El Giro Visual: uso de audiovisuales en la investigación social y cultural

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Revisión crítica sobre la etnografía como método de investigación y el creciente uso de audiovisuales en ella.

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  • ETNOGRAFA: E L GIRO VISUAL

    LECTURAS CRTICAS E N TORNO A L USO D E AUDIOVISUALES

    E N LA INVESTIGACIN SOCIAL Y CULTURAL

    Ral Castro

    Solo hay una relacin social y no una formal, entre visin y verdad Chrisjenks. Visual Culture, 1995

    INTRODUCCIN

    Como muchos estudios afirman (p.e. Pink, 2001; 2006; Halford & Knowles, 2004; Grimshaw & Ravetz, 2005), durante los ltimos quince a veinte aos un nmero considerable de investigadores sociales y culturales, as como de artistas y acadmicos de disciplinas relacionadas con las artes, las humanidades, las ciencias de la comu-nicacin, la arquitectura y el urbanismo han incorporado diversas formas de hacer etnografa visual en su trabajo creativo o cientfico. Conforme pasa el tiempo, estos profesionales incluyen cada vez ms fotografas, videos, pelculas y medios interacti-vos como herramientas en su quehacer disciplinario, sea a modo de textos culturales o productos artsticos, a modo de formas de representacin de conocimiento etnogrfico o piezas acadmicas, a modo de espacios para el intercambio cul-tural y la interaccin social, o simplemente a modo de testimonios de experiencias individuales que ya constituyen en s mismos parte cabal de una investigacin de campo (Pink, 2001, p. 1).

    Me refiero tanto a imgenes fijas o en movimiento fotos, videos o hipertextos como a los medios tecnolgicos que las producen y contienen: inicialmente cmaras analgicas, a las que se suman ahora las cmaras digitales, los dispositivos mviles celulares con registro visual, las memorias externas y los sistemas en lnea o multime-dia; todos los cuales en conjunto configuran los escenarios contemporneos habituales de la investigacin etnogrfica.

    Estamos, pues, inmersos en un nuevo panorama de prcticas sociales signado por el amplio uso y disponibilidad de tecnologas audiovisuales, las cuales a su vez han

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    servido como instrumentos para generar nuevos entornos sensoriales, as como para formular marcos tericos asociados a temas y epistemologas propios de estos nue-vos campos de visualidad. A partir de estas tendencias, el uso de elementos visuales en el trabajo de campo no solo ha sido extensivo, sino que se ha caracterizado por un expresivo optimismo e incluso por un apasionado fomento de sus prcticas, no exento de cierta retrica encantada. En palabras de James Faris (1992, p. 171), hay un optimismo curioso, sobre todo distinguido, as como un aura de excitacin expl-cita, esencialmente una confianza, incluso una idea de progreso casi jbilo en el avance de la etnografa visual.

    Son estos, consecuentemente, los temas del presente ensayo. E n la primera parte bosquejar a grandes rasgos la evolucin de la visualidad en el trabajo etnogrfico, principalmente desde una perspectiva histrica. E n la segunda me referir al clima favorable que acompaa su actual explosin, a partir de dos reas contextales dis-tintas, ambas interrelacionadas:

    Para muchos acadmicos, el giro hacia lo visual y el uso de nuevas tecnologas en la investigacin cualitativa vuelven obsoleto el debate de la cultura escrita o debate posmoderno de la antropologa y los estudios culturales, y resuelve de algn modo el problema de la crisis de representacin en la produccin acadmica. A partir de sus supuestos, el uso de instrumentos audiovisuales neutralizara el sesgo del investigador y su narrativa e l producto acadmico, el vehculo del conocimiento se volve-ra ms participativa y democrtica por automtico intermedio de la tecnologa, gracias a que promueve la participacin de otras voces a travs de las tcnicas de edicin, y la generacin de textos sociolgicos multivocales.

    Tambin hay un asunto de transparencia intrnseca en quienes preconizan el giro visual: lograr testimonios visuales directos reduce la arbitrariedad de las inter-pretaciones personales y las subjetividades complejas, y transmite a los espectadores algo ms cercano a la verdad objetiva.

    En este mbito, este ensayo busca responder a las siguientes interrogantes: Qu tanto el uso de instrumentos audiovisuales garantiza necesariamente representacio-nes autnticas de los actores en el trabajo etnogrfico, adems de transparencia y recoleccin democrtica en la elaboracin del reporte sociolgico? Es suficiente con la incorporacin de documentos visuales para acercarnos ms al ideal de un registro etnogrfico participativo, o su uso nos pone ante nuevas y distintas relaciones de poder al momento de elaborar y procesar datos y conclusiones?

    M i propuesta aqu es hacer una crtica del optimismo automtico sobre estos supuestos y reflexionar sobre el contexto histrico y epistemolgico en el que sur-gieron estas consideraciones. Sostengo adems que en buena parte del trabajo acadmico actual existe un determinismo tecnolgico naifpt la celebracin de esta

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    nueva cultura metodolgica, y en especial un reduccionismo instrumental en el uso de herramientas electrnicas por investigadores que buscan prcticas y discursos ms participativos. Para muchos analistas, en sntesis, la tecnologa sublima las des-igualdades y soluciona la subalternidad simplemente cambiando el ojo y las manos que la utilizan. Por ello resulta pertinente preguntarse: hasta qu punto esta suerte de empoderamiento del lente transforma realmente las relaciones asimtricas de poder en trabajo etnogrfico (James etal, 1997)? Las conclusiones, como es lgico, estarn referidas no tanto a una nueva visibilidad del sujeto en las representaciones o a la participacin interactiva de los actores en la confeccin de los relatos, sino ms bien al corte final de los productos acadmicos que resultan de ellos y al empleo de estos por los distintos agentes en el mundo acadmico institucionalizado.

    PRIMERA PARTE: REPRESENTACIONES DEL CONOCIMIENTO ETNOGRFICO

    En esta primera parte situar la creacin contempornea de etnografa visual, siempre en el marco de la investigacin social y cultural, y examinar los puntos de partida tericos y las lneas de accin innovadoras que lo visual est estableciendo en la produccin actual del conocimiento. La discusin sobre este presente, sin embargo, se basar en una perspectiva histrica y prestar especial atencin al viejo y largo com-promiso que ha existido siempre entre imgenes y produccin acadmica. Asimismo, propongo que ni el potencial ni las limitaciones de lo visual en las disciplinas aca-dmicas deben sustentarse solo en el uso escrupuloso de nuevas tecnologas digitales por parte de los investigadores, sino tambin en el anlisis crtico de los significados sociales que estas nuevas tecnologas estn generando, ora en foros especializados, ora entre las audiencias que las emplean fuera del mundo acadmico.

    Definiciones

    Para empezar es importante resolver asuntos matrices propios de definiciones tericas. Y el primero, por supuesto, es la definicin misma de etnografa. Probablemente la afirmacin vigente ms abierta, y al mismo tiempo precisa, sobre ella es la que Nor-man Denzin dio a conocer en su libro Interpretative Ethnography: Es aquella forma de investigacin y de escritura que produce descripciones y explicaciones sobre el modo de vida del escritor y de aquellos sobre quienes escribe (1997, p. xi).

    A partir del trabajo de autores como Derrida (1981) y Clough (1992), Denzin nos recuerda que en la actualidad una teora de lo social es tambin una teora de la escritura, as como una teora del trabajo interpretativo. Eso significa que teorizar sobre lo social no es solo producir un texto acadmico sobre poblaciones especficas, sino es tambin hacer una reflexin profunda sobre el proceso en el cual el escritor

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    se ve involucrado durante toda la investigacin; ms an, es tambin tomar concien-cia sobre la arbitrariedad personal que representa la edicin final del texto, incluso con los controles metodolgicos ms rigurosos. Todo esto hay que considerarlo desde el anlisis del producto discursivo, o contenido, resultante: hacer etnografa hoy es elaborar sistemas de organizacin lgica de la evidencia, desplegar desarrollos deductivos y ensayar propuestas interpretativas, expresados en una forma reflexiva de escribir que haga que los registros etnogrficos y los marcos tericos se reviertan 'uno al otro' (Denzin, 1997, p. xii).

    Coincidentemente, Sarah Pink define la etnografa como una metodologa reflexiva que antes que ser un mtodo de recoleccin de data, [...] es un proceso de creacin y representacin de conocimientos (sobre la sociedad, la cultura y los individuos) basado en las propias experiencias del etngrafo (2001, p. 18). Desde un punto de partida comn, Denzin y Pink van ms all de las afirmaciones tra-dicionales que presentan a la investigacin etnogrfica como una combinacin de entrevistas y observacin participante. Para ellos la etnografa implica tambin an-lisis y reflexin sobre una diversidad de textos culturales: cultura material (utilera, vestimenta, decoracin), prcticas de representacin (artes, performances-, msica, relatos), experiencias individuales (testimonios) y, por supuesto, documentacin visual (fotografas, videos, hipermedios). Ambos entienden que los textos mencio-nados son espacios de relaciones sociales que deben estar comprendidos en relatos que se mantengan en lo posible lo ms fieles al contexto, a las negociaciones y a las intersubjetividades por medio de las cuales se produjo el conocimiento (Ibd.). Por consiguiente, no afirman producir reportes de la realidad objetivos o positivistas en el sentido de cientficos. Concretamente, promueven que los etngrafos sean capaces de ofrecer abiertamente versiones de los diferentes niveles de experiencias que viven en sus trabajos de campo, ya sea involucrando informantes en diversos momentos de la investigacin, o promoviendo representaciones sociolgicas que dia-loguen con las fuentes cada vez que la reflexin as lo requiera.

    Mtodos visuales + etnografa: contexto histrico

    A menudo las discusiones sobre el presente se construyen de acuerdo a legados del pasado. Este es precisamente el caso de la relacin entre etnografa y mtodos visua-les de investigacin: se trata de un compromiso acadmico con una historia larga y crticamente documentada. Por ejemplo, Elizabeth Edwards propone que la foto-grafa colonial britnica (1860-1920) es evidencia de los primeros aos de lo que es hoy el uso de mtodos visuales con propsitos acadmicos (1992, p. 3). Durante dicho perodo, llamado Victoriano, algunos investigadores emplearon medios diversos para recolectar material etnogrfico, y se dio el caso de acadmicos que

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    combinaron la exposicin oral con pelculas, fotografas y grabaciones en sus confe-rencias pblicas (Pink, 2006, p. 5). En este contexto destac lo visual, especialmente porque las imgenes eran un elemento central para el anlisis cultural especulativo sobre el hombre primitivo. Las imgenes sirvieron como informacin etnogrfica para grandes tericos de la sociedad humana como Sir James Frazer, quienes nunca se aventuraron a dejar la seguridad de sus gabinetes de investigacin para experimentar de primera mano la vida indgena (Grimshaw & Ravetz, 2005, p. 4).

    Sin embargo, los mtodos visuales sufrieron una progresiva marginacin en los aos siguientes, debido al surgimiento de las disciplinas sociales profesionales. Espe-cialmente entre las guerras mundiales, acadmicos como Bronislaw Malinowski empezaron a concebirse como cientficos modernos y buscaron ansiosamente dis-tanciarse de sus homlogos Victorianos, cuyos usos de las representaciones visuales estaban asociados a clasificaciones raciales y exhibiciones en los museos. Aun siendo un fotgrafo de campo entusiasta cerca de 1100 de sus fotografas se encuen-tran archivadas en la London School of Economics (Young, 1998), Malinowski rechaz los principios de las representaciones antropomtricas y trabaj con imge-nes solo como evidencia de gente viva, lo que sugiere una forma de romanticismo pictrico vinculado con la sensibilidad humana o la pasin artstica (Pink, 2006, p. 7). Quizs fue esta la razn por la cual las representaciones visuales se volvieron incompatibles con la investigacin etnogrfica: la fotografa y las pelculas fueron consideradas demasiado subjetivas para el proyecto cientfico de las ciencias sociales de la poca.

    Como sugiere Anna Grimshaw: nada era tan amenazador para las afirmaciones de autoridad etnogrfica como un antroplogo con una cmara (Grimshaw & Ravetz, 2005, p. 5). Esto poda aplicarse a todos los investigadores sociales: las imgenes visuales fueron limitadas en ese perodo solo a propsitos objetivos y estandarizados, como si fueran instrumentos de laboratorio sometidos a examinaciones y reexami-naciones; y las cmaras fueron consideradas como equipos anlogos al telescopio o al microscopio en las ciencias naturales (Henley, 1998). La esttica de representacio-nes se volvi realista y las cmaras solo se consideraban tiles si podan producir registros de actividades humanas de una manera ms confiable que cualquier imagen registrada nicamente por el ojo humano 1. Sarah Pink resume este perodo como uno en el que la investigacin social rechaz los sentidos, la tecnologa y las prcticas aplicadas, y tambin como uno en el que: La corriente dominante social y cultu-ral se fue estableciendo como una disciplina terico-cientfica, diferenciada de otras

    1 Una aproximacin ms general a estos temas dentro de la cultura intelectual europea fue desarro-llada por Mart in Jay (1994) en Downcast Eyes: The Denigration ofthe Vision in the 21th-Century French Thought. Berkeley: University o f California Press.

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    por su nfasis en un trabajo de campo de largo plazo y en su proyecto relativista y comparativo (Pink, 2006, p. 9).

    Como parte de este clima, los usos etnogrficos de lo visual fueron marginados hasta la dcada de los sesenta, cuando algunos acadmicos iniciaron un debate en torno de si las imgenes visuales y las grabaciones podan ser tiles para respaldar un nuevo proyecto observacional de las ciencias sociales (Grimshaw & Ravetz, 2005, p. 21). La corriente acadmica dominante rechaz la iniciativa afirmando que como mtodo de recoleccin de informacin era demasiado subjetivo, poco representativo y poco sistemtico (Pink, 2001, p. 7). No obstante algunos acadmicos importantes de la poca, como Margaret Mead (1975), se propusieron demostrar lo contrario, tanto en sus argumentos tericos como en sus aplicaciones prcticas de pelculas, video y fotografa. Para ella el valor de estos materiales radicaba en el hecho de que las fotografas as como las pelculas o videos tomadas por un observador pue-den ser sometidas a un constante anlisis y reanlisis por otros (citado por Scherer, 1990, p. 134) [...] y a anlisis y reanlisis contradictorios tambin, segn precisan Marcus Banks y Howard Morphy (1997, p. 10). /

    Empero, impulsada por Mead y otros autores influyentes, durante la dcada de los setenta la antropologa cre una subdisciplina inicial como el primer campo acadmico en el que la investigacin visual poda ser desarrollada segn los dictados positivistas: las tomas largas de una cmara fija conservan el necesario realismo que debe tener un proyecto observacional. De hecho se cre una etnografa visual en cierto modo alternativa, o quizs de moda, que se instituy como un mtodo objetivo de registro (Pink, 2006, p. 7); y libros como Principios de antropolo-ga visual (Hockings, 2003) delimitaron sus intereses y actividades. Una prctica glamorosa de la filmacin etnogrfica de pelculas predomin en este perodo, experimentada de forma muy diversa como una excitante serie de festivales inter-nacionales en pocas ocasiones acompaados por textos reflexivos o tericos (Pink, 2006, p. 12). Pelculas documentales de largas tomas quietas (Grimshaw &C Ravetz, 2005, p. 19) y fotografas de lo real (Grundberg, 1990) caracterizaron las repre-sentaciones de los cientficos sociales hasta mediados de la dcada de los ochenta, cuando los propulsores de la llamada nueva etnografa presentaron sus ideas sobre la construccin ficticia de los estudios sociales y destacaron el papel central de la subjetividad en la produccin de conocimiento. Fue este el momento en el que se necesit desafiar al paradigma realista: la agudeza dialogante de lo visual se encon-traba a la vanguardia del debate recin estrenado sobre los dilemas de la cultura escrita y la crisis de representacin en los textos sociolgicos (Banks & Morphy, 1997, p. 26).

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    Ya en los noventa, los propulsores de la nueva etnografa enfilaron tambin contra otra corriente metodolgica de trabajo de campo que, como la observacional, centraba sus acciones en el uso de cmaras fotogrficas y de video en la comuni-dad, aunque no con las mismas pretensiones de objetividad cientfica que las de los filmes etnogrficos. La corriente, dispar por cierto, con experiencias y versio-nes distintas a lo largo del tercer mundo, fue englobada en el rtulo de indigenous media o medios de comunicacin indgenas, e implic precisamente la entrega de herramientas audiovisuales a los sujetos bajo investigacin para la generacin de sus propios relatos, sin intermediarios en el registro y la edicin. Experiencias como la de Terence Turner con los kayap (Turner, 1992, 2002) o la de Vincent Carelli con el proyecto denominado Video en las aldeias (Carelli, 1988), ambos en Brasil, fueron paradigmticas, ya que se utilizaron como nuevos vehculos para la comunicacin interna y externa, as como para la autodeterminacin y la resistencia ante la domi-nacin fornea (Ginsburg, 2002, p. 210).

    Esta corriente despierta hasta hoy el entusiasmo de los investigadores, sobre todo de los ms jvenes, por su gran potencial de retrica poltica y su capacidad para construir representaciones de conflictos desde dentro de las comunidades, as como para ofrecer testimonios de identidad que medien en contextos de negociaciones intertnicas. Fue este el caso de los mencionados kayap, quienes utilizaron los videos que hicieron como argumento ante el estado brasileo de su legitimidad para habitar el territorio que tradicionalmente dominan (Turner, 1992). Frente a este entusiasmo, sin embargo, los nuevos etngrafos hacen notar que, con frecuencia, los proyectos van ms all del apoyo o la promocin, produciendo situaciones de autora que se revierten (Ginsburg, 2005, p. 21), y en las cuales la voz de los antroplogos complementa a la de los indgenas (Marcus, citado en Palattela, 1998, p. 50)2. En este clima, los relatos de medios indgenas afrontan serios cuestionamientos por la complicidad en que cae el investigador visual con las causas que son retrata-das (Ginsburg, 2005), aunque en la ms alentadora de las interpretaciones sus imgenes ofrecen innovaciones tanto en sus representaciones como en los procesos sociales que se generan con su realizacin, procesos muy expresivos de las trans-formaciones polticas y culturales que en el camino afectan a sus identidades (Ginsburg, 2002, p. 211).

    2 Faye Ginsburg recoge estas citas en el balance de la antropologa de los medios de comunicacin que realiza en el libro Media Anthropology (2005), editado por Eric Rothembuhler y Mihai Coman. Ofrece asimismo un ensayo previo sobre el tema en The Anthropology of Media: A Reader (2002). Para conocer una encendida polmica sobre esta materia cabe revisar los textos de Terence Turner (1992) y James Faris (1993), ambos publicados en la revista Anthropology Today.

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    Lugares para lo visual en la actualidad

    Desde la dcada de los noventa hasta la actualidad los investigadores sociales y cul-turales han trabajado con tecnologas en constante cambio, y sus metodologas de investigacin se transformaron de la misma manera y con la misma complejidad que sus supuestos tericos3. Como mencionamos en prrafos anteriores, la impor-tancia central de la experiencia (personal) y la introduccin de la subjetividad en distintos rdenes de las nuevas propuestas etnogrficas allanaron el camino para la creciente aceptacin de lo visual en los procesos de investigacin. En la medida en que los medios interactivos correo electrnico e internet, as como las cmaras de fotografa y video digital, se han convertido en instrumentos cotidianos para el hombre y la mujer urbanos de clase media, los investigadores lgicamente los han incorporado no solo en sus sistemas de documentacin sino tambin en sus formas y lenguajes de representacin de conocimiento etnogrfico. Las nuevas tecnologas adems son fciles de usar, porttiles e incluso econmicas, y su uso casero integrado a las computadoras personales facilita su aplicacin en el trabajo acadmico (Pink, 2006, p. 19). Todos estos nuevos entornos tecnolgicos permiten el surgimiento de lo que Anna Grimshaw ha llamado prcticas basadas en imgenes image-based practices en la produccin acadmica social y cultural.

    Relacionados con estos cambios y con el hecho de que el uso de las meto-dologas visuales se est extendiendo ampliamente entre acadmicos de diferentes subdisciplinas y en una diversidad de formas empricas, las corrientes dominantes de las ciencias sociales enfrentan hoy la creacin de slidos marcos que permiten combinar la teora y la prctica. A l respecto, Sarah Pink seala: Es crucial que se genere una conciencia de las bases tericas que tienen los 'mtodos de investigacin visual' para entender cmo las imgenes y los procesos mediante los cuales son crea-das se utilizan para producir conocimiento etnogrfico (2001, p. 3).

    Segn Pink, en la actualidad coexisten y compiten diversas metodologas visuales dentro de estas subdisciplinas, cada una de ellas vinculada a su respectivo enfoque terico. Aunque en general todas estn guiadas por un conjunto polarizado de afirma-ciones que van desde el esquema cientfico-realista hasta las nuevas formas reflexivas de investigacin sociocultural, estas subdisciplinas emplean la etnografa visual para cumplir con sus propios objetivos epistemolgicos y empricos. Por ejemplo, artis-tas que se refieren a sus prcticas estticas como el estudio de sistemas visuales de grupos humanos particulares y de la interpretacin de sus sentidos sociales; o investigadores culturales que se acercan a los textos visuales como una manera de

    3 Tambin han sido trabajados con nuevos paradigmas crticos, que revisaremos en la siguiente seccin de este ensayo.

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    experimentar narrativas sensoriales y lograr un entendimiento ms profundo de las relaciones sociales de quienes los produjeron.

    Por consiguiente, sostiene Pink, podemos ver el surgimiento de un contexto interdisciplinario contemporneo que apoya mtodos de investigacin basados en imgenes, contexto en el que lo sensorial es tan interesante para las ciencias socia-les dominantes en la actualidad como lo es para las artes, las humanidades y otros campos relacionados de las ciencias aplicadas como la arquitectura, las ciencias de la comunicacin o el trabajo social (Pink, 2006, p. 19). Todas ellas enfrentan una encrucijada crtica en la cual los investigadores, cada vez que analizan evidencia, se ponen al da con las evoluciones de la etnografa, e impulsan trabajos experimentales en tanto desarrollan su propia produccin (Denzin, 1997, p. xi).

    Por otra parte, la relacin cercana entre la etnografa visual y el cine observacio-nal que caracteriz estas prcticas en los ltimos aos del siglo X X se encuentra en retroceso. Las representaciones visuales producidas por investigadores, como sugiere David MacDougall, se estn volviendo ms participativas, y buscan agencia social y patrones reconocibles de interacciones sociales de los sujetos en la pantalla (1997, p. 256). El inters progresivo en las aproximaciones tericas a la encarnacin o per-sonificacin de caracteres, o roles, as como a la performance y a la fenomenologa de las prcticas culturales, adems de una reflexin sobre la experiencia sensorial que implica su vivencia, alienta la construccin participativa de representaciones, y tambin el uso de nuevas formas de expresin acadmica, como los sitios oniine, las intervenciones sociales, las instalaciones y las exposiciones artsticas mediante el uso de una amplia gama de tecnologas (Pink, 2006, p. 14). De acuerdo con Sarah Pink (p. 16), el desarrollo amplio de la cuestin podra consistir en remitirse a las tres olvidadas definiciones de etnografa visual planteadas en la revista pionera Studies in Visual Communication (1974-1975), dirigida por Larry Gross y Jay Ruby:

    Estudio de comunicacin no verbal. Anlisis de productos visuales o textos culturales. Representacin visual en fotografas o filmes de conocimiento etnogrfico.

    En tales contextos lo visual puede ser tanto el sujeto de investigacin como un medio para la produccin de conocimiento. Del mismo modo, este no solo incluye pelculas y fotografas, sino tambin engloba video digital, dibujos, arte, performance e hipermedios. Por ejemplo, Marcus Banks y Howard Morphy, editores de uno de los ms recientes intentos por definir el campo, presentan un audaz argumento a favor de lmites ms amplios e inclusivos en su libro Rethinking VisualAnthropology (1997). En esta obra, a los temas de fotografa documental y filmacin de pelculas les siguen los de anlisis de programas de televisin en Japn y en Bali, performances

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    rituales en Melanesia, pintura corporal de aborgenes australianos, jardinera formal en Japn, y notacin visual en programas musicales para computadora en Pars.

    Unos aos despus, Anna Grimshaw y Amanda Ravetz hicieron lo mismo en su recopilacin Visualizing Anthropology (2005), en la que distinguidos acadmicos del Reino Unido revisan la cultura de los medios masivos, autorretratos de nios de la ciudad, las bellas artes, instalaciones de video y pelculas indgenas, junto a una joven investigadora escnica que explora su condicin de artista-etngrafa. En este proceso, la etnografa se ha vuelto a poner de moda, afirma Paul Henley, aunque con un nuevo giro subjetivo de autorreflexin (1998).

    En tiempos recientes, asistimos al surgimiento de nuevos usos convergentes de los distintos medios, en parte porque los cientficos sociales buscan formas ms inte-gradas de combinar imagen y texto en sus representaciones. Ciertamente, desde que los investigadores realizan su trabajo de oficina usando computadoras, los medios digitales se han convertido en elementos normales dentro de sus tareas cotidianas, sobre todo cuando toca hacer tareas de escritura y comunicacin de resultados. C o n el objetivo de buscar lo visual ms all de los lmites normales de los materiales impresos, algunos investigadores estn trabajando en formatos en lnea para hacer posible una relacin ms continua entre imgenes y textos, e incluso los renen en unidades de movimiento y sonido. En este campo se llevan a cabo en la actualidad algunos experimentos de vanguardia, como las diversas exploraciones en C D - R O M realizadas por Sarah Pink (2006) y pginas web como Sociolgica! Research Online. En una revisin de trabajos multimedia efectuada en este sitio web, Susan Halford y Caroline Knowles (2004) presentan una especie de declaracin terica acerca del conocimiento etnogrfico, a la que han llamado Working visually {Trabajando visualmente):

    Working Visually (apunta a) trascender la discordancia entre los teatros vivos que experimenta el investigador social en sus labores cotidianas y las superficies apa-gadas e inanimadas sobre las cuales se suele presentar el trabajo sociolgico. No se trata solamente de la metodologa aunque la mayora lo ve en esos trminos, se trata de asumir una perspectiva ms amplia sobre cmo hacer sociologa.

    Su revisin hace referencia a artculos (trabajos de etnografa visual, en realidad) que intentan capturar una sociologa viva de performances que no existira sin foto-grafa o video. Entre estos artculos hay escenas del sur de Londres en fotografas de personas frente a las puertas de sus casas puntos de acceso a mundos privados, como instantes detenidos en el tiempo para su comentario y anlisis o un video que explora el trabajo de un diseo paisajstico en la construccin de una explanada urbana en Edimburgo, una especie de reflexin sobre aspectos poco representados

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    en la sociologa laboral. Para Halford y Knowles, estos trabajos implican un giro significativo que se aleja de las descripciones usualmente carentes de vida y mec-nicas de la vida cotidiana en la representacin textual, para acercarse a compromisos sociolgicos que son contextales, kinestsicos y sensuales: que tienen vida.

    A l margen de evaluaciones personales de los resultados siempre subjetivas, el pblico interesado podra entender el intento como: primero, en efecto, un giro epistemolgico y emprico en lo que respecta a prcticas basadas en imgenes y, segundo, como una importante reflexin sobre las formas contemporneas de cons-truccin y transmisin del conocimiento. Tambin proveen un giro novedoso hacia la fenomenologa de la representacin, tema que hasta pocas recientes se encontraba dominado por los enfoques antropolgicos. Como destacan Katz y Csordas (2003) tales enfoques se han usado para brindar representaciones de primera mano de la experiencia de otras personas (como en la propuesta del indigenous media), en tanto que los nuevos esfuerzos sociolgicos buscan hacer una crtica a las formas en las que la comprensin de la experiencia a partir del sentido comn es construida dentro de la propia cultura del investigador, sea esta tanto su entorno personal como su subcultura acadmica (Pink, 2006, p. 143)4.

    Situados y produciendo en ambientes altamente saturados por los medios, y conectados mediante redes sociales digitales social media con amigos y cole-gas de todo el planeta, tanto los cientficos sociales interesados en la investigacin etnogrfica visual, como artistas y acadmicos en diversos campos de investigacin humana, se encuentran aparentemente insertos en un tranquilo y flamante mundo de pantallas interactivas, mientras formulan una serie de desafos profesionales que tracen lneas de accin ciertamente novedosas. En resumidas cuentas, podemos decir que todos ellos comparten una cristalizacin de certidumbres sobre cuatro temas capitales:

    Hay acuerdo sobre el sujeto de la investigacin, que pasa de el otro a un yo interactuando con ellos.

    Est clara la epistemologa, que hoy es experimental y reflexiva. Las metodologas han devenido en altamente interdisciplinarias y participativas. Est planteada una cuestin sobre el conocimiento, que debe ser elaborado y

    transmitido atendiendo a registros realistas de experiencia vivida y a medios acor-des con el nuevo entorno sensorial y kinestsico.

    En este contexto, y dentro de la lgica sistmica de las redes interactivas, Norman Denzin sostiene que hoy por hoy es la cultura cinemtica la que define los cdigos

    4 La pgina web de The 2007 Conference of the International Visual Sociobgy Association es un buen lugar para abordar estos temas.

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    maestros de nuestras narrativas (1997, p. xix). Sern estos cdigos y su proceso de entronizamiento la materia principal de la siguiente parte de este ensayo.

    SEGUNDA PARTE: CONTEXTOS CONTEMPORNEOS DE LA CREACIN ETNOGRFICA

    Teora, etnografa y representacin son actividades inseparables seala Denzin (1997, p. xii). Juntas crean las condiciones para localizar lo social dentro del texto (escrito, visual o material). Pero estos tres aspectos de la investigacin no trabajan de manera aislada o en islas de historia. Por el contrario, frecuentemente se encuentran insertos en contextos caticos y contradictorios, en los que las diversas comunidades acadmicas y grupos de inters hablan y discrepan al tiempo que producen repre-sentaciones de conocimiento. Siguiendo a Denzin o, ms precisamente, siguiendo el juego tripartito que l seala como actividades conformantes del conocimiento etno-grfico, deconstruiremos, en esta segunda parte del ensayo, el supuesto terico de la etnografa como ficcin propuesto por los llamados antroplogos posmoder-nos actualmente en boga, con el fin de entender cmo juegan los contextos que activan los estudios contemporneos basados en imgenes. Asimismo, buscaremos entender si estos contextos realmente posibilitan metodologas para la construccin de representaciones etnogrficas ms democrticas, que en la prctica es tambin construir disciplinas de investigacin sociocultural que incorporen del modo ms difano posible el dilogo de las distintas posiciones enunciantes en el proceso de escritura del texto etnogrfico'.

    Empero, la bsqueda de representaciones etnogrficas ms autnticas en el quehacer acadmico contemporneo no est exenta de crisis y crticas que fluyen reflexivamente mientas se redactan: existe cierta reticencia a entender las narrativas registradas en vivo como verdades etnogrficas directas; en mucho porque estas narrativas se editan sobre una epistemologa visual que cree que las herramientas tecnolgicas tienen un sublime poder democratizador, activado automticamente con la simple participacin de voces distintas en el relato.

    As las cosas, nos ubicamos en una discusin instalada sobre un terreno desple-gado entre las teoras estticas visuales y el llamado determinismo tecnolgico. La pregunta central, entonces, cae de madura: el curso de la investigacin visual depende ms de las herramientas intelectuales y tcnicas empleadas, o de las dis-tintas agencias que estn detrs del proceso completo de pesquisa y montaje de las

    5 E l rexro de Nirmal Puwar, Speaking Positions n Global Politics, introduce el concepto trayndolo de los estudios de subalternidad hacia su empleo en la etnografa.

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  • RAL CASTRO. ETNOGRAFA: EL GIRO VISUAL

    representaciones etnogrficas que resultan de dicha investigacin? Para responder podemos ir plano por plano, secuencia por secuencia.

    Deconstruyendo la etnografa en lo visual

    Los enfoques reflexivos contemporneos destacan el papel central de la subjetividad del investigador en la produccin de conocimiento etnogrfico. Tambin establecen que la etnografa es una metodologa que informa y es informada mediante una serie de prioridades interdisciplinarias que experimentan, interpretan y representan relaciones sociales, polticas y culturales (Pink, 2001, p. 18). Esta versin apareci a mediados de la dcada de los ochenta, desde que importantes trabajos acadmicos de los llamados nuevos etngrafos, como Writing Culture: The Poetics and Politics of Ethnography (Clifford & Marcus, 1986) o The Predicament of Culture (Clifford, 1988), tomaron por asalto a las corrientes predominantes en el mundo acadmico con el argumento de que, bsicamente, las etnografas eran ficciones, en el sentido de narrativas construidas.

    Por ejemplo, James Clifford, quizs el ms conocido de estos pensadores crticos, emplea el trmino ficcin no para afirmar que estos textos socioculturales sean opuestos a la verdad o falsos, sino para destacar su incapacidad para revelar o presentar informes completos sobre la realidad. A lo sumo cuentan una parte de la historia mediante ficciones culturales que son construidas a partir de exclusiones sistemticas y cuestionables (1988, p. 6).

    Las nuevas ideas de Clifford, Marcus y otros tericos del movimiento posmo-derno de la antropologa estadounidense (Eriksen & Nielsen, 2001, p. 146), y la polmica que generaron en torno de la crisis de representacin en los estudios etnogrficos, ayudaron considerablemente a crear un entorno favorable para el giro visual en la investigacin sociocultural. Ms all de su profunda crtica a textos escri-tos como descripciones cientfico-objetivas de la realidad, los autores comenzaron a preguntarse colectivamente sobre a quin, qu, cmo y por qu deberan representar en sus estudios los acadmicos (James, Hockey & Dawson, 1997, p. 2); preguntas que abren el campo a nuevos enfoques tericos y especialmente a modos de crear y transmitir conocimiento.

    En efecto, desde ese momento podemos comprender la preeminencia de modelos de interpretacin lingsticos, semiticos y cinematogrficos en los estudios sociales y culturales; modelos que, partiendo de conceptos propios de una cultura audiovisual en ese momento en despliegue, propiciaron la aparicin de experimentos creciente-mente sensoriales en la investigacin y prcticas etnogrficas (Grimshaw & Ravetz, 200$, p. 6). De hecho, la propia Anne Grimshaw, desde el Reino Unido, anunci el fin de la textualidad como paradigma definitorio de las ciencias sociales, bajo los

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    dictados de una erudicin sensual que virtualmente sustenta toda la perspectiva (Stoller, 1997).

    A pesar de la controversia que estas proclamaciones podran haber levantado, los problemas que presentaron los antroplogos llevaron a los investigadores a pensar ms cuidadosamente sobre cmo se crea el conocimiento en nuestras disciplinas. James, Hockey y Dawson (1997) resumieron el asunto con gran precisin: su impacto alerta a los acadmicos sobre la necesidad de prestar atencin a los fundamentos epistemo-lgicos de sus representaciones y, adems, los ha llevado a contemplar la importacin prctica de ese proceso de reflexin, tanto para los esfuerzos de la investigacin como para quienes son sujetos de investigaciones (p. 3). Hay aqu una conciencia sobre el texto, sobre quin lo produjo, sobre los sujetos de la investigacin y sobre su pblico como elementos separados explcitamente, que negocian significados a lo largo de todo el proceso del quehacer etnogrfico. Tambin hay una subsiguiente conciencia sobre todas las agencias intrnsecas apoyos {advocacies), dicen los autores que se despliegan a lo largo de la cadena completa de la investigacin.

    En consecuencia, hay un proceso de interrogacin progresivo que podra con-templar el problema en los siguientes trminos: conocimiento, de quin es?, de qu tipo es y qu lo constituye? Y por ltimo, por qu? (Moore, 1994). Como parte de esta reflexin crtica, asuntos de poltica y relaciones de poder aparecen por resolver como parte de una demanda por un nuevo y ms amplio proyecto terico que haga ms transparente el proceso de construccin etnogrfica, as como ms equitativas las representaciones de las experiencias del investigador y de los otros participantes en el relato sobre la realidad social develada.

    Diversos autores han establecido conexiones entre el trabajo crtico de los nuevos etngrafos y el giro visual en la investigacin sociocultural (Henley, 1998; Marcus, 1995). Empezaron a considerar cmo las diversas voces o multivocalidad involu-cradas en la prctica de la investigacin pueden ser integradas al diseo de estudios etnogrficos. Las representaciones visuales como fotografas y videos ofrecen ms oportunidades de trabajo en ese sentido, porque permiten que las personas hablen por s mismas, o les otorgan agencia como autores con su propia perspectiva terica (Josephides, 1997, p. 29). A u n cuando esta ltima autora, Lisette Josephi-des, advierta que tales representaciones quizs no se libren de la sospecha de que el etngrafo las est empleando para sus propios fines, ella y otros acadmicos recono-cen que estas estrategias de produccin acadmica aparentemente buscaban acercar al lector a la subjetividad del informante.

    En la prctica, Sarah Pink (2001) propone que una aproximacin a la fotogra-fa y al video en el trabajo etnogrfico es principalmente el promover metodologas por las cuales los investigadores, informantes y otros experimenten y comuniquen

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    las realidades en las que viven en modos explcitamente elocuentes (p. 119). En la misma lnea, propone otra razn complementaria para el uso de audiovisuales, esta vez vinculada a la comunicacin del conocimiento etnogrfico hacia las audiencias: exhibicin de imgenes, muestras de afiches, [proyeccin de] diapositivas y otras similares son formas valiosas de comunicar conocimiento (sociocultural) (Ibd.).

    Dndole soporte a todo ello, en la lgica de la teora en la prctica, es pertinente traer aqu la propuesta del antroplogo George Marcus sobre la intersubjetividad entre investigadores y sujetos de estudio, y las diversas voces, perspectivas y posicio-nes espaciales y temporales articuladas en el trabajo etnogrfico: los investigadores podran usar la tcnica narrativa de la simultaneidad para la elaboracin de sus representaciones, una tcnica que el autor plantea como una metfora cinemtica para el montaje de discursos. En palabras de Marcus: la simultaneidad en las des-cripciones etnogrficas reemplaza el descubrimiento de sujetos o mundos culturales desconocidos (1995, p. 44). La propuesta de estas practicas etnogrficas basadas en imgenes podra ser entonces: la alternancia de los puntos de vista, o posiciones enunciativas, en el hilo del relato etnogrfico tendra que ser el lgico sucedneo con-temporneo de las ya fosilizadas propuestas de la antropologa del rescate, propia del proyecto musestico Victoriano, al proyecto moderno de la antropologa observa-cional o al intento romntico de darle voz a los otros del indigenous media.

    Cuestiones de autor(idad)

    Sobre este terreno, el uso de metodologas visuales en el trabajo acadmico fue bien recibido durante los ltimos quince aos, lo que gener un inters optimista sobre su capacidad para recolectar, procesar y transmitir conocimiento. Adems, las demandas por nuevos marcos tericos que sustentaran su uso generaron respuestas apasionadas. Desde la dcada de los noventa hasta la actualidad se ha elaborado una nueva literatura y produccin flmica, en especial proveniente del campo de la antro-pologa visual, que se ha alejado del paradigma cientfico-realista para centrarse en el desarrollo de un esquema conceptual que Sarah Pink (2001) llama la mediacin del significado (p. 9).

    Antes que tratar de encajar lo visual dentro del objetivismo observacional, en el cual las metodologas basadas en la imagen demuestran afirmaciones cientfi-cas, acadmicos como David MacDougall (1997) proponen un acercamiento significativamente distinto que reflexione sobre los principios que surgen cuando los investigadores de campo intentan repensar la antropologa utilizando un medio visual (p. 292). De hecho, pide suspender temporalmente la orientacin domi-nante de la etnografa como una disciplina de palabras; y propone repensar ciertas categoras de su conocimiento a la luz de entendimientos que podran ser accesibles

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    nicamente a travs de medios no verbales. En sntesis, MacDougall sugiere un cambio integral en las bases epistemolgicas de la investigacin, renovndolas con los modelos interpretativos de las disciplinas cinematogrficas y visuales. Este es un punto importante, porque MacDougall va ms all de las cuestiones de intersubje-tividad vinculadas a la relacin investigador-sujeto-entorno, para analizar la cultura cinematogrfica virtualmente predominante en la sociedad actual. Para l, emplear un medio visual constituye un giro: de un pensamiento basado en palabras y ora-ciones a un pensamiento basado en imgenes y secuencias (MacDougall, 1997, p. 292.); un cambio necesario de palabras tambin en opinin de otros acadmicos como Kirsten Hastrup (1992), para quien el pensamiento visual es un orden cultu-ral virtualmente (existente) en potencia (p. 18).

    Este flujo de afirmaciones que entienden lo visual como racionalidad le otorga al medio una autoridad central en la investigacin, en el sentido de que adquiere un papel mucho ms amplio y complejo que el de solo capturar y transmitir la reali-dad. Desde esta perspectiva, el medio visual permite la elaboracin y la expresin de conocimiento en otro sistema lgico. E l medio visual sera un puente, una interfaz entre dos rdenes o procesos cognitivos de realidad. Es por esta razn que su media-cin es esencial, porque sus modos de representacin, empleados narrativamente', trascienden la visin estrecha del registro y se convierten en recuerdos estructurados (Hastrup, 1992, p. 18). El medio visual facilita la elaboracin de relatos en rdenes, capas y acciones simultneos, en tanto sus narrativas se transmiten tambin de esta manera. As pues, en este contexto el medio visual no es solo un medio, es tambin un significado en s mismo. Las metforas cinemticas aparecen aqu nuevamente con total vigencia (Denzin, 1997; Marcus, 1995).

    Pero los significados se desarrollan, in presenta, como acontecimientos provis-tos de discursos y acciones sensatos (Sahlins, 1985). Y presenta (virtual) y discursos significativos son precisamente dos condiciones que el medio visual expresa cine-matogrficamente mediante sus registros. James Faris reflexiona de esta manera para afirmar que el uso de estos medios otorga especial autenticidad a las repre-sentaciones etnogrficas visuales, porque estas podran estar expresando formas de inhibicin provenientes de los sujetos partcipes de la investigacin. La posibilidad de desanudar estas inhibiciones y hacer explcitas sus posiciones enunciantes es un proceso que introduce tambin condiciones de transparencia en toda la cadena de produccin etnogrfica. Esto ltimo es posible porque las representaciones son siempre documentos presenciales de lo que est a la vista y testimonios que cap-turan momentos que expresan en directo la expresin de los sujetos; incluso son formas claras de estimulacin de empatia sobre las audiencias objetivo (Faris, 1992, p. 173). Estas son las razones por las que atraer la atencin visual sobre algo es

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    otorgarle la categora de verdad, no porque sea inherentemente real sino porque est disponible para observacin en estado puro, con todas las intenciones subjetivas potencialmente expresadas. Como resume Faris: Como no puede existir una repre-sentacin sin orientacin, la intencin debe ser potencial, con todas las posibilidades latentes que esto involucra (Ibd.).

    Argumentos sobre prcticas de investigacin novedosamente integrativas que incluyen un pedido para redefinir la relacin entre el investigador y el informante en la forma de enfoques ms colaborativos (Harper, 1998, pp. 34-35), as como ideas posmodernas segn las cuales los etngrafos deberan hacer representaciones de acuerdo con procesos cognitivos contemporneos para la aprehensin de la realidad (lo cinemtico), marcan inicialmente el contexto favorable para un uso entusiasta de mtodos visuales de investigacin. Esto crea un renovado entendimiento de autenticidad en el trabajo de investigacin, el que, yendo ms all de la crtica a la autoridad etnogrfica, refuerza el afn por el desarrollo de prcticas de investigacin que incorporen a los nuevos medios: presenta virtual, discursos significativos acor-des con epistemologas cinematogrficas, y especialmente transparencia como un elemento valioso en la construccin intersubjetiva de las representaciones. Todo esto contribuye con el giro visual en la investigacin sociocultural, lo que explica ade-ms la aparicin inminente de una nueva autoridad etnogrfica: el modelo editor detrs del montaje etnogrfico, resultante de la correlacin de agencias.

    Crtica al empoderamiento del lente

    Una crtica de las prcticas de representacin en este contexto debera ir ms all de las posturas puramente formales para moverse hacia compromisos inevitablemente polticos, una vez ms, en toda la cadena de produccin del trabajo etnogrfico. Si bien es cierto que la concatenacin de la etnografa con nuevas iniciativas acadmi-cas visuales y basadas en la imagen es consistente, til e incluso atractiva para las audiencias de hoy, tanto dentro como fuera del mundo acadmico, debemos estar conscientes de que hay muchos entendimientos en esta concatenacin que no son rigurosos en su construccin terica y que, incluso, pueden traer a defensa a algunas ideas ingenuas.

    E n este sentido, Faris se da cuenta de que ni la reflexin sobre el texto, o la trans-parencia subjetiva, o la participacin multivocal, evacan o retan los fundamentos poltico-intelectuales de los proyectos detrs de los lentes (o sistemas de informacin digitales cuando se expresan con hipervnculos onlin). Por el contrario, mantienen intactas las clsicas tensiones y relaciones de poder entre los diversos agentes que intervienen en el proceso de investigacin, ingresando a un tpico escenario de nego-ciacin de significados en la construccin de las representaciones (1992, p. 173).

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    Es comn ver esta falta de anlisis poltico-intelectual en los proyectos de inves-tigacin, especialmente en pesquisas centradas en anlisis de contenido. Y es que resulta poco responsable basar el potencial etnogrfico de un trabajo de investi-gacin visual en sus formas o en sus documentos en observacin, mucho menos en los medios que emplean los investigadores. Por el contrario, el anlisis debera cen-trarse en la correlacin posicional de los sujetos que participan en el estudio. Como destaca Pink:

    Cualquier experiencia, accin, artefacto, imagen o idea nunca es definitivamente solo una cosa, sino que puede ser redefinida de diversos modos en diversas situa-ciones, por diversos individuos y en trminos de diversos discursos [...] En cambio, el potencial etnogrfico de una imagen o representacin est supeditado a cmo es situada, interpretada y empleada para conjurar significados y conocimiento que son de inters etnogrfico (2001, p. 13).

    En mi opinin, es importante afirmar estos esfuerzos tericos por dos razones. Primero, porque hay una especie de agencia tecnolgica que ha sido destacada por algunos trabajos crticos recientes, que considera a imgenes y cmaras como piedras de toque para nuevas interpretaciones sobre la realidad, y como elementos clave en los relatos reflexivos sobre las relaciones sociales. Segundo, porque existe tambin cierta idea de que las grabaciones y registros audiovisuales personales, los archivos cargados por el investigador en los sistemas de redes y la internet, as como tambin la recoleccin biogrfica de objetos culturales e imgenes personales en un reporte visual portan todos ellos, en sus actos mismos, una suerte de democratizacin auto-mtica y autosuficiente, un determinismo ecualizante, como si con su sola exposicin o carga en un sistema se determinase ya mayor equidad en la multivocalidad etno-grfica. Aunque todas estas consideraciones contribuyen a mejorar nuestros mtodos de investigacin y conocimiento conceptual sobre los temas, tambin equiparan los criterios tcnicos y formales a procesos reflexivos ms profundos en la construccin de los textos etnogrficos, lo cual a la postre termina minimizando las polticas epis-temolgicas que rodean a los proyectos acadmicos.

    Podemos ver las preocupaciones sobre agencia tecnolgica ocasionalmente en las propuestas de dos tericos: Scott McQuire (1998) o Celia Lury (1998). A l trabajar especficamente con la fotografa, ambos piensan que su uso aparece no solo como un producto significativo de ambientes sociales y culturales particulares, sino tam-bin como una fuerza que ha promovido cambios en las formas de entender y ver lo social (Pink, 2001, p. 13). Mientras McQuire atribuye poder a la cmara como un agente de cambio que invalida el paradigma realista, destacando la ambigedad de sus registros; Lury propone que estos registros fotografas transforman nuestro

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  • RAL CASTRO. ETNOGRAFA: EL GIRO VISUAL

    propio entendimiento de los individuos, contribuyendo a verlos con nuevas confi-guraciones de persona, autoconocimiento y verdad (1998, p. 2). E n efecto, ambos, en diferentes niveles: macroacercamientos tericos a la realidad y preocupaciones microcualitativas sobre narrativas personales, introducen el determinismo tecnol-gico de los medios en sus anlisis y prcticamente ignoran la diversidad de agencias e intereses de los personajes sociales que actan en el contexto.

    Siguiendo a Chris Wright (1998, p. 17), si aceptamos que la inclusin de nuevas tecnologas contribuy a la consolidacin de una nueva era conceptual equilibrada en la investigacin social y cultural, caracterizada por un enfoque mltiple y equi-tativo a la realidad, este elemento (debera) iniciar un cortocircuito en los procesos de representacin. E n realidad, este cortocircuito reflexivo en cuanto a las agencias e intereses polticos involucrados en el trabajo etnogrfico visual no se ha producido. Y hay algunas razones para ello. Inicialmente, la visin siempre est directamente relacionada no solo con el ojo de quien opera la cmara, sino tambin con la inten-cin del director del proyecto; e incluso con el pblico que espera los resultados de la investigacin. Entre ellos se establece un crculo de retroalimentacin que dispone una pera de posiciones enunciantes, algo de lo cual los sujetos en los que se centra la investigacin estn perfectamente conscientes, y ante lo cual despliegan sus ms estratgicas performances cuando participan en la elaboracin de sus representacio-nes. Quien se ha venido negando a integrar dicha pera como un actor ms, acaso principal, ha sido el investigador.

    Las perspectivas de los autores sealados nos llevan a concluir que han cedido a la tentacin subliminal de adjudicar agencia autosuficiente a la tecnologa. Y es que un lente nunca podr reemplazar al ojo detrs de la cobertura, ni decidir qu asunto tiene relevancia sociolgica, ni determinar por s mismo la composicin esttica de la escena. La cmara o el sistema ciberntico no podrn jams discriminar qu es lo que debe mencionarse en las representaciones, ni cmo, ni podrn jams determinar qu significados deben ser tratados o sobrecargados. La responsabilidad de esta con-ciencia crtica, y de sus sesgos, es la que debera aceptar el investigador y su entorno profesional en la construccin y corte del relato final.

    Afirmar que las nuevas tecnologas facilitan o incluso determinan usos alterna-tivos de narrativa, estructura y estrategia textual (Stoller, 1997) por s mismas de manera suficiente, significa acercarse a un naturalismo ingenuo o naif, o a lo que Rachel Moore seala como empirismo salvaje (Moore, 1994). Por este motivo, es conveniente saber mucho ms sobre los usos y direcciones de los procesos de investi-gacin visual, y sobre sus consecuencias, antes de asegurar que los lentes y los sistemas digitales transforman automticamente a los sujetos una vez que estos entran den-tro de su campo de visin. Qu tanto nuestras polticas para hacer teora (Ibd.)

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  • I M A G I N A C I N V I S U A L Y C U L T U R A E N E L P E R

    a quin, de parte de quin y para quin investigamos dirigen los usos de las distintas herramientas tericas y tcnicas, y por qu, es decir, con qu intenciones, se realiza la investigacin? Debemos tener respuestas claras y definidas a estas preguntas tanto como claridad absoluta sobre las adscripciones, intereses y contribuciones polticas de los participantes cada vez que hacemos una toma en una investigacin visual. De otra manera, estaremos trabajando solo en el reino del empirismo salvaje. Y haciendo el juego a los reyes de la selva.

    CONCLUSIONES

    Lo que hemos intentado hacer con estos argumentos histricos y contextales es explicar por qu acadmicos de diversas disciplinas se muestran tan llenos de entu-siasmo por el uso de las nuevas tecnologas audiovisuales y, posteriormente, por qu dicho entusiasmo ayuda actualmente a fomentar cada vez ms el giro visual en la investigacin etnogrfica sociocultural. En resumen, podemos decir que el buen clima lleg con la concatenacin de los siguientes antecedentes: i) el clima episte-molgico general: asistimos al impulso de nuevos enfoques experimentales, reflexivos y sensoriales hacia los estudios cualitativos, enfoques que abren campo a discursos participativos en tiempos postcoloniales de registros multiversin y de posiciones enunciantes operticas; ii) el carcter reflexivo de la nueva etnografa; es decir, la conciencia sobre la mediacin del significado y la agencia de los ejecutantes en la produccin de conocimiento, una circunstancia que empodera a los diversos actores en el trabajo emprico y destaca la polifona de representaciones, siempre apelando a lgicas de creacin y exposicin cinemticas propias de nuestra era del pensamiento imagen-secuencia, y de prcticas basadas en imgenes.

    En este nuevo entorno, tanto la etnografa como las disciplinas visuales de estudio han contribuido a enriquecerse mutuamente. Mientras que las teoras del arte, la fotografa y el cine pueden enmarcar nuestra comprensin de los elementos visuales como narrativas vlidas, gracias a sus propias reglas formales, un enfoque etnogr-fico clsico tambin puede apoyar la construccin e interpretacin contextual de las imgenes. No obstante, es importante observar que en el proceso de elaborar las representaciones se pueden incorporar mltiples significados, tanto como agentes hay participando en esta elaboracin. Acentos, catarsis, conflictos, intereses y priori-dades particulares ya no dependen de los lentes, sino que dependen, al fin y al cabo, de los involucrados en direccionar las polticas narrativas que portan intrnseca-mente los textos.

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