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Universidad de Chile Licenciatura en Filosofía El imaginario ciudadano y la imaginación ciudadana en el contexto de la ilustración como técnica de reproducción de la imagen ciudadana Nombre: Mario Tapia Ramírez Seminario: Escuela de Frankfurt, Industria Cultural y Sensorium Fecha: Miércoles 19 de agosto de 2015

El Imaginario Ciudadano y La Imaginación Ciudadana en El Contexto de La Ilustración Como Técnica de Reproducción de La Imagen Ciudadana

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Aproximación benjaminiana al problema de la ciudadanía como imagen ilustrada y como técniva

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Universidad de ChileLicenciatura en Filosofía

El imaginario ciudadano y la imaginación ciudadanaen el contexto de la ilustración como técnica de

reproducción de la imagen ciudadana

Nombre: Mario Tapia RamírezSeminario: Escuela de Frankfurt, Industria Cultural y SensoriumFecha: Miércoles 19 de agosto de 2015

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El problema de la técnica es que siempre es una técnica de algo, decimos, una técnicapara algo: en el uso mismo de una técnica existe la producción de un fenómeno, distinto de latécnica: el producto. El producto nos permite comprobar que la técnica es operante, por tanto estamisma técnica nos permite producir otros objetos idénticos. La relación del objeto producido conla técnica y su opeario (al que llamaremos el técnico) es la identidad del producto, dado que es larelación que lleva hasta el origen material del producto: la técnica opera sobre una serie deelementos que constituyen los materiales sobre los que trabaja el técnico, si éste es aquel queutiliza óptimamente una técnica. El tećnico es un sujeto que ha sido aleccionado para laproducción particular de ese fenómeno, a saber el producto, y con ello tiene un conocimientoparticular (la técnica) que es también un conocimiento particular sobre el producto (la producciónde éste), y en ambos casos el conocimiento le ha sido legado. El técnico sería siempre unheredero. Es decir que el técnico se ubica siempre en una tradición que es capaz de hacerse cargode esa técnica, sino por el traspaso de ésta en tanto técnica ya elaborada, al menos por lainvestigación que derivó en una técnica determinada: decimos el técnico es heredero de unatécnica o de un conocimiento que puede ser aplicado.

La técnica es una excusa para hablar de la enajenación del técnico, que antes fue unsujeto. Pero también la técnica es una excusa para hablar de la democratización de los objetosproducidos técnicamente y de la pérdida y la recuperación de su carácter cultual. Así también latécnica es una excusa para hablar de la producción de la masa en contextos industrializados. Sinembargo, mucho antes, es la técnica la que determina las distinciones primarias entre espacioprivado y público, que terminan derivando en la imagen exhibida, tanto pública comoprivadamente, lo que en última instancia es la instrumentalización del producto en tanto operauna tecnología abstracta que determina los espacios. Ahí aparece el flâneur como un sujetosubversivo, por ser un observador no controlado, sin que su pasar por la ciudad responda a unpara qué1 y una imagen fantasmagórica que transita frente a la observación (controlada) de losotros ciudadanos2. En este sentido es la imagen la que está puesta en juego, en distintos lugares(público y privado) y en distintas perspectivas (mostrarse, observarse, producirse).

Partiendo de este lugar benjaminiano es que queremos instalar nuestra interpretación delas nociones de imagen, imaginación e imaginario como formas en que un producto técnico seapropia de un aparecimiento, cuya caracterización está dada, entre otras cosas, por el lugar de eseaparecimiento.

El flâneur y el Espíritu Ilustrado

El pasante irrumpe en el paisaje de una ciudad como un ocioso: un sujeto cuyo transito notiene un para qué, o lo que es lo mismo, el motivo de su movilización puede ser cualquier cosa:un signo errático conduce erráticamente al flâneur. No hay técnica para el recorrido del flâneur,por lo que tampoco hay un plan. Su aparición en la ciudad no es reconocible para los otros sino escomo un vagabundo: no decimos solo que vaga, sino que está fuera de los circuitos de la ciudad,circuitos de transito y de producción que son los que terminan otorgando a quienes transitan porla ciudad una identidad: la ciudad moderna diseña sobre sí una cierta economía de los cuerpos,donde éstos son tanto parte del paisaje de la ciudad como partes integrantes de la producción de

1 Cfr. BENJAMIN, W. (1993), «El Flâneur», en su: Poesía y Capitalismo. Iluminaciones II. Taurus Ediciones:España. p. 55.

2 Cfr. Ibídem, p.53.

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ésta. El flâneur estaría en el margen del operar de la ciudad, es lo que queda fuera de ella portanto no participa de los circuitos de producción. Su cuerpo no participa de la ciudad sino sólocomo artículo visual. El cuerpo de éste se exacerba en el pasaje o las calles del centro de laciudad: aparece ahí sin intención alguna, subvierte el sentido del lugar de paso y eso lo vuelve unsujeto sospechoso, puesto que no es posible identificarlo.

Sí que ha permanecido el mero armazón: el perseguidor, la multitud, un desconocido queendereza su itinerario por Londres de tal modo que sigue siempre estando en el centro. Esedesconocido es el «flâneur».3

Sin embargo decimos flâneur y no transeúnte, porque hablamos de cualquiera cuyotransito es indefinido y no es admisible para éste ser determinado por una identidad conocida, encontexto de su quehacer. No sólo decimos que es aquel cuyo transito no participa de los procesosde producción oficiales, sino que tampoco participa del carácter moral de pertenecer a unaciudad, y no hay conducta que lo identifique por necesidad. Vale decir, un hombre se hace tantomás sospechoso en la masa cuanto más difícil resulta encontrarlo4. Es parte de la masa siendo unajeno, está introducido en la masa, en el gentío, pero como una forma de disfraz; en el flâneur seproduce la desaparición del hombre: carece de imagen, carece de objetivo su transito, es un deseodescontrolado puesto en un flujo. Cuando decimos desaparición del hombre queremos decir delhombre ilustrado. Porque el flâneur tiene algo horroroso: su tránsito no es un transito conducidopor la razón, sino por el azar.

El modelo del hombre ilustrado propone la libertad, mediada por la razón, comoestructura fundamental del actuar del hombre. La razón como una forma de tecnificación delactuar político: ésta tiene que ser una herramienta de emancipación por tanto ésta es unaherramienta que posee el ser humano para suministrarse de lo necesario para llevar una vida –diremos nosotros– digna. Esto implica fundamentalmente romper con la comodidad doméstica ylas quimeras con las que son atemorizados los hombres al encuentro con el mundo exterior. Asíidentifica dos formas de usar la razón: una privada o domesticada y una pública o emancipada.Claramente el uso de la razón públicamente implica por necesidad lo político y cualquier usopúblico de la razón será una actitud de derecho, tanto como una actitud responsable. La relaciónentre derecho y responsabilidad está mediada por una estructura vertical –diríamoscontemporáneamente– de distribución del poder. Los ciudadanos hacen uso público de su razónpor tanto hay una estructura administrativa, por tanto esa estructura administrativa es óptima sólomediante el que haya sujetos que hacen uso público de su razón, puesto que es derecho decualquier sujeto racional expresar su pensamiento, y sólo si respeta la estructura vertical a la cualsus acciones se circunscriben. El uso de esta libertad y esta emancipación no es ilimitado, y Kantlo aclara:

[…] el uso que de su razón hace un clérigo ente su feligresía constituye un uso privado;porque se trata siempre de un ejercicio doméstico, aunque la audiencia sea muy grande; y, en esterespecto, no es, como sacerdote, libre, ni debe serlo, puesto que administra un mandato ajeno.5

Es digno hacer un uso público de la razón en virtud de hablar a título personal, pero no sise hace a título representativo y esta sería una limitante de la expresión del pensamiento. Unalimitante que daría forma a la libertad: la libertad se ejerce personalmente y en los límites de una,

3 BENJAMIN (1993), Ibídem, p. 63.4 Ibídem, p.64.5 KANT, I., (1987) ¿Qué es la Ilustración? En su: Filosofía de la Historia, Fondo de Cultura Económica: México.

p. 31.

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antes otorgada, personalidad, por llamar de alguna forma a ésta como una figura anteriormenteadmitida del sujeto en la ciudad. Sin embargo, también hay que considerar un segundo punto: laibertad es un conocimiento, según Kant, del que no nos podemos deshacer, pero ello implica queningún ciudadano puede hacer un uso de su libertad sin un uso público de la razón, y dado que esuna cuestión eminentemente política, el uso público de la razón lo obliga a considerar la libertaddel otro como una cuestión legítima. Un hombre ilustrado respeta tanto su libertad como la de losotros ciudadanos y, por ello, tolera la opinión que es disidente con la suya.

Un grado mayor de libertad ciudadana parece que beneficia la libertad espiritual delpueblo pero le fija, al mismo tiempo, límites infranqueables; mientras que un grado menor leprocura el ámbito necesario para que pueda desenvolverse con arreglo a todas sus facultades.6

El problema es, como se ve, que para cualquier caso de este ejercicio maduro de laspotencialidades políticas, establecidas mediante el uso racional de la libertad y la actividadpolítica, incurre en que la libertad se ve puesta en cuestión, en virtud de un proyecto mayor, quees el progreso de la humanidad. El proyecto ilustrado y sus virtudes teleológicas se ve en tela dejuicio por el tránsito del flâneur, cuyo actuar no procura el bien de la humanidad, sino que seagota en sí mismo, en ser un tránsito suscitado por la persecución de un signo errático que, depronto, aparece y puede no ser más que un signo vano, que se justifica en el mero hecho de andarpor la ciudad, lo que en la visión del hombre ilustrado no sería legítimo, puesto que no tiene unobjetivo ulterior.

Podemos interpretar el proyecto ilustrado, tal y como lo propone Kant, como una técnicacuya finalidad, más allá del progreso de la humanidad hasta la sociedad cosmopolita7, esmantener el orden ciudadano mediante el respeto de las autoridades, de forma que su producto esel ciudadano perfecto, el sujeto perfecto que ha condicionado su subjetividad a las circunstanciasmateriales en las que él mismo se ve sumido, en medio de la voluntad de los otros. La técnicailustrada, en la propuesta de Kant, nos provee de una imagen, cuya forma está determinada por lasubsumisión del bien propio al bien común, donde la subjetividad y la actividad de losciudadanos ya había sido construida por una autoridad. Así la ciudadanía es un juicio hipotético,cuyo antecedente es una forma humana antes dada.

El imaginario ciudadano, la imaginación ciudadana y la técnica ilustrada

Lo que los hombres habían hecho podía ser siempre imitado por los hombresWalter Benjamin8

Cuando pensamos en la propuesta ilustrada de Kant, y entendida ésta como una forma deproducir la imagen de un ciudadano, tenemos que considerar que Kant se encuentra en un puntoen la cual la sociedad, particularmente la alemana, está en proximidades de la revoluciónindustrial. Por esto es importante notar el rol que le da Kant al conocimiento: los ciudadanostienen que saber interpretar la imagen de lo ciudadano, ya que sin ello la imagen del ciudadano esuna imagen vacía. El uso de la razón, pública y privadamente, debe resultar en producir las

6 Ibídem, p. 37.7 No será ocioso considerar la noción de progreso de Benjamin: “Esta tempestad lo arrastra, irresistiblemente

hacia el futuro, al que vuelve las espaldas, mientras el cúmulo de ruinas crece ante él hasta el cielo. Estatempestad es lo que llamamos progreso” (BENJAMIN, W., [1995] Tesis sobre el Concepto de Historia, enOYARZÚN, P., La Dialéctica del Suspenso: Fragmentos sobre Historia, ARCIS-LOM: Santiago de Chile).

8 BENJAMIN, W., (2005) La Obra de Arte en la Época de su Reproductibilidad Técnica. En su: Sobre la Fotografía. Pre-textos: Valencia. p. 93.

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relaciones que dan paso a la libertad como objeto de uso ciudadano. No existe la visión de lalibertad sin la interpretación adecuda por medio de la razón, puesto que es ésta la que se erigecomo artículo de democratización. La libertad y la razón son, en algún sentido, dos articulosmediadores, en el espíritu ilustrado, de un signo de paso entre un aparato de la sociedadclásicamente moderna y de la sociedad industrializada. En este sentido hay dos imágenes deciudadanía que terminan dándo forma al ciudadano, y que no pemiten identificar la libertad o larazón como exclusivo de una o la otra perspectiva: participan ambas, de distintas formas, en laproducción de un objeto extraño, que es tanto sagrado como profano. La ilustración es el procesode tecnificación de la imagen del ciudadano.

Por una lado la ciudadanía ilustrada aparece como imagen sagrada. El carácter teleológicode la propuesta Kant propone la libertad como un objeto aurático, que suscita pensar en launicidad del objeto ciudadano, puesto que el ciudadano sólo aparece mediante la interpretaciónapropiada de la libertad, es decir, por leerla con las herramientas propuestas por una tradición,dícese la tradición democrática en el mundo occidental. La libertad, en ello, tiene laparticularidad de otorgarle a la imagen del ciudadano un origen irreptible, simbólico, pero cuyaimportancia le confiere una autoridad: la libertad es lo que dota, per se, al ciudadano de suciudadanía. El carácter sagrado de la imagen del cuidadano se encuentra reafirmado en que esalibertad es algo que se discute fuera del espacio de la ciudad. Si tomamos la libertad en su sentidomás simple, de ser un asunto que tiene que ver con la capacidad de acción de los sujetos, nopertenece al campo profano de las calles de la ciudad. En este sentido la libertad sería unacuestión que establece la relación de los sujetos con una esfera administrativa, que le es ajena,por eso el usuario legítimo de esa libertad es un iniciado: el receptor del objeto no es un sujetocualquiera, sino uno capacitado para ver la forma en que la libertad se relaciona con la imagenpropuesta como ciudadano y lo re-liga con el instante en que el hombre es producido comociudadano y los valores que esto reporta. Esto dota al receptor de un contacto con una lejanía9 enla cual los objetos propuestos como fundamentales para el uso de la ciudadanía, de ahí que lavaloración de la autoridad de Kant sea el eje fundamental de la distinción: a pesar de ser unadiscución que se da en el espacio público, el receptor de la ciudadanía, el que tiene una actitudpasiva frente a ésta, debe administrar su expresión pública de modo que se remita a unaautoridad, por tanto ella, como artículo tradicional, le otorga el conjunto de conocimientosnecesarios para la interpretación apropiada de este objeto sagrado, que le permita admitir laciudadanía como una actividad que se debate en un espacio privado, puesto que los límitespersonles de la libertad son una cuestión privada, dado que un grado menor de libertad (inclusopara hablar sobre ella) le confiere mayores posibilidades de desenvolverse con arreglo a todas susfacultades. La ciudadanía, así, es una imagen que se propone sobre los ciudadanos.

Esta imagen de la ciudadanía formula lo que podríamos entender como el imaginariociudadano. De la misma forma que el imaginario religioso es desarrollado por iniciados en tornoa un templo, el carácter religioso de la ciudadanía estará dado por la relación con una autoridad.Todo lo que se produzca como interpretación de la imagen de esa ciudadanía será una yaarticulada, a la cual los receptores pasivamente tendrán acceso por el uso privado de la razón. Dehecho las advertencias de Kant sobre la autoridad parecen apuntar a la posibilidad de profanaciónde la religiosidad de esa imagen mediante la relación entre ciudadanía y razón.

El carácter ético de planteamiento y actuante de la razón llevan la ciudadanía a volverseuna imagen profana, dado que la relación entre libertad, razón y ciudad articulan el marco teóricode forma que, en virtud de la libertad, los ciudadanos tienen la posibilidad de hablar sobre la

9 Cfr. Ibídem, p. 99.

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libertad,y con ello participar de la conformación de lo que ellos mismos padecen comociudadanía. Esto es entender el planteamiento ilustrado de Kant como una tecnificación de laimagen ciudadana y la admisión, subversiva, de que la autoridad es cuestionable. La libertad y larazón tienen un rol revolucionario en la supresión del carácter aurático de la autoridad, puestoque el poder de determinación de la ciudadanía, que ejerce esa autoridad, pierde su autenticidadal perder su unicidad: la libertad, si es una facultad ciudadana, y por ello de todos los ciudadanos,es una cuestión distribuida. La univesalidad del planteamiento de Kant rompe la univocidad deaquello que se interpreta. Uno cualquiera, por tanto sujeto libre y ciudadano, tiene la libertad deinterpretar este objeto como estime, dentro de un marco legal al que debe remitirse. Ese marcolegal al que se remite es el precio que paga por hacerse consumidor de la ciudadanía.

Cuando pensamos en la ilustración como una técnica de producción, pensamos en laimagen del ciudadano como aquello que produce. La síntesis dialéctica del espíritu ilustrado y elflâneur nos lleva a la imagen del ciudadano en el contexto industrial: un sujeto que contempla elartículo sagrado que le da sentido a su tránsito por la ciudad, como forma de controlar a lossujetos del vicio de la improductividad y que le otorga una cierta dignidad, su cierta capacidad deconsumo por ser un sujeto capaz de deuda10. Ser ciudadano, sin embargo, tiene un para qué y eseobjeto es un objeto sagrado: la libertad y la razón, como un objetivo puesto en el horizonte, de lamisma forma que lo producido no tiene injerencia en la técnica que lo produce, el ciudadano notiene injerencia en la técnica ciudadana que lo define en el contexto legal que padece. Ese es ellímite de la ciudadanía. Esta imagen en el horizonte, sin embargo, es la que le otorga unaidentidad en tanto ciudadano. Pero de la misma forma que le otorga una identidad, le otorgatambién un conjunto de valores sobre los cuales él mismo se inscribirá: la imagen que elciudadano tiene de sí es la misma imagen que se ha producido sobre él. Los límites de laciudadanía son el imaginario que admite la formación del sujeto como ciudadano. Los límiteslegales que le dan al poder centralizado cierta paz.

Sin embargo dentro de los límites del imaginario religioso de la ciudadanía circula laimaginación ciudadana. En la imaginación ciudadana, y su circuito legal-sagrado, aparece elflâneur y su tránsito ocioso. Por limitante que sea el circuito legal y sagrado del imaginariociudadano, el espacio de la imaginación ciudadana ha dado paso a ejercicios racionales de lalibertad que han cuestionado la funcionalidad de las determinaciones de los ciudadanos. Apropósito de esto, y a modo de comentario final, me gustaría traer a colación, a modo de ejemplo,el desarrollo del feminismo primitivo en Inglaterra (pienso en las revueltas sufragistas de finesdel s. XIX y principios del s. XX) como un aprovechamiento de la tecnificación de la imagenciudadana, como articulación de una forma de imaginación subversiva dentro del imaginariociudadano sagrado-legal. El discurso primitivo feminista, sin el arsenal teórico del que hoy porhoy ostenta, fue sencillamente el traslado de la técnica de reproducción de la imagen ciudadana,entendido esto como una propiedad, sobre el cuerpo de las mujeres. Cito:

[…] la técnica reprodutiva desvincula lo reproducido del ámbito de la tradición. Almultiplicar las reproducciones, sustituye la ocurrencia irrepetible de lo reproducido por suocurrencia masiva. Esta técnica, además, actualiza lo reproducido al permitir a la reproducciónsalir al encuentro del receptor en cualquier contexto que se halle.11

Si la ciudadanía admite ser la articulación libre de la razón, admitiendo también unaautoridad como el centro religioso y aurático de la imagen ciudadana, ¿por qué no habría de ser

10 Cfr. NIETZSCHE, F., (1996) Tratado Segundo. «Culpa», «Mala Conciencia» y similares. En su: La Genealogía de la Moral. Un Escrito Polémico. Alianza: España. Pp. 64-110.

11 BENJAMIN (2005), Ibídem, p. 97.

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posible inscribir esa imagen en un cuerpo que transita funcionalmente por la ciudad? La aparicióndel feminismo y la ciudadanía de sujetos que la consumen que no se corresponden la formulacióntradicional de quien es ciudadano (dícese hombre, blanco, heterosexual, occidental, adulto,etcétera), interpreto, afirman la idea de la ciudadanía como un artículo que se tecnifica cada vezmás, cuya cualidad de tecnificando amplía su imaginario en virtud de una mayor democratizaciónde la imagen ciudadana, lo que quiere decir, en última instancia, que hay más consumidores de laimagen, y por ello mejores condiciones para su representación.