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EL ESTADO-TEATRO EN EL BALI DEL SIGLO XIX, de Clifford Geertz. Por Cecilio Santiago Alcalde. Cuando un autor se propone deconstruir una narración, un discurso que se ha solidificado en al menos una parte de la comunidad científica durante largo tiempo, éste debe aportar serias razones, tanto argumentativas, como documentales y metodológicas, para que sus esfuerzos sean comúnmente reconocidos. Clifford Geertz, el encargado de hacer este esfuerzo en el caso que ahora nos ocupa, cuenta para ello con el instrumento metodológico que todo buen antropólogo debe cuidar y saber manejar, el enfoque etnográfico. Su misión no es nada sencilla, trata de mostrar la gran importancia que tiene por si misma la representación simbólica del estatus y del poder para la sociedad balinesa del siglo XIX, desterrando otras teorías que simplifican esta representación semiótica y la reconducen a elementos dependientes de la política y el gobierno como la amenaza (Hobbes), el engaño (Marx) o la expresión popular como forma de legitimidad. Nuestro autor, sin embargo, difiere de esta concepción subordinada de la cultura y rescata el valor que tiene como expresión humana: El concepto de cultura que propugno [...] es esencialmente un concepto semiótico. Creyendo con Max Weber que el hombre es un animal inserto en tramas de significación que él mismo ha tejido, considero que la cultura es esa urdimbre y que el análisis de la cultura ha de ser por

EL ESTADO

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EL ESTADO-TEATRO EN EL BALI DEL SIGLO XIX, de Clifford Geertz.Por Cecilio Santiago Alcalde.Cuando un autor se propone deconstruir una narracin, undiscursoque se ha solidificado en al menos una parte de la comunidad cientfica durante largo tiempo, ste debe aportar serias razones, tanto argumentativas, como documentales y metodolgicas, para que sus esfuerzos sean comnmente reconocidos. Clifford Geertz, el encargado de hacer este esfuerzo en el caso que ahora nos ocupa, cuenta para ello con el instrumento metodolgico que todo buen antroplogo debe cuidar y saber manejar, el enfoque etnogrfico. Su misin no es nada sencilla, trata de mostrar la gran importancia que tiene por si misma la representacin simblica del estatus y del poder para la sociedad balinesa del siglo XIX, desterrando otras teoras que simplifican esta representacin semitica y la reconducen a elementos dependientes de la poltica y el gobierno como la amenaza (Hobbes), el engao (Marx) o la expresin popular como forma de legitimidad. Nuestro autor, sin embargo, difiere de esta concepcin subordinada de la cultura y rescata el valor que tiene como expresin humana:El concepto de cultura que propugno [...] es esencialmente un concepto semitico. Creyendo con Max Weber que el hombre es un animal inserto en tramas de significacin que l mismo ha tejido, considero que la cultura es esa urdimbre y que el anlisis de la cultura ha de ser por lo tanto, no una ciencia experimental en busca de leyes, sino una ciencia interpretativa en busca de significaciones.Nuestro autor se separa, de esta forma, de las visiones evolucionistas y neoevolucionistas de la cultura, que constrien la capacidad creativa y simblica de los individuos a meras trayectorias marcadas por unos determinados condicionantes, ya sean internos o externos a la voluntad humana, como podran ser la coercin poltica y militar, la maximizacin de la utilidad o la disponibilidad de determinados recursos naturales o humanos. Igualmente, se niega a observar una sociedad esttica, reificada en su cultura y tradiciones, poltica e instituciones, desde una perspectiva funcionalista que busca una estabilidad inexistente en una sociedad permanentemente en movimiento. Geertz pretende analizar las construcciones simblicas efectuadas en un lugar determinado y que se vieron condicionadas por una serie de circunstancias histricas, incluyendo razones polticas, econmicas, ideolgicas, ecolgicas, etc. que marcaron el devenir de los acontecimientos de Bali durante el siglo XIX y, especialmente, el Negara, el Estado-teatro balins.Por ello, el autor comienza criticando las formas de elaboracin de la Historia en general y de la balinesa en particular. As, podemos acercarnos a la aproximacin histrica de una civilizacin de dos formas. En primer lugar, desde una aproximacinperiodizante, que recoge una serie de acontecimientos de transcendental importancia que marcan los cambios principales de la civilizacin. Estos acontecimientos se distribuyen en un continuo temporal en el cual la principal distincin sera "anterior" o "posterior". De esta forma se entiende la historia como una sucesin de periodos ligados entre si. En segundo lugar, la aproximacinprocesual, observa fases generales de desarrollo sociocultural. En sta se distribuyen formas de organizacin y patrones culturales a lo largo de un continuo temporal en el cual la principal distincin es "prerrequisito" o "consecuencia". Este enfoque presenta el mbito histrico como un proceso social y cultural continuo, que apenas muestra rupturas abruptas resultando difcil constatar el momento exacto de los cambios. De esta forma, el tiempo es fundamental en ambas aproximaciones, en la primera es el hilo en el que se encajan los acontecimientos especficos, mientras que en la segunda es el medio a travs del cual se mueven los procesos abstractos.Sin embargo, en el periodo de la Indonesia ndica, es extremadamente difcil recuperar los acontecimientos especficos, de manera que puede llegarse, a travs de semejanzas mal planteadas y discusiones, a reconstrucciones histricas totalmente desacertadas e, incluso, a inventarse esta historia. Por ello, para evitar la invencin de "acontecimientos heroicos" realizados reyes, si solo hay datos sobre cultura y civilizacin, es mejor tratar estos y citar nicamente a los monarcas.Aqu podemos apreciar una crtica a las construcciones histricas que se han efectuado sobre vidas de monarcas que son desconocidas y sus leyendas construidas. Igualmente viene a desmontar las ideas de Wittfogel sobre el nacimiento del estado y el modo de produccin asitico, en referencia a que el aparato estatal surge en las sociedades dotas de grandes recursos hidrulicos, necesitadas de llevar a cabo grandes obras pblicas las cuales seran efectuadas por esta institucin poltica de carcter superior. Sin embargo, como ms adelante se observar, el Estado-teatro balines, el Negara, tendr poco poder poltico en cuanto a la realizacin, gestin y mantenimiento de estos recursos hidrulicos. Pero no adelantemos acontecimientos, la propuesta de Geertz es:A partir de mi propio trabajo de campo y a partir de la bibliografa existente, construir un retrato circunstancial de la organizacin estatal en Bali durante el siglo XIX y, entonces, tratar de extraer un conjunto de lneas maestras, generales pero sustantivas, para la ordenacin de material pre y protohistrico en Indonesia, y, ms all, en el sureste asitico ndico en general.Pues bien, cuando el ejercito holands a principios del siglo XX, mediante su conquista, puso fin al antiguo orden balines; el rey y su corte, medio aturdidos por el opio, desfilaron desde palacio hacia el fuego de las tropas holandesas. Evidentemente los conquistadores se mostraban incrdulos frente a lo que estaba ocurriendo, pero es que en Bali, los rituales de masas no eran una construccin ritual para fortificar el Estado, sino que el Estado era hasta el final, un invento para realizar rituales de masas. Es aqu donde el simbolismo mostraba toda su capacidad para mantener unido a un estado que, sin estas manifestaciones rituales, se hubiese disgregado irremisiblemente.El Negara, el Estado, el palacio, era una afirmacin de una idea de control poltico, una imagen intachable de existencia civilizada. El mito de la conquista de Mahapajit da legitimidad a la creacin de un centro de poder y da pie al establecimiento de un estndar de civilizacin. De esta forma, Bali inicialmente, sobre el siglo XIV era gobernada desde una nica capital. Sin embargo, posteriormente fue disgregndose en un gran nmero de cortes debido a procesos de segmentacin. Estos procesos, recogidos ya por Emile Masqueray en su obra de 1886Formations des cits chez les populations sdentaires, fueron puestos especialmente de manifiesto por Evans-Pritchard en su trabajo sobre los nuer nilticos. De esta forma, entendemos la segmentariedad como la preeminencia de alianzas y conflictos entre segmentos de linajes parentales, circunstancia sobre la que se asienta el poder y el gobierno. Estos segmentos se articulaban a su vez con otros grupos de distinta naturaleza, como comunidades de regantes o comerciantes, lo cual resultaba uncolagede grupos superpuestos, de redes de poder, inters y clientela, que dificultaba notablemente una clara visin del centro poltico y econmico. En realidad, el modelo balins no reproduca perfectamente una sociedad segmentada, pero se le asemejaba en gran parte, como ms prximamente observaremos.De esta forma, el resultado era una pirmide de reinos con diferentes grados de autonoma substancial, basndose toda la estructura en la ceremonia y el prestigio, y siendo el dominio poltico real cada vez ms tenue conforme se ascenda en la pirmide. Estos reinos variaban, asimismo, en su capacidad, pudiendo alcanzar grados de poder mayores o menores. Esta situacin dependa de muchos aspectos, pero uno de los fundamentales era el estatus de sus dirigentes, religiosos (Brahmana) y polticos (Satria y Wesia). Para determinar este estatus, es fundamental la aportacin delmodelo de hundimiento de estatus, de forma que el hombre proviene de los dioses y tiene una vala inferior a estos y, a su vez, se produce un declive de prestigio diferente entre las distintas lneas dependiendo de los accidentes caprichosos de la historia, a diferencia del modelo de castas hind, que esta relacionado con las acciones realizadas por cada individuo.Por ello, el modelo balines, a diferencia de otros modelos de desarrollo poltico como el estadounidense, se caracteriza por ir desde una unidad inicial, dotada de mayor esplendor y perfeccin, hasta la posterior diversidad creciente, con el desvanecimiento consecuente de la gloria pasada. Este modelo sera bastante contrario a las corrientes evolucionistas emergidas a partir de Morgan, imperantes en la ya mencionada sociedad norteamericana y que tambin se impusieron en la Unin Sovitica durante su existencia. An as, como los balineses saben que no es posible corregir su propia historia, ni tampoco pueden celebrar su actual estado, tratan de rememorar las vidas gloriosas anteriores al Glgl. Ellos olvidan tambin cualquier concepcin historicista, no traban de buscar en el pasado las causas del presente, nicamente buscan un estndar para el presente, un patrn inmutable para todo tiempo, de forma que cada seor trataba de establecer otro centro ejemplar como en la poca dorada, otro Negara autntico.Es aqu cuando debemos hacer notar la otra principal aportacin de Geertz sobre la formacin de estados y, en concreto, sobre la poltica balinesa del siglo XIX. En esta sociedad se daban dos fuerzas: lacentrpeta, propia del ritual del estado ejemplar y que tenda a unificar a este, a travs de la formacin de alianzas con el objetivo de engrandecer la demostracin del prncipe; y lacentrfuga, propia de la estructura poltica del estado. Exista por un lado el efecto unificador de las ceremonias de masas y por otro el dispersor de lapolity, del sistema poltico compuesto por decenas de dirigentes con mayor o menor independencia. Aqu, la constatacin de este hecho etnogrfico viene a desmontar las ideas funcionalistas de Max Gluckman en torno a la nocin de equilibrio, en referencia a la tendencia centrpeta de los sistemas polticos como elementos unificadores del estado.Aqu los elementos culturales y de poder entraban en contradiccin, de forma que el crecimiento de uno produca la inmediata decadencia del otro. Esto aparece enfrentado igualmente con los postulados funcionalistas de Durkheim y Radcliffe-Brown, los cuales pregonan que los elementos de las sociedades deben complementarse para su adecuado funcionamiento "orgnico", de forma que las partes se integren como un todo. Sin embargo este no es el caso, de forma que cuanto ms amplio era el alcance que pretenda el liderazgo ejemplar, mas frgil era la estructura poltica que lo sustentaba, ya que se acomodaba sobre redes clientelares, de las que ms adelante hablaremos, ms dbiles.As es, la existencia de una serie de rivalidades tanto longitudinales, es decir, de arriba a abajo de la isla, como transversales, compitiendo por la preeminencia en el sistema de drenaje, tena varias consecuencias: 1)La forma de las unidades territoriales, alargadas, de la montaa a la llanura, con la capital justo en el inicio de las colinas. 2)La baja correlacin entre riqueza y poder. Esto, que contradice los postulados del marxismo y del materialismo cultural, en cuanto otorga el poder a aquellos que no tienen el control de los medios de produccin era as porque el poder, ejercido desde abajo, se mantena gracias fundamentalmente a las redes de comunicacin. Sin embargo, la riqueza era superior en las partes altas de las montaas, cuyos seores posean las productivas terrazas, adems de tener mayor control sobre la irrigacin. Evidentemente era importante tener recursos econmicos, pero no era determinante para tener un mayor poder y estatus. 3)La injerencia en los asuntos de otros seores. Siempre haba otro seor de tierras bajas dispuesto a colaborar en un ataque contra otro vecino.Sin embargo, y a pesar de estas rivalidades, por lo general, la integracin longitudinal era bastante elevada, mientras que la transversal, intentada por los seores del centro de la isla, de donde procedan las mayores fuerzas integradoras, era bastante poco exitosa, debido a la bsqueda constante de independencia por parte de los prncipes de las zonas situadas ms al este y oeste. Por ello, hemos de decir que las fronteras eran elementos difusos, en ningn caso fuertemente establecidas, sino que variaban de manera que no aparecan los estados claramente delimitados.Esta sociedad, siguiendo los conceptos elaborados por Dumont, era un claro reflejo delHomo Hierarchicus, de forma que haba diferentes rangos o castas. As, de lastriwangsa, "tres gentes", procedan los lderes locales. Estas eran:brahmana,satriaywesia. El resto, el 90% de la poblacin, eran los seguidores osudra.Como anteriormente dijimos, no se daba dentro de estos grupos propiamente una segmentacin, sino una diferenciacin, ya que dejaba intactos los grupos antiguos, pese a los cambios dados en el interior. Estos grupos eran endgamos de ascendencia agnaticia. El matrimonio preferido era el formado por el ego masculino casado con la hija del hermano del padre. Ladadia, unidad bsica del sistema (casi-linaje), incluye a todos los individuos supuestamente descendientes agnaticios de un ancestro comn, formando una unidad corporativa autnoma. Estas unidades estaban muy diferenciadas internamente pero de cara al exterior son indivisibles. La nocin de hundimiento de estatus configuraba internamente la dadia.El clientelismo actuaba como tercera institucin, adems de la bifurcacin de la poblacin en dirigentes y dirigidos, y el sistema de hundimiento de estatus, que conformaba la poltica nacional. Este clientelismo supona un escape a la rigidez del estatus basado en la ascendencia, dada su naturaleza pragmtica y la relacin vis-a-vis que supone. Evidentemente produca una red de ataduras ms frgiles que las dadias, pero en ocasiones suficientemente fuertes para dar forma poltica al rea.La primera esfera del clientelismo era la propia dadia. Ms all, tambin se ejerca: 1) entre dadias ms poderosas y menos, 2) entre dadia poltica (satria y wesia) y dadia sacerdotal (brahmana), 3) entre dadia poderosos y grupos minoritarios, especialmente comerciantes. Losperbekel, pequeos funcionariosbrokers, eran fundamentales en las relaciones clientelares con el pueblo, ladesa.Las alianzas o lazos interregionales transversales, unan a dos o ms dadia localmente dominantes y se observaban con mayor facilidad. Era una relacin simtrica, a diferencia del clientelismo, asimtrica. Aqu es donde se producan intercambios ostentosos de regalos, dndose la poltica de los grandes hombres.Por lo que respecta a lapolitypueblerina, el pueblo,desa, se ocupaba de los aspectos de la vida cotidiana, del riego y de los rituales populares. Aqu es donde se dan multitud de relaciones y grupos superpuestos que a veces confluyen y otras se bifurcan, intercalando sus mbitos de actuacin, superponindose y limitndose en multitud de ocasiones. Los dos grupos principales son elkrama banjar, encargado de la seguridad y poltica pblica en la comunidad civil, y elkrama subak, o sociedad de regantes. stas eran completamente autnomas y, no habiendo sistemas de suministro posedos o gestionados por el Negara, se rompe la idea del Estado fuertemente centralizado elaborada por Wittfogel.En sentido weberiano, podemos decir que el Negara no era un estado federal, ni burocrtico, ni patrimonial. Era algo distinto:La vida ceremonial del Negara clsico era tanto una forma de retrica como lo era de devocin, una afirmacin ostentosa y recargada de poder espiritual [...]. El culto estatal no era un culto del Estado. Era una argumentacin, repetida una y otra vez en el lenguaje del ritual, segn la cual el estatus mundano tena base csmica, la jerarqua era el principio que gobernaba el universo, y los planes, las disposiciones y los apaos de la vida humana no eran sino aproximaciones de los arreglos de los seres divinos.De esta forma, la lucha por el estatus, la creencia manifestada en la desigualdad, en elHomo Hierarchicus, en una representacin perfecta de ceremonias, que manifestaban la grandeza del seor que las llevaba a cabo, a travs de sus relaciones de alianza, incluyendo sus redes clientelares, la forma por la cual se lleva a cabo el riego, con el ritual de abertura del agua, nos muestra la importancia de las manifestaciones simblicas en el Negara.Las distintas regiones se configuran como arenas polticas en las cuales se dirime la lucha por el estatus, que forma la realidad de la vida poltica. En los diferentes espacios: sagrados, pblicos, camerales, residenciales, etc. donde se ven los seores con los dioses, los hombres, los otros seores o sus familias, donde ejercen el liderazgo y participan en la competicin, como dice Easton, donde se produce esa necesariamise--scenetan peculiar de la sociedad balinesa.Nuestro autor recuerda que el discurso poltico moderno del estado tiene tres temas etimolgicos concentrados en su interior: el estatus, la pompa y el gobierno. Es caracterstico en ese discurso que este ltimo, el gobierno, haya venido a dominar el trmino. Sin embargo, la idea de Negara abarca un campo ms diverso que el de Estado. Aqu, la interconexin entre estatus, pompa y gobierno, segn nuestro autor, es siempre visible y, aun ms se pregona de forma interesada, siendo de esta manera fundamentales en la teora poltica las dimensiones simblicas del poder estatal. Su aportacin es clara, las visiones sobre el estado generalmente reducen los aspectos semiticos y simblicos, a folklores en sentido peyorativo que exageran el podero, esconden la explotacin, hinchan la autoridad o moralizan el procedimiento. Sin embargo, si reducimos el Negara a esto, al debate ideolgico europeo, adems de caer en el etnocentrismo, perderemos su aportacin ms importante: es indiscutible que el estatus era la meta principal que buscaban los gobernantes y el lucimiento de ste su sustancia:Entender el Negara es ubicar esas emociones e interpretar esos actos para elaborar una potica del poder, no una mecnica. El lenguaje del rango no slo conform el contexto en el cual cristalizaron -en forma y significado- las relaciones prcticas de los tipos principales de actor poltico [...] tambin permiti los dramas que montaron, y los objetivos mayores para los que los montaron. El Estado extraa su fuerza, que era bien real, de sus energas imaginativas, de su capacidad semitica para hacer que la desigualdad cautivase.As, alejndose de las corrientes que fundamentan el poder en la coercin o en el seguimiento de las lites; y fuera de las corrientes funcionalistas, que contemplan a las sociedades reificadas en una perfecta coordinacin orgnica que raramente se da, entiende con Sahlins, que lo que caracteriza al ser humano no es el hecho de vivir en un mundo material, circunstancia por otra parte comn con el resto de las especies animales, sino el hacerlo segn un esquema significativo del que solo la humanidad es capaz. Por ello no podemos pensar en lo simblico como algo menos real que lo prctico.VOLVER