor, mediante el Urim y Tumim,
si poda hacerlo. Al fin pregunt y la respuesta fue que no lo hiciera.
Sin embargo, l no qued satisfecho con esa respuesta e insisti en
que preguntara de nuevo. As lo hice, y la respuesta fue igual a la
anterior. Pero l sigui insatisfecho y continu importunndome para
que preguntara de nuevo. Despus de mucho rogrmelo, volv a
preguntarle al Seor, y El entonces nos otorg permiso para que
Martn Harris llevara los escritos bajo ciertas condiciones, es decir:
que los mostrara solamente a su hermano, Preserved Harris; a su
propia esposa; a sus padres; y a la Sra. Cobb, hermana de su esposa.
De acuerdo con la ltima respuesta, le ped que me prometiera de la
manera ms solemne, que hara solamente lo que se nos haba
indicado, y as lo hizo, dndome su palabra de cumplir lo que le
haba requerido. Luego parti llevndose los escritos. Sin embargo, a
pesar de las grandes restricciones a las que se haba sujetado, y de la
solemnidad del convenio que haba hecho conmigo, los mostr a
otras personas, quienes mediante artimaas se los quitaron, y hasta la
fecha nunca ms los recuperamos.
Mientras Martn Harris estuvo ausente despus de llevarse los
escritos, fui a visitar a la familia de mi padre en Manchester. Ah
permanec un poco tiempo y luego regres a mi casa en
Pennsylvania. Despus de volver a casa, me encontraba un da
caminando a cierta distancia cuando, he aqu, el mensajero celestial
que antes se haba manifestado apareci y me entreg de nuevo el
Urim y Tumim pues me lo haba quitado por haber importunado al
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Seor al solicitar el privilegio de que Martn Harris llevara los
escritos, los cuales perdi por transgresin y preguntando al Seor por ese medio, recib lo siguiente:
Vase Doctrina y Convenios, Seccin 3.
Despus de obtener la revelacin anterior se me quitaron otra vez
las planchas y el Urim y Tumim, pero a los pocos das me fueron
devueltos, ocasin en que inquir del Seor, y El me dijo as:
Vase Doctrina y Convenios, Seccin 10.
Sin embargo, no comenc a traducir enseguida, sino que me fui a
trabajar en la pequea granja que le haba comprado al padre de mi
esposa, a fin de proveer para la manutencin de mi familia. En el mes
de febrero de 1829 mi padre vino a visitarnos, y en ese entonces
recib para l la siguiente revelacin:
Vase Doctrina y Convenios, Seccin 4.
El da cinco de abril de 1829 vino a mi casa Oliverio Cowdery, a
quien yo jams haba visto hasta entonces. Me dijo que haba estado
enseando en una escuela que se hallaba cerca de donde viva mi
padre y, siendo ste uno de los que tenan nios en la escueta, haba
ido a hospedarse por un tiempo en su casa; y que mientras estuvo
all, la familia le comunic el hecho de que yo haba recibido las
planchas y, por consiguiente, haba venido para saber ms. Dos das
despus de la llegada del seor Cowdery (siendo el da siete de abril),
empec a traducir el Libro de Mormn, y l comenz a escribir por
m, y habiendo continuado en ello durante algn tiempo, pregunt al
Seor por medio del Urim y Tumim, y recib lo siguiente:
Vase Doctrina y Convenios, Seccin 6.
Luego de haber recibido esta revelacin, Oliverio Cowdery me
dijo que cuando l ya estaba viviendo en la casa de mi padre, donde
se alojaba, y despus que la familia le haba dicho que yo tena en mi
poder las planchas, una noche, al retirarse a su dormitorio, acudi al
Seor para saber si lo que le haban dicho era verdad, y el Seor le
manifest que era verdadero; pero que l haba mantenido el asunto
en absoluto secreto y no lo haba mencionado a nadie; de manera que
despus de recibir esta revelacin tuvo otro testimonio de que la obra
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era verdadera, porque ningn ser viviente saba de las circunstancias
a que se refera la revelacin, sino Dios y l mismo.
Durante el mes de abril continu traduciendo y Oliverio
Cowdery, escribiendo, sin muchas interrupciones, y durante esos das
recibimos varias revelaciones. Surgi entre nosotros cierta diferencia
de opinin basada en el relato de Juan el Apstol, que se encuentra
en el Nuevo Testamento, en cuanto a si muri o sigui viviendo. Por
mutuo acuerdo decidimos saber la verdad mediante el Urim y
Tumim, y esto es lo que recibimos:
Vase Doctrina y Convenios, Seccin 7.
Mientras continubamos la obra de la traduccin, durante el mes
de abril, Oliverio Cowdery se mostr sumamente ansioso por recibir
el poder de traducir, y en relacin a este deseo recibimos las
siguientes revelaciones:
Vase Doctrina y Convenios, Secciones 8 y 9.
El mes siguiente (mayo de 1829), encontrndonos todava en la
obra de la traduccin, nos retiramos al bosque un cierto da para orar
y preguntar al Seor acerca del bautismo para la remisin de los
pecados, del cual vimos que se hablaba en la traduccin de las
planchas. Mientras nos hallbamos orando e implorando al Seor,
descendi un mensajero del cielo en una nube de luz y, habiendo
puesto sus manos sobre nosotros, nos orden, diciendo:
Vase Doctrina y Convenios, Seccin 10.
Declar que este Sacerdocio Aarnico no tena el poder de
imponer las manos para comunicar el don del Espritu Santo, pero
que se nos conferira ms adelante; y nos mand que furamos a
bautizarnos, instruyndonos que yo bautizara a Oliverio Cowdery, y
que despus me bautizara l a m. Por consiguiente, fuimos y nos
bautizamos. Yo lo bautic primero, y luego me bautiz l a m despus de lo cual puse mis manos sobre su cabeza y le confer el
Sacerdocio de Aarn, y luego l puso sus manos sobre m y me
confiri el mismo sacerdocio porque as se nos haba mandado.
El mensajero que en esta ocasin nos visit y nos confiri este
sacerdocio dijo que se llamaba Juan, el mismo que es conocido como
Juan el Bautista en el Nuevo Testamento, y que obraba bajo la
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direccin de Pedro, Santiago y Juan, quienes posean las llaves del
Sacerdocio de Melquisedec, sacerdocio que nos sera conferido, dijo
l, en el momento oportuno; y que yo sera llamado el primer lder
de la Iglesia, y l (Oliverio Cowdery), el segundo. Fue el da quince
de mayo de 1829 cuando se nos orden por mano de este mensajero,
y nos bautizamos.
Inmediatamente despus de salir del agua, tras de haber sido
bautizados, sentimos grandes y gloriosas bendiciones de nuestro
Padre Celestial. No bien hube bautizado a Oliverio Cowdery, cuando
el Espritu Santo descendi sobre l, y se puso de pie y profetiz
muchas cosas que habran de acontecer en breve. Igualmente, en
cuanto l me hubo bautizado, recib tambin el espritu de profeca y,
ponindome en pie, profetic concerniente al desarrollo de esta
Iglesia, y muchas otras cosas relacionadas con ella y con esta
generacin de los hijos de los hombres. Fuimos llenos del Espritu
Santo, y nos regocijamos en el Dios de nuestra salvacin.
Encontrndose ahora iluminadas nuestras mentes, empezamos a
comprender las Escrituras, y nos fue revelado el verdadero
significado e intencin de sus pasajes ms misteriosos de una manera
que hasta entonces no habamos logrado, ni siquiera pensado.
Mientras tanto, nos vimos obligados a guardar en secreto las
circunstancias relativas al haber recibido el sacerdocio y el habernos
bautizado, por motivo del espritu de persecucin que ya se haba
manifestado en la regin. De cuando en cuando haban amenazado
golpearnos, y esto por parte de los ministros religiosos; y lo nico
que contrarrest sus intenciones de atropellarnos fue la influencia de
los familiares de mi esposa (mediante la Divina Providencia), los
cuales se haban vuelto muy amigables conmigo, y deseaban que se
me permitiera continuar sin interrupcin la obra de la traduccin. Por
consiguiente, nos ofrecieron y prometieron proteccin, hasta donde
les fuera posible.
Sin embargo, despus de algunos das, sintiendo que era nuestro
deber, empezamos a razonar las Escrituras con nuestros amigos y
conocidos, segn nos encontrbamos con ellos. Ms o menos en esta
poca vino a visitarnos mi hermano Samuel H. Smith. Le
informamos lo que el Seor estaba a punto de hacer por los hijos de
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los hombres, y empezamos a razonar con l las Escrituras contenidas
en la Biblia. Tambin le mostramos la parte de la obra que ya
habamos traducido, y trabajamos para persuadirlo en cuanto al
evangelio de Jesucristo, que estaba prximo a revelarse en su
plenitud. No obstante, no se persuadi de estas cosas con facilidad,
mas despus de mucha investigacin y explicaciones, se retir al
bosque, con el propsito de obtener de un Dios misericordioso la
sabidura que le permitiera juzgar por s mismo. El resultado fue que
obtuvo revelacin para s mismo, suficiente para convencerlo de la
verdad de nuestras declaraciones, y Oliverio Cowdery lo bautiz el
da veinticinco del mismo mes en que nosotros fuimos bautizados y
ordenados. Samuel volvi a su casa, lleno del Espritu Santo,
glorificando y alabando a Dios grandemente.
No muchos das despus, mi hermano Hyrum Smith vino a
nosotros para inquirir concerniente a estas cosas, y tras su sincera
peticin, pregunt al Seor mediante el Urim y Tumim, y recib para
l lo siguiente:
Vase Doctrina y Convenios, Seccin 11.
Ms o menos en este tiempo vino a visitarnos un caballero de
edad, de cuyo nombre deseo hacer honorable mencin: el seor Jos
Knight, padre, de Colesville, Condado de Broome, Nueva York,
quien haba odo la manera en que ocupbamos nuestro tiempo, y
muy amable y consideradamente nos trajo una cantidad de
provisiones, con el fin de que no interrumpiramos la obra de la
traduccin por falta del sustento; y creo mi deber mencionar aqu que
varias veces nos trajo provisiones desde una distancia de cuando
menos cuarenta y ocho kilmetros, lo cual nos permiti continuar
con la obra, que de otro modo hubiramos tenido que suspender por
una temporada.
Por tener l grandes deseos de conocer sus deberes en esta obra,
consult al Seor, y recib lo siguiente:
Vase Doctrina y Convenios, Seccin 12.
Poco despus de haber empezado la traduccin, conoc al seor
Pedro Whitmer, de Fayette, Condado de Sneca, Nueva York, as
como a parte de su familia. A principios del mes de junio, David
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Whitmer, su hijo, vino al lugar donde estbamos residiendo y trajo
consigo un carro de dos caballos, para que lo acomparamos a la
casa de su padre con el propsito de alojarnos all, hasta que
terminramos de traducir. Se hicieron arreglos para que tuviramos
hospedaje gratuito, y la colaboracin de uno de sus hermanos como
escribiente, y tambin su propia cooperacin cuando fuera necesaria.
Teniendo tan grande necesidad de ayuda tan oportuna en una
empresa tan ardua, y habiendo sido informados de que la gente en la
regin de los Whitmer estaba esperando ansiosamente la oportunidad
de preguntarnos sobre la obra, aceptamos la invitacin y
acompaamos al seor Whitmer a la casa de su padre, y
permanecimos all hasta que se termin la traduccin y se aseguraron
los derechos de propiedad literaria. A nuestra llegada encontramos a
la familia del seor Whitmer muy interesada en la obra y muy
amable con nosotros. Y as continuaron, hospedndonos segn el
acuerdo; y Juan Whitmer, en particular, nos ayud muchsimo como
escribiente por el resto de la traduccin.
Mientras tanto, David, Juan y Pedro Whitmer, hijo, se
convirtieron en nuestros fervientes amigos y asistentes; y teniendo
inmensos deseos de saber sus respectivos deberes, y con deseos
sinceros de que yo preguntara al Seor concerniente a ellos, as lo
hice por medio del Urim y Tumim, y recib para ellos, una tras otra,
las siguientes revelaciones:
Vase Doctrina y Convenios, Secciones 14-16.
Encontramos que las personas del Condado de Sneca en general
eran amables y con disposicin de inquirir la verdad sobre estos
extraos asuntos que ahora empezaban a divulgarse entre la gente.
Muchos nos ofrecieron sus casas, a fin de que pudisemos reunirnos
con nuestros amigos para instruirlos y ensearles. De cuando en
cuando nos reunamos con muchos que estaban dispuestos a
escucharnos, y que deseaban enterarse de la verdad tal como se halla
en Cristo Jess, y aparentemente estaban dispuestos a obedecer el
evangelio, una vez convencidos y satisfechos; y en este mismo mes
de junio fueron bautizados en el Lago Sneca: mi hermano Hyrum
Smith, David Whitmer y Pedro Whitmer, hijo; los dos primeros por
m, y el ltimo por Oliverio Cowdery. Desde este tiempo en adelante
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muchos se convirtieron en creyentes, y algunos se bautizaron,
mientras continubamos enseando y persuadiendo a todos los que lo
solicitaban.
En el curso de la obra de la traduccin descubrimos que el Seor
proveera tres testigos especiales, a quienes les concedera ver las
planchas de las que se traducira esta obra (el Libro de Mormn); y
que estos testigos daran testimonio de las mismas, como se puede
ver en el libro de Eter, captulo 5, versculos 2, 3 y 4, y tambin en 2
Nefi, captulo 11, versculo 3. Casi inmediatamente despus de que
hicimos este descubrimiento, Oliverio Cowdery, David Whitmer, y el
antes mencionado Martn Harris (que haba venido para informarse
de nuestro progreso en la obra), me solicitaron que le preguntara al
Seor si podran ellos tener el privilegio de ser esos tres testigos
especiales; y fueron tan insistentes y me apremiaban tanto, que
finalmente acced; y por medio del Urim y Tumim recib del Seor
para ellos lo siguiente:
Vase Doctrina y Convenios, Seccin 17.
No muchos das despus de haber sido dado el anterior
mandamiento, nosotros cuatro, es decir, Martn Harris, David
Whitmer, Oliverio Cowdery y yo, acordamos retirarnos al bosque y
tratar de obtener, por humilde y fervorosa oracin, el cumplimiento
de las promesas dadas en la revelacin anterior: que los tres podran
contemplar las planchas. Por consiguiente, elegimos un lugar en el
bosque cercano a la casa del seor Whitmer, a donde nos dirigimos,
y ponindonos de rodillas, empezamos a rogar con mucha fe, en
oracin al Dios Todopoderoso, que nos otorgara el cumplimiento de
sus promesas.
Segn previo acuerdo, comenc yo en la oracin en voz alta a
nuestro Padre Celestial, y me sucedieron cada uno de los del grupo.
No obstante, en nuestro primer intento no recibimos ninguna
respuesta o manifestacin de favor divino. Seguimos otra vez el
mismo orden de oracin, cada uno por turno invocando y orando
fervientemente a Dios, pero con el mismo resultado.
Despus de este segundo intento Martn Harris propuso retirarse
de nosotros, pensando, segn expres, que su presencia era la causa
de que no obtuviramos lo que desebamos. Por tanto, se apart de
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nosotros, y nos arrodillamos de nuevo; y no habamos pasado mucho
tiempo en oracin cuando vimos una luz en el aire, arriba de
nosotros, de un gran resplandor; y he aqu, apareci un ngel ante
nosotros. En sus manos sostena las planchas que habamos estado
orando para que ellos pudieran ver. Dio vuelta a las hojas una por
una, para que pudiramos verlas y distinguir con claridad los
grabados sobre ellas. Entonces se dirigi a David Whitmer y le dijo:
David, bendito es el Seor, y el que guarda sus mandamientos; inmediatamente despus omos una voz que vena de la luz que
resplandeca sobre nosotros, que deca: Estas planchas han sido reveladas por el poder de Dios, y han sido traducidas por el poder de
Dios. La traduccin de ellas que habis visto es correcta, y os mando
que testifiquis de lo que ahora veis y os.
Entonces dej a David y a Oliverio y fui en busca de Martn
Harris, a quien encontr a bastante distancia, entregado a ferviente
oracin. No obstante, me dijo que no haba podido llegar al Seor, y
emotivamente me rog que me uniera a l en oracin para que
pudiera tener las mismas bendiciones que nosotros acabbamos de
recibir. Nos unimos, por tanto, en la oracin, y por fin obtuvimos lo
que desebamos, pues antes de que hubiramos terminado se
despleg la misma visin ante nosotros, al menos se despleg otra
vez ante m, y una vez ms vi y o las mismas cosas; mientras que
Martn Harris exclamaba, aparentemente en un xtasis de gozo: Es suficiente; es suficiente; mis ojos han visto; mis ojos han visto!; y saltando, deca en alta voz: Hosanna!, bendiciendo a Dios y regocijndose en extremo.
Habiendo recibido, por la misericordia de Dios, estas gloriosas
manifestaciones, restaba que los tres cumplieran el mandamiento que
haban recibido, es decir, dar testimonio de estas cosas; para lo cual
redactaron y firmaron el siguiente documento:
Vase el Testimonio de Los Tres Testigos, en El Libro de
Mormn.
Entretanto continuamos con la traduccin, a intervalos, cuando
no atendamos a las numerosas personas que empezaron a visitarnos
para solicitar informacin algunas con el propsito de encontrar la verdad; otras, con el propsito de hacernos preguntas difciles y tratar
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de confundirnos. Entre stos ltimos estaban varios sacerdotes
eruditos, que generalmente venan con el propsito de contender. Sin
embargo, el Seor sigui derramando sobre nosotros su Santo
Espritu, y siempre que lo necesitbamos, nos daba en el momento lo
que habamos de decir; de manera que, aunque indoctos e inexpertos
en controversias religiosas, podamos confundir a los sacerdotes
eruditos del da; y al mismo tiempo podamos convencer a los
sinceros de corazn de que habamos recibido, por la misericordia de
Dios, el evangelio verdadero y sempiterno de Jesucristo, y
ocasionalmente administrbamos la ordenanza del bautismo para la
remisin de pecados a todos los que crean.
Ahora desebamos que nos fuera cumplida la promesa que nos
haba hecho el ngel que nos confiri el Sacerdocio Aarnico, es
decir, que si continubamos fieles recibiramos el Sacerdocio de
Melquisedec, que posee la autoridad para imponer las manos para
comunicar el don del Espritu Santo. Por algn tiempo haba sido
para nosotros motivo de humilde oracin, y finalmente nos reunimos
en la alcoba de la casa del seor Whitmer, para pedir al Seor ms
particularmente lo que desebamos tan anhelosamente; y ah, para
nuestra indecible satisfaccin, comprobamos la verdad de la promesa
del Salvador: Pedid, y se os dar; buscad, y hallaris; llamad, y se os abrir. Pues no nos habamos entregado a solemne y ferviente oracin por mucho tiempo, cuando la voz del Seor vino a nosotros
en la alcoba, mandndonos que yo ordenara a Oliverio Cowdery
lder en la Iglesia de Jesucristo, y que l me ordenara a m al mismo
oficio; y que luego ordenramos a otros, como se nos hara saber de
cuando en cuando. Sin embargo, se nos mand aplazar nuestra
ordenacin hasta que nos fuera posible reunir a nuestros hermanos,
los que haban sido bautizados y los que seran bautizados
posteriormente, y que tuviramos su aprobacin en nuestra
ordenacin, y que ellos decidieran por votacin si estaban dispuestos
a aceptarnos como maestros espirituales; y se nos mand que en esa
ocasin bendijramos el pan, y lo partiramos y comiramos con
ellos, y bendijramos el vino y lo bebiramos con ellos; y despus
procediramos a ordenarnos el uno al otro, segn el mandamiento;
entonces, llamramos a quienes el Espritu dictare, y los
ordenramos; y luego atendiramos a la imposicin de manos para
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comunicar el don del Espritu Santo, sobre todos que habamos
bautizado previamente, haciendo todas las cosas en el nombre del
Seor.
El siguiente mandamiento lustrar aun ms la naturaleza de
nuestro llamamiento a este sacerdocio, as como el de otros que se
llamara posteriormente:
Vase Doctrina y Convenios, Seccin 18.
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2
NUEVA YORK
ORGANIZACIN DE LA IGLESIA
1830
De esta manera, el Seor continuaba dndonos instrucciones de
cuando en cuando, concerniente a los deberes que se nos haban
confiado; y entre muchas otras cosas de esa naturaleza, recibimos de
El lo siguiente por el espritu de profeca y de revelacin, lo cual no
solamente nos dio mucha informacin, sino tambin, de acuerdo con
su voluntad y mandamiento, nos seal el da preciso en el que
deberamos proceder a organizar su Iglesia una vez ms sobre la
Tierra:
Vase Doctrina y Convenios, Seccin 20.
Mientras tanto, aproximndose el fin de nuestra traduccin,
fuimos a Palmyra, Condado de Wayne, donde adquirimos los
derechos de propiedad literaria, e hicimos arreglos con el Sr. Egbert
B. Grandin para que imprimiera cinco mil ejemplares del Libro de
Mormn por la cantidad de tres mil dlares.
Deseo manifestar aqu que la portada del Libro de Mormn es
una traduccin literal de la ltima hoja del lado izquierdo de la
coleccin o libro de planchas, era las cuales se encerraba la historia
que se ha traducido; que el lenguaje de toda la obra est dispuesto
como todo escrito hebreo en general; y que dicha portada en ningn
sentido es composicin moderna, ni ma ni de ningn otro hombre
que ha vivido o vive en esta generacin. Por consiguiente, para
corregir un error que respecto a ello se ha generalizado, doy a
continuacin esa parte de la portada del Libro de Mormn, la cual
constituye una traduccin genuina y literal de la portada del Libro de
Mormn original, tal como se grab en las planchas:
Vase la Portada del Libro de Mormn.
En tanto que el Libro de Mormn estaba en manos del impresor,
continuamos dando testimonio y proporcionando informacin
siempre que tenamos la oportunidad; y tambin hicimos saber a
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nuestros hermanos que habamos recibido el mandamiento de
organizar la Iglesia; por lo consiguiente, nos congregamos para tal
propsito en la casa del seor Pedro Whitmer, padre, (siendo en
nmero de seis), el martes seis de abril del ao del Seor, mil
ochocientos treinta. Habiendo comenzado la reunin con solemne
oracin a nuestro Padre Celestial, procedimos, de acuerdo con el
mandamiento, a preguntar a los hermanos si nos aceptaban como sus
maestros en las cosas del reino de Dios, y si estaban de acuerdo en
que procediramos a organizarnos como Iglesia, de acuerdo con el
mandamiento que habamos recibido. A todo esto consintieron
mediante voto unnime. Entonces puse las manos sobre Oliverio
Cowdery y lo orden lder de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de
los Ultimos Das, despus de lo cual l me orden a m al oficio de
lder de dicha Iglesia. Luego tomamos pan, lo bendijimos y lo
partimos con ellos; tambin tomamos vino, lo bendijimos y lo
bebimos con ellos. Entonces pusimos nuestras manos sobre cada
miembro presente de la Iglesia, para que recibiera el don del Espritu
Santo y fuera confirmado miembro de la Iglesia de Cristo. El Espritu
Santo se derram sobre nosotros en grado sumo; algunos
profetizaron, en tanto que todos alabamos al Seor y nos regocijamos
grandemente. Mientras todava nos hallbamos reunidos, recib el
siguiente mandamiento:
Vase Doctrina y Convenios, Seccin 21.
A continuacin, llamamos y ordenamos a algunos otros de los
hermanos a diferentes oficios del sacerdocio, segn el Espritu nos lo
manifest; y al concluir esta feliz ocasin en que presenciamos y
sentimos en nosotros mismos los poderes y bendiciones del Espritu
Santo, mediante la gracia del Seor, nos despedimos con el agradable
conocimiento de que ahora ramos miembros, reconocidos por Dios,
de la Iglesia de Jesucristo, organizada en cumplimiento de los
mandamientos y revelaciones dados a nosotros por El en estos
ltimos das, y eso de acuerdo con el orden de la Iglesia tal como se
encuentra en el Nuevo Testamento. Varias personas que haban
asistido a esta reunin se convencieron de la verdad y poco despus
fueron recibidas en la Iglesia; entre ellos, fueron bautizados mi padre
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y mi madre, para mi mayor gozo y consuelo, y aproximadamente en
ese tiempo, tambin Martn Harris y Orrin Porter Rockwell:
Vase Doctrina y Convenios, Seccin 22.
Como las siguientes personas ansiaban saber la voluntad del
Seor relativa a sus deberes respectivos, pregunt al Seor y recib
para ellos lo siguiente:
Vase Doctrina y Convenios, Seccin 23.
El domingo once de abril de 1830, Oliverio Cowdery dio el
primer discurso pblico de la Iglesia. Nuestra reunin, previa
designacin, se efectu en la casa del seor Pedro Whitmer, padre,
en Fayette. Asisti un gran nmero de personas, y el mismo da
fueron bautizados: Hiram Page, Catalina Page, Christian Whitmer,
Ana Whitmer, Jacob Whitmer, Elizabeth Whitmer; y el da
dieciocho: Pedro Whitmer, padre, Mary Whitmer, Guillermo Jolly,
Elizabeth Jolly, Vincent Jolly, Ricardo B. Peterson y Elizabeth Ana
Whitmer, todos por Oliverio Cowdery, en el Lago Sneca.
Durante este mes de abril visit al seor Jos Knight, de
Colesville, Condado de Broome, Estado de Nueva York, a quien
haba conocido por algn tiempo, lo mismo que a su familia, y cuyo
nombre mencion previamente, indicando que haba sido muy
amable y considerado con nosotros durante la traduccin del Libro
de Mormn. El seor Knight y su familia eran universalistas, pero
tenan la disposicin de razonar conmigo sobre mis opiniones
religiosas, y como siempre, eran hospitalarios y amigables.
Realizamos varias reuniones en el rea; ganamos muchos amigos, y
algunos enemigos. Nuestras reuniones estaban bien concurridas, y
muchas personas oraban fervorosamente a Dios Todopoderoso, para
que les diera sabidura para comprender la verdad.
Entre quienes asistan con regularidad a nuestras juntas estaba
Newel Knight, hijo de Jos Knight. El y yo habamos conversado
muchas veces sobre el importante tema de la salvacin eterna del
hombre. En nuestras reuniones acostumbrbamos orar mucho, y
Newel haba dicho que lo intentara y tomara su cruz, orando
vocalmente en la siguiente reunin; pero cuando sta se lleg,
prefiri no hacerlo. Trat de convencerlo y, hablando en lenguaje
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figurado, le pregunt que si se atascara en un atolladero no tratara de
salir cuanto antes, y aad que estbamos dispuestos a ayudarle a
salir del atolladero. Pero contest que, puesto que estaba en el
atolladero por su propio descuido, prefera esperar y salir por s
mismo, y no con la ayuda de otros; as que esperara hasta que
pudiera ir al bosque, para orar a solas. De esta manera esper para
orar hasta la maana siguiente, cuando fue al bosque, donde ocurri
que, segn relat posteriormente, hizo varios intentos pero no pudo
lograrlo, sintiendo que al negarse a orar delante de otras personas, no
haba cumplido su compromiso. Empez a sentirse inquieto, y sigui
sintindose cada vez peor, tanto corporal como mentalmente, hasta
que al llegar a su casa su aspecto era tal que su esposa se alarm
muchsimo. Le pidi a ella que fuera a traerme, y fui y lo encontr
sufriendo mucho mentalmente, y su cuerpo se comportaba de manera
muy extraa, con su semblante y sus miembros deformados y
contorsionados en toda forma y figura imaginable; y por ltimo fue
arrebatado del suelo, y se sacuda por todas partes en forma de lo
ms atemorizante.
Su condicin pronto se hizo saber a sus vecinos y familiares, y en
poco tiempo se juntaron entre ocho y nueve personas adultas para
presenciar la escena. Luego de haber sufrido as por algn tiempo,
logr sujetarlo de la mano, e inmediatamente me habl y con
vehemencia me pidi que echara fuera al demonio, dicindome que
saba que estaba adentro de l, y que tambin saba que yo poda
echarlo fuera.
Le contest: Si sabes que puedo hacerlo, ser hecho; y entonces casi inconscientemente increp al demonio, y en el nombre de
Jesucristo le mand que saliera de l; enseguida habl Newel y dijo
que pudo ver al demonio que se iba y desapareca de su vista. Este
fue el primer milagro que se efectu en la Iglesia, o que haya
realizado alguno de sus miembros; y no lo efectu el hombre ni el
poder del hombre, sino Dios y el poder de santidad; sean, por tanto,
la honra y la alabanza, la gloria y el dominio, al Padre, al Hijo y al
Espritu Santo. Amn.
Las cosas haban cambiado por completo, pues tan pronto como
sali el demonio de nuestro amigo, su semblante volvi a la
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normalidad, cesaron las distorsiones de su cuerpo, y el Espritu del
Seor descendi sobre l y se abrieron ante l las visiones de la
eternidad. En cuanto volvi a su estado normal, su debilidad corporal
fue tal que nos vimos en la necesidad de recostarlo sobre su cama y
atenderlo por un tiempo. Posteriormente l cont su experiencia de la
manera siguiente:
Empec a sentir que sobre m reposaba la ms agradable sensacin, y de inmediato se desplegaron ante m las visiones del
cielo. Sent que algo me atraa hacia arriba, y por un tiempo estuve
en tan absorta contemplacin, que no supe lo que estaba pasando en
el cuarto. Poco a poco empec a sentir que algo me oprima el
hombro y un lado de la cabeza, lo cual me hizo reaccionar, y me di
cuenta de que el Espritu del Seor en realidad me haba elevado del
suelo, y las vigas del techo estaban haciendo presin contra mi
hombro y mi cabeza.
Todo esto fue presenciado por muchos, para su gran asombro y
satisfaccin, pues vieron que el demonio era arrojado, y que se
manifestaba as el poder de Dios y su Santo Espritu. Como cabra
esperar, tal acontecimiento contribuy mucho para convertir en
creyentes a quienes fueron testigos de ello, y finalmente la mayor
parte de ellos se hicieron miembros de la Iglesia.
Poco despus de este suceso regres a Fayette, Condado de
Sneca. El Libro de Mormn (el palo de Jos en las manos de Efran)
ya tena algn tiempo de haber sido publicado, y como lo predijo el
profeta de la antigedad, lo consideraron una obra extraa. Su
aparicin caus gran conmocin. Quienes crean en su autenticidad
encontraron gran oposicin y mucha persecucin. Mas ahora la
verdad haba brotado de la tierra y la justicia haba sido enviada
desde los cielos; por tanto, no tuvimos temor de nuestros opositores,
sabiendo que de nuestro lado tenamos a la verdad y la justicia, al
Padre y al Hijo, porque tenamos la doctrina de Cristo y
perseverbamos en ella. Seguimos, por tanto, predicando y
proporcionando informacin a todos los que quisieran or.
Durante la ltima semana de mayo, el ya citado Newel Knight
vino a visitarnos en Fayette, y fue bautizado por David Whitmer. El
da nueve de junio de 1830 tuvimos nuestra primera conferencia
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como Iglesia organizada. Eramos aproximadamente treinta personas,
adems de muchas otras que se congregaron con nosotros, que eran
creyentes o tenan deseos de aprender. Despus de comenzar con
himno y oracin, participamos de los emblemas del cuerpo y la
sangre de nuestro Seor Jesucristo. Luego procedimos a confirmar a
quienes se haban bautizado recientemente, despus de lo cual
llamamos y ordenamos a varios hermanos a diversos oficios del
sacerdocio. Se dieron muchas instrucciones y exhortaciones, y el
Espritu Santo se derram sobre nosotros de manera milagrosa:
muchos profetizaron, mientras que otros vieron los cielos abiertos, y
fueron dominados a tal grado que tuvimos que colocarlos en camas y
otros lugares apropiados. Entre ellos estaba el hermano Newel
Knight, quien tuvo que ser puesto en una cama, pues no poda
sostenerse. Segn explic despus, no poda entender por qu lo
recostamos sobre la cama, pues no senta la menor debilidad. Senta
su corazn lleno de amor, de gloria y de gozo inefable, y poda
percibir todo lo que pasaba en el saln; repentinamente, apareci ante
l una visin del futuro. Vio la gran obra que todava habra de
efectuarse a travs de m; vio los cielos abiertos, y vio al Seor
Jesucristo sentado a la diestra de la Majestad en las alturas, y se le
dijo que vendra el tiempo en que sera admitido en su presencia para
gozar de su compaa para siempre jams. Cuando la fuerza se les
restaur a estos hermanos, clamaron hosannas a Dios y al Cordero, y
relataron las cosas gloriosas que haban visto y sentido mientras
estaban todava en el espritu.
Tales acontecimientos inspiraron nuestros corazones con un gozo
inexpresable, y nos hicieron rebosar de reverencia hacia ese Ser
Todopoderoso, por cuya gracia habamos sido llamados a ser
instrumentos en llevar a efecto, para los hijos de los hombres, el goce
de tan gloriosas bendiciones como las que ahora se derramaban sobre
nosotros. El encontrarnos ocupados en el mismo orden de cosas que
los apstoles de la antigedad; el saber la importancia y solemnidad
de estos asuntos; y el vivir y sentir con nuestros propios sentidos
naturales tales manifestaciones gloriosas de los poderes del
sacerdocio, los dones y bendiciones del Espritu Santo, y la bondad y
condescendencia de un Dios misericordioso para con los que
obedecen el evangelio sempiterno de nuestro Seor Jesucristo, se
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combin para despertar en nosotros sentimientos de ferviente
gratitud, e inspirarnos con mayor celo y energa en la causa de la
verdad.
Poco despus de esta conferencia, David Whitmer bautiz a las
siguientes personas en el Lago Sneca: Juan Poorman, Juan Jolly,
Julia Ana Jolly, Harriet Jolly, Jerusha Smith, Catalina Smith,
Guillermo Smith, Don C. Smith, Pedro Rockwell, Carolina Rockwell
y Electa Rockwell.
Despus de la conferencia regres a mi casa, y de ah, en
compaa de mi esposa, Oliverio Cowdery, Juan Whitmer y David
Whitmer, fui a visitar de nuevo al seor Knight, de Colesville,
Condado de Broome. En la regin hallamos a un nmero de personas
que an crean y deseaban bautizarse. Fijamos una reunin para el
domingo, y en la tarde del sbado hicimos una represa en un
arroyuelo cercano, con el propsito de administrar all la ordenanza
del bautismo; pero en el transcurso de la noche se junt una chusma
que ech abajo nuestra represa, lo cual nos impidi efectuar el
bautismo el domingo. Ms tarde descubrimos que esa chusma haba
sido motivada a realizar ese acto de vandalismo por ciertos
sacerdotes sectarios de la regin, que empezaban a creer que su
oficio peligraba, y armaron ese plan para detener el progreso de la
verdad; y luego veremos con cunta determinacin persiguieron a su
competencia, y con cun pocos resultados. De nuevo lleg el
domingo, y efectuamos nuestra reunin. Predic Oliverio Cowdery, y
otros dieron testimonio de la veracidad del Libro de Mormn, de la
doctrina del arrepentimiento, el bautismo para la remisin de
pecados, la imposicin de manos para comunicar el don del Espritu
Santo, etc. Entre la congregacin estaban los que haban destruido
nuestra represa y parecan deseosos de causarnos problemas, pero no
lo hicieron hasta que se termin la reunin, momento en que
empezaron a hablar con los que ellos consideraban partidarios
nuestros, para tratar de ponerlos en contra nuestra y de nuestra
doctrina.
Entre los muchos asistentes a esta reunin se encontraba una
mujer llamada Emilia Coburn, hermana de la esposa de Newel
Knight. El reverendo Shearer, clrigo de la te presbiteriana, que se
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consideraba el pastor de ella, comprendi que ella estaba a punto de
creer en nuestra doctrina, y haba venido un poco antes de la reunin
a tratar de convencerla. Pero despus de haber pasado un tiempo con
ella sin poder persuadirla en nuestra contra, intent hacer que fuera
con l a la casa del padre de ella, que viva a cierta distancia. Para
esto haba recurrido a una artimaa: le dijo que uno de sus hermanos
la estaba esperando en cierto lugar para que lo acompaara. Tuvo
xito en apartarla de la casa una corta distancia pero, viendo ella que
su hermano no la estaba esperando, se neg a continuar, tras lo cual
l la sujet del brazo para llevarla por la fuerza. Pero su hermana los
alcanz pronto, y como las dos mujeres juntas pudieron ms que l,
se vio forzado a escapar, sin haber logrado su objetivo despus de
tanto trabajo e inventiva. Pero sin desanimarse, fue a buscar al padre
de ella y, por medio de tretas, indujo al anciano seor a darle
autorizacin legal, la que hizo efectiva en cuanto termin nuestra
reunin, el mismo domingo por la tarde, y la llev a la residencia de
su padre claramente en contra de su voluntad. No obstante, todo su
esfuerzo fue en vano, pues poco despus Emilia Coburn fue
bautizada y confirmada miembro de la Iglesia de Jesucristo de los
Santos de los Ultimos Das.
El lunes muy temprano estuvimos alerta, y antes de que nuestros
enemigos se enteraran de nuestro proceder, reparamos la represa y
Oliverio Cowdery bautiz a estas trece personas: Emma Smith,
Ezequas Peck y su esposa, Jos Knight, padre, y su esposa,
Guillermo Stringham y su esposa, Jos Knight, hijo, Aarn Culver y
su esposa, Lev Hale, Polly Knight y Julia Stringham.
Antes de que se terminaran los bautismos empez a reunirse otra
vez la chusma, y antes de que nos retirramos sumaban alrededor de
cincuenta hombres. Rodearon la casa del seor Knight a donde nos habamos dirigido, furiosos y aparentemente decididos a atacarnos fsicamente. Algunos nos hacan preguntas, otros nos amenazaban,
de modo que pensamos que era mejor marcharnos e irnos a la casa de
Newel Knight. Hasta all nos siguieron, y fue slo por el ejercicio de
gran prudencia de nuestra parte y el encomendarnos a nuestro Padre
Celestial, que se abstuvieron de ejercer violencia sobre nosotros; y
mientras permanecieron con nosotros nos vimos obligados a
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contestar sus preguntas intiles y soportar insultos y amenazas sin
fin.
Habamos proyectado una reunin para esa tarde, con el fin de
realizar la confirmacin de los que se haban bautizado por la
maana. Se lleg la hora y casi todos nuestros amigos estaban
reunidos cuando, para mi sorpresa, lleg un alguacil que traa una
orden de arresto para m, acusado de perturbar el orden pblico, de
alborotar el lugar con la predicacin del Libro de Mormn, etc. En
cuanto fui arrestado, el alguacil me inform que el plan de quienes
me hablan acusado era ponerme en manos de la chusma, la cual
estaba al acecho, esperndome; pero que l estaba decidido a
salvarme por haber encontrado que yo era una persona muy diferente
a la que le haban descrito. Pronto supe que era cierto lo que l me
haba dicho, pues cerca de la casa del seor Knight, una turba rode
el carro en que nos disponamos a partir, aparentemente esperando
slo una seal del alguacil; pero para su gran decepcin, ste fustig
al caballo y me sac de su alcance.
Mientras nos alejbamos apresuradamente, una de las ruedas del
carro se sali del eje, y con esto casi nos vimos rodeados de nuevo
por ellos, pues nos haban venido siguiendo. Sin embargo, nos las
arreglamos para reparar la rueda y una vez ms los dejamos atrs. El
alguacil me llev al pueblo de South Bainbridge, Condado de
Chenango, donde me aloj temporalmente en un cuarto del segundo
piso de una taberna; y para que todo siguiera en orden con l y
tambin conmigo, durmi toda la noche con los pies recargados
contra la puerta y un mosquete cargado a un lado, mientras que yo
ocup la cama que se encontraba en el cuarto; me asegur que si la
chusma entraba ilcitamente, luchara para defenderme hasta donde
sus fuerzas se lo permitieran.
Al da siguiente se convoc una corte con el fin de investigar los
cargas que se haban formulado en mi contra. Prevaleca una gran
agitacin por razn de las falsedades escandalosas que se haban
circulado, cuya naturaleza se ver a continuacin. Entretanto, mi
amigo Jos Knight se haba dirigido a dos de sus vecinos, los seores
Santiago Davidson y Juan Reid, hacendados respetables, hombres
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renombrados por su integridad y versados en las leyes del pas, a
quienes pidi que me defendieran en el juicio.
Por fin empez el proceso, al que asisti una multitud de
espectadores que evidenciaban la creencia de que yo era culpable de
todo lo que se me acusaba, y deseaban que fuera castigado por mis
delitos. Entre los muchos testigos que se llamaron en contra ma
estaba el Sr. Josas Stoal, con quien mencion haber trabajado por
algn tiempo, y lo interrogaron de la manera siguiente:
Dgame, no es cierto que el prisionero Jos Smith tom un caballo que le perteneca a usted?
S.
No es cierto que lo hizo porque dijo que se le haba aparecido un ngel que lo autoriz a llevarse el caballo?
No, no me dijo tal cosa.
Entonces, cmo consigui el caballo?
Me lo compr, como lo hubiera hecho cualquier persona.
Y ya recibi usted el dinero producto de la venta?
Eso a usted no le importa!.
Como se le insisti que diera una respuesta concreta, el testigo
respondi:
Tengo este pagar por el precio del caballo, y lo considero como si fuese dinero, porque conozco bien a Jos Smith y s que es
un hombre honrado; y si l desea, estoy dispuesto a venderle otro
caballo bajo las mismas condiciones.
Enseguida se llam al Sr. Jonatn Thompson para interrogarlo:
No es verdad que el prisionero Jos Smith tom un par de bueyes que le pertenecan a usted?
S.
No es cierto que lo hizo porque dijo que en una revelacin se le mand hacerlo?
No, no mencion ni una palabra de eso; me los compr, como lo hubiera hecho cualquier otra persona.
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Luego de otros cuantos intentos semejantes la corte entr en
receso por un tiempo, a fin de enviar por dos damas jvenes, hijas del
Sr. Stoal, con quienes me haba asociado en ocasiones y, si fuera
posible, sacar algo de ellas que pudiera convertirse en pretexto contra
m. Llegaron las seoritas, y se les interrog detenidamente sobre mi
reputacin y comportamiento en general, pero especialmente sobre
mi comportamiento hacia ellas en pblico y en privado. Pero ellas
testificaron a mi favor, dejando a mis enemigos sin un solo
argumento en mi contra. Todava se hicieron otros intentos para
comprobar algo en mi contra, incluso situaciones que supuestamente
haban tenido lugar en el Condado de Broome, pero mis abogados no
las admitieron como testimonio contra m, resultando que mis
perseguidores hicieron suspender la corte mientras conseguan una
orden de arresto del Condado de Broome, la cual pusieron en vigor
en cuanto fui absuelto.
El alguacil que trajo la orden de arresto ms tard en arrestarme
que en empezar a insultarme y maltratarme; y fue tan desatento
conmigo que, aunque yo haba estado detenido todo el da en la corte
sin comer desde la maana, rpidamente me llev al Condado de
Broome, a una distancia aproximada de veinticuatro kilmetros,
antes de permitirme tomar algn alimento. Me llev a una taberna y
ah junt a un grupo de hombres que de muchas maneras me
insultaron, maltrataron y ridiculizaron. Escupan sobre m, y me
sealaban con el dedo, diciendo: Profetiza; profetiza!, imitando as, sin saberlo, a quienes crucificaron al Salvador del mundo.
Para esta hora no estbamos muy lejos de mi casa. Dese que se
me permitiera el privilegio de pasar la noche en casa, con mi esposa,
y ofrec toda garanta de que me presentara al da siguiente, pero no
se me permiti. Solicit que se me diera algo de comer. El alguacil
pidi que me sirvieran unas migajas de pan y algo de agua, y sa fue
la nica comida que tuve esa noche. Finalmente nos retiramos a
dormir. El alguacil me hizo tenderme junto a la pared, y l se acost
junto a m y me rode con el brazo, y al menor movimiento me
apretaba con fuerza, temiendo que intentara escapar; y de este modo
tan desagradable pasamos la noche.
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Al da siguiente fui llevado ante la corte de Colesville, Condado
de Broome, donde se me abri juicio. Mis fieles amigos y abogados
estaban de mi lado otra vez; mis perseguidores anteriores estaban
listos en mi contra. Se llam e interrog a muchos testigos, y algunos
bajo juramento afirmaron los ms palpables embustes, pero igual que
los testigos falsos del da anterior, se contradijeron entre s tan
claramente que la corte no quiso admitir su testimonio. Se llam a
otros que mostraban un gran afn de probar algo contra m, pero todo
lo que pudieron lograr fue decir lo que otros les haban dicho que
dijeran.
Por un tiempo considerable continuaron con este procedimiento
frvolo y enfadoso, hasta que se llam a Newel Knight y fue
interrogado por el abobado Seymour, a quien haban mandado traer
especialmente para la ocasin. Junto con l estaba un abogado de
apellido Burch, pero el Sr. Seymour pareca ser un celoso
presbiteriano, decidido a evitar que la gente fuera engaada por
alguien que reclamara tener la eficacia de la piedad, y no slo la
apariencia.
Al Sr. Knight se le jurament, y lo interrog el Sr. Seymour de
esta manera:
Dganos, es verdad que el prisionero Jos Smith ech el demonio de usted?
No, seor.
Cmo dice? Es que no echaron el demonio fuera de usted?
S, seor.
Y no tuvo algo qu ver en eso Jos Smith?
S, seor.
Pero no ech el demonio fuera de usted?
No, seor; eso lo hizo el poder de Dios, y el instrumento en las manos de Dios fue Jos Smith. El mand al demonio que saliera de
m, en el nombre de Jesucristo.
Y est usted seguro de que era el demonio?
S, seor.
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Lo vio usted cuando lo echaron de usted?
S, seor; lo vi.
Dgame cmo era, por favor.
Uno de mis defensores le indic al testigo que no estaba obligado
a contestar esa pregunta. El testigo respondi:
Creo que no estoy obligado a responder a su ltima pregunta, pero lo har si primero me permite preguntarle algo a usted, y usted
me responde: Sr. Seymour, comprende usted las cosas espirituales?
No; no pretendo saber cosas tan elevadas.
Entonces no tendra caso decirle cmo era el demonio, ya que fue una visin espiritual, percibida espiritualmente, y si se lo
explicara, no lo comprendera.
El abogado agach la cabeza, mientras que las carcajadas de la
audiencia proclamaban su desconcierto.
Ahora el Sr. Seymour se dirigi a