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El Leviatán como juez de la verdad Víctor Palacios UBA-CIF VI Coloquio Internacional de Filosofía Bariloche 2002

El Leviatán Como Juez de La Verdad

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Ponencia sobre filosofía política. Pacto y verdad.

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El Leviatán como juez de la verdad

Víctor PalaciosUBA-CIF

VI Coloquio Internacional de FilosofíaBariloche 2002

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El Leviatán como juez de la verdad

“El ocio es la madre de la filosofía, y el Estado la madre de la paz y del ocio.

Sólo desde que existen ciudadesgrandes y florecientes fue posible el estudio de la filosofía.” Lev., Cap. XLVI.

El orden político es para Thomas Hobbes una forma de superar el miedo a la muerte y satisfacer nuestros apetitos y deseos, pero el precio que se paga para morigerar el miedo a ser asesinado por uno o más adversarios confederados contra nosotros en el estado de naturaleza es la sujeción de la voluntad de dominio en términos jurídicos. A partir de la realización del pacto político, el Levithan será juez de última instancia de lo justo y lo injusto, es decir, de aquello que nos es lícito desear y hacer. Los individuos se transforman así en sujetos. Esta sujeción se realiza mediante el lenguaje. Hobbes dice que sin lenguaje: “no hubiera existido entre los hombres ni gobierno ni sociedad, ni contrato ni paz, ni más que lo existente entre leones, osos y lobos.”1 El lenguaje es condición de posibilidad del pacto político,2 porque el pacto es una mutua transferencia de derechos llevada a cabo por medio del lenguaje. Por eso dice en el capítulo 14 del Leviathan que: “El procedimiento mediante el cual alguien renuncia o transfiere simplemente su derecho es una declaración o expresión, mediante signo voluntario y suficiente, de que hace esa renuncia o transferencia [de derechos], o de que ha renunciado o transferido la cosa a quien la acepta.”3

Esta posición respecto del rol que juega el lenguaje en la celebración del pacto político la mantiene Hobbes también en sus otras obras. Por ejemplo en De Cive dice: “Del hecho de que en toda donación y en todo pacto se requiera la aceptación del derecho que se transfiere, se deduce que nadie puede pactar con alguien que no ofrezca signos de dicha aceptación; como tampoco se puede pactar con los animales, ni podemos atribuirles ningún derecho ni quitárselo, por falta de lenguaje y de inteligencia.”4 En The Elements of Law sostiene: “También es imposible hacer pactos con aquellas criaturas vivas de cuya voluntad no tenemos signos suficientes, por falta de un lenguaje común.”5

A pesar de su primitivo origen divino, el lenguaje ha devenido para Hobbes, por la invención continua de nombres nuevos en un dispositivo artificial. La extensión de sus

1 Thomas Hobbes, Leviatán o la materia, forma y poder de una República eclesiástica y civil , traducción de Manuel Sánchez Sarto, F.C.E., México, 1994, Capítulo 4, pág. 22, en adelante: Leviathan. 2 Esta es la tesis que defiendo en Víctor Palacios, Lenguaje y pacto en Thomas Hobbes, Prometeo, Buenos Aires, 2001. 3 Leviathan, Capítulo 14, pág. 108. Las negritas son mías.4Thomas Hobbes, De Cive, traducción propia de la edición de Howard Warrender en Clarendon Press, Oxford, 1983. En adelante De Cive. Corrijo en mi traducción la de Joaquín Rodriguez Feo que he consultado, Cf. Thomas Hobbes, El Ciudadano, edición bilingüe: texto latino edición del Sr. Molesworth de 1839 complementado por el texto latino editado por Howard Warrender en Clarendon Press, Oxford, 1983, con documentos no tenidos en cuenta por Molesworth; traducido por Joaquín Rodriguez Feo, Editorial Debate, Madrid, 1993, Capítulo 2. punto XII, pág. 26. En esta traducción, Rodriguez Feo traduce al castellano como “raciocinio e inteligencia” en lugar de “lenguaje e inteligencia”. Pero creemos que debería decir “lenguaje” y no “raciocinio” porque en la versión latina de Molesworth que Rodriguez Feo edita en la página contigua a su traducción dice: “sermonis & intellectus” y en la versión inglesa de Haward Warrender, Op. Cit. pág. 56, de la cual traduce Rodriguez Feo dice “speech and understanding”.5“Also it is impossible to make covenant with those living creatures, of whose wills we have no sufficient sign, for want of common language.” Thomas Hobbes, The Elements of Law, edited with a Preface and Critical Notes by Ferdinand Tönnies, Second edition, Barnes & Nobles, New York, 1969, pág. 79. En adelante “The Elements of Law”.

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nombres es determinada de manera convencional y arbitraria. En el De corpore dice: “Las voces humanas conectadas como para ser signos de los pensamientos, son lenguaje, pero las partes individuales son llamadas nombres. (...) Un nombre es una voz humana empleada por decisión del hombre [arbitratu hominis adhibita en la versión latina y by a decision of men en la versión inglesa]6 (...) Yo he asumido que los nombres fueron establecidos a partir de una decisión de los hombres [arbitrio hominum en la versión latina y from a decision of men en la inglesa] (...) pues ¿quién puede pensar que la naturaleza de las cosas se muestra en el nombre de las cosas mismas, cuando aparecen palabras diariamente, las viejas se destruyen, se usan diferentes palabras en diferentes naciones y, finalmente, cuando no se ve ni una similitud entre palabras y cosas ni alguna comparación posible entre ellas?”7 La misma posición es mantenida en esta cita de The Elements of Law: “Un nombre o apelación es la voz de un hombre, arbitrariamente impuesta (arbitrarily imposed), como una seña para traer a su mente alguna concepción concerniente a la cosa sobre la cual fue impuesta.”8 Y en el De Cive dice: “vemos que se ha establecido por acuerdo de todos los que utilizan la misma lengua (como por un pacto necesario para la sociedad humana) [ita consensu communi eorum qui eiusdem sunt linguae (quasi pacto quodam societati humanae necessario) en la versión latina y by the common consent of them who are of the same language with us, (as it were by a certaine contract necessary for humane society)9 en la versión inglesa] que el nombre de cinco unidades conste de tantas como las que se contienen en el de dos y en el de tres tomados conjuntamente, en ese caso, si alguien acepta que eso es verdad porque dos y tres a la vez es lo mismo que cinco, a ese asentimiento se le llama ciencia. Conocer esta verdad no es otra cosa que reconocer que nosotros la hemos hecho. Porque por la decisión y por la ley lingüística de aquellos por los que el número .. se ha llamado dos y el ... tres, y el ..... cinco, por esa misma decisión se ha hecho posible que la proposición dos y tres tomados conjuntamente suman cinco, sea verdadera. (...) Conocer la verdad es lo mismo que recordar que ha sido construida por nosotros mismos con el mero uso de los nombres. Platón dijo, y no temerariamente, en su tiempo, que la ciencia era memoria.”10

El lenguaje, por tanto, es concebido por Hobbes como instituido por decisión arbitraria de los hombres y la verdad que se predica de sus proposiciones, dependerá de las verdades primitivas que hayan sido determinadas como axiomas. Porque dice Hobbes en De Corpore que: “La verdad y la falsedad están en el discurso y no en las cosas. A partir de esto, se entiende que no hay lugar para lo verdadero y lo falso excepto entre aquellas cosas vivientes que poseen habla.”11 Y también en el Leviathan dice: “En efecto: verdad y falsedad son atributos del lenguaje, no de las cosas. Y donde no hay lenguaje no existe ni verdad ni falsedad. (...) Si advertimos, pues, que la verdad consiste en la correcta ordenación de los nombres en nuestras afirmaciones, un hombre que busca la verdad precisa, tiene necesidad de recordar lo que significa cada uno de los nombres usados por él”12.

Entonces, si la definición de los términos primitivos del lenguaje es convencional y arbitraria, las primeras verdades formuladas en ese lenguaje compartirán estas características. Por eso dice Hobbes en el De Corpore

6 Cf. Thomas Hobbes, De Corpore. Computatio Sive Logica, Translatiosn and commentary by Aloysius Martinich, Edited, and with an Introductory Essay, by Isabel C. Hungerland and George R. Vick, Abaris Books, New York, 1981, cito traducción propia de esta obra. En adelante De Corpore.7 De Corpore, II, 4, pág. 199.8 The Elements of Law, I, 5, pág. 18. Las negritas son mías. 9 Las negritas de las versiones inglesa y latina son mías.10De Cive, Cap. 18, pág. 193. Las negritas son mías.11 De Corpore 3, 8, pág. 235.12Leviathan, Cap. 4, pág. 26.

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que: “De esto también puede ser deducido que las primeras verdades de todas las cosas surgieron de la decisión de aquellos quienes primero impusieron nombres sobre las cosas o aceptaron de otros aquellos impuestos. Pues, para tomar un ejemplo, «el hombre es un animal» es verdadero, porque fue acordado imponer estos dos nombres sobre la misma cosa.”13

Ahora bien, siguiendo esta línea de lectura, se podría pensar que el que es dueño de prohibir cierto uso del lenguaje, por ejemplo al prohibir enseñar una doctrina y además tiene autoridad para cambiar la validez de las convenciones, se transforma en juez de la verdad. Habida cuenta del componente arbitrario que tienen las definiciones, cuando surge una controversia acerca de la verdad de una proposición, el Leviathan puede imponer su arbitrariedad de criterio por encima de la de los demás, si lo considera necesario para mantener la paz.

Esta consecuencia de nuestra hipótesis coincide con algunas interpretaciones de la filosofía política de Hobbes14. J. W. N. Watkins interpretó que la teoría del lenguaje de Hobbes permite postular una teoría Humpty-Dumpty de la verdad. Esto quiere decir que, como el personaje de Alicia en el país de las maravillas, el Leviathan podría cambiar el “diccionario” que utilizamos para hablar de modo que resulte verdadero o falso el conjunto de proposiciones que el Leviathan quiere que sean verdaderas o falsas, cambiando sobre la marcha las reglas del juego del lenguaje. Este procedimiento le permitiría hacer prevalecer siempre su criterio.15 También Zarka dice que el Leviathan establece el significado definitivo y objetivo de los nombres del lenguaje.16

Algunas citas de Hobbes parecen dar pábulo a esta interpretación posible. Así dice en el De Cive que en las controversias sobre la ciencia humana su verdad: “se obtiene con la razón natural y los silogismos, a partir de las convenciones humanas y de las definiciones (esto es, de los significados, aceptados por el uso y por el acuerdo común) de los términos17; como son todas las cuestiones de derecho y de filosofía. (…) Luego esa verdad depende de los pactos y del acuerdo de los hombres.18 De igual manera, cuando se pregunta en filosofía si un mismo todo puede estar a la vez en varios lugares, la determinación de esa pregunta depende del conocimiento del acuerdo común de los hombres acerca del significado del término19 todo; y puesto que los hombres, cuando dicen que un todo está en algún lugar, significan que por un acuerdo común20 entienden que no hay nada de él en otro lugar, resulta falso que el mismo esté en varios lugares a la vez; luego esa verdad 13 De Corpore 3, 8, pág. 235.14 Richard H. Popkin, “Hobbes and Scepticism,” Op. Cit., pág. 133-148. “Hobbes and Scepticism II”, Op. Cit.15 “El hecho de que la ontología nominalista de Hobbes, sin el concurso de accidentes, conduce a una teoría Humpty-Dumpty de la verdad y la falsedad puede demostrarse de la siguiente forma. Supongamos que a un objeto a (objeto cuyo nombre propio es [a]) se la ha dado el nombre común de G, y que a un objeto b se le ha dado el nombre común de no-G (ya que para Hobbes tanto Hombre como no-Hombre son nombres, Cf. De Corpore I, ii, 16 & EW, i, pág. 27) ; supongamos también que ha de decidirse en este momento si a un objeto c se le debería dar el nombre de G o de no-G. Para una ontología estrictamente nominalista, ¿podría venir determinada dicha decisión, aunque fuera muy por encima, por consideraciones objetivas? Podría responderse: Si; una condición necesaria para que a c se le de el nombre de G es la de que c fuese, como mínimo –para exponerlo de forma aproximada–, más bien parecido a a y más bien distinto de b. El problema consiste en que es casi seguro que c será, en algunos aspectos, más bien parecido a a y más bien distinto de b, mientras que en otros será más bien parecido a b y más bien distinto de a. Si a es un tigre, b es una ballena y c es un tiburón, c se parecerá más bien a a y diferirá más bien de b en relación con su tendencia a devorar al hombre, y se asemejará más bien a b y se diferenciará más bien de a en relación con su tendencia a vivir en el mar.” J.W.N. Watkins, Hobbes’s Sistem of Ideas, Op.Cit., pág. 174-175.16 Cf. Yves Ch. Zarka, Op. Cit., Segunda parte: Lenguaje y poder, Cap. IV: Teoría del lenguaje y Cap. V: Semiología del poder; más específicamente en pág. 109 y 136 del punto 6 “Código de lectura de los signos”. 17 “quarum veritas ratione naturali , & Syllogismis elicitur, ex pactis hominum & definitionibus (id est, receptis vsu & consensu communi vocabulorum significationibus)” en la versión latina y “whose truth is sought out by naturall reason, and Syllogismes, drawne from the Covenants of men, and definitions (that is to say, significations received by use, and common consent of words) ” en la versión inglesa.18 “Veritas ergo ea dependet a pactis & consensu hominum” en la versión latina y “that truth therefore depends on the compacts, and consents of men” en la versión inglesa. Las negritas son mías.19 “determinatio quaestionis dependet a cognitione communis consensus hominum, circa significationem vocabuli” en la versión latina y “depends on the knowledge of the common consent of men about the signification of the word” en la versión inglesa. Las negritas son mías.20 “communi consensu” en la versión latina y “common consent” en la versión inglesa.

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depende del acuerdo de los hombres21, y de igual forma en todas las demás cuestiones de derecho y de filosofía. Los que creen que a partir de algunos lugares oscuros de la Escritura pueden establecer algo contra este acuerdo común de los hombres sobre las denominaciones de las cosas, piensan que se ha de eliminar el uso del lenguaje y junto con él toda sociedad humana22. Porque el que vende un terreno completo dirá que todo él se contiene en una parcela, y se quedará con el resto como no vendido; más aún, elimina la razón entera, que no es otra cosa que la investigación de la verdad hecha por medio de tal consenso23.”24

Como vemos, Hobbes sostiene que la verdad tiene un componente lingüístico convencional. ¿Pero a quién corresponde juzgar acerca de si una convención debe ser permitida o prohibida porque atenta contra la paz? ¿Hasta dónde puede inmiscuirse el Leviathan? En la cita que sigue, tomada del De Cive, parecería que Hobbes entrega al Soberano también la potestad de juzgar acerca del significado de los nombres del lenguaje, si ello suscitara alguna disputa que atente contra la paz, dice: “Corresponde a la autoridad civil definir qué es lo que conduce a la paz y a la defensa del Estado.”25 “Corresponde a la autoridad civil, siempre que sea necesario, juzgar acerca de la verdad de las definiciones y de las consecuencias.”26 “Más aún, si se suscita una discusión acerca de las cosas que son de uso común, acerca del significado propio y preciso de nombres o apelaciones, de tal forma que sea necesario que eso se determine para la paz del Estado o para la distribución del derecho, esa determinación corresponderá al Estado. Porque los hombres, razonando, investigan tales definiciones por la observación de los diversos conceptos, para cuya significación se emplean aquellas apelaciones según la diversidad de tiempos y causas. Pero la decisión acerca de quién ha razonado bien corresponde al Estado. Por ejemplo, si una mujer da a luz una forma insólita; como la ley prohibe matar a un hombre, surge la cuestión de si lo alumbrado es un hombre. Se pregunta por lo tanto qué es un hombre. Nadie duda de que será el Estado quien lo juzgue”27. Y cuando Hobbes define cómo se constituye el Leviathan dice que se hace por medio de la designación de una asamblea u hombre respecto del cuál: “sometan sus voluntades cada uno a la voluntad de aquel y sus juicios a su juicio.”28

No es posible pensar que Hobbes restrinja la potestad del Leviathan de ser juez en algún ámbito reservado para otros jueces, como si pudiera admitir que respecto de lo permitido y prohibido juzga el Leviathan pero sobre lo verdadero y lo falso juzgan, por ejemplo, los filósofos. Porque quien tiene derecho a juzgar qué es verdadero y qué falso, tiene derecho a pretender que se actúe de acuerdo a su criterio. Porque, como dice Hobbes: “Los actos de los hombres proceden de sus opiniones, y en el buen gobierno de las opiniones consiste el buen gobierno de los actos humanos respecto a su paz y concordia. Y aunque en materia de doctrina nada debe tenerse en cuenta sino la verdad, nada se opone a la regulación de la misma por vía de paz.”29

En la teoría hobbesiana no puede haber dos jueces en paralelo, porque fatalmente uno terminará subordinado al otro. Por tanto, parecería que el Leviathan y no el filósofo será juez de la verdad, si es que debe haber alguno. Dice Hobbes: “Puesto que el derecho de espada no es otra cosa que el poder usar la espada con derecho a su arbitrio, de ahí se sigue que el arbitrio o el juicio acerca de su recto uso pertenecen a la misma persona. Ahora bien, si el poder de juzgar estuviese en poder de uno y el de ejecutar en el de otro no se conseguiría nada; ya que en vano juzgaría quien no pudiera ejecutar los mandatos o, si los ejecutase por medio del derecho de otro, no podría decirse que tuviera él el derecho de espada sino aquel otro, del cual sería

21 “veritas ergo consensu hominum” en la versión latina y “that truth therefore depends on the consents of men” en la versión inglesa. Las negritas son mías.22 “Et qui contra hunc communem circa rerum appellationes consensum hominum, ex obscuris scripturae locis aliquid statui posse iudicant, tollendum iudicant & sermonis vsum, & vna omnem societatem humanam.” en la versión latina y “And they who doe judge that any thing can be determin’d, (contrary to this common consent of men concerning the appellations of things) out of obscure places of Scripture, doe also judge that the use of speech, and at once all humane society, is to be taken away” en la versión inglesa. 23 “quae nihil aliud est praeter veritatis per talem consensum factae inuestigatio” en la versión latina y “which is nothing else but a searchimg out of the truth made by such consent” en la versión inglesa.24De Cive, Cap. 17, pág. 188 y pág. 248-249 de la edición de Warrender citada.25 De Cive, Cap. 17, pág. 162. Es el título del punto 11 del capítulo XVII.26 De Cive, Cap. 17, pág. 162. Es el título del punto 12 del capítulo XVII. Las negritas son mías.27De Cive, Cap. 17, Cap. 12. pág. 172. 28 Leviathan, Cap. XVII, pág. 140-141. Las negritas son mías.29 Leviathan, Cap. XVIII, pág. 146. Las negritas son mías.

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únicamente servidor. Así pues, en el Estado todo juicio corresponde a quien tiene las espadas, es decir, a quien tiene el poder supremo.”30

Sin embargo, si bien hay algunas citas que parecen avalar nuestra hipótesis inicial y algunos comentaristas la sostienen, creemos que la misma presenta algunos problemas insalvables. A saber: Hobbes no es ni un escéptico ni un relativista. No podemos hacerle decir que la verdad es absolutamente convencional o arbitraria y es difícil pensar que Hobbes creyera en pleno siglo XVII que la objetividad de la verdad fuese el resultado de la arbitrariedad política o que toda pretensión de verdad encubre en realidad una voluntad de dominio. La epistemología hobbesiana no es asimilable de manera directa, por ejemplo, a la de un Nietzsche, Foucault o Kuhn.

Hay otra serie de citas, donde Hobbes habla de la verdad per se. En otro contexto, hablando de los logros de la filosofía, dice en el De Corpore: “No se me escapa cuán difícil es hacer desaparecer de las mentes de los hombres opiniones inveteradas y reforzadas por la autoridad de escritores elocuentes, especialmente cuando la verdadera filosofía (esto es, la exacta) explícitamente rechaza no sólo la pretensión de la retórica sino también todos los embelezamientos y cuando los fundamentos de todas las ciencias no sólo no parecen bellos, sino más bien superficiales, áridos e incluso deformes. Sin embargo, puesto que hay ciertamente algunos hombres, aunque pocos, a quienes la firmeza y la verdad del razonamiento per se deleita en todas las cuestiones, he pensado que debo ir en asistencia de estos pocos.”31

Por un lado Hobbes dice que el Leviathan tiene autoridad para juzgarlo todo y, por otro, habla de una verdad per se. Frente a esta dificultad algunos autores como Watkins32 y Peters33 dicen simplemente que Hobbes se contradice, que su concepción del lenguaje y por lo tanto de la verdad es incompatible con el resto de su filosofía y que Hobbes no supo encontrar una solución a la distinción entre proposiciones sintéticas y analíticas.34 Ésta es, sin duda, una crítica disparatada, porque la distinción kantiana es posterior. Otros autores como Popkin concluyen que el Leviathan hobbesiano es juez de la verdad y punto.35

Por nuestra parte, creemos que la concepción hobbesiana de la verdad tiene relación con la concepción hobbesiana del lenguaje y que la proposición que formulamos a modo de hipótesis, a saber, que Hobbes sostiene una concepción convencional o arbitraria de la verdad no debe ser aceptada porque implica una razonamiento falaz. Aún a pesar de que en algunos pasajes parezca insinuarse tal posición a efectos de reforzar la recomendación de no desafiar la autoridad política del Leviathan con ningún pretexto filosófico, científico, jurídico y, sobre todo, religioso, en todos los casos siempre la regla es la defensa de la paz y no de la verdad. La convencionalidad de los axiomas del lenguaje, por decirlo así, no convierte en convencional la verdad de sus teoremas.

El siglo XVII fue muy fecundo en cuanto al desarrollo de teorías respecto de la objetividad del conocimiento y de la verdad.36 Sin embargo, hay una cuestión respecto de la teoría hobbesiana de la verdad que

30 De Cive, Cap. 6, pág. 58. Las negritas son mías.31 De Corpore, I, 1, pág. 175. Las negritas son mías. 32 J.W.N. Watkins, Op. Cit. 179.33 “Pero es posible defender la idea de que cuando él [Hobbes] está hablando en un contexto predominantemente político refuerza siempre la importancia de las definiciones y usualmente presenta una teoría convencionalista de la verdad; mientras cuando está pensando acerca de las ciencias naturales su teoría es menos convencionalista y más una teoría autoevidente de la verdad como la de Descartes. Son las afirmaciones de Hobbes en Leviathan y De Cive las que dan al lector la fuerte impresión de que él sostiene alguna clase de teoría convencionalista de la verdad.” Richard Peters, Op. Cit., pág. 54. Cf. También Martin A. Bertman, “Semantics and Political Theory in Hobbes”, en Hobbes Studies, Vol. I, pág. 134-142.34 “Parece que Hobbes fracasó en visualizar la importancia de la diferencia crucial entre verdad analítica y verdad sintética y, a través de la influencia de la geometría, extendió el modelo de la verdad analítica a las ciencias naturales y sociales.” Richard Peters, Op. Cit. pág. 55. 35 Richard R. Popkin, Op. Cit.36 Cf. Steven Shapin, A Social History of Truth, Civility and Cience in Seventeenth-Century England, Op. Cit. Y Cf. Steven Shapin and Simon Schaffer, Leviathan and the Air-Pump, Hobbes, Boyle and the experimental Life; Op.Cit. donde se reconstruye la polémica entre Boyle y Hobbes acerca de lo discutible que fueron las verdades de hecho que cada uno decía que tenían lugar en el interior de la burbuja de vidrio de la bomba de vacío y donde se ve la relevancia del “diccionario” utilizado a la hora de describir verdades de hecho

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puede ser planteada gracias a las exposiciones precedentes. Es cierto que el Leviathan podría prohibir que llamemos “dos” a las duplas, “tres” a los tríos y “cinco” a los quíntuplos de objetos y obligarnos a llamarlos “X”, “Y” y “Z” o “two”, “three” y “five” respectivamente. Pero, entonces no podría evitar que digamos que es verdad que “X” e “Y” tomados conjuntamente soman “Z”, o que “two” y “three” tomados conjuntamente suman “five”, sin incurrir en una contradicción. Aún cuando el Leviathan pudiera cambiar permanentemente las reglas lingüísticas sin perder su autoridad, no podría evitar que cada juego de significados proyecte un conjunto de proposiciones verdaderas y un conjunto de proposiciones falsas. El Leviathan puede cambiar los nombres pero no puede hacer que yo deje de percibir que las duplas y los tríos tomados conjuntamente suman quíntuplos, más allá de cómo se llamen. El Leviathan puede tener poder para cambiar algunas reglas del juego del lenguaje, pero no tiene poder para hacer que cambien las situaciones de hecho que el lenguaje describe ni las percepciones que se tienen de ellas. La verdad no es, por tanto, convencional para Hobbes. Por eso dice: “Por lo tanto, esas proposiciones que son eternamente verdaderas son necesarias. (…) Pues algunas verdades son eternas; pues “si hombre, entonces animal” será siempre verdadera aunque no sea necesario ni para el hombre ni para el animal existir eternamente.”37

Como lo prueban los textos del Behemoth38, en los que se señala la conspiración de los presbiterianos, aún después de celebrado el pacto, el lenguaje conserva intactas todas sus posibilidades. El lenguaje es para Hobbes una espada de dos filos. Es el medio que permite la celebración de la constitución del Estado, cuando éste no existe, pero es un arma que se puede utilizar para destruirlo, cuando existe.39 Hobbes le asigna al Leviathan el derecho de vigilar y castigar, pero, en su filosofía política, la inteligencia respecto de las practicas discursivas es una tarea que no puede ser clausurada. La disputa entre el Cesar y los gramáticos, entre el Leviathan y la Facultad de Filosofía, o entre el Rey y el Papa, continúa.

Ahora bien, hasta aquí hemos resuelto sólo la mitad del problema. Porque Hobbes podría reconocer la existencia de una verdad objetiva y aún así postular que de todas maneras, a falta de un mejor juez y en atención a mantener la paz, el Leviathan será quien juzgue no sólo las acciones de los hombres sino además qué proposiciones deben ser tenidas por verdaderas y cuáles por falsas. Esto es claro, cuando de lo que se trata es de poner coto a la intromisión de la Iglesia en cuestiones públicas. Pero, ¿pensaba, por ello, Hobbes que el

de la naciente ciencia experimental.37 De corpore, 3, 10, pág. 238-239. El comentarista dice: “Él [Hobbes] utiliza su afirmación de que las verdades son eternas como evidencia de que ‘es obvio que la verdad no adhiere a las cosas sino al discurso’; aún más, él niega que sea necesario que hombres o animales hayan existido eternamente para hacer la proposición ‘el hombre es un animal’ verdadera. ¿De qué manera la eternidad de ciertas verdades prueba que el discurso es verdadero? Esto indica exactamente lo opuesto para mí. ¿Por qué mencionar que los hombres y los animales no han tenido que existir eternamente para que la proposición ‘el hombre es un animal’ sea verdadera? ¿Cómo puede ‘el hombre es un animal’ ser eternamente verdadera cuando, como discurso, no ha existido desde la eternidad. El problema yace no en que Hobbes predique la verdad y falsedad del discurso. Tampoco en su opinión de que algunas verdades son eternas, uno podría consistentemente sostener una o la otra opinión. El problema yace en sostener ambas opiniones, lo cual es inconsistente. Hobbes inocentemente unió la concepción filosófica de que lo verdadero y lo falso están en el discurso con la opinión del sentido común de que algunas verdades son eternas sin darse cuenta de su inconsistencia. La excusa de Hobbes, yo creo, es que él no consideró reflexivamente las cuestiones involucradas.” Sin embargo, nosotros opinamos que cuando Hobbes dice que “algunas verdades son eternas” no quiere dar a entender que la verdad adhiere al discurso y no a las cosas, como dice Martinich, sino que quiere decir lo que dice; a saber, que algunas verdades son eternas.38 Thomas Hobbes, Behemoth, or the Long Parliament, ed. Molesworth, vol VI, Aalen Scientia Verlag, 1969, traducida por Antonio Hermosa Andújar, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1992, pág. 28-29. Las negritas son mías. En adelante: “Behemoth”. Respecto del estilo de predicar de los presbiterianos, dice Hobbes: “afectaban al entrar en el púlpito su semblante y gestos, su declamación de las plegarias y sus manos, y se valían en tal modo de frases de las Escrituras –no importa que la gente las comprendiera o no-, que ningún actor del mundo habría representado mejor el papel de hombres religiosos; tan es esí, que a un hombre no familiarizado con dicho arte, nunca se le hubiera ocurrido sospechar, viéndoles, una ambiciosa trama para suscitar una sedición contra el Estado, según eran sus designios por entonces; ni tampoco poner en duda que la vehemencia de su voz –las mismas palabras, en el tono habitual, habrían tenido ciertamente menor efecto- o la afectación de sus gestos y miradas tuvieran un origen distinto del celo por el servicio a Dios.” Behemoth, pág. 29.39 Cf. Thomas Hobbes, Thomae Hobbes Malmesburiensis Vita Carmine Expressa Authore Seipso, incluido en Diálogo entre un filósofo y un jurista, pág. 153; y Thomas Hobbes, Diálogo entre un filósofo y un jurista, Tecnos, Madrid, 1992, pág. 7, traducido por Miguel Ángel Rodilla de la versión inglesa de A Dialogue between a Philosopher and a Student of the Common Laws of England. En adelante “Diálogo entre un filósofo y un jurista”.

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Leviathan debía ser considerado juez de la verdad? Hobbes mismo responde en el Leviathan: “Existe [entre aquellos que utilizan ciertos textos antiguos para justificar opiniones erradas] otro error en su Filosofía civil (que nunca aprendieron en Aristóteles ni en Cicerón, ni en ningún otro de los paganos): el de extender el poder de la ley, que es regla de las acciones solamente, a los meros pensamientos y conciencia de los hombres, por examen e inquisición de lo que sostienen”.40

La cuestión se planteó en vida de Hobbes41 y esto respondió él mismo respecto de las prerrogativas del Leviathan: “Es su autoridad, digo yo, la que debe decidir no qué hayan de creer los hombres, sino qué hayan de decir en estas cuestiones.”42 Por tanto, la proposición auctoritas non veritas facit legem43 no significa que la autoridad determina la verdad de las proposiciones sino, precisamente, que la verdad no tiene que ver con la autoridad que sanciona las leyes. La obediencia en defensa de la paz, implica que el Leviathan es juez de última instancia de lo permitido y lo prohibido. Para poder afirmar que el Leviathan es juez absoluto de lo verdadero y de lo falso, el lenguaje debería ser purificado y establecido en todos sus usos de manera absolutamente unívoca, y esto, según la concepción hobbesiana del lenguaje, es, por suerte, imposible. La comprensión de qué significa seguir una regla u observar una ley, conserva una tensión siempre presente y postula un problema de fueros: el fuero interno es distinto del público. En la interpretación de la ley, entre el Leviathan y su palabra se interpone el cuerpo del individuo y sus prácticas discursivas. Porque como le responde Hobbes a Descartes: “Mediante la razón, no concluimos nada tocante a la naturaleza de las cosas, sino sólo tocante a sus denominaciones. Es decir: que, por la razón, sólo vemos si unimos bien o mal los nombres de las cosas, según las convenciones que hemos establecido a capricho respecto del significado de estas últimas. Si ello es así, como en efecto puede ser, el razonamiento dependerá (según pienso) del movimiento de los órganos del cuerpo; de esta suerte, el espíritu no será otra cosa que un movimiento que se produce en ciertas partes del cuerpo orgánico.”44 La comprensión, incluso de la ley, se hace en términos individuales. Los signos del lenguaje común deben ser traducidos a marcas con significación personal.45 Y esta tensión entre lenguaje privado y lenguaje público no puede ser abolida por el Leviathan.46

Obedecer, pensar y hablar no son, para Hobbes, nombres con la misma extensión. El Leviathan es, por tanto, sólo juez de los actos.

40 Leviathan, Cap. 46, pág. 562-563. Las negritas son mías.41 Cf. Leiser Madanes, “Hobbes on Peace and Truth: an objection to Richard Popkin’s «Hobbes and Scepticism I» and «Hobbes and Scepticism II»”, en Richard H. Popkin, Scepticism in the History of Philosophy, ed. Richard H. Popkin, Kluwer Academic Publishers, Netherlands, 1996, pág. 45-52. Y Leiser Madanes, “La paradoja de la tolerancia”, en Hobbes, Spinoza y la libertad de expresión, Tesis de doctorado, Departamento de Filosofía, Facultad de Filosofía y Letras, UBA, Capítulo 2, parte II y III, pág. 68-75, hay copia en la Biblioteca de la Facultad de Filosofía y Letras, UBA y en el Centro de Investigaciones Filosóficas (CIF), Buenos Aires. 42 Thomas Hobbes, “Consideraciones sobre la reputación, lealtad, costumbres y religión de Thomas Hobbes, de Malmesbury. Escritas por él mismo a modo de carta a una persona docta. (Jonh Wallis, D.D.)”, incluido en Diálogo entre un filósofo y un jurista y escritos autobiográficos, Tecnos, Madrid, 1992, pág. 179. 43 igual que aquella que dice law is not counsell but command44 “Objeción cuarta de las Terceras objeciones, hechas por un célebre filósofo inglés, con las respuestas del autor”, en René Descartes, Meditaciones Cartesianas, Alfaguara, Madrid, pág. 144-145.45 “Los nombres realizan ambas funciones. Los sonidos vocales humanos conectados de tal manera como para ser los signos de pensamientos, son lenguaje, pero las partes individuales son llamadas nombres. Ambos, marcas y signos (marcas para que podamos ser capaces de recordar nuestros pensamientos, signos para que podamos ser capaces de volverlos conocidos) son necesarios para la filosofía, tal como hemos dicho; los nombres desempeñan ambas tareas. Pero ellos desempeñan la función de marcas antes que la de signos. Porque ellos servirían al hombre como ayudamemoria incluso si existiera sólo en el mundo, mientras que los nombres no le servirían para dar a conocer las cosas a menos que hubiera algún otro para quien él pudiera hacerlas conocidas. Aún más, los nombres en sí mismos son marcas individuales, pues éstos recuerdan pensamientos incluso estando solos, cuando aún no son signos.” De Corpore, II, 14, pág. 199. Las negritas son mías.46 “Cuando un hombre, después de oír una frase, tiene los pensamientos que las palabras de dicha frase y su conexión pretenden significar, entonces se dice que la entiende: comprensión no es otra cosa sino concepción derivada del discurso.”?

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