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LAS PASIONES POLÍTICAS EN TORNO DE LA RATIFICACIÓN DE ESTADOS UNIDOS del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y los exagerados reclamos sobre los efectos del tratado de comercio, en muchos sentidos confundió, en lugar de informar, la discusión sobre el objetivo del TLCAN. La evolución del debate en Estados Unidos desde la comprensible hipérbole que acompaña a la “venta” de políticas contenciosas al nefasto “si las ratificaciones del TLCAN fracasan” fue particularmente desafortunada. Dicha retórica prácticamente garantizó que cualquier evaluación posterior del valor del convenio estaría recargada de expectativas irrealistas en zonas que eran estricta- mente secundarias a la meta del TLCAN de pro- mover el comercio y la inversión fronteriza reduciendo los aranceles y otras barreras. Es posible que la migración sea una de estas áreas, aunque sería prácticamente imposible que fuera más importante para los habitantes de México y, en cierta forma, de Estados Unidos. En efecto, una eva- luación del TLCAN desde la óptica de la migración está colmada de dificultades. Los principales sucesos económicos simultáneos tanto en México como en Estados Unidos desde que el TLCAN entrara en vigencia —desde la crisis económica mexicana de mediados de los años noventa y la devaluación del peso hasta el notable crecimiento económico de Estados Unidos más adelante en ese decenio— al igual que las raíces profundas y estructurales de la migración en la histórica relación de los dos países, confunde el proceso de aislar y medir con exactitud los efectos precisos del TLCAN en la migración de México a Estados Unidos. Dicha evaluación debe intentarse de todas maneras, aunque más no sea por el hecho de que el libre comercio y la migración están tan íntimamente vinculados en la percepción del público. Mi evaluación analizará si el TLCAN cumplió con las predicciones del efecto del tratado de comercio en la migración y explorará lo que se puede aprender del TLCAN cuando se considere la migración en las negociaciones comerciales futuras. Un examen de resultados y observaciones clave Hace diez años, tanto los funcionarios de Estados Unidos como de México argumentaban apasionada- mente que el TLCAN, al alentar el aumento de los puestos de trabajo en México, reduciría la inmigra- ción ilegal de México a Estados Unidos. Hasta el momento, estas esperanzas no se han materializado. Aunque las oportunidades de trabajo en el sector exportador de México han aumentado (principal- mente en la manufactura), las ganancias netas de empleos han sido moderadas en el mejor de los casos, y, según el momento de la medición, hasta Carnegie Endowment for International Peace | 41 dos El cambio de expectativas en el libre comercio y la migración DEMETRIOS G. PAPADEMETRIOU

el libre comercio y la migracióndosTLCAN. La lección que permea el análisis es clara: los tra-tados de comercio e inversión similares al TLCAN no neutralizan ni generan fuerzas

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LAS PASIONES POLÍT ICAS EN TORNO DE LA

RATIF ICACIÓN DE ESTADOS UNIDOS delTratado de Libre Comercio de América del Norte(TLCAN) y los exagerados reclamos sobre losefectos del tratado de comercio, en muchos sentidosconfundió, en lugar de informar, la discusión sobreel objetivo del TLCAN. La evolución del debate enEstados Unidos desde la comprensible hipérbole queacompaña a la “venta” de políticas contenciosas alnefasto “si las ratificaciones del TLCAN fracasan”fue particularmente desafortunada. Dicha retóricaprácticamente garantizó que cualquier evaluaciónposterior del valor del convenio estaría recargada deexpectativas irrealistas en zonas que eran estricta-mente secundarias a la meta del TLCAN de pro-mover el comercio y la inversión fronterizareduciendo los aranceles y otras barreras.

Es posible que la migración sea una de estas áreas,aunque sería prácticamente imposible que fuera másimportante para los habitantes de México y, encierta forma, de Estados Unidos. En efecto, una eva-luación del TLCAN desde la óptica de la migraciónestá colmada de dificultades. Los principales sucesoseconómicos simultáneos tanto en México como enEstados Unidos desde que el TLCAN entrara envigencia —desde la crisis económica mexicana demediados de los años noventa y la devaluación delpeso hasta el notable crecimiento económico deEstados Unidos más adelante en ese decenio— al

igual que las raíces profundas y estructurales de lamigración en la histórica relación de los dos países,confunde el proceso de aislar y medir con exactitudlos efectos precisos del TLCAN en la migración deMéxico a Estados Unidos. Dicha evaluación debeintentarse de todas maneras, aunque más no sea porel hecho de que el libre comercio y la migraciónestán tan íntimamente vinculados en la percepcióndel público. Mi evaluación analizará si el TLCANcumplió con las predicciones del efecto del tratadode comercio en la migración y explorará lo que sepuede aprender del TLCAN cuando se considere lamigración en las negociaciones comerciales futuras.

Un examen de resultados yobservaciones clave

Hace diez años, tanto los funcionarios de EstadosUnidos como de México argumentaban apasionada-mente que el TLCAN, al alentar el aumento de lospuestos de trabajo en México, reduciría la inmigra-ción ilegal de México a Estados Unidos. Hasta elmomento, estas esperanzas no se han materializado.Aunque las oportunidades de trabajo en el sectorexportador de México han aumentado (principal-mente en la manufactura), las ganancias netas deempleos han sido moderadas en el mejor de loscasos, y, según el momento de la medición, hasta

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dosEl cambio de expectativas en

el libre comercio y la migración

D E M E T R I O S G . PA PA D E M E T R I O U

Page 2: el libre comercio y la migracióndosTLCAN. La lección que permea el análisis es clara: los tra-tados de comercio e inversión similares al TLCAN no neutralizan ni generan fuerzas

inexistentes. Por otra parte, los jornales promediosen los dos países apenas han empezado a converger.En parte debido a estos factores, pero tambiéndebido a la robusta demanda de Estados Unidos demano de obra de bajos jornales y otras fuerzasestructurales, la inmigración ilegal desde México hasubido bruscamente desde 1994 a pesar de la vigi-lancia cada vez mayor en la frontera que comenzóaproximadamente al mismo tiempo que el TLCAN.En efecto, según la mayoría de los cálculos, la pobla-ción de inmigrantes mexicanos no autorizados enEstados Unidos se duplicó y más entre 1990 y 2000(dándose la mayoría de ese crecimiento después de1994) y ha seguido aumentando intensamente en elnuevo siglo.

¿Es el TLCAN, por lo tanto, responsable de esteaumento de la migración, como habían predecidoalgunos de sus críticos? No lo creo. El análisisapunta en cambio a una situación en que la crisisfinanciera y la reestructuración en México que pre-cedieron y siguieron a la aprobación del tratado decomercio, la permanente imposibilidad de Méxicode crear puestos de trabajo para abastecer al millóno más de nuevos trabajadores que ingresaban a lafuerza laboral anualmente, el auge de la economíade Estados Unidos y las fuertes redes de migraciónque vinculan a los dos países han tenido un efectomucho más potente sobre la migración que elTLCAN.

La lección que permea el análisis es clara: los tra-tados de comercio e inversión similares al TLCANno neutralizan ni generan fuerzas que impulsan a laspersonas a migrar. El TLCAN no ha rescatado nihundido a la economía mexicana, y los cambiosnetos en el empleo durante los cortos diez años,aunque llenos de incidentes, no han sido lo suficien-temente significativos para compensar las presionesy los incentivos de la migración. Los formuladoresde políticas, por lo tanto, no deben esperar que losconvenios de libre comercio “resuelvan” los pro-blemas de migración. Las realidades socioeconó-micas que impulsan la migración sobrevivirán y secomportarán independientemente de tales conve-

nios. En definitiva, reconocer estas realidades y ocu-parse del manejo prudente y coordinado —inclusoconjunto— de la migración puede ser la únicaopción viable.

El manejo de la migración no se puede centrarexclusivamente en los controles, empero. Manejar elcaudal migratorio más eficazmente implica el reco-nocimiento y la regulación de la demanda de inmi-gración más permanente y las visas temporarias de trabajo en ambos países; en otras palabras,requiere la expansión más organizada de canaleslegales de migración y asumir la responsabilidadconjunta por el proceso mismo de la inmigración.Esta es la única manera de mejorar en el área demigración, al menos hasta que el crecimiento econó-mico que los tratados de comercio y otras iniciativaspueden generar a largo plazo pueda modular lademanda a ambos lados de la línea divisoria de lamigración.

En el décimo aniversario del TLCAN, sin embargo,hay otra pregunta más que todavía viene al caso.¿Son las negociaciones y los tratados de librecomercio un foro válido para abordar la migraciónen sí? La respuesta de los negociadores del TLCANfue un muy tímido “quizá”. El convenio pasó com-pletamente por alto el tema más importante de lamigración de mano de obra poco calificada almismo tiempo que permitió a profesionales desesenta y tres categorías ocupacionales aceptarempleo en cualquier lugar dentro del espacio delTLCAN. Pero tal “generosidad” fue aparentementeun evento efímero. En posteriores tratados de librecomercio de Estados Unidos con Chile, Jordania ySingapur, al igual que un tratado canadiense conCosta Rica, Estados Unidos y Canadá se han alejado de este enfoque. Ello indica con claridadcuán difícil serán probablemente las negociacionessobre el movimiento de “personas naturales” conmotivo de empleo en las negociaciones sobre elAcuerdo de Libre Comercio de las Américas(ALCA), el Tratado de Libre Comercio deCentroamérica (CAFTA) y la Organización Mundialde Comercio (OMC).

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Argumento que la única solución viable a los desa-cuerdos fundamentales sobre la migración en unfuturo cercano reside en la cooperación bilateral y,gradualmente, regional. En la medida en que ejerci-cios similares al TLCAN viabilicen la cooperación—como ha sido el caso del TLCAN en muchos sen-tidos— los tratados de libre comercio pueden con-vertirse en anticipos en la inversión a largo plazo enlos “hábitos de la cooperación”. De hecho, los tra-tados de comercio no deben ser considerados laúltima palabra en las relaciones bilaterales o regio-nales, sino parte de un proceso permanente de parti-cipación. Para citar el sentir de Winston Churchillsobre la promesa de una Europa unida, las relacionesgenerales entre vecinos son como seres animadosque crecen y se adaptan en respuesta a las cam-biantes condiciones en el terreno. Los conveniossimilares al TLCAN pueden por lo tanto efectuarcontribuciones importantes al crecimiento fructíferode “seres vivos” que a su vez pueden sentar las con-diciones de una mayor cooperación en materia demigración y otros temas que generan profundasdivisiones.

Puede ser valioso efectuar una observación final amedida que los líderes del continente americanointentan concluir las negociaciones del Área de LibreComercio de las Américas para el plazo final de2005. No detener la inmigración ilegal a través de lafrontera entre México y Estados Unidos demuestraclaramente que la gente seguirá capitalizando lapromesa económica de la migración independiente-mente de que su gobierno la apruebe o no. En elcaso del TLCAN, el marcado crecimiento en elmovimiento de bienes y capital no ha servido parareemplazar el movimiento de personas. Cuando lossocios del TLCAN decidan concentrarse más direc-tamente en enfoques factibles para manejar lamigración y busquen otros elementos de negocia-ción para el comercio, las políticas más inteligentesque funcionen a favor, y no en contra del meca-nismo del mercado o de la naturaleza humanadeben ser una señal importante para cualquieresfuerzo serio.

Clásulas de movilidad delTLCAN: clima político yresultado

El TLCAN instauró un conjunto común de reglasde conducta en el comercio y la inversión para trespaíses que ya participaban del intercambio comercialde grandes cantidades de productos y el movimientode un número significativo de personas. En realidad,desde hace tiempo los ciudadanos de cada país sig-natario han efectuado contribuciones importantes alas vidas económicas de los otros dos países, desde lalabor de los trabajadores mexicanos que se remontaa más de un siglo en Estados Unidos (y comenzaramucho más recientemente en la agricultura cana-diense) hasta el intercambio de ejecutivos y especia-listas de empresas multinacionales, al igual queestudiantes y profesionales de todo tipo.

No se sabía con certeza al principio qué tipo deapertura tendrían los tres países con respecto almovimiento de personas. La Oficina delRepresentante de Comercio de Estados Unidos fueen el mejor de los casos evasiva al respecto, mientrasque muchos de sus negociadores consideraron laapertura migratoria como un precio aceptable por laapertura en materia de comercio y las inversionesque exigía su principal actor: los medios empresa-riales de Estados Unidos. En contra de esa posturase encontraban los principales organismos nacionalesque lideraron las negociaciones sobre la movilidad,al igual que la Oficina de Asuntos Consulares delDepartamento de Estado de EEUU. Estos orga-nismos trajeron a la mesa de negociación no sólo lapericia técnica necesaria para conducir las negocia-ciones sino también la sensación, reforzada medianteconsultas frecuentes, de que el Congreso de EstadosUnidos no apoyaría un ensanchamiento demasiadogrande de la movilidad.

Para complicar más las cosas se agregaron dos temas.Canadá y Estados Unidos ya habían acordado,según el Acuerdo de Libre Comercio de Canadá-

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Estados Unidos de 1988 (CUFTA), contemplar elmovimiento de personas de negocios, inversionistasy cerca de sesenta clases de profesionales. Estos indi-viduos podrían cruzar la frontera sin visas duranteperíodos indeterminados y sólo sujetos a algunosprocedimientos, un hecho basado en parte en el tra-tamiento recíproco especial de los ciudadanos deambos países que se retrotrae a mediados del sigloXIX. En muchos sentidos, las cláusulas de movilidadde CUFTA representaron una medida evolutiva enun bloque económico de constante integración bila-teral, al igual que el producto de un Estados Unidosque era más confiado y “abierto” que en cualquierotro momento desde entonces. El hecho de queCanadá ya había establecido un sistema de inmigra-ción maduro y bien administrado, que en muchosaspectos era análogo al de Estados Unidos, tambiéncreó un clima de confianza en la capacidad de loscanadienses de cumplir con sus obligaciones.

En contraposición, incorporar a México haciendocoincidir las cláusulas de movilidad de CUFTA fueen muchos aspectos revolucionario, en el sentido deque México no tenía un “sistema” de inmigraciónbien establecido y no quedaba claro con qué rapidezo eficiencia podría cumplir con cualquiera de susobligaciones en este sentido. La realidad de que lastasas de visas rechazadas de mexicanos que intentabaningresar a Estados Unidos excedía el 30 por ciento delas solicitudes, casi exclusivamente por el motivo deque el aspirante solicitaría empleo no autorizado enEstados Unidos, fue una complicación más.

La postura inicial de México en cuanto a la movi-lidad de la mano de obra fue muy diferente del cri-terio de sus vecinos del norte. México estabainteresado en abrir un diálogo amplio sobre todaslas formas de migración entre sí mismo y sus dossocios futuros. Sin embargo, México también dejósentado que no estaba dispuesto a arriesgar la rela-ción económica en general por insistir en esapostura. El tema “migración” fue eliminado rápida-mente de la mesa de negociaciones por EstadosUnidos cuando la administración del PresidenteGeorge H. Bush llegó a la conclusión de que seguir

adelante con cualquier cláusula sustancial de caráctermigratorio podría hundir la totalidad del convenioen el Congreso de Estados Unidos. México seadaptó a la situación y el tema se tornó irrelevantecuando México retiró partes del sector petroleromexicano de la mesa de negociaciones.1

Habiendo Estados Unidos y México acordado pro-teger sus “sectores” más sensibles políticamente, losnegociadores de Estados Unidos todavía enfrentabanun dilema político sobre la movilidad. Las cláusulasde movilidad de CUFTA habían creado la visa“TC”, que esencialmente había seguido la legisla-ción de inmigración de Estados Unidos delmomento (la visa “H” para personas no inmi-grantes, como se la denominó en ese momento). Lacategoría de visa H, sin embargo, había sidoreconfigurada drásticamente en una nueva legisla-ción en 1990. Aunque las cláusulas de CUFTAseguían vigentes, extender estas cláusulas a Méxicomodificaría la ley de Estados Unidos en un áreadonde el Congreso de Estados Unidos protege suprimacía con considerable celo.

En definitiva, el TLCAN adoptó un grupo leve-mente refinado de las cláusulas de movilidad deCUFTA, con una excepción importante: Méxicoaceptó un tratamiento inferior para sus profesionalesen relación con lo concedido a los profesionales delas otras dos partes firmantes del convenio. A losempresarios, inversionistas y profesionales cana-dienses y estadounidenses se les proporcionó unsistema reglamentado y acceso predecible a todo elespacio del TLCAN mediante la armonización denormas, procedimientos y la mayoría de los requi-sitos de licencia y certificación. A los mexicanos, sinembargo, todavía se les exigiría obtener una visaantes de ingresar a Estados Unidos (pero no paraingresar a Canadá). Más significativo, por otra parte,es que en otra deferencia a las sensibilidades delCongreso de Estados Unidos, los profesionales mexi-canos tendrían que cumplir con ciertos requisitosprocesales adicionales, y el número total de visas asu alcance no podría exceder 5.500 por año hasta2004.

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México ni siquiera se ha acercado al número deingresos en ningún momento durante los últimosdiez años, por dos razones principales. En primerlugar, el empleo temporario de profesionales mexi-canos según la visa “TLCAN” o “TN” de un añopero renovable nominalmente sin límite, implicauna cantidad significativa de papeleo. Por ello,muchos abogados de inmigración en EstadosUnidos aconsejan a los solicitantes mexicanos de lavisa TN que realicen el esfuerzo extra (y paguen loshonorarios adicionales necesarios) para obtener lavisa H-1B, que les “garantiza” una residencia de seisaños. La visa H-1B tiene otra ventaja clara respectode la visa TN: no requiere que el titular demuestre alas autoridades de inmigración de Estados Unidosque no se proponen abandonar su residencia mexi-cana, o sea, que no se proponen convertirse en“inmigrantes” en Estados Unidos, un requisito quese torna más problemático cuanto más tiempo per-manece el trabajador en Estados Unidos. Ensegundo lugar, no existen pruebas que indiquen queel gobierno mexicano ha procurado divulgar amplia-mente la disponibilidad de la visa TN o argumentarfirmemente (o sea, llevar el tema a niveles políticosmás elevados) para eliminar alguna o todas las cláu-sulas desiguales. La mejor explicación de esta pasi-vidad es la ambivalencia de los funcionariosmexicanos sobre la posibilidad de que la visa TNacelerara la ya sustancial “fuga” de profesionalesmexicanos talentosos a Estados Unidos con otrasvisas: una variante de la “fuga de cerebros”.2

Un análisis breve de los flujos de trabajadores tem-porarios entre los tres socios del TLCAN revela unsignificativo aumento de los trabajadores asociadosal TLCAN al igual que los no asociados al mismo.Más sorprendente es el aumento de trabajadoresprofesionales temporarios canadienses y estadouni-denses. Con el TLCAN, el gobierno mexicano esta-bleció por primera vez un proceso formal parapermitir el ingreso de profesionales extranjeros, per-mitiendo de esa forma tanto a las empresas nacionalescomo extranjeras aprovechar de la formidable ventajacomparativa entre Estados Unidos y Canadá en servi-cios altamente calificados (véanse los cuadros 1–3).

En particular, apenas se mencionó la modesta aper-tura del TLCAN en el movimiento autorizado decierto tipo de profesionales en los debates de ratifi-cación del TLCAN en Estados Unidos. En cambio,una parte sustancial de ese debate se concentró en siel TLCAN produciría una disminución significativadel movimiento no autorizado de personas por lafrontera entre México y Estados Unidos. Los funcio-narios estadounidenses y mexicanos estuvieron deacuerdo en sus posturas de que, al promover el creci-miento económico en México mediante el aumentodel comercio y la inversión extranjera, el TLCANreduciría la presión de la inmigración ilegal en lafrontera sur de Estados Unidos. El presidente mexi-cano Carlos Salinas de Gortari expresó reiterada-mente la esperanza de que México exportaraproductos, no personas.3 La procuradora general deEstados Unidos en ese momento, Janet Reno, argu-mentó:

No reduciremos el flujo de inmigrantes ilegales hastaque estos inmigrantes encuentren trabajos decentes, ajornales decentes, en México. Nuestras mejores perspec-tivas de reducir la inmigración ilegal son un creci-miento económico sostenido y robusto en México. ElTLCAN creará trabajos en México: empleos para tra-bajadores mexicanos que de otro modo podrían quizácruzar ilegalmente la frontera.4

La lógica que subyace a estas discusiones no eranueva. La idea de que el libre comercio y la inver-sión extranjera pueden actuar como catalizadores deldesarrollo, y de esa forma al menos como sustitutosparciales de la migración, había generado una coo-peración bilateral en materia de políticas públicas yaen 1965, con el establecimiento del ProgramaFronterizo de Industrialización.5 Según este pro-grama, las fábricas en la frontera del lado mexicanopodían importar insumos libres de aranceles paraensamblar en México y luego reexportar productosacabados a Estados Unidos, también sin aranceles,iniciándose así el fenómeno de maquiladoras que seconvertiría en algo tan significativo hacia comienzosde la era del TLCAN. El programa fronterizo nofue, en definitiva, un sustituto eficaz de la migración

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y algunos analistas argumentan que en realidadpuede haber desatado la migración no autorizada aEstados Unidos.

El efecto del TLCAN sobre el comercio y la inver-sión directa extranjera excedió ampliamente el delprograma fronterizo. Durante los ocho años, desde1994 a 2001, la inversión directa extranjera deEstados Unidos aumentó cerca de 220 por ciento,de US$5.000 millones a US$16.000 millones (véaseel cuadro 4).6

No obstante, al igual que el programa fronterizo, elTLCAN no produjo una disminución en la migra-ción de México; en realidad, todo indica que dichamigración sigue aumentando rápidamente. La expli-

cación de este fenómeno es que los efectos delTLCAN sobre la migración hasta la fecha hanestado sujetos a corrientes de varias tendencias yfuerzas mucho mayores. La primera es la prolongadahistoria migratoria entre ambos países, que ha desti-nado a los trabajadores mexicanos a mercados detrabajo de bajos jornales y poco valor agregado enEstados Unidos. La segunda es un influjo demográ-fico de nuevos ingresantes al mercado laboral deMéxico, que sólo ahora está empezando a mostrarindicios de agotamiento. La tercera es el hecho deque el TLCAN es sólo parte de una reestructura-ción de dos decenios de la economía mexicana que,hasta el presente, ha servido sólo para promover lamigración.

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Cuadro 2. Flujo de trabajadores temporarios y profesionales en virtud del TLCAN a Canadá de los Estados Unidos y México, ejercicios fiscales1994 y 2001

Tipo de ingreso EF1994 EF2001

EEUU México EEUU México

Trabajadores ajenos al TLCAN 16.791 5.207 15.613 11.011

Gerencia 1.053 4 592 11

Profesionales 8.058 104 7.895 162

Calificados y técnicos 4.896 28 4.879 83

Intermedio y administrativo 856 4.848 658 10.465

Elemental y obreros 396 13 332 35

No especificado 1.532 210 1.257 255

Profesionales en virtud del TLCAN 6.385 34 8.236 101

Fuente: datos inéditos cortesía de Citizenship and Immigration Canada.Nota: las cifras expresan a las personas que recibieron permiso de trabajo.

Cuadro 1. Flujo de trabajadores temporariosa y profesionales en virtud del TLCAN a los Estados Unidos de Canadá y México, ejercicios fiscales1994 y 2001

Tipo de ingreso (Categoría de visa) EF1994 EF2001

Canadá México Canadá México

Trabajadores ajenos al TLCANb 23.992 24.885 61.437 113.586

Comerciantes e inversionistas en

virtud del tratado (E1/E2) 3.123 278 3.704 3.354

Trabajadores en ocupaciones especiales (H1B) 3.527 3.256 16.454 14.423

Transferidos dentro de la empresa (L1) 6.482 2.632 22.838 15.723

Profesionales en virtud del TLCAN (TN) 24.826 11 92.915 2.571

Fuente: The Yearbook of Immigration Statistics, Bureau of Citizenship and Immigration Services, varios años. a Las cifras incluyen a personas en entrenamiento, visitantes para los que el empleo es incidental al propósito de su visita, cónyuges e hijos.

Contienen ingresos, no personas. En algunos casos, la persona puede ingresar al país varias veces.b Incluye las siguientes categorías de visas para trabajadores temporarios: E-1, E-2, H-1A, H-1B, H-2A, H-2B, H-3, J-1, L-1, O-1, O-2, P-1, P-2, P-3, Q-1 y R-1.

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Redes migratorias e inerciade la migración

La migración de México a Estados Unidos —en lamedida que aumentó durante el siglo XX— se dis-persó geográficamente y, como fuerza social y eco-nómica, con un carácter más permanente. Las redessociales y de contratación que vinculan a los dospaíses están tan profundamente arraigadas que lamigración es una parte intrínseca de las economías ylas sociedades de ambos países. Para los años cua-renta, mucho después que la mayoría de las demáscorrientes inmigratorias a Estados Unidos habíanempezado a incluir a un gran número de mujeres, lamigración de México siguió incluyendo un movi-miento circular de trabajadores mexicanos varonesde los estados rurales del centro de México al sudo-este de Estados Unidos. A mediados de los años cin-

cuenta, en la cúspide del arreglo especial para lamano de obra agrícola entre México y EstadosUnidos conocido como el programa bracero (que seextendió desde principios de los años cuarenta a1964), más de medio millón de trabajadores mexi-canos estaban migrando anualmente a EstadosUnidos. No obstante, suficientes trabajadoresestaban migrando fuera de los parámetros del pro-grama, de tal manera que Estados Unidos deportó amás de 3 millones de mexicanos entre 1950 y 1955sin perjudicar seriamente la capacidad de los hacen-dados de Estados Unidos de emplear mano de obramexicana.

La inmigración mexicana permanente a EstadosUnidos, en relación con el modelo más característicode viajes cortos repetidos hacia el norte para trabajoestacional, todavía era relativamente poco común amediados del siglo XX a pesar del hecho de que el

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Cuadro 3. Flujo de trabajadores temporarios y profesionales en virtud del TLCAN a México de Estados Unidos y Canadá, ejercicios fiscales 1994 y 2001

Tipo de ingreso EF1994a EF2001

EEUU Canadá EEUU Canadá

Trabajadores ajenos al TLCAN 1.173 49 8.743 3.029

Inversionistas 341 22 7.342 2.333

Transferidos dentro de la empresa 832 27 1.401 696

Profesionales en virtud del TLCAN 2.628 240 46.335 3.890

Fuente: Instituto Nacional de Migración, INM, México.Nota: las cifras expresan los permisos de trabajo.a La recopilación de los datos de 1994 comenzó en abril.

Cuadro 4. Inversión Directa Extranjera en México, 1994–2001MILES DE DÓLARES

1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001a

Estados Unidos 4.954 5.394 5.178 7.281 5.106 6.747 10.622 15.989

No Maquiladora 4.127 4.203 3.959 5.878 3.196 4.303 8.039 14.585

Maquiladora 827 1.191 1.219 1.403 1.910 2.444 2.583 1.404

Otros países 5.678 2.833 2.511 4.645 2.677 5.418 3.042 2.914

No Maquiladora 5.610 2.657 2.314 4.368 2.477 5.084 2.642 2.677

Maquiladora 68 175 197 278 200 334 400 237

Fuente: Secretaría de Economía, México. a Enero-septiembre.

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sistema de ingreso a Estados Unidos para los inmi-grantes permanentes de alguna manera favoreció aMéxico (y Canadá). Específicamente, la Primera Leyde Cuotas de 1921 estableció un sistema de cuotasbasado en la nacionalidad para el hemisferiooriental, mientras que el hemisferio occidental no sevio afectado. Recién en la enmienda de 1965 a laLey de Inmigración y Nacionalidad se designó untope de 120.000 ingresos anuales, en vigor desde1968 a 1978, para el hemisferio occidental, siendoMéxico y Canadá beneficiarios de facto. Losingresos permanentes de México promediaron aúnasí sólo 45.000 por año en los años sesenta, en granparte debido a la preferencia de los trabajadoresmexicanos por la migración circular y las reglas pro-cesales bastante estrictas de Estados Unidos, particu-larmente el requisito de un certificado de trabajo.7

Por tanto, en 1960 los mexicanos representaban sólo6 por ciento de la población total nacida en otropaís y residente en Estados Unidos.8

Con el transcurso del tiempo, estos movimientostemporarios y permanentes construyeron redes com-plejas y duraderas que generaron mayores corrientesmigratorias de México a Estados Unidos. En losaños cincuenta y principios de los sesenta, algunostrabajadores braceros se “fugaron” del sector agrope-cuario y pasaron al empleo permanente. Cada inmi-grante permanente multiplicó la inmigraciónpotencial desde México al permitir la reunificaciónde la familia, conseguir trabajo para parientes yamigos y, en algunos casos, financiar la migraciónno autorizada de otros migrantes y brindarles unared de seguridad social temporaria.9 Hacia fines delos años setenta, estas redes habían madurado yhabían empezado a proliferar. Ya no sólo conectabanzonas agrícolas, sino que también atraían amigrantes de otras partes de México, incluidasalgunas zonas urbanas, enviándolos a las principalesciudades de Estados Unidos, en particular en elsudoeste, pero también en las zonas metropolitanasde Chicago y Nueva York. Los migrantes mexicanosacometieron una gama cada vez mayor de trabajos,pasando del sector agropecuario al procesamiento dealimentos, manufacturas de bajo valor agregado y

servicios personales. Al fijar topes para el ingreso deciertos inmigrantes permanentes del hemisferio occi-dental en 1978, la demanda de visas de inmigrantesde tipo familiar empezó a exceder la oferta. La inmi-gración permanente legal desde México siguióaumentando en los años ochenta, promediando65.500 ingresos anuales desde 1980 a 1986. Dadoque las oportunidades de ingresar legalmenteseguían siendo excesivamente inadecuadas para satis-facer la demanda, la inmigración ilegal desdeMéxico siguió aumentando.

En 1986, el Congreso de Estados Unidos aprobó laLey de Reforma y Control Inmigratorio (IRCA).Entre otras cosas, la ley IRCA estipuló la legaliza-ción de inmigrantes no autorizados que pudierandemostrar que habían residido en Estados Unidosdesde el 1 de enero de 1982, o trabajado en el sectoragropecuario en Estados Unidos durante un períodoespecífico. IRCA también creó un sistema de san-ciones graduadas para los empleadores que contra-taron a inmigrantes no documentados “a sabiendas”.Desde 1989 a 1994, casi 2,5 millones de mexicanosrecibieron residencia permanente, 2 millones de loscuales gracias a las cláusulas de legalización deIRCA.10 La ley generó una disminución inicial en elnúmero de inmigrantes no autorizados, pero uno desus efectos netos fue sentar las bases para una mayorinmigración en el futuro. Al no asignarse fondospara aplicar las cláusulas de control fronterizo deIRCA hasta mediados de los años noventa, y dadoque sus polémicas cláusulas de sanción a los emplea-dores distaron mucho de ser aplicadas, resurgió lainmigración ilegal. El problema se agravó debido aque IRCA no abordaba la constante demanda detrabajo mediante la ampliación de canales legales demigración. Por otra parte, el gran número de inmi-grantes mexicanos ahora legales sentaron las bases deuna mayor reunificación familiar, pero muchostambién probablemente facilitaron la inmigraciónilegal de amigos y parientes.

La integración de los trabajadores mexicanos en seg-mentos cada vez mayores del mercado laboral deEstados Unidos había aumentado en forma soste-

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nida durante más de cincuenta años antes delTLCAN. En contraposición, las cláusulas delTLCAN para la integracion de mercados de pro-ductos y servicios de los dos países han estado envigor durante sólo diez años. Por lo tanto, no es sor-prendente que el libre comercio haya tenido unefecto limitado en los dos pilares de la migraciónmexicana a Estados Unidos: las complejas redes devínculos sociales y la interdependencia del mercadolaboral.

Cambio demográfico rápido

Durante los años ochenta y antes de la puesta enmarcha del TLCAN, los cambios demográficos deMéxico estaban colocando creciente presión en eldebilitado mercado laboral mexicano. Si bien lastasas de mortalidad infantil y mortalidad en generaldisminuyeron en forma sostenida en México, lastasas de natalidad siguieron ascendiendo, llegando asu cúspide en 1963. No empezaron a descendersignificativamente sino hasta después de 1974,cuando el gobierno mexicano lanzó dinámicas ini-ciativas de planificación familiar. Durante los añosochenta y principios de los noventa, este impulsodemográfico se tradujo en una necesidad deabsorber un número cada vez mayor de nuevosingresantes a la fuerza laboral todos los años. En1988, el aumento anual de la población entrequince y sesenta y cinco años de edad llegó a 1,4millones, y el aumento de la población activa semantuvo en esa cifra hasta 2001.11

Sin embargo, este crecimiento se detendrá gradual-mente. La población infantil en edad escolar haempezado a disminuir y esa tendencia se mantendráhasta por lo menos 2010. El Consejo Nacional dePoblación de México estima que el crecimientodemográfico de las personas económicamente activas—las que están trabajando o buscando trabajo— hallegado al máximo: la fuerza laboral activa aumentóen 6,7 millones de personas entre 1995 y 2000,pero se espera que aumente sólo 5,9 millones entre

2000 y 2005 y 5,4 millones entre 2005 y 2010.12

Una cohorte cada vez mayor en edad activa ha signi-ficado que incluso en períodos de crecimiento cons-tante, la economía mexicana enfrentara una arduabatalla en la generación de trabajo (y jornales) sufi-cientes para mantener el nivel de vida de la pobla-ción. Sólo ahora las cohortes de jóvenes queingresan al mercado laboral están reduciéndose, locual permite a la economía la oportunidad de recu-perarse.

Para demostrar el poder de este impulso demográ-fico durante la era del TLCAN, recordemos quecuando el producto interno bruto real de México(PIB) estaba creciendo a una tasa anual envidiablede 6,6 por ciento en 2000, sólo estaba agregandocerca de 525.000 trabajos al sector formal; añadiócerca de 700.000 en 1999, también un buen añopara la economía nacional. Sin embargo, la pobla-ción mexicana en edad activa aumentó más deldoble en los mismos dos años. Aunque las estima-ciones del crecimiento anual de la fuerza laboral realvarían, queda claro que aún en sus mejores años, laeconomía mexicana dejó a cientos de miles denuevos ingresantes a la fuerza laboral (así como susantecesores desempleados y subempleados) la discre-ción de elegir entre el sector informal y, de tenerrecursos, la migración.13

De igual importancia para la migración entreMéxico y Estados Unidos es el proceso continuo deMéxico de emigración rural. México, como muchospaíses en desarrollo y de ingreso mediano, está expe-rimentando un proceso implacable de emigraciónrural y urbanización, un proceso que la mayoría delos economistas e historiadores consideran partenatural del desarrollo económico.14 En 1970, 41,3por ciento de la población mexicana vivía en zonasrurales. Para 1990, esta cifra había descendido a28,7 por ciento, y la urbanización continuó en losaños noventa, representando la población rural 26,5por ciento de la población total en 1995 y 25,4 porciento en 2000.15 El empleo agrícola aumentó bre-vemente a fines de los años ochenta y principios delos noventa antes de continuar su tendencia descen-

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dente. En algunos casos, los individuos migrarondirectamente a Estados Unidos; otros eligieron encambio migrar a las zonas metropolitanas enMéxico. En el último caso, empero, cuando las ciu-dades de México no podían generar suficientesoportunidades para estos migrantes, muchos de ellosterminaron emprendiendo otra migración —esta veza Estados Unidos. Ambos procesos —la transicióndemográfica y la urbanización— ofrecen otromotivo de por qué habría sido poco realista esperarque el TLCAN redujera las presiones migratorias ensólo sus primeros diez años de existencia.

Crisis económicas, cambioestructural y emigración

El año 1982 marcó un momento decisivo en la his-toria económica de México y por lo tanto tambiénen su patrón de migración. La crisis económica deese año y los dos decenios de reestructuración eco-

nómica posteriores incrementaron la migración aEstados Unidos en forma considerable.

La decisión de emigrar —y de retornar— incluyeuna variedad compleja de factores. Los más obviosson la disponibilidad de trabajo y jornales relativosen México y Estados Unidos; en el último caso,según lo determinan los jornales mismos y el tipo decambio. Por ejemplo, Taylor y Yúnez-Naude deter-minaron que una devaluación del peso del 10 porciento aumentó la migración en 15 por ciento en unpueblo de México de donde tradicionalmente pro-vienen los migrantes.16 Por tanto, la devaluación delpeso y el consiguiente derrumbe del empleo mexi-cano y los jornales produjeron un súbito cambio sig-nificativo en el “equilibrio” migratorio entre los dospaíses. De igual importancia, la crisis y la lenta recu-peración posterior, desplomó la confianza en la eco-nomía mexicana, llevando a muchos mexicanos acreer que la migración a Estados Unidos represen-taba sus mejores perspectivas de supervivencia y progreso.

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Fuente: Oficina de Estadísticas de Inmigración, Departamento de Seguridad Interna, en Frank Bean y B. Lindsay Lowell, Unauthorized MexicanImmigration into the United States: IRCA, NAFTA, and Their Migration Implications. Documento comisionado para este informe, copia en poder delautor, 2003.

Figura 1. Oficiales horas en la frontera sudoeste, ejercicios fiscales1977–2003OFIC IALES HORAS

Figura 2. Aprehensiones en la frontera sudoeste, ejercicios fiscales1977–2003APREHENSIONES

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Desde luego, la decisión de un individuo de migrarno sólo es producto de sus propias perspectivas deganar dinero, sino también de las necesidades y lasprioridades familiares, entre otros factores. Losrecursos que envían los migrantes a sus familiaspueden servir como un seguro, al diversificar lasfuentes de ingreso de una familia y como una fuentede capital para las familias que no tienen acceso alcrédito. Estas dos funciones de la migración fueronparticularmente importantes en la medida queMéxico hizo la transición desde una política deindustrialización con sustitución de las importa-ciones (ISI) liderada por el Estado y con impor-tantes protecciones a una economía abierta de libremercado.17 Este proceso de cambio estructural, casipor definición, requiere y premia el riesgo y lasnuevas inversiones. En la medida que las personasperdieron su trabajo en sectores que anteriormentehabían estado protegidos o subsidiados por elEstado —muchos de ellos se mudaron o fueronobligados a trasladarse al sector informal— las fun-ciones de seguro y capital de la migración se convir-tieron en algo aún más importante. Cada vez másfamilias se sintieron atraídas a las redes sociales quelos vinculaban a Estados Unidos en búsqueda deasistencia al enviar a un miembro de la familia alnorte.

El resultado de la crisis de 1982 y la reestructura-ción posterior llevó a un claro aumento en la inmi-gración ilegal. Las aprehensiones de presuntosmigrantes no autorizados en la frontera escalaroninmediatamente después de la crisis de 1982, tantoen valores absolutos como en horas por funcionario(véanse las figuras 1 y 2). Descendieron sólo en1987. Esa disminución fue causada en gran partepor dos factores: (1) Las cláusulas de legalización dela ley IRCA —en especial el requisito de que la pre-sencia del solicitante en Estados Unidos sea con-tinua— produjeron una merma en los crucesfronterizos circulares; (2) Las sanciones a los emplea-dores según IRCA crearon suficiente incertidumbreinicial sobre si los inmigrantes no autorizadospodrían encontrar trabajos como para disuadir, tem-porariamente, cruces potenciales. Después que los

efectos de IRCA decrecieron, las aprehensiones (y secree que los ingresos ilegales) resurgieron y conti-nuaron su tendencia ascendente.

Los cambios económicos de los años ochenta y prin-cipios de los noventa también produjeron uncambio en los modelos de migración dentro deMéxico. Aunque la migración de zonas rurales aurbanas continuó, la ciudad de México y las zonascircundantes dejaron de ser el principal atractivo delpaís para los migrantes internos. A medida que lasindustrias apoyadas por ISI (industrialización consustitución de las importaciones) alrededor de lacapital desaparecieron y la clase media que habíanapoyado retrocedió en importancia en el nuevoambiente económico, las ciudades de tamañomediano de los estados fronterizos del norte deMéxico y las fábricas maquiladoras ubicadas en esasciudades cobraron mayor atractivo. No obstante, lostrabajos que los migrantes encontraron en losestados fronterizos no siempre resultaron sustitutosde los trabajos que antes se encontraban en laciudad de México. Las maquiladoras empleabanprincipalmente mujeres, mal pagadas por compara-ción con muchos otros empleadores en el sectormanufacturero,18 con un recambio de trabajadoressumamente alto. Para hombres jóvenes con energíaque buscaban un trabajo estable y una manera deascender, las maquiladoras no resultaron una buenaalternativa a trasladarse al norte.

El TLCAN fue claramente sólo otro paso —aunqueuno enorme— en el curso a la liberalización econó-mica (y política) que México fijó para sí acomienzos de los años ochenta. Se esperaba que elTLCAN fuera la pieza que faltaba para completar elnuevo rompecabezas económico de México, agregaraoportunidades laborales y crecimiento salarial uni-forme para los trabajadores mexicanos y pusierafreno a la emigración. Muchos observadores advir-tieron, sin embargo, que el cambio no podría reali-zarse de la noche a la mañana, que es probable queel TLCAN fuera sólo otro paso en la necesaria, perodolorosa, reestructuración de México. Ya que la rees-tructuración sólo había generado más migración

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hasta ese punto, los escépticos advirtieron que erapoco realista esperar que el TLCAN redujera lamigración internacional en el corto a medianoplazo.

El efecto del TLCAN en lamigración

En definitiva, los escépticos tenían razón. Casi todaslas mediciones concuerdan en que la inmigraciónilegal a Estados Unidos siguió aumentando despuésque el TLCAN entrara en vigencia. Las aprehen-siones en la frontera sudoeste de Estados Unidostambién siguieron aumentando, de cerca de 700.000en 1994 a más de 1.300.000 a su punto máximo en2001.19 La población de inmigrantes mexicanos noautorizados también aumentó: el Servicio deInmigración y Naturalización (INS, que en marzode 2003 se convirtió en parte del Departamento deSeguridad Interna, DHS) estimó que el número demexicanos presentes en Estados Unidos sin autoriza-ción ascendió de 2 millones en 1990 a 4,8 millonesen 2000, un aumento de 58,3 por ciento a 68,7 porciento de la población total estimada no autorizadaen Estados Unidos.20 Según estas estimaciones, 79por ciento del aumento en la población total noautorizada entre 1990 y 2000 se debió a los inmi-grantes mexicanos. No es sorprendente entonces queel crecimiento promedio del total de la población noautorizada durante el decenio fuera mayor en losaños después de la entrada en vigor del TLCAN queen los años anteriores. El demógrafo Jeffrey Passelobtuvo resultados similares usando diferentesmétodos, estimando que había 4,7 millones deinmigrantes mexicanos no autorizados en EstadosUnidos en 2000.21

Entretanto, la tendencia a la dispersión geográfica yeconómica de personas nacidas en México en losEstados Unidos se mantuvo. El censo mexicano de2000 reveló que varios estados que no tenían unatradición de migración al norte habían empezado aenviar un gran número de migrantes a Estados

Unidos, entre ellos Oaxaca, Guerrero, Puebla,Hildalgo, Veracruz, Morelos y el estado de México,al igual que el distrito federal. Una mayor propor-ción de los migrantes provenían de zonas urbanas.22

Los migrantes mexicanos también se trasladaron adestinos no tradicionales en Estados Unidos: estadoscomo Carolina del Norte, Kentucky, Minnesota yArkansas observaron aumentos de sus poblacionesnacidas en México de más de 1.000 por ciento entre1990 y 2000.23

Las características de los migrantes también parecíanhaber cambiado. Las encuestas no aleatorias demigrantes mexicanos tomadas en cruces fronterizospopulares indicaron que desde 1993 a 1997, losmigrantes tenían menos probabilidad de habertenido un trabajo en México, menos probabilidadde haber migrado anteriormente y más probabilidadde ser indocumentados. La duración promedio deestadía prevista también aumentó.24 Por otra parte,para los años noventa, sólo una minoría de losmigrantes mexicanos encuestados trabajaba en laagricultura, en México o Estados Unidos. (Lasfiguras 3 y 4 ilustran el reciente incremento de lapoblación nacida en México en los Estados Unidos.)

Libre comercio y fuerzasmigratorias

LA CRISIS DEL PESO Y LA RECUPERACIÓN

La puesta en vigor del TLCAN fue eclipsada rápida-mente por la “crisis del peso” de 1994. Los resul-tados de la crisis fueron una devaluación inmediatadel peso de más de 50 por ciento, un PIB de 1996que retrocedió 6,2 por ciento desde el año anterior,un aumento del desempleo urbano total de 3,6 porciento en 1994 a 6,3 por ciento en 1995,25 y ungran movimiento de trabajadores hacia el sectorinformal. Los efectos no fueron diferentes de los dela crisis de 1982: se perdió un gran número de tra-bajos del sector formal, los salarios reales en Méxicodescendieron seriamente en relación con los de

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Estados Unidos, y se desmoronó la confianza en laeconomía mexicana. En una encuesta de opiniónpública tomada durante el peor momento de lacrisis, en marzo de 1995, sólo 35 por ciento de losencuestados contestaron que las condiciones econó-micas mejorarían en el próximo año.26

La respuesta de muchos mexicanos fue similar a loregistrado en la crisis de 1982: pocos trabajos enMéxico, jornales relativamente elevados en EstadosUnidos y perspectivas inciertas sobre el futuro equi-valían a una buena razón para encaminarse en elconsabido sendero hacia el norte. Las aprehensionesen la frontera escalaron en 1995, y siguieron aumen-tando en 1996.

De manera análoga, si bien las negociaciones delTLCAN posiblemente promovieron parte de la exu-berante inversión en México que desembocó en lacrisis del peso, la crisis misma no puede atribuirse altratado de comercio. Por otra parte, los vínculospolíticos forjados en el curso de las negociacionesdel TLCAN y los nexos económicos más firmes

garantizados por el TLCAN jugaron claramente unimportante papel al alentar a Estados Unidos a ocu-parse de la operación de rescate sin precedentes quemitigó la crisis. Si es que ha tenido algún efecto, elTLCAN probablemente moderó el efecto de la crisiseconómica.

EL AUGE DE LA ECONOMÍA DE ESTADOS

UNIDOS

En 1994, el PIB real de Estados Unidos aumentó 4por ciento desde el año anterior, empezando unperíodo notable de crecimiento sostenido que duróhasta 2000.27 El desempleo registró 6.1 por cientoen 1994 y descendió a 4,0 por ciento para 2000, latasa promedio más baja desde 1969.28 El difícilmercado laboral ofreció abundantes puestos para losinmigrantes mexicanos poco calificados, convirtién-dolos en una parte fundamental del crecimientorobusto de muchos sectores de la economía deEstados Unidos y jugando un papel clave al atraermás migrantes a los Estados Unidos. De especialmención fue la creciente importancia de los trabaja-

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Figura 3. Crecimiento de la población nacida en México en los EstadosUnidos MILLONES

Figura 4. Porcentaje del crecimiento de la población nacida enMéxico en los Estados Unidos

Fuente: Análisis del Migration Policy Institute de los datos del Censo de 2000 y Campbell Gibson y Emily Lennon, Historical Census Statistics onthe Foreign-Born Population of the United States: 1850–1990 (Washington, D.C.: U.S. Census Bureau, 1999).

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dores mexicanos en el sector de servicios personalesen Estados Unidos, un hecho que sirvió como fuerteindicador de que el aumento inducido por elTLCAN en el comercio de productos y serviciosaltamente calificados y con alto valor agregado noiba a proporcionar una alternativa adecuada a lamigración.

De sorpresa para algunos, sin embargo, el bajón de2000 en la economía de Estados Unidos, exacerbadopor los ataques del 11 de septiembre de 2001, nogeneró una disminución observable en la inmigra-ción no autorizada de México a Estados Unidos. Nosólo no ha descendido la población de las personasnacidas en México en los Estados Unidos, sino queotros indicadores del tamaño de esa población,como las remesas y las estimaciones demográficasactuales basadas en encuestas del número de mexi-canos en Estados Unidos, han seguido aumentando.Por otra parte, aunque las aprehensiones en la fron-tera decayeron en 2002, una posible indicación de ladisminución de influjos migratorios ilegales, lasdefunciones de los migrantes a lo largo de la fron-tera han persistido con trágica frecuencia.

Una manera de conciliar el aumento del tamaño dela población nacida en México en los EstadosUnidos con la disminución de las aprehensiones enla frontera es especular que la disminución en la tasade aprehensión refleja principalmente una disminu-ción en los cruces circulares, en la medida que losmigrantes que ya están en Estados Unidos aplazanlos viajes a su país porque temen enfrentarse a laingente seguridad en la frontera. Por otra parte, sibien la economía de Estados Unidos ha tenido susaltibajos, la economía mexicana también se ha vistoperjudicada debido a su estrecha relación conEstados Unidos, lo cual brinda a los migrantes muypocos incentivos para regresar a su país de origen.Según un estudio reciente del Pew Hispanic Center,los trabajadores méxico-americanos parecieron habersufrido el crecimiento porcentual más bajo enmateria de desempleo en Estados Unidos desde sep-tiembre de 2000 a octubre de 2001 (13 por ciento);por comparación, otros grupos en el banco de

trabajo de Estados Unidos experimentaronaumentos en el orden del 30 por ciento o más.29 Lasperspectivas laborales para los mexicanos en EstadosUnidos se han mantenido robustas a pesar de larecaída más reciente en la economía de EstadosUnidos, un hecho que puede haber alentado a losinmigrantes mexicanos a permanecer en el país.

CAMBIOS EN LA SEGURIDAD FRONTERIZA

A partir de 1993, la Patrulla Fronteriza de EstadosUnidos inició una serie de ejercicios de “seguridadfronteriza concentrada”. De acuerdo con esta estra-tegia, se aumentó drásticamente el número de patru-llas en cruces muy transitados, en su mayoría enáreas urbanas. La estrategia procuró hacer que loscruces ilegales fueran lo más difíciles y costosos posi-bles mediante el cierre de las rutas más fáciles. Selogró dificultar el cruce, tal como lo evidencia elmayor uso de “coyotes” (contrabandistas de per-sonas), mayores tarifas para el contrabando y mayornúmero de defunciones de migrantes no autorizadosen zonas remotas a lo largo de la frontera. Sinembargo, no existen pruebas de que la inmigraciónilegal desde México haya disminuido como resultadodel aumento de la seguridad.30 Por el contrario, laseguridad en la frontera parece haber reforzado latendencia a alejarse de la migración circular y haciaestadías más prolongadas en Estados Unidos, impul-sando a la vez a más mujeres y niños a migrar paraacompañar a los hombres que trabajan allí.

EL TLCAN, LA AGRICULTURA MEXICANA Y LA

EMIGRACIÓN RURAL 31

La esperanza de que las exportaciones de frutas yvegetales de alto valor aportarían más empleo a laszonas rurales de México fue equilibrada por el temorde que las importaciones de Estados Unidos satura-rían la producción de México en materia de granos,en particular el maíz. El maíz es un cultivo deprimera necesidad con gran intensidad de mano deobra en México, pero los agricultores mexicanos loproducen en forma mucho menos eficiente que suscontrapartes de Estados Unidos. En cuanto a la

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fuerza laboral mexicana, se temió que el comercioabierto generara un desplazamiento intenso demano de obra en el sector agropecuario y másmigración de las zonas rurales, terminando muchosde esos migrantes en Estados Unidos.

Un estudio de 2003 de J. Edward Taylor y GeorgeDyer comisionado para este informe, usando losdatos de la Encuesta Nacional de Hogares Ruralesde México, revela que el TLCAN no desaceleró lamigración de las zonas rurales. Aunque las exporta-ciones mexicanas de frutas y vegetales aumentaronconsiderablemente después de la puesta en marchadel TLCAN, lo cual generó empleo adicional, elempleo en el sector agropecuario descendió en tér-minos generales. La migración de muchas comuni-dades rurales llegó a acelerarse, y un porcentajemenor de esa migración se dirigió a otras zonasrurales en México. En realidad, una creciente pro-porción de esa migración llegó a Estados Unidos:treinta por ciento de los migrantes de las zonasrurales de México estaban en Estados Unidos en

2002, frente a 19 por ciento en 1994. Desde 1980 a1994, la migración de las comunidades ruralesencuestadas a Estados Unidos aumentó un 95 porciento. Para 2002, la migración a Estados Unidosfue 452 por ciento mayor que en 1980 (véase lafigura 5).

El TLCAN no parece ser el culpable de esta acelera-ción de la emigración rural, sin embargo. Taylor y elDyer no encontraron indicios de que el TLCANhaya creado un “punto de quiebre” en el aumentode la migración de las zonas rurales.32 Por el con-trario, la migración de México rural a EstadosUnidos había venido acelerándose mucho antes delinicio del TLCAN, continuando la tendencia a pos-teriori. Por otra parte, si bien se registró un aumentoesperado de las importaciones de maíz y otrosgranos de Estados Unidos, la producción de maízmexicano no se arruinó. En realidad, la producciónanual de maíz promedió cerca de 18,3 millones detoneladas desde 1995 a 2001, casi exactamente elmimo nivel que en los años inmediatamente antesdel TLCAN. Ni tampoco se ha registrado uncambio observable en la producción entre las fincasde subsistencia con uso de precipitación pluvial y lasfincas de regadío más comerciales.33 De hecho,incluso en la medida que los precios agrícolas des-cendieron y el déficit comercial de México en losproductos agrícolas con Estados Unidos se incre-mentó después del TLCAN, el PIB agrícola deMéxico registró un aumento. Dicho incremento, sinembargo, fue más lento que el crecimiento del PIBen su totalidad con dos excepciones: en 1994 y2001 el PIB en general experimentó una contrac-ción. (Gran parte del crecimiento en la agriculturase dio en los cultivos de frutas y vegetales con granintensidad de mano de obra en los estados del nortey el oeste de México, donde las exportaciones demuchos tipos de frutas y vegetales aumentaron másdel cien por ciento.)

Las ganancias en el valor de la agricultura mexicanaestuvieron acompañadas, sin embargo, de una dis-minución al parecer paradójica del empleo en elsector agropecuario mexicano, de 8,1 millones de

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Fuente: Análisis de datos de la Encuesta Nacional de Hogares Ruralesde 2002 en México, en J. Edward Taylor y George Dyer, NAFTA, Trade,and Migration. Documento comisionado para este informe, copia enpoder de los autores, 2003.

Figura 5. Migración de las zonas rurales de México a los Estados Unidos, 1980–2002MIEMBROS DE UNIDAD FAMIL IAR : 1980=100

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puestos de trabajo en 1993 a 6,8 millones en2001.34 Varios factores incidieron además delTLCAN, sin embargo. El primero, que a menudo sepasa por alto, es el proceso natural, quizás inevi-table, de desplazamiento de zonas rurales a urbanasque todos los países experimentan en la medida quesus economías avanzan. La proporción de trabaja-dores agrícolas como proporción de la fuerza laboralde México ha descendido en forma sostenida, demás de 50 por ciento en 1960, a 36 por ciento en1980, a menos de 25 por ciento y sigue disminu-yendo desde 1995.35 El segundo factor es la cons-tante reforma de la política agraria mexicana. Lasreformas del sistema de ejidos que comenzaron en1992 han permitido las ventas y los alquileres detierras y han ido acompañadas de recortes y cambiosen la estructura de los subsidios agrícolas. Amboscambios han promovido mayor productividad y pro-ducción, pero no siempre en formas que generanmayor empleo agrícola o alientan a las personasrurales a permenecer en sus puestos.

Por lo tanto, el TLCAN ha desempeñado sólo unafunción mínima en la aceleración continua de laemigración rural durante el decenio desde su apro-bación. La decisión de migrar dentro de México o aEstados Unidos, sin embargo, se ha visto afectadapor las fuerzas migratorias generales más numerosasy estructurales esbozadas en este ensayo y por la faltade disponibilidad y mala calidad de los trabajos enlas ciudades de México.

EMPLEO URBANO Y EL TLCAN: SURGIMIENTO

DE LAS MAQUILADORAS Y EL SECTOR

INFORMAL

Las crisis de 1982 y 1994 se caracterizaron por lareducción catastrófica de trabajos asalariados en elsector formal y el aumento de puestos de trabajo enel sector informal, trabajo por cuenta propia, tra-bajos en pequeñas empresas y trabajos sin beneficios.El empleo en el sector formal ha escalado y descen-dido con la economía mexicana. Hasta 1995, elempleo en el sector informal creció más rápido que

el empleo en general. El crecimiento económico sos-tenido de fines de los años noventa produjo unaumento en la proporción de trabajadores en tra-bajos formales, pero muchas de estas ganancias sehan perdido en el bajón de los últimos tres años.

Resulta significativo que una minoría considerablede los trabajos del sector formal ganados —y per-didos— después de la aprobación del TLCAN sehan dado en la industria de las maquiladoras.36

Tanto el empleo informal como los trabajos en lasmaquiladoras son de manera característica alterna-tivas poco atractivas a la migración internacional. Laproductividad promedio (y por tanto los jornales)en el sector informal es muy baja. Las remesas de losmigrantes son una fuente esencial de capital paramuchas pequeñas empresas, lo cual significa que elsector informal y la migración son a menudo com-plementos, no sucedáneos. Asimismo, los jornales enlas maquiladoras son bajos, el recambio es alto, y lostrabajadores tienden a ser jóvenes y, hasta hace poco,en su inmensa mayoría mujeres (en 2001, porprimera vez, la mayoría de los trabajadores registradosen las maquiladoras eran hombres), lo cual significaque quienes poseen energía y ambiciones siguen delargo o no permanecen en las maquiladoras.

Gracias en parte a los aumentos en la inversiónextranjera y las exportaciones de manufacturas pro-ducidas por el TLCAN, al igual que las reformas deseguridad social, el empleo del sector informal des-cendió en el período inicial después de la aproba-ción, junto con el desempleo manifiesto. Utilizandoun indicador, el desempleo y el empleo informaljuntos se desplomaron de 53 por ciento de la fuerzalaboral en 1995 a 44 por ciento en 2000, paravolver a trepar a 47 por ciento en 2003.37 Ambastasas, sin embargo, se mantienen en niveles más ele-vados que antes de la crisis de 1995.

Aunque el sector de manufacturas en general se viomás afectado por la crisis de 1995 que el subsectorde maquiladoras, el empleo en manufacturas sin usode maquiladoras se recuperó firmemente gracias al

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crecimiento de las exportaciones, con un aumentodel empleo de 20 por ciento entre su plateau de1995 y el punto máximo de 2000; el empleo en lasmaquiladoras se duplicó aproximadamente en elmismo período. En el nuevo siglo, parece ser que elsector de maquiladoras puede estar en decadencia.La combinación del bajón económico, la compe-tencia de China y otros países de jornales bajos y lapérdida, debido al TLCAN, de algunos de los trata-mientos arancelarios preferenciales de las maquila-doras han contribuido a un nivel de empleo que, amediados de 2003, había descendido 19 por cientodel punto máximo del sector en 2000, en contrapo-sición al empleo de manufacturas sin uso de maqui-ladora, que había declinado 12,5 por ciento.

El TLCAN y la migración:promesa y realidad

En cuanto a sus efectos sobre la migración ilegal, elTLCAN ha sido cruel tanto para sus críticos másvocales como para sus defensores más ardientes. Noha diezmado el empleo mexicano, pero no ha gene-rado un aumento notable de puestos de trabajo ysalarios. De haber logrado algo, ha desplazado a laeconomía mexicana levemente hacia un mayorempleo en el sector formal, lo cual lleva a uno acreer que los decepcionantes resultados económicosde México en los diez últimos años bien podríanhaber sido mucho peor sin el TLCAN.

La migración de México a Estados Unidos, tantolegal como ilegal, ha seguido aumentando. En losdiez años que el TLCAN ha estado en vigor, elamplísimo incremento de las inversiones en Méxicoy el comercio regional de bienes no ha reducido elmovimiento de personas, aunque por razones queprobablemente tengan que ver tanto con las condi-ciones en Estados Unidos como en México. La con-clusión más justa puede ser que, en último término,los efectos económicos del TLCAN han sido eclip-sados por fuerzas mucho más potentes y duraderas:la robusta demanda de trabajadores mexicanos enEstados Unidos, redes sociales profundamente arrai-gadas que promueven la migración, un crecimientodemográfico que sigue desbordando la capacidad decreación de puestos de trabajo de la economía mexi-cana y una economía que, como la de muchos paísesen desarrollo, ha padecido, durante los dos últimosdecenios, repetidas crisis y un proceso doloroso dereajuste.

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El futuro acontecer

Es posible que la “era” de vender tratados de librecomercio a escépticos formuladores de políticas y alpúblico masivo como paliativo de la inmigraciónilegal haya pasado. No obstante, hay casos en queun modelo distinto de integración regional ha redu-cido enormemente las presiones migratorias. Estemodelo, sin embargo, va más allá del libre comercio.Cuando Grecia, España y Portugal ingresaron a laUnión Europea (UE), por ejemplo, la apertura en lamovilidad de la mano de obra no produjo unanueva ola migratoria. Este hecho sin incidentes seprodujo a pesar de una historia de casi tres deceniosde migración de mano de obra a la UE de los trespaíses. Sin embargo, el proceso de ingreso a la UEincluye mucho más que la apertura al librecomercio. Va precedido y seguidos de importantesinversiones de la UE en la infraestructura social yfísica de los estados candidatos y nuevos miembros,al igual que inversiones anuales masivas en los sec-tores agropecuarios de los estados miembros. Estaúltima inversión consume por sí sola casi la mitaddel presupuesto total de la Comisión Europea. Porotra parte, el concepto de integración de la UE exigeextensas reformas económicas y políticas quemejoran la estabilidad de los recién llegados y losprepara para aprovechar mejor los beneficios de laafiliación.

Parece improbable que el modelo de integracióneconómica y política de la UE se pueda repetir enotro lugar en un futuro inmediato. Considerandolos fracasos del libre comercio y los controles fronte-rizos unilaterales para “resolver” el problema de lainmigración ilegal, sólo parece surgir otra opción:implantar un sistema de migración legal, regulada,segura y ordenada que reemplace el actual sistemade migración ilegal, no regulada y desordenada. Laperversidad del status quo se torna más definidacuando advertimos que en efecto se está renun-ciando a la prerrogativa soberana del Estado detomar decisiones de inmigración sobre migrantesindividuales y redes de contrabando organizadas. Laalternativa exige dedicarse a un proceso de usar otras

aperturas en la inmigración permanente y númerosconsiderables de visas de trabajo temporario legalpara satisfacer una proporción mucho mayor de lademanda en las economías desarrolladas de mano deobra extranjera y el interés de las economías menosdesarrolladas en el acceso más fácil a los mercadosde trabajo del mundo más desarrollado.

En muchos sentidos, los vínculos políticos que for-jaron Estados Unidos y México en el curso de nego-ciar el TLCAN ayudó a abrir una serie de diálogossobre el manejo de la migración entre los dos paísesque comenzó poco después de la puesta en vigor delconvenio. Estos diálogos trataron temas importantespero a menudo procesales en primer término, perocobraron profundidad e intensidad después de laselecciones de Vicente Fox Quesada y George W.Bush. El impulso se disipó, sin embargo, pocodespués de los ataques terroristas de 2001 y el poste-rior desplazamiento en la atención e interés políticode Estados Unidos. Sin embargo, los conceptos cen-trales de las negociaciones de regularizar la presenciade los inmigrantes no autorizados, ofreciendo aMéxico un acceso mucho más amplio a las visas per-manentes y temporarias de Estados Unidos y asu-miendo la responsabilidad conjunta del manejo dela frontera común respondieron al continuo interésde varios legisladores estadounidenses clave que hanpresentado diversas propuestas nuevas en esta área.38

En el presente clima, los convenios significativos demigración, de darse, sucederán probablemente fueradel contexto explícito de los acuerdos de comercio.Aunque la movilidad de los empresarios e inversio-nistas según el acuerdo de comercio deje de ser polé-mica, el empleo de extranjeros en diversos niveles dehabilidad, educación y experiencia es un tema polí-tico muy difícil para la mayoría de las sociedadesdesarrolladas. La “toxicidad” de ir más allá de lamovilidad mínima se ha estado manifestando desdehace dos años en la incapacidad de la coalicióngobernante en Alemania de aprobar su legislación dereforma inmigratoria, lo cual se hizo sentir de nuevorecientemente en Estados Unidos. Después deaprobar pactos de comercio con Chile y Singapur

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que contenían disposiciones de movilidad deltrabajo mucho más limitadas que las del TLCAN,39 elSenado de Estados Unidos aprobó una resoluciónque declaraba que los “tratados de comercio no sonel vehículo apropiado para sancionar leyes relacio-nadas con la inmigración o modificar la políticasactuales de inmigración” y que los “tratados decomercio futuros de los que Estados Unidos es parte… no deben contener disposiciones de caráctermigratorio”.40

Canadá, por su parte, también ha procedido concautela al hacer participar a otros países en conve-nios de movilidad similares al negociado conMéxico en el TLCAN. El tratado de libre comerciode Canadá de 1997 con Chile incluyó cláusulassimilares a las del TLCAN para el empleo tempo-rario de profesionales, pero su convenio de 2001con Costa Rica sólo previó el ingreso temporario deempresarios y el empleo de personal transferidodentro de la empresa. Sin embargo, Canadá ha man-tenido un diálogo relativamente productivo conMéxico sobre la migración de mano de obra: firmóen 2001 una carta intención manifestando su inten-ción de ampliar el pequeño programa de trabaja-dores agrícolas invitados que ha mantenido conMéxico desde 1974.

En resumen, tanto Estados Unidos como Canadáhan proyectado caminos generalmente similares enmateria migratoria desde el TLCAN. Han contraídopocos compromisos respecto de la capacidad de losextranjeros de tener acceso a sus respectivos mer-cados nacionales de trabajo mediante tratados decomercio, administrando al mismo tiempo pro-gramas “unilaterales” relativamente liberales para elingreso temporario y el empleo de personas de todaslas naciones y haciendo participar esporádicamente aMéxico en asuntos de migración.

Uno podría sacar de este análisis la lección de quelos convenios migratorios no pueden acomodarsenaturalmente dentro de las negociaciones de librecomercio. En muchos sentidos, desafía la intuición.Después de todo, durante las negociaciones comer-

ciales es cuando la postura de negociación demuchas naciones en desarrollo puede ser más fuerte.El fracaso de la reunión ministerial de la OMC enCancún en septiembre de 2003 demuestra sin dudaeste último punto. Por otra parte, la breve historiadel TLCAN indica que el libre comercio no puedeservir de sustituto para la migración de puestos detrabajo, al menos a corto plazo, y que recargar unacuerdo de libre comercio con cláusulas de movi-lidad más allá de las que figuran en el TLCANtornará al convenio en algo difícil de digerir políti-camente para los países desarrollados. La falta deavances sustanciales hasta el presente en la discusiónde la OMC del comercio de servicios (que podríaincluir temas de movilidad que van mucho más alláde los del TLCAN) apunta a una tendencia haciacompromisos más moderados en la movilidad de laspersonas.

Independientemente del momento político, existenrazones imperiosas que harán que se siga pensando—o actuando— en la migración y los tratados delibre comercio como una dupla. En primer lugar,desde una perspectiva netamente económica, haypoca diferencia entre el comercio de bienes y elcomercio de servicios, y gran parte del comercio deservicios requiere el movimiento de un número sig-nificativo de personas. Por otra parte, los econo-mistas argumentan que las ganancias económicasmundiales potenciales de un aumento inclusomoderado en el movimiento de trabajadores puedenser mucho mayores que cualquier otro aumento enel movimiento de productos.41 Estas ganancias sólocrecen en la medida que el espectro de aptitudes yocupaciones aptas para el movimiento se amplíanpara permitir a los países explotar su ventaja compa-rativa en los servicios. Más convincentemente,quizá, este potencial de ganancias económicas tieneserios efectos prácticos. Como bien lo demuestra elTLCAN, la demanda voraz de los países ricos detrabajadores y la amplia oferta de los países máspobres crea potentes nexos transnacionales entre losmercados de trabajo, ambos debido y a pesar de lapolítica oficial. Los últimos diez años demostraronclaramente la necesidad permanente de mexicanos

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en los sectores manufacturero de bajo valor agregadoy servicios de baja habilidad en Estados Unidos,pero la función de los trabajadores de la India encomunicación y tecnología de la información (tem-porarios o no) en Estados Unidos en los añosnoventa puede usarse como otro ejemplo igualmentepotente. Una vez que el trabajador y el empleadorhan empezado a convertir las ganancias económicaspotenciales de la migración en una realidad lucra-tiva, los gobiernos enfrentan una batalla cuestaarriba para desacoplarlos.

Tampoco es este análisis exclusivo para los socios delTLCAN. Dentro de la zona de ALCA, México,Argentina, Brasil y Chile, entre otros, todos son des-tinos significativos para los trabajadores de otrospaíses, al igual que los centros regionales con finesde negocios. Con frecuencia, al igual que en el casode la migración de México a Estados Unidos, lafuerza impulsora no es el enfoque legal del gobiernorespecto del movimiento de personas, sino lasdemandas de la economía y la existencia de redesestablecidas de migración. Los convenios regionalesque fijan condiciones para el intercambio permanentede visitantes por negocios y diversos tipos de trabaja-dores entre todos los países de una región posible-mente deban ser analizados por su propio mérito, enforma independiente, o paralela, a las negociacionessobre comercio y pactos comerciales. Estados Unidosy Canadá ya poseen cláusulas exhaustivas para elempleo temporario de trabajadores extranjeros fueradel contexto de los convenios internacionales. Amedida que continúan las negociaciones de CAFTA yel ALCA, y en la OMC, al igual que el nivel deinterés del mundo desarrollado en obtener acceso alos mercados extranjeros, puede tener sentido paralos países desarrollados usar como elemento denegociación el acceso limitado y regulado a sus mer-cados de trabajo. El trato puede ser bastante sen-cillo: los países desarrollados desean concesiones delos países en desarrollo en la apertura de sus sectoresde servicio que son análogas a las concesiones quelos países en desarrollo desean de los países desarro-llados en cuanto al movimiento de personas.

Estados Unidos, Gran Bretaña y muchos otros paísesdesarrollados tienen grandes excedentes en las expor-taciones netas de servicios altamente calificados, locual refleja su gran ventaja comparativa en teleco-municación, energía, gestión y servicios financieros.No obstante, el proteccionismo del país en desa-rrollo, entre otros factores, mantiene los servicios encerca del 20 por ciento de todo el comerciomundial. La capacidad de los profesionales de laIndia en materia de comunicación y tecnología de lainformación para trabajar en Estados Unidos o delas empresas brasileñas de construcción para operaren Estados Unidos usando una cierta proporción detrabajadores brasileños podría entonces intercam-biarse por un mayor acceso de las firmas estadouni-denses a los sectores de telecomunicación o serviciosfinancieros de estos países. Este tipo de quid proquo en el comercio de servicios podría ponerse aprueba primero en el contexto Estados Unidos-México. Un acuerdo sobre el movimiento tempo-rario de trabajadores poco calificados de México aEstados Unidos y el acceso de Estados Unidos alsector petrolero de México se discutió por primeravez en forma conjunta en las negociaciones delTLCAN, y ambos países siguen siendo conscientesdel poder de estos dos elementos en la negocia-ción.42 Otros elementos bilaterales sensibles igual-mente irritantes también tendrán que incluirse encualquier trato real, en particular los que incluyen latoma de responsabilidad conjunta por el manejo dela frontera común en formas que aborden eficaz-mente las inquietudes de las partes sobre las drogas,el crimen organizado y, lo que más interesa aEstados Unidos en este momento, la seguridad.

Dichos arreglos tendrán que abordar la inevitable —y válida— inquietud de que permitir un mayormovimiento de mano de obra podría afectar los jor-nales relativos en los sectores sociales sensibles de lospaíses desarrollados. Con políticas sociales másfuertes, adecuada regulación y cumplimiento ade-cuado, estos temores podrían seguir el mismorumbo del “gigantesco sonido de succión” delTLCAN famosamente evocado en 1994 por Ross

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Perot. En tal caso, parte de la experiencia reciente deEstados Unidos demuestra que los ingresos de lostrabajadores temporarios pueden funcionar comosería de esperar: las solicitudes de empleadores enEstados Unidos de trabajadores extranjeros en elsector de alta tecnología subieron extraordinaria-mente a fines de los años noventa, cuando existíauna demanda enorme de tales trabajadores, pero handisminuido bruscamente desde el bajón de 2000. Enotras palabras, el uso de empleados extranjeros enforma temporaria respondió a las fuerzas delmercado, y los trabajadores extranjeros empleadosadecuadamente por los empleadores estadounidensesno compitieron con los trabajadores de EstadosUnidos en la medida que la demanda de aptitudestécnicas decreció.43

Aún no se ha logrado responder la pregunta decómo negociar acuerdos sobre el movimiento de lostrabajadores. En el caso de la UE, el movimientocasi completamente libre de las personas se da en elcontexto de una integración regional político-econó-mica muy profunda. En otro enfoque, ahora lenta-mente adoptado en la Comunidad del Caribe, seusan los compromisos existentes de los tratadoscomerciales regionales sobre la movilidad de losempresarios visitantes y los profesionales altamentecalificados como punto de partida desde el cual seextiende la movilidad a otros sectores del mercadolaboral eliminando gradualmente las barreras admi-nistrativas y posibilitando la movilidad de los traba-jadores menos calificados. Este enfoque, de hecho,fue el propuesto por la India en la Ronda deDesarrollo de Doha de la OMC, cuya acogida nofue muy entusiasta.

Un enfoque final no vincularía las medidas migrato-rias directamente a los tratados de comercio. Por el

contrario, usaría la integración económica regional osubregional resultante y el espíritu de cooperacióncomo el contexto para negociar convenios poste-riores de movilidad. De manera análoga, un pactode comercio que llegara a buen término podríausarse como foro político para un discurso regionalque concluyera con un acuerdo en materia migra-toria. Los países de la unión aduanera sudamericanaMercosur, que experimentan niveles significativos demigración ilegal intrarregional, han usado los vín-culos construidos por medio de su bloque comercialpara negociar la regularización de los inmigrantes noautorizados.

Lo más razonable es suponer en este momento, sinembargo, que ni las negociaciones del ALCA oCAFTA, cuando se completen, diferirán mucho enlos temas de movilidad del precedente que fijaronlos convenios de Estados Unidos con Chile ySingapur. Por otra parte, de no producirse un bruscoretorno en la economía de Estados Unidos, losnegociadores de ese país pueden incluso procurareliminar cualquier referencia a los ingresos profesio-nales según los acuerdos resultantes. El rumbo queEstados Unidos pueda elegir, sin embargo, es impro-bable que pueda ser “impuesto” con tanta facilidad alas otras partes como sucedió con Singapur o Chile.La intención declarada de Brasil de obtener conce-siones más grandes de Estados Unidos en las nego-ciaciones del ALCA, y la fuerte postura tomada porlos países en desarrollo en general en las negocia-ciones de la OMC en septiembre de 2003 enCancún, son indicaciones de que es posible que se produzcan nuevos acontecimientos en la movi-lidad de las personas asociado con el comercio deservicios.44

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Epílogo

Esta breve evaluación del “TLCAN a las diez” nospermite enterrar algunas ideas falsas y sugerir nuevasposibilidades. La idea de que el libre comercio sólopuede producir cambios que pueden controlar losflujos existentes de migración en el corto a medianoplazo es claramente errónea. Igualmente erróneo esel temor de que los tratados de comercio activaránmovimientos masivos de personas.

El comercio internacional es sólo una de muchasfuerzas económicas que inciden en la migración, y lamigración misma tiene raíces profundas en lasociedad. La migración y la integración económicano se han dado cita por última vez, empero. Elmovimiento de personas es una fuerza económicacon un poder que sobrepasa potencialmente el delmovimiento de productos o capital, y los tratados decomercio seguirán siendo un foro para discutir —ocerrar— acuerdos de cooperación sobre el manejode la migración.

NOTAS

1 Se ofrece más información sobre las expectativas mexicanas antes del

TLCAN en Francisco Alba, Elusive and Changing Mexican

Expectations Regarding NAFTA’s Implications on Migration.

Documento comisionado para este informe, copia en poder del

autor, 2003.

2 Un ejemplo claro de la ambivalencia de los funcionarios mexicanos

hacia las visas TN son los actuarios y los fitopatólogos. Los cana-

dienses y los estadounidenses en el Grupo de Trabajo sobre la

Movilidad en el TLCAN han esperado varios años para que los

representantes mexicanos aprobaran la ampliación de la lista ocupa-

cional TN e incluyeran estas dos categorías.

3 Demetrios G. Papademetriou, “New Directions for Managing U.S.-

Mexican Migration”, Migration, Free Trade and Regional Integration

in North America (Paris: OECD, 1998).

4 “Attorney General Reno Sees NAFTA Benefits in Creating Jobs,

Stopping Drugs and Illegal Immigration from Mexico” (comunicado

de prensa). The White House, Washington, D.C., Octubre 12,

1993, puede consultarse en www.ibiblio.org/pub/archives/white-

house-papers/1993/Oct/NAFTA-Notes-1993-10-12.

5 El Programa Fronterizo BIP se creó parcialmente en respuesta al

cierre del programa de braceros de Estados Unidos, que había permi-

tido a los mexicanos trabajar por temporadas en fincas en Estados

Unidos y había promovido la contratación de trabajadores mexi-

canos por empleadores de Estados Unidos.

6 Es interesante señalar, sin embargo, que la inversión directa extran-

jera de los otros países disminuyó casi 50 por ciento en 1995 y no se

ha recuperado plenamente, quizá una indicación de que la ventaja de

Estados Unidos en el TLCAN desplazó al capital de otros países. La

especial relación entre Estados Unidos y México puede diluirse, sin

embargo, mediante la firma por parte de México de tratados de libre

comercio con grupos multiestatales en otros lugares de América

Latina, la Unión Europea, los estados de la Asociación Europea de

Libre Comercio e Israel; México incluso tiene un acuerdo pendiente

con Japón. En forma correspondiente, el acceso ventajoso de México

a los mercados de Estados Unidos también se está diluyendo, debido

a las permanentes negociaciones de libre comercio de parte de

Estados Unidos y la accesión de China a la OMC.

7 En la mayoría de los casos, los empleadores de Estados Unidos

deben obtener una certificación de trabajo para los inmigrantes

basada en el empleo y otros trabajadores extranjeros que deseen con-

tratar. Este proceso exige a un empleador demostrar que la presencia

del extranjero no perjudicará a los trabajadores de Estados Unidos.

8 “Ten Source Countries with the Largest Populations in the United

States as Percentages of the Total Foreign-Born Population: 1960”

(gráfico). (Washington D.C.: Migration Information Source,

Migration Policy Institute), puede consultarse en www.migrationin-

formation.org.

9 Para más información sobre estos temas, véase Binational Study on

Migration, Binational Study on Migration between Mexico and the

United States (Mexico City, Mexico: Binational Study on Migration,

1997); Douglas Massey, Jorge Durand, Nolan Malone y Alfred

Buch, Beyond Smoke and Mirrors: Mexican Immigration in an Era of

Economic Integration (New York: Russell Sage Foundation, 2002);

Douglas Massey, Joaquín Arango, Graeme Hugo, Ali Kouaouci,

Adela Pellegrino y J. Edward Taylor, Worlds in Motion, (Oxford,

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England: Clarendon Press, 1998); Douglas Massey, Rafael Alarcón,

Jorge Durand y Humberto González, Return to Atzlan: The Social

Process of International Migration from Western México (Berkeley,

Calif.: University of California Press, 1987).

10 Bureau of Citizenship and Immigration Services, The Yearbook of

Immigration Statistics (Washington, D.C.: U.S. Department of

Homeland Security, varios años).

11 Consejo Nacional de Población, La Población de México en el Nuevo

Siglo (Mexico City, Mexico: Consejo Nacional de Población, 2001).

Véase también U.S.-Mexico Migration Panel, Mexico-U.S.

Migration: A Shared Responsibility (Washington, D.C.: Carnegie

Endowment, 2001).

12 Consejo Nacional de Población, Situación Demográfica de México,

2000 (Mexico City, Mexico: Consejo Nacional de Población, 2000).

13 Las cifras de empleo para el empleo formal son para los trabajadores

temporarios y permanentes cubiertos por el organismo nacional de

seguridad social, según la información del Instituto Nacional de

Estadísticas, Geografía e Informática (INEGI).

14 Para una exposición adicional véase J. Edward Taylor y George Dyer,

NAFTA, Trade, and Migration. Documento comisionado para este

informe, copia en poder del autor, 2003.

15 INEGI, “Porcentaje de Población por Tamaño de Localidad, 1950-

2000” (cuadro). (Ciudad de México, México: INEGI).

16 J. Edward Taylor y Antonio Yúnez-Naude, “Agricultural Policy and

the Village Economy: A Computable General Equilibrium Analysis”,

en Roger Rose, Carolyn Tanner y Margot A. Bellamy, eds., Issues in

Agricultural Competitiveness (Aldershot, England: Dartmouth,

1997), pp. 298–304.

17 Usando una política de industrialización con sustitución de las

importaciones (ISI), México procuró desarrollar las industrias “inci-

pientes” locales protegiéndolas de la competencia de las importa-

ciones mediante aranceles, cuotas de importación, controles del tipo

cambiario, subsidios y tratamiento preferencial de las importaciones

de capital. La intensa política de México de ISI empezó poco

después de la segunda guerra mundial y generó un crecimiento bas-

tante constante, pero empezó a vacilar a mediados de los años

setenta, cuando la acumulación de la deuda, la inflación y la fuga de

capital obligaron a devaluar el peso de la paridad que había mante-

nido con el dólar desde 1954. Sin embargo, los precios ascendentes

del petróleo sostuvieron la ISI en México hasta 1982, cuando,

después de una baja de los precios del petróleo, la economía mexi-

cana entró en una auténtica crisis financiera.

18 Carlos Salas y Eduardo Zepeda, Wages and Productivity in Mexico:

Theoretical and Empirical Issues (Cuadro 1). Documento comisio-

nado para este informe, copia en poder del autor, 2003.

19 En este período también se observó una reducción simultánea del

número de aprehensiones por oficial hora de control fronterizo, una

medida que suele utilizarse para explicar cambios en las estadísticas

de las aprehensiones, en sí causadas por cambios en los recursos

dedicados a la seguridad, a diferencia de flujos en la frontera. Este

indicador no debe interpretarse como un signo fiable de que se esté

reduciendo el ingreso de inmigrantes no documentados a Estados

Unidos, o que la presión de migrar haya disminuido. A partir de

1993, los oficiales horas aumentaron enormemente en ciertas zonas

urbanas de alto tránsito según la “Estrategia Mejorada de Seguridad

Fronteriza” del Servicio de Inmigración y Naturalización. El pro-

grama produjo un repunte inicial tanto en las aprehensiones por

oficial hora y en la probabilidad de ser interceptado, pero este efecto

pronto desapareció. Parece ser que los migrantes se adaptaron y

comenzaron a usar rutas de ingreso menos transitadas, aunque más

peligrosas, recurriendo más sistemáticamente a los “coyotes” (contra-

bandistas de inmigrantes). Puede leerse sobre este tema, de Frank

Bean y B. Lindsay Lowell, Unauthorized Mexican Migration into the

United States: IRCA, NAFTA, and Their Migration Implications.

Documento comisionado para este informe, copia en poder de los

autores, 2003.

20 Office of Policy and Planning, Estimates of the Unauthorized

Immigrant Population Residing in the U.S.: 1990 to 2000

(Washington, D.C.: Bureau of Citizenship and Immigration

Services, 2003).

21 Jeffrey Passel, New Estimates of the Undocumented Population in the

United States (Washington, D.C.: Migration Information Source,

Migration Policy Institute, 2002). Puede consultarse en www.migra-

tioninformation.org.

22 La Población de México en el Nuevo Siglo (véase la nota 10).

23 Migration Information Source, “States and Regions Ranked by

Percent Change of the Foreign Born: 1990 and 2000” (cuadro).

(Washington, D.C.: Migration Policy Institute, n.d.). Puede consul-

tarse en www.migrationinformation.org.

24 Resultados de la Encuesta de Migración en la Frontera Norte presen-

tada en Situación Demográfica de México (véase la nota 11).

25 Para los observadores acostumbrados a interpretar las cifras de

desempleo de los países desarrollados, dichas cifras en México pare-

cerán subestimar el desempleo por un gran margen. Ello se debe en

parte a que el desempleo completo es un lujo que no pueden permi-

tirse los pobres en México, quienes se refugian en el empleo informal

cuando no se encuentran trabajos en el sector informal. Otro mate-

rial de lectura sobre los efectos de la crisis del peso en la economía y

la población mexicanas es J. Edward Taylor y George Dyer, NAFTA,

Trade, and Migration. Documento comisionado para este informe,

copia en poder del autor, 2003. Véase también Sebastian Edwards y

Moisés Naím. México 1994: Anatomy of an Emerging Market Crash

(Washington, D.C.: Carnegie Endowment for International Peace,

1997).

26 Peter H. Smith, “Political Dimensions of the Peso Crisis”, en

Sebastian Edwards y Moisés Naím, eds., Mexico 1994: Anatomy of

an Emerging-Market Crash (Washington, D.C.: Carnegie

Endowment for International Peace, 1997), pp. 31–53.

27 Bureau of Economic Analysis, “Gross Domestic Product: Percent

Change from Preceding Period” (cuadro). (Washington, D.C.: U.S.

Department of Commerce, 2003), puede consultarse en

www.bea.doc.gov/bea/dn/gdpchg.xls.

28 Bureau of Labor Statistics, “Employment Status of the Civilian

Noninstitutional Population, 1940 to Date” (cuadro), en Bureau of

Labor Statistics, Household Data Annual Averages (Washington,

D.C.: U.S. Department of Labor, 2003), puede consultarse en

www.bls.gov/cps/cpsaat1.pdf.

29 Arturo Gonzalez, The Impact of the 2001/2002 Economic Recession on

Hispanic Workers: A Cross-Sectional Comparison of Three Generations

(Washington, D.C.: Pew Hispanic Center, 2002).

30 Unauthorized Mexican Migration into the United States (véase la nota

18).

31 El análisis de esta sección se apoya en gran medida en NAFTA,

Trade, and Migration (véase la nota 13).

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32 Los recortes de los aranceles agrícolas en virtud del TLCAN debían

introducirse paulatinamente durante un período de catorce años. Sin

embargo, en muchos productos básicos, incluido el maíz, el

gobierno mexicano ha excedido sus compromisos y se ha negado a

ejercer la opción de imponer cuotas.

33 Datos históricos proporcionados por el Servicio de Información

Estadística Agroalimentaria y Pesquería (SIAP) de la Secretaría de

Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesquería y Alimentación

(SAGARPA) de México.

34 Datos no revisados e inéditos proporcionados por el Instituto

Nacional de Estadísticas, Geografía e Informática (INEGI) de

México.

35 Michele Veeman, Terence Veeman y Ryan Hoskins, “NAFTA and

Agriculture: Challenges for Trade and Policy”, en Edward J.

Chambers y Peter H. Smith, eds., NAFTA in the New Millennium

(La Jolla, Calif.: Center for U.S.-Mexican Studies, University of

California, San Diego, 2002), pp. 305–29.

36 El TLCAN no benefició directamente al sector de maquiladoras. Las

maquiladoras que exportaban a Estados Unidos estaban exentas de

aranceles antes del TLCAN, mientras que algunos de los privilegios

otorgados al sector fueron desmantelados por el TLCAN hacia fines

de los años noventa, lo cual contribuyó a los pesares del sector.

37 Porcentaje de trabajadores abiertamente desempleados además de los

empleados pero que perciben jornales o salario. Los cálculos del

autor derivan de los datos del Banco de Información Económica,

“Otros Indicadores de Empleo y Desempleo Trimestral” (cuadro).

(Ciudad de México, México: INEGI, n.d.).

38 Para más información sobre las negociaciones bilaterales de migra-

ción, véase Francisco Alba, , Elusive and Changing Mexican

Expectations Regarding NAFTA’s Implications on Migration.

Documento comisionado para este informe, copia en poder del

autor, 2003.

39 Los profesionales de Chile y Singapur pueden ser empleados en

Estados Unidos sólo de acuerdo con la ley estadounidense y los pro-

cedimientos administrativos existentes (visa H-1B). No se crearon

nuevas categorías de visas en los tratados de comercio con Chile y

Singapur, como se había hecho con el TLCAN y no se eliminó

ningún requisito administrativo. La única concesión notable de

Estados Unidos (aunque por lo demás intrascendente) en esta área

fue simplemente separar un número muy pequeño de visas H-1B

para cada uno de estos países.

40 Resolución del senado 211, del 108.o Congreso, presentada el 31 de

julio de 2003 por el Senador Sessions. Daily Digest, Government

Printing Office, 31 de julio de 2003.

41 Según un ejercicio de modelos económicos, si cada año los países

desarrollados permitieran el ingreso temporario de una cuota de tra-

bajadores extranjeros equivalente al 3 por ciento de su fuerza laboral,

la economía mundial percibiría US$156.000 millones por año. Estas

ganancias se aproximan al tamaño del PIB anual de Indonesia o

Dinamarca, y son mayores de lo que se obtendría si se eliminaran

todos los aranceles restantes en el comercio de productos en el

mismo modelo. Otros modelos indican que la producción mundial

podría duplicarse y más en el caso hipotético de un movimiento

completamente “libre” de trabajadores. En forma significativa, el

grueso de estas ganancias potenciales proviene del movimiento de

trabajadores con pocas calificaciones. Para poner la primera cifra en

un contexto, en 2002 el ingreso de nuevos trabajadores temporarios

(sin incluir a los trabajadores que continúan con permisos pluria-

nuales expedidos en años anteriores) en Estados Unidos equivalieron

a cerca del 0,5 por ciento de la fuerza laboral de Estados Unidos,

mientras que los nuevos ingresos permanentes equivalieron a cerca

de 0,7 por ciento de la fuerza laboral. La reserva calculada de inmi-

grantes no autorizados en Estados Unidos en 2000 fue equivalente a

cerca de 5 por ciento de la fuerza laboral de Estados Unidos, dos

tercios de los cuales eran inmigrantes mexicanos. Para más detalles

véase L. Alan Winters, Terrie L. Walmsley, Zhen Kun Wang y

Romano Grynberg, “Negotiating the Liberalisation of the

Temporary Movement of Natural Persons”, Documento de Trabajo

sobre Economía no. 87 (Brighton, England: Commonwealth

Secretariat, Sussex University at Brighton, 2002). Puede consultarse

en www.sussex.ac.uk/Units/economics/dp/Wintersetal8 7.pdf.

42 En 2003, la Comisión de Relaciones Internacionales de la Cámara

de Diputados en Estados Unidos aprobó una enmienda a la resolu-

ción H.R. 1950 que señalaba “El Congreso considera que… cual-

quier acuerdo sobre los temas de migración entre Estados Unidos y

México también debe incluir un acuerdo para abrir Petróleos

Mexicanos (Pemex) a la inversión de empresas petroleras de Estados

Unidos y medidas específicas para reformar las operaciones de Pemex

y aumentar su transparencia y eficiencia”. La propuesta implícita fue

rechazada rápidamente por la administración del presidente Fox. Al

momento de salir este documento a la prensa, el proyecto de ley se

encuentra en el Senado.

43 En octubre de 2000, el Congreso de Estados Unidos aprobó la Ley

de Competitividad de Estados Unidos en el Siglo XXI (“AC21”). La

metodología de numeración para las visas H-1B, sin embargo, se ha

modificado desde entonces. Ciertos empleados con visa H-1B están

ahora exentos de las limitaciones numéricas, incluso aquellos emple-

ados por instituciones de enseñaza superior, organizaciones sin fines

de lucro conexas o afiliadas, u organizaciones de investigación sin

fines de lucro o estatales.

44 Las cláusulas de movilidad del TLCAN, aunque moderadas, son no

obstante dignas de mención por su influencia en otras negociaciones.

El Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios de 1994 de la

OMC (AGCS) ofreció un marco multilateral para abordar el movi-

miento de empresarios y profesionales visitantes por medio de la

“Modalidad 4” de la prestación de servicios (prestación de servicios

mediante la presencia de ciudadanos de un país en el territorio de

otro). El TLCAN, en su calidad del acuerdo de libre comercio más

prominente del momento, fue una importante influencia en la

arquitectura y el texto del Acuerdo, y la influencia de ambos tratados

sigue siendo muy evidente en el tratamiento de los servicios en los

tratados de comercio que se negocian en la actualidad, como por

ejemplo CAFTA y ALCA. Véase Julia Nielson, “Current Regimes for

the Temporary Movement of Service Providers: Labour Mobility in

Regional Trade Agreements”. Documento presentado en el Simposio

Conjunto de 2002 de la OMC y el Banco Mundial sobre el

Movimiento de Personas Físicas (Modalidad 4) bajo el AGCS

(Ginebra: Abril 11–12, 2002). Puede consultarse en

www.wto.org/english/tratop_e/serv_e/symp_apr_02_nielson1_e.doc.

64 | La Promesa y la Realidad del TLCAN