El Imaginario de La Justicia Entre La Dignidad y La Soberanía (3)

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    Si como dice Alejandro Salcedo, en el marco del pluralismo normativo y las

    tendencias de la relacin entre culturas: La relaciones interculturales se dan

    cuando se efecta una convivencia en la diversidad. El interculturalismo cree, en

    trminos generales, que detrs de la diversidad cultural hay algunos valores

    comunes, y plantea la posibilidad de compartir una legislacin que consagre la

    universalidad de los derechos y el pluralismo cultural(Salcedo, 2001, pg. 49)

    De ese modo, la interculturalidad, al colocarse en un plano distinto de los hechos,

    es decir el de los valores, representa una respuesta normativa para enfrentar la

    realidad plural que supone la existencia de la multiculturalidad.

    La llamada tipologa de las sociedades multiculturales establece al menos tres

    clases de stas:

    1. Comunidades separadas territorial y geogrficamente.

    2. Comunidades que comparten espacios pblicos y servicios con el resto de

    la sociedad, vinculadas al fenmeno de la inmigracin.

    3. Comunidades que, aunque carecen de territorio propio, conviven junto a

    otros grupos indgenas y mestizos en zonas ms o menos bien delimitadas.

    [Oliv en (Villoro & Oliv, 1996) p.124]

    En el caso de Mxico, los asuntos de ndole intercultural se inclinan ms sobre la

    tercera opcin. Lo que Salcedo no aclara, por no ser pertinente al objeto de

    estudio que aborda en la obra que tomo de referencia, es De qu modo se

    producen dichas valoraciones? no corremos el riesgo en este caso de

    hipostasiar las valoraciones? Fcilmente se podra contestar: Si seguimos en el

    marco del pluralismo eso muy difcilmente podra suceder ya que en efecto [cito a

    Salcedo] No es necesario suponer estndares universales de racionalidad, ni

    supuestos universales, por ejemplo acerca de conceptos sustanciales sobre el

    individuo y la sociedad, como el caso de la dignidad.(pg. 77) [fin de cita].

    Salcedo se pregunta Esto presupone que valores como la dignidad son un algo

    que forma parte de toda cultura? La respuesta es un tanto ambigua. El se

    responde a s mismo: el significado de los conceptos, como el de dignidad,

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    debe ser redefinido constantemente, aun cuando se trate de un concepto

    fundamental(pg. Ibdem.) Esto provoca, necesariamente, hacer del pluralismo

    no slo una propuesta normativa para el fenmeno de la multiculturalidad, sino

    tambin una hermenutica que medie entre los sentidos equvocos (que ojo!

    Equvocono significa que se encuentre mal) y el sentido unvoco. Por ello es tan

    importante para Salcedo retomar la corriente del pluralismo cultural analgico que

    propone Mauricio Beuchot; porque tanto es una propuesta normativa cultural como

    una hermenutica. Pero en eses caso Cundo una hermenutica del sentido deja

    de ser un modelo de comprensin y pasa a ser un asunto normativo? El acto de

    comprender no es un acto normativo y un acto normativo no implica

    necesariamente haber comprendido lo que se est normando. En el caso de la

    dignidad por ejemplo o la soberana.

    La dignidad y la soberana son conceptos que la cultura cvica se ha encargado de

    difundir desde que nuestro pas se conforma como nacin. Ambos conceptos

    carecen de otra relacin ms all de la que les da el ascenso de los regmenes

    democrticos liberales al poder. Mxico no es una excepcin a la regla, claro con

    sus respectivos bemoles. No es difcil rastrear en el idealismo kantiano sus

    orgenes, lo que s se vuelve un tanto contingente es lo que consecuentemente se

    fue sedimentando en el imaginario social.

    El concepto de imaginario social toma distancia de esta concepcin empezando

    desde su perspectiva histrico-cultural. Kant, como casi toda la ilustracin

    racionalista, no prestar demasiada atencin en ninguna de sus crticas a los

    fenmenos histricos, al tener un carcter ms que nada imaginario y no real.

    ste trmino se vuelve chocante para la tradicin racionalista, por lo que ser

    principal tpico de la tradicin romntica y posteriores herederos.

    El imaginario, tal como Cornelius Castoriadis lo concibe, toma distancia de la

    concepcin ilustrada atemporal y desde su propia perspectiva de hombre histrico

    y social, considera que son las instituciones las que fundan y fortalecen los lazos

    de cohesin, cuya urdimbre orientan a los individuos mediante significaciones

    imaginarias de la sociedad.

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    En sus propias palabras [cito a Castoriadis] Llamo imaginarias a esta

    significaciones porque no corresponden a elementos racionales o reales y no

    quedan agotadas por referencia a dichos elementos, sino que estn dadas por

    creacin, y las llamo sociales porque slo existen estando instituidas y siendo

    objeto de participacin de un ente colectivo impersonal y annimo. (Castoriadis,

    1986: 68). [Fin de la cita]

    Castoriadis reconoce que el campo historicosocial es irreductible a los tipos

    tradicionales de ser. Es la institucin social la que determina lo que es real y lo

    que no, lo que tiene sentido o no. Lo que hace que toda sociedad sea en s misma

    un sistema de interpretacin del mundo, no obstante esto no necesariamente

    desemboca en un relativismo social pues la organizacin de la sociedad,

    desplegadas a partir de dos dimensiones indisociables: la conjuntista-identitaria

    (lgica) y propiamente la dimensin imaginaria. La existencia en la primera es la

    determinacin, en la segunda es la significacin.

    Las significaciones imaginarias en trminos estructuralistas son la organizacin

    sincrnica de una sociedad, un tipo de organizacin desconocida por otras

    significaciones sincrnicas paralelas. Castoriadis denomina a esta organizacin

    sincrnica Magma. Un magma contiene conjuntos pero no es reductible a

    conjuntos o sistemas de conjuntos por ricos y complejos que estos sean. (1986:

    72). ste concepto logra desligar lo que en Kant se encuentra subordinado al

    entendimiento, abrindole un nuevo campo hasta ahora relegado a la religin, la

    potica o la teologa. Su problemtica no cobra cabal importancia sino hasta la

    conformacin de los Estados-Nacin a finales del siglo XVIII con la revolucin

    francesa en Europa (1789) y el triunfo de las facciones liberales en Amrica.

    Es aqu donde cobra pertinencia la resignificacin a la que Salcedo Aquinoapela. El surgimiento de los estados-nacin represent un viraje a las

    concepciones axiolgicas, especialmente en el terreno jurdico.

    En Amrica, se detona con la independencia de las trece colonias, pero

    particularmente en Mxico, podramos decir que su proyecto como Estado-Nacin

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    germina a partir del triunfo de la Reforma liberal y el periodo de instauracin y

    rgimen de Porfirio Daz, pues es imposible establecer dicho vnculo al margen del

    ascenso capitalista como modo de produccin; periodo que no llegar sino a

    finales de los cincuenta.1Mxico como estado-nacin vendra a ser una institucin

    total, en el sentido que le da Castoriadis, compuesta por otras instituciones

    imaginarias que le configuran.

    vido lector del pensamiento de Kant, Jurez basa su discurso triunfal del 15 de

    Julio de 1867 en un pasaje de la Paz perpetua (1795). Quiz se pueda cuestionar

    que el parentesco intelectual entre Jurez y Kant puede llegar a ser muy cercano,

    pero tampoco es que sea idntico. Adems de que esta suposicin no es ms que

    eso, no suposicin. Pero cuando Jurez dice Entre los individuos, como entre las

    naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz. no es lo mismo que cuando Kant

    dice la injusticia cometida se ejerce nicamente en el sentido de que no respetan

    el concepto del derecho, nico principio posible de la paz perpetua. Concdame

    el auditorio esta nica prerrogativa, slo nos apoyaremos en Kant para delimitar lo

    que el pesamiento liberal imagina que debe ser la dignidad y soberana.

    En ese sentido podemos decir que el concepto de dignidad se basa en una de las

    enunciaciones que Kant hace del imperativo categrico: [Cito a Kant] Pues bien,

    yo digo: el hombre, y en general todo ser racional, existecomo fin en s mismo, no

    meramente como mediopara el uso a discrecin de esta o aquella voluntad, sino

    que tiene que ser considerado en todas sus acciones, tanto en las dirigidas a s

    mismo como tambin en las dirigidas a otros seres racionales, siempre a la vez

    como fin.[Fin de la cita] (1996: 187: ) Esta dignidad que Kant le otorga a

    los individuos racionales es tanto un principio objetivo como uno subjetivo, por ello

    universal. Lo que hace que el hombre sea digno, es decir reconocido como fin en

    s mismo en tanto sujeto racional, es que l sea capaz de modelar su propia

    naturaleza conforme a lo que le dicta la razn. Esto implica primero que nada

    1Benedicta Anderson opina que son tres los factores que influyeron en el surgimiento de las comunidades

    nacionales imaginadas al relacionarse entre s. En primera instancia encontramos el surgimiento del

    capitalismo, que organiz el sistema de produccin y de relaciones productivas. En segunda instancia la

    imprenta, que permiti ofrecer a este sistema una tecnologa de comunicacin. Y por ltimo, pero no por

    ello menos importante, la fatalidad de la diversidad lingstica humana Cfr(Anderson, 1993, pg. 70)

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    saberse sujeto a leyes y ceir sus actos a ellas, lo que me lleva al siguiente

    concepto: la soberana.

    En efecto la soberana representa la contraparte poltica de lo que para Kant es en

    la moral la dignidad. Si, en efecto, el proyecto kantiano de paz perpetua seconcretara, observaramos cmo la suma de todas las voluntades particulares

    estructuran un estado soberano; por ello autnomo e independiente. En primera

    instancia autnomo porque l mismo es capaz de regirse por sus propias leyes,

    mismas que no est por dems decir, se sostienen en el uso exclusivo de la razn

    prctica. Ya se puede adivinar que ello le permite la independencia de otra

    jurisdiccin que no sea la dada por su propio sistema legal; mismo que no debe

    estar muy lejos del pensamiento pblico de las naciones cosmopolitas en general.

    Kant denomina a ste rgimen reino de los fines (1996: 197).

    La dignidad en el reino de los fines se encuentra por encima de todo precio, por

    tanto no haya nada equivalente (Cfr. 199) siendo partcipe como ser racional de la

    legislacin universal, el sujeto es autnomo. La autonoma de las naciones se

    vuelve la condicin de posibilidad para ejercer actos legtimamente morales en la

    poltica, es decir soberanos.

    Suspendamos por el momento nuestra discusin al respecto de los trminos.

    Simplemente hay que trasladarnos en la historia, unos aos despus, a la

    consolidacin del proyecto juarista. Estoy hablando desde el triunfo liberal en las

    guerras de reforma, con el fusilamiento de Maximiliano en el cerro de las

    campanas, alrededor del ao 1861; hasta tiempo despus de la cada del

    porfiriato; cando en efecto se ve en el imaginario social la urgencia de un cambio

    de concepcin en la axiologa de los tiempos

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    El concepto de Justicia entre la dignidad y la soberana.

    Hay un concepto en particular que a mi parecer logra mediar, de cierta forma,

    entre la dignidad y la soberana; muy parecido a la analoga en Mauricio Beuchot.

    El concepto de justicia; un concepto que al mismo tiempo es tanto un valor comoun cono, smbolo o alegora de todo ejercicio jurdico. El modelo clsico de la

    dama de la justicia es una mujer cubierta, equilibrando una balanza y

    sosteniendo una espada que, al menos desde el siglo XV, lleva los ojos vendados.

    Esta venda en los ojos le impide ser parcial con sus decisiones,

    independientemente de la posicin social, poltica o econmica que posean los qe

    ser ajusticiados.

    Cuando pienso en el imaginario de la justicia en Mxico no puedo evitar traer acolacin aquella representacin que Jos Clemente Orozco hace en uno de sus

    murales de la entonces Escuela Nacional Preparatoria (1923-1924). En ella se

    representa a la justicia como una mujer cubierta por una toga, manchada por la

    silueta sanguinolenta de una mano a la altura de su busto y cuyo rostro se

    encuentra parcialmente vendado. Se hace acompaar de la representacin

    imaginaria de la ley con quien mutuamente guian sus ojos en seal de

    complicidad.

    Orozco busca representar al imaginario de la justicia, mancillado y manipulado por

    las lites de la nueva burguesa mexicana, mediante un estilo caricaturesco.

    Habremos de reconocer que la caricatura a principios de siglo es un vehculo de

    suma importancia para la propagacin del imaginario social en una poblacin

    mayoritariamente analfabeta; sin olvidar que esta representacin fue plasmada en

    un colegio. Su papel como vnculo social de expresin poltica pero tambin como

    estrategia propagandstica, foment la consolidacin de los idearios republicanosdel liberalismo juarista, pero al mismo tiempo fungi como un severo crtico de los

    mpetus revolucionarios a principios de siglo.

    Otra de las representaciones que hace Orozco est localizada en la Suprema

    Corte de Justicia (1941), que no variar mucho, a pesar de haber pasado ya ms

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    de diecinueve aos despus de la primera representacin. Pero el hecho de que

    no variara no significa que no haya sido polmico, en su momento, y lo siga siendo

    hoy en da; ya que pone el dedo en la llaga al representar iconogrficamente una

    doble representacin imaginaria de la justicia. La primera -slo por estar en primer

    plano- en lugar de una venda utiliza descaradamente un antifaz, si me permiten el

    juego de palabras. La segunda se encuentra dormitando en un glorioso pedestal.

    Ambas son castigadas por un poderoso fuego que atraviesa y expulsa a los que

    podran ser, en este caso, los usurpadores de la justicia verdadera. Ya se ve en

    Orozco la urgencia de una nueva concepcin imaginaria de la justicia basada en

    instituciones fuertes, urgencia que tambin plasmar en el fresco Basura Social

    (1923-1924), refirindose a toda la iconografa poltica que, permeada de vanidad,

    pulula entre los altos puestos de la burguesa mexicana.

    Orozco, como caricaturista, es bastante crtico. Pero por supuesto no le queda

    muy bien el papel de mesas, ni de idelogo poltico, ni parece tener mucho inters

    en transvalorar los valores del movimiento muralista. Ultimadamente en Orozco

    se encuentra la impronta por una nueva concepcin de la justicia iconogrfica y

    polticamente hablando- quien recoge la estafeta sern las prximas

    generaciones; especialmente los del Taller de la grfica popular, quienes claman

    ms por el activismo poltico de corte revolucionario -y ese ser el trmino ms

    polmico en la historia mexicana. Segn se muestra tiene una connotacin poltica

    de revuelta social pero conforme pasa el tiempo tiene un carcter ms Cmo

    decirlo sin sonar tan controvertido? Colaboracionista.

    Los incontrolables bros de la revuelta popular, las protestas obreras y del

    campesinado, los clamores de justicia y resarcimiento del miserable se ven

    cooptados por un concepto especfico de la teora poltica hegemnica: el

    Proletariado. No es ni el obrero, ni el campesino, ni por supuesto los llamados

    lupen o andrajosos, una bola de pelados que slo hacen reminiscencia a la

    revuelta armada ya tenida en menos por la, cada vez ms consolidada,

    burguesa-, no es ninguno de ellos sino el Proletario. Cul es la diferencia dirn?

    Por supuesto, su carcter orgnico e institucional. El proletariado es una

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    organizacin de clase, que abarca lo que hasta entonces haban sido los grandes

    gremios de productores agrcolas, artesanales o inclusive militares. El artesano (u

    obrero), el campesino y el soldado forman parte del imaginario poltico y social de

    la Trinidad obrera Tambin presente en la representacin de Orozco en la

    Escuela Nacional preparatoria-

    La justicia proletaria y la mecanizacin del campo (1926) es un mural, pintado al

    fresco por Diego Rivera y localizado en la escalinata del tercer nivel de la

    Secretara de Educacin Pblica. Ambos conceptos representan los dos frentes

    con los que el muralismoo al menos el muralismo de Rivera- propone combatir la

    difcil situacin del rezago nacional, en trminos tanto econmicos como polticos

    e ideolgicos. En el fresco se ve una nueva representacin iconogrfica de la

    justicia, rodeada por una tnica roja, en lo que aparenta ser una especie de

    escorzo, en picada, de una figura antropomorfaquisiera afirmar que es femenina

    aunque no hay indicios de que lo sea, ms all de su cabellera larga y piel

    morena. Su posicin es muy poco ortodoxa pues mientras que, al frente, cierra su

    puo izquierdo con fuerza como lanzando un puetazo- atrs, su mano derecha

    se extiende; saliendo de ella una especie de flagelo que castiga a un Capataz,

    smbolo del rezago econmico y el despotismo latifundista, y a un par de monjes

    dominicos, a juzgar por las tnicas y la tonsura del cabello- smbolos del rezago

    ideolgico.

    La siguiente mencin de la representacin iconogrfica de la justicia se encuentra

    en el mural de Luis Nishizawa pintado en la suprema corte (2008), muy cerca del

    que inicialmente haba pintado Orozco en aquel entonces pero con una diferencia

    fundamental. Contrario a Orozco, Nishizaway compaa- pintan otra perspectiva

    mucho ms pica en donde, considerando el antecedente prehispnico, se

    representa la justicia indgena mediante la comparecencia de dos guerreros ante

    el consejo de ancianos; seguido se encuentran un total de once caballos total de

    los jueces y magistrados de la suprema corte. Postrndose al ltimo la figura de la

    justicia, envuelta en una especie de fuego prometeico, con el pecho descubierto y

    sin vendaje en los ojos; muy a la usanza de una Marianne, alegora de la madre

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    patria francesa; pero cuyos rasgos atienden ms a la fisonoma mestiza

    latinoamericana. A sus pies se postra la efigie beligerante de Jos Mara Morelos

    y Pavn, lo que no es casual, ya que es l quien funda histricamente la suprema

    corte de justicia como institucin poltica del estado soberano mexicano, a travs

    de la promulgacin del Decreto constitucional para la Libertad de la Amrica

    Mexicana, tiempo despus constitucin de Apatzingn de 1814.

    Lo que tampoco hace casual que en el Colegio Nicolaita, actual Universidad

    Michoacana de San Nicols de Hidalgo, Agustn Crdenas Castro utilice su efigie

    como personificacin masculina de la justicia (1973), acompaada del guila y la

    serpiente. Adoptando el mismo gesto simblico de la representacin de la justicia,

    adoptado hasta entonces.

    De una justicia indigna a otra que representa el ideario mexicano de historia y

    soberana la representacin del imaginario de la justicia oscila en la configuracin

    de Mxico como Estado-Nacin en la primera mitad del siglo XX no slo en el

    terreno abstracto sino tambin en el figurativo.

    El papel del muralismo mexicano fue el de configurar una consciencia nacional all

    donde no la haba. Fungi como mediador entre el raso del pueblo y las ideas

    abstractas de soberana nacional, unificando bajo un discurso pictrico los

    imaginarios de una sociedad nacional que daba sus primeros pasos hace ya

    algunos ayeres.

    La superacin del modelo hegemnico del Estado-Nacin est orillando a la

    configuracin de un nuevo imaginario de la justicia en el que la dignidad y la

    soberana no sean concebidas bajo un modelo de homogeneidad nacional y que,

    por el contrario se tome en cuenta la presencia de las minoras nacionales,

    culturales o autctonas que configuran hoy en da una nueva idea de justicia,

    capaz de ofrecer un dilogo con el modelo occidental ilustrado. Por ello salta a la

    vista que se encuentre desnuda, que no tenga vendas y por ende sea capaz de

    percibir la diferencia y no la homologue, hacindola indistinta.

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    Es debatible ante todo, cul es la posicin de la justicia en su representacin

    iconogrfica del imaginario social. Desde mi perspectiva; as como la idea del arte

    mexicano, despus del muralismo, oscila entre la artesana y la propaganda; el

    imaginario social de la justicia, desde el muralismo, oscila entre el concepto de

    dignidad plasmado de manera negativa por la representacin de la justicia en

    Orozco- y la soberana nacional plasmado de manera positiva en el ideario

    constitucionalista.

    Lo que habremos de concluir despus de sta revisin, es que la postura del

    pluralismo debe tomar en cuenta que cuando se dice que es indistinto para la

    justicia no compartir rasgos tnicos, sociales, polticos, econmicos, etc sino que

    ms bien deberamos centrarnos en los valores subyacentes de las prcticas

    sociales para generar acuerdos, mediante el dilogo. Estos valores, bajo ninguna

    circunstancia deben ser tomados como entidades hipostasiadas y a su vez

    mondicas; al contrario todas las valoraciones son relaciones sociales entre

    individuos, respaldados a su vez por instituciones. Instituciones que con el tiempo

    deben ser reinterpretadas conforme a su funcin y finalidad.

    El arte en gran medida como reflejo de la sociedad popular es a s vez un modelo

    de interpretacin de la realidad social. Un artista comprometido con la sociedad

    que le dio origen y sostn, en todo caso tambin puede ser n agente poltico, sin

    necesidad de dejar su labor por un activismo poltico. Ejemplo claro son las

    reinterpretaciones de la justicia por parte de cada uno de los muralistas aqu

    abordados. Sin ms que decir, agradezco su atencin.

    Muchas gracias.

    Bibliografa

    Anderson, B. (1993). Comunidades Imaginadas.Mxico: FCE.

    Salcedo, A. (2001). Multiculturalismo. Orientaciones filosficas para una argumentacin pluralista.

    Mxico: UNAM-FES Acatln.

    Villoro, L., & Oliv, L. (1996). Filosofa moral, educacin e historia.Mxico: UNAM.