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7/25/2019 El libro vs. la televisin. Una conversacin entre Neil Postman y Camille Paglia
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7/25/2019 El libro vs. la televisin. Una conversacin entre Neil Postman y Camille Paglia
2/70
7/25/2019 El libro vs. la televisin. Una conversacin entre Neil Postman y Camille Paglia
3/70
CUPON
SUSCRIPClON ANUAL POR SEJS NUMEROS
9 r l i ~ i c o
ct
> ADJUNTO
CHEOU& POR
LA CANTIDAD
DE
72.00
(SE
OOS NUEVOS
P I S O S
00/100).
PRECIO
PARA
LA
I t&PUBLICA
MEXICANA.
c 3
ADJUNTO
CHEQUE 50.00
OOL.ARES R I S T O
DEL
MUNOO).
Nombre
D r e c c i 6
C i u d a C
Plaza de Ia Ciudadela m e r o 4, C e t r o s t r i c o de la Ciudad de M6xico
C. 06040 6 r o , D
F.,
Tel6fono: 512 9 27 fax: 51041
Estado C6digo postal
e l 6 f o n o
7/25/2019 El libro vs. la televisin. Una conversacin entre Neil Postman y Camille Paglia
4/70
de
OCexico
NMERO VEINTIUNO / M Y ~ U N I O
DE
1994 N 12.00
Plaza
de
la Ciudadela 4 Centro Histrico
de
la Ciudad
de
Mxico Tel. 512 09 27
FAX
510 41 85
CERTIFICADO E LICITUD E TTULO
NM
. 6270
CERTIFICADO
E LICITUD E CONTENIDO NM . 4830
Rubn Darlo
Fresas de tnvierno 2
Augusto Roa Bastos
El
autor como lector 3
Antonio Deltoro
Demaana 8
Dan Laey
La lectura en
la
era audiovisual
y
electrnica 9
Jaime Moreno Vlllarr.al
Espejos encontrados 39
Rubn
Darlo
Jimnez tristeJimnez
47
Alelo Carpentler
Letra y solfa 48
Sergio Chelfee
La dispersin 50
l
Museo Mexleano /
Manuel
Gutlrrez Nlera
Aparatos prodigtosos 17
Gastn Alelandro Martlnez
Pudiera ser la edad 52
Antonio
Clsneros
Alfredo
aldlvar
Todo
lo
que se canta 19
De la baticuevay otros
versos
53
NeU
Postman/Camllle pagl la
La
cultura del
libro vs. la
cultura
Umberto
Eeo
Hacerse lenguas
54
Leonardo Tarifeo
Entrevista a Antonto Tabucchi
57
e
la
televisin 21
Pablo Neruda
La poesa en el ao 2000
34
Josefina Ludmer
Los territorios que vendrn 35
Juan Manuel
Herrera
Nubes 38
Juan Tovar
Dptico de Josefina Vtcens 59
Manuel Porras
El rincn del biblimano 61
En
la
portada: Alberto Castro
Leero
Mente
ulur slo
leo sobre tela
1992
on
O
N.cion 1
l
Cullure y la Artes
Presidente
Rafael Tovar y
de
Teresa
BIBLIOTEC
DE
MXICO
Director General
Jaime
Garda
Terrs
Revista Biblioteca de Mxico
Director: Jaime Garca Terrs
Coordinacin Editorial: Sergio
Gonzlez
Rodrguez Jaime Moreno Vil/arreal y Juan Vil/oro
Consejo de Redaccin: Fernando lvarez del Castillo Gerardo
Deniz
Julio Hubard
Manuel Porras Bernardo
Ruiz
Rafael Valgas
Coordinacin Administrativa: Carlos Mancera M
Diseo: Germn Montalvo y Lourdes Olivares Tipografa e impresin: Imprenta Madero
Foto de PierreOli
vi
er Deschamps 1986
7/25/2019 El libro vs. la televisin. Una conversacin entre Neil Postman y Camille Paglia
5/70
RU N
D Rlo
,-
~ ~ , J
__
L
de
irlvi rno
Es un da
de
otoo pintado a la acuarela.
Hay fro.
Los
gorriones
no van
hoya la escuela.
Hay bruma.
El
sol
opaco
y tristemente austero
como
si algn amigo le pidiese dinero.
El
aire
con
maneras polares y
con
francos
pellizcos se imagina que somos osos blancos;
ase
de
las narices tira
de
las orejas.
En las casas
abruman
las toses
de
las viejas.
El brandy
punch es
bueno
y el jerez
de
San Lcar
al bao
de
Mara con un poco
de
azcar.
Margotn la francesa mientras el aire bufa
sobre el techo demuestra
que
est
dems
la estufa.
y yo
agrego a los fuegos
de
Margotn el vino;
un
vino tibio
que me da
calor divino
y humano.
Prodigando sus caricias francesas
dentro
de
mi
copa
Margotn
pone
tres fresas.
En El Co rreo
Es
pa ol Buenos Aires
4
de junio de 1897
Este
poe
ma
y
el que aparece en pginas interio res no se hallan r
eco
gidos en la
m
s reciente
ed icin de las Obras de Rubn Dara Ed . Agu
il
ar 1968 . En 1992 con motivo del 125 aniver-
sario
de
l nata licio
de
l poeta la Fundacin Internacional Rubn Da
r
a dio a c
on
ocer st
os
y
otros poemas
no
recog idos en
ed
icin de J
os
Jirn Tern y Jo rge Edmundo Arellano. Agra-
decemos a la Sra . Mim Hamrner direc tora de la Fundacin la comunicacin de Los
lim
os
ms hondos
y secretos
B 1Jliteoa
d xico
. 2
7/25/2019 El libro vs. la televisin. Una conversacin entre Neil Postman y Camille Paglia
6/70
Como
a la generalidad de los
autores
se me ha
invitado, ms
de una vez, a explicar ciertos
enigmas de
algunas
de
mis
obras consideradas como las
ms intrincadas y difciles.
He
fracasado siempre en este inten
to
de
aclarar a los
dems
esas
oscuridades
que son
indescifra
bles incluso para m.
He renunciado
por
tanto, in
declinablemente, a hablar '
de
mi
obra.
A
lo
sumo en
casos
de
compromiso ineludible, hacerlo
pero a travs del comentario
de
la obra ajena.
La
lectura
del
texto
otro
es autorreveladora
por el mismo principio de que
uno se
conoce a travs del otro;
es decir, por el hecho de que las
identidades
slo se
definen
en
el contraste de las diferencias,
que
a veces suelen ser caudalo
sas entre los ms que ms se
asemejan
superficialmente. Las
reflexiones
que
siguen sern
pues
un
intento
de
situar
al
autor como lector.
Para disipar
desde
el comien
zo este malentendido habra que
afrimar a l
menos
yo lo hago
por m que el autor es el que
menos
conoce
su
obra.
El
autor
es el nico que no puede hablar
de ella , en ningn sentido.
Salvo, quiz, acerca de las moti
vaciones que le llevaron a escri
birla; en otras palabras, slo po-
dra hablar del proyecto que la
antecedi, de los horizontes de
sus propias expectativas, que gi
raron en torno a l mientras la
escriba, y que
se
fueron trans
formando a lo largo de la obra
en
curso. Estas transformaciones
abarcan siempre a la trada pro
yecto / borrador / autor. Cuan
do retoco mis obras es a m a
quien
corrijo, deca el poeta in-
gls W. B. Yeats.
En este viaje
de reencuentro
imposible, lo esencial permane
cer oculto para el autor. Nada
ms
parecido
a
una
peregrina
cin hacia lo desconocido; a un
sueo del cual se ha olvidado
todo salvo su angustia inexpre
sable. Acaso sta sea la razn
por
la cual
nunca he
intentado
la relectura
de
mis obras; preci
semos: la lectura de
un
verdade
ro lector
que
lee su propia obra
como
si ya le fuera ajena y pu-
diera juzgarla
con
relativa im-
parcialidad. Leer una obra no es
constatar datos y fechas, abomi
nar
de
una frase mal escrita;
murmurar
por
ejemplo: por
qu
no
escrib esto en lugar
de
aquello ;
levantar
la
obra por
una
de
sus puntas
como
una al-
l
autor C 1ll
lector
AUGUSTO
ROA
B STOS
fombra para no ver otra cosa
que
las basuras metidas all
por
la escoba de la incuria o
de
la
prisa; aorar
con
remordimiento
la perfeccin imposible.
"Leer equivale a
menudo
a ser
e m u c ~ o
deca
Raymond
Roussel, el lcido autor
de
Im-
presiones de AJrica
La
situacin
empeora
notablemente
cuando
quien habla de una obra es su
propio
autor. Y es
que
leer
es
lo
primero
que
hace
un
autor. Leer
a sus maestros , primero, a los
que de una o de otra manera in
fluirn sobre su formacin; leer
se a s
mismo
,
despus
en el
momento
de escribir las sucesi
vas versiones
de
sus obras:
ese
nico e irrepetible
momento en
que
lectura y escritura coinciden
como
anverso y reverso de la
experiencia creativa de un autor.
Bsicamente leer es ms dif
cil que escribir, lo es an ms
para el autor con respecto a su
obra. Sobre todo cuando la obra
est terminada. Sin embargo, a
veces, esta aventura me ha de
parado
algn
descubrimiento
importante. El ponerse uno a re
flexionar, de s
de
otro ngulo ,
sobre qu
significa
este
oficio
tan antiguo de narrar "historias
fingidas"
como deca Cervantes,
resulta saludable y aleccionador.
En particular cuando uno revive
ciertas experiencias iluminado
ras en torno a la lectura de la
obra ajena. Y esta permanente
presencia de
la
obra
ajena,
de
las obras de sus autores predi
lectos , es la nica compaa que
Biblioteca de Mxico
mltlga el sentirse sumido
en
total soledad al escribir, que es
sin
duda el oficio ms solitario
del mundo.
Extraa semblanza. No se
puede no
pensar
en
alguien
de
esta especie
cuando
comienza
esa lucha hasta el alba con el
"ngel",
que en
este caso es la
dimensin espectral, amenaza-
dora, del
papel en
blanco, rea
cia a admitir los signos
de
la i-
jeza
que
un
escritor
debe co
menzar por inscribirlos sobre el
espacio
viviente
de
su
propio
cuerpo, de su piel , de sus sue
os
en busca
de
esa
realidad
inmanente o inminente de lo
real desconocido, el
nico
rea
lismo que justifica y legitima la
irrealidad
de
la
escritura
sim
blica.
El
caso
de
Cervantes es para
digmtico. Y no slo
para
los
escritores
de
lengua
espaola.
Es realmente imposible sentar
se
a escribir una novela sin pen
sar
en
Cervantes ,
declaraba
hace
poco un clebre escritor
ingls. "Ni siquiera Shakespeare
pudo
lograrlo." Pero Shakespea
re y Cervantes eran contempor
neos; la empata resultaba para
ellos ms cercana y directa. Pero
lo mismo
acontece y seguir
aconteciendo segn pasen
los
siglos, a travs
de
las lenguas,
de
las
pocas
culturales,
de
las
mutaciones de la vida y del
mundo.
Uno
de
estos descubrimientos
reveladores
se
produjo para m,
hace
muchos aos ,
con
el ha
llazgo de
un
texto breve y sor
prendente
de
Franz Kafka sobre
l Quijote El fragmento me re
vel
un
ngulo nuevo
en
la lec
tura
de nuestra obra mayor
siempre nueva y
proteica
.
El
'
texto
de
Kafka, desconocido en
tonces
por
m, habla
de
Sancho
Panza y sienta una hiptesis di
ferente y a la vez vertiginosa
sobre
la naturaleza y el rol
de
este personaje en la novela , a
poco
que se
medite
sobre el
hecho de
las inagotables lectu
ras posibles que quedan por ha
cerse
de
una obra clsica, redu
cida a modelo cannico.
El delirio , el aparente bien
temperado delirio de Kafka de
sestabiliza los
esquema
s racio
nales
de
la crtica tradicional
7/25/2019 El libro vs. la televisin. Una conversacin entre Neil Postman y Camille Paglia
7/70
Cada uno
es
artfice de
su ve
ntur
que se nutre , como es sabido,
de
ideas y criterios establecidos,
de estereotipos
-l lammo
slos
arquetpicos . El pasaje de
Kafka aporta una luz sesgada y
como espectral no solamente
sobre
la lectura de l Quijote
sino
en
general sobre los enig
mas de la imaginacin
que
la
lectura es capaz de sobreponer
a los textos
en
apariencia ms
transparentes y de ms armonio
so delirio.
El
pasa
je
de Kafka dice lo si
guiente: Sancho Panza, que por
lo dems nunca se jact de ello,
co n el co rrer de los ao s, me
diante la composicin de una
cantidad de novelas
de
caballe
ra y de bandoleros, e n horas
del at
ardece
r y de la noc
he
,
logr
apart
ar de s a su demo
nio. A tal punto lo logr, que
ste se l
anz
irrefrenablemente
a las ms locas ave
ntura
s, las
cua les , empero, por falta
de
un
objeto determinado,
no
daaron
a nadie. Sancho dio
en
llamar a
este
demonio don
Quijote , e l
que muy pronto se hizo dueo
de s y se convirti en amo
de
Sancho Panza. Sancho, hombre
libre, quiz
en
razn de
un
cier
to sentido
de
la responsabilidad,
sigui impasiblemente
a don
Quijote en sus andanzas, alcan
zando con
ello un grande y til
esparcimiento hasta el fin de sus
das.
Este texto, titulado La verdad
sobre
Sancho Panza , figura
en
el tercer cuaderno en octavo de
sus obras completas, y fue escri
to
alrededor
de 1917. Segn la
cronologa, verdadera o apcri
fa, en
la suerte de diario
que
el
propio Kafka estableci
en
sus
escritos.
Lo
preceden dos refle
xiones --que
son
dos verdade
ros aforismos-o La primera, del
18
de
octubre
de
1917, dice
con
aquel laconismo
seco
y profun
do que le era propio: Temor a
la noche. Temor a la no-noche.
La segunda, del da siguiente,
expresa: Insensatez
palabra
demasido
fuerte) de separar lo
propio
de
lo extrao en la lucha
espiritual. Sentimos que Kafka
sig
ue reflexionando sobre
el
destino, real y al propio tiempo
simblico, de don Quijote; desti
no concebido
como
un combate
moral
co
ntr
a los falsos mitos.
Biblioteca
de
Mxico
4
Pero percibimos tambin que la
reflexin
de
Kafka,
ms que
sobre los protagonistas de la no
vela cervantina, versa en reali
dad
sobre su propia obra. Cuan
do un autor habla de
una
obra
ajena, es que est hablando de
la propia.
El diario
kafkiano prosigue
cuatro
das
despus,
el 22 de
octubre,
a las cinco
de
la ma
drugada): Una
de
las proezas
.
.
qUijotescas importantes, mas Sig-
nificativas que el combate con
tra los molidos de viento, es el
suicidio. Qu clase
de
suicidio,
se
pregunta uno de
inmediato?
Esto es nuevo y parece insensa
to. Don Quijote muerto
desea
matar a
don
Quijote muerto -
dice Kafka-. Para matarlo ne
cesita, sin embargo, un espacio
viviente.
Busca
entonces
este
lugar
con
la lanza y
con
la espa
da en forma tan incesante como
intil. En este
quehacer
ruedan
los dos muertos en incesantes
volteretas vivientes a travs de
los tiempos.
Vida y muerte se confunden.
La fuerza de la imaginacin las
sobrepasa. Y Kafka concluye:
7/25/2019 El libro vs. la televisin. Una conversacin entre Neil Postman y Camille Paglia
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La de sgracia de don Quijote no
es
su fantasa
, s
ino Sancho
Panza. Lo que es elevar, preci
samente , a doble potencia , el
poder de la fanta s a ,
pu es
hemos venido a
enterarnos
, por
Kafka, de
que
Sanc
ho
es el ver
dadero
autor
de
la cantidad
de
libros de caballera y de bando-
leros
,
cuya incesante y aluci
nante
lectura acaba por secar el
buen juicio de Alonso Quijano
(lector) y transformarlo en don
Quijote de la Mancha, Caballero
andante , demoledor de mit
os
y
embelecos de la Caballera y de
los Caballeros andantes
qu
e
subsisten como vestigios de
un
a
edad ya mu e rta. La s tira
se
transforma
en
parodia y sta en
tragicomedia; la realidad en fan-
,
tasmagona.
Qu diran de la lectura kaf
kiana de
l
Quijote
las acade
mias y los acadmicos?
El
escn
dalo estara apenas mitigado en
los defensores del
buen
juicio
por
la conviccin de
qu
e el deli
rio interpretativo de los autores
no es
una
dimen
s
in
digna de
tenerse en
c
uent
a . Y por lo
tanto,
tampoco
lo
se
ran las his
torias fingidas, como El Quijote
que reemplazan la lgica aristo
tlica por la lgica onrica , esa
que
aporta su cuarta dimensin
a las verberaciones del lenguaje
simblico. Pero , claro, no es lo
mismo cons truir diccio na ri
os
c
omo
grand
es
sarcfag
os
pira
midales
qu
e iluminar fa
bul
ado
ras historias fingidas . Los gran
de s faraon
es
de la lengua esta-
.
. .
ran s
lempr
e vlvlentes
en
estas y
no
en
los mau
so
l
eos
l
ex
icales .
Lo cierto es que, con a
qui
es
cencia o re
chazo
de los profe -
. sionales acadmicos , la escisin
entre el Caba
llero de la Triste Fi
gura y su creador y escud ero en
su dobl e antag ni co mu es tr a
un
a fractura revel
ad o
ra ind ita.
Lo
que
n o s ignifi ca
ruptur
a
entr
e estos dos caracteres arque
tpicos, tota lmente o
pu es
tos y
antin
mi
cos
, s
in
o , al r
evs
, su
conjugacin en la unidad y a
r-
mona de los contrarios. Hemos
visto
qu
e Kafka califica de in
s
en
satez el afn
de se
parar lo
propio de lo extrao en la lucha
espiritua
l.
Dos milenios antes , el
p en
sa
mie
nt
o de He rcl ito , e n
co incidencia con el de Pitgoras
--(casi coe
tn
eo
ya
haba p
os
tulado
es
te
co
nce pt o so
br
e e l
acuerdo de tension
es
inve rsas
co mo las qu e ex is te n e n
un
a rco , p e ro ta
mb i
n sob re e l
ac
uerd
o entre la identidad de la
flecha y del blanco.
El
principio de la armona de
los contrarios impr
eg
na el pen
sa
mi e nt o e ras mi a n o cuya in
fluencia ,
co
mo
se
sabe ,
es
pa
tente
en
la obra
ce
rvantina, y de
modo
mu
y p arti cul a r e n
D
on
Quij
ote.
S
i Espaa no hubiera
p as
ad
o po r e l e r
as
mismo, no
habra
pr
odu cido El Quijote ,
dice e l
gr
an hispanista
Ma
rcel
Bata
ill
on. En el
Elogio de la lo-
cura ilus tr ad o p o r Ho lb e
in
,
Eras
mo
par
ece
sa
lud
ar
pr
emoni
to riame nt e la o
br
a mayo r d e
Cervantes
que
emerge ,
un
siglo
des pus, e n medio de l
os
r
esa
bios inquis
it
o
ri
ales de la Contra
rref
o rma , inaug
urand
o la mo
dernidad.
Escrito en la casa de su amigo
Toms Moro en quien se inspi
ra y a quien se lo dedica),
El
Elogio es
un
libro par de la Uto-
p
a.
Ambos estn ligad
os
mu y
ntimame
nt
e
a
partir del ttulo
n
comius moriae o Maria deri
vado del no
mbr
e Moro). Ambos
inspiran y sos
ti
enen la stira di
ve rtida y melanc
li
ca de
El Qu i-
j ote.
Es poco probable
qu
e Kafk a
re fl
ex
ionara sobre l
os
o rge nes
del erasmismo de
El Qu ijote
en
e l
qu
e Ce rvant
es
se pr o
pu
so
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ll
ar en forma n
ove
l
esca
-
co
mo lo afirma un o de sus
co
me
nt
arist
as
la
s
tira e ras
m
is
ta en elogio de la l
oc
ura hu
ma
na. En todo caso, lo que est
en ju
ego
en
El Quijote
no es
so
lamente la s
ti
ra de la necedad
humana co ncebi
da
como aluci
nacin , sino la
bsq
ueda , a tra
vs de e
ll
a, de la sab idura y de
la se renidad como la sntesis de
ambas en la armona de los con-
tra
ri
os .
S
nt es is que i
mp li
ca la
muerte de lo viejo pa ra que lo
nuevo
pu
eda
nacer. Con lo
qu
e
nos acer
camo
s a la idea ambiva
lent e
de
l su ici
dio
pr
o pu
es
ta
metaf
r
icamente
por
Kafka. Los
textos citados
so
n p
oc
o
fr
ecuen
tados , qu e yo sepa , por los cer-
van
ti
stas y los amantes de nues
tra novela fundadora, de la que
t
odos so
mos, en alguna medida,
Biblioteca
de
Mxi
co
5
Le preguntamos a nue
stro
roedi tor
(porece que
la
palabri ta le agra-
d) si nos
poda hablar
un
rato
s
obre
las recientes j
ornada
s de
Mundial. Para sorpresa nuestra
no s co ntest
que
no
hab
a
logrado
asistir porque no
gozaba
de la visa estadounidense. C laro
ampl i f ic
que
un
bicho pe-
queo como yo es capaz de co-
larse
ado
ndequiera sin ser visto .
S, pero un momento : antes que
ratn soy intelectual,
for beffer or
for worse Y si no respetan
mi
s
derechos, simplemente me absten -
go
de
eje rce
rl
os subrepticiamente
Le hic imos varias pregun tas para
info rmarnos
sobre
su
caso
. S
in
embargo, como el rollo min ucio
so
que las co ntest
ab
a segua y
se
-
gua , inte rminable, nos vimos obli-
gados a llamar a Juan Vi lloro , re-
c in desempacado de Ya le , y
qu ien ya nos
haba
entr
egado
unas notas
so
bre Car os Fuentes,
El iseo Diego , Rushdie, etc. para
que las ampliara con unas obs
er-
v
ac
io
nes en to
rn
o al
Mu
ndial
a
base
de
la ex
po
sicin
de
cierta s
fi
lias y fobia s del epnimo, a fin
de
que
no se sintiera o fend i
do
po r la bru sca sustit uc i n . Fe-
licit
amo
s a nuestro equ ipo p
or
los
gole
s (cuan
do los
hubo) y conde-
namos a los gritones terminators
que desde aqu desprestigian a la
mismsi ma
demagog
ia naciona-
lista ... y hasta el prximo nmero,
a ver q u queda del pas.
*
Carlos Fuentes recibi r en nov iem -
b
re
el Premio Prncipe
de
Asturias .
Es el segundo narrador mexi cano,
despus
de
Juan Rulfo , que obtie-
ne esta distincin Hace cuarenta
aos exactos Fu
en
tes public
s
7/25/2019 El libro vs. la televisin. Una conversacin entre Neil Postman y Camille Paglia
9/70
disc pulos y de
ud
ores; incluso
los que no la han ledo o la han
ledo mal , lo que es an peor.
Ignoro cul es la razn de esta
falta
de
atencin o descuido
de
los aportes actuales a la cauda
losa bibliografa cervantin
a.
En cuanto a m, simple lector
y au t
r d e hi sto ria s
fingidas
,
confi
eso que
esos textos oscuros
co
nst itu
ye
ro n
para
ml , en
su
mo
ment
o, una revelacin fulgu
rante y
me
ofrecieron
un
hori
zonte nuevo en la lectura
de
l
Quijote una concepcin distinta
de
la
literatura
que no
consiste
en la fijeza de los textos estable
cidos ni
se
encuentra
en
los dic
cionarios
de
tpicos, sino
en
la
plasticidad y mutabilidad de las
forma s del cambiante universo
del sentido, reinventado --{) re
lativizado- cada
vez
por las
pocas y los lectores.
En primer trmino,
esos
tex-
o disciplino e Sancho
tos verifican
para
m el
hecho
de que la
obra fundadora estaba
construida sobre
la
base de
la
identidad de los contrarios; o
sea,
sobre
la imposible
separa
cin
de
lo
que
es propio,
de
lo
que
es extrao
en
la lucha espi
ritual del individuo y
de
la so
ciedad.
Separacin igualmente
imposible en el oficio creativo.
que
es
una de
las formas
de
esta lucha. Esos textos verifica
ban
la falsa distincin
maniquea
entre el bien y el mal, a la
que
Cervantes
se opuso
a su
mane
ra , entre los primeros,
en
la at
msfera maniquea
y
represiva
de
la contrarreforma. En cierto
modo, Cervantes era
un
exiliado
de su tiempo. Su estrategia con
sisti
en
alegorizar esta situacin
parodindola, y
mezclando
sutil
mente la realidad y el delirio.
Adems de la
disolucin del
maniquesmo
en la
armona de
Biblioteca de Mxico
los
contrarios
me impresion
vivamente en los textos citados
de Kafka el
concepto
sobre el
suicidio
de
don Quijote, como
una
de
sus
hazaas
ms signifi
cativas.
Hecho
verdaderamente
trgico, sin dejar
de ser
cmico,
que se
insina ya en la primera
aventura
de
su
segunda
salida:
el
combate
con los molinos
de
viento.
En esta aventura,
que
cierra
l
primera parte
de la
novela
el
sentido demencial de
lo heroico
se
exalta hasta su extremo lmite
y se convierte en parodia, mien
tras el juicio, a ras de
tierra --{)
menos
despectivamente-
el
buen sentido de
Sancho nada
puede hacer para impedir que
su criatura y
amo se
estrelle con
tra lo que, para l, simple escu
dero
,
no
es ms
que
el vaco de
la irrealidad. En un sentido onto
lgico, este concepto
del
suici-
7/25/2019 El libro vs. la televisin. Una conversacin entre Neil Postman y Camille Paglia
10/70
dio del
que
habla Kafka con
respecto a don Quijote, se halla
estrechamente ligado a la identi
dad de
los contrarios, y solamen
te en ella tiene
su
explicacin.
Tras
la cada de su
prim
e r
combate, el valor y la fe del Ca
ballero
en
la
verdad de
su espa
da o de
su
lanza (en la herldica
quijotesca no existen distincio
nes
entre estos
uten
silios de los
lo
heroico )
no disminuyen un
pice. Las cosas de la guerra -
replica
a su escudero-
es
tn
sujetas a continuas
mudanza
s.
..
Atribuye
a las
malas arte
s
del
sabio Fretn, que le
ha
robado
los libros
el
hecho
de haber
convertido a los gigantes en mo
linos de
viento
,
para
quitarle la
gloria de su vencimiento. La pa
rodia se
vuelve doblem
e nte
conmovedora por la poderos a
razn de la sinrazn, frente a la
estupefaccin y la s
andez
sim
plata del escudero.
El
texto de Kafka de ja
entr
e
ver sibilinamente la significacin
simblica
del
suicidio de don
Quijote , sin explicitarla en nin
gn momento. Lo que supone
un suicidio en todas sus signifi
caciones de transmuta c i n y
transformacin:
desembarazar
se ,
por la muerte propia, de ese pe
ligro mortal de
inautenticid
ad
que
habita en uno y
que
as
um
e
las ms diversas mscaras.
Kafka,
leyendo
a
don
Quijote,
es de su propio suicidio del
que est hablando. E
se anona
damiento
que
Kafka e l ms
lcido profeta del
totalitarismo
concentracionario-- presinti en
sus escritos. Estos fueron conde
nados a la de str u cc i n
del
fuego. Condena de la
cu
al l
os
. rescat el
buen
sentido de su a
l-
bacea
Max
Brod
, s
eguro
de que
ellos
encerraban
la obra nica
del siglo. El sui cidio , en su
obra
, es acaso la cla
se
de suici
dio en que
pien
sa Kafk a con
respecto a Don Quijote . El bu s
car
y darse uno su
mu
erte pro
pi a , en
tant
o autor, se concibe
.
. .
aSI
como un
renaCimiento
y
constituye
un
acto ex tremo de
purificaci n in iciti
ca
ante la
amenaza
del Juicio Final, enten
dido
, no solamente en un senti
do imaginativo y literario, sino
tambin en el
profund
o
se
ntido
religioso qu e impregn el simu-
lado agnos
tICi
smo de Kafka, y
que recorre su s o bras con e l
trans
ido
temor y temblor de la
angustia kierkegaardiana.
En la alegora de El Quijote,
este acto de purificacin es tanto
ms significativo en cua
nt
o es
asumido co mo una ve
rd
ade ra
acc in heroi
ca
en el ocaso de
un
a vida. Todo el
mund
o deja
la vida como s i aca b a
ra
d e
nacer
,
dice
Lu
crec io. La inicia
cin cre
pu
scular de
un
per
so
naje
insensato, desprendido como el
demonio de
un
ho
mbr
e sensato
-e
ste pers
on
aje enge
ndr
ado por
l
os
libros- busca vo
lv
er a la na
turaleza y a la vid
a;
es decir, a la
realidad en estado naciente.
No es ste el destino de todo
genuino crea dor:
so
brevivir en
sus cria
tu r
as? Morir cue
rd
o y
vivir l
oc
o - segn el e
pit
a fio
del bachiller S
ans
n Carrasco-
es el d
es
tino e legido por
don
Quijote . A lo qu e da fe la inti
mac i n fin a l
qu
e e l hi sto ria
da r , o compilador de la histo
ria, e l prude
nt
e C
id
e Ha
me t
e
Benenge li, hace a su pluma y a
los eve
nt u
al
es
histo ri adores ,
pres
untu
osos y malandrines, en
previsin de qu e algn otro in
tente profanarla y resucitar falsa
me nt e
al In g
e
ni oso
Hid a lgo
(clara alusin a la profana cin
de Ave
ll
ane
da
) .
Lo cierto es qu e, ms a
ll
de
la intimacin de Cide Hamete,
co
n el suicidio de don Quijote y
su tr ansfo rm ac i n e n
Al
o nso
Quijano, los dos mu ertos ha
b
an e mp ez ad o ya a ro d a r,
como di
ce
Kafka, en incesantes
volteretas
sobr
e
un
es pacio vi
viente a travs de los
ti
empos y
las
lit
eraturas. Desde Don Q
uij
o
te a Alonso Quijano se tie nd e
un a ln ea qu e lleva al o rige n
pe ro ta
mbi
n a la transfo rma
cin de ese origen. No es ya
so
lamente el rescate de
un
a identi
dad co noc ida (no sabemos en
r
ea
lidad quin es Alon
so
Quija
no), sino la metamorf
os
is final
del antihroe en hroe de la his
to ria , y la de
s
te en hom
bre
co
m n
: la vue lta co mpleta de
un
personaje que se cierra sobre
s mismo
ab ri
ndose, a la vez, a
nuevas e innumer
ab
les represen
taciones del destino
hu
mano .
C
ulturas
Biblioteca de
xi
co
/
ton
das
enmascarados y en el tiempo
transcurrido desde entonces no ha
dejado
de
abastecer las mesas
de novedades de las libreras. La
ltima entrega del infatigable
Fuentes es la novela Diana o la
cazadora
solitaria
que inaugura
una triloga memoriosa con el ttu-
lo general de Crnicas de nues-
tro tiempo .
En
este ltimo libro,
Fuentes abandona las bsquedas
formales y las reflexiones histri-
cas de largo aliento que han ca-
racterizado su narrativa y ofrece
un relato confesional, ntimo, que
sin
duda
sorprender a muchos
de
sus lectores. Si el ao pasado
pudimos festejar el Prncipe de
As-
turias entregado a
la
revista
Vuelta hoy celebramos con jbilo
al amigo que desde los tiempos
de la revista
l
espectador ha es-
tado
tan
cerca de nosotros.
Uno
de
los primeros co-
laboradores de nuestra revista , el
poeta cubano Eliseo Diego , falle-
ci
recientemente en la Ciudad
de Mxico
Eliseo
Diego
haba
obtenido el Premio Internacional
Juan
Rulfo , que otorga
la
Uni
ve
rsi-
dad de Guadalajara
, y
dictaba
un
seminario sobre poes
a
inglesa
en la
Facultad
de Fil osofa y
Letra s de la UNAM . Fundador de
la revista Orgenes auto r, entre
ot ros poemarios d e En la
calzada de Jes s del Mo
nte
l
oscuro esplendor y n las oscuras
manos del olvido Eli
seo
Di
ego
tambin
fue
animador de
la
edit
o-
rial me xicana
l
Equilibrista
di
-
rigida por nuestro
amigo
Diego
Garca Elo, quien prepar para
el Fondo de Cultura Econmica
la
ar,lo1oga de Diego Entre
la d
icha
y la tiniebla .
Su muerte es una prdida irre-
parable para sus amig
os
y para
7/25/2019 El libro vs. la televisin. Una conversacin entre Neil Postman y Camille Paglia
11/70
NTONIO ELTORO
e
m n
Hay peces solitarios
que
necesitan
mucho espacio para vivir
un alrededor vaco
por
el cual desplazarse;
no son carniceros
como el tiburn
que se mueve buscando;
comedores de peces invisibles
o
de
plantas pequesimas
su apetito es la inmensidad
del ocano
el azul despoblado;
n d n en profundidades oscuras
o en aguas claras
pero
difciles;
p s n de un s a otras;
no conocen las tardes.
As quisiera vivir
lejos de tardes preocup d s
y
de
ceo fruncido:
las tardes
son
dagas
de puntas oscuras
y de filos naranjas.
Por l tarde sabr
de
los dems
leer la prensa matutina
recibir llamadas telefnicas:
vivir en esas horas estrechas
es poblarse:
las maanas son
animales
o divinas las tardes humanas.
Pensar y crecer
camino del crepsculo:
Adn
se
fue del paraso
cruz el umbral del medio da:
mordi la manzana
de
la tarde.
8
7/25/2019 El libro vs. la televisin. Una conversacin entre Neil Postman y Camille Paglia
12/70
LA LECTUR
EN
LA
ERA
UDIOVISU L
Y
ELECTRONIC
D N
L CY
Nota
y
traduccin de
rturo
cua
Borbolla
Este ensayo se public original-
mente
en Daedalus invierno de
1983 ,
revista de la American
Academy
of
Arts and Sciences .
Dan Lacy naci en los
Estados
Unidos en el
ao
emblemtico de
1914. Se
educ como
historiador
en la Universidad
de
Carolina del
Norte. Fue profesor y ms tarde ,
entre 1947 y 1950, bibliote
ca
rio
en
Washington. En la Biblioteca
del Congreso
ocup
el cargo de
asistente de director
del
Interna
tional Information Adminis
tration del Departamento de
Es-
tado. Durante los siguientes trein-
ta y dos aos, Lacy se dedic a la
industria editorial. En 1985
se
re-
tir de McGraw Hill.
Las
materias
de que tratan sus libros son un
dictado de su experiencia profe-
sional
de
todos los das: bibliote-
cas, editoriales, la importancia de
alfabetizar a la sociedad moder-
na , resignada al periodismo y se-
ducida por
la
imagen. Ha publi-
cado,
entre
otros ttulos ,
Free
dom &
Cornrnunications Uni-
versity of Illinois Press , 1965), y
cinco libro
s
de
hi st o ria
para
nios.
Tribus errantes que cuentan re-
latos
fantsticos sobre reinos
prodigiosos al otro lado del ro
distante,
ancianos
que atesoran
en la memoria
su
pasado
y
el
pasado
de
sus padres y
de
sus
abuelos,
profetas
que
aseguran
poseer
conocimientos sobre el
. futuro: hechuras todas de la
imaginacin que han contribui-
do
a lo largo del
tiempo
a saciar
el hambre
de
hombres y muje-
res por trascender la
estrechez
de su horizonte
y
la
brevedad
de sus
vidas. Pero el
mund
o
real, trazado de un modo no
perdurable , se conforma
y
se
funde de nuevo en la forma del
mito, y la
humanidad
renace
de
un pasado de fbula
capturado
en
un
sueno
para vIvir
en
un
mundo
de monstruos
, mares
efervescentes y montaas mgi-
cas de las que
nos separan
slo
unas
cuantas jornadas de viaje.
El
arte
de
escribir,
un queha
cer que
dispone
cada palabra en
un
orden inalterable , hizo posi-
ble la creacin de narraciones
verosmiles
y, dentro
de ciertos
lmites ,
de
una geografa conoci-
da. Tucdides y Tcito, Estrabn
y Herodoto fueron
portadores
de
una
sabidura, no
hacedores
de
mitos.
l
Hasta la invencin
de
la imprenta, sin embargo, la po
sesin de un conocimiento cer-
tero
sobre
lo que haba ms all
de la mirada y de los recuerdos
de los
hombres
estaba confina-
do a un puado de letrados con
acceso a preciosos manuscritos.
El desarrollo
de
la ciencia fue
tenazmente frenado por la im-
posibilidad de generar y distri-
buir textos uniformes que resul-
tasen confiables para los investi-
gadores dispersos
por todo el
continente. As
que
el conoci
miento que sobrevino en los si-
glos XVI y
XVII
fue a la vez pro-
ducto
de la imprenta y produci-
do por la imprenta .
En el curso de los dos prime-
ros siglos de
la imprenta , mu
chas otras invenciones multipli-
caron el alcance de los sentidos
y la capacidad de los seres hu-
manos para trascender
su
expe
riencia inmediata, entre ellas el
tel
esco
pio, el microscopio , pie-
zas precisas de relojera, buques
avituallados para viajes transo-
cenicos. El adelanto hacia
una
matemtica cada vez ms exac-
ta,
sobre
todo del clculo hacia
finales del siglo XVII, perfeccion
inmensamente la de s
treza
del
hombre
para
sistematizar info
r-
ma
c in recin descubierta en
esquemas
coherentes.
La imprenta permiti compar-
1 Tucdides , po
ltico
e histo riador atenien
se
,
c
leb re por su
Histo
ri
a de la guerra del Pelo-
po
neso
Cornelius Tc ito :
orador.
poltico e
histo riador romano. Strabo : gegrafo griego.
Her
dot
o : hi
storiado
r griego:
esc
ribi
una
his-
to ria del mundo en nu
eve
li
bros
: cada uno
lleva e l n
om b
re
de
una mu sa . Todas l
as
notas
numeradas so
n del
traductor.
Biblioteca de Mxico
9
/
ton
el
idioma.
Lo
recordamos con los
versos que public en nuestro se-
gundo
nmero:
Entro por fi
n
entonces,
al silencio
del patio abierto a la
intemperie
donde firmemente entre la
fronda atisban
los
mil y
un
ojos de las fbulas
parpadeando en
el
abismo.
Ahora
s
ests contigo al fin ,
qu solo.
*
Con
motivo de los cinco aos que
Salman Rushdie lleva
condenado
a muerte, los escritores norteameri-
canos
Paul Auster y Don Delillo
escribieron un
folleto
sobre la
libertad de expresin que se
re-
parti en las libreras de Nueva
York el
14
de febrero , da de los
enamorados que el Ayatolah
Jo-
meini escogi para
regalarle
la
atwa
a Rushdie.
U
no
de
los
pocos
aspectos
alentadores del caso Rushdie es
que
la tensin no ha
minado
la
capacidad
literaria y combativa
del autor de Hios de la mediano-
che Hay que decir que tampoco
ha estado solo; sus colegas le
han dado renovadas muestras
de
apoyo La ms reciente es
el
Par-
lamento de Escritores, con sede
en Estrasburgo, cuyo primer presi-
dente
es
Salman Rushdie. El
Par-
lamento surgi a iniciativa de Jac-
ques Derrida
,
Carlos
Fuentes ,
Toni Morrison
, Pierre Bourd ieu ,
Edouard Glissant y Breyten Brey-
tenbach, y su principal objetivo
es
defender a los escritores persegui-
dos. En su primera declaracin
como
presidente, Rushdie record
los destinos de O vidio y de
Man-
delstam. El
poder
puede reprimir
a los escritores, pero sus obras so-
bre
viven. A
la
larga ,
la pluma
suele
ser
ms fuerte que la espa-
da .
*
En materia de futbol nuestro
Ratn
es
patriota por dos razones: por
nacimiento y por amor propio [no
quiere que, en la derrota, los fut-
bolistas sean llamados ratonc i
tos
7/25/2019 El libro vs. la televisin. Una conversacin entre Neil Postman y Camille Paglia
13/70
tir con una vasta audiencia y r
pidamente
l
os
nu
evos
conoci
mientos.
Los
pormenores de los
viajes a Asia y al recin
de
scu
bierto continente
de
Amrica, en
los que se describan sus geo
grafas, floras, faunas, minerales ,
y
habitantes hum
an
os
fueron
ledos .con avidez y
de
spertaron
el mpetu para acometer nave
gac iones pos
teriores. Igualmente
va
li
osa fue la novedosa destreza
de
los cientficos para difundir
con amplitud, con relativa rapi
dez, en una forma fija y
en un
es tad o uniforme los resultados
de sus observaciones. La habili
dad del
hombre
para reconocer
tierras distantes, incluso diferen
tes planeta
s
y para alcanzar una
co
mpren
sin
m
s
profunda de
los procesos naturales se ampli
enormemente.
Alg
o similar ocurri, tambin,
con la habilidad para conocer el
pasado. Los documentos sobre
el pasado del mundo
se
haban
conservado de modo precario
en un puado
de libros copia
dos a mano, expuestos al extra
vo, el deterioro y los errores de
transcripcin. La
enorme
multi
plicacin
de
ejemplares
de
estas
obras
y la
creciente
capacidad
para comparar distintas versio
nes hizo po sibles las destrezas
tcnicas de
la edicin, verifica
cin y anlisis textual , y concen
tr la atencin en el pasado.
Hubo un renacimiento del cono
cimiento
so
bre el mundo anti
guo
que
bautiz con su
nombre
a es ta era. La imprenta
no
slo
co ntribuy a la pr
eservac
in y
divulgacin del conocimiento
sino adems a su rpida acumu
lacin,
pue
sto
que
cada nuevo
es tudi
oso poda
a su
vez apo
yarse en las ob ras
publicadas
por aq
uellos
que
le precedi
ero
n.
Hacia finales del siglo
XIX,
los
procedimientos
por medio de
los cuales el conocimiento veri
ficado se estab leca y transmita
estaban tanto profes i
ona
liza
do
s
co mo institucionaliz
ados.
Fue
po
sible ganarse la vida
como
f-
sico, como historiador o
como
fil
logo, y en consecuencia con
sagrarse de tiempo
com
pleto a
una disciplin
a.
Comu
nidad
es de
eruditos organizadas por disci
plina dieron
un enfoque
preciso
y hasta entonces ausente en an-
naimp
ren ta
del sig lo
Y I
teriores academias generales, y
crearon
un
cuerpo profesional
con un sentido de colaboracin
en una empresa compartida. Las
universidades se transformaron
en
centros de investigacin as
como
de
enseanza. Las publi
caciones especializadas
se
multi
plicaron, y se crearon editores
universitarios
que
aportaron re
cursos adicionales para recoger y
divulgar rpidamente el creciente
flujo de los resultados
de
la in
vestigacin.
Las bibliotecas se
convirtieron en el centro de las
universidades, y
se
crearon bi
bliotecas pblicas para hacer lle
gar los vastos recursos
de
los
li-
bros
al
lector comn y corriente.
Durante
las mismas
dcadas
una sucesin
de desarrollos
concurrentes ampliaron enorme
mente
el acceso pblico a la cir
culacin del
conocimiento
im
preso. Prensas cilndricas impul
sadas a vapor, placas estereoti
padas , y papel
masivamente
producido
de
pulpa
de
madera
incrementaron
enormemente
los
volmenes
de
produccin (Jos
tirajes) y disminuyeron el precio
del material impreso. Hacia fina
les
del
siglo XIX, varios cientos
de pginas fueron impresos
per
cpita.
La
invencin del telgra
fo y el
tendido
del cable Atlnti
co aumentaron enormemente la
velocidad y la eficiencia con la
que la
prensa pudo transmitir
las noticias; y el tendido
de
una
red
ferrocarrilera hizo prctica la
rp ida distribucin nacional
de
libros y revistas.
La
casi univer
sa
l educacin elemental y la am
plia
alfabetizacin
crearon un
amplio merca do pblico
para
este enorme torrente
de
impre
sos. Con el peridico
de
a cen-
Biblioteca e Mxico
1
tavo y las revistas y los libros
baratos, la imprenta
se
convirti
en un medio
de
masas.
En verdad,
durante
el periodo
que en
Estados Unidos
se
ex
tiende, aproximadamente, de la
Guerra Civil a la Primera Gue
rra
Mundial
la imprenta
jug
como nunca lo haba hecho
antes y nunca
lo
volvera a
hacer - un
papel
dominante y
exclusivo Casi todos los adultos
de
Estados Unidos
(Jo mismo
que
en Canad y
en
Europa Oc
cidental) podan leer y adems,
tenan acceso a abundantes -
presos a un
precio que
ellos po
dan pagar. Y la imprenta era el
nico medio, adems
de
la pala
bra
oral por
medio del
cual
ellos
podan
enterarse
de
cosas
ms all de su experiencia per
sonal.
Fue durante esta era
de
com
pleto predominio
de
la imprenta
que se
estructur nuestro siste
ma educativo con un currcu
lum elemental dedicado funda
mentalmente a ensear a los
nios las destrezas
de
la lectura
y
de
la escritura, y las compara
tivamente abstractas tcnicas
de
la manipulacin numrica. Se
cundaria y preparatoria estuvie
ron dedicadas
al
uso de estas
destrezas para extraer
conoci
miento
de
la riqueza acumulada
por la imprenta y, a
nivel de
posgrado
, a contribuir ms am
pliamente a su creacin. No es
por
accidente
que
una denomi
nacin
popular
para
la educa
cin fuese
aprender de
los li-
bros
En las dcadas posteriores a
1920, dos
grandes
olas
de
cam
bio han derribado el predomino
de
la imprenta. La primera fue
la
7/25/2019 El libro vs. la televisin. Una conversacin entre Neil Postman y Camille Paglia
14/70
,
revolucin audiovisual. Esta
se
sustent en las invenciones de
finales del siglo
XIX
del fongra
fo y del film y
en
el descubri
miento a principios del siglo xx
de
radio
pero
su
repercusin
social ms
importante
ocurri
despus
de la primera Guerra
Mundial. Hacia finales de
la
dcada
de
la posguerra la ma
yora
de
los estadunidenses te
nan acceso a los tres inventos:
el fongrafo el film y la radio.
Los discursos
de
los dirigentes
polticos podan ser escuchados
ms
que
ledos; las noticias te
nan un impacto visual a travs
del
noticiario cinematogrfico.
Las pelculas ms que las nove
las
se
convirtieron
en
el mejor
medio para evocar cmo era la
vida
en
otras pocas y
en
otras
latitudes y entre otros grupos y
clases sociales. Fue posible para
los habitantes fuera de las gran
des
ciudades escuchar
msica
ejecutada
profesionalmente
. Se
proporcion
un acceso
mucho
ms
directo
a
un mbito de
la
experiencia que trascenda
el
mbito
de
la vida cotidiana.
La influencia
de
la revolucin
audiovisual
aument
enorme
mente
cuando la televisin
se
transform
en disponible para
amplios pblicos despus de la
segunda
Guerra
Mundial. En el
sorprendente transcurso de
unos
cuantos aos la seal de la tele
visin pudo ser recibida en ms
del 90 por ciento de los hogares
estadunidenses y el norteameri
cano medio
consuma varias
horas al da sentado ante
la
pan
talla.
Diariamente
c
ientos
de
millones
de
horas
previamente
dedicadas
a
otros
quehace re s
. fueron transferidas a ver tel
ev i-
sin.
Quiz
nunca antes
en
la
historia se logr
un
cambio tan
masivo en los hbitos sociales
en un lapso tan breve.
Algo del cambio
que
fragu la
televisin podra
haber
sido
menos
importante
de
lo
que
a
primera vista parece. Hasta cier
to
punto
la televisin era sim
plemente
un
medio ms
barato
de ver pelculas sin necesidad
de salir
de
casa. Gran parte
de
la programacin de
la
televisin
consista en realidad en pelcu
las previamente
proyectadas
en
salas
de cine y
mucho
de lo
que
se
produca especficamente
para la televisin imitaba mucho
al cme
tanto
en
su tcnica
como en los propsitos recreati
vos
a los
que serva. Pero
la
cantidad de tiempo destinado a
este
medio
incluso dando por
supuesta
la
similitud de conteni
do
era
suficientemente
grande
como para
ser
muy importante
,
por SI
mismo.
A pesar
de todo
fue con noti
ciarios y
documentales
que la
televisin logr afianzarse
como
un medio genuinamente nove
doso.
La
radio ya nos haba fa
miliarizado con el vrtigo de la
noticia
de
ltima hora as
como
con la sensacin de presenciar
un acontecimiento mientras su
ceda como en los repOltajes ra
diofnicos de Edward R
Mu
rrow desde el frente de batalla
en Londres o
como
en las char
las
informales
de Roosevelt al
calor hogareo de la chimenea.
y
es
cierto tambin que los noti
ciarios cinematogrficos y algu
nos documentales
flmicos
ex
cepcionales fincaron
preceden
tes
para
la televisin. Pero fue
de todos modos sorprendente el
atractivo casi universal
que
des
pert
la
televisin hasta conver
tirse
en la
principal fuente infor
mativa de sucesos nacionales e
internacionales de noticias so
bre la vida poltica las condicio
nes sociales la naturaleza
de
otras culturas y el
mundo
de
la
ciencia. En poco ms de una d
cada la televisin
desplaz
a los
ms variados
impresos como
medio principal a travs del cual
la mayora estadunidense se per
cataba de una realidad que tras
cenda su experiencia cotidiana.
En
nue
stra
dcada hay
an
otra revolucin
la
de
la
compu
tadora y la tecnologa adyacente
de comunicacin
d e
informa
cin procesada.
El
espectacular
descenso
en
el
costo
de
la
com
putadora
ha abierto su uso al
p blico
en
general. Probable-
.. . ...
me
nte se
ra una prac
tIC
a
com
un
acceder
desde
la casa o la ofici
na a gigantescos bancos de in
fo rmacin
procesada que uno
bu
sca y moldea da y rearreglada
con
un
poder enorme Textos e
imgenes lo mi smo
que
info
r-
macin en cifras pueden ser ar
chivado
s
en
espacios increble-
iblioteca
e
M
xi
co
/
ton
,
verdes ). El que tantas veces ha
triunfado
como
ratn, detesta que
el mal
juego
se
asocie
con sus
congneres. Es cierto que algn
pariente
se
ha portado mal
en
la
vida
pero de ah a
decir
que
todos los ratones
son un
desastre
hay, o debera haber,
un
camino
bastante
largo
. Nuestro Ratn
se
confiesa culpable
de
haber actua
do con voracidad en cuestiones
de queso , de
libros particu-
larmente rables o de la bella ,
aunque algo temperamental , rato
na que lleg a
la
Biblioteca pro
cedente
de
uno
de
los mejores
agujeros de Balderas. Sin embar
go,
es
injusto que
las
fallas del no
siempre fino Cadver Valdez se
asocien con la vida ratona .
Despus de
Mxico
, el Ratn
apoya
a
Holanda en el Mundial
;
como todas las aficiones sta
es
sumamente parcial.
Para el Ratn
,
la historia de las civilizaciones se
mide
por
el paso de la vaca al
queso.
Por
eso siempre ha apoya
do
a Francia y tiene cierta parcia
l idad por
los dane
ses.
Como
estas selecciones no llegaron al
Mundial ha optado por Holan
da ,
el
paraso
donde
los quesos
alcanzan el tamao de un baln
reglamentario.
En cuanto a sus repulsas , el
Ratn
detesta a l
os
advenedizos
norteamericanos , cuyos quesos
son de
tercero
di v isin. Pocos
cosos
le
resultan ton pobres como
el
queso amarillo que slo sirve
paro engaar el mol sobar de lo
hamburguesa.
*
En el siglo XV I los ratones transmi
tan lo peste negro del
mismo
modo
en que los hombres transmi-
7/25/2019 El libro vs. la televisin. Una conversacin entre Neil Postman y Camille Paglia
15/70
mente
compactos en
discos
lser, y vueltos a recuperar a tra
vs del poder
de
localizacin
de
la computadora, creando de este
modo posibilidades adicionales.
Los entusiastas
de
esta
nueva
tecnologa informativa aseguran
que
sta sustituir o
por
lo
menos
disminuir la
presencia
.
de industrias e instituciones: el
peridico, la revista, el libro, la
biblioteca.
Ambas revoluciones l a au
diovisual y la
electrnica-
ofre
cen una gama de alternativas de
comunicacin que estaban reser
vadas hasta ahora a la imprenta,
y anuncian tambin la posibili
dad de ejercer muchos otros g
neros
de
comunicacin inaccesi
bles
con
los recursos
de
la im
prenta: el sonido y el lenguaje
de la msica, la fantasa del mo
vimiento y del color, la percep
cin
de
acontecimientos al tiem
po
que transcurren, la transmi
sin instantnea de informacin
procesada que se enriquece de
modo continuo.
l
estaduniden
se promedio dedica cada semana
a la nueva tecnologa al menos
tanto tiempo
como
reserva a la
lectura.
La
prioridad
de
que
goz
alguna vez el acto de leer como
quehacer
que
descubre
una
rea
lidad que trasciende la experien
cia personal cotidiana
se ha
hecho aicos para siempre.
Cmo han modificado estos
cambios la funcin de la lectura
y qu diferencias se advierten?
La produccin de materiales im
presos ha disminuido mucho
menos de lo que sera plausible
suponer a primera vista. l n
mero
de
peridicos
descendi
abruptamente y en particular
los diarios urbanos vespertinos
resultaron muy afectados. Pocas
ciudades pueden financiar por
ms tiempo ms
de
un peridi
co; muy pocas, en realidad slo
dos. La televisin
no
es slo una
fuente
mucho
ms amplia
de
noticias, sino ms confiable. Las
revistas de circulacin masiva
que solan competir directamen
te con la televisin por audien
cia y anunciantes, como Satur-
day Evening
Post
Life Look
merican y Colliers terminaron
por
desaparecer. A
pesar de
todo, son negocios enormemen
te redituables tanto los peridi-
cos
urbanos que sobreviven
como las cadenas,
en
constante
aumento
de peridicos subur
banos; tambin goza de prospe
ridad la industria de publicacio
nes
peridicas, con revistas in
numerables especializadas
en
ofecer banquetes
para
los ms
diversos paladares e intereses.
l
nmero
total de libros pu
blicados anualmente se ha cua
druplicado
en nmeros redon
dos desde que adquirir
una
tele
visin fue accesible
para
la ma
yora. La venta de libros, medida
en ejemplares ms que en dla
res, aument rpidamente
en
los
primeros aos de la televisin,
aunque descendi en aos re
cientes
para luego mantenerse
estable,
una tendencia que
in
forma de fenmenos como el
dbil apoyo comunitario, el des
censo en la matrcula educativa,
y la disponibolidad de ediciones
de bolsillo relativamente baratas,
ms que reflejar un franco aban
dono del hbito de la lectura.
Ninguna
de
estas estadsticas
ofrece un claro panorama sobre
el ejercicio real de la lectura en
nuestra sociedad, pero un incre
mento considerable y
obvia
mente no la declinacin que se
profetiz hace
t iempo- parece
haber tenido lugar. No
parece
haber buenas razones como
para creer que nuestra sociedad
se prepara para decir, como el
libro reciente de Anthony Smith:
adis a Gutenberg.
2
A pesar de todo, las funciones
de la imprenta estn cambiando.
s todava el registro indispen
sable y la correa de transmisin
de
los resultados de la investiga
cin y de otras actividades aca
dmicas. De hecho,
mucho
del
2 Lacy se refiere al libro publ icado en 1980
por Anthony Smith:
Goodbye Gutenberg: tbe
Newspaper Revo/ution
o/
tbe 1980s
Oxford
University Press, 376p. l ttulo engaa sobre
la naturaleza del libro, porque no se trata de
un sentido adis al periodismo impreso. Con
un razonamiento impecablemente darwinista,
Smith parti
de la
premisa
de que
los peri
dicos de los noventa experimentaran gran
des y obligadas mutaciones para sobrevivir a
la
s revoluciones audiovisual y electrnica. l
autor explica la estrategia de adaptacin de
unos cuantos diarios de Estados Unidos; o si
se prefiere, examina al microscopio las meta
morfosis que advierte
entre
los ms
aptos
para perpetuar su especie: cambiar
de
tecno
loga, revisar el papel que cumplen en la so
ciedad moderna y fijarse otros propsitos
histricos.
Biblioteca de Mxico
aumento en el
nmero
de los li-
bros y
de
las revistas que se pu
blican revela la intensa actividad
de los eruditos.
De
igual manera
hay usos marginales y, en algu
nos casos,
un uso
consciente de
materiales audiovisuales y de
computadoras en el saln de
clase, la imprenta es todava el
medio principal de la educacin
formal. Finalmente,
hay un
au
mento
substancial de lectura re
creativa de diferentes clases de
novelas subliterarias, entre ellas,
las novelas romnticas gti
cas , el gnero del relato breve,
el cuento
de
suspenso
y la
ciencia ficcin.
Pero a pesar
de
estas cifras
avasalladoras y del fluido inter
minable
de
materiales impresos,
la lectura dej de
ser
la fuente
principal en
realidad casi la
nica, de ensanchar la experien
cia personal. La mayora de la
gente hoy decide por
quin
vo
tar, cul es su opinin del con
trol de armamento nuclear o el
desempleo cul es
su
percep
cin
de
los candentes proble
mas del Medio Oriente, cmo se
imagina la
China
contempor
nea, cul
es
su sntesis
de
la his
toria del hombre muchsimo
ms a partir de lo que ve
en
la
televisin
que
de sus lecturas.
En cuanto trasponemos los con
fines del mundo de la experien
cia personal cotidiana dejamos
de
responder
ante
la realidad
. .
para
reaCClOnar a
una
Imagen
de esa realidad, confeccionada
para nuestro
consumo por
los
medios de comunicacin;
en
la
ltima generacin, la naturaleza
misma de los medios
que
crean
esa imagen se ha modificado de
modo
fundamental.
Qu tan importante es este
cambio?
Es
ms
clara esta
nueva imagen
del mundo? s
menos ntida? Son nuestras res
puestas a la realidad ms sensi
bles y plenas de significado?
O
nuestras respuestas son mas
confusas y vueltas irrelevantes?
Sugiero que estos temas impor
tan,
que
el medio a travs del
cual percibimos la realidad ex
terna a travs de los medios au
diovisuales
es
un
proceso
por
completo diferente del de perci
birla por medio
de
la imprenta,
y que la calidad de nuestra per-
7/25/2019 El libro vs. la televisin. Una conversacin entre Neil Postman y Camille Paglia
16/70
Foto de Hugues de Wrstemberger,
1988
cepcin es ahora mucho ms
importante de lo que lo fue
jams en la historia.
l parecer, es suficientemente
clara la importancia de la calidad
de
la
percepcin de
esa realidad
que
no
nos
es
dable
conocer
por experiencia personal.
En los das
ms
sencillos de
nuestro crecimiento co mo na-
cin, los grandes problemas
que
confrontamos fueron
quiz tan
exigentes como los
que
ahora
enfrentamos , pero esos das
caben
dentro de
la experiencia
cotidiana de
un
ciudadano
comn y
corriente :
independ
en-
. cia
nacional
versus el gobierno
britnico, rgimen fiscal para los
no
representados , una
confede-
racin slida o frgil , esclavitud
versus
libertad
,
reglament
ac i n
del sistema ferroviario o sumi-
sin ante
su predominio
econ-
mico. Los grandes problemas de
la actualidad comportan el
co-
nocimiento
de
culturas y tierras
distantes , complejos problemas
de
economa
y gobierno , cue s
tiones cientficas
intrin
ca da
s.
Con
su
buen juicio
como nic
o
sustento ningn ciudadano
comn
y
corriente
podra ofre
cer razonamientos convincentes
sobre cul debiera ser nuestra
poltica
e n Medio
Oriente
o
hacia Rusia , o China o Japn o
los pases del Caribe , o
sobre
el control de la energa atmica
o
sobre
e l
desarm
e nuclear o
sobre la disminucin del dese m
pleo. Mientras
m
s cru cial el
proble ma de bienestar pblico o
incluso de seguridad na cional ,
es ms
prob
able qu e reso lver
con sabidura dependa de cono-
cimientos que
la
mayora de no
so tros slo pu e de
obtener
de
segunda
mano.
Pero
lo que se nos ex ige para
mejor co mpre
nd
e r el ho
ri
zo nte
que
tr a
sc ie
nde
e l mbito qu e
aba rcamos con la mirada
no
se
limita a las dec ision
es
polticas
sobre la vida pblica. El formi
dable aumento del pode r
huma-
no de o bservac in por inst
ru-
mentos que van del microscopio
e lec tr ni
co
a l te lescop io d e
r
ayos
X, y por tcnicas de an li-
sis
qumi
co
y fsico va
li
nd ose
de
la es pec tografa, de trazado
res rad ioac tivos, del lse r y de
o tr as t
ec
ncas e lfls
trum
e nt os
adems
de los incr
eb
les hallaz
gos que
se
han
r
ea
li
zado en
el
dominio
de
la inteligencia sinte
tizadora han hecho pos ible , en
iblioteca de
x
co
tan la sfilis .
Hoy en
da ,
en
mate
ria de v
irus un
ratn
es
ms ino
fen
sivo que
un
humano.
El
nuestro
slo
se
considera culpable de una
infeccin:
es un
tifoso
de
futbol , y
ha integrado una porra que va de
la Plaza
de
la Ciudadela a
los s-
tanos de a orn d Los
Ratones
de
Balderas
,
como
se les
llama
histricamente, viven entre pape
les
impresos y partidos de futbol.
El Mundial de Estados Unidos
ha sido de una
calidad
que com
place a
un
experto como nuestro
Ratn (un experto comprometido
-agrega
l
que cree
en el
fut-
bol
sin
trampa de Menotti y
odia
los trucos de Bilardo). Sin embar
go , para un ratn tifoso ningn
mundial superar al
ltimo
del
siglo
XX.
El
inquilino
de
esta columna ya
ahorra para viajar al pas
de Mi
chel Plati n en 1998. Cuando
Francia promu
g
los Derechos
del Hombre tambin logr la se-
creta de icia de los ratones : a
libertad
de
expresin
es la
condi
cin necesaria para que
la
razn
humana demuestre lo que puede
hacer para que a tosca leche
se
transforme en los
ms sub
imes y
plurales quesos.
En la Biblioteca de xi-
co
el
Siglo de las Luces
es
cosa
de
apetito.
Bueno, pues ya
co
n s
ta
nos
des
pedimos.
Porque, oiga usted ,
qu
se
manita .
Lo
peor
es
que
se
trata de relmpagos de agosto en
pleno junio (cua
ndo
entregamos
esta columna). Y nos
quedamos
sin saber quin es el criminal ,
cul es
el
c rimen , y quin la
vctima. Ni modo apoyan el
Ratn
y os dems co-columnistas.
7/25/2019 El libro vs. la televisin. Una conversacin entre Neil Postman y Camille Paglia
17/70
el ltimo siglo
elaborar una
percepcin del universo que va
much
simo ms all de la
ms
imaginativa conjetura que haya
mos
concebido
a partir
de
una
experiencia personal: un univer
so formado por miles de millo
nes de galaxias cada una for
mada .a su vez
por
miles
de
mi
llones de
estrellas y
probable
mente tambin por sistemas so
lares que se han perpetuado
por
miles
de millones de
aos y
quiz hasta por ciclos
en
los
que se
repiten de modo
recu
rrente
condensaciones
y estalli
dos;
cada galaxia
se extiende
ms all de las fronteras de la
imaginacin para
perderse
en
los reinos ignorados que caben
en
la
palabra
infinito al
grado
que
la propia
luz
requerira
acaso miles de millones de aos
slo para recorrer esas galaxias.
Al
mismo tiempo
hemos
descu
bierto que el
gnero
humano es
cientos de miles de aos ms
antiguo de
lo que hasta hace
muy poco
suponamos
y
que
la
especie est vinculada con todas
las formas de vida
en
el decurso
de
una vida
comn.
Y
nuestra
concepcin
de
la
naturaleza
de
los procesos genticos y bioqu
micos
que
determinan
las for
mas y los procesos de la vida la
inteligencia la autoconciencia
de
s misma ha sido
completa
mente revolucionados.
El entendimiento cabal
de
esta reestructuracin total
de la
concepcin sobre la realidad del
universo de
la
vida y de la re
lacin del
hombre con
ambos
nos es dable por supuesto slo
de segunda mano por mensajes
que
recibimos a
travs
de los
medios de comunicacin. De
qu
maneras
entonces
resulta
que s importa cmo a travs
de
qu
medios-
se forma nues
tra
percepcin de la realidad
que trasciende nuestra observa
cin direc
ta
Para responder a
esta pregunta es til recordar la
funcin de la palabra. Todas las
palabras son por necesidad abs
tracciones : meten
la mano
en
la
totalidad catica de la experien
cia
y
e lijen para su identifica
cin un aspecto especfico. Dis
poner un grupo de palabras en
un
a o r
ac
i n no
s
lo s
upone
abstr
ae
r un nmero de fragmen-
-
-
-
-
_ _
.
t
o to de err
li
vier Des homps
989
tos inconexos de la realidad que
nos circunda sino tejer una rela
cin vertebrada entre
cada
pala
bra. Incluso la oracin que des
cribe de modo sencillo un acon
tecimiento intrascendente
com
porta un ejercicio intelectual ex
cepcionalmente complejo;
por
gracia de la escritura un frag
mento
de
la existencia adquiere
una significacin humana. Esto
es cierto por supuesto tanto
para la palabra oral como para
la escritura; pero al hablar se co
munica algo ms de lo que las
palabras dicen
por
s solas. Ha
blar es de suyo una forma de la
accin pues el timbre de la voz
porta
adems
visos emocionales;
una charla informal en particu
lar
podra
no representar una
exposicin
conceptual
medita
da y sistemtica
de
la experien-
Cla SInO un acercamiento
mas
bien intuitivo.
La escritura sita al lector en
una perspectiva an ms distan
te de
la
realidad
que
la palabra
oral. A cambio del relato vvido
de una
experiencia personal
se
nos describe un acontecimiento
pero el acto de leer
nos
aparta
tanto del autor
como
del suceso.
En
la
lectura
desaparecen
la di-
i
blioteca de
xico
4
versidad de
entonaciones las
cadencias los gestos; desprendi
das
del mbito
de
la emotividad
las palabras yacen mudas sobre
la pgina.
La imprenta reside a una dis
tancia
an
ms grande. Inventa
da
para
acceder a un auditorio
ms vasto y concebida para
preservarse
de modo
indefinido
las palabras destinadas a la im
prenta se
eligen y
se
disponen
con
delicada precisin. Una for
malidad
impersonal sustituye a
la naturalidad de
por
ejemplo
una carta personal.
Comunicar un significado
por
medio de la palabra escrita es
una empresa muy exigente. De
un ilimitado fluido de la reali
dad
el
autor debe abstraer
exactamente
aquellos elementos
una fraccin infinitamente re
ducida del
todo-- que
intentar
comunicar a
su
lector;
tendr
que
definir
cada
fragmento eli
giendo una palabra para cada
uno; tendr
que
describir
cmo
supone que
se
relacionan cada
uno
de
esos
elementos dispo
niendo
las palabras en oraciones
Cy
en una comunicacin ms
amplia como en la que
habi
tualmente se utiliza la imprenta
7/25/2019 El libro vs. la televisin. Una conversacin entre Neil Postman y Camille Paglia
18/70
las
o
ra
c
iones en
p rrafos de
aqu en captulos, y de ah en la
arquitectura
compl
eja de un tra
tado
) ; y tend r que codificar
to
do
esto en complejos
modelos
de
papel y tinta . A su vez, el lec
tor te
ndr
que decodificar estos
esq
uemas, capturar el significado
de
cad
a palabra, y edi
fi
car
una
imagen de la compleja estructura
de la realid
ad
co
ncebid
a
que
el
auto
r
ha
cr
ea
do .
Es sen
cillamen
te imposible comunicar cual-
quier tipo de idea o informacin
s
in que tanto
el autor
como
el
le
ctor hayan
pe
nsado intensa-
mente acerca
del
mensaje.
Esta forma de
comunicacin
- a
bst
rac ta , f
ormal f i j
p or
su
pues
to sacrifica
mucho
de la
reali
dad como
po
dra
comuni-
carse a tra
v
s de la media
au-
diovisual. Leer una transcripcin
de un cuarteto de Mozart no
puede ser sino una experiencia
po bre y
li
mitada
comparada
con
escuchar
su
msica
en
dis
co
o
en
rad io ; leer una descripcin
de una puesta de sol de un cua
dro de
El
Greco es igualmente
un pobre sustituto de
ver
ese
cuadro en una diapositiva o en
una
pe
lcula,
en
una
televisin
de pantalla de alta resolucin, o
en una re
pro
duccin a color lo
que es ya de suyo una
forma
audio
visual ms que forma ver
bal i
mp
resa) . As, tambin , los
reportajes radiales
de
los prime
ro
s
corre
sp o
ns
ale s
de guerra
.
no
s conmovIeron en menor me-
dida que las escenas televisadas
de
la guerra de Vie
tnam
. Ningu
na descripcin de un candidato
presi
de
ncial ni
ningn
te
xto
im
p reso de sus discursos
puede
comunicar p
or
completo la s
en-
saci
n
de vivaci
dad
del ho
mbre
como lo
vemos
y
escu
chamos
disertar
an
te u
na
pantalla de te
levisin.
Con
todo , la so la di stan cia
qu e separa al lector de la reali-
dad que
se
describe es el prec io
a pa gar a cambio de la
co
m
prensin y la supremaca.
El
sig
nificado es
un
fen
men
o creado
por la reduccin de la experien
cia a pa labras o rga
niz
ada s en
oraciones .
El pr
oceso de co m
prensin es el mismo proceso
que comp
orta
redu
cir
un
acon
tecimiento a la escritura Un do
cumental de telev isin
so
bre El
Foto de Hugues de Wrstemberger 1
9
Salvador o
sobre Lb
ano pue
de
ayudarle al es
pe
ctado r a crear
una
ima
gen
mu
cho ms vvida y
conmovedora que cua lquie ra
creada por la pa
labra impre
sa,
pero a menos qu e el documen-
tal sea ac
ompaad
o
por un
an
lisis hablado o qu e es, esen
cialme
nt
e, pala
br
a
impr
esa leda
en voz
lt
el documental fra
casar en
propor
cionar al audi
torio la clase de comprensin, el
tipo
de
se
ntid
o
qu
e l extr
ae
ra
de
,
dig
amos la lectu ra de un
ens
ayo
en
Foreign Affairs
L
ee
r
es intrnsecamente un modo por
completo diferente de elaborar
una imagen de la rea lidad de lo
que es
ve
r o escuchar Y la lec
tura resulta indispensable cuan
do el propsito ex
ig
e una con
ce
pci n
ve
rtebrada, m
s
bi en
que una nueva impres in o una
ex p erie nc ia emoc io n a l, de la
r
ea
lidad.
Hay otra s dos maneras, ms
bien o
br
as, en las que la
co
mu
nicacin por medio de la lec tura
de un impreso difiere de la co
municacin a travs de ver u or
te lev isi n , radi
o
c ine, di
scos.
Una es simplemente la h
ab
ilid
ad
para pr
esent
ar
un
a masa s
ub
s
tancial de informacin: el con te-
Biblioteca de Mxico
5
nido de
un so
lo e jemplar de be
New York Times abarca mu cho
ms
qu
e la
progr
amacin de no
ticiarios de
un
a semana de tele
visin, y
un
libro
pr
oporciona el
nico medio rea lista para pre
se
ntar
un ex
tenso , ve
rt
e
br
ado y
d e ta llado tr a ta mi e n to d e un
tem
a
El otro es la casi infinita y
ms amplia gama de opcio nes
de tema y enfo
qu
e
qu
e se o fre
cen al l
ec
tor en contraste con el
radi
oesc
ucha o el es p
ec
tad
or
de
telev isin . El impul
so
de l
os
me
dios, en r
az
n de su
pro
pia tec
nol
og
a, ha sido el de congregar
audiencias cada vez ms vastas
frente a fuentes de transmisin
cada vez ms pequeas. Un no
ticiario de telev isin en
tiem
po
triple A con un auditorio infe rior
a l
os
10 millones
de espectado-
res simul t neos ape nas
puede
se
r financiado .
En aos
reci
entes
esta situacin se ha modificado
sustancialmente, con la band