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VEINTE AÑOS DE MÚSICA VIVA El libro de la Red

El libro de la Red - Veinte años de música viva

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El libro es un acercamiento a los momentos más notables de la historia y de la cotidianidad de la Red, a todo aquello que ocurre tras la escena y que hace de éste un programa en permanente movimiento. Es una invitación a conocer la Red de Escuelas de Música de Medellín y a comprender su poder transformador.

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Page 1: El libro de la Red - Veinte años de música viva

VEINTE AÑOS DE MÚSICA VIVA

El libro de la Red

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Contenido

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PresentaciónEscena I: Las primeras escuelas

Tras escena

La casa que suena

La música que transforma

Escena II: La gira de la esperanza

Tras escena

Música viva

Medellín... con causa y afecto

Escena III: Eventos académicos

Tras escena

Detrás de la música

La madera de Felipe

Escena IV: Eventos de ciudad

Tras escena

Eventos acádemicos de la Red

Mapa de las Escuelas de Música

Corazón de barrio

Escena V: De país en país

Tras escena

Vidas tocadas por la música

Hay música en el aire

Modelo organizacional

Los días en la RedDiario de música

ALCALDÍA DE MEDELLÍN

Aníbal Gaviria CorreaAlcalde de Medellín Alexandra Peláez BoteroVicealcaldesa de Educación, Cultura, Participación, Recreación y Deporte María del Rosario Escobar ParejaSecretaria de Cultura Ciudadana Carlos Mario Guisao BustamanteSubsecretario de Arte y Cultura Mabel Patricia Herrera Marín Líder de Proyecto Secretaría de Cultura Ciudadana Elizabeth Berrío BedoyaLuz Enidia Largo ArteagaMaría Paulina Robledo HernándezComunicaciones Secretaría de Cultura Ciudadana

© Municipio de Medellín 2015

ISBN:

EL LIBRO DE LA RED. VEINTE AÑOS DE MÚSICA VIVAMaría Andrea Kronfly Velásquez Coordinación editorial / Wilson Javier Berrío Arango Asesoría temática Red de Escuelas de Música / Lina Rada Betancur Diseño e ilustración / Ana María Gil Barrientos Producción e investigación / Mónica Palacios Chamat Corrección de estilo / Sergio González Álvarez Fotografía / Apotema Fábrica de Impresos Impresión / Archivo fotográfico: Red de Escuelas de Música de Medellín, Orquesta Filarmónica de Medellín, Museo de Antioquia, Familia Rojas Gallego, Carlos Miguel Palacio, Juan Pablo Areiza, Ángela Suárez, Carlos Palacio “Pala”. Foto Concierto Gustavo Santaolalla: Yojan Valencia. Fotos Concierto Pala: Camilo Monsalve. Fotos Concierto Andrés Orozco-Estrada: Juan Carlos Mazo (Cortesía Teatro Metropolitano).

AGRADECIMIENTOS: Equipos de trabajo, estudiantes y familia s de la Red de Escuelas de Música de Medellín / Ángela Suárez / Carlos Miguel Palacio / Carlos Palacio “Pala” / Juan Pablo Areiza / Juan Carlos Mazo / Yuliana Quiceno / Gilberto Alzate / Mónica Arbeláez / Paola Velásquez / Familia Rojas Gallego / Museo de Antioquia / Orquesta Filarmónica de Medellín / Teatro Metropolitano de Medellín / A todas las personas que participaron e hicieron posible esta publicación.

UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA Mauricio Alviar RamírezRector Francisco Londoño Osorno Decano Facultad de Artes

Blanca Miriam Valencia EcheverriJefe de Extensión Facultad de Artes

Jairo Cuervo TafurAdministrador Facultad de Artes

RED DE ESCUELAS DE MÚSICA DE MEDELLÍN Ana Cecilia Restrepo EspinosaDirectora General Edward Villa HerreraCoordinador Administrativo Rocío Jiménez BetancurCoordinadora Psicosocial Sandra Liliana González Betancourt Coordinadora Pedagógica Nataly Gómez GarcíaCoordinadora de Comunicaciones

Andrés Camilo Agudelo CanoAsistente Administrativo

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A quienes desde el pasado, en el presente y hacia el futuro,

sueñan, sienten y creen en la música.

Hacer música juntos es hacer ciudad.

Somos música, somos Red.

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Medellín ha sido siempre una ciudad que sueña, una ciudad que vive. In-cluso en los momentos más difíciles de nuestra historia, como hace veinte años cuando las noticias eran tan desalentadoras, hemos sido capaces de crear proyectos que hacen latir la esperanza, que nos permiten creer en un futuro mejor.

En 1996, una firme unión de voluntades dio vida a la Red de Escuelas de Música de Medellín, uno de los programas emblemáticos de la ciudad, que ha logrado, a través de la enseñanza de la música, transformar vidas y brindar oportunidades de crecimiento personal y profesional a miles de jóvenes que han pasado por sus Escuelas y Agrupaciones. Desde entonces, la formación humana y musical, la promoción de los valores, la práctica colectiva y la vinculación de las familias han sido estrategias que la Red ha implementado para alcanzar su objetivo fundamental de fortalecer procesos de convivencia y cultura ciudadana.

Este libro, publicado por la Red de Escuelas de Música de Medellín, es un acercamiento a los momentos más notables de su historia y también a su cotidianidad; a todo aquello que ocurre tras la escena y que hace de éste un programa en permanente movimiento. En sus páginas hay un recorrido por las últimas dos décadas y junto a éste la mirada de cinco periodistas que se acercan al presente de la Red para descubrir cómo ocurren allí los pequeños milagros de la enseñanza y el aprendizaje; cómo los sueños se convierten en proyectos de vida inspirados por la música; cómo las escue-las son lugares vivos donde la comunidad se encuentra. Cómo la Red, con sus miles de músicos en formación, ha sido protagonista de la transforma-ción cultural de Medellín. Cómo en la música está la vida.

En estos veinte años la ciudad ha ido cambiando y el campo de la música ha ido encontrando también poco a poco un escenario propicio para su evolu-ción. Facultades de Música cada vez más calificadas, festivales con proyección internacional, un mercado musical en crecimiento, agrupaciones de géneros diversos y escuelas públicas de música en toda la ciudad, son sólo algunas de las razones por las que podemos decir que hoy Medellín vive la música.

Ésta es pues una invitación a conocer la Red de Escuelas de Música de Me-dellín y a comprender su poder transformador.

María del Rosario Escobar ParejaSecretaria de Cultura CiudadanaMunicipio de Medellín

En la música, la vida.

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Las primeras escuelasEl nacimiento de un proyecto de ciudad

Lo primero fueron los Acuerdos Municipales. El 03 y 04 de 1996 contienen las firmas que se necesitaron para empezar a dar vida a la que hoy es la Red de Escuelas de Música de Medellín. El objetivo entonces era la creación de las Escuelas para la formación musical de niños, niñas y jóvenes de toda la ciudad. Así comenzó, hace veinte años, un programa social por el que han pasado miles

de personas.

I

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Inauguración del Museo de Antioquia. Octubre, 2000.

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2000

1997

Se realizó el primer concierto

internacional de la Red en Ecuador.

Ecuador

Se crearon las primeras

En los dos años siguientes se crearon catorce más.

San CristóbalSan Antonio de PradoSanta ElenaBelén RincónAlfonso López Aranjuez6

Hermanos Rojas Gallego. Escuela de Música Manrique Las Nieves. Comuna 3 - Manrique.

Escuela Belén Rincón. Comuna 16 - Belén.

Revista Credencial. Julio de 2001.

Periódico El Tiempo. Julio de 2002.

A la par que se abrieron las Escuelas, se fueron creando también las Agrupaciones.

El Acuerdo Municipal 072 de 1998 propició la creación de coros y orquestas

sinfónicas infantiles y juveniles.

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No existía todavía un programa académico unificado, así que cada director —uno por cada dos Escuelas en ese momento— enseñaba de acuerdo con sus saberes y experiencia. Así se hizo hasta el año 2001.

Se establecieron unos contenidos comunes, aunque seguían siendo los mismos docentes quienes definían los métodos de enseñanza.

Programa académico

Métodos de enseñanza

El Museo de Antioquia abrió las puertas de su nueva sede y fue la Orquesta Sinfónica Infantil y Juvenil, como se llamaba en ese momento, la encargada del concierto del acto inaugural, con la presencia del maestro Fernando Botero.

La donación de instrumentos que luego hizo el artista, emocionado por el impacto que podría traer un proyecto como éste a la ciudad,

fue un impulso importante para la consolidación de la Red.

Orquesta Sinfónica Infantil y Juvenil

Periódico El Colombiano. Octubre, 2000.

Inauguración Museo de Antioquia. Octubre, 2000.

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La Red, en medio de todo su proceso, ha tenido muchos

cambios. Pero siempre se ha mantenido la esencia que vivimos

en las escuelas: la música como medio para hacer una

transformación social.

Norha Elcy Cano Profesora de expresión corporal

Al principio no imaginamos que la Red fuera a llegar hasta acá. Es un programa tan bello que ha inspirado

a diferentes ciudades del país. También, muchos de los jóvenes que han pasado por el programa

se han vuelto gestores y líderes de otros proyectos.

Wilson Berrío Asesor curricular

El crecimiento fue rápido. Un año después de firmados los acuerdos que dieron vida a la entonces llamada Red de Bandas y Escuelas de Música de Medellín, se crearon las primeras seis Escuelas: San Cristóbal, San Antonio de Prado, Santa Elena, Belén Rincón, Alfonso López y Aranjuez. En los dos años siguientes se crearon catorce más, para dar cumplimiento a los compromisos establecidos.

Sin embargo, no existía todavía un programa académico unificado, así que cada director —uno por cada dos Escuelas en ese momento— enseñaba de acuerdo con sus saberes y experiencia. Así se hizo hasta el año 2001, cuando se establecieron unos contenidos comunes, aunque seguían siendo los mismos docentes quienes definían los métodos de enseñanza.

A la par que se abrieron las Escuelas, se fueron creando también las Agrupaciones. El Acuerdo Municipal 072 de 1998 propició la creación de coros y orquestas sinfónicas infantiles y juveniles; con estas Agrupaciones se realizó el primer concierto internacional de la Red en Ecuador.

En el año 2000, el Museo de Antioquia abrió las puertas de su nueva sede, y fue la Orquesta Sinfónica Infantil y Juvenil, como se llamaba en ese momento, la encargada del concierto del acto inaugural, con la presencia del maestro Fernando Botero. La donación de instrumentos que luego hizo el artista, emocionado por el impacto que podría traer un proyecto como éste a la ciudad, fue un impulso importante para la consolidación de la Red.

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Algunas personas piensan que exa-gero cuando les digo que la música cambió a mi familia.

Puede ser porque no conocen a mi abuela. Ella fue por primera vez a un concierto el día que to-qué, también por primera vez, con la orquesta de mi Escuela. Desde entonces siempre llega temprano para sentarse en la primera fila y sólo ha faltado una vez: una noche que tenía mucha tos.

O no han visto nunca a mi papá, que ya no tiene que cantar solo en la ducha porque ahora es par-te del coro de familias. Me gus-ta porque su voz suena como un trombón en medio de tantas mu-jeres. A veces ensayamos juntos para sus presentaciones.

También puede ser porque no sa-ben que mi mamá, de tanto llevar-me a las clases y participar en las actividades de la escuela, terminó

conociéndola mejor que todos y ahora es su secretaria. De todas las mamás que conozco, la mía es la más feliz con su trabajo.

O porque no conocen a mi hermana mayor, que es profesora de trom-peta, ni a mi hermanito menor que está aprendiendo a tocar el violín, como yo, y hace poco entró a la or-questa inicial.

En mi familia las navidades son diferentes: los villancicos no se acompañan con maracas y pande-retas, sino con violines. Los fines de semana madrugamos para ir a los ensayos, y hasta los vecinos han empezado a ir a los conciertos para vernos.

Desde que conocimos la música, en mi familia todos somos un poco diferentes. Hasta Pipo, mi perro, que aprendió a mover la cola al ritmo de las canciones que noso-tros tocamos.

la casa que suena

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Vanessa Uribe tiene nueve años y es tan bajita que no alcanza el timbre. Cuando llega puntual a sus clases de los miércoles, jueves y viernes en la Escuela de Música del barrio Aranjuez, si no hay nadie cerca, tiene que saltar para timbrar y que le abran la puerta. Pero una vez dentro, se apropia de su ins-trumento (que no es nada fácil: el contrabajo) y se transforma en una chica grande. Lleva apenas un año en la escuela, ya ha aprendido las escalas y la melodía de Estrellita, y se imagina su vida dedicada a la música. “Quiero avanzar más”, me explica, antes de salir corriendo a su siguiente clase.

Una de las cosas admirables de ver a todos estos niños y adolescentes concentrados en su instrumento, es-tudiando cada pieza, es pensar que sacrifican parte de su tiempo de jue-go y de ocio en aras de la música. Por lo general cumplen un horario escolar en la mañana y luego, en ho-ras de la tarde, se desplazan a la Es-cuela de Música. Y sin embargo, no hay signos de cansancio sino todo lo contrario. Las historias de estos chicos, entrelazadas con las de sus maestros, están regidas por el en-tusiasmo y terminan por confirmar aquella frase atribuida al filósofo Friedrich Nietzsche según la cual “la vida sin música sería un error”.

Por: Juan Carlos Garay Acevedo*

TRANSFORMAQUE

LA MÚSICA

La Red de Escuelas de Música de Medellín es, en esencia, un programa social en el cual el aprendizaje de los valores para la convivencia es tan importante como la formación en los instrumentos. En la Red, la música es inspiración para la vida.

* Periodista, escritor y traductor. Ha sido miembro del consejo editorial de la revista Rolling Stone y encargado de la sección de música de la revista Semana. En 2008 ganó el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar por sus escritos sobre música.

Vanessa Uribe. Escuela de Música Aranjuez. Comuna 4 - Aranjuez.

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Gales Daian se siente por demás orgullosa de su barrio, y para ella es claro que el ambiente cambió a cabalidad hace unos cuantos años, cuando llegó la Escuela de Música. Según ella, “mucha gente tiene la imagen de Moravia como un barrio malo, pero es bien, yo me amaño. Y el barrio cambió mucho desde la construcción de este edificio”. Se refiere al Centro de Desarrollo Cultural, diseñado por el arquitecto Rogelio Salmona e inaugurado en 2008. Se trata de uno de los capí-tulos más recientes del proceso de transformación de un sector margi-nal de Medellín.

Moravia comenzó su historia más estremecedora en 1974, cuando la municipalidad autorizó que en ese lote se instalara un botadero de ba-suras. Con el tiempo, la montaña de residuos alcanzó entre 36 y 40 metros de altura. Y llegaron tam-bién los recicladores, algunos de los cuales fueron armando sus ca-sas sobre la montaña misma. Hoy, a quienes crecieron en este barrio y sienten orgullo de pertenencia, les gusta decir que no hubo invasión sino colonización. Pese a que mu-chos vecinos han sido reubicados, dados los altos índices de insalubri-dad, hay entre los que se quedaron un empuje vital por mejorar la zona alta, que se ha convertido en una especie de vivero al que se llega pa-sando por un camino de jardines.

En ese particular ambiente crecie-ron Henry Sepúlveda y sus cinco

hermanos. Aunque solamente tres se decantaron por la música, todos pasaron por la Red. Henry recuerda la llegada de la Escuela de Música en 2004, y cómo se enteró a través de unos volantes. Así comenzó su relación con el oboe, que hoy in-terpreta como integrante de la ban-da de la Universidad de Antioquia, pero también en un proyecto perso-nal: el quinteto Somnus, dedicado a explorar la nueva música andina colombiana. Para él, la Red le cam-bió la vida al barrio.

Paola Andrea Álvarez, profesora de canto de la Escuela de Música de Moravia, reflexiona sobre ese cam-bio en los muchachos: “En el barrio hay chicos con dificultades familia-res, o su contexto los está dañando, entonces uno ve que esto les brinda otra posibilidad. Es bonito darles el espacio, mostrarles una cosa dife-rente, y que vean que la vida de ellos se puede ir por otro lado”.

Es evidente que el esfuerzo no con-siste sólo en brindar una formación estética, sino que al mismo tiempo hay un componente afectivo. Entre los integrantes de la Red circula un Manual de Acuerdos para la Con-vivencia cuyos principios básicos incluyen el reconocimiento de la autoridad o la prevalencia del in-terés colectivo sobre lo individual, pero también el diálogo y la reso-lución pacífica de conflictos. Un equipo psicológico se reúne todas las semanas para evaluar casos concretos y reportar inquietudes o

Alexander Restrepo, de dieciocho años, ya pasó del colegio a la uni-versidad pero sigue asistiendo a la Escuela del barrio El Popular, don-de se entrena como trombonista. Hace una pausa en sus ensayos y se reúne conmigo en el patio de la escuela, mientras de la ventana de uno de los salones sale, repetidas veces, la melodía de Libertango de Astor Piazzolla. Alexander me cuenta, precisamente, acerca de

Las historias de estos chicos, entrelazadas con las de sus maestros, están regidas por el entusiasmo y terminan por confirmar aquella frase atribuida al filósofo Friedrich Nietzsche según la cual “la vida sin música sería un error”.

las complicaciones al combinar los estudios musicales con el bachillera-to: “Era difícil porque yo terminaba clase a las once, debía desplazarme a mi casa, cambiarme, almorzar y salir de inmediato para la Escuela de Música. A veces tocaba sacrificar el ensayo por hacer tareas, como otras veces lo que tocaba sacrificar era la tarea: si había un concierto pendiente, era inaplazable el ensa-

yo. Entonces copiaba la tarea en un momentico en el salón”.

¿Y ahora que entró a la universi-dad? Puede ser incluso más difícil, pero ya está acostumbrado. Quiere graduarse en ingeniería electrónica, la cual estudia gracias al programa “Ser pilo paga” del Ministerio de Educación, pero ve en el trombón una seria posibilidad de sustento. Admira a Willie Colón y a Joseph Alessi, y a nivel local ya ha hablado con los trombonistas de las orques-tas Galé y Siguarajazz. No es difícil imaginarlo, en un futuro cercano, integrando alguna de las orquestas profesionales de la ciudad. O inclu-so liderando su propia formación.

Otros estudiantes de la Red de Es-cuelas de Música de Medellín, al graduarse del colegio, eligen direc-tamente los estudios musicales. Es el caso de Gales Daian Avendaño, estudiante de saxofón en la Univer-sidad de Antioquia. No se ha des-vinculado de la Escuela de Música porque intuye que puede asesorar a los más pequeños. Y aunque formal-mente no lo sea, algunos de ellos le dicen profe. Cuando le pregunto por su opción de vida, me explica: “Yo estudio música gracias a la Red. Comencé pequeña con la música y me llamaban de la Escuela para dar algunos talleres cuando no venía un profesor. Después, a los catorce años, me llamaban de orquestas para hacer un toque, me pagaban, viajaba. Entonces mi prioridad ter-minó siendo la música”.

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le vio “genuinamente complacido por tener una escolta de 350 niños y jóvenes muy talentosos”.

Al momento de elaboración de esta crónica, un nuevo proyecto acapa-ra todo el entusiasmo de los inte-grantes de la Orquesta Sinfónica Juvenil: fueron la orquesta elegida para presentarse en el marco del X Festival Internacional de Música de Cartagena, interpretando la Sin-fonía del Nuevo Mundo de Anton Dvorak, bajo la batuta del maestro ruso Maxim Vengerov. El momento en que les fue comunicada la noti-cia fue especialmente emocionan-te: la posibilidad de viajar (y, para algunos de ellos, de conocer el mar

la Orquesta Intermedia y finalmen-te, cuando ya se ha alcanzado un grado interpretativo superior, a la Sinfónica Juvenil. Existen también la Banda Sinfónica Juvenil, la Or-questa de Tango y el Ensamble de Músicas Populares. Estos últimos, junto con la Orquesta Intermedia, fueron los que se presentaron en octubre de 2014, en el marco del Festival Medellín Vive la Música, acompañando al músico argentino Gustavo Santaolalla en melodías de su repertorio. La velada musical fue reseñada en su momento por la revista Arcadia, anotando que “muy pocos sospechaban el grado de calidez que tendría la presenta-ción” y que al final a Santaolalla se

Muchos de los formadores de la Red tienen su propia visión sobre los resultados sociales de una edu-cación musical. Cuando visité la Escuela del barrio El Popular, el ensamble de vientos del semillero (los muchachos de nivel más bási-co) estaba ensayando Danza negra de Lucho Bermúdez. En el receso le pregunté al profesor Alejandro Escobar acerca de la elección de repertorio para estos primeros ejer-

sugerencias que salen de los mis-mos alumnos y de sus familias. La dinámica me recordó una frase de Charles Rosen en su libro Music and Sentiment, según la cual la música “actúa sobre los sentidos para despertar el sentimiento”. Aprender música va más allá de adquirir destrezas con un instru-mento. En el proceso se aprende a escuchar, a respetar, a construir una identidad y a establecer víncu-los con el entorno.

Aprender música va más allá de adquirir destrezas con un instrumento. En el proceso se aprende a escuchar, a respetar, a construir una identidad y a establecer vínculos con el entorno.

cicios de interpretación. “La cultura de muchos jóvenes está sesgada a lo que muestran los medios”, me dijo muy categórico. “Y los medios hoy día no les van a hablar de Lu-cho Bermúdez. Aquí nos ocupamos de eso. O de que sepan quién era Carlos Gardel, que estamos traba-jando con el quinteto de bronces, para que el tango siga siendo un himno aquí en Medellín, para que se lo apropien”.

El profesor Escobar considera, ade-más, que a la par con una educa-ción musical se aprenden cualida-des que llevan a los estudiantes a ser mejores ciudadanos: “Los chicos llegan, conocen, van experimentan-do, y nosotros de entrada les ense-ñamos cuatro valores: disciplina, respeto, responsabilidad y orden. Eso se va volviendo parte de su me-cánica musical. Y una persona con esos valores tiene ya las herramien-tas para salir adelante”. Por su par-te, el profesor Pablo Meneses, de la escuela de Aranjuez, reflexiona sobre otro aspecto importante: “Yo me centro en el arte de escuchar. Escuchar no solamente la música, sino escuchar al otro. El aprendi-zaje ahí es la tolerancia”.

Enmarcándose en esos valores, se van conformando las Agrupaciones de proyección, que son la cara vi-sible de la Red. Primero están los semilleros. Luego, quienes llevan más de tres años en la Escuela de Música pueden pasar a la Or-questa Sinfónica Inicial. De ahí a

Barrio Moravia. Comuna 4 - Aranjuez.

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Hoy, Cristian estudia música en la Universidad de Antioquia y cuen-ta entre sus experiencias más en-trañables el haber participado en dos ediciones de Festicámara, el evento anual que Medellín dedica a la música clásica para pequeños ensambles. “Es otro nivel, porque tienes que responder como un mú-sico profesional”, recuerda. “Nos llevaban a un hotel en Santa Ele-na y nos encerrábamos a ensayar una semana. La primera vez toqué la Serenata No. 2 de Brahms y al año siguiente el Septeto de Bee-thoven. Me acuerdo que trajeron una contrabajista de la Sinfónica de Colorado y estaba impactada con nosotros, con el repertorio que manejábamos por el aprendizaje en la Red”.

¿Y la perspectiva de tocar la Sinfo-nía del Nuevo Mundo en Cartagena? “Uno no se la cree”, me contesta. “Lógicamente es una emoción ir con los compañeros, porque uno ha cre-cido con ellos, ¡y la oportunidad de encontrarse a semejante maestro!”

Para llegar a ese concierto ya hay una estrategia trazada: los mucha-chos van a montar la obra con el maestro Juan Pablo Noreña, quien es su director titular. Y luego, una semana antes del estreno, será él quien le pase la batuta a Vengerov en Cartagena. Por eso era impera-tivo hablar con Noreña para este recuento de historias del día a día en la Red. Lo encontré una mañana

La experiencia de conocer y trabajar con

Vengerov, de estar inmersos en uno de los

festivales musicales más importantes de

Latinoamérica, de entrar en una dinámica de

orquesta profesional, serán sin duda episodios

determinantes de la vocación musical de estos

jóvenes.

de jueves, justo antes de salir para una clase, y estuvo dispuesto a compartir incluso algunos detalles de su metodología como director.

La conciencia de estar trabajan-do con gente joven es el punto de partida. Para Noreña, quien cursó estudios profesionales de música

en Manizales y Medellín, y trabaja con la Red desde hace cinco años, un buen director orquestal debe ser además pedagogo y amigo: “No sólo es una formación musical de

o volar por primera vez en avión) gracias a su talento interpretativo es una recompensa inimaginable al esfuerzo de años. La experiencia de conocer y trabajar con Vengerov, de estar inmersos en uno de los fes-tivales musicales más importantes de Latinoamérica, de entrar en una dinámica de orquesta profesional, serán sin duda episodios determi-nantes de la vocación musical de estos jóvenes.

Uno de los integrantes de la or-questa es Cristian Camilo Jara-

millo. Su historia con la música parte de un episodio fortuito: desesperada porque su hijo era hiperactivo en la casa, la mamá de Cristian lo metió a clases en la Escuela de Música de Aran-juez. Allí, a sus ocho años, vio por primera vez un contrabajo. Ni siquiera sabía qué era, lo llamaba “la guitarrota”, pero se enamoró de su sonoridad. Y con el paso de los años y esa hiperactividad encaminada hacia la música, se convirtió en uno de los alumnos más destacados de la Red.

Ensayo Orquesta Sinfónica Juvenil. Escuela Manrique Montecarlo. Comuna 3 - Manrique.

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II

tos en un ensayo en que me bajo del podio, o hago una broma… Cla-ro, en el momento en que necesite la seriedad, estaré usándola. Pero existen unos lazos de amistad que se trazan en el programa”.

La sinfonía de Anton Dvorak que van a interpretar llega en un mo-mento muy propicio, cuando la Red de Escuelas de Música de Medellín conmemora sus veinte años. “El

La sinfonía de Anton Dvorak que van a interpretar llega en un momento muy propicio, cuando la Red de Escuelas de Música de Medellín conmemora sus veinte años.

altísima calidad la que requiere un director, sino otro componente que dinamiza su quehacer, y es la parte metodológica y pedagógica. Lo di-námico del trabajo con jóvenes es que estamos en un proceso de for-mación y nuestro propósito es brin-darles las mejores herramientas. Entramos en una dinámica de bus-car estrategias, valga la pena decir-lo, joviales. Entonces hay momen-

hecho de que sea una obra tan co-nocida por la audiencia nos permite que el acercamiento y montaje sea más efectivo”, dice el director. Y re-flexiona, de paso, sobre sus requi-sitos técnicos: “Su instrumentación no tiene necesidades desbordadas, como sucedería con una sinfonía de Mahler. En ese sentido, el formato de nuestra Orquesta Sinfónica Ju-venil se adecúa perfectamente”.

Pero además habría que observar que la historia detrás de esta sinfo-nía parece una metáfora de las la-bores de la Red. Dvorak, nacido en Europa Central, la compuso cuando conoció América, y se deslumbró frente a un mundo de posibilidades nuevas que le ofrecía ese otro con-tinente. De ahí la referencia a un nuevo mundo. Para todos los que trabajan de lleno en las orquestas, la música parece haberles abierto un nuevo mundo, un abanico de posibilidades que seguramente en su paisaje de origen no estaban contempladas.

Y agrega Noreña que el haber sido convocados a interpretar la Sinfo-nía del Nuevo Mundo resulta “muy emotivo para todos, para el pro-grama y para los integrantes de la orquesta. No sólo es un reto sino una motivación muy grande. Un proyecto que nos llena de energía”. Sin quererlo, ha acertado a definir la materia prima de esta labor de veinte años: la energía bien encau-zada, como sólo puede encauzarla la música.

La gira de la esperanza

La Red se hace visible ante el mundo

Recorrer el mundo con la música es un sueño difícil de cumplir. Pero en el año 2003, los integrantes de la Orquesta Sinfónica Infantil y Juvenil viajaron a Europa para realizar la Gira de la esperanza. El destino era la ciudad de El Vaticano y el propósito, ofrecer un concierto ante el Papa Juan Pablo II. Una trayectoria musical que apenas comenzaba y un sueño cumplido para este grupo de jóvenes que, en su mayoría, tenían menos de veinte años. Muchos de ellos no habían salido nunca de

su ciudad.

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Orquesta Sinfónica Infantil y Juvenil. Concierto Plaza de San Pedro. El Vaticano. Abril, 2003.

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En Medellín se abríanContinuaba en la Red el interés por

conseguir un modelo pedagógico consolidado,

por lo cual se crearon equipos conformados por profesionales de distintas disciplinas, con el fin de revisar y

actualizar los proyectos académicos.

MoraviaEl PopularBlanquizal (hoy Robledo)VillatinaVilla Laura Boston

La Banda Integrada hizo su segundo viaje, esta vez a Estados Unidos, para hacer conciertos en varias ciudades. Esta era la quinta gira internacional de la Red.

2003

2004

6 La recién conformada

Banda Integrada ofreció

conciertos en varias ciudades de Italia.

Ecuador fue el primer destino internacional y El Vaticano

fue el segundo con la Gira de la esperanza.

El Vaticano

Milán

Trieste

Bagnacavallo

Modelo pedagógico consolidado

nuevas escuelas:

Periódico El Colombiano. Abril, 2003.

Escuela de Música Villatina. Comuna 8 - Villa Hermosa.Periódico El Colombiano. Octubre, 2002.

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36 37

2005La Universidad de Antioquia, a través del Centro de Extensión de la Facultad de Artes, asumió la administración y operación de las escuelas.

A.I. Continuaron siendo dirigidas por la Fundación Amadeus, que había estado a cargo de la Red desde su creación.

Las Agrupaciones Integradas

Se celebraron los diez años de la Red.

la Universidad de Antioquia hizo el primer diagnóstico general de la Red, llamado Presente y futuro de la Red: bases para el redireccionamiento, a partir del cual se definieron ajustes al modelo curricular, se acordó el manual de convivencia y se estableció la estructura organizacional actual del programa.

10 años después de la firma del acuerdo, en el 2006

2006

Wilson Berrío (izquierda), actual asesor curricular, con Fernando Argenta, director del programa El Conciertazo.

Escuela de Música Boston.

Comuna 10 - La Candelaria.

La Orquesta Sinfónica Infantil y Juvenil fue

protagonista del programa de televisión española

El Conciertazo.

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38 39

La Red es el semillero musical para la orquesta nuestra y otras del país. Es allí donde niños y jóvenes se familiarizan con un instrumento

y pierden el temor a la música. También hemos logrado, en una

tarea conjunta del sector, dignificar el trabajo del músico y reconocerlo como un profesional calificado y

valioso para la sociedad.

Alfonso Arias Gerente de la Orquesta Filarmónica de Medellín

Conocer otras culturas te permite formar criterios, no sólo frente a la música sino a las diversas formas de vida y costumbres en otros países. Uno mira con nuevas perspectivas y con el

deseo de seguir investigando y aprendiendo. Ha sido maravilloso

ser parte de este proceso.

Jhon David Pérez Profesor de trompeta

Ecuador fue el primer destino internacional y El Vaticano fue el segundo con la Gira de la esperanza. En el año 2003, la recién conformada Banda Integrada ofreció conciertos en Milán, Trieste y Bagnacavallo, Italia. Un año después, la Orquesta Sinfónica Infantil y Juvenil viajó a España donde fue protagonista del programa de televisión El Conciertazo. Por su parte, la Ban-da Integrada hizo su segundo viaje, esta vez a Estados Unidos, para hacer conciertos en varias ciudades. Esta era la quinta gira internacional de la Red.

Mientras las agrupaciones viajaban y se hacían visibles por el mundo, en Medellín se abrían seis nuevas Escuelas: Moravia, El Popular, Blanquizal (hoy Robledo), Villatina, Villa Laura y Boston. Continuaba en la Red el inte-rés por conseguir un modelo pedagógico consolidado, por lo cual se crearon equipos conformados por profesionales de distintas disciplinas, con el fin de revisar y actualizar los proyectos académicos.

En el año 2005 la Universidad de Antioquia, a través del Centro de Exten-sión de la Facultad de Artes, asumió la administración y operación de las Escuelas. Las Agrupaciones Integradas continuaron siendo dirigidas por la Fundación Amadeus, que había estado a cargo de la Red desde su creación.

Diez años después de la firma del acuerdo, en el 2006, la Universidad de Antioquia hizo el primer diagnóstico general de la Red, llamado Presente y futuro de la Red: bases para el redireccionamiento, a partir del cual se definieron ajustes al modelo curricular, se acordó el manual de convivencia y se estableció la estructura organizacional actual del programa.

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Orquesta Sinfónica InicialEs el primer espacio de acercamiento orquestal sinfónico para los estudian-tes, así como el primer filtro antes de pasar a las demás agrupaciones, para las cuales los mejores intérpretes son seleccionados según su dedicación, disciplina, buen comportamiento y desempeño.

Orquesta Sinfónica Intermedia Dentro del esquema pedagógico de la Red, la intermedia es el siguiente paso en el proceso para quienes deseen ser promovidos a las orquestas, bandas o ensambles en niveles superiores. Orquesta Sinfónica Juvenil Es la orquesta de más alto nivel den-tro de las agrupaciones de la Red. La alta calidad de su desempeño la ha llevado a prestigiosos escenarios in-

ternacionales. De igual forma, en el país ha tenido destacadas participa-ciones y, como parte del programa de orquestas infantiles y juveniles de la ciudad, fue declarada por la Unesco como “La nueva imagen de Medellín ante el mundo” en 1999.

Banda Sinfónica JuvenilSe destaca por la alta calidad de los repertorios nacionales e internacio-nales que interpreta, con los cuales realizó una gira por Europa y participó en destacados certámenes internacio-nales. A nivel nacional ha sido invita-da a importantes eventos, además de compartir escenario con reconocidos artistas, e interpretar bajo la batuta de los mejores directores. Por esta trayectoria, hoy es considerada un re-ferente en los procesos de formación tipo banda.

tres

cuatro Agrupaciones sinfónicas

Agrupaciones corales

Coro Inicial. Se divide por cuerdas en dos voces blandas y una voz cam-biante. Participan en promedio cin-cuenta coristas entre los diez y cator-ce años de edad, quienes al cumplir los quince tienen la opción de avan-zar, seleccionados por audiciones, al coro juvenil.

Coro Juvenil. Tiene un formato de voces mixtas y hacen parte de él, en promedio, unos sesenta coristas

al año. Desde su creación ha partici-pado en destacados eventos a nivel nacional y local.

Coro de familias. Este espacio fue creado como una forma de integra-ción familiar para motivar el acompa-ñamiento del proceso musical de los estudiantes de la Red por parte de sus padres, acudientes u otros familiares. Su propósito es el esparcimiento y el disfrute de la práctica coral.

La Red de Escuelas de Música de Medellín cuenta con once Agrupaciones Integradas en las cuales los estudian-tes encuentran un incentivo para llevar su práctica musi-cal a los más altos niveles de desempeño.

Los integrantes de las veintisiete Escuelas tienen la opor-tunidad de ingresar a éstas mediante selección de sus di-rectores y maestros, de acuerdo con el nivel de formación en el que se encuentren.

Gracias a sus conciertos abiertos, las Agrupaciones se convierten también en la oportunidad de dar a conocer a la ciudad los avances que en lo musical el programa logra, además de servir como espacio de formación de públicos en música orquestal sinfónica y popular.

Música viva

cuatro Agrupaciones populares

Ensamble y Semillero de Músicas PopularesEs probablemente la agru-pación más versátil de la Red. Su trabajo se ha cen-trado en el estudio de las diferentes expresiones del jazz, además de otros for-matos como el bolero, la balada pop, y las músicas tradicionales, urbanas y po-pulares de Colombia. Está integrada anualmente por un promedio de cincuenta estudiantes.

Orquesta y Semillero de TangoDada la importancia que el tango tiene para la cultura tradicional de Medellín, en el 2008 la Red de Escuelas creó su Orquesta de Tango por convenio de cooperación con la ciudad de Buenos Aires. Su objetivo, adicional al de ex-plorar nuevas estéticas musicales en el campo de la música popular, es el de contribuir a la preservación de este género como patrimonio cultural de la humanidad.

Por su parte, el Semillero de Tango busca mo-tivar a los niños, niñas y jóvenes estudiantes a un primer acercamiento y exploración de este género.

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La matemática es el número en estado puro, mientras que la mú-sica es el número en movimiento. La Red de Escuelas de Música de Medellín reivindica esta idea al abordar su actividad artística como un laboratorio en el que se multipli-can los talentos de los jóvenes de la ciudad, sin desconocer su contexto social y afectivo. La matemática se evidencia no en la cantidad de estudiantes, que en este momento rebasa la cifra de los 4.600, ni en el monto de instrumentos al servi-cio de las habilidades tempranas, sino en la opción de sumarse a los beneficios que otorga un estilo de vida con altos volúmenes de pa-sión y exigencia. El movimiento,

por su parte, hace presencia en la construcción permanente de los programas educativos que evolu-cionan motivados por el estímulo, la creatividad, la disciplina y el de-leite mismo.

La música, como es obvio, aquí es el engranaje que le da vida a la ma-temática, que le suministra el com-bustible al movimiento y que es ca-paz de modificar la cotidianidad de cualquier niño o joven que se deje tentar por el encanto manifiesto de una partitura. En la Red de Escue-las de Música de Medellín la bien-venida es por lo alto. Sus veintisiete sedes, repartidas entre el territorio urbano y algunos alrededores rura-

Por Juan Carlos Piedrahíta Betancourt*

CAUSA Y AFECTOCON

MEDELLÍN...

Hablar de pedagogía en la Red es hablar de afecto, de aprendizaje colectivo, de educación emocional. En el día a día de las Escuelas es posible ver cómo se tejen, entre formadores y aprendices, relaciones que van más allá de la enseñanza. En la Red, la música suena con amor.

* Periodista y profesor universitario. Tiene a su cargo los contenidos musicales del diario El Espectador. Es docente en la facultad de Comunicación y Lenguaje de la Universidad Javeriana, en Bogotá.

Escuela de Música Doce de Octubre. Comuna 6 - Doce de Octubre.

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Clase de iniciación musical. Escuela de Música Aranjuez. Comuna 4 - Aranjuez.

Yamid Andrés López tiene veinti-dós años, nueve de ellos dedica-dos a la música. Es intérprete de la tuba y, como la mayoría de los tubistas en el mundo, llegó al ins-trumento por descarte. Además de su rol artístico, él asume de vez en cuando la labor de guía en la Es-cuela de Miraflores. Se pasea con autoridad, entra a los salones sin invitación previa y el hecho de ser prácticamente solista en todas las agrupaciones le ha otorgado la po-testad para impartirles lecciones a los novatos. “La música le enseña a uno a respetar a los demás y uno aprende que si las decisiones per-sonales afectan un conjunto, dejan de ser individuales. Todo lo que uno adquiere a partir de la músi-ca, lo puede aplicar en la cotidia-nidad. La música es más intensa

miento. En plena clase de clarinete los protagonistas y antagonistas son los dedos gordos de las manos. A ellos se les destinan varios minu-tos porque en etapa de formación se pueden sufrir lesiones graves. Los estudiantes se paran frente a los espejos que adornan las aulas y que tienen la misión de evidenciar malas posturas, sobre todo en intér-pretes de instrumentos de cuerda y viento. Los músicos en curso esti-ran los brazos, sacuden las manos como quien se asombra con una situación y ponen a rotar el dedo rey, que parece estar aprobando los contenidos de las asignaturas. “Al gordito hay que calentarlo muy bien para que no nos duela”, es la expresión que se escucha antes de que los clarinetes empiecen a pitar.

El salón contiguo es dominio de los saxofones. El color dorado impone su presencia y su sonido, incluso por encima de la pista emitida por una grabadora con cd cuya poten-cia no alcanza a opacar el ímpetu de ocho adolescentes (seis mujeres, dos hombres) que ya han consoli-dado una relación amor-odio con su instrumento. “El vibrato es el primer maquillaje que debemos aprender. Yo hoy les quiero enseñar a vibrar con las notas”, dice el docente antes de sumarse a la banda por un lap-so generoso y olvidarse de marcar el tiempo con su índice. La sesión culmina con un aplauso sentido, unísono y uniforme. Luego vienen las reflexiones y los consejos para hacerlo mejor en el próximo jam.

les de la capital del departamento de Antioquia, se transforman en cápsulas mágicas que modifican comportamientos, aceleran proce-sos humanos y ayudan a establecer prioridades.

Observar el currículo de la institu-ción es una tarea sencilla. Enten-derlo requiere más de una sonata. Toda la información cabe en una hoja tamaño oficio, en la que resal-tan palabras de uso cotidiano para sus formadores y muestra cómo el currículo se divide entre ciclos, niveles y áreas, que se combinan con las dimensiones administrati-va, psicosocial, estético-musical y pedagógica. La comunión de es-tos aspectos, sin embargo, sólo se puede confirmar cuando los chicos desempacan los instrumentos de las Escuelas, acomodan los estu-ches en un lugar del aula donde no estorban y empiezan a conectarse con sus expectativas futuras. “Esta página no fue diseñada por una persona, sino que está a cargo de un colectivo integrado en gran me-dida por músicos que pasaron por la Red. Los profesores nuevos lo sienten como una camisa de fuerza, pero cuando lo conocen, lo apren-den a manejar y hacen sus propios aportes”, asegura Juan Guillermo Garcés, asesor del Ciclo No. 1, el primero dentro del currículo.

En la formación tradicional de la música existe una barrera que envía por un lado el aprendizaje técnico de las notas y por otro la enseñan-

za de los elementos socioafectivos. En la Red, el énfasis es distinto por-que los profesores deben superar los paradigmas involucrando todos los componentes del currículo, así que su metodología está obligada a caracterizarse por la novedad. Aun-que pocos docentes de las Escuelas tienen su acervo en la pedagogía, muchos han aprendido a asumir sus potencialidades como herramientas aptas para compartir conocimien-tos, darle un valor destacado a la reflexión y comprender la disciplina como una aliada incondicional.

“La actividad musical puede vol-verse una cárcel cuando me obli-gan y me presionan a estudiar. En la Red de Escuelas de Música de Medellín no pasa eso porque los alumnos logran encontrarle otro sentido al hábito de tener el arte en sus vidas. Aquí es un tema de inte-gración y no de fragmentación del ser humano, porque un músico es un poeta, un actor, un pintor y un escritor, cuya misión es contarle al público una historia. Por ese enten-dimiento es que nosotros no somos un conservatorio tradicional”, dice Sandra Liliana González, coordina-dora pedagógica de la Red, quien visita con frecuencia las Escuelas para motivar a los estudiantes a la exploración y para que los docentes no pierdan su espíritu curioso.

En la Escuela de Miraflores, por ejemplo, los profesores conquistan a los discípulos de todas las eda-des desde los ejercicios de calenta-

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tenemos una responsabilidad in-mensa, porque si los chicos ven que el docente llega puntal, que es apasionado y les ayuda a acercar-se al proceso musical, ellos se van a sentir importantes y queridos. Nuestro deber es motivar la pa-sión”, dice Maritza Serna González, directora de esta Escuela. Ella guía los Semilleros, con los que hace gala de su paciencia; coordina la Preorquesta, en donde resuelve todo el tiempo preguntas como que si ahí va una corchea o una negra; y está al frente de la Orquesta, eta-pa en la que, después de que la do-cente levanta los brazos y dice “un, dos, tres, un…”, los estudiantes se apropian de versiones sinfónicas de canciones populares como El grito vagabundo, Traicionera, La cartera y El preso.

La postal que se repite en todas las aulas muestra a formadores y alumnos repasando partituras. El docente interpreta la melodía, nota por nota, mientras los estudiantes le siguen la pista señalando con el dedo el punto en el que van en la hoja para no desubicarse ni des-entonar. Para ellos, el índice es como una batuta todopoderosa, es su gps y la prueba de que la mú-sica se puede sentir, se puede ver. “Tienen que mantener el tempo, muchachos. No le pueden robar ni un sol a esa canción”, enfatiza An-drés Felipe Laverde, quien marca el compás golpeando sus nudillos con los dedos de la otra mano. Los alumnos, sentados en dos o tres

sillas plásticas en pila, de acuerdo con la dimensión del instrumento y la comodidad del intérprete, están listos para volver a empezar.

“La propuesta curricular que tene-mos ahora en la Red de Escuelas de Música de Medellín intenta po-ner en sintonía el estudio del arte musical y la creatividad. Nos inte-resa mucho lo sensorial, no se trata de algo conceptual y no se basa en aprenderse escalas simplemente”, asegura Wilson Berrío, asesor del Ciclo No. 3 del currículo y quien tiene el reto de condensar en la práctica las ideas de todos los do-centes del sistema. Lizeth Alexan-dra Arrieta, de diecisiete años, lleva casi una década, más de la mitad de su vida, disfrutando de esta ini-ciativa artística. Su mamá, Patricia Piedrahíta, le descubrió el talento muy temprano cuando la dejaba en la cuna, le ponía música mientras ella realizaba las labores domés-ticas, y la niña respondía movien-do sus brazos como si estuviera parada en frente de una orquesta sinfónica y de espalda al público expectante.

“A mí me hicieron escuchar músi-ca clásica desde muy pequeña y me metieron a estudiar piano en una fundación cristiana. Luego mi mamá me inscribió en la Red y yo presenté la audición con una can-ción que nos tocaba aprendernos, aunque cambié de instrumento porque mis dedos son muy peque-ños y no me dan para deslizarlos

que la práctica de un deporte por-que la relación es más progresiva”, afirma con categoría. “En la Red se ha implementado una nuevo currí-culo y puedo decir que me gusta la construcción de un nuevo tejido social a partir del aprendizaje de la música. Eso es algo que no tiene comparación”.

Como él, muchos estudiantes le sa-can provecho al tiempo libre repa-sando mentalmente sus ejercicios. Sus lecturas no hacen parte del catálogo de la literatura universal, ni están enfocados en la ficción, ni en el realismo mágico; ellos en-cuentran emoción en las partituras. Encontrarse de frente con una cla-ve de sol es sinónimo de aventura, conocimiento y reto, es la posibi-lidad de superarse cada día y la

Encontrarse de frente con una clave de sol es sinónimo de aventura, conocimiento y reto, es la posibilidad de superarse cada día y la oportunidad de imaginarse sobre un escenario conjugando de manera vivencial la expresión “soy un artista”.

oportunidad de imaginarse sobre un escenario conjugando de ma-nera vivencial la expresión “soy un artista”. “Nuestra función se cum-ple cuando los alumnos salen de la Red y se van a la casa diciendo: ‘Qué rico. Me voy a tocar un poco el instrumento o voy a ver un video de mi músico favorito’. Queremos que los estudiantes tengan una motivación interna porque todo debe estar mediado por el disfru-te”, cuenta Juana Eslava, asesora del componente socioafectivo.

El panorama en la Escuela Alfonso López, en la comuna cinco, es simi-lar. Tan pronto se abre la puerta de la bodega, un cuarto de diez me-tros de largo por seis de ancho, los instrumentos desaparecen de sus estantes y el sonido encuentra eco en todas sus paredes. Cualquier lugar es oportuno para el ensayo. Las escaleras son plazas ocupadas por los violines; mientras que los corredores son pistas de obstácu-los en las que se hace indispensa-ble sortear violonchelos para llegar hasta los salones. La dinámica en una Escuela de Música es clara y el silencio es un milagro tan escaso como las obras clásicas compues-tas para ukelele. Asignaturas como Lenguaje musical, Semillero, Preor-questa y Orquesta se desarrollan en esta especie de balcón de Medellín donde el horizonte tiene su propia banda sonora.

“Los formadores en Alfonso López y en las demás Escuelas de la Red

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Clase de iniciación musical. Escuela de Música Aranjuez. Comuna 4 - Aranjuez.

carga de vientos. Al comienzo a mis papás no les gustaba que yo me dedicara a la música, pero han visto mis adelantos y eso los tiene un poco más tranquilos”, confiesa este estudiante, integrante de la Or-questa Juvenil de la Red, que pasó previamente por las orquestas Ini-cial e Intermedia.

Juan Diego Jaramillo es profesor de iniciación en esta Escuela. Él tie-ne un pentagrama dibujado en su mano izquierda y con este recurso hace que sus estudiantes, muchos de ellos en plena adolescencia, no se desliguen del arte. “El ritmo no da espera. Si uno duda se lo lleva el ritmo”, dice en repetidas ocasio-nes musicalizando su intervención

con el sonido de un güiro, instru-mento musical fabricado con una calabaza de su mismo nombre. En niveles superiores están María López, clarinete; y Sara Valentina Pulgarín, trompeta. Son amigas, cómplices y compañeras de largas tertulias intelectuales. Ambas son confesas seguidoras de la música como estilo de vida.

“Vivía en Pereira y cuando llegué a Santa Elena mi mamá me sugirió esta Escuela. Yo no quería porque era sacrificar todas mis tardes. Luego me dio la posibilidad de re-tirarme pero ya estaba muy ena-morada de la música y no quería dejarla por nada del mundo”, dice María López para quien tocar un

sobre las teclas”, comenta Lizeth, quien hizo el tránsito del piano al violonchelo y del violonchelo al violín. Ponerse a su altura es difí-cil, aunque ella se hace sentir por todos los rincones del plantel. No es casualidad el hecho de que le digan “Parlante viejo” y tampoco lo es que sea el centro de muchos de los comentarios de sus compañeros de la orquesta durante los ensayos. “Lizeth tiene muy buen oído y muy buena memoria, pero le falta rit-mo”, dicen entre risas sus colegas de la sección de cuerdas.

Ella les responde con más de tres horas de estudio diarias y con lar-gas sesiones de escucha de obras de Dmitri Shostakóvich (1906 - 1975), su compositor favorito por su condición de guerrero musical. “Cuando estoy en el colegio, estudio mi instrumento utilizando el brazo derecho como diapasón. Ese es mi violín mental. No tengo uno propio en este momento porque mi mamá con su liquidación me lo compró y ya no me sirve”, relata sin dejar de pulsar su antebrazo y sin olvidar que la Red es una familia que la cuidó durante su única salida ar-tística desde Medellín hacia Tunja, donde no se pudo presentar porque fue víctima de una mala jugada de la altura, su eterna enemiga. A pe-sar de llegar en 2016 a la mayoría edad, su apariencia revela menos de trece años.

“Lo que me atrae es saber que la Red es más que una iniciativa so-

cial en la que no hay que pagar nada para estar aquí. Es un regalo muy grande que tenemos en Mede-llín, incluida su área rural”, sugiere Julián Zapata, asesor del Ciclo No. 2 del currículo al referirse al caso específico de la Escuela de Santa Elena. El plantel con entorno cam-pestre tiene un mérito adicional: haber logrado que este corregi-miento, a menos de una hora del centro de la ciudad, no se carac-terice sólo por la elaboración de las vistosas silletas. Ahora es una potencia sonora en crecimiento y un referente en el país por desper-tar la curiosidad artística de niños y jóvenes.

La constante es ver el desfile de los chicos con sus instrumentos a la es-palda recorriendo largas distancias rurales hasta llegar a la puerta del lugar. José Guillermo Toro es trom-bonista y mientras camina desde su hogar hasta la Escuela va repa-sando la partitura de turno. Lo hace siendo consciente de las limitantes virtuosas de su cobre y enfocado en el sueño de ser director de orquesta, desde que vio en acción al colom-biano Andrés Orozco-Estrada.

“Fue muy natural la transición que hice de instrumentos de percusión al trombón. Hace dos años tengo uno propio y eso me ha ayudado a avanzar muy rápido en el apren-dizaje. En mi casa puedo estudiar tranquilo porque vivo en una finca en Santa Elena y no tengo vecinos, entonces nadie protesta por la des-

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Eventos académicosUn continuo crecimiento: aprender y compartir las

experiencias.

En el año 2007 la Red de Escuelas de Música de Medellín creó el Seminario nacional de pedagogías y didácticas de la música, con el propósito de reflexionar y enriquecer la labor de los docentes. Más adelante se creó también el Congreso internacional de música para banda con la participación de músicos, compositores y directores de distintos países. Desde entonces, estos eventos trascendieron los propósitos de la Red y se consolidaron como espacios de encuentro anual en torno a la enseñanza y

aprendizaje de la música en Colombia.

IIIinstrumento es como tener una re-lación sentimental que se fortalece resolviendo los conflictos. Por eso, ella ha tenido grandes diferencias con su clarinete pero no ha sido capaz de separarse de él en siete años de mutuo conocimiento.

A Sara Valentina Pulgarín hay mu-chas carreras que le llaman la aten-ción, pero quiere ser música gradua-da de alguna universidad nacional. Se ha presentado dos veces en la de Antioquia pero no ha pasado. En este momento realiza una pasantía en la Fundación Salvi, entidad or-ganizadora del Cartagena Festival Internacional de Música, y esa ex-periencia la ha ayudado a fortalecer sus criterios. “Hay muy pocas niñas tocando trompeta porque es un es-cenario para hombres, pero yo me obsesioné con el instrumento. Las trompetas todo el tiempo quieren estar tocando y pitando. En la ac-tualidad sigue existiendo la creencia de que las maderas son para las mu-jeres y los cobres para los hombres. Yo no estoy de acuerdo con eso”, dice, antes de empezar su ensayo sabatino en la Escuela Montecarlo, donde se reúnen los integrantes de la Orquesta Sinfónica Juvenil, para transformar en sonido todo lo apren-dido durante la semana.

Esta institución queda en un punto elevado de Medellín. Para ingresar al aula hay tres requisitos: tener la lección aprendida, entrar con el instrumento afinado y despojarse

de los zapatos, así que la frontera que separa a los que están en cla-se y a los que no es una muralla amorfa de calzado cuyas medidas oscilan entre las tallas 34 y 42. Las jornadas son tan rigurosas como extenuantes y mientras en la Es-cuela de Montecarlo la Orquesta se apropia de obras de compositores clásicos, en la Casa de la Música la Preorquesta repasa una y otra vez el himno antioqueño.

“Ahora que he tomado distancia, siento que este programa es muy potente y que tiene mucha inversión y múltiples apuestas. Hay mucho que esta iniciativa le puede aportar a los procesos de ciudad en todo el territorio nacional. El principal reto ha sido realizar la sinergia entre el componente psicoafectivo y la en-señanza técnica de la música. El fruto de este trabajo tiene que verse dentro de algunos años y debe es-cucharse cada vez que una de sus agrupaciones salga a escena”, con-cluye Natalia Juliana Puerta, quien en 2011 participó en el diseño de una propuesta para el Programa de Iniciación Musical de la Red.

La Red de Escuelas de Música de Medellín lleva dos décadas afinán-dose en torno a su labor social. Su currículo, en permanente evolu-ción, pretende aumentar la oferta de actividades para niños y jóvenes de Medellín. De ahí que su gestión sea una iniciativa con causa y tam-bién con afecto.

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Banda Sinfónica Juvenil y Coro Juvenil. III Congreso internacional de música para banda. Junio, 2012.

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Periódico El Mundo. Septiembre de 2014.

2008Se creó la primera

agrupación tipo banda de alto nivel:

la Banda Sinfónica Juvenil, bajo la dirección artística del maestro belga Frank

De Vuyst, integrada por estudiantes de los

instrumentos de vientos y percusión, seleccionados

mediante audición.

La sexta gira internacional de la Red estuvo en manos de la banda de la

Escuela de Música de Miraflores, que viajó para ofrecer un concierto

en la ciudad de México D.F.

México D.F.

2007+2008La Red estructuró su programa

en cinco dimensiones: PedagógicaEstético musical Administrativa SocioculturalComunicativa

Gran concierto nacional 2009. Medellín Carabobo Norte.Escuela de Música Miraflores.

Comuna 9 - Buenos Aires.

Banda Sinfónica Juvenil.

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La Universidad de Antioquia encargó al compositor colombiano Victoriano Valencia el segundo estudio

diagnóstico de la Red que, bajo el nombre Una mirada al proyecto pedagógico, estableció los lineamientos para el Plan de Acción 2010 - 2020. A partir de allí, la Red emprendió la creación de su

currículo actual, que tiene como objetivo organizar los procesos formativos por ciclos y

niveles, y definir metodologías unificadas con dos ejes transversales: el repertorio y el componente

socioafectivo.

Se crearon el Ensamble de Músicas

Populares y la Orquesta

Escuela de Tango.

20092010

La Facultad de Artes de la Universidad de Antioquia asumió la operación total del programa, es decir,

Escuelas y Agrupaciones.

En este mismo año se creó

la escuela número

en La Loma, vereda del corregimiento de San Cristóbal, en el occidente de Medellín.

27

En 2010 se realizó el primer Congreso

internacional de música para banda, con la

participación de más de mil asistentes,

talleristas, directores y compositores de talla

internacional.

Ensamble de Músicas Populares.

Orquesta de Tango.

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Los seminarios nacen de la necesidad de compartir con otros profesores y así poder

enriquecer los conocimientos. Esto impulsó en Medellín y

otras ciudades la consolidación de redes de teatro, pintura,

deportes, etcétera.

Luis Alfonso Escobar Profesor de violín

Hay una alegría cuando este evento aparece cada año. Los seminarios son una maravilla porque son un espacio donde

venimos a retroalimentar nuestra experiencia con la de

otros tantos.

María Cristina ChaverraProfesora de expresión corporal

En el año 2007 la Red estructuró su programa en cuatro dimensiones: pedagógica, estético musical, administrativa y sociocultural. Un año después incluyó también la dimensión comunicativa, para consolidar así un esquema de formación que permite generar en la población estudiantil procesos de convivencia y cultura ciudadana, mediante el disfrute y el aprendizaje de la música.

En este mismo año, la Red fortaleció su equipo de coordinación con el diseño de una estrategia de acompañamiento por áreas, que organizó las Escuelas según el tipo de instrumentos que allí se enseñan: cuerdas frota-das, vientos y percusión.

En el año 2008 se creó la primera agrupación tipo banda de alto nivel: la Banda Sinfónica Juvenil, bajo la dirección artística del maestro belga Frank De Vuyst, integrada por estudiantes de los instrumentos de vientos y percusión, seleccionados mediante audición. La sexta gira internacional de la Red estuvo en manos de la banda de la escuela de música de Miraflores, que viajó para ofrecer un concierto en la ciudad de México D.F.

Un año después, como parte del fortalecimiento a los procesos estético musicales, se crearon el Ensamble de Músicas Populares y la Orquesta Escuela de Tango. En 2009, se creó el convenio de cooperación con la Fundación Kreanta, que permitió la realización de varios intercambios aca-démicos entre Medellín y Barcelona.

La Universidad de Antioquia encargó al compositor colombiano Victoriano Valencia el segundo estudio diagnóstico de la Red que, bajo el nombre Una mirada al proyecto pedagógico, estableció los lineamientos para el Plan de Acción 2010 - 2020. A partir de allí, la Red emprendió la creación de su currículo actual, que tiene como objetivo organizar los procesos formativos por ciclos y niveles, y definir metodologías unificadas con dos ejes transversales: el repertorio y el componente socioafectivo.

A partir del año 2010 la Facultad de Artes de la Universidad de Antioquia asumió la operación total del programa, es decir, Escuelas y Agrupaciones.

En este mismo año se creó la Escuela número veintisiete en La Loma, vereda del corregimiento de San Cristóbal, en el occidente de Medellín, y se realizó la primera versión del Congreso internacional de música para banda, con la participación de más de mil asistentes, talleristas, directores y compositores de talla internacional.

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60 61

Personal administrativo

En sus manos está el detalle del funcionamiento de la Red. Aun-que sus tareas están más distan-tes de la música y el arte, sin la ejecución de la organización, la logística y el control, la creación y la interacción social que se da

en cada Escuela no sería posi-ble. Sus tareas van desde el

seguimiento a cada insu-mo que se requiere, has-ta la coordinación de las estadísticas del programa.

Área de comunicaciones

Todo el trabajo social y artístico que se desarrolla en la Red perdería gran parte de su sentido si no está en contacto con la comunidad, si no es visible para la ciudad; por eso la tarea del equipo de comunicaciones es tanto la de ayudar a articular de manera externa el programa con los públicos, con Medellín, como la de crear, apoyar o fortalecer vías de comunicación hacia el interior de la organización.

Apoyos administrativos

Adicional a las funciones de secretariado regulares, ellas conocen uno a uno a cada integrante de su Escuela, son la mano derecha del personal de formación y direc-tivos, un punto de apoyo para estudiantes, y un canal de comunicación para las familias. Dominan palmo a palmo tanto el espacio en el que las Escuelas operan, como la comunidad dentro de la que funcionan, y son por lo tanto la primera fuente de consulta de las activi-dades rutinarias de la Escuela.

La música es el componente vital de la Red de Escuelas de Música de Medellín. Es el corazón de este organismo vivo, que para su funcionamiento requiere de otros órganos que le permitan articularse a los fines socia-les que persigue el programa.

Todo el equipo de trabajo de la Red, además del compromiso de realizar con responsabi-lidad y honestidad las funciones propias de cada cargo, está comprometido con el cum-plimiento y respeto a los lineamientos del Manual de Acuerdos para la Convivencia.

Personal de formación

Para los estudiantes, sus profesores son la puerta de entrada al mundo de la música; y es también tarea suya hacer que la metodología de formación colectiva que practica la Red sirva para crear lazos de inte-racción duradera entre quienes pa-san por ella. Por la larga trayectoria de la Red, algunos de sus actuales formadores recibieron a la vez su ini-ciación musical cuando eran niños en el mismo programa.

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Asesorías psicosociales

Dado que la Red es un programa que promueve la con-vivencia a través de la música, cuenta dentro de su organización con un equipo de profesionales en áreas sociales que se encargan de acompañar y asesorar a todo el componente humano que hace parte de ella para fortalecer así los vínculos entre todos, cumplir con los propósitos de formación ciudadana y construcción de tejido social, y en últimas, promover su bienestar general y su salud mental.

Área de producción y programación

Para que la música, como compo-nente fundamental de este programa, pueda hacerse oír, detrás de la forma-

ción, la dirección y la interpretación está un equipo de trabajo pendiente de que todos los ingredientes que se requieren estén disponibles, desde las locaciones y horarios para los ensayos, hasta la logística necesaria para un con-cierto. Dentro de este equipo, la función

de utilería en particular es la que hace que cada detalle, sea un instrumento, un atril, una silla, esté todas las veces a tiem-po y en el lugar que le corresponde.

Dirección de las Agrupaciones Integradas

Es un cargo complementario a la direc-ción de las Escuelas, con un enfoque es-pecífico a las Agrupaciones Integradas; en esta medida, acompaña todo el proceso formativo de sus integrantes y cumple con la tarea de cualificar los procesos musicales y articular las metodologías de trabajo.

Direcciones de Escuela

Llevar la batuta de una Escuela de Música significa asumir la responsabilidad de las decisiones que allí se toman, además de definir el perfil que la misma tenga en su comunidad. Ya que su principal función es velar por el cumplimiento de los objetivos de la Red, cada dirección tiene la tarea de acompañar a docentes y asesorar a estudiantes. Son quienes, además, selec-cionan los repertorios musicales de las Agrupaciones.

Asesorías curriculares

Tanto las Escuelas como las Agrupaciones Integradas traba-jan acorde con el plan curricular

trazado por la Red. Para acompa-ñarlas en el cumplimiento de éste, el área de asesorías curriculares

trabaja en equipo con los comités pedagógico y curricular en el diseño

de las estrategias de formación, a la vez que capacita y orienta las áreas de

dirección y formación en la implemen-tación del currículo.

Asesorías zonales

Como componentes de un pro-grama social, las Escuelas de la Red se integran a las dinámicas de las comunidades en las que se ubican, y para facilitar este acoplamiento, las Asesorías zonales cumplen con la ta-rea de orientar la planeación de las actividades desde lo pedagógico, lo administrati-vo y lo social, así como la de acompañar tanto al personal

vinculado, como a estudiantes y sus familias.

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Ellos sabían bien quién era. Cómo se llamaba, cuántos años tenía, dónde vivía, a qué se dedicaba.

Felipe. Dieciséis años. Caunces de Oriente, arribita en Buenos Aires. Estudiante de la Institución Edu-cativa La Milagrosa y contrabajista de la Red de Escuelas de Música de Medellín.

Felipe Giraldo Daza apenas reco-nocía de vista a los muchachos de los combos del barrio La Sierra, de la comuna ocho, y La Pastora, de la nueve. Ignoraba sus nombres y jerarquías, sólo estaba seguro de que cada vez que veían pasar a

cualquier pupilo de la Red, decían lo mismo: “A lo bien, ese pelao es músico. Déjenlo pasar”.

En el año 2001, en plena gue-rra de pandillas, Felipe regresaba de temperar con unos parientes en San Rafael. En la terminal de transporte, cuando todavía no des-cargaba el morral para abrazar a su padre, recibió la noticia de que no vivirían más bajo el mismo te-cho. Los combos habían pasado por su casa reclutando jóvenes y, puesto que sus hermanos meno-res no eran aptos todavía, él había sido elegido. Sólo esperaban a que llegara de las vacaciones.

Por Ana Cristina Restrepo Jiménez*

FELIPEDE

LA MADERA

Conocer la música es conocer también una manera de encauzar la vida. En la Red hay jóvenes que se hacen músi-cos profesionales y otros que optan por campos diferentes. Sin embargo, la música crece y se queda con ellos como le ocurrió a Felipe. Aquí su historia, aquí su vida.

* Periodista y profesora universitaria. Autora del libro Página en blanco y directora del programa radial del mismo nombre. Columnista de El Espectador y El Colombiano.

En 2015 recibió el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar en la categoría Entrevista.

Felipe Giraldo Daza en el taller del lutier Luis Fernando Posada.

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Hijo de José Luis Giraldo y Rubie-la Daza, nació en Medellín y cre-ció en Cartagena. Es el mayor de cuatro hermanos: Felipe, Daniel, Tomás y María. Cuando tenía diez años, su madre enfermó de cán-cer, la ausencia de familia en la costa los obligó a regresar. Un año después, ella falleció y decidieron permanecer en Medellín.

Felipe empezó a estudiar música rasgueando una guitarra, cantando música colombiana e interpretando el tiple y la bandola. A veces piensa que su vocación musical desciende de sus tíos-abuelos. En otras ocasio-nes cree que el responsable es su padrino, Juan Reinaldo Saldarriaga, profesor de música, con formación académica. Pero hay una persona que influyó de manera definitiva: el papá de Felipe era el portero del co-legio Nuestra Señora del Rosario, en Miraflores, y el profesor Juan Igna-cio, que enseñaba educación física, estudiaba tiple; cuando supo que el hijo de José Luis era un apasiona-do del instrumento se lo prestó para que pudiera estudiar en la casa. Luego se lo regaló.

En pleno cambio de siglo, Felipe tenía catorce años. Conocía varios niños de su institución educativa que asistían a clases en la Red. Su compañero Edwin Amariles lo invi-tó a inscribirse.

Pasó una entrevista muy básica para observar sus aptitudes rítmi-

“La cultura es el único lugar donde las personas se pueden encontrar en pie de igualdad e intercambiar ideas libremente; se convierte en la voz principal de los oprimidos y ocupa el lugar de la política como fuerza motora del cambio”, escribió el director Daniel Barenboim en el ensayo El sonido es vida. El poder de la música.

En los barrios, la Red ha encontra-do madera para construir una me-jor ciudadanía.

♫ ♩ ♪ ♬

Tulio y José Duque eran dos niños del campo que siempre quisieron ser músicos. De sol a sol le insistían a su mamá para que les regalara un tiple. Con mucho esfuerzo, ella lo consiguió, pero en un descuido de los hermanitos, el instrumento que-dó arruinado.

No existía la más mínima posibili-dad de conseguir otro. Con los pe-dazos del tiple quebrado, los niños tomaron las medidas y construye-ron uno nuevo.

Tulio y José, tíos-abuelos de Fe-lipe Giraldo, viven en Cali: “Ya están muy viejitos, siempre to-caron música colombiana, tiple y bandola. Eran merenderos [sere-nateros de la calle], músicos em-píricos bravísimos”, dice el joven lutier, cuyo ADN musical es difí-cil de descifrar.

Su papá no podía permitir que eso sucediera. Sin consultar con su hijo mayor, empacó sus pertenencias y lo dejó instalado donde la abuela Carmen, detrás de la sede original de la Escuela de Música de La Mi-lagrosa, en la comuna nueve, al oriente del Valle de Aburrá.

Felipe interrumpe el viaje de su me-moria. Descansa el peso del cuerpo sobre un butaco del taller de lutería

Felipe tiene la madera para construir un instrumento y para interpretarlo. Para pulir el puente de un chelo y cambiar sus cuerdas. Para exorcizar un violín… extraer de su interior el alma suelta.

donde trabaja. Coge un instrumen-to de cuerdas parecido a una viola y lo sostiene entre sus rodillas, sin que toque el suelo. No tiene pica (puntal o pivote) de apoyo. Toma el arco con la palma de la mano hacia arriba y frota las cuerdas.

El sonido es hondo, nostálgico, lejano. Desconocido. El tiempo se detiene.

La música de la viola da gamba (de piernas) difumina la figura del joven artesano del siglo XXI: tenis, bluyi-nes, camiseta roja, delantal de traba-jo y boina tipo español, que en la ca-lle le da un aire más de poeta que de músico… Más de Pablo Neruda que de Marin Marais. Los brazos lampi-ños de Felipe, su piel mestiza, ojos rasgados y marcadas facciones in-dígenas, convierten un improvisado –precioso– concierto barroco en una escena que evoca el arte colonial, en-marcada por los útiles propios de un taller de lutería.

Felipe tiene la madera para cons-truir un instrumento y para inter-pretarlo. Para pulir el puente de un chelo y cambiar sus cuerdas. Para exorcizar un violín… extraer de su interior el alma suelta.

La música nace del espíritu creador del hombre. Y también del bosque. La penetrante esencia del aserrín del taller de lutería alguna vez tuvo el aroma del pino y el abeto, del cedro rojo del Pacífico, el ébano, el ciprés y el palosanto. Del bosque, el que los cuentos infantiles nos en-señaron a temer –lugar “peligroso”, por desconocido–, proviene buena parte de los instrumentos que cons-truyen los lutiers.

Durante veinte años, la Red de Es-cuelas de Música de Medellín ha pe-netrado en una especie de bosque, parajes urbanos por donde la mira-da de la cultura pasaba de soslayo.

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catarsis al dolor por la pérdida de su madre, y vio cómo su padre re-construyó su vida sentimental.

En el año 2008, ya decidido a ser músico de academia, se retiró de la Red. Se presentó a la carrera de Música en la Universidad de Antio-quia, cuya audición preparó duran-te cuatro meses. Media hora antes de su turno, la cuerda de sujeción de su contrabajo se reventó y no pudo repararla. Interpretó con un instrumento prestado y fracasó.

Un mes después, empezó a estu-diar en el Sena el curso de Téc-nico en construcción de violines. “Mi papá nunca ha sido de mucho modo, cuando le dije que había pa-sado al Sena todo fue alegría, pero apenas supo que era en Calatrava [Itagüí, en el extremo sur del Valle de Aburrá]…”, Felipe se cubre los ojos con la mano.

Con catorce mil pesos arregló una bicicleta vieja que había colgada en el patio de la casa. Conquistó su nuevo mundo emparamado, cansa-do: “Los primeros días de pedaleo fueron horribles, de mucho dolor en las piernas. Me mamaba los agua-ceros más verracos. Así empecé con la lutería, mi meta era cons-truir un instrumento. Me enamoré de esto y me quedé”.

♫ ♩ ♪ ♬

No existe una Medellín más bonita que aquella que se divisa desde el

descanso de las escalas de la Casa de la Cultura Ávila, sede de la Red de Escuelas de Música en La Mi-lagrosa. Todos los azules, verdes y grises posibles se confunden en el horizonte, allí donde el “anaranjado progreso” parece agazaparse.

La Escuela de La Milagrosa, cuna musical de jóvenes como Felipe Gi-raldo Daza, fue fundada el 18 de abril de 1998. Diana Patricia Pa-

cas. Ingresó a solfeo y, después de seis meses, eligió el violín como primera opción de instrumento. La segunda era el chelo. No obstante, eligió el contrabajo por la alta de-manda de los otros dos instrumen-tos: “Lo bueno del contrabajo es que, como pocos se animan a to-carlo, no había congestión para ac-ceder al instrumento –recuerda Fe-lipe–. Cuando llegaba el profesor a la Red, uno le mostraba el cuaderno de registro con sus horas de estu-dio. Si uno no había repasado, no le daban clase. Después de tres veces seguidas, nos jalaban las orejas”.

Felipe estudiaba en la jornada de la tarde de la Institución Educativa La Milagrosa, ubicada en el parque del barrio. Bajar desde Caunces de Oriente le demoraba media hora. Subir de regreso, 45 minutos. Salía

muy temprano con el almuerzo en el morral.

Cuando se mudó con la abuela Car-men, la situación mejoró: “Ya no tenía que caminar media hora sino que le daba la vuelta a la cuadra”. Vivió un año en La Milagrosa, cur-saba el noveno grado. A pesar de que entraba a estudiar a la una de la tarde, llegaba media hora antes a esperar en el parque a que el por-tero abriera la reja. En varias opor-tunidades le tocaron balaceras: “Se prendían las bandas del barrio Pablo Escobar con los de La Milagrosa”. Sólo una vez ingresaron a la institu-ción educativa y “sacaron a uno de los suyos”, pero jamás han entrado a la Escuela de Música, considerada territorio neutral, de paz.

“Todos los compañeros que no se dañaron estaban en la Red”, afirma Felipe.

-¿Qué querés decir con “dañar-se”?, pregunto.

-Eran pelados hijos de sus padres, de sus madres, que se iban para las esquinas y empezaban a hablar con esta gente [bandas delincuen-ciales]. Empezaban a tener parti-cipación en las bandas y vainas de esas. Y eventualmente los mataban por ahí.

Con la Red, Felipe Giraldo viajó a Zipaquirá, Bogotá, Neiva, Buca-ramanga, Cartagena y Barranca-bermeja. Durante esos años, hizo

En el año 2008, ya decidido a ser músico de academia, se retiró de la Red. Se presentó a la carrera de Música en la Universidad de Antioquia, cuya audición preparó durante cuatro meses.

Felipe Giraldo con la viola da gamba que construyó.

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ningún cuento raro –comenta Diana Patricia–. Quienes estudian música son diferentes: son pelados discipli-nados, enfocados en progresar”.

La Red hace más un trabajo social que de formación de músicos, ex-plica Felipe Londoño, egresado de la Universidad Eafit, profesor de violín de la Escuela de Música de El Poblado, a la cual asistió desde que era un niño: “En la Red nos ense-ñan a vivir la música desde un pun-to de vista emocional, la presión en la universidad es vivirla desde lo intelectual. La música de la Red es para formar mejores personas”.

♫ ♩ ♪ ♬

“Este apasionado arte [la lutería] es el de transformar la madera, que es algo que forma parte de nuestra pa-chita, de nuestra madre natura, en sublimes sonidos musicales”, dice Federico Cosentino, maestro de la Escuela de música y lutería de Ca-fayate (Salta, Argentina).

Cosentino participó en el XIII En-cuentro nacional de tiple, celebrado en el año 2009, en calidad de ta-llerista y expositor de instrumentos de cuerda latinoamericanos. Como alumno del Sena, Felipe Giraldo exhibía los violines construidos con sus compañeros. Con curiosidad, se acercó al argentino para consul-tarle sobre la construcción de vio-las da gamba. Una vez regresó a su país, Cosentino le envió la copia de

un plano que data del año 1625, del lutier inglés Henry Jaye.

La primera dificultad para la cons-trucción del instrumento fue la ad-quisición de la madera de pino. Feli-pe se enteró de que los guacales de los carros de la fábrica automotriz Sofasa eran fabricados con esa ma-dera y vendidos a una sola persona, en Itagüí. Encontró el depósito y eli-gió el pino de mejor calidad.

Armó la tapa. Un compañero con el que había estudiado talla ornamen-tal en el Sena le regaló la espalda, el mástil y los aros. Trabajó con he-rramientas de la institución.

Felipe busca las palabras precisas: “Describir la viola da gamba es muy difícil, ¡uff!, no te puedo explicar, simplemente hay que escucharla”. Hurga entre los trebejos del taller

“En la Red nos enseñan a vivir la música desde un

punto de vista emocional, la presión en la universidad

es vivirla desde lo intelectual. La música de la Red es para

formar mejores personas”.

lacio, actual integrante del equipo de apoyo administrativo, comenzó a asistir a la Red hace trece años como madre de un grupo de solida-ridad. Desde el barrio Villatina iba a la comuna nueve para que su hija aprendiera a tocar el violonchelo.

Entre los deberes de esta gestora cultural se cuenta la supervisión del estado de los instrumentos: “Hemos recibido cursos de lutería. Sabemos cuándo un instrumento está de-safinado, si el puente está torcido, cuándo una clavija tiene proble-mas”. Recuerda a Felipe Giraldo por su dedicación y curiosidad: regresa-ba a la vida útil los instrumentos que estaban a punto de ser descartados.

Si bien la Casa de la Cultura Ávila cuenta con unas instalaciones pro-pias, otras sedes de la Red son al-quiladas. Los primeros alumnos de

La Milagrosa estudiaron música en un caserón al que todos llamaban “El sótano”, a la vuelta de la casa de la abuela Carmen.

Puesto que en aquel entonces los recursos eran muy reducidos, las familias buscaron formas de reco-lectar fondos para subsidiar trans-portes y refrigerios, y dotar la mis-ma escuela. El grupo de solidaridad continúa con propósitos recreati-vos. Cada vez con menos frecuen-cia debe solucionar situaciones como la de los niños que llegan a clase sin desayunar.

La Casa de la Cultura Ávila recibe recursos de la Secretaría de Cultura Ciudadana para su funcionamiento, y allí acoge a los 179 alumnos de la Red que asisten a esta Escuela. El promedio de niños que se ma-tricula cada año en esta sede os-cila entre 250 y 300 (todos deben estar escolarizados). El motivo más frecuente de deserción es la carga académica, las entregas de notas son cruciales: si no hay buenos re-sultados, los padres retiran a sus hijos o los mismos alumnos toman la decisión de partir.

En la época más dura de la violen-cia entre combos, los niños se reti-raban porque no vivían cerca de La Milagrosa y debían cruzar fronteras riesgosas. En los barrios de Medellín donde la Red ha hecho presencia, los instrumentos obran como es-cudo: “Los muchachos no quieren estar en la guerra ni metidos en

En la época más dura de la violencia entre combos, los niños se retiraban porque no vivían cerca de La Milagrosa y debían cruzar fronteras riesgosas. En los barrios de Medellín donde la Red ha hecho presencia, los instrumentos obran como escudo.

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hasta encontrar un disco compac-to del violagambista catalán Jordi Savall. Escucha la Suite en Mi me-nor: fantasía, de Marin Marais.

El artesano recuerda la pelícu-la El Rey Sol, de Gérard Corbiau (2000), la historia de Luis XIV y el compositor italiano Jean-Bap-tiste Lully; también evoca Todas las mañanas del mundo, de Alain Corneau (1991), sobre la vida de Monsieur de Sainte-Colombe y su relación con el joven Marin Marais. La viola da gamba es la protagonista.

“[La viola da gamba] Tiene todas las voces de las edades del hombre –explica Felipe–, es dulce y agu-da. Esa música es muy nostálgica. Simplemente ese sonido fue el que me motivó a construir una. ¡Y qué encarte conseguir las cuerdas!”.

-¿Cómo las conseguiste?

-Me las pidió Luis, por Amazon.

-¿Qué sabías de la viola da gamba antes de construir una?

-Es un instrumento extinto. Y ex-tinto no quiere decir que ya no se toque: un instrumento se considera extinto cuando se deja de componer para él. Este instrumento perdió la guerra con el chelo. Es como ver la evolución del mundo: los dinosau-rios se quedaron atrás, lo mismo les pasó a muchos instrumentos

como la viola da gamba. Las violas eran una familia también, como la del violín. Los compositores son los que determinan qué se pierde y qué no se pierde.

-¿Por qué un joven como vos se dedica a hacer un “dinosaurio” y no un clon, un nuevo híbrido, por ejemplo?

-Me encanta la música antigua, me transporta, me hace vibrar, me hace sentir. La viola da gamba tiene un atractivo que no tienen los otros instrumentos: no todo el mundo lo tiene, ni lo conoce.

Hace siete años, una estudiante de violonchelo le comentó al lutier Luis Fernando Posada que sabía de un joven que había construido una viola da gamba pequeñita (la primera que hizo Felipe). El lutier, también egresado del Sena, con un taller en el barrio Prado, conoció al muchacho y le propuso compartir el plano del instrumento. Él res-pondió que lo había construido sin plano. “Ve, más verraco todavía”, exclamó Posada.

Cerca de las vacaciones de diciem-bre de 2008, el taller en Prado estaba atestado de instrumentos para reparar, el lutier quería viajar y parecía no tener tiempo de cumplir con sus obligaciones, por eso le pi-dió a Felipe que fuera su asistente para terminar a tiempo. Desde en-tonces, trabajan juntos.

Felipe Giraldo Daza en el taller del lutier Luis Fernando Posada.

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-¿Te sirvieron los conocimientos del Sena?

-En el Sena aprendimos cómo hacer un violín, pero cómo repararlo o res-taurarlo lo aprendimos en el taller, juntos. Hay amigos de otras partes que nos comparten sus secretos. La lutería es en un 80% la experiencia. Uno aprende dañando mucho.

-Tenés bastantes cicatrices chi-quitas, ¿te cortás con mucha fre-cuencia?

-Me he cortado muchas veces. Hay que saber muy bien cuál dedo apoya y cuáles jalan. Cuando me corto la carne queda blanca y antes de que brote la sangre, me echo pegaloca [de carpintería]. Hay pegaloca quirúrgica, pero esta me detiene la sangre. Yo cojo, me cierro la herida, me pongo micro-poro, y sigo trabajando.

Felipe pule el alma de un violín, no se perturba con el chirrido de la fricción de la navaja sobre la ma-dera. Conversa con Luis Fernando mientras oyen jazz y salsa.

En su apartamento, en Bello, tie-ne las herramientas básicas: un calibrador de espesores para las tapas, el arqueador para doblar las fajas de los instrumentos, un jue-go de cinco gubias para vaciar las tapas, dos cepillos pequeños (uno curvo y uno plano), cuchillas, una piedra de afilar, un cepillo garlopa

para piezas grandes, un cepillo mediano, un garlopín, serrucho, un metro. Sin embargo, no cuenta con un espacio suficientemente amplio para convertirlo en taller, ni con la que considera la herramienta fun-damental de un lutier: el banco o mesón de trabajo.

Felipe Giraldo espera, sin los afanes del diario, retomar la tercera viola da gamba que dejó empezada en el taller del lutier Mario Donadío. La segunda, construida con el plano inglés, la vendió a un contrabajista. Un momento de necesidad lo dejó sin alternativa: “Muy a mi pesar, pues era en la que estudiaba”.

Todas las mañanas, después de despedirse de su esposa, el joven lutier asiste a una sinagoga y sale a trabajar en su bicicleta al taller. Nunca sabe con certeza a qué ho-ras regresará.

En sus escasos ratos libres, se reúne con excompañeros de la Red en la Escuela Amadeus, para interpretar un repertorio de orquesta de cámara. Por el momento, ensayan un concier-to de W.A. Mozart, algunos de Anto-nio Vivaldi y de música colombiana.

Lutier, intérprete de música de cámara y andina, cantante de to-nadas colombianas, ciudadano lu-chador, responsable y crítico con su entorno, hombre de familia. La Red de Escuelas de Música de Medellín ha sabido tocar madera.

Eventos de ciudadProyección artística y nuevos sonidos

para la ciudad.

En el año 2011 la Red de Escuelas de Música de Medellín, en compañía de la Fundación Salvi, impulsó la realización del primer Festival de música de cámara, Festicámara. Este evento, que ha continuado anualmente, se ha consolidado como un espacio de circulación y proyección artística, de cualificación de la práctica musical y de formación de públicos en la ciudad. Actualmente hace parte de la agenda cultural de Medellín, junto a eventos como el Festival Internacional de Tango, Festival Medellín Vive la Música, la Feria de las Flores y la Fiesta de Libro y la Cultura.

IV

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Festicámara 2014. Teatro Pablo Tobón Uribe.

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2011El equipo de

la Red se disponía a implementar el Ciclo No. 1

del nuevo currículo.

Se vincularon al equipo docentes especializados en

iniciación musical para las veintisiete escuelas

del programa.

Estableció como principios y apuestas metodológicas el aprendizaje colectivo de

la música, el trabajo en equipo y la responsabilidad

compartida.

Reafirmó su compromiso con el fortalecimiento de los procesos de convivencia y cultura ciudadana.

laRed

Orquesta Escuela Boston.Sinfonía en el Museo.

Iniciativa en asocio con el Museo de Antioquia.

Clase de iniciación musical. Escuela de Música San Javier.

Comuna 13 - San Javier.

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2011+

2012

Se realizaron eventos como

+

+

Fueron años para el fortalecimiento académico de la Red de Escuelas de

Música de Medellín.

El Seminario nacional

de pedagogías y

didácticas de la música.

El Congreso internacional de música para banda.

Festival de música de cámara, FesticámaraBanda Escuela Corregimiento de San Antonio de Prado.

Pala en un viaje sinfónico.

Banda Sinfónica Juvenil. Junio de 2012.

Los enfoques de

derechos, territorial, poblacional, de género y desarrollo humano

fueron asumidos como bases para la ejecución de la metodología del programa.

Banda Escuela Estadio.Concierto formación de públicos. Parque de las Luces.

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Festicámara nació para dar a los jóvenes una oportunidad de

trabajar con los mejores músicos y mejorar su nivel académico e interpretativo. Juntos trabajan

en un encuentro que dura aproximadamente un mes, del cual logran, como resultado, presentarse en una serie de

conciertos en diferentes lugares de la ciudad.

Julia SalviPresidenta de la Fundación

Víctor Salvi

La Red es una oportunidad que inicia como espacio de formación

musical y termina siendo una gran familia donde se aprende

a ser persona, se forma la disciplina. Se transforma la vida de muchos y todos aprendemos

a ver el mundo con mayor sensibilidad humana.

Juliana Mejía Violinista egresada de la Red

Ésta fue una época para el fortalecimiento académico de la Red de Escuelas de Música de Medellín. A la par que se continuaban realizando eventos como el Seminario nacional de pedagogías y didácticas de la música, la segunda versión del Congreso internacional de música para banda, que se consolidaba como un espacio de intercambio de experiencias y conocimientos, y las primeras versiones de Festicámara, el equipo de la Red se disponía a implementar el Ciclo No. 1 del nuevo currículo, para lo cual se vincularon al equipo docentes especializados en iniciación musical para las veintisiete Escuelas del programa.

En este momento la Red reafirmó su compromiso con el fortalecimiento de los procesos de convivencia y cultura ciudadana, para lo cual estableció como principios y apuestas metodológicas el aprendizaje colectivo de la música, el trabajo en equipo y la responsabilidad compartida. Los enfoques de derechos, territorial, poblacional, de género y desarrollo humano fueron asumidos como bases para la ejecución de la metodología del programa.

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Eventos académicos de la Red: espacios abiertos para el aprendizaje

SEMINARIO NACIONAL DE PEDAGOGÍAS

Y DIDÁCTICAS DE LA MÚSICA

FESTICÁMARA

Como programa social de convivencia a través de la música, la Red complementa sus actividades de formación con eventos de ciudad que se han institucionalizado poco a poco en Medellín.

Desde el año 2007, Medellín tiene la oportunidad de disfrutar del Seminario nacional de pedagogías y didácticas de la música. De él pueden participar no sólo los integrantes de la Red de Escuelas de Música, sino el público externo interesado en conocer o ampliar sus conocimientos relacionados con la enseñanza de la música.

El Congreso internacional de música para banda, que se realiza en Medellín desde el 2010, representa para la ciudad un espacio para el aprendizaje y el intercambio de experiencias locales, nacionales e internacionales. En él participan músicos, compositores y directores de bandas sinfónicas de diferentes países.

Dentro de la constante actividad musical que vive Medellín en todos los géneros, para todos los gustos, el Festival de música de cámara -Festicámara- representa, desde el 2011, ese espacio en el que el público que disfruta la música de cámara puede asistir a conciertos con intérpretes de alta calidad, y además complementar con actividades académicas que enriquecen ese disfrute.

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El Poblado

Villatina

Villahermosa

Boston

Estadio

San Javier

Belén Rincón

El Limonar

San Antionio de Prado

Benjamín HerreraSanta Fe

Belén Parque Biblioteca

Villa Laura

Las Independencias

Miraflores

La Milagrosa

CORREGIMIENTO DE SAN ANTONIO DE PRADO

ZONA NORORIENTAL

ZONA NOROCCIDENTAL

ZONA CENTRO ORIENTAL

ZONA CENTRO OCCIDENTAL

ZONA SURORIENTAL

ZONA SUROCCIDENTAL

EN PROYECTO

CASAS DE MÚSICA

MÚSICA

MAPA

DE ESCUELAS

PopularManrique MontecarloManrique Las Nieves

AranjuezMoravia

Alfonso LópezDoce de Octubre

RobledoVillatina

Villa HermosaLa Milagrosa

MirafloresBostonEstadio

Las IndependenciasSan JavierVilla LauraEl PobladoSanta Fe

Benjamín HerreraBelén Rincón

Belén Parque BibliotecaLa Loma

San CristóbalEl Limonar

San Antonio de Prado Santa Elena

Moravia

Aranjuez

Alfonso López

Robledo

La Loma

San Cristóbal

Doce de Octubre

Popular

Las Nieves

Montecarlo

Santa Elena

CORREGIMIENTO DE SAN CRISTÓBAL

CORREGIMIENTO DE SANTA ELENA

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Las ciudades tienen mapas. Están los de geografía y también los que hablan de economía, de números de habitantes, de niveles de ingre-sos o de condiciones climáticas. Los mapas, por lo general, entre-gan respuestas y a veces también son el origen de muchas preguntas. En ellos se dibujan, por ejemplo, las líneas que indican en qué barrio nació una persona, dónde queda el parque principal o qué ruta tomar para llegar a un sitio por conocer.

Imagino entonces un mapa de Me-dellín y en él algunos puntos se-ñalados —alfileres azules, pueden ser— ubicados exactamente en los lugares donde existen escuelas de

Por María Andrea Kronfly Velásquez *

BARRIODE

CORAZÓN

Hablar de las Escuelas de Música de Medellín es hablar también de los territorios que habitan. De la vida de los barrios, de las tradiciones de los corregimientos, de las personas que les dan vida. Este es un acercamiento a la Red más allá de lo que alcanza a verse en el mapa.

la Red de Escuelas de Música. Vein-tisiete puntos azules dispuestos en catorce de las dieciséis comunas y en tres de los cinco corregimientos de la ciudad, algunos formando pequeños grupos y otros más ale-jados, como en los extremos donde se dibujan los bordes de la ciudad.

Imagino luego posibles combina-ciones. Puntos verdes para las Es-cuelas de Música más antiguas, y rojos para las que reciben más es-tudiantes; alfileres amarillos para las de cuerdas y violeta para las de vientos. El plano va tomando vida, empiezan a asomar pregun-tas. ¿Qué pasaría si ubicáramos un punto más por cada una de las his-

* Periodista. Ha trabajado en proyectos sociales y organizaciones como la Corporación Región. Escribió Tú también has visto volar mariposas. Relatos de noviolencia en Medellín, publicado por la Secretaría de Cultura Ciudadana. Actualmente se dedica a la escritura y edición de publicaciones.

Comuna 60 - Corregimiento de San Cristóbal.

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La Red, como la ciudad, también tiene un mapa. Una síntesis, hecha con líneas, de un territorio que ha visto crecer escuelas, músicos, agrupaciones. Para comprenderlo hay que adentrarse en él, caminarlo, recorrerlo; aventurarse a explorar los barrios, las vidas, las escuelas.

torias que pueden contar estos lu-gares? Los mapas hablan, sí, pero a veces callan más de lo que dicen. Habría que intentar tal vez levan-tar la superficie y mirar dentro de ellos para escuchar la vida que se esconde bajo esa cómoda piel de las convenciones y las cifras.

La Red, como la ciudad, también tiene un mapa. Una síntesis, he-cha con líneas, de un territorio que ha visto crecer escuelas, músicos, agrupaciones. Para comprenderlo hay que adentrarse en él, caminar-lo, recorrerlo; aventurarse a explo-rar los barrios, las vidas, las escue-

las, como los cronistas de Indias, que narraban las costumbres de esa tierra conquistada a la par que la iban dibujando los cartógrafos. Para iniciar esta expedición, tres alfileres clavados al azar en lugares habitados por la Red de Escuelas de Música de Medellín.

Un barrio de gente valiente

Santiago Morales era un niño de diez años cuando llegó a Medellín. Nació en Irra, Risaralda, y se ins-taló en el barrio Villatina, donde vive desde entonces con su papá. Al preguntarle por su barrio —en la comuna ocho, centro oriente de Medellín, a los pies del Cerro Pan de Azúcar—, responde que es uno como todos, “con cosas buenas y malas. La gente dice que es un ba-rrio muy peligroso, pero para mí no lo es. Usted puede venir y encon-trar que hay cosas muy buenas”.

La de Villatina es una historia simi-lar a la de muchos otros barrios de Medellín. Poblado inicialmente de manera informal por personas que llegaban de municipios antioque-ños, con tradiciones rurales, que trataban de adaptarse a una ciu-dad de imparable crecimiento. Las cifras indican, por ejemplo, que a comienzos de la década de los cin-cuenta, cuando recibía las primeras oleadas de pobladores que llega-ban a las laderas, la ciudad tenía alrededor de trescientos cincuenta mil habitantes y ahora, seis déca-

das después, según la Encuesta de Calidad de Vida 2014, la cifra está llegando a dos millones quinientas mil personas.

“En Villatina vive gente de mucha valentía”, dice Myriam Luz Esco-bar, que trabaja hace seis años como apoyo administrativo de la Escuela de Música. Valentía para superar tragedias como el desliza-miento de una ladera del Cerro Pan de Azúcar, en 1987, que destruyó cien casas, causó la muerte de más de quinientas personas y dejó más de dos mil damnificados, y valentía también para resistir épocas fuertes de violencia, como lo recuerda don Pablo Serna, habitante de Villatina desde 1981: “Esto ha tenido unos problemas gravísimos, pero aho-ra es de los barriecitos buenos de Medellín. Hace tres años estuvo miedoso, uno tenía que esconder-se. Pero gracias al Señor que esos muchachitos se calmaron”.

Lo que no cuentan los mapas, por ejemplo, es que don Pablo nació en Santuario, en el oriente de An-tioquia. Que durante muchos años de su vida manejó un camión y ahora, retirado de ese oficio, tiene una panadería a tres casas de dis-tancia de la Escuela de Música de Villatina. Que la nombró Panadería La Serna para diferenciarla de otra que ya existía con su apellido y que los horarios de su negocio depen-den de la Escuela, “yo abro cuando ellos entran y cierro cuando ellos se van”, dice. Que él es como el abue-

lo de estos pelaos que mecatean allá todos los días, y que nunca ha estado en un concierto de ellos por-que se mantiene, dice, “pegado de las vitrinas”.

La Escuela de Música de Villatina existe desde el año 2003, cuando se crearon también las de Moravia, El Popular, Blanquizal, Villa Laura y Boston, para completar hasta ese momento veintiséis Escuelas. El día que Santiago conoció la de su barrio tenía diez años, había un bingo organizado por el grupo de apoyo de la Escuela y le faltó sólo un número para ganarse una vajilla. “Unos vecinos me invitaron porque veían que yo casi no salía de la casa”.

Desde entonces Santiago empezó a estudiar violín y luego pasó a la viola que le gusta más, “tiene un sonido más oscuro, más interpreta-tivo”, dice. Ahora, a sus dieciocho años, con un piercing en la boca, vestido de camiseta negra y camisa de cuadros como si fuera una cha-queta, dice que en la Red encontró su lugar. Por eso, a pesar de que su papá lo imaginaba en el ejér-cito y su mamá como estudiante de medicina, él se decidió por la Licenciatura en Música de la Uni-versidad de Antioquia y ahora está en tercer semestre. Además, hace parte de la Orquesta de Tango de la Red, que se reúne los sábados para ensayar en la Escuela de Belén Parque Biblioteca, uno más de los alfileres azules del mapa, ubicado

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Escuela de Música Villatina. Comuna 8 - Villa Hermosa.

en la comuna dieciséis, en el su-roccidente de Medellín. “Es como abrirse nuevas perspectivas —dice Santiago—. Al conocer gente dis-tinta, uno se da cuenta de que el mundo tiene muchas cosas para ofrecer y las personas también”.

La música no se rinde

“Belén Rincón, sin la escuela de música, sería como un barrio tris-te —dice Ángela María Vallejo, que vive allí hace veintitrés años y nunca ha pensado en vivir en otro lugar—. El solo hecho de pasar por la Escuela y escuchar los ins-trumentos, dice que hay algo dife-rente aquí”.

Belén Rincón, ese barrio “amaña-dor”, como dice Ángela, está ubica-do en el suroccidente de Medellín, en la comuna dieciséis, Belén, la más poblada de la ciudad con un poco más de ciento noventa y seis mil habitantes. Entre estos, el diez por ciento son niños y niñas entre cinco y catorce años, y el diecisiete por ciento son jóvenes entre quince y veinticuatro años.

El punto azul que corresponde en el mapa a la Escuela de Música de Belén Rincón está fijado dentro de la Institución Educativa Alcaldía de Medellín, un colegio público y tradicional de la ciudad. Existe allí desde 1997, año en que se funda-ron las primeras seis Escuelas de la Red. Las otras cinco se abrieron en

Aranjuez, Alfonso López y los corre-gimientos de San Antonio de Prado, Santa Elena y San Cristóbal. Desde entonces, por la Escuela de Belén Rincón han pasado anualmente un promedio de ciento cuarenta estu-diantes de instrumentos de vientos, con edades entre los siete y los veintidós años.

Allí está, todos los días, Andrés Fe-lipe Hernández, el director de esta Escuela. Músico desde los siete años, formado en la banda musical de su pueblo, Cisneros, clarinetis-ta y licenciado en Educación Mu-sical con énfasis en dirección de bandas. Desde que llegó a la Red en el 2009 su papel, además de la enseñanza de la música, ha sido el de idear estrategias para que la Escuela permanezca activa y vital aún en momentos en los que po-dría haberse pensado que la mejor opción era cerrarla.

“Tuvimos un año donde se buscó la reubicación de la Escuela —cuenta Andrés Felipe—. No por una amenaza directa, la Escuela nunca la ha tenido, pero la violen-cia sí nos afectaba directamente por estar tan cerca al conflicto en-tre cuatro o cinco bandos de Belén Rincón. Dentro de la Escuela los estudiantes estaban seguros, pero llegar era peligroso, estábamos en el epicentro del conflicto”.

Cuenta Andrés que en esa época, entre 2010 y 2011, la Escuela llegó a tener menos de cuarenta

violencia, aunque no lo dijéramos explícitamente. Ese fue el punto de partida para decir que la Escuela estaba viva y funcionó muy bien”.

Y así en 2013 y 2014 la Escue-la de Belén Rincón se unió a otras entidades del sector y junto a la Fundación Las Américas lideraron Festivida, un festival de dos días en los que hubo actividades cultu-rales, lúdicas, deportivas y de pro-moción de la salud. “Se vincularon empresas y pequeños mercados y tiendas del barrio —dice Andrés—, tuvimos las cinco unidades móviles de la Alcaldía, que no se cómo hi-cimos para meterlas en estas calle-citas de Belén Rincón, hubo vacu-nación, pinta caritas, teatro, bazar, películas y conciertos. Esos dos años fueron increíbles”, dice.

estudiantes. “El semillero era de tres niños, el coro de cuatro y la banda de diez, fue casi la extinción total”. “Los papás dejaron de traer a los niños —dice Ángela—, pero yo siempre venía con mi hijo y me quedaba esperándolo. Yo veía en la Escuela la oportunidad de que el barrio sonara por otras cosas más que por la violencia”.

Sin embargo, entre los que se que-daron, no faltaron las alternativas. “Fue en 2012 cuando decidimos llenar la Escuela en medio de la violencia —cuenta Andrés—. Íba-mos a la iglesia, a las unidades re-sidenciales cercanas a entregar in-formación, y la Escuela de Música hizo una toma cultural, un desfile por todo Belén Rincón. En cierta manera era una protesta contra la

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Así como el corregimiento, la Escuela también

ha cambiado, ha crecido. En 2012, cuando se inauguró el Parque Biblioteca Fernando

Botero, se abrió también allí la nueva sede de la Escuela,

una de las mejor dotadas de la Red.

Hoy en la Escuela de Belén Rincón hay alrededor de ciento treinta es-tudiantes. De ella han salido mú-sicos como Gabriel Betancur, uno de los mejores cornistas del país; Jhonatan Saldarriaga, profesor de fagot; Natalia Ramírez, flautista; Juan Diego Arteaga, trombonista y estudiante de Música de la Uni-versidad Eafit; Juan Esteban Pie-drahita, profesor de trombón, y una lista que sería más larga si Ángela lograra recordar todos los nombres.

Belén Rincón, como Villatina, tam-bién ha sido un barrio de valientes. Como Andrés y sus estudiantes, como Ángela María que nunca ha dejado de acompañar a sus hijos a la Escuela. “Quedarse en la casa es como dejar que la violencia gane”, dice.

En lugar de barrios, veredas.

En San Cristóbal el viento sopla fuerte. Desde la puerta de la Es-cuela de Música se pueden ver más de diez tonos de verde, casas de colores y una carretera gran-de, y nueva, que obliga a recordar que éste, aunque parezca el cam-po, aún es la ciudad. San Cris-tóbal es, según el Departamento Administrativo de Planeación, la comuna noventa de Medellín, un corregimiento situado en el noroc-cidente de la ciudad. En las die-cisiete veredas que lo conforman viven más de setenta y cinco mil personas, de las cuales, según la Alcaldía de Medellín, el cuarenta y siete por ciento son menores de veinticuatro años.

“Aquí se cultiva mucho la flor y la legumbre”, cuenta Omaira Hidal-go, la mamá de Laura Otálvaro, estudiante de flauta traversa en la Escuela de Música de San Cristó-bal. Ella, que vive hace treinta años en el corregimiento, cuenta que la población ha crecido mucho: “Más que todo en la zona rural todavía está la gente de toda la vida, pero en la parte centro ya se notan las diferencias. Antes vos salías y co-nocías a Fulano, Perano y Zutano, ahora no”.

Así como el corregimiento, la Es-cuela también ha cambiado, ha crecido. En 2012, cuando se in-auguró el Parque Biblioteca Fer-nando Botero, se abrió también allí la nueva sede de la Escuela, una de las mejor dotadas de la Red, con salones para clases colectivas y ensayos de las agrupaciones, y cubículos insonorizados para las clases y ensayos individuales. “An-tes la Escuela estaba en una sede junto a la Casa de Gobierno y era muy pequeña —cuenta Omaira—. Imaginate esos chicos estudiando en dos salones, en esa estrechura. Para ensayar era una odisea: en el mismo saloncito se hacían en un extremo los de tuba, en otro los de flauta y en otro las trompetas. Era un mercado persa”.

En San Cristóbal también está la Escuela de Música de La Loma, la número veintisiete, creada en 2010 en un sector con una fuerte tradi-ción musical bandística, donde se

realiza desde el año 2013 el Fes-tival de Bandas y Chirimías. “Aquí hay jóvenes, niñas y niños hijos de músicos —cuenta Nelson Suárez, director de la Escuela de San Cris-tóbal—. La mayoría de los de La Loma han tenido esa herencia, por ejemplo de la familia Paniagua, que tiene reconocimiento en la ciudad por el legado musical que han con-servado durante décadas”.

En la Red de Escuelas de Música de Medellín hay trece Escuelas de cuerdas frotadas y catorce de vien-tos y percusión. En las de cuerdas, dicen, los chicos tienen personali-dades más tranquilas, y en las de vientos, en cambio, hay más alga-rabía. “Un pelao al que le guste la

Escuela de Música Villatina. Comuna 8 - Villa Hermosa.

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V

rumba no va a escoger un violín”, dice Willington Ospina, profesor de oboe. Sin embargo, cuando se juntan en las orquestas, bandas y coros integrados las diferencias no existen. En ellas los mapas, que suelen trazar líneas divisorias, pier-den sus fronteras.

“Es difícil que un chico de doce años que vive en El Limonar —dice Sebastián Montoya, director de la Orquesta de Tango— se conozca con uno que vive en Manrique, son polos opuestos. Lo común a esa

edad es relacionarse sólo con los compañeros del colegio, entonces las Agrupaciones de la Red son una forma de interactuar con personas de contextos sociales y culturales diferentes. En la Orquesta de Tango, por ejemplo, hay chicos de El Pobla-do, Manrique, Aranjuez, Villatina, El Limonar, Boston, es como una representación de toda la ciudad”.

Las Agrupaciones Integradas de la Red, además de ser espacios para la proyección musical, son espacios de socialización. En ellas la clave es el respeto. “Cuando un chico está en la Integrada —dice Álvaro Acos-ta, director de la Escuela de Mú-sica de Villatina— tiene que invo-lucrarse con compañeros de todos los estratos sociales y económicos. Entonces no importa cómo vengas vestido, lo único importante es que hagamos música. Son chicos que tienen una mente completamente diferente, más espontáneos y abier-tos, porque también escuchan his-torias y saben, por ejemplo, que si Fulanito no trajo almuerzo porque no había en la casa, pues hay que compartir”.

Lo que no dice el mapa, con sus alfileres azules, es que en Medellín hay miles de jóvenes haciendo mú-sica, traspasando límites, rompien-do fronteras, venciendo temores. Que en esta ciudad puede trazarse una cartografía sonora a través de líneas que unen en vez de separar. Que la Red de Escuelas de Música de Medellín tiene corazón de barrio.

“Cuando un chico está en la integrada —dice Álvaro Acosta, director de la Escuela de Música de Villatina— tiene que involucrarse con compañeros de todos los estratos sociales y económicos. Entonces no importa cómo vengas vestido, lo único importante es que hagamos música”.

De país en país En Europa, la Red es Latinoamérica.

En el año 2013 la Banda Sinfónica Juve-nil fue invitada a participar, como repre-sentante de América Latina, en el World Music Contest. Allí, tras la realización de conciertos en Alemania, Bélgica y Holan-da, el programa fue reconocido por su impacto social. Durante esta misma gira, la séptima de su historia, la Red participó en el Festival de bandas de Barcelona, en España. Ahora, como sucedía también en las primeras giras fuera del país, los in-tegrantes de estas Agrupaciones juveniles amplían su mirada y expanden los límites

de sus capacidades.

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Banda Sinfónica Juvenil. Concierto Festival de bandas de Barcelona. 2013.

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La Orquesta Sinfónica Juvenil se enfrentó a uno de los montajes musicales más

exigentes de su trayectoria: la Sexta Sinfonía de Mahler, en compañía de la Orquesta Sinfónica de Eafit, bajo la dirección del

maestro Andrés Orozco-Estrada.

2014

En el año 2014 la Orquesta de Tango participó en el Festival internacional

de tango en Buenos Aires, Argentina, y realizó conciertos en cuatro

ciudades más de este país.

Buenos Aires

Orquesta de Tango.Ciudad de Córdoba, Argentina.

Orquesta Sinfónica Juvenil y Orquesta Sinfónica de Eafit.

Dirección: Maestro Andrés Orozco-Estrada.

Con un equipo psicosocial

enriquecido, la Red ha continuado la implementación

del nuevo currículo en las veintisiete

Escuelas.

Ha renovado el manual de convivencia mediante

un proceso participativo.

Primer Festival Medellín Vive la Música. Orquesta Intermedia, Ensamble de Músicas Populares y Orquesta de Tango con Gustavo Santaolalla. Parque de los Pies Descalzos, 2014.

Banda Sinfónica Juvenil.

Séptima gira internacional. Europa.

La Red entra a formar

parte del programa

Medellín Vive la Música.

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La Red de Escuelas de Música de Medellín cuenta

con veintisiete Escuelas distribuidas en todas

las zonas de la ciudad, y once Agrupaciones,

entre orquestas, bandas, ensambles y semilleros.

La Red ha asumido un modelo conjunto de operación entre la Secretaría de Cultura Ciudadana de Medellín y la Universidad de Antioquia a través del cual busca, además de consolidar los alcances pedagógicos, fortalecer el acompañamiento integral a las comunidades que impacta el programa.

2015

La Red de Escuelas de Música de Medellín se ha ratificado en su objetivo: “Generar y fortalecer procesos de convivencia y cultura ciudadana

mediante la formación de niñas, niños y jóvenes a través del disfrute y aprendizaje de la música”.

Revista Vos.

Argentina, agosto de 2014.

Periódico Gente El Poblado. Noviembre de 2014.

Orquesta de Tango.

Buenos Aires, Argentina.

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El hecho de que colegas de gran trayectoria como Leopoldo Federico,

Raúl Garello o Néstor Marconi se asombren al escuchar esta orquesta

de jóvenes, que desde Colombia tocan tango a ese nivel, que nos feliciten y

quieran tocar con nosotros, es un claro signo de que vamos por buen camino, que nos llena de energías para seguir

creciendo.

Pablo Jaurena Director artístico de la Orquesta de Tango

La gira del 2013 nos permitió representar al país a través de la

Red, ampliar la visión de mundo e interactuar con músicos de diversos países y culturas. Tocamos con la

Banda Sinfónica de Edimburgo y en España con la Banda de la Federación Valenciana. Llevamos nuestro folclor y

música colombiana a Europa.

Juliana Andrea Ávila Saxofonista, Escuela de Miraflores.

A punto de cumplir veinte años, La Red de Escuelas de Música de Medellín se ha ratificado en su objetivo: “Generar y fortalecer procesos de convivencia y cultura ciudadana mediante la formación de niñas, niños y jóvenes a través del disfrute y aprendizaje de la música”.

En esta etapa la Red ha asumido un modelo conjunto de operación entre la Secretaría de Cultura Ciudadana de Medellín y la Universidad de Antioquia, a través del cual busca, además de consolidar los alcances pedagógicos, fortale-cer el acompañamiento integral a las comunidades que impacta el programa.

Así, con un equipo psicosocial enriquecido, la Red ha continuado la imple-mentación del nuevo currículo en las veintisiete Escuelas, ha renovado el manual de convivencia mediante un proceso participativo, y ha mantenido la realización de los eventos como Festicámara, el Seminario nacional de pedagogías y didácticas, y el Congreso internacional de música para banda.

En el año 2014, la Orquesta de Tango participó en el Festival internacional de tango en Buenos Aires, Argentina, y realizó conciertos en cuatro ciudades más de este país. En este mismo año la Orquesta Sinfónica Juvenil se enfrentó a uno de los montajes musicales más exigentes de su trayectoria: la Sexta Sinfonía de Mahler, en compañía de la Orquesta Sinfónica de Eafit, bajo la dirección del maestro Andrés Orozco-Estrada.

En el año 2015, la Red de Escuelas de Música de Medellín cuenta con veintisiete Escuelas distribuidas en todas las zonas de la ciudad, y once Agrupaciones, entre orquestas, bandas, ensambles y semilleros.

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Nathaly Ossa La primera vez que Nathaly vio un violín fue en la televisión. Desde ese día se enamoró de su sonido, dice, y comenzó a estudiar para convertirse en violinista. Después de pasar por las Escuelas de Alfonso López y Santa Fe, e integrar la Orquesta Sinfónica de Eafit, se graduó como abogada y posteriormente estudió Gestión Cultural en España. Actualmente, junto a Carolina Castro, también violinista egresada de la Red, dirige le empresa Gestar Cultural, con el objetivo de abrir espacios laborales para sus colegas y dinamizar el creciente mercado musical de la ciudad.

William Esteban Chiquito “Lo que hizo la música conmigo fue enseñarme a vivir”, dice este violinista, hoy consagrado, que comenzó sus estudios a los once años en la Escuela de Alfonso López. A los dieciocho, gracias a una beca otorgada por el pintor Fernando Botero, continuó su formación en Italia, donde ahora es profesor de la Scuola di Musica di Fiesole e integrante de la Orquesta Sinfónica de la Accademia Nazionale di Santa Cecilia en Roma. La suya ha sido una historia de crecimiento y disciplina: “En la música no existen milagros —dice—. Si no estudias, no tocas”.

Sebastián Montoya Ha vivido toda su vida en La Milagrosa y a los once años ingresó a la Escuela de su barrio, donde combinó durante poco tiempo sus estudios de violín con las clases de karate. Desde entonces, dice, se encarretó con la música que luego asumió como su profesión. Después de ser músico graduado de la Universidad de Antioquia, regresó a la Red como docente de violín y actualmente, a sus veintiséis años, es el director de la Orquesta de Tango, en la cual participa también como intérprete. “No me imagino la vida sin música”, dice.

El aprendizaje de la música es, sin duda, una experiencia para la vida. Entre los miles de jóvenes que han pasado por la Red de Escuelas de Música de Medellín en estos veinte años, algunos han optado por continuar una carrera musical profesional y otros han decidido vincularse a campos diferentes. Pero todos, podría decirse que sin excepción, han ido construyendo proyectos de vida inspirados en los valores aprendidos en la Red: la disciplina, la escucha, el trabajo en equipo, el respeto por el otro, la confian-za en sí mismos para convertirse en los adultos que han soñado ser desde su infancia.

Aquí una pequeñísima muestra de esas vidas enriquecidas por la música. Como las suyas, en la Red hay miles de historias por contar.

Gabriel Jaime Betancur Después de “chulear” sus sueños de estudiar con maestros como Will Sanders y Hermann Baumann —“el papá del corno en la música mundial”—, destacarse en concursos internacionales, e integrar algunas de las orquestas más importantes de Europa; Gabriel regresó a Colombia para compartir con otros lo que ha aprendido de la música. Actualmente es profesor en la Universidad Eafit y la Universidad Autónoma de Bucaramanga, y se desempeña como cornista principal de la Orquesta Filarmónica de Medellín.

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Hace ya unos años, una nueva “tri-bu urbana” empezó a tomarse las calles de Medellín. Sus integrantes fueron apareciendo con discreción, en medio de la mirada de soslayo que se proferían entre sí metaleros, punkeros y raperos. Frente a sus narices y sin que pudieran generar en ellos cosa diferente a la curiosi-dad, el respeto y la tregua, empeza-ron a pasearse, desde hace dos dé-cadas, niños y jóvenes llevando a la espalda algún estuche, en cuya for-ma se podía adivinar el contenido: un violín, una trompeta, un oboe.

Las cifras hablan de los buenos ofi-cios de la Red de Escuelas de Músi-

ca de Medellín. Lo que los números no cuentan es esa especie de sensa-ción que empezó a recorrer primero las casas y con ellas las calles, lue-go los barrios, el metro y la ciudad entera, cuando cada vez más niños iban siendo reconocidos por esa se-ñal. De repente la música estaba cambiando entornos, y luego, vidas.

Pero había algo más: la música es-taba empezando a cambiar la pro-pia música.

El periodista Diego Londoño ha des-crito en su libro Medellín en can-ciones la creciente calidad de los proyectos sonoros de la ciudad en

Por Jaime Andrés Monsalve Buriticá*

EL AIREEN

HAY MÚSICA

Los veinte años de la Red han sido también veinte años de crecimiento musical en la ciudad. Facultades fortalecidas, agrupaciones que nacen y se mantienen, una escena que crece en su oferta, son evidencia de esta evolución. En Medellín la música vive.

* Periodista y comentarista de música. Jefe musical y cultural de Radio Nacional de Colombia. Autor de El tango en sus propias palabras y dos libros más sobre tango. En 2011 recibió el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar en la categoría Artículo Cultural para Prensa. Ha sido editor cultural de Revista Cambio, jefe de redacción de SoHo y miembro del comité editorial de Arcadia y El Malpensante.

Pala en un viaje sinfónico. Banda Sinfónica Juvenil. Junio de 2012.

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los últimos años: “Los sonidos han adquirido otros matices e intencio-nes, tanto sonoras como líricas. La preocupación por las producciones de alta calidad se han hecho evi-dentes (…), lejos de la violencia y más cerca de la educación, el arte y la cultura” (pág. 30).

En ese proceso han intervenido varios factores, incluidos los intere-

casa, a que se decantara por el con-trabajo, instrumento que le calzaba bien a su complexión.

Esteban se tomó en serio la voca-ción. Pasó por la Orquesta Infantil y por la Sinfónica Juvenil de la Red de Escuelas, y decidió continuar sus estudios en la Universidad de Antioquia. Hoy tiene un cuarteto de cuerdas con dos de sus hermanas y trabaja en proyectos de jazz y salsa. “Aunque a mediano plazo un alumno de la Red puede descubrir que lo suyo no es la música –dice–, también sabrá que haber aprendido a tocar un instrumento lo ayudará a alcanzar un grado de conciencia distinto sobre la vida en sociedad”.

Uno de esos muchachos mediana-mente convencido de un futuro en la música era César Felipe Restre-po. Luego de trasegar ocho años por la Banda de la Escuela de Mo-ravia, en su interior se debatía se-guir o no con el fagot, instrumento en el que se perfeccionó de tal ma-nera que Jaume Vilaseca, pianista español de jazz, gestionó para él un ejemplar de primera línea, mis-mo que para su sorpresa le fue en-tregado en público después de un concierto de la Banda en el Parque de los Deseos.

La misma experiencia con la Red se encargó de despejar cualquier duda: sucedió en mayo de 2009, cuando la agrupación ChocQuib-Town hizo un concierto con alum-nos de Moravia. Ver en escena a Goyo, Tostao y Slow, los integrantes

del grupo de hip-hop chocoano, le voló a César la cabeza, y enfundó el fagot para dedicarse a cantar. Así comenzó su verdadera carrera en la música, convocando a siete co-legas, cuatro de ellos compañeros de la Red, para crear la agrupación Estación Caribe. Un trabajo disco-gráfico y el reconocimiento de su música como una de las propues-tas más llamativas y modernas de la actual escena medellinense, dan cuenta de la relevancia de una for-mación en música que él agradece, a pesar de no haber seguido con el instrumento primigenio, que donó a un emprendimiento similar al que lo vio crecer: la Escuela de Música Mochila Cantora de Bucaramanga.

“La Red me dejó amigos pero, so-bre todo, aprendizaje; y a la hora de crear mi grupo me resultó im-portante la experiencia”, explica.

♫ ♩ ♪ ♬

Hasta hace algunos años, el único requisito que se necesitaba para entrar al programa de Música de la Universidad de Antioquia era un examen de aptitud musical. Hoy, dados los múltiples niveles de pe-netración de los estudios tempra-nos gracias a la Red de Escuelas, es necesario saber tocar un instru-mento. Pocas facultades se arro-garían una condición de esas si no confiaran ciegamente en la evolu-ción de la música de su región.

Desde 2005, la Universidad de An-tioquia se ha encargado de adminis-

Han intervenido varios factores, incluidos los intereses cada vez más abiertos de los músicos por géneros variados, la consolidación con altibajos de una escena independiente, el cada vez menos extraño contacto con la música de todas las latitudes, y la aparición de mercados musicales y culturales que abren caminos al mundo.

ses cada vez más abiertos de los músicos por géneros variados, la consolidación con altibajos de una escena independiente, el cada vez menos extraño contacto con la música de todas las latitudes, y la aparición de mercados musicales y culturales que abren caminos al

mundo. Pero junto con esos fac-tores, hay uno que sólo se explica a la luz de la educación musical temprana: la aparición de una só-lida generación de músicos con conocimiento y academia, muchos de los cuales tomaron por primera vez un instrumento en alguna de las Escuelas de la Red, y que es-tán interviniendo activamente en la actual escena.

♫ ♩ ♪ ♬

Hacía siete años que Esteban Ro-jas Gallego no visitaba la Institu-ción Educativa Las Nieves, del barrio Manrique. De pequeño se la pasaba del colegio a la casa cu-ral, donde tomaba sus lecciones de violín. “Antes de la Red, este barrio era una zona conflictiva –re-cuerda–. Si alguien prendía pólvo-ra había que resguardarse, porque era la manera en que se cubría el ruido de las balas”.

A sus veintiséis años, Esteban es miembro de una de esas dinastías que nacieron para la música en la Red de Escuelas. Seis de sus siete hermanos aprendieron a tocar algún instrumento allí, y cinco continua-ron profesionalmente. Hacia abril de 1998, cuando su abuelo llegó con la noticia de que estaban convocando a niños y jóvenes a las Escuelas recién fundadas, él y una de sus hermanas se decidieron de inmediato por el vio-lín. Otra más optó por los vientos en la Escuela de Las Granjas, hoy Mon-tecarlo. Pasaron pocos meses antes de convencer a una más, la alta de la

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un palmarés casi exclusivo para agrupaciones del Chocó.

Sólo un enclave más del territorio gozaba de respeto en medio del conflicto, la Escuela de la Red en Las Independencias, zona de in-fluencia de Son Batá. Sus intereses eran similares: la corporación hoy tiene presencia en ocho institucio-nes educativas y más de mil tres-cientos niños se benefician de lec-ciones de percusión y danza en sus Esquinas Son Batá. Pero hacía fal-ta un nivel de experticia aún mayor para complementar esa enseñan-za. Por eso, en su momento, Sán-chez tocó la puerta de la Escuela de vientos de Las Independencias, y así logró conformar una planilla de intérpretes de saxofón, clarine-

te y bombardino que, a la postre, encabezaron la gesta del Petronio y que hoy siguen participando de las agrupaciones que nacen en la Corporación como Bantú, Son Batá Hip Hop y Batá Orquesta. “Quie-nes tocan los vientos en el grupo son más jóvenes que los demás in-tegrantes, porque vienen de la Red –explica el director de la corpora-ción, John Jaime Sánchez–. Eso habla del proceso de calidad que vienen realizando”.

♫ ♩ ♪ ♬

En su libro 15 años de canciones contadas, el periodista Santiago Arango pone de manifiesto una hipótesis, esgrimida en “pequeños circuitos de discusión”, acerca de

trar y de poner en práctica las políti-cas de estudio de la Red de Escue-las de Música. “Muchos cambios se han hecho desde ese momento –explica Francisco Londoño Osorno, decano de la Facultad de Artes de la institución–. Todo el modelo admi-nistrativo fue revisado, se introduje-ron correctivos en ciertos procesos y se estandarizaron los niveles me-todológicos en todas las Escuelas”.

Dentro de las posibilidades gene-radas por la Red, ha sido esencial el interés por acercar a sus estu-diantes a las fuentes directas. Tal vez uno de sus mayores logros ha sido que músicos de talla mundial dentro de sus géneros se interesen por conocer los procesos y decidan entrar en contacto. “Pocas expe-riencias tan enriquecedoras para un estudiante que empieza como alternar con artistas reconocidos”, cuenta Londoño.

La Red de Escuelas de Música de Medellín realiza seiscientos con-ciertos al año. De ellos, unos diez han sido en escenarios compartidos con artistas populares de renombre como Totó la Momposina, Calle 13, Estados Alterados, entre otros. Esos encuentros, conocidos como “hermanamientos” tienen como punto de partida talleres previos para que los estudiantes se fami-liaricen con la música de los invita-dos. En los conciertos suele haber un director itinerante y un arreglis-ta que se encarga de la difícil tarea

de trasvasar con visos sinfónicos lo que nació como música popular.

En algunos casos el hermanamien-to surge por interés de los grupos. Fue lo que sucedió con la banda de hip hop Crew Peligrosos, de Aran-juez, una de las más importantes de Medellín y de Colombia, cuyos integrantes decidieron a finales de 2012 poner dos temas en manos del arreglista de la Red, Victoriano Valencia. “Ante todo buscábamos romperles el esquema a los pelados del barrio con cosas que no se ha-bían tocado de esa manera”, cuen-ta Henry Arteaga, El JKE, líder del colectivo. El experimento resultó tan oportuno que se realizaron dos conciertos: uno en el Teatro Pablo Tobón Uribe con la Banda Sinfónica Juvenil y otro, un tiempo después, en la sede Boston del Instituto Me-tropolitano de Medellín (ITM) con la fusión de las Escuelas de Miraflo-res, Boston y La Milagrosa.

Al otro lado de la ciudad trabaja la Corporación Son Batá, inicia-tiva que busca la inserción social de niños y jóvenes de la comuna trece de Medellín por medio de la danza y la música. Si esas mani-festaciones les han permitido man-tener un espacio neutral en medio del conflicto de pandillas y fronte-ras invisibles, los logros artísticos también son elocuentes: en 2011 se hicieron al premio a Mejor Chi-rimía en el Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez, de Cali,

Banda Sinfónica Juvenil y Coro Juvenil con Miranda y Estación Caribe. Noviembre, 2014.

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“Llevar hasta los barrios un instrumento de élite como el violín, en una

ciudad que ha sido cruel, es un ejercicio de equidad

que impacta”.

ciudad me ofrece lo que ningún otro lugar de América Latina”.

Y si antes esos mismos músicos podían acercarse al jazz, la canción de autor o el rock con una mirada casi que exclusivamente sinfóni-ca, desde finales de la década del 2000 muchos de ellos han logrado perfeccionarse en aquellos géneros gracias a los Semilleros y Ensam-bles de Músicas Populares. “Sabe-mos que ésa es la arista en donde la Red tendrá unos crecimientos importantes en poco tiempo”, ex-plica el decano Francisco Londoño.

A partir de una primera mirada sobre el reconocimiento de los so-nidos autóctonos colombianos, el ciclo correspondiente a Músicas Populares revisa los géneros tradi-cionales latinoamericanos, con es-tudios transversales de los elemen-tos del jazz. “Para los estudiantes, es como abrir las puertas hacia un mundo desconocido y maravilloso –asegura Jonny Pasos, director del Ensamble de Músicas Populares de la Red– porque a diferencia de la especialidad sinfónica, en este ci-clo son más importantes las notas que hay que intuir que las que vie-nen escritas”.

Uno de los experimentos más exito-sos en este sentido tiene que ver con el Semillero y Ensamble de Tango, género popular por antonomasia en Medellín, que desde 2009 hasta la fecha ha dado la posibilidad a la ciudad de contar con una Orques-ta-Escuela propia, que enseña los

diferentes estilos orquestales de la música ciudadana.

La Orquesta de Tango de la Red de Escuelas de Música de Medellín pudo visitar Buenos Aires y Córdo-ba, en Argentina, para realizar con-ciertos al lado de grandes del gé-nero como el bandoneonista Julio Pane, el violinista Ramiro Gallo y el guitarrista y cantor Jesús Hidalgo. Profesores de la Red especializados en el género, como el bandoneonis-ta Marco Blandón, el contrabajista Paulo Parra, la pianista Carolina Granda y el violinista Sebastián Montoya dan ejemplo, no sólo me-diante la docencia, sino a través de su propia agrupación, F-31 Quin-teto (así bautizado por el modelo de avión en el que murió Gardel en

cómo la violencia llegó también a ser una enemiga de la creación. Dice Arango que antaño esa situa-ción “obligaba a los muchachos de Medellín a estar encerrados en las casas sin poder expresarse, ir a conciertos o a un baile”. Hoy, como en una explosión de desfo-gue, la siguiente generación se ve contagiada de “unas agallas para empezar a hacer música, es decir lo que no se pudo, revolotear y ha-cer travesuras en la cabeza como no fue posible hacerlo antes en las calles” (pág. 81).

El JKE, de Crew Peligrosos, no tie-ne asomo de rubor en decir que lo único que podía oír en vivo en su barrio, Aranjuez, “eran las ba-laceras”. La música que se hacía en aquel momento obedecía a ese

Los 4600 estudiantes anuales de la Red garantizan, entre otras, una mayor oferta de músicos entrenados en elementos académicos, lo que redunda en calidad y exigencia.

mismo espíritu: los movimientos conocidos como Metal Medallo y Punk Medallo fueron originalísimos por haber nacido de la intuición, alejados de cualquier desarrollo académico posible.

La escena se fue sopesando con la aparición posterior de propuestas desde el jazz, el blues y el reggae. Era apenas el comienzo de una de las situaciones que Francisco Lon-doño pone de relieve en esta nue-va Medellín sonora: que hoy tener unas bases musicales, además de ser algo cada vez más notorio, es un asunto bien visto. “Gran parte del público de los conciertos de la Red está conformado por familiares de los alumnos, que siempre dejan ver un gran orgullo –explica el de-cano–. Eso cambió el imaginario del oficio del músico, y hoy profe-sionalizarse en ello en Medellín im-plica reconocimiento social”.

Los 4600 estudiantes anuales de la Red garantizan, entre otras, una mayor oferta de músicos en-trenados en elementos académi-cos, lo que redunda en calidad y exigencia. “Digamos que antes vos sólo podías trabajar con un buen contrabajista si tenías suer-te. Hoy no es raro que te lleguen quince”, dice alguien que también ha trabajado con músicos de la Red, el cantautor Carlos Palacio, Pala, quien vivió cerca de quince años por fuera de Medellín y hoy, dice, no podría pensar en otra ciu-dad como eje de su labor: “Hoy, simplemente debo decir que esta

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La gira por Argentina es una de las mejores

experiencias que he tenido en la vida. Fue muy emocionante, me gustó demasiado. Nunca

imaginé que pudiera salir del país a otros escenarios, con otros públicos a quienes

transmitirles mi arte y mi pasión por el violín.

David Arturo Serna Villa Violinista de la Orquesta de Tango

Medellín). Y en junio de 2014, in-vitado por la Red, otra leyenda del bandoneón, la composición y los arreglos, el argentino Raúl Garello, fungió como estrella principal de un concierto con la Orquesta de Tango de la Red en el que oficializó el ob-sequio de su tema inédito, El gorrión en la cornisa, a los componentes de la que en ese mismo concierto califi-có como “soberbia orquesta”.

♫ ♩ ♪ ♬

“Sin duda la iniciativa de la Red de Escuelas de Música de Medellín ha tenido un papel en el desarro-llo de la música local. Llevar hasta los barrios un instrumento de élite como el violín, en una ciudad que ha sido cruel, es un ejercicio de equidad que impacta”. Palabras de Sara Melguizo, directora de la revista Música y de la Unión del Sector de la Música (USM), dedi-cada a la exploración e información de la escena independiente. Para ella, uno de los más positivos indi-cadores del trabajo de la Red es la participación de las familias dentro de su esquema de funcionamiento. Son sus miembros los primeros que verifican el destino de los recursos, el cumplimiento de las tareas y el transcurrir de un cronograma que puede verse entorpecido sin el acu-so de esa veeduría. “En un lugar donde los referentes históricos han estado tan distorsionados, vale mu-cho que un niño hoy vea a otro con un violín y diga ‘quiero ser como él’”, redondea Sara.

Pala, que es de ese mismo opinar, tiene además una prueba a la cual remitirse: su propia experiencia con-junta con la Red. Gracias a una beca de creación de la Secretaría de Cultu-ra de Medellín, entre 2011 y 2012, en conciertos efectuados en el Teatro Metropolitano, se estrenó Pala en un viaje sinfónico, espectáculo escénico con la participación de la Banda Sin-fónica de la Red, arreglos de Victoria-no Valencia y dirección orquestal de Hugo Andrés Riaño, lanzado en DVD poco tiempo después.

Hoy, a la luz del tiempo, el cantautor revisa la experiencia en dos niveles, el de su obra propia al destacar “el gran hallazgo que significa evaluar la brecha entre la música tal como uno la escribe y como la reinterpre-tan los pelados”; y el del privilegio que constituye para cada uno de ellos su paso por la Red de Escuelas de Música: “Desde lo social, el pro-yecto de la Red es tan poderoso que podría sobrar la pretensión artística. Pero por fortuna por ahí también la cosa va marchando”.

Hermanamientos, contacto tem-prano con músicos de relevancia y con géneros populares del mundo, y el cimiento de unas bases en mú-sica importantes desde la infancia son asuntos que explican que la Red de Escuelas de Música de Me-dellín haya afectado positivamente el desarrollo sonoro de una ciudad que, más que nunca, deja percibir una sensación más que notable de música en el ambiente.

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Zona Oriente

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DirecciónEscuelas

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ía d

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Asesorías psicosociales

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Área Compras

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Área Producción y programación

Dirección

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LOS DÍAS EN

LA RED

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Escuela de Música Aranjuez. Comuna 4 - Aranjuez.

Escuela de Música San Javier. Comuna 13 - San Javier.

Escuela de Música Boston. Comuna 10 - La Candelaria.

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Escuela de Música Aranjuez. Comuna 4 - Aranjuez.

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Concierto formación de públicos. Parque de los Deseos. 2015. Concierto formación de públicos. Parque de los Deseos. 2015.

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Ensayo Orquesta de Tango. Escuela de Música Belén Parque Biblioteca. Comuna 16 - Belén.

Escuela de Música San Cristóbal. Comuna 60 - Corregimiento de San Cristóbal.

Escuela de Música Estadio. Comuna 11 - Laureles-Estadio.

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Escuela de Música Manrique Las Nieves. Comuna 3 - Manrique.

Page 67: El libro de la Red - Veinte años de música viva

Escuela de Música Moravia. Comuna 4 - Aranjuez.

Escuela de Música San Cristóbal. Comuna 60 - Corregimiento de San Cristóbal.

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Escuela de Música Moravia. Comuna 4 - Aranjuez.

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Este libro se imprimió en

la ciudad de Medellín, en el mes de

noviembre de 2015.Se usaron tipografías:

Din y News Gotihc. Papel:

Earth Pact 295 gr.Ivory 60 gr.

La portada de este libro contiene realidad aumentada. Descarga la App gratuita Layar, luego abre el aplicativo, ubica el móvil delante de la imagen y disfruta el contenido audiovisual.

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