Fragmento del libro "Didáctica ambiental"

Escrito por Mayra Rodríguez, María Eugenia Zúñiga, Estrella Guier

Serrano.

La docencia centrada en el logro de aprendizajes significativos y duraderos en los y las alumnas,

requiere del conocimiento de los contenidos y, además, una capacidad de mediación pedagógica

que implica procesos, procedimientos y medios educativos; reconstrucción del conocimiento por

parte del docente, análisis crítico del contenido en relación con su valor intrínseco, el

conocimiento del sujeto que aprende y en su relación con el contexto sociocultural y natural en el

que vive.

El y la docente como mediadores pedagógicos actúan propiciando una aproximación eficaz entre

la información y objeto del conocimiento y la adquisición de su aprendizaje por parte del

alumnado.

La mediación como función social la cumplen diversos actores de la comunidad como son los

padres y madres de familia, dirigentes y autoridades de la comunidad, así como también los

propios estudiantes cuando orientan y comparten aprendizajes con sus compañeros. Sin embargo,

para efectos de este documento, la mediación estará centrada en la función del docente.

La mediación así entendida, tiene un lugar destacado dentro de un modelo pedagógico centrado

en el sujeto que aprende, en el que el docente participa activamente mediante:

La planificación, organización, gestión y evaluación de los procesos de enseñanza-

aprendizaje.

La identificación, organización, dosificación del conocimiento y las experiencias de

aprendizaje.

La orientación a los y las estudiantes en los procesos y procedimientos que le faciliten

recopilar, procesar y utilizar la información según sus necesidades, intereses y objetivos

educativos.

La provisión de los ambientes, recursos y medios que estimulen en la niñez y la juventud,

el interés por estudiar y aprender, por construir y reconstruir el conocimiento, por

aprender a aprender.

La atención pedagógica diferenciada a los y a las alumnas de acuerdo con sus particulares

estilos de aprendizaje.

La relación con las familias, organismos e instituciones de la comunidad en función del

desarrollo de la práctica pedagógica.

El y la docente como profesionales de la educación además de dominar aspectos básicos de su

desempeño profesional deben tener una actitud democrática, inquieta y creativa frente a los

esfuerzos de mejoramiento de la calidad de los aprendizajes de su estudiantado.

El docente como mediador, debe tener una actitud atenta tanto para enseñar como para aprender.

En esta óptica el y la docente deben ser poseedores de una actitud atenta para aprender,

construyendo y reconstruyendo sobre la base de sus experiencias, y de los retos constantes en la

búsqueda de las alternativas de enseñanza y aprendizaje más eficaces.

El personal docente debe estar en capacidad, no solo de interpretar y aplicar un currículo, sino

construirlo y recrearlo, estar preparado para identificar la variedad de opciones pedagógicas que

se le presentan, con el fin de optar por las más adecuadas a cada circunstancia, a las

particularidades de su grupo de alumnos y alumnas, del tema tratado; manejar criterios para

saber seleccionar información, para convertir necesidades sociales en necesidades básicas de

aprendizaje y hacer la respectiva traducción didáctica.

En la función del y de la docente como mediadores pedagógicos, parece indispensable fortalecer la

capacidad para enseñar, pero sobre todo, para aprender a aprender, aprender a estudiar y aplicar

el conocimiento. Este proceso de meta cognición, es decir, “del conocimiento sobre el

conocimiento y el saber”, lo que significa reflexionar sobre el proceso de pensamiento, parece

abrir un desafío sin límites a la tarea educativa y al propio rol del y la docente por cuanto implica

no solo aptitud para aprender, sino para poner al servicio de su alumnado y de la comunidad, las

estrategias y habilidades intelectuales y prácticas que él aplica y que muestra resultados exitosos

en los aprendizajes.

Así pues, se puede tener una sólida base de formación académica, pero igual de importante sera

su actitud permanente de desarrollo profesional frente a los retos de una práctica pedagógica

inmersa en una dinámica social y científica, donde los cambios son constantes, cada vez más

acelerados, diversos e impactantes, que influyen directamente en las necesidades, intereses y

motivaciones de quienes aprenden.

En la mediación es tan importante tanto el contenido como el método.

Con alguna frecuencia el y la docente, en su función mediadora, se les indica poner mayor acento

en la trasmisión del conocimiento (que enseñar) y otras veces la metodología (cómo enseñar),

como si fuesen dos dimensiones opuestas de la práctica educativa. Estas falsas dicotomías reflejan

una ausencia de pensamiento integrador y una visión limitada del ser humano dentro de una

perspectiva de totalidad, que debe ser el fundamento de la educación moderna.

Parece importante reiterar que el conocimiento es un pilar de la educación y de la función

docente, pues no se puede enseñar lo que no se sabe. Pero se debe subrayar que los saberes que

existen en la sociedad no son jamás suficientes si ellos no pueden ser compartidos con las actuales

y nuevas generaciones y si ellos no pueden ser aprendidos de manera eficaz y duradera. De esta

manera, conocimiento y método son dos elementos inseparables de la tarea docente.

El análisis del papel del personal docente en la mediación pedagógica, de inmediato requiere

preguntarse ¿cómo hay que enseñar? Al respecto, Ander-Egg sugiere lo siguiente:

Todo método didáctico y procesos educativos tienen que estar articulados

coherentemente con los objetivos y contenidos educativos para el logro de los

aprendizajes de los alumnos.

El método didáctico también transmite y enseña contenidos, ya sean actitudinales o

valorativos; la forma como se enseña no se reduce solo a procedimientos, expresa valores,

actitudes, modos de establecer las relaciones interpersonales, entre otros.

Los métodos de intervención socioeducativa son una especie de guía, la indicación de un

camino, un modo de aproximación, y no un conjunto de certezas irrefutables. Ningún

método es un camino infalible; es lo que en metodología se expresa diciendo “que la

relación método-objetivo y método-fin no es unívoca, sino aleatoria”, y en esa

aleatoriedad quien lo aplica tiene una importancia central, unida a las circunstancias de

aplicación.

Definido el método como el conjunto de procedimientos y operaciones, que de una manera

ordenada, expresa y sistemática, deben seguirse dentro de un proceso preestablecido, para lograr

un fin dado o resultado deseado, en esta perspectiva según el mismo autor se debe evitar centrar

la atención en el método por el método. En este sentido la guía del y la docente debe considerar

los datos, la información y las concepciones, pero también promover el análisis de los aspectos

psico-afectivos, como las actitudes, las motivaciones, los valores, el modo de vivir y situarse en el

mundo por parte de quien aprende.

Ausubel resumió esta idea de la siguiente manera: “si tuviera que reducir toda la psicología de la

educación a un solo principio, diría esto: el factor más sencillo e importante que influencia el

aprendizaje es lo que ya sabe el que aprende. Averígüelo y enséñele en concordancia con ello”.

En el trabajo del personal docente como mediador pedagógico, el planeamiento didáctico se

constituye en una estrategia clave.