El Manifiesto de El Paso (1957)

En febrero de 1957, una exposición en la Dirección General de Bellas Artes de Madrid, permite el encuentro entre el pintor Antonio Saura y el crítico de arte José Ayllón; dando origen a El Paso: respuesta vanguardista al decadente panorama artístico español.

Completarán el grupo Manolo Millares, Luis Feito, Rafael Canogar, Manuel Rivera, Juana Francés, Antonio Suárez, Pablo Serrano y el crítico de arte Manolo Conde. Más tarde, se integrarían el pintor Manuel Viola y el escultor Martín Chirino.Saura bautizaría el grupo en relación a una fotografía de Manolo Millares; que muestra un deteriorado cartel con la expresión: “Prohibido el Paso”; todo un signo de la realidad artística y política del momento, y de la necesidad de crear un movimiento posibilista que facilitara la creación “a contracorriente”.

Este Manifiesto evidencia el desfase cultural español. Sólo Barcelona miraba tímidamente al extranjero, con una marcada influencia francesa. El Paso pretendía aportar savia nueva y dar continuidad a otras propuestas vanguardistas previas: en Zaragoza el Grupo Pórtico (1947-50), en Barcelona Dau al Set (1948-53) y en Valencia el Grupo Parpalló (1956-61). El primer congreso de arte abstracto había tenido lugar en Santander, en 1953.La falta de resonancia en el panorama artístico es la que justifica el ejercicio expresivo de este “arte otro”, que intenta mantenerse a flote en la turbulencia plástica del momento.

La redacción del manifiesto corrió a cargo de José Ayllón, propiciando la inauguración de su primera exposición en la Galería-Librería madrileña “Buchholz”. Por aquel entonces, el arte moderno y las vanguardias buscaban refugio en este tipo de locales. El paso era un intento de reunificación de las difusas propuestas artísticas, que pretendían hacerse hueco entre la incertidumbre estética de la posguerra española. La Sala Gaspar de Barcelona y el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid en su Sala Negra también dieron cabida a la exposición Otro Arte, que incluía obras de Millares, Saura, Feito y Canogar.

A pesar de la heterogeneidad, individualidad y variada procedencia de sus miembros, El Paso mantuvo un fuerte compromiso y coherencia interna, de raíz ideológica revolucionaria que difiere del resto de grupos y lo hace singular. Paradójicamente, presenta ciertas analogías con la Generación del 98; compartiendo elementos afines con el surrealismo Bretoniano, aunque evidentemente, su análisis formal lo acerca a la abstracción y sobre todo, al informalismo.Entregado a dicha abstracción, en algunos casos, o sin renunciar a elementos figurativos, en otros, El Paso es un referente básico de la renovación artística. Todos sus miembros generarían un discurso de vanguardia que, utilizando distintos soportes como pretexto para su acción irónica, desgarrada e incisiva, aportan un lenguaje altamente expresivo.

El modernismo artístico español estará en deuda con El Paso. La génesis del primero pasaría por la capacidad del segundo para tender puentes, entre el arte mortecino y encorsetado del pasado y un arte futuro; cuya apariencia efímera parecía incapaz de empaquetar o etiquetar nada que pudiera ser vendible y respetado dentro del mercado artístico internacional.

Este es el “paso” previo, el baño de dignidad que nuestro arte necesitaba; buscando un lugar en el mundo, a caballo entre el informalismo, la abstracción y las nuevas tendencias. Un momento decisivo para la consolidación de la vanguardia española y su normalización dentro de la modernidad artística: actitud crítica, agresividad, compromiso político, simplificación y reduccionismo cromático unidos en una heterogénea práctica artística.

Saura y Millares fueron quizá quienes más profundizaron en la tradición cultural española y quienes más se esforzaron por mantener el grupo integrado; en conexión con la modernidad internacional y sobre todo con el expresionismo abstracto americano.

Manolo Millares destacó por su carácter polifacético, abordando tanto el paisajismo, como la pintura figurativa, el grabado, la fotografía, los trabajos con material reciclado, arpillería y cuerdas, hasta sumergirse en la abstracción. Una prefiguración creativa, desgarrada y angustiosa, de lo que acontecería de manera extensa en el posterior panorama artístico. Saura por su parte, introduce sutilmente la figura femenina en su obra. Un intento aseverativo de la presencia del individuo en el arte español, realizado a través de la distorsión de la formas. Sus armas son los surcos, las protuberancias, los contornos difuminados, las formas abruptas, blandas e informes. Todo un elenco de distorsiones y anomalías cuya esencia nos remite implícitamente al cuerpo humano.

Los signos de la época también se reflejan en el automatismo y la condensación matérica de Luis Feito. Aunque el ejemplo paradigmático, dentro de una vanguardia dominada por hombres, es Juana Francés; capaz de navegar entre abstracción y figuración para crear, tal como refleja el manifiesto de El Paso, una zona o tendencia que las hace complementarias.Francés utiliza un simbolismo que embiste contra los elementos anquilosados del sistema imperante; tanto en sus figuraciones geometrizantes como en su informalismo matérico.Pablo Serrano, marido de Juana, aportará nuevas formas dentro del movimiento escultórico: “Por una parte, un deseo de orden, por otra, un deseo de destrucción en busca de otro orden” (1957).

Tras la incorporación de Martín Chirino, colaborarían con el grupo Antonio Tápies, Fermín Aguayo, Joan Miró, Eduardo Chillida y Ángel Ferrant, siendo seleccionados para participar en la XXIX Bienal de Venecia. Esto último facilitó su entrada en los circuitos de arte internacionales; empezando a codearse con artistas como Willem de Kooning, Jackson Pollock, Franz Kline, Adolph Gottlieb, Clyford Still o Robert Motherwell. Otros textos y cartas se irían alternando con acciones; como la quema de una arpillería de Millares: una forma de protesta simbólica.Numerosas obras de artistas de El Paso fueron incluidas en las exposiciones de “Arte Español” del MOMA y Gugenheim de Nueva York, o la Tate Gallery de Londres, fomentando la creación de un nuevo “espíritu del arte español”; que sería utilizado hábilmente por el gobierno franquista como elemento de propaganda. Una maniobra política que intentaba asimilar este avance cultural con un presunto aperturismo por parte del Régimen. Por este motivo, algunos artistas como Saura, Millares o Tapies se desmarcaron de dichas exposiciones “oficiales” y la crítica extranjera granjeó tanto halagüeñas y positivas críticas, como desconfiadas opiniones que calificaban las muestras como arte provinciano envuelto de modernismo y tufo franquista.

El Paso abogó por la estética informal, la libertad creativa, la intuición y la espontaneidad que convierte a las obras en únicas e irrepetibles, manteniendo contactos con el Equipo 57; otro grupo que intentaba hacer frente común desde la trinchera del arte analítico.

En primavera de 1960, tras finalizar la exposición Cuatro Pintores Españoles (Canogar, Millares, Rivera y Saura), organizada por Joan Miró, el grupo se reúne por última vez en el Café de Lión de Madrid, publicando su Carta El Paso nº15, titulada Comunicación: una crítica que propone la ampliación de las bases y el abandono de los grupos cerrados a través de un arte más activo y combativo, más sostenible y con mayor repercusión social. Quedaba mucho por hacer, la ruta fijada y marcado El paso.

Bibliografía

-Nieto Alcaide, Víctor. “El Paso” (1957 - 1960), en Enciclopedia Madrid S.XX- Tusell Gargía, Genoveva. “La proyección internacional de los artistas de El Paso (1955-1964)”. Centro de Exposiciones y Congresos de Ibercaja (Zaragoza, 2003), catálogo 107. -Varios autores. “Manual del Arte Español”. Sílex. 2003-Asociación Amigos del MCARS. Millares. Museo Nacional de Arte Reina Sofía. 1992.-Varios autores. “En el tiempo de El Paso”. Catálogo. Madrid, Centro Cultural de la Villa, 2003.-http://www.artepaso.com/es/elpaso.php-www.campzar.es/salaprensa/articulos-www.galeriamarlborough.com/artistas-ficha.php?url=martin-chirino