El Fiel Juan

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  • 7/25/2019 El Fiel Juan

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    Tesoro de la Juventud

    EL FIEL JUAN

    2003 - Reservados todos los derechos

    Permitido el uso sin fines comerciales

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    Tesoro de la juventud

    EL FIEL JUANDel libro de las narraciones interesantes

    HABA una vez un rey muy anciano que enferm gravemente. Conociendo que iba amorir, hizo llamar al fiel Juan, que era al que ms quera entre todos sus criados. Lellamaban as porque haba sido fiel a su amo toda su vida.Al acercarse al lecho del Rey, le dijo ste:-Mi fiel Juan, conozco que mi fin se aproxima; pero slo me preocupa la suerte de mihijo, que es an muy joven, y no morir tranquilo si no me prometes velar por l,ensearle todo lo que debe saber, y ser para l un segundo padre.

    -Os prometo-respondi Juan-no abandonarle y servirle fielmente, aunque me cueste lavida.-Entonces-dijo el anciano Rey, muero tranquilo. Despus que fallezca, le ensears todoel castillo, todos los aposentos, las salas, los subterrneos con los tesoros all encerrados;pero no le dejes entrar en la ltima cmara de la galera grande, donde est oculto elretrato de la Princesa del Techo de Oro, porque si la ve se enamorar locamente de ella yse expondr a los mayores peligros. Procura evitarlo.El fiel Juan prometi hacerlo, y tranquilo el moribundo Rey, inclin la cabeza en laalmohada y expir.Cuando enterraron al Monarca, Juan refiri al joven soberano lo que haba prometido a supadre a la hora de la muerte.

    -Estoy dispuesto a cumplirlo-aadi-y te ser fiel como lo he sido a tu padre, aun a costade mi vida.Pas el tiempo del luto y dijo Juan al Rey:-Ya puedes conocer tu herencia. Voy a ensearte el palacio de tu padre. Le llev por todol y le mostr todas las riquezas que llenaban los magnficos aposentos, menos el cuartoen que estaba el peligroso retrato. Haba sido ste colocado de tal modo, que al abrirse lapuerta era lo primero que se vea; estaba tan propio, que pareca vivir y respirar. Nada enel mundo era tan hermoso, ni tan lindo. El joven Rey not que el fiel Juan pasaba siempredelante de aquella puerta sin abrirla, y le dijo:-Por qu no abres esa puerta?- Es-respondi-porque hay en el cuarto una cosa que te asustara.

    -Ya he visto todo el palacio-dijo el Rey;-quiero saber lo que hay aqu. Y quera abrir aviva fuerza.El fiel Juan le detuvo dicindole: -He prometido a tu padre a la hora de su muerte nodejarte entrar en ese cuarto, porque podra traernos a ti y a m grandes desgracias.-La mayor desgracia-replic el Rey--es que mi curiosidad no quede satisfecha. Nodescansar hasta que mis ojos lo hayan visto todo. No me muevo de aqu hasta que abras.El fiel Juan, viendo que no haba medio de negarse, lleno de tristeza el corazn ysuspirando mucho, busc la llave entre las dems.

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    Al abrir la puerta, entr delante procurando tapar el retrato con su cuerpo, pero en vano:el Rey, levantndose de puntillas, lo vio por encima de sus hombros. Al mirar aquellaimagen de una joven tan hermosa y deslumbrante de oro y pedreras, cay mediodesvanecido por la impresin.Levantle el fiel Juan y le llev a su cama, pensando angustiado:

    -El mal ya est hecho! Dios mo! Qu va a ser de nosotros?Luego le hizo tomar un poco de vino, hasta que volvi en s.La primera palabra del Rey al incorporarse fue preguntar de quin era aquel hermosoretrato.-Es el de la Princesa del Techo de oro-contest el fiel Juan.-Mi amor por ella es tan grande dijo el Rey,--que si todas la hojas de los rboles fueranlenguas no bastaran a expresarlo. Dara mi vida por ser su esposo. T me ayudars, mifiel criado.El fiel Juan reflexion largo tiempo de qu modo convena arreglrselas, pues era muydifcil presentarse ante la Princesa.Por ltimo, discurri un medio y dijo al Rey:-Todo lo que rodea a la Princesa es de oro: sillas, tazas, copas y muebles de todasclases. Tienes cuatrocientas arrobas de oro en tu tesoro; manda a los plateros que hagancon l vasos y alhajas de todas hechuras: pjaros, fieras, monstruos de mil formas, enfin, todo lo que pueda agradar a la Princesa. Iremos con estas joyas a probar fortuna.El Rey mand llamar a todos los plateros, que trabajaron noche y da hasta que hicieroncosas hermossimas. Entonces cargaron un navo con todo aquello.Juan se disfraz de comerciante y el Rey hizo otro tanto para que nadie pudieraconocerle.Despus se hicieron a la vela y navegaron hasta la ciudad donde viva la Princesa delTecho de oro.El fiel Juan salt a tierra solo y dejo al Rey en el navo.-Quizs-le dijologre traer conmigo a la Princesa; procura que todo se halle en orden yque el navo est adornado vistosamente.En seguida llev consigo muchas alhajas y se fue derecho al palacio del Rey.En cuanto entr vio en el patio a una hermossima joven que sacaba agua de un pozocon dos cubos de oro.Cuando se volva para marcharse, vio al extranjero y le pregunt quin era. -Soycomerciante-le respondi. Y le ense sus mercancas.-Qu cosas tan bonitas!-exclam ella.Y poniendo sus cubos en el suelo, se puso a mirar todas las joyas una tras otra.-Es preciso-dijo--que vea todo esto la Princesa, que lo comprar, porque le gustanmucho las joyas de oro.Y cogindole por la mano, le hizo subir al palacio, porque era doncella de la Princesa.Gustaron a sta tanto las alhajas, que dijo a Juan:-Est tan bien trabajado, que te lo compro todo.Pero el fiel Juan respondi:--Yo no soy ms que el criado de un comerciante muy rico. Lo que veis aqu es nada encomparacin de lo que mi amo tiene en su navo: en l veris las ms preciosas yhermosas obras de oro que se conocen.-Pues bien, llvame a ese navo: quiero yo misma ver los tesoros de tu amo.

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    El fiel Juan la acompa muy alegre al buque. Al verla le pareci al Rey ms hermosatodava que su retrato; el corazn le saltaba de alegra. Cuando subi a bordo le ofrecila mano. Durante este tiempo el fiel Juan, que se haba quedado atrs, mand al capitnnavegar a toda vela.El Rey le ense una por una todas las piezas de oro, platos, copas, pjaros, fieras y

    monstruos.Mientras estaba viendo aquello, no conoci que el navo marchaba, porque era muysuave el movimiento.Cuando hubo concludo, di las gracias al comerciante y quiso volver a su palacio; peroal llegar al puente vio que estaba en alta mar y que el navo navegaba a toda vela.-Me han engaado!-exclam llena de espanto.-Estoy en poder de un comerciante!'Mejor quisiera morir!Pero el Rey le dijo:-Yo no soy comerciante, sino Rey, de tan buena familia como la tuya. Si te he robadovalindome de la astucia, no lo atribuyas ms que a la violencia de mi amor. Es tangrande, que cuando vi tu retrato por primera vez ca sin conocimiento.Estas palabras consolaron a la Princesa y se conmovi tanto, que consinti en ser esposadel Rey.Mientras estaban en alta mar, el fiel Juan, desde la popa del navo, vio en el aire trescuervos.Escuch lo que se decan, pues comprenda su lenguaje.Un cuervo exclamaba.-Conque se lleva a la Princesa del Techo de Oro?-S-respondi el segundo; pero no es su esposa todava.--S-dijo el tercero;--no ves que est sentada a su lado?-Qu importa?-repuso el primero. --Cuando lleguen a tierra saldr al encuentro del Reyun caballo alazn; querr montarle, y si lo hace, el caballo se lanzar a los aires con l yno volver a ver ms a la Princesa.-Pero, se puede evitar eso?-dijo el segundo.-S-contest el primero; --si otra persona lo monta antes, y cogiendo una de las pistolasque lleva el caballo en la silla, lo deja muerto en el acto. As se librar el Rey. Pero,quin puede saber eso? El que lo sepa y lo diga se convertir en piedra desde los pieshasta las rodillas.El segundo dijo a su vez:-Yo s algo ms todava: aunque maten al caballo, el joven Rey no por eso podrcasarse. Cuando lleguen juntos los novios a Palacio encontrar el Rey en una bandejauna magnfica camisa de boda, que parecer tejida de oro y plata, pero que no es msque de pez y azufre. Si el Rey se la pone, se quemar hasta la mdula de los huesos.-No hay ningn medio para evitar la catstrofe?-dijo el tercero.-Hay uno-respondi el segundo. Si una persona coge la camisa con guantes y la echa alfuego. Quemada, la camisa se salvar el Rey. Pero, de qu sirve esto, si el que lo sepay lo diga se convertir en piedra desde las rodillas hasta el pecho?El tercero aadi:-Yo s algo ms todava. Aunque quemen la camisa, no se casar el Rey con su novia.Si hay baile en la boda y baila en l la Reina, palidecer de repente y caer muerta, si nohay alguien que la levante y le chupe tres gotas de sangre y las escupa en seguida. Peroel que lo sepa y lo diga ser convertido en piedra desde la cabeza hasta los pies.

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    Despus de esta conversacin echaron a volar los cuervos, y el fiel Juan, que los habaodo, se qued triste y silencioso. Callar era exponer al Rey a una desgracia, y hablarera buscar su propia perdicin. Al fin se dijo:-Salvar a mi seor, aunque sea a costa de mi vida.Al desembarcar sucedi todo lo que haban dicho los cuervos. Lleg al Rey un

    magnfico caballo alazn.-Voy a montar en l-dijo,-para ir a Palacio.Iba a montarlo, pero el fiel Juan salt encima, sac la pistola de la silla y mat alcaballo.Los otros criados del Rey, que tenan envidia del fiel Juan, dijeron que era preciso estarloco para matar un animal tan hermoso que iba a ser montado por el Rey. Este les dijo:-Callad y dejadle; su lealtad es a toda prueba y habr tenido sus razones para obrar as.Llegaron a Palacio, y en la primera sala hallaron colocada en una bandeja la camisa deboda, que pareca ser de oro y plata.Iba el Prncipe a tocarla; pero el fiel Juan le apart a un lado, la cogi con guantes y laarroj al fuego, que la consumi en el mismo instante . Los dems criados se pusieron amurmurar:-Qu atrevimiento!-dijeron-Ha quemado la camisa de boda del Rey! Pero el jovensoberano dijo:-Sin duda tendr sus razones para obrar as; dejadle, pues su lealtad es a toda prueba.Se celebraron las bodas. Empez el baile y la novia comenz a bailar. Desde aquelmomento el fiel Juan no la perdi de vista. De repente palideci y cay como muerta enel suelo. Arrojse sobre ella en seguida, la levant y la llev a su cuarto, y all la echen la cama, se inclin sobre ella y le chup tres gotas de sangre, que escupi en seguida.En el mismo instante volvi a respirar la Reina y recobr el conocimiento; pero el jovenRey, que lo haba visto todo y que no comprenda la conducta de Juan, acab porincomodarse y mand prenderle.Al da siguiente fue condenado a morir y llevado a la horca.Estando subido ya en la escalera, dijo as:-Todo el que va a morir puede hablar antes de que le maten. Se me da permiso paraello?-S- dijo el Rey.Entonces refiri lo que haba odo en el mar, la conversacin de los cuervos, y cmotodo lo que haba hecho era necesario para salvar a su amo.-Oh, mi fiel Juan! -exclam el Rey.-Te perdono! Bajadle!Pero a la ltima palabra que haba pronunciado, el fiel Juan cay sin vida, convertido enpiedra.-Ay, mi fiel Juan! Quin pudiera volverte la vida!-deca el Rey.Pas algn tiempo y la Reina di a luz dos varones, que crecieron y fueron la alegra desus padres.Un da que la Reina estaba en la iglesia y los dos nios jugaban con su padre, sedirigieron los ojos de ste a la estatua y n o pudo dejar de repetir suspirando:--Ay, mi fiel Juan! Ojal pudiera devolverte la vida!Entonces la estatua, tomando la palabra, le dijo:-Puedes, si quieres, sacrificando lo que ms ames en el mundo.

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    -Todo cuanto tengo en el mundo exclam el Rey-lo sacrificar por ti! -Pues bien-dijola estatua,-para que recobre la vida tienes que cortar la cabeza a tus dos hijos y frotarmede arriba abajo con su sangre.El Rey se asust al orlo; pero recordando la abnegacin de aquel fiel criado que habadado su vida por l, sac la espada y con su propia mano cort la cabeza de sus hijos y

    frot la estatua con la sangre.La estatua se reanim y el fiel Juan se present delante del Rey vivo y sano, diciendo-Tu agradecimiento no quedar sin recompensa.Tom las cabezas de los nios, las coloc sobre los hombros, las frot con su sangre, yen el mismo momento volvieron a la vida y se pusieron a saltar y a jugar, como si nohubiera sucedido nada.El Rey entonces se llen de alegra. Cuando vio llegar a la Reina, ocult a Juan y a sushijos en un armario grande. En cuanto entr, le dijo:-Has rezado en la iglesia?--S-le contest,-y he pensado constantemente en el fiel Juan y en su terrible desgracia.-Querida esposa-le dijo,-podemos volverle la vida; pero para ello tendremos quesacrificar la de nuestros hijos.La Reina palideci y se oprimi su corazn; pero dijo:--Le debernos este sacrificio a causa de su fidelidad.El Rey, contento de ver que haba pensado como l, abri el armario y sac al fiel Juany a sus nios, diciendo:--Gracias a Dios, le hemos salvado y tenemos nuestros hijos.Y cont a la Reina lo que haba pasado, y vivieron felices hasta el trmino de suexistencia.

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    W. M. JACKSON Inc., Editores

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