El hombre

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El hombre

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El hombre a lo largo de los tiempos, siempre ha sido un gran interrogante. San Juan Pablo II.

Quin es?Por qu?Para que?

No slo de pan vive el hombre, sino que el hombre vive de todo lo que sale

de la boca del Seor Dt 8, 3c.

El hombre es inteligente. Por qu?Tiene alma y sufre, dndose cuenta de ello puede conocerse, y reconocerse como aquel que tiene necesidades.

Y como suma de ellas y comn de todo ser humano, necesita comer. Comida que no invent, pero que prepara.

El hombre, no solamente tiene alma, no solamente siente, tambin

tiene espritu.

Para qu?

Para vivir la dimensin espiritual.

Cmo funciona, cmo obra, qu es, qu hace el espritu, cmo se

siente si es que se siente?

La Palabra de Dios se mueve por la accin misma de su Espritu.La Palabra de Dios es Espritu y es Vida. Cmo?

Por la Fe. A qu?

A la Misericordia de Dios.

El alma es nuestra fuerza intangible, donde habitan la razn y las

emociones, las cuales son, las potencias de nuestro comportamiento.

El alma se sirve de nuestra mente, de los sentidos, de nuestra respi-

racin y articulacin, usando el aire y la sangre.

El alma se alimenta del cuerpo, pasa a travs de l y del mundo que

le rodea, configurndose en el modo en que le son transmitidos los

estmulos que encuentra, participando en todo momento del acople

de este contacto con el mundo.

El espritu es la parte divina recibida de Dios que habita en nuestro

ser, es el alma de nuestra alma, ya no como mera inteligencia y

emocin; es la sabidura y el sentido de nuestra alma.

El espritu es la parte ms elevada del ser, y penetra hasta su rincn

ms profundo, dndole al hombre dominio de su alma, la cual, una

vez elevada y redescubierta por la vitalidad del espritu, alienta so-

bre su integridad de cuerpo y alma.

El ser humano es necesariamente una voluntad.

Su voluntad es lo nico que posee, ella le da el dominio de lo que no

teniendo proveniente de s, ha recibido: la Vida, de la que ahora dis-

pone, no habindose creado a s misma.

Siendo su voluntad naturalmente competitiva, compite por las

conquistas de su persona. La persona que es, en el camino de sus

conquistas naturales, en el reino del mundo.

Esta perspectiva del tener adormece la Vida Interior, por que si se

es en cuanto se tiene, la Vida que esta en el ser, al sentirse abando-

nada, va murindose tristemente por lo que deja de ser, sin obtener

en posesin alguna de este mundo, lo que solamente puede vivir

interiormente.

No es estas deprimido, estas distrado Facundo Cabral.

En dnde esta el ser?

El ser humano en su naturaleza visible e invisible solo es posible

en el Tiempo, lo nico que tiene el hombre por su naturaleza es

Tiempo: un da para nacer, un Tiempo para crecer y un da para

morir.

Quin de ustedes puede, por ms que se preocupe, aadir una sola hora a

la medida de su vida? Mt 6, 27.

Tal naturaleza agobia al ser humano, que en su carrera no entiende

que va por un premio en el que no puede habitar, ni lo puede tener

ms all del Tiempo. Su ser es relativo a la muerte, todo lo acerca a

ella, y nada es tan firme como para detener el Tiempo, pues este es

de Dios y l es el Seor de la historia. Cf. Qo 3.

El hombre no se detiene por que su razn no se lo permite, su propia

profundidad lo excede, y esto no lo puede superar con la superficie

del mundo: esto le es comprensible; lo que no entiende es porque

pretende poseerse en razones para obstinarce y detenerse, sin en-

contrar la Voluntad Ordenada, La Razn Creadora que lo invita a par-

ticipar de ella.

No quieras ir afuera, en el hombre interior habita la Verdad San AgustnY conocer la verdad nos har libres Jn 8, 31-32.

La Verdad no es una formula que se impone por s misma. Es un

Camino, y ese Camino es la Vida misma. La Verdad no es una opinin

ms en la cual asentimos.

Para el hombre letrado de hoy, es difcil salirse de la definicin, de

la conceptualizacin y opinin; para en ves de ello, entrar en la rela-

cin, en la participacin de todo aquello que lo excede, y esto es: el

Tiempo, el origen, la finalidad y el fin de las cosas, y sus respuestas

como manifestaciones a las fuerzas invisibles, confrontadas por la

Verdad Innegable -escrita en el corazn-, de saberse eterno, al tiem-

po que, la inminente muerte le hace patente su corruptible realidad.

Porque los pensamientos de la razn actan como posesin propia,

pero estn sujetos a la contingencia del mundo, en apariencia se

tienen, no son, ni siquiera a lo que ellos conllevan, la nica Verdad

es mi relacin con ellos. Relacin que vivo, pero que al ser del Tiem-

po no poseo, por que lo habitable no esta afuera, an cuando lo ten-

ga por algn Tiempo, o todo mi Tiempo, pues esta relacin la vivo

como un prstamo y la recorro como un peregrino.

Poseo una razn que no se detiene y se consume, sin dejarme ms

que nuevas razones, obligando con ello, a la novedad de ver, or,

sentir y probar, insaciablemente.

Mi razn es mi deleite, mi gloria, y aunque aparentemente puedo

retenerla, al estar sujeta al Tiempo no la puedo tener, ni detener.

Es preciso entrar en el Tiempo de Dios, en una Nueva Razn, a una

Nueva Voluntad, Divina y Creadora, reconociendo en nuestra suje-

cin cambiante al influjo de las horas y las cosas, su Eterno Amor

vivo y presente, junto a la dignidad de hijos de suyos, conferida por

el don de su Nombre: Yo Soy, l es; ahora ya podemos decir que

somos; liberados del pasado, confiados del futuro, hemos salido del

fue y ser, y en l hemos encontrado el es.

Pero, si me abandono a ser irrazonable, apartndome de la Vida In-

terior para ser una negacin, obstinado en lo que no es, el resul-

tado es tan irresistible, que no encuentra la Vida que he recibido,

donde vivir. Y el deseo de hallar reposo al despreciar a nuestro Au-

tentico Salvador, queda abandonado al poder seductor que nos hace

creer en la mentira 2Ts 2, 11.

"Nos has hecho para ti, Seor, y nuestro corazn estar inquieto

hasta que descanse en ti"

San Agustn

Osea que lo tengo es una vana ilusin, y lo que soy o no soy es la

Verdad.

En este punto, hagamos una aproximacin a la Escritura, dejando

que ella nos hable por la belleza de la Palabra de Dios, que es Vida,

por la potencia de su Espritu.Para ello es oportuno leer o releer el Eclesiasts.

Es la razn la justificacin de mi Vida, y es mi voluntad lo nico que poseo, no siendo ella ms que mis experiencias de relacin.

Relacin con el prjimo y conmigo mismo, en donde se da lugar al

encuentro personal con Dios, a partir del mismo Don de la Vida que

Dios da a todos los hombres.

Relacin con el mundo, en medio del espritu del mundo, ocupado

por sus premisas egoltricas, en ocultar de vista al otro como Don,

para verlo como medio.

Este es el mandamiento mo: que se amen los unos a los otros como yo los

he amado. Jn 15: 12

Meditemos en nuestra experiencia como seres humanos...

Qu es lo humano de lo humano?

Hacia dnde va mi voluntad?

Veo que mi razn no esta sujeta al Tiempo, puedo pensar en

maana, en lo que voy hacer, en lo que hice, pero solamente

puedo vivir lo que estoy haciendo. Ser uno con mi voluntad,

en el nico Tiempo posible que estoy transitando.

Soy un necesitado y, fuera de eso, mi razn produce ms necesi-

dades, mi voluntad natural (aquella estimulada por la sensibilidad

en el orden de las cosas consumibles) se corta con lo temporal,

termina en las cosas, habiendo sido atrado por ellas. Ya no soy

una voluntad, como corresponde a un solo ser que las habita, sino

cuantas rodean mis deseos.

Es pues, esta divisin, la causa de todos los males del hombre.

Consciente del resultado natural de mis circunstancias, donde reac-

ciono el deseo inmediato, pero inconsciente en la posibilidad del

Tiempo, desentendindolo del Orden Divino: ya no soy yo, es el mun-

do quien vive en m. Lo ajeno del mundo, lo que es propio de su exte-

rioridad me hace ajeno de m: la Vida sin m.

Cortar con la Vida desde su dignidad confiada por Dios, hasta su

relacin con los dems y con la creacin, es lo que el Seor juzga

como pecado. Separndose as, de la relacin con el Creador del cielo

y de la tierra, seducido por la apariencia del mundo y por Satans,

el padre de la mentira Jn 8,44, quin instiga al hombre para descontar

a Dios como a un desconocido en desuso; siendo para ello propicio

el pecado del hombre, quien ya divido en s, al no vivir una sola

voluntad, lo ha reemplazado por los deseos(dolos), tantos como

quiere, cortando consecuentemente por el egosmo que de este

modo impera, la relacin con los dems.

El pecado es lo que me separa de Dios, quien me ha dado la Vida, y

del prjimo, que inseparablemente -por nuestra comn naturaleza

de Vida-, es como yo.

Decimos que el hombre posee una voluntad, pero esta voluntad no

se basta as misma, pues desconoce multitudes inalcanzables para

su razn, multitudes que no hacen parte de su Tiempo, circunstan-

cias que rodean su ser y que no estn dentro de la posibilidad natu-

ral del ser humano, pero que tienen que ver con sus posibilidades,

las cuales no puede ni debe ignorar.

El hombre no conoce mas all de lo que es, sin que ello agote todo lo

que tiene que ver con l y lo que le rodea.

Necesita pues concederle un limite a su voluntad, para no preten-

derce Dios, distrado en la emotiva irracionalidad prepotente, pre-

tendiendo subvertiste en abuso de sus potencias, que aun as y con

todo lo racional y sensiblemente posible, no se alcanza a s misma.

La Vida del hombre solo es posible desde su persona, desde su expe-

riencia, experiencia que al cerrarse en ella misma por la inmanencia,

deja de ser racional, conforme al criterio de lo relativo, acercndose

precipitadamente con todo ello, a la muerte ntica del Ser.

Conociendo lo anterior, como aflicciones a la Verdad, tratemos dos dinmicas esenciales en nuestra contemplacin y comprensin de nuestra naturaleza humana, reveladas por la Verdad de sabernos hijos de Dios.

El hombre es pecador. Y, la raz de todo pecado es la idolatra:

La que, cual si el hombre fuera Dios por s mismo, ejerce ilimitada-mente la percepcin de la condicin humana, despreciando el Auxi-lio de comunin con su Dios, al tiempo que lo Divino se hace polvo, mezclado con el barro de cada quien, dndose el culto de s mismo, de la obra de sus manos cf. Sal 115, 1-8; Jr 25, 6-7; Os 14, 4, del hombre por el hombre, en el intercambio egosta del poder, el tener y el pla-cer, lucindose en ellos los dolos vacos para quien se endiosa con el mundo, viendo salvado el mundo en donde va a estar, pero que una vez consumado, desaparecer.

Esta hemorragia irracional-emocional ocupa consecuentemente todas las potencias de los apetitos insaciables, ahora ya imaginariosideales e idoltricos, reconocidos por la inclinacin natural que augura descansar en ellos, en el imperio de la estimulacin del mundo y la posesin de sus fuerzas, llamadas por el Instigador y Prncipe de las mentiras a adorarlas, bajo su continua seduccin:Seris como dioses Gn 3, 5, transgiversando con ello el autentico sen-tido de la Divinidad, en la que el ser humano encuentra el reposo para el cual fue creado, superando aquella desobediencia Hb 4, 11b; cf. Gen 2-3 original, la que, recurriendo a lo aparente desprecia a Dios, su Creador cf. Gen 1, 27 y su descanso: Vengan a m todos los que estn fatigados y sobrecargados, y yo les dar descanso (no visto como la com-placencia de los apuros sociales en el orden material; como si la paz ante la inquietud del corazn). Tomen sobre ustedes mi yugo, y apren-dan de m, que soy manso y humilde de corazn; y hallarn descanso para sus almas Mt 11, 28-29.

Es preciso un Salvador, adherirme a lo que superndome, me libere

de m, pobre y ciego de lo me hace libre y verdaderamente rico.

El ser religioso es connatural al deseo humano, su anhelo de lo ver-

dadero ha sido constituido en su corazn. Deseo que al despreciar

a su Autentico Salvador queda a merced de lo dolos en el vaco del

mundo.

Creer como acto humano y Divino, donde Dios mismo nos ayuda a

creer en l, la Fuente de Vida; o creer como acto desprovisto de

Verdad. Todo hombre cree, creer es la nica salida ante el agobio

humano; quien solo cree en s mismo en eso cree y en eso muere,

as como quien cree en sus dolos.

Quien cree en Jess como Cabeza del Cuerpo de la Iglesia, en ello

muere, pero tambin en ello vence, como miembro del que alcanzo

nuevamente la Vida en su Gloriosa Dicha.

El hombre vive en un mundo natural, y de un modo natural le esposible habitar en l, pero la Vida que porta es Sobrenatural, as como su experiencia vital en el Tiempo, donde lo habitable no esta en el mundo, sino en la experiencia del ser.

Acontece pues al ser humano la Vida Interior... El hombre que ora produce luz, contemplando el manantial de la Vida, para llenar de l su alma, por el Espritu de Dios que viniendo al suyo por la comunicacin de su Vida, Muerte y Resurreccin, le hace hijo de Dios en Cristo, en la Visin Sacramental de esta necesi-dad vital: El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo lo resucitar el ultimo da. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mi, y yo en l Jn 6, 54-56.

As dice Yahv: Prense en los caminos y miren, pregunten por los senderos antiguos, cul es el buen camino, y caminen por l, y encontrarn sosiego para sus almas. Pero dijeron: No vamos Jr 6, 16.

No fueron capaces de conocer al que es a partir de los bienes visibles, ni de reconocer al Artfice, atendiendo a sus obras...Dan vueltas a sus obras, las investigan y se dejan seducir por su apariencia,pues es hermoso lo que ven... pudieron escudriar el universo, cmo no encontraron antes a su Seor? Sb 13, 1. 7. 9 Dnde estabas cuando ciment la tierra? Dilo, si tanto sabes y entiendes Jb 38, 4.

Habiendo visto el hombre las obras de Dios y conociendo la corrup-cin de las suyas propias, el ego-drama del hombre obstinado en sus fuerzas, ha olvidado a Dios como objeto de su conocimiento, trazan-do de este modo, el anti-itinerario de demolicin de la verdadera persona humana, creada a imagen de Dios, y sanada por el Sacrificio de su Amor.

Porque dice la Escritura:Destruir la sabidura de los sabios, e inutilizar la inteligencia de los inteli-gentes. Dnde est el sabio? Dnde el docto? Dnde el intelectual de estemundo? Acaso no entonteci Dios la sabidura del mundo?De hecho, como el mundo mediante su propia sabidura no conoci a Dios en su divina sabidura, quiso Dios salvar a los creyentes mediante la nece-dad de la predicacin. As, mientras los judos piden seales y los griegos buscan sabidura, nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escndalopara los judos, necedad para los gentiles; mas para los llamados, lo mismojudos que griegos, un Cristo, fuerza de Dios y sabidura de Dios. Porque lalocura divina es ms sabia que la sabidura de los hombres, y la debilidaddivina, ms fuerte que la fuerza de los hombres.Mirad, hermanos, quines habis sido llamados! No hay muchos sabios se-gn la carne ni muchos poderosos ni muchos de la nobleza. Ha escogido Diosms bien lo necio del mundo para confundir a los sabios. Y ha escogido Dioslo dbil del mundo, para confundir lo fuerte. Lo plebeyo y despreciable delmundo ha escogido Dios; lo que no es, para reducir a la nada lo que es. Paraque ningn mortal se glore en la presencia de Dios. De l os viene que estisen Cristo Jess, al cual hizo Dios para nosotros sabidura de origen divino,justicia, santificacin y redencin, a fin de que, como dice la Escritura: El que se glore, glorese en el Seor 1Co 1, 19ss.

Porque lo invisible de Dios, desde la creacin del mundo, se deja ver a la inteligencia a travs de sus obras: su poder eterno y su divinidad, de forma que son inexcusables; porque, habiendo conocido a Dios, no le glorificaroncomo a Dios, ni le dieron gracias, antes bien se ofuscaron en sus razona-mientos y su insensato corazn se entenebreci: jactndose de sabios se vol-vieron necios Rm 1, 20-22.

Conozco tu conducta; tienes nombre como de quien vive, pero estas muerto Ap 3, 1.

El hombre no tiene Vida por s mismo, les es preciso ser en vez de aparecer, y acercarse al que Es, entrar en ese descanso Hb 4, 11a.Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por s mismo, si no perma-nece en la vid; as tampoco ustedes si no permanecen en m.Yo soy la vid; ustedes los sarmientos. El que permanece en m y yo en l,se da mucho fruto; porque separados de m no pueden hacer nada Jn 15, 4-5.

Volvi a salir Pilato y les dijo: Miren, se lo traigo fuera para que sepan que no encuentro ningn delito en l. Sali entonces Jess fuera llevando la corona de espinas y el manto de prpura. Les dice Pilato: Aqu tienen al hombre Jn 19, 4-5.

El Verbo Encarnado nos ha sacado del enigma, la Palabra con la que fueron creadas y para la que fueron creadas todas las cosas cf. Col 1, 15-20 nos lo ha manifestado. El nico que revela plenamente el hom-bre al propio hombre contina vivo, y esta con nosotros para parti-ciparnos de l, en su Eterna Beatitud.