El Individuo en El Sistema (Stierlin Helm) Cap 6

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  • 8/12/2019 El Individuo en El Sistema (Stierlin Helm) Cap 6

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    Stierlin Helm. El individuo en el sistema. Herder. Barcelona. 1994.

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    EL YO-MISMO DESDE

    DIVERSAS PERSPECTIVAS

    MILTON ERICKSON

    Erickson muri hace ms o menos quince aos.

    Desde entonces, en muchas partes lo glorifican como una

    leyenda. Hoy en da hay pocos autores del mbito de la

    psicologa y psiquiatra de los y sobre los que se public

    y se sigue publicando tanto como en su caso. Tal vez es la

    figura clave ms importante de la psicoterapia

    posmodema.

    Esto nos sugiere una comparacin entre Freud y

    Erickson, que permite ver elementos comunes pero

    tambin diferencias. Los dos consiguieron que el

    establishment de la medicina y la psiquiatra se

    escandalizara sobre ellos. (Erickson, por ejemplo, estuvo

    amenazado durante algn tiempo de ser excluido de la

    Asociacin Mdica de Norteamrica.) Sin embargo, a

    ambas figuras las glorifica un nmero creciente de

    discpulos y seguidores. Los dos comenzaron por seguir

    la tradicin de la hipnosis mdica, aunque sta se hallaba

    en una posicin marginal, y coincidieron en tomar como

    pauta lo que se puede describir como la dinmica

    inconsciente de las motivaciones y conflictos de sus

    clientes. Tambin se parecen en su disciplina e intensidad

    de trabajo. Freud sola terminar el trabajo con sus

    pacientes a las diez de la noche para despachar a

    continuacin su inmensa correspondencia. De Erickson

    leemos en la descripcin de Jay Haley: Tena dos campos

    de actividad: la hipnosis y la terapia. El hombre trabajaba

    diez horas diarias como terapeuta durante seis o siete das

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    semanales. Comenzaba a las siete de la maana y

    terminaba a las once de la noche. Todos los fines de

    semana vea a pacientes o bien viajaba para ensear.(1)

    Y en palabras de Jeffrey Zeig, el actual presidente de la

    Fundacin Milton-H. Erickson: Siempre estaba

    trabajando. Siempre era el autntico Milton Erickson.

    Esto quiere decir que se entregaba a la experiencia ms

    profunda posible con la persona que estaba atendiendo en

    cada caso. En este sentido era continuamente

    hipnotizador, continuamente terapeuta, continuamente

    maestro.(2) Y ambos, Freud y Erickson, podran haber

    dicho de s mismos: La capacidad moral se entiende por

    s misma, es decir, los dos impresionaban a personas

    ajenas como personalidades que se sostenan serenamente

    en s mismos, que estaban profundamente convencidos de

    s mismos y que tenan concepciones claras de valores.

    Pero aqu terminan los elementos comunes y

    comienzan las diferencias. Mientras que Freud abandon

    el tratamiento hipntico, que haba practicado

    inicialmente, para sustituirlo por el psicoanlisis,

    Erickson modific y refin su procedimiento hipntico

    hasta el final de su vida. Mientras que Freud tenda ms

    bien a valorar el inconsciente como negativo -es decir,

    como el lugar de las necesidades pulsionales

    desenfrenadas y potencialmente destructivas-, Erickson

    vea el inconsciente ms bien como positivo, como fuente

    de energas constructivas, de recursos, creatividad y

    posibilidades de solucin de problemas pendientes.

    Donde Freud persegua la curacin por medio de la

    comprensin y el hacer conscientes los problemas (como

    dice su conocida afirmacin: Donde el Ello era, yo debe

    advenir). Erickson quera conseguir la curacin ms

    bien por medio de la exclusin de la conciencia y la

    racionalidad (por ejemplo, por medio de tcnicas de

    confusin, que dejaban a la conciencia y la racionalidad

    en estados de sorpresa y sobresalto). Mientras que para

    Freud, pero todava ms para sus discpulos, se iba

    consolidando la idea de que el psicoanlisis era un

    procedimiento regularizado que se poda ensear y

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    aprender, en Erickson y tampoco en sus discpulos no se

    puede constatar nada parecido. Si Freud, y ms an sus

    discpulos, mostraron la tendencia de aumentar el nmero

    de sesiones teraputicas que se consideraba necesario, en

    Erickson y sus discpulos, en cambio, se observa una

    tendencia ms bien contraria. En casos determinados,

    Erickson poda dedicar, ciertamente, muchas horas o a

    veces incluso das a un paciente cuando lo consideraba

    necesario. Pero si nos guiamos por el libro publicado por

    W. H. O'Hanlon y A. L. Hexum,(3) que ofrece resmenes

    de todos los 316 casos que Erickson relat por escrito u

    oralmente, en conjunto se muestra una tendencia a

    relativamente pocas sesiones -a menudo menos de cinco-,

    y esto incluso con clientes con perturbaciones graves y

    continuas.

    En el presente hay una serie de escuelas teraputicas

    que reivindican a Erickson como gur, como por ejemplo

    losjungianos, los programadores neurolingsticos, los

    terapeutas conductistas y tambin los terapeutas

    sistmicos y familiares.

    Concretamente estos ltimos pueden alegar

    razones para ello: Erickson mantuvo contactos desde

    tiempos muy tempranos con, el grupo de Palo Alto. En el

    primer nmero de la revista Family Prcess -la primera y

    seguramente hasta hoy ms importante revista para

    investigacin y terapia de familia a nivel mundial-,

    aparecido en 1962, Erickson ya colabor con un artculo

    sobre The Identification of a Secure Reality(4) Influy

    en Bateson, pero an ms en Jay Haley, quien tuvo

    muchas entrevistas con Erickson, que fueron transcritas

    por Haley y luego tambin publicadas. Erickson nos

    interesa aqu en primer lugar como un terapeuta inspirado

    por la teora sistmica y tambin inspirador de sta, y

    que, sin embargo, trabajaba preponderantemente como

    terapeuta individual. En este ejercicio, Erickson destaca

    no tanto como terico, sino ms bien por su prctica, en

    la que saba encontrar siempre nuevos accesos a la

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    persona a la que se dedicaba. Posteriormente, muchos de

    sus alumnos trataron de llenar el vaco terico -real o

    aparente- que Erickson dej.

    En su tarea de armonizar con las peculiaridades de

    sus clientes, parece que Erickson se sirvi de sus propias

    minusvalas, que eran considerables: haba sufrido

    repetidas parlisis por poliomielitis que le llevaron

    incluso al borde de la muerte. Se dice que de joven

    escuch al mdico que le trataba cuando ste afirm a su

    madre que ya no vea posibilidades de sobrevivir para el

    muchacho. Esto habra llevado a Erickson a desarrollar

    antenas extremadamente finas para la dinmica

    motivacional de sus clientes. Tambin sufra de un

    daltonismo casi total -slo perciba el color lila- y apenas

    poda distinguir tonos musicales.

    Una caracterstica de Erickson fue que individualiz

    el procedimiento teraputico como casi nadie lo haba

    hecho antes de l. Cada caso le pareca requerir un acceso

    diferente. Esto lo llegu a captar, por ejemplo, durante un

    seminario con estudiantes, cuyo texto de base fue el ya

    mencionado Uncommon Casebook. La funcin del

    seminario deba ser elaborar las lneas directrices del

    procedimiento de Erickson a partir de los 316 casos

    publicados. Pero este propsito result ser dificil e

    incluso casi imposible de resolver, precisamente porque

    Erickson pareca haber actuado de manera distinta en

    cada uno de los casos.

    A la luz de una tal individualizacin de la terapia

    tambin se puede comprender que Erickson poda

    prescindir en muchos casos del mtodo hipntico o de la

    induccin del trance, y que all donde lo hiciera aplicara

    estos procedimientos de manera cada vez distinta.

    Tambin se poda observar que Erickson ya no ofreca ni

    mucho menos la imagen, muy extendida, de un

    hipnotizador que se presentaba con el aura de chamn,

    sino que deshechiz y democratiz la hipnosis. Entre l y

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    sus clientes sta se introdujo de manera discreta, casi de

    puntillas.

    Aunque resulta difcil averiguar en Erickson una

    teora que guiara su procedimiento, podemos, en mi

    opinin, hacer una aproximacin a esa teora. En el centro

    de ella veo un modelo del yo-mismo inspirado en la

    teora sistmica, o ms precisamente, veo las definiciones

    no slo de uno sino de mltiples modelos del yo-mismo.

    A continuacin voy a esbozar estas definiciones en

    funcin de algunas de sus implicaciones para la

    psicoterapia y la consulta, tal como se ha precisado

    tambin en el trabajo de nuestro equipo de Heidelberg.

    En concreto, se trata de seis tipos del yo-mismo, a los que

    quiero denominar como sigue:

    1. El yo-mismo que garantiza la identidad,

    2. el yo-mismo como sujeto y objeto de historias,

    3. el yo-mismo como descubridor e iniciador de

    opciones de supervivencia,

    4. el yo-mismo entendido como parlamento interior,

    5. el yo-mismo de los recursos,

    6. el yo-mismo de la familia y la comunidad.

    Como deca, se trata de modelos, perspectivas o

    constructos, que enfocan en cada caso aspectos diferentes

    pero relevantes para la prctica psicoteraputica.

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    1.El yo-mismo que garantiza la identidad

    A este yo-mismo ya lo conocimos como una

    instancia que cambia sus fronteras (psquicas) y que se

    puede hinchar y encoger.

    Es este yo-mismo el que significa un desafo para

    nuestra comprensin, porque para sentimos resguardados

    de manera segura y constante en una o en nuestra

    identidad, tenemos que construir es yo-mismo olvidando

    en cierto modo el contexto.

    Se trata aqu de un sentimiento del yo-mismo o un

    sentido de la propia identidad. Este sentido de la

    identidad se presenta como expresin y consecuencia de

    una construccin permanente de un yo-mismo, que slo

    parece posible al precio de una omisin constante de

    contextos situacionales y temporales. Como constructor

    permanente de un yo-mismo -de mi propio yo-mismo-

    tengo, por ejemplo, la edad de sesenta y siete aos. Hace

    poco encontr a un compaero que estudi conmigo en

    Heidelberg al que no haba vuelto a ver desde entonces.

    l no me reconoci. En aquel entonces yo no llevaba

    gafas y no tena el pelo blanco ni arrugas en la cara. Sin

    embargo, me sent -o tambin me constru- prcticamente

    como el mismo que haba sido hace cuarenta y cinco

    aos, aunque las molculas que constituyen la sustancia

    de mi cuerpo se renuevan totalmente ms o menos cada

    cinco aos. Consegu comportarme as por hacer en

    buena medida lo que hizo aquel hombre que deambulaba

    por una gran ciudad dando palmadas. Cuando un

    transente le pregunt por qu daba palmadas sin parar,

    el hombre contest: Para ahuyentar a los elefantes

    salvajes. Y cuando el transente le replic: Pero,

    hombre, si aqu no hay elefantes salvajes, el hombre

    dijo: Claro, precisamente por eso.(5)

    En otras palabras, yo tambin actu como un omisor

    del contexto que se reafirma recursivamente a s mismo y

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    cuyas operaciones estaban destinadas a percibir y dar

    continuidad slo a aquello que me confirmaba como

    individuo o yo-mismo independiente de los respectivos

    contextos temporales y espaciales.

    Se podra decir que yo practicaba el olvido del

    contexto para poder sobrevivir como individuo. Pero

    sera igualmente correcto decir: para poder sobrevivir

    como individuo tena que sensibilizarme una y otra vez lo

    bastante para los contextos como para captar en ellos las

    diferencias que significaban una diferencia para mi

    supervivencia.

    As nos vemos condenados a una especie de

    andadura sobre el filo de la navaja, o, si se quiere, a una

    tarea de reconciliacin que puede fracasar bajo signos

    diferentes. Por un lado podemos exagerar nuestra

    autoconfirmacin recursiva. Entonces se puede producir

    eventualmente lo que los psiquiatras denominan un

    sistema paranoico: nos movemos en un cosmos de

    percepcin y explicacin cerrado, en el que nos

    protegemos contra cualquier perturbacin. (Esto vale en

    cierto modo para todos los que se instalan y defienden

    dentro de un cosmos de explicacin como el del

    psicoanlisis, del marxismo o de la filosofia de

    Heidegger.)

    Por otro lado, tambin podemos quedamos cortos en

    nuestra autoafirmacin recursiva. Entonces el sentimiento

    de nuestro yo-mismo est en peligro de deshacerse por las

    costuras. En estos casos hablamos -segn el uso

    terminolgico psicoanaltico o psiquitrico- de difusin

    de la identidad, de un yo-mismo escindido, de

    personalidad mltiple, de fragmentacin esquizofrnica y

    otras cosas ms.

    Se trata aqu de una contradiccin (o tambin de

    una dialctica) entre la necesaria autoafirmacin y el

    igualmente necesario autodesarrollo. El psiquiatra

    Hinderk Enirich(6) describi cmo de ello puede (o

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    incluso tiene que) resultar una especie de dilema

    existencial. Lo ilustr con el fenmeno de la promesa.

    Para poder dar y mantener una promesa, es decir, para

    poder mostrarse en la relacin con otros como alguien

    que inspira confianza y ofrece apoyo, hay que definirse y

    mostrarse como constante y previsible en cuanto a las

    propias suposiciones bsicas, valores bsicos y la

    conducta resultante de stos. Pero si quiero desarrollar mi

    personalidad, tambin debo estar dispuesto y en

    condiciones para cuestionar una y otra vez estas

    suposiciones bsicas, valores y modos de conducta.

    Este dilema (existencial) se muestra, entre otras

    cosas, tambin como fuente de conflictos que hace buscar

    a las parejas el camino hacia el terapeuta de pareja, como

    por ejemplo, el conflicto entre la fidelidad a la pareja y

    la fidelidad a s mismo. La fidelidad a la pareja (Karl

    Jaspers habla de una fidelidad que determina la vida)

    prohibe, por ejemplo, relaciones ntimas con otras

    personas. La fidelidad a si mismo, en cambio, puede

    justificarlas como momentos de un desarrollo necesario

    del yo-mismo. Goethe dice: El ser humano slo se

    reconoce en otro ser humano; slo la vida ensea a cada

    uno lo que es. En el contexto presente, esto podra

    significar que tambin el yo-mismo slo se reconoce y

    realiza sus potenciales en el otro, lo que tambin puede

    implicar: en un otro al que se reconoce en una relacin

    ntima.

    2. El yo-mismo como sujeto y objeto de historias

    Los significados diversos e incluso contradictorios

    que puede tener una palabra como fidelidad, remiten al

    poder que corresponde al lenguaje en la descripcin,

    explicacin y valoracin del yo-mismo. Este poder del

    lenguaje se muestra en historias o relatos que son capaces

    de hacer conscientes y de radicalizar las contradicciones

    existenciales y que (de manera aparente o real) tambin

    pueden resolverlas.

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    Las historias son construcciones lingsticas que

    domean, ordenan y conservan las experiencias vitales,

    creando sentidos y orientando la conducta a la luz de

    estos sentidos. Son una materia -o tal vez la materia- que

    permite a un yo-mismo asegurarse de manera duradera de

    su identidad y, al mismo tiempo, poner en cuestin esta

    identidad por medio de nuevas experiencias, de cambiarla

    y enriquecerla. Desde que existe una historia de la

    humanidad, tambin existen las historias, sea en forma de

    mitos, fbulas, leyendas, cuentos o relatos. A menudo se

    los narraba y escuchaba en el seno de la familia para

    transmitirlos a las generaciones futuras.

    La manera de construir, narrar, escuchar y

    transmitir estas historias y las posibilidades de hacerlo

    han ido variando segn la poca histrica, la cultura y

    tambin la situacin de la familia. Tambin cambi el

    inters cientfico con el que se estudiaba estas historias.

    Cuando se despert este inters, generalmente se

    preguntaba ms bien por aquello que determinadas

    historias tenan en comn y menos por los elementos que

    las distinguan. Se preguntaba, por ejemplo, si haba

    estructuras comparables, si se podan extraer verdades

    semejantes y si se poda averiguar un sentido que

    subyaca en esas historias por encima de las pocas y las

    culturas.

    Los terapeutas de familia se plantearon preguntas

    parecidas cuando miraron ms de cerca diferentes

    historias que se encontraban, inventaban, narraban y

    transmitan en las familias. El inters principal se

    centraba inicialmente en los llamados mitos familiares.

    Yo mismo les dediqu un estudio hace ms o menos

    veinte aos, en el que intent aislar estructuras y

    contenidos tpicos en esos Mitos.(7)

    Durante la ltima dcada, el inters por las historias

    se intensific entre los terapeutas sistmicos y de familia.

    Pero este inters iba en una direccin nueva y ya no se

    centraba en primer lugar en los mitos familiares. Palabras

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    como historias (stories) o tambin narraciones

    (narratives) adquiran ahora el significado de

    descripciones, explicaciones y valoraciones relevantes

    para la historia de la vida. Es decir, por medio de historias

    o narraciones los individuos o las familias se construyen

    algo que pueden tomar como verdadero, que tiene un

    sentido para ellos, que puede orientar su conducta a partir

    de este sentido, que les proporciona un trozo de suelo

    firme y un apoyo -para volver a recurrir a Hegel- en el

    curso de la vida cambiante y de los tiempos en

    transformacin, y que les proporciona una biografa que

    justifica y asegura su identidad.

    Los terapeutas sistmicos tenan que preguntarse

    ahora: cules son las suposiciones bsicas y

    diferenciaciones que se reflejan en estas historias, que

    determinan su consistencia interna o contradictoriedad, su

    cierre o abertura frente a lo nuevo? Qu vivencias se

    seleccionaron y se consolidaron en la conciencia para

    convertirse en temas dominantes, y cules quedaron

    desvalorizadas y omitidas? Cmo se acentan los

    desarrollos de acontecimientos y se construyen las

    relaciones causales? Cmo se asignan en cada caso las

    intenciones o responsabilidades? A quin se carga la

    culpa y a quin se descarga de ella?

    En los casos particulares se muestran diferencias

    enormes en cuanto a la riqueza, al realismo, la

    consistencia interna, la variedad y la complejidad de estas

    historias. Recordemos, por ejemplo, una de las obras

    maestras de la literatura moderna, el Ulises de James

    Joyce. En ella se trata de las vivencias de tres

    protagonistas -Stephen Daedalus, Leopold Bluin y su

    mujer Molly- a lo largo de un solo da. Estas vivencias se

    manifiestan en monlogos interiores, en conversaciones y

    en un fluir de la conciencia que cambia constantemente

    de direccin, que se interrumpe repentinamente, que se

    disuelve en una especie de torbellino, para continuar

    luego en un momento inesperado. Con ello se transmite al

    lector la riqueza, la complejidad y los enredos de la vida

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    que se vive, pero tambin hasta qu punto esta vida se

    allana y estrecha en las historias que componemos

    habitualmente bajo la coaccin del lenguaje cotidiano y

    las convenciones, una coaccin a la que un James Joyce

    poda sustraerse mejor que otros mortales.

    Historias de problemas

    Cuando se trata de sufrimientos, de conductas

    sintomticas y de problemas graves que reducen

    fuertemente el despliegue de la vida, las historias giran

    con preferencia en tomo a estos problemas, de modo que

    se puede hablar de Historias de problemas.

    Las historias de problemas muchas veces

    desnaturalizan, hacen unilateral y acortan la vida an ms

    de lo que ya sucede en las historias que tratan de asuntos

    corrientes de la vida cotidiana. Las historias de problemas

    establecen continuidades como a golpes de palanca y

    construyen las causalidades ms simples y lineales:

    Puesto que despus del nacimiento de Ana su madre

    tuvo una relacin con un norteamericano (o se puso

    enferma, o se agotaba en el cuidado de su propia madre

    anciana, o trataba de satisfacer una necesidad de

    recuperar experiencias juveniles tempestuosas, etc.), Ana

    ahora tiene problemas de contacto, no puede terminar sus

    estudios, tiene a menudo depresiones. 0 bien: Puesto

    que el padre de Ernesto era un "workaholic " (adicto al

    trabajo), que no apoyaba a la madre en fases crticas de la

    vida y que prefera pasar el tiempo en la taberna con sus

    compaeros en lugar de ir con su hijo al campo de ftbol,

    Ernesto ahora muestra un rendimiento bajo, se rene con

    otros jvenes holgazanes que se automarginan, no tiene

    relaciones con chicas, etc..

    En historias de este tipo apenas hay lugar para

    entrarnados, cadenas de efectos y variables, para la

    multicausalidad o la causalidad circular (recursiva). Ms

    bien se delata en ellas un pensamiento causal simple y

    unidireccional con atribuciones o descargas lineales de

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    culpa. En este contexto es ilustrativo que atTa (aita)

    significa al mismo tiempo causa y culpa. Es decir: puesto

    que la madre de Ana tuvo entonces un ligue, tambin

    tiene la culpa de que Ana ahora se comporte como una

    persona tmida, sin atractivos y depresiva. 0 tambin:

    puesto que el padre de Ernesto estaba ms casado con su

    empresa que con su familia, tiene la culpa de que Emesto

    se deje llevar por los ambientes de los automarginados,

    etc.

    Se puede decir que los individuos o los colectivos

    se apropian de historias de problemas, o tambin que las

    historias de problemas dominan a los individuos y los

    colectivos. A menudo se puede observar una competicin

    entre historias de problemas por el dominio sobre

    individuos y colectivos, que termina con la victoria de

    una historia determinada.

    El tiempo y las circunstancias de la apropiacin de

    una historia remiten muchas veces a la infancia. Es el

    perodo de la vida en el que los acontecimientos, que nos

    proporcionan materiales para historias, estimulan

    nuestros sentidos y nos afectan como nunca ms en la

    vida. Esto motiv a Marcel Proust a emprender su

    bsqueda interminable del tiempo perdido, es decir, del

    tiempo de su infancia con todas las vivencias de colores,

    olores, sonidos y cualidades de relacin que se asocian

    con esta edad.

    La infancia, sin embargo, no es slo el tiempo en

    que recibirnos impresiones ms duraderas, sino que

    tambin es el tiempo, como ya observ Lichtenberg, en el

    que nuestro entendimiento es todava inmaduro y tiene

    las facultades crticas an poco desarrolladas. Para

    decirlo de una manera algo distinta a la luz de los

    conocimientos de la moderna psicologa cognitiva y de

    adquisicin del lenguaje: la infancia es el tiempo en el

    que todava somos esclavos de una lgica, que mete las

    historias nolens volens en un rgido cors de esquemas.

    Pese a ello o precisamente a causa de ello, estas historias

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    se conservan con una pretensin de verdad muy

    prioritaria y su realidad desplaza a cualquier verdad

    alternativa.

    Estas historias que ya quedaron fijadas en la

    infancia y que desplazaron verdades alternativas, se

    convierten con frecuencia en guiones. Los guiones son

    historias condensadas que sirven para facilitar las

    decisiones y orientar la manera de actuar. El guin de una

    mujer puede ser, por ejemplo: Despus de que me

    decepcionaron mi padre y mi madre, no dejar que nadie

    ms me decepcione, sobre todo ningn hombre. El

    matrimonio queda descartado para m. 0 bien: Para

    conseguir que alguien me ame o tan slo me preste

    atencin, debo ser o realizar algo importante, de otro

    modo soy un fracasado, un nadie. Un guin de un

    hombre podra ser tambin: Todos se empean en

    mostrarme su superioridad. En la vida slo importa el

    poder y el control. En todo caso luchar, si hace falta

    hasta las ltimas consecuencias.

    Las historias que se consolidan en las familias

    constituyen en cierto modo el fondo del que se sirven los

    distintos miembros para construir su historia o historias

    individuales y tambin sus historias de problemas. Estas

    historias se transmiten con frecuencia a travs de varias

    generaciones y en ellas se reflejan y se transfieren las

    delegaciones y expectativas vinculadas, por ejemplo, con

    la diferencia de los sexos y la posicin fraterna. El

    escritor Christian Graf von Krockow,(8) por ejemplo, nos

    proporciona historias de la poca de la Segunda Guerra

    Mundial, en las que las mujeres se muestran, en general,

    fuertes y humanas, mientras que los hombres aparecen

    dbiles, a pesar o a causa de su dureza exterior, e

    inhumanos (en su apropiacin incondicional de la

    ideologa nazi). Otras historias familiares sugieren que

    siempre son los hombres que, pase lo que pase, tendrn

    un final fatal. Acaban por fracasar en su profesin,

    fracasan en el mantenimiento de sus familias, se vuelven

    alcohlicos o se suicidan. Otras historias ponen el nfasis

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    en la diferencia de las posiciones y destinos entre

    hermanos: unos son brillantes -probablemente los

    mayores- y tienen xito, los otros llevan una vida

    insignificante o fracasan. Esto se refleja en los

    genogramas que nos permiten observar varias

    generaciones. En cierto modo, los genogramas

    proporcionan versiones abreviadas de historias familiares.

    Las historias problemticas que predominan en las

    familias versan a menudo sobre determinados temas

    repetitivos, por ejemplo, sobre el alcoholismo o las

    psicosis manaco-depresivas, que se manifiestan a travs

    de generaciones en algn que otro miembro de los

    sucesivos conjuntos familiares; o tambin divorcios o

    accidentes trgicos, que reaparecen en generaciones

    consecutivas. Cuando miramos ms en detalle estas

    historias, tambin podemos observar en ellas unaseleccin y condensacin de determinados sucesos.

    Adems se suele olvidar que de hecho se trata de

    construcciones, es decir, de historias. Los afectados se

    sienten como bajo la fuerza inevitable o incluso la

    maldicin de los hechos. Podramos decir que se trata de

    historias especialmente cargadas de hechos pasados y

    patologas, que vuelven a crear una y otra vez

    determinados sucesos que, a modo de una profeca que se

    cumple a s misma, confirman estas historias. As se

    puede producir, segn las circunstancias, lo que se ha

    llamado tambin una compulsin de repeticin en la

    familia.

    Los psicoterapeutas y psiquiatras pueden contribuir a las

    historias problemticas

    No slo las familias colaboran en la construccin de

    historias problemticas, tambin los psicoterapeutas y los

    psiquiatras aportan su parte a ellas. En Alemania, en elambiente actual de estas profesiones, ciertos miembros de

    diversas escuelas e instituciones se presentan como

    narradores, proveedores o editores de historias. Como

  • 8/12/2019 El Individuo en El Sistema (Stierlin Helm) Cap 6

    15/27

    ejemplos se pueden mencionar psicoanalistas,

    psicoterapeutas de orientacin psicoanaltica y tambin

    psiquiatras que se identifican prioritariamente como

    psicopatlogos.

    Muchos psicoanalistas, por ejemplo, se orientan

    (todava) por los modelos que Freud aport para las

    historias. En cierto modo ofreci el marco y la temtica

    normalizados -como por ejemplo, los de acontecimientos

    conflictivos preedpicos y edpicos-, por los que tenan

    que orientarse los posteriores narradores de historias. En

    ello vemos a Freud como un autor que saba narrar

    historias en un lenguaje claro y de manera tan atractiva

    que crea tener que disculparse cuando sus historias de

    casos se parecan ms a novelas que a comunicaciones

    cientficas.

    En la actualidad, en cambio, al menos en Alemania,

    muchos de los seguidores de Freud parecen estar bajo la

    presin de editar o de reescribir las historias

    proporcionadas por sus pacientes de tal manera que

    satisfacen fines precisos, por ejemplo, el de la solicitud de

    cobertura de los gastos por parte del seguro de

    enfermedad, o el de ser aceptado por parte de los gremios

    de la Asociacin Psicoanaltica que autoriza el ejercicio

    profesional. Con independencia de la manera particular

    de la redaccin de estas historias, siempre se muestran

    muy cargadas de hechos pasados y de patologas, por lo

    que se prestan para suscitar la idea de que se trata de un

    grave peso de problemas que requiere una gran

    dedicacin de trabajo y tiempo para poderlo superar.

    Es caracterstico que las actas de enfermos de las

    clnicas psiquitricas estn llenas de historias de

    problemas inspiradas en la psicopatologa. An ms que

    muchas historias psicoanalticas, parecen redactadas bajo

    la presin de la falta de tiempo, tienen un estilofuncionalizado, se sirven de un lenguaje mdico o casi

    mdico y carecen de ambiciones narrativas. No se trata

    tanto de la explicacin de destinos de vida y biografas

  • 8/12/2019 El Individuo en El Sistema (Stierlin Helm) Cap 6

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    que de la presentacin de casos y procesos -por ejemplo,

    casos de esquizofrenia, de psicosis manaco-depresivas,

    de alcoholismo o drogadiccin, de predisposiciones

    hereditarias etc.-, en las que a los afectados les resulta

    muy difcil reconocerse.

    Esto se debe en buena medida a un estilo de

    redaccin y narracin que resulta de una concepcin

    mdica de la psiquiatra. En la medicina, por ejemplo, el

    diagnstico debe preceder a la terapia. Por ello el redactor

    o narrador de las historias selecciona y se concentra en

    aquello que impresiona o se considera respectivamente

    como causa y, por tanto, corno patologa o defecto, es

    decir, como algo que no funciona bien. Por ello estas

    historias tienen la tendencia de poner el peso en el pasado

    y en las patologas. En comparacin con las narraciones

    psicoanalticas, parecen tratar an menos de personasvivientes y de sus destinos, lo que a menudo no impide

    que determinen profundamente los destinos de personas y

    familias. Esto ocurre en buena parte porque en pocas de

    rpidos cambios sociales se percibe a los expertos,

    especialmente a los mdicos, como aquellas personas

    que, ante tales cambios, prometen ofrecer todava un

    poco de suelo firme y un cierto apoyo, es decir,

    cientficamente probado.

    3. El yo-mismo como descubridor e iniciador de

    opciones de supervivencia

    Tambin este yo-mismo es un constructo que pone

    en perspectiva determinadas cosas mientras que omite

    otras. Ahora bien, estas cosas parecen sustraerse ms

    de lo comn a un uso cientfico (o considerado como

    cientfico) del lenguaje. A ello se debe en parte que el

    constructo de este yo-mismo haya dado lugar a

    interminables intentos de diferenciacin y controversias

    entre psiclogos, psicoanalistas y tambin terapeutassistmicos. Lo que ocurre es que no se trata de

    caractersticas que se puedan describir con relativa

    facilidad o de interacciones de fenmenos ms o menos

  • 8/12/2019 El Individuo en El Sistema (Stierlin Helm) Cap 6

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    fcilmente identificables, sino, corno ya he sealado, de

    las intenciones, sentimientos, aspiraciones, esperanzas y

    expectativas de un sujeto o yo-mismo. Decimos, por

    ejemplo, que este sujeto o yo-mismo se siente como

    fuente de energa, como iniciador de acciones, como

    autor de historias, como vctima o autor de un acto, como

    ser viviente con necesidades, deseos, impulsos y

    motivaciones. Para hacer justicia a esta subjetividad e

    intencionalidad, sobre todo algunos autores

    psicoanalticos prefieren hablar de fenmenos del yo y no

    de fenmenos del yo-mismo, o sea, por ejemplo, de

    funciones del yo, necesidades del yo, cualidades del yo,

    etc.

    En el lenguaje de la teora sistmica, influenciada

    sobre todo por Niklas Luhmann, el yo-mismo del que se

    trata aqu se caracterizara por su contingencia. Porcontingencia se entiende -desde la ptica de un

    observador externo- la posibilidad especficamente

    humana de actuar y reaccionar de manera imprevisible,

    sorprendente, variable y abierta. Los espacios de

    contingencia, caractersticos de la posmodernidad,

    aumentan en la medida en que las normas, tradiciones,

    coacciones sociales y expectativas hasta ahora no

    interrogadas comienzan a ser cuestionables. De un

    constructo como el yo-mismo se podra esperar entonces

    que al menos conceptualmente sea capaz de domesticar la

    contingencia.

    Sin embargo, por problemtico, difcil de captar y

    simplificador que pueda parecer este constructo llamado

    yo-mismo o tambin yo, en la prctica

    psicoteraputica resulta imprescindible. En este yo-

    mismo se concentra la dinmica motivacional humana,

    cuya complejidad tambin se convierte en expresin y

    consecuencia del aumento de los espacios de

    contingencia. Y en la prctica psicoteraputica, en ltimotrmino, siempre se trata de captar esta dinmica, de

    sintonizar con ella y de influenciar en ella de una u otra

    manera.

  • 8/12/2019 El Individuo en El Sistema (Stierlin Helm) Cap 6

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    Para caracterizar lo que le es esencial desde el punto

    de vista psicoteraputico, se ofrece, por ejemplo, una

    diferenciacin utilizada por Milton Erickson entre

    motivaciones intrnsecas y extrnsecas. Las motivaciones

    intrnsecas (intrinsic motivations) se alimentan en cierto

    modo de su propia dinmica. Las motivaciones

    extrnsecas (extrinsec motivations), en cambio, requieren

    un empuje adicional y constante o intensificado desde

    fuera. Para decirlo de otra manera: las motivaciones

    intrnsecas se muestran como autoalimentadoras y

    autosintnicas, lo que les da una fuerza que influye en loscontextos o sistemas. Las motivaciones extrnsecas, en

    cambio, se muestran ms bien dependientes y marcadas

    por el sistema.

    Podemos decir ahora que Erickson individualiz lapsicoterapia por su capacidad de sintonizar con una

    sensibilidad extraordinaria con la dinmica motivacional

    intrnseca de sus clientes, por lo que modificaba su

    procedimiento una y otra vez incluso en cuadros

    sintomticos parecidos. Pese a toda esta individualizacin

    se pueden definir, sin embargo, tres principales mbitos

    motivacionales intrnsecos, a los que l siempre trat de

    apelar: primero, la curiosidad; segundo, la persecucin

    del xito y de la competencia y la experiencia relacionada

    con ellos, y finalmente, en tercer lugar, el esfuerzo por ser

    aceptado y valorado por las personas de referencia

    importantes. Podemos afirmar entonces que Erickson

    trat de activar una y otra vez estos tres mbitos

    motivacionales.

    En estrecha relacin con esta dinmica motivacional

    intrnseca estn en el individuo la capacidad y disposicin

    de tomar decisiones y de influir en su historia y biografa,

    en su conducta, pero tambin en sus sentimientos y, en

    ltimo trmino, en sus sntomas.

    Esta disposicin y capacidad de ejercer influencia

    se debe entender, sin embargo, en un sentido dialctico.

  • 8/12/2019 El Individuo en El Sistema (Stierlin Helm) Cap 6

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    Tambin como seres humanos que actan

    conscientemente dependemos de incontables hechos

    dados, si se quiere, de sistemas y estructuras, en las que

    no podemos influir en absoluto, o slo de manera

    indirecta o limitada y sin Poder Prever las consecuencias.

    Dependemos, por ejemplo, de incontables Procesos que

    se regulan mutuamente dentro de nuestro organismo (en

    cada una de las millones de clulas se producen

    simultneamente cerca de dos mil reacciones qumicas), o

    de un ecosistema que funcione correctamente y que nos

    proporcione una alimentacin sana y aire limpio, o de un

    Estado regido democrticamente por un sistema dederecho, que posibilita y protege, siempre dentro de unos

    lmites, la libertad de accin. De este modo, la capacidad

    y disposicin de ejercer influencia, tal como la esbozo

    aqu, incluye el reconocimiento y la capacidad de

    aceptacin de los numerosos factores de los quedependemos.

    Precisamente con respecto a la conducta

    sintomtica, nuestro equipo de Heidelberg observ que

    los clientes que vimos tendan a enredarse en un fatal

    exclusivismo del o esto o aquello, o bien se es

    autnomo, se depende de algo, o bien se es vctima (de

    una enfermedad, de una psicosis, de una biografa

    terrible, de malos tratos, negligencias, de un ello que

    acta inconscientemente, o lo que sea), o se es autor sin

    restricciones, totalmente influenciado o ejerciendo

    influencia de manera absoluta.

    Nuestras observaciones clnicas, lo mismo que losestudios en los que analizamos los procesos de clientes

    tratados por nosotros,(9) nos mostraron que stos se

    experimentaron a s mismos inicialmente sobre todo

    como incapaces de ejercer influencia, es decir, como

    vctimas, y que tambin sus parientes ms prximos losvean as. Una mejora clnica siempre se produca

    simultneamente con un cambio de esta visin. Para los

    clientes y sus familiares se produca en cierto modo un

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    giro completo de la perspectiva en cuanto a las

    posibilidades de ejercer influencia.

    Por eso, en nuestra terapia sistmica optamos ms y

    ms por apelar y reforzar sobre todo al yo-mismo

    influyente, es decir, por actuar en contra de la

    consolidacin antidialctica de la posicin de la vctima

    sin capacidad de ejercer influencia, y lo hicimos

    introduciendo diferencias significativas para la

    organizacin de la vida y de las relaciones, y para las

    esperanzas y temores de las personas. Para decirlo en

    otras palabras: al abrir nuevas opciones, ampliamos laautonoma del individuo, pero junto con esta autonoma

    tambin su responsabilidad por la conducta mostrada. Y

    esto puede significar tambin la responsabilidad por una

    conducta psictica, de adiccin o, en general, definida

    como perturbada, que hasta entonces se haba atribuido auna enfermedad en la que no se poda influir, sea una

    psicosis, una falta de motivacin, un ello, etc.

    Las implicaciones teraputicas de esta

    autodescripcin resultan an ms claras, cuando nos

    fijamos en otro yo-mismo o constructo del yo-mismo:

    aquel yo-mismo que se podra describir en primer lugar

    como analoga de una democracia o dictadura interior.

    4. El yo-mismo entendido como parlamento interior

    El yo-mismo del que hemos hablado hasta ahora

    estaba descrito como si estuviera en s mismo coherente y

    cerrado. En esta forma cerrada se mostraba como fuerte,

    ambicioso y dispuesto a tomar decisiones. Pero esteconstructo del yo-inismo tiene sus lmites, como se

    observa tambin en la prctica psicoteraputica. Cuanto

    ms diferenciadamente se trabajaba en esta prctica, tanto

    ms Problemtico resultaba el comprender y describir el

    yo-mismo como unidad psquica o como mnadapsquica indivisible. Al contrario, se descubrieron

    infrasistemas psquicos o, si se quiere, suby-mismos,

    entre los que se establecen relaciones complejas, que

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    constituyen contextos los unos para los otros, de modo

    que requieren del observador una especial sensibilizacin

    para los contextos (centrada en los individuos).

    Se podra pensar aqu en la evolucin de la fsica.

    Durante mucho tiempo se supona que el tomo era una

    unidad ltima e indivisible. Esto cambi con el desarrollode la moderna fsica atmica o de partculas. Se descubri

    dentro del ncleo atmico un panorama complejo en el

    que hasta ahora se han identificado varios centenares de

    partculas, a las que se han dado nombres a menudo

    exticos. Pero muchas de estas partculas parecendesaparecer con la misma rapidez con que surgen. Dnde

    y cmo se las percibe y cmo se las describe depende en

    buena medida de la disposicin de los experimentos y de

    las posiciones del observador.

    Parece sugerente usar la imagen de la fsica de

    partculas tambin en la psicologa que se interesa por

    aquello que garantiza la cohesin interior del individuo (o

    tambin que la rompe). En lugar de partculas, se puede

    hablar aqu ms bien de partes, es decir, de partes de la

    personalidad o del yo-mismo, que puede comportarse en

    constelaciones cambiantes de manera cooperativa o

    tambin antagonstica. Nos las tendramos que ver con

    una psicologa de partes que recibe sus estmulos de

    concepciones y experiencias sistmicas y de la terapiafamiliar. Se puede considerar a Erickson, al lado de otros,

    como iniciador de esta psicologa de partes.

    Cmo podemos describir de la manera ms

    acertada -tambin en funcin de las exigencias de unaprctica sistmica- las partes de nuestro yo-mismo, sus

    caractersticas esenciales y las relaciones entre ellas?

    Creo que la imagen que mejor se presta aqu es la de un

    sistema gubernamental o parlamento intrapsquico. Esta

    imagen, de la que me servir repetidas veces, se la debo ami amigo y colaborador Gunther Schmidt, al que quiero

    expresar aqu mi agradecimiento.

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    En este parlamento hay distintas fracciones que

    luchan por el poder, el reconocimiento y la realizacin de

    sus necesidades. Entre estas fracciones hay una

    comunicacin abierta o secreta. Hacen alianzas de

    duracin breve o larga y establecen mayoras ms o

    menos cambiantes o duraderas. El trato entre ellas hace

    surgir patrones y reglas, y dentro del yo-mismo hayjugadores, juegos y reglas de juego. Algunas fracciones

    (o portavoces) consiguen dominar temporalmente de

    manera casi demaggica el escenario. Entonces las

    aspiraciones y voces de las otras permanecen anuladas,

    disociadas, en la oscuridad y excluidas del discursointrapsquico.

    El sujeto experimenta los conflictos inevitables en

    el parlamento interior como ambivalencia o incluso

    polivalencia. Si el sistema de gobierno interior se muestrams bien democrtico, se puede esperar que se tolera una

    considerable tensin interior de conflictos, que la

    polivalencia acaba por equilibrarse y que finalmente se

    produzcan compromisos que permiten un gobierno eficaz,

    la definicin de prioridades y tambin una representacin

    exterior eficiente. En cambio, si gana una forma

    dictatorial de gobierno interno, las distintas fracciones

    (llammoslas partes, pulsiones, intereses, necesidades)

    sern empujadas a la clandestinidad y pierden su derecho

    parlamentario, de modo que, segn las circunstancias,slo pueden hacerse valer por medio del terror desde

    abajo, de formaciones de sntomas y finalmente por actos

    de sabotaje autodestructivos.

    Una psicologa de partes inspirada en la teorasistmica, que se sirve de la imagen de un parlamento

    interior, parece tener elementos en comn con las

    concepciones psicoanalticas. Porque tambin en stas se

    trata de relaciones entre (ms o menos conscientes) partes

    intrapsquicas (que aqu se llaman pulsiones, instancias,introyecciones u objetos interiores) y de conflictos

    intrapsquicos. Estos elementos comunes existen

    indudablemente. Sin embargo, quiero subrayai aqu las

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    diferencias que son importantes para la prctica

    teraputica

    Una psicologa de partes de inspiracin sistmica no

    slo nos sensibiliza para los procesos recursivos que se

    producen entre el individuo y los miembros de su sistema

    problemtico, sino tambin para los procesos recursivos oautorreferenciales que transcurren en el aqu y ahora

    dentro de su parlamento interior, tanto en el sentido de un

    deviation amplifying feedback como en el de un

    ,deviation reducing feedback. Al mismo tiempo

    centramos la mirada en las reglas, por as decirlo,intraparlamentarias y formas de la divisin de poderes,

    que facilitan, dificultan o impiden un gobiernar eficiente,

    un equilibrio de los contrastes internos y una

    representacin extema eficiente.

    Con respecto a la prctica clnica se puede pensar,

    Por ejemplo, en pacientes anorxicas o bulmicas, en las

    que aparece un conflicto permanente entre necesidades y

    partes contrarias, como, por ejemplo, la de mimarse a s

    mismas de manera regresiva y la de ser autnomas. No se

    produce un compromiso o una compensacin que fuera

    compatible con el bienestar subjetivo, ya que las distintas

    partes o fracciones se combaten despiadadarnente,

    aspiran a una dictadura o a un control unilateral y actan

    segn esquemas cada vez ms rgidos, a los que entoncestambin apoyan los automatismos fsicos, que son

    difciles de modificar.

    Tambin se puede pensar en un psictico, en el que

    una fraccin, que domina demaggicamente el escenariointraparlameltario, se deja llevar por fantasas o visiones

    infernales, como en un cine domstico, por las que queda

    totalmente fascinado, mientras que a las otras fracciones

    o voces, entre ellas la de la razn, les manda callar a

    gritos. En este caso tambin se podra hablar de unaautohipnosis que se intensifica recursivamente como un

    movimiento de columpio.

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    5. El yo-mismo de los recursos

    Al describir esta vertiente del yo-mismo

    concebimos los distintos yo-mismos interiores no tanto

    como fracciones en el sentido de participantes en

    conflictos o cooperaciones, sino ms biela como

    portadores de recursos. Como ningn otro, MiltonErickson ense a agudizar la mirada tambin para este

    yo-mismo, que contiene muchos recursos sin utilizarlos.

    Aqu se trata de ver en la oferta de Problemas del o de la

    cliente al mismo tiempo tambin las ofertas y

    posibilidades de soluciones. En esta perspectiva,especialmente el concepto de resistencia resulta superado

    e inservible. Porque lo que resalta en un contexto

    psicoanaltico como resistencia, se muestra ahora como

    oferta de cooperacin. Stephen Gilligan, (10) Steve de

    Shazer, (1)1 Brian Cade y William O'Hanlon, (12) al ladodel mismo Erickson, proporcionan en sus textos muchos

    ejemplos de cmo se pueden aprovechar

    teraputicamente los sntomas, las ofertas de problemas y

    tambin las llamadas resistencias.

    Desde la ptica del yo-mismo de los recursos,

    tambin el llamado inconsciente aparece bajo otra luz que

    en Freud: se lo puede definir antes como un tesoro

    personal inexplorado que como un lugar habitado portendencias pulsionales prohibidas, peligrosas y que, por

    eso, se tienen que reprimir.

    Muchas de las intervenciones teraputicas de

    Erickson -en primer lugar la hipnosis y la induccin deltrance, luego tambin las tcnicas de confundir, que

    tienen la finalidad de excluir brevemente el estado mental

    consciente y la racionalidad- parecen previstas para abrir

    el tesoro del inconsciente y para hacer disponibles al

    individuo sus recursos y ofertas de soluciones deproblemas. Pero, adems, desde la ptica del yo-mismo

    de los recursos, comenzamos a ser realmente sensibles

    para la cuestionabilidad de conceptos, descripciones y

  • 8/12/2019 El Individuo en El Sistema (Stierlin Helm) Cap 6

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    tambin historias cargadas de problemas y patologas,

    que son usuales en nuestro campo. As, los conceptos dedepresin, esquizofrenia, trastornos de tipo borderline,

    trastornos preedpicos narcisistas, etc., crean ya en el

    primer contacto con los clientes un horizonte de

    expectativas sombras y sugieren ideas de defectos

    profundos y, relacionados con ellos, sentimientos deculpa y fracaso. En comparacin con esto, las distintas

    formas de terapia breve que surgieron -tambin en buena

    parte bajo la influencia de Erickson- en las ltimas

    dcadas, se centran sobre todo en el yo-mismo de los

    recursos y por eso ayudan a despertar esperanzas y aorientar a los clientes hacia el futuro y no hacia un pasado

    que ya no se puede modificar. Sin embargo, hay una serie

    de especialistas en terapia breve que suscitan la pregunta

    de si una orientacin exclusivamente hacia el futuro no

    descuida demasiado las necesidades de los otros yo-mismos que he descrito. Sobre ello seguir hablando ms

    adelante.

    6. El yo-mismo de la familia y la comunidad

    Si centramos la atencin en este yo-mismo,

    podemos preguntar finalmente: cmo se desarrollan,

    reafirman y reconcilian los yo-mismos antes descritos en

    el contexto de las relaciones posmodernas, por ejemplo,

    en el de determinadas relaciones entre padres e hijos,relaciones de pareja, familiares o teraputicas? 0 sea,

    cmo se desarrolla, reafirma y reconcilia en estas

    relaciones un yo-mismo y sus partes de tal modo que, por

    encima de los avatares de la vida, pueda estar seguro de

    su identidad y aprender, sin embargo, siempre cosasnuevas, que pueda dejarse estimular o perturbar siempre

    de nuevo, que pueda transformarse, evolucionar y

    realizarse? Cul es la relacin entre la administracin -

    buena o mala- de conflictos interiores y la administracin

    -buena o mala- de conflictos exteriores? Hasta qu puntoun individuo puede recurrir a un as llamado yo-mismo

    nuclear o yo profundo para encontrar en s mismo lo que

    le proporciona en ltima instancia su autoaprecio, valor

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    propio, conciencia de s mismo, sentido de la vida y

    voluntad de vivir? 0 hasta qu punto precisamente esteyo-mismo nuclear o profundo est marcado por

    influencias externas (como sea que se las llame) y

    depende de manera permanente de ellas?

    Teniendo presentes estas preguntas, vuelvo acambiar ahora otra vez la perspectiva para tratar de

    mostrar lo que he llamado la individuacin conexa.

    NOTAS

    1. Citado segn Erickson way. A profile of Milton

    Erickson, En: R, Simon, One in one. Conversations

    with the shapers or family therapy, The Family Therapy

    Networker, Washington, 1992, p.38

    2. Ibid., p, 38.

    3. W. H. O'Hanlon / A. L. Hexum, An Uncommon

    Casebook The Complete Clinical Work of Milton H.

    Erickson, W. W. Norton, M. D. Nueva York, 1990.

    4. M. H. Erickson, The Identification of a Secure

    Identity, en: Family Process, 1 (1962), pp. 294-303.

    5. Esta simptica broma la agradezo a Fritz Simon,

    quien a su vez la adapt de Paul Watzlawick.

    6. H. M. Enirich, Das Selbstbild des Menschen:

    Der Kons~vismus und seine Kritik; ponencia ofrecida

  • 8/12/2019 El Individuo en El Sistema (Stierlin Helm) Cap 6

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    en las Jornadas Die Wirklichkeit als Kons~vismus,

    Heidelberg, 16 de octubre de 1992.

    7. H. Stierlin, Group Fantasies and Family Myths

    - some Theoretical and Practical Approaches, en:

    Family Process, 12 (1973), pp. 111-125.

    8. Chr. Graf v. Krockow, Die Stunde der Frauen,

    DVA, Stuttgart, 1988.

    9. A. Retzer, Familie und Psychose, G. Fischer,

    Stuttgart, 1994

    10. S. Gilligan, Therapeutische Trance. Das Prinzip

    Kooperation in der Ericksonschen Hypnotherapie, Carl-

    Aucr-Systeme, Heidelberg, 1991 (versin original inglesa

    1987).

    11. S. de Shazer, Der Dreh. Oberraschende

    Wndungen und Usungen in der Kurztherapie, Carl-

    Auer-System, Heidelberg (versin original inglesa 1989).

    12. W. H. O'Hanlon / M. Weiner-Davis, In search

    ofSolutions: A new Direction in Psychotherapy, W.W.

    Norton, Nueva York 1989.