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NOTA DE TAPA POR: DENISE TEMPONE 20

El Eterno Retrono: moda vintage

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Las tendencias en moda, entretenimiento, arte y diseño demuestran que la cultura del revival está en su apogeo. ¿Idealización del pasado o falta de ideas?

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nota de tapa • por: Denise Tempone

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Las tendencias en moda, entretenimiento, arte y diseño demuestran que la cultura del revival está en su apogeo. ¿Idealización del pasado o falta de ideas?

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Programas de radio con músi-ca de los ’80, marcas de ropa inspiradas en los ’70, nuevas colecciones que reviven los ’90, la vuelta a escena de los

’30, ’40 y ’50 en muebles, moda y hasta en la pista de baile. Si algo está caracterizando a este nuevo siglo es su propensión a mirar hacia atrás.

“La revalorización del pasado se tornó algo cotidiano en nuestra cultura actual, tanto es así que para saber lo que viene, hay que ver qué es lo que resta revivir”, re-flexiona Gustavo Lento Navarro, profesor de la UP en el Departamento de Modas y codirector de LK D-Internacional Consul-ting. A través de propuestas tan puntuales como “Mad Men”, y Boardwalk Empire y guiños en tipografías de publicidades, instrumentaciones de discos y prendas de moda, las décadas del swing, el rock and roll y el lindy hop, se actualizaron.

¿Pero se puede sentir nostalgia de lo nunca vivido? Idealización, ésa sería la palabra clave para comprender por qué personas que nunca transitaron cierto camino, hoy lo recrean para construir sus propios presentes. A Elizabeth Guffey, autora de “Retro: the culture of revival”, no la sorprende del todo que esto suceda. “Volver al pasado nos ayuda a dar sentido a cosas que van demasiado deprisa, y para ser honestos, desde fines de los ’90, con la masificación de la web, todo va demasiado deprisa”, sostiene. “No es que todo tiempo pasado haya sido mejor, sino que es inte-

resante rescatar la historia para construir el presente. Ése es el signo de la moderni-dad, recombinar”, agrega.

Para la socióloga Susana Saulquin, “frente al comienzo del siglo XXI y fren-te a los lógicos temores sobre los cambios que se avecinaban, se produjeron movi-mientos hacia el pasado buscando la se-guridad de lo conocido”. Esos comienzos del siglo XXI, que perduran hasta la fe-cha, tienen que ver, según Saulquin, con la posmodernidad: “sabemos que mien-tras la modernidad transcurre (1860 a 1960) con la mirada puesta en el futuro

y en el progreso, con el comienzo de la posmodernidad hay una vuelta hacia la seguridad de lo conocido, una mirada al pasado repleta de ilusiones”. Pero es Len-to Navarro quien se encarga de oscurecer el análisis. “¿Qué pasa si en realidad vol-vemos al pasado porque no se nos ocurre nada nuevo?”, se pregunta consternado. “Podríamos tejer hipótesis y establecer alguna relación entre esta supuesta déca-da ganada –y digo supuesta porque hay cosas que sólo se comprobarán en el fu-turo– y los años de esplendor del imperio americano de los ’40 y ’50. Sin embargo, yo no soy tan optimista. No por lo que yo pueda pensar de este momento sino por-que creo que las modas se convirtieron en una especie de pantomima. Las ideologías detrás de las estéticas no parecen impor-tarle a nadie”, afirma. Tampoco descarta el encanto de un elemento importante en la era de las redes sociales: la puesta en escena. “Todos queremos meternos en un cuento y ser felices. Salir de la cotidiani-dad volviendo al pasado es una propuesta irresistible”, explica.

Lento Navarro agrega una observa-ción: “Todo lo que dé felicidad hoy gar-pa. Ninguna de las estéticas actuales está concentrada en el sufrimiento ni en los dilemas existenciales. Nos miramos en un espejo muy divertido, de colores pas-teles y fiestas soñadas. Pero hasta ahora nuestros reflejos no evidenciaron nuestra angustia, todo lo contrario, le escaparon. Veremos qué sigue a este momento”.

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“volver al pasado nos ayuda a dar

sentido a cosas que van demasiado de

prisa” (elizabeth guffey,

historiadora)

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cional de Lindy Hop realizado en el país, las parejas descuellan magia. Como en los tiem-pos dorados del rock. Como en el Harlem de 1930, pero a metros del Obelisco, y en 2013.

La magia se percibe apenas se entra al salón. Cual células de un gran organismo, los bailarines se acomodan, se centran, se corren o desplazan con la inteligencia intui-tiva que sólo viene tras la acumulación de horas de pista. Todos juntos son una gran familia. Y una gran postal. Como salidas de ilustraciones de los “gloriosos años cincuen-ta” estadounidenses, las chicas se pasean con vestidos y polleras de corte campana y blusas. Llevan en sus cabezas vinchas, mo-ños y pañuelos que retienen prolijos jopos y batidos. Su feminidad naif es innegable pero su audacia también lo es. Debajo de esas po-lleras campanita se esconden minishorts y bombachones que asomarán con total des-parpajo cuando llegue la hora de los giros y las piruetas. Alpargatas de colores corona-rán un look sexy pero sumamente funcional a la música. Para una swing girl, no existe la inmovilidad. No existe el encorsetamiento. La comodidad y la capacidad de desplazar-se, elementos innegociables para el goce en la pista, serán grandes aliados para respon-der a la convocatoria del grupo, cuando la

ronda se abra, un espacio quede vacante y alguna pareja acepte salir al ruedo.

CHICAS PIN UP. La primera dispuesta a volar por el salón es Romina Monges (26). Morocha, alta, imponente, se deja llevar sin escatimar presencia, en la dosis justa de pasividad y porte que requiere bailar en pareja. Nadie apostaría que alguna vez no supo bailar pero así fue. No hace tanto, no se imaginaba en esta situación. Quiso estudiar rock sólo para divertirse y terminó siendo una de las “divertidoras” especiales que se abren paso entre el resto de los bailarines cada fin de semana, en los encuentros que los grupos aficionados organizan en dife-rentes puntos de Buenos Aires. No lo logró sola, claro.

“Vos vas a bailar bien si bailás conmi-go”, le dijo Miguel Ángel Martínez (52) al poco tiempo de haber comenzado a dar-le clases en la Escuela Argentina de Rock and Roll. Por entonces, Miguel ya llevaba varias décadas siendo Miguel Brus, uno de los profesores nacionales más importantes del género. Romina pronto se puso a tiro y se transformó, no sólo en su mejor alumna (en estilo femenino y masculino), sino tam-bién en su compañera y mujer. El amor no

Ser moderno es bailar solo. Bailar entre ruidos electrónicos, con la mirada perdida en algún lugar de la pista. Sin técnica, sin con-signa, sin ataduras, sin compa-

ñero. No importa la canción, no importa la estética, no importan los pasos. Quizás el baile moderno sea el súmmum del ideal mo-derno; una temible ostentación de libertad, individualidad e independencia. ¿Pero des-pués qué? Después, una noche como ésta.

Todavía no arrancó la madrugada y en el salón Unione e Benevolenza , las cosas ya es-tán encaminadas hacia la posmodernidad. En este hermoso recinto ubicado en el mi-crocentro, creado como “red de socorro” por siete patriotas italianos emigrados clandes-tinamente, la camaradería y el cortejo vuel-ven a estar de moda. Más cerca de la época de los “cabeceos” y de los “me concede esta pieza” y que de las raves y los afters, cientos de parejas (estables o casuales), se disponen a lustrar, aún más, la pulidísima madera de esta pista de baile.

Con la misma elegancia con la que res-plandece el recinto, el piano de cola y los instrumentos de la banda en vivo, hoy en el “Fifty Rock Fifty Swing” (“Mitad Rock, Mitad Swing”), el Primer Festival Interna-

• por: Denise Tempone - Fotos: Thom sánchez

La elegancia retro y el cortejo vuelven a estar de moda gracias al auge del baile de salón. Los

personajes detrás del circuito del swing y el rockabilly en Buenos Aires.

Los nuevos Años Dorados

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Maéva TrunTzer

y WilliaM Mauvais deMosTraron por qué

son los caMpeones Mundiales de

boogie-Woogie en el salón unione

e benevolenza.

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sus movimientos. Al ritmo del Rey, la pa-reja se gana ovaciones cada vez que logran un giro inesperado en un paso muy sencillo. “Son años...”, dirá Elvis al terminar de bai-lar. Efectivamente, están juntos hace ocho años. Ambos son coquetos, no confiesan su edad ni su verdadero nombre pero pronto él revela que le dicen así por su peinado. “Lo tengo desde que lo usaba Elvis”, desliza con un guiño. Este Elvis no canta pero también es bailarín de rock desde toda la vida, y se especializa en dar clases en barrios cerra-dos, “para ponerle rock and roll a esos lu-

“tantos años después estos ritmos siguen siendo rebeldes, provocadores y sexys. la gente quiere volver a la alegría del baile.” (william mauvais, campeón mundial de boogie-woogie)

fue instantáneo. Simplemente comenzaron a divertirse juntos. Tanto que una noche de 2007, en el Club Platense, mientras desco-sían la pista, descubrieron que además, se les movía el piso. Se estaban enamorando. Desde entonces, se hacen llamar Miguel y Romina Brus, viven juntos en San Telmo y su presencia es un clásico en las noches que convocan a los amantes del género.

En la otra punta del salón, alguien llama la atención con un vestido de alto vuelo. Pa-rece dorado, bajo las luces y se mueve con vida propia. Quien lo lleva puesto es Valeria Muñux (32), que en la pista, se hace llamar Valeria Mox. Ella pronto confiesa que la ver-dadera dueña de su deseada prenda es, en realidad, su madre. “Lo encontré entre sus cosas, no se hacen vestidos así ahora, éste es para bailar en serio”, señala, orgullosa del trofeo rescatado de alguna baulera. Valeria es artesana y al igual que Romina, conoció a su pareja de baile y de vida, en plena movi-da rockabilly. No quedaba otra. Él, Mariano Vilasonte (42), es productor de seguros. “No había manera de que nuestros mundos se cruzaran sino hubiese sido por la música”,

explica asombrada. “¿Cómo una artesana conocería a alguien así?”, se pregunta. Am-bos tomaban clases juntos. Hoy, tras cuatro años y medio en pareja, ponen en práctica lo aprendido en eventos como éste. Ellos aseguran que lo que sucede entre ambos, se nota inevitablemente en la pista. “Si estamos compaginados, hacemos maravillas pero si hay una pelea o algún tema sin resolver, el baile no fluye, se traba”, revelan.

Mientras ellos hablan, Elvis y Elsa per-miten sospechar una consolidada historia de amor, a juzgar por la sincronización de

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gares de los que la gente no quiere salir”. Él encontró a su Priscilla en Elsa y construyó su Graceland en Pablo Nogués. “En la pista y en la vida, la actitud es todo”, asegura.

DIVOS VINTAGE. Maéva Truntzer (23) y William Mauvais (26) volaron des-de Montpellier, al sur de Francia, sólo para estar acá esta noche. Ellos fueron ¡cuatro veces! campeones mundiales de boogie-woogie. Ganaron en Finlandia, Alemania, Suiza y Suecia. Son tan espléndidos en la pista que sus videos en Youtube alcanzan las 5 millones de vistas. No es difícil descu-brir su gran atractivo. Verlos es como vol-ver el tiempo atrás, o como meterse en una película de Fred Astaire y Ginger Rogers. Tienen el mágico resplandor de lo antiguo. Pero eso, que hoy los hace tan llamativos, fue, paradójicamente, el rasgo más difícil de llevar hace algunos años. Se conocieron en el colegio, haciendo horas extras de bai-le. Pero ahí nadie entendía qué gracia podía tener parecerse a los grandes exponentes de los musicales hollywoodenses. Los veían en cambio, como caricaturas. “No era cool ni

moderno hacer esto”, confiesa Maéva con una sonrisa. Sin importarles lo que decían, y alentados por los resultados positivos, co-menzaron a presentarse en concursos loca-les e internacionales.

“Es increíble, pero terminamos siendo los campeones del mundo”, dice sorprendi-da y orgullosa, ya convertida en la egresada más popular de su colegio. ¿Por qué el swing volvió a estar de moda? ¿Por qué la pista se volvió vintage? “Tantos años después, estos ritmos siguen siendo rebeldes, provocado-res y sexys. En un mundo donde la gente apenas tiene tiempo de comunicarse perso-nalmente, hay quienes buscan volver a la alegría del baile”, observa William. “Puede que no hayamos sido de lo más popular pero hoy tenemos amigos por todos lados, viajamos y somos populares en Youtube. Nuestra vida terminó siendo bastante mo-derna ¿no?”, se pregunta Maéva con una gran sonrisa. La misma sonrisa que se le dibuja mientras, de cola al piso, se desliza a toda potencia por entre las piernas de su compañero que la impulsa directo hacia el aire. Lo que se dice, lustrar la pista.

dónde bailar sWing

Swinging Party. la fiesta se realiza mensualmente en niceto club (niceto vega 5510). www.nicetoclub.com

Teatro El Mandril. los viernes ofrece clases y presen-taciones en vivo de orquestas de jazz antiguo y bandas de rock and roll clásico. Humberto primo 2758. www.facebook.com/teatro.mandril

Parque Centenario. los domingos alrededor de las 17, los aficionados montan una pista al aire libre.

La Viruta. los domingos a las 23 ofrece clases de rock y práctica a las 24. acaban de lanzar el concurso viru rock con un premio de 10 mil pesos para la mejor pareja. armenia 1336. www.facebook.com/viruta.Tango

La Maleva. los martes de 19 a 20.30 dictan clases para principiantes. Tucumán 3424.

Catedral del Tango. brinda clases de swing a las 15 con práctica asistida a partir de las 16.30 hasta las 18. sarmiento 4006.-la información de eventos, fiestas y clases especiales se concentra en el grupo de Face-book “swing argentina”.

Quién te quita lo bailado. Fiesta mensual dedicada al rock de los ´50. la próxima será el sábado 16 de noviem-bre a las 23 en el Hotel bauen (corrientes 1856).

roMina y

Miguel brus se conocieron en la

pisTa. son un clásico de las veladas de

sWing. valeria Mox despliega orgullosa el vesTido rescaTado de la

baulera de su Madre.

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Aunque se estima que sólo se imprime el 5 por ciento de las fotos, las antiguas cámaras a rollo y

las estenopeicas ganan terreno entre los románticos que se resisten a la era de los megapíxeles.

Nostálgicos del papel

• por: Ayelén Bonino - Fotos: ADAn Jones

la India que hizo con su mujer. “Ésas no las vi nunca más”, se queja. La compra de una impresora láser casera no pudo su-plir el revelado del viejo rollo y hoy tiene guardadas en su computadora unas imá-genes que nunca ve.

“Hoy, la foto impresa se perdió en un 95 por ciento porque todos guardamos las imágenes en nuestra computadora, en una tarjeta de memoria o vamos almace-nando en nuestros teléfonos celulares. Sólo un 5 por ciento de las personas van

“taza” y ropa de principios de los ’80. No faltaron las carcajadas ante los

looks de la época ni las discusiones sobre la identidad de los fotografiados. Mai-lén, como tantos otros, no pudo recordar cuándo fue la última vez que vio las últi-mas imágenes que sacó y que mantiene guardadas en su cámara digital. Para Carlos, la situación es similar. Luego de pasarse años armando los álbumes de sus cinco hijos, hoy lamenta no haber impreso las más de 500 fotos que sacó en el viaje a

A Mailén la situación le pareció extraña. Hacía muchos años que no se sentaba a ver un viejo ál-bum de fotos y ese día se

sorprendió cuando su suegra sacó varios tomos escondidos en la biblioteca. En las viejas imágenes, todas de hace más de 20 años, aparecieron infinitas secuencias de su novio y su familia, que iban desde sus primeros días hasta su adolescencia. Tam-bién se encontró con cortes de pelo estilo

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fotográficos fue similar. “En los últimos 10 años, 6 de cada 10 laboratorios cerra-ron. Hoy se revela un 50% menos”, expli-ca Rubén Callejas, uno de los titulares de Buenos Aires Color. Para él, el principal problema es que la gente imprime sus fotos “sólo cuando se les arruina el disco duro o la computadora”. “Los chicos hoy vienen con el celular, se pasan las imáge-nes digitales y no las bajan al papel. Les interesa ver la foto más rápido”, detalla y agrega: “Igual, hoy hay un revivir de las

Según Carlos Othaceguy, titular del laboratorio Mundo Color, “el papel ha desaparecido”. “Nosotros, hoy en día, im-primimos en lonas, vinilos y telas. Se am-plió la variedad para suplir”, asegura. Un ejemplo del dominio de la era digital en detrimento del revelado fue la suspensión de pagos de la mítica empresa Kodak en enero de 2012 con el cierre de una decena de plantas, un centenar de laboratorios y casi 50.000 despidos. Pero en nuestro país, la situación de los pequeños centros

a las casas de fotos, a algún laboratorio o a los buzones automáticos”, asegura Ale-jandro Simik, gerente del Museo de la Fo-tografía. Para él, el valor de la foto en pa-pel pasa, ante todo, por la contemplación. “Podemos sintetizar un casamiento en 20 fotos. En un álbum basta con pasar 10 pá-ginas y tenemos un relato fotográfico. Eso se está perdiendo, y el disfrute de ver un álbum también. Además, el hecho de ver la copia impresa tiene su sabor porque no necesitás electricidad”, explica Simik.

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cámaras viejas. Existe un mercado que busca fotografías de estilo antiguo y vol-vieron a estar de moda las cámaras este-nopeicas de principio de siglo veinte”.

EN UN SOLO TIRO. “Nadie está exento a que te entre una vinchuca en el disco duro. ¿Y cuándo eso pasa qué haces? Abrís el placard de tu casa y te quedan tus viejas fotos en papel, que además te sacan un poco de la claustrofobia de estar todo el día con el teléfono”, explica Guillermo Torti, uno de los integrantes del Club de Fotógrafos con Cámaras Antiguas. El tra-bajo de este grupo de “amantes de la foto-

grafía” busca recuperar cámaras extrañas y en desuso, investigar sobre su funciona-miento, conseguir sus planos y repuestos (algunos casi imposibles de encontrar), y ponerlas a andar, todo para sacar fotos como a principios del siglo 20.

“Antes, el fotógrafo tenía un solo tiro, tenía que pensar con exactitud qué que-ría retratar y preparase. Para eso, había que tener un conocimiento previo, pensar la toma, realizarla y apurarse a revelarla porque tenía sólo 10 minutos antes de que se secara la tinta. Eso tiene más valor que sacar varias fotos con sólo apretar un bo-tón”, analiza Jorge Lorenzon, otro de sus integrantes. Este pintoresco club cuenta ya con 3 exposiciones avaladas por la Di-rección de Cultura de la Legislatura por-teña y realizadas con cámaras de madera

con fuelle a diferentes artistas y lugares representativos de la ciudad. Cada una de esas tomas tardó unas 6 horas de produc-ción y casi todo un día de revelado. “Fue como una aventura y un desafío. Desde que salíamos hasta que llegábamos era como si naciera una persona”, asegura Patricia Ligarotti. Para ellos, el valor de la foto impresa sigue siendo fundamental. “A mí me sigue dando miedo que todo quede en las computadoras porque yo sé que con un corte de luz todos tenemos chatarra”, analiza Patricia. “Yo le digo a mis alum-nos que lo que consideren importante lo copien porque con los materiales actuales una foto puede durar 90 años. Además, la imagen digital en cada pantalla se ve dife-rente, pero a la foto en papel la vas a ver siempre igual”, concluye Guillermo.

dónde esTudiar

Fotografía estenopeica Museo Fotográfico Simik. (Fe-derico Lacroze 3901). Sábados, de 14.30 a 16.30. $300 por mes. Teléfono: 4554-5529 Web: museofotograficosimik.com

La Casona de Humahuaca (Humahuaca 3508). Lunes, de 10 a 21. $400 por mes. Teléfono: 4862-5369 Web: www.casonahu-mahuaca.com.ar

Espacio Ecléctico (Humberto Primo 730). Sábados. $500 por módulo. Teléfono: 43071966 Email: [email protected]

Fotografía analógica Fotoclub (Hipólito Yrigoyen 834). Miércoles, de 18.30 a 21. $1.600 el módulo. Teléfono: 5236-1083 / 84 / 85 Email: [email protected]

Escuela Argentina de Fotogra-fía (Av. De Mayo 666). Miércoles, de 13 a 14.30. $ 730 por mes. Teléfono: 7011772 Email: [email protected]

el club de FoTógraFos con cáMaras anTiguas

busca recuperar cáMaras en desuso

e invesTigar su FuncionaMienTo.