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El jardin secreto frances hodgson burnett

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MaryesunaniñainglesanacidaenlaIndia.Suspadresnosepreocupandeella, y como nadie la quiere, es solitaria, antipática y amargada.Sorpresivamente queda huérfana y es enviada a Inglaterra, a la casa decampodeuntío.Peroéste-unhombreviudo,hoscoytriste-casinuncaestáallí.La mansión, situada en medio del páramo, es inmensa, con un enormejardín. En él hay un sector amurallado, cuya puerta, oculta bajo la hiedra,estácerradaconllave.Hacediezañosqueeltío, luegodelamuertedesumujer,prohibióabrirla.Ese jardín secreto y las voces y los llantos que la niña escucha en lasnoches,lallenandecuriosidadylaimpulsanadescubrirtantomisterio.Otramaravillosa novela de la autora deEl pequeño LordFauntleroy, cuyainteresantetramaseentrelazaconelcambiodelasestacionesy la llegadadelaprimavera.

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FrancesHodgsonBurnett

EljardínsecretoePUBv1.0iBrain18.07.12

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TEXTOTRADUCIDOYABREVIADODEMARIAOLIVIADECOMBECOMENTARIODEANAMARIALARRAINILUSTRACIONESDEGRAHAMRUSTEDITORIALANDRESBELLOPrimeraedición,1987Primerareimpresión,1992Décimotercerareimpresión,2005EDITORIALANDRESBELLOARGENTINAS.A.Gorriti4142(1172)[email protected]écimotercerareimpresiónseterminódeimprimirenelmesdejuliode2005.Impresores:GrancharoffImpresoresImpresoenArgentina/PrintedinArgentinaISBN956-13-0165-2

Editororiginal:iBrain(v1.0)ePubbasev2.0

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INohaquedadonadie

CUANDOMaryLennoxsefueavivirconsutíoaMisselthwaiteManor, todosdecían que era una niña de aspecto muy desagradable; y era cierto. En su caradelgadasereflejabaunaexpresiónamarga.Sucuerpoeraflacoypequeño;supelo,decoloramarillo,erafinoyescaso;surostroeratambiénpálido,quizásporquehabíanacidoenlaIndia,endonde,porunarazónuotra,enfermabacontinuamente.

Su padre había sido empleado del gobierno inglés y sus obligaciones eraninnumerables.Sumadre,unamujerdegranbelleza,sólosepreocupabadeasistiralasmásalegresfiestas.Ellanoqueríatenerunaniña;poreso,cuandoMarynació,laentregóalcuidadodeunaayaaquiendioaentenderque,paraservirbienalaMemSahib[1]debíamantenerlaalejadadesupresencia.

Así,estaniñairritable,débilyfeúchaestuvosiemprelejosdesumadre.Ellasólorecordaba haber visto a su alrededor las caras morenas de su aya y de los demássirvientes hindúes. Estos, para que no llorara o molestara a la Mem Sahib, laobedecíanyledabangustoentodo.Deestamanera,alcumplirlosseisaños,Marysehabíaconvertidoenunser tiránicoyegoísta.Lajoveninstitutriz inglesacontratadapara enseñarle a leer y escribir le tomó tal antipatía que a los tres meses dejó sutrabajo.Otro tantoocurrióconlas institutricesquelasucedieron,ysiaMarynolehubiera interesado verdaderamente saber lo que contenían los libros, ni siquierahabríaaprendidoaleer.

Teníacasinueveañoscuandounamañanadeintensocalorlaniñadespertómuymalhumorada.Seenfadóaunmásalverasuladoaunasirvientaquenoerasuaya.

—¿Porquéhasvenido?—preguntó—.Yonoquieroquetequedes.Envíameamiaya.

La mujer, que se veía asustada, sólo atinó a tartamudear que su aya no podíaacudir.Maryseenfureciódetalmaneraquelasirvienta,cadavezmásatemorizada,sóloatinabaarepetirqueelayanopodíacuidaralaMissieSahib[2].

Esa mañana parecía haber algo misterioso en el aire y nada era como decostumbre.VariosempleadoshabíandesaparecidoyaquellosaquienesMarydivisóseescabullíanocorríanconcarascenicientasyasustadas.Peronadiedijonadaalaniñaacercadeloquesucedíaytampocosuayafueaverla.Amedidaqueavanzabalamañana,Marysesentíacadavezmássola;sedirigióaljardínycomenzóajugarbajounárbolcercadelacasa.

Mientras fingía hacer pequeños ramos de hibiscos rojos, su enojo se fueintensificando,almismotiempoquemurmurabaporlobajotodasaquellaspalabrasynombresdesagradablesquediríaasuayaencuantovolviera.

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Depronto,escuchóasumadre.Ellahabíasalidoalcorredoryhablabaconvozextraña a un joven que más parecía un muchacho. Mary sabía que era un oficialreciénllegadodeInglaterra.Laniñalosobservófijamente,enparticularasumadre,aquien siempre admiraba cuando tenía la oportunidad, puestoque laMemSahib—Mary a menudo la llamaba así— era una mujer alta, delgada y muy hermosa, degrandesysonrientesojos.SusfinasropasparecíanflotaryaMarylehacíaelefectoquesiempreestabancubiertasdeencajes.Peroesamañanasusojosnosonreían;alcontrario, se veían grandes y asustados mientras, con expresión implorante, sealzabanhaciaeljovenoficialaquienhablóconvoztrémula:

—¿Deverdad,estanserialasituación?—laoyódecirMary.—Muygrave—contestóeljoven—.Terrible,señoraLennox.Hacedossemanas

queusteddeberíahabersedirigidoalasmontañas.LaMemSahibseretorciólasmanos.—¡Yaséquelodebierahaberhecho!—exclamó—.Sólomequedéparaasistira

esaestúpidafiesta.¡Quétontafui!Enesemomentoseescuchóunfuerteyprolongadolamentoqueproveníadelas

habitacionesdelossirvientes.Maryempezóatemblardelacabezaalospies.—¿Quépasa?¿Quésucede?—preguntólaseñoraLennox.—Alguien ha muerto —respondió el joven—. Usted no me dijo que había

estalladoentresussirvientes.—¡No lo sabía!—gritó la Mem Sahib—. ¡Venga conmigo! ¡Venga!—dijo, y

corrióhaciaelinteriordelacasa.Apartir de esemomento los hechos se sucedieron en forma terrible y, por fin,

Marycomprendióelmisteriodelamañana.Sehabíadeclaradounaviolentaepidemiadecóleray laspersonasmoríanporcientos.El aya sehabía indispuestodurante lanocheysumuertefuelacausadellamentodelossirvientes.Antesdefinalizareldía,fallecieronotrosempleados,ylosqueaúnquedabanvivoshuyeronpresasdelterror.Elpánicoseextendióporlaciudadporqueencasitodosloshogareshabíavíctimasdelaenfermedad.

Enmediodelaconfusiónyeldesconciertodeldíasiguiente,Maryseescondióensuhabitación.Comonadieseacordódeella,quedóenlamáscompletaignoranciadelos graves sucesos que ocurrían en la casa.Durantemuchas horas estuvo sola y aintervalosdurmióylloró.Únicamentesabíaquehabíamuchosenfermosyhastaellallegabanmisteriososyextrañossonidos.Enunmomentosedeslizóhastaeldesiertocomedor en donde quedaban restos de comida. El desorden de las sillas y platosindicaba que, por alguna razón, alguien los había empujado al levantarse deimproviso.Laniñacomióalgunasfrutasygalletasy,comoteníased,bebióunvasode vino dulce que estaba allí, a medio consumir. Luego, sintiéndose adormecida,volvióaencerrarseensudormitorio.Losgritosqueoíaalolejosyelruidodepasos

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precipitadoslaasustaban,peroelvinoleprovocótantosueñoqueprontoyanopudomantenerlosojosabiertos.Serecostóyporlargashorasdurmióprofundamentesinsaberloquepasabaasualrededor.

Cuando despertó, se quedó tendida mirando hacia la pared. El silencio eraabsoluto.Noseescuchabanvocesnipasos.Marypensóquequizáslosenfermossehabrían mejorado y todos los problemas estaban ya solucionados. Se preguntóentonces quién cuidaría de ella ahora que su aya había muerto. Probablemente lebuscaríanotra.Nolloró,puesnoeraunaniñaafectivayjamássepreocupabadelosdemás. Pero estaba asustada y también resentida porque nadie se acordaba de suexistencia. Sin embargo, pensaba, si habían mejorado seguramente alguien larecordaríayvolveríaabuscarla.

Perono llegónadieymientras seguía tendidaen sucama, la casaparecíacadavezmássilenciosa.Repentinamenteescuchóalgoquesearrastrababajolaestera.Sedio vuelta y vio deslizarse una pequeña serpiente que la observaba con ojos queparecían joyas.Mary no se asustó pues sabía que ese pequeño animal no le haríadaño.Alcontrario,másbienparecíaquerersalircuantoantesdelahabitación.Y,enefecto,pocodespuéssedeslizóbajolapuertaydesapareciódesuvista.

"¡Qué extraño y silencioso está todo! —se dijo—. Es como si en la casa nohubieranadiemásquelaserpienteyyo"

Casi al mismo tiempo escuchó unos pasos que se acercaban. Eran pasos dehombres que entraban en la casa hablando en voz baja. Nadie salió a recibirlos yparecíaqueellosmismosabríanpuertasylasvolvíanacerrar.

—¡Quédesolación!—oyódecirMary—.¡Yesapreciosamujer!Supongoquelaniñatambién,puesoídecirquehabíaunaniña,apesardequenadielaconoce.

CuandounosminutosmástardeabrieronlapuertadelahabitacióndeMary,ellase encontraba de pie. Los dos hombres vieron a una pequeña y fea niña con elentrecejofruncidoporqueestabaempezandoatenerhambreyasentirseabandonada.Uno de los primeros en descubrirla fue un oficial a quien Mary había visto encompañíadesupadre.Parecíacansadoypreocupado,mas,alverla,sesorprendiódetalmaneraquediounsaltohaciaatrás.

—¡Barney!—gritó—. ¡QueDiosnos ampare! ¡Enun lugar comoéste hayunaniña!¿Quiéneres?

—SoyMaryLennox—dijolaniña,enderezándose.Ellapensóqueelhombreeramuymaleducadoalllamarlacasadesupadre"¡unlugarcomoéste!"—.Mequedédormidacuandoseenfermarondecólerayreciénhedespertado.¿Porquénovinieronabuscarme?

—¡Es la niña que nadie conocía! —exclamó el hombre volviéndose a suscompañeros—.¡Seolvidarondeella!

—¿Porquéseolvidarondemí?—preguntóMarygolpeandoelsueloconelpie

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—.¿Porquénovienealguien?El joven llamadoBarney lamiróconpenayMarypensóquehabíaparpadeado

comoparalibrarsedeunalágrima.—¡Pobrepequeñita!—exclamó—.Nohaquedadonadiequepuedavenir.De esta extraña y repentinamanera,Mary descubrió que ya no tenía padre ni

madre.Habíanmuertodurantelanocheyloshabíansacadorápidamentedelacasa.LossirvientesquesobrevivieronabandonaronellugarsinacordarseparanadadelaexistenciadelaMissieSahib.Estaeralarazónporlacuallacasaparecíatanquieta.EraverdadqueallínoseencontrabanmásqueMaryylaserpiente.

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IIMaryparteaInglaterra

ComoMaryapenasconocíaasumadre,eradifícilqueletuvieramuchocariño;yahora que ella no existía, no le hacía falta. Seguramente una niñamayor se habríainquietadoalquedarsola,peroMaryeramuypequeña.Además,estabaacostumbradaa tener a su alrededor personas que cuidaban de ella y dio por descontado quecontinuaríanhaciéndolo.Comoeraunaniñaensimismada,alencontrarsesinfamiliacentrómásquenunca su interés en su propia persona.Sumayor preocupación erasabersienlacasaenlaqueiríaavivirencontraríagenteamablequeledieratodoloqueellapidiera,comosucedíaentiemposdesuayaydelossirvienteshindúes.

Desdeuncomienzo,ellasupoquesuestanciaencasadelpastoringlés,adondelahabíanconducido,seríacorta.Nolegustóellugar.Elpastorerapobreyteníacincohijosmásomenosdelamismaedadquepeleabancontinuamenteentresí.Además,Mary odiaba el desorden que había en la casa. Se comportó en forma tandesagradableque,alosdosdías,losniñosyanoqueríanjugarconella.

Alfinalizarlasemana,unodelosniñosledijoquehabíaescuchadoasuspadresdecir que la llevarían a Inglaterra a casa de su tíoArchibaldCraven.La noticia laalegró,apesardequenosabíanadaacercadeél.

—Mispadresdicenqueviveenunaenormeydesoladacasadecampo—dijoelniño—.Norecibevisitasytampocoquiereveranadie.Esunjorobadohorrible.

—Nolocreo—respondióMary;levolviólaespaldaysetapólosoídosparanoescucharnadamássobreelasunto.

En losdíasque siguieronellapensómuchoen su futuro encasade su tío.Sinembargo,eldíaenqueleanunciaronquenavegaríaaInglaterra,fingiónointeresarsepor loquedecían.Suactituddesconcertóa lafamiliadelpastor.Laseñoraprocurómostrarsecariñosaconlaniñaeinclusoquisodarleunbesodedespedida,peroMarylequitólacara.

Es probable que si sus padres se hubieran interesado en ella, Mary habríaaprendido a comportarse con quienes la rodeaban. Pero la indiferencia con quesiemprelatrataronyelmismohechodequemuchaspersonasnisiquieraconocieransuexistenciahabíanmarcadosucarácter.

Maryefectuó la larga travesíahasta Inglaterraalcuidadodeunaseñora inglesaquellevabaasushijosalcolegio.EnLondreslaesperabalaseñoraMedlock,amadellavesdelseñorCraven,encuyacompañíaharíaelviajehaciaelcampo.LaseñoraMedlockeraunamujercorpulenta,demejillasrojasyvivosojosnegros.AMarynole simpatizó, lo que no era de extrañar, porque en general no le gustaba ningunapersona.Asuvez,alamadellavestampocoleentusiasmólaniña.

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EntretantoMary sentía enorme curiosidad por saber detalles acerca de su tío ysobrelacasaadondesedirigían.¿Quéclasede lugarsería?¿Legustaría?¿Quéeraserjorobado?EllanoconocíaaningunooquizásnoexistíanenlaIndia.

Desde queMary vivía en casas ajenas y no contaba con su aya, se sentíamuysola.Amenudoleveníanalamentepreguntasqueantesnuncaselehabíanocurrido.Se preguntaba por qué, a diferencia de otros niños, sus padres jamás le habíandemostradocariño.Sólocontabaconlossirvientes,comidayvestidos,peroanadieleimportabaella.

Al subir al tren que las llevaría al campo, Mary se sentó en una esquina delcompartimientoconexpresiónaburridaypreocupada.Noteníanadaparaleer,porloquejuntósuspequeñasyenguantadasmanossobrelafalda.Suvestidonegrolahacíaverseaunmásamarillaquedecostumbreysupeloclarosobresalía flácidobajosunegrosombrero.

"Pocasveceshevistoaunaniñadeaspectotanmalhumorado",pensólaseñoraMedlock.EllanoestabaacostumbradaaverqueniñasdelaedaddeMarysesentaranrígidasyquietassinhacernada.Alfin,cansadadeobservarla,elamadellaveshablóconvozdura,peroanimadamente.

—Supongoquedeboprevenirla—dijo—.Lallevoaunlugarbastanteextraño.Mary no contestó y la señora Medlock se desconcertó ante la aparente

indiferenciaquedemostrabalaniña.Luegodeunapausa,continuó:—Enciertomodoesunlugargrandioso,perodeprimente.ElseñorCravenestá

muy orgulloso de su propiedad y la quiere aunque de una manera más bienmelancólica. La casa, situada al borde del páramo, fue construida hace seiscientosaños.Tienecercadecienhabitaciones,aunquelamayoríaestácerradaconllave.Hayvaliosas pinturas y hermososmuebles antiguos que han estado allí por años.A sualrededor se extiende un enorme parque con flores y árboles cuyas ramas enocasionesrozanlatierra.

LaseñoraMedlockhizounapausayrepentinamentedijo:—Peronohaynadamás.Sinquerer,Maryhabíaescuchado.Ladescripciónde lacasa le interesó,puesto

quediferíadetodocuantoellahabíaconocidohastaelmomento.Además,lonuevosiempre la atraía. Pero no quiso demostrar el interés que sentía y continuó muyquieta.Suaparenteindiferenciaeraunadelascaracterísticasmásdesagradablesdesutemperamento.

—Bueno—dijolaseñoraMedlock—.¿Quéleparece?—Nolosé—contestólaniña—.Noconozcoesaclasedelugares.Laexplicaciónhizoreíralaviejaseñora.—¡Porfavor!—exclamó—.Pareceelcomentariodeunapersonamayor.¿Esque

noleinteresa?

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—Laverdadesquenoimportasimeinteresaono—dijoMary.—Tienerazón—repusolaseñoraMedlock—.Noentiendoporquélahantraídoa

viviraMisselthwaiteManor,anoserqueparaelseñorCravensealasoluciónmássencilla. El no semolestará por usted, se lo aseguro; jamás se ha incomodado pornadie.

Repentinamentesedetuvocomosirecordaraalgoquenodebíamencionar.—Él tiene la espalda torcida —dijo, finalmente—. Eso hizo de él un joven

amargado,apesardesudineroydesuenormecasa.Sólocambiócuandosecasó.AuncuandoMarynoqueríademostrar interéspor loque la señoraMedlock le

contaba,lamiróconsorpresa.Jamáspensóqueeljorobadofueracasado.Aladvertirsumiradadeatención,elamadellavescontinuósurelato.Aellalegustabahablaryéstaeraunabuenamaneradeacortareltrayecto.

—Eraunadulceypreciosamujeryélestabadispuestoahacercualquiercosaporella.Nadiecreyóqueesajovensecasaríaconél,perolohizo.Inclusohubopersonasquepensabanquesecasabaporsudinero,peroyoestoyseguradequeno fueasí.Cuandoellamurió...

Marydiounsaltoinvoluntario.—¡Ah, falleció! —exclamó sin quererlo. En ese momento la niña recordó un

cuentoquehabíaleído.Estetratabadeunpobrejorobadoydeunaprincesa,porloqueMarysintiómuchapenaporelseñorCraven.

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—Sí,murió—contestólaseñoraMedlock—.Lamuertedesuesposaloconvirtióenunhombremuyextraño.Ahoranoleinteresanlaspersonas,niquiereveranadie.Se pasa la mayor parte del tiempo viajando, y cuando está en Misselthwaite seencierraenelalaoestedelacasaynodejaentrarmásquealviejoPitcher,quienlocuidódeniñoyconocesumaneradeser.

Parecía una historia salida de un libro y la niña quedó muy deprimida. Laperspectivadevivirencasadesutíohabríasidomásalentadorasilahermosaseñoraaúnviviera.

—NoespereveralseñorCraven,porqueleapuestodiezaunoquenoloverá—continuó la señora Medlock—. Tampoco confíe en que encontrará personas conquieneshablar.Tendráquejugarsola.Seleindicaránlashabitacionesalasquepuedeentrar, pero el jardín es suficientemente grande para usted. Además, no podrádeambularnihusmeardentrodelacasa,elseñorCravennoloaceptará.

—Yonotengointencionesdehusmear—dijolapequeñaMaryconamargura.Enun momento determinado había sentido compasión por su tío, pero ante lasexplicacionesdelamadellavesdejódetenerlelástimaypensóquebiensemerecíaloquelehabíasucedido.

Resentida,diovueltalacarahacialaventanilladeltrensobrelacualazotabaunalluviagris.Antesusojos,elpaisajesevolvíacadavezmásobscuro,yalobservarlofijamente,susojossefueroncerrandohastaquesequedódormida.

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IIIAtravésdelparamo

Mary durmió largamente y sólo despertó en el momento en que la señoraMedlockleofrecíapollo,carnefría,panymantequillaquehabíacompradoenunadelasestaciones.Pocodespués,laniñavolvióadormirseensurincón,arrulladaporelmonótonocaerdelalluviaquegolpeabacontraelvidrio.

Yaempezabaaobscureceryeltrensehabíadetenidocuandosintióqueelamadellaveslaremecía.

—Despierte—dijo—.Yaeshoradequeabralosojos.EstamosenlaestacióndeThwaite y debemos bajar del tren, aunque todavía tenemos un largo trayecto porrecorrer.

La estación era pequeña y al parecer ellas fueron las únicas pasajeras quedescendieron.Eljefedelaestaciónseacercóamablementeasaludarlasylesdijo:

—Elcarruajelasestáesperando.Frente a la plataforma las aguardaba una berlina. A Mary le gustó mucho el

carruaje,lomismoqueelelegantecriadoquelaayudóasubiryque,luegodecerrarla puerta, se situó junto al cochero. A la niña también le agradó el confortable yacolchado asiento, pero, como no quería volver a dormir, prefirió mirar por laventana,ansiosadeobservarelcaminoquelallevaríahastaeseextrañolugaralcualsedirigían.Elamadellavessehabíaquedadosilenciosa.Auncuandonoeratímidaynoestabaasustada,Marysentíaciertaaprensiónanteloquepodíasucederleenunacasasituadaalbordedelpáramoyconcienhabitaciones,lamayoríabajollave.

Repentinamentelepreguntóasuacompañante.—¿Quéesunpáramo?—Si en diez minutos más mira por la ventana lo verá—contestó la mujer—.

AntesdellegaralacasatenemosquerecorrerunacincomillasatravésdelpáramodeMissel.Sinembargo,paraeseentonces,estaráobscuroynopodráapreciarloconclaridad,peroalgolograráver.

La niña no hizo más preguntas. En la obscuridad de su rincón esperóansiosamente sin despegar los ojos de la ventana. A través de ella sólo podíavislumbrar ciertos detalles del camino con los rayos de luz que proyectaban losfarolescolocadosaambosladosdelcarruaje.Luegodeabandonarlaestación,habíancruzadounpequeñopueblodecasasblanqueadas,enelquesedistinguíanlaslucesdelataberna.Prontopasaronfrentealaiglesiaylacasaparroquialycruzaronunaodos tiendas cuyos escaparates exhibían juguetes, dulces y una gran variedad deartículos. Al dejar el pueblo, se encontraron en la carretera a cuyos lados sólo seveíansetosyárboles.NadamásdespertóelinterésdeMaryduranteeltrayectoquele

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pareciómuylargo.Súbitamente, los caballos cambiaron de paso. Ahora marchaban con lentitud,

como si fueran subiendo un cerro. Poco después, incluso los setos y los árbolesdesaparecierondelavista.ComoMarynopercibíanada,exceptoladensaobscuridadquelarodeaba,seinclinóhaciaadelantepresionandosucaracontraelvidrio.Enesemomento,elcarruajesesacudió.

—¡Eh!Seguroqueyallegamosalpáramo—dijolaseñoraMedlock.

Losfarolesdelcarruajealumbrabanconunaluzamarillentaelásperocaminoqueparecíahabersidoabiertoentrematorralesypequeñosarbustos,yquesusuperficiese extendiera hacia el infinito. Mientras tanto, el viento soplaba produciendo unsonidosalvajeeimpetuoso.

—Estonoeselmar,¿verdad?—dijoMary,volviéndosehaciasucompañera.—No,no lo es—contestó el amade llaves—.Ni es campo, nimontañas; sólo

millasymillasde tierrayermaen lacualnadacrece,exceptoelbrezo,el tojoy laretama.Aquívivensóloalgunosmampatosyovejas.

—Siento una sensación como si estuviera en medio del mar; al menos suenacomosilofuera—dijoMary.

—Eselvientoquesoplaatravésdelosmatorrales—dijolaseñoraMedlock—.Amí me parece salvaje y monótono, pero para muchas personas este lugar es muyhermoso,especialmentecuandofloreceelbrezo.

Por largo tiempo siguieron su camino en medio de la obscuridad y aunque lalluvia se detuvo, alrededor del carruaje silbaban ráfagas de viento que producíanextraños sonidos. El camino subía y bajaba y en varias ocasiones el coche cruzópequeños puentes bajo los cuales corría el agua vertiginosamente. Mary tenía laimpresióndequeelcaminonoterminaríanunca,yqueelanchoydesoladopáramoeraunextensoocéanoquecruzabanatravésdeunasecafranjadetierra.

—No me gusta. De verdad no me gusta —se dijo, apretando firmemente susdelgadoslabios.

Al fin,despuésdesubirunapequeña loma,atisbaronuna luz.Elamade llavessuspiróprofundamenteconalivio.

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Pocomástarde,elcarruajetraspasabalasrejasdelparque;peroaúnquedabandosmillasporrecorrerantesdellegaralacasa.Elcaminodeentradaestababordeadodealtosárbolescuyasramasseentrecruzabanen lacimaydaban la impresióndeunalargabóveda.

Al salir de esa obscura avenida se encontraron en un gran espacio abierto. Elcoche se detuvo frente a una inmensa casa no muy alta, que parecía extendersealrededordeunpatiodepiedra.Enuncomienzo,Marypensóque lacasaestabaaobscuras, pero, al bajar del carruaje, divisó una pequeña luz en una ventana delsegundopiso.

Lagranpuertadeentradaestabaformadaporcuriososymacizospanelesderobleadornados con enormes clavos y rematados de barras de fierro. Penetraron alvestíbulo.

Unadébilluzdabaunasensaciónirrealalosrostrosdelosretratosquecolgabande laparedya las armadurasque lo adornaban.Maryprefiriónomirarlos.Depiesobreelsuelodepiedra,laniñaseveíamáspequeñayexiguaquenuncayella,porsuparte,sesentíaperdidaeinsignificante.

Unhombrepulcroydelgadoesperabacercadelempleadoquelesabriólapuerta.—Deberállevarlaasuhabitación—dijoconvozroncaalaseñoraMedlock—.El

noquiereverla,porquepartemañanaaLondres.—Muybien,señorPitcher—contestóelamadellaves—.Siemprepuedoactuar

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biencuandoséloqueseesperademí.—Loqueseesperadeusted, señoraMedlock—dijoel señorPitcher—,esque

tratedenomolestaralseñoryqueélnotengaquemirarloquenoquierever.Luegodeestaspalabras,MaryLennoxfuellevadaalsegundopisoatravésdeuna

anchaescala.Despuésderecorrerunlargopasadizo,subirunospeldañosyatravesarvarios corredores, llegó ante una puerta abierta. Adentro la esperaban el fuegoencendidoylacenaservidasobrelamesa.

Elamadellavesledijosinningúnmiramiento:—Bien, aquí la dejo. Esta habitación y la que sigue son el lugar donde usted

vivirá.Y,¡noolvide!,nodebemoversedeellas.Así fue comoMaryLennox llegó aMisselthwaiteManor.Nunca en suvida se

habíasentidomáscontrariada.

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IVMartha

Alamañanasiguiente,Marydespertóal escucharel ruidoquehacíauna jovenmucama al limpiar la parrilla de la chimenea. Por unosminutos la observó; luegoinspeccionólahabitación.Jamáshabíavistoundormitoriotantenebrosoyraro.Lasenormesparedesestabancubiertasdetapiceríasbordadas,enlasquebajolosárbolesseveíanalgunaspersonasfantásticamentevestidasy,alfondo,aparecíanlastorresdeuncastillo.Almirarlas,Marysintiólaimpresióndequeellatambiénformabapartedelaescena.Atravésdelaventanaviounpaisajesinárbolesqueseextendíahacialoaltoyqueparecíaunmarvioláceoeinterminable.

—¿Quéeseso?—preguntóapuntandohacialaventana.Martha,lajovenmucama,seenderezóyrespondió:—Eselpáramo.¿Legusta?—No—dijoMary—.Loodio.—Esolesucedeporquenoestáacostumbradaaél—replicóMartha,volviendoa

laparrilla—.Ahoraleparecegrandeydesolado.Peroalgúndíalegustará.—¿Legustaausted?—inquirióMary.—¡Oh, sí! Claro que me gusta —contestó Martha alegremente, mientras

continuabapuliendolaparrilla—.¡Meencanta!Amínomeparecedesolado.Veoenél miles de cosas; además, tiene un perfume muy agradable. Es precioso enprimavera,lomismoenelveranocuandoelbrezofloreceyhueleamiel.Haytantoaire fresco que el cielo se ve muy alto. Entretanto, las ovejas hacen travesurassaltandoycantando.¡Porningúnmotivoviviríalejosdeaquí!

Mary la escuchaba perpleja. Los sirvientes en la India eran muy diferentes aMartha.Jamáshablabanasíasusamos.Selesordenabatrabajaryjamáspreguntaban

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elporqué.Ellanuncahabíadichoaun sirviente "por favor",ni tampoco"gracias";además, acostumbraba maltratar a su aya. Ahora se preguntaba qué haría estamuchachasiellalatrataraasí.Marthaeraunajovenregordetaysonrosada,concaradebuenapersona;pero,almismotiempo, teníaaspectodecididoyerabienposibleque no se dejara maltratar por una niña y que, incluso, le pegara si ella no secomportababien.

—Ustedesunamucamamuyrara—dijoMary,altaneramente.Riendo, sin perder su buen humor, Martha se sentó sobre los talones con la

escobillaenlamano.—¡Eh!Ya losé—dijo—.SihubieraunaseñoraenMisselthwaite, seguramente

nosemehabríapermitidoserunadelasmucamas.Sólomehabríandadotrabajoenel lavadero.Séquenosoymuybieneducada,peroestacasa tampocoescorriente.ConexcepcióndelseñorPitcherydelaseñoraMedlock,nadiellevalasriendasdelacasa.AlseñorCravennoleinteresaloquesucedeaquíy,además,generalmenteestádeviaje.MipuestoselodeboalabondaddelaseñoraMedlock.

—¿Va a ser mi mucama?—preguntó Mary, con la misma voz imperiosa queusabaenlaIndia.

Marthasiguiórestregandolaparrilla.—SoylamucamadelaseñoraMedlock—dijoconfirmeza—.Yella,asuvez,lo

esdelseñorCraven.Peroenalgunasocasionesserésumucama,aunqueestoyseguradequenonecesitarádemasiadaayuda.

—¿Peroquiénmeayudaráavestirme?—preguntóMary.—¿Esquenopuedevestirsesola?—dijoMarthamirándolafijamente.—¡Por cierto que no! —contestó Mary indignada—. Jamás lo he hecho.

Naturalmente,miayaeraquienmevestía.—Bueno, ya es tiempo de que aprenda—dijo Martha sin darse cuenta de su

insolencia—.Nohaydudadequeleharámuybien.Mimamádicequealgunoshijosdeseñoressontontos,porquetienenempleadosquelosbañan,losvistenolosllevandepaseo,comosifuerantíteres.

—Es diferente en la India—dijoMary desdeñosamente, aunque casi no podíatolerarloqueoía.

PeroMarthanoseabrumabaconfacilidad.—¡Eh!, no dudo de que debe ser diferente —contestó con simpatía—. Es

probable que eso se deba a la enorme cantidad de gente de color que vive allí.CuandosupequeustedveníadelaIndia,creíqueeradecolor.

Marysesentófuriosaenlacama.—¡Qué!—exclamó—.¿Pensóqueyoeraunanativa?¡Hijadecerdos!Marthalamirómuycolorada.—¿A quién cree que está insultando?—dijo—. Esta no es la forma como se

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comportaunaseñorita;ademásnodebemolestarseporloquehedicho.Créame,notengonadaencontradelagentedecolor,jamáshevistouno.Estamañana,cuandoentréaencenderelfuego,meacerquéenpuntillasasucamayconcuidadolevantélasábanaparamirarlabien.Ahíestabaustedtanblancacomoyo,aunquesucaratieneuncolorbastanteamarillo.

Marynisiquieratratódecontrolarsurabiaysuhumillación.Estabafuriosa,peroseencontrabatandesamparadaque,antelasinceramiradade

lamucama,sesintiódeprontohorriblementesola,lejosdetodoloquehabíasidosuvidayde los que la conocían.Se tiró boca abajo sobre las almohadasy empezó asollozar tan desesperadamente, que la buenaMartha, un poco asustada y llena decompasión,seacercóalacamayledijo:

—¡Eh!,nollore.Nomedicuentadequelaestabadisgustando.Talcomousteddijo,yonosénadadenada.Lepidoperdón;pero,porfavor,dejedellorar.

Eltonoamistosoyconsoladordelajovenmucamatuvobuenefecto.AlpocoratoMarydejódellorarysequedóquieta.Marthalamiróconverdaderoalivio.

—Ya es hora de levantarse—le dijo luego—. La señora Medlock me ordenótraerlelabandejaconsudesayunoalaotrasala,quehasidoarregladaespecialmentepara usted. Ahora levántese y la ayudaré con los botones que, estoy segura, es loúnicoquenopuedehacersola.

Cuando por finMary decidió levantarse, observó que los vestidos queMarthasacódelroperoparaellanoeranlosquehabíausadoalllegar.

—Esosnosonmisvestidos—dijo—.Losmíossonnegros.—Esta es la ropa que deberá ponerse —contestó Martha—. El señor Craven

ordenóalaseñoraMedlockquelacompraraenLondres.Elnoquiereverladenegrovagandocomoalmaenpenaporlacasa,laqueseveríaaunmástristedeloquees.Mimadre,quesiempresabeloquesedebehacer,opinaquetienetodalarazón;aellatampocolegustaelnegro.

—Yotambiénodiolascosasnegras—dijoMary.Martha, acostumbrada a abotonar a sus hermanitas, jamás se había encontrado

conunaniñaquesemanteníainmóvilparaquelavistieran,comosinotuvierapiesnimanos.

—¿Porquénoseponeustedmismaloszapatos?—preguntóaMary,cuandoellaextendióelpie.

—Miayalohacía—dijoMary,mirándolafijamente—;ésaeralacostumbre.Continuamente usaba esas mismas palabras en la India, pues sabía que, al

decirlas, se acababan las discusiones. Mas ahora se daba cuenta de que enMisselthwaiteManor le enseñaríannuevas cosas, comocolocarse los zapatosy loscalcetines,olevantarlasprendasesparcidasporelsuelo.SiMarthahubierasidounamucama bien entrenada, probablemente habría asumido una actitud más sumisa y

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respetuosayhabríaayudadomuchomásalaniña.PeroellaerasólounarústicajovendelaregióndeYorkshire,educadaenunacabañaconunenjambredehermanosqueaprendíandesdemuy jóvenesacuidardesímismos.Por suparte, siMaryLennoxhubiera sido una niña dispuesta a entretenerse, habría reído de la soltura con queMartha hablaba de sus cosas. En cambio, la escuchaba muy sorprendida por laslibertades que se tomaba. En un comienzo, no se interesó por la charla familiar ybondadosadelajoven;sólogradualmentefuefijandoenellasuatención.

—¡Siustedlosviera!—decíaMartha—.Somosdoce,ymipadreganadieciséischelines a la semana.Mamá tiene que hacermilagros para dar amis hermanos suplatode avena.Comoellos juegany se revuelcan todoel día en el páramo,mamádice que el aire los engorda y que comen pasto como losmampatos.Mi hermanoDickontienedoceañosytienesupropiomampato.

—¿Dedóndelosacó?—preguntóMary.—Loencontróenelpáramo.Cuandoerapequeñito sehicieron amigosy ahora lo sigue e inclusodejaque se suba sobre él.Dickonesmuyamableconlosanimalesyellosloquierenmucho.

Mary jamáshabía tenidounanimalregalón,apesardequesiemprequiso teneruno.Así,empezóainteresarseporDickoncomojamássehabíainteresadopornadie,yéstefueelcomienzodeunsentimientomuybeneficiosoparalaniña.Alpasaralahabitación contiguapara tomar el desayuno, vioque en la salaque, segúnMartha,habíantransformadoparaella,nohabíanadaconloqueunniñopudieraentretenerse.Delasparedescolgabanviejosytenebrososcuadrosyalrededorhabíapesadassillasderoble.Sobrelamesa,alcentrodelasala,laesperabaunsuculentodesayuno;mas,comoeraunapersonadeescasoapetito,miróconindiferenciaelplatoqueMarthaleofrecía.

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—Noquiero—dijo.—¿Quenoquieresuplatodeavena?—preguntóincrédulaMartha.—No.—Quieredecirquenosabelobuenaquees.Silodesea,puedeagregarleunpoco

demelazaoazúcar.—Noloquiero—repitióMary.—¡Eh!—dijolamucama—.Nopuedopermitirquesepierdalabuenacomida.Si

mishermanosestuvieranensulugar,yaselahabríancomido.—¿Porqué?—preguntófríamentelaniña.—¡Porqué!—repitióMartha—.Porquecasinuncatienensusestómagosllenos.

Estánsiempretanhambrientoscomolosjóveneshalconesoloszorros.—Yo no sé lo que es tener hambre—dijoMary, con la indiferencia que da la

ignorancia.Marthalamiróindignada.—¡Leharíamuybiensaberlo!—dijoconclaridad—.Yonotengopacienciacon

lagentequesólosesientaymiralabuenacomida.¡CómomegustaríaqueDickonomisotroshermanostuvieranestaricaavenaensusestómagos!

—¿Yporquénoselalleva?—inquirióMary.—Noesmía—respondió firmementeMartha—.Además, hoyno esmi día de

salida.Voyamicasasólounavezalmes.Entoncesayudoamimamáconlalimpieza

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yasíellapuedetenerundíadedescanso.Marytomósolamenteunpocodetéycomióunapequeñatostadaconmermelada.—Abríguesey salga a jugar afuera—ledijoMartha—.Leharábienyvolverá

conapetito.Maryseasomóalaventana.Viojardines,senderosygrandesárboles,peroeldía

estabalóbregoyventoso.—¿Irfuera?¿Porquédebosalirenundíacomoéste?—Bueno,sinoquiereirfuera, tendráquequedarseaquíynoveoenquépodrá

entretenerse.La niñamiró a su alrededor y reconoció que no había nada con qué jugar. Al

prepararlashabitaciones,laseñoraMedlocknopensóenbuscarentretencionesparaniños. Sin lugar a dudas era preferible salir afuera y ver el jardín. —¿Quién iráconmigo?—preguntó.Marthalaquedómirando.

—Tendráqueirsola—contestó—.Prontoaprenderáajugarcomolosniñosquenotienenhermanos.Porejemplo,Dickonpasahoras jugandoasolasenelpáramo.Asífuecomosehizoamigodelmampato.Tambiéntieneunaovejaqueloreconoceypájaros que comen de sumano.Aunque tenga hambre, siempre aparta unasmigasparasusregalones.

Sindarsecuenta,eloírmencionaraDickonfueloquedecidióaMaryasalir.Enel jardín habría pájaros, aun cuando no así mampatos ni ovejas. Pero los pájarosseríandiferentesalosdelaIndiayseentretendríamirándolos.Marthaleentregóelabrigo,elsombreroyunpardebotasresistentesy le indicólaformade llegara laplantabajayasípodersaliraljardín.

—Enveranohay flores,peroenestemomentonadaha florecido—comentó lajovenalenseñarleeljardín.Vacilóunmomentoyagregó—:Unodelosjardinesestácerrado.Endiezaños,nadiehaentradoenél.Sinquerer,Marylepreguntó:

—¿Porqué?...Otrapuertacerrada,ademásde las innumerableshabitacionesdeestaextrañacasa.

—ElseñorCravenlamandócerrarcuandosuseñoramuriótanrepentinamente.Erasujardínyélnoquisoquenadieentraranuncamásenél.Esedíacavóunhoyoyenterrólallave.Ahoraperdóneme,laseñoraMedlockmeestállamando.

Alquedarasolas,Marytomóelcaminohacialosarbustossindejardepensareneljardínalquenadiepodíaentrar.Sepreguntabasiaúnquedaríanfloresvivasenél.Al poco rato de caminar encontró amplios prados y tortuosos senderos de bordesrecortados.Había numerosos árboles, espacios vacíos ymacizos de hojas perennesrecortados en diversas formas. Vio también una gran pileta, en cuyo centro seencontrabaunaviejafuentede lacualyanomanabaagua.Sinduda,éstenoeraeljardínprohibido.Pero,¿cómosepodíaimpedirlaentradaaunjardín?

Mientraspensabaenello,vioalfinaldelsenderoalgoqueparecióunagranpared

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cubiertaporunaenredadera.ComoMarynoconocía los jardines inglesesno sabíaqueseacercabaalhuertoendondesecultivanverdurasyfrutas.

Alfondodelapareddestacabaunapuertaverdey,alatravesarla,Marydescubrióque se sucedían, uno tras otro, varios jardines amurallados en donde se cultivabanárboles frutalesyverduras e, incluso, algunasde éstasbajo campanasdevidrio.Aellanolegustóellugar,peropensóquequizáscambiasedeaspectoconelverdordelverano.

Enesemomento,unhombredeedadconunapalaalhombroatravesólapuerta.Mirómuysorprendidoalaniñaysetocólagorraamaneradesaludo.Suexpresiónera arisca, como si no estuviera contento de verla. Ella, por su parte, al sentirseobservada,adoptósuhabitualexpresiónmalhumorada.

—¿Quélugareséste?—preguntó.—Elhuerto—contestóelviejo.—¿Yquéeseso?—dijoMary,apuntandohaciaotrapuertaverde.—Otroshuertos—contestóelhombre,demalamanera.—¿Puedoentrarenellos?—volvióapreguntarMary.—Silodesea...,peronohaynadaquever.Marynorespondió.Continuóporelsenderocruzandovariosjardinesamurallados

igualesalprimero.Alfinencontróunapuertacerraday,comonoeratímidayhacíasiempre lo que quería, la abrió con la esperanza de descubrir el jardín secreto. Seencontróenmediodemásárbolesfrutales.Vioentoncesque,porsobrelamuralla,sedivisabanlascopasdealgunosárboles,loquedabalaimpresióndequeexistíaotrojardíndetrásdelmuro.Afanosamenterecorrióelsenderoquelocircundabaybuscóinútilmente una puerta. Se quedó quieta y observó las ramas de los árboles. Allí,posadoenunadelasmásaltas,habíaunpajaritodepechocolorado.Comosiquisierallamarla,repentinamenteéstecomenzóacantarsucancióndeinvierno.

Ellaloescuchóconatencióny,poralgunarazón,suamistosoyalegresilbidoleprodujo una gran felicidad. La casa de su tío, el raso páramo y los grandes ydesoladosjardineshabíancontribuidoaquesesintieramássolaquedecostumbre.SiMaryhubierasidounaniñaqueridaporlosseresquelarodeaban,probablementelasactualescircunstanciaslehabríandestrozadoelcorazón.Mas,comoeraunaniñasinafectos,sólolaabrumabaladesolación.Poresofuequeelalegrecantodelpajaritohizoaparecerunasonrisaensuagriorostro.Sequedóescuchándolohastaquevolóydesapareció tras lamuralla.Mary se preguntó si volvería a ver a ese pajarito queparecíavivireneljardínmisterioso.

Probablemente,laenormecuriosidadquesentíaporesejardínsedebíaaquenoteníaotracosaquehacer.Unayotravezsepreguntabacuáleshabíansidolasrazonesparaque su tío enterrara la llave.Tampoco entendía la relaciónquepudiera existirentre el amor tan grande por sumujer y ese odio al jardín que sintió cuando ella

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murió.Asuvez, tratabade imaginarcuálseríasuactitudcuandoseencontraraporprimeravezconsutío.Sabíaqueellanoseríadesuagradoyprobablementeaellatampoco le agradaría él. Seguramente, el día que lo conociera, se quedaría mudafrenteaél,aunquedesearamásquenadapreguntarleporquéhabíaactuadoenformatanextraña.Repentinamenterecordóalpajaritoposadosobrelaramadelárbol.

"Estoyseguradequeeseárbolpertenecealjardínsecreto—sedijo—.Lorodeaunamurallaynoexistepuerta."

Conestepensamientovolviódondeelviejojardineroquecontinuabacavando.Sedetuvoasuladoyloobservóconatención,peroélnosedioporaludidohastaqueellalehabló.

—Heestadoenlosotrosjardines—dijo.—Nadieseloimpide—contestóbruscamenteelhombre.—Tambiénfuialhuerto—dijoMary.—Ahínohayperroquelamuerda.—Noexisteunapuertahaciaelotrojardín,volvióadecirMary.—¿Quéjardín?—preguntóelhombreconvozáspera,deteniendounmomentosu

trabajo.—Elqueseencuentraalotroladodelapared—contestóMary—.Viunpajarito

depechorojoquecantabaposadoenlacopadeunárbol.Parasusorpresa,lamalhumoradafisonomíadelviejocambiódeexpresión.Una

sonrisa,queseexpandióporsucara,lahizodarsecuentadecuántomásagradableseranlaspersonasquesonreían.Ellanuncalohabíapensado.

Eljardinerosevolvióhaciaelhuerto,silbandosuavemente.Pocodespuéssucedióalgomaravilloso.Mary sintióel suavealeteodelpajaritovolandohaciaelloshastaqueseposósobrelatierra,muycercadelpiedeljardinero.

—Aquíestá—dijoelviejoriendoentredientes;y,hablandoalpájarocomosilohicieraconunniño,lepreguntó—:¿Dóndehasestado,bandidodescarado?Notehevisto en todo el día. ¿Es que estás cortejando, aunque todavía no ha llegado laestación?

Elpajaritoladeólacabezaylemiróconojostanbrillantescomolasnegrasgotasderocío.Lamaneracomolotratabaelviejoleparecíafamiliarynosentíamiedo.

Mary se puso muy contenta al ver lo bonito y alegre que era con su cuerporedondo,supicodelicadoysusesbeltaspatitas.Casiparecíaunapersona.

—¿Vienecadavezquelollama?—preguntócasienunsusurro.—Sí,porcierto.Loconozcodesdequeerauncrío.Volódesunido,delotrolado

delmuro,ycomoeraaúnmuydébil,poralgunosdíasnopudovolver.Alregresar,elrestodelacríahabíapartido.Seencontrósoloyvolvióconmigo.Asífuecomonoshicimosamigos.

—¿Quéclasedepájaroes?—preguntóMary.

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—Esunpetirrojo—dijoeljardinero—.Sontanamistososcomolosperrosyesporesoquenosavenimos.Además,sonmuycuriosos:mirecómopicoteaanuestroalrededor.Elsabequeestamoshablandodeél.

Eraextrañoveralviejomirarconorgulloycariñoalpequeñopetirrojo.Mientras el pajarito picoteaba trabajosamente el suelo, se paraba de vez en

cuando amirar a la niña como si la estuviera estudiando y, de estemodo, pudieraconocerlamejor.Maryexperimentóunsentimientoextraño.

—¿Adóndevolóelrestodelacría?—preguntó.—¡Quiénpuede saberlo!Los padres los sacandel nidoy se dispersan antes de

queunosedécuenta.Poreso,élsesintiósolo.Marydiounpasohaciaelpetirrojo,lomiródemanerapenetranteyledijo:—Yotambiénestoysola.Antesellanosehabíadadocuentadequeestesentimientodesoledadlaenojaba

yamargaba.Ahora,almiraralosojosdelpetirrojo,loentendió.Eljardinerolosobservóunminutoynuevamentesepusoacavar.—¿Cuálessunombre?—lepreguntóMary.—Ben Weatherstaff —le contestó, y luego agregó con agria sonrisa—: Yo

tambiénmesientosolocuandoelpetirrojonoestáconmigo.Eselúnicoamigoquetengo.

—Yo tampoco tengo amigos—dijo Mary—. Nunca los he tenido y jamás hejugadoconotrosniños.

LaspersonasdeYorkshiretienenelhábitodedecirloquepiensanyelviejoBen,oriundodelazona,dijosinambages:

—Ustedyyotenemosvariascosasencomún.Nosomosagraciados,miramosconamarguraypodríaasegurarqueambostenemosmalcarácter.

EstosíqueerahablarclaramenteyMaryLennoxjamáshabíaoídoquealguienledijera tantas verdades.Nunca había pensado en cómo era ella. Solamente ahora sepreguntabasiseríatanpocoatractivacomoelseñorWeatherstaffysi,hastaantesdeconoceralpetirrojo, sería tanamargacomoél. ¿Realmente teníaellamalcarácter?Antetantasdudas,sesintióincómoda.Repentinamentesevolvióalescucharunclarobatirdealas.Eraelpetirrojoque,posadosobrelasramasdeunmanzano,denuevohabíairrumpidoenunacanción.Aloírlo,Benrióacarcajadas.

—¿Porquéhizoeso?—preguntóMary.—Elacabadedecidirquequieresersuamigo—replicóel jardinero—.Nohay

dudaquelehatomadocariño.—¿Amí?—preguntóMary,acercándosesuavementehaciaelpajaritoparaverlo

mejor—.¿Quieres sermi amigo?—preguntóalpetirrojo, comosihablara conunapersona—.¿Quieres,porfavor?

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Esta vez ella nohablaba convoz imperiosa; al contrario, suvoz era tan suave,apremianteypersuasiva,queBenWeatherstaffquedósorprendido.

—¡Vaya!—exclamó—.Siestanencantadoracomocualquierniña...InclusodiríaquehablaigualqueDickonconsusregalonesdelpáramo.

—¿ConoceaDickon?—preguntóMary,volviéndosehaciaél.—Dickon vaga por estos lugares y todos lo conocen. Las zarzamoras y las

campanillasdebrezosabenquiénesél.Inclusoloszorroslemuestransuscarnadasylasalondrasnoleescondensusnidos.

AMarylehubieragustadohacermáspreguntas,puessentíatantacuriosidadconrespecto a Dickon como por el jardín desierto. Pero en esemomento, el petirrojoterminósucancióny,unavezmás,extendiósusalasyvolólejos.Habíaconcluidosuvisitayahorateníaotrascosasquehacer.

—Acabadevolarsobreelmurodeljardínsinpuerta—exclamóMary.—El nació y vive allí—dijo el viejoBen—. Es posible que demomento esté

cortejandoaunapetirrojaentrelasramasdelrosal.—¿Rosas?¿Hayrosasahí?—preguntóMary.Bentomólapalayempezónuevamenteacavar.—Lashabíahacediezaños—murmuró.—Me gustaría verlas —dijo ella—. ¿Dónde está la puerta? Tiene que haber

algunaentrada.Bensiguiócavandoysucarareflejóunaexpresióntaninsociablecomocuando

reciénloconoció.

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—Habíaunahacediezaños—dijo.—¡Esquenohaypuerta!—exclamóMary—.Perodeberíahaberuna.—Nohaypuertaynadielahavisto.Además,estonoleconcierneausted.Ahora

hagaelfavordeirseajugarynoandemetiendolanarizendondenodebe.Dejódecavar, seechó lapalaalhombroypartiósinsiquieradarleunamirada

paradespedirsedeella.

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VElllantoenelcorredor

Los primeros días que Mary Lennox pasó en el Manor, fueron todos iguales.Tempranoen lamañana,mirabapor laventanayaunqueno leatraíasaliral jardínheladoyventoso,preferíabajarantesquequedarseensupieza,dondenoteníanadaquehacer.Sinqueella sepercatara, caminar rápido,y correrpor los senderosy laavenida luchando contra el fuerte viento, la hacía olvidar el frío, a la vez que suspulmonessellenabandeairefresco,fortaleciendosucuerpo,coloreandosusmejillasydandobrilloasusojos,antestanopacos.

Pocosdíasdespués,Marydespertóunamañanamuyhambrienta.A lahoradeldesayuno,envezdedarlaacostumbradamiradadedesprecioalplatodeavenaqueleofrecíaMartha,tomólacucharayselocomiótodo.

—Parecequelegustóeldesayuno—dijoMartha.—Hoyestámuybueno—contestólaniñasorprendidatambiéndesuapetito.—Eselairedelpáramoquelaestáfortaleciendoyledahambre.Sigajugandoen

eljardínyveráqueprontoserestableceráyperderáesecoloramarillento.—Yonojuego—dijoMary—.Notengoconquéjugar.—¡Quenotieneconquéjugar!—exclamóMartha—.Mishermanosjuegancon

palosypiedrasocorrenygritanmostrandolascosasquevandescubriendo.Mary no gritaba, pero sí observaba cuanto había a su alrededor.Vagaba de un

lugar a otro y en ocasiones buscaba a BenWeatherstaff, a pesar de que, al verlaacercarse, parecía estar siempre ocupado o ponía cara de pocos amigos. Inclusotomabalapalaycavaba,comosilohicieraapropósitoparanohablarle.

El lugarpreferidodeMaryerael senderoalrededordel altomuroqueno teníapuerta de entrada. Lamuralla, cubierta de hiedras podadas ymuy bienmantenida,conservabauntrechodehojasobscurasquedabalaimpresióndehabersidoolvidadopor el jardinero. Pocos días después de su primera conversación con Ben, la niñaestabaobservandoelmurocuandounsoplodevientomovióunaramayviobrillaralgorojoybrillante.Posadoenlapartealtayconlacabezainclinadahaciaella,seencontrabaelpetirrojodeBen.

—¡Oh!—gritó—.¿Deverdaderestú?Hablócon todanaturalidad,dandopordescontadoqueelpajarito la entendíay

aunmás,queéstelerespondería.Elpetirrojolecontestógorjeandoybrincandosobreelmuro.Marypensabaqueauncuandonoseexpresabaconpalabras,entendíaloquedecía.

—¡Buenosdías!¿Noteparecequeelvientoyelsolestánespléndidoshoy?¿Porquénosaltamosjuntos?¡Vamos,hazlo!

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Maryempezóareír,ymientraselpetirrojovolabaacortostrechossobreelmuro,ella corría a la par que él. Por unmomento, la delgada, cetrina y feúchaMary setransformóenunaniñapreciosa.

—¡Me gustas! ¡Me gustas mucho! —gritó, imitándolo, al mismo tiempo quecantabay tratabadesilbar.Elpetirrojo,muysatisfecho,cantabaysilbabaasuvez.Por fin, el pajarito extendió sus alas y, bruscamente, voló a la cumbre del árbolsiemprecantandoconfuerza.

Al oírlo,Mary recordó la primera vez que lo vio posado sobre el árbol tras elmuro.Enesaoportunidadellaestabaenlahuerta;encambioahoraseencontrabaenelsenderoquecorríaparaleloalmuro.Perodesdeambospuntos, tras lamurallaseveíanlosmismosárboles.

"Elpetirrojoviveenel jardínalquenosepuedeentrar—sedijo—.¡Cómomegustaríaconocerlo!"

Deinmediatocorrióallugarendondehabíaestadolaprimeramañanayalcanzóaveralpetirrojoenelmomentoenqueésteabríasusalasparasalirvolando.

"¡Eseljardín,estoyseguradeello!",murmuró.Caminóobservandocuidadosamenteelmuroentodasuextensión,sinencontrar

puertaalguna."Esmuyextraño—pensó—.BenWeatherstaffdijoquenohabíapuertayesasí;

perohacediezañosexistíaunaentrada,puestoqueelseñorCravenenterrólallave".Se interesó tanto en este problema que ya no lamentaba tener que vivir en

MisselthwaiteManor.Porotraparte,enlaIndiahacíatantocalorque,engeneral,nodeseabamoverse;encambio,elfríodelpáramoleestabalimpiandolastelarañasdesujovencerebroy,pocoapoco,todaslascosasquelarodeabancomenzaronallamarsuatención.

Pasóeldíaenteroalairelibreycuandoesanochesesentóacomerteníahambre,y se sentía somnolienta ymuy a gusto.Ni siquiera semolestó por la cháchara deMartha; al contrario, le agradaba y se preparaba para hacerle una pregunta cuandoterminaradecenar.

—¿PorquéelseñorCravenodiaeljardín?—preguntó.Consuacostumbradasencillez,Marthasesentójuntoalaniñaalcalordelhogar.—¿Todavíapiensaeneljardín?Sabíaquelesucedería.Amímepasólomismo

cuandoreciénlleguéaquí.—¿Porquéloodia?—volvióapreguntarMary.Marthatratódedistraeralaniñahablandodeotrascosaspero,antesuinsistencia,

lecontótodoloquesabía:—Laverdadesquesinofueraporesejardínelseñornoseríatanextrañocomo

es.Eraeljardínquelaseñoraformóapenassecasó.Aellalegustabamuchoyamboscuidabanlasflores,puesningúnjardineropodíaentrarenél.Cerrabalapuertaylos

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dospermanecíanahí, leyendooconversando.Ella,queeraunajovendelgada,solíasentarse en la ramade un viejo árbol sobre el cual trepaban las rosas.Undía, esaramasequebróylaseñoracayóysehiriótangravementequeelaccidentecausósumuerte.Elseñorquedódesesperadoy losdoctores temieronquesevolviera locooquetambiénmuriera.Esaeslarazónporlacualodiaeljardínynopermitequenadieentreohabledeél.

Marynohizomáspreguntas.Mientrasmirabaelfuego,escuchabacómosilbabayrugíaelviento.Sesentíabienpensandoenlascosasbuenasquelehabíansucedidodesde que llegara a esa casa: conversaba con el petirrojo, corría contra el viento yteníaapetito.Descubriótambiénque,porprimeravez,sentíacompasiónporalguien.

Junto con escuchar cómo silbaba el viento, oyó algomás.No sabía loque era,porque en un principio apenas distinguía ese sonido.Eramuy curioso, como si enalgún lugar llorara un niño; pero, en ocasiones, también el viento llora. Siguióescuchando y, al poco rato,Mary estuvo segura de que alguien llorabamuy lejos,perodentrodelacasa.SevolvióhaciaMarthaypreguntó:

—¿Oyóllorar?RepentinamenteMarthaseconfundió.—No—contestó—. Es el viento. A veces suena como si alguien gimiera por

sentirseperdido.—Peroescuche—dijoMary—.Esalguienenlacasa,enunodeloscorredores.Enesemomentoenelpisobajoseabrióunapuertayunaráfagadevientocruzó

por el corredor abriendo violentamente la puerta de la habitación en que seencontraban.Ambassaltarondesusasientos,enel instanteenqueseapagaban laslucesyelllantoseescuchabamásclaroquenunca.

—¡Escuche!—dijoMary—.Ledijequealguienestállorando,yesunniño.Martha corrió a cerrar la puerta con llave. Al mismo tiempo se escuchó que

alguiencerrabaotrapuertadeungolpazo.Luegotodoquedóencalma,inclusoporunmomentoelvientodejóderugir.

—Eselviento—dijoMarthatercamente—,oquizás,laayudantedecocinaquehaestadotodoeldíacondolordemuelas.

Pero algopreocupabaymolestaba aMartha, pues laniña, almirarla fijamente,tuvolaimpresióndequeellanoestabadiciendolaverdad.

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VIEnverdad,alguienlloraba

Al día siguiente amaneció lloviendo torrencialmente. Desde la ventana, Maryapenaspodíadistinguirelpáramo,casiocultoporlaneblinaylasnubes.Nopodríasalir.

—¿Quéhacenensucasaenundíacomoéste?—preguntóaMartha.—Tratamosdenomolestaramamá—contestóMartha—.Losmayoresjueganen

elestabloy,encuantoaDickon,él,conbuenomaltiempo,saleigualarecorrerelpáramo. En días de lluvia descubre cosas que no ve en otras ocasiones. Un díaencontró un zorrito medio ahogado en un hoyo. Como la madre había muerto, lollevóacasametidoentresusropasparacalentarlo.Ahoraviveconnosotrosjuntoconvariosanimalesmás.

LejoshabíanquedadolosdíasenqueMaryseofendíaporlosrelatosdeMartha.Ahora, en cambio, no sólo la interesaban, sinoque se apenaba cuando terminaban.Especialmente le atraía todo lo referente a Dickon, además de considerar muyagradablelapersonalidaddelamadre.

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—Siyotuvieraunzorritoouncuervopodríajugarconellos—dijoMary—.Peronotengonada.

Marthalamiróperpleja.—¿Esquenosabetejerocoser?—No—contestólaniña.—¿Puedeleer?—Sí.—¿Entonces, por qué no lee o estudia su gramática? Es lo suficientemente

mayorcitacomoparahacerlo.—Notengolibros—contestóMary—.LosqueteníaquedaronenlaIndia.—Esunapena—dijoMartha—.SisolamentelaseñoraMedlockladejaraentrar

alabiblioteca...Hayallímilesdelibros.Marynopreguntódóndeseencontrabalabiblioteca.Repentinamentepensóque

trataríadeencontrarlaporsímisma.NoleimportabaloquedijeralaseñoraMedlock,pues ellapasaba losdías sentada en su confortable salón.Enesta extraña casa, laspersonascasinoseveían.

Martha la ayudaba y servía las comidas, pero ningún otro empleado sepreocupaba de ella. El ama de llaves iba a verla cada dos o tres días, pero no lepreguntabaquéhacíaduranteeldía.Marysuponíaqueesaeralaformadeeducaralosniñosingleses.EnlaIndia,alcontrario,nodabaunpasosinsuayay,enmásdeuna ocasión, esta continua compañía la había cansado.Ahora, en cambio, no sóloestabaaprendiendoavestirsesinayuda,sinoquetambiénpasabalamayorpartedeldíaasolas.

DepiefrentealaventanaesperódurantediezminutosaqueMarthaterminaradelimpiarlaparrillayseretirara.Pensabaenlabiblioteca,aunqueéstanoleinteresabamayormente, puesto que había leído pocos libros; pero recordando las cienhabitacionesdelacasasepreguntabaquéencontraríaenellas,sipudieraentrar.

¿Habría verdaderamente cien habitaciones? Quizás podría contarlas, lo que yaseríaunabuenaentretenciónparaesedía.

Salió de su habitación y empezó su recorrido.Un pasadizo comunicaba con elsiguiente. Cruzó puertas y más puertas. De las paredes colgaban pinturas conobscuros paisajes, pero lamayoría eran retratos de señores y señoras con extrañostrajesyelegantesvestidos.Jamáspensóquepodíanexistirtantosretratosjuntos.Laniñalosmirabaconatenciónyleparecíaquelospersonajes,asuvez,laobservabanaella.Tambiénhabíavariosretratosdeniñosdepelolargo,Marysepreguntabacómose llamaríanydónde estarían ahora.Atrajo especialmente su atención el retrato deuna niña de rostro poco agraciado que posaba muy rígida; usaba un vestido debrocadoysosteníasobreundedounloroverde.Susojoslaobservabanconmiradaagudayansiosa.

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—¿En dónde vives?—dijoMary dirigiéndose al retrato—. ¡Cómome gustaríaquevivierasaquí!

Eraunamañanamuyextraña.AMaryleparecíaqueeraelúnicoservivienteenesta enorme y tortuosa casa. Tanta soledad le hacía pensar que ella era la primerapersona que atravesaba esos largos e interminables corredores.El hecho de que sehubieranconstruidotantashabitacionessignificabaqueenunmomentotodasestabanocupadas.Ahora,alverlasvacías,aMaryleparecíadifícilcreerlo.

Únicamente al llegar al segundo piso se le ocurrió a Mary intentar abrir laspuertas.Lamayoríaestabaconllave,talcomolehabíadicholaseñoraMedlock,perodeprontounaseabrió.Laniñasintiómiedoalverquelapuertacedíapesadamenteasu impulso, aunque sin dificultad. Se encontró en medio de un gran dormitoriocubiertodetapicesbordadosquecolgabandelapared.DiseminadosenlahabitaciónhabíaalgunosmueblesconincrustacionesquelerecordaronlosquehabíavistoenlaIndia.Desdeunadelasanchasventanassedominabaelpáramoysobrelachimeneahabíaotroretratodelaniñapocoagraciada,queahoraparecíaobservarlaconmayorintensidadqueantes.

"Quizáséstefuesudormitorio—sedijoMary—.Meincomodalaformaenquememira".

Deahíenadelanteabriómuchasotraspuertashastaquesesintiócansadaypensóque,contodaseguridad,existíancienhabitaciones,aunquenolashabíacontado.Ensu peregrinar por la casa no encontró a ningún ser viviente, pero en una pieza vioalgo. Acababa de cerrar la puerta de un armario cuando sintió un crujido casiimperceptible que la hizo saltar. Al mirar hacia el sofá que estaba al lado de lachimenea divisó, en uno de los cojines, una cabecita que se asomaba con ojosasustados.

Seacercólentamenteydescubrióunratoncitogris.Estesehabíacomidopartedelcojínparainstalarasusseishijosquedormíanencogidosenelnido.AlverlosMarypensóqueporlomenosallíhabíasieteratoncitosquenosesentíansolos.

"Melosllevaríaamihabitaciónsinofueraporqueseasustarían",sedijo.Empezabaacansarsedetantocaminar,porloquedecidióvolverasudormitorio.

Peronofuefácil.Endosotresocasionesperdióelcaminoaltorcerequivocadamentepor algúncorredor.Cuandopor fin llegó al pisodonde estaba suhabitación sediocuentadeque todavíaseencontraba lejosdeellaynosabíaconexactitudcómo laencontraría.

—Creoquemeheequivocadonuevamente—murmuróMary,alobservarloqueparecíaelfinaldeuncortopasadizocuyaparedestabacubiertaporuntapiz—.Noséquécaminotomar;todoestátansilencioso.

Repentinamente,algorompiólacalma.Eraunllanto,peronoexactamentecomoelquehabíaescuchado lanocheanterior.Amortiguadopor lasparedes, llegóhasta

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ellamásbiencomoungemidodeniñodescontento."Seoyemáscercaqueanoche—pensóMary;sucorazónlatíarápidamente—.No

hayduda:alguienllora."Inadvertidamente, posó su mano sobre la tapicería y ésta se movió,

sobresaltándola.El tapizcubríaunapuertaabiertaa travésde lacualcontinuabaelcorredor. En ese momento vio a la señora Medlock que se acercaba a ella conexpresiónfuriosayunmanojodellavesenlasmanos.

—¿Quéhaceaquí?—legritótomándoladelbrazoyempujándolafuera—.¿Noledijequenodebíasalirdesushabitaciones?

—Aldoblarenel corredormeequivoquédecamino—explicóMary—.Estabaperdidacuandoescuchéquealguienlloraba.

Enesemomentoodiabaalamadellaves,peroluegolaodióaunmás.—Ustednohaoídonadaque se leparezca—dijoel amade llaves—.Yahora

vuelvadeinmediatoasudormitoriooledaréunbofetón.Casiempujándola,lallevóporelcorredorhastaque,porfin,bruscamentelahizo

entrarensuhabitación.—Yahora—dijo—sequedaráaquí,comoselehaindicado,olaencerraremos.

Elamodebierahaberbuscadoaunagobernanta,comodijoqueharía.Sinduda,ustednecesitaqueselavigiledecerca.Yotengootrascosasquehacer.

SaliógolpeandolapuertadetrássuyomientrasMary,pálidaderabia,sesentabaalbordedelachimenea.Nolloró,perolerechinabanlosdientes.

—¡Enverdad,alguienestaballorando!¡Eraverdad!—dijo.En dos ocasiones había escuchado el llanto y estaba convencida de que

descubriría quién lloraba.Durante lamañana se había enterado demuchas cosas ysentíacomosihubierahechounlargoyentretenidoviaje:habíajugadoconalgunosadornosenlashabitacionesvacíasyhabíaencontradoalospequeñosratoncitosenelcojíndeterciopelo.

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VIILallavedeljardín

Dosdíasmástarde,alabrirlosojos,MarysesentómuyderechaenlacamaydijoaMartha:

—¡Mirehaciaelpáramo!Terminada la tormenta de lluvia, tanto la neblina como las nubes grises

desaparecieronbarridasporelviento,queyanosoplaba,yuncieloazulybrillanteenmarcabaelpáramo.Maryjamássoñóquepodíaexistiruncielotanazulyqueelpáramopodíatomarundelicadocolorazulado.

—¡Claro!—dijoMarthamuyanimada—.Porelmomentolatormentahapasado;cada año sucede lo mismo durante esta época. Desaparece en una noche como sipretendierademostrarquenuncaestuvoyquenovolverá.Es laprimaveraqueestáporllegar,auncuandotodavíafaltaunbuentiempo.

—YocreíqueenInglaterrasiemprellovíayestabaobscuro—dijoMary.—No,porsupuestoqueno—repusoMartha—.Cuandosaleelsol,laregiónde

Yorkshireesellugarmásasoleadodelmundo.Ledijequealpocotiempolegustaríaelpáramo.Espereaqueflorezca,yvaaquererlevantarsealamanecerypasartodoeldíafuera,comolohaceDickon.

—¿Podré algún día ir hasta su casa?—preguntó ansiosamenteMary, mientrasmirabaeseazulqueseperdíaenlontananza.Erauncolormaravilloso,celestial,queellanuncahabíavisto.

—Nolosé—repusoMartha—.Haycincomillasdecaminohastanuestracasayustednoestáacostumbradaausarsuspiernas.

—Apesardetodo,megustaríaconocerla.Mientraspulíalaparrilla,lamucamapensabaqueenlacaritadelaniñayanose

veía la amargura del primer día.Ahora, en cambio, al igual que sus hermanas, surostroreflejabaunenormedeseodeconseguirloquequería.

—Hoy,comoesmidíadesalida,podréiramicasaylepreguntaréamimamá.Ellasiempreencuentraunasoluciónacertada.

—Aunquenolaconozco,megustasumamá—dijoMary.Martha se sentó sobre sus talones conexpresiónperplejamientras se frotaba la

puntadelanarizconeldorsodelamano.Luegodijorotundamente:—Laverdadesquenomeextraña;todalagentelaestima,laconozcanono.Ella

es una mujer de muy buen carácter, sensible y trabajadora. Por mi parte, cuandoatraviesoelpáramocaminoacasa,saltodealegríadesólopensarqueestaréconella.

—TambiénmegustaDickon,aunquetampocoloconozco—agregóMary.—Bueno—dijoMartharesueltamente—.Yaledijequelospájaros,losconejos,

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las ovejas y losmampatos e incluso los zorros lo quieren.Me pregunto—agregó,mirándolapensativamente—,¿quépensaráDickondeusted?

—Nolegustaré—dijoMaryconvozfríaydura—.Nolegustoanadie.Marthalamiróasombrada.—Yusted, ¿se gusta a símisma?—le preguntó realmente interesada en oír su

respuesta.Maryvacilóy,luegodepensarlo,contestó:—No,realmenteno.Laverdadesquenuncalopenséantes.Al oír esto,Martha hizo una pequeñamueca como si recordara algo personal.

Luegodijo:—Hace algún tiempo, mi mamá me hizo esta misma pregunta. Nos

encontrábamos en el lavadero y yo estaba demal humor por lo que hablémal dealgunaspersonas.Mimadresevolvióymedijo:"¡Mirenlaarpía!Hablandomaldeunosydeotros.¿Yquémedicesde ti?¿Acasotegustas?".Estomehizoreírydeinmediatoentréenrazón.

ElsaberqueMarthanoestaríaenlacasaesedíahizoqueMarysesintieramássolaquenunca.Saliórápidamentealjardínysólosesintióalgomásanimadaluegodedardiezvueltasa la fuente.El solhacíaque todosevieradiferente.Marymiróvariasveceshacia el cielo tratandode imaginar cómo sería el flotar por el espaciorecostadasobreunanube.MástardefuealhuertoendondetrabajabaBenjuntoadosjardineros. El cambio de tiempo parecía haberle hecho bien pues le hablóamablemente.

—Yallegalaprimavera.¿Puedeolería?Maryolfateóypensóquerealmenteolía.—Puedooleralgoagradable,frescoyhúmedo—dijo.—Esaeslariquezadelatierra—contestóeljardinero,mientrasseguíacavando

—.Yaestálistaparahacercrecerazafranes,narcisosyotrasplantasbulbosas.¿Lasconoce?

—No,porqueenlaIndiadespuésdelaslluviashacemuchocalorytodoestámuymojado.Creoquehayplantasquecrecendurantelanoche.

—Aquínocrecendurantelanoche—dijoBen—.Tendráqueesperarque,pocoapoco,aparezcaunapuntaaquíyotraallá;queunahojaabrahoyyotra,más tarde.Tendráqueobservarlascrecer.

—Claroqueloharé—contestóMary.Poco después oyó el susurro de las alas del petirrojo que, muy vivaracho y

animado,brincabacercadesuspies.LadeólacabezaylamirócontantamaliciaqueellalepreguntóaBenWeatherstaff:

—¿Creequemerecuerda?—¡Que si la recuerda!—exclamóBen indignado—.Sin contar laspersonas, él

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conoce cada planta y cada rama del jardín. Lo que sucede es que él no ha vistojovencitas comoustedy está tratandode averiguar cómoes, así esqueno tratedeengañarlo.

—¿Tambiénestáncreciendolasplantaseneljardíndondeélvive?—quisosaberMary.

—¿Quéjardín?—gruñóBenconexpresiónmalhumorada.—Eljardíndelviejorosal—dijo;nopodíadejardepreguntarpuesteníaansiasde

saber—.¿Todaslasfloresmurieronoalgunasrenaceránenverano?¿Quedantodavíarosas?

—Pregúnteleaél—dijoBenseñalandoalpetirrojo—.Enlosúltimosdiezaños,eselúnicoquelohavisto.

Laniñasealejó lentamentepensandoquehastapoco tiempoatrás,engeneralaella no le gustaba la gente. Ahora, en cambio, desde que se sentía atraída por eljardín,queríaalpetirrojo,aquienconsiderabacomoaunapersona,aDickonyalamadredeMartha.Enverdaderaunbuennúmero.

Alfinllegóalsenderoquecircundabaelmurocubiertodehiedrasobreelcualseveían las copas de los árboles. Al recorrerlo por segunda vez, le sucedió algoverdaderamenteextraordinario.

Escuchóungorjeoasuizquierdayvioqueelpetirrojopretendíapicotearlatierratratando de insinuarle que no la había acompañado hasta allí; pero ella sabíamuybienqueelpajaritolahabíaseguido.

—¡Me recuerdas!—gritó, casi temblando de felicidad—. ¡Verdad que sí! Eresprecioso.

Ella le habló persuasivamente mientras él, a su vez, brincaba y movía la colagorjeandocomosiconversaran.Marylentamenteseaproximóaélytratódeimitarsucanto.

¡Pensarqueelpajaritoladejabaacercarsesintemernadadepartedeella!Maryse sentía tan feliz que casi no podía respirar. El petirrojo, que saltaba buscandogusanos,seposódeprontosobretierrareciénremovidaporunperroquequeríahacersalirauntopodesumadriguera.Marymiróhaciaeselugary,enmediodelatierra,vioalgoqueparecíaunanillodehierroobronceoxidado.Alagacharsearecogerlosediocuentadequeeraalgomásqueunanillo:eraunaviejallaveque,ajuzgarporsuaspecto,habíaestadoenterradadurantelargotiempo.

Marylarecogióylamiróconexpresióncasiasustada.—Quizás ha estado enterrada por diez años —murmuró—. ¿Será la llave del

jardín?

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VIIIElperirrojoquemonstóelcamino

Durantemucho rato sequedómirandoydandovueltas a la llave. ¿Sería la deljardíncerrado?Ysiencontrabalapuerta,¿podríaentraryverloquehabíadetrásdelmuro?¿Existiríaelviejorosal?Esejardínhabíaestadocerradodurantetantosaños,que tenía que ser diferente a los otros. Por eso ella quería conocerlo. También eraposiblequehubieransucedidocosasextrañas.Peroloquemáslaatraíaeralaideadepoderirallícadadía,encerrarseyjugarasolas,sinquenadiesupieradóndeestaba.El aislamiento en que vivía en esa enorme casa, en la que no había nada con quéentretenerse,activabasucerebroydespertabasuimaginación.

Marypusolallaveensubolsilloycaminólentamenteporelsendero,conlavistafija en la hiedra que cubría el muro. La hiedra la desconcertaba, pues, aunque laobservófijamente,novionadamásque tupidasybrillanteshojasverdes.Sesentíamuy desilusionada, a la vez que renacía su antiguo espíritu rebelde al observar lacopa de los árboles del jardín amurallado, tan cercanos pero tan lejanos, pues nopodíallegaraellos.Volvióalacasaconlallaveydecidióquecadavezquesalieralallevaríaconsigoporsialgúndíaencontrabalapuerta.

La señora Medlock permitió a Martha alojar esa noche en su casa, mas a lamañanasiguientevolviómuyanimadayconlasmejillasmássonrosadasquenunca.

—Melevantéa lascuatrode lamañana—dijo—.Elpáramoestabapreciosoalamanecer.Lospájarosempezabanalevantarseylosconejoscorreteabanporahí.Estavez no hice todo el trayecto a pie, pues un hombre me trajo en su carreta. ¡Meencantóelpaseo!Mamáestabafelizdevermeyjuntascocinamosylavamoslaropadelafamilia.Tambiénhiceunospanecillosconazúcarrubiaparalosniños.

En la tarde, cuando la familia estaba reunida junto al fuego y ella y sumadreremendabanlaropayloscalcetines,MarthaleshabíahabladodelaniñitallegadadelaIndia.

—Lesgustómuchosaberdeusted—dijoaMary—.Queríanconocerhasta losmenoresdetalles: cómoeran losnativosydelbarcoenquevino,peroyono sabíamucho...

PorunmomentoMaryreflexionó;luegodijo:—Antes de que vuelva a su casa le habré contado muchas cosas más. Estoy

seguradeque lesgustarásabercómoseandaenelefanteoencamello,osobre losoficialesquesalenacazartigres.

—¡Por supuesto!Estarán encantados—exclamóMartha—. ¿Deverdadquemecontará,señoritaMary?¡Serátanestupendocomoantes,cuandoserelatabanhistoriassobrelabestiasalvajequemerodeabaporYork!

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—La India esmuy diferente aYorshire—dijo suavemente la niña. Reflexionóunosinstantesyluegopreguntó—:YaDickonyasumamá,¿lesinteresósabercosasdemí?

—¡Por supuesto! Los ojos de Dickon casi se salían de sus órbitas—contestóMartha—.Encambio,mimamáquedópreocupadaalsaberqueustedestátansola.Dijoquealguiendeberíaencargarsedeenseñarleydeacompañarla.Tambiénmehizover cómome sentiría yo, vagando a solas por esta enorme casa, sin que nadie seocuparademí.Leprometíqueyotrataríadeanimarla.

Marylamirólargayatentamente.—Perosiyamedaánimos.Meencantaoírlahablar.Martha salió del dormitorio y volvió poco después con algo escondido bajo el

delantal.—¡Quéleparece!—dijo—.Letrajeunregalo.—¡Unregalo!—exclamóMary—.¿Cómoesposiblequeunafamiliadecatorce

personaspuedahacerregalos?—Esta mañana llegó hasta nuestra casa un vendedor ambulante con ollas y

sartenes.Mamánoteníadineroparacomprarlaspero,cuandoelvendedoryaseiba,unademishermanasgritó:"¡Mamá,mira!,tienecuerdasdesaltarconmangosrojoyazul".Entoncesmamábuscóensubolsillohastaencontrardospeniquesymedijo:"Tengomuchosgastos,perocomomehas traído tu sueldo, le compraré a laniñitaunacuerdadesaltar".Yaquílatiene.

Muyorgullosalasacódedebajodeldelantal.Eraunacuerdafirmeymuybonita,peroMarylamiróperplejasinsaberquépensar.Jamáshabíavistouna.

—¿Paraquésirve?—preguntóllenadecuriosidad.—¡Cómo!¿MevaadecirqueenlaIndiatienencamellosyelefantesynotienen

cuerdasdesaltar?Míremeylemostraré.Corrióalcentrode lahabitacióny tomandounmangoencadamanoempezóa

saltar,saltarysaltar,mientrasMarylaobservaba.Parecíaquetambiénlosrostrosdelos retratos lamirabanconestuporpreguntándosequéestabahaciendoestaextrañajovenfrenteaellos.PeroMarthanolosveía.Mientrassaltabahastallegaracien,sesentíaencantadaantelaexpresióndeinterésycuriosidadquesereflejabaenlacaritadeMary.

—Cuandoteníadoceaños,lleguéhastaquinientos,peroahoraestoymásgordayheperdidolapráctica—dijoaldetenerse.

Maryselevantómuyexcitada.—¡Es estupendo! —exclamó—. Su mamá es muy amable. ¿Cree que podré

aprenderasaltarcomousted?—Debe tratar—laurgióMartha entregándole la cuerda—.Enun comienzono

podrásaltarhastacien,perosipracticapodráhacerlo.Mamádiceque leharámuy

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biensaltar,yqueunacuerdaeselmejorjuguetequeunniñopuedetener.Ellaquierequesaltealairelibreparaqueselerobustezcanlaspiernasylosbrazos.

Sin duda, cuandoMary empezó a saltar, sus piernas y brazos no teníanmuchafuerza.Peronoleimportóhacerlomal,sóloqueríaseguirsaltando.Sepusosuabrigoy, con la cuerda bajo el brazo, abrió la puerta. En esto se volvió despacio haciaMartha,comosirepentinamentesehubieraacordadodealgo.

—Martha, esto es parte de su salario. ¡Muchas gracias!—dijomuy rígida.Noestaba acostumbrada a agradecer y ni siquiera se daba cuenta cuando las personashacíanalgoporella—.Gracias—repitió,ylediolamanoporquenosabíaquéotracosapodíahacer.

Marthaestrechósumanotorpemente,comositampocoestuvieraacostumbradaaestaclasedecosas.Luegorió.

—¡Eh!—dijo—.Esto es costumbre de viejas. Si hubiera sidomi hermana,mehabríabesado.

Marylamirómásrígidaquenunca.—¿Quierequelabese?Marthariónuevamente.—¡No,porsupuestoqueno!Yahorasalgaajugarconsucuerda.Marysesintiómolesta.LaspersonasdeYorkshireactuabanenformaextrañay

ellanoentendíabienaMartha, apesardequeahora legustaba, loqueno sucedíacuandoreciénlaconoció.

Lacuerdadesaltareramaravillosa.Ellacontóysaltó,saltóycontóhastaquesusmejillas se colorearon.Nunca había estado tan contenta. El sol resplandecía y unalevebrisasoplabatrayendooleadasdetierrareciénremovida.Siguiósaltandoporeljardín hasta llegar a la huerta dondeBen cavaba, almismo tiempo que hablaba alpetirrojo que brincaba a su alrededor. Ella continuó saltando confiada en que él laveríay,enefecto,Benlamiróconcuriosidad.

—¡Bueno,quién lodiría!—exclamó—.Despuésde todo, tienesangre jovenenlas venas en vez de leche agria. El saltar con la cuerda ha coloreado susmejillas.¡Jamáslohubieracreído!

—Nuncahabíasaltadoconunacuerda—dijoMary—.Estoyempezandoysólopuedocontarhastaveinte.

—Entoncescontinúe—dijoBen—.Lacuerdaesestupendaparalagentejoven.Mirecómolaobservaelpetirrojo.Ayerlaacechóyhoycontinúahaciéndolo.Quieresaber en qué consiste saltar la cuerda, puesto que no lo había visto antes. Lacuriosidadloperderásinoandaconcuidado.

Mary continuó saltando alrededor del jardín. Finalmente llegó al sendero quetantolaatraíayquisoprobarsipodíallegaralfinalsinparar.Pero,antesdelamitad,teníatantocalorquecasisinresuellosevioobligadaadetenerse;sinembargo,había

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contado hasta treinta y esto la tenía muy contenta. El petirrojo, que la seguía, lasaludóconungorjeo.Alverlo,laniñaledijoriendo:

—Ayerencontrastelallaveyhoydebesmostrarmelapuerta,aunquenocreoquesepasdóndeestá.

MaryLennoxhabíaescuchadoasuayacontarmuchashistoriassobremagia,poresopensóqueloquesucedióacontinuaciónnoteníaotraexplicación.

Una fuerte ráfaga de viento sopló a través del sendero, agitó las ramas de losárbolesy removió lashiedras trepadorasquehabían llamado laatenciónde laniñaporquenoestabanpodadascomolasdemás.Mary,quesehabíaacercadoalpetirrojo,vio que repentinamente algunas hiedras se balanceaban hacia un lado. Con granrapidez,ellasaltóhaciaadelanteycogiólarama.Bajolahiedraviounpomoredondoque,hastaentonces,habíaestadocubiertoporlashojas.Eraelpomodeunapuerta.

Mary empujó las hojas hacia un lado. La hiedra caía suelta como una cortina,aunquealgunashojassehabíanintroducidoentrelamaderayelfierro.ElcorazóndeMary latía fuertementemientras susmanos temblabanpor la emocióny la alegría.Entretanto, el petirrojo, tan entusiasmado comoella, gorjeabaybrincabade lado aladoconsucabecitainclinada.¿Quéeraestoquetocabansusmanos?

¡Eralacerraduradelapuertaquehabíasidocerradadiezañosatrás!Sacólallavedesubolsilloylaencajó.Diovueltaa la llavey,auncuandotuvoquehacerloconambasmanos, la puerta se abrió.Miró hacia atrás para ver si venía alguien, peroparecíaquejamásibanadiehaciaeseladodeljardín.

Respiróprofundamente,echóhaciaatrás lacortinadehiedra,empujó lapuerta,queseabrióconlentitud,ylaatravesó,cerrandotrasdesí.Conlaespaldaapoyadacontralapuerta,miróasualrededormientrasrespirabamuyrápidocasiahogadaporlaemociónyelasombroqueleprodujosudescubrimiento.

¡Estabaeneljardínsecreto!

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IXLamasextrañadelascasas

Era el lugar más encantador y misterioso que hubiera podido encontrar. En élhabíaunaenormevariedadderosas.Algunastrepadorascubríanlosaltosmuroscontupidos y enmarañados tallos. También en el suelo cubierto de pasto sobresalíangruposdearbustosque,contodaprobabilidad,habíansidorosales.Otroscrecíanmuyalto, y los más cubrían los árboles con sus ramas formando verdaderas cortinasoscilantesquedabanallugaruncarácterextrañoyalavezmaravilloso.Aquíyallá,algunos rosales se habían enlazado unos con otros componiendo arcos de ramassecas,porloqueMarysepreguntósivolveríanaflorecer.Estasramasgrisesqueseesparcían como unmanto nebuloso sobremurallas, árboles y pasto, formaban unamarañamisteriosaquehacía del jardínun lugar aunmás escondido.Mary siemprepensó que este jardín sería muy distinto, pero en realidad tenía un aspectocompletamentediferenteatodocuantoellahabíavistoconanterioridad.

—¡Quétranquiloestá!—susurró—.¡Quéquieto!Esperó un momento y escuchó el silencio que la rodeaba. Incluso el petirrojo

posabainmóvilsobrelacopadeunárbol,sinnisiquieramoverlasalas;sólomirabaaMary.

—Nomeextrañaqueestétanquieto—susurrónuevamente—.Endiezañossoylaprimerapersonaquehahabladoaquí.

Sealejódelapuertapisandoconsuavidad,comositemieradespertaraalguien.—¿Habránmuerto todas lasplantas?¿Seráésteun jardínquietoy sinvida?—

murmuró.ConseguridadBenWeatherstaffhabríapodidocontestarle;ella,encambio,sólo

veíaramilletesgrisesycafés,oramasquenomostrabanseñalesdevida.Elsolbrillabaaunconmayorintensidaddentrodeestascuatroparedes,queenel

restode lapropiedadoenelpáramo.AmedidaqueMaryavanzaba,elpetirrojo laseguíabrincandoygorjeandocomosiquisieramostrarleellugar.Eljardínleparecíaextrañoyledabalasensacióndeestaracientosdemillasdelrestodelmundo;peronose sentía sola.Suúnicapreocupaciónera saber si las rosasvolveríana florecer.Ellanoqueríaunjardínsinvida;loqueríacubiertoderosas.

Comoteníaconsigolacuerdadesaltar,decidiórecorrersaltandolossenderosdepasto que aún existían y detenerse cuando quisiera ver algo.En cada rincón podíadistinguirmontones de hojas bajo las cuales había piedras cubiertas demusgoqueservíandeasiento.Derepenteviocómo,entrelashojas,sobresalíandelanegratierraalgunaspuntasverdesmuyafiladas,loquelahizorecordarloqueBenhabíadicho.

—Si hay pequeños brotes es posible que sean azafranes o narcisos—susurró,

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mientrasseagachabaparaolerlafraganciadelatierramojada.—Quizáshayotrosbrotes—dijo—.Daréunavueltaparaver.Dejódesaltarycaminólentamenteconlosojosfijosenelsuelo.Suentusiasmo

aumentóaldescubrirquehabíainnumerablesbrotesmás.—Después de todo no es un jardín muerto —dijo—. Incluso, si las rosas no

florecen,otrasplantasloharán.Ella no sabía nada sobre jardines pero, sin embargo, pensó que los pequeños

brotesqueintentabansaliralaluznoteníansitiosuficienteparacrecer.Conunpalopuntiagudosacómalezasypastodejándolesespacio.

—Ahora ya pueden respirar —dijo—. Haré lo mismo con los otros y si noalcanzohoy,volverémañana.

Inconscientemente,sonreíamientrastrabajabaconentusiasmodesmalezandotodoloquepodía.Porsuparte,elpetirrojoparecíaencantadoalverqueestaniñitacavabalatierradesenterrandocomidaparaél.

Tanentretenidaestabaque,sindarsecuenta,seatrasóparaelalmuerzoyquedómuysorprendidaaladvertirquehabíatrabajadomásdedoshoras.

—Volveréestatarde—dijomirandosunuevoreinoyhablandoalosárbolesyalasrosascomosipudieranoírla.

Martha se sintiómuy contenta al verla llegar con lasmejillas sonrosadas y losojosbrillantes.Además,sesirviódosporcionesdecarneydosdebudíndearroz.

—Mimamáestaráfelizalsaberlobienquelehahechosaltarconlacuerda—dijo.

En el jardín Mary había descubierto una raíz blanca que parecía cebolla yaprovechódepreguntaraMarthaquéera.

—Sonbulbos—contestóMartha—.Deelloscrecen lindas floresenprimavera.Dickonplantóvariosennuestrojardín.

—¿EntoncesDickonconocelosbulbos?—preguntóMarymientrasseleocurríaunanuevaidea.

—¡Dickon! ¡Elpuedehacercrecer floresenunamurallade ladrillos!Mimamádicequelashacecrecerconsólomurmurarlescuandotodavíaestánbajotierra.

—¿Cuántosañosvivenlosbulbos?¿Vivensinquenadielosayude?—preguntóMaryansiosamente.

—Ellosseayudanasímismos.Estaeslarazónporlaquelagentepobrepuedetenerlos. Si no se les destruye, toda una vida trabajan bajo tierra esparciéndose yreproduciéndose.

—¡Cómodeseoquelleguelaprimavera!—exclamóMary—.QuierovertodoloquecreceenInglaterra.

TerminadoelalmuerzosesentójuntoaMarthaalladodelachimenea.—Megustaríatenerunapequeñapala—dijolaniña.

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—¿Paraquédeseaunapala?—preguntóMartha—.¿Quierecavar?Marymiróelfuegopensandoquedebíasercuidadosasiqueríamantenersureino

ensecreto.Auncuandoestabaseguradequenolehacíadañoanadie,sabíaquesielseñorCravenseenteraba,seenojaríaylequitaríalallave.Sólolaideadenovolveraentrareneljardínleerainsoportable.

—Esteesun lugar tangrandeyaislado—dijo lentamente, comosipensara laspalabras a medida que hablaba—. Todo es solitario, tanto la casa como el jardín.Además,haytantoslugarescerrados.EnlaIndiayonohacíademasiadascosaspero,al menos, había gente a quien mirar. Observaba a los nativos, o a los soldadosmarchando,olasbandasdemúsica.Tambiénmiayamecontabahistorias.Aquíconexcepciónde usted y deBenWeatherstaff, no tengo conquiénhablar. Pero ambosdebentrabajarynomehablanamenudo.Creoquesituvieraunapalapodríacavar,ysiconsiguieraunassemillas,tendríaunjardín.

LacaradeMarthaseiluminó.—¡Perosiesofueloquedijomimamá!Quehaytantoespacioquebienpodrían

darleunpedacitoyasíplantaraunquefueraperejilorabanitos.—¡Quécantidaddecosassabesumamá!—Claro—dijoMartha—.Elladice:"Unamujerquecríadocehijos,aprendealgo

másqueleeryescribir".—¿Cuántocuestaunapalapequeña?—preguntóMary.—Bueno—dijoMartha reflexionando—. En una de las tiendas de la aldea de

Thwaite venden un juego de jardín por dos chelines. Y me parecieron losuficientementefirmescomoparatrabajarconellas.

—¡Tengomásqueesoenmibilletera!—dijoMary—.Antesdellegarteníaalgode dinero y la señoraMedlock me da un chelín a la semana a nombre del señorCraven.Nosabíaenquégastarlo.

—¡Eso sí que es riqueza! ¡Vaya, por lomenos él se acordóde eso!—exclamóMartha—.Conesedineropuedecomprar loquequiera.Perosemeocurrealgo—agregóponiendolasmanosensuscaderas.

—¿Qué?—dijoansiosamenteMary.—EnlatiendadeThwaitevendenpaquetesdesemillasdefloresporunpenique

cadaunayDickonconocelasmásbellasysabecultivarlas...¿Puedeescribirconletradeimprenta?—preguntórepentinamente.

—Sí—contestóMary.Marthamoviólacabeza.—Dickon sólopuede leer letras impresas.Escríbale y pídale que le compre las

herramientasylassemillas.—Realmente usted es muy buena. ¡No sabía cuan bondadosa es! Si hago un

esfuerzo,puedoescribirconletrasdeimprenta.Pidámoslealamadellavespapely

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tinta.—Yotengo—dijoMartha—.Iréabuscarlo.MientrasMarthacorríaenbuscadelpapel,Mary,depiefrentealachimenea,se

retorcíalasmanosdepurogusto.—Siconsigounapala—murmuró—,podréarreglarlatierraysacarlasmalezas.

Conlassemillasharécrecerfloresyeljardín,unavezmás,cobrarávida.EsedíaMarynovolvióasalir,sinoquesequedóesperandoqueMarthaterminara

consusobligaciones.Noleerafácilescribir,puestoqueapenaslehabíanenseñadoysuortografíanoerabuena,peroconesfuerzopodíaimprimirlasletras.AlfinterminólacartaqueMarthaledictó,enlaquepedíaaDickonherramientasysemillasbonitasyfácilesdecuidar.

—Pondremos el dinero en el sobre y el carnicero se lo entregará. Son buenosamigos.Dickon comprará todo y se lo traerá personalmente. Le encanta venir porestoslados.

—¿EntoncesveréaDickon?Nopenséqueloconocería.—¿Deverdadqueloquiereconocer?—lepreguntóMarthaalvertancontentaa

laniña.—¡Porsupuesto!Jamásconocíaalguienaquienloszorrosyloscuervosquieran.Marthasesobresaltócomosirecordaraalgo.—¡Pensar que casi lo olvido! Mamá me dijo que le preguntara a la señora

Medlocksipuedollevarlaundíaamicasaacomerquequedeavenacalienteyunvasodeleche.

Parecía que todas las cosas buenas le estaban sucediendo al mismo tiempo.¡Pensarqueatravesaríaelpáramoaplenaluzdeldíayconoceríaunapequeñacasaenlaquevivíantantosniños!

—¿CreequelaseñoraMedlockmedarápermiso?—preguntóansiosamente.—Sí,creoquesí.Conocelolimpiayordenadaqueesmamá.—Entoncespodréconocerasumamátambién—dijoMarymuycontenta—.Ella

nosepareceennadaalasmamasqueconocíenlaIndia.El trabajo en el jardín y los acontecimientos de la tarde la dejaron cansada y

pensativa. Se sentó junto aMartha y esperó la hora de la cena. Sin necesidad dehablar,ambassesentíanbienestandojuntas.

SolamentecuandoMarthasalióabuscarsucomida,lepreguntó:—¿Continúacondolordemuelaslaayudantadecocina?Marthalamiróconalgodesusto.—¿Porquélopregunta?—Comosedemorabaenllegar,caminéporelcorredorparaversivenía.Enese

momentovolvíaescucharunllantoigualaldelaotranoche.Hoynohayviento,asíesquenopuedesereso.

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—¡Eh!—dijoMarthainquieta—.Nodebecaminarporelcorredoroyendocosas.ElseñorCravenseenojaríamuchosilosupiera.

—Nointentabaescuchar,sólo laestabaesperando.Estaes la terceravezque looigo.

—Deboirme—dijoMartha—.EstásonandolacampanadelaseñoraMedlock.Antelocualsaliócasicorriendodelahabitación.—Estaeslacasamásextrañaenquealguienpuedavivir—dijoMary.Apoyólacabezaenelcojíndeunsillónyprontosequedódormida.Elairepuro,

eltrabajoeneljardínylacuerdadesaltarlahabíandejadoagradablementecansada.

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XDickon

Duranteunasemanaelsolbrillóeneljardínsecreto,comolollamabaMary.Legustaba el nombre, pero lo que la hacía más feliz era que, al cerrar la puerta, leparecíaestarenunlugarencantado.Afueraquedabaelrestodelmundoynadiesabíadónde se encontraba. Le recordaba los jardines secretos descritos en los libros decuentos,auncuandoellanopretendíadormirenélporcienaños.Alcontrario,cadadíasesentíamásalerta,legustabamásestarfueradelacasa,amabaelviento,corríamás rápido y podía saltar hasta cien. Probablemente otro tanto les sucedía a losbulbosdeljardín.Lesllegabanelsolylalluviayasícobrabannuevavida.

Mary,ademásde sermuydecidida,noeraunaniñacorriente.Ahoraquehabíaencontradoalgointeresantequehacerpasabalashorasabsortaenlatareadecavarydesmalezar. El trabajo era para ella como un juego fascinante. Cada día aparecíannuevos brotes verdes, algunos tan pequeños que apenas sobresalían del suelo. Alverlos,sepreguntabacuándofloreceríanytratabadeimaginarcómoseveríaeljardíncubiertodeflorespequeñas.

DuranteesaasoleadamañanacreciósuintimidadconBenWeatherstaff.Enmásdeunaocasión lohabía sorprendidoal aparecer repentinamentea su lado, comosibrotaradelatierra.Laverdaderaqueellatemíaqueélsealejarasilaveíavenir.Peroaélyanolemolestabalapresenciadelaniña;másbiensesentíaorgullosodeverelinterésconqueellalobuscaba.

Estamañanaélestabamáscomunicativoquedecostumbre.—¿Cuántotiempollevaaquí?—lepreguntóatrompicones.—Creoquemásomenosunmes—contestóella.—EstáempezandoadarlecréditoaMisselthwaite—dijo—.Estámásgordayno

tanpálidacomocuando llegó.Alcomienzoparecíauncuervoamarillosinplumas.Yopenséquejamáshabíavistoenalguientanjovenunacaratanfeayamargada.

Como a Mary no le importaba mucho su físico, no se ofendió por estecomentario.

—Yaséqueestoymásgorda—dijo—.Mismediasahoranosearrugan.¡Mire,Ben!,ahíestáelpetirrojo.

Aella leparecióque el pajarito estabamás lindoquenunca con supecho rojobrillanteyhaciendograciasconsucolaycabeza.AtodacostadeseabaseradmiradoporBen,peroéstehabíaamanecidosarcástico.

—¡Ah,conqueahíestás!Ahoravienesavermecuandono tienesanadiemás.¿Esqueduranteestasdossemanas tehaspasadolustrandotusalasyelpechoparacortejaraalgunadamayluegodecirlequeereselpetirrojomásfinodelpáramoyque

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siempreestaráslistoalucharporella?Marycasinopodíacreerloqueveíaalobservarcómoelpetirrojovolóyseposó

enelmangodelapaladeBen.Laarrugadacaradelviejosetransformó,mientrassequedabainmóvil,asustadohastaderespirar,paraqueelpajaritonosevolara.Luegolehablóenunsusurro.

—¡Mirencómosabeconquistarseaunhombre!Escasisobrenatural.Permaneciómuyquietohastaqueelpajaritoagitó susalasyvoló.El jardinero

observóelmangocomosituvierapoderesmágicosy,ensilencio,volvióacavar.Marylepreguntó:—¿Tieneustedsupropiojardín?—No,soysolteroyalojoenlacasadelguarda.—Situvieraunjardín,¿quéfloresplantaría?—Bulbosyfloresconaroma,especialmenterosas.LacaradeMaryseiluminó.—¿Legustanlasrosas?—Aprendísobreellasdeunajovenparalacualtrabajabadejardinero.Ellatenía

unlugarcubiertoderosasylasamabacomoahijos,inclusolasbesaba.Estosucedióhacediezaños.

—¿Endóndeseencuentraella?—preguntóMarymuyinteresada.—Enelcielo,segúndicenalgunos.—¿Quépasóconsusrosas?—preguntólaniñamásinteresadaquenunca.—Estánabandonadas.—¿Lasrosasmuerencuandonoselascuida?—aventuró.—Bueno,comoambos lasamábamos,unaodosvecesalañovoyapodarlasy

arreglolatierra.Lasquesobrevivieroncrecenenformasilvestre.—Cuandoestánsinhojasytienencolorgrisocafé,¿cómosesabesiestánvivas?

—preguntóMary.—Espereaquelleguelaprimaverayveráloquesucede.Busqueentrelostallosy

ramitas, y si encuentra pequeñas protuberancias observe lo que pasa luego de unalluviatibia—respondió;perodeprontomiróconcuriosidadlacaraexpectantedelaniñaypreguntó—:¿Quésignificaesterepentinointerésporlasrosas?

LacaradeMaryenrojecióyconalgodemiedocontestó:—Quierojugaraquetengomipropiojardín—tartamudeó—.Notengonadaque

hacerninadieconquienjugar.—Bueno—dijoBen,mientraslaobservaba—,esmuycierto.LodijodetanextrañamaneraqueMarysepreguntósiélsentiríapenaporella.

Ella jamás se había compadecido de sí misma; sólo se había sentido cansada yenojada porque no le gustaba la gente que la rodeaba. Ahora su mundo estabacambiandoparamejorysinadiedescubríasusecreto,logozaríaparasiempre.

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Se quedó junto a Ben tratando de averiguar lo más que pudo mientras élcontestabaconsusacostumbradosgruñidos.

—¿Havueltoaverlasrosas?—preguntóella.—Esteañonoheestadoporculpadelreumatismo.Luego,enojado,lepidióquelodejaratranquiloynolehicieramáspreguntas.Mary tomóuncamino rodeadode laurelesquedabavueltaalrededordel jardín

secretoy terminabaenunapuertaquecomunicabaconelbosque.Enesemomentosintióunsuaveypeculiarsonidoyabriólapuertaparasaberdedóndeprovenía.

EraalgoextraordinarioyMary,alobservarlo,dejóderespirar.Unniñodecercadedoceaños,deaspectodivertido,estabasentadobajounárboltocandounaflautademadera. Se le veía limpio y tenía la nariz respingada y las mejillas rojas comoamapolas.Maryjamáshabíavistoaunniñodeojostanazules.Juntoaél,sobreuntronco, una ardilla café lo observaba y detrás de un arbusto un faisán estiraba elcuello para ver qué pasaba. Cerca del niño, dos conejos sentados olfateaban connarices trémulas. Daba la impresión de que, poco a poco, se iban acercando paraescucharelcuriososonidodelaflauta.

AlveraMary,lehablóconunavoztansuavecomolamismaflauta.—¡Nosemueva!—ledijo—,olosasustará.

Marysequedóinmóvil.Eldejódetocaryselevantócalladamente,comosinosemoviera.Entonces,laardillacorreteóhacialosmatorrales,elfaisánvolviólacabezaylosconejossaltaronlejos,peroningunodelosanimalesparecíaasustado.

—SoyDickon—dijoelniño—.YtúereslaseñoritaMary.Melevantédespacioporquesielcuerposemueverápido,losanimalessalvajesseasustan.

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Elhablócomosiseconocierandesiempre;encambioMary,quenoconocíaotrosniños, por cortedad le habló rígidamente a pesar de que le habría encantado poderhablarleconnaturalidad.

—¿RecibistelacartadeMartha?—preguntó.—Por eso he venido —asintió moviendo su roja cabeza—. Aquí tengo las

herramientasytambiéntetrajeundesplantador.—¿Podríasmostrarmelassemillas?—pidióMary.Al acercarse, ellanotóqueélolía abrezo fresco, apastoy ahojas.AMary le

gustó y, almirarlo de cerca, se olvidó de su cortedad de genio. Juntos se sentaronsobreel troncoyesparcieronlospaquetesdesemillasconlosdibujosde lasflores,mientrasDickonleexplicabalosnombresysieranfácilesdecultivar.

—Lasamapolassonpreciosasycrecenconsólosilbarles.Repentinamentecalló,y,volviendosucarasonriente,preguntó:—¿Dóndeestáelpetirrojoquenosllama?—¿Deverdadquenosllama?—preguntóella.—Porsupuesto—contestóDickoncomosifueralomásnaturaldelmundo—.El

está llamando a su amigo y le dice: "Aquí estoy, mírame, quiero conversar". ¿Dequiénes?

—EsdeBenWeatherstaff,perocreoqueamítambiénmeconoce.—¡Claro que te conoce y le gustas! —dijo Dickon con voz suave—. En un

minutomecontarátodosobreti.Conmovimientoslentos,élseacercóalmatorralydiosonidoscasiigualesalos

delpetirrojo;éstecontestócomosirespondieraasupregunta.—Dicequeestuamigo.—¿Túcreesqueloes?—preguntóansiosamenteMary.—Noseacercaríasinofueratuamigoylegustaras—contestóDickon.—¿Entiendestodoloquedicenlospájaros?—inquirióMary.La sonrisa de Dickon se acentuó al mismo tiempo que se frotaba su áspera

cabeza.—Creo que sí y creo que ellos tambiénme entienden—dijo—.He vivido por

tantotiempoenelpáramo,quemesientocomosifueraunodeellos.Volvió a sentarse a su lado y continuó explicándole la manera de plantar las

flores,observarlasyalimentarlas.—Oye—ledijo—,sitúquieres,telasplantaré.¿Dóndeestátujardín?Maryunió fuertemente susmanos y cambióde color. Se sentíamiserable y no

sabíaquédecir.Nohabíaprevistoestaeventualidad.—Porquetedieronunpedazode jardín,¿verdad?—dijoDickonsorprendidoal

advertirsuturbación—.¿Oesquenoteloquierendar?Apretandoaunmáslasmanosellavolviósusojoshaciaél.

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—Yo no conozco otros niños —dijo lentamente—. ¿Puedes guardarme unaconfidencia?Esun jardín secretoycreoquememoriría si lodescubren—terminódiciendoconfiereza.

Dickonestabacadavezmásextrañado.Volvióa rascarse lacabezayrespondióconbuenhumor:

—Yosiempreguardolossecretos.Sinolohiciera,otrosniñossabríandóndeseencuentranlascríasdeloszorrosolosnidosdelospájarosynadaestaríaasalvoenelpáramo.¡Sí,séguardarsecretos!

—Herobadounjardín—dijorápidamenteMary—.Noesmío,perotampocolepertenece a nadie. No lo quieren y no entran en él. Por eso no tienen derecho aquitármelo porque lo han dejado destruirse —terminó diciendo apasionadamentemientrassecubríasucaraconlosbrazosyrompíaallorar.¡PobrepequeñaMary!

LoscuriososojosdeDickonreflejaronsimpatía,loquealentóalaniña.—¿Dóndeseencuentra?—preguntóDickon,bajandolavoz.Sinimportarleloquepudierasuceder,ellaselevantóy,enuninstante,volvióa

serlaimperiosaniñadeantes.—Venconmigoytelomostraré—dijo.Dickon la siguió con unamirada extraña y triste. Tenía la sensación de que lo

único que iba a descubrir era algún nido de pájaro.Mas, cuandoMary levantó lacortina de hiedra, se sobresaltó al ver que cubría una puerta. La niña empujósuavementeyentraronjuntos.

Marysedetuvo,agitósumanoprovocativamenteydijo:—¡Esteeseljardínsecretoysoylaúnicaquequierequesobreviva!Dickonmiróasualrededorunayotravez.—¡Eh!—murmuró—,esunextrañoypreciosolugar;mepareceestarsoñando.

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XIElnidodeltordo

Pordosotresminutos,Dickonsequedóinmóvilmirandoasualrededor,mientrasMary lo observaba. Luego empezó a caminar lentamente. Sus ojos parecían ver yapreciartodoalmismotiempo.

—Jamáspenséqueveríaestelugar—dijoenunmurmullo.—¿Entoncessabíasqueexistía?—preguntóMary.Ellahablófuerteyélleindicóquebajaralavoz.—Debemoshablarbajo,puestoquesinosescuchansepreguntaránquéhacemos

aquí.—¡Lo olvidé!—dijoMary asustada tapándose la boca con susmanos—. Pero

dime,¿sabíasquehabíaunjardíncerrado?—Marthame contóque existía un jardín al quenadie había entradoyyo tenía

deseosdesabercómoera.Sedetuvomirandoencantadolagrismarañaderamasquelorodeaba.—En la primavera todos los pájaros harán sus nidos aquí—dijo—.Nohayun

lugarmásseguroentodaInglaterra.Sindarsecuenta,Marylepusolamanosobreelbrazoysusurró:—¿Puedesdecirmesihabrárosasoestántodasmuertas?Elseadelantóhaciaelárbolmáscercanoysacóungruesocuchillodesubolsillo

parahaceralgunoscortesenlasramas.—Haymuchamadera seca que debe ser cortada—dijo—. Pero algunas ramas

florecieronelañopasadoyaquívieneunnuevobrote.—¿Deverdadqueflorecerá?—preguntóMary,tocandoelbroteconreverencia.—Estátanvivacomotúocomoyo—dijoDickon,sonriendoabiertamente.—¡Qué felicidad! —exclamó la niña llena de excitación—. ¿Por qué no

recorremoseljardínycontamoscuántasbrotarán?Dickon parecía igualmente entusiasmado cuando, al hacer algunos cortes, le

explicóquelasramasverdosasoqueseveíanjugosasestabanvivas;encambio,sielinterioraparecíasecoysequebrabafácilmente,entoncesnohabíamásremedioquecortarlas.

Fuerondeárbolenárbolyderamaenrama.Elsabíamuybienusarsucuchilloparacortarlamaderaseca.Alamediahora,Maryyahabíaaprendidoareconocerlas,y al ver alguna rama de aspectomarchito pero cuyo interior todavía estaba verde,estallabaensilenciosafelicidad.

Estaban trabajando junto a unode los grandes rosales, cuando él exclamómuysorprendido.

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—¿Peroquiénhizoesto?Era uno de los lugares queMary había limpiado para dar luz a los pequeños

brotes.—Yolohice—dijoMary.—Perohabíasdichoquenosabíasnadasobrejardines—exclamó.—Nosénada—contestó laniña—,ni siquiera conozco sunombre, pero como

sontanpequeñasyparecíaquelesfaltabaespaciopararespirar,limpiélasmalezas.—¡Ni un jardinero pudohacerlomejor!—dijo elmuchacho—.Ahora crecerán

bien.Estossonazafranesycopitosdenieve,yaquellosnarcisosyotrosbulbos.¡Hashechoungrantrabajoparasertanpequeña!—agregó,mirándola.

—Ahoraestoymásgordaymesientomás fuerte—explicóMary—.Yanomecansocomoantesymenoscuandocavolatierra.

—¡Es estupendo para ti! —dijo Dickon moviendo la cabeza—. No hay nadamejor que el olor a tierra limpia, con excepción del fresco olor que despiden laspequeñasplantasluegodeunalluvia.Cuandollueve,muchasvecessalgoalpáramoymetiendobajolosmatorralesaescucharcomocaenlasgotasdelluviasobreelbrezo.

—¿Ynoteresfrías?—preguntóMary,observándolo.Ellajamáshabíaconocidoalguientandivertidoytansimpático.

—¡Claroqueno!—dijoDickon—mientrassonreíahaciendounamueca—.¡Nomeresfríojamás!

AunquecharlabaconMary,nodejabadetrabajaryella,asuvez,ayudabaconlapalayelazadón.

—Haymuchoquehaceraquí—dijoexaltado.—¿Vendrásnuevamenteaayudarme?—lerogóMary—.Estoyseguradequeyo

tambiéntepuedoayudar.¡Porfavorven,Dickon!—Sitúquieres,vendrétodoslosdías,tantosihaysolcomosiestálloviendo—

contestófirmemente—.Elestarencerradoaquítratandodesalvareljardíneslomásdivertidoquehehechoenmivida.

—Si haces renacer el jardín, no sabré cómo agradecértelo —dijo Mary,esperanzada.

—Yo tediréquépuedeshacerpormí—respondióDickon,conalegregesto—.Engordarás y tendrás tanta hambre como un zorrito. Aprenderás a hablar con elpetirrojocomolohagoyoy,así,lopasaremosestupendamente.

Recorrieronellugarparadecidircómoloarreglarían.—No quiero que se parezca a otros jardines—dijo Mary—. Me encanta que

crezcaenformadesordenada,conramasbalanceándoseyenlazándoseunasconotras.Deotromodo,nopareceríaunjardínsecreto.

—Sí—dijoDickon—,essecreto;perocreoque,ademásdelpetirrojo,alguienhaestadoaquíenlosúltimosaños.

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—Pero la puerta estaba cerrada y la llave enterrada —dijo Mary:—. ¿Quiénpodríaentrar?

—Aunasí,alguienhaestadoaquíyallá.Aunquetranscurrieranmuchosaños,Marynuncaolvidaríalaprimeramañanaque

viocómoempezabaaflorecersujardín,nosóloenloslugaresqueamboslimpiaron,sinotambiénlassemillasqueplantaron.

Mientras trabajaban,Mary contó aDickon lo desgraciada que había sido en laIndia en casa del pastor y lo antipáticos que eran sus hijos.Entonces, volviéndosehaciaél,ledijo:

—ErestansimpáticocomoMarthapiensaqueeres.Ahorasoncincolaspersonasquemegustany,créeme,jamáspenséquellegaríaaesenúmero.

Dickonsesentóensustalonesyledirigióunamiradadivertida.—¡Sólotegustancincopersonas!¿Yquiénessonlasotrascuatro?—Tumamá,Martha,elpetirrojoyBenWeatherstaff.Dickonseriódetalmaneraque,paranohacerruido,sepusolosbrazosalrededor

delaboca.—Séquemeconsideranunmuchachoraro—dijo—,perotúloeresaunmás.EntoncesMarylepreguntóalgoquejamássoñóhacer.—¿Tegustoati?—¡Porsupuestoquesí!—contestóDickondetodocorazón—.Tambiéncreoque

legustasalpetirrojo.—Esohacedosparamí—dijoMary.Alsentirqueelrelojdelpatiodabaelmediodía,Marysesobresaltó.Trabajando

intensamente,lashorasselehabíanpasadosinsentir.—Tengo que irme—dijo apenada—.Supongo que tú también tendrás que ir a

almorzar.Dickonhizounamueca.—Mialmuerzoloacarreoconmigo—repuso—.Mamásiempremeponealgoen

elbolsillo.Desuchaquetasacó,envueltosenunlimpiopañuelo,gruesospedazosdepany

tocino.AMarynoleparecióunalmuerzomuybueno,peroélseveíamuycontento,mientrassesentabaacomer,apoyadocontraeltroncodeunárbol.

—Llamaré al petirrojo y le daré a probar una orilla de tocino —dijo—. Lesencantalagrasa.

DemalaganaMarydecidiópartir;mas,repentinamente,seleocurrióquequizásDickon era una especie de hada y que no estaría cuando ella volviera. Le parecíademasiadobuenoparaserverdad.Sevolvióamitaddecamino.

—Esperoquepaseloquepasenodirásnadaanadie—ledijo.Conlabocallenadepancontocino,Dickonlesonrióyledijoalentadoramente:

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—Sitúfuerasuntordoquememostrarasunido,¿creestúqueyolodiríaalosdemás?¡Jamásloharía!Tujardínestátanasalvocomoelnidodeltordo.

Luegodeescucharlo,ellatuvolacertezadequeeraasí.

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XII¿Puedotenerunpedazodetierra?

Mary corrió tan rápido que llegó a su pieza casi sin resuello, con el peloalborotado y las mejillas sonrosadas. Su almuerzo estaba servido y Martha laesperaba.

—Hallegadotarde—ledijo.—¡HevistoaDickon!—exclamóMary—.¡HevistoaDickon!—Sabíaquevendría—dijoMarthajubilosa—.¿Yquélepareció?—Creoqueesmuybuenmozo—respondióMary,convozdecidida.Marthasesorprendió,peroestabacontenta.—Bueno—dijo—. Es elmejor de losmuchachos pero jamás pensé que fuera

buenmozo.Sunarizesrespingadaysusojosdemasiadoredondos,aunquetienenunbonitocolor.

—Megustasunariz—dijoMary—,ymeencantansusojos,quetienenelcolordelcieloazulsobreelpáramo.

Martharesplandecíadesatisfacción.—Mamádicequetienenesecolordetantomirarpájarosynubes.Perosubocaes

muygrande.—Megusta suboca—dijoMaryobstinadamente—. ¡Cómomegustaría que la

míafueraasí!Martharióencantada.—¿Legustaronlassemillasylasherramientasdejardín?—preguntó.—¿Cómosabequelastrajo?—preguntóMary.—Jamás pensé que no las traería; Dickon es un muchacho en quien se puede

confiar.CuandoMarthalepreguntóendóndepensabaplantarlassemillasyaquiénhabía

preguntadosipodíadisponerdeunterreno,Maryseasustó.—Nolohepedidotodavía—contestóvacilando.Marycomiólomásrápidamentequepudo;mas,alquerersalircorriendootravez,

Marthaladetuvo.—Tengoalgoquecomunicarle—ledijo—.ElseñorCravenvolvióestamañanay

quiereverla.—¿Porquéquierevermeahora si noquisohacerlo cuando llegué?—preguntó,

muypálida.—Bueno—dijoMartha—, creo que se debe a mamá. Ella se encontró con el

señorCravenestamañanayledioaentenderqueseríabuenoquelavieraantesdepartirnuevamente.

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—¡Asíesquesevadenuevo!—exclamóMary—.¡Cuántomealegro!—Sí,yestavezporlargotiempo.Probablementenovolveráhastaelotoñooel

invierno—ledijoMartha.Siélnovolvíaporvariosmeses,pensólaniña,por lomenostendría tiempode

observarcómorenacíasujardín,aunquealregresardescubrierasusecreto.En ese momento se abrió la puerta y entró la señora Medlock con su mejor

vestidonegro.Estabanerviosayexcitada.—Supeloestádesordenado—dijorápidamente—.¡Vayaacepillárselo!Martha

la ayudará a ponerse su vestido nuevo porque la tengo que llevar al escritorio delseñorCraven.

LasmejillasdeMaryse tornaronpálidasyprontovolvióa ser laniñaaltanera,pocoatractivaysilenciosadeantes.Nopronuncióniunapalabramientrassevestía,nitampocoalseguiralamadellavesatravésdelosinnumerablescorredores.¿Quépodíadecir?AellalaobligabanaveralseñorCravenyestabaseguradequeellanolegustaría,comotampocoéllegustaríaaella.

Se encaminaron hacia un ala de la casa en la cual no había estado conanterioridad. Por fin, el ama de llaves golpeó en una puerta y al oír: "¡Entre, porfavor!",ellaabrióyambasseencontraronfrenteaunhombresentadoenunsillón,juntoalfuego.

—EstaeslaseñoritaMary—dijoelama.—Puedeirseydejarlaaquí.Lallamarécuandotengaquellevarladevuelta—dijo

elseñorCraven.Mary esperó de pie retorciéndose las manos. Ella podía ver que el hombre

sentadofrenteaellanoeraprecisamentejorobadosino,másbien,teníaloshombrostorcidos.Sunegra cabellera estaba salpicadade rayasblancas.Elvolvió su cabezaporsobresusaltoshombrosylehabló:

—¡Venacá!Mary se le acercó. El no era feo; incluso su cara habría sido atrayente si no

hubieradadolaimpresióndequeélnosabíaquéhacerconella.—¿Teencuentrasbienaquí?¿Tecuidan?—lepreguntó.—Sí—contestóMary.Elserestrególafrenteylaobservódearribaabajo.—Eresmuydelgada—dijo.—Estoyengordandoahora—contestólaniña.ElseñorCraventeníaunaexpresióndescontenta.Susojos,queparecíannovera

Mary, miraban por sobre ella como si le fuera difícil mantener la vista en unapersona.

—Teníala intencióndeenviarteunagobernantaounainstitutriz,peroloolvidé

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—dijo.—¡Porfavor!...—empezóMary,perounnudoenlagargantaleimpidióseguir.—¿Quéesloquequieresdecir?—preguntóél.—¡Porfavor!,porahoranomeenvíeunagobernanta.Elvolvióafrotarselafrenteylamirófijamente.—¿QuéesloquedijolamujerSowerby?—murmuródistraído.EntoncesMaryseenvalentonó.—¿NoeslamadredeMartha?—tartamudeó.—Sí,creoquesí—replicóelseñorCraven.—Comoellatienedoceniños,sabecómoeducarlos—dijoMary.Parecióqueélseanimaba.—¿Quéesloquequiereshacer?—Quierojugaralairelibre—contestóMary,esperandoquenoletemblaralavoz

—.ApesardequenomegustabahacerloenlaIndia,acásí,yesoesloquemeestádandohambreymehahechoengordar.

Éllamirabaatentamente.—La señoraSowerbydiceque te harábien, y, quizás, tenga razón.Ella piensa

queesmejorquetefortalezcasantesdeempezartusclases...¿Endóndejuegas?—lepreguntóacontinuación.

—En todos los lados—dijo con voz entrecortada—. La mamá deMartha meenvióunacuerdadesaltarysaltoycorroyveolascosascrecerdelatierra,ynolehagodañoanadie.

—¡Noestéstanasustada!—ledijoconvozpreocupada—.Unaniñacomotúnohacedaño.¡Puedeshacerloquequieras!

Marypusosumanoenlagargantaasustadadequeélnotaraelnudodeexcitaciónqueselehabíaformado.Seacercóaél.

—¿Deverdadquepuedo?—preguntótrémula.—¡Nomemirestanasustada!—exclamó—,¡porsupuestoquepuedes!Recuerda

que, aunque no soy un buen tutor para ti, porque estoy enfermo, amargado ydistraído,quieroqueseasfelizaquí.Yonoentiendodeniños,perolaseñoraMedlockseencargarádequenotefaltenada.HoytellaméporquelaseñoraSowerbymedijoquedebíahacerlo,quesuhijalehabíahabladodeti.Cuandoellamedetuvo,penséqueeramuyatrevida,peromeexplicóquelaseñoraCravenhabíasidomuyamablecon ella... —Parecía que le costaba nombrar a su señora, pero continuó—: Sinembargo,creoqueesunamujerrespetableyahora,quetehevisto,piensoquetienerazón. Puedes jugar todo lo que quieras. ¿Te gustaría tener algo? —le preguntórepentinamente—.¿Quieresjuguetes,librosomuñecas?

—¿Podría—dijoMaryconvoztemblorosa—tenerunpedazodetierra?Ensuinquietud,ellanosediocuentadeloextrañasquesonaronsuspalabras.

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—¡Tierra!—replicóél—.¿Quéesloquequieresdecir?—Paraplantarsemillasyhacerquecrezcanflores—titubeóMary.Ellaobservóunmomentoyrápidamentesepasólamanoporlosojos.—¿Tantotegustanlosjardines?—lepreguntólentamente.—Yo no sabía nada sobre jardines—dijo Mary—. En la India siempre hacía

muchocaloroestabaenfermaocansada;aquíesdiferente.ElseñorCravenselevantóycaminódespacioporlapieza.—Un pedazo de tierra—repitió él, y Mary pensó que sus palabras le habían

recordadoalgo.Luego,alhablarle,susnegrosojosparecíansuavesycariñosos.—Puedes tener cuanta tierra quieras—le dijo—. Me recuerdas a alguien que

amabalatierraylemaravillabavercómocrecíanlasplantas...Cuandoencuentresunlugarqueteguste,¡tómalo,niña,yhazloflorecer!

—¿Puedousarcualquierlugarquenadienecesite?—Cualquiera—contestó—.Yahoradebesirteporqueestoycansado.TocólacampanillayllamóalaseñoraMedlock.—Adiós—dijoalaniña—,estaréausenteduranteelverano.SeñoraMedlock—

continuó—,ahoraquehevistoalaniña,creoqueellatienequerecuperarseantesdeempezarsus lecciones.Delecomidasencillaysaludable,déjelacorrer librementeynolavigiledemasiado;ellanecesitadelibertad.LaseñoraSowerbyvendrádevezencuandoparasabersilefaltaalgoyellaasuvezpodráirasucasa.

El ama de llaves se sintió aliviada al saber que no tendría que vigilar muyestrechamente a Mary. Le parecía una carga molesta y había tratado de verla lomenosposible.Simpatizaba,además,conlamadredeMartha.

Cuandoelamade llaves ladejóenelcorredor,MarycorrióasudormitorioendondelaesperabaMartha.

—¡Puedo tener mi jardín en donde quiera! —gritó Mary—. Todavía no meenviaránunagobernanta,veréasumamáypodrévisitarsucasa.

—¡Eh!—dijoMarthaencantada—,élseportómuygentil.—Martha—dijoMarysolemnemente—,élesencantador,sóloquetienecarade

serunapersonamuydesgraciada.Comiórápidamenteysalióaljardín,porquesabíaqueDickontendríaquevolver

a su casa. Al deslizarse por la puerta cubierta de hiedra, vio que las herramientasestaban ordenadas bajo un árbol yDickon no se veía por ninguna parte. El jardínestabadesierto,conexcepcióndelpetirrojoqueacababadevolarporsobreelmuroylaobservabadesdeunodelosrosales.

—¡Sehaido!—dijoapenada—.¿Oesquesóloeraunhadamadrina?Repentinamente le llamó la atención que, clavado con una espina entre los

arbustos, había un pedazo de papel. Era un dibujo deDickon que representaba unnidoconunpájaroyunasolapalabratoscamenteescrita:"¡Volveré!"

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XIIISoyColin

Alahoradecomida,MarymostróaMarthaeldibujodeDickon.—¡Eh!—dijoMarthamuyorgullosa—.Nosabíaquemihermanofueracapazde

dibujarentamañonaturaluntordoensunido.Al oír esto, Mary supo que el dibujo era un mensaje: significaba que Dickon

mantendría el secreto. Su jardín era su nido y ella era como el tordo. ¡Cómo legustabaeseniño,alavezextrañoysincomplicaciones!

Esperandoverloaldíasiguiente,sequedódormida.PeroenYorkshireeltiempopuede variarmucho, especialmente en primavera. Esa nocheMary despertó con elruidodelasgotasdelluviaalcaersobrelasventanas.Llovíaatorrentesyelvientosoplabaenlasesquinasdelaviejacasaydentrodelachimenea.Marysesentóenlacamasintiéndosemuydesdichadayenojada.

—Lalluviaesmásantipáticadeloqueyoera—dijo—.Vinoporquesabíaqueyonoqueríaquelloviera.

Furiosasetirósobrelasalmohadasenterrandolacaraenellas.Nolloró,perosequedótendidaodiandoelruidodelalluviayelviento.Lasgrandesgoterasgolpeabanfuertementelapared.

"Suenacomosialguienllorarayestuvieraperdidoenmediodelpáramo",pensó.Porcercadeunahorasediovueltasenlacamasinlogrardormir.Depronto,algo

lahizosentarseenlacama.Escuchóatentamente.—Ahora no es el viento—dijo en un murmullo—. Es diferente, es el mismo

llantoqueescuchéantes.Como su puerta estaba entreabierta, se pudo dar cuenta de que ese llanto

quejumbrosoproveníadelapartemásalejadadelcorredor.Mientrasmásescuchabamásseconvencíadequeteníaquesaberquiénlloraba.Estolepareciómásextrañoque el jardín secreto o que la llave enterrada. Quizás su propia rebeldía la hizosentirseintrépida.

—Iréaver—dijo—.TodosestánencamaynomeimportaloquedigalaseñoraMedlock.

Tomó la palmatoria de su velador y sin hacer ruido, salió de su habitación alcorredorlargoyobscuro.

Creía recordar dónde tenía que doblar para encontrar la puerta cubierta por latapicería,traslacualcaminabaelamadellaveseldíaqueellaseencontrabaperdida.El sonido provenía del pasadizo. Alumbrándose con la vela, trataba de hallar elcamino,mientrassucorazónlatíatanfuertequeleparecíapoderescucharlo.Comoel

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llantocontinuaba, lefuefácilguiarseporél,aunqueenvariasocasiones titubeósinsaberqué camino tomar.Por fin se encontró frente a la puerta con la tapicería.Laempujósuavementeycerrótrasella.Ahorapodíaoírconclaridadelllanto:procedíadedetrásdeunapuertasituadaasu izquierda,bajo lacualsevislumbrabauna luz.Alguienmuyjovenllorabaenesahabitación.

Maryabrió lapuertaysedetuvo.Eraunaenormepiezaconbellosmuebles.Elfuego resplandecía desde la chimenea y una luz de vela iluminaba una cama concuatro pilares de la que pendían cortinajes de brocado. En ella, un niño llorabaquejumbrosamente. Mary se preguntó si se encontraba en un lugar real o estabasoñando.Elniñoteníaunacaraaguzadadedelicadocolormarfil,conunosojosqueparecíandemasiadograndes.Unagranmatadecabellolecaíaenmechonessobrelafrente,loqueleempequeñecíaaunmáslacara.Teníaaspectodeniñoenfermo,peronoparecíallorardedolorsino,másbien,decansancioyderabia.

Mary,depieenelumbral,contuvolarespiración.Luegodiounospasosdentrodelapiezay,amedidaqueseacercaba,laluzatrajolaatencióndelniño.Estevolviólacaraylamirófijamenteconsusgrisesojostanabiertos,queseveíanenormes.

—¿Quiéneres?—lepreguntóenunmurmulloasustado—.¿Eresunfantasma?—No,nolosoy—contestóMary,tambiénenunmurmullo,aunquealgomenos

asustada—.¿Esquetúloeres?El lamirabay lamiraba tantoqueMarynopudodejar denotar cuan extraños

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eransusgrisesojosrodeadosdenegraspestañas.—No—contestó,luegodeunmomento—,soyColin.—¿QuéColin?—SoyColinCraven;ytú,¿quiéneres?—SoyMaryLennoxyelseñorCravenesmitío.—Elesmipadre—dijoelniño.—¡Tupadre!—seasombróMary—.Nadiemedijoqueteníaunhijo.¿Porquéno

melodijeron?—¡Acércate!—dijoelniño,conexpresiónansiosa.Ellaseacercóalacamayélletocólamano.—¿Eresreal,verdad?—dijo—.Avecessueñocosastanrealesquetúpuedesser

partedeunsueño.Antes de salir de su dormitorio,Mary se había puesto un chal de lana y ahora

pusounadesuspuntasentrelosdedosdelniño.—Apriétalo y verás qué grueso y caliente es—dijo—.O, si quieres, te puedo

pellizcarparademostrartecuanrealsoy.Porunmomento,yotambiénpenséquetúeraspartedeunsueño.

—¿Dedóndevienes?—preguntóél.—Demidormitorio.Elvientosoplabatanfuertequenopodíadormir,yaloírque

alguienllorabaquisesaberquiénera.¿Porquéestabasllorando?—Porquetampocopodíadormirymeduelelacabeza.Repítemetunombre.—MaryLennox.¿Peronotedijeronquevineaviviraquí?Élcontinuabarestregandoelchal,auncuandoparecíaqueahoracreíaqueellaera

real.—No—contestó—.Quizásnoseatrevieron.—¿Porqué?—preguntóMary.—Porquelagentemeasustaynodejoquenadiemeveaomehable.—¿Peroporqué?—insistióMary,cadavezmásdesconcertada.—Porquesiempreestoyenfermoytendidoencama.Amipadretampocolegusta

quemehablenyalosempleadosnolespermitenquediscutansobremipersona.Sillegoagrande,seréunjorobado;peronoviviré.Mipadreodialaideadequepuedaparecermeaél.

—¡Pero qué casamás extraña!—dijoMary—. Todo aquí es secreto, piezas yjardinescerradosconllaves.Ytú,¿tambiénestásencerrado?

—No,yomequedoaquíporqueprefieronosalir.Mecansodemasiado.—¿Tupadrevieneaverte?—aventuróMary.—Algunasveces,peroengeneralcuandoestoydormido.Elnoquiereverme.—¿Porqué?—nopudodejardepreguntarMary.Unaespeciedesombratormentosapasóporlacaradelniño.

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—Alnaceryo,mimadremurió.Poresomipadresesientedesgraciadoalverme.Elcreequeyonolosé,peroloescuchéhacetiempo.Elcasimeodia.

—Desdequeellamurió,élodiaeljardín—dijoMarymediohablandoparasí.—¿Quéjardín?—preguntóelniño.—Essolamenteeljardínqueaellalegustaba—tartamudeóMary—.¿Hasestado

siempreaquí?—Casi siempre.Enocasionesmehan llevado cerca delmar, pero nomegusta

porquelagentememira.Antesusabaunaparatodefierroparasostenermiespalda.Peroungrandoctor londinensevinoavermeydijoqueera estúpidoque lousara,peroencambiosugirióquemesacaranalaire.Peroodioelaireynoquierosalir.

—Amítampocomegustabaalllegaracá—dijoMary—.¿Porquémemirasdeesemodo?

—Porquelossueñossontanreales—contestóapenado—.Aveces,cuandoabrolosojos,nopuedocreerqueestoydespierto.Noquieroquetúseasunsueño.

—¡Perosiestamosdespiertos!—dijoMaryabarcandoconlamiradaelaltotecho,losobscuros rinconesyel fuegoqueapenasalumbraba—.Pareceun sueñoporqueestamosenmediodelanochey,conexcepciónnuestra,elrestodelacasaduerme.

EnestoaMaryseleocurrióalgo:—¿Sinotegustaquetevean,noquieresquemevaya?—No—dijo—,sitevaspensaréqueeraunsueño;perosieresreal,siéntateen

esepisoyháblamedeti.Marydejóaunladolavelaysesentóenuntabureteacolchado.Ellanodeseaba

partir,preferíaquedarseenestapiezaescondidayhablarconelniñomisterioso.—¿Quéquieresquetecuente?—Quiero saber desde cuándo vives aquí, en dónde queda tu dormitorio y qué

hacesduranteeldía.Tambiénquierosabersi tegustaelpáramoyendóndevivíasantesdellegaraYorkshire.

Ella contestó a sus preguntas mientras él tendido sobre sus almohadas laescuchaba atentamente.Mary se dio cuenta de que, por ser inválido, apreciaba lascosas en forma diferente a otros niños. Desde chico sabía leer y pasaba los díasleyendoomirandolasilustracionesdepreciososlibros.Auncuandosupadreraravezlo visitaba, le daba toda clase de cosasmaravillosas para que se entretuviera.Peroaunasí,parecíaestarsiempreaburrido.

—Todos están obligados a hacer lo que yo quiero, porque si me enojo meenfermo —dijo indiferentemente—. Además, nadie cree que llegaré a grande —continuócomosiestuvieraacostumbradoalaideayyanoleimportara.

Parecía gustarle la voz de Mary, puesto que medio adormecido seguíaescuchándolaconinterés.Ellapensóquesehabíadormido,peroenesemomentoéllehizounapreguntaque lesdiounnuevo temadeconversación.—¿Cuántosaños

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tienes?—Tengodiezañosytútambién—contestó,olvidandotodaprudencia.—¿Cómolosabes?—preguntóelniñosorprendido.—Porquecuandonacistela

puertadeljardínfuecerradayenterraronlallave,ydeesohacediezaños.Colin,muyinteresado,sesentóvolviéndosehaciaella.—¿Quépuertadeljardín

secerró?¿Dóndeenterraronlallave?¿Quiénlohizo?—preguntó.—EseljardínqueodiaelseñorCraven—dijoMarymuynerviosa—.Elcerróla

puertaynadiesabedóndeenterrólallave.—¿Qué clase de jardín es? —persistió Colin. —No está permitido entrar —

contestócautelosamenteMary.Peroyaerademasiado tardeparausardecautela.Colinseparecíaaella:elno

tenernadaenquépensarhacíaquesesintieraatraídoporlaideadeunjardínsecreto.Poresosuspreguntaseraninnumerables.

—Nadiehablasobreél;creoqueloshanobligadoaguardarsilencio.—Yoharéquemelodigan—dijoColin.—¿Deverdadpuedes?—titubeóMary,

empezandoaasustarse.Siélhacíapreguntasquiénsabeloquepodíasuceder.—Todosmeobedecen,porqueestelugaralgúndíaserámío.Maryjamáspensóqueellahubierasidounaniñaconsentida,perosedabacuenta

dequeestemisteriosoniñoloera.Elcreíaqueelmundolepertenecía;además,aellaleparecíamuypeculiarlaformaqueélteníadehablardequenoviviría.

—¿Deverdadcreesquenovivirás?—lepreguntóansiosaytambiéndeseosadedesviarsuatencióndeljardín.

—Esocreo—contestóindiferente—.Midoctor,queesunprimodepapá,locree.ElespobreysiyomueroélheredaráMisselthwaitealamuertedemipadre;poresocreoqueéldeseaqueyonoviva.

—¿Quieresvivir?—preguntóMary.—No —contestó cansadamente—, pero tampoco quiero morir. Cuando estoy

enfermopiensomuchoenelloylloromucho.—Teheoídollorartresveces—dijoMary—,peronosabíaquiéneras.¿Porqué

llorabas?Ellaqueríaqueélolvidaraeljardín,peroélinsistió.—Mejorhablemosdeotracosa,porejemplodeljardín.¿Teinteresaríaverlo?—Sí—contestóMaryenvozbaja.—Yo quiero verlo—insistió él—. Creo que jamás quise ver algo. Quiero que

desentierrenlallave,abranlapuertaymellevenenmisilla,asítomaréaire.Amedidaquecrecíasuentusiasmo,susojosbrillabancomoestrellas.Mary,en

cambio,afligida,apretabasusmanospensandoquetodoseecharíaaperder.Dickonnovolveríaaljardínyellanoseríanuncamáscomoeltordoconsunidoescondidoyseguro.

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—¡Porfavor,nolohagas!¡Porfavor!—gritó.Éllamirócomosiestuvieraloca.—¿Porqué?—exclamó—.¿Nodijistequeloqueríasver?—Por supuesto que quiero—dijo casi en un sollozo—. Pero si haces abrir la

puertayquetelleven,yanoseráunsecreto.Élseinclinóaunmáshaciaadelanteypreguntó:—¡Unsecreto!¿Quéquieresdecir?LaspalabrasdeMarysalieronatropelladas.—¡Entiende!—exclamó—.Si nadie sabe fuera de nosotros que es posible que

exista una puerta escondida, tal vez podríamos encontrarla y, al cerrarla detrás denosotros, nadie sabría que estábamos dentro del jardín. Pretenderíamos que somostordos y que el jardín es nuestro nido. Podríamos ir cada día, cavar, plantar y vercómorenaceeljardín.

—¿Estáseco?—lainterrumpió—él.—Loestarásinadiesepreocupaporél—continuóella—.Losbulbosflorecerán,

peronoasílasrosas...Nuevamenteéllainterrumpióentusiasmado:—¿Quésonbulbos?—Pequeñasplantasquetratandebrotarcuandollegalaprimavera.—¿Llegóyalaprimavera?—preguntóelniño—.¿Cómoes?Noselaveenlos

dormitorios.—Eselsolquebrillaenlalluviaylalluviacaecuandohaysol.Entonces,enese

momento, las cosas tratan de brotar de la tierra—dijoMary—. Si el jardín fuerasecreto,podríamosircadadíayverbrotarloquepudierasalvarse.¿Notedascuentadequeseríamuchomejorsifueraunsecreto?

Elsetendiónuevamenteenlacamaconunararaexpresiónensucara.—Jamáshetenidounsecreto—dijo—,exceptoquelosquemerodeannosaben

queséquenollegaréagrande.Peroprefieroestaotraclasedesecreto.—Sitúnopidesqueteabraneljardín—rogóMary—,estoyseguradequealgún

día lograré entrar en él.Y comoel doctor quiereque tomes aire y túhaces loquequieres,podemosencontrarunniñoqueteempujeyasíiríamossolos,ycontinuaríasiendounjardínsecreto...

MaryrespirómástranquilaaldarsecuentadequelaidealegustabaaColin.Ellaestaba segura de que si le seguía hablando del jardín y hacía que él con suimaginaciónlovieracomoellalohabíavisto,legustaríatantoquenopermitiríaqueotrosseloestropearan.

—Encasodequepodamosentrar,tedirécomocreoquepuedeser—dijoella.Elsemantuvomuyquieto,escuchándolaexplicarlecómoquizáslasrosashabrían

crecidoodelosposiblesnidosdepájaros.

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LehablólargamentedelpetirrojoydeBenComoelniñosonreíaalescucharlashistorias del pajarito ella se sintiómenos asustada. "La sonrisa lo hace verse casibuenmozo",pensóMary.Alprincipiolohabíaencontradoinclusomenosagraciadoqueellamisma.

—Como he vivido encerrado, no sabía que los pájaros actuaban así. Tú sabesmuchascosas.Estoypensandoquequizástúhasestadodentrodeljardín.

Ella no supoqué contestar, pero calló al ver que él no esperaba una respuesta.Pocodespués,elniñolediounasorpresa.

—Tevoyamostraralgo—ledijo—.¿Vesaquellacortinadesedacolorrosaquecuelgasobrelarepisadelachimenea?

Marynolahabíavistoypensóqueseríauncuadro.—Hayuncordónquecuelgadeél,porfavor,tíralo.Muyperpleja,Marytiródelcordón.Lacortinacorriódescubriendounretratode

unaniña riendo.Tenía elpelobrillantey amarradoconunacinta azul.Sus alegresojoseranigualesalostristesojosdeColin.

—Ellaesmimamá—dijoColinquejándose—.Noséporquémurió.Aveceslaodio por haberlo hecho.Si ella nohubieramuerto, yono estaría siempre enfermo.Incluso,puedequeamipadreno le importaramirarmeo,quizás,miespalda fueramásfuerte.Mejorcorrelacortinanuevamente.

Maryhizoloquelepedíayvolvióasuasiento.—Aunqueellaesmás lindaque tú, tiene tumismaformaycolordeojos.¿Por

quélacubrelacortina?Elsemovióinconfortable.—Yolahiceponer—dijo—.Cuandoestoyenfermoymesientomal,memolesta

quesonríatodoeltiempo.Además,ellaesmíaynoquieroquecualquierpersonalavea.

Porunosminutosguardaronsilencio;luegoMarypreguntó:—¿QuéharálaseñoraMedlocksisabequeheestadoaquí?—Ella hará lo que yo diga —contestó él—. Además, le diré que quiero que

vengastodoslosdíasaconversarconmigo.Estoymuycontentodequehayasvenido.—Yotambiénloestoy—dijoMary—.Vendrélomásseguidoquepueda,pero...

—vaciló—tendréquebuscarlapuertadeljardín.—¡Sí,porsupuesto!—dijoColin—,ydespuésmecuentas.Guardósilencioduranteunmomentoy,luego,agregó:—Creo que tú también serás un secreto. No lo dirémientras no lo descubran.

Puedo enviar fuera a la enfermera, diciendo que quiero estar solo. ¿Conoces aMartha?

—Laconozcomuybien—dijoMary—;ellameayuda.Élindicóconlacabezalahabitaciónvecina.

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—Ellaestádurmiendoallíporquelaenfermerateníaquesalir.Marthateindicarácuándopuedesvenir.

En ese momento Mary entendió la preocupación de Martha cuando ella lepreguntóquiénlloraba.

—He estado mucho tiempo aquí—dijo Mary—. ¿Me voy ahora? Parece quetienessueño.

—Antesdequetevayas,megustaríaquedarmedormido—dijoconvergüenza.—Cierralosojos—replicóMaryacercándose—.Haréloquehacíamiayaenla

India.Teacariciarélamanoytecantaréalgosuave.—Creoqueesomegustará—dijoelniño,adormilado.Ellateníacompasiónporélynoqueríaquesequedaradespierto;poresoempezó

aacariciarlelamanoyentonóunacanciónhindú.—Megusta—dijoél,cadavezmássoñoliento.Por fin sus negras pestañas cayeron sobre sus mejillas al cerrar los ojos y

quedarseprofundamentedormido.Maryse levantósilenciosa, tomólapalmatoriaysedeslizósuavementefueradelapieza.

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XIVEljovenraja

Elpáramohabíadesaparecidotraslaneblinamañaneraylalluvianohabíacesadodecaeren todalanoche.Nopodríasalir fuera.Enla tardeMarylepidióaMarthaquese sentaraconella.Esta trajo su tejido,elquenoabandonabacuandono teníaotracosaquehacer.

—¿Quélepasa?—lepreguntóencuantosesentó—.Parecequequieredecirmealgo.

—Descubríquiénlloraba—dijoMary.—¡Nopuedeser!—exclamó.—Looídurantelanoche—continuóMary—,melevantéyencontréaColin.La cara deMartha se puso roja del susto.—¡Pero señorita Mary!—dijo casi

llorando—, no debiera haberlo hecho. Yo jamás le conté nada sobre él y ahoraperderémitrabajo.¡Quéharámimamá!

—No perderá su trabajo —dijo Mary—. Colin estaba contento de verme yconversamosmucho.

—¿Deverdadqueestabacontento?¿Está segura?Ustedno sabecómoseponecuando algo lo molesta. Si se enoja, grita para asustarnos; sabemuy bien que noosamoscontradecirlo.

—Elnoestabaenojadoynoqueríaquemeviniera.Inclusomemostróelretratodesumamá.Marthaquedóboquiabierta.

—Casi no lo puedo creer —exclamó—. Si él se hubiera encontrado comoacostumbra,habríadespertadoatodalacasaconsurabieta.Nodejaquelosextrañoslo vean. Pero, ¡qué voy a hacer! Si la señora Medlock se entera, pensará quedesobedecísusórdenes.

—Porelmomentoseráunsecreto—dijofirmementeMary—.Elquierequevayaaconversarconélenviándomerecadoconusted.

—Entonces quiere decir que lo embrujó —decidió Martha, dando un largosuspiro.

—¿Quéesloquetiene?—preguntóMary.—Nadielosabeexactamente—dijoMartha—.Cuandonacióymuriólaseñora,

elseñorCravencasisevolvióloco.Inclusolosdoctorespensaronquetendríanquellevarloaunmanicomio.Elnoqueríaveralniñoydesvariabadiciendoquesieraunjorobadocomoél,preferiríaquemuriera.

—¿Colinesjorobado?Amínomelopareció—dijoMary.—Todavía no lo es. Pero todo empezó mal. Mi mamá dice que desde chico

pensaronque tendríanquemantenerlo tendidoencama.Nolodejabancaminarportemoraquesuespaldanoresistiera.Luego,unfamosodoctordeLondresquevinoa

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verlo le hizo quitar unos fierros que le habían colocado y le dijo almédico de lafamiliaquelehabíandadodemasiadasmedicinasyquelohabíandejadohacerloqueélquería.

—Creoqueesunniñomuyregalón—dijoMary.—Ahora está peor que nunca. Claro que en varias ocasiones ha estado

gravemente enfermo. Un día creyendo que no la oía, la señoraMedlock comentódelantedeélquelomejorquepodíasucedereraquemuriera.DeprontovioaColinmirándolafijamenteyélledijo:"Déjesedehablarytráigamesopa".

—¿Creequemorirá?—preguntóMary.—Mamádicequenoexisteningunarazónparaquenoviva,sitomaairefrescoy

nopasatodoeldíatendidodeespaldasleyendoytomandoremedios.Elesdébilynolegustamolestarseensalir.Además,seenfríaconfacilidadycaeenfermo.

Marymirabapensativaelfuego.—Mepregunto—dijodespacio—sileharíatanbiencomoamísaliraljardíny

vercómocrecenlascosas.—Unadelaspeoresrabietaslatuvoundíaquelollevaronjuntoalasrosasdel

estanque. Acto seguido empezó a estornudar y uno de los jardineros que no loconocíapasóporsuladoylomiróconcuriosidad.Estolediounataquederabia,alcreerque lomirabaporque ibaa ser jorobado.Lloróde talmanera,queesanocheenfermógravemente.

—Siseenojaconmigo,noiréaverlonuncamás—dijoMary.—Si él lo quiere, tendrá que ir—le contestóMartha—. Esmejor que lo sepa

desdeahora.Poco después sonó la campanilla. Era la enfermera que llamaba aMartha para

quesequedaraconelniño.Alospocosminutosvolvióconcaraperpleja.—Nohaydudadequeloembrujó—dijo—.Colin,sentadoenelsofárodeadode

suslibros,ordenóalaenfermeraquenovolvierahastalasseisymedijo:"QuieroquevengaMaryLennoxaconversarconmigoyacuérdesedenodecirnadaanadie".

Marypartiódeinmediato.AuncuandohubierapreferidoveraDickon,tambiénleinteresabaconversarconColin.

Alentrarenlahabitacióndelniño,porprimeravezalaluzdeldía,sediocuentadeque era undormitoriomuyhermoso.Tanto las cortinas como los tapices teníancoloresbrillantes,y los librosycuadroshacíanque lapiezasevieraconfortable,apesardelcielogrisylalluviaquecaía.Colinparecíauncuadro.Envueltoenunabatade terciopelo, se encontraba acomodado sobre cojines de brocado y sus mejillasestabanmuyrojas.

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—¡Entra!—dijo—,todalanochehepensadoenti.—Yotambiénpenséenti—lerespondiólaniña—.NoteimaginasloasustadaqueestáMartha,creequeleecharánlaculpadehabermecontadoyperderásuempleo.

Elfruncióelentrecejo.—Andaalapiezadelladoydilequevenga.MarthaentrótemblandoyColinlehablóseveramente.—¿Esquenosabesquetantotúcomolosdemásempleadosdebenhacerloque

yolespido?—Sí,señor—dijoMartha.—SiyoteordenoquetraigasalaseñoritaMarynadieosaráreprenderte—dijoel

jovenseñor.—Yosóloquierocumplirconmideber,señor.—Tudebereshacerloqueyoquieroquehagas.Ahorapuedesmarcharte—dijo

Colinconvozgrandiosa.CuandolapuertasecerrótrasMartha,ColinvioqueMarylomirabafijamente.—¿Porquémemirasasí?—lepreguntó—.¿Enquéestáspensando?—Piensoendoscosas—dijoMarysentándoseenunpisoasulado—.Laprimera

esqueunavezenlaIndiaviaunjovenrajaquehablabaalagentecomotúloacabas

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dehacer.Todosle teníanqueobedecer,delocontrario,probablementelosmandaramatar.

—Másadelantequieroquemecuentes sobre los rajaes; ahoraquiero saberquéotracosaestabaspensando.

—Pensaba—dijoMary—,cuandiferenteeresdeDickon.—¿QuiénesDickon?—dijo—.Quénombretanextraño.—Es el hermano de Martha y tiene doce años —explicó—. No se parece a

ningunaotrapersona,puestoqueescapazdeencantara losanimalesypájaros, talcomolosnativosdelaIndiahacenconlasserpientes.CuandoDickontocasuflauta,losanimalesseacercanaoírlo.

Tomandounodeloslibros,éllemostróunmaravillosodibujodeunencantadordeserpientes.

—¿PuedeDickonhacereso?—lepreguntóansiosamente.—Comoélhavividotodasuvidaenelpáramo,conocelamaneradeatraeralos

animalesypájaros.Colinsesentósobreloscojinesyconlasmejillasmásrojasquenuncalepidió:—Cuéntamemássobreél.EllalecontócómoDickonsabíaguardarlossecretosdelosanimalesypájaros,y

variospormenoresdelomuchoqueconocíaconrespectoalpáramo.—¿Le gusta el páramo?—preguntó Colin—. Es un lugar tan enorme, vacío y

monótono.—¡Esprecioso!—protestóMary—.Crecenmilesdepequeñascosasycientosde

criaturashacensusnidosenél.—Ytú,¿cómolosabes?—dijoColin,volviéndoseamirarla.—Enrealidadnoheestadoahí—recordórepentinamenteMary—.Sólolocrucé

una noche y en esa ocasión me pareció espantoso. Más tarde, cuando Martha yDickonme hablaron de él, cambié de opinión. En cuanto Dickon te explica algo,sienteslaimpresióndequetútambiénlohasvistoyoído.

—Cuandoseestáenfermonosevenada—dijoColinnervioso—.Sumiradaeraladeunapersonaqueescuchaalgoenladistanciasinsaberdequésetrata.

—Claroquesitequedasdentrodelacasanopuedesvernada—dijoMary.—Nopuedoiralpáramo—respondióofendido.Marysequedósilenciosayluegodijovalientemente:—Bienpodríasirenalgunaocasión.Elsemoviósorprendidoylepreguntó:—¿Cómopuedoiralpáramosivoyamorir?—¿Ycómolosabes?—ledijoellasinningunasimpatía.Nolegustabalaforma

enqueélhablabademorir.Leparecíaquesejactabadeello.—Desdequepuedorecordarloheestadoescuchando—dijo—.Ellosquierenque

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muera.Maryseenojó.Semordióloslabiosydijo:—Siellosloquieren,yonoloquerría.¿Quiénquierequemueras?—Los empleados y, por supuesto, el doctor Craven porque heredaría

Misselthwaiteydejaríadeserpobre.Claroquenoseatreveadecirlo,perocadavezquemeenfermoselevemuycontento.Inclusopiensoquemipadrelodesea.

—Nolocreo—replicóMaryobstinadamente.—¿Deverdadnolocrees?—dijoColinreclinándoseenloscojines.Porlargoratosequedaronsilenciosos,comosireflexionaransobrecosasque,por

logeneral,losniñosnopiensan.—Megusta eldoctor londinenseporque te sacó los fierros—dijoMary—.¿Te

dijoacasoqueibasamorir?—No, solamente le escuché decirmuy enojado que sime lo proponía, viviría.

Quedebíantratardehacérmeloentender.—YocreoqueDickonpodríaintentarlo—dijoMaryreflexionando—.Elsiempre

habladecosasvivas,jamásdecosasmuertasoenfermas.Ellaacercósupisoalsofáyledijo:—Nohablemosdemorir, nomegusta. ¿Porquénohablamos sobre losvivos?

ConversemossobreDickonyluegomiremostuslibros.ElreferirseaDickonfuelomejorqueellapudohacer.Ellorepresentabahablar

delpáramoydesushabitantes.DelamamádeDickon,delacuerdadesaltar,delsoly losverdesbrotesquesalíande lanegra tierra.Todoelloestabavivo.MaryhablólargamentemientrasColinescuchabacongranatención.Juntosrierondepequeñecesehicierontantoruidocomocualquierotroniño.Esedía,laniñasincariñoyelniñoenfermoquecreíaqueibaamorirgozarondeestarjuntos.

—¿Sabesquehayalgoquenohemosmencionado?—preguntóColin—.Somosprimos...

Esto les pareció tan extraordinario que rieron aunmás. Enmedio de la risa seabriólapuertayentraroneldoctorCravenylaseñoraMedlock.

Al ver a los niños, el doctor se alarmó y retrocedió sorprendido. La señoraMedlockcasisecayódeespaldasalserempujadaporél.

—¡GranDios!—exclamólapobreamadellavesconlosojosdesorbitados.—¿Quésignificaesto?—preguntóeldoctorCraven.ColincontestócomosilaalarmadeldoctoryelterrordelaseñoraMedlockno

tuvieranimportancia.—Esta esmiprimaMaryLennox—dijo—.Yo lepedíqueviniera a conversar

conmigo.Elladeberáhacerlocadavezqueyoselopida.EldoctorCravensevolvióconmiradadereprobaciónhacialaseñoraMedlock.—No sé cómo ha sucedido, señor—contestó el ama—. Los empleados tienen

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ordendenohablaryjamásloharían.—Nadiehadichonada—dijoColin—.Ellameescuchó lloraryvinoaverme.

Estoymuycontentodequelohayahecho.Noseatonta,señora.Marysediocuentadequeeldoctorestabadisgustado.Sinatreverseacontradecir

alniño,sesentóasuladoyletomóelpulso.—Metemoqueestásmuyexcitadoysabesperfectamentequenotehacebien—

dijo.—Meexcitarésimiprimanoviene—contestóColinconlosojospeligrosamente

brillantes—.Estoymuchomejor,porloquetomaréeltéconella.Tantoeldoctorcomoelamasemiraronperturbados,masevidentementenohabía

nadaquehacer.—Enrealidadtienemejorcara—aventurólaseñoraMedlock.Eldoctornosequedópormucho tiempo,peroantesdepartirdio instrucciones

sobreColin.Entreellas,quenohablarademasiadoporquesecansabarápidamente.Aloírlo,Marypensóquenolodejabanolvidarlascosasdesagradables.

Descontento,Colindijoaldoctor:—Marymehaceolvidarlosmalosmomentos,poresoquieroquevengaaverme.Al abandonar la habitación, el doctor no parecía satisfecho. Dio una perpleja

miradaalaniñasentadaenelpiso,laquesilenciosayrígidanodabalaimpresióndeserunacompañíamuyatractiva.Conunprofundosuspiro,salióalcorredor,mientraspensabaqueenrealidadelniñoteníamejoraspecto.

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—Siempremehacencomercuandonoquiero—dijoColinalveralaenfermeraentrarconlabandejadelté—.Perosicomesconmigodeesospanecitoscalientes,yotambiéncomeré.Yahoracuéntamesobrelosrajaes.

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XVContruyendoelnido

Luegodeotrasemanadelluvia,denuevoaparecióelaltoarcodelcieloconunsolquecalentabafuertemente.AuncuandoMarynohabíapodidoiraljardínsecretoni ver a Dickon, se había divertido mucho conversando con Colin. Miraronespléndidos libros y, en más de una ocasión, leyeron por turnos. Cuando el niñoestabaentretenido,Maryolvidabaqueerainválido.

Un día la señoraMedlock le dijo a Mary:—Usted actuó muy astutamente lanochequesaliódesudormitorio tratandodeaveriguar loquepasaba.Perohasidounabendiciónparatodos.Desdequesehicieronamigos,élnohatenidorabietas,eincluso la enfermera, que tenía la intención de abandonar su puesto, ha decididoquedarse.

Al conversar con Colin sobre el jardín secreto, la niña era muy cauta. Queríaaveriguar,sinhacerlepreguntasdirectas,sieralaclasedeniñoquepodíaguardarunsecreto.SindemostrartantointeréscomoDickon,aColintambiénleentusiasmabalaideadeunjardínescondido,loquetalvezindicabaquesepodíaconfiarenél.

Mary pensaba en la posibilidad de llevarlo al jardín sin que los demás lodescubrieran.Creíafirmementequeelairefresco,Dickon,elpetirrojoyelvercrecerlasplantas, leharíanolvidarsuobsesiónporlamuerte.Díasatrás,almirarseenunespejo,ellasepercatódelomuchoquehabíacambiadodesdesullegadadelaIndia;inclusoMarthalohabíanotado.PodíaserqueaColinlesucedieraotrotanto,aunqueeraposiblequenoaceptaraqueDickonlomirara.

—¿Porquéteenojascuandotemiran?—lepreguntóundía.—Siempre loheodiado—contestó—.Inclusodepequeño.Cuandomesacaban

enlasilla,lagenteseparabaahablarconlaenfermerasobremí.Otraspersonasmepalmeabanlacaraydecían:"¡Pobreniño!".Enunaocasióngritéylemordílamanoaunaseñora;ellaseasustótantoquesaliócorriendo.

—Me extraña que no gritaras la noche que entré a tu pieza —dijo Marysonriendo.

—Creíqueerasunfantasmaounsueño,yéstosnodesaparecensigritas.—¿Teenojaríassiunniñoteviera?—preguntóconciertaincertidumbre.—Hay un niño—dijo lentamente, como si pensara cada palabra— que nome

importaría. El es Dickon, que sabe en donde viven los zorros y encanta a losanimales.

EstaconversacióndioaMarylacertezadequenoteníaquetemerporDickon.Laprimeramañanaqueelcielomostrósucolorazul,Marydespertó temprano.

Tanalegreseranlosrayosdelsolquetraspasabanlaspersianas,quesaltódelacama,

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abrió laventanay, juntoconaspirarelairefragante,vioelpáramoqueseextendíaantesusojos.Sucolorazulleparecióobrademagia.

Corrióhacia fueradeteniéndose aobservar el pastoque enpocosdías sehabíatornado verde intenso. El sol la calentabamientras escuchaba los gorjeos y cantosprovenientes de los matorrales. Juntó sus manos y alegremente miró los coloresprimaveralesmientrassentíaelimpulsodecantarmuyfuerte,talcomolohacíanenesemomentotordosypetirrojos.Sinpodercontenerse,corrióatravésdelossenderoshaciaeljardínsecreto.

—Sevediferente—dijo—.Elpastoestámásverde, todoflorecey lashojasseestándesarrollando.EstoyseguradequeestatardevendráDickon.

La larga e intensa lluvia había tenido extraños efectos en las plantas quebordeabanelmuro.Poraquíyporallá sevislumbraban tallospúrpurayamarillos.Seis meses atrás la señorita Mary no se habría dado cuenta de que el mundodespertaba;encambioahoranoperdíadetalle.

Alllegaralapuertacubiertadeenredaderas,oyóelgraznidodeuncuervoquelamirabadesdeloaltodelmuro.Jamáshabíavistounotandecercaysesintióinquieta.Poco después el pájaro despegó sus alas y voló sobre el jardín secreto posándosesobrelasramasdeunmanzanoenanoacuyospieshabíaunanimalitodecolarojiza.Ambosobservabanelcuerpoencorvadoy lacobrizacabelleradeDickonquien,derodillas,trabajabaarduamente.

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—¡OhDickon!—gritó—.¿Cómopudiste llegar tan temprano?Elsolapenasseestálevantando.

Elseenderezóriendoentusiasmado.—¡Eh! —dijo—. Me levanté antes que él. ¡Cómo podía quedarme en cama

cuandoestamañanaelmundoempiezaarenovarse!Lospájarosconstruyensusnidosyelsuelodespidenuevasfragancias.Alsalirelsol,elpáramosaltódegozoyyoloatravesécantandoporquesabíaqueeljardínmeesperaba.

—¡Dickon!,estoytanfelizqueapenaspuedorespirar—dijoMaryentusiasmada.Alverqueelniñoconversabaconunacriaturaextraña,seacercaronelanimalito

decolarojayelcuervo.—Esta es la críadel zorroy sunombre esCaptain—dijo, sobando lapequeña

cabeza—.EsteesSoot.Ambosvinieronconmigodesdeelpáramo.Ningunode losdosparecíaasustadocon lapresenciadeMary.Caminaronasu

ladomientrasDickon lemostraba cómoempezabanabrotar los floridosbulbosdevariadoscolores.Alver lospequeñosbrotes,Maryse inclinóy losbesóunayotravezantelaextrañadasonrisadeDickon.

—Nobesoasía laspersonas—dijoellaal levantar lacabeza—.Perolasfloressondiferentes.

—Cuandovuelvodemiscorreríasymimamámeesperaenlapuertadelacasa,lahebesadomuchasvecesasí—dijoDickon.

Fuetantoloquecorrierondeunaparteaotradeljardíndescubriendomaravillasque,envariasocasiones,tuvieronquerecordarquedebíanhablarbajo.Ellemostrabalasyemasde lasmismas rosasqueantesparecíanmuertasy lasmilesdepequeñaspuntasverdesquetratabandesaliralasuperficie.

Esamañanaeljardínsecretolesrevelótodaslasalegríasdelatierra.Unpajaritodepechorojollevandoalgoensupicovolóhacialosárbolessituadosenunodelosrincones.AlverloDickonsequedóquietoypusosumanosobreMary.

—Nopodemosmovernos—murmuró—.El petirrojo deBen encontró pareja yahoraestáhaciendosunido.Sólosequedaráaquísinolomolestamos.

Sesentaronenelpastoysequedaroninmóviles.—No demostraremos que lo estamos observando—dijoDickon—, porque nos

abandonaríaparasiempre.Hastaqueterminesunidonotendrátiempodeconversarni de visitarnos. Debemos aparentar que somos como el pasto o los árboles y asísabráquenonosinterpondremosensucamino.

MarynoestabaseguradeentenderaDickon.Porunosminutosellaobservóasucompañeropensandoquealomássetransformaríaenalgoverde,olesaldríanramasyhojasparaparecerárbol.Peroélsólobajólavozysequedóinmóvil.

—Desdequecomenzóelmundo, losnidos seconstruyendurante laprimavera.Hay que entender este proceso y no sermuy curioso. Es fácil perder algún amigo

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duranteesteperíodo.—Hablemosdeotracosa—dijoMarymuybajo—;tengounasuntoquecontarte.

¿SabesalgodeColin?—murmuró.Volviendolacabeza,éllamiró.—¿Quésabestúacercadeél?—lepreguntó.—Todaestasemanalohevistoyconversadoconél.Luegodelaprimerasorpresa,lacaradeDickondemostróalivio.—¡Cuánto me alegro! Esto lo hace todo más fácil. Sabía que no te lo podía

comentarynomegustaocultarcosas.—¿Esqueprefieresnomantenerelsecretodeljardín?—Esojamáslodiré—contestó—.Amimamálecontéqueteníaunsecretoque

noeramalo.Aellano le importó.Alcontrario, riendomedijo:"Jovencito,puedestenertodoslossecretosquequieras:conozcolossecretosdelosdoceaños".

Mary le contó su visita nocturna a Colin y lo que le habían impresionado supálidacaraysussombreadosyextrañosojos.

—¿Túcreesqueéldeseamorir?—murmuróMary.—Nolocreo,peropiensoquehabríapreferidonohabernacido.Mimamáopina

que lopeorque lepuede sucederaunniñoes sentirqueno loquieren.AunqueelseñorCravenlecompratodoloqueeldineropuededar,pretendeolvidarquesuhijoexiste.Tienemiedodequealgúndíaseajorobadocomoél.

—PoresoColintienemiedodesentarse—dijoMary.Aseguraquesialgúndíasienteunaprotuberanciaensuespalda,sevolverálocoy

gritaráhastamorir.—Elnodebierapasartendidoensucamaymenospensarasí—dijoDickon—.

Ningúnmuchachopuedemejorarenesascondiciones.Mientrasconversaban,Dickonsobabaelcuellodelzorrito.Repentinamentedijo:—La primera vez que entramos aquí todo parecía gris. ¡Mira ahora! ¿Ves la

diferencia?Marymiróasualrededoryporunminutoselecortólarespiración.—¡Mira!—gritó—,laparedgrisestácambiandodecolor.Escomosiunaneblina

ounvelodegasaverdelocubriera.—¡Claro!—dijoDickon—.Todo el gris desaparecerá. ¿Puedes adivinar lo que

estoypensando?—SéquedebeseralgobuenoyprobablementesetratadeColin—dijoMarycon

lentitud.—Exactamente. Si estuviera aquí con nosotros, no pensaría en su espalda. Su

saludmejoraría y estaría ansioso de observar cuando irrumpen los brotes sobre latierra.¿Podrásentusiasmarloparaquevengaasentarseensusillabajolosárboles?

—Esomismopiensocadavezqueestoyconél—dijoMary—.A travésde los

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librosconocemuchascosas,peronadamás.Esosí,leentusiasmaoírhablardeestejardínporqueessecreto.

—Tendremosquetraerloaquí.Yopuedoempujarsusilla—dijoDickon.—¡Oye!, ¿has notado cómo el petirrojo y su pareja trabajanmientras nosotros

conversamos?Eltratadeelegirelmejorlugarendondecolocaresaramita.Dickondiounpequeñosilbidoylehablóalpetirrojoconvozamistosa.—Tú sabes que no te molestaremos —le dijo—. Nosotros también estamos

construyendounnido,peronoselodigasanadie.Sibienelpetirrojonocontestóporqueteníaunaramitaenelpico,susbrillantes

ojosindicaronquenocontaríaelsecreto.

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XVI¡Noloharé!

FuerontantaslascosasquehicieronesamañanaeneljardínquesóloenelúltimomomentoMaryrecordóaColin.

—Dígale a Colin que no puedo ir a verlo hastamás tarde—dijo aMartha—.Estaréocupadaeneljardín.

Marthaseasustó.—¡SeñoritaMary!Sepondrádemuymalhumor.AMarynoleimportó.Ellanoeraunapersonaquesesacrificaraporlosdemás.—Nopuedoquedarme—contestó—.Dickonmeespera.Latardefueaunmásentretenidaquelamañanaytrabajaronmuyduro.Dickon

trajosupropiapalayenseñóaMaryausarsusherramientas.Elzorritoyelcuervoestabantanocupadoscomoellosyelpetirrojoysucompañeravolabandeunladoaotrocomopequeñaslíneasluminosas.Envariasocasioneselcuervoconsusnegrasalasvolódesde lacopade losárbolesparahablarleaDickon, talcomo lohacíaelpetirrojo.Enunaocasión,comoelmuchachono lecontestó,Soot separósobresuhombroyconsulargopicogentilmenteletorciólaoreja.

Cuandoquisierondescansar,sesentaronbajounárbolyelniñotomólaflautaytocósuavesyextrañasmelodíasqueatrajeronadosardillas.Solamentecuando losrayos del sol poniente traspasaban los árboles del jardín, decidieron regresar a suscasas.

—Eltiempoestaráespléndidomañana—dijoDickon—.Empezaréatrabajardemadrugada.

—Yotambién—contestóMary.Ellacorrióalacasa.QueríacontaraColindetallessobreelzorrito,elcuervoylo

queestabasucediendocon la llegadade laprimavera.Mas,alabrir lapuertadesudormitorio,laesperabaMarthamuyafligida.

—¿Quésucede?—preguntóMary—.¿LediomirecadoaColin?—¡Cómo desearía no haberlo hecho! —exclamó Martha—. Casi le dio una

rabietaynoshacostadomuchoentretenerlo.Nohacemásquemirarelreloj.Mary semordió los labios. Ella, al igual queColin, no estaba acostumbrada a

considerar a las otras personas. No comprendía por qué un niño de mal geniopretendía interferir con lo que a ella le gustaba. Mary no sabía cuan dignas decompasiónsonlaspersonasquenopuedencontrolarsuenfermedadynerviosismoycuántohacenpadecertambiénalosdemás.CuandoenlaIndiaellasufríadedolordecabeza, hacía lo posible porque los que la rodeaban también lo sintieran. En esaépocaellacreíaqueactuababien;ahora,encambio,noaceptabalaactituddeColin.

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Alentrarenlahabitacióndelniño,ésteestabatendidoenlacamaynosevolvióhaciaella.Marysedisgustó,yconsuexpresiónmásaltaneraseacercó.

—¿Porquénotelevantaste?—Estamañanamelevanté,peroalsaberquenovendríasmevolvíaacostar.Me

duelelaespaldaylacabeza.¿Porquénoviniste?—EstabaconDickontrabajandoeneljardín—dijoMary.Colinfruncióelceñoycondescendióamirarla.—Sitevasconél,envezdevisitarme,nodejaréqueeseniñovenga.AMarylediounarabiatremenda.Sinimportarlelasconsecuenciasledijo:—SiechasaDickon,novolverémásaestahabitación.—Siyoloquiero,loharás—dijoColin.—¡Noloharé!—Teobligaré—dijoColin—.Tearrastraránhastaaquí.—Podrán arrastrarme, pero nome pueden obligar a hablar.Me sentaré con los

dientesapretadosynisiquieratemiraré—contestóMarycruelmente.Se lanzaban tan feroces miradas el uno al otro, que no era nada agradable

mirarlos.Enlasmismascircunstancias,dosniñosdelacallesehabríanpegado,masconpalabrasllegaronmuycercadeello.

—Eresunaegoísta—gritóColin.—¿Ytú,quéeres?—dijoMary—.Losegoístassiempredicenesoyjamáshacen

loquenoquierenhacer.Túeresmásegoístaqueyo.—No lo soy—replicóColin tercamente—. ¡El egoísta esDickon!Temantiene

jugandocontierrasabiendoqueyoestoysolo.LosojosdeMarydespedíanfuego.—Eselniñomásencantadorqueexiste—dijo—.¡Esunángel!Parecíaridículodeciraquello,peroalaniñanoleparecióasí.—¡Un ángel! —gritó Colin, con furibundo desprecio—. El es sólo un niño

cualquieraqueviveenunapequeñacasadelpáramo.—¡Esmilvecesmejorquecualquierraja!—ledevolvióMary.Comoellaeramásfuertequeél,Colinempezóaflaquear.Jamáshabíadiscutido

con alguien parecido a él.Más aún, aunque ninguno de los dos se daba cuenta, lapelea estaba surtiendo muy buen efecto en él. Colin volvió la cabeza y una granlágrimarodóhastalaalmohada.Sentíamuchapenadesímismo.

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—Yonosoyegoísta.Recuerdaqueestoysiempreenfermoyademásmemoriré.—¡Nomorirás!—lecontradijoMary,sinningunasimpatía.Elabriólosojosindignado.Enesemomentosintióunamezcladefuriayplacer.—¿Quenomoriré?—gritó—.¡Túsabesquesí!Todoslodicen.—No lo creo —dijo Mary agriamente—. Tú lo dices para que sintamos

compasión por ti. Si fueras un niño encantador lo creería, pero eres muydesagradable.

Apesardesuespaldainválida,Colinsesentófuriosoenlacama.—¡Saldemipieza!—gritótirándoleunaalmohadaquecayóalospiesdeMary.Porlaexpresióndesucaraparecíacomosilahubieranpinchado.Corrióhaciala

puerta,peroantesdetraspasarlaledijo:—Teveníaacontarmuchascosasestupendas;ahoranosabrásnada.Alsalirencontróalaenfermerariendo.Sindudahabíaestadoescuchando.—¿Dequéseríe?—Deustedesdos—dijolaenfermera—.Lomejorquelepudopasaraeseniño

enfermo ymimado es que se le opusiera alguien tan regalón como él. Si hubieratenidounahermanaconquienpelear,yasehabríamejorado.

—¿Creequemorirá?—Noloséynomeimporta—dijolaenfermera—.Lamitaddeloquetienees

histeriaymalgenio.—¿Quéeshisteria?—Yalosabrácuandosuspalabrasleprovoquenunarabieta.Maryvolvió a sudormitorio enojadaydesilusionada.Era tal su amargura, que

sentíaqueDickon,elveloverdequesearrastrabaporelmuroyelsuavevientoquesoplabadesdeelpáramohabíanquedadomuylejos.EstabapreparadaparacontaraColin sus experiencias del día, y ahora, en cambio, pensaba que ni siquiera se lepodíaconfiarunsecreto.Siasíloquería,quesequedaraensupiezaparasiempre.

Martha la esperaba ansiosa. Sobre la mesa había una caja de madera llena depaquetes.

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—Se los ha enviado el señor Craven —dijo Martha—. Parecen libros conilustraciones.

Abrió los paquetes y vio que contenían varios libros con dibujos y dos sobrejardines.Habíajuegosyunapreciosacajaconútilesparaescribirconsumonograma.Elregaloeratanmaravillosoque,rápidamente,olvidósuenojo.Ellanoesperabaquealguienlarecordarayprontosesintióreconfortada.

—Loprimeroqueharéseráescribirlecontándolelomuycontentaqueestoyconsuregalo.

Si Colin hubiera sido su amigo, habría corrido amostrarle sus regalos. Estabaseguradequehabríaolvidadosustemoresmientrasmirabanloslibrosojugabanunapartida.

ElmiedodeColinproveníadeunaocasiónenqueoyóalamadellavesmurmurarque la espalda de su padre se había empezado a torcer cuando era un niño. Estepensamiento lohacía sufrir constantementey, conexcepcióndeMary, jamáshablódel temor de deformarse. En general, sus rabietas provenían de este miedo queaumentabacuandosecansabaosesentíadisgustado.Probablementeesedíanohabríapensadoenotracosa.

Marysequedópensando.—Dije que no volvería—vaciló—. Pero quizás volveré mañana por si quiere

verme.

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XVIIUnarabieta

Como se había levantado temprano y trabajado duro en el jardín,Mary estabacansadayconsueño,porloquetanprontocomió,seacostó.

Eracasimedianochecuandodespertóconunruidoespantosoquelahizosaltardela cama. ¿Qué podía ser? Al momento creyó saberlo. Las puertas se abrían ycerraban. Se sentían pies que corrían por el corredor junto con horribles llantos ygritos.

—¡EsColin!—dijo—.Estáconesarabietaquelaenfermerallamahisteria.¡Esatroz!

Alescucharpensabaqueconrazónlosdelacasaanteestosgritospreferíandarlegustoentodo.Sintiéndoseenferma,temblandosetapólosoídos.

—¡Noséquéhacer!¡Nopuedosoportarlo!Aun presionando las manos sobre sus oídos continuaba escuchando los

espantososgritosquellegabanhastaella.Estabatanatemorizadaquerepentinamenteseenojóycreyóquetambiénaellaledaríaunarabieta.Loasustaríaaél,comoéllohacíaconella.

—¡Tienenquehacerlocallar!¡Debenhacerlo!—gritó.Enesemomentooyóquealguiencorríayabríalapuertadesudormitorio.Erala

enfermeramuypálida.—Lehadadohisteria—dijoapurada—.Seharádañoynadiepuedecontrolarlo.

¿Porquénovieneytratadeanimarlo?Ustedlegusta.—Estamañanameechódesupieza—dijoMary,golpeandoconelpie.—Asíes—dijolaenfermera—.Poresovayayregáñelo.Delealgonuevoenqué

pensar.¡Hágalolomásprontoposible!SólomástardeMarypensóquelasituaciónhabíasidotragicómica.Divertida,por

el hechode que losmayores tuvieron que recurrir a una niña porque ellos estabanasustadosynosabíancómoactuar.

Ella corrió y a medida que se acercaba al dormitorio de Colin su ira iba enaumento.Alempujarlapuertasesentíalobastantemalvadacomoparaacercárseleygritar:

—¡Debescallarte!¡Cállate!Teodio,ytodosteodian.Quisieraquecontusgritostodoshuyeranytedejaransolo.Moriríasgritando.

Una niña encantadora y simpática jamás habría dicho estas palabras, pero lasorpresadeescucharlafueelmejorremedioparaesteniñohistérico,aquiennuncanadiecontradecía.

Tendido de boca golpeaba las almohadas con las manos y casi saltó al oír la

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furiosa voz de la niña. Su cara se veía espantosa, blanca e hinchada, boqueando ytosiendo,peroalapequeñaysalvajeMarynoleimportó.

—Si gritas nuevamente —le dijo—, yo también gritaré y tan fuerte que teasustarástantocomomeasustéyoaloírte.

Élhabíadejadodegritarylaslágrimascorríanatorrentesporsucara.—¡Nopuedoparar!¡Nopuedo!¡Nopuedo!—¡Sípuedes!—gritóMary—.Lamitadeshisteriaymalgenio.—Sentílaprotuberanciaenmiespalda—sollozóColin—.Sabíaquemesaldríay

ahoramoriré.—Notienesningúnbulto,essólohisteria.Nolepasanadaatuhorribleespalda.

Datevueltaydéjamemirar...¡Enfermera!VengaymuéstremelaespaldadeColin.Laenfermera, laseñoraMedlockyMartha,depie juntoa lapuerta, lamiraban

conlabocaabierta.—Quizásnomedejará—dijoenvozbajalaenfermera.Colinlaoyóydijo:—Muéstresela,¡ellapuedeverla!Era una espalda delgada y penosa de mirar porque en ella se contaban las

costillas. Se escuchó un minuto de silencio mientras Mary miraba atentamente laespalda,contantaatencióncomosilohicieraeldoctorlondinense.

—Nohayningúnbulto,nisiquieradeltamañodeunalfiler.Sivuelvesadecirquetienesuno,mereiré.

NadiemejorqueColinsupoelefectoqueestasrabiosaspalabrassurtieronenél.Siconanterioridadhubieratenidoconquienhablarsobresustemoresoaquienhacerpreguntas. Si hubiera tenido la compañía de otros niños y no pasara tendidorespirandounaatmósferademiedo,rodeadodegentesignorantesyaburridasdeél,sehabríadadocuentadeque,enparte,suenfermedadlahabíacreadoélmismo.Ahora,alescucharlainsistenciaconquelaniñaledecíaquenoestabaenfermo,pensóquequizáseracierto.

—Yono sabíaqueél creía tenerunbulto en su espalda—dijo la enfermera—.Sólolatienedébilpornoquerersentarse.

—¿Esverdad?—preguntóColinpatéticamente.—Sí,señor.La rabieta se le había pasado y el cansancio y debilidad lo hicieron ser gentil.

Estiró sumano haciaMary, quien a su vez le alargó la suya como si hicieran laspaces.

—Saldrécontigo,Mary—ledijo—.EnadelantenoodiaréelairefrescoyDickonpodráempujarmisilla.

Unavezquelaenfermerarehizolacamaydioalosniñosunatazadecaldo,sefuedejándolossolos.Maryaproximóelpisoytomólamanodelniño.

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—¿Quieresquetecantelacancióndemiaya?—murmuró.—¡Sí,porfavor!Aunquedijistequemecontaríasmuchascosas.¿Hasdescubierto

algosobreeljardínsecreto?—Creoquesí—lecontestómirandolapequeñaycansadacaradelniño—.Trata

dedormirytecontarémañana.—¡OhMary!, si puedo entrar en él, creo que podré vivir y crecer. En vez de

cantarme,¿mepuedescontarnuevamentecómocreesqueespordentro?El cerró los ojos y ella, teniéndolo de lamano, le habló suavemente de cómo

imaginabaeljardíncerrado.AlfinColinsequedódormido.

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XVIIINodebesperdereltiempo

Mary no despertó temprano. Cuando Martha le llevó el desayuno le dijo queColinestabatranquilo,peroenfermoyconfiebre,comosucedíasiemprequellorabahastaagotarse.

—Élmepidesipuede iraverlo loantesposible—dijoMartha—.Es increíblecómosehaencaprichadoconusted.Imagínesequemelopidióconun"porfavor".¿Irá,señoritaMary?

—Iré;tengoalgoquedecirle—dijoconsúbitainspiración.Al aparecer frente a Colin llevaba su sombrero puesto y el niño la miró

desilusionado.Estaba en cama con la cara penosamente pálida y obscuros círculosrodeabansusojos.

—¡Cuántomealegrodequevinieras!—ledijo—.Meduelelacabezaytodoelcuerpo.¡Estoytancansado!¿Adóndevas?

Maryseinclinósobrelacamayledijo:—Notardaré.IréaveraDickonperovolveré.Setratadealgorelacionadoconel

jardín.LacaradeColinseiluminóysusmejillassecolorearon.—¿Deverdad?—dijo—.¡Soñétodalanocheconél!Entresueñosteoídeciralgo

sobreelcambiodelgrisalverdeyqueestabaenunlugarcubiertodepequeñashojasconpájarosynidos.Todoseveíatansuaveyquietoquemetenderéypensaréenellohastaquetúvuelvas.

CincominutosmástardeMaryseencontróeneljardínconDickon,elzorritoyelcuervoquehabíanvenidoconél.Tambiéntraíaconsigodosardillasmansas.

—Estamañanavineenelmampato—dijoél—.Estasdosardillasviajaronenmibolsillo.UnasellamaNutylaotraShell.Alnombrarlassaltaronsobresushombros.

Se sentaron sobre el pasto, conCaptain acurrucado a los pies y Soot desde unárbol escuchaba solemnemente.Nut y Shell husmeaban cerca. El ambiente era tanperfecto, que a Mary le parecía casi imposible poder abandonar el lugar, pero alcontaraDickonlossucesosdelanoche,lacaradelniñosetransformó,antelocualellapocoapococambiódeparecer.

SedabacuentadequeélsentíamayorcompasiónporColin.Mirandoelcieloy loque lo rodeaba,Dickon lehizover loqueera lavidadel

pobreniñoencerrado;jamásdejaríadepensarensusmalessinuncapodíasalirparavercómolanaturalezasedesarrollabaenprimavera.

—¡Noperdamosmástiempo!¡Traigámosloaquíparaqueseempapedesol!CuandoDickonhablabasobrealgoqueleinteresaba,usabaelacentocerradode

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Yorkshire.EnotrasocasioneslomodificabaparaqueMaryentendieramejor.Peroaella le encantaba esemodo de hablar y trataba de aprenderlo.En esa ocasión, ellahablóalgunaspalabras,antelasmuecasdeDickonalverlosesfuerzosdelaniñaquetorcíalalenguaparaimitarelacentodelmuchacho.

—AsídebeshablarleaColin—rióentredientesDickon—.Lodivertirámucho,ynohaynadamejorqueunabuenacarcajada.

—DesdehoylehablaréconelacentodeYorkshire—rióasuvezMary.Eljardínpresentabaunaspectotanmaravillosoqueparecíacomosiunosmagos

lo hubieran atravesado dibujándolo. Era difícil abandonarlo, particularmente ahoraqueNuthabíasaltadoasufaldayShelllaobservaba.PeroMaryvolvióalacasa,sesentójuntoalacamadeColinylehablóconelabruptoacentodelaregión.

—¿Qué te sucede?—lepreguntóelniño—.Nunca tehabíaoídohablar así.Esmuydivertido.

—TeestoydandounamuestradeYorkshire,apesardequenolohablotanbiencomoDickonoMartha.Tú,quenacisteaquí,¿loentiendes?Nomeextrañaríadequeteavergüencesdenohacerlo.

AmbosrieronacarcajadasycuandollególaseñoraMedlockaverquépasaba,sequedósorprendidaalverlostancontentos.

Tenían tanto de que hablar. Parecía que Colin jamás se cansaría de escuchardetalles sobre los animalitos de Dickon, especialmente sobre el mampato llamadoJump,elqueMaryhabíaidoaconoceralbosque.Erapequeñoydesgreñado,conunahermosa cara y nariz aterciopelada. Delgado y de piernas musculosas, Dickon lohabíahechoquelepasarasupezuñaylabesaraenlamejillaconsuhocico.

—¿DeverdadqueélentiendetodoloquediceDickon?—Parece que sí —contestó Mary—. Dickon dice que los animales son

verdaderamentesusamigosyseentienden.Colinsequedóquietomirandohacialapared.—¡Cómomegustaría ser amigode las cosas!Perono lo soy.Nuncahe tenido

amigosynosoportoalagente.—¿Mesoportasamí?—lepreguntóMary.—Claroquesíy,aunqueseadivertido,megustas.—Bendiceque soycomoél—dijoMary—.Ambos tenemosmalgenioycreo

quetútambiéneresasí.Lostresnosparecemos.ClaroqueyomesientoahoramenostristequeantesdeconoceralpetirrojoyaDickon.

—¿Sentíascomosiodiarasalaspersonas?—Sí —contestó Mary sin afectación—. Te habría detestado si te hubiera

conocidoantesdecambiar.—Mary—dijoColinestirandosudelgadamanoy tocando ladeella—. ¡Cómo

quisieranohabertedichoqueecharíaaDickondeaquí!Ademásmereíporquedijiste

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queparecíaunángel,peroquizásloes.—Suena divertido—admitióMary con franqueza—, pero si un ángel llegara a

Yorkshire y viviera en el páramo, estoy segura de que, tal como lo hace Dickon,entenderíaalascriaturassalvajesyseconvertiríaensuamigo.

—NomeimportaqueDickonmevea.¡Quieroconocerlo!—dijoColin.—Mealegro—contestóMary—,porque...Súbitamente se dio cuenta de que había llegado el momento de contarle su

secreto.Colincomprendióquealgopasabayansiosamentepreguntó:—¿Porqué,qué?MaryestabatanexcitadaqueselevantóytomóaColindeambasmanos.—¿Puedoconfiarenti?ConfiéenDickon,porquelospájarossefíandeél.Pero,

deverdad,¿puedoconfiarenti?—imploró.Sucarateníaunaexpresióntansolemnequeélcontestóenunmurmullo:—¡Oh,sí!¡Sí!—Dickonvendráavertemañanaytraeráasusanimalitosconél.—¡Oh,quéestupendo!—gritóencantadoColin.—Peroesonoestodo—dijoMarypálidaycongranseriedad—.Elrestoesaun

mejor.Encontrélapuertaquedaaljardín.SiColinhubierasidounniñosano,posiblementehabríagritado:¡Hurra,hurra!,

perocomoeradébilyalgohistérico,sóloabriómucholosojosyrespiróparatomaraire.

—¡OhMary!—casi sollozó—. ¿Podré entrar en él? ¿Crees que viviré y podréverlo?—ledijomientrasagarrabasusmanosatrayéndolahaciaél.

—¡Porsupuestoqueloverás!—replicóMaryindignada—.Noseastonto.Lanaturalidaddeellalohizovolveralarealidadyriódesímismo.Pocodespués

ella le contó cómo era el jardín en la realidad.Al escucharla,Colin sintió que losdoloresyelcansanciodesaparecían.

—Parececomosiyalohubierasvisto—dijoalfin.—Lohevistoyheestadoenél.Encontrélallaveyentréhacevariassemanas.No

meatrevíacontarteporque teníamiedodenopoderconfiarporcompletoen ti—contestóMary,francamente.

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XIX¡Hallegado!

NaturalmentequesellamóaldoctorCravenluegodelarabietadeColin.Siempresehacíaycadavezseencontrabaconelniñoacostado,temblando,malhumoradoycon rastros de histeria.Al doctor no le agradaban estas visitas.En esta ocasión, alllegarpreguntóalaseñoraMedlockcómoseguíasupaciente.

—Bueno,señor—contestóelamadellaves—,ustedcasinolovaacreer,peroesaniñapocoagraciada lohaembrujado.Anochecomouna fiera leordenóquesecallara,yloconsiguió.

La escena que vio el doctor lo dejó abismado. Los niños conversaban y reíanmirandounodeloslibrossobrejardinería.Alveraldoctor,MarysequedóquietayColinlomirópreocupado.

—Sientosaberqueestuvisteenfermoanoche—dijoeldoctornerviosamente.—Estoymejor,gracias—contestóColinhablandocomounraja—.Enunoodos

díassaldréenmisillaaljardín.Quierotomarairefresco.Eldoctorloobservóyletomóelpulsomirándoloconcuriosidad.—Sisales,tienequehabersol;además,hayquetomarprecaucionesparaqueno

tecanses.—El aire fresconome cansará—contestó el niño, con sus ademanes de joven

raja—.Ahoramegustaráporquesaldréconmiprimaynollevaréalaenfermera—agregóentonodemagnificencia—,yunniñoquetienefuerzayempujarámisilla.

Eldoctorsesintióalarmado.Siesteniñohistéricosemejoraba,élperderíatodaslas posibilidades de heredarMisselthwaiteManor. Pero aun cuando era unhombredébil,teníaescrúpulosynopermitiríaquesupacientecorrieraningúnpeligro.

—Necesitosaberquiénteacompañará—dijo.—Dickon—contestóMary.Ellapensabaquetodosloconocíany,enefecto,así

eraporquealoírsunombreeldoctorsonrióaliviado.—ConDickonestaráasalvo,tienemásfuerzaquelosmampatosdelpáramo.Esedíaeralaprimeravezque,luegodeunarabieta,lavisitadeldoctorfuecorta.

Nodiomedicinasniórdenes.Cuandobajóparaencontrarsecon laseñoraMedlockibaverdaderamenteperplejo.

—Esinaudito,peronosepuedenegarquesevemejorqueantes—dijoeldoctor.—CreoquelamadredeMarthatienerazón.Elladicequelosniñosnecesitande

losniños—dijoelamadellaves.Esa nocheColin durmió sin despertar ninguna vez y, a lamañana siguiente, al

abrir los ojos sonrió sin saber por qué. Era maravilloso estar despierto. Sumenteestaballenadeplanesysesentíafelizdeteneralgoenquépensar.

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Alpocorato,oyócorreraMaryporelpasillo;laniñatraíaconsigounaráfagadeaire fresco, unido a la fraganciamañanera.Había estado corriendo afuera; su peloestabasueltoyelairehabíaenrojecidosusmejillas.

—¡Estáprecioso!—dijocasisinaliento—.Jamáslohevistoasí.¡Hallegadolaprimavera! Creí que había venido días atrás, pero era sólo un anuncio. ¡Hoy estáaquí!

—¡Deverasllegó!—gritóColinaunquesinsaberrealmenteenquéconsistía—.Abrelaventana—añadió,sentándoseenlacamayriendodefelicidad.Luego,llenodeimaginación,exclamó—:¡Quizásescuchemostrompetasdoradas!

Maryabriólaventanadeparenpary,juntoconentrarlafrescafraganciadelaire,seoyóelmúltiplecantodelospájaros.

—Ahorarespiraagrandesbocanadas:esoesloquehaceDickonenelpáramo.Elllenadeairesusvenasyporesosesientefuerteycreequeviviráparasiempre.

—¡Para siempre! ¿Deveras que él siente eso?—dijoColin,mientras respirabaprofundamente una y otra vez hasta sentir que algo nuevo ymaravilloso le estabasucediendo.

Mary leexplicóque lasplantasapiñadas tratabandebrotara lasuperficiey lasfloresempezabanaabrir.Habíabrotespor todaspartesyunveloverdecubríacasiporcompletolaparedgris.Lospájarosapresuradosterminabandefabricarsusnidos,mientrasotrospeleabanporencontrarunlugareneljardínsecreto.Dickonllevabaadiarioasuspequeñosanimalesyahorahabíaagregadouncorderitoreciénnacidoquehabía encontrado al lado de su mamá muerta. Lo llevó a su casa envuelto en suchaquetay, juntoalfuego, loalimentóconlechetibia.Esamañana,enel jardín, lohabíadepositadoenlafaldadeMary.¡Uncorderitoqueparecíaunbebé!

A medida que ella describía todo esto, Colin la escuchaba respirandoprofundamente el aire puro que entraba por la ventana abierta.Así los encontró laenfermera.Muysorprendida,preguntó:

—¿Estásegurodequenotienefrío,señoritoColin?—dijo.—No—contestó—,estoytomandoairepararobustecerme.Hoydesayunaréenel

sofá con mi prima. Además quiero decirle que un niño vendrá a verme con susanimalitos.Losquieroaquí,dígaleaMarthaquelosacompañe.Elessuhermanoyesunencantadordeanimales.

Comieron con gran apetito y no esperaron mucho hasta escuchar un graznidodentrodelacasa.

—EseesSoot—dijoMary—.¿Escuchasunbalido?—Sí—dijoColinenrojeciendodeexcitación.—Eselcorderitoreciénnacido.¡Yavienen!LasbotasdeDickonerangruesasypesadasy,apesardequetratódecaminarsin

hacermuchoruido,susfuertespisadasretumbaronenelcorredor.

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—Si lo permite el señor—anuncióMartha abriendo la puerta—, aquí está mihermanoconsusanimalitos.

Dickonentróconsumejorsonrisa.Llevabaalcorderitoentresusbrazosmientraselpequeñozorro trotabaasu lado.Nutsehabíasentadoensuhombro izquierdoySootenelderecho.LacabezadeShellseasomabaporelbolsillodesuabrigo.

Colinlosmirófijamenteconadmiraciónyencanto.Laverdaderaqueauncuandole habían descrito a Dickon, no se lo había podido imaginar. Colin jamás habíahabladoaotroniñoyenestemomento,abrumadodefelicidadycuriosidad,sequedómudo.

Dickon,encambio,nosesentíaavergonzadoniincómodo.Caminóhastaelsofáy despacio colocó al corderito en la falda de Colin. Inmediatamente la criaturitaempezóaacurrucarseentrelosplieguesdelabatadelniñoyagolpearconsucabeza.Colinnopudodejardepreguntarquéeraloquequería.

—Quiere a su mamá—dijo Dickon sonriendo—. Le traje la botella de lecheporquesabíaquetendríahambre.Legustarávercómosealimenta.

Terminada la leche el animalito se durmió yDickon le contó aColin cómo lohabía encontrado. Estaba escuchando una alondra que volaba cada vez más alto,cuandooyóunsonidodiferenteysupoqueerauncorderitohambriento.Lobuscóporlargo rato hasta que por fin vio un bulto blanco cerca de una roca. Al trepar, loencontrómediomuertodefrío.

Mientras conversaban, Soot volaba solemnemente saliendo y entrando por laventana,alavezquegraznabaobservacionessobreelpaisaje.TambiénNutyShellexcursionaban entre los grandes árboles del exterior. Captain, en cambio, se habíaacurrucadocercadeDickon,juntoalachimenea.

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MiraronlosdibujosdeloslibrosdejardineríayDickon,queconocíalosnombresdelasflores,lesmostrólasqueenesemomentocrecíaneneljardín.

—¡Lastengoquever!—gritóColin—.¡Lasveré!—Sí—dijoMarymuyseria—,ynodebestardar.

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XXViviréparasiempre

XX

VIVIRÉPARASIEMPRE

Tuvieron que esperar más de una semana antes de que Colin pudiera salir aljardín.Sesucedierondíasventososyelniñoestuvoapuntodecogerunresfrío.Conanterioridad, este inconveniente lo habría puesto furioso; en cambio, ahora, con ladiaria visita deDickon y su charla sobre los tejones quemoraban a orillas de losriachuelos, o sobre las ratas de agua y de campo en sus madrigueras, se sentíaencantadoescuchandotodosesosdetallesqueconocíaelencantadordeanimales.

Sin embargo, elmayor interés de los niños se centraba en hacer planes para lafutura salida de Colin y ver la forma en que lo transportarían al jardín secreto.Pensaban que, luego de atravesar losmatorrales y de asegurarse de que nadie losviera,tomaríanellargocaminoquecircundabaelmurodehiedra.

Amedidaquepasabanlosdías,Colinestabacadavezmásdecididoaconservarelmisterio que rodeaba el jardín, pues consideraba que ese secreto era su mayorencanto.

Unamañana,Roach,eljardinerojefe,sepresentómuyinquietoanteColin.Elnoconocíaalniñoysólohabíaoídolosrumoresquecorríanentrelosempleados.

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—No se extrañe si encuentra dentro del dormitorio una casa de animales—lehabíadichoMartha.

Y,apesardequeseloadvirtieron,casiretrocedióasustadoaloírelgraznidodeuncuervoqueloobservabadesdeelrespaldodeunasilla.Colin,sentadoenunsillón,teníaasuladouncorderitoquemovíalacola,mientrasDickonledabalamamaderay una ardilla lomiraba desde su hombro. La niña de la India observaba la escenasentadaenunpiso.

—¿AsíqueustedesRoach,eljardinero?—ledijoobservándolodearribaabajo—.Lohemandadollamarparadarleunasórdenesmuyimportantes.

—Muy bien, señor —contestó el jardinero, mientras pensaba que ojalá no lohicieran cortar todos los robles de la avenida, o transformar el huerto en un jardínacuático.

—Estatardesaldréaljardín—dijoColin—,yesposiblequelohagaadiario.Alasdosdela tardenoquieroveraningúnjardinerocercadelcaminolargojuntoalmuro.Despuésenviaréunrecadoparaquevuelvanasustrabajos.

—Muybien,señor—contestóeljardineroaliviadodenotenerquehacercambioseneljardín.

Colin,actuandocomosifueraunraja,leindicóqueteníapermisopararetirarse,peroquerecordaracuanimportanteseranlasórdenesrecibidas.

Alsalir,Roachcomentóa laseñoraMedlockqueelniñoparecíaun joven lordporlamaneradedarórdenesalosempleados.

—Así ha sido desde que era pequeño —dijo el ama—. El piensa que tienederechoamandaratodaslaspersonas.PeroestoyseguradequesilaniñadelaIndiasequedaenlacasa,seencargarádeenseñarleavalorarasussemejantes.

SentadajuntoaColin,Marysepreocupóalverlopensativo.—¿Enquéestáspensando?Tusojosseagrandancuandopiensas.—Nopuedodejardereflexionarencómoserálaprimavera.Sialgunavezlavi,

nolarecuerdo.ApesardequeColinhabíavividoenfermoyencerrado, teníamás imaginación

queMary.Ademásconocíainnumerableslibrosconilustraciones.—El día queme dijiste: "¡Ha llegado!",me sentí extraño. Pensé que las cosas

saldrían como en una gran procesión, rodeadas de música. Fue por eso que tepreguntésiapareceríantrompetasdoradas.

—¡Quégracioso!—dijoMary—.Esoesexactamenteloqueunosiente.Porquesitodas las plantas, flores, hojas y pájaros pasearan juntos, habría una multituddanzandoalsondelamúsica.

Ambosrieronencantadosconlaidea.Mientras la enfermera lo arreglaba,Colin trató de ayudarla.Este hecho la hizo

comentaraldoctorCravenqueelniñosesentíamásfuerte.

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—Veré qué tal resulta la experiencia de salir—dijo el médico—. Vendré mástardeasaber.

Unrobustolacayotrasladóalniñoenbrazosylosentóensusilladeruedasentrechalesycojines.Colin,comounraja,levantósumanoydijoalosempleados:

—Tienenpermisopararetirarse.Ellosentraronenlacasariendo.

DickonempujólasillalentaperofirmementemientrasMarycaminabaasulado.Colin,tendido,observabaelcieloqueseveíamuyaltoylaspequeñasnubesblancasqueparecíanpájarosconlasalasextendidas.Elvientosoplabasuavementedesdeelpáramoconunadulcefragancia.

Aunquenosedivisabaningúnjardinero,pasearondeunsenderoaotrosegúnloplaneado,sintiendoelplacerdelmisterio.Cuandoalfintomaronelcaminodelmurose sentían más excitados que nunca y por alguna curiosa razón hablaban sólo enmurmullos.

Mary le fue indicando a Colin las etapas seguidas por ella hasta encontrar lapuerta escondida: el lugar en donde Ben trabajaba, donde vio por primera vez alpetirrojo y el punto preciso en que removió la tierra y apareció la llave.Luego, elmomentoenquesemoviólaenredaderayelladescubriólapuerta.

Sinpodercontenersuentusiasmo,Colingritó:—¡Quieroverlo!¿Endóndeestá?Maryseadelantó,moviólaenredaderayDickondiounfuerteempujónalasilla,

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laqueatravesórápidamentelapuerta.TanexcitadoestabaColin,quesedejócaersobreloscojinescubriendosusojos

con lasmanos. Sólo cuando estuvieron dentro de las cuatro paredes y la puerta secerrótrasellos,abriólosojosmirandolentamentecadarincón.Pocoapocodescubrióelveloverdedepequeñashojasquesebalanceaban.Elpastobajolosárbolesyelgrisde los sitiales de piedra.Aquí y allá resplandecían pequeñasmanchas de variadoscoloresysobresucabezaseextendíael rosayblancodealgunosárboles,unidoalrevoloteodealasyalzumbidoquelosenvolvíajuntoalasdiversasfragancias.

Elsolcaía tibiosobreel rostroy lasmanosdeColin,en tantoque,encantados,MaryyDickonobservabanlodiferentequeseveíaelcolordesucara.

—¡Mejoraré!—gritó el niño—. ¡Mary, Dickon, mejoraré y viviré por siemprejamás!

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XXIBenWeatherstaff

Unade lascosasmásextrañasde lavidaesquesólomuydevezencuandosesiente la impresión de que se vivirá para siempre. Esta sensación se tiene enocasionescomocuandosesalealamanecerysemiraelpálidocieloqueempiezaacambiar de color. El sol se levanta con unamajestad que no cambia, como lo hahecho por miles de años, entonces sólo por un momento se experimenta esasensación.

Eso fue lo que sintió Colin cuando por primera vez vio y sintió la primaveradentro de las cuatro paredes del jardín secreto. Esa tarde todos los elementos secombinaronparaaparecerperfectos,radiantesyamablesanteelniño.Posiblementelabondadcelestialenvióalaprimaveraparaquecubrieraconsusbrotesellugar.

—¡Estámaravilloso!—dijoDickon—.Enmisdoceañoshevistomuchastardes,perojamásviunacomoésta.

—Creo—dijoColin,soñadoramente—quellegóexpresamenteparamí.Empujaronlasillabajoelciruelocolorblanconievedelqueemanabalamúsica

queproducíanlasabejas.Eracomoestarsentadobajoeldoseldeltronodelreydelashadas. Colin, desde su silla, observaba cómo Dickon y Mary trabajaban. Ellos letraíanbrotesabiertosycerrados,ramitascuyashojasreciénempezabanaverdear,laplumadeunpájarocarpinteroqueencontraronsobreelpasto,o lapequeñacáscaravacíadeunhuevo.

LuegoDickonempujólasillaalrededordeljardínmostrándolelasmaravillasdelaprimavera.Eracomosimostraransusdominiosalrey.Amedidaqueavanzabalatardey el sol parecía cadavezmás radiante, nuevamente colocaron la sillabajo eldosel del ciruelo para escuchar aDickon tocar unamelodía con su flauta. En estoColinvioalgoquehastaentoncesnohabíanotado.

—¿Eséseunárbolmuyviejo?—preguntó.Los niños se alarmaron. ProntamenteDickon, con voz suave, le explicó que si

bienahoraseveíasecoyviejo,unavezquelasrosastrepadoraslocubrieranseríaelárbolmáslindodeljardín.

—Parece como si una de sus gruesas ramas se hubiera roto —dijo Colin—.¿Cómosucedería?

—Sucediómuchosañosatrás—comentóDickon.Enesemomentopasóvolandoelpetirrojoenbuscadecomida.Congranalivio,

Dickonselomostróalniño,distrayendoasísuatencióndelárbol.Estealverloconalgoenelpicocomentóriendo:

—Lellevatéasupareja.Quizássonlascincodelatarde.Creoqueamítambién

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megustaríacomeralgo.PasadoelpeligrodequeColinhicieranuevaspreguntas sobreel árbol,Dickon

comentóensecretoaMaryquesumamácreíaque laseñoraCravenvagabaporeljardínbuscandoasuhijoyqueprobablementeellaloshabíaimpulsadoatrabajarahíyloshabíahechollevarasuhijo.Asuvez,Marypensóquelaoportunallegadadelpetirrojo había sido obra de magia, como lo era también la forma en que secomportabaColin.Parecíaimposiblequefueraelmismoniñoquegritabaymordíaalmohadas.

Como tenían hambre pidieron que les llevaran una canasta con comida y, encuanto estuvieron a solas, la acarrearon hasta el jardín secreto. Fue una meriendaestupenda. Tomaron té caliente con tostadas y panecitos, mientras vanos pájarosacudieronainvestigaryapicotearmigajas.NutyShellsellevaronuntrozodepandulcealárbolcercano;Sootpartióaun rincónconmedia tostaday, luegodedarlevariasvueltas,decidiótragárseladeunasentada.

La tarde había avanzado y el color del sol se hacía más profundo. Los niñosestaban sentados con la canasta arreglada y preparados para partir. A su vez, lasabejasvolvíanasucolmenaylospájarospasabancadavezconmenosfrecuencia.

—Noquieroque la tarde termine—dijoColin—.Perovolverémañanay todoslos días. Tomaré mucho aire y ahora que he visto la primavera, veré también elverano.Sabrécómocrecenlasrosasyyocreceréconellas.

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—Yluegopodráscaminarycavarcomocualquierotroniño—dijoDickon.—¡Caminarycavar!¿Creesquepodréhacerlo?—exclamóColinenrojeciendo.DickonyMarylomiraronconcautela.Jamáshabíanpreguntadoquéeraloque

sucedíaconsuspiernas.—¡Claro que sí! —dijo Dickon firmemente—. Tienes piernas como cualquier

niño.Marysesintiómuyasustada,hastaqueoyóqueColindecía:—Mis piernas sólo están débiles y flacas; por eso tiemblan y no me atrevo a

pararme.DickonyMarydieronunsuspirodealivio.—Cuando dejes de tener miedo, no te temblarán—dijo Dickon con renovada

alegría—.Prontoloharás.—¿Deverdadcreesqueloharé?—preguntóColin,todavíaincrédulo.Sequedaroninmóvilesmientraselsolcaía.Eralahoraenquetodoseaquietay

ellosestabancansados luegode laexcitacióndeldía. Incluso losanimalitoshabíancesadosusactividadesy rodeabana losniños.Repentinamente se sobrecogieronalescucharaColinquemurmurabaalarmado:

—¿Quiénesesehombre?Mary y Dickon se levantaron al unísono y vieron la indignada cara de Ben

Weatherstaff que, parado sobreuna escalera, losobservabadesde lo altodelmuro.ApuntandoaMaryledijo:

—Siyonofuerasolteroyustedfueramihija,ledaríaunapaliza.Maryseleacercó.—Ben,fueelpetirrojoquesindarsecuentamemostróelcamino—ledijo.Aúnfuriosoynocreyendounapalabradecuantoelladecíasintióqueselecaíala

mandíbulaalobservarquienseacercaba.Dickonempujabalasilladeunniñoque,sentadoentrelujososcojines,parecíaun

jovenraja.—¿Sabesquiénsoyyo?—lepreguntabaColin,convozimperiosa.LosojosdeBenlomirabancomosivieranunfantasma.Sepasólamanoporlos

ojosycontestóconvozextraña:—¡Losquememiransonlosojosdesumadre!Tienequeserelinválido.Olvidándosedequehabía tenido la espaldaenferma,Colin, con la cara rojade

furia,seenderezómuytiesoygritó:—¡Yonosoyuninválido!Bennuevamentesepasólamanoporlacara,temblando.Eleraunviejoignorante

ysintino,quesólorecordabaloquelehabíancontado.—¿Es que acaso no tiene la espalda y las piernas torcidas?—le dijo con voz

ronca.

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—¡No!—gritóColin.Era demasiado paraColin. El no sabía que se comentaba que tenía las piernas

torcidas.ElescucharaBeneramásde loquepodía soportar.La furiayelorgullodolidolehicieronolvidarsupasadoyledieronunafuerzacasisobrenatural.

—¡Venaquí!—legritóaDickon—.¡Venaquí,almomento!Dickoncorrióasulado,mientrasMary,muypálida,repetía:—¡Elpuedehacerlo!¡Elpuedehacerlo!El niño hizo a un lado las mantas que lo cubrían y, ante la vista de todos,

aparecieronsusdelgadaspiernas.ColinsetomódelbrazodeDickonyapoyósuspiesenelpasto.Porfinestabadepie,tanderechocomounaflechaylanzandochispasporsusojos.Seveíamuyaltoconsucabezaechadahaciaatrás.

—¡Mírame!—ledisparóaBen—.¡Mírameahora!—¡Es tan derecho como yo! —gritó Dickon—. ¡Tan derecho como cualquier

muchachodeYorkshire!AcontinuaciónBenhizoalgoextraño.Atragantado, tosiómientras las lágrimas

corríanporsusarrugadasmejillas.Juntandolasmanos,dijo:—¡Porfavor!Lasmentirasquecuentalagente.¡QueDioslobendiga!Dickonlosujetabafirmemente,peroColinnodesmayaba.Muytiesomirócaraa

caraaBenyledijo:—Cuandomipadrenoestá,yosoyelamoymetienequeobedecer.Esteesmi

jardín y no quiero que diga ni una palabra sobre él.Baje de la escalera yMary le

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mostrarálaentrada.¡Quierohablarle!Ben,consucara todavíahúmedapor las lágrimas,parecíanopoderapartar los

ojosdelajuvenilfiguradeColin.—¡Muchacho!—murmuró—.¡Mimuchacho!Enesto,comorecordandoquiénera,setocólagorraydesapareciótraselmuro.

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XXIIAlcaerelsol

EntretantoMarycorríaaencontraraBen,Dickon,quecontinuabasosteniendoaColin, lo observaba con mirada aguda. Mas el niño no demostraba huellas deflaqueza.

—¡Puedopararme!—dijoorgulloso,conlacabezaenalto.Derepente,ColinrecordóalgoqueMaryhabíadichosobrelamagiadeDickon.—¿Estáshaciendomagia?—preguntóbruscamente.Dickonhizounamuecadivertida.—Túmismoproduceslamagia—contestó.Colin lepropusocaminarunospasosyesperaraBendepieapoyadocontraun

árbol.Aunqueel troncolosostenía,aprimeravistaestonoseadvertíayasíenesaposiciónlovioBenalentrar.Marymurmuróunayotravez:

—Puedeshacerlo.Tedijequepodíashacerlo.EllaqueríaatodacostaqueColinsemantuvieradepie.Nosoportabalaideade

que fuera a caer frente a Ben. Pero el niño no se dio por vencido yMary quedóimpresionadadeloatractivoqueseveíaapesardesuflacura.

FijandolosojosenBen,elniñoleordenóconvozimperiosa:—¡Míramebien!¿Acasosoyunjorobadootengolaspiernastorcidas?Ben,que todavía,no se reponíade la impresión, contestócon suacostumbrada

franqueza:—¡Claroqueno!Pero,¿cómohapermitidoquelagentepiensequeestáinválido

omediotonto?—¿Mediotonto?—dijoColinenojado—.¿Quiéndiceeso?—Muchos.Elmundoestárepletodeburrosquenohacenmásquementir.Pero

noentiendoporquéseencerró.—Porque todos creían que iba a morir —dijo el niño secamente—. ¡Pero no

moriré!—¡Morir! Claro que no —dijo Ben, jubiloso—. Cuando vi lo rápido que se

levantabadelasilla,supequeestababien.Yahora,señor,siénteseenesamanta,queestoyasusórdenes.

EljovenrajacondescendióasentarsebajoelárbolpreguntandoaBencuálerasutrabajo.

—Cualquiera—contestó el jardinero—.Me aceptan porque saben que ellamequería.

—¿Ella?—preguntóColin.—Sumamá—contestóBenWeatherstaff.

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—¿Mi mamá? —dijo Colin mirando a su alrededor—. ¿Entonces éste era sujardín?

—Claroqueloerayaellalegustabamucho—contestóBen,abarcándoloconlamirada.

—Ahoraesmijardíny,comomegustamucho,vendrécadadía—dijoColin—.Perotienequeserunsecreto.MiprimayDickonhantrabajadoparahacerlorevivir.De vez en cuando lo haré llamar para que nos ayude, pero tendrá que hacerlo aescondidas.

—Hevenidoenvariasocasionesynadielohaadvertido.Laúltimavezhacedosaños.

—¡Perosipordiezañosnadiehaentrado!—gritóColin—.Nohabíapuerta.—Subíporelmuro.Elreumatismomeimpidióvolveraintentarlo.—¡Ahoraentiendoquiénpodó!—exclamóDickon.—Ellaerauna joven tanhermosayquería tantoel jardín—dijoBen—,queen

unaocasiónmepidióquesiseenfermabaoteníaquepartir,yomehicieracargodesus rosas.Cuandoellapartió, cumplí la ordenypor esoveníadevez en cuandoatrabajaraquí.

—Mealegrodequelohayashecho—dijoColin—.Sindudasabesmantenerunsecreto.

Maryhabíadejadosuherramientacercadelárbol,yalverlaColin laalcanzóyempezó a excavar la tierra. Su delgadamano estaba débil, pero con perseverancialogróremoverlatierra.

—Dijeron que no podría caminar y lo he hecho. Ahora estoy cavando. En uncomienzopenséqueme incitabanahacerloparacontentarme,perohoyes sólomiprimerdía.

—¿Legustaríaplantaralgo?—lepreguntóBen—.Lepuedotraerunarosa.—¡Tráigamelarápido!—dijoColinentusiasmado—.¡Rápido!Ben corrió olvidándose de su reuma.Dickon ayudó a cavar un hoyoprofundo,

mientrasMaryseapresuróabuscaruntarroconagua.—Quieroplantarlaantesdequeelsoldesaparezcaporcompleto—dijoColin.Ben volviómuy entusiasmado con una rosa del invernadero. Colin esparció la

tierra como hacen los reyes al inaugurar un lugar. Entretanto Mary lo observabainclinadaySootseadelantabaaverquésucedía.NutyShellparloteabandesdeuncerezo.

—Terminamos, y el sol aún se desliza por el horizonte—dijoColin riendo—.Ayúdame,Dickon,atenermeenpie.Quieroestarfrenteaélcuandodesaparezca.

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XXIIIMagia

CuandoporfinregresóColinalacasa,eldoctorCravenloesperabaimpaciente.Elpobrehombrelomirómuyserio.

—Nodebierasquedartetantotiempofuera.Recuerdaquenodebesagotarte.—Noestoycansado—dijoColin—.Alcontrario,mesientotanbienquemañana

saldrétodoeldíaaljardín.—Nocreoquedebapermitirlo—contestóeldoctor—.Nomepareceprudente.—Le aconsejo que no me lo impida —dijo Colin muy serio—. Iré de todas

maneras.InclusoMarysehabíadadocuentadecuan rudoeraColinaldarórdenesa los

quelorodeaban.Comohabíavividocomounreyenunaisladesierta,educándoseasímismo,noteníaconquiéncompararse.Maryhabíasidocomoélygradualmentedescubrióque susmodales no la hacían simpática.Por esta razónquería conversarconColinsobreesetema.

—SientopenaporeldoctorCraven—ledijoella.—Yo también—contestó calmadamente Colin en tono satisfecho—. Ahora no

moriréynoobtendrálacasa.—Másbienpensabaenlodesagradablequedebedehabersidoparaéltenerque

soportar por diez años a un niño grosero —dijo Mary—. Yo jamás lo habríaconsentido.

—¿Esquesoygrosero?—inquirióserenamenteColin.—Si el doctor fuera de aquellos que dan de bofetadas, ya lo habría hecho—

respondióMary.—Peronosehaatrevido—dijoColin.—Nolohahecho—contestócuidadosamenteMary—,porqueerasunpobreniño

queibaamorir.—Peroyanoserénuncamásunpobreniño—contestóporfiadamenteColin.—Sí,peroelhacersiempresóloloquequierestehacemuyespecial.Colinlamiróamenazadoramente.—¿Esquesoyraro?—lepreguntó.—Sí—contestóMary—, pero no debes enojarte por lo que digo, porque tanto

Bencomoyotambiénlosomos.Sóloqueyanolosoytanto.Desdequeencontréeljardínymegustanlaspersonas,hecambiado.

—Noquieroserraro.Dejarédeserlo—dijoColin,resueltamente,frunciendoelceño.

Colineraunniñomuyorgullosoyporunmomentoquedópensativo.Luegouna

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sonrisailuminósurostro.—Sivoycadadíaal jardín, estoy segurodequedejaréde serunniñoextraño.

Ahíexistebuenamagia.—Yotambiénlocreoasí—contestóMary.—Yaunquenolahaya,imaginaremosquelahay.Sóloséque"algoexiste"enel

jardín.Continuaron llamando magia a "eso" que existía en el jardín durante los

maravillosos y extraordinariosmeses que siguieron. Sucedieron cosas asombrosas.Enuncomienzoparecíaquejamásterminaríandeasomarbrotesverdesenlatierra,enelpastoeinclusoentrelasgrietasdelasmurallas.Losbrotessedesarrollabanysellenaban de colores diferentes. Las semillas plantadas por Dickon yMary crecíancomosilashadaslashubierancuidado.

Losdíasquenollovía,Colinsetendíaenelpastoyobservabaconatenciónloscambios que se producían. Veía crecer todo a su alrededor. Vigilaba a los activosinsectosmientrastrasladabansucomida,oinclusocuandotrepabanporelpastocomosi quisieran explorar el país. Otra mañana estuvo absorto contemplando cómo untopo,consuslargaspezuñasqueparecíanmanosdeduende,fabricabaunmontículoensumadriguera.

Pero ésta era sólo parte de lamagia. El hecho de habersemantenido de pie lohacíareflexionarcontinuamente.Elpensabaquelamagiaconsistíaencreerenalgocon tanta fuerza, que al fin se conseguía. Por esta razón decidió hacer unexperimento.Mandó llamaraBen,quien loencontródepiebajounárbol.Seveíagrandiosoyunasonrisaembellecíasurostro.

—Buenosdías,Ben.Quieroque,juntoconDickonyMary,escucheloquetengoquedecirsobreunexperimentocientíficoquevoyahacer.Cuandoseamayordeseodedicarmealainvestigación.

—Muybien,señor—contestóBen,apesardequenosabíaloquesignificabaunexperimentocientífico...

EralaprimeravezqueMaryoíaalgoasí,peronolellamólaatención.Amedidaque pasaban los días se daba cuenta de queColin, aunque era algo extraño, habíaleídomucho,loquelohacíamuyconvincenteensusargumentos.

—Tratarédedescubrirquésignificaparamílamagia,puescreoquehaymagiaen todo lo que nos rodea. Cuando Mary encontró este jardín, parecía muerto —continuó el orador—. Luego ella lo revivió y las cosas que un día no existían,aparecieron al día siguiente. Yo jamás he sido observador, pero ahora tengocuriosidaddesabercadavezmás.Continuamentemepregunto:"¿Quéesesto?",ysiesalgoqueno séporqué sucede, lo llamomagia.Porejemplo, avecesalmirar atravésdelosárbolessientounaextrañafelicidad,comosiéstameobligaraarespirarmás rápido.Estamismamagiamehapermitidomantenermedepieyahoraséque

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viviré hasta llegar a ser un hombre.Desde hoy en adelante, cadamañanamediré:"Puedes hacerlo. Puedes hacerlo".A la vez trataré de llegar a ser tan fuerte comoDickon.Esteesmiexperimento.¿Meayudaránarealizarlo?¿Creenqueresultará?

—¡Claroque resultará!—le contestóDickon sonriendomásquenunca—.Seráigualquecuandolassemillascrecenporqueelsolbrillasobreellas.

Como Colin se sentía cansado, sugirió que se sentaran bajo el árbol con laspiernascruzadas.

—¡Eh!—dijoDickon—,nodigasqueestáscansado,estropearáslamagia.Una vez sentados en círculo, Colin empezó a cantar alabanzas a lamagia que

permitíaqueelsolbrillarayflorecieranlasflores.Tambiénalabólamagiapersonaldecadaunodeellosy,alfin,pidióunayotravezqueestamismamagialeayudaraaviviryfortalecerse.Entretanto,losniñosyBenloescuchabanextasiados.

—Ahoracaminaréalrededordeljardín—anunció.Formaron una especie de procesión, que caminó lenta pero dignamente,

encabezada por Colin, con Dickon y Mary a ambos lados y seguidos de Ben. Acontinuación iban los animalitos. Colin se apoyaba en Dickon aunque, en unmomentodeterminado,caminóunospocospasossinlaayudadelmuchacho.

—Lamagiaestádentrodemíymehacemásfuerte—repetía—.¡Puedosentirla!Sindudaalgo lomanteníaderecho.Unaodosveces se sentóen losasientoso

sobreelpastoyenmásdeunaocasiónsedetuvo;peronosedioporvencidohastaque terminó el recorrido del jardín. Al volver hasta el árbol dosel, sus mejillasestabanrojasyseveíatriunfante.

—¡Lo hice! ¡Lamagia resultó! Este esmi primer descubrimiento científico—dijo.

—¿QuédiráeldoctorCravencuandolosepa?—lointerrumpióMary.—Noselodiremosyésteseráelmayorsecreto.Loocultaremoshastaqueestélo

suficientementefuerteypuedacaminarycorrercomocualquierotroniño.Todoslosdíasvendréaquíenmisillaymedevolveránenella.Noquieroquemipadresepahastaqueel experimentó seaunéxitocompleto.CuandoélvuelvaaMisselthwaiteManor,caminaréhastasuescritorioylediré:"Papá,aquíestoy.Soycomocualquierniño y viviré hasta llegar a hombre. Lo conseguí a través de un experimentocientífico".

—Creeráqueestásoñando—dijoMary.Colin enrojeció triunfante. El intentaba creer quemejoraría y ello representaba

másdelamitaddelabatalla.Peroloquemásloestimulabaeraimaginareldíaenquesepresentaríaantesupadre.Elquesupadre lo ignorara,eraunade laspeorestristezasdesuspasadosdías.

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XXIVDéjenlosreír

Dickon,ademásdetrabajareneljardínsecreto,cultivabaverdurasparasumadreenunpequeñohuertojuntoalacasa,consusanimalesregalones.Muytempranoenla mañana y también al atardecer, hacía maravillas en su plantación. En la tarde,cuando la señora Sowerby tenía un momento libre, se sentaba sobre el muro aescuchardesuhijolasnoticiasdeldía.

Fue durante una de estas conversaciones que ella supo los últimosacontecimientosdelManor.Enuncomienzosuhijosólo lecontóqueColinestabamuyentusiasmadojugandoenelparque.Pocosdíasmás tarde losniñosdecidieronhacerlapartícipedesusecretoyDickonlerelatólosemocionantesmomentosenquedescubrieroneljardín;laamistaddeColinconMary,luegodeldramadelanochedela rabieta; la forma en que llevaron al niño al jardín secreto y de qué modo seenfrentóconBen.

LaseñoraSowerbyhizomuchaspreguntas.EstabaencantadadeescucharqueeralapresenciadeMarylacausadelcambioenelcarácterdelniñoenfermo.Asuvezseinteresóporconocerlareaccióndeldoctorydelosempleadosantelatransformacióndel aspecto deColin.Así se enteró de que los dos primos trataban de no levantarsospechasencuantoasurecuperación.

—Meimaginoloquegozaráesepardeniñosalintentarengañaraldoctoryalosempleados—dijo lamadredeDickon—.Aesa edad les encanta actuar.Cuéntamecómolohacen.

Dickoncontóasumadrelasdiariasaventurasdelosdosprimos.Enlamañana,cuando el lacayo acarreaba a Colin hasta su silla de ruedas, el niño se hacía eldesvalido rezongando que no lo trataban con cuidado. Mary seguía la actuacióndiciendo: "¡PobreColin! ¿Teduelemucho,o esqueestás tandébilqueno resistestantomovimiento?".Elproblemaeranlosataquesderisa.Apenasllegabanaljardínteníanquesofocarlosentre loscojinesparaquenadie losescuchara.Pero lamayordificultadconsistíaenquecadadíasesentíanmáshambrientosy,comopedíanmáscomida,losempleadosempezaronasospecharqueColinyanoerauninválido.Maryhabía intentado darle su parte de comida, pero él no aceptó, porque, según decía,ambosdebíanrobustecersejuntos.

La señora Sowerby se rió mucho al escuchar el relato y de inmediato ideó lamaneradeayudarlos.Cadamañanalesenviaríalecheconcremaypanconpasasdelquecomíansushijos.Asípodríansatisfacersuhambresinquelosdescubrieran.

LamadredeDickonteníarazónalpensarqueelactuareraunagranentretenciónparaColinyparaMary.Laideahabíanacidoundíaenquelaenfermerayeldoctor,

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admirados de los progresos y del apetito de Colin, propusieron escribir al señorCravencontándolelasbuenasnuevas.

Ante la insistenciadeldoctor,Colindecidiófingirquenoestaba tanbiencomoaparentaba.

—Noquieroqueleescribanamipadre—dijo—.Seríatremendodesilusionarlosivuelvoarecaer,inclusopuedoempeorarestamismanoche.Siescribenamipadremedaráfiebreporquemeestoyempezandoaenojar.

—No te preocupes, muchacho—le calmó el doctor—. No escribiremos sin tupermiso.Eresdemasiadosensible,noechesaperderloquehasprogresado.

DesdeesedíaMaryyColinsealarmaron.Almismotiempoplanearonlaformadeactuarparanoserdescubiertos.Porunaparte,Colintrataríadecomermenos,loque era muy difícil cuando, al despertar con apetito, lo esperaba un suculentodesayuno.

Unamañana,luegodehabertrabajadopordoshoras,Dickonsacódedetrásdelrosalunjarrodelecheypanecitosenvueltosenunaservilletaparaconservarsucalor.Lasorpresaprodujogranalboroto. ¡Quémaravillosaseran las ideasde lamadredeDickon!Sindudaellaerainteligenteymuybuena.

—Creoque,igualqueDickon,enellahaymagia—dijoColin—.Siemprepiensacosasbuenas.

Este fue el comienzo de varios incidentes muy agradables entre los queparticipabandelsecretodel jardín.Almismotiempo, losniñossedieroncuentadeque la señora Sowerby tenía catorce personas a quienes alimentar. Por eso lepreguntaronsipodíanpagarlealgunosdelosalimentos.

En el bosque que lindaba con el parque, Dickon descubrió una pequeñahondonadaenlacualpodíanconstruirunpequeñohornodepiedrasparaasarpapasyhuevos,losquefácilmentepodíancompraryasíenlapequeñacasadelpáramonoseveríadisminuidalaracióndecomida.

En las mañanas de buen tiempo se reunían en círculo bajo el dosel del árbol.Luego Colin caminaba, ejercicio que repetía varias veces durante la jornada. Lascaminatas lo tenían cada vez más robusto y, a medida que pasaban los días, eltrayectosealargaba.

Auncuandocreíacadavezconmayorintensidadenlosefectosdelamagia,fueDickonquien le enseñó los ejerciciosque, a la larga, le seríandegranutilidad.Elmuchacho tenía un amigo que era campeón de lucha y que le había enseñado lamaneradefortalecerlaspiernas,brazosymúsculosengeneral.CuandolehablódeestoaColin,elniñolepreguntóconenormeentusiasmo:

—¿Mepuedesenseñaresosejercicios?¿Loharás?—Por supuesto—contestó Dickon—. Sólo que mi amigo me advirtió que los

ejercicios se deben hacer con cuidado y jamás cansarse. Además, hay que aspirar

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profundamenteentrecadauno.Lenta y cuidadosamente Dickon le enseñó variosmovimientos, algunos de los

cuales podía hacerlos sentado. A su vez,Mary también empezó a practicarlos. Alverlos,Sootseperturbóporquenopodíaejecutarlos.Muypronto,estaprácticaformópartedelarutinadiariay,pocoapoco,pudieronejecutarlosejerciciossincansarse.Cadadía teníanmásapetitoysinohubierasidopor lasprovisionesqueenviabalamadredeDickonylosalimentosqueasabanenelhornodepiedra,nohabríanpodidocontinuarrechazandolascomidasdelacasa.Eldoctorestabacadadíamásperplejo.Aparentemente los niños no comían, pero, en cambio, cada día se les veía mássaludables.

DespuésdevariosdíassinhaberexaminadoaColin,eldoctornopudodejardedeciralobservarlo:

—Sientosaberquenoestáscomiendo.Perderásloganado,aunquehasmejoradodeunamaneraimpresionante.¿Cómoesquehastahacepocosdíascomíastanbien?

Al escucharlo,Mary casi se atoró de la risa.Más tarde, a solas con Colin, leexplicóquealoírdecirquenocomía,habíarecordadocómodevorabalaspapasylospanesconcremaymermelada.

Eldoctor,muyperplejo,lepreguntóalamadellaves:—¿Hayalgunamaneradequeestosniñosconsigancomidafueradecasa?—No,nolahay—contestóella—.Anoserquecavenlatierraolasaquendelos

árboles.—Bueno—dijoeldoctor—,nodebemospreocuparnossiaunnocomiendotienen

buenasalud.Elniñoesotrapersona.—También la niña—dijo la señora Medlock—. Desde que ha engordado, ha

perdidolamiradaagriayestáempezandoaversebonita.Supeloestácreciendoconfuerza y brillante. Ella, que era sombría y callada, ahora no deja de reírse.Quizásengordanconsóloreír.

—Quizásesasí—dijoeldoctor—.¡Déjenlosreír!.

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XXVLacortina

Incluso en días lluviosos,Mary y Colin encontraban algo en que entretenerse.Unamañanaenquellovíatorrencialmente,Colinsesintióinquieto.Esedíaseveríaobligadoaquedarsesentadoenelsofá,porquesicaminabapodríaserdescubierto.EnestoMarytuvounainspiración.

—Colin—le dijo misteriosamente—, ¿sabes cuántas habitaciones hay en estacasa?

—Supongoquemil—respondió.—Haycercade cieny en lamayoríano entranadie—dijoMary—.Undíade

lluviameintrodujeenvariasynomedescubrieron,aunqueestuveapuntodequelaseñoraMedlocklohicieraaldetenermeenelcorredoralescuchartullanto.

Cienpiezasmisteriosasparecíantanfascinantescomounjardínsecreto.—¿Qué te parece si las recorremos enmi silla de ruedas?No sabrán en dónde

estamos.—Esaerami intención—dijoMary—.Haygaleríasen lasquepuedescorrery

hacertusejercicios.Existeunasalahindúconelefantesdemarfilyunacantidaddehabitacionesfantásticas.

Dieronordenalaenfermeradellamarauncriadoparaquetransportaraalniñoensu silla hasta la galería de retratos, a la que se llegaba por unas escalas. Luego lodespidieronycontinuaronsolos.

Esamañanaolvidaronlosproblemasdeundíalluvioso.Estabanencantadosyencuantoelcriadodesapareciódelavista,Colinabandonólasilla.Corrieron,hicieronejercicios,miraronretratosyencontraroneldelaniñitaconelloroenlamano.

—Estosdebensermisantepasados—dijoColin—.Yprobablementelaniñadelloroesmi tíabisabuela.Separecea loqueerascuandorecién teconocí;ahora,encambio,eresmejorqueella.

Jugaronconloselefantesyencontraronelcojínendondeelratónhabíahechosunido. Los ratoncitos habían crecido y abandonado el lugar. Descubrieron muchascosasmásquecuandoMaryvisitóellugarporprimeravez,algunasdelascualesnosabíanparaquéservían.Fueunamañanamuyentretenidavagandoporunacasaenque,apesardeestarhabitada,nosesentíaasusmoradores.

Esedíaalvolverparaelalmuerzoteníantantoapetitoquenopudierondejardecomer.Aladvertirlosplatosvacíos,lacocineraexclamó:

—Estacasaesmisteriosa,peroaunmásmisteriosossonestosniños.Esa tarde Mary notó algo nuevo en la pieza de Colin. Sin decir nada miró

fijamentehaciaelcuadroquecolgabadelachimenea.Lacortinaestabacorrida.

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—Yaséloquemequieresdecir—ledijoColin—.Teestáspreguntandoporquélascortinasestáncorridas.Deahoraenadelantequedaránasí.Ahoranomemolestaquemimamáría.Dosnochesatrásdespertéconlaluzdelaluna.Estabatanbrillantequemelevantéamirarporlaventana.Comoelresplandorcaíasobrelacortina,tiréelcordónymimamámemirócomosiestuvieraencantadadevermefrenteaella.Desde ahora en adelante quiero verla siempre reír. Creo que ella es una personamágica.

—En estemomento te pareces tanto a ella, que pienso si no serás su fantasmaconvertidoenmuchacho.

La idea pareció impresionar a Colin. Pensó un momento y luego contestólentamente.

—Siyofuerasufantasma,mipadremequerría.—¿Quieresqueéltequiera?—lepreguntóMary.—Lo odiaba porque él no me tenía cariño. Pero si me quisiera, creo que le

hablaríasobrelamagiayledaríalaalegríaquelefalta.

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XXVI¡Esmamá!

Alamañanasiguiente,luegodelaintensalluviatuvieronmuchoquedesmalezar,porquesibienlalluviaesbeneficiosaparalasflores,tambiénloesparalasmalezas.Habíaquesacarlasrápidamenteparaquesusraícesnoseafirmaranenlatierra.Colineratandiestroenestatareacomocualquieradelosotrosniños,einclusocomoBenquelesayudaba.Almismotiempoeracapazdehablarlesseriamente.

—Lamagia actúamejor cuantomás se la ayuda—les dijo—. Estamañana lapuedosentirenmishuesosymúsculos.

Dejandodeladosudesmalezador,sepusodepieyconlosbrazosextendidosyexpresiónjubilosagritó:

—¡Mary,Dickon!¡Porfavor,mírenme!Dejandosusherramientaselloslomiraroncondetención.—¿Recuerdan el primer día que me trajeron aquí?—les preguntó—. Hace un

momentocuandocavabalorecordé.Tuvequelevantarmeparaconvencermedequeloquehagoesreal.¡Yesreal!¡Estoybien,hemejorado!

—¡Claroquesí!—dijoDickon.ApesardequeColin losabíaycontinuamentepensabaenello,enestepreciso

momentoloalcanzóunacorrientedeentusiasmojuntoalconvencimientodequeloquelesucedíaerareal.Porelloquisoexpresarloenvozalta.

—¡Viviréparasiempre!—gritóconfuerza—.IgualqueDickon,conocerémilesde cosas sobre las personas, las criaturas y todo aquello que crece. Siento lanecesidaddedarlasgraciasconalegría.

—Siquiere,puedecantarunhimnodeaccióndegracias—sugirióBenconungruñidoseco.

—¿Quéeseso?—preguntó.—Losquesecantanenlaiglesia—dijoDickon.—Debende sermuybonitos, perono los conozco—repuso—.He estadomuy

enfermoparaasistiralaiglesia.¿Porquénocantastú,Dickon?Dickon sencillamente y casi por instinto natural entendía mejor que el mismo

Colinloquelesucedía.SesacólagorrayenmediodelosrosalesentonóunhimnodeaccióndegraciasalPadre,alHijoyalEspírituSanto.

—Es una canción preciosa —dijo Colin—, y significa lo mismo que cuandoagradezcoalamagiacuantohahechopormí.—Sequedóunmomentopensativoycontinuó—:Quizásseanlamismacosa.

EnesemomentoColinvioalgoinsólito.—¿Quiénes?—dijorápidamente—.¿Quiénviene?

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Lapuertadeljardínsehabíaabiertodandopasoaunaseñoraquelosescuchabainmóvil y cuya repentinapresencianopareció indiscreta.El sol que atravesaba losárbolesdabadellenosobresucapaazuleiluminabasuencantadoraysonrientecara.ParecíasalidadeunailustracióndealgúnlibrodeColin.Susojosbellosyafectuososabarcabancuantolarodeaba.

—¡Es mamá! —gritó Dickon, corriendo a recibirla. Colin y Mary caminaronhaciaellasintiendoqueelpulsoleslatíafuertemente.Colinleextendiólamanocontimidez,massusojosladevorabanconlamirada.

—Inclusoestandoenfermodeseabaconocerla—ledijo.Laemocionadacaradelniñolahizoenrojecerysusojossenublaron.—¡Queridomuchacho!—dijotemblorosacomosilehablaraasupropiohijo.—¿Lesorprendevermetanbien?—lepreguntóColin.Pusolasmanossobreloshombrosdelniñoyledijo:—¡Claroqueloestoy!Erestanparecidoatumamáquemeemocionas.—¿Creeustedquemipapámequerrá?—lepreguntóalgoincómodo.—¡Porsupuestoquesí!—lecontestódándoleunasuavepalmadaenelhombro

—.Eldebevolvercuantoantesacasa.EnesemomentoelviejojardineroseacercóalaseñoraSowerbyyledijo:—¿Qué le parecen las piernas del muchacho? Hace dosmeses eran como dos

palilloseinclusosedecíaquelasteníatorcidas.—EnpocotiempomásserátanfuertecomocualquiermuchachodeYorkshire—

dijoSusan,riendo—.DebemosdargraciasalSeñor.AsuvezpusolasmanosenloshombrosdeMaryy,mirándolacomounamadre,

ledijo:—Y tú también, querida niña. Estoy segura de que te pareces a tumamá que,

segúnmehandicho,eramuyhermosa.Cuandoseasmayorseráscomounabellarosaencarnada.¡Diostebendiga!

Marynohabíatenidotiempodepensarenelcambiodesucara,sólosabíaqueseveía diferente. Ahora feliz escuchaba decir que se parecería a su madre, a quiensiempreadmiró.

LaseñoraSowerbyhabíaenviadouncanastodeprovisionesqueDickonsacódesu escondrijo. Se sentaron a comer, mientras la madre observaba encantada cómodevorabansucomida.Loshizoreírconsushistoriase,inclusive,lesenseñónuevaspalabrasdeldialectodeYorkshire.

—Hay algo que me preocupa—dijo Mary—. Si Colín sigue comiendo comohasta ahora y su cara se redondea como la luna, ¿qué haremos?, ¿cómo podremosseguirocultandolaverdad?

—Notendránqueseguiractuandopormucho tiempo—dijo laseñoraSowerby—.ElseñorCraventendráquevolverprontoacasa.Delocontrarioseleromperáel

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corazónalsaberporotrapersonadeturecuperación.Supongoqueseríaterribleparati,¿noesverdad?

—No podría soportarlo —dijo Colin—. Cada día imagino nuevas formas dedecírselo,perohastaahoracreoque lomásapropiadoserácorrerasuhabitaciónycomunicárselo.

—Seráestupendoparaél.Poresodebevolver.Esedía tambiénplanearonunavisitaa lacasadeDickon.Viajaríanencochea

travésdelpáramocubiertodebrezo,conoceríanalosdoceniños,almorzaríanalairelibreysólovolveríancuandosecansaran.

SusanSowerbyselevantóparavolverasucasa.AdemáseratiempodequeColinfuera trasladado en su silla de ruedas. Antes de partir, él fijó sus ojos llenos deadoraciónenellaytomandosumanoledijo:

—Usted es exactamente como la imaginaba. ¡Cómome gustaría que fuera mimamáasícomoloesdeDickon!

Al oír esto Susan se inclinó y, atrayéndolo hacia su pecho, lo arrebujó bajo sucapacomosifuerahermanodeDickon.Conlosojoshúmedosledijo:

—¡Querido muchacho! Estoy segura de que tu mamá está en este jardín, ellajamáspodríaabandonarlo.Tupapávolverápronto,yaloverás.

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XXVIIEneljardín

Unodelosdescubrimientosmásextraordinariosdeestesiglohasidoelquelospensamientossontanpoderososcomolaspilaseléctricas,tanbuenoscomolaluzytanpeligrososcomoelveneno.Sipermitimosqueunpensamiento tristeomalo seintroduzcaennuestramenteestanarriesgadocomodejarqueunvirusseapoderedenuestrocuerpo.Siselepermitequedarse,esposiblequenopodamosdesprendernosnuncamásdeél.

Mientras en la mente de Mary no hubo más que pensamientos desagradablessobrelaspersonasquenoleagradaban,nadalacontentabaytampocoseinteresabaporlascosas.Eraunaniñadecaraamarillenta,enfermiza,aburridaydesdichada.Sinembargo, sinqueella sedieracuenta las circunstancias la ayudaron.Cuandoen sumente sólo hubo pensamientos para petirrojos, pequeñas casas en el páramo yextrañosjardineros,todocambió.Laprimaverayeljardínlahicieronrenacer,yensumenteyanohuboespacioparapensamientosdesagradables.

Igualmente,mientrasColinseencerróensudormitorioapensarsóloensumiedoy en su debilidad, detestando a las personas que lo rodeaban y obsesionado pordescubrir protuberancias o pensar en la muerte, fue un niño medio histérico ehipocondríaco. No conocía el sol ni la primavera. Tampoco suponía que podríalevantarse y sanar. Cuando los nuevos pensamientos echaron fuera todos esoshorribles temores, lavidarenacióenél.Lasangrecorrióporsusvenasy le inundóuna enorme fuerza. Su pensamiento científico no tenía nada de extraño. Era unafórmulasimpleyprácticadedesecharatiempolospensamientossinesperanzas,paradarcabidaaunaenormedeterminaciónyvalentía.

Almismotiempoqueeljardínsecretorenacía,ydosniñosvolvíanalavidajuntoa él, un hombre se paseaba solo por hermosos fiordos noruegos y los valles ymontañas suizas.Durante diez años saturó sumente de negros y descorazonadorespensamientos, sin tener la valentía de rechazarlos. Había sido feliz, pero cuandorepentinamente una enorme pena lo inundó, rehusó con obstinación toda clase deesperanza. Olvidó su hogar y desertó de él, abandonando sus deberes. Su aspectodesgraciado hacía que los extraños lo consideraran como un loco o, quizás, comoalguien que tenía un secreto culpable. El era un hombre alto, de cara cansada yhombrostorcidos.SunombreeraArchibaldCraven.

Desdeque recibiera aMaryen suescritorio,había recorridomuchospaíses sindetenerseenninguno.Trepómontañasparaobservarcómoseiluminabanloscerrosvecinosconelsolnaciente;mas,apesardequeteníalasensacióndequeelmundonacíaenese instante,esa luz jamáslo iluminó.Undía,caminandoporunvalledel

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Tirol austríaco, por primera vez en diez años se dio cuenta de que algo extraño lesucedía. Había caminado un largo trecho. Cansado, se recostó sobre el tapiz demusgoquecubríalasorillasdeunalegreriachuelo.Enciertomomentocreyósentirunaleverisaproducidaporelruidodelagua,enlaquelospájarosacudíanaenterrarsuscabecitasparabeber.Todoparecíatanvivoy,almismotiempo,laquietuderatanprofunda...Elvalleestabainmóvil.

Sentado,observandoelagua,ArchibaldCravensintióquesumenteysucuerpogradualmentesecalmaban.Pensóquesedormiría,peronofueasí.Encambio,atisboloscientosdepequeñosbrotesazulesquecrecíanalbordedelagua,semejantesalosque viera muchos años atrás. Como entonces, le parecieron preciosos. Sin darsecuenta,estepensamientolentamenteempezóacalmarsucorazónjuntoconelvalleque se aquietaba cada vezmás.El no sabía qué era lo que le sucedía, sólo que allevantarsesintiócomoundespertar.Diounprofundoylargosuspiro,maravilladoaldarsecuentadequealgoocurríadentrodeél,comodejándololibre.

—¿Quées?—dijocalladamente,pasándoselamanoporlafrente—.Sientocomosiestuvieravivo.

Noleeraposiblecomprenderporquélehabíasucedidoalgotanmaravilloso.Noteníaexplicación.Sólovariosmesesmástarde,estandodevueltaenMisselthwaite,recordaría ese momento al descubrir por casualidad que ese mismo día Colin, alentrareneljardínsecreto,habíagritado:"Viviréporsiemprejamás".

Archibald Craven conservó esta calma singular durante toda la jornada; pero,desgraciadamente, al día siguiente de nuevo lo sobrecogieron sus obscurospensamientos.Sinembargo,porextrañoqueparezca,hubominutosyhastamediashorasenque,sinquesedieracuenta,loabandonabasupesimismoyvolvíaa"vivir".

Cuando el dorado verano se transformó en otoño, se dirigió al lago Como, endonde, por fin, pudo soñar. Pasaba los días frente al azul cristalino del lago ocaminabahastaqueelcansanciolorendía,porentreelverdefollajedeloscerrosparaasítratardedormirmejor.

Amedidaquelapazdellugarcambiabasuspensamientos,sucuerpotambiénsefortaleció.Recordósucasaysepreguntósinoeratiempodevolver.Perodesistióalrecordarlacaramarfileñadesuhijotendidoenunacama.

Fueundíamaravilloso;caminóhastatanlejosquealvolveralavillalalunamuyalta iluminaba el lago con sombras púrpuras y plateadas.Como el espectáculo eragrandiosonoentróa lavilla, sinoqueatrajouna sillahastaelbordedel aguapararespirarelperfumedelanoche.Sequedódormido.

No supo en quémomento empezó a soñar, pero su sueño fue tan real que, almismotiempoqueescuchabaelchapoteodelagua,oyóconclaridadunavozquelollamabadulcemente:

—"¡Archie!¡Archie!".

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Tanrealfuelavozquecreyóquesehabíalevantadobruscamente.—"¡Lillias!¡Lillias!—contestó—.¿Dóndeestás?".—"En el jardín" —resonó la voz como si fuera una flauta dorada—. "En el

jardín".Ahíterminóelsueño,peroélnodespertó.A la mañana siguiente un sirviente le llevó una bandeja con varias cartas.

Nuevamente a solas, Archibald volvió a quedarse inmóvil reflexionando sobre elsueño. "En el jardín—se dijo pensativo—. Pero la puerta está cerrada y la llaveenterrada".Mirólascartasyvioqueunadeellas,escritaconunaletrademujerqueélnoconocía,proveníadeYorkshire.Laabrió.

"Estimadoseñor:Soy Susan Sowerby, la que un día en el páramo se atrevió a interceder por la

señoritaMary.Comoenaquellaocasión,nuevamentelehablaréconfranqueza.¡Porfavor, señor, vuelva cuanto antes a la casa! Creo que se alegrará de hacerlo, yexcúseme,señor,perocreoquesisuesposaestuvieraaquí,lepediríaquelohiciera.

Suservidora.SusanSowerby"ElseñorCravenleyódosveceslacartarecordandoelsueño."VolveréaMisselthwaite—sedijo—.Meirédeinmediato".Pocos díasmás tarde se encontraba nuevamente enYorkshire.Durante el largo

trayectoentrenpensóensuhijocomonolohabíahechohastaentonces.Todosestosañosdeseóolvidarqueélexistía.Volvieronasumemorialosdíasdedelirioporqueelniñoestabavivoy,encambio,lamadrehabíamuerto.Eneseentoncesrehusóverlo,yalfin,cuandosedecidió,seencontróanteunsertandébilquetodospensaronquemoriría. Pero para sorpresa de aquellos que lo cuidaban vivió, a pesar de que sesuponíaqueseríadeformeeinválido.

Elnohabíaqueridoserunmalpadre.Buscóparaelniñodoctores,enfermerasytodoellujoquelepodíadar,perosólopensarenelniño,quesehundíacadavezmásensumiseria,loabrumaba.Laprimeravezque,luegodeunañodeausencia,volvióa la casa, no pudo soportar la mirada triste de esos pálidos ojos grises de negraspestañas, tan parecidos y a la vez tan diferentes a los ojos felices que él habíaadorado.En esa ocasión se alejó pálido como lamuerte y desde ese día apenas lovisitó.Solíairaverlomientrasdormíayloúnicoquesabíadeéleraque,ademásdeser inválido, tenía un temperamento histérico y que, para calmar sus furias, tanpeligrosasparaelpropioniño,habíaquedarlegustoentodo.

Aunque estos pensamientos no eran optimistas, este hombre, que se sentía"renacer",considerónuevasalternativas.

"Quizás he estado equivocado todos estos años —se dijo—. Posiblemente hapasadomuchotiempoyahoraesmuytarde."

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AlavezsepreguntabaporquéSusanSowerbysehabíamolestadoenescribirle.Quizáselniñoestabapeoromortalmenteenfermo,yélpodríaayudarlo.

Elcaminoa travésdelpáramo fuemuy tranquilizador; subelleza lehizo sentircomosiledieranlabienvenida.Sucorazónseensanchódealegría,enunsentimientomuy diferente al experimentado en otras ocasiones. ¿Sería posible que el niñoestuvieramejor?

Tan clara había resonado la voz durante el sueño que se prometió tratar deencontrar la llave o intentar abrir la puerta del jardín. Sentía, sin saber por qué, laimperiosanecesidaddehacerlo.

Alllegarasucasa,losempleadoslorecibieronconlaceremoniaacostumbradaycomentaron entre ellos que tenía mejor aspecto. Contra su costumbre, no subiódirectamenteasusaposentos,sinoqueenvióporlaseñoraMedlock.Ellaentróenlabibliotecaexcitadaynerviosa.

—¿CómoestáColin?—lepreguntó.—Muybien,señor—contestóelama—,peronoeselmismo.—¿Seencuentrapeor?—Verá, señor—trató de explicarle—, ni el doctor ni la enfermera saben qué

pensardeél.Hacambiadomucho.El,quenocomíanada,repentinamentecomenzóahacerlo en grandes cantidades y ahora nuevamente devuelve las comidas sin tocar.Porotraparte,nosésirecuerda,señor,quejamáspermitíaquelosacaranalparque.Sinembargo,luegodeunadelaspeoresrabietasqueleheescuchado,insistióensalircon laseñoritaMaryyelhijodeSusan,quien leempuja lasilla.Sehaencariñadomuchoconambosypasantodoeldíafueradecasa.

—¿Quéaspectotiene?—fuelapróximapregunta.—Si comiera como debe, diría que ha engordado, pero me temo que es sólo

hinchazón.Además,cuandoestáasolasconlaseñoritaMaryseríeenformaextrañayantesjamáslohacía.

—¿Endóndeseencuentraahora?—preguntóelseñorCraven.—Eneljardín,señor.Pasalosdíasallíynopermitequenadieseacerque;tiene

miedodequelomiren.Hizounesfuerzoparapensarendóndeseencontrabay,sinmás,elseñorCraven

saliórumboalmurallóncubiertodehiedra.Ibacaminandolentamenteyconlavistafijaenelsuelo,comosiloempujaranhaciaellugarprohibidoporél.Alllegarjuntoala puerta, sus pasos se acortaron. A pesar de estar cubierta por la enredadera, larecordaba con nitidez. Se detuvo y miró a su alrededor. En ese preciso momentopensósinoestaríasoñandonuevamente.Traselmuroseescuchabaruidodepisadasqueseperseguíanentrelosárbolesyelsonidodevocesyexclamacionesapagadas.Parecíalarisaincontrolabledegentejoventratandodenoseroída.¿Quésignificabatodoesto?¿Estaríaperdiendolarazón?

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Llegóunmomentoenque lasvocesolvidaroncallarsey lospies corrieronaunmásrápidocercadelapuertadeljardín.Seescuchabalarápidarespiracióndegentejoven, unida a fuertes risas no contenidas. En esemomento la puerta se abrió, sebalanceó la cortina de hiedra y un niño salió corriendo a todo escape. Sin ver alintruso, seprecipitó entre susbrazos.El señorCravenal verlo extendió susbrazosparanocaeranteestatromba,Luego,alsujetarlo,lomirótansorprendidoqueselecortólarespiración.Eraunniñoaltoybuenmozo.Conelpeloechadohaciaatráslomirabaconsussonrientesojossombreadosdelargaspestañas.

—¿Qué?¿Quién?—tartamudeó.EstanoeralaclasedeencuentroplaneadoporColin,peroquizáselhabersalido

corriendoyganandounacarrera,eraaunmejorquetodoloimaginadoporél.—¡Papá!—dijo—,soyColin.No lopuedescreer,¿verdad?Yocasino locreo,

perosoyColin.Elniñonoentendíaporquésupadrerepetíaunayotravez:—¡Eneljardín!¡Eneljardín!—Sí—seadelantóColin—,fueeljardínquelologró;tambiénMary,Dickon,los

animalitos y lamagia. Nadie lo sabe. Lomantuvimos en secreto hasta tu llegada.EstoytanbienqueinclusopuedoganarleaMaryenunacarrera.Seréunatleta.

Seleveíacomoelmássaludabledelosniños.Conlacaraenrojecida,estabatanexcitadoquelaspalabrasseleatropellaban.AloírloelseñorCravenseestremeciódealegría.

Colinpusosumanoenelbrazodesupadre.—¿Estáscontento,papá?—lepreguntó—.Viviréporsiemprejamás.El señor Craven puso sus manos sobre los hombros del niño manteniéndolo

quieto.Porunmomento,noseatrevióahablar.—¡Llévamealjardín,hijo!—dijoalfin—.¡Cuéntameloquehapasado!Yentonceslocondujeronaljardín.Ellugareraunconjuntoesplendorosodecoloresotoñalescongavillasdeliriosde

variadastonalidades.Elrecordabamuybienelmomentoenqueloshabíanplantado,esperandoestaépocaparaquerevelaransucolor.Rosastardíastrepabanycolgabanyelobscurosoldabamayorintensidadalamarillodelosárboles.Parecíalabóvedadeuntemplodorado.Elreciénllegadosedetuvosilenciosomirandoasualrededor.

—Penséqueestaríamuerto—dijo.—TambiénMarylopensó—contestóColín—,perorenació.Colindepiequisocontarlahistoria,mientraslosdemássesentaronbajoelárbol

aescucharlo.ArchibaldCravenpensóqueeraunaextrañahistoriaaquellaquelefuerelatada a la manera de los niños, con una mezcla de misterio, magia, criaturas,encuentrosylallegadadelaprimavera.Tambiénlehablarondelorgulloheridodeljoven,quecomounrajasehabíalevantadoparadesafiaraBen,laactuaciónyelgran

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secreto celosamenteguardado.El señorCraven se rióhasta cansarse,pero tambiénsusojossehumedecieron.Elatleta,eloradoryeldescubridorcientífico,eraunjovensaludableyencantador.

—Y ahora —dijo al finalizar su historia—, ya no será necesario que sea unsecreto.Creoqueseasustarándemuertecuandomevean,peronuncamásvolveréalasilla.Caminaréalacasacontigo,papá.

LosdeberesdeBenraramenteloacercabanalacasa,peroenestaocasiónbuscóunpretextoparallegarhastalascocinasyentraralsalóndelosempleadosabeberunvasodecerveza.Elqueríaestarpresenteenelmásdramáticodelosmomentosqueesageneraciónibaapresenciar.

Como la señora Medlock sabía que Ben venía del jardín, trató de averiguardetallesdelencuentrodesuamoconelniño.

—¿Vioaalgunodeellos?—lepreguntó.—Sí,claroquelosvi—contestóconexpresiónsignificativa.—¿Vienen juntos?—le preguntó la señoraMedlock muy excitada—. ¿Qué se

dijeron?—Nolosescuché—dijoBen—.Perohanestadoocurriendocosasmuyextrañas

queustedesnosospechan.Yalassabrán.Dosminutosmástardeapuntósolemnementehacialaventana.—¡Mire!—le dijo—. ¿No le parece curioso? Mire quién camina a través del

prado.Almirar,laseñoraMedlocklevantólosbrazosydiounpequeñochillido,anteel

cuallossirvientesquelarodeabanseacercaronparamirartambién.Losojoscasiseles salieron de las órbitas.Caminando por el prado, radiante de felicidad, venía unseñorCravendesconocidoparalamayoríadelosempleados.Asulado,Colin,conla

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cabezaenaltoylosojosllenosderisa,avanzabafuerteyfirmemente,comocualquierniñodeYorkshire.

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UnComentario

ElrelatodeF.H.Burnetthallegadoasufin.Unacuriosasensaciónde"reposo"espiritual parece adueñarse ahora del lector, que ha seguido paso a paso y con nodecrecienteinteréslasperipeciasdelosdos,cuandonodelostres,protagonistas.Ydigo dos o tres porque, en efecto, si bien es la pequeña Mary quien comienzaactuandoenelcentrodelaacciónnarrativa,apartirdesullegadaaInglaterra,ytrassurápidatransformaciónpsicológica,sufiguravasirviendopocoapocodebenéficopretexto para mostrar los efectos que una recién adquirida vitalidad logra ejercersobre la enfermiza figura de su primo, sumido en el marasmo de la histeria y—cualquiermédicolodiría—tambiéndeladepresión.Esasícomoél,ColinCraven,seyerguelentamenteenlaprotagonizacióndeestasegundapartedeltexto,destacandoprimerocomosutilcontrapuntodeesapersonalidadtanbienasentada—comolasuyapropia,nimásnimenos—deMary,peroasumiendomuyluegosobresucabeza(talcualocurreconeldominiogradualdesuspiernas)elcontrol"estelar"delanarración.

Al lector lequedaclaro,noobstante,queningunode losdosniñoshabría sidocapazdemanejarlasriendasdesuprocesopsicológicosinlapresenciaactivadeeseverdaderomilagro"pánico"—encuanto recuerda lamitológicay lúdica siluetadeldiosflautistaPan—queesDickon,elhermanodeMartha.Poralgosuapariciónseanuncia,comoelnúmerode fondodeuncirco,a lo largodevarias"trompetadas":éstas irán preparando la avasallante entrada en escena del Mago, al cual ningúnsecreto,absolutamenteninguno,leestarávedado.Ahorabien,hayquetenerpresenteque aquí no intervienen en sentido alguno aquellas influencias extrañas osobrenaturalesdeltipoDeusexmachina,tancarasalamayorpartedelosescritoresrománticos,aunquesísehablaconstantemente—ycuandonosehablaseinsinúa—de la insólita "magia" latente en el jardín, de la vaga pero palpable sombra quesobreflota y abona el misterioso huerto abandonado o de ciertas voces y conjuros"mágicos" que nada tienen de magia, aunque mucho sí de moderna (y ancestral)psicología...Seacomofuere, lociertoesqueDickonactúacomola levadurasin lacualeldesarrollointerioryexteriordelosprimosnohabríatenidoposibilidadalgunade concretarse. Porque Dickon ES la naturaleza y su fuerza pujante incontenible;DickonESlatotalarmoníaquelavisiónpanteístadelaautoraconcibecomolaúnicaformadefelicidadimaginable.

Nodeotramanera lodemuestra,por lodemás, lacomunicaciónperfectaqueelhumilde niño (bueno, bello e inteligente, TAL COMODEBE SER) mantiene conpájaros y plantas, por no decir, globalmente, con toda la creación. Esto viene acorroborarse, en último término, con las extrañas energías que el señor Craven

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adquiereenelTirolcuando,tendidojuntoaunarroyo,sesumeenunembriaganteyolvidadoestadodequietudespiritual,enelquelepareceescucharunllamadodesutierra que, en definitiva, no es sino el llamado potente de su propia carne y de supropiasangre.

Latesisdelaautoraparecieraser,entonces,comodealgunamaneraloexplicitael narrador omnisciente de los hechos, que no hay equilibrio en el ser humano sicuerpoyalmacaminanseparadamente,delamismaformaquenolohaysielhombrenoincorporaasuserlasinfinitasynecesariasriquezasqueofrecelanaturaleza.

Elpostuladonoes,ciertamente,nuevo,ycualquierapuederastrearsushuellasenlosorígenesmismosdelpensamientogriegoy,desde luego,de lafilosofíaoriental,tanbiensintetizadoporelidiomalatinoeneldichoMenssanaincorporesano.No,noresideaquílanovedaddeestetexto,comotampoco—muchomenos—elinterésque suhermosuradespierta,más allá de todo afándidáctico: lo queocurre es que,paradecirlodeunavezportodasysinentrarendetallesqueenestebrevecomentariodeverdadnocaben,TODOESRAROenelrelatodeestaautora.

Yesoesloqueseencargandeverificarlosmaravilladosojosdellectorinfantil.ANAMARIALARRAIN

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FRANCES HODGSON BURNETT, Nacida en 1849 en la ciudad inglesa deManchester,en1865FrancesHodgsonBurnettviajó,juntoasufamilia,alosEstadosUnidos. Allí contrajo matrimonio con el doctor Swann M. Burnett, de quien sedivorciaríaen1898.Sinembargo,mientrasllevabasunombrehabíallegadoaserunapopular escritora de libros para jóvenes. Por ello, profesionalmente continuófirmandoconelapellidodesuprimermarido.

El pequeño lord Fauntleroy, novela inspirada en el propio hijo de la autora,alcanzó un gran éxito entre los jóvenes y los niños. Para ellos, Frances HodgsonBurnett continuó escribiendo numerosas obras, tales como Sara Crewe, El jardínsecretoyPrincesita.Tambiénescribióalgunoslibrosparaadultos—AfairbarbarianyThroughoneadministration—ysuautobiografíaquetitulóWhomIknowbestofall.

Los libros de Frances Hodgson Burnett se caracterizan por un estilo elegante,fácil y sentimental. A juicio de un crítico, la autora posee "buenas facultades deobservación que hacen interesante, incluso desde el punto de vista psicológico ysocial,lalecturadesusobras".

ElpequeñolordFauntleroyesunade lasnovelasmáspopularesde la literaturainfantil.Casi podría definirse comoun cuento de hadas, aunque en él no aparecenseres fabulosos. Son personas verosímiles que dan ilusión de realidad a una tramapuramentefantástica.

En El jardín secreto—obra que, al igual que la anterior, fue llevada con granéxito a la pantalla— la autora narra la historia de una niña solitaria y de carácter

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amargo. Poco a poco, en estrecho contacto con la naturaleza y con su magia—elementos que jueganun importante papel en la novela—, la pequeñaprotagonistacambia de manera de ser. Toda esta transformación de su personalidad aparecehábilmentemezcladacon la llegadade laprimaverayel renacerde las floresy lasplantas.

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Notas

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[1]Nombreconqueloshindúesdenominabanalasseñoraseuropeas.

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[2]Nombrequedabanloshindúesalasniñaseuropeas.

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