el marxismo y nuestra época- Leon Trotsky

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  • 7/31/2019 el marxismo y nuestra poca- Leon Trotsky

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    GRUPO GERMINAL(en defensa del marxismo)

    cuadernos de formacin marxista

    (Trotsky escribi este texto como introduccin al libro de Otto Rhle que condensaba el volumensobre el capital deEl Capital de Carlos Marx; la traduccin est hecha siguiendo la versin francesade las Oeuvres de Lon Trotsky publicadas por el Institut Lon Trotsky, en ellas aparece el texto en

    el tomo 20, pginas 145-187)

    EL MARXISMO Y NUESTRA POCA

    Len TROTSKY

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    ndiceEl mtodo de Marx pgina 4

    El marxismo y la ciencia oficialpgina 5

    La ley del valor-trabajo pgina 6

    La desigualdad y la explotacin pgina 8

    La competencia y el monopolio pgina 8

    La concentracin de la riqueza y el aumento de las contradicciones de clase pgina 9

    Las enseanzas de Marx estn periclitadas? pgina 11

    1.-La teora de la pauperizacin

    2.-El ejrcito de reserva y la nueva subclase de los parados

    3.-La decadencia de las clases medias

    4.-La crisis industrial

    5.-La teora del derrumbe

    La decadencia del capitalismo pgina 19El fascismo y el New Dealpgina 20

    Anomala o norma? pgina 21

    El retorno al pasado pgina 22

    Los sabios y el marxismo pgina 23

    Las posibilidades de produccin y la propiedad privada pgina 24

    La ineluctabilidad del socialismo pgina 25

    El marxismo en los Estados Unidos pgina 27

    El espejo ideal del capitalismo pgina 30

    Las metrpolis y las colonias pgina 31

    La economa mundial planificada pgina 34

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    Este libro de Otto Rhle es una exposicin muy condensada de las doctrinas

    econmicas fundamentales de Marx. Al fin y al cabo, nadie ha sido an capazde exponer la teora del trabajo mejor que el mismo Marx.

    Algunas de las argumentaciones de Marx, particularmente en el primercaptulo, el ms difcil, pueden parecerle al lector no iniciado demasiadodiscursivas, ociosas o metafsicas. En realidad, esta impresin es laconsecuencia del hecho de que no se tiene el hbito de considerar de unamanera cientfica los fenmenos cotidianos. La mercanca se ha convertido enuna parte tan universalmente difundida, tan familiar en nuestra vida cotidiana,que ni tan siquiera intentamos preguntarnos por qu los hombres nos

    separamos de objetos importantes, necesarios para el sostenimiento de la vida,para cambiarlos por pequeos discos de oro o de plata que no tienen ningunautilidad, por si mismos, en ningn continente. El ejemplo no se limita a lamercanca. Todas y cada una de las categoras de la economa del mercadoparecen ser aceptadas sin anlisis, por si mismas, y como si fuesen las basesnaturales de las relaciones humanas. No obstante, mientras las realidades delproceso econmico son el trabajo humano, las materias primas, lasherramientas, las mquinas, la divisin del trabajo, la necesidad de distribuirlos productos acabados entre los participantes en el proceso de produccin,etctera, las categoras como mercanca, moneda, salario, capital, ganancia,

    impuesto, etctera, son nicamente reflejos semimsticos en las cabezas de loshombres de los varios aspectos de un proceso econmico que no comprendeny que escapa a su control. Para descifrarlos es indispensable un anlisiscientfico.

    En los Estados Unidos, donde un hombre que posee un milln se consideracomo que vale un milln, los conceptos de la economa de mercado han cadomucho ms abajo que en ningn otro lugar. Hasta hace poco, losnorteamericanos no otorgaban ms que un poco de atencin a la naturaleza delas relaciones econmicas. En el pas del sistema econmico ms pujante, laciencia econmica era extremadamente pobre. Fue necesaria la profunda crisisactual de la economa norteamericana para poner, bruscamente, a la opininpblica de ese pas ante los problemas fundamentales de la sociedadcapitalista. En todo caso, aquellos que se hayan acostumbrado a aceptar sin unexamen riguroso las reflexiones ideolgicas sobre el desarrollo econmico,aquellos que no hayan razonado, siguiendo los pasos de Marx, sobre lanaturaleza esencial de la mercanca como la clula bsica del organismocapitalista, estarn incapacitados para comprender cientficamente losfenmenos ms importantes de nuestra poca.

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    El mtodo de Marx

    A pesar de haber definido la ciencia como el conocimiento de los fenmenos

    objetivos de la naturaleza, el hombre ha tratado tozuda y obstinadamente deexcluirse a si mismo de la ciencia, reservndose privilegios especiales bajo laforma de pretendidas relaciones con fuerzas suprasensibles (religin) o conpreceptos morales eternos (idealismo). Marx priv al hombre definitivamentey para siempre de esos odiosos privilegios, considerndolo como un eslabnnatural en el proceso evolutivo de la naturaleza material; considerando lasociedad humana como la organizacin para la produccin y la distribucin;considerando al capitalismo como una etapa en el desarrollo de la sociedadhumana.

    La intencin de Marx no era descubrir las leyes eternas de la economa.Neg la existencia de semejantes leyes. La historia del desarrollo de lasociedad humana es la historia de la sucesin de varios sistemas econmicos,cada uno de los cuales acta de acuerdo con sus propias leyes. El pasaje de unsistema al otro se ha visto determinado siempre por el aumento de las fuerzasproductivas, es decir, de la tcnica y de la organizacin del trabajo. Hastacierto punto, los cambios sociales son de carcter cuantitativo y no alteran lasbases de la sociedad, es decir, las formas dominantes de la propiedad. Perollega un punto en el que las fuerzas productivas acrecentadas ya no pueden

    continuar cerradas dentro de las viejas formas de la propiedad; entonces seproduce un cambio en el orden social, acompaado de conmociones. A lacomuna primitiva le sucedi complement la esclavitud; la esclavitud fuereemplazada por la servidumbre con su superestructura feudal; el desarrollocomercial de las ciudades llev a Europa, en el siglo XVI, al rgimencapitalista, que pas inmediatamente a travs de diversas etapas. En ElCapital, Marx no estudia la economa en general, sino la economacapitalista, con sus leyes especficas. De los otros sistemas econmicos,siquiera habla incidentalmente y slo para clarificar las caractersticas delcapitalismo.

    La economa de la familia campestre primitiva, que era autosuficiente, notena necesidad de una economa poltica, porque estaba dominada, por unaparte, por las fuerzas de la naturaleza y, por otra parte, por las fuerzas de latradicin. La economa natural de los griegos y romanos (completa en simisma) fundamentada en el trabajo de los esclavos, dependa de la voluntadde los propietarios de los esclavos, cuyo plan estaba determinadodirectamente por las leyes de la naturaleza y de la rutina. Lo mismo puededecirse tambin del rgimen medieval con sus campesinos siervos. En todos

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    estos casos las relaciones econmicas eran claras y transparentes, en estadobruto, por decirlo as. Pero el caso de la sociedad contempornea es

    completamente diferente. Ha destruido las viejas relaciones de la economacerrada y los modos de trabajo del pasado. Las nuevas relaciones econmicashan relacionado entre s las ciudades y las aldeas, las provincias y lasnaciones. La divisin del trabajo ha abrazado todo el planeta. Despus dehaber hecho aicos la tradicin y la rutina, esos lazos no se han formado segnun plan definido sino, ms bien, independientemente de la conciencia y de laprevisin humanas. La interdependencia de los hombres, los grupos, lasclases, las naciones, que resulta de la divisin del trabajo, no est dirigida pornadie. Los hombres trabajan los unos para los otros sin conocerse entre s, sinconocer las necesidades de los otros, con la esperanza y, inclusive, con la

    seguridad de que sus relaciones se regularn por s mismas de una u otramanera. Y esto es, al fin y al cabo, lo que sucede o, mejor dicho, es lo quesuceda habitualmente en otros tiempos.

    Es completamente imposible buscar las causas de los fenmenos de lasociedad capitalista en la conciencia subjetiva, en las intenciones o planes desus miembros. Los fenmenos objetivos del capitalismo han sido reconocidosantes de que la ciencia se haya aplicado a estudiarlos seriamente. Hasta hoy enda la mayora de los hombres nada saben sobre las leyes que rigen laeconoma capitalista. La gran fuerza del mtodo de Marx radic en abordar losfenmenos econmicos, no desde el punto de vista subjetivo de algunaspersonas, sino desde el punto de vista objetivo del desarrollo de la sociedad ensu conjunto, exactamente igual que un naturalista aborda una colmena o unhormiguero.

    Para la ciencia econmica aquello que tiene una importancia decisiva es lo quehacen los hombres y cmo lo hacen y no lo que piensan respecto a susacciones. En la base de la sociedad no se encuentran la religin y la moral sinolos recursos naturales y el trabajo. El mtodo de Marx es materialista, porque

    va de la existencia a la conciencia y no inversamente. El mtodo de Marx esdialctico, porque considera la naturaleza y la sociedad en su evolucin y lamisma evolucin como la lucha constante de fuerzas antagnicas.

    El marxismo y la ciencia oficial

    Marx tuvo sus predecesores. La economa poltica clsica (Adn Smith, DavidRicardo) consigui su apogeo antes de que el capitalismo llegara a sumadurez, antes de que comenzase a temer el futuro. Marx pag a estos dosgrandes clsicos su tributo de profunda gratitud. No obstante, el error bsico

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    de los economistas clsicos era que consideraban al capitalismo como laexistencia normal de la humanidad en todas las pocas, mientras que este no

    era ms que una etapa histrica en el desarrollo de la sociedad. Marx comenzcriticando esa economa poltica, explic sus errores, al mismo tiempo que lascontradicciones del mismo capitalismo, y demostr que era inevitable eldesmoronamiento de este rgimen. La ciencia no puede lograr su meta en elestudio hermticamente acotado del erudito, sino en la sociedad de loshombres de carne y hueso. Todos los intereses y pasiones que rasgan lasociedad ejercen su influencia en el desarrollo de la ciencia, especialmente dela economa poltica, que es la ciencia de la riqueza y de la pobreza. La luchade los obreros contra la burguesa oblig a los tericos burgueses a dar laespalda al anlisis cientfico del sistema de explotacin y a limitarse a la

    simple descripcin de los hechos econmicos, al estudio del pasadoeconmico y, lo que es infinitamente peor, a una verdadera falsificacin de larealidad con el propsito de justificar al rgimen capitalista. La doctrinaeconmica que se ha enseado hasta hoy en da en las instituciones oficialesde enseanza y se ha predicado en la prensa burguesa nos ofrece unimportante documento sobre el trabajo, pero, no obstante, es completamenteincapaz de comprender el proceso econmico en su conjunto y descubrir susleyes y perspectivas, ni tiene ningn deseo de hacerlo. La economa polticaoficial ha muerto.

    La ley del valor-trabajo

    En la sociedad contempornea el lazo cardinal entre los hombres es elintercambio. Todo producto del trabajo, que entra en el proceso deintercambio, deviene mercanca. Marx comenz su investigacin con lamercanca y dedujo de esa clula fundamental de la sociedad capitalista lasrelaciones sociales que se han formado objetivamente como la base delintercambio, independientemente de la voluntad del hombre. Este es el nicomtodo que permite resolver este enigma fundamental: cmo en la sociedad

    capitalista, en la que cada hombre piensa slo en si mismo y nadie piensa enlos otros, se han creado las relaciones entre las diversas ramas de la economaindispensables para la vida?

    El obrero vende su fuerza de trabajo, el agricultor lleva su producto almercado, el prestamista o el banquero conceden prstamos, el comercianteofrece un surtido de mercancas, el industrial construye una fbrica, elespeculador compra y vende acciones y bonos, y cada uno de ellos tiene enconsideracin sus propias conveniencias, sus planes privados, su propiaopinin sobre los salarios y el beneficio. No obstante, de este caos de

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    esfuerzos y acciones individuales surge un conjunto econmico que, a pesarde no ser armonioso, permite a la sociedad, no obstante, no solo existir sino,

    inclusive, desarrollarse.Esto quiere decir que, al fin y al cabo, el caos no es, de ninguna manera, uncaos, que, en determinada medida, est regulado automtica einconscientemente. Comprender el mecanismo que confiere a los diversosaspectos de la economa un equilibrio relativo es descubrir las leyes objetivasdel capitalismo.

    Evidentemente que las leyes que rigen las diversas esferas de la economacapitalista, salarios, precios, arrendamiento, beneficio, inters, crdito, bolsa,son numerosas y complejas. Sin embargo, en ltima instancia, proceden de

    una nica ley descubierta por Marx y examinada por l bien a fondo: es la leydel valor-trabajo, que es, ciertamente, la reguladora fundamental de laeconoma capitalista. La esencia de esa ley es simple. La sociedad dispone decierta reserva de fuerza de trabajo viva. Aplicada a la naturaleza, esa fuerzaengendra productos necesarios para la satisfaccin de las necesidadeshumanas. Como consecuencia de la divisin del trabajo entre los productoresindependientes, los productos toman la forma de mercancas. Las mercancasse cambian entre s en una proporcin determinada, al principio directamentey, ms tarde, por medio de un intermediario: el oro o la moneda. La propiedadesencial de las mercancas, propiedad que las hace iguales entre s, siguiendocierta relacin, es el trabajo humano gastado para producirlas (trabajoabstracto, trabajo en general) la base y la medida del valor. La divisin deltrabajo entre millones de productores no comporta la desintegracin de lasociedad porque las mercancas son intercambiadas de acuerdo con el tiempode trabajo socialmente necesario exigido para su produccin. Por medio de laaceptacin y el rechazo de las mercancas, el mercado, en su calidad deterreno del intercambio, decide si contienen o no contienen en s mismas eltrabajo socialmente necesario y, gracias a ello, determina las cantidades de lasdiversas clases de mercancas necesarias para la sociedad y, en consecuencia

    tambin, la distribucin de la fuerza de trabajo entre las diferentes ramas de laproduccin.

    Los procesos reales del mercado son infinitamente ms complejos que el quehemos expuesto aqu en pocas lneas. As, los precios, al oscilar alrededor delvalor del trabajo, fluctan por encima y por de bajo de sus valores. Las causasde esas variaciones estn explicadas, por completo, en el tercer volumen de ElCapital en el que Marx describe el proceso de la produccin capitalistaconsiderado en su conjunto. No obstante, por grandes que puedan ser lasdiferencias entre los precios y los valores de las mercancas en los casos

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    individuales, la suma de todos los precios es igual a la suma de todos losvalores, porque en ltimo trmino nicamente los valores que han sido

    creados por el trabajo humano se encuentran a disposicin de la sociedad, ylos precios no poden franquear este lmite, inclusive si se tiene en cuenta elmonopolio de los precios o el trust; de all donde el trabajo no ha creadoun valor nuevo, ni el mismo Rockefelle puede sacar nada.

    La desigualdad y la explotacin

    Pero si las mercancas se intercambian de acuerdo con la cantidad de trabajoinvertido en ellas, cmo la desigualdad puede resultar de la igualdad? Marxresolvi ese enigma exponiendo la naturaleza particular de una de las

    mercancas, que es a la base de todas las otras mercancas: la fuerza de trabajo.El propietario de los medios de produccin, el capitalista, compra la fuerza detrabajo. Como todas las otras mercancas, la fuerza de trabajo es valorada deacuerdo con la cantidad de trabajo que contiene, esto es, de acuerdo con losmedios de subsistencia necesarios para el mantenimiento y la reproduccin dela fuerza de trabajo. Pero el consumo de esta mercanca (la fuerza de trabajo)es trabajo, es decir la creacin de nuevos valores. La cantidad de esos valoreses mayor que los que recibe el trabajador y que necesita para sumantenimiento. El capitalista compra fuerza de trabajo para explotarla. Esaexplotacin es la fuente de la desigualdad. Esta parte del producto del trabajo,

    que contribuye a la subsistencia del trabajador, Marx la llama productonecesario; la parte excedente que produce el trabajador la llama plusvala. Laplusvala ha sido producida por el esclavo, si no el amo de esclavos no habramantenido esclavos. La plusvala ha sido producida por el siervo, si no laservidumbre no habra tenido ninguna utilidad para la nobleza terrateniente.Igualmente la plusvala es producida (aunque en una escala infinitamente msgrande) por el trabajador asalariado, si no el capitalista no tendra ningninters en comprar la fuerza de trabajo. La lucha de clases no es otra cosa quela lucha por la plusvala. Quien posee la plusvala es el amo del estado, tiene

    la llave de la Iglesia, de los tribunales, de las ciencias y de las artes.

    La competencia y el monopolio

    Las relaciones entre los capitalistas que explotan a los trabajadores estndeterminadas por la competencia, que acta como el resorte principal delprogreso capitalista. Las empresas grandes gozan, en relacin con laspequeas, de mayores ventajas tcnicas, financieras, de organizacin,econmicas y, last but not least, polticas. Una cantidad mayor de capitales,

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    que permite explotar a un mayor nmero de trabajadores, da inevitablementela victoria en una competicin a quien los posee. Tal es la base de la

    centralizacin y concentracin de capitales.Al estimular el progreso y el desarrollo de la tcnica, la competencia no solodestruye a las capas de productores intermedios, sino que se destruye tambina s misma. Sobre los cadveres y semicadveres de los capitalistas pequeosy medianos emerge un nmero cada vez menor de magnates capitalistas cadavez ms poderosos. De esta manera, de la competencia honesta, democrticay progresiva surge, irrevocablemente, el monopolio daino, parsito yreaccionario. Su predominio comenz a afirmarse a partir de 1880 y asumi suforma definitiva a comienzos del presente siglo. Ahora, la victoria del

    monopolio es abiertamente reconocida por los representantes oficiales de lasociedad burguesa

    0.

    No obstante, cuando, en el intento de prever, mediante el anlisis, el futuro delsistema capitalista, Marx demostr por primera vez que el monopolio es unaconsecuencia de las tendencias inherentes al capitalismo, el mundo burguscontinu considerando la competencia como una ley eterna de la naturaleza.

    La eliminacin de la competencia por el monopolio seala el comienzo de ladesintegracin de la sociedad capitalista. La competencia era el principal

    resorte creador del capitalismo y la justificacin histrica del capitalista. Por elmismo hecho, la eliminacin de la competencia significa la transformacin delos accionistas en parsitos sociales. La competencia necesitaba determinadaslibertades, una atmsfera liberal, un rgimen democrtico, un cosmopolitismocomercial. El monopolio reclama un gobierno tan autoritario como seaposible, murallas aduaneras, sus propias fuentes de materias primas ymercados (colonias). La ltima palabra en la descomposicin del capitalmonopolista es el fascismo.

    La concentracin de la riqueza y el aumento de las contradicciones de clase

    Los capitalistas y sus defensores tratan por todos los medio de ocultar, tanto alos ojos del pueblo como a los del fisco, el alcance real de la concentracin dela riqueza. La prensa burguesa, con menosprecio de la evidencia, intentacontinuamente mantener la ilusin de una distribucin democrtica de loscapitales invertidos. El New York Times, con la pretensin de refutar a losmarxistas, seala que hay de tres a cinco millones de patronos individuales. Locierto es que las sociedades annimas representan una concentracin de

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    capital mayor que la que representan los de tres a cinco millones de patronosindividuales, aunque los Estados Unidos cuentan con medio milln de

    sociedades.Estos juegos con datos globales y medias estadsticas tienen como objeto noaclarar sino ocultar la realidad. Desde el comienzo de la guerra hasta 1923 elnmero de fbricas y factoras existentes en los Estados Unidos descendi delndice 100 al 98,7 mientras que la masa de produccin industrial ascendi del100 al 156,3. Durante los aos de una prosperidad sensacional (1923-1929),cuando pareca que todo el mundo estaba en camino de hacerse rico, el ndicedel nmero de establecimientos disminuy de 100 a 93,8 mientras que laproduccin aument de 100 a 113. No obstante, la concentracin de los

    establecimientos industriales, limitada por su voluminoso cuerpo material, estmuy por detrs de la concentracin de sus almas, es decir de su haber. En1929 los Estados Unidos tenan en realidad ms de 300.000 sociedades, comoobserva correctamente el New York Times. Hay que aadir nicamente que200 de estas sociedades, es decir, el 0,07 del nmero total, controlabandirectamente el 49,2% de los fondos de todas las sociedades. Cuatro aos mstarde el porcentaje haba aumentado ya al 56% y, durante los aos de laadministracin de Roosevelt, indudablemente ha aumentado an ms. Dentrode esas 200 sociedades annimas principales el dominio real pertenece a una

    pequea minora

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    .El mismo proceso puede observarse en los sistemas de la banca y los seguros.Cinco de las mayores compaas de seguros de Estados Unidos han absorbidono slo a las otras compaas sino, tambin, a muchos bancos. El nmero totalde bancos se ha reducido por absorcin, principalmente bajo la forma de lasrenombradas mergers (fusiones). Este proceso se acelera rpidamente. Porencima de los bancos se eleva la oligarqua de los superbancos. El capitalbancario se fusiona con el capital industrial bajo la forma de supercapitalfinanciero. Suponiendo que la concentracin de la industria y de los bancos

    contine al mismo ritmo que durante el ltimo cuarto de siglo (de hecho eseritmo est en aumento), en el curso del prximo cuarto de siglo los hombresde los trusts habrn acaparado toda la economa del pas.

    Nos referimos a las estadsticas de los Estados Unidos porque son ms exactasy ms hirientes. El proceso de concentracin tiene, esencialmente, carcterinternacional. A travs de las diversas etapas del capitalismo, a travs de todaslas fases de los ciclos coyunturales, a travs de todos los regmenes polticos, atravs de los perodos pacficos, como tambin a travs de los perodos deconflictos armados, el proceso de concentracin de todas las grandes fortunas

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    en un nmero de manos cada vez menor ha continuado y continuar hasta elfinal. Durante los aos de la gran guerra, cuando las naciones estaban heridas

    de muerte, cuando los sistemas fiscales rodaban hacia el abismo, arrastrandodetrs de ellos a las clases medias, los hombres de los trusts recogan, entre lasangre y el barro, beneficios sin precedentes. Las poderosas compaas de losEstados Unidos, durante los aos de guerra, doblaron, triplicaron,cuadruplicaron, decuplicaron su capital e inflaron sus dividendos hasta el 300,el 400, 900%, e inclusive ms. En 1840, ocho aos antes de la publicacin porMarx y Engels delManifiesto Comunista, el famoso escritor francs Alexis deTocqueville escribi en un libro tituladoLa democracia en Amrica: La granriqueza tiende a desaparecer y el nmero de pequeas fortunas a aumentar.Este pensamiento ha sido reiterado innumerables veces, primero en referencia

    a los Estados Unidos y, despus, en referencia a las otras jvenes democracias,Australia y Nueva Zelanda. La idea de Tocqueville ya era, ciertamente, falsaen su poca. No obstante, la verdadera concentracin de la riqueza comenznicamente despus de la Guerra Civil norteamericana, en las vsperas de lamuerte de Tocqueville. A comienzos del actual siglo, el 2% de la poblacin delos Estados Unidos posea ya ms de la mitad de la riqueza total del pas; en1929 ese mismo 2% posea los 3/5 de la riqueza nacional. En la misma poca,36.000 familias ricas posean una renta tan grande como 11 millones defamilias de la clase media y de los pobres. Durante la crisis de 1929-1933 los

    trusts no tenan necesidad de apelar a la caridad pblica; al contrario, seelevaron an ms alto en medio del declive general de la economa nacional.Durante la precaria recuperacin industrial que la sigui, producida por lalevadura del New Deal, los hombres de los trusts amasaron nuevos beneficios.El nmero de los parados disminuy, en el mejor de los casos, de 20 a 10millones; durante el mismo tiempo, la nata de la sociedad capitalista, 6.000personas como mximo, cobr dividendos fantsticos. Esto es lo que elProcurador general Robert H. Jackson revel, con el apoyo de cifras.

    Pero el concepto abstracto de capital monopolista est para nosotros lleno

    de carne y hueso. Significa que un puado de familias2

    , unidas por lazos deparentesco e inters comn en una oligarqua capitalista exclusiva, dispone deldestino econmico y poltico de una gran nacin. Por fuerza es necesarioreconocer que la ley marxista de la concentracin del capital ha demostradosiempre estar de acuerdo con los hechos.

    Las enseanzas de Marx estn periclitadas?

    Las cuestiones de la competencia, de la concentracin de la riqueza y del

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    monopolio llevan de forma natural a la cuestin de saber si en nuestra poca lateora econmica de Marx no tiene ms que un simple inters histrico (como,

    por ejemplo, la teora de Adn Smith) o si an es actual. El criterio quepermite responder a esta pregunta es simple: si la teora permite apreciarcorrectamente el curso del desarrollo social y prever el futuro mejor que lasotras teoras, contina siendo la teora ms avanzada de nuestra poca, aunquedate ya de algunas decenas de aos.

    El famoso economista alemn Werner Sombart, que era virtualmente unmarxista a comienzos de su carrera, pero que ms tarde revis todos losaspectos ms revolucionarios de la doctrina de Marx, opuso a El Capital deMarx su propio Capitalismo, que probablemente es la exposicin apologtica

    ms conocida de la economa burguesa en los ltimos tiempos. Sombartescribi: Carlos Marx profetiz: primo, la miseria creciente de lostrabajadores asalariados; secundo, la concentracin general, con ladesaparicin de la clase de los artesanos y de los campesinos; tertio, eldesmoronamiento catastrfico del capitalismo. Nada de esto ha ocurrido.

    A este pronstico equivocado, Sombart contrapona su propio diagnstico,estrictamente cientfico. El capitalismo continuar (segn l)transformndose internamente en la direccin en la que ha comenzado ya atransformarse en la poca de su apogeo: al envejecer, devendr, cada vez ms,calmado, tranquilo, razonable. Tratemos de ver, aunque no sea ms que en suslneas generales, quien de los dos tiene razn: Marx, con su prediccin de lacatstrofe, o Sombart, que en nombre de toda la economa burguesa prometique las cosas se arreglaran calmadamente, tranquilamente yrazonablemente. El lector reconocer que esta cuestin merece serexaminada.

    1.- La teora de la pauperizacin

    Por eso, lo que en un polo es acumulacin de riqueza es, en el polo contrario,

    es decir, en la clase que crea su propio producto como capital,, acumulacinde miseria, de tormentos de trabajo, de esclavitud, de despotismo y deignorancia y degradacin moral.

    3sa tesis de Marx, conocida con el nombre

    de teora de la pauperizacin, se ha visto sometida a ataques constantes porparte de los reformistas y socialdemcratas, especialmente durante el perodode 1896 a 1914, cuando el capitalismo se desarroll rpidamente y acordciertas concesiones a los trabajadores, sobretodo a su capa superior. Despusde la Guerra Mundial, cuando la burguesa, espantada por sus propioscrmenes y atemorizada por la Revolucin de Octubre, se adentr por el

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    camino de las reformas sociales preconizadas, el efecto de las cuales fueanulado inmediatamente por la inflacin y el paro, la teora de la

    transformacin progresiva de la sociedad capitalista pareca completamenteasegurada a los ojos de los reformistas y de los profesores burgueses. Elpoder adquisitivo del trabajo asalariado (nos asegur Sombart en 1928) haaumentado en proporcin directa a la expansin de la produccin capitalista.

    De hecho, la contradiccin econmica entre el proletariado y la burguesa seagrava durante los perodos ms prsperos del desarrollo capitalista, cuando laelevacin del nivel de vida de determinadas capas de trabajadores, muyextendidas momentneamente, oculta la disminucin de la parte delproletariado en la renta nacional. De esta manera, apenas antes de caer en el

    marasmo, la produccin industrial de Estados Unidos aument en un 50%entre 1920 y 1930, mientras que la suma pagada por los salarios aumentnicamente en un 30%, que signific una tremenda disminucin de la parte delos trabajadores en la renta nacional. En 1930 comenz un aumento del paro,que era un mal augurio, y en 1933 una ayuda, ms o menos sistemtica, a losparados, que recibieron bajo forma de subsidio apenas ms de la mitad de loque haban perdido bajo forma de salarios.

    La ilusin del progreso continuo de todas las clases se ha desvanecido sindejar rastro. El declive relativo del nivel de vida de las masas ha dado lugar a

    un declive absoluto. Los trabajadores comienzan por economizar en susmodestos placeres, despus en sus trajes y, al final, en sus alimentos. Losartculos y productos de calidad media son sustituidos por la quincalla y laquincalla por el saldo. Los sindicatos empiezan a asemejarse al hombre que seacerca a la rampa cuando est cayendo por una escalera con fuerte pendiente.

    Con el 6% de la poblacin mundial, los Estados Unidos posee el 40% de lariqueza mundial. No obstante, un tercio de la nacin, como lo admite el mismoRoosevelt, est subalimentado, mal vestido y vive bajo condiciones indignaspara el hombre. Qu se podra decir, pues, de los pases mucho menos

    privilegiados? La historia del mundo capitalista desde la ltima guerra haconfirmado irrefutablemente la denominada teora de la pauperizacin.

    El rgimen fascista, que no hace otra cosa sino llevar hasta el extremo loslmites del declive y de la reaccin, inherentes a todo capitalismo imperialista,devino indispensable cuando la degeneracin del capitalismo hizo desaparecercualquier posibilidad de mantener ilusiones sobre la elevacin del nivel devida del proletariado. La dictadura fascista significa el reconocimiento abiertode la tendencia al empobrecimiento, que an tratan de ocultar las democracias

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    imperialistas ms ricas. Mussolini y Hitler persiguen el marxismo con tantoodio precisamente porque su propio rgimen es la confirmacin ms horrible

    de los pronsticos marxistas. El mundo civilizado se indign, o fingiindignarse, cuando Gering, con el tono de verdugo y bufn que lecaracteriza, declar que los caones son ms importantes que la mantequilla, ocuando Cagliostro-Casanova-Mussolini advirtieron a los trabajadores de Italiaque deban aprender a apretarse los cinturones de sus camisas negras. Pero esque no ocurre, en el fondo, el mismo en las democracias imperialistas? Entodas partes se utiliza la mantequilla para engrasar los caones. Lostrabajadores de Francia, Inglaterra y los Estados Unidos aprenden a apretarsesus cinturones sin camisas negras.

    2.-El ejrcito de reserva y la nueva subclase de los paradosEl ejrcito de reserva industrial forma parte indispensable del mecanismosocial del capitalismo, al igual que la reserva de mquinas y de materiasprimas en las fbricas o que el almacenamiento de productos manufacturadosen los almacenes. Ni la expansin general de la produccin, ni la adaptacin alos flujos y reflujos del ciclo industrial, serian posibles sin una reserva defuerza de trabajo. De la tendencia general del desarrollo del capitalismo(aumento del capital constante, mquinas y materias primas, en detrimento delcapital variable, fuerza de trabajo), Marx extrajo la siguiente conclusin:

    Cuanto mayores son la riqueza social [...] ms se extiende la masa de lasuperpoblacin consolidada [...] Y, finalmente, cuanto ms crecen la miseriadentro de la clase obrera y el ejrcito industrial de reserva, ms crece tambinel pauperismo oficial. Tal es la ley general, absoluta, de la acumulacincapitalista.

    4sta tesis, unida indisolublemente a la teora de la

    pauperizacin y denunciada durante muchos aos como exagerada,tendenciosa y demaggica, se ha convertido ahora en la imagen tericairreprochable de la realidad. El actual ejrcito de parados ya no puede serconsiderado como un ejrcito de reserva, porque su masa fundamental ya no

    puede esperar encontrar trabajo; al contrario, est destinado a verse engrosadocon una afluencia constante de nuevos parados. La desintegracin delcapitalismo ha engendrado toda una generacin de jvenes que nunca hantenido un oficio y que no tienen esperanza alguna de lograrlo. Esta nuevasubclase entre el proletariado y el semiproletariado est obligada a vivir acosta de la sociedad. Se ha calculado que durante nueve aos (1930-1938) elparo ha costado a la economa ms de 43 millones de aos de trabajo humano.Si se considera que en 1929, en la cima de la prosperidad, haba dos millonesde parados en Estados Unidos y que, durante esos nuevos ltimos aos, el

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    nmero virtual de trabajadores ha aumentado en 5 millones, el nmero total deaos de trabajo humano perdido ha debido multiplicarse. Un rgimen social

    afectado por semejante plaga se encuentra enfermo de muerte. El diagnsticoexacto de esa enfermedad fue hecho hace casi ochenta aos, cuando laenfermedad misma no era ms que un simple germen.

    3.-La decadencia de las clases medias

    Las cifras que demuestran la concentracin del capital y que, al mismotiempo, indican el peso especfico de las clases medias en la produccin y suparticipacin en la renta nacional, no han dejado de disminuir, al mismotiempo que las pequeas empresas han sido o bien completamente absorbidaso bien degradadas y desprovistas de su independencia, convirtindose en merosmbolo de sufrimiento insoportable y penuria desesperada. Al mismo tiempo,es cierto, el desarrollo del capitalismo ha estimulado considerablemente unaumento en el ejrcito de tcnicos, gerentes, empleados, mdicos: en unapalabra, la renombrada nueva clase media. Pero esa capa, cuyo aumento notena ya misterios para Marx, se asemeja poco a las viejas clases medias, queen la propiedad de sus medios de produccin tenan una garanta tangible deindependencia econmica. La nueva clase media depende ms directamentede los capitalistas que los obreros. En efecto, estos estn en gran medida bajola dominacin de esta clase; por otra parte, dentro de esta nueva clase media,

    se ha podido verificar una sobreproduccin considerable con sucorrespondiente consecuencia: la degradacin social.

    La informacin estadstica digna de fe, declara una persona tan alejada delmarxismo como el ms arriba citado Mr. Homer S. Cummings, demuestraque muchas unidades industriales han desaparecido completamente y que loque ha ocurrido es una eliminacin progresiva de los pequeos empresarioscomo un factor en la vida norteamericana. Sin embargo, objeta Sombart, laconcentracin general, a pesar de la desaparicin de la clase de artesanos ycampesinos no se ha producido an. Como todo terico, Marx comenz por

    aislar las tendencias fundamentales en su forma ms pura; de otra formahubiese sido completamente imposible comprender el destino de la sociedadcapitalista. Marx era, no obstante, capaz de examinar el fenmeno de la vida ala luz del anlisis concreto, como un producto de la concatenacin de variosfactores histricos. Las leyes de Newton no han sido invalidadas debido a quela velocidad en la cada de los cuerpos vara cuando las condiciones sondiferentes o a que las rbitas de los planetas estn sujetas a variaciones.

    Para comprender lo que se llama la tenacidad de las clases medias es bueno

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    no perder de vista que las dos tendencias (la ruina de las clases medias y laproletarizacin de esas clases arruinadas), no se desarrolla a igual velocidad ni

    dentro de los mismos lmites. De la creciente preponderancia de la mquinasobre la fuerza de trabajo resulta que cuanto ms avanza la ruina de las clasesmedias ms aventaja toma sta sobre el proceso de su proletarizacin; enefecto, en cierto momento este ltimo puede cesar completamente e inclusoretroceder.

    Igual que la accin de las leyes fisiolgicas produce resultados diferentes enun organismo en crecimiento de los que produce en uno en decadencia, astambin las leyes econmicas de la economa marxista actan de formadistinta en un capitalismo en desarrollo o en un capitalismo en desintegracin.

    Esta diferencia aparece con especial claridad en las relaciones mutuas entre laciudad y el campo. La poblacin rural de Estados Unidos, que crecerelativamente a un ritmo ms lento que el total de la poblacin, ha continuadocreciendo en cifras absolutas hasta 1910, ao en el que sobrepas los 32millones. Durante los veinte aos siguientes, a pesar del rpido aumento de lapoblacin total del pas, baj a 30,4 millones, es decir, disminuy en 1,6millones. Pero en 1935 se elev otra vez a 32,8 millones, con un aumento de2,4 millones en relacin al ao 1930. Esta inversin de la tendencia,sorprendiendo a primera vista, no refuta en absoluto ni la tendencia de lapoblacin urbana a crecer a costa de la poblacin rural, ni la tendencia de lasclases medias a atomizarse, mientras que, al mismo tiempo, sin embargo,demuestra muy pertinentemente la desintegracin del sistema capitalista en suconjunto. El aumento de la poblacin rural, durante el perodo de crisis agudade 1930-1935, se explica simplemente por el hecho de que alrededor de dosmillones de pobladores urbanos, o, hablando con ms exactitud, 2 millones deparados hambrientos, se refugiaron en el campo, en tierras abandonadas porlos campesinos o en granjas de sus parientes y amigos, con el fin de emplearas su fuerza de trabajo, rechazada por la sociedad, en trabajos productivos deeconoma natural y poder vivir una existencia medianamente miserable en

    lugar de totalmente miserable.No se trata en este caso, pues, de una cuestin de estabilidad de los pequeosgranjeros, artesanos y comerciantes, sino ms bien de la abyecta miseria de susituacin. Lejos de constituir una garanta para el futuro, la clase media es unareliquia desventurada y trgica del pasado. Incapaz de suprimirla porcompleto, el capitalismo la ha reducido al ms abajo grado de degradacin yestrechez. Al granjero se le priva no slo de la venta de su lote de terreno y dela ganancia del capital que haya invertido sino, tambin, de una buena porcinde su salario. De la misma manera, la pobre gente que reside en la ciudad ha

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    gastado poco a poco sus reservas y cae en una existencia que vale poco msque la muerte. La clase media no se proletariza porque se ve sometida a la

    depauperacin. Tambin es tan difcil encontrar, en este hecho, un argumentocontra Marx como a favor del capitalismo.

    4.-La crisis industrial

    El final del siglo pasado, y el comienzo del presente, se han caracterizado porun progreso tan abrumador del capitalismo que la crisis cclica parecan no serms que molestias accidentales. Durante los aos de optimismo capitalistacasi universal los crticos de Marx nos aseguraban que el desarrollo nacional einternacional de los trusts, sindicatos y carteles introduca en el mercado unaorganizacin bien planeada y presagiaba el triunfo final sobre la crisis. SegnSombart, las crisis haban sido ya abolidas antes de la guerra por elmecanismo del mismo capitalismo, de manera que el problema de la crisisnos deja hoy en da virtualmente indiferentes. Ahora, apenas diez aos mstarde, esas palabras suenan a burla, porque el pronstico de Marx aparece hoyen da en toda la medida de su trgica fuerza.

    Es notable que la prensa capitalista, que pretende negar como puede laexistencia misma de los monopolios, recurra a esos mismos monopolios paranegar a toda costa la anarqua capitalista. Si sesenta familias dirigen la vida

    econmica de Estados Unidos, observa irnicamente New York Times: estodemostrara que el capitalismo norteamericano, lejos de ser anrquico ycarecer de plan... se encuentra organizado con gran precisin. Este argumentoyerra el blanco. El capitalismo ha sido incapaz de desarrollar ni una sola desus tendencias hasta el final. As como la concentracin de la riqueza nosuprime a las clases medias, tampoco el monopolio suprime a la competencia,solo la ahoga y la contiene. Ni el plan de cada una de las sesenta familias nilas diversas variantes de esos planes se encuentran interesados en absoluto enla coordinacin de las diferentes ramas de la economa, sino ms bien en elaumento de los beneficios de su camarilla monopolista a costa de otras

    camarillas y a costa de toda la nacin. En ltimo trmino, el choque desemejantes planes no hace ms que ahondar la anarqua en la economanacional.

    La crisis de 1929 estall en Estados Unidos un ao despus de haberdeclarado Sombart la completa indiferencia de su ciencia con respecto alproblema de la crisis. Desde la cima de una prosperidad sin precedentes, laeconoma de Estados Unidos fue lanzada al abismo de un marasmoaterrorizador. Nadie poda haber concebido en la poca de Marx convulsiones

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    de tal magnitud. La renta nacional de Estados Unidos se haba elevado porprimera vez en 1920 a 69 mil millones de dlares para caer el ao siguiente a

    50 mil millones de dlares (un descenso del 27%). Como consecuencia de laprosperidad de los aos siguientes, la renta nacional se elev nuevamente, en1929, a su punto mximo de 81 mil millones de dlares, para descender en1932 a 40 mil millones de dlares, es decir, a menos de la mitad! Durante losnueve aos de 1930 a 1938 se perdieron, aproximadamente, 43 millones deaos de trabajo humano y 133 mil millones de dlares de la renta nacional,teniendo en cuenta el trabajo y la renta de 1939. Si todo esto no es anarqua,cul puede ser el significado de esta palabra?

    5.-La teora del derrumbe

    Los espritus y los corazones de los intelectuales de la clase media y de losburcratas de los sindicatos estuvieron casi completamente hipnotizados porlas gestas conseguidas por el capitalismo entre la poca de la muerte de Marxy la explosin de la Guerra Mundial. La idea del proceso gradual (evolucin)pareca estar asegurada para siempre, mientras que la idea de revolucin eraconsiderada como una mera reliquia de la barbarie. A la prediccin de Marx seopona la prediccin contraria de una distribucin mejor equilibrada de larenta nacional gracias a la suavizacin de las contradicciones de clase y a lareforma gradual de la sociedad capitalista. Jean Jaurs, el mejor dotado de los

    socialdemcratas de esa poca clsica, esperaba llenar gradualmente lademocracia poltica con un contenido social. En eso reside la esencia delreformismo. Tal era la prediccin opuesta a la de Marx. Qu queda?

    La vida del capitalismo monopolista de nuestra poca es una cadena de crisis.Cada crisis es una catstrofe. La necesidad de escapar de esas catstrofesparciales por medio de murallas aduaneras, de la inflacin, del aumento de losgastos gubernamentales, de las deudas, etc., prepara el terreno para otra crisisms profunda y ms extensa. La lucha por lograr mercados, materias primas ycolonias hace inevitables las catstrofes militares. Estas ltimas preparan,

    ineludiblemente, las catstrofes revolucionarias. Ciertamente no es fcilconvenir con Sombart que el capitalismo actual se hace cada vez mscalmado, tranquilo y razonable. Seria ms acertado decir que est perdiendosus ltimos vestigios de razn. En cualquiera caso no cabe duda que la teoradel derrumbe ha triunfado sobre la teora del desarrollo pacfico.

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    La decadencia del capitalismo

    Si bien el control de la produccin por el mercado ha costado caro a la

    sociedad, no es menos cierto que la humanidad, hasta cierta etapa,aproximadamente hasta la Guerra Mundial, ha crecido, se ha desarrollado y seha enriquecido a travs de las crisis parciales y generales. La propiedadprivada de los medios de produccin era en esa poca un factor relativamenteprogresista. Pero hoy el dominio ciego de la ley del valor se niega a prestarms servicios. El progreso humano se ha detenido en un callejn sin salida. Apesar de los ltimos triunfos del pensamiento tcnico, las fuerzas productivasnaturales ya no aumentan. El sntoma ms claro de la decadencia es elestancamiento mundial de la industria de la construccin, como consecuencia

    de la paralizacin de nuevas inversiones en las ramas fundamentales de laeconoma. Los capitalistas ya no son capaces de creer en el futuro de su propiosistema. La estimulacin de construcciones por el gobierno significa elaumento de los impuestos y la disminucin de la renta nacional espontneos,especialmente desde que la parte principal de las nuevas construcciones delgobierno est adscrita directamente a finalidades blicas.

    El marasmo ha adquirido un carcter particularmente degradante en la esferams antigua de la actividad humana, en la ms estrechamente relacionada conlas necesidades vitales del hombre: la agricultura. No suficientemente

    satisfechos con los obstculos que la propiedad privada, en su forma msreaccionaria, la de los pequeos propietarios rurales, opone al desarrollo de laagricultura, los gobiernos capitalistas se ven obligados a menudo a limitar laproduccin artificialmente con la ayuda de medidas legislativas yadministrativas que habran espantado a los artesanos de los gremios en lapoca de su decadencia.

    La historia dar cuenta de que el gobierno del pas capitalista ms poderoso haconcedido premios a los agricultores para que reduzcan sus plantaciones, esdecir, para disminuir artificialmente la renta nacional ya en disminucin. Los

    resultados hablan por si mismos: a pesar de las grandiosas posibilidades deproduccin, fruto de la experiencia y la ciencia, la economa agraria no sale deuna crisis de putrefaccin, mientras que el nmero de hambrientos, la mayorparte de la humanidad, contina creciendo con mayor rapidez que la poblacinde nuestro planeta. Los conservadores consideran como una poltica sensible,humanitaria, la defensa de un orden social que ha cado en una locura tandestructiva y condenan la lucha del socialismo contra semejante locura comouna utopa destructiva.

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    El fascismo y el New Deal

    Dos mtodos rivalizan en la arena mundial para salvar al capitalhistricamente condenado a muerte: el fascismo y el New Deal. El fascismobasa su programa en la disolucin de las organizaciones obreras, en ladestruccin de las reformas sociales y en la completa desaparicin de losderechos democrticos, con el objeto de prevenir el renacimiento de la luchade clases del proletariado. El estado fascista legaliza oficialmente ladegradacin de los trabajadores y la pauperizacin de las clases medias ennombre de la salvacin de la nacin y de la raza, presuntuosas palabrasbajo las cuales se oculta al capitalismo en decadencia.

    La poltica del New Deal, que trata de salvar la democracia imperialista pormedio de regalos a la aristocracia obrera y campesina, nada ms es accesibleen su mayor extensin a las naciones verdaderamente ricas, y en este sentidoes una poltica norteamericana por excelencia. El gobierno norteamericano hatratado de obtener una parte de los gastos de esa poltica a costa de losmonopolistas, exhortndolos a aumentar los salarios y disminuir la jornada detrabajo para aumentar, as, el poder adquisitivo de la poblacin y para extender

    la produccin. Lon Blum intent trasladar ese sermn a la escuela primariafrancesa. En vano! El capitalista francs, como el norteamericano, no producepor amor a la produccin, sino para obtener ganancias. Se encuentra siempredispuesto a limitar la produccin e, inclusive, a destruir los productosmanufacturados si, como consecuencia de ello, aumenta su parte en la rentanacional.

    Donde el programa del New Deal es ms inconsistente es en que, mientraspredica sermones a los magnates del capital sobre las ventajas de laabundancia con respecto a la escasez, el gobierno concede premios para

    reducir la produccin. Es posible una confusin mayor? El gobierno refuta asus crticos con este desafo: Podis hacerlo mejor? Todo esto significa quesobre la base del capitalismo la situacin es desesperada.

    A partir de 1933, es decir, en el curso de los ltimos seis aos, el gobiernofederal, los estados federados y las municipalidades de Estados Unidos hanentregado a los desempleados cerca de 15 millones de dlares como ayuda(cantidad completamente insuficiente por s misma y que nada ms representauna pequea parte de la prdida de salarios, pero al mismo tiempo, teniendoen cuenta la renta nacional en decadencia, una cantidad colosal). Durante

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    1938, que fue un ao de relativa recuperacin econmica, la deuda nacional deEstados Unidos aument en 2 mil millones de dlares (era de 38 mil

    millones), es decir, sobrepas en 12 mil millones de dlares el punto ms altoalcanzado a finales de la guerra mundial.

    A principios de 1939 super los 40 mil millones de dlares. Y despus? Elcrecimiento de la deuda nacional es, desde luego, una carga para lasgeneraciones futuras. Pero el mismo New Deal slo fue posible gracias a latremenda riqueza acumulada por las generaciones precedentes. nicamenteuna nacin muy rica puede llevar a cabo una poltica econmica tanextravagante. Pero ni tan siquiera esa nacin puede continuar viviendoindefinidamente a costa de las generaciones anteriores. La poltica del New

    Deal, con sus resultados ficticios y su aumento real de la deuda nacional, debellevar necesariamente a una feroz reaccin capitalista y a una explosindevastadora del imperialismo. En otras palabras, conduce a los mismosresultados que la poltica del fascismo.

    Anomala o norma?

    El secretario del Interior de Estados Unidos, Mr. Harold L. Ickes, consideracomo una de las ms extraas anomalas de la historia el hecho de que losEstados Unidos, formalmente democrticos, sean autocrticos en su

    contenido: Norte Amrica, el pas en el que la mayora gobierna, ha sidocontrolada, al menos hasta 1933 (!) por los monopolios, que a su vez sondirigidos por un nfimo nmero de accionistas. El juicio es correcto, con laexcepcin de la insinuacin de que con el advenimiento de Roosevelt hacesado o se ha debilitado el gobierno del monopolio. No obstante, lo que Ickesllama una de las ms extraas anomalas de la historia es, en realidad, lanorma incuestionable del capitalismo. La dominacin del dbil por el fuerte,de la mayora por la minora, de los trabajadores por los explotadores, es unaley fundamental de la democracia burguesa. Lo que distingue a los Estados

    Unidos de los otros pases es, simplemente, el mayor alcance y la mayorperversidad de las contradicciones de su capitalismo. La carencia de un pasadofeudal, la riqueza de recursos naturales, un pueblo enrgico y emprendedor,todos los prerrequisitos que auguraban un desarrollo sin interrupciones de lademocracia, han engendrado de hecho una concentracin fantstica de lariqueza.

    Prometiendo de llevar ahora la lucha contra los monopolios hasta triunfarsobre ellos, Ickes toma como testigos, muy imprudentemente, a ThomasJefferson, Andrew Jackson, Abraham Lincoln, Theodore Roosevelt y

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    Woodrow Wilson como los predecesores de Franklin D. Roosevelt.Prcticamente todas nuestras ms grandes figuras histricas (dijo el 30 de

    diciembre de 1937) son ilustres a causa su lucha persistente y animosa porimpedir la superconcentracin de la riqueza y del poder en unas pocasmanos. Pero de sus mismas palabras se deduce que el resultado de esa luchapersistente y animosa es el dominio completo de la democracia por laplutocracia.

    Por alguna razn inexplicable Ickes piensa que, esta vez, la victoria estasegurada siempre que el pueblo comprenda que la lucha no es entre el NewDeal y la media de los hombres cultos de negocios, sino entre el New Deal ylos Borbones de las sesenta familias que han mantenido al resto de los

    hombres cultos de negocios bajo el terror de su dominio, en deterioro de lademocracia y de los esfuerzos de las ms grandes figuras histricas. LosRockefeller, los Morgan, Mellon, Vanderbilt, Guggenheim, Ford y compaano invadieron los Estados Unidos desde fuera, como Cortez invadi Mxico;nacieron orgnicamente del pueblo, o ms precisamente de la clase de losindustriales y hombres de negocios cultos, y representen hoy, de acuerdocon la prediccin de Marx, el apogeo natural del capitalismo. Si unademocracia joven y fuerte en el apogeo de su vitalidad no fue capaz decontener la concentracin de la riqueza cuando el proceso se encontraba anen sus comienzos, es posible creer ni tan siquiera por un minuto que unademocracia en decadencia sea capaz de debilitar los antagonismos de claseque han llegado a su lmite mximo? Lo que es muy cierto es que laexperiencia del New Deal no da pie para tal optimismo. Al refutar lasacusaciones de la industria pesada contra el gobierno, Robert H. Jackson, unhombre bien colocado en las esferas de la administracin, demostr con cifrasque durante el gobierno de Roosevelt los beneficios de los magnates delcapital alcanzaron alturas con las que ellos mismos haban dejado de soardurante el ltimo perodo de la presidencia de Hoover, de lo que se deduce, entodo caso, que la lucha de Roosevelt contra los monopolios no se ha visto

    coronada con un xito mayor que la de todos sus predecesores.

    El retorno al pasado

    Hay que estar de acuerdo con el profesor Lewis W. Douglas, el antiguoDirector de Presupuestos en la administracin de Roosevelt, cuando condenaal gobierno por atacar al monopolio en un dominio mientras fomenta elmonopolio en muchos otros. No obstante, en la realidad, no puede ser de otramanera. Segn Marx, el gobierno es el comit ejecutivo de la clasegobernante. Ningn gobierno se encuentra en situacin de luchar contra el

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    monopolio en general, es decir, contra la clase en nombre de la que gobierna.

    Mientras ataca algunos monopolios se encuentra obligado a buscar aliados enotros monopolios. En alianza con los bancos y con la industria ligera puededescargar, ocasionalmente, golpes contra los trusts de la industria pesada, loscuales no dejan de cosechar por ese motivo beneficios fantsticos.

    Lewis Douglas no contrapone la ciencia al charlatanismo oficial, sinosimplemente otra clase de charlatanismo. Ve la fuente del monopolio no en elcapitalismo sino en el proteccionismo y, de acuerdo con ello, descubre lasalvacin de la sociedad no en la abolicin de la propiedad privada de losmedios de produccin, sino en la rebaja de las tarifas aduaneras. Si no serestaura la libertad de los mercados (predice) es difcil que la libertad de todaslas instituciones, empresas, libertad de expresin, educacin, religin, puedasobrevivir. Con otras palabras, sin el restablecimiento de la libertad delcomercio internacional, la democracia dondequiera y en cualquiera lugar en elque haya sobrevivido, debe ceder a una dictadura revolucionaria o fascista.Pero la libertad del comercio internacional es inconcebible sin la dominacindel monopolio. Desgraciadamente, Mr. Douglas, al igual que Mr. Ickes, aligual que Mr. Jackson, al igual que Mr. Cummings, y al igual que el mismoRoosevelt, no se ha molestado en indicarnos su propia medicina contra elcapitalismo monopolista y, en consecuencia, contra una revolucin o un

    rgimen totalitario.La libertad de comercio, como la libertad de competencia, como laprosperidad de las clases medias, pertenece irrevocablemente al pasado.Conducirnos al pasado es hoy en da la nica medicina de los reformadoresdemocrticos del capitalismo: dar ms libertad a pequeos y medianosindustriales y hombres de negocios, cambiar a su favor el sistema de crditos yde moneda, liberar al mercado del dominio de los trusts, eliminar losespeculadores profesionales de la Bolsa, restaurar la libertad del comerciointernacional y, as, hasta el infinito. Los reformadores suean hasta con

    limitar el uso de las mquinas y decretar la proscripcin de la tcnica, queperturba el equilibrio social y causa innumerables preocupaciones.

    Los sabios y el marxismo

    En un discurso en defensa de la ciencia pronunciado el 7 de diciembre de 1937el doctor Robert A. Millikan, uno de los mejores fsicos norteamericanos, hizoesta observacin: Las estadsticas de Estados Unidos demuestran que elporcentaje de la poblacin que trabaja lucrativamente no ha dejado de

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    aumentar durante los ltimos cincuenta aos, en los que la ciencia ha sido msaplicada. Esta defensa del capitalismo bajo la forma de una defensa de la

    ciencia no puede considerarse muy afortunada. Precisamente durante el ltimomedio siglo es cuando la correlacin entre la economa y la tcnica se haalterado agudamente. El perodo al que se refiere Millikan incluye elcomienzo de la declinacin capitalista as como la cima de la prosperidadcapitalista. Ocultar el comienzo de esa declinacin, que es mundial, esproceder como un apologista del capitalismo. Rechazando el socialismo deuna manera descarada con le ayuda de argumentos a penas dignos de HenriFord, el doctor Millikan nos dice que ningn sistema de distribucin puedesatisfacer las necesidades del hombre sin elevar el nivel de la produccin. Esindiscutible. Pero es una lstima que el famoso fsico no explique a los

    millones de norteamericanos parados cmo podran participar de hecho en elaumento de la renta nacional. Los sermones sobre la gracia milagrosa de lainiciativa individual y la alta productividad del trabajo, no podrnseguramente proporcionar ocupaciones a los parados, no cubrirn el dficit delpresupuesto, no sacarn la economa nacional del callejn sin salida.

    Lo que distingue a Marx es la universalidad de su genio, su capacidad paracomprender los fenmenos y los procesos de los diversos campos en suconexin inherente. Sin ser un especialista en las ciencias naturales, fue unode los primeros en apreciar la importancia de los grandes descubrimientos enese terreno: por ejemplo, la teora del darwinismo. Aquello que aseguraba aMarx esa preeminencia no era tanto su intelecto sino la virtud de su mtodo.Los sabios impregnados de ideas burguesas pueden pensar que se encuentranpor encima del socialismo, pero el caso de Robert Millikan no es sino unaconfirmacin de que, en la esfera de la sociologa, no son ms que charlatanesincurables.

    Las posibilidades de produccin y la propiedad privada

    En su mensaje al Congreso a comienzos de 1937, el presidente Rooseveltexpres su deseo de aumentar la renta nacional a 90 o 100 mil millones dedlares, sin indicar, no obstante, como lograrlo. Por s mismo, ese programaera excesivamente modesto. En 1929, cuando haba alrededor de 2 millones deparados, la renta nacional lleg a los 81 mil millones de dlares. La puesta enmarcha de las actuales fuerzas productivas, bastara no solo para realizar elprograma de Roosevelt, sino para superarlo considerablemente. Mquinas,materias primas, mano de obra, no falta nada, (ni tampoco necesidades de lapoblacin). Si a pesar de ello el plan es irrealizable (y lo es) la nica razn esel conflicto irreconciliable que se ha desarrollado entre la propiedad capitalista

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    y la necesidad social de una produccin creciente. El famoso Control Nacionalde la capacidad de produccin, patrocinado por el gobierno, ha llegado a la

    conclusin de que el coste total de la produccin y de los servicios se elevabaen 1929 a casi 94 mil millones de dlares, calculados sobre la base de losprecios al por menor. No obstante, si hubiesen sido utilizadas todas lasverdaderas posibilidades de produccin, esa cifra hubiera alcanzado 135 milmillones de dlares, lo que habra supuesto 4.370 dlares anuales para cadafamilia, suma suficiente para asegurar una vida decente y cmoda. Hay queaadir que los clculos del Control Nacional estn basados en la actualorganizacin productiva de los Estados Unidos tal y como la historiaanrquica del capitalismo la ha hecho. Si esta organizacin fuese reorganizadasobre la base de un plan socialista unificado, las cifras de produccin podran

    ser superadas considerablemente y se podra asegurar a todo el mundo un altonivel de vida y confort, basado en una jornada de trabajo extremadamentecorta.

    As, para salvar a la sociedad no es preciso detener el desarrollo de la tcnica,cerrar las fbricas, conceder premios a los agricultores para que saboteen laagricultura, transformar a un tercio de los trabajadores en mendigos, ni llamara los locos para que hagan de dictadores. Todas estas medidas, irrisioneslacerantes de los intereses de la sociedad, son intiles. Lo que es indispensabley urgente es separar a los medio de produccin de sus actuales propietariosparsitos y organizar a la sociedad de acuerdo con un plan racional. Entoncesser, por fin, realmente posible sanar a la sociedad de sus males. Todosaquellos que saben trabajar encontraran trabajo. La duracin de la jornada detrabajo disminuira gradualmente. Las necesidades de todos los miembros dela sociedad encontraran posibilidades de una creciente satisfaccin. Laspalabras pobreza, crisis, explotacin, desapareceran de la circulacin.El gnero humano podra cruzar, por fin, el umbral de la verdaderahumanidad.

    La ineluctabilidad del socialismo

    Conforme disminuye progresivamente el nmero de magnates capitalistas[dice Marx] que usurpan y monopolizan este proceso de transformacin, crecela masa de la miseria, de la opresin, de la esclavizacin, de la degeneracin,de la explotacin; pero crece tambin la rebelda de la clase obrera, cada vezms numerosa y ms disciplinada, ms unida y ms organizada por elmecanismo del mismo proceso capitalista de produccin. [...] Lacentralizacin de los medios de produccin y la socializacin del trabajollegan a un punto en que se hacen incompatibles con su envoltura capitalista.

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    sta salta hecha aicos. Ha sonado la hora final de la propiedad privadacapitalista. Los expropiadores son expropiados.

    5Es la revolucin socialista.

    Para Marx, el problema de reconstruir la sociedad no surga de algunaprescripcin motivada por sus predilecciones personales; era unaconsecuencia, una necesidad histrica rigurosa, de la creciente madurez de lasfuerzas productivas, por una parte, y de la ulterior imposibilidad de fomentaresas fuerzas bajo el imperio de la ley del valor por un otra parte.

    Las elucubraciones de ciertos intelectuales segn los cuales, contra la teora deMarx, el socialismo, no es inevitable sino nicamente posible, estndesprovistas de todo contenido. Evidentemente, Marx no quiso decir que elsocialismo se realizara sin la intervencin de la voluntad y la accin del

    hombre: tal idea es simplemente un absurdo. Marx predijo que la socializacinde los medio de produccin sera la nica solucin al colapso econmico en elque debe culminar, inevitablemente, el desarrollo del capitalismo, colapso quetenemos ante nuestros ojos. Las fuerzas productivas necesitan un nuevoorganizador y un nuevo amo y, teniendo en cuenta que la existencia determinala conciencia, Marx no dudaba de que la clase trabajadora, a costa de errores yde derrotas, llegara a comprender la verdadera situacin y, tarde o temprano,sacara las necesarias conclusiones prcticas.

    Que la socializacin de los medios de produccin creados por los capitalistas

    ofrece una tremenda ventaja econmica se puede demostrar hoy en da no sloen teora sino, tambin, con la experiencia de la URSS, a pesar de laslimitaciones de esa experiencia. Es verdad que los reaccionarios capitalistas,no sin artificio, hacen servir al rgimen de Stalin como un espantajo contra lasideas socialistas. De hecho, Marx nunca dijo que el socialismo podrarealizarse en un slo pas, y, menos an, en un pas atrasado. Las continuasprivaciones de las masas en la Unin Sovitica, la omnipotencia de la castaprivilegiada que se eleva por encima de la nacin y de su miseria, la arbitrariaarrogancia de los burcratas, todo ello junto, no son consecuencias del mtodo

    econmico socialista sino del aislamiento y del atraso histrico de la URSSasediada por los pases capitalistas. Lo que es admirable es que, bajo esascondiciones excepcionalmente desfavorables, la economa planificada hayaconseguido demostrar sus indiscutibles ventajas.

    Todos los salvadores del capitalismo, tanto los de la especie democrticacomo los de la fascista, se esfuerzan en limitar o, al menos, disimular el poderde los magnates del capital para impedir la expropiacin de losexpropiadores. Todos ellos reconocen, y muchos de ellos lo admitendesenvueltamente, que el fracaso de sus tentativas reformistas debe llevar

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    inevitablemente a la revolucin socialista. Todos ellos han logrado demostrarque sus mtodos para salvar al capitalismo no son ms que charlatanismo

    reaccionario e impotente. La prediccin de Marx sobre la ineluctabilidad delsocialismo se ve as confirmada por el absurdo.

    La propaganda de la tecnocracia, que ha florecido en el perodo de la grancrisis de 1929-1932, est fundamentada sobre la premisa correcta de que laeconoma debe ser racionalizada nicamente por medio de la unin de latcnica elevada a la altura de la ciencia y del gobierno al servicio de lasociedad.

    Aqu es donde comienza la gran tarea revolucionaria. Para liberar a la tcnicade la intriga de los intereses privados y colocar el gobierno al servicio de lasociedad hay que expropiar a los expropiadores. nicamente una clasepoderosa, interesada en su propia liberacin y opuesta a los expropiadorescapitalistas es capaz de cumplir esa tarea. nicamente mediante la alianza conun gobierno proletario podr construir la capa cualificada de los tcnicos unaeconoma verdaderamente cientfica y verdaderamente racional, es decir, unaeconoma socialista.

    Lo mejor seria llegar a ese objetivo por una va pacfica, gradual, democrtica.Pero el orden social que se ha sobrevivido a si mismo no cede nunca el lugar a

    su sucesor sin resistencia. Si la democracia joven y fuerte demostr en sutiempo ser incapaz de impedir el acaparamiento de la riqueza y del poder porla plutocracia, es posible esperar que una democracia senil y devastada semuestre capaz de transformar un orden social basado en el dominio ilimitadode sesenta familias? La teora y la historia ensean que la sustitucin de unrgimen social por otro, exige la forma ms elevada de la lucha de clases, esdecir, la revolucin. Ni tan siquiera la esclavitud pudo ser abolida en losEstados Unidos sin una guerra civil. La fuerza es la comadre de todasociedad vieja preada de una nueva. Nadie ha sido an capaz de refutar esteprincipio fundamental de Marx en la sociologa de la sociedad de clases. Solo

    una revolucin socialista puede abrir el camino hacia el socialismo.

    El marxismo en los Estados Unidos

    La repblica norteamericana ha ido ms lejos que las otras en el dominio de latcnica y de la organizacin de la produccin. No es slo Norte Amrica sinoque es toda la humanidad la que se construir sobre estos fundamentos. Noobstante, las diversas fases del proceso social en una sola y misma nacinsiguen ritmos diversos que dependen de condiciones histricas especiales.Mientras los Estados Unidos gozan de una tremenda superioridad en la

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    tecnologa, su pensamiento econmico se encuentra extremadamente atrasadotanto en la derecha como en la izquierda. John L. Lewis tiene casi los mismos

    objetivos que Franklin D. Roosevelt. Si tenemos en cuenta la naturaleza de sumisin, la funcin social de Lewis es incomparablemente ms conservadora,por no decir reaccionaria, que la de Roosevelt. En determinados crculosnorteamericanos hay una tendencia a repudiar esta o aquella teorarevolucionaria sin ningn tipo de crtica cientfica, con la simple declaracinde que es no norteamericana. Pero donde puede encontrarse el criterio quepermita distinguir aquello que es norteamericano de lo que no lo es? Elcristianismo fue importado en los Estados Unidos al mismo tiempo que loslogaritmos, la poesa de Shakespeare, las nociones de los derechos del hombrey del ciudadano y que otros productos, no sin importancia, del pensamiento

    humano. El marxismo se encuentra hoy en da en la misma categora.

    El Secretario norteamericano de Agricultura, Henri A. Wallace, ha imputadoal autor de estas lneas ...una estrechez dogmtica que es totalmente nonorteamericana y ha contrapuesto al dogmatismo ruso el espritu oportunistade Jefferson, que saba como arreglrselas con sus adversarios. Segn parece,nunca se le ha ocurrido a Mr. Wallace que una poltica de compromisos no esuna funcin de algn espritu nacional inmaterial, sino un producto de lascondiciones materiales. Una nacin que se ha hecho rica rpidamente tienereservas suficientes para conciliar las clases y los partidos hostiles. Cuando,por contrario, las contradicciones sociales se exacerban, la base de la polticade compromisos desaparece. Si Norte Amrica no ha conocido la estrechezdogmtica nicamente es porque tena una gran abundancia de tierrasvrgenes, fuentes de riqueza natural inagotables y tambin, parece,oportunidades ilimitadas para enriquecerse. No obstante, incluso bajo estascondiciones, el espritu de compromiso no impidi la Guerra Civil cuandoson la hora. De todas formas, las condiciones materiales que constituyeron labase del norteamericanismo pertenecen hoy cada vez ms al pasado. De ahse deriva la crisis profunda de la ideologa norteamericana tradicional.

    El pensamiento emprico, limitado a la solucin de las tareas inmediatas,pareci suficientemente adecuado tanto en los crculos obreros como en losburgueses durante todo el tiempo en el que la ley del valor de Marx supli alpensamiento de cada uno de ellos. Pero hoy en da esta ley produce efectosopuestos. En lugar de impulsar la economa hacia adelante, mina susfundamentos. El pensamiento eclctico conciliador que mantiene una actituddesfavorable o desdeosa respecto al marxismo como un dogma y, con suapogeo filosfico, el pragmatismo, se hace completamente inadecuado, y cadavez ms insustancial, reaccionario y ridculo.

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    Son las ideas tradicionales del americanismo, por el contrario, las que se hanconvertido en un dogma sin vida, petrificado, que no engendra ms que

    errores y confusiones. Al mismo tiempo, la doctrina econmica de Marx haadquirido una viabilidad peculiar y especialmente en lo relativo a los EstadosUnidos. A pesar de que El Capital se apoya en un material internacional,preponderantemente ingls, en sus fundamentos tericos, es un anlisis delcapitalismo puro, del capitalismo como tal. Indudablemente, el capitalismoque se ha desarrollado en las tierras vrgenes y sin historia de Norte Amricaes el que ms se acerca a ese tipo ideal de capitalismo.

    A pesar de la presencia de Wallace, Norte Amrica se ha desarrolladoeconmicamente no de acuerdo con los principios de Jefferson sino de

    acuerdo con las leyes de Marx. Reconocindolo se ofende tan poco al amorpropio nacional como reconociendo que Norte Amrica da vueltas alrededordel sol de acuerdo con las leyes de Coprnico.El Capital ofrece una diagnosisexacta de la enfermedad y un pronstico irreemplazable. En este sentido lateora de Marx est mucho ms impregnada del nuevo norteamericanismoque las ideas de Hoover y Roosevelt, de Green y de Lewis.

    Es cierto que hay una literatura original muy difundida en los Estados Unidos,consagrada a la crisis de la economa norteamericana. En la medida en queesos economistas concienzudos ofrecen una descripcin objetiva de las

    tendencias destructivas del capitalismo norteamericano, sus investigaciones,prescindiendo de sus premisas tericas, parecen ilustraciones directas de lasteoras de Marx. La tradicin conservadora de estos autores es patente, noobstante, cuando se empean tercamente en no sacar conclusiones precisas,limitndose a nebulosas predicciones o a vulgaridades tan moralizantes comoEl pas debe comprender que..., la opinin pblica debe considerarseriamente..., etctera. Estos libros se parecen a un cuchillo sin hoja.

    En los Estados Unidos hubo marxistas en el pasado, ciertamente, pero eran unextrao tipo de marxistas, o ms bien tres tipos extraos. En primer lugar se

    encontraban los emigrantes expulsados de Europa, que hicieron todo loposible pero que no lograron encontrar eco; en segundo lugar, hubo gruposnorteamericanos aislados, como los DeLeonistas, que, en el curso de losacontecimientos y a consecuencia de sus propios errores, se convirtieron ensectas; en tercer lugar, los diletantes atrados por la Revolucin de Octubre yque simpatizaban con el marxismo como una teora extica que tena muypoco que ver con los Estados Unidos. Esta poca ha pasado. Ahora comienzauna nueva poca de un movimiento de clases independiente a cargo delproletariado y al mismo tiempo del verdadero marxismo. En esto tambin, los

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    Estados Unidos alcanzarn en poco tiempo a Europa y la superar. Su tcnicaprogresista y su estructura social progresista preparan el camino en la esfera

    doctrinaria. Los mejores tericos del marxismo aparecern en suelonorteamericano. Marx ser el gua de los trabajadores norteamericanosavanzados. Para ellos esta exposicin abreviada del primer volumen de ElCapital constituir solo el paso inicial hacia el estudio completo de Marx.

    El espejo ideal del capitalismo

    En la poca en la que se public el primer volumen de El Capital, ladominacin mundial de la burguesa era an indiscutible. Las leyes abstractasde la economa de mercado encontraron, naturalmente, su ms perfecta

    encarnacin, es decir, la menos sumisa a las influencias del pasado, en el pasen el que el capitalismo haba logrado su mayor desarrollo. Al basar suanlisis principalmente en Inglaterra, Marx tena puesta la vista no slo enInglaterra, sino en todo el mundo capitalista. Utiliz la Inglaterra de su pocacomo el mejor espejo del capitalismo de aquella poca.

    Ahora slo queda el recuerdo de la hegemona britnica. Las ventajas de laprimogenitura capitalista se han convertido en desventajas. La estructuratcnica y econmica de Inglaterra se ha desgastado. El pas continadependiendo en su posicin mundial de su imperio colonial, herencia del

    pasado, ms que de su potencial econmico activo. Esto explicaincidentalmente la caridad cristiana de Chamberlain hacia el gangsterismointernacional de los fascistas, que tanto ha sorprendido al mundo entero. Laburguesa inglesa no puede dejar de reconocer que su decadencia econmicase ha hecho completamente incompatible con su posicin en el mundo y queuna nueva guerra amenaza con el desmoronamiento del Imperio Britnico. Labase econmica del pacifismo francs es, esencialmente, de la mismanaturaleza.

    Alemania, por el contrario, ha utilizado para su rpido ascenso capitalista las

    ventajas del atraso histrico, equipndose con la tcnica ms perfecta deEuropa. Teniendo una base nacional estrecha y recursos naturalesinsuficientes, el dinamismo capitalista de Alemania, se ha transformado pornecesidad en el factor ms explosivo del llamado equilibrio de las potenciasmundiales. La ideologa epilptica de Hitler no es ms que el reflejo de laepilepsia del capitalismo alemn.

    Adems de las numerosas e inapreciables ventajas de carcter histrico, eldesarrollo de los Estados Unidos disfrut de la ventaja de un territorio

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    inmensamente grande y de una riqueza natural incomparablemente mayor queAlemania. Al haber aventajado considerablemente a Gran Bretaa, la

    Repblica norteamericana lleg a ser a comienzos del siglo actual la principalfortaleza de la burguesa mundial. Todas las potencialidades del capitalismoencontraron su ms alta expresin. En ningn otro lugar de nuestro planetapuede la burguesa superar de ninguna forma las realizaciones de la repblicadel dlar, que se ha convertido en el siglo XX en el espejo ms perfecto delcapitalismo.

    Por las mismas razones que llevaron a Marx a basar su exposicin en lasestadsticas inglesas, nosotros hemos recorrido, en nuestra modestaintroduccin, a la experiencia econmica y poltica de los Estados Unidos. No

    es preciso decir que no seria difcil citar hechos y cifras anlogos, tomndolosde la vida de cualquier otro pas capitalista. Pero eso no aadira nadaesencial. Las conclusiones serian las mismas y slo los ejemplos serian menossorprendentes.

    La poltica del Frente Popular en Francia ha sido, como lo ha sealadoperspicazmente uno de sus financieros, una adaptacin del New Deal paraliliputienses. Es perfectamente evidente que en un anlisis terico es muchoms conveniente tratar con magnitudes ciclpeas que no con magnitudesliliputienses. La misma inmensidad del experimento de Roosevelt nos

    demuestra que slo un milagro puede salvar al sistema capitalista mundial.Pero sucede que el desarrollo de la produccin capitalista ha puesto fin a laproduccin de milagros. No obstante, es evidente que si se pudiese producir elmilagro del rejuvenecimiento del capitalismo, ese milagro slo se podraproducir en los Estados Unidos. Pero ese rejuvenecimiento no se haproducido. Aquello que no es accesible a los cclopes, mucho menos lo es alos liliputienses. Asentar los fundamentos de esta sencilla conclusin es elobjeto de nuestra excursin por el campo de la economa norteamericana.

    Las metrpolis y las colonias

    Los pases industrialmente ms desarrollados [escribi Marx en el prlogo ala primera edicin de El Capital] no hacen ms que poner delante de lospases menos progresivos el espejo de su propio porvenir.

    6Este pensamiento

    no debe ser tomado al pie de la letra bajo ninguna circunstancia. Elcrecimiento de las fuerzas productivas y la profundizacin de lasincompatibilidades sociales son indudablemente la suerte que les correspondea todos los pases que han tomado el camino de la evolucin burguesa. No

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    obstante, la desproporcin en los ritmos y en las medidas que siempre seproduce en la evolucin de la humanidad, no slo se hace especialmente

    aguda bajo el capitalismo, sino que da origen a la completa interdependencia,hecha de sumisin, explotacin y opresin, entre los pases de tipo econmicodiferente. Slo una minora de pases ha realizado completamente esedesarrollo sistemtico y lgico que parte del artesanado y llega a la fbrica,pasando por la manufactura, desarrollo que Marx someti a un anlisis tanpormenorizado. El capital comercial, industrial y financiero ha invadido desdeel exterior los pases atrasados, destruyendo en parte las formas primitivas dela economa nativa y en parte sujetndolas al sistema industrial y banquero deOccidente. Bajo el ltigo del imperialismo, las colonias se vieron obligadas aprescindir de las etapas intermedias, apoyndose al mismo tiempo

    artificialmente en un nivel o en otro. El desarrollo de la India no hareproducido el desarrollo de Inglaterra; lo ha completado. No obstante, parapoder comprender el tipo combinado de desarrollo de los pases atrasados ydependientes como la India no hay que olvidar nunca el esquema clsico queMarx deriv del desarrollo de Inglaterra. La teora obrera del valor guaigualmente los clculos de los especuladores de la City de Londres y lastransacciones monetarias en los rincones ms remotos de Haiderabad, exceptoque en el ltimo caso adquiere formas ms sencillas y menos astutas.

    La desigualdad del desarrollo ha comportado beneficios tremendos para lospases avanzados, los cuales, aunque en grados diversos, han seguidodesarrollndose a costa de los atrasados, explotndolos, convirtindolos encolonias o, como mnimo, impidindoles elevarse hasta la aristocraciacapitalista. Las fortunas de Espaa, Holanda, Inglaterra, Francia, fueronobtenidas, no slo con la plusvala extrada a su propio proletariado, no slopor el pillaje de su pequea burguesa, sino tambin con el pillaje sistemticode sus posesiones de ultramar. La explotacin de clases fue complementada ysu potencialidad aumentada con la explotacin de las naciones. La burguesade las metrpolis ha sido capaz de asegurar una posicin privilegiada para su

    propio proletariado, sobretodo para las capas superiores, gracias a una parte delos superbeneficios amasados a costa de las colonias. Sin eso hubiese sidocompletamente imposible cualquiera clase de rgimen democrtico estable.Bajo su forma ms desarrollada, la democracia burguesa devino, y continasiendo, una forma de gobierno accesible nicamente a las naciones msaristocrticas y ms explotadoras. La antigua democracia se basaba en laesclavitud, la democracia imperialista se basa en el pillaje de las colonias.

    Los Estados Unidos, que formalmente casi no tiene colonias, son, no obstante,la ms privilegiada de todas las naciones de la historia. Los activos

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    inmigrantes llegados de Europa tomaron posesin de un continenteextremadamente rico, exterminaron a la poblacin nativa, se apoderaron de la

    mejor parte de Mxico y acaparan la parte del len de la riqueza mundial. Lasreservas de grasa as acumuladas, les continan siendo tiles an en la pocade la decadencia, porque les sirven para engrasar los engranajes y las ruedasde la democracia.

    La reciente experiencia histrica as como el anlisis terico certifican que elnivel de desarrollo de una democracia y su estabilidad, estn en proporcininversa a la tensin de las contradicciones de clase. En los pases capitalistasmenos privilegiados (Rusia, por una parte, y Alemania, Italia, etctera, por laotra), incapaces de engendrar una aristocracia obrera, la democracia nunca se

    ha desarrollado en toda su extensin y han sucumbido a la dictadura conrelativa facilidad. No obstante, la continua parlisis progresiva del capitalismoprepara la misma suerte a las democracias privilegiadas y ms ricas. La nicadiferencia est en las fechas. La bajada incontenible de las condiciones de vidade los trabajadores hace cada vez menos posible para la burguesa conceder alas masas el derecho a participar en la vida poltica, incluso dentro de loslimitados marcos del parlamentarismo burgus. Cualquier otra explicacin delevidente proceso del destronamiento de la democracia por el fascismo es unafalsificacin idealista de la realidad, un engao o un autoengao.

    Mientras destruye la democracia en las viejas metrpolis del capital, elimperialismo impide al mismo tiempo el desarrollo de la democracia en lospases atrasados. El hecho de que en la nueva poca ni una sola de las coloniaso semicolonias haya realizado una revolucin democrtica, particularmente enel campo de las relaciones agrarias, se debe por completo al imperialismo, quese ha convertido en el obstculo principal para el progreso econmico ypoltico. Al mismo tiempo que expolian la riqueza natural de los pasesatrasados y restringen deliberadamente su desarrollo industrial independiente,los magnates monopolistas y sus gobiernos conceden simultneamente su

    apoyo financiero, poltico y militar, a los grupos semifeudales msreaccionarios y parsitos de explotadores nativos. La barbarie agrariaartificialmente conservada es hoy en da la plaga ms siniestra de la economamundial contempornea. La lucha de los pueblos coloniales por su liberacin,saltndose las etapas intermedias, se transforma por necesidad en una luchacontra el imperialismo y, de esta manera, da la mano a la lucha delproletariado en las metrpolis. Los levantamientos y las guerras colonialessocavan ms que nunca, a su vez, las bases fundamentales del mundocapitalista y hacen menos posible que nunca el milagro de su regeneracin.

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    Las reformas parciales y las reparaciones para nada servirn. El desarrollohistrico ha llegado a una de sus etapas decisivas, en la que nicamente la

    intervencin directa de las masas es capaz de barrer los obstculosreaccionarios y de asentar las bases de un nuevo rgimen. La abolicin de lapropiedad privada de los medios de produccin es la primera condicin parauna era planificada, es decir, para la intervencin de la razn en la esfera delas relaciones humanas, primero en una escala nacional y, acto seguido, en unaescala mundial. Una vez comenzada, la revolucin socialista se extender deun pas a otro pas con una fuerza infinitamente mayor que con la que seextiende hoy en da el fascismo. Con el ejemplo y la ayuda de las nacionesavanzadas, las naciones atrasadas sern tambin arrastradas por la grancorriente del socialismo. Caern las barreras aduaneras completamente

    carcomidas. Las contradicciones que dividen Europa y el mundo enteroencontrarn su solucin natural y pacfica dentro del marco de los EstadosUnidos Socialistas, tanto en Europa como en las otras partes del mundo. Lahumanidad liberada marchar hacia sus ms altas cimas.

    0La influencia moderadora de la competencia (deplora el ministro de justicia de los Estados Unidos,

    M. Homer S. Cummings) se ve poco a poco eliminada y, en su conjunto, slo subsiste como unrecuerdo muy vago de las condiciones de otros tiempos

    1Un comit del Senado de los Estados

    Unidos constat, en febrero de 1937, que durante los veinte ltimos aos las decisiones de lassociedades ms grandes equivalan a rdenes dadas a la mayor parte de la industria norteamericana.

    El nmero de presidentes de los consejos de administracin de estas compaas es casi el mismo elnmero de miembros del gabinete del Presidente de los Estados Unidos, el poder ejecutivo delgobierno republicano. Pero los miembros que presiden estos consejos son infinitamente mspoderosos que los del gabinete.2

    El escritor norteamericano Ferdinand Lundberg, que a pesar de su honestidad cientfica essobretodo un economista conservador, ha escrito en un libro que suscit una gran polmica: LosEstados Unidos estn hoy en da acaparados y dominados por una jerarqua de sesenta de lasfamilias ms ricas, apoyadas como mximo por noventa que poseen una riqueza menor. A estos dosgrupos es necesario aadir un tercer escaln de alrededor de trescientas familias cuyos ingresossobrepasan los cien millones de dlares anuales. La posicin dominante pertenece al primer grupode sesenta familias que no slo domina el mercado sino, tambin, las palancas del gobierno. Estas

    familias constituyen el verdadero gobierno, el gobierno del dinero en una democracia deldlar.3

    Carlos Marx (1867) 1972, El Capital I, Editorial Fondo de Cultura Econmica, Mxico, p.547.[Ndel T]

    4Idem supra, p. 546. [N del T]

    5dem supra, pp 648-649. [N del T]

    6dem supra p. XIV [N del T]

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    Edita: Grupo Germinal (en defensa del marxismo)

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