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El imperialismo de los Estados Unidos en el pensamiento de Martí, Rodó y Haya de la Torre: pasado y presente L * Profesor investigador del Departamento de Filosofía en el Área de Historia del Estado y la Sociedad de la Univer- sidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa. IZTAPALAPA 43 enero-junio de 1998 pp. 51-78 José C. Castañeda Reyes* INTRODUCCIÓN as trece colonias que se declararon libres de Inglaterra en 1776 vivieron un proceso de desa- rrollo capitalista acelerado, que en poco tiempo les permitió lanzarse a la conquista de amplias zonas de influencia, mercados y centros de extracción de materias primas. A excepción de la guerra con México este proceso, que se observó con más claridad a fines del siglo XIX cuando se abandonó plenamente la polí- tica aislacionista propuesta por George Washington, significó que el imperialismo norteamericano se dirigie- ra principalmente a ejercer un control indirecto, de tipo financiero o industrial, sobre los territorios bajo su influjo, más que interesarle una ocupación directa sobre aquéllos. La Primera Guerra Mundial y sus conse- cuencias afirmaron plenamente esta orientación. Así: el “nuevo imperialismo” comercial es esencialmente an- tibélico y anticolonial; no debían adquirirse nuevos

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El imperialismo de los Estados

Unidos en el pensamiento de Martí,

Rodó y Haya de la Torre: pasado

y presente

L

* Profesor investigador del Departamento de Filosofía enel Área de Historia del Estado y la Sociedad de la Univer-sidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa.

IZTAPALAPA 43enero-junio de 1998

pp. 51-78

José C. Castañeda Reyes*

INTRODUCCIÓN

as trece colonias que se declararon libres deInglaterra en 1776 vivieron un proceso de desa-rrollo capitalista acelerado, que en poco tiempo

les permitió lanzarse a la conquista de amplias zonasde influencia, mercados y centros de extracción dematerias primas. A excepción de la guerra con Méxicoeste proceso, que se observó con más claridad a finesdel siglo XIX cuando se abandonó plenamente la polí-tica aislacionista propuesta por George Washington,significó que el imperialismo norteamericano se dirigie-ra principalmente a ejercer un control indirecto, detipo financiero o industrial, sobre los territorios bajosu influjo, más que interesarle una ocupación directasobre aquéllos. La Primera Guerra Mundial y sus conse-cuencias afirmaron plenamente esta orientación. Así:

el “nuevo imperialismo” comercial es esencialmente an-

tibélico y anticolonial; no debían adquirirse nuevos

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territorios que hicieran peligrar la segu-

ridad de los Estados Unidos o supusie-

ran un precio excesivo para su econo-

mía (Adams, 1979: 251-252).

De esta forma, Estados Unidos de-sarrolló una política dirigida, sobretodo, en contra de América Latina.Para el coloso colonialista esta regióndel continente ha significado un lugaresencial para los capitalistas nortea-mericanos, que han procurado lograrla identificación entre sus propios inte-reses y la seguridad nacional nortea-mericana. Por ello, la estabilidad de lanación en lo interno aparece como al-tamente dependiente tanto de las in-versiones efectuadas en América La-tina como de la situación que guardenlas fuerzas de los países “amigos” delsur (Galeano, 1979: 207). La explo-tación de los recursos naturales deLatinoamérica y su utilización comomercado cautivo de sus productos hasido y es fundamental para el capita-lismo norteamericano. De ahí la Doc-trina Monroe (1823), la cual señalaque:

consideraríamos un peligro para nues-

tra paz y seguridad cualquier tentativa

de parte [de las potencias europeas] que

tuviera por objeto extender su sistema

a alguna porción de este hemisferio...

cualquier intervención de una potencia

europea con el objeto de oprimir [a las

naciones latinoamericanas] o de dirigir

de alguna manera sus destinos, no

podrá ser vista por nosotros sino como

una manifestación hostil hacia los Es-

tados Unidos (Pereyra, 1973: 644-665).

Por otro lado, la tesis del “DestinoManifiesto” indicaba que los derechosde los Estados Unidos eran una expre-sión de las prerrogativas de la humani-dad toda, por lo que tan sólo se ejercíael “derecho a la posesión” de los terri-torios americanos, natural a la grande-za del pueblo norteamericano, ya que:

el destino de esta nación se hace mani-

fiesto, no sólo por el éxito alcanzado [en

su desarrollo y conquistas] tal y como

ya lo establecía su moral puritana, sino

también por la misma geografía, vista

de tal forma que no sólo el sur y el oeste

americano estaban destinados a ser

campo de su expansión, sino también

el Caribe y de allí toda la América, para

saltar de aquí a una expansión ultra-

continental (Zea, 1976: 111).

Ante esto, los ataques contra Lati-noamérica a lo largo del siglo XIX fueronconstantes. México, Cuba, Puerto Rico,Panamá, diversos territorios cayeron,de una u otra manera, bajo la influen-cia norteamericana. Esta forma de co-lonialismo incidió directamente en eldesarrollo de América Latina. Pueblosenteros quedaron inmersos en un papelespecífico dentro de la división interna-cional del trabajo, estructurada entre1820 y 1914 para convertir a los paíseslatinoamericanos en exportadores de ma-terias primas (Furtado, 1974: 46, 50-52). En este contexto, Estados Unidos:

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asumía el papel de gendarme al servicio

de relaciones financieras establecidas

en la etapa de madurez del neocolonia-

lismo; los hechos iban a demostrar con

cuánta seriedad estaba dispuesto a en-

carar sus nuevos deberes... (Halperin,

1981: 284)

— o —

A raíz de que América Latina alcanzósu reaccionaria independencia políticacambió la dominación española por lainfluencia del colonialismo y luego im-perialismo mundial. En realidad, estainfluencia ha sido una constante entoda la historia latinoamericana.1 Anteesto, es natural que los pensadores la-tinoamericanos, sobre todo desde finesdel siglo XIX y principios del XX, hayanseñalado el peligro del imperialismopara los pueblos de América Latina; ypor circunstancia geográfica, por in-fluencia natural casi, los Estados Uni-dos han sido motivo de admiraciónprimero y de temor nacional después.Así, este pensar latinoamericano sobreel incómodo “vecino” expresa el repu-dio contra la prepotencia norteameri-cana, con un sentido de lucha antico-lonialista y antiimperialista muy clara.La crítica permite también la autode-finición del ser latinoamericano porcomparación con el yanqui, y ello nose debe a una falta de conocimiento deNorteamérica, sino al hecho de ob-servar la necesidad de desarrollar unpensamiento defensivo ante el peligrocomún (Rama, 1975: 9, 47-48). Sin

embargo, recordaremos luego las im-plicaciones de la posición diametral-mente opuesta: la de aquellos que ad-miran y, sobre todo, se benefician delacercamiento con los Estados Unidosy su American way of life.

El pensamiento sobre los EstadosUnidos muestra una evolución desde“la visión empírica (Martí), espiritualis-ta (Rodó) e incluso nacional-socialista(Ugarte) de los escritores finiseculares,a una concepción más moderna en quese utiliza la explicación del imperialis-mo como definitoria de la actitud nor-teamericana con referencia a nuestrospueblos...” que encontrarán como su“más vigoroso rival” para su liberacióneconómica, política y social, anterior-mente imaginada por medio de la víadel “socialismo real”, al “colonialismoimperial norteamericano, ya sea a tra-vés de las oligarquías locales que le sir-ven, ya directamente en forma de in-tervencionismo económico, político ymilitar.” (Rama, 1975: 32-36).

Pero puntualicemos: es paradójicoque los Estados Unidos devinieran parael pensamiento latinoamericano “pe-ligro continental”, como finalmente sele consideró, sobre todo si tomamosen cuenta el modelo que significó estepueblo para la conciencia latinoame-ricana en ciertos momentos. En efecto,se nota una evolución en la concepcióndel país del norte en esta conciencia:inicialmente, Norteamérica despertóla admiración y el deseo de emulaciónen pueblos recientemente liberados delyugo europeo que veían su atraso ab-

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soluto y no encontraban solución parasus problemas internos. De ahí el con-siderar a los Estados Unidos, pueblotambién liberado de Europa pero pode-roso y capaz de tener su propio des-tino, como el modelo a seguir por lospueblos de América Latina, deseososde gozar de similar grandeza y de quelo mismo que ocurría en el norte pudierapresentarse en el sur. En los EstadosUnidos “el espíritu de la modernidadhabía encarnado...” y se realizaba to-talmente. Así, Sarmiento exclama-ba: “¡Llamaos los Estados Unidos dela América del Sur y el sentimientode la dignidad humana y una nobleemulación conspirarán en no hacer unbaldón del nombre al que se asocianideas grandes!” Pero mientras los la-tinoamericanos los admiraban, losnorteamericanos se dedicaban a ex-tenderse sobre los ilusos en su propiobeneficio, con base en las justificacio-nes ideológicas de que hablábamos,buscando “tomar el lugar dejado porEspaña y Portugal o por cualquier otranación europea en Latinoamérica”(Zea, 1976: 57, 59-61). Mas ello pare-cía no ser observado entonces, y a laceguera contribuía la prédica procapi-talista, admirada de observar un “or-ganismo” tan perfecto como el de losEstados Unidos.

Pero poco a poco la realidad empezóa no concordar con las ideas precon-cebidas. Si México comenzó a pade-cer la “buena vecindad” desde antesde mediar el siglo, poco después en elresto de Latinoamérica se comenzó a

observar que en realidad Norteaméricano era la meta a alcanzar: iniciaba alfin la reacción latinoamericana gene-rada en las clases medias, relegadaspor las oligarquías internas y por elimperialismo, y que a fines del sigloXIX y principios del XX no podían dejarde observar, sobre todo a partir de 1898,la cada vez más clara penetración ne-gativa del imperialismo estadouniden-se. Para el siglo XX, la conciencia delgran error de querer asemejarse a unpueblo tan diverso será clara, y es en-tonces cuando se habla de la necesi-dad de basarse en las raíces propias,no en las realidades ajenas (Zea, 1976:70, 74). Ello se refleja en los escritosde fines del siglo XIX y principios del si-guiente, que además intuían, amén delas intervenciones directas, el pleno ypeligroso desarrollo del potencial eco-nómico del antiguo modelo (cf. Beyhaut:1985: passim y especialmente 159-171). Con ello nace el sentimiento an-tiimperialista:

pese a la renuencia del gobierno y los

ciudadanos de los Estados Unidos a ha-

blar de un imperio y de imperialismo la

América Latina lo denunciará y se en-

frentará a él acuñando como palabra de

combate la del antiimperialismo (Zea,

1976: 143).

La “nordomanía” o “yanquimanía”tendía a llegar a su fin. Empero, la si-tuación ya no tenía solución: los Esta-dos Unidos desarrollaban ya abier-tamente su política expansionista e

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imperialista, en franca alianza con lasfuerzas reaccionarias de los puebloslatinoamericanos, aliadas permanen-tes de los capitales extranjeros parala defensa de sus egoístas intereses declase (cf. Zea, 1976: 82, 92 y 132).2 Apesar de la prédica justificatoria nor-teamericana, los países de Latinoa-mérica veían que los norteamericanos“no tenían amigos, sino intereses” yque por ello la única solución posibleera el movimiento del latinoamericanopara lograr su independencia eco-nómica, e incluso política en algunoscasos, del nuevo imperialismo.

Este proceso fue acelerado con elinicio de la Revolución mexicana y porel estallido de la Primera Guerra Mun-dial, ambos hechos de gran influjo enAmérica Latina (véase Beyhaut, 1985:159-171 y 256-275). De esta manera,con el ejemplo mexicano, nacionalismoy reformismo se desarrollaron rápi-damente y para los años anteriores ala Segunda Guerra se manifestaron yacon más claridad en diversos movi-mientos tendientes a lograr la inde-pendencia económica por medio de lalucha antiimperialista. Los problemasgenerados en esta etapa se agudizaronaún más en América Latina debido alos efectos de la crisis de 1929, queprovocó el fortalecimiento de las ten-dencias autoritarias en distintos go-biernos del mundo.

En esta difícil situación, las doctri-nas y planes de emancipación surgíanpero sin llegar a resultados positivos:los Estados Unidos y la reacción inter-

na impedían todo movimiento libera-dor. Así, América Latina debió espe-rar hasta 1959 para contemplar conasombro, y luego con esperanza, lainstauración de un nuevo régimen queal poco tiempo se declaraba de cortesocialista y que ponía en práctica me-didas que los mismos nacionalistaslatinoamericanos veían como imprac-ticables.

— o —

En este marco que describimos sus-cintamente se destacan los tres pen-sadores que estudiamos, modelos delas etapas que esbozamos arriba. Enefecto, José Martí representa la etapainicial, en la cual comenzaba a adver-tirse y señalarse el peligro imperialistanorteamericano; con ello inicia el ca-mino que continúa José Enrique Rodó,el cual observó con claridad esta situa-ción, sobre todo a partir de 1898, porlo que asentó en su Ariel, el cual llenótoda una época en Latinoamérica, elpeligro de la “nordomanía” y la inutili-dad de la misma, proponiendo en cam-bio la elevación del espíritu latinoameri-cano que debía enfrentarse e imponersea lo sajón. Finalmente, Víctor Raúl Hayade la Torre y la Alianza Popular Revo-lucionaria Americana (APRA) propusie-ron ideas y programas originalmente a-vanzados y prácticos, como resultadodel difícil periodo de entreguerras, laproblemática interna de los puebloslatinoamericanos, el desarrollo de nue-vas ideas y la puesta en práctica con

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éxito de otras. El cada vez más asfi-xiante imperialismo estadounidensepreparó el campo para el surgimientode estas teorías antiimperialistas, fi-nalmente cooptadas por los propiosEstados Unidos. De cualquier manera,Haya, a pesar de sus contradiccionesy paradojas, cumplió con una siguienteetapa en el desarrollo del proceso an-tiimperialista, proceso que habría dedesembocar en la Revolución cubana,la cual se significó como un verdaderocambio en las relaciones entre Améri-ca Latina y el coloso del norte. Hoy, lamisma vía cubana es cuestionada porlas propias naciones latinoamerica-nas. El proceso de “globalización” semanifiesta con nuevas formas y me-canismos de explotación, que continúan

postrando en el atraso y la miseria agran parte de los pueblos latinoameri-canos, a través de la alianza del yanquicon los intereses oligárquicos inter-nos. Urge retomar el camino que Martí,Rodó y el mismo Haya de la Torre enun tiempo, marcaron para la libera-ción de América Latina. Y continuamosesperando que se devele el misterio deque hablaba Carlos Pereyra: “...la reac-ción hispánica contra esta fuerza esel secreto que no podemos penetrar”(1973: 748).

EL PRECURSOR:JOSÉ MARTÍ (1853-1895)

El medio

A mediados del siglo XIX, Cuba conti-nuaba siendo una productiva posesiónpara los españoles: el azúcar, el café yel tabaco eran fuentes de riqueza y pro-dujeron el crecimiento económico deun país colonialista dependiente. To-davía se empleaba en gran medida lamano de obra esclava y en general seobservaban ya signos de los problemasfuturos. En 1857 y 1866 se presenta-ron sendas crisis, que favorecieron lafermentación revolucionaria, hasta lle-gar al 10 de octubre de 1868, en que Car-los Manuel de Céspedes lanzó el “Gritode Yara” conminando a los cubanos ala independencia, iniciándose un con-flicto que culminó con el Pacto de Zan-jón (1878). Martí, quien se había adhe-rido a la lucha, padeció el encierro, que

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le permitió escribir su “Presidio políti-co”, para ser luego desterrado. En tanto,el proceso de agitación continuaba, enpro de la independencia y de la libertaddel negro. Al mismo tiempo, los Es-tados Unidos, desde 1880, iniciabansu penetración imperialista en Cuba,dirigida al campo de la minería y luegoal del azúcar (1883), lo cual permitióel establecimiento de las grandes cen-trales de obreros asalariados. Para1894 la producción de azúcar llega-ba a más de un millón de toneladas, yrepresentaba el 85 por ciento del totalde las exportaciones del país. Cubaestaba ya en el camino del monocultivoagotador, al mismo tiempo que las con-tradicciones sociales se recrudecían.

Calixto García en 1880 había in-tentado un nuevo movimiento indepen-dentista, que también fracasó, y no fuehasta 1892, cuando Martí y otros cons-tituyeron el Partido de la RevoluciónCubana, que el proceso se aceleró. Para1894 se había reunido dinero, armasy partidarios, en gran parte gracias ala convocatoria del propio Martí, queviajó por el Caribe y los Estados Uni-dos llamando a sus compatriotas a lalucha. Al fin, Martí, Máximo Gómez yAntonio Maceo desembarcaron en Cubaen 1895 y se lanzaron a la lucha. Martífue muerto el 19 de mayo en una esca-ramuza en Dos Ríos, provincia de O-riente, y su cadáver fue exhibido comoescarmiento y advertencia. Pero elproceso no se detuvo y desembocó fi-nalmente en la intervención estadouni-dense en 1898, la primera guerra im-

perialista de la historia contemporá-nea, según Lenin, y de la que emergióla Cuba dependiente que habría de li-berarse de nuevo en 1959. La Enmien-da Platt (2 de mayo de 1901) sepultómomentáneamente por completo lasesperanzas por las que vivió y murióMartí (cf. Pierre-Charles, 1978: 23-24;Le Riverend, 1985: II, 39-86 y Martí,1980: 5-6, 10-11 y 47).

El hombre

José Martí nació en La Habana el 28de enero de 1853. Su padre, oficial deartillería español, lo educó para quefuese “un hombre libre”. En 1870 fuepreso por mostrar sus sentimientospro Céspedes, y condenado a seis añosde presidio. A los diecisiete años débil,frágil, fue desterrado a España, puesno logró soportar el régimen peniten-cial. En la Universidad de Zaragozaestudió la licenciatura en filosofía yletras y en 1875 se trasladó a México.Editaría la Revista Universal, El Fe-

deralista, El Eco de Ambos Mundos, El

Socialista, Guatemala, Revista Venezo-

lana, como parte de una extensa obraescrita a lo largo de su vida.

En 1878 regresó a Cuba, pero porsu actividad revolucionaria fue otra vezexpulsado. En 1880 llegó a los EstadosUnidos, donde permaneció hasta elinicio de la lucha definitiva, realizandoviajes esporádicos fuera del país y co-laborando en diversas publicaciones.En 1891 representó a Uruguay en la

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Conferencia Monetaria Internacionalde Washington. Su estancia en los Es-tados Unidos le permitió observar sunegativa influencia sobre AméricaLatina, la cual procuró denunciar. Perofue la gran lucha liberadora de su pa-tria su principal preocupación, la quefinalmente lo llevó a la muerte (cf. Martí,1980: 213-215 y s/f: VIII-XIII, y Zea, 1979,69-70).

Las obras de Martí sobre Hispanoa-mérica y los Estados Unidos se refierensobre todo al periodo de 1880 a 1895,en el cual realiza un análisis profundo,humano y clarificador de la difícil rela-ción, con “insuperables cuadros de lospueblos de las dos Américas y sagacesy justicieros análisis de las relacionesentre el norte y el sur” (Martí, 1982:XX-XXI).

La importancia de Martí radicó enla creación de esta nueva imagen deNorteamérica, que los escritores poste-riores, como Rodó, habrían de desarro-llar luego. Su gloria consistió:

en haber modificado y destruido la de-

presión moral en que vivíamos, siendo

el despertador del pueblo aletargado,

la imagen viva del apóstol y el caudillo

que enseña y organiza, que impulsa y

disciplina, que predica cuando la predi-

cación es necesaria y que muere por

su credo cuando el sacrificio lo deman-

da (Martí, 1902: II, 12; cf. Rama, 1975:

23, y Zea, 1976a: 453).

De esta forma, Martí condenó elinútil afán de la generación anterior

por emularse a los Estados Unidos ypretender levantar “de la nada” un serde América falso, intentando fingir ydejar de ser lo que se era para conver-tirse en algo distinto e inalcanzable.

El pensamiento

La visión de Martí sobre el imperia-lismo de los Estados Unidos aparecemuchas veces más bien insinuada enlos textos que declarada abiertamente,quizá por su situación de vivir en elterritorio norteamericano. Sin embar-go, en ciertos documentos como losreferentes al Congreso Internacionalde Washington y la carta a Manuel M.Mercado del 18 de mayo de 1895, undía antes de morir en combate, mues-tra con gran claridad su pensamientoantiimperialista. Así, señala el peligroque significa Norteamérica, la cual deseala dominación absoluta del continente:

...contener con el respeto que imponga

y la cordura que demuestre, la tentati-

va de predominio, confirmada por los

hechos coetáneos, de un pueblo criado

en la esperanza de dominación conti-

nental... De una parte hay en América

un pueblo que proclama su derecho de

propia coronación a regir, por moralidad

geográfica, en el continente, y anuncia

por boca de sus estadistas... mientras

pone la mano sobre una isla y trata de

comprar otra, que todo el norte de Amé-

rica ha de ser suyo, y se le ha de recono-

cer derecho imperial del istmo abajo...

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¿Y han de poner los pueblos de América

sus negocios en manos de su único ene-

migo, o de ganarle tiempo, y poblarse, y

unirse, y merecer definitivamente el cré-

dito y respeto de las naciones? (Martí,

1980: 99, 111).

Los Estados Unidos desarrollan unapolítica de imperialismo económico no-civa a los pueblos hispanoamericanos:

Los pueblos menores, que están aún

en los vuelcos de la gestación no pueden

unirse sin peligro a los que buscan un

remedio al exceso de productos de una

población compacta y agresiva, y un de-

sagüe a sus turbas inquietas... Dos cón-

dores y dos corderos se unen sin tanto

peligro como un cóndor y un cordero...

(Martí, 1980: 141).

El problema es que los norteame-ricanos ni siquiera comprenden a laAmérica Latina, lo cual constituye ungrave peligro:

No hay que esconder que las razas cor-

pulentas y vigorosas miran con cólera,

como a un estorbo, a las razas de cuer-

po menor y vida difícil que la historia

les pone en el camino... se suele desde-

ñar a México porque se le envidia o por-

que no se le conoce (Martí, 1980a: 141).

Por ello, la relación que Hispanoa-mérica mantenga con el poderoso veci-no debe ser razonada y establecida en-medio de innumerables precauciones:

jamás hubo en América... asunto que

requiera más sensatez ni obligue a más

vigilancia, ni pide examen más claro y

minucioso, que el convite que los Es-

tados Unidos potentes, repletos de pro-

ductos invendibles y determinados a ex-

tender sus dominios en América, hacen

a las naciones americanas de menos

poder... vecino pujante y ambicioso, que

no los ha querido fomentar jamás, ni

se ha dirigido a ellos sino para impe-

dir su extensión... o apoderarse de un

territorio... o para cortar por la intimida-

ción sus tratos con el resto del univer-

so... (Martí, 1980: 82-83).

Y Martí habla con conocimiento decausa, pues:

Viví en el monstruo, y le conozco las

entrañas –y mi honda es la de David...

yo estoy todos los días en peligro de dar

mi vida por mi país y por mi deber... de

impedir a tiempo con la independencia

de Cuba que se extiendan por las An-

tillas los Estados Unidos y caigan, con

esa fuerza más, sobre nuestras tierras

de América. Cuanto hice hasta hoy y

haré, es para eso... (Martí, 1953: 128).

De esta forma Martí da cuenta desu labor revolucionaria, tendiente amostrar el peligro imperialista y, sobretodo, a lograr la independencia de supaís.

De su estancia en los Estados Uni-dos Martí aprendió a conocer la vidainterna del coloso y, según los propó-sitos que él mismo declara, procuró

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no escribir de un solo tema sino devarios: política, costumbres, escenascotidianas, acontecimientos diversos.Así, Martí habla de lo que vivió: obser-va y critica el crudo egoísmo materia-lista del norteamericano (Martí, 1980a:60, 65), su origen, según Martí opacoy poco recomendable:

Del holandés mercader, del alemán

egoísta, y del inglés dominador se amasó,

con la levadura del ayuntamiento seño-

rial, el pueblo que no vio crimen en dejar

a una masa de hombres, so pretexto

de la ignorancia en que la mantenían,

bajo la esclavitud de los que se resistían

a ser esclavos (Martí, 1980: 84-86).

El carácter egoísta, materialista ylleno de malas costumbres de diversosmiembros de su población, hacen aésta capaz de las mayores infamias:“la señora Jewell llegó al árbol, en-cendió un fósforo, puso dos veces elfósforo encendido a la levita del negroque no habló, y ardió el negro, en pre-sencia de cinco mil almas” (Martí,1980a: 87, 188).

Estas costumbres son criticadas aveces velada pero irónicamente, y otrasabiertamente y con dureza:

...esta vida del norte ejemplar, hasta en

sus mismos vicios... Pero aquí es donde

por la maravilla de la prensa, amiga fiel

en estos pueblos donde se vive sin ami-

gos...; en el oeste pelean de esa manera

los hombres, que van en piara a la bebe-

dería, y las mujeres, forzudas y deci-

didas como ellos, que quieren barrer la

parte del hogar... La única condición

que inspira respeto al norteamericano,

[es] la opulencia... (Martí, 1902: I, 229-

230, 235, 249; véase además Martí,

1980: 144-145, 196-198 y 202).

De todos modos, Martí no duda enmostrar su admiración por hombrescomo Washington o Edison (Martí, s/f: 354-358 y 1980a: 138).

Por su parte, y a pesar de que lanecesita, Estados Unidos desprecia aAmérica Latina:

¡Aquí en el conflicto diario con el pueblo

de espíritu hostil donde nos retiene, por

única causa, la cercanía de nuestro país,

hemos amontonado, y son tantas que

ya llegan al cielo, las razones que harían

odiosa o infecunda la sumisión a un pue-

blo áspero que necesita de nuestro suelo

y desdeña a sus habitantes! (Martí, s/

f: 27).

La actitud agresiva de los norteame-ricanos procede de su desconocimien-to de América Latina, lo cual provocaese desprecio, así como de una “locura”por el poder que acometió a los yan-quis (cf. Martí, s/f: 54-55 y 1980a:339-340).

Por otro lado, América Latina esconcebida por Martí llena de belleza,con un pasado glorioso y un hermosoy fértil suelo, con problemas inmensospero con habitantes dispuestos a lograrpor medio de su trabajo y sacrificio laestima y el respeto de las naciones.

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América es la esperanza, la dueña yla guía de las generaciones de latinoa-mericanos que exclaman: “¡MadreAmérica, allí encontramos hermanos!¡Madre América, allí tienes hijos!”(Martí, s/f: 62-63).

Si bien América Latina se va salvan-do de todos los peligros, hay algunosmuy graves, el principal aquel que segenera del encuentro con el “otro pue-blo” del continente, “pueblo emprende-dor y pujante que la desconoce y ladesdeña” (Martí, 1982: 91-92). Comoposteriormente hará Rodó, Martíseñala los peligros de la “yanquima-nía”, y para solucionar muchos de losproblemas de América Latina pide launión americana. (1980, 131, 137, 139,199-200).

Martí fue un patriota y un hombrede acción, tanto como un hombre deletras. Las dos facetas de su persona-lidad se conjugan admirablemente en“El último diario” (1982: 241-247),dramático y conmovedor, reflejo de lospostreros días del poeta. Podemos ima-ginarlo así en lucha por su patria, luegode haber señalado caminos y adelan-tado juicios certeros sobre América La-tina y sus problemas. Murió sin ver quesu amada Cuba iba a caer bajo la fé-rula que denunciaba con tanto temory a la vez con clara valentía, a pesarde lo cual y andando el tiempo su mis-mo suelo habría de convertirse en elejemplo y en la esperanza de toda suquerida América. Murió así Martí conel deseo de la libertad de su patria y sintemor a la muerte en su corazón:

Otros lamenten la muerte necesaria: yo

creo en ella como la almohada y la leva-

dura, y el triunfo de la vida. La mañana

después de la tormenta, por la cuenca

del árbol desarraigado echa la tierra

fuente de frescura, y es más alegre el

verde de los árboles, y el aire está como

lleno de banderas, y el cielo es un dosel

de gloria azul, y se inundan los pe-

chos de los hombres de una titánica

alegría. Allá, por sobre los depósitos de

la muerte, aletea como redimiéndose y

se pierde por lo alto de los aires, la luz

que surge invicta de la podredumbre.

La amapola más roja y más verde crece

sobre las tumbas desatendidas. El árbol

que da mejor fruta es el que tiene debajo

un muerto... la muerte da jefes, da lec-

ciones y ejemplos, la muerte nos lleva

el dedo por sobre el libro de la vida: ¡así,

de esos enlaces continuos invisibles, se

va tejiendo el alma de la patria! (Martí,

1953a: 99-100).

EL ROMPIMIENTO: JOSÉ

ENRIQUE RODÓ (1871-1917)

El medio

La transformación del Uruguay en unEstado moderno y democrático tuvoque esperar durante años, pues aligual que en otros países de AméricaLatina las luchas y agitaciones inter-nas, fueron características de la vidadel país. La segunda mitad del sigloXIX contempló enfrentamientos entrediversas facciones y caudillos: Lorenzo

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José C. Castañeda Reyes

Batlle, Timoteo Aparicio, Lorenzo La-torre, Francisco Antonio Vidal... Elcaudillismo se mantenía en total efer-vescencia. A fines de siglo Juan Lin-dolfo Cuestas gobernó de 1899 a 1903y logró sentar las bases para un de-sarrollo más democrático del país, yaque dictó una nueva ley electoral ylogró un pacto con el Partido Naciona-lista. Finalmente, la verdadera vidademocrática del país comenzó con elascenso de José Batlle y Ordóñez en1903, que ayudaría a convertir al U-ruguay en la nación más equilibraday progresista de la América del Sur.Batlle organizó al país y logró una seriede reformas sociales que mejoraron lavida de la población uruguaya: reduc-ción de la jornada de trabajo a ochohoras y seguro de vejez, por ejemplo,medidas aplicadas aquí con antela-ción a muchos otros paises. La obrade Batlle, a través de dos periodos pre-sidenciales (1903-1907 y 1911-1917)culminó con la Asamblea General Cons-tituyente de 1916, que permitió una re-forma constitucional al establecer unEjecutivo colegiado, organización quehabría de permitir al país vivir en grantranquilidad luego de la agitada eta-pa anterior (véase Sierra, 1985: I, 431-457).

El hombre

Rodó nació en Montevideo el 15 de juliode 1871, hijo de un comerciante cata-lán y una dama uruguaya. Estudió en

escuelas privadas y oficiales y en 1885obtuvo empleo de escribano. No conti-nuó estudiando a pesar de sus innega-bles capacidades por la rebeldía quelo caracterizaba ante los métodos esco-lares. En 1895 publicó sus primerostrabajos y para 1896 El que vendrá, locual le confirió una temprana autori-dad. Padeció de crisis neuróticas, pro-ducto de su especial carácter, a pesarde lo cual comenzó a ejercer su oficio deperiodista político. Condenó la inter-vención yanqui en Cuba, y en 1900publicó su fundamental Ariel, el cualconstituyó una dura crítica a Nortea-mérica. Actuó en el Partido Coloradoy en 1902 fue electo diputado, cargoal que renunció en 1905, decepcionadopor la situación política del país. En1909 publicó sus Motivos de Proteo, yelecto a diputado nuevamente propusomedidas para mejorar la situación dela clase obrera uruguaya. La ilusiónde toda su vida fue un viaje por Euro-pa, para perfeccionar sus conocimien-tos, y al fin lo logró en 1916 cuandose encontraba ya muy enfermo. Conti-nuó escribiendo, y entre otros escritossuyos encontramos El mirador de Prós-

pero (1913) y Liberalismo y jacobinismo

(1915). Recorrió España, Francia e Ita-lia, cada vez más enfermo mental y fí-sicamente, abandonado de su propiapersona y angustiosamente solo. EnPalermo enfermó de fiebre tífica y ne-fritis y falleció el 1o. de mayo de 1917.Entonces vino un reconocimiento efí-mero, antesala de su olvido por algu-nos lustros. Sus restos llegaron al

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El imperialismo de los EE.UU. en el pensamiento de Martí, Rodó y Haya de la Torre

Uruguay en 1920 (Zea, 1979: 83-84;Rodó, 1979: XLII-XLIV).

Con Rodó se manifiesta ya el inte-rés del latinoamericano por captar larealidad propia del continente aleján-dose así de la nefasta “nordomanía” ysignificándose como la reacción anteel positivismo en decadencia. Rodóbuscó fortalecer el poder espiritual deHispanoamérica para su enfrenta-miento con las fuerzas que la acecha-ban. Así, Rodó da la primera y granteoría de la filosofía de la cultura deLatinoamérica y una serie de argu-mentos para enfrentar al positivismo.Revaloriza el espíritu de América La-tina y su cultura y las encarna en unsímbolo, “Ariel”, el cual se enfrenta a“Calibán”, el burdo materialismo egoís-ta interesado, que ejemplifican los Es-tados Unidos: “La grande originalidadde Rodó está en haber enlazado el prin-cipio cosmológico de la evolución crea-dora con el ideal de una enorme acciónpara la vida” (Zea, 1979: 83 y 1976a:412, 425, 428).

En las obras de Rodó se reflejan lasactitudes y hechos imperialistas esta-dounidenses contra América Latina: laintervención en Cuba, la “conquista”de Panamá, la intervención en Méxicodurante la Revolución, la intromisiónen Venezuela movieron la pluma deRodó para protestar contra estos acon-tecimientos:

Si es cierto que su interpretación vital

coincide con un típico autor radical so-

cialista francés como es Alain, y su

léxico no es el de nuestro tiempo, hace

—hay que reconocerlo—, críticas atina-

das y certeras sobre los efectos del ca-

pitalismo, visibles en los Estados Uni-

dos. Lo que ahora hasta los mismos

norteamericanos denuncian como la

corrupción y el vicio imperante en su

país, ya está dicho en buena parte des-

de 1900 por José Enrique Rodó (Rama,

1975: 28).

El pensamiento

El Ariel marcó a toda una época y atoda una generación de hispanoame-ricanos:

Rodó es el profeta de la esperanza de

los pueblos latinoamericanos. La espe-

ranza que nace con el siglo, el siglo que

apunta hacia las grandes hazañas de

la ciencia, la técnica y el absoluto do-

minio del hombre sobre la naturaleza.

Ariel es un canto de esperanza al es-

píritu de la América Latina (Zea, 1976:

73).

Rodó se ubica en el inicio de la rup-tura, en su caso no de manera plena,3

con la filosofía positivista, propia delos explotadores, no de los pueblosexplotados, y al igual que Martí, ob-serva los peligros de la “nordomanía”para los latinoamericanos. Ello cons-tituiría la esencia de su “antipositi-vismo”. A pesar de que admira a lanación norteamericana, reconoce queno es posible ubicarla como un modelo,

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José C. Castañeda Reyes

como un ideal para el resto de Hispa-noamérica. Ello se debe a que en losEstados Unidos existen defectos di-versos y graves:

...en esa misma desbocada inquietud

que se manifiesta por la pasión infinita

del trabajo y la porfía de la expansión

material en todas sus formas... tendía

a convertir el trabajo utilitario en fin y

objeto supremo de la vida... Su prospe-

ridad es tan grande como su imposibi-

lidad de satisfacer a una mediana

concepción del destino humano. Vive

para la realidad inmediata del presente

y por ello subordina toda su actividad

a egoísmo del bienestar personal y co-

lectivo... es un pueblo donde la con-

fusión cosmopolita y el atomismo de

una mal entendida democracia impiden

la formación de una verdadera concien-

cia nacional... el espíritu de vulgaridad

no halla ante sí relieves inaccesibles

para su fuerza de ascensión, y se ex-

tiende y propaga como sobre la llaneza

de una pampa infinita... Sensibilidad,

inteligencia, costumbres, todo está ca-

racterizado en el enorme pueblo, por

una radical ineptitud de selección, que

mantiene junto al orden mecánico de

su actividad material y de su vida po-

lítica, un profundo desorden en todo lo

que pertenece al dominio de las facul-

tades ideales (Rodó, 1979: 41-43).

Utilitarismo, falta de variabilidad,fuerte “espíritu de vulgaridad” (Rodó,1979: 44, 46) que de ninguna manerapuede estar acorde con la idiosincrasia

latinoamericana. Los Estados Unidosson movidos tan sólo por la satisfac-ción de sus instintos utilitarios y porla avidez de bienes, por un materia-lismo grosero que los incapacita paracrear cultura y tener ideales elevados.Además, se pierden en una nociva, me-diocre e igualitaria democracia, que nopermite destacar al individuo. De talforma, no pueden ser de ninguna mane-ra el fin último de América Latina, porlo que su modelo deberá ser cambiadoy adaptado por pueblos más espiritua-les que sean capaces de aprovechar lascreaciones materiales norteamericanas:

La obra del positivismo norteamericano

servirá a la causa de Ariel, en último

término. Lo que aquel pueblo de cíclo-

pes ha conquistado directamente para

el bienestar material, con su sentido de

lo útil y su aptitud de la invención me-

cánica, lo convertirán otros pueblos, o

él mismo en lo futuro, en eficaces ele-

mentos de selección (Rodó, 1979: 49).

Y concluye críticamente diciendo:

...una civilización que no haya perdido,

momificándose, a la manera de los pue-

blos asiáticos, la aptitud de su variabi-

lidad, no puede prolongar indefinida-

mente la dirección de sus energías y de

sus ideas en un único y exclusivo sen-

tido (Rodó, 1979: 50).

América Latina, en cambio, debeprocurar lograr su emancipación conbase en la eliminación del:

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El imperialismo de los EE.UU. en el pensamiento de Martí, Rodó y Haya de la Torre

interés egoísta de las almas, en pen-

samiento inspirado en la preocupación

por los destinos ulteriores a nuestra

vida, [que] todo lo purifica y serena, todo

lo ennoblece... Pero no como Hartmann,

en nombre de la muerte, sino de la vida

misma yo os pido una parte de vuestra

alma para la obra del futuro. Para pedí-

roslo, he querido inspirarme en la ima-

gen dulce y serena de mi Ariel (Rodó,

1979: 56-57).

Para nosotros, Rodó peca de idea-lismo y no señala verdaderos caminosde lucha en contra de la penetraciónimperialista norteamericana, y si bienobserva el desarrollo económico de losEstados Unidos con base en los pode-rosos monopolios (Rodó, 1979: 46) nohace hincapié en el peligro que ello sig-nifica para América Latina, perdién-dose en un pensamiento puramenteidealista (Rodó, 1979: passim). A pesarde ello, Rodó es trascendental pues de-clara sin ambages que es necesarioque América Latina y los latinoameri-canos crean en ellos mismos, explorensu interior y su presente y su pasado,para encontrar las fuerzas que les per-mitan enfrentar y modificar su futu-ro, sin recurrir a modelos ajenos a supropia cultura y carentes de un ver-dadero contenido fructífero para larealidad latinoamericana. Rodó llamala atención y pide al hijo de AméricaLatina que crea en sí mismo, para re-solver así el problema de su existen-cia como entidad independiente en unmundo hostil, creado en gran medida

por el burdo materialismo imperialistade Norteamérica.

DESTRUCCIÓN Y CONSTRUCCIÓN: VÍCTOR

RAÚL HAYA DE LA TORRE (1895-1979)

El medio

Dos hechos marcan fundamentalmen-te el periodo en el cual Haya desarrollasu lucha antiimperialista: un factor in-terno, producto del mismo desenvol-vimiento histórico del continente, laRevolución mexicana, y otro externo,verdadera culminación de la época quecreyó en el progreso eterno y constan-te, que al fin desembocó en la PrimeraGuerra Mundial.

En tanto, en el Perú se producía unascenso de las fuerzas reaccionariasde inspiración civilista, como fueronlas administraciones de Guillermo Bi-llinghurst (1904-1915), José Pardo yAugusto Leguía. Se vivía en el país, aligual que en casi toda Latinoamérica,una difícil situación económica y social:fuerte dependencia en las exportacio-nes con respecto al mercado mundialy en relación con el capital extranjero;ahorro e inversiones internas mínimos,frenados por las alzas en los precios yuna balanza de pagos desfavorable. Enefecto, con la Primera Guerra el paísse vio sometido a una mayor demandade sus productos (algodón, lana, petró-leo, cobre, azúcar), lo que provocó unaumento de la producción, lo cual fueacompañado de inquietud social por

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José C. Castañeda Reyes

el aumento en el costo de la vida y lasconsiguientes demandas de mejoressalarios y prestaciones, que en muchoscasos no fueron satisfechas. Ello pro-vocó la agudización de los conflictosobreros y en general la inquietud socialen el país, lo cual llevaría a la caída deJosé Pardo en 1919, sucedido por Au-gusto Leguía, reelecto, pero que tuvosu debacle final en 1929. En medio deeste clima de inestabilidad, ya desde1923 Haya de la Torre intervenía enla dirigencia de los movimientos estu-diantiles.

Al régimen de Leguía sucedió elauge del militarismo en el Perú: subióal poder Luis Sánchez Cerro, asesi-nado en 1933, al que Haya se enfrentóelectoralmente en 1931, ya con el apo-yo de la Alianza Popular Revoluciona-ria Americana (o APRA), “fundada” (cf.infra nota 5) en México en 1924. Apesar de ello los militares continuaronen el poder, y en 1936 el general Oscar

Benavides ascendió a la Presidencia,desconociendo el triunfo del APRA, quefue reprimida con dureza. En 1939,ya con la exclusión del APRA, fue elec-to Manuel Prado como presidente delPerú, cargo en el que permaneció hasta1945, luego de haber enfrentado laguerra con Ecuador, la cual culminóen 1942 y de haber roto relaciones conlas potencias del Eje en ese mismoaño.

De tal forma, el tiempo de Haya fuela época en que el anarcosindicalismoaparecía como forma de lucha y de sis-tema; se hablaba del socialismo liber-tario de M. Bakunin y de la FederaciónAnarquista Española; Manuel Gonzá-lez Prada influía sobre las juventudes,lo mismo que el Ariel, y Pío Gil en Fran-cia lanzaba sus mensajes antiimperia-listas. Perú vivía en efervescencia, porlo interno y lo externo.4

El hombre

Víctor Raúl Haya de la Torre nació el22 de febrero de 1895 en el departa-mento de La Libertad, en Lima, Perú.Fue influido determinantemente porManuel González Prada, que fomen-taba el deseo de justicia, libertad ydemocracia por medio de un “nihilismoedificante” y un anarquismo “necesa-rio” como freno a los excesos cometidosdesde el poder. De esta forma, en 1918Haya inicia sus primeras actividadesde agitación política: el Comité de Huel-ga del Perú efectúa un paro general exi-

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El imperialismo de los EE.UU. en el pensamiento de Martí, Rodó y Haya de la Torre

giendo la jornada de ocho horas. En1920, es elegido presidente de la Fe-deración de Estudiantes del Perú, ylleva adelante su movimiento reivindi-cador, que es paralelo a los intentosde la clase media peruana por alcanzarreivindicaciones políticas. En 1921funda las “Universidades PopularesGonzález Prada” para trabajadores, yal mismo tiempo organiza el primerCongreso Nacional de Estudiantes. Enesta década viaja por Rusia, Francia eInglaterra, donde estudiaría en Oxford,como complemento a la educación re-cibida en las Universidades de Trujilloy San Marcos de Lima. Durante esteperiodo, en México fundaría5 la APRA el7 de mayo de 1924, cuyo programa seconcretó en diciembre del mismo año.Los cinco famosos puntos generalesdel Partido, alrededor de los cuales gi-rará su obra y su pensamiento, son:

1. Acción contra el imperialismo2. Por la unidad política de Amé-

rica Latina3. Por la nacionalización de tierras

e industrias4. Por la internacionalización del

Canal de Panamá5. Por la solidaridad de todos los

pueblos y clases oprimidas delmundo

El 12 de enero de 1927, en París,Haya fundó el Primer Centro de Es-tudios Antiimperialistas del APRA, yal momento de la fundación propuso elestudio del problema imperialista, al

que concebía no sólo como invasiónarmada sino también como el emprés-tito o la concesión que ataba a los paí-ses latinoamericanos a las necesidadesdel capitalismo yanqui. Haya se en-contraba mayormente influido por lascontinuas intervenciones norteameri-canas en América y por la situaciónde su país, todo lo cual explica su graninquietud antiimperialista. Debe de-cirse que su doctrina demuestra unarigurosa aplicación del materialismohistórico para la realidad latinoameri-cana de 1928: las etapas de desarrollohistórico-social propuestas por Marxdebían de cumplirse. Así, era necesariala instauración de un verdadero “capi-talismo de Estado”, a semejanza de laNueva Política Económica (NEP) de Leninde 1921, etapa necesaria de transiciónhacia la “Rusia socialista”. La diferen-cia que presuponía Haya era que enAmérica Latina el capitalismo se desa-rrollaría en torno a un Estado contrarioal imperialismo, esto es, un Estadoaprista (Planas, 1985: 86).

Haya regresó al Perú y participó enla lucha electoral que comentába mos,sin otro resultado que la represión delos apristas. La misma llega al colmodurante la dictadura del general Ma-nuel A. Odría, que por el golpe de Es-tado de 1946 permanece en la Presi-dencia hasta 1956. En este periodo esasesinado el secretario del APRA, LuisNegreiros, y se da la persecución deHaya que se refugió en la embajadade Colombia en Lima (1949), lo cualprovocó un problema en el que intervino

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José C. Castañeda Reyes

el mismo Tribunal de La Haya, ante lanegativa de Colombia de conceder suextradición a Perú. Finalmente, Hayasalió del país en 1954 y regresó en 1957,participando nuevamente en la vidapolítica peruana: en 1962 fue electopresidente, pero otra vez el ejército seinterpuso. Finalmente, en 1963 fuevencido en las nuevas elecciones porFernando Balaúnde. A partir de enton-ces, fue desapareciendo paulatina-mente de la vida política peruana, su-mergiéndose en una especie de “limbopolítico” (según Planas, 1985: 8) has-ta su muerte, además de mostrar uncambio bastante radical en sus posi-ciones políticas iniciales. Entre susobras destacan Por la emancipación de

la América Latina (1927), Ideario y ac-

ción aprista (1930), El antiimperialismo

y el APRA (1935), Excombatientes y deso-

cupados (1936) y La defensa continen-

tal (1944), entre otras (Cossío, 1960-1961: passim).

La doctrina de Haya no fue comu-nista, sino “social-indigenista de raízy corte iberoamericana”. Se edificósobre la realidad de América Latinaobservada por Haya. Fue duramenteatacada por los socialistas por su pre-tensión de “extender la revolución alconjunto de los grupos sociales mediosy a las masas campesinas y no sola-mente a los obreros”.6 De su doctrina,uno de los aspectos más originales esel que dedica al indigenismo, posiciónque se generó sin duda en el pasadoprehispánico andino. Ello atrajo a grannúmero de partidarios al aprismo, al

mismo tiempo que mostraba la difícilrealidad del país a diversos sectoresde la población peruana.7 Para Haya,el aprismo

significa consecuentemente la fuerza

revolucionaria capaz de imponer la dic-

tadura del proletariado campesino y

obrero, y de establecer la lucha orga-

nizada de esa dictadura en contra del

imperialismo, que es el capitalismo...8

Pero ello no quiere decir que la metadel APRA hubiese sido el socialismo, sinomás bien un capitalismo con mayorparticipación de las clases medias la-tinoamericanas. Se quería hacer deAmérica Latina una especie de sociomenor del capitalismo norteamericano,por lo que el antiimperialismo de Hayade la Torre no sólo rechaza a los Es-tados Unidos sino también a la propiaUnión Soviética:

Las ideas de Haya de la Torre y el apris-

mo apuntan ya a lo que habría de ser,

años más tarde, la doctrina central del

presidente John F. Kennedy. Doctrina

de las relaciones de los Estados Unidos

con Latinoamérica, y plataforma de acción

inspirada, al parecer, por varios de los

seguidores latinoamericanos de Haya

de la Torre y el APRA. Esto es, la Alian-

za para el Progreso. Una acción ten-

diente a alcanzar la colaboración que

solicitaba el líder aprista a los Estados

Unidos, para que Latinoamérica pudiese

ser parte activa del capitalismo. Un

socio, aunque fuese menor, del sistema

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El imperialismo de los EE.UU. en el pensamiento de Martí, Rodó y Haya de la Torre

que encabezaba la poderosa nación al

norte de América (Zea, 1976: 147, 163-

164, 168-169).

El pensamiento9

Puede decirse que la preocupación fun-damental de Haya de la Torre es sudoctrina antiimperialista, al señalarlos grandes peligros del imperialismopara lo que él llama Indoamérica.10 Supensamiento se basa en una concep-ción filosófica peculiar, una línea deinspiración marxista en cuanto a su“instrumental dialéctico”, ya que segúnHaya su “pensamiento político arrancade una premisa de emancipación cul-tural de Indoamérica, comenzando porla historia; que dentro de los mismospatrones europeos me parece desubi-cada... supone una nueva perspecti-va de la historia, desde América y nodesde Europa”. Su base filosófica esel “relativismo de Einstein aplicado alcampo histórico-social”, o sea, la ne-cesidad de tomar en cuenta la realidadhistórica concreta para con base enella aplicar las medidas convenientes,sin forzar las teorías a marcos rígidosde ninguna especie. Por ello Haya es-cribe: “lo que es el aprismo en su líneafundamental de interpretación históri-ca de la realidad indoamericana habráde recordar la importancia fundamen-tal que tiene en nuestra ideología la ubi-cación del observador con respecto alos fenómenos observados” (González,1958 135-138).

Si bien Haya abreva en Marx:

...el aprismo es una escuela nueva. Es

una concepción político económica que

dentro de la línea de inspiración filosó-

fica marxista toma, al aplicarse a la

realidad latinoamericana, una dirección

diferente a la que hasta ahora siguen

en Europa los otros tres principales mo-

vimientos basados en el marxismo... El

aprismo formula una nueva interpre-

tación del marxismo para Indoamérica

y transporta la concepción einsteniana

del espacio-tiempo al campo histórico

social de este complejo conglomerado

de regiones y razas... rechaza el mar-

xismo como dogma inmóvil, yerto... lo

acepta sujeto a la perenne negación del

perenne devenir. Así, el aprismo está

dentro de un marxismo dialéctico, vital,

que no es “verdad eterna” sino parte del

eterno proceso de contradicciones que

van marcando la evolución del pensa-

miento humano... (Cossío, 1939: 177-

180)11

Nos hemos detenido un poco en estaconcepción de Haya que no tendríanada de particular —el marxismo debeadaptarse a la realidad en que se apli-ca— si no recordásemos que en laépoca en que fue formulada el absurdodogmatismo de la URSS y de algunosteóricos “marxistas” se empeñaba enpreservar a Marx de los “impuros con-tactos” que fomentaran su “desviación”y “revisión”. Esta posición incorrecta,que fue uno de los factores que genera-ron la crisis definitiva del “socialismo

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José C. Castañeda Reyes

real” se enfrentaba a las ideas de Hayao de Mao, que precisamente propug-naban por lo contrario, la adaptacióndel marxismo a los casos concretos desus respectivos países, sin ceñirsenecesariamente a modelos construidosfuera de sus respectivas realidades.Por otra parte, este relativismo de Hayase refleja también en su concepcióndel imperialismo. En efecto, para elperuano, a diferencia de la teoría deLenin, el imperialismo se define como:

...un fenómeno económico de expansión

capitalista... En Europa el imperialismo

es la última etapa del capitalismo —vale

decir la culminación de una serie de

etapas capitalistas... Pero en Indoamé-

rica, lo que en Europa es la última etapa

del capitalismo aquí resulta la primera.

Para nuestros pueblos, el capital inmi-

grado o importado plantea la etapa

inicial de su edad capitalista moderna...

El gran capitalismo, la gran industria,

no han surgido en Indoamérica como

producto de su evolución económica:

han advenido, han invadido conquista-

doramente... con nuestra filosofía, el

imperialismo... es relativo al espacio y

al tiempo de donde se produce y a

donde llega... el imperialismo es la pri-

mera e inferior etapa del capitalismo en

los países económicamente coloniales

o semicoloniales como Indoamérica...

sólo industrializa parcialmente a In-

doamérica a base de la producción de

materias primas; pero no hace la má-

quina ni llega a crear una burguesía

nacional autóctona y poderosa.. es tan

peligroso como necesario. Con él corre-

mos los riesgos de la sujeción, pero sin

él sería inevitable el estancamiento y la

retrogradación (Haya, 1961: II, 97-98,

100, 104, 124-125, 127 y 1936: 53, 155).

El gran representante del imperia-lismo en América es desde luego Es-tados Unidos. Los capitalistas yanquisson el principal riesgo para Latinoa-mérica (Haya, 1936, II, 154; Cossío,1939: 128 y 1960-1961: 9, 230). Latáctica que emplean los norteamerica-nos está basada, en gran medida, enla alianza de los gobiernos reacciona-rios y los poderes oligárquicos internos:

la política de las clases gobernantes,

que coopera en todos los planes impe-

rialistas de los Estados Unidos, agita

los pequeños nacionalismos, mantiene

divididos o alejados a nuestros países

unos de otros y evita la posibilidad de

la unión política de América Latina...

Consecuentemente la lucha es indis-

pensable... (Contreras y Sosa, 1973: I,

175-176)

Como indicábamos, Haya ve losriesgos del fenómeno imperialista perono rechaza de ninguna manera al capi-talismo. Éste le parece necesario parael desarrollo de los pueblos latinoame-ricanos, y es una fase que no es posibleobviar en el desarrollo histórico denuestros pueblos:

vale no olvidar que el sistema capitalis-

ta, del que el imperialismo es la máxima

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El imperialismo de los EE.UU. en el pensamiento de Martí, Rodó y Haya de la Torre

expresión de plenitud, representa un

modo de producción, un grado de or-

ganización económica superior a todos

los que el mundo ha conocido anterior-

mente y que, por tanto, la forma capita-

lista es paso necesario, periodo inevi-

table en el proceso de la civilización

contemporánea... Nuestro caso es otro:

es el de una zona económica infradesa-

rrollada que debe industrializarse para

progresar y cuya industrialización de-

pende del sistema capitalista cuyo

desplazamiento hacia los países no in-

dustrializados tiene el carácter de impe-

rialismo...(Haya, 1961: II, 27, 105 y 1936:

140-141).

Pero ante este imperativo histórico-económico insalvable, y para evitar lospeligros del imperialismo, habla de unutópico e idealista “condicionamiento”del capital extranjero, necesario entodo caso, y que de esta forma vendríano ya a expoliar, sino a desarrollar anuestros países:

Condicionar, limitar, sistematizar el in-

greso de capitales extranjeros a nues-

tros países no es ahuyentarlos, como

algunos creen ignorantemente... Para

condicionar o restringir las inversiones

de capitales extranjeros se precisa un

verdadero plan científico, económico y

financiero dictado por el Estado del país

que recibe capitales. Plan científico que

supone organización interior de la eco-

nomía teniendo en cuenta los intereses

nacionales, y esto es nacionalismo eco-

nómico orgánico (Cossío, 1939: 226).

Dentro de este orden de ideas, elautor habla de la unión de las tresgrandes mayorías de los pueblos lati-noamericanos, obreros, campesinos yclase media, para llegar así a una “na-cionalización” de los medios de pro-ducción (Haya, 1961: II, 158, 162-164)que implica la idea de una formación“nacional-capitalista de Estado”, desdeluego dejando el campo libre a la ini-ciativa privada:

Por otra parte —y esto debe quedar ine-

quívocamente dilucidado— hay que dejar

ancho campo a la iniciativa privada,

nacional y extranjera, en su acción cons-

tructiva a fin de promover la desfeuda-

lización y la industrialización indispen-

sable al progreso de nuestros pueblos

(Haya, 1961: II, 164-165 y 1936: 138-

139).

¿Qué clase de nacionalismo es elde Haya? Sería un nacionalismo refor-mista, que por un lado no aceptaba,en su momento, la viabilidad de la apli-cación rígida de la doctrina marxistaen América Latina, lo cual era muyválido, y por otro lado proponía un ca-mino capitalista reformado, con mayorparticipación de las masas en la vidaeconómica y política.12

¿Cuál es la vía antiimperialista deHaya? La misma se concreta en el pro-grama del APRA y en los cinco puntosque mencionamos antes. Y así seña-la su propuesta de un “capitalismo deEstado”, el cual sería una:

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José C. Castañeda Reyes

...defensa económica que oponga al sis-

tema capitalista que determina el im-

perialismo un sistema nuevo, distinto,

propio, que tienda a proscribir al anti-

guo régimen opresor... “Estado antiim-

perialista” porque él debía organizar un

nuevo sistema de economía “científica-

mente planeado” bajo la forma de un

“capitalismo de Estado” pero diferente

del ensayado en Europa durante la

guerra; aunque encaminado a dirigir

la economía nacional y a controlar o

estatizar progresivamente la producción

y circulación de la riqueza... El nuevo

Estado, que no sería uno “de clase” sino

el representado democráticamente por

las tres clases mayoritarias de nuestros

países, la campesina, la obrera y la

media, “canalizaría eficiente y coordina-

damente el esfuerzo de las tres clases

representadas por él” y sería “la piedra

angular” de la unidad latinoamericana

y de la efectiva emancipación de nues-

tros pueblos (Haya, 1961: II, 149-150).

En la lucha antiimperialista esnecesaria la unión de América Latina,pero más que un “panamericanismo”es necesario una “interamericaniza-ción” del continente, su unión sin laexclusión del mismo Estados Unidos:

“Panamericanismo” ha sido en su ori-

gen y esencia la política más o menos

encubierta y más o menos farisea de la

“diplomacia del dólar”... Interamerica-

nismo expresa relación en igualdad de

condiciones, coordinación y equidad...

es vocablo que delimita relación “entre”

dos Américas, no confusión en un sólo

“pan”... entraremos en una etapa in-

teramericanista sin imperio, que co-

menzará por definir los dos grandes

campos económicos en que se dividen

las Américas... Obvio es agregar que la

organización del Estado aprista y an-

tiimperialista impone la unión política

de la América Latina. Unión política que

implica la unión económica. La resis-

tencia al imperialismo no puede cum-

plirse por un país aislado de América

Latina... Sólo la unión puede derribar-

lo... Hay que establecer nuestro banco

latinoamericano de emisión y respaldo

de inversiones y de defensa de la econo-

mía. Y sobre esa base establecer nues-

tro sistema de relaciones en igualdad

de condiciones con los vecinos del

norte... Interamericanismo democrático

sin imperio y sin imperialismo es el

lema aprista de las relaciones con Esta-

dos Unidos. Así impulsaremos nuestro

desarrollo industrial sin que esta nece-

sidad nos imponga sujeciones (Haya,

1961: II, 20; cf. Haya, 1946: 67-68;

Cossío, 1939: 101 y 1960-1961: 231).

La solución de los problemas deAmérica Latina vendrá entonces de lapropia América, con base en el estudiode la realidad particular de Latinoamé-rica y sin copiar soluciones o teoríasexternas, sino adaptándolas a los pro-blemas peculiares del continente:

...nuestros pueblos deben pasar por pe-

riodos previos de transformación econó-

mica y política y quizás por una revolu-

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El imperialismo de los EE.UU. en el pensamiento de Martí, Rodó y Haya de la Torre

ción social —no socialista— que realice

la emancipación nacional contra el yugo

imperialista y la unificación económi-

ca y política indoamericana... Y reali-

zar esa tarea es hacer obra de creación

social, no necesariamente socialista.

Aunque para los voceros del extremis-

mo capitalista norteamericano... todo

lo que signifique intervencionismo del

Estado, control o planeación es socia-

lismo... (Haya, 1961: II, 67-71).

La vía de Haya, para su momento,fue un intento de total independenciadel modelo socialista soviético (Haya,1961: II, 14), por lo que el único futuroposible de América Latina era el delantiimperialismo en cualquiera de susformas (Haya, 1961: II, 38-39) y elde la creación de un “nuevo Estado”con las bases que comentamos.

El pensamiento de Haya de la Torreparece para su momento claramentenacionalista-reformista, producto di-recto de la crítica situación de Améri-ca Latina en su tiempo, y de Perú enlo particular. Aspecto positivo funda-mental de su propuesta era su consi-deración del indígena americano comosustento de su visión conceptual. Em-pero, encontramos también aspectosno suficientemente claros en cuanto asu aplicación práctica, como la “unióninteramericana” o la “nacionalización”de los medios de producción, o bienlas posibles repercusiones negativaspara los grandes grupos sociales lati-noamericanos de la aceptación de uncapital extranjero “controlado”, “nece-

sario y bueno” (Haya, 1961: II, 156),que complementase a la iniciativa pri-vada nacional, capital externo que deninguna manera sería expulsado ninacionalizado “sin más” (Haya, 1961:II, 164). Puntos como éstos explicaríanel rechazo y enfrentamiento de Hayacon diversos sectores de la izquierdaperuana. Como quiera que sea, el pen-samiento de Haya podría ser conside-rado como un paso más en la luchapor la liberación antiimperialista deAmérica Latina, paso tal vez no tan ra-dical como debió parecer en su mo-mento, teñido de un reformismo declase media, tendiente a mejorar la si-tuación de ésta dentro del esquema dedesarrollo capitalista que de ningunamanera se pretendía abandonar, te-ñido de una ideología antiimperialistaexacerbada por la situación del mo-mento y con un lenguaje socializantemuy lejos, en la práctica, de llevarseefectivamente a cabo.

PALABRAS FINALES

Creemos que las tres concepciones ylas tres soluciones al problema quepresentamos aquí, ante la disyuntivadel enfrentamiento con el imperialismonorteamericano se ubican, a pesar desus diferencias, dentro del proceso ge-neral de toma de conciencia de Amé-rica Latina sobre los peligros del do-minio norteamericano del continente.Productos claros de su tiempo y del nivelen la conceptualización del problema,

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contribuyeron a crear esa conciencia,desgraciadamente hoy cada vez másdiluida entre los pueblos latinoamerica-nos. El ejemplo representado por Cubafue importantísimo en el desenvolvi-miento de esta conceptualización, querequiere ahora re-adaptarse a losnuevos tiempos que se viven con lagran crisis del socialismo real que cono-cemos. Por lo demás, las tácticas depenetración cultural del imperialismonorteamericano han sido cada vez másrefinadas y han servido ampliamentepara contrarrestar esta toma de con-ciencia necesaria para lograr una ver-dadera emancipación con justicia socialde los pueblos latinoamericanos. Eleducar a los cuadros dirigentes de lasnaciones de América Latina en sus di-versas instituciones de educación su-perior ha sido una política muy favo-rable en su empresa de dominacióncontinental. Además, tanto los EstadosUnidos como los grupos reaccionariosinternos de cada país han desarrolladouna serie de mecanismos de controlpolítico y violento de los movimientossociales en América Latina, con lo quela represión y el genocidio se han con-vertido en un hecho cotidiano a lo largode nuestro siglo. En suma, el enemigosigue siendo el imperialismo yanqui, delo cual parece hablarse cada vez menos,so capa de no parecer anclado en la eta-pa de la guerra fría. La globalizacióneconómica y las políticas fondomone-taristas, bancomundialistas y otras, di-simulan así su verdadera faz de apoyoneocolonialista y secularimperialista.

De una u otra forma, el “norte revuel-to y brutal que nos desprecia” y sus alia-dos oligárquicos han logrado retrasarla liberación justa y humana que en-trevieron Martí, Rodó y el propio Hayade la Torre. Cada uno de ellos señalóvías, contribuyó a desarrollar pensa-mientos que cada uno consideraronviables para su tiempo y según sus cir-cunstancias peculiares. De esta forma,en el futuro el “tío Sam” y sus aliados,unión fundamental denunciada porHaya de la Torre, no podrán impedir alfin que se concrete la “esperanza” deRodó, su sueño de una América

hospitalaria para las cosas del espíritu,

y no tan sólo para las muchedumbres

que se amparen a ella; pensadora, sin

menoscabo de su aptitud para la ac-

ción; serena y firme a pesar de entu-

siasmos generosos; resplandeciente con

el encanto de una seriedad temprana y

suave, como la que realza la expresión

de un rostro infantil cuando en él se

revela, al través de la gracia intacta que

fulgura, el pensamiento inquieto que des-

pierta... (Rodó, 1979: 54).

Será entonces cuando los “aliadospara la explotación” deberán, irremisi-blemente, hacer suyas las palabras delpropio Martí:

¡Verso, nos hablan de un Dios

A donde van los difuntos:

Verso, o nos condenan juntos

O nos salvamos los dos!

José Martí, 1892

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NOTAS

1 “La clave de la fisonomía económica yde la actividad política de América sehalla en esta simple palabra: ‘imperia-lismo’. El monopolio español y lu-sitano... la hegemonía británica. LosEstados Unidos... como potencia im-perial... desde Monroe (1823), perosobre todo después de la Guerra deSecesión, cuando se definió la teoríadel ‘Destino Manifiesto’... El impe-rialismo trasciende el campo políticoe interviene en la contextura de losgobiernos.” (véase Sánchez, 1972:466).

2 Como justificante de la posición de losEstados Unidos, véase Benet, 1965:passim, alegato pseudo imparcialacerca de los Estados Unidos comoguardianes y benefactores del mundo.

3 Cf. al respecto algunas de las pági-nas del Ariel, como las 29, 31-33, 59,donde se manifiestan aspectos clarosde pensamiento de Rodó en torno al“positivismo genial” inglés (p. 42). Másbien Rodó sería un enlace entre unaconcepción positivista y el inicio deuna reacción ante la misma.

4 Cotler (1985: I, 379-430); ThibaldoGonzález (1958: 30-31, 33-34, 37, 59,63-64), enumera las principales in-tervenciones de los Estados Unidos enAmérica Latina durante los años deformación de Haya, lo cual sin dudainfluyó en su pensamiento: 1909, 1912y 1925, Nicaragua, hasta 1932 cuan-do abandonaron el país; 1910 y 1930,Honduras; 1914, México; 1915, Haití;1916, Santo Domingo. Cf. ademásCossío del Pomar, 1939: 56, 60, 62, ydel mismo autor, 1960-1961: 225-226,283.

5 Pedro Planas Silva (1985: 28, 30), nie-ga que el verdadero aprismo, con sucontenido ideológico, económico-social,etcétera, hubiese surgido en esa fechatradicional. En cambio, observa la in-fluencia del pensamiento de José Vas-concelos y Manuel Ugarte en las ideasde ese periodo del joven Haya.

6 Entre los críticos de Haya se encontra-ba Julio Antonio Mella, el cual publicóen abril de 1928 un artículo en Amauta,calificando a Haya de “arpista inge-nuo” (Mella escribió ARPA en vez de APRA)condenando duramente sus propues-tas ideológicas plenas de “divisionismoy oportunismo” (véase Planas, 1985:77-78). En etapas posteriores, el ata-que de los socialistas al aprismo con-tinuaría manifestándose. Por ejemplo,Ismael Frías (1970: 83), señala que “elavance y la victoria del socialismo enel Perú son indesligables de la plena ytotal liberación de las masas de lainfluencia reaccionaria del APRA”.

7 Cf. Enríquez, 1951: passim, agudacrítica en contra de Haya y el aprismo.

8 “El proceso Haya de la Torre”, en Obras

completas, vol. V, p. 263 (apud Planas,1985: 88).

9 Es necesario aclarar que en esta sec-ción intentamos retomar las ideas ori-ginales de Haya entre 1924 y la si-guiente década, fundamentalmente.No analizamos aquí el viraje ideológi-co posterior de Haya, que lo lleva aprofesar un claro “anticomunismo” ya declarar en 1962 que “no era el APRA

quien había cambiado sino el criteriode la gente con respecto a nosotros”.Empero, los críticos de su obra reco-nocían (Haya nunca lo aceptó) que “supensamiento y su posición política ha-bían variado en prácticamente cientoochenta grados” durante las etapasposteriores de su vida y hasta sumuerte (cf. Planas, 1985: 7).

10 “...los términos ‘Hispano o Ibero Amé-rica’... corresponden a la época colo-nial... el término ‘Indoamérica’ es másamplio... comprende la prehistoria, loindio, lo ibérico, lo latino y lo negro,lo mestizo y lo ‘cósmico’... mante-niendo su vigencia frente al porvenir...determina y señala nuestro conti-nente, aludiendo a su contenido social,étnico, político, idiosincrásico, lingüís-tico.” (Ver Haya, 1946: 52-53).

11 Otra definición interesante de Haya esla de “espacio y tiempo histórico”, que

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no consignamos aquí por rebasarnuestro tema de interés en estas pági-nas. Sobre el “marxismo no comunis-ta” de Haya y las implicaciones polí-tico-sociales de lo anterior, cf. JacquesLambert (1978: 268, 352-353).

12 “...la independencia económica de laAmérica Latina depende de la aboliciónde todo el sistema capitalista mundialy que ella no puede realizarse comple-tamente sino cuando el proletariadode los grandes países industriales des-truya sus raíces mismas... Fácil esinferir que la abolición radical del sis-tema capitalista no puede cumplirsesino donde el capitalismo ha llegadoal punto central de su curva, vale deciren los grandes países que marchan ala vanguardia de la industria mun-dial... No ha de ser en los países colo-niales o semicoloniales, que reciénviven su primera o sus primeras eta-pas capitalistas, donde el capitalismopueda ser destruido”. Haya, 1961: II,15, 30). La experiencia cubana echópor tierra esta suposición. “En efecto,en Cuba... parece ser que el capi-talismo dependiente llegó en un plazohistórico, relativamente breve, a agotarlas posibilidades de desarrollo quellevaba en su seno. Este agotamientoprecoz se debió a las condiciones es-tructurales en que se desenvolvió estaformación social y a la configuraciónorgánica que fue adquiriendo a raíz desu vinculación con el capital y el sis-tema hegemónico norteamericano...”(Véase Pierre-Charles, 1978: 15). Desdeluego, esta opinión de Haya correspon-de a una etapa anterior a la del iniciode la experiencia cubana.

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