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El esoterismo islámico: el sufismo Publicado en may 7, 2015 A L.∙. G.∙. D.∙. G.∙. A.∙. D.∙. U.∙. Libertad Igualdad Fraternidad El esoterismo islámico: el sufismo Alfredo Corvalán Por sufismo se entiende el sistema de pensamiento heterodoxo de origen persa, que configura la filosofía de carácter místico-esotérica que se encuentra en el Islam. El término árabe “sufí” deriva de suf: lana, pues la vestimenta ordinaria de los ascetas estaba confeccionada de lana cruda, como símbolo de la renuncia a las comodidades mundanas. Con este nombre se conoce a los miembros de alguna orden del sufismo.

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islamismo y conocimiento iniciático

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El esoterismo islámico: el sufismoPublicado en may 7, 2015

A L.∙. G.∙. D.∙. G.∙. A.∙. D.∙. U.∙.Libertad Igualdad Fraternidad

El esoterismo islámico: el sufismoAlfredo Corvalán

Por sufismo se entiende el sistema de pensamiento heterodoxo de origen persa, queconfigura la filosofía de carácter místico-esotérica que se encuentra en el Islam.

El término árabe “sufí” deriva de suf: lana, pues la vestimenta ordinaria de los ascetasestaba confeccionada de lana cruda, como símbolo de la renuncia a las comodidadesmundanas. Con este nombre se conoce a los miembros de alguna orden del sufismo.

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Los danzantes, giran sobre sí mismos con los brazos extendidos, simbolizando “la ascendencia espiritual hacía la verdad,acompañados por el amor y liberados totalmente del ego”.

Las experiencias místicas y las gnosis teosóficas se insertaban con dificultad en el Islamortodoxo. El musulmán no se atrevía a imaginar una relación íntima, hecha de amorespiritual con Alá. Le bastaba abandonarse en manos de Dios, obedecer a su ley y completarlas enseñanzas del Corán con la tradición (sunna). Seguros de su erudición teológica y de sudominio de la jurisprudencia, los ulemas (clérigos musulmanes) se consideraban los únicosjefes religiosos de la comunidad.

Los sufíes, por contrario, eran anti racionalistas; para ellos, el verdaderoconocimiento religioso se obtenía mediante la experiencia personal quedesemboca en una unión momentánea con Dios. Desde el punto de vista de losulemas, las consecuencias de la experiencia mística y la interpretación propuestapor los sufíes eran una amenaza dirigida contra las bases mismas de la teologíaortodoxa.

El sufismo emergió posiblemente entre los chiitas, una de las dos grandesdivisiones del mundo mahometano, en contraposición a los sunitas. Los chiitasrechazaban la tradición, y sólo reconocen a los descendientes de Alí, yerno deMahoma, como jefes (imanes). El último imán aparecerá como Mahdi, redentordel mundo.

El sufismo surgió al final de la décima centuria o principio de la undécima, yno consistió en un simple movimiento literario como pareciera deducirse de quegrandes poetas como Rui, Saadi, Hafiz, Jami y tal vez Khayyam participaron delmismo, con poemas plenos de lirismo, que describían las más elevadasexpresiones simbólicas de la unión del alma con Dios. Su plataforma filosóficainvolucra ideas neoplatónicas, budistas y cristianas, inclinándose en gran partehacia el panteísmo. El sufismo se desarrolló rápidamente, y Al­Ghazali (1058­1111), el gran filósofo persa y principal figura del movimiento, logró lareconciliación del sufismo con el Islam ortodoxo.

Según el escritor Marcel Hassin, en su obra El libro negro del Islam (2002), parabuscar las raíces del sufismo habría que remontarse a los pueblos primitivos de Siberia. Paramuchos historiadores, afirma Hassin, las raíces del sufismo hay que verlas en los pueblosanimistas de Siberia:

“Los chamanes que procedían del primitivo hombre que había salido de África, habíaninstalado sus primeras colonias en Oriente Medio, entre el Tigris y el Éufrates –la

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Mesopotamia de los sumerios y acadios– y había inmigrado hacia el norte siberiano.

Esos chamanes siberianos, aprovechando las condiciones climatológicas,atravesaron el estrecho de Bering ocupando toda América, y llevaron a allí el chamanismocon sus raíces animistas. Otros integraron parte de las corrientes indoeuropeas quellegaron hasta Inglaterra y la Galia francesa, donde el chamán ya se había convertido endruida. Pero una tercera corriente regresó a Oriente, y llegó hasta Turquía, dondeaparecen las raíces más claras de ese animismo y los derviches sufíes. (…) Así parece queTurquía es uno de los lugares más antiguos donde aparece el sufismo; aunque una parteimportante de esa corriente se dirigirá a Pakistán y llegará a Afganistán, donde seinstalará en templos en las altas montañas de Hindukush. Sin embargo, la primeracatedral doctrinal del sufismo será la mezquita de El Cairo, concluida en el año 980 d. C.;la segunda se levantará en Bagdad, en el año 991 d. C.”.

Desde esos lejanos tiempos, el sufismo llega a nosotros a través de una tradición que secomunica de generación en generación, bajo el sello de la ley arcana, y con una iniciacióndirigida por un maestro (pir) en el seno de una comunidad (tariq).

Según Marcel Hasssin, la doctrina sufí comprende los siguientes aspectos:

1. Una metafísica sobre el principio y la naturaleza de las cosas.2. Una cosmología referente a la estructura del universo y a sus múltiples estados del ser.3. Una psicología tradicional sobre la estructura del alma humana.4. Una psicología de orden profundo.5. Una escatología referente al fin postrero del hombre y del universo, así como el devenir.

Las órdenes del sufismo no integran una secta de dogmas definidos y abarcanvariados sistemas de pensamiento; algunas tienden a un crudo ascetismo, otrasal quietismo, y las órdenes derviches utilizan técnicas notables de danzas yéxtasis, pero todas tienen como meta la unión del alma con Dios.

Los derviches (persa; dervix: pobre) eran una fraternidad de mendicantes religiososmahometanos, que se extendida por los países del Cercano Oriente. Surgió del movimientosufí y se distinguieron treinta y dos órdenes diferentes, algunas de las cuales ya no existen ynumerosas subórdenes. Emplean técnicas originales y notables de danzas, recitación, éxtasisy auto hipnosis. Las principales son la Qádiri, la Mavlevi y la Ahmadiya y la Ahmadiya.De ellas la más famosa es la Qádiri, la Zavlevi y la Ahmadiya por la danza giratoria queculmina en éxtasis de sus miembros.

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El sufismo muestra ciertas conexiones con el budismo, especialmente en lorelativo a la doctrina del nirvana y la inmersión del yo individual en el seruniversal. La ascesis sufi comprende: arrepentimiento, abstinencia,renunciamiento, pobreza, paciencia, confianza en Dios y sumisión a su voluntad.

Los grandes maestros sufíes del retorno a la fuente A mediados del siglo XX comenzó a introducirse en el Islam el elemento esotérico.La falsafash (árabe; filosofía) era uno de esos métodos esotéricos, nos explica KaremArmstrong en Una historia de Dios.

También el sufismo y el chiismo interpretaban el Islam de un modo distintodel ulema, el clero que se adhería exclusivamente a la Ley Santa y al Corán.Los faylasufs (árabe; filósofos), sufíes y chiitas mantenían sus doctrinas en secreto, noporque quisieran excluir al pueblo sencillo, sino porque comprendían que sus versiones másatrevidas e ingeniosas del Islam se prestaban fácilmente a malentendidos.

Al-Haqq (la verdad) era uno de los nombres de Dios.

Una interpretación literal o simplista de las doctrinas de la falsafah, de los mitosdel sufismo o de la imamología (de imam, descendiente de Alí, yerno de Mahoma) de laShiah (partido de Alí), podía confundir al pueblo que no tenía la capacidad, la preparacióno el temperamento necesario para acercarse a la verdad última de una forma más simbólica,racionalista o imaginativa. En estos grupos esotéricos se preparaba con sumo cuidado a losiniciados mediante métodos especiales, dirigidos a la mente y al corazón, para que recibiesen

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estas nociones difíciles.

Es muy importante destacar que mientras los maestros coránicoscomenzaban a distinguir claramente el Islam de otras religiones y a considerarlocomo la única religión valedera; los sufíes, por lo general, permanecían fieles a lavisión coránica de la unidad de todas las religiones correctamenteguiadas. El amor a Dios se convirtió en la característica del sufismo. Es posibleque los cristianos ascetas de Oriente Medio ejercieran cierta influencia en lossufíes, pero Mahoma siguió ejerciendo un influjo decisivo. Ellos esperaban teneruna experiencia de Dios semejante a la de Mahoma cuando recibió susrevelaciones. Naturalmente, se sentían también inspirados por el ascenso místicodel profeta a los cielos, que pasó a ser el paradigma de su propia experiencia deDios.

También desarrollaron técnicas y métodos que han ayudado a los místicos del mundoentero a conseguir un estado alternativo de conciencia. A las exigencias básicas de la leymusulmana, los sufíes añadieron las prácticas del ayuno, de las noches en vela y del canto delos nombres divinos como un mantra.

Los métodos introspectivos que adoptaron los llevaron más allá de su concepciónantropomórfica de Dios. A medida que se acercaban al núcleo de su propia identidad, sentíanque nada se interponía entre Dios y cada uno de ellos, como si lo que se entendía como “símismo” se había desvanecido. Se descubría que Dios se identificaba misteriosamentecon el sí mismo más íntimo de la persona. La destrucción del ego llevaba a la experiencia deasimilación en una realidad mayor e inefable. Este estado de anonadamiento (fana:aniquilación) se hizo central en el ideal sufí.

Más tarde se entendió que a la fase de fana tenía que seguir la de baqa (renovación), unavuelta al sí mismo exaltado. La unión con Dios no tenía que destruir nuestras facultadesnaturales, sino que debía llevarlas a su plenitud. Un sufí que ha roto con el egoísmo oscuro afin de descubrir la presencia divina en el corazón de su propio ser, podía tener unaexperiencia mayor de la realización y del control de sí mismo. Podía hacerse más plenamentehumano. Cuando experimentaban la fana y la baqa, pues, los sufíes habían alcanzado esestado que los cristianos orientales llamarían “divinización”.

Al­Junayd (muerto en 910), que trazó el proyecto fundamental detodo el misticismo islámico futuro, pensaba que toda búsqueda sufí era como unavuelta al estado primordial del hombre en el primer día de la creación: estaba

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retornando a la humanidad ideal querida por Dios. También estaba volviendo ala fuente de su ser. La experiencia de separación y de alienación era tan centralpara el sufí como para el platónico o el gnóstico.

Al-Junayd enseñaba que mediante un trabajo metódico y cuidadoso, bajo la guía expertade un maestro sufí (pir) como él, un musulmán podía reunirse con su creador y conseguir laexperiencia original de la presencia inmediata de Dios que había tenido cuando, comodice El Corán, fue sacado del costado de Adán. Es el final de la separación y de latristeza, el nuevo encuentro con un sí mismo más profundo; que es, al mismo tiempo, el símismo que él o ella pensaban que era. Dios no era una realidad separada, externa, ni un juez,sino que, de alguna manera, era uno con las entrañas del ser de cada persona:

Hoy he conocido, oh Señor, lo que hay dentro de mi corazón; en lo secreto, apartadodel mundo, mi lengua ha hablado con mi adorado. Así, de esta manera, estamos unidos,somos Uno, de lo contrario, la divisiónen nuestro estado eternamente. Si bien el profundotemor ocultótu rostro a mi mirada penetrante, por la gracias admirable del éxtasissientoque tocas mis entrañas más íntimas. (Qádiri, la Mavlevi y la Ahmadiya Elénfasis puesto enla unidad recuerda el ideal coránico del tawhid (árabe; unidad): al reunirse su sí mismodividido, el místico experimentará la presencia divina en la integración personal. Al­Junayd era muy consciente de los peligros del misticismo. Para el pueblo no instruido, queno tenía la suerte de contar con el consejo de un pir, y con la rigurosa preparación de lossufíes, era muy fácil interpretar mal el éxtasis de un místico y hacerse una idea simplista delo que quería decir cuando se expresaba que era uno con Dios. Ciertamente algunasafirmaciones extravagantes podían provocar la cólera de las autoridades.

En su primera etapa, el sufismo fue un movimiento realmente minoritario ylos maestros coránicos (ulema) lo vieron como una innovación no auténtica.Pero el famoso discípulo de Al­Junay, Husainibn Mansur (conocido normalmentecomo Al­Hallaj, “el cardador de lana”), abandonó la prudencia y fue un mártir dela causa de su religión mística. En su vida itinerante por Irak anunció ladestrucción del califato y el establecimiento de un nuevo orden social. Lasautoridades lo hicieron prisionero y lo crucificaron como a Jesús, personajecentral para él.

En su experiencia de éxtasis (estado psíquico­espiritual beatífico dearrobamiento físico que puede producir vislumbres de clarividencia), Al­Hahhajdijo a voz en grito: “¡Yo soy la Verdad!”. Según los Evangelios, Jesús hizo lamisma afirmación cuando dijo que era el camino, la verdad y lavida. El Corán condena a menudo la creencia cristiana en la encarnación de

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“Hay 99 nombres que son solamente de Allah. Quienquiera que losaprenda, comprenda y enumere (`ihsa’) entra en el Paraíso y logra

eterna salvación.”

Dios en Cristo como algo blasfemo, de modo que no resulta sorprendente que losmusulmanes se sintieran horrorizados ante el grito extático de Al­Hallaj.

Al-Haqq (la verdad) era uno de los nombres de Dios; que un simple mortal se aplicaraese título a sí mismo era una idolatría. Al-Hallaj había expresado esta experiencia de la unióncon Dios que era tan cercano que le parecía idéntico a sí mismo. Como dijo en uno de suspoemas: “Yo soy aquel a quien amo, y aquel a quien amo es yo: somos dos espíritus quemoramos en un cuerpo. Si me ves, lo ves a él, y si lo ves a él, nos vemos los dos”.

Era una expresión atrevida de laaniquilación del sí mismo y de la unióncon Dios llamada fana por su maestroAl-Junayh. Al-Hallaj se negó aretractarse cuando fue acusado deblasfemia y murió santamente. Cuandolo llevaban para crucificarlo y vio lacruz y los clavos, se volvió hacia lagente y pronunció una oración queconcluyó con estas palabras: “Y a estossiervos tuyos que se han congregadopara matarme, celosos de tu religión ydeseosos de conseguir tus favores,perdónalos, oh Señor, y tenmisericordia de ellos; pues,ciertamente, si tú les hubierasrevelado a ellos lo que me hasrevelado a mí, no habrían hecho lo quehan hecho; y si me hubieras ocultado lo que les has ocultado a ellos, yo no había sufridoesta tribulación: Gloria a ti por todo los que haces y gloria a ti por todo lo que quieres”.

El grito de Al-Hallajana al-Hagg (“Yo soy la Verdad”) manifiesta que el Dios de losmísticos no es una realidad objetiva, sino profundamente subjetiva. Al-Ghazzali afirmódespués que no había sido blasfemo, sino imprudente, al proclamar una verdad esotérica quepodía confundir a los no instruidos.

El Corán enseña que Dios creó a Adán a su propia imagen, a fin de podercontemplarse a sí mismo como en un espejo. Por eso ordenó a los ángeles que seinclinaran y dieran culto al primer hombre. Los sufíes sostenían que el error delos cristianos consistió en asumir que un solo hombre podía contener toda la

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encarnación de lo divino. El místico que ha recuperado su visión original de Dios,ha redescubierto la imagen divina que está dentro de sí mismo, tal comoapareció el día de la creación.

La tradición sagrada (hadith qudsi) venerada por los sufíes presenta a Dios arrastrandoal musulmán hacia sí, tan cerca que parece que se ha encarnado en cada uno de sussiervos: “Cuando lo amé, me hice su oído, con el que oye; su ojo, con el que ve; su mano, conla que agarra y su pie, sobre el que camina”.

La historia de Al­Hallaj manifiesta el profundo antagonismo que puede existirentre el místico y las autoridades religiosas, que tienen diferentes nociones deDios y de la revelación. Para el místico, la revelación es un acontecimiento quetiene lugar dentro de su propia alma, mientras que para los más tradicionales,como algunos de los ulemas, es un acontecimiento anclado fijamenteen el pasado.

Durante el siglo XI algunos filósofos musulmanes, como Avicena y el propio Al-Ghazzali,pensaban que los intentos de explicar de un modo objetivo a Dios eran insatisfactorios y sevolvieron hacia el misticismo. Al-Ghazzali consiguió que las autoridades aceptaran el sufismoy puso de manifiesto que era la forma más auténtica de la espiritualidad musulmana.

Referencias:

Armstrong, Karem (2001). Una historia de Dios. Buenos Aires: Paidós.Hassin, Marcel (2002). El libro negro del Islam. Barcelona: Robinbook.Corvalán, Alfredo (2005). La Logia Fe, el siglo XXI y el retorno a las fuentes.Montevideo: Ediciones de la Fe.