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CURSO DE INTRODUCCIÓN A LAS SAGRADAS ESCRITURAS El Libro del Eclesiástico (Sirácida)

El Libro del Eclesiástico (Sirácida) - scristom.orgscristom.org/v2/Actividades/CHSE2013-14/45 Apuntes Charla 45... · o Sirácida se incluye dentro de los libros poéticos. Libros

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CURSO DE INTRODUCCIÓN A LAS SAGRADAS ESCRITURAS

El Libro del Eclesiástico (Sirácida)

ÍNDICE

1. CONTEXTO BÍBLICO

• Los deuterocanónicos

2. EL AUTOR

3. MARCO HISTÓRICO

4. DOCTRINA. GÉNERO LITERARIO

5. ESTRUCTURA Y CONTENIDO

6. MARCO GEOGRÁFICO

7. BIBLIOGRAFÍA

1. CONTEXTO BÍBLICO

Las Biblias actuales siguen, o bien el canon hebreo (en tres conjuntos) o bien el canon griego (en cuatro partes).

Atendiendo al canon hebreo (que fue seguido por los judíos y recogido por los protestantes), el libro del Eclesiástico o Sirácida se encuentra en el grupo denominado “los deuterocanónicos”.

De acuerdo con el canon griego (que fue adoptado por los católicos y los ortodoxos), el libro del Eclesiástico o Sirácida se incluye dentro de los libros poéticos.

Libros Sapienciales es la denominación que habitualmente reciben cinco libros del Antiguo Testamento, a los que luego se añaden dos, que son más bien poéticos, líricos. Esto no quiere decir que sean los únicos libros que encierran poesía y sabiduría, porque hay partes importantes de los libros históricos, de los profetas y de los salmos que tienen las características del género sapiencial; no obstante, claramente dos de ellos son fundamentalmente poéticos: El “Libro de los Salmos” y el “Cantar de los Cantares”, y la sabiduría es el centro de los otros cinco: Job, Proverbios, Eclesiastés (=Qohelet), Sabiduría y Eclesiástico (=Sirácida, sabiduría de ben Sira).

Los deuterocanónicos

En sus ediciones del Antiguo Testamento, los católicos cuentan con ocho libros en griego, denominados deuterocanónicos: Judit, Tobías, 1 y 2 Macabeos, Sabiduría, Eclesiástico, Baruc y Carta de Jeremías. Habitualmente se las añaden las versiones griegas de Daniel y de Ester.

Excluidos Junto con otros libros, estos fueron excluidos del canon hebreo por los rabinos que constituyeron los Ketubim a finales del siglo I o durante el siglo II de nuestra era, sin duda, porque fueron considerados demasiado recientes.

Sin embargo, los judíos de Alejandría, y después los primeros cristianos, los veneraron. Pero san Jerónimo, traductor al latín de la Biblia a comienzos del siglo V, dio preferencia al canon hebreo.

En el siglo XVI, durante la Reforma, los protestantes siguieron a san Jerónimo relegando al final de sus Biblias estos libros considerados «apócrifos» (oculto, secreto). Aunque Lutero aconsejó leerlos, desaparecieron de las traducciones editadas por las Sociedades bíblicas protestantes en el siglo XIX.

Incluidos En 1546, durante el concilio de Trento, los católicos reconocieron estos libros como inspirados con el mismo rango que los demás, y los llamaron «deuterocanónicos» (que entraron en el canon en segundo lugar).

Igual que los Ketubim, son de géneros literarios muy diversos: escritos sapienciales (Eclesiástico, Sabiduría, Baruc), crónicas históricas (1 y 2 Macabeos), novelas (Tobit, Judit, Ester), homilías (Carta de Jeremías).

Redactados a lo largo de los siglos II y I a.C. en hebreo o arameo (Tobit, Judit, 1 Macabeos, Eclesiástico, Baruc) o directamente en griego (2 Macabeos, Sabiduría), fueron muy populares no sólo en los ambientes alejandrinos, sino también entre los judíos piadosos de Judea, ya que se han encontrado varios de ellos entre los manuscritos del mar Muerto.

Al adoptarlos en su versión griega, los primeros cristianos encontraron en ellos con qué alimentar su propia piedad y su fe, por lo que respecta a la crítica de la idolatría, la profundización de la confianza en Dios, la teología del martirio y de la resurrección.

2. EL AUTOR

El Eclesiástico forma parte de la Biblia griega, pero no figura en el canon judío. Es uno de los libros deuterocanónicos admitidos por la Iglesia cristiana. Sin embargo, fue escrito originalmente en hebreo por un maestro de sabiduría conocido como Jesús Ben1 Eleazar Ben Sira. Fue traducido al griego en el 130 a.C., en Alejandría, por el nieto del autor. En griego el libro se llamaba «Sabiduría de Jesús ben Sirá», y el autor es nombrado en 50 27. El abuelo había escrito en una lengua hebrea más bien académica, según los módulos formales hebreos. El nieto traduce al griego, lengua culta de estructura y estilo bien diversos, y lo hace asequible a los creyentes de la "diáspora" judía. Ya se cuenta con el antecedente de otros libros traducidos al griego. San Jerónimo lo conoció en su lengua original. Cerca de dos tercios del texto hebreo fueron encontrados en 1896 en los restos de varios manuscritos de la Edad Media procedentes de una antigua sinagoga de El Cairo. A pesar de no ser aceptado en el canon hebreo, el Eclesiástico aparece frecuentemente citado en los escritos rabínicos. También, en el Nuevo Testamento, la epístola de Santiago toma de él muchas expresiones, y el evangelio de San Mateo se refiere a él varias veces. Hoy todavía la liturgia se hace eco de esta antigua tradición de sabiduría. Su título latino, Ecclesiasticus (es decir, libro de la asamblea –ekklesia-), es una denominación reciente que, sin duda subraya el uso oficial que de él hacía la Iglesia, en contraposición con la Sinagoga. Es el único libro del Antiguo Testamento que lleva la firma de su autor. Asimismo, es uno de los libros más extensos del Antiguo Testamento. Actualmente, los estudiosos lo llaman Ben Sirá o el Sirácida.

3. MARCO HISTÓRICO

Sólo con alguna aproximación se puede colegir la fecha de la composición del libro, por el elogio que en él se hace del pontífice Simón, hijo de Onías (50, 1-20). El nieto del autor explica, en un prólogo, que tradujo el libro cuando vino a residir en Egipto el año 38 del rey Evergetes. Se trata de Tolomeo VII Evergetes, y la fecha corresponde al año 132 a.C. Su abuelo, Ben Sirá, vivió, pues, y escribió hacia el 190-180 a.C. Escribe en vísperas de la sublevación de los Macabeos. Hacia el 190 a.C. Palestina acababa de pasar al dominio de los ejércitos seléucidas. En su propósito tenaz de imponer la cultura helénica, esta dinastía era mucho más opresiva y dominante que la anterior, la de los ptolomeos (323-198 a.C).

1 La palabra hebrea Ben significa ‘hijo’ o ‘descendiente’, y también, en muchos casos, es usada para expresar el carácter o cualidad de una persona.

La adopción de costumbres extranjeras, la helenización, era favorecida por una parte de la clase dirigente, y pronto pretendería imponerla por la fuerza Antíoco Epífanes (175-163). Ben Sirá opone a estas amenazadoras novedades toda la fuerza de la tradición. Él es un escriba que une el amor de la Sabiduría al de la Ley. Está lleno de fervor por el Templo y sus ceremonias, lleno de respeto por el sacerdocio, pero también conoce a fondo los libros sagrados, los Profetas y, sobre todo, los escritos sapienciales. La persecución de Antíoco En el año 167 a.C. Judea vive bajo la dominación del rey de Asiria Antíoco, que odia profundamente la fe judía y decide aniquilarla. Inicia su persecución atacando las prácticas que los judíos consideran esenciales: prohíbe el sabbat2 y la circuncisión, ordena que se coma cerdo, animal impuro, y que se ofrezcan sacrificios a los dioses griegos. Antíoco profana el Templo de Dios. Instala en él una estatua de Zeus, y lo convierte en un lugar de libertinaje y orgías. Cierto número de judíos abandona su fe, sometiéndose a sus órdenes. Otros prefieren morir como mártires antes que renegar del Dios de la Alianza. Otros, la mayoría, toman las armas y emprenden la lucha junto a Judas Macabeo y sus hermanos.

En el año 164 a.C. Judas y sus hombres liberan Jerusalén y el Templo, y restablecen el culto a Dios. Pero la victoria no está consolidada aún. Judas muere durante un combate, y sus hermanos Jonatán y Simón conciertan, en el año 162 a.C., un tratado de paz con el nuevo rey sirio. A partir de este momento, los valerosos defensores de la fe de Israel se convierten en conspiradores dispuestos a todo para extender sus poderes religiosos y políticos. Se hacen nombrar sumos sacerdotes e inician la reconquista de los territorios próximos a Judea. Decepcionan a gran parte de la población que había apoyado su lucha en la época de la persecución. Aparecen grupos religiosos opuestos: los fariseos, los esenios y los saduceos.

2 El Sabbat es el séptimo día según la tradición judía y, por tanto, un día sagrado y de descanso. El término proviene del hebreo shabbat que quiere decir “descanso” y de ahí se deriva la palabra sábado.

En el año 104 a.C., un descendiente de los macabeos se proclama rey, pero su dinastía se derrumba con la llegada de los romanos en el 63 a.C. En la enseñanza del Sirácida no tienen entrada en corrientes nuevas sobre la vida futura y de ultratumba, como la tendrían luego en la doctrina de los fariseos. Está, más bien, en la línea del que posteriormente se definiría como «grupo saduceo». Quizá por esta razón no tuvo el libro acogida en el canon palestinense decidido por el judaísmo normativo o corriente farisea.

4. DOCTRINA. GÉNERO LITERARIO El principio de la doctrina del Eclesiástico consiste en una correlación: lo supremo de la sabiduría es el respeto o reverencia de Dios, y esto se traduce en cumplimiento de la Ley, sobre todo en lo que respecta a la justicia y misericordia para con los débiles y necesitados. Es en Israel donde esta sabiduría se ha hecho presente y operante.

La doctrina del Eclesiástico es conservadora y optimista. Por su forma, el libro está claramente en la línea de sus predecesores y de sus modelos. Los temas más diversos son abordados sin orden y con reiteraciones.

Contribuye a la definición de la sabiduría religiosa, identificándola con la ley. El autor se revela ahí un devoto de la ley a la vez que testigo de la fe y costumbres judías. Introduce la historia de la salvación en el horizonte sapiencial. En eso le seguirá el libro de la Sabiduría.

La sabiduría que predica Ben Sirá viene del Señor, su principio es el temor de Dios, forma a la juventud y procura la felicidad. Entiende por «temor de Dios» el respeto gozoso y confiado, traducido en observancia de la ley y en fidelidad a la práctica del culto. Con la expresión «temor del Señor» no cabe una interpretación de miedo, de sentimiento de rechazo y alejamiento de Dios. El significado es el de «respeto» y atracción a un mismo tiempo, pues la palabra «Señor» está indicando una relación de confianza y seguridad, algo así como la que experimenta un niño ante sus padres o un discípulo ante su profesor admirado. El sentimiento de confianza en un Dios que nos quiere es fundamento de gozo y alegría; do aceptación y paz en el sufrimiento ineludible; y de esperanza cristiana que se abre hacia un futuro mejor. Cuando se aprende a orar de modo filial, la vida se vuelve más agradable.

Tiene las mismas incertidumbres que Job y el Eclesiastés sobre el destino humano y el problema de las sanciones. Tiene fe en la retribución, siente la importancia trágica de la hora de la muerte, pero no sabe aún cómo pagará Dios a cada uno según sus obras. Sobre la naturaleza misma de la Sabiduría divina, prolonga las intuiciones de los Proverbios y de Job. Pero Ben Sirá es un innovador cuando identifica a la Sabiduría con la Ley proclamada por Moisés. A diferencia, pues, de sus predecesores, integra la sabiduría en la corriente legalista. Más aún, ve la observancia de la Ley en una práctica del culto, es un fervoroso ritualista. Y también, a diferencia de los antiguos sabios, Ben Sirá medita sobre la Historia de Salvación. Hace desfilar a las grandes figuras del Antiguo Testamento, desde Henoc hasta Nehemías. De tres de ellos, Salomón (a pesar de ser el primer sabio), Roboán y Jeroboán, emite el mismo severo juicio que la historia deuteronómica y, como ésta, condena en bloque a todos los reyes, excepto a David, Ezequías y Josías. Pero se siente orgulloso del pasado de su pueblo; se detiene sobre todo en los santos y recuerda los prodigios que Dios realizó por medio de ellos. Dios hizo con Noé, Abrahán, Jacob, Moisés, Aarón, Pinjás3 y David una alianza, que sin duda abarca a todo el pueblo, pero que asegura privilegios duraderos a ciertas familias, sobre todo sacerdotales. Porque siente hondamente el honor del sacerdocio, en su galería de antepasados concede un rasgo excepcional a Aarón y Pinjás, y concluye con el entusiasta elogio de un contemporáneo, el sumo sacerdote Simón. Evoca las glorias pasadas con cierta melancolía pensando en el presente, y a propósito de los Jueces y de los Profetas menores, desea que tengan sucesores. En esta Historia de Salvación, Ben Sirá, que pone de relieve la noción de Alianza, no deja ningún resquicio para la esperanza en una salvación futura. En su oración (36) recuerda a Dios sus promesas y le pide que tenga misericordia de Sión y reúna las tribus de Jacob. Pero esta expresión de un nacionalismo profético es excepcional en el Sirácida. Como auténtico sabio, parece haberse resignado a la situación, humillante pero apacible, a la que su pueblo se veía reducido. Confía en que llegará la liberación, pero ésta será el premio de la fidelidad a la ley, no la obra de un Mesías salvador. Ben Sirá es el último testigo canónico de la sabiduría judía en Palestina. Es el representante por excelencia de aquellos hasidim4, los “piadosos” del Judaísmo, que pronto defenderán su fe contra la persecución de 3 Nieto de Aarón

4 Término que deriva de la voz hebrea assidaei, que significa textualmente ‘devotos’. Era el nombre con el que se conocía a una corriente religiosa judía que se desarrolló durante el reinado en Judea de los monarcas seléucidas., Consideraba incompatibles el judaísmo con el mundo y la cultura griega.

Antíoco Epífanes y que mantendrán en Israel islotes fieles en los que germinará la predicación de Cristo. Su pretensión fue transmitir el patrimonio religioso de Israel a las nuevas generaciones que, sin duda, sentían la atracción del mundo griego y de la cultura. Sin rechazar por principio las nuevas ideas que se iban infiltrando en la sociedad judía, el sabio supo inculcar a los jóvenes el valor de sus tradiciones y, sobre todo, su fe incondicional en Dios. Con su libro no solo logró guardar el tesoro espiritual de su pueblo, sino que templó la personalidad de quienes defenderían más tarde la fe en la revuelta de los macabeos. Género literario El autor usa el género sapiencial. En el Eclesiástico la sabiduría es una síntesis de experiencia y de revelación. Actualiza toda la tradición de su pueblo empleando el lenguaje de los sabios y desde su misma perspectiva. Las formas literarias utilizadas por Ben Sirá son las tradicionales. Emplea la sentencia artística (=masal)5, apropiada para expresar sus experiencias, avisos e instrucciones; el pequeño poema temático, que permite el desarrollo reflexivo; y el gran poema didáctico, para hacer sus elogios de la sabiduría; también emplea el himno, la súplica sapiencial y el gran «midrash6 histórico», en el que elogia a los antepasados célebres, hasta el sumo sacerdote de sus días.

5. ESTRUCTURA Y CONTENIDO DEL LIBRO El contenido del libro no sigue un plan fijo. Los temas se yuxtaponen sin orden deliberado. El autor enseña las reglas de una vida recta, en las relaciones con la familia y con los forasteros, con los ancianos y con los jóvenes, con los señores y los siervos, con las mujeres, con Dios. Recomienda virtudes y señala deberes, como la piedad con los padres, la paciencia en el sufrimiento, la ayuda a los menesterosos, la hospitalidad, la compostura en el comer, el silencio en su hora, la mesura en todas las cosas. Denuncia vicios dañinos, como la pereza, la doblez, la negligencia y el relajamiento en las costumbres. Incluye grandes definiciones y cantos a la sabiduría. La obra está precedida de un prólogo y remata con dos conclusiones, que son adiciones. El libro podría dividirse en las siguientes partes: La primera parte (1,1 - 23,27) con un estilo similar al del libro de los Proverbios, canta las excelencias de la sabiduría y nos ofrece reglas de conducta en forma de sentencias. Se diferencia de los Proverbios en que mientras en éstos las sentencias son, por lo general, sueltas y sin conexión de unas con otras, en el Eclesiástico van ligadas, desarrollando un tema.

5 El mashal se suele traducir como dicho, sentencia, proverbio o refrán. "Se trata generalmente de un dicho breve, concentrado y fácil de memorizar que pretende acuñar una experiencia, fijar una observación o transmitir una enseñanza.

6 El midrash” es la interpretación de lo ya escrito, de la escritura anterior, inquiriendo sobre su sentido actual.

En esta parte se nos aconseja sobre diversos aspectos de la vida personal, familiar y social, sobre las virtudes que han de predominar en ellas y los vicios a evitar. Y ello ha de inspirarse en el «temor de Dios» (1, 11-20). Por supuesto, hay que respetar a los demás pero ante todo hemos de respetar a Dios.

En su segunda parte (24,1 - 42,14), de extensión parecida a la primera, se amplía bastante más el horizonte, aunque de forma un tanto desordenada. Se contempla la sabiduría como una luz en medio de Israel. Se insiste en el temor del Señor y en la observancia de la Ley como ideal del sabio (39,1- 11).

En una original tercera parte (42,15 --50,29) el Sirácida medita sobre la historia colectiva y nacional de su propio pueblo, algo que no aparece en ningún otro escrito sapiencial anterior. En su última parte hace el elogio de los padres del pasado. A través de algunas de sus páginas desfilan los antepasados ilustres de Israel, a quienes precisamente la sabiduría rigió, y por eso adquirieron un nombre eterno: Noé, Abrahán, Jacob, Moisés, David, Isaías ... etc. Son figuras de una historia porque «el Señor lo es todo» (43,27), y porque en esa historia «desde los siglos ha mostrado su grandeza» (44,2). Llegado ya al final con su firma y conclusión (50, 27-29), el Sirácida complementa el escrito con dos adiciones: un salmo o himno de acción de gracias (51,1-12) y un poema autobiográfico acerca de su perseverante empeño en encontrar la anhelada sabiduría (51, 18- 38): «Siendo joven aún (. .. ) y hasta mi último día la andaré buscando». El texto hebreo de este último trozo se ha encontrado en una cueva de Qumrán, incluido en un manuscrito del Salterio, lo que confirma que al principio existió por separado antes de agregarse al Eclesiástico.

6. MARCO GEOGRÁFICO

- Palestina bajo el dominio de la dinastía ptolemaica - La revuelta macabea - El imperio seléucida

7. BIBLIOGRAFÍA

«Sagrada Biblia». Colunga, Alberto. Nácar, Eloíno. Biblioteca de Autores Cristianos, 1965.

«Para leer el Antiguo Testamento». Gruson, Philippe / Billon, Gérard. Editorial Verbo Divino. 1994.

«Eclesiastés y Eclesiástico (o Qohélet y Sirácida)». Doré, Daniel. Editorial Verbo Divino.2001

“Descubre la Biblia”. Martínez Galdeano, Fernando. EDICEL. 2004

«Eclesiástico: texto y comentario». Morla Asensio, V. Atenas/PPC/Sígueme/Verbo Divino, 1992

«Biblia para la iniciación cristiana»- 3 Tomos. Editorial: Secretariado Nacional de Catequesis, Madrid, 1977

«La Biblia de nuestro pueblo». Schökel, Luis Alonso. Editorial Sal Terrae. 2011.

«Proverbios y Eclesiástico». Schökel, Luis Alonso; Valverde, José María. Ediciones Cristiandad, 1968.